I
MI AMIGO
GUMERSINDO ARIJE
A Arije me lo encuentro todos los días yendo y viniendo por
los bulevares de la Reina Madre allí donde hay una
clínica que fue hospital de sangre para todos los soldaditos de nuestras
guerras africanas. Aparece en imagen una enfermera de bronce que atiende
compasiva a un cabo de infantería, herido de bala, abierta la sahariana con los
ojos turnios agonizantes. Del pecho se escapa un chorro de sangre. Mi amigo
quedaba conmovido al contemplar la estatua. Tarde de mayo dolor de España horas
sin amor. Auras de juventud. Esta zona de la capital me recuerda los tiempos de
estudiante, la parada del F, el autobús que nos llevaba a la facultad, casa de
ladrillo rojo. El cobrador era un gallego rubio uniforme gris como de
presidiario y una visera-bonete con un guarismo de registro, por cima de la
visera, picaba con gesto indolente los pases que eran veinte números
desparramados en cada uno de los cuatro ángulos sobre un cartón blanco. Se
sacaban estos itinerarios en la taquilla de la empresa municipal o en cualquier
estanco por un duro. Nos vamos a Orense. Tira, Manolo. el trolebús arrancaba. No va más. Billetes por
favor. Muchos se colaban. Al gallego le veía yo todos los miércoles al bajar a
la clase de prima cuando tocaba latín con el profesor Mariner, un catalán
clásico emblema de la sabiduría y perfil romano. Aparecía sentado en su telonio
como un buda mirando alegremente para la juventud divino tesoro que nunca
vuelve. Una vez me tocó detrás de una monja concepcionista que arrimaba el culo
arrecachado. Yo, por mi parte, acercaba el material. Hambre sexual de los
sesenta. Mi amigo Molina malignamente me hablaba del placer que suponía a los
milicianos invadir los conventos y forzar a la madre superiora. Muchas daban
gracias al cielo sin importarles mucho ser mártires victimas de las sacrílegas
turbas. Aquella zona estaba en los límites de la glorieta donde había un cine
grande en que veíamos películas de espías alemanes y un bailongo en los bajos.
Sara Montiel acudía a una famosa cafetería del primer piso y se la veía muchas
tardes mirando por la cristalería del ventanal mostrando sus torneadas rodillas
de rolliza manchega que por aquellos días eran una inducción al pecado mortal.
Estaba cantando el ultimo cuplé y la canción “fumando espero”. Por las noches
en las campas circulaban por los solares del Canalillo mujercillas de virtud
incierta. Este ajetreo ya pasaba en los tiempos de Galdós. Una paja una peseta;
un polvo con goma un duro. Frenética
actividad meretriz se condensaba en la trasera del Gran Hospital cuando los
amaneceres sabían a leche condensada. Y es que Eros y Tanatos son Castor y
Póllux subidos al mismo caballo. Compañeros de viaje. En la mili te daban bromuro
y a lo mejor el tiro de un moro a los que hicimos el sorteo y nos tocó en
África.
Él vendrá a separar a los buenos y a los malos.
Apacentará a sus fieles corderos y derramará la sangre de los cabrones y
cabritos. Porque Él es el maestro de Justicia. Pasaron las pascuas nochebuena
tranquila y recatada en el herrén y reanudo yo Arije mis prosas peripatéticas
por el bulevar de Reina Victoria tratando de levigar aquellos recuerdos
separando el grano de la paja de mi juventud. He oído las palabras de San
Esteban el primer mártir que exclamaba mirando al firmamento "Satis est vixisse" y así subió a
los cielos. Los viejos de la Inter no creen en esta frase
porque lo único que les preocupa es llegar a los cien años a fuerza de hierbas
cordiales y de visitas a los galenos matasanos. Mejor no ir porque te mira el
Esteban y te dice que tienes un cáncer y hay que contestarle " sea lo que
Dios quiera. Viva la gallina con su pepita". Quieren acabar con los
septuagenarios de la patria. Roban en el banco, les copian las tarjetas. el
latrocinio y la protervia habita entre nosotros. Veo la cara alargada, de
espátula, sus guiños diabólicos, del doctor Muerte que mira para los pacientes
con ojos cancerosos. Andan los pobres viejos solitarios con la oreja pegada a
la radio de la Inter en un furor encaramado
angustiados por tener vida larga. Cimbel y zumbel de las tardes sarcásticas sin
amor el cuerpo doliente huyendo de ladrones y asesinos. Fumando espero, cazador
cazado solo a vueltas con mi conciencia y los recuerdos. Le hago un corte de
manga a la red, me entrego a la oración que es reclamo, expiación, adoración,
arrepentimiento y esperanza. Me gusta la liturgia romana en latín con algo del
rito ambrosiano y muzárabe. En contrapartida la mejor liturgia es la polifónica
rusa. Internet me sirvió de alfombra mágica para ir a la misa de Nochebuena en
el Kremlin que ya es decir pero las cosas cambian. Oficiaba el patriarca Cirilo
la misa de pascua.
Tengo
fuertes palpitaciones y las negras ideas se apodaran de mí. Las combato rosario
en mano. Hay que poner lastre a los malos pensamientos pues la imaginación hace
burbujas y se tira pedos, remuerde por los desvaríos de cuando entonces y,
según los ascetas, es la loca de la casa.
▬¿Viste el espich que nos
largó don Felipe?
▬No me dio la gana. Al
verle tan insulso y tan poco espíritu se me atragantó el turrón. Para mí el
único rey que vale es el la baraja. la monarquía viene del mono y en España
siempre tuvimos a los borbones una desgracia simiesca. Borrón y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan por algún rincón del
cielo rondas sanabresas, canciones toresanas, ataruxos galaicos, espantadazas
del paloteo vasco, cobras catalanas y tamboreadas navarras al son del chistu,
juntamente con tonadas asturianas. Arije tenía una visión muy folklórica y así
le iba. Estaba fuera de lugar. Le rodeaban las maniobras en la red de la
incomunicación digital la gente enviando guasaps dándole al dedito a mogollón.
Todos dicen que el diablo no canta aunque sabe mover el esqueleto. Dios te
libre de las lenguas de dos filos y de los sermones del padre Ricci, el que
destapó la olla de la tapa de los infiernos y allí vivimos cómo se cocían una
recella de obispos y pontífices máximos traían en la mano un libro del Dante.
Satanás los pinchaba con un gario de cuatro dientes en las posaderas. Iban
desnudos pero se conocía que no les había dado tiempo a quitarse la mitra de la
cabeza. Sus cabalgadas por las calderas de Pedro Botero eran un auto lardivo.
▬No puede ser
▬Porque tú lo digas
En el altar mayor de la catedral de Luzbel que es
una zahúrda de Plutón▬ el infierno es una casa
de acogida ▬alcancé a ver yo a un
mitrado muy albardado de casullas, roquetes y manipulos que daba la bienvenida
a los colegas recién llegados con una plática en la cual les decía que estaban
en la casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale nunca. La cueva de
los castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que crecía en el
bulevar. Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne de serpiente
y cañas de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas, arenques y
pollas en vinagre.
Un fraile se sentaba también como la madre lo
parió pero ostentando la tonsura y la cogulla sobre un sillón de nogal aforrado
de guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos de la barba. Decía ay de
mí en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el Bosco en uno de sus
cuadros. Junto al departamento episcopal estaba la sección de los periodistas
que eran incontables los que estaban allá pero su número era superado por el de
los abogados y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva de políticos era
tan larga que ni te cuento: Trump con su trompa elefantina diciendo que aquella
noche era la navidad y no se iría de picos pardos, la
Merkel
en minifalda, Máchele Obama moviendo el trasero sandungo, Teresa May una flor
de mayo que devoraba carnicera a los mosquitos del Brexit, Juncker el padre de
la masonería europea tocado de yamulka y enseñando las filacterias de rabino
bajo el traje sastre, Rajoy mirando para el tendido en la silla de don Tancredo
fumando espero, Putin como un zar de la kagebé montando a caballo y disparando
misiles, Netanyahu con cara de sacamantecas, Bergoglio mirando torvo para la
costanera y abriendo la puerta de la iglesia al enemigo. Traidor y mal
ostiario, Berlusconi con gesto burlesco una cohorte de odaliscas en su palacio
y no sigo la lista porque la perversidad infinita se había apoderado de los
dirigentes del globo terráqueo. A las soflamas de los diablos y a los palos
respondían los condenados con frases hechas:
▬Con tanto malvado como hay en el mundo no se coge. Sacadnos de
aquí. Estamos hartos de penar y sufrir.
Al grito de auxilio acudía el infernal demandadero
y les daba la vuelta a la parrilla para que se torrasen un poco más como san
Lorenzo.
No había en el infierno aliviaderos pues allí no
se come ni se bebe ni se mea ni se caga, todo es penar y crujir de dientes, y
para siempre. Para siempre. en medio de esta algarabía de voces y gritos y
blasfemias se escuchaba el barboteo de las perolas donde cocían sus cuerpos,
calderas de pez y aceite hirviendo. la atmósfera era salobre y sobrecargada de
un hedor mefítico. Los fámulos del Pateta se apresuraban a torturar a los
predichos con esmero y diligencia cumpliendo las órdenes de Lucifer de manera
implacable. en aquella alcaicería del furor los que gritaban fueron sepultados
en una montaña de cal viva:
▬ ¿No estábamos redimidos
por la Preciosísima Sangre ? ¿No pedimos confesión en
la hora de la muerte? ▬ lloraba un cardenal de la
curia el proxeneta que dio protección a Raspín aquel extremeño que arrimaba las
putas al colegio cardenalicio?
▬Penen los rufianes y
tengan su merecido.
A las quejas del purpurado respondió el gran
esbirro con un tizonazo en sus partes pudendas donde tanto duele.
Atollite portas antiquas abran la cancela pero las
puertas de Jerusalén estaban cerradas. La ciudad santa había sido bombardeada
por tres misiles nucleares. me quedé pasmado ante aquel cuadro de destrucción
masiva. Alligieri Dante me señaló a res prelados de blanco que la impostura
glorificó como santos y estaban en cambio sumidos en la gehena. Eran Pablo,
Juan y Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto pasmado de las blasfemias
vi cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer también lo llamaban el Bar la
Puñalada el lugar donde y acudí displicente a la hora del café probo
funcionario de un cuerpo a extinguir por la
Constitución bajaba con los refrescos para refrescar a los sedientos
praditos con frascas de vino perronero que los españoles juramos en Santa Gadea
acariciando la pata del Cid Dios que buen vasallo si hubiese buen señor
nuestras mesnadas fueron traicionados por Bellido Dolfos y don Opas asomaba la
gaita por Punta Umbría era el enalgramado que traicionó nuestra estirpe y se
acercaba siniestro a los montes de Peñalara. Alfolí de los vicios y varadero
del mar de maldades era aquel aposento que yo columbraba.
▬¿Qué dices Etsi?
▬Yo no digo nada. Lo tuyo
no tiene solución. Me dejaste abandonada para irte con otra.
Le dije que había navegado en galeras remando contracorriente
con toda la canalla de un barco que iba a ninguna parte y ahora me esperaba
aquella tronera porque de seguro que yo también era un malvado al que Queronte
justiciero aguarda. Tras un infierno en vida me esperaba otro en muerte. Es el
fin; me arrojarán a la trena donde no se come ni se bebe ni se caga ni se mea
durante toda una eternidad. Sicio. Tengo sed. Un verdugo mojó mis labios con
esponja de vinagre y el Santi diome a
beber un potingue de cerveza calamocha mezclada con zumo de rabo de culebra.
▬No es justo ▬lamentabase Gumersindo Manahén Arije ▬ que en las zahúrdas de
Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había
pronosticado. él tuvo también esta visión. Se ha torcido mi destino cual tibia
de alcazuz que cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En aquel
instante un sacre altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de uno de
los tilos de la avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea de
autobuses urbanas. El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas
mientras los palomos cojos caminaban, señoriles, recitando plegarias por el
bordillo sin hacer caso del buitre que desde arriba los echaba el ojo. Ellos a
lo suyo a picotear cáscaras de altramuces y pipas que tiraban las niñeras
cortejadas sobre los bancos por militares sin graduación. Un cabo de la
Base Mixta se arrancó con una copla: "La viuda rica que con un ojo
llora y otro repica, la hija recogida y nunca consentida porque del ocio nace
el negocio".
Gumersindo odiaba a las palomas urbanas que
echaban a perder las aceras de la ciudad con sus deyecciones. Bajaban los viandantes
saltando entre las bostas de palomizo y perrizo porque la población canina
igualaba casi en número a los siete millones de habitantes que tenía
Madrid
La escena del cabo moribundo de bronce en manos de la
enfermera me recordaba a mis compañeros del tabor de regulares cando serví a la
patria; aun sabiendo que esto hoy no se lleva Arije se sentía muy ufano de
haber hecho la mili en regulares y cantar por lo bajini aquello de soldado
estoy de España y estoy en el cuartel contento y orgulloso de haber sentado
plaza en él. Florence Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese sido
por estas enfermeras que son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas de
guerra que dieron su vida por España hubieran muerto solos como los perros en
algún blocao de Xauen o de Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de
valor. Eso se supone. ¡Bah! no me quiero poner sentimental. Canta la coruja en
la rama del roble. Ya están llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo
andado. Enrollo el cordel y el zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el
firme del bulevar. Camino solo ladera abajo con mis pesadumbres. No es que
quiera mucho a los moros. Les comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos.
Respeto sus lilailas pero yo me quedo con los salmos. No va a ser cosa de
cargar las tintas y aljamiarse y renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que me conocen a mí pero
ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el nombre de
dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno y yo
marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo parecer un
paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada del Trooping of the Colour. El día del santo
de la reina que acontece en London en el bello día de junio. Me dicen los
ingleses que, como su Majestad le da que se las pela al zumo destilado del
enebro con gaseosa, no se le acabará el carrete en mucho tiempo. La reina madre
vivió 102 y ella puede que se plante en los 115. Así que el heredero, al que
llaman el Orejas, el que soñaba con convertirse en tampón higiénico (coño qué
metáfora) de doña Camila la mujer del alabardero, para verla más de cerca, lo
tiene claro.
Tengo una gran colección de arabismos que exornan (palabras
que empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero de niño sobre la
cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de Clavijo en el que
el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros alzando su espada
sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del caballo del apóstol
aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me impresionaron los
rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural quiso que fueran
negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan con las barbas y
melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso fue patrón de los
godos durante siglos hasta que llegó la
monja andariega, madre de los conversos. Ya que buen trabajo le costó a
Francisco de Quevedo defender su auspicio castizo de España por San Jacobo
dándose de cuchilladas con el de los cristianos nuevos, que defendían a santa
Teresa en el compatronato, y bajarle a Boanerges de su pedestal glorioso, al
grito de Santiago cierra España. Estábamos trazando rayas en el aire, queríamos
arar surcos en la mar. Nos falta a los españoles voluntad colectiva, por eso
somos un país de conversos, desdichados y a media hacer enchufado a las
veleidades de una monja andariega e inquieta que podía ser precisamente la que
me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí, deseando ser traspasada por el rayo
místico. Quiero que me penetren. Voglio una donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos estudiantes sardinas en
lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco de Santiago. Por estos
tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se dan a la fornicación y ansían
ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a la
Mística Doctora que, según revelan ciertos documentos, se
acostaba con el padre Gracián. Así que aun entonces ya yo bajaba letra herido
por la cuesta de Reina Victoria, sin saber qué hacer, por dónde tirar,
inhalando el humo salutífero de mi cachimba, fracasado de mujeres, barruntando
cielos color mortal y rosa y el odio católico de los neos, enfrascado en tan
tristes pensamientos, acordándome de la
Reina Madre que vivió más de cien años dándole al gintonic. La madre que
la parió. Chinchín. Bríndenos a vuestra salud. La endrina es baya milagrera. Alarga
los años. Es el antídoto contra la lucha de clases. El pan candeal se amasa con
la harina del trigo trujillo. Aquí cada cual propende a llevar el agua a su
molino y dejar seco el de su vecino y habla despacín no nos oya el mío vecin que diz en la
Asturias galana. Do va la mar vayan las ondas. Que allá darás rayo en
ca Tamayo. Conviene esperar a que pase todo esto porque cuando Dios lo quiere,
todos los aires llueven. Mayo mangonero, pon la rueca en el humero. Pedrada
cantada, nunca ganada. El que calla piedras apaña. Piedra sin agua no aguza en
la fragua. A piedra movediza el moho no cobija, y metimos un ratón papal en
nuestro granero y se hizo amo del cillero. Palabra y piedra suelta no tienen vuelta. Al
buen callar llaman Sancho, y entretanto llevaré este canto. Non lu quieru non lu quiero pero échelo
vosté al puchero. Dádivas quebrantan peñas. Los refranes eran para mi
personaje un consuelo y éste en concreto le retrotraía a Arije a London
mientras esperaba a una novia que no fue. Le dijo que tenía la nariz muy grande.
La esperaba en el salón cortinas rojas en la ventana y un viejo sofá comprado
en a almoneda de Fulham Road cerca del campo de futbol del Chelsea. Se paseaba
por la acera de los jardines de Roland la sombra del fantasma del conde Kelly.
Aquel amor lo desbarató la iglesia. Teresa Calatos le dejó a la puerta de la
iglesia, se fue con el cura. Los refranes desde aquella vez eran el refugio de
las decepciones del desamor. Cabe las mujeres a Arije le fallaban los
arrimaderos. Era un aficionado a la paremiología. El ojo del amo puede que
engorde al caballo. Carbón y leña no la compres cuando hiela. Cuando la
Calatos
vino a verle al piso en su algorín de South Kensington nevaba. Apagose el tizón
pero todavía no parece el que lo encendió. Dio la piedra en el canto y mal para
el cántaro. De tanto penar y sufrir yendo a la fuente al pobre Arije el botijo
se le quebró y vagaba por las calles de las ciudades cantando con voz solemne
de barítono dedicando versos a la maritornes del Julifer que le decía que
Zamora no se gana en una hora. “Yo soy casada gilipuertas”.
El Santi se descojonaba. La
Leo
no le hacía caso pero había una vinotera al lado, para su consuelo; compraba
dos botellas y se las chiscaba gluglú en un banco del bulevar cerca de la
floristería abandonada. El vendedor de rosas había matado a la mujer y fue a la
cárcel. Su chiscón abandonado era el refugio nocturno de los vagabundos del
Este que trampeaban por la avenida. Que al as de oros no lo juegan bobos. La
floristería era una vecera de cerdos humanoides. Huélgame un poco, mas hilo mi
copo. No hay bronce que años tenga mas de once ni mas lana que saber que no hay
mañana. Leña de romero y pan de panadera la bordonería entera. Chimenea y
huerto y un hogar do calentar las posaderas, el sueño del pícaro y del rufián. Todos
vamos a donde dan. Campanas de mi aldea tilín tilán. Aldeana es la gallina pero
comenla en Sevilla y viva la gallina con su pepita. Dentro de la concha está la
perla para quien sepa verla. Añoso luchador el pino de Formentor. Do no valen
cuñas aprovechan uñas. Guárdate del viento acanalado y del hombre mal barbado
que porta en la cara las siete señas del hideputa (el signo más conspicuo: la
barba en parroquias como el Coletas), al loco y al aire calle. La sangre se
hereda y el vicio se apega. Soplar y sorber juntos no puede ser. Me deslizaba
al esconce de la floristería después de estas subidas y bajadas, ▬cuando perdía el último autobús
a causa de su afición al pimple y no podía regresar a su hogar, así que quedaba
a dormir en la leonera de los vagabundos▬ por los colmados alcohólicos, veía venir a las marimantas. Los
días que atardecía sereno tomaba el 623 y se refugiaba en su casa, aquel
chiscón que había comprado con sus ahorros en Majadahonda. Seguía escribiendo
al dictado de la botella porque para él la escritura era una purificación una
catarsis para un tiempo en el cual la poesía había muerto. Quien bestia va a
Roma de allá bestia torna. En el camino a muchos se les estropee el botijo,
digo la sítula. Luego vienen los grandes pecados capitales de nuestro pueblo:
ira, gula, lujuria, soberbia, homicidios, omecillos, robos, desfalcos, temeridades,
contumelia, bandos, disensiones, mecachis en la mar. Acaso el proel de los
vicios sea la protervia que la soberbia reconcentrada y la obstinación en el
mal son licencias que marchan delante. Mascarón de proa de la vida nacional. De
la cantidad de nuestra dura mater depende el pensamiento. Los hombres con
cabeza pequeña tienen parvo entendimiento. Porque el viento gordo genera craso
intelecto y yo estoy demasiado gordo, padezco de crasitud mórbida. Así, como
los naranjos que portan poca médula y cáscara canteruda, me aflije a mi la mucha
cáscara y escaso pipo, debe de ser porque estoy enfermo del alma. Mi madre y
todas las mujeres que he conocido me lo dijeron “eres parvo, Gumersindo Arije”.
mi amigo Manahén Enalgramado, que es un traidor, no piensa lo mismo, tú vales mucho,
chico, lo que ocurre es que te minusvalora y por eso echaste tu vida a rodar. A
Manahén le gusta dar coba. Aunque el poder cognoscitivo de las potencias del
alma acaso se mayor de lo que se cree. Son poderosos los mastines con carlanca
y olfatean el aire los podencos, eso me pasa a mí cuando veo a una persona por
primera vez que le calo y sé de qué va y por donde va a salir.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela. Había algo divino, un
halo superior en aquella negra. Parecía
una sacerdotisa de Venus color ébano pero el diablo, que siempre anda por
Cantillana, movía la lengua y le hacía pronunciar cosas extrañas en diversas
lenguas. Yo salía renovado de aquel cuchitril de paredes rojas color vino de la
calle la
Ballesta. En Gran Vía un argelino me quitó la cartera y anduve
tiempos metido en pleitos de la mano de rábulas vocingleros extorsionistas que
querían demostrar que mis ojos grises eran negros. Este es un mundo ovil con
muchos recovecos. En Madrid siempre cazan ratas al amanecer. El remedio contra
esta carrera de ratas son los cuatro espíritus vitales de los romanos: Tracrix,
Retentrix, Conmotrix y Expultrix.
Según Roma, la tribulación aguza la inteligencia y la alegría
hace bajar la guardia a los humanos. Para los talmudistas es un error imperdonable
ir de bueno por el mundo.
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la esquina, hecho un
brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y mirando de reojo.
Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre. Ya no vas al
Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia civil franco de
servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy jubilata soy un
cabo pieza al que se le jodio el goniómetro y el Santi que aquel día se había
levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el secreta. Además
repuse lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo que fue la
mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos a la comandancia. Lo malo es que tiene las
muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan Leonor a la cual
le gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de las mañanas del
tiempo que se fue. Por sus interferencias la hubiese dado yo una en los morros
pero no valía la pena. Hay que resistir cuando la gente pide bronca y poner en
practica el consejo de mi abuelo que era de la
Benemérita “paso corto, vista larga; ojo al cristo que es de plata y
ojos de halcón diente de lobo y hacerse el bobo”. Leonor era una verdadera
Euménide. Yo me pregunto qué es lo que habré hecho yo pobre funcionario sin
mando en plaza, marinero de tercera para caer mal a la gente. Debe de ser mi
gordura mórbida que les asusta pero de mozo cuando vivía en London era cenceño,
tenía buena facha, me acostaba con mujeres que no eran de pago, y feliz. En el
Kiss una sacerdotisa de Venus echaba las
cartas, dominaba la guija, vaticinaba el porvenir como la mejor veedora de
Galicia aunque ella era andaluza; decían las compañeras que aprendió las artes
mágicas en el Vaticano en su calidad de primera daifa de los cardenales de la
curia, hizo una prognosis terrible de mi condición psicológica y sexual:
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas
el trato torpe con mujeres públicas. Eres algo seductor y encantador de
serpientes pero insensible al dolor ajeno. Hundes tus fauces en el légamo del egoísmo.
Tienes los pies planos y me da que eres algo impotente. Esto de la impotencia
de don Juvenal fue corroborado por el sanabrés que poseía buen ojo clínico para
tales alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su diagnóstico de manera
contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso imposible: Santi era de
los que jamás han leído un libro. Esos españoles que pertenecen a un país en el
que menos se lee y más se publica. Vanidad de vanidades. Me quedé de un aire.
Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas, mala cosa. Pero nunca pondréis,
malditos, bozal al buey que trilla. La Leo nos miraba desde el alguarín
de sus premisas una cocina de metro cuadrado, verdadero banderín de enganche de
potas y perolas, donde fregoteaba con sorna y empezó a decir sandeces y
blasfemias contra mí. Y yo no cesaba de decir para mi camisa santo dios por qué
le caeré tan mal a la gente. Arije, espabila. No merece perder el tiempo
hablando con esta gente. Juvenal, que jugaba al tute con los jubilados, me
guiñó un ojo desde el taburete donde echaba la partida:
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones, estaba yo allí todos
los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo. Templanza. Moderación. Circunspección
y voto de silencio. Todo menos darla un par de hostias. No te pierdas, Gumersindo.
Y por más que me proponía alcanzar tales virtudes jamás lo conseguía. A lo
mejor el Santi llevaba razón: yo, arrastrado de mis malas inclinaciones, podía liarla
parda hasta el punto de convertirme en un asesino en serie. No me gustaba mirar
los telediarios porque me daban ganas de vomitar y después matar a ZP. A la
rubia de bote el chocho morenote esa lozana andaluza que pronuncia encendidos
discursos simulando la verborrea de los delegados de curso de la
Facultad de Económicas y presidía un gobierno de corruptos y de
puteros yo también me la cargaba. Mi país estaba envenenado por la política que
torna a los hombres tristes y rencorosos Por las noches se me acercaban los
vampiros y creía entrar a bueyes volando por mi dormitorio. Alguien soltaba el
buho que revoloteaba por la camarilla. Graznaba la lechuza en una rama del
árbol de la sabiduría. Me convertí por esta causa difunto de taberna y entraba
desesperado en la barra del Julifer (acrónimo de Julito y Fernando no vayan a
pensar ustedes otra cosa pues eran los dos socios que montaron el chiringuito)
para que la Leonor me escupiese exabruptos y
su hermano me preguntase con un aire místico si me pasaba por el Kiss.
Templanza. Moderación, restricción, recato. No hagas caso, Arije. Lanzaba la
peonza. El zumbel de mi vida daba vuelta y vueltas. Se desplazaba en círculo y
la mecha se le iba diluyendo hasta que sonaba el cimbel del convento de las
Clarisas a la hora de vísperas. El impulso cinético concluido, el trompo
quedaba tendido panza arriba como el cadáver de un ahogado sobre el enlosado
del bulevar. Así que cimbel y zumbel es lo que soy ya digo. No había matado a
mi mujer pero no sería por falta de ganas sino porque ya iba para mayor y me
fallaban las fuerzas. Las daifas del Kiss también se reían de mí. Lo mejor en
esta vida no es el amor mercenario sino compartir el secreto de la botella de
Erifos. Vaya usted por la sombra y no se le ocurra escalar algunas de las
brancas del crecal que es árbol sagrado. Que hay moros en la costa y centinelas
apostados entre los merlones y almenas de la muralla de Niebla que es la más
importante de Andalus. Con que ya me dirás Ruibrás. El zumbel tornaba movido
por la fuerza centrifuga de la cuerda a compás de los tiempos de la gran zurra.
Había que ahogar las crisis de fe en la caneca de aguardiente y reírse de la opulencia
de las cosas nuevas de las gentes que van en el metro mirando para la consola
de su móvil y meneando con agilidad el dedito de la comunicación virtual que se
mide en baremos de incomunicación física. Suena el cimbelillo de las monjas que
llevan a las masas a la fantasmagoría de las redes que son las nuevas arpías de
los capiteles románicos donde todo está dicho y augurado. Se nos aparecen los
monstruos de dos cabezas y la mona que se muestra impúdica ostentando la gran
vagina de la mandorla mística. Lo que iba a pasar en los tiempos venideros ya
lo sabían los constructores de catedrales del siglo XII. Las iglesias estaban vacías
pero las santas pobres mujeres seguían acudiendo a la novena. ¿Quién murió? El
niño de la Exuperia.
▬¿A
causa de la tos ferina?
▬Paez que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un tronco de corceles
blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la cruz alzada y
cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban trotando por
los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban yámbicos blancos y
las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron los versos
perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del orgullo
vaginal. no somos poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la
involución feminista en qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y
sus deseos de aniquilar la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la
palabra pero no pudo ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban
de mis súplicas. En España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre
flor de jara, un hijo de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor
que se torra en los infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije,
tú nunca entrarás n el paraíso. Mala suerte, chaval. Te salió el esteatoma. Y
un zaratán en los pies es para las ocasiones. Creciste en un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando nuevas y contando
cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No entendían mi lenguaje
por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio
temporum latina y ellos, pagados de si mismos, se creían los reyes del
mango pegados a la alcachofa, y al micrófono rebuznador, verdaderos “maqueraux” de los portavoces
profanadores del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas. Mi tío Hans murió en
Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de desolación nos
comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la ultratumba.
Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad por tío Hans y
todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943. Nuestro futuro se
derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo. Sin embargo llegaría
un día de venganza. La mentira no puede durar mil años. Los serviolas de proa
anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a popa. Caminarás sobre el áspid
y el basilisco, romperás los eslabones de las cadenas que te ataron. La nieve y
la escarcha (Imbert et nix) pasarán
pero no mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura nos largará una
estacha. Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que se abren y
cierran en libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se grabaron en la
piedra de los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo corría en mi
infancia. La piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del más allá.
Haplología cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad que
guardan la viña bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia,
fortaleza, prudencia y templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la modestia
y la abstinencia que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen banzo son las
virtudes más importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste y la guerra
los más destructivos. Después como todo se renueva florece un tiempo distinto
ex novo el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son crucificados
porque no son del gusto de los tiranos que traen arrastrandose tras el carro
triunfal a sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del Becerro de Oro.
También sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de teloneros, de
periodistas comprados, y de abogadotes rábulas
picapleitos. Los globos se desinflan y se estrellan contra el asfalto del Paseo
de la Castellana en medio del estruendo de
palabras altisonantes altoparlantes: democracia, solidaridad, feminismo, sexo y
café para todos, globalismo, derechos humanos, lucha de género que ha venido a
sustituir a la lucha de clases, el euro, la
Merkel ,
Donald Trump, la Maritere inglesa. una verdadera
muta lobuna marcando el paso de los globales. Y de apoltronados en Bruselas. Ya
no hay propiedad privada la gran aspiración de las clases medias merced a la
corrupción sistemática de los partidos políticos que operan bajo la fórmula de
“I will buy you out”. Somos unos
vendidos. Estos señores nos compraron. Todo es escaparate y jactancia en este
mundo sometido a la dictadura del dinero, el hedonismo y la fuerza bruta que es
la fuerza de la masa. Nos dan gato por libre cantidad por calidad y eso sí
grandes superficies y Black Fridies. Los gobiernos que ponen al frente son una
almáciga de mediocridades, porque piensan los que mandan que los ineptos sean
más corruptibles y manejables
Una cuadrilla de negros en un banco en mitad
el bulevar recién desembarcados de la patera y a las que las autoridades habían
mandado para acá estaban sentados sin trabajo.
Iban pululando de acá para allá y robaban carteras a los borrachos
mientras dormían descuidados sobre los bancos del bulevar la zorra suprema
zupia calimocho y ginebra de garrafón mezclas explosivas. Todos -eran lo menos
ocho- ocupaban un banco municipal. No tenían currele y estaban de brazos caídos
porque esto no era lo que les habían dicho: esto es el paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No vamos a pegar
golpe.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel que dice pero
después de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o hacerse el culo de
una puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije — solía decir mi
novia Etsi
En ese caso estaríamos
hablando de turismo sexual o de un nuevo tipo migratorio. Me daban un poco
lastima, la verdad. Este país fue cruce de razas y empalme de fronteras. La
esbeltez de las nubias contrasta con las abotagados rostros ecuatorianos de
piel cobriza que parecen mismamente corchos de botella con perdón pues así
tienen el talle y cara de buenas personas casi todos estos ecuatorianos inditos
que a mí no me molestan. Madrid ya no es rompeolas de las españas sino el abra
donde convergen todos los mares del mundo. ¿Esto es malo o bueno? Yo que sé. Al
principio nos preocupábamos y decíamos pero esto ya no puede ser. Venida la
pella, y como no los puedes vencer, únete a ellos, sálvese el que pueda. A la
España
de mis amores no lo conoce ni la madre que lo parió. Además, estos encastes
transandinos y subsahariano pueden mejorar la raza hasta el punto de perder
nuestra identidad pero nada podemos hacer.
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en una hora. La
Leonor
estaba de muy mala leche. Manolo su marido hecho un brazo de mar al igual que
Domingo y Santi los camareros. Todos son hermanos de por ahí de la raya de allá
donde el Duero se va a cantar fados a Portugal.
Hablan medio gallego y su parlar guardaba desinencias troncales del frontón
de la gaita zamorana. El establecimiento me recordaba a mí viejos cantares de
la ronda sanabresa. Buena gente. Entre pecho y espalda me metía mis dos buenas
botellas de peleón alguna vez clarete y me ponía a cantar el quien dirá que no
son cinco tres de blanco y dos de tinto — esto de los restoranes familiares que
a mí me van: plato del día y tercio de vino con gaseosa, aunque ya van quedando
menos en Madrid —es lo mejor que tiene esta ciudad. Día sí
y otro no, cocido maragato con su
compango, chorizo de bola y todo bien regado con tintorro de la frasca y ahí me
las den todas. Arije se había sentado en la mesa de enfrente. No hablaba.
Estaba cetrino. Sentí como un mal barrunto el aleteo de un cuervo. El aliento
de una mala sombra se esparcía por las techumbres del establecimiento, las
sillas parecía que empezaban a moverse. Yo juraría que Arije un viudo jubilado
que come todos los días a la misma hora, una y media, sentía que yo había
detectado algo del tenor de su gafancia. Pero no te apures le dije. Si eres
gafe todo se soluciona menos la muerte. Por lo menos has tenido suerte. Las
parcas se han llevado a tu mujer (qué buena era, lo dicen todos, aunque en el
fondo todos sentimos una cierta envidia a los viudos de pata negra) y a ti no
te vamos a ver en danza por la sección de suceso de los periódicos pues hoy es
muy habitual que los jubilados pensionistas se lleven por delante a la
parienta. No te quejes, Arije, chico. Eres un suertudo. En Madrid soltero y con
dinero Baden- Baden te lo digo yo échate una novia una de esas rusas de cuerpos
macarrón o esas rumanas fetén con ojos eslavos de aguamarina y a vivir que son
dos días y déjame de mirar con esos ojos de buey que se me atraganta la sopa.
Oye y no engordes mucho cuídate. Mis amonestaciones no servían para nada. Mi
comensal era victima de una de esas ligaduras misteriosas o lo que los
italianos denominan la jettatura.
Deja de ser el hilo conductor de toda esa trama maléfica, hazte con las riendas
del mundo, domínate a ti mismo. Tener tan elevados pensamientos en el preciso
instante en que uno se zampa un cocido de garbanzos y mientras Domingo bajaba
por la escalera de caracol con la bandeja no es que sea muy edificante. Primum vivere deinde philophare pero yo
soy capaz de hacer las dos cosas a la vez. A Alfredo Mirlo se le había muerto
su mujer Brontea haría un par de meses y a la legua se notaba que era uno de
esos individuos que no pueden estar solos porque le falla una cromosoma de la
falta de emotividad. El buey suelto bien se lama. Había sido un marido
dominante y posesivo que había dado mala vida a su señora y si no la tuvo atada
a la pata la cama allá que se iba pero ahora todo eran lagrimas duelos y
quebrantos por ella. Como Brontea malparió una hija le nació tonta y se la
llevaron a Quitapesares un preventorio psiquiátrico. Esa era otra. Pero ¿tu
eres mi hermano Gumersindo di? Nos han ocurrido cosas terribles. Cuando te
encuentro por el camino siempre me ocurre una desgracia.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por mi nombre pero
aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en su inflexión
ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y luego le
invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno de los dos
hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la
izquierda. Cuídate y no te apures. Todo
eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el olvido. Si no fueras tan gafe,
te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no se cura... y. Tocó madera.
Había una papelera de bambú en las escalerillas del metro y la rozó con la mano
izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha pasado la galerna. Era como
si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un ventalle de perdición, hijo
mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron Baruj ni cual es la raíz
del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a Malitva una hermana que
había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos bultos en el cuello y
se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era muy guapa y rubia y de
la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa. Ella también era una
Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que lo del tiroides la
vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido que era un pirata
y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
No tenemos mucha suerte los de la familia. Avanzamos por la
vida con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de otros. Somos del
pueblo elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para tomárselo a broma
pero yo suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la vida. Buen yantar buenos
vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y sobre todo buenos libros y
buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo me he bebido cubetes enteros
de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión que nos inmortaliza y no
fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas de nosotros aunque a veces
nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos siempre de estar preparados
y ser congruentes con nosotros mismos para cuando sople el viento de perdición
que extinga la llama de todos los cirios. Otros tienen oscuridad pero los
Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos. ¿Será eso por lo que el
profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por lo que me pusieron al
nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos místicos deambuló por la
ciudad. La Avenida de la reina Madre le condujo
hasta un barrio lejano que casi desconocía donde todos hablaban cheli de los bajos instintos. Es un Madrid que me daba cien
patadas sobre todo cuando esos majos se descuelgan de repente con una parrafada
que parece un chotis y muy enviserados y chulaponas se van a bailar a la
Verbena
de la Paloma sobre un lauril en “La
Bombilla ”. Todo eso es falso. Esa zona de la ciudad tan mitificada por
Ramón es un pufo que la etnología nos ha metido. Áspero y bronco Madrid. Mucho
Madrid. Es como arrancarse por peteneras y darle una buena soba a Yoquecojones
Nesti para los amigos el chamarilero de los libros de lances por bocazas. Lleva
visera de los de los legítimos y se enfunda el blusón de menestral. Pero lo
perdonó. “ese seguro que reventará cualquier dia como el lagarto de Jaén sin
que nadie le siente las costuras y le haya partido la boca por mentar a mi
madre, que se muera. Madrid era una ciudad fantasma. Quebraban albores. En el
Paseo del Prado al bueno de Baruj el peripatético le salieron unas damas al
encuentro hablando en suahili. Todas eran pigmeas la piel negra pero todas
ellas vestida de blanco. Sólo sabían una frase en castellano la de la quinta
pregunta:
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis. Dejadme en paz. Yo tengo
otras preocupaciones. Ale ale a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le arrimaban las
pigmeas. Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por algo. Tuvo que
ponerse serio Arije y sacar la poderosa
cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al ver la de Albacete se espantó
toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus cavilaciones se le había pasado
la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta que abrieran el primer metro. De
noche la ciudad resulta casi una desconocida otro dibujo otra alma y otra vida
pero él habia sido un noctívago dado al trasnoche y amaba las madrugadas sobre
todo las amanecidas aldeanas cuando se escucha a los gallos quebrar albores. A
las cinco de la mañana todo parecía que despertaba y poco a poco se notaba un
aire de actividad y de currele. Tenía frío. Era lunes santo y ya se notaba la
proximidad de la primavera. Se escuchaban cantar los pájaros en las frondas del
Retiro. Toda aquella huida de Arije de su propio laberinto y de su castillo
interior a la negrura de la noche tenía una explicación. Se había pasado la
tarde entre bostezo y bostezo haciendo zapping por televisión hojeando a rastras
insustanciales periódicos y suplementos dominicales subidos de color y de
desnudeces pero entecos de ideas. Para él estaba visto que la belleza no estaba
plasmada meramente en el felpudo de la modelo exuberante que por una vez se
retrasa mostrando sus líneas. Para él la belleza era la filocalía. No estaba en
torsos ni en senos flotantes sino en la belleza interior. Una mirada una
palabra amable una risa feliz una canción de quintos. Los nuevos periodistas
explicaban a sus lectores a lo largo de una serie de reportaje su pan comido:
ha nacido, señores, una nueva religión. Ahora todos somos laicos. Los gimnasios
habían sustituido a las capillas en su misión soteriológica. Era el síndrome de
la catedral vacía de fieles y llena de turistas. La descristianización
progresiva, los largos puentes de fin de semana. El alzamiento de pesas. La
barra fija. La bicicleta estática y otras calistenias. La gordura es un pecado
mortal y el peor diablo el de la grasa. Los flamines del tercer nivel habían
sustituido a los curas y a los obispos. Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios,
derribaron pulpitos y ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una
fabula que se inventó el Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo
cambió. Acababa de hacer explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos
de pensarlo. Aquel piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte
de un geo. Dios aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era
buena persona en realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la
culpa la tendría su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin
embargo cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su
obra anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas apoltronado hecho un oso
buco. Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante la cuartilla blanca.
Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha cumplido. Has logrado
tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no había fallado un
punto en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres pueblos que vives en
otro mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los insultos. Eres un cobarde y
encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio de inventario sin
embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se paseaba por la roca
del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte. Vio unos demonios
so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente sobre la rama de un
ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en el jardín. En ese jardín.
En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba sobre un cementerio y allí
estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de alzarse y muchas noches
sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como vaharadas las
trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la guerra civil o
el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Pollux un poco más ya
junto a la fontana de la Cibeles que iban tan amigos
montando un mismo caballo se liaron de repente a guantazos y todo era furor por
las esquinas y los esquinazos.
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados los pontones del
olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo de los cimientos
mismos del Arco de Triunfo. Estuvieron trabajando obreros actividad frenética
día y noche para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar don Cejas para la
Trinidad pero puso algunas objeciones la
Celadora de la Comunidad el mando estaba bastante
dividido y era todo un descojone, entran y salen cuatro como antaño en el cine
Montijilla y ya se sabe unos por otro y la casa sin barrer. La
Trinidad se pasa mire usted que guasa y para las navidades el
intercambiador de marras seguía aún sin remozar. Tenía unas escalinatas de
tracción mecánica muy molonguis que bajaban desde las mismas bodegas del Arco
de Triunfo. Avanzó entre el polvo el ajetreo de la rush hour y el hedor a
humanidad. Había una luz fúnebre como de tanatorio iluminando toda aquella
actividad. Yo soñé alguna vez en la escala de Jacob pero el bueno de Arije se
me despistaba. Dos ex presidiarios de un lejano campo de concentración
supervivientes del Shoah se entretenían jugando al parchís cerca de un panel de
indicaciones salidas llegadas y una zorra los miraba. Una fuina se agazapaba
seguramente porque sus ojos tibios y acostumbrados a la oscuridad no podían
soportar la luz fúnebre mientras una cotorra charlatana no paraba de hablar.
Seguramente que se había soltado de la jaula de un cuentacuentos:
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un primero de abril entró
la fuerza por acá, en este mismo punto donde nos encontramos. Entraron las
banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y se desplegó la roja y
gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—Que bonito! —dijo el de la partida que tenía un brete y una
pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza que nos interrumpe. Lo
que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios? Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de aquella fecha ya
nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín con una leyenda
en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de Buridán plegó las
orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un parte de incidencias
el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter vitura monumentum
hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más que escribir
esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un resquicio de la
memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y la chaquetilla
cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas como en el Ampurdán.
Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en papel o en papiro que
es un poco la escritura en la pared de la cena de Baltasar. Frases para durar.
No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí vio en lo alto del cielo al
profesor Mariner mártir de la democracia o la contrademocracia fulgiendo como un
ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y de Virgilio. Armis hic victoribus.
Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete. Mundus transit. Pasa página. Animo
pues, amigo que para eso tienes nombre de poeta y apellido de pámpanos. Eres
todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al pobre Baruj Gumersindo Arije.
Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había tundido lo suyo la vida y el
pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba gambado por una ciudad que
fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles iba y venía meteco o exilado
en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen pero la ciudad ya no es tuya y
hasta el habla siendo la misma es extraña.
Todo es extraño. Los rostros, mohínos y distantes la gente amargada y
con cara de ir a lo suyo. En las caras se refleja la infelicidad que procura el
egoísmo y la desconfianza. Madrid me mata. Transitar por el Arco de Triunfo.
Circular por debajo del Arco del triunfo por donde pasaron las cohortes de Complutum
camino de Legio Séptima no es lo mismo que pasarse todo bajo el arco de
triunfo, Arije y hay que pasarte por ese epicentro del mismo sitio ya sé que
tienes anchas espaldas y alforjas esterones, artolas, baúl para guardar tantos
agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no eran tales injurias
sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos? Sí. Señor. Tú
sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros. ¿Entonces de qué
coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete pa tu casa. De noche en Madrid
todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos. Pasé dolores de Getsemaní
pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran mis píes con pomos de
nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus paños. La conversación
con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin saber a qué carta quedarme.
Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber ni entender. Nadie te ayuda.
Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto líquido. Tiempo de Acuario. Todo
parece que fluye. Es líquido. Tiempo de liquidez. Un moro bajó entonces por la escalinata
con una gran alcatifa a cuestas. Era un mohamé manumiso exarico para los que
Madrid nunca será Madrid sino Majerit. Al menos ellos tienen esa idea. Para
ellos no ha pasado la Reconquista. Estas perdido, Arije, vuélvete
a tu casa. ¿Dónde moras, rabí? ¿Dónde están tu padre y tus hermanos? Mi madre
mi padre y mis hermanos son aquellos que cumplen mi Palabra. Difíciles frases.
Nunca estuviste más oscuro pero seguimos indagando dándole vueltas al contexto
hermeneutas perdidos por el vaho del mundo y tratando de entender el
sacramental mensaje de tus palabras. Corre tiempo recio. Señor, sálvanos que perecemos.
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno doce nuevos meses de vida.
Arije se levantó después del gran catarro que amargó su nochevieja. Escucharon
villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa sobre todo que es la
música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se desposó con una Ceiba.
Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto. Vio al papa cojo. Le dio
un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio y cojeamos todos pero
ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le gusta dél es su devoción
a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio se cantó ante el pesebre Alma redemptoris mater pero el portal no
estaba tan iluminado como otros años. Luego paseo por Reina Victoria y tuvo la
dicha de escuchar las campanas del Día de la
Circuncisión llamando a la misa de santificación del Santo nombre de
Jesús. El bronce del campanil decía (Arije poseía un segundo sentido para
traducir el lenguaje de las santas campanas que son bautizadas y ungidas con el
crisma de jueves santo) esto:
—Populum
voco. Mortuos prango. Vulnera frango[1]
y aquella voz sonora del viejo monasterio
san Daniel uno de los muchos monasterios del Cíngulo Dorado— el circulo
de oro constituido por torres, espadañas y muros sagrados o sacra menia que
circundaban Madrid por la parte norte y sur de Moncloa—le retrotrajo a aquellas
maravillosas enseñanzas que había aprendido sobre la liturgia romana en sus
años de seminario. Tuvo el convencimiento que la iglesia no son las encíclicas
papales ni la doctrina con moralina sino algo mucho más alto lo que eleva el
corazón. Es la teología, las súmulas tomistas y el gran acervo de la tradición. En el monasterio de san
Daniel escuchaba la misa de cazadores el rey Enrique IV al alba antes de
recorrer los montes del Pardo a la caza de jabalíes y en su sacristía al pobre
rey segoviano lo envenenó un monje por mandato de Palencia cuando regresaba del
monte sediento y sudoroso. Diole al monarca a probar una pócima de hierbas con
mezclas aromáticas y gaseosa. El tañido de aquel modesto campanario hoy
convento de monjas le llenó de paz. Las aves huían asustadas por el cielo de
Reina Victoria, las palomas buscaban refugio en las helgaduras de las tapias.
En el Islam no hay campanas. Al moro el sonar de la campana le asusta pero
Arije se sintió ampliamente gratificado en su catolicismo, un catolicismo
ferviente que renacía en él cuando la Iglesia estaba hecha unos zorros
demasiados obispos tocineros y comentarios desaboridos de una cigüeña que
crascitaba inconveniencias en la torre de una iglesia profanada.
Liturgia es el culto publico a Jesucristo lo había
aprendido él cuando era adolescente y no podía desquitarse de esa idea. Tal vez
por tozudez o por prejuicios. Arije era tozudo y no precisamente uno de esos
que cambian con facilidad de chaqueta. A Dios le gustan los cantos de alabanzas
y esta idea viene del antiguo Testamento. En la liturgia converge Cristo con
Sión y la cosa no tiene vuelta de hoja. Todo este entramado es expiación,
oración, acción de gracias, adoración sacrificial y canto de alabanza. ahora lo
pretenden destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y múltiple. Posee la gran
riqueza de la diversidad de cultos en su capacidad de católica o universal,
apostólica pues proviene de los apóstoles. Está fraguada en símbolos que por
desgracia ignoran muchos de los fieles que participan en los cultos (santa
ignorancia) pero es menester entender las ceremonias y rubricas de los diversos
cultos rituales. En la iglesia occidental existen varios ritos distintas
fórmulas de adoración: el galicano francés, el medulano de la iglesia de san
Ambrosio de Milán el bizantino griego y
muzárabe-visigótico que aun se celebra en la primada de Toledo A Arije
el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su españolidad y sus
adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías — hesicasmo o
repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los Evangelios como los
kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión las lenguas
vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra vacían el sentido
en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el ultimo evangelio
han traducido et tenebrae eam non comprehenderunt por no le entendieron
cuando en realidad semánticamente lo que significa es que la luz fulge y las
tinieblas no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los motetes, los himnos
eucarísticos, las secuencias forma parte de un fenómeno privativo del
cristianismo: la filocalía o amor a lo bello del que carecen los otros credos.
Es el Cristus Musicus que se
entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor. Además, las
vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita. Arije no
podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El creyente tiene
la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le son ajenas
como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que estudian
constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas cosas que no
se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios nos vienen de
los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana que quiere quiso
cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y rito, fulgor,
normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser humano de los
animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra fe
a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare,
Calderón, Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y
cimacios románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los
martirios, las misericordias del coro donde quedaron labrados algunas
advertencias donde colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del
maligno den el mundo al cual la Iglesia trata de combatir. Es el zlo
de los ortodoxos rusos. Teatro, culto a la belleza, pugna perpetua
contra el mal, las bajas pasiones y los instintos que hacen desgraciada a la
condición humana.
Arije después de estas consideraciones y halagado
por la presencia viva del Cristus musicus se santiguó y entró reverente en el
pórtico de la iglesia de san Daniel. Las campanas seguían propalando su melodía
a la ciudad de Madrid anunciando orbi et orbi la
Circuncisión del Salvador. Año Nuevo buen día del Señor.
Bajé la cuesta, era tan empinada que con
frecuencia el tranvía se atascaba por no poder con tanta gente, los estudiantes
se bajaban y a empujar. En una esquina la casa chalet de Sebastián Miranda que
velaba las armas cara al sol y los aires de la universitaria. A izquierda de la
bajada se abrían las bancadas del Estadio Metropolitano y todavía el viento de
la sierra del recuerdo traía y llevaba los sones de aclamación cuando Collar
desde la extrema izquierda marcaba Gooool, el grito de júbilo resonaba por toda
la Ciudad Universitaria , aquellas tgardes de
domingo, partido, cine y tasca. Aupa Atleti. Gumersindo Manahén Arije,
colchonero de toda la vida. El campo había sido derruido, bloques de pisos, y
allí tuvo él su oficina, archivos y papeles, estanterías de libros. Fue cuando
se digitalizó la administración y todas las semanas un camión del ministerio se
llevaba mesas y máquinas de escribir. El ordenador dueño y señor del campo
administraba la Cuerpa que ya no quería archivar
nada porque todo lo antiguo no valdría para nada. Toneladas de revistas y
libros de una época fueron a parar a la basura. Arije desde su ventanal trataba
de adaptarse a las nuevas tecnologías del Word y del M-2. La caída del Muro de
Berlín se llevó por la posta tanto trabajo de la imaginación. Era una manera de
acogotar al fascismo. ZP se sacó de la chispera la infamia de la memoria
histórica, otra vez la guerra cuando nos creíamos todos reconciliados. Él para
contradecir al patán llevaba en la cartera una foto del Fuhrer que trajo su
padre superviviente de la batalla de Stalingrado, rezaba padrenuestros y trató
de aprender alemán. Zum befell y Heil Siegel pero todo cuanto quiso aprender se
lo desbarató Cerrolaza un jesuita enemigo de los nazis que dirigía el
Departmento de Germanistica de la
Central. Por el ventanal de la
Biblioteca penetraba un sol cansino y el eco del recuerdo de los goles
que marcaba Luis el Zapatones los regateos de Collar y las palomitas de Pazos
en la portería. Fue un tiempo de espera y de esperanza. El clínico albergaba
muchos secretos de su pasión por España. Desde allí los muertos le hablaban
unos se le aparecían con una pierna de menos otros tuertos y a muchos les
habían pegado un tiro en la garganta pero podían cantar. Sus conocimientos de
lo ultrasensible le deparaban al bibliotecario aquellas experiencias. Cuando se
ponían pesados los muertos vivientes subía cuesta de Reina Victoria arriba a
ver a la Leonor o se daba un homenaje de
cocidito madrileño con dos botellas de vino en el Tera. A los postres besaba el
retrato del Ferrer que llevaba en la cartera. Ah si tú me dices ven lo dejo
todo.
El bulevar en rampa de Reina Victoria cambió de
nombre. Daría luego en llamarse Roca Tarpeya de Salamanca. Ya se sabe lo que
naturaleza no da no te lo presta Salamanca. Cuestión de másteres. Los másteres
de Perico el de los Palotes que quiso ser presidente, sentarse de culo en Moncloa
alto paramentos aunque haciendo trampa. Los tiempos de Donald Trump fueron una
trampa cuando sonó la trompa de Eustaquio por la
Casa Blanca. Escogió el camino corto: afiliarse a la
CIA
y sus socios lo respaldaron. Antes le dieron la consigna que los generales de
las divisiones acorazadas dan a los tanquistas: destruir y derruir, machacar,
mentir, profanar, derribar escupir contra lo más sagrado.
─Perico, tú machaca todo lo que se ponga delante
de la torre de tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin piedad, límpiate los
mocos con la bandera de España y luego los trapos que te sobren los trae para
acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el obediente Pedrito cargado con
sus masteres, arrastrando las chuletas de las páginas que copió con su cara de
guapo. El enemigo no tenía que embarcarse en un nuevo Vietnam los gringos son
algo gallinas en cuanto empiezan a llegar féretros de soldados abatidos por el
fuego del Vietcong. Bastaba un caballo de Troya para tal operación y darle el
gobierno. Por la avenida bajaba la manada. Gora san Fermín.
Todos los
días en Madrid es San Fermín y violan a una como en Pamplona esos putos
sevillanos de la infame Manada recua mogote y brazada de depredadores sexuales
siendo el más conspicuo uno que llamaban el prenda el más aguerrido el más
picha brava el que la tenía m´ças larga una verdadera garduña de Sevilla.
Cogieron a una pobre chica que venía de los toros de San Fermín la bajaron las
bragas y allá en un portal mismo y haciendo un stanging up se la pasaron por las armas coito en cuadrilla, hubo un
juicio y salió un rábula en defensa de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que la muchacha dijo no pero
un no es siempre sí en estos casos no se puede demostrar el estupro.
Hubo en el país una verdadera conmoción. Las Fem
se lanzaron a la calle indignadas al amparo de la consigna: “un no es no y un
sí es sí”. Cercaron la audiencia y tiraban los sostenes a los magistrados se
quitaban las bragas y se las tiraban a los magistrados a los hocicos. A todo
esto las reinas de las mañanas tuvieron afrecho de su duerno mediático durante
muchos días y las anarosas y las sujsanasgrisos no paraban de darle al chisme
de la propaganda. Los fulanos de la Manada se creyeron los reyes del
mambo de la publicidad. Esto formaba parte del plan conspiratorio y la
Manada
se convirtió en efecto llamada, en algo viral que atraía cual imán a las redes..
Todos los días se mataba a una o se violaba y las anasgrisos y las susanasrosas
con ello, relamidas de gusto, daban suelta al morbo en comidilla televisiva
junto a la mesa camilla uy que horror nunca lo tuvieron tan a huevo en su
programa de fornicar sin concebir. Entró la vicepresidenta al trapo en defensa
de las mujeres pero la defensa de la ministra era todo un arrogante ataque a la
mujer. Desdén en desguisa bajo su política de construir la imagen de mujer
objeto separada de su función primordial que es la maternidad y la familia.
Arije conmovido y enternecido por aquel zurriburri oyó a uno que bajaba la cuesta
pañuelo rojo al cuello y calzón blanco que gritaba:
─Señora ministra, su señoría tiene un culo muy
prestoso y redondito. Habría que ponerla mirando para el Cristo los faroles para
pasar la tarde.
El mozo de san Fermín bajaba por la
Calle
la estafeta algo borracho uno de los bueyes duendos que escotaba a la manada le
colgó por los inhiestos de un de sus cuernos mortales dejándole con el culo al
aire. Debajo de los calzoncillos ponía este epígrafe: “qué terrible lugar es
este”. Pero se rehízo del varapalo y salió corriendo a no parar hasta llegar la
Cuesta
las Perdices. España era una roca Tarpeya un derrumbadero feminista/
separatista con los de la Cope los curas la
Iglesia ,
el rey la reina, los alguacilillos actuando de convidados de piedra. Estábamos
en plena campaña de alianza de civilizaciones, de augustas ceremonias,
televisadas, palabras sin sentido. A la mesa se sentaban muchos capigorrones. Unos
se creían superman y otros se escondían aburridos sin hablar en un esconce pero
masticándose las tajadas otorgadas por el poder. Tú échame pan y llámame perro.
Las estudiantes de Farmacia se asomaban a las ventanas de los colegios mayores
en cueros y de esta guisa contemplaban el encierro. Arije se sentó en el primer
peldaño del colegio mayor José Antonio, ─muchas memorias de su paso por las
aulas en la juventud─, un edificio que tenía factura herreriana y recordaba a
la gran mole escurialense para dejar pasar la procesión y contar las nubes. El Prenda se la cascaba mientras se columpiaba
en el árbol de la risa, se desgajó una rama, vino al suelo y se conoce que con
el golpe se le rompieron algunos conductos venéreos y quedó castrado sin
remisión, útil para servicios auxiliares. Algunos no escarmientan y se pasan de
listos o de guarros
Era la hora de consultas en el clínico y los
tranvías venían atestados de hombres y mujeres que acudían a ver qué tal
andaban sus parientes hospitalizados. Sobre los setos de madera de boj que
circunvalaba al gran caserón de la muerte en cuyas salas se peleó con tanto
denuedo en la guerra civil, pasaba lista la Pelona hora sí hora no y la morgue
no daba abasto para aguantar la lista de los fallecidos en la capital. En Madrid
no quedaba un viejo. La pica es la reina de las armas, es la fuerza de la
escuadra veinticinco palmos para herir sin ser herido. La Pelona no cesaba de ahincar
banderolas sobre los setos del Clínico. La muerte siempre va por delante
ganándonos la partida. Picas en Flandes, lista de óbitos ayer en Madrid. Todos
acabamos en la trena, en el manicomio o en la casa socorro. Y todo en la vida
es cárcel: la espina es cárcel de la rosa, la playa es cárcel del mar y el
trigo es cárcel del pan. Peto, espaldearas, escarcela, fálcate, brazales,
manoplas celadas, caldas y corazas son un buen escudo del alabardero pero toda
la infantería perece cuando la Pelona se empeña. Porque contra
ella no caben maulas. Pese a todo tenemos la obligación de ser dueños de
nosotros mismos. Arije contaba las nubes mientras con el rabillo del ojo seguía
a la turba de los violadores en cuadrilla que se perdieron de vista en un
recodo de la plaza de Pio XII. Anarosa se puso en jarras delante del portal,
pidiendo lo suyo:
▬ Quiero más. Dame más
▬¿No tuviste bastante? Pues vale ya.
▬Chavala, tú eres insaciable.
▬Give me more. Give me more. I want it
now.
▬Otro toro que este no vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica historia de los violadores
en cuadrilla que jaleaban las prensas nacionales sin ningún pudor.
Él pensaba en Etsi aquella novia que tuco y le
hacía el amor en el 600 sin llegar a más. Tonto que fui, pensaba para sus adentros,
con las mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma más letal hasta que se
inventó la bomba atómica fulminante y esparce un hongo de muerte al estallar. Carlos
V el emperador se lamentaba maldita la hora que a un chino se le ocurrió
descubrir la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y la mecha cargan de
muerte a cualquier artefacto. Picos, palos y azadones. Suban todos a cobrar que
llegó el administrador. El personal hacía cola ante los cajeros automáticos. Ya
no había que acudir al banco para pasarse por caja. Bastaba con apretar un
botón. ¡Qué cosas inventa el hombre blanco! Desde el año 89 todo ha cambiado
para bien y para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de Méjico la más
populosa del globo como en Becerril de Campos donde no porta en invierno un
alma. ¿El nuevo terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero cuando las gatas tienen
celo y en las radiantes noches los árboles desnudos tiemblan bajo la helada.
Había pasado las navidades en su tabuco acariciando sus recuerdos circundado de
libros y de papeles. Le vino bien a su salud el ayuno pascual. Asistió a la
misa de gallo por Internet que celebró el patriarca Cirilo de Todas las Rusias
el adalid que luchaba contra las fuerzas oscuras. Aquella orgía de voces angelicales,
iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo alto de la cúpula, casullas
recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó (Cristo ha
nacido venid en adoración)
La catedral de la
Epifanía estaba inundado de caras guapas hermosas rusas con velo
blanco viejos creyentes y niños que recitaban los compases del Credo y del
paternóster en eslavónico todos se habían la letra y sabían lo que pronunciaban
aguantando de pie las dos horas que duró el oficio. Liturgia triunfal que se refería
a un mundo de belleza y de redención el ceremonial rico y antiguo que se
cumplía a rajatabla a las ordenes del presbítero puntero que iba señalando a
los oficiantes los pasajes de las lecciones y de los himnos que habían de
entonarse. Sintió Arije que Bizancio tenía la clave del legado evangélico y
todo un contraste con las catequesis perroneras, los lugares comunes e incluso
las herejías que pronunciaba ex cátedra desde Roma el Impostor. Y todo un
contraste con la vida de aquellos días en España: atropellos de violadores en
cuadrilla. Llegó la manada. En Andalucía pastos y cabildeos. La hora del
consenso y de la rendición. Tres putas se desnudaron en la
Plaza
de San Pedro y aparecieron en los posts metiéndose un crucifijo por donde
amargan los pepinos. Tiempos de profanación y desolación. Ierusalem desolada
est que cantó Jeremías. La Bestia utiliza a la serpiente
disfrazada de mujer. Pigtail profería sus blasfemias de siempre faroleaba,
quería ponerse medalla:
▬ Los feministas follamos
más y mejor que los de la ultraderecha,
La palabra ultraderecha y fascista no se le caía
de los labios a los de You can que se sentían amedrentados e impotentes ante
Vox un movimiento que arrasaba. Mucho presumir de potencia sexual y seguro de
que el miembro no se les ponía erecto para cubrir a las cabras locas del
Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con la ultraderecha. Era un
anarquista, un rebelde como lo fue Jesucristo contra el Sanedrín y se sentía
satisfecho consigo mismo por haber dado testimonio pero sus días los pasaba
oculto en su esconce y las noches las pasaba en blanco a causa del dolor de
España que lo afligía. Después de salir de la cárcel por haber asesinado a la
funcionaria roja (fue una lacra en su vida pero tenía demasiado temperamento)
se refugio en el sotabanco de Majadahonda. Le había quedado una pequeña
pensión, podía pagar la pensión el resto lo gastaba en tabaco y en libros en la
cuesta Moyano. Nada sabía de su familia. Etsi había venido a verle dos veces a
la cárcel pero desde el año 92 no volvió a saber de ella. Asumía que había
encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció radiante. Los niños de
Madrid había sacado a la calle sus camionetas, sus hombres araña y las muñecas
que les trajeron los Reyes Magos. La Epifanía era una noche mágica.
Ponía fin al misterio de las Doce Noches y Saturno dejaba de gobernar el mundo.
Durante este intervalo ocurrían bajo el imperio del dios oscuro así conocían a
Saturno los romanos y para aplacarlo celebraban las saturnales. Las doce noches
venían marcadas por la tragedia de trifulcas en el hogar, asesinatos,
borracheras, eclipses, pues el sol se ocultaba y no quería alumbrar la
Tierra ,
terremotos e inundaciones. Ero era sobre todo la melancolía que sentía el
hombre ante el tiempo que pasa y la vida que se va. Este espíritu pagano había
renacido en las sociedades antes llamadas cristianas. Había que ponerle a los
pascueros y a papá Noel que se deslizaba por toda la
Europa
nevada en su trineo buena cara. Ho. Ho. Ho.
Pese a sus dolamas tanto espirituales como corporales
se sentía contento. Había llegado la hora de romper el ayuno. Se fue a comer al
Julifer. Allí todo seguía igual que hacía diez años. El Santis en la barra y la
Leonor
en su chiscón la cual al verle llegar le hizo esta salutación:
—Coño, yo creía que te habías muerto.
No supo qué decir ante tal insolencia. Pidió
lentejas, gachopo y una botella de vino. De postre arroz con leche y un
chispacito de coñac.
Había tres o cuatro individuos en la barra
discutiendo acaloradamente sobre la derrota del Madrid ante el Alavés. Nadie
hablaba de política. Abandonó el local satisfecho y por aquel dicho de que de
la panza sale la danza recuperó su buen humor pero ya en el autobús camino de
casa empezó a sentirse mal. Le daban arcadas pero no podía vomitar. Se le puso
cara de luna de enero.
En la parada final se acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted mal, señor?
—Si llamen a una ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y Arije fue conducido de
inmediato a urgencias. Allí perdió la consciencia. Cuando despertó estaba en el
quirófano de Puerta de Hierro rodeado de tubos de mascarillas y de electrodos,
enchufado a una maquina todo su cuerpo. La medico una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué
comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo de vino y un poco de
aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por amigos míos
—Señor, pues en las lentejas le colaron belladona
¿No se dio cuenta? Es un veneno que puede causar la muerte pero al parecer es
usted hombre de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban buenísimas.
—Le hemos hecho un lavado de estomago. Creo que se
recuperará. No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que le quisieron envenenar.
Lo aceptó como castigo por sus pecados y un aviso del cielo para no volver a
pisar nunca un chigre, tabernas, una fonda sin homologar. Dios le había salvado
de las garras de Erifos y de la
Leo.
Otra
vez la
Divina
Misericordia estuvo de su parte. Aunque tampoco hay que fiarse de las
fuertes lunas de enero cuando las gatas entran en celo.
SAN ANTÓN LA GALLINA PON
Dio
gracias a Adonai por haber salido con bien del intento de envenenamiento
en el mesón de la Puñalada. Un signo. Hay que mirar a las estrellas donde se
inscribe nuestro destino en busca de señales. Los dioses mandan desde el
firmamento un aviso. Y, ya con el alta médica en el bolsillo, al abandonar el
hospital enclavado en los cerros de Majadahonda se veía la sierra cubierta de
un manto níveo bajo los arcos del austero monumento a Mota y Marín,
aquellos dos valientes rumanos, voluntarios de la Guardia de Hierro, que dieron
su vida por España allí en aquellos recuestos por donde Madrid se urbaniza y
dejó de ser campo. De modo que volvió a su casa que estaba a unas manzanas del
centro médico, respirando hondo y pisando fuerte ufano de haber sobrevivido. La
internista asturiana le hizo una transfusión de sangre con un fármaco antídoto
de neutralización de la belladona. El Santi y la Leonor vaya un par de
cabrones quisieron darle el pasaporte. Que se jodan. Entre potas pucheros anda
el Señor pero también se esconden los asesinos. Así y todo estaba muy dolorido
y quemado por dentro. Les hubiera pegado a los dos un tiro, si no hubiese
temido a volver a la cárcel.
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre, los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre la Virgen y los escribió de rodillas. Fue muy conocida en el siglo XVII por sus deliquios, levitaciones y éxtasis místicos, ya que, supuestamente, había recibido del Altísimo el don de la bilocación.
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo. Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de Madrid y actrices tan famosas como la Calderona. No se paraba en barras y a veces profanaba el sagrado recinto de los beaterios tan abundantes por aquel entonces en la capital del reino:
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre, los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre la Virgen y los escribió de rodillas. Fue muy conocida en el siglo XVII por sus deliquios, levitaciones y éxtasis místicos, ya que, supuestamente, había recibido del Altísimo el don de la bilocación.
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo. Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de Madrid y actrices tan famosas como la Calderona. No se paraba en barras y a veces profanaba el sagrado recinto de los beaterios tan abundantes por aquel entonces en la capital del reino:
─Eso que
su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le conduce al infierno
también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de las concepcionistas
de Agreda.
─Ya lo
sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto
de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una libido desbocada, era
insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de furor uterino. En todo
caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus biógrafos no ocultan
que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de setenta hijos naturales y
hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a sor María que era bastante
guapa pero no consta porque era una santa y devolvió escandalizada los billetes
enamorados que el rey le mandaba hablándole muy seriamente de las penas del
infierno y del cruel destino reservado a los concupiscentes en las Calderas de
Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír estas cosillas. Pensaba que el
catolicismo en su rama conversa está obsesionado con las llamas infernales y
con el sexo pero él ya no era joven para escandalizarse por tales asuntillos.
Mirando las cosas con cierta distancia y sin apasionamiento, la misión de los
reyes es engendrar muchachos y la obligación de las reinas parirlos. Ardua
tarea porque muchas de aquellas pobres y tristes reinas morían de sobreparto y
no alcanzaban la edad provecta. De este peligro nos advierte una visita al
pudridero del Escorial donde se amontonan las sepulturas de recién nacidos
perro España y yo somos ansí, señora. Que quieren vuescerdes que yo faga. El
rey Felipe no lo podía remediar trigger happy de bragueta pero
nunca probaba el vino, la probaba la caza y tenía un gusto exquisito por la
pintura. San Antón la gallina pon y hasta san Antón pascual son. El padre Ángel
estaba solemne y más orondo con un ocho que no le cabía un piñón por culo
bendiciendo a los burros, los perros y garos del todo Madrid. Abrió las puertas
del templo en la calle Hortaleza a los nobles brutos Dios le perdone porque ese
clérigo asturiano culo de mal asiento que tiene un sexto sentido para sacarle la
pasta a los famosos desconoce que a las fieras no les está permitido pisar
sagrado y un día de San Antón yo vi a un gran danés tan enorme como un oso
andar por la predela olisquear las vinajeras de la credencia en el altar mayor.
El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso a cantar la epístola de la misa
del día a los desamparados de Madrid. Su aspecto era feroz como el de un
Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera efigie del diablo que se le había
colado al padre Ángel entre los vuelos de sus sotana ínfulas animalistas y
buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de quicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario