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sábado, 7 de enero de 2023

 

 

 

Vi cómo salía del mar una bestia con diez cuernos y siete cabezas y sobre sus cuernos tenía diez cabezas y sobre las cabezas nombres de blasfemia

Apocalipsis 13,  1-2

 

666: ESPAÑA, RUSIA Y EL ANTICRISTO

 

 

A mi madre que acaba de fallecer

 

Antonio PARRA GALINDO

 

Prólogo

La sigla o el nombre de la bestia – el anosmia o numero innombrable que en griego idioma en el que se vertió la escritura cada número se corresponde con una letra y la suma de tres seis daba lugar a la cifra de la muerte- es un guarismo que tuvo bastante literatura. Se basa en el libro del Apocalipsis, un opúsculo difícil de entender que significa cambio o transformación, como corresponde a la exaltada imaginación de la mentalidad judía. El pueblo elegido porta la antorcha de la revolución. Muchos han creído ver en su lectura las señas  de las postrimerías. El fin del mundo seguirá al milenio igualitario y a la derrota de la bestia. ¿Estamos en los preliminares o pródromos del fin del mundo o en el quiliasmos igualitario? Tanto España como Rusia, dos naciones que sirvieron de baluarte al cristianismo a decir de los talmudistas figuran en la nómina de países que han de desaparecer. La una por Ucrania y la otra por Cataluña. España ya está destruida. Rusia padece el acoso incesante de las tinieblas.  No lo sabría exprimir aquí. Lo que sí sé es que ha comenzado la tercera guerra mundial sin que muchos se hayan apercibido y es una guerra primordialmente centrada en la información. Es la guerra de la propaganda-información. Las redes cibernéticas multiplicaron por un millón esta batalla de la comunicación que sustituye al viejo agitprop. Se derrama sangre en sitios puntuales porque la lucha es asimétrica y las esferas del éter vomitan mentiras en expansión. Es la tercera guerra mundial, la antesala del gran exterminio, del holocausto. Ha sido iniciada por los americanos. Cuando veo a Obama comparecer ante las cámaras creo ver en su frente el tatuaje del innombrable. Cameron también cuelga entre las cejas el 666 como un carnero bocho, sólo les faltan los cuernos a ambos personajes para representar a la bestia diabólica Un novelista argentino Hugo Wast lo coteja en una de sus obras más famosas, prácticamente hoy inencontrable. Con independencia de la calidad de este literato – detrás del pseudónimo de  Martínez de Zubiría se agrupan fallos pero no pocos aciertos valederos para el mundo actual- Hugo Wast pronostica la subida al solio pontificio de un argentino y el triunfo de la sinagoga sobre la iglesia, lo que será el precedente de un tiempo de nuevas persecuciones para los creyentes, y de guerras locales bajo el dominio de un poder oculto que propiciará una época funesta de caos controlado, de grandes migraciones o de presura y angustia para los que profesan la fe de Nicea. Este es el meollo de la cuestión y el vaticinio del reinado de la Bestia. Durante largos años a mí me ha preocupado este fenómeno al que he dedicado muchos tajos de mi pluma incandescente a lo largo de lustros y decenios. Desde la cúspide de mi senectud hago esta entrega donde compendio muchos artículos, cuentos y reflexiones recopilados a lo largo de los años. Me preocuparía irme de este mundo sin haber dado a la estampa estos mis solos y paliques. El 666 es el imperio de la mentira y el reto a la verdad del evangelio. Es el triunfo de la fornicación bajo los auspicios de la gran ramera. Enhebro estas reflexiones desde lo alto de la cumbre de mi Helicón desde donde medito y formulo  mis reparos al mundo de hoy sujeto a  cambios vertiginosos.

El Monte Arés en Atenas era una eminencia sagrada que dominaba la ciudad griega. Allí reinaban las nueve musas y plantaron su tienda las amazonas mitológicas. El Monte Arés al que me refiero tiene poco que ver con el círculo olímpico o el areopagita aunque para mí conserve una naturaleza sagrada. Está en el norte en una región que los romanos denominaban Betulia por ser lugar donde crecen los abedules, un árbol al que adoraban los celtas por su piel blanca y sus propiedades curativas. Dicho  collado he aquí que  es  refugio de mi vivir encalmado despertado por el chillido de las gaviotas- esos chorlitos del aire pajarracos caradriformes de mal agüero- cuando baja la marea o escuchando en la noche el silbido lastimero del búho. Las quimas del lauredal frente a la casa cobran mayor altura de año en año a medida que yo envejezco y crecen mis nietos. La escritura para mí es una fórmula de combate contra la bestia, la que acecha fuera, y la que nos hostiga dentro de nosotros mismos traspasándonos de incógnitas y desde mi helicón particular en la falda del monte Arés enhebro estas crónicas, canto estos solos, prorrumpo en mis paliques que vienen a ser un responso por la buena literatura. Se trata de hogueras fugaces y pertinaces, angarios encendidos en la costa contra la invasión que se acerca. Canto a un mundo que se está viniendo abajo con la judaización de Jerusalén, la fiscalización de nuestras vidas y nuestras conciencias a través de la red que han dejado de ser un itinerario virtual de comunicación para convertirse en  aduana de control y un servicio de vigilancia. Cada mañana un abedul adolescente me da los buenos días y me felicita por haber alcanzado el objetivo haber sido escritor y seguir siendo español sin renunciar a mis profundas convicciones de libertad en reacción contra los convencionalismo, los tópicos, las ideas mascadas. Soy un demócrata pero no se me hace la boca agua como a otros que se dicen tales y sólo piensan en la alfalfa. A finales del siglo XX se ha producido en España un regreso a los peores tiempos del siglo XIX  y por la carrera de san Jerónimo se pasea el espectro de Prim, Espartero, Riego que va camino del patíbulo (le dieron mulé en la Plaza de la Cebada) y hasta Rosita la Pastelera  viene por la Puerta de Alcalá. Trágico destino de España entre las garras de la bestia y en manos de los Borbones. Aquí la historia contradiciendo el axioma de Demócrito se repite más que la cebolla bajo la tiranía de las cien familias que se reparten juego, dominan sus cacicazgos y mangonean en sus cantones. No nos modernizamos por dentro aunque aparentemente por fuera seamos tan” modelnos”. Todo esto me ha llevado a revolver en la enjambrazón de crónicas, artículos, pensamientos, historias y sugerencias sobre aspectos poco conocidos del latir español a lo largo de casi cuatro lustros, que yo almacenaba en mi cajón de viejo periodista. Quiero darlos a la estampa. Estos escritos surgen como protesta a la verdad unilateral que nos imponen los de arriba, enhebrada por la mendacidad de un gobierno mundial que no se cohíbe en perpetrar crímenes como el de la guerra de Ucrania o de asesinar moritos en Gaza. Actos todos ellos reprobables, crímenes impunes,  que para el que suscribe constituyen un auténtico rugido de la Bestia, con sus artimañas. Se trata de un zarpazo a la ortodoxia y, viendo los informes de este conflicto un millón de desplazados la actitud mafiosa del Rey del Chocolate, Prosherenko, la crueldad de los soldados otanianos que se dicen ucranios, me acuerdo que esta guerra estaba anunciada en los protocolos de los sabios de Sión (los mundialistas no inventan nada, carecen del poder de imaginación y utilizan la mentira y la desinformación, tácticas viejas, como reclamo pues todos sabemos que querían matar a Putin en viaje de regreso de Brasil y confundiendo el avión presidencial con un malayo en el cual viajaban 298 holandeses lo abatieron pues el fuselaje y las características del aparato era casi idéntico al de Aeroflot, y luego acusan a los prorrusos separatistas los que llevan una cinta con la cruz de san Jorge en la solapa). Están demasiado asidos a la tierra. Son el cuerpo de la serpiente que se arrastra llenando los países de babas y lágrimas y escupiendo constantemente contra la cruz. Este no es el Israel santo sino el que mata a los profetas. Volviendo las espaldas al Sinaí, adoran al Becerro de Oro y están tratando de construir la nueva Babel bajo el signo de la democracia, los derechos humanos, el feminismo radical, el tribadismo, la execración de lo más sagrado, la violencia de género, las migraciones masivas, y, en una palabra, el miedo Quieren un mundo global políticamente correcto, gobernado por la incultura y el terror. La nueva Babilonia porta en su altanera frente la marca del 666.

Hoy día de san Fermín de 2014 lanzo de nuevo este libro a los tórculos. Entre las garras de la bestia es el compendio de la labor de muchos años. Es miscelánea de crónicas, artículos y reflexiones en las que estampo mis temores sobre el porvenir de España como nación. Ciertamente estamos bajo las garras de unas fuerzas ocultas que nos manipulan, nos engañan, nos irritan, nos confunden y nos humillan al albur de un sistema político con nombre tan gaseoso como democracia y que en realidad es un régimen de tiranía a escala global inexorable e impenetrable. Un escriturista por todos los signos que se aprecian alrededor nuestro a este sistema que descabala todos los principios, leyes, seguridades y estamentos con el que el mundo ha venido funcionando los llamaría el reinado del anticristo. Hasta en las fechas de caducidad de algunos productos que compramos y en el código de barras de los artículos viene estampillado el 666. Al Apocalipsis sucederá la Segunda Venida y eso es un signo de esperanza. He aquí una de las razones por las que me he decidido a dar a la estampa estas reflexiones en defensa de la cultura española denunciando sobre todo las manipulaciones con que las logias masónicas, más fuertes que nunca, tratan coaccionar a la Iglesia  como consecuencia de la sustitución de la teología del holocausto por la de la Encarnación. ¿El Papa argentino está entre sus garras? ¿Es un falso profeta? ¿Es uno de ellos? Las fuerzas oscuras, los lacayos de Satanás mandan en el mundo. Se han propuesto borrar de la faz de la tierra todo aquello que suene a cristianismo, a catolicidad, a esperanza sustituyéndolo por el odio, el ateismo y la desesperación.  Entonces la pregunta es si el pueblo de Dios se ha convertido por el gatuperio demócrata en el pueblo del diablo. Como en el asunto Dreyfuss “yo acuso”. Estas crónicas al desgaire desde mi Helicón llevan una intención de denuncia caiga el que caiga. Y la lucha contra los heraldos de la mentira es mi objetivo. Quizás nos aguarden fechas trágicas pero no hemos de tirar la toalla. Habrá que perseverar y persistir en la demanda. La gracia divina fluye latente cual raudal salvífico debajo de las cloacas. Por lo menos, en esa providencia se afirma mi esperanza

 

 

 

I

 

              CORNELIO EL CENTURIÓN DEL GÓLGOTA

 

Cuento de Semana Santa

 

 

Cunctanter. Despacio. Easy, easy, dijo el Centurión Cornelio. Nunca le habíamos visto a aquel rudo soldado tan excitado. Estaba hecho un flan como todos y es que el servicio aquella tarde en el Gólgota se las traía. Algo extraño e inexplicable estaba ocurriendo en nuestra unidad que íbamos todos de cabeza como resortes movidos por la fuerza del sino. Representábamos un papel. Cumplimentábamos un designio. El poder de Roma se supeditaba a las coacciones de un sanedrín y de un tribunal ilegal que iba a dictar sentencia de muerte mediante testigos falsos. Yo fui conteste de cargo y lo que voy a relatar – que la cera de este palimpsesto no se derrita jamás y que sobre las tablillas de mi encerado remanezca por los siglos de los siglos- fueron hechos verídicos. Contaré lo que aquella tarde del Día de Venus en los idus de abril ocurrió en aquel cotarro a las afueras de la Ciudad de la Paz.

Uy. ¡Qué ironía! Bélica debiera llamarse porque fue erigida como tributo a Marte y todas las tribus y todas las etnias pugnaron por ella opugnando sus muros y enfrentando sus clades unas contra otras con gran efusión de sangre. ¿Se puede cometer homicidio en nombre de la deidad? Éramos conscientes de estar siendo espectadores de un momento deshonroso para la humanidad y a la veces sublime. Maldita sea mi sombra. Hubiera preferido pelear con los partos o estar aquella tarde en el Hades. O con  los tracios o los griegos de Macedonia que entregaban como botín de guerra al vencedor vírgenes arrastrapeplos de increíble belleza y de bien ceñidas cinturas. El amor es el premio y el descanso del  guerrero, su más codiciado exuvium. Es por lo que se pelea y por lo que se emigra. Sin embargo, en Jerusalén no había tales bicocas. Las judías se depilaban las cejas y cubrían su rostro con un griñón, insultaban a los romanos y algunas utilizaban sus encantos femeninos con instintos homicidas. Muchos de los nuestros perecieron cuando se encerraron solos con alguna hebrea, como Judith en la tienda  de Olofernes. Y en el primer sueño les degollaban al grito de muerte a los romanos. Amargo es el pan de esta tierra y el ambiente es hostil. Añoro los huertos y riberas de mi Hispania natal. Envidiaba a  Cuneas nuestro portaestandarte que tenía rebajado el servicio por no sé qué historia de haber descabezado a un rabí que le estaba tirando los tejos a su hetaira Pompea. Lo metieron en los calabozos del destacamento y a lo mejor acaban de remate por crucificarlo. No se hará tal cosa con un cives romanus que defiende el lábaro imperial de nuestro Cesar pero los tiempos están cambiando tanto en esta Palestina de nuestros pecados donde manda la política en la cual los judíos siendo tan arteros porfiados y ladinos son casi invencibles. No hay quien pueda con ellos. Nunca se avienen a razones. Son implacables y duros de cerviz. No temen a nadie ni a nada y el filo de nuestra espada contra ellos resulta cosa inane. Así que ya digo. Quizás estas razones de las que pongo al lector en preliminares sirven a lo mejor de antecedentes para esclarecer un poco nuestra situación después de una noche como la que pasamos desde la prima vigilia hasta cantar los gallos en el pretorio para destetar hijos de puta idas y venidas los prohombres de la decapolis y los funcionarios del gobierno provisional y las autoridades religiosas que para colmo dicen llamarse pontífices y sacerdotes de los sumos sacerdotes ¡qué lío vaya una marabunta! Esta fue una noche en la que escuchamos exclamar al Inocente mientras sudaba sangre en el huerto tristis est anima mea usque ad mortem y de mucho jaleo. La plebe estaba enfurecida y como sin control. Querían condenarle a muerte. ¿Qué mal ha hecho? Un romano no entiende los recovecos mentales que exhiben a toda hora estos legalistas jurisprudentes avezados al escrutinio de la letra muerta y se jactan de mantener un conocimiento impermeables de la ley por la ley. Una iota de la escritura no se podrá cambiar sin que perezca el mundo. ¡Pues apañados vamos! Nos exasperan nos confunden a los romanos. Son el poder invisible. Vas a pegar un tajo a la cabeza de uno que crees enemigo del Cesar y ya no está. Se ha difuminado. Se esconden bajo las piedras, se ríen. Risa y llanto de Israel. Carcajadas que resuenan en la tumba vacía. Lóbregas miradas detrás de los ajimeces de la calle desierta. En esta provincia he temido las emboscadas como en ningún otro lugar de la tierra. Son expertos en la guerra de guerrillas y en los actos terroristas. La tropa anda y no es extraño con la moral  vencida. Pues vamos camino del monte de las calaveras un lugar horrible un osario u hoyo Castrillo como el que existe en la oppidum de la cual provengo allá en la Tarraconense de la Hispania. Me dicen el Iacetanus a cuenta de la ciudad donde vi la luz: Iacta o Jaca. Pues bien allá hay un lugar a la salida de la Porta Cavea donde dejan a merced de los buitres y las águilas los cadáveres de los animales muertos y de aquellos ladrones, violadores asesinos, mala gente condenada por los magistrados a perecer sin sepultura, pues este Gólgota es eso y acaso peor que el Podium Castellun de la localidad de Jaca. Da un poco de miedo pasar por este lugar por cuya cima planean las carroñeras y los cuervos hacen ronda, huele mal y hay mucha basura en las laderas. Es el peor lugar para estirar la pata. Un sitio impuro para un romano donde se teme a unos dioses familiares de los que se ríen siempre los hebreos y a cuenta de ese odio que sienten hacia lo que ellos consideran idólatras se ríen de nosotros y no desperdician ocasión para mentalmente arrinconarnos mediante engaños y por virtud de sus artes secretas. Hasta no nos consideran personas ni hombres sino animales.  Somos paganos depravados. Sombras. Un orgullo de casta sienten que les vuelve del mayor de los fanatismos pues la verdad sea dicha no conozco gente más fanática ni testaruda tampoco más envidiosa.  Pues envidian a los griegos a los que imitan en sus costumbres y en su alta calidad intelectiva pero a los que luego tildan de borrachos y de maricones dada la inclinación de sus filósofos al amor de los efebos. Los partos y los medos y los mismos germanos no tienen el corazón tan duro como muestran estos señores de horca y cuchillo, que se autoproclaman elegidos de Yahvé con la ley en la mano, a los que el Inocente llamaba sepulcros blanqueados y razas de víbora. No se calló un pelín y por eso lo elevaron al palo. Una venganza sistemática calculada fría sin precipitación puro cálculo y con toda la alevosía de la cual es capaz el ser humano. Cunctancter… Cunctanter decía nuestro capitán por decir algo. Es un británico de casi dos metros  de estatura pero yo le he visto hoy medroso. Tiene el pelo rojizo y por debajo del penacho del morrión de su galea de plumas de gallo y de cerdas de alazán rojizo horribili visu que infunde pavor al enemigo cuando avistan nuestras turmas empenachadas le asoma un cogote lleno de pecas y el miedo a las fuerzas oscuras ese espanto irracional hacia las cosas invisibles e inexplicables ya que tiene de frente a un enemigo muy superior a los peanes y los coribantes que conoce las normas secretas del mundo más allá de los astros. El miedo es una palabra que no se escribe en idioma de un legionario romano. Hoy no era aquel hombre que vimos en la entrada de Lutetia hace una par de años o en Numancia. Todo el vexilum rindiendo culto a su prócer estatura. Las escamas de su loriga de oro relucían bajo el sol de Hispania rodeado por una cohorte de pretorianos nubios y de esclavos que arrastraban el peplo y de las mujercillas que traía su cohorte  detrás de los lictores con el hacha y las fasces y el orgullo de ser romano como exuvium o botín de guerra acogidas a la sombra de su lacerna y anhelando la protección de su gladium a los sones triunfales de la tuba y del cornu buccinum. Hasta en las cáligas trae nuestro Centurión polvo glorioso de todas las conquistas. No me lo puedo creer. Parece obra de brujos o la quemazón de un coruscante rayo que cae súpito en la seca tormenta. Yo soy su decurión y tengo a mi cargo el control de los manípulos del ala izquierda. En mi cohorte hay hastati o lanceros y triarii o de la reserva. La vida es milicia, batallar constante. El honor de Roma lo llevo esculpido en el pecho desde que juré fidelidad al emperador me humillé ante las torques y esparcí la sangre del vítulo con la que bautizó el sacerdote de Júpiter mi cataphracta. Es el ardor de mi brazo. Es el fulgor de mi espada. Fidelidad a Cesar hasta la muerte y lealtad a mi centurión Britanicus. Así le llaman pues viene de Eboracum ciudad al otro lado de las Galias donde se encuentra el vallum o empalizada más al norte cerca de las tierras de los picti   que en verano ven sol a medianoche. Allí en una de las campañas de nuestros tribunos fue hecho prisionero con sólo catorce años por los nuestros cuando Cesar hizo la guerra domu militiaeque por mar y por tierra y nuestras classes (tropa) atravesando la Támesa en persecución de silures, trinobantes y dumnoni del trans fretum gallicum a cuya estirpe pertenecía dirigiéndose hacia el Ousium en las márgenes de Eboracum. De primeras bajo la jurisdicción del aquilífero que lo llevó a Roma como esclavo. En la Ciudad Eterna se hizo notable por su fuerza y peleó en el circo como hoplomachus gladiador  ante el cossesum o admiración de la plebe que quedó maravillada de sus enormes fuerzas y de la bella disposición de las partes de su cuerpo. Su fama de forzudo llegó a equipararse con la de Urdus y otros espaderos de fama que se midió las tarabillas con un toro de Etruria y lo dobló la testuz  en desigual esgrima de hombre contra minotauro estrangulándolo haciendo fuerza desde el morrillo a la cabeza. Portentosas vires las suyas. Como cosa jamás vista o de designio de los dioses el propio Augusto que presenciaba la lucha mando traerlo ante su imperial presencia. Quedas libre, Britanicus. Las más hermosas matronas le dispersaron su benevolencia y suspiraban por su intimidad. De la misma emperatriz fue fámulo. Pídeme lo que quieras y te lo concederé. Sumo señor dominador yo solo quiero servirte, dijo el esclavo. Entra pues en mi ejército. Manda a mis hombres y que te asciendan a centurión. Fue así como fue manumitido aquel joven de Eboraco y dejó la gleba. Para devenir en mílite que ganó territorio para el emperador. La crista de su galea flameó por todos los rincones de las provincias desde el río Ibero hasta el Rin. Se distinguió sobre todo en el asalto a plazas fuertes y en las escaramuzas de las ciudades de los germanos y de los helvéticos. Primero fue signífero y después aquilífero. Alférez de Roma no lo hubo mejor marchando siempre en las vanguardias sin temor a los dardos hostiles a la sed y a la nieve a los malos vientos y a los hielos  las noches de guarnición. Conoció todas las castrametaciones de la tarraconense y la Gallia. Estuvo en Panonia y en el Ponto como portador de las águilas del imperio y de los símbolos de la victoria de nuestra legión. La nuestra es la famosa Legio VII también conocida como la victrix porque en verdad nunca hemos conocido derrota. Bajó las enseñas insignes de las otras legiones famosas la Macedonia y la Coadiuvatrix  hizo  la guerra a los bárbaros en sus hombros toda la fuerza del Lacio y en sus pies toda la ligereza de Aquiles alado. Ganó fama de concursator duro en las marchas e inagotable calcando con sus pasos todas las piedras miliares de las vías del imperio. En nuestra hoja de servicios figuran las empresas contra los astures, vacceos, arévacos, autrigones y las salvajes tribus de los bárbaros más al norte. Primero en las Galias y en Britania. Más tarde en Helvetia y por fin peinamos las márgenes del Danubio desde Panonia a la Dacia. Ahora Palestina que ha sido para nosotros la campaña más difícil de  nuestra carrera militar. Muchos de los muertos han perdido aquí la vida. Gracias a la dureza del terreno y a las intrigas del enemigo que es un experto en la guerra psicológica nuestras filas están siendo diezmadas por la deserción. El terror anímico aterriza sobre nuestras empalizadas. Aparte de eso, Jerusalén me parece el destacamento más aburrido que conozco. Demasiados predicadores. Muchas preocupaciones por las cosas divinas pero aquí los hombres y las mujeres les importan  poco. Se utiliza a dios como arma de agresión. Se barajan excesivos pensamientos abstractos y los filósofos y teólogos me parecen iluminados y la gente intolerante, orgullosa, hipócrita y desalmada y a veces un poco irreverente con el ágora ateniense donde no se toman en serio a los dioses incluso tienen un templo dedicado a la deidad nombrada y se hacen grandes juergas y banquetes. Recordaba su visita al Olimpo en tierras de Tesalia donde un dios tirado por un carro en que una cuadrilla de tigres iba al freno se reía de las intemperancias de los mortales. Zeus era un dios con rostro bímano que tenía en su poseer las mismas virtudes y defectos agrandados del resto de los mortales. Aquí, no. Los rabinos se lavan quinientas veces al día pero ello no impide la suciedad interior. Me parece que por dentro utilizan poco el pomo de jabón. Hay una mugre que le preocupa a un romano, a ellos no, y es la mugre de las almas. En Jerusalén las tabernas (cauponae) están prohibidas a la luz del día lo mismo que los burdeles pero no he visto una ciudad con tantos lupanares ocultos bajo el brillo de la luna y los sórdidos rincones extramuros. Las hetairas dominan la vida de la ciudad y esa es una de las acusaciones que se han formulado contra el Inocente que andaba de acá para allá en compañía de recaudadores extranjeros de gentecilla de poco fuste y sobre todo de mujeres. Esto último no me extraña pues algunas de mis amigas me han confesado que no hay otro hombre más bello en toda Palestina como ese que dicen el Nazareno. Es bello como un griego. Alto rubio de barba bellida y cabellos bien poblados ojos de mirar perfecto un hijo enviado de los dioses tan elocuente en sus palabras como en sus silencios. En mi manipulo se ha hablado mucho de él y es discutido pero todos lo conocen desde los tribunos hasta el último recluta. ¿Por qué quieren matar al Basileus? Porque se creía hijo de Adonai; una blasfemia para los oídos de los celosos de la ley. Pero esa no es razón. ¡El dinero! Valiente razón entre judíos. No diré las dudas que me asaltan a lo largo de este relato. Los concursatores o tropa de infantería han seguido a ese hombre en sus predicaciones por Galilea y han tramado de ocultis el ingreso en su sinagoga. Al principio creíamos que era una sinrazón de la gentecilla. Un vélite como yo, adscrito a la caballería  imperial, no tenía por qué mezclarse en las disquisiciones de la chusma. Tengo autoridad y puedo decir a uno de los hombres de mi batallón ve y va pero el Basileo utiliza otras razones que no son de aquí. Pienso que pertenece a un grado de hombres superiores. No le entendíamos nosotros cuando dijo que no vino a traer la paz sino la guerra pero otra clase de guerra.

¿Hablar de guerras a un romano? Estamos cansados de batallar. Es nuestro oficio asaltar villas, talar campos y escalar muros. En mi tierra hispana aprendí a manejar las cajas de guerra (la brigola el musculus de la zapa y el onager) pues los iberos pasan por ser gente aguerrida. Nuestros arietes han taladrado mil puertas  y bajo nuestras lanzas cayeron por tierra muchos adarves porque en nuestra centuria nunca se oyó hablar de muros inexpugnables ni cerco que no pudiera ser destruido, a no ser por los equus troianus. Sus palabras sobre amar a los enemigos nos han dejado sin argumentos.

Metido en un carro de guerra participé en la toma de Iliturgis. Pasamos a la ciudad a cuchillo sin respetar a mujeres niños o ancianos y en Numancia vimos inmolarse a sus moradores. Diez legiones (cuarenta mil hombres) tardaron tres años en reducir a una población de tres mil moradores. He matado a cientos. La crueldad es nuestra compañera de viaje e incluso en las casas de Roma vi cómo las damas portan consigo un punzón afilado para picar en las carnes de sus esclavas cuando éstas no les eran obedientes. No me apiado pero no me acostumbro a ver morir a un hombre aunque sea mi enemigo.  Es la ley. Que perezca el hostis  para que Roma siempre viva. Una de nuestras diosas nacionales es la cruel Bellona la de los múltiples brazos que ampara a los valientes y ahoga a los cobardes con sus múltiples anillas. Sin embargo no he sentido tanto miedo a las deidades como en esta madrugada cuando llovía con fuerza sobre las losas del pretorio y caían truenos y relámpagos. Para colmo uno de nuestros flámines actuando como intercesor o capellán ante los dioses al destripar las entrañas de un cuervo las pasadas calendas vio augurios desagradables y un mulo de nuestros acemileros montó a una yegua sin aparear y la dejó preñada. Nació un híbrido monstruoso que nos hizo temblar de miedo. Van a pasar cosas. Ya están pasando. Los astros no engañan y el que padree un garañón nacido de burra y caballo se interpreta como el más ominoso de los presagios. Maldigo la hora en que nuestra VII marchó a la Siria a aplastar la revuelta contra Cesar. Pues hace poco en una escaramuza un dardo  me alcanzó el calcañar y me ha dejado el pie yerto. Querían licenciarme pero yo me he negado. Eso equivaldría a la miseria y a la mendicidad. Me estoy curando las heridas con unas yerbas en  una receta que me dio un soldado que había ido a consultar a la pitonisa de Cumas para un caso semejante. Cojeo sensiblemente. Eso me preocupa pero yo no puedo renunciar a mi stipendium ni a mi soldada con la que mantengo a mi mujer Prímula y a mis tres hijos Venancio, Claudia y Corvinus que habitan en Bibilis. Seguiré sirviendo al Cesar. Él es mi jefe, mi guía, mi dux y mi deus.  Si salgo de ésta con vida, pienso peregrinar a Delfos y me prosternaré ante la imagen de Afrodita en acción de gracias. Zeus sea loado. Por lo demás, creo que mi centurión me protege. Cree que soy uno de sus mejores soldados. Durante la convalecencia estuve al frente de una patrulla de funditores (honderos) baleáricos encargados de hostigar con sus tiracantos a las patrullas rebeldes que infectaban las montañas de Judea. Eran grupos de fundamentalistas religiosos a los que denominaban esenios y que formaba una secta que anunciaba la inmediata llegada del Mesías que habría de libertar a Israel. Eran hostiles a Roma y muchos de sus cabecillas perecerían en el palo de la ignominia.

Jacetanus llevaba algo así como año y medio en el regimiento que el centurión Cornelius comandaba y añoraba otra clase de pelea a campo abierto como las que sostuvo en las Galias o en las somnolientas guarniciones de Hispania o las estepas de las campañas en el reino de la noche y el hielo contra los escitas al otro lado del Ponto. Aquella campaña de Israel era sórdida y extenuante. Muchos de los hombres estaban desmoralizados. La guerra contra los judíos tenía un carácter brutal y psicológico. Atacaban por la espalda. Por otro lado presentía que como enemigo de Roma el pueblo judío era el peor que habían tenido en el Lacio y daba prácticamente la desigual lucha por perdida. Las legiones y al cabo de más de una generación quedaría demostrado tendrían las armas y la fuerza pero la voluntad de vencer pertenecía a Israel. En el momento al que se circunscriben estos acontecimientos la provincia de Palestina que comandaban Herodes el Tetrarca y el pretor Poncio Pilatos de Lusitania estaban pasando por un momento delicado a causa de la conmoción social política y religiosa por la inminente llegada del mesías. 

La paz augusta había desencadenado un movimiento de tregua (indutia) pero dicha tregua era también insegura y la cosa estaba muy revuelta con el reparto de competencias, las sospechas, los recelos y los anuncios de la venida de un verdadero rey de Israel que rescataría a las trece tribus del yugo romano. Muchos de aquellos encuentros acababan en las horcas caudinas cuando Augusto imponía su férula y ley.

Cornelio aquel mediodía estaba de un humor de perros. No entendía nada. No entiendo nada. Cunctancter, cunctancter. Iba de acá para allá como un sonámbulo. Se les había  pasado aviso desde el pretorio al destacamento para desempeñar una misión que detesta todo legionario romano que se precie: la administración del tormento. Se trataba de un castigo in ápice; primero, una flagelación, luego, escarnio y por ultimo la crucifixión en el Gólgota. El reo un tal Jesús al que fue a escuchar al desierto cuando estuvo franco de servicio no se parecía a ninguno de aquellos facinerosos tan abundantes en la Decapolis. No era un faccioso ni un conspirador esenio.

Pese a la herida en el calcañar, aun daba espuela a los caballos de Panonia con la solercia y habilidad de los desultores dacios. Picaba su alazán engualdrapado a la manera de los pretores y cabalgaba por la provincia patrullando la frontera con Persia e Irania. Hasta Petra llegaron las alas de la caballería que mandaba Jacetanus en sus cabalgadas. Allí adoraban las enormes espeluncas calcáreas y ofrecían incienso a los dioses. No se agotó la llama y se quemó la resina de un golpe por lo que los sacerdotes que oficiaban aquellos sacrificios lo tuvieron por una funesto omen

-Algo va a ocurrir. La muerte del Justo traerá la ruina de Roma,- dijo un agorero con las barbas en forma de boca de hacha.

Jacetanus aunque respetuoso con estas cuestiones de la religión no era muy dado a fantasmas ni a predicciones de desgracias pensando que en la vida todas ellas vienen por su cauce y que no somos nada. Sin menoscabo de un hecho cierto: se hallaba el imperio en un tiempo de crisis que acarrearía la resaca de un mar turbulento sobre las costas del Lacio, después del repliegue de los destacamentos en Arabia que ordenó el emperador Adriano. Llevaba año y medio en aquella avanzadilla a las afueras de Jerusalén, contemplando  durante las guardias sus atardeceres prodigiosos. El horizonte jerosolimitano que contemplaba desde su garita era árido un camino de piedra flaqueado de cipreses por el que bajaban los entierros hacia el Valle Hebrón. Se escuchaba llorar a las plañideras y los rabinos se daban de cabezadas contra los sillares del muro de los Lamentos.

Jerusalén por su nombre quiere decir dos cosas: hieros,  santidad, y shalán (paz). Pero de paz tiene poco y en cuanto a la santidad no creo que exista otro lugar más lúgubre y funerario...

Le parecía al legionario hispánico que el lugar era un sitio maldito y que el arca de la alianza no guardaba los santos preceptos como decían los rabinos sino un código misterioso sobre la preeminencia diabólica en las cosas del mundo. El rosa de los rayos declinantes de poniente besaba la punta de los cirros y las murallas se teñían de un color ocre que contrastaba con el brillante diamante de las cúpulas del templo de Salomón. Esto es una guerra sucia. La política se entremezcla con la religión. Le parecían los judíos gente arrogante e intratable. El pueblo hebreo quizás fuera el más orgulloso de la tierra también el más levantisco e indomeñable. Ahora estamos en tiempo de tregua (indutia) pero la provincia anda revuelta: disquisiciones sobre la llegada del Mesías, orden de prioridades, exenciones, prerrogativas, bulas gentilicias. Dicen que va a llegar el libertador de Israel que les liberara del yugo romano. Por eso comprendo la ira de Cornelio. No da abasto. No vislumbramos nada. Nadie nos explica que esta pasando. Nos llamaron del pretorio para hacer un servicio desagradable. Primero una flagelación con verbera  y sayones, escupitajos, blasfemias y todo y más tarde y camino del oscurecer una crucifixión en lo alto del monte. El reo un tal Jesús al que muchos conocían pues habían ido a escucharle al desierto. Yo recuerdo su mirada dulce, su sonrisa tierna y su aspecto prócer. Cuando me tocó una vez  sobre el hombro quedé libre de mi cojera. Pero más que de los males físicos le he de agradecer que me alejara de las enfermedades del alma en particular de la melancolía que vengo padeciendo. Siento añoranza de mi tierra oscense allá en las riberas del Ebro con sus campos de cerezos, piescales y rosales silvestres (cornata) que rodean en espléndidos y surtidos valles los muros de mi Jacta  natal. Entiendo porque la cólera del jefe. Me pareció ver asimismo la cólera del dios en estos instantes. Las palabrotas de grueso calibre y los juramentos le salían hasta por el penacho de su galea. Se ha infligido la ley romana. Se ha pisoteado el derecho. Ese orgullo que siente todo cives romanus ha quedado conculcado. Para los judíos no hay leyes. Ellos son la ley

-Los judíos se ríen den nosotros, Manlio.

Sus palabras sonaron rotundas y airadas derramándose con eco cruel sobre las baldosas del gazofilacio. Entrábamos entonces los de relevo a hacer guardia en el pretorio. El pretor había pedido refuerzos y los del sanedrín estaban en pie de guerra a causa  de no sé qué, de ciertos dichos o ciertos hechos del inculpado que dice llamarse enviado de Israel. Pedían su muerte a gritos por las calles de la ciudad. ¡Cuan ingrato tornadizo y frágil de memoria es el vulgo! Antes de anteayer se despojaban del manto para alfombrar el camino ad portas de Jesús que entraba en la ciudad a la grupa de un pollino.

-Reo es de muerte.

-¿Qué pecado hizo? ¿Qué crimen ha cometido?

-Se hizo a sí mismo hijo de Yahvé

También el cónsul de Roma estaba visiblemente contrariado. Su  toga y su capa pretexta no quedarían indemnes al cabo de aquel proceso, tampoco su cabeza...

-Pon un centinela en cada flanco, Manlio.

Hice como me pedía mi centurión. El lithostros era un mar de gente. Muchos forasteros barzoneaban por el enlosado con poco que hacer y sin saber cómo pasar el tiempo de un día festivo. Había noctámbulos y los habituales peregrinos que preferían merodear por las calles hasta ser de día por no haber encontrado alojamiento. Otros eran gentes sencillas a los que las nuevas del tumulto habían sacado de sus casas y estaban a la expectativa de lo que pudiera pasar.  La población flotante era numerosa por motivos de la pascua. Acababan de cerrar algunos de los poco chigres (cauponae) existentes dentro del recinto sagrado y allí se agrupaba una multitud variopinta de alquilonas cananeas a la caza de algún ultimo cliente, algún peregrino sin posada o de algún milite de permiso. Cruzaban las calles vagabundas con harta soledad y mucho frío en el cuerpo huyendo del relente de las noches del mes de Nissan en puertas de la primavera pero cuando todavía hace frío en Jerusalén e incluso hiela. No faltaban las fregatrices y las señoras de la limpieza y merdellonas solicitas que gustan de hacer corrillos intempestivos con los soldados y dicen frases y largan risas. A cambio de sus ocurrencias estas les lavan la ropa gratis a las legiones o les tienen la impedimenta y les llevan al cuartel sopa caliente. Fue la noche entera un azacaneo de noticias y despachos de truchimanes y de correveidiles. Los judíos se ríen y avergüenzan de los romanos que comemos con los dedos y no nos purificamos o lavamos las manos antes y después de cualquier refección. Me llamó la atención en medio de las befas la insolencia de una de las Maritornes que le hizo sacar los colores a un pobre hombre con aspecto de palurdo que se calentaba ad prunas en una hoguera que habían encendido en el patio y que debía de ser amigo del hombre que juzgaban:

-Tú debes de ser de su cuadrilla. Hablas con acento galileo.

Los galileos se expresan con un retintín especial. Es un deje algo paleta que exaspera o causa risa a los jerosolimitanos castizos que se consideran hijos de David porque menudos son ellos.

-No me vengas con tonterías. Yo soy de aquí aunque fui pescador en el mar Tirreno.

-No te creo- dijo la fregatriz

El hombre tenía el pelo rizoso y era corpulento. Su aspecto era el de un pescador a juzgar por las manos encallecidas. Parecía acobardado pese a su prestancia física ante las preguntas capciosas de la fémina.

-Pues las cosas como son. Tú andabas con ese. Me lo ha dicho una compañera que es de por ahí de donde tú y te conoce.

-No sé lo que me dices, mujer.

El intruso, presa entonces de un repentino temor,  llevándose la mano al puñal, oculto bajo su gramalla, abandonó  el porche. Oímos cantar el gallo por segunda vez y a la tercera, cuando entonaron sus gritos alectorios los mastos de todos los corrales de Jerusalén, el buen galileo al que dicen Cefas salió del recinto llorando. Era  ya la  vigilia tercera...

-Vaya una noche para destetar hijos de puta – le escuche decir a un veterano de la guerra de las Galias arropándose como podía las orejas echándose el capote de piel de tigre sobre la cabeza. Era el gálico Adrianes uno de mis hombres más fieles.  También estaba triste.  Longinos su compañero de terna junto con Maudilius tampoco hablaban. Estaba de plantón a la salida de la escalinata paseando la guardia y andando sin descanso y amenazando al mundo con su lanza. Como hacia frío, tenia subido el borde del capote o paludamentum hasta casi las orejas que le resguardaba del relente de la amanecida. Las plumas de su penacho que eran el orgullo del destacamento por el contrario ahora algo cresticaidas parecían, advirtiendo la pena y turbación de los equites. La madrugada no podía ser más melancólica y allí todos parecíamos desterrados. Y un destierro sagrado era el nuestro, cunctancter. Cunctancter. Así, easy, vayamos paso. Cruzó el cielo de aquella madrugada de viernes de abril una golondrina. También parecía acongojada. Los pájaros en señal de de duelo cesaron en su canto. Roma hace justicia pero nunca asesina.

 

Se cruzaban apuestas sobre quien habría de ir, se retorcían los argumentos con esa habilidad típica que tienen los talmudistas para hacer de la necesidad virtud para que las buenas intenciones se conviertan en malas obras y para que el agua se transforme en vino. Vi al centurión por un momentito. Llevaba en el peto incrustado los exvotos del dios con sus agradecimientos y los exuvium o trofeos conquistados al enemigo. Eran el testimonio de todas las campañas en las que había participado: una cabeza de Isis de oro macizo, el prendedor de una matrona dálmata y un flavelo en miniatura  que le había regalado una etiope. Es fuerza confesar que nuestro centurión poseía un cierto ascendiente con las mujeres. Colgaban también de una cadena que  al cuello dos figurillas de Castor y Pólux las deidades a las cuales la milicia ecuestre se encomendaba antes de arrostrar la lucha. Decía que tales fetiches le daban suerte, lo que no dudo pero estaba seguro que en aquel día en que amaneció Júpiter, el mas inicuo de las historias del mundo, íbamos a necesitarla pues estaba ocurriendo algo muy gordo. ¿Era el principio del fin del imperio? Ante la fuerza de los hados nos sentíamos inermes, de antemano derrotados. Las fibras del destino nos eran contrarias y debajo de la columna rostral del Arco Mayor romano unos desalmados se habían puesto a jugar a los dados. El sonido cual sistro siniestro del cubileteo de las fichas dentro del capacete de la fortuna donde se movían ciertos números con las papeletas del devenir hacia temblar los cimientos del Capitolio. La loba capitolina daba siniestros gritos de dolor. La leche con la que amamantaba a los dos mielgos veneno volviose. A las ninfas del cantón siempre les hemos atraído los soldados no sé por que. Entonces fue cuando se acerco a mi una tal Miriam que había visto hacer la carrera por toda la Decapolis y me espeto de antuvión:

-Seguro que no eres partidario ni de los unos ni de los otros. No eres ni griego ni galileo ni tirio ni troyano. Todo esto que esta pasando te la debe de traer floja y lo más probable que no entiendas nada de política. Vámonos a echar un polvo ¿Subimos un ratito?

La reina me ofrecía sus favores con ese desparpajo de las meretrices hebreas tan agresivas como procaces con que acaparan, funestísimas, a sus clientes.

-Mira, prenda, hoy Marte no puede ser cariñoso con Venus- le dije temiendo una celada. Muchos compañeros de la brigada habían sucumbido al ser seducidos por estas tusonas encerronas al servicio de la guerrilla tan abundantes en Palestina

Livius Jacetanus conocía a aquella mujer pública de verla por las calles de Ramala. Su nombre era Noemí y hacia honor a su titulo que quiere decir hermosa. Creo que había trabajado como bayadera en el cuerpo de baile de Herodías. Era amiga de María de Magdala y tenia su mejor clientela entre el clero y los pontífices (¡oh como detesto esta palabra tan altisonante de pontífice después de haber visto pedir con tanto denuedo a Caifás el santurrón fariseo la cabeza del Inocente, pontífice o artífice de puentes entre dios y la tierra!) pero Noemí había terminado ejerciendo su oficio por las esquinas y garlitos de mala muerte de la ciudad santa. Entonces se escucharon pasos y grita de gente que se acercaba. Oí la voz de Britanicus autoritaria. A mí la guardia. Desenvainamos la poderosa de las estocadas. Echamos fuera del recinto a las putas y a los mirones que huyeron presas del pavor ante el filo de nuestras espadas y el fulgor de las lanzas. Yo estaba enojado y me entraron ganas de hacer correr a gorrazos a alguna de aquellas rameras. Nunca me ha apetecido maltratar a mujer alguna pero, vistas las circunstancias, hubiese descargado mi ira contra lo primero que  pillara como en aquella ciudad de la Bética donde pasamos a cuchillo a los ancianos las mujeres y los niños a causa de la dura resistencia que encontramos entre los defensores. Un romano no asesina solo cumple órdenes pero existe un cierto placer morboso en ver correr la sangre y sentir enervamiento de los gritos los aullidos y blasfemias que acompañan a toda carnecería. Hay un punto en que el ser humano deja de ser racional para convertirse en bestia y para demostrarlo basta con haber sido testigo de la toma de cualquier ciudad extranjera por alguna de nuestras legiones una vez traspasados sus muros y terebradas  con el rezón  o el ariete  algunas de sus puertas. Ello forma parte de la belleza de la guerra. Es lo que llamaban los antiguos los dos valores. Formido proelorum (el miedo y el pánico) que se entrevera contra la formositas o virilidad del combate. A decir verdad y si nos hubiéramos dejado llevar de la furia hubiéramos dispersado a aquella  chusma que entró a prender en el huerto de los olivos al Inocente con palos y con fustas cuando solo un par de días antes alfombraban su paso por las calles de Jerusalén con sus mismos mantos. ¡Qué voluble y tornadiza es la masa! ¡Cuán manipulable! En esto, bajo el dintel de la puerta principal de la fachada de palacio aparece el buen Jesús. La puerta se inunda de una luz radiante, cósmica, y de un aura de belleza y de quietud. La belleza y la gran serenidad adornaban aquel rostro de varón. Miraba de frente y no parecía aturdido ni daba muestras de ira ni arrepentimiento. Los del sanedrín, por el contrario, mantenían la mirada baja. Jesús paseaba sus ojos con gesto de señorío por el recinto en medio del más profundo de los silencios como si buscara a alguien. Su mirada se cruzo con la de Cefas y entonces el Inocente sonrió. El apóstol huye embargado por la tristeza los ojos arrasados en lágrimas. Se había cumplido su promesa. Pedro había estado presenciando aquellas escenas de ludibrio y de juerga desde una esquina. Antes de que el gallo cante por tercera vez tú me habrás negado tres. Ciertamente, el cielo y las estrellas pasarían pero sus palabras no pasaran. La profecía que había formulado el Maestro horas antes, en la infausta noche del prendimiento, acababa de realizarse. Jesús era un hombre de gran porte. No parecía un judío sino un griego, de miembros vigorosos y atléticos, la barba rubia y partida en dos. Sus cabellos de estopa eran muy densos. Lo que más maravillaba en su rostro era el poderío de su mirada, la elegancia de aquellas manos que por doquier iban haciendo el bien, dedos hechos para sanar y para bendecir y unos pies elásticos muy cuidados que habían encauzado los pasos siempre por las rutas del bien. La frente tenía distinción, y su continente era asimismo majestuoso. Y toda la cabeza parecía haber salido del buril de Praxíteles. El cristo ungido no podría ser de otra manera sino la cifra y el compendio del canon de las perfecciones. Una vez que nuestra nave oneraria naufrago y hubimos de alcanzar a nado la ribera del Pireo recuerdo que aproveche aquel tiempo para darle gracias a los dioses por estar vivo. Fui al ágora a escuchar a los filósofos y ascendí al Partenón. Allí prendió en mí la idea del dios desconocido, un dios que habría de venir y que seria como aquellos que yo admiraba en las calles y en los templos de Atenas. Bien me dije. Ese hombre tiene la respuesta a mis expectativas. Un dios nuevo había nacido. Fidias y Mirón habían esculpido su rostro. Apolo habitaba entre nosotros y todo aquella filosofía, todas las elucubraciones de los mitólogos y de los poetas, revertían a aquel instante y a aquella hora y a aquel varón de dolores pero cifra y compendio de todas las perfecciones clavado en una cruz. Sus ojos se fijaron en los míos con tristeza. Parecían conocerme por dentro y al contacto con el brillo y aquel calor que transmitía su mirada quise convertirme en un hombre nuevo, exento de mis pasiones y enfermedades, libre de mi cojera. Creo que me reconoció pero no me miraba como uno de sus verdugos los que habrían de afligirle y desollarle a latigazos. Devolvía mis golpes con caricias de perdón y digotelo yo aquella mirada del Inocente era del todo acariciante y sanadora. Me contempló desde el dintel del pretorio y no he vuelto a sentir mi cojera. Fui herido en una pierna por un dardo en el asalto a un oppidum de Asia Menor. Los defensores arrojaban venablos piedras y calderas de aceite hirviendo contra nosotros. No me abrasé con el plomo derretido que caían sobre nuestras galeas (para la protección de la cabeza toda la testuz que atacaba y golpeaba el ariete contra las murallas nos cubríamos los cascos con una  mampara  de hierro testudo que hurtaba el cuerpo a la acción de los defensores; llamábamoslo la sombrilla contra el poder de los decapitados) pero me abrasé entonces con aquella mirada de amor y de perdón que me lanzo el Inocente desde la puerta. Creo que he dejado de ser el mismo. Recuerdo que mi cerebro estaba lleno de odio y de desesperación como a tantos soldados de mi cohors que se lanzarían por un barranco o se unieran a las cuadrillas de asesinos. Cierto que fui su esbirro a regañadientes por obediencia al Cesar y sometido a los presiones de los judíos que para mí fueron los responsables del asesinato del  hombre-dios pero devolviendo mal por bien el dulce Jesús me curó de mis heridas y puso punto final a mías congojas. “Señor, una palabra tuya bastara para sanarme” dije imitando a nuestro centurión al que también había recitado a su hijo. Me dieron ganas de blandir mi espada y salir en su defensa pero sentí ese miedo típico a los judíos que sobrecogerá a muchos a lo largo de la historia. Me dieron ganas de deshacer sus ataduras y poner en fuga de un tajo de mi gladium a los insolentes que en aquel instante formaban  corte infernal de maltratadotes y escarnecedores en rededor. No fui capaz o lo suficientemente valiente. Me faltaron las fuerzas. Me repudio a mí mismo por haber sido victima de los respetos humanos y del temor al que dirán. Teníamos reputación de valientes los legionarios de la séptima invicta. Soldados de elite nos conocían en algunas partes de las Galias, de Panonia, de Libia o del país de los escitas como los novios de la muerte y los sacamantecas pero aquella tarde nos comportamos como  gallinas y verdaderamente fue cosa chocante y de naturaleza milagrosa. Y es que según vine a entender luego tenían que cumplirse las escrituras y los que habían dicho los profetas Isaías y Jeremías. La hora estaba cumplida. Es preciso que muriera el Hijo del Hombre pero ay de aquel por el que fuese entregado. Más le hubiera valido no haber nacido. Me consuela saber que perdonó a los verdugos. Dios tuvo demasiada indulgencia con los que fuimos sayones del Redentor. Me hubiera gustado aquella tarde no tener manos ni cabeza para no presenciar los sufrimientos y dolores increíbles que infligimos en aquel cuerpo tan bello. Claro que ahora al recordar encuentro un eximente. Estábamos borrachos. El mando había enviado un aguardiente especial mezclado con unas hierbas analgésicas. Se lo dimos a beber al reo. Lo probo pero no lo degusto. Nosotros, eso sí, bebimos mas de la cuenta. En vez de defenderlo en el atrio frente a la chusma que le hostigaba nos quedamos inertes y con los brazos cruzados. Entonces se oyó el grito terrible de una dueña despiadada con una violencia inusual y salida de las entrañas de un útero infame: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestro hijos”. Solo una  hebrea puede ser capaz de tanta protervia. Y aquel fue el clamor mas infame que se escuchó. Es el grito de la culpa que no se borrara jamás y que pesara siempre sobre la conciencia de un pueblo deicida. Ante semejante barbaridad se me encogió el corazón. Estaba claro que no querían ninguna indulgencia. Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Tal injuria únicamente podía salir de la boca de un judío. Se hizo el más profundo de los silencios. Me fije en la túnica de Jesús. Era de color escarlata, e lana de oveja núbil.  Una gramalla como tantas otras en Galilea pero el  ajuar para un profeta. Desnudos venimos al más mundo y desnudos lo abandonamos.

Un verdadero contraste es la simplicidad de este atuendo si se la compara con los más de veintitantos ornamentos que adornan el cuerpo de los sacerdotes cuando ofician cerca del sancta sanctórum de Jerusalén o la gran cidaria de los pontífices máximos que cantan constantemente sus peanes en las ofrendas a Júpiter. Este hombre al morir en una cruz creo que ha venido a traer la guerra. Es un revolucionario. Ha venido a poner las cosas del revés. Sus palabras y sus actos constituyen una carga de profundidad a la línea de flotación del sistema. Su gran delito, robar el fuego a los dioses y entrar con un látigo en el templo de su padre que profanaban los cambistas y publicanos. Su desnudez es una afrenta para los que visten pieles de marta cibelina e inducen a las espaldas mantos de armiño y togas pretextas. El poder siempre lo considerará un enemigo. Lo ahorcarán doscientas veces pero al cabo exultará e inundará las plazas con sus turbas de desarrapados, de famélicos, enfermos y perdedores. Los curas y los políticos siempre andarán sobre sus escritos con mirada vigilante pero en última instancia y al no poderlo vencer intentarán usurparse mensaje y apropiarse de su enseñanzas. Así que los curas y los obispos harán un montaje con su evangelio. El culto a los muertos les dará de comer.

 

Mis ojos se posaron en la túnica del Salvador. Era de color carmesí retinta en sangre de los golpes y de los palos del simulacro de la coronación. ¿Eres rey de los judíos? Um pues ahora mismo te colocamos los símbolos y le pusieron la caña por cetro, un saco por manto de armiño, un pedrusco redondo que habían encontrado en los caminos por la imago mundi de la armilar que las testas coronadas – y aquella era una testa coronada de dolor y escarnio, un rey de aflictos que abrirá la comitiva de los de copas, espadas, oros y bastos, todos los palos de la baraja, que en este mundo han sido y después de mí el diluvio y todo lo demás- y encima de la cabeza aquella tonsura de pinchos ciñendo las sienes admirables. La túnica de una sola pieza había sido tejida por los dedos amorosos de una Penélope mística. La tejedora era aquella anciana de luto que estaba al pie de la cruz y a la que otras dos compañeras sostenían por los ijares para que no se desmayara. Madre dolorosa y aquella visión enorme y que tuve el privilegio de contemplar como testigo ocular quedaría fijado en la retina de la historia y sería fuente de inspiración de imagineros, pintores y poetas.

-Aguarda, mira bien lo que dices, legionario romano y guárdate del acrónimo: el cetro, la corona y el manto e armiño no era tributo de los reyes bíblicos sino de las monarquías medievales.

-De acuerdo estamos jugando al escondite –dije a la voz de la conciencia- con los símbolos. Las palabras de los cuatro evangelistas cuarenta paginas que revolucionaron el mundo muy densas y a veces confusas pero de una fuerza increíble y como si se tratase de un mensaje llevado en volandas por el huracán del espíritu son una narración deslavazada pero de una fuerza tal que todavía está haciendo girar al mundo. Su desconexión repetitiva es un enigma que sigue causando verdaderos dolores de cabeza a los hermeneutas y a los intérpretes de los sueños místicos.

-Somnia rerum, yo sueño en mis cosas

-Hechos y dichos pero ¿todas esas parábolas son ciertas?

-Tan ciertas que han volcado los toneles de la ley pero pertenecen más que al mundo judío al romano.

-Está claro que se la tenían guardada.

-Nescio quid dicis. No sé lo que dices.

-Yo me entiendo.

La voz me dijo que había una transposición de términos. En realidad cada unos de los hilos de la túnica inconsútil forma parte de la malla de un laberinto. Se me metió desde entonces por los ojos. Y todavía veo el brillo del primer ornamento sagrado. Era la estola más pura, el primer efod, la estola que abrió todas las preces inundando los templos de cantos y antífonas a través de la cristiandad, y el mejor cíngulo que jamás ciñeran sobre sus lomos los sacerdotes del templo de Salomón y los flamines romanos que ofrendaban sacrificios animales al Sol. Ello forma parte de los atributos de todas las religiones órficas. Aquella vestidura sin mangas era la prenda determinada por el señor para dejar proscritas las estolas, las cidarias, el efod y las mitras de los jerarcas, todos aquellos ropajes, todas aquellas cosas inciertas que quedarían abolidas para dejar paso a la nueva ley. La humilde túnica de un crucificado por rebelde a los estatutos religiosos y políticos de Israel se convertía en símbolo de un Nuevo Orden. Él se quedó desnudo en el madero pues hasta le despojaron del paño de pudores o calzoncillos y se los jugaron a la taba los mercenarios etíopes. Él se quedó con nosotros.

-El dios está en calzoncillos. Mirad su desnudez.

-Que no escandaliza.

La frase blasfema no dejó de parecerme un prurito de verdad porque desde aquel vértice en la que el sol parecía renuente a desplomarse por occidente la luz trajo los designios de la clarividencia. Los circunstantes y circuyentes por dadiva divina nos transformamos en presagos y videntes. En la suma de aquel cerro se daban cita los acontecimientos de la humanidad en mezcolanza de escenas del presente, el pasado y el avenir. Se veían acciones insólitas y se escuchaban parlamentos en lenguas extrañas anunciando en tono de profecía lo que habría de llegar. Lo que fue, es, y será. Se abrieron aquella tarde las fauces de la tierra y los sepulcros escupieron de su boca a los muertos que allí yacían. La desnudez del crucificado era para que a la humanidad en adelante no le faltara el vestido. El nuevo Adán quiso estar en cueros para presentarse de esa manera a Yahvé cuando bajó a visitarle en el jardín del Edén. A la sombra de la cruz nacía un nuevo orden y el paño de pudores que se rifaban aquellos crudérrimos mercenarios etíopes la vestimenta de un ajusticiado la prenda de nuestro rescate. En aquellas horas se nos hizo fácil dejar escapar la imaginación para explicar muchas cosas que carecen de sentido puesto que la verdad estábamos rodeados de símbolos y cada cosa que acontecía y cada hora que pasaba era todo un ciclo histórico y un montón de acontecimientos que serían el sostén de toda una parenética posterior. El mundo a partir de aquella hora de tercia estaría escuchando el sermón de las siete palabras todos los viernes santos

 

  Apreté la túnica sagrada contra mi pecho. Sentía un calor extraño en mi piel, cierta paz interior. La pena y la alegría a la vez bañaban mi rostro en lágrimas. Una fuerza enorme me sujetaba a la tierra y no era la superstición a la cual tan aficionados somos en Roma sino algo que estaba por encima de los dioses mismos. Los decuriones nunca lloráis pero mira mi cara. Estoy llorando. ¿Quién es tu capitán? Se presenta Manus  Britanicus decurión ¿En qué legión militas? La Victrix o séptima. ¿Ala? Tercera. ¿Mano? Siniestra. ¿Manipulo? El de los honderos mallorquines. Está bien. Puedes retirarte. Aquella prenda de abrigo despedía como una fuerza que en lugar de venganza pedía perdón, que sustituía la turbación por la quietud y exhalaba ese perfume de olíbano. Olía a cosa santa. Hasta incluso creo que me inhibía de mi vehemencia, una característica por la cual yo me había significado en el destacamento. Era yo de los de aquella milicia que no da un paso atrás. Ahora estaba sobrecogido ante mi propia mansedumbre y a mi capitán Britanicus le ocurría lo mismo puesto que iba de aquí para allá como alma en pena repitiendo un adverbio de modo: “Cunctancter… cuncti, cuntancter, todos juntos y despacito”.Bien sabrían nuestros enemigos que esto no era lo normal pero al contacto con semejante “praeda” o trofeo espiritual algo se movía dentro del corazón de nosotros mismos. Algo estaba pasando. Había comenzado la gran pecorea espiritual para la salvación del mundo. Semejante transformación no entraba dentro de los prolegómenos de la casuística y de la estadística con que nos marca el destino a los hombres. Venimos el mundo a ser uno más y a observar una serie de comportamientos y de reacciones estándar. No te saldrás del camino, beiby pero la gracia lo puede todo. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué estaba pasando? Este sentimiento de amistad y de tolerancia hacia nuestros semejantes y que no era lo normal formaba parte del legado un mandamiento nuevo os doy. Era su parte esencial. El testamento del cenáculo: el amor, el perdón a los enemigos, una píldora muy difícil de tragar para un decurión como yo que recibe el estipendio de la Legión Invicta y ha militado en la Coadjuvatrix y en algunas más de las cuarenta y cinco que defienden al imperio. Esta noche se ha producido un verdadero milagro. Fue aquel cambio, aquella metanoia. Llegaron refuerzos. Los conscriptos de la impedimenta que en las marchas caminan en la retaguardia arreando los onagros de Abisinia porteando en las artolas de arpillera Britanicus trajo vino del Ponto jícaras enteras, orzas, picheles y yo creo que me bebí una cratera. Beber para olvidar. Consumid el fruto de la uva de tal manera que desaparezcan vuestros propios pensamientos y que vuestro ojo desvaríe así que no pueda columbrar la ignominia de este día. Pronto había muchos bolongos. Sin embargo por lo que a mí respecta a pesar de lo muchos que bebía no me emborrachaba. El centurión aguantaba el que más pues se conoce que estaba acostumbrado al lúpulo de Eboraco. Nos mandaban de verdugos a perpetrar uno de los tormentos más ignominiosos en nuestras leyes penales. Sólo se azotaba a los violadores, a los asesinos reincidentes, a los enemigos del pueblo. A los delincuentes peligrosos. El castigo era tan duro que se tenía por costumbre administrar algún lenitivo o clase de droga tanto a los corchetes que administraban la feroz penitencia como a los reos. Jesús fue dado a probar una copa de vino griego. Lo degustó pero no lo tomó y soportó el trance con una entereza y una valor que yo no he visto en ningún otro hombre. Resistió la verga con cabos de taba pungente y dientes de pescado-el gato- y demostró no sólo hombría y valor físico sino una naturaleza humana de tan recio temple que sobrepujaba los términos habituales. Uno, dos, tres. Hasta cinco mil latigazos. He de confesar aquí que ninguno de mis hombres tocó al Inocente. Sentían como una especie de reverencia y un pavor que no teníamos por costumbre. Se delegó para tal vileza a una jarca de conscriptos judíos condenados a muerte y que se emplearon con harta saña. El premio a aquella infamia fue la absolución de su condena. Otro regalo del sanedrín al lábaro y las fasces romanas. Aquella chusma recién soltada de las mazmorras de la Torre Antonia se empleó con valor y a juzgar por su sevicia muchos de nuestra cohorte, los que no estábamos ebrios, nos dimos cuenta que en la Palestinense la vida era tenida en muy poco. Esa fue una de mis conclusiones. La otra, que los judíos son el pueblo más racista y cruel de la tierra, raza maldita verdaderamente, viperina, y de sepulcros blanqueados. A los pueblos que no han nacido bajo el consenso de la circuncisión los consideran subhombres, auténticas bestias. Este orgullo de casta les hace odiar a la condición humana a la que pretenden esclavizar mediante el soborno del oro o las mentiras de su historia. Sacaron para aquel mandado a todos los violadores, parricidas, salteadores de caminos, ladrones y forajidos de toda especie. Barrabás era el capataz del equipo. Golpeaban con tal contundencia que diríase fueran auténticos expertos manejando los verbera o trallas de esparto que remataban en bolas de plomo como si el oficio hubiera sido el suyo de toda la vida. Cinco mil vergajazos pero lo más humillante fueron las befas. Un buharro se puso detrás de él e hizo amagos obscenos de sodomizarlo pero uno de mis hombres desenvainando la espada le decapitó de un golpe certero. La cabeza rodó por las baldosas del Lithostros igual que una peonza a la que un niño acabara de soltar en trompo dejando en pos un reguero de sangre. El gentío que asistía al martirio reía a carcajadas. El Inocente el rostro ensangrentado y los hombros, que parecían una llaga, volvió la cabeza y como un relámpago se ciñó su túnica sagrada desatando las cuernas con que estaba amarrado a la columna del pretorio y adelantándose unos pasos recogió la cabeza ensangrentada del sodomita y la unió al tronco. Éste se levantó como si no hubiera pasado nada lleno de confusión pero arrepentido de aquellas obscenidades contra el Lirio de de Dios paradigma de la castidad misma. Se prosternó ante él y lo adoró saliendo después del lugar con su cabeza sobre los hombros. Como si no hubiera pasado nada. Iba diciendo: éste verdaderamente es hijo de Dios. Le llamaban Plauto según supe después el cognomen debido a su cojera y creo que era un mercader de Salónica hermafrodita perdido y famoso por sus inclinaciones paidófilas. Desde aquel entonces nunca le volvieron a ver en  compañía de efebos. Huyó al desierto. Fue bautizado y creo que murió mártir de los judíos que le llamaban El Impuro y para los cuales no era óbice su arrepentimiento y la vida penitente que arrastrara. Era la segunda vez que el ajusticiado utilizaba sus poderes sobrenaturales después de haber conseguido otra ortomorfosis en la oreja de Malco que fue tajada asimismo por uno de sus discípulos en un arranque de valentía. Estaba claro que  el Inocente que se enfrentaba a la violencia y crueldad de la que jamás se había tenido noticia bajo la capa del cielo no utilizaba la guerra para llevar adelante sus planes de salvación. Bienaventurados los mansos de corazón. Al verle obrar aquel portento comprendí que se estaba cumpliendo un designio anunciado mucho antes.

Entonces un escriba de los que habían acudido a pedir la muerte de Jesús a Pilato gritó:

-No le hagáis caso. Es un hijo de la condenación. En nombre de Belcebú hace milagros.

Aquel hecho no ablandó el corazón de pedernal de los que le condenaban. Seguían ternes en sus blasfemias cubriendo su cuerpo de gargajos y pronunciando blasfemias. Estaban cometiendo un pecado que nunca sería perdonando. Y quedaría adherido a sus genes como un estigma. Aquella tarde estaba naciendo el Amor Salvador pero por paradoja en el Calvario también asistíamos al parto de un Odio infinito a aquella cruz que sería el símbolo de la condenación y de la muerte en un holocausto de todo el pueblo de Israel. Veo la ciudad llena de piras funerarias y sobre sus murallas alzarse una nube densa de fuego que abrasará la tierra. Los deicidas en esa hora obtendrán su paga. La soldadesca se creció a raíz de aquel suceso y hubo varios conatos de tumulto que mis pretorianos, tras el incidente nefando, hubieron de sofocar con las armas en la mano. Seguían clamando a pesar de todo lo que dijo la vieja:

-Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

No tenían ningún temor de Dios y menos al Cesar. Eran tan altaneros, tan pagados de sí mismos y orgullosos de sus convicciones que pagarían cara su soberbia apenas dos generaciones más tarde de que ocurrieran tales hecho. Más que la muerte del Inocente a lo que más temían era a contaminarse pues era sábado y había que guardar las reglas, ceñirse siempre a la letra muerta, rara vez al espíritu de su Torá. Tampoco se conmovieron cuando fue sacado al pórtico coronado de espinas. Setenta y dos pinchos olorosísimos de cambronera. Aquí tenéis al rey. Ecce homo. Prorrumpieron en carcajadas histéricas. Mayores gritos:

-Crucifícale, crucifícale.

Pilatos que  estaba entristecido y como medroso ante el furor de aquella gente se sentó sobre la curul a deliberar. La gentualla pedía la cabeza del reo con mayor ahínco. El cónsul de Roma no comprendía. Yo tampoco entendía nada. Era la hora del asombro. La razón humana estaba siendo vencida, conculcada la lógica de modo que los argumentos poco valían mostrándose tonante y prepotente Júpiter Pistor con una energía que apabullaba. ¿O no era Zeus en realidad el que determinaba semejante secuela de atropellos contra la verdad y la justicia? Uno tenía la sensación de andar como flotando. No habíamos llamado a los dioses por su nombre aunque invocábamos su fuerza. Era otra historia. Era otra cosa. Estábamos jugando al escondite con los hechos ciertos mucho más allá de las coordenadas que determinan los humanos comportamientos y desde el primer instante tuve el conocimiento de que aquel ajusticiado entre los malhechores para ironía de esas special valúes que él al morir de esa manera tenía en tanto menoscabo y que tanto estima la vanidad humana (ganar buena fama, tener sido en consideración, ser rico e influyente) era el hijo de dios o hablaba con una autoridad suprema propia de aquel que puede ejercer su influjo sobre los astros. Que es capaz de decir a una estrella cae y el gran cuerpo celeste se convierte en estrella filante. O apostrofar a los peces para que canten y toda la ictiología de los reinos de la sombra del padre Océano inicia una melodía infinita que esparcen las ondas y que mueven las mareas de uno al otro confín. Fuerza suprema. Radiación lumínica y taumaturgia. Levántate, toma tu camilla y camina le dijo al tullido de la piscina probática y el paralítico de toda la vida inició una carrera por las trochas que circundan el valle de Hebrón. Yo soy la verdad y la vida. ¿Quién puede pronunciarse de esa manera sino el Mesías? Ha blasfemado. El supremo sacerdote escindió su pectoral de oro en dos. La túnica se la había echado el Inocente sobre los hombros y Pilatos apuntándole con el dedo dijo Ecce Homo. ¿Qué no os dais por satisfechos, cabrones? ¿No tenéis bastante ya? Les temblaba la voz. Titilaba el odio en sus barbillas. ¿Ese loco qué se habrá creído? La envidia, la presunción, los malos pasos, la soberbia orgullosa de los que escucharon el sonido de las trompetas de Jericó. Todo resultaba inconexo y un poco como sin lógica. Nuestro cónsul tenía miedo. Era su tercer año. Le quedaban tan sólo unos meses de mandato. No le gustaba Palestina, nunca entendió a los judíos. Se había limitado a llenar las alforjas para volver a Toscana rico. Le aguardaba un retiro en la quietud de su villa cerca de Ostia regando los geranios, vigilando sus silos y comerciando con los esclavos de Iliria. Además amaba a su mujer Claudia profundamente a pesar de que habían corrido rumores por el destacamento de que ésta llevaba una vida licenciosa pero en el fondo era una buena mujer que se aburría en aquella ciudad cargada de dioses y de prejuicios y le hacían  añorar a su ambiente de Roma. Los balnea. Las entradas para el anfiteatro. Le había dado al gobernador cinco hijos. Un fallo a tales alturas, pensaba Poncio Pilatos, podría ser ominoso de cara a su jubilación tranquila. No dudaba que aquel hombre que había traído para ser juzgado nada tenía que ver con las terribles acusaciones de las que era objeto. Que había sido conducido al pretorio bajo la imputación de falsos testigos y todas las pruebas eran una burda fabricación. El clima de odio era tan espeso que casi podía ser cortado con una navaja. Y era aquel encono, aquella saña, fruto de siglos, fecundaría los negros campos de la destrucción y de la guerra. Tengo que regresar a Roma cargado de honores y de lingotes. La nave oneraria que transporte mis posesiones será la admiración de mis admiradores. Mis enemigos perecerán de envidia. He sufrido mucho esta noche en sueños por causa de ese justo. La esposa solícita – la intuición de las mujeres resulta determinante para conocer la verdad – enviaba recados al procurador pero ¿Quid est veritas? La ética de circunstancias echaría un pulso a la deontología de un juez. Al fin y al cabo muchos jueces romanos estaban corruptos y los senadores ambiciosos que eran enviados de procónsules al Oriente sólo tenían ambición. Para volver con los carros y transportes cargados de riquezas y encender un cirio en el templo de Vesta enhiesto en una palmatoria de oro sembrando la admiración de los padres conscriptos. Velay al hombre. Ciertamente es una injusticia. Este hombre no ha hecho nada malo. Parece un orate pero escuchad cómo chillan en la platea. La chusma brama pidiendo su muerte. Al fin y al cabo nadie sabe dónde está la verdad. No puedo comprometerme ni poner mi carrera política en entredicho. ¿Quién eres tú? El ajusticiado se entregó al más impenetrable de los silencios pero era un mutismo manso sin queja bajo la arcada de las columnas dóricas su rostro dolorido bajo la imposta, los ojos traspasados de melancolía, de dolor el gesto. Nadie quería compromisos ni complicaciones en la vida. A mí que me dejen tranquilo. Yo voy a lo mío. Hágase mi voluntad y que se caiga toda la techumbre del firmamento. No te metas en camisas de once varas. Entonces un esbirro de la escolta con ganas de hacer méritos le arreó una bofetada y el alapa volvería a repetirse por el mismo sujeto en la casa de Anás un viejo de barbas hirsutas la nariz larga y el gesto hosco rapaz desconfiado e insolente. ¿Así respondes al pontífice? Tas, otra bofetada. El Salvador abrió los labios. Si en algo falté dime en qué. Si no ¿por qué me golpeas? Pero otro puñetazo fue la respuesta. Aduladores y cortesanos sinuosos como la serpiente. Vi a una mujer rapaz los ojos chiquitos y muy móviles como los de una víbora que hablaba palabras de abominación. Tenía flujo y su olor era bastante desagradable. Estaba sentada en la Biblioteca de Alejandría. Era la encargada de los scrinia o pequeños cofrecillos en los que se archivaban los papiros de la satánica venganza. Esta mujer por nombre Livia pero que procedía de una ciudad cercana a Iliberris era una bruja que decía tener poderes del maligno. Los que la conocieron la temían y se guardaban mucho de pronunciar su nombre que era el de Fonscrudelis. ¿Qué hacía aquella arpía en el lugar de la visión? No lo sabemos pero venía escoltada por otra hispana que le traía la cesta de las ofrendas y de las libaciones a las deidades infames. No en tiendo por qué se encontraba en la casa del Sumo Sacerdote pero su nariz era acabañada como el suyo y el pelo sucio y era algo pecosa. Los que la conocían y temían dijeron que llegó desde la Bética como cuadrillera que sigue a la tropa ofreciendo sus servicios pero bienquista con un procónsul de cuyo nombre hago gracia al lector conquistó favores en el pretorio del gobernador hasta alzarse a un lugar predominante de la administración colonial. Hacía y deshacía y su influjo se hacía sentir sobre la psique del propio Pilatos un hombre bueno pero débil y que vivía dominado por su mujer y por su barragana porque Fonscrudelis había sido su favorita en la legión. Era una matrona muy altiva como lo suelen ser las queridas y esposas de los militares en Roma crueles y orgullosos. Al andar por los pasillos del palacio residencial movía el cuerpo con mucho dengue y meneo y la cabeza la giraba a compás igual que una jirafa. Si Flavio había aconsejado que librara del patíbulo a Jesús la jienense le recomendó que fuera al palo. Reo es de muerte. Aquella mala mujer ejercía una suerte de magnetismo nefasto sobre el pretor Poncio. Y después de obser5var la gran nariz de Anás que se daba la mano con la Fonscrudelis la maloliente pero tan fétida como bella. Era algo pecosa y rojiza el rostro atractivo bien trabada de hombros y con un buen Partenón al dos pues era portadora de uno de esos traseros que tanto gustan en las Galias y que son un vehículo de promoción social. La nariz ya digo de Fonscrudelis era de vultúrida. Lo de fuente cruel no era más que un mote pues los anales refieren que nada más nacer fue ofrendada por su aya sobre el cadáver de la madre que la trajo al mundo en mala hora a las deidades de la fuente Castalia y Fuensanta la llamaron pero no pudo ser más irónico el cognomen a la vista de los hechos de su vida. Aquella no era una mujer. Poseía rasgos que recordaba n a la víbora. Se puso a silbar en medio del bullicio introduciéndose los dedos en la boca para hacer flauta y clamando el crucifijo. No hay comando más temible en nuestra lengua latina que aquel imperativa apostrofe con el que las enardecidas turbas pedían la pena capital contra el galileo. Vi a la infame Fonsi arrebujada en su velo mezclada entre la multitud odiosa. La reverberación de los azotes los insultos y escupitajos era una elocuente referencia a las secuelas de aquel magnicidio. Dos tres cuatro. Lentos sonaban los golpes de un tenor acompasados.  El sol del mes de Nissan se ocultaba detrás de las nubes como si tuviera vergüenza de presenciar tal espectáculo. Los verdugos sudorosos apagaban la sed en un aguardiente infame de guindas que parecía tornarles más locos y agresivos. Al reo le dieron a probar vinagre. He de confesar que ninguno de mis hombres tocó al inocente. Sacaron de los calabozos a todos los rufianes y asesinos lo peor de cada casa y a los legionarios que se encontraban cumpliendo cadena por algún crimen o toda la gente sentenciada a muerte. A ellos echaron al cristo como tiempo adelante echarían a sus discípulos a los leones. No podía ser mayor la infamia. Así pues, la ley del flagelo caía rotunda sobre la espalda y las nalgas de los ajusticiados. Estallaban en el aire los golpes del gato o látigo de cuerdas que remataban por contera en tabas afiladas de huesos de animal o clavos. Tanto reos como verdugos tenían que acudir a la bebida para paliar el tormento de la sed. Tomaban una pócima especial a base de vino judiego a la griega mezclado con aguija y aguardiente de moras. El trance no podía ser más atroz. Entre nosotros el tormento de la flagelación superaba en horrores al de la crucifixión pero el Inocente impelido por una fuerza divina o porque tenía que cumplir el mandó de apurar el cáliz hasta la última hez los apuró todos. Una variopinta chusma recién excarcelada de la Torre Antonia estaba dando rienda suelta a su sadismo. El populacho y es un clamor que no paramos de oír en toda la tarde decía:

-Duro con él.

Y había que beber. Era preciso apurar el cáliz. Tres mil latigazos. Estuvieron solmenándole desde la hora tercia pero la constitución física y la longanimidad –una fuerza secreta dimanaba de su persona- eran portentosas. Una naturaleza envidiable y una voluntad de hierro abroquelada en su misión de salvar al orbe.  Ante el espectáculo el mundo futuro comprenderá el comentario del centurión:

-Verdaderamente éste era el hijo de Dios.

Nos estábamos ciñendo al espíritu y la letra de un texto antiguo y había que cumplir el mandado sin apartarse ni una línea. Vermis sum et non homo. El espíritu de la profecía se estaba manifestando. Se me abrieron los ojos aquella tarde en el Lithostros. Empecé a ver y empecé a creer entre homicidas, sodomitas, rameras, sacerdotes encopetados con la cidaria a la persa y filósofos. Querría que el responsable de aquel asesinato fuera a Roma a ser juzgado y que el senado y el pueblo supieran acerca de lo que estaba sucediendo en Palestina. Un suceso que tendría relevancia para generaciones enteras y para toda la humanidad. Fui testigo de cargo y yo lo vi con mis propios ojos. Yo acuso al Sanedrín y a la chusma judaica. Era ya de mañana pasada la hora de tercia y el sol se alzaba besando sus resplandores los morrillos del empedrado camino del monte de las Calaveras. Habíamos bebido mucho vino de muchos grados pero ninguno de mis hombres daba muestras de borrachera. Era el propio ajusticiado cuya sangre vertida se volvía vino por nosotros infundiéndonos fuerzas. Ya arriba, lo clavaron entre dos ajusticiados, Dimas y Gestas condenados por asesinato. Uno de ellos era un terrorista. Uno improperaba. Otro bendecía. Al que le bendecía le prometió el paraíso. Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna.

Jesús gustaba llamar a las cosas por su nombre. Los que lo condenaron no. Muy a regañadientes, el pretor pasó sentencia. Vi su mirada turbada y sus dedos vacilantes. Sólo la devotio al emperador y aquellas amenazas pronunciadas por los judíos de que si no lo mandas al palo no serás amigo del Cesar le infundieron temor. Se había tatuado en un brazo la insignia de Tiberio. El centurión por su parte estaba como ausente. Iba de a un lado al otro del patíbulo donde habían colocado al reo junto a los dos ladrones dando ordenes contradictorias. A sabiendas de tener  ante sí una tarea difícil. ¿No le dará pena? ¿Por qué piden su muerte?  Y ante aquella brutalidad le vino al alma la  compassio que siempre caracterizara a los ingleses. Cuando el Nazareno pidió de beber él mismo le acercó una esponja mojada en vino y en hiel. No lo desdeñó. Lo probó pero no lo consumió. Fue un verdadero milagro que hubiéramos ingerido entre todos casi doce cántaros y que no estuviéramos ninguno ebrio. La beodez, la borrachera de amor vendría después y sería una garantía de perdón para los pecados del mundo. Los de abajo le seguían insultando. Le llamaban raca, hijo de puta y los gestos obscenos se repetían una y otra vez. Las carcajadas y la provocación:

-Si eres hijo de Dios baja de una vez. Desenclávate.

A golpes de culata manteníamos a raya pero teníamos órdenes estrictas de no volver a desenvainar el hierro ni cortarle a ninguno la cabeza como había ocurrido previamente en Cilicia aunque ganas tampoco faltaran. Nuestros jefes tenían miedo a los judíos y se ceñían a la horma del compromiso político y como los romanos somos muy aficionados a los juegos de azar pusimos sobre el tapete sus pobres prendas. Nos jugamos a los dados su túnica inconsútil la que le tejió su madre María, el ceñidor, y sus sandalias. Pocas pertenencias para un rey desde luego pero su reino no era de este mundo. La alforja estaba vacía y la bolsa se la había llevado Judas. Su calceamenta estaba muy gastada y manchada del polvo de todas las calzadas de Judea. En lo alto del monte del Gólgota se escuchaba el jadeo de los agonizantes, el llanto de las buenas mujeres y el cubileteo de las téseras de los tahúres. No podía ser más pobre el lote del defroque pero no podría ser más ardoroso el empeño de los que administraban la puesta. Había asistido yo a lo largo de mi vida militar a unos cuantos expolios mas en ninguno vi tanto empecinamiento y ganas de triunfo por los jugadores como aquella tarde con Jesús. Parecía que les iba la vida en aquel lance de fortuna. Todos le abominaban pero todos querían el despojo del manso Cordero como si de ellos dimanara una fuente de salud. Aquella tarde dejé de ir a ofrecer incienso a los dioses, de auscultar el vuelo de las aves y de mirar para los astros. Una luz nueva era nacida dentro de mí.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

II

 

                       NOCHEBUENA EN EL FRENTE DEL ESTE

 

A los veinte mil españoles que murieron en Rusia.

 

 

 

Posición 375 sección de Antiaéreos. Frente del Este 24 de diciembre  de 1942



Querida Aderita:

 Recibí tu carta ayer.  La trajeron los del hipomóvil de la Comandancia.  No había podido hacer el reparto en siete días pues hemos tenido una cellisca de las que hacen época.  Estos sí que son tormentas y no las del Bierzo.  Gracias por los aguinaldos con el turrón y la botella de coñac el detente/bala y la estampa del Niño Jesús que hemos colocado en sitio preferente de la chabola y está Jesusín hecho un sol y yo no sé cómo con esos taparrabos blanco puede aguantar los treinta y dos bajo cero. ¡Cómo es Dios y todo lo puede!  No le harán mella ni las balas y lo que decía nuestro general el otro día en una arenga que radiaron por radio Berlín: fuerte será el invierno ruso pero más recia es mi raza.

 Y tan recia, ¡pachasco! nuestro divino Niño lo puede todo. Aguantar la helada y la nieve que tapa los ojos, hacer callar  por ser Nochebuena los organillos de Stalin. Hasta parece que lo conocen, oye. De vez en cuando nos lanzan octavillas en castellano muy bien escritas por cierto y nos dicen mejor estabais, puñeteros, al brasero con vuestras abuelas o junto a la estufa de un baile y no aquí.

Habéis venido a defender a un tirano, el señor Hitler, pero un cabo primera de la Plana Mayor gaditano ex legionario, agarró el altavoz y les dijo en perfecto idioma de Pushkin que estábamos aquí en devolución de visita. Que en Cádiz son así de cánidos mentales y que se mueran los feos y tal y tal. Nos elevó un poco la moral pero la verdad que no está el horno para muchos bollos y la tenemos por los suelos... Ojala Jesusito haga un milagro. No estoy muy seguro de que nos lleguemos a ver en carne mortal. Tampoco importaría mucho. Un soldado no es nadie. Un número. Un nombre en una esquela, una inscripción sobre una tumba con un casco de acero y en el vértice dos palos cruzados. Si caemos en la tierra rusa quiero que sea por algo y no estoy escribiendo mi testamento pero esta noche es Navidad y se me amontan las congojas.

Si me atizan en un fregao estoy seguro de que tú pensarás en mí. Ah aquel chaval de Soria que se fue a estudiar a Madrid Filosofía y Letras, luchó con los rojos pues quería cambiar el mundo. Lo cogieron los nacionales y para redimir la culpa se apuntó a la División Azul. Un chalao. Un quijote. Un idealista  pero no del todo mal persona. Un cabeza loca. Que quieres te diga, Derita. A mí esta tierra no se si me gusta o  me disgusta pero me impresiona me embruja. Es tal y como la pensé cuando leía a los maestros rusos en el caserón de San Bernardo.  Luego está esta naturaleza inmensa inabarcable. Pues verás nos liamos a cantar villancicos como descosidos y después llorábamos todos como bobos.  Hasta al Teniente Müller- espero que esta noche no tengamos fuegos artificiales y que los ruskis no nos localicen con los focos de sus potentes trazadoras porque entonces empezaría la caza del conejo, que atacan en horda y son tan valiente y nos les importa morir, suena el pito de un oficial y todos se lanzan a la bayoneta calada, una columna es repelida y entonces salta otra y otra y la siguiente-         que manda la batería y es un militar prusiano de aspecto seco y que parece poco sentimental le rodaban las lágrimas.  El tapabocas también te lo agradezco y más sabiendo que ha sido tejido por ti con una toquilla que era de tu abuela.  La botella de Carlos III nos la chiscamos en amor y amistad fraterna.

 No me dio a tiempo a dejar un poco para luego pues cuando iba a la escuela y me daba mi madre un pan y una onza de chocolate lo mordisqueaba  mucho tiempo y decía esto para después. Aquí no tenemos el sentido del ahorro como comprenderás. Te pueden atizar un tiro al momento siguiente.

  El cabo Seidenbaum escotó unas salchichas y varias botellas de aguardiente del que por aquí llaman schnaps junto con una botella de vodka que tomó de un ruso que hicieron prisionero y alguien sacó una guitarra y una pandereta.  Y fuera penas.  Dirás que somos unos borrachos pero no.  Sin algo de calor en él estomago aquí te arrices pues como te digo aquí hace mucho más frío que en León. Dirás que por que té cuentos estas cosas.  Pues es que no te tengo nada que contar.  Aquí sólo hay nieve y nieve.

 Hasta los árboles se sumen debajo del talud blanco y se redondean las casas de los enanitos del bosque como en los cuentos de hadas. ¿Es Rusia el país de los cuentos de hada con leñador, trineos y mujiks y coros que cantan como los ángeles? El otro día una panienka de la retaguardia nos trajo dos panes de mijo y una icono del niño Jesús pero aquí el Jesusito no está desnudo sino bien fajado y con los faldones de cristianar como dice el Evangelio de san Mateo.

 El nuestro en taparrabos es más carnal y preciso. Pero ellos que guardan su religión un poco por lo antiguo son más imprecisos así que su cristianismo menos concretizado parece que llama más a la puerta del corazón. Perdona que haga estas reflexiones tan profundas y teológicas pero uno de loes efectos que he sentido del contacto con el Frente del Este ha sido por tener mucho tiempo libre, todo el del mundo, mientras estas de plantón, esperando a que llegue la muerte, en esas cosas sagradas de la religión. Claro que me acuerdo mucho de Dios. Sin embargo el teniente Weinmüller no es de la misma opinión. Piensa que no hay nada después de esto…

  Villancicos.  Cantamos La Marimorena y  Veinticinco de diciembre Bum, Bum. Por aquí también hay catalanes y lo entonaron en el idioma de su tierra. Somos una sección mixta de artilleros alemanes y españoles.  Mi unidad quedó tan diezmada en los últimos días que hubo que agrupar fuerzas.  Nos entendemos como ponemos pero yo he aprendido algo de alemán aunque casi me entiendo mejor el ruski que me parece menos difícil y en esa lengua me sé varias frases.  Una que nos aprendemos cuando en las largas marchas pie desde Grodno hasta esta zona que llaman la Rusia Blanca entrábamos en las isbas o casuchas de los campesinos medio despeados y muertos de sed y de hambre y nos salían a recibir niños descalzos abuelas sonrientes y pobres viejos cubiertos de harapos.  Y allí la cantinela de siempre.  Y  menia isti ñiet karovo ni malieko que quiere decir se nos han muerto las vacas no tenemos leche.  Pero los pobres nos daban a los soldados lo que tenían y encendían el samovar y nos calentaban té con un poco de pan. Nosotros le dábamos nuestras raciones. Les hacían mucha ilusión las cantimploras de estaño de la Intendencia española. Pero les daba lástima de nosotros.

-¿Por qué no tenéis ropa de abrigo? Cuando llegue el invierno al Volga os moriréis de frío.

- Razón llevaba la babuska. Estos campesinos saben mucho.

  Las abuelas bondadosas nos persignaban en la frente pues así son cristianas Aderita y eso no me lo suponía yo que nos había dicho que eran los rusos comunistas y rojos perdidos.  Pues no es cierto.  En las chozas aun en las más miserables había imágenes de Nuestro Señor y de la Virgen.  Tienen mucha devoción a la Madre de Dios que llaman Blogodortisa.  La, lamparilla encendida día y noche me recordaban un poco el altar de mi pueblo cuando íbamos al rosario y hacíamos genuflexión de rodillas ante el Santísimo.  Los rusos no se arrodillan, se inclinan y se hacen la cruz continuamente. Dicen que para espantar a los malos espíritus.

 Esta buena gente me impresionó y me pregunté que hemos venido a hacer aquí a esta tierra a sembrar la muerte y destrucción.  Muchas dudas me asaltan Aderita.  Aquí hay un comandante Schmidt que dice que la invasión de Rusia ha sido un error de Hitler.  Que todos creíamos que lo que había que cambiar era la desigualdad de pobres y ricos.  Schmidt dice que el diablo se metió en la cabeza loca del Führer.  Y que esto es una chifladura suya que bien caro pagaremos todos, sobre todo el pueblo alemán.

 A mí la verdad nada me hicieron los rusos pues aquí los comunistas que había en España no los vemos por ninguna parte, son gente humilde y llana y muy sufrida como los castellanos, claro que el comandante Schmidt sólo profiere esas dudas cuando ya llevan en el cuerpo cinco o seis copas.  Y como para su camisa porque puede ser arrestado.

 Yo soy el cabo pieza de un cañón que llamamos Ocho- Ocho.  Me harté a disparar contra los aviones rusos y alguno he conseguido abatir. Luego sentía remordimiento. Me daban pena de los pobres que iban en la carlinga. Eran soldados y jóvenes y con toda una vida por delante como yo. Pero buena gana cada vez vienen más, son un enjambre.  El otro día sacaron a diez o doce de la Wehrmacht que estaban metidos en unos pozos de tirador.  Eran alemanes casi unos niños.  Tenían los pies congelados, se escucha el día y la noche la música de los organillos de Stalin.  Les paramos de momento pero al poco rato traen refuerzos y atacan y atacan.  Como condenados. Al son de los pitos y pífanos de sus comisarios. Al fondo el cielo se tiñe de rojo. Y la tierra nevada de sangre y destrucción.

  Es el infierno de Stalingrado,  Ayer estuvieron pasando convoyes de batallones destrozados de retirada.  Eran infantes rumanos.  Mal se presentan las cosas, querida Aderita.  Y yo mañana que es Nochebuena cumplo 22 años. ¿A que he venid yo a Rusia, Dios?  Una voz interior me dice que para cambiar el mundo para hacerle mejor para defender a España del Comunismo pero la verdad es que no lo tengo muy claro. Todas esas son palabras huecas de un vanílocuo idealista como el que te escribe.

  Me alisté voluntario en la División Azul.  No sabía dónde me llevaban ni adonde me metía, al principio todo iba bien y avanzábamos casi sin pegar un tiro.  Yo cogí un mal constipado y me hospitalizaran en una ciudad que se llama Vilna.  Me lo pasé en grande pues conocí una muchacha y fue conmigo al baile un par de veces pero al siguiente día al ir a  buscarla, vi cómo la sacaban de su casa unos policías de paisano con abrigo de cuero y cara de muy pocos amigos.  Recuerdo su nombre Ester, era judía y a mí por “confraternizar con el enemigo” por poco me fusilan. Todo se quedó en  una orden de arresto de dos días en el calabozo y me enviaron otra vez al frente. Por lo visto la Ester organizaba partidas contra los alemanes. Las leyes de la guerra son terribles pero no creo que la enchiqueraran por su raza ni por su religión, sino por terrorista.

 Ya te lo he contado maja.  Aunque no te conozco me pareces una chavala estupenda y hasta pienso que si regreso con vida de esta ratonera me gustaría pedirte relaciones.  Estás muy guapa en la foto, tienes una cara de buena persona. Mándame más.  En fin tu estampa piadosa  me ha recordado otras navidades más felices y el niño  me mira con cara de  ternura y hasta parece que me habla a mí solo a mí y me dije Celerizo, yo te voy a ayudar.

 Y me quedo ensimismado contemplándole.  Mis camaradas dicen que es un Jesús muy bonito, los alemanes no tienen imágenes pero creo que son también cristianos, no creen en el papa.  Los domingos suele venir un páter que creo que es luterano se pone un gorro muy raro y una estola negra como la de don Saturnino el cura de mi pueblo y cantan himnos y ya está pero no dicen misa como los católicos, sólo cantar y los soldados los cantan con mucha devoción pues parecen sentir muy adentro su religión más que nosotros.  Para que te vaya a contar si no son calamidades aunque así me desahogo.

 Soy el único que queda de los españoles porque han ido cayendo todos.  El jueves le atizaron a un asturiano que se llamaba Teófilo Muñiz  Salió a hacer del cuerpo el hombre y por lo visto se puso en un sitio algo lejos de la tienda que no tenía desenfilada y le arrearon. A Rodrigo que era mi mejor amigo un obús lo dejó sin pierna y lo evacuaron a Riga.  Pero esta muerte de Muñiz  impresionó.  Murió en mis brazos.  Llamaba a grandes voces a su madre y a mi se parte el corazón.  Madre…madre…madre. Y el eco clamaba cual voz en el desierto por  la inmensa estepa, retronaba su voz moribunda.  Madre, madre ¿dónde estás? Dios le tenga en su seno. Pero ¿por qué no baja? ¿Por qué no hace algo ese Dios que dice que está con nosotros? Lo pone un letrero que llevan aquí todos los quintos en  la hebilla de su uniforme: Gott mit uns.

  Aderita, me dices en la tuya que no haces más que rezar por pues esas preces me vienen bien.  Tus velas a la Virgen del Camino han dado resultado aunque pienso que salgamos enteros de aquí va a ser un milagro y de los gordos.  Madre.  Madre y las voces que pegaba Teófilo eran las mismas que otro asturiano también amigo del alma que se llamaba Agustín al que atizaron a lo tonto y a lo bobo. Era también muy fraterno.  De Cudillero.  Me decía que  tan pronto acabase la guerra me convidaba a las fiestas de su pueblo que son por san Pedro y los marineros hacen una ceremonia muy ocurrente y chistosa que llaman la amura vela.

 Se llamaba Agustín Fito.  Si esta carta llegase a tus manos, yo quisiera que se las remitiese por favor a su familia que vive en ese pueblo dándole mis condolencias.  De mi vida aquí poco puedo contarte. Es muy monótona.  Los días se parecen unos a otras como dos gotas de agua.  El único aliciente es la llegada de la estafeta con la carta de casa momento feliz, que se mueran los feos, abajo las penas.  Lo demás comer y dormir. Uno se embrutece y no piensa en nada. Sólo en sobrevivir pero las balas cuando vienen de a hecho, como las cartas traen en el membrete tu nombre y dirección y hay que recibirlas. Pero la que te ha de matar, dicen los veteranos, no la sentirás venir.

  ¿Quién inventaría las guerras Aderita? Todas son guarras las guerras. Llenas de obscenidades. Parece que las prepara una gentuza. Son los mismos de siempre. Los discípulos de Satanás los que no pueden vivir sin verter sangre en el altar de Moloch.  La verdad es que cuando recibí felicitaciones de la Komandatur por haber abatido a cinco cazas enemigos no me sentí un héroe, me pusieron la cruz de hierro pero yo estuve de decirle al comandante que se metiera la condecoración por donde le cupiera y si no lo hice fue por tenemos s que me fusilen.  Fue de pura chiripa mi coronel, respondía. Si dijese lo contrario mentiría. También me pareció un despropósito que condecoraran por el merito al valor al camarada que las diñó mientras estaba en las letrinas. A título póstumo y muerto en combate rezaba el parte… No me hagas reír.

 No.  No me siento un héroe ni  odio a los rusos. ¿Por que tener que disparar contra gente que no conozco y nunca se han metido conmigo?  Velay mis contradicciones, Aderita bueno madrina, Felices Pascuas y ojalá el año que viene de 1943 sea prospero y mejor que este puñetero 42.

 Estoy seguro de que nos vamos a ver pronto tú y yo que guay  vamos a hacer buenas migas. ¿Te gustan los bambinos?  Claro que te gustarán a no ser que tengas vocación de monja.  Reza mucho por mí y  con el Santo Niño Jesús de Praga, aprieta, maja en tus oraciones, que a ti debe de hacerte caso pues eres muy buena, una santa.  Lo necesito.  Y sin otro particular y desando la pasas bien la Nochebuena se despide este tu amigo y admirador este Karovo que lo es.  Tu ahijado de guerra. Arriba España.¡ Viva Franco Heil Hitler!, Etcétera.

  Fermín Celerizo, sargento primero de Artillería

Frente del Este.

Hasta aquí la misiva. Llegó a mis manos porque lo primero que hizo el sargento Celerizo cuando fue repatriado de Rusia fue ponerse en contacto con la novia del muchacho asturiano que fue su compañero de armas. Aderita, la madrina de guerra, se había casado con otro y envió la carta a Fifi, creyendo que su ahijado había perecido en el Este. Desde 1942 no había vuelto a saber más de él. Pero lo cierto es que Celerizo, habiendo sido hecho prisionero, e internado de un campo de concentración, consiguió volver el año 1954 con los expedicionarios del capitán. Eran los últimos de Rusia. Los últimos de Filipinas también. Unos locos pero gentes como Celerizo tenían buena madera y que buen vasallo si hubiera buen señor. Esta epístola desde el Frente Oriental encierra las claves de una bonita historia de amor. Que desbarató una guerra. Malditas guerras. ¿Quién las inventaría, leche?

 

La carta del sargento Celerizo la encontré yo el otro día hurgando entre los baúles traperos que hay en el hórreo de nuestra casona. Era una carta amarilla de color desvaído por el tiempo que estaba junto a otras e iban dirigidas mi tía Fifi que antes de estallar la guerra hablaba según decía entonces con ese  pixueto[1] que cayó en la estepa. Sentí una emoción intensa y miedo a profanar el relicario de una triste novela. La tía Fifí se quedó soltera. La conocí que venía a nuestra casa y muy cumplida y ceremoniosa pues había sido educada para ser una señorita nos traía el bollo de Pascua. De moza debió de ser airosa pero cuando yo la conocí estaba vieja y algo encorvada. Pensé  en Doña Berta la protagonista de uno de los cuentos de Clarín que quedando para vestir santos le guardó ausencias al único amor de su vida. ¡Demasiado romántica! Quizás el amor no tenga nada que ver con el sexo. Pero Tía Fifí se volvió algo gruñona muy murmuradora y muy beata. Había celado bien el secreto de sus amores. Nunca la vi llevar otra ropa que no fuese de luto. Con respecto al sargento Celerizo investigando sobre estas cuestiones llegue a saber que regresó de las trincheras aunque con un brazo de menos. Le dieron  los del Ayuntamiento un puesto en Segovia y vendía caramelos, periódicos y chuches. Debajo del mandil de menestral siempre asomaba el forro de su camisa azul. Era una buena persona. Sin embargo en el frente contrajo el vicio de la bebida. Los chaveas del barrio de Santa Eulalia se reían de él y le ponían motes. Le tiraban piedras a su chiringuito y decían:

-Borracho… borracho, tío Braguetita.

-Si voy-respondía-condenados niños os meto un brazo por una manga.

Lo del sobrehúsa Braguetita le debía de venir porque ya de mayor estaba algo de la próstata y tenía que salir detrás del quiosco a hacer aguas menores. Fue un idealista. Un soñador y un perdedor. Contaba historias extraordinarias de Rusia y cantaba con hermosa voz de bajo. Una vez cuando yo era seminarista fuimos a entregarle un aguinaldo como se solía hacer con los pobres de la ciudad por Nochebuena. Nos miró a todos, muy emocionado;

-Que majos estáis curillas con esa sotana  esa beca y ese bonete. Si yo volviera a nacer me haría pope. Para entonar las letanías y  cantar en ruso el paternóster. Pope ruso. Nada de cura católico.

-¿Y eso por qué, tío Braguetita?

-Anda demonio. Cosas de la vida.

Era un bendito de dios. Murió de una borrachera. Pero no lo hizo por vicio sino para aliviar los terribles dolores que le ocasionó un cáncer de próstata. El vino al fin y al cabo es sangre de Cristo y él creía en la resurrección. Algunas tardes se le veía asistir a las Vísperas en la iglesia del Salvador o en la de Santa Eulalia  y prosternarse ante una imagen del Perpetuo Socorro que había traído del frente. Este icono luego desapareció o lo robaron. Era un cuadro muy valioso y también milagroso.

Si alguien le preguntaba que por que tenía tanta fe en aquella imagen que era tan abstracta y tan poco significativa y no como la dolorosa de Santa Eulalia que parece tan guapa y a la que le hacen todavía más guapa las lágrimas que ruedan por sus mejillas de escayola el sargento  de artillería respondía invariablemente:

-Precisamente por eso porque esta Virgen es más misteriosa.

-¿Y a que viene usted?

-A pedirle una buena muerte para que resucite con su Hijo al tercer día. Yo creo en la resurrección.

Entonces se calaba su gorra  y se volvía por donde había venido.

De ambas parroquias era feligrés. El sargento Celerizo después el tío Braguetita era un bendito de Dios. Y murió como un santo. El vino le ayudó a soportar el tormento de su agonía.

 

He de confesar aquí que la División Azul ha sido una de mis obsesiones literarias porque ellos me acercaron misteriosamente a Rusia. Aunque derrotados el espíritu que trajeron de aquella guerra mundial que todos los españoles perdimos sigue vivo en la resurrección de los viejos valores: patria. Dios, Familia, Europa. Justo aquella Europa que fundó Virgilio y que se nos está yendo al traste porque han ganado la batalla los americanos arropados por el impertérrito clan internacional zionista (los nuevos nazis al fin y al cabo enemigos de la libertad u de la iniciativa personal. No sé lo que habrá sido del pobre sargento Celerizo y de su novia Aderita pero su fantasma le oigo cantar las viejas canciones legionarias en la baranda del hórreo las noches en que muge el viento lebeche. Es un viento que viene de Siberia y me habla de la  División azul y el alma rusa.

División azul, cisni divitsia, die Blau. Marchas y canciones, juventud y mitos. Utilizada como arma de propaganda por el franquismo contra Rusia y ahora por los antifranquistas con idéntico objetivo: darle caña a Putin. Más de lo mismo. La verdad es que los rusos en el Este nos dieron hasta en el carné de identidad. Aquellos mozos idealistas o aventureros no estaban preparados ni para las crudezas del General Invierno porque carecían de ropa de abrigo y los capotes que les dieron en Alemania tenían buen corte, eran muy bonitos, pero nuestros artilleros, nuestros infantes, nuestros pontoneros y hasta los rancheros tiritaban en las bajas temperaturas. El invierno del año 41 fue el peor en varios siglos. Se encontraron, venida la primavera, con otro enemigo formidable: la rasputitsa, el barro de los caminos encharcados de la estepa a causa del deshielo. Las armas que les proporcionaron los alemanes eran buenas pero no las supieron manejar, muchos desertaron, y soldados del Wehrmacht, prevenidos en retaguardia, y arriesgando sus vidas para cubrir la retirada de la Blau, que en algún momento se transformó en desbandada, hicieron lo posible para que la “defensa elástica” o repliegue no acabase en desastre.  Los organillos de Stalin, unos pequeños cañones de retroceso que no hacían mucho estruendo, pero que, mortíferos, metieron el miedo en el cuerpo de los soldados del general Infantes, se convirtieron en una pesadilla; el verdugo de la Blau tuvo un nombre: el general Yukov, un militar zarista que plantaría sus tanques en Berlín y que luego sería purgado por los trotskistas. Stalin nunca le retiró el favor pero Beria, el gran comisario judío, le mandó a Siberia al gran héroe de la Guerra Patria

Di una conferencia hace muchos años en la sede de FN que ilustré con música polifónica ortodoxa. No me entendieron muy bien los antiguos guripas pero no me arrepiento; mis observaciones crearon escuela sobre el alma rusa y el resurgir de la Ortodoxia en el mundo, lo cual es un hecho que chincha a muchos. La sala estaba llena de fachas que no de falangistas y algunos se quejaron de que pronuncié el nombre de una ciudad donde se libró encarnizado combate a orillas del lago Ilmen a la rusa como “voljov” y no a la a la española que hace una mala versión de la ch germánica que no es exactamente la “ch” castellana; "volchó" Saqué la conclusión de que muchos de aquellos excombatientes no sabían donde habían estado, ni a qué fueron para allá; todo eran ideas confusas pero ciertamente la Blau fue un mito sacrosanto para el franquismo y yo me crié, como aquel que dice, en un cuerpo de guardia donde los suboficiales y oficiales para matar la espera referían sus hazañas bélicas: los asaltos a bayoneta calada, los pozos de tirador machacados por la catenaria de un carro.  No obstante, los militares que estuvieron en Rusia poseían cierto pedigrí, eran la elite de aquellos regimientos. Debió de ser horroroso la lucha, más que contra los soviéticos, contra los elementos atmosféricos de la estepa. Lo importante para mí no es meramente el valor de aquellos guripas (al soldado español el valor se le supone) sino el espíritu que entroncó con lo más puro y hermoso del alma rusa dando lugar a una gran generación literaria: los Laín, los Ridruejo, los Gómez de la Serna, los Luis Romero, los Álvaro de la Iglesia, los Donato León Tierno y sobre todo Tomás Salvador uno de los mejores novelistas de todos los tiempos que escribió una obra memorable "División 250", la cual hace una prognosis proféticas a la vista de las torres trucidadas de las cúpulas de Novgorod, el Vaticano ruso, de que un día volverían a relucir y resurgir porque no en vano Rusia es el país de la resurrección [1]. Lo otro eran batallitas. Recuerdo que mi padre traía a casa todos los meses el Guión una revista que editó el Ministerio del Ejército en que se ponderaba casi en cada número la hazaña de aquellos divisionarios que lucieron el casco alemán pereciendo muchos en tumbas olvidadas a la sombra de una cruz entrecruzada con dos palos de abedul. En la escala activa se respetó a los divisionarios al principio. Luego fueron orillados porque en el cuadro divisionario los masones brillaban por su ausencia y algunos se mostraron contra la política del Sistema de antiestalinismo puro y de proamericanismo neto que siguió Franco en los años 50.  Hubo un teniente que se chupó tres años en un castillo a causa de su rusofilia, le acusaban de comunista. Lo del resto eran batallitas. Lo que no nos dijeron fue que sufrieron muchas bajas, que no pocos se rindieron o se pasaron a los ruskis y que estos les dieron una paliza porque aquella guerra no era la suya. Se trataba de una guerra de exterminio organizada por los fabricantes alemanes de armas de origen hebreo y los banqueros suizos.  Hitler no sabía donde se metía. Pero todo hay que decirlo: este destacamento ahorró con su arrojo y valentía mucha sangre porque evitaron la intervención de España en la segunda guerra mundial Al sargento Barbado, amigo de mi padre, se le congelaron las manos izando su pieza del 15 y medio cuando descargaba proyectiles contra el palacio de Catalina la Grande. Le habían dicho que la famosa zarina era un poco puta... así que duro con ella... La propaganda alemana había prometido la cruz de hierro de primera clase al artillero que consiguiera derribar una de las cúpulas del palacio de invierno. Escribían en cada proyectil con tiza un saludo. "Buenos días, camarada Stalin, espero que esta peladilla la saborees" No sabían dónde estaban, ni por qué luchaban, ni donde se metían pero eran conscientes de que su sacrificio impediría la invasión de la Wehrmacht de toda la península ibérica. Franco estaba jugando al ratón y al gato con los ingleses y utilizó a Muñoz Grandes de quien se decía que Hitler quería convertirlo en su sustituto, en cola de ratón.  Supuestamente iban en devolución de visita A luchar contra el comunismo, pero allí no encontraron muchos de esos. En los avances atropaban cadáveres entre la nieve de la famosa “pijota” [2][2] que atacaba en oleadas con cruces al cuello e iconos con la imagen del Salvador en el bolsillo de la guerrera. ¿Dónde quedaban los ateos? No eran diablos los combatientes que tenían enfrente sino mozos que podían ser de tu escuadra y que trataban de repeler una invasión genocida con las armas en la mano. Hitler estaba loco. Era un venado que no contaba ni con la dureza de aquel pueblo que quería sujetar ni con las inclemencias del General Invierno, ni de lo disparatado de la operación “Barbarroja”. Cayó como Felipón siguiendo los pasos e incurriendo en los mismos errores de Napoleón. Algunos de la Blau se echaron novias soviéticas y acudían a los bailes en la plaza del pueblo con las panienkas pero las panienkas no eran rusas sino polacas y bielorrusas. Definitivamente, nuestros guripas no sabían dónde estaban.

Estas muchachas cuando avanzaron las tropas del general Yukov serían fusiladas o emplumadas por colaboracionistas.  Hay otra gran novela que profundiza en ese extremo. La escribió Rodrigo Royo convaleciendo de un pepinazo en un hospital de sangre de Vilnius. El protagonista de “Guerra” se enamoró de una judía a la que salva y otorga un pasaporte para regresar a España. ¿Holocausto decía usted? bueno pues según y conforme... Esas son palabras mayores. El holocausto que conocieron aquellos soldaditos hispanos tuvo más que ver que con Auschwitz con el de Leningrado: un millón de muertos en dos años la mayoría a causa del hambre en veintitantos meses de sitio. El holocausto de Stalingrado cerca de quinientos mil entre rusos y alemanes. El holocausto de la primera Guerra mundial[3][3] que padecieron ingleses y franceses. No se borre nunca se memoria. Los rusos sienten un respeto profundo y se cuadran cuando oyen mentar la “gran guerra patria” la mayor tragedia que han tenido en el siglo XX donde pusieron toda la carne en el asador, todo su heroísmo, para repeler la agresión nazista.  Detrás de Stalin estaban los americanos armándose con los mejores tanques pertrechándoles de buenos cazas de combate. Que los fementidos no nos vengan con sus batallitas. Ellos en parte fueron los culpables y por eso han inventado un mito en el que muchos caen en la trampa. La división azul no sé si por aquella conferencia o por la aureola que tuvo entre nosotros a tiempo pretérito constituye todo un género literario plagado de tópicos. Ahora se nos presenta JM de Prada con su libro gordo de petete. Hay censura, una censura programática. Pero no para estos lebreles del nuevo periodismo. Su libro sobre la Blau abunda en los tópicos de siempre. Nadie podrá brillar a la altura de Tomás Salvador o de Rodrigo Royo, dos nombres borrados del libro de la vida por nueva inquisición que nos acogota; sin embargo, se derriten en alabanzas a este chico de Zamora, muy beato, y muy del sistema capitalista que escribió “Crijas y Verijas”. Un coñazo de tío. Pero hubo gente, entre los que me cuento, para los que la División Azul sirvió para dar pábulo a una gran generación literaria arriba subrayada y entroncar con el alma rusa que es mesiánica y salvífica. Caen las torres de Jericó y se pisan crucifijos. No importa; precedido de una lluvia de estrellas mañana en la noche santa nacerá Cristo (Xristos razdaet) y en el carillón de los campanarios de Novgorod, bolearán las campanas por el nacimiento del redentor.  Entonemos un himno de gloria y esperanza. Para plantarle cara al futuro. Una luz nos viene del Este. La atisbó Tomás Salvador que murió en la miseria y muy perseguido.

 

LA DIVISIÓN AZUL Y  RUSIA CRISTIANA

 

[Apuntes de una antigua conferencia que pronuncié en la Sede de FN en Madrid en 1992]

 

 

EL LAGO ILMEN

(1)

 

Cuenta la leyenda que a orillas del lago Ilmen se paseaba Sadko tocando el gusli. Tan bien tocaba el joven que las cúpulas de las iglesias de la hermosa ciudad de Novgorod brillaban más que el sol. Al paso del joven músico por la ribera, las encrespadas olas del famoso lago donde acamparon nuestros divisionarios de la Blau y fue escenario de una cruenta batalla entre germanos y soviéticos revertiría la calma y regresaría la bonanza. Hasta el propio zar de las aguas saltaba a la superficie desde lo hondo de su reino linfático escoltado por una turba de ondinas y de nereidas. Cuando Sadko atacaba las cuerdas de su instrumento, el mundo parecía dominado por un poderoso sentimiento de caridad y reinaba la armonía entre los hombres. Se acaban las guerras y las disputas y volvía la pureza de las costumbres y el amor presidía sus relaciones. Nadie robaba ni cometía adulterio ni perjurio o calumnia. En una ocasión en que el zar de las aguas reinaba en su palacio de cristal al escuchar la voz de Sadko acercándose rozagante y magnífico le dijo: bien tocas padrecito y bien mereces una recompensa y como premio a tu arte te daré la mano de mi hija Voljova; la princesa Voljova era la más bella y casta entre las mujeres. Sadko sin embargo aunque agradecido por la deferencia rehusó la mano de la princesa y se hizo pope. Llegó a archimandrita y cantaba tan bien que cuando entonaba el canto de  Toda la letanía, toda la ciudad acudía embelesada a escucharlo. Al eco de su voz entre vaharadas de incienso se veía pasear a los Ángeles por el sabaoth de las cúpulas. Los enfermos curaban y aquellos en cuyo corazón anidaban los malos espíritus se verían pronto libres de las cadenas de los vicios y pecados. El conjuro mágico de la salmodia del humilde pope no ya el Sadko mozo sino un eclesiástico de barbas bizantinas que llevaba un rosario en el antebrazo operaba efectos taumatúrgicos. Este bello cuento es un poco el símbolo de la ortodoxia: que Cristo ha resucitado venciendo a la muerte y a todos los males del mundo. En la ortodoxia se unen el culto cristológico y la devoción marial. La invocación en la liturgia oriental a María, que suele hacerse en la misa inmediatamente a la consagración, es continua porque la Teotokos simboliza la victoria sobre el mal (zlo) con sus poderes angélicos. Ella es el nuevo Miguel que aplastará la cabeza del dragón[4]. Si existe alguna diferencia entre la religiosidad eslava y la latina seria este matiz que carga más el acento sobre la intuición que el intelecto. La teología de santo Tomás es maravillosamente discursiva una pirámide perfecta donde cada sillar apoya al siguiente al de delante y al de detrás. La bizantina se abstiene de silogismos y no intenta revelar el misterio de la redención a la luz de la razón. Simplemente cree en el misterio. Su única garantía es la resurrección del cristo total. La eucaristía se diferencia de la católica pues no hay consagración sino epiclesis o invocación al Espíritu Santo. El celebrante después de la fracción del pan coloca sobre las divinas especies un paño rojo que mueve ligeramente ayudado por el diácono y otros celebrantes mientras canta la fórmula he aquí el cuerpo y la sangre del Salvador, rito al que sigue una loa a la Virgen María por haber traído al mundo al Hijo de Dios. Tampoco hay sagrario porque el cuerpo y la sangre son consumidos de inmediato por los comulgantes. El sacramento de la confirmación es muy distinto y hasta los niños más pequeños son llevados a comulgar desde la más tierna infancia. Sin .eucaristía no hay redención. El conservadurismo, este apego a las ancestrales tradiciones hace que el cristianismo oriental se parezca al que hubo en Asia Menor y viene del arameo. Está prácticamente intacto en sus preces, abluciones, misales, antifonarios y en sus ancestrales cánticos. Desde san Cirilo y san Metodio. Es precisamente este apego a la tradición lo que llena de encanto su maravillosa liturgia la cual es grande y a la vez humilde y deprecante. En sus iglesias no se tolera otro instrumento musical que el de la voz humana. El canto coral. Los cantos y motetes en fabordón resuenan incesantes a lo largo de dilatados y prolongados oficios. La recitación hesicastica consigue que los creyentes guiados en su ascenso del camino místico por los staretz alcancen la perfección. Mantras, salmos, letanías. Es el oriente: cristiandades que según la leyenda fueron evangelizadas por san Andrés el cual predicó en Novgorod y antes en Kiev a orillas del Dnieper. Pero no hay Novgorod sin lago Ilmen. Aquí precisamente vinieron a luchar los soldados de la división frente al bolchevismo aquí donde Sadko tocaba su gusli a la vista de las cúpulas de las catedrales e iglesias de esta ciudad. Eran un puñado de españoles idealistas quijotescos que lo dieron todo a cambio de nada. Padecieron las privaciones y fatigas del hielo la nieve y el hambre y en verano los cancanos y los mosquitos insoportables de la rasputiza[5]. Los que pudieron regresar luego serian médicos, periodistas, filólogos catedráticos o empresarios. Ninguno fue capaz de olvidar a Rusia para bien o para mal.  Su sueño era Europa pero no la Europa de los mercaderes y burócratas sino aquella a la que cantó Virgilio asentada sobre los valores de Dios Patria Familia, era la Europa de las catedrales de los talleres y de la justicia social presidida por la cruz de la fraternidad de Xto. No la Europa de las plusvalías, los políticos trincones, los nuevos bandidos de cuello duro y materialista sino aquella Europa que rinde culto a los valores del espíritu. Se combatía por dos palabras: heimat y rodena[6].

 Novgorod colonizada por los suecos significa en dialecto varego la ciudad de la isla. Su catedral está dedicada a santa Sofía y varios monasterios. Precisamente durante un corto periodo de tiempo fue liberada y pudo establecerse el culto divino previamente suprimido el marxismo. Etimológicamente Ilmen significa mar de barro opero no fue barro lo que se encontraron los esquiadores del capitán Ordás sino hielo a 52 grados bajo cero aquella sangrienta trágica tercera semana de enero de la que se cumple ahora medio siglo. Tuvieron 196 bajas solo quedaron siete supervivientes en el batallón. “Las guerras-ya lo decía Tito Livio- son concertadas por los más viles y abyectos y combatidas por los más valientes y generosos”. En un tiempo en que son derribados pedestales y caen las estatuas como en un cuento de Oscar Wilde, tras el derrumbe del Muro de Berlín en la Europa del Este no sólo cambian los nombres de las calles sino que también se profanan tumbas de soldados convertidas en blanco del furor vindicativo de este finiseculo sometido a los desmanes de un nuevo Termidor revanchista totalmente anticristiano. Suprimido el comunismo y derrumbado el sistema soviético de una forma tan acelerada y sorprendente, por todos los rincones de Europa se alzan blandiendo las espadas ensangrentadas los nuevos sacerdotes de Moloq cabalgando sobre alazanes de fuego que rasgan los aires agitando las crines en las que en lugar de cabellos crecen serpientes. Sobre los cielos cobrizos de la estepa esos cielos que el gran escritor divisionario Tomás Salvador describió como falto de vitaminas sobrevuelan grandes bandas de cuervos. Esas siniestras aves han aventado la cadaverina guiados por una rapacidad que atisba el amplio expolio. Si bien es esto cierto también parece que la religiosidad del pueblo ruso registra un nuevo florecer. Están llenos los templos, aumentan las vocaciones sacerdotales y aspirantes al sacramento del bautismo. Y se siente el blesni[7] de la cristiandad. Xto. Regresa a su nación preferida con palabras de perdón y de reconciliación. Él, que es fuente de eterna misericordia, como entona con cadencia suplicante el diacono en su canto litúrgico de una riqueza melódica y de una expresión adorante extraordinaria (blagoslusenia). El subir del incienso y el refulgir del oro de las casullas y de esos iconostasios que parecen pintados por Fra. Angélico agrada a la vista y al oído. Todo eso debió de impresionar a Tomas Salvador así como otros muchos de los expedicionarios participantes en la campaña. Habría que hablar de una expresión que sólo existe en idioma ruso: la “sobornostb[8].Cierto que en la gran marcha a pie desde Polonia hasta la Rusia profunda muchos se sentirían despeados y derrotados por la inmensidad misteriosa de la estepa. Sin embargo darían por bien empleadas sus fatigas y los sufrimientos que trae aparejados la vida del soldado al comprobar que las poblaciones les aclamaban por libertadores. Se abrían las iglesias al culto al paso de los regimientos blindados de la Wehrmacht. Volvían a brillar las lámparas en las credencias de los altares de Minsk, Posad, Grigorovo. Se encendían candelas a la Virgen. Volvieronse a escuchar las estrofas del himno del Akathistos[9]. En diversos narradores de la Blau hemos podido compulsar este punto de contacto entre la religiosidad y el idealismo: ese entusiasmo con los valores del espíritu. De ahí que para muchos de los expedicionarios el contacto con la Rusia lejana supusiera una catarsis, un cierto embeleso al ser deslumbrados por los fulgores viejos del antiguo cristianismo. Estamos convencidos de que aquellas quintas que van desde el año 32 al 40 es decir los nacidos entre 1912 y 1920 fueron un prodigioso apéndice de penetración histórica. Algún día se les terminará haciendo justicia puesto que como dijo el romance tras de tiempos vendrán tiempos y máxime ahora cuando las cosas pasan deprisa y vienen tan aceleradas. Los españoles llevábamos sin salir a Europa desde los Tercios. El común denominador de aquella generación fue la espiritualidad y tengo que aludir aquí a Las cartas del sargento Basilio de José García Luna. Espiritualidad y sentido del humor todo junto. Otra constante en todos ellos es la ausencia de odio. En División 250 de Salvador y en las Cartas del Sargento Basilio se habla del hermano Iván y del hermano Mischa “que nos incomodan con su música de viento: los temibles organillos de Stalin”. Muchos se sienten deslumbrados por la literatura rusa. Habían leído a Chejov en su nostalgia angélica y por cuya obra pulula la aspiración a los ideales nobles choca con la rutina de la existencia y el tedio de los hombres vencidos. O contemplado el alma humana a través de Dostoievski o Tolstoi o admirado las perfectas descripciones de la naturaleza de Turguenev. La narrativa rusa parece un corolario o sobrehaz a las páginas del Evangelio. Así que las iglesias que ellos contemplaron seguían siendo las mismas que las retratadas por los maestros rusos: edificios sólidos, de traza cuadrada con un atrio o antojana que lindaba con el camposanto, de muros abocinados de madera o de ladrillo rara vez de piedra y con cúpulas bulbiformes. Hasta en las aldeas más míseras alza su cresta por encima de las techumbres de bálago de las isbas el chapitel del templo ortodoxo con sus cruces trilobuladas una exégesis trinitaria en medio del campo y el bosque. Son torres sin campanarios.[10]. En el interior no suele haber bancos o reclinatorios porque a las ceremonias litúrgicas se suele asistir de pie. Tampoco hay imágenes o estatuas de santos, una reminiscencia del tiempo de los iconoclastas. En las naves laterales  aparecen  iconos y lamparillas de la Theotokos, iluminado su rostro por velas, oscurecidos por la pátina del tiempo.

2

El altar donde se consagra y se alza el cuerpo y la sangre del Redentor por una mediana algo más que la altura de un hombre (iconostasio); la ortodoxia por herencia de los misterios órficos se guardó de la consagración coram pópulo a sabiendas de que en toda religión ha de subyacer una cierta magia. Cuando todo se desvela no hay misterio. Al iconostasio que solo se abre un par de veces durante la eucaristía se accede por una cancela o verja que abre y cierra el diacono y que se llama puerta real o “darov dvor”[11]. Las puertas quedan patentes durante la celebración sólo en las súplicas al Paráclito o epiclesis; en el trisagio o invitatorio o Agios como fórmula del concilio de Nicea contra los arrianos; en la comunión  impartida bajo las dos especies y por último en la bendición final que el celebrante imparte haciendo la señal de la cruz en aspa.

La anáfora es más larga que el canon latín y el padre nuestro se canta una vez y se reza tres. El coro canta con frecuencia el Slava Tibie o gloria a Ti, doxológico. Es un rito hermoso, cuajado de simbolismo y de reminiscencias ancestrales de gestos mayestáticos y de una solemnidad suprema. Las capas pluviales y dalmáticas recamadas de oros y cobaltos llevan en los vuelos grabada la palabra Niké (victoria) y la feligresía se persigna con frecuencia y realizan las genuflexiones o plokoni. Los ortodoxos rara vez se arrodillan. Doblan el torso a veces hasta tocar el suelo con los dedos de la mano. Se rigen por el calendario juliano que marca sus fiestas con respecto al gregoriano con dos semanas de retraso. Tampoco coinciden en la celebración de la pascua salvo una vez cada quinientos años. Es la fiesta más importante. Después la de la Trinidad. Radiezstvo o nacimientos. Blagovenia en conmemoración del Bautismo de Jesús, que suele coincidir en Occidente con la de San Antón. En las fiestas mariales son importantes de Blagosloveñie o Anunciada el 18 de diciembre y la Ushpenie o Dormición el 15 de agosto. El santoral deriva de los menologios griegos y en ellos se dan santos que no figuran en el martirologio romano como san Mistofan, san Spiridon, san Josafat pero sí san Jorge por ejemplo común a los dos ritos que  orientales y occidentales celebran el 23 de abril. Son importantes las celebraciones de los profetas mayores: San Daniel, san Ezequiel, San Ezequiel o san Jeremías. La fiesta de san Andrés el 12 de diciembre es una de las mayores y con motu propio. La de san Juan Crisóstomo la celebran el 30 de noviembre cuando nosotros veneramos a san Andrés por este retraso apuntado entre el calendario juliano y el gregoriano. A san Juan Crisóstomo el patriarca de Constantinopla expulsado al exilio de los montes de Armenia por fustigar en sus sermones las corruptelas de la corte se le profesa gran devoción. Un pueblo de gran sensibilidad como el ruso, tan inclinado al coloquio, y de sus grandes capacitaciones literarias se encuentra a sí mismo en la fuerte tradición oral surgida al pairo de los rapsodas pues es el país de los cuenta cuentos y de los rapsodas tienen que venerar a la fuerza al Crisóstomo[12]. Rusia es el cuento de los cuenta cuentos y de las “sdachi” y que ha legado a la cultura del mundo historias tan hermosas como la de Blancanieves o Zoliuska. Rusia al igual que Irlanda tiene una fuerte implantación oral por los estratos campesinos de su población. En la narración breve nadie consiguió ponerle un pie delante a Chejov o Andreiev. En ambos autores un par de pinceladas sirven para condensar el pálpito de lo bello, ese fulgor misterioso traspasado de serenidad y de clemente unción la cual se refleja en los iconos. Los rusos no tuvieron edad media. Se plantaron directamente en la modernidad desde el barroco. De ahí que la tradición cristiana sin pasar por la contrarreforma o la ilustración. Para su suerte desconocieron las luchas y escándalos a los que dio lugar el papado. Fue un verdadero don de dios tener iglesias autocefalas y con ello se libraron de las guerras de religión motivadas en parte por el escándalo y las corrupciones de la sede apostólica durante el siglo XVI. El haber estado en parte bajo la dominación otomana dio a los patriarcados cierta cohesión y fue un verdadero milagro que no desaparecerá el cristianismo. Eso se debe a los zares herederos del imperio bizantino. De este hecho arranca su supuesto mesianismo. Tan hondo caló en el pueblo ruso el sentido mesiánico que la palabra para designar a un campesino y a un creyente es la misma: “xristianki” como hombre o mujer de vida sencilla que guarda los mandamientos y a la gente común almas. En la gran narrativa rusa solo aletea el aliento resignado de la aceptación de la voluntad divina. Los legionarios de la Blau se sorprendían de la mansedumbre, servicialidad y falta de rencor que observaban en los soldados y oficiales que hacían prisioneros en sus escaramuzas con el ejército rojo. Pese a su desgracia parecían completamente avenidos a su destino. Ese talante melancólico inclinado hacia la belleza sin una mala queja o un lamento, sabiendo percibir la vida desde una óptica triste pero esperanzada en la resurrección  se muestra en su gran capacidad espiritual. Pero al propio tiempo esta resignación les vuelve indolentes y abúlicos a los rusos. Casi resulta inexplicable como un imperio ha podido derrumbarse en estos últimos días sin que haya pasado nada y sin que se haya disparado un solo tiro[13]. Las babiusas moscovitas armadas de infinita paciencia hacen cola a las puertas de los Gastronom con sus mostradores vacíos en espera de una ración de carne de leche o patatas. Esa actitud resignada, ese fatalismo anta la voluntad de  dios (volia boshe). Esta actitud resignada, este talante fatalista, lleno de sumisión, se cruza constantemente como un espectro por las páginas más brillantes de la literatura rusa aunque Dostoievski hable de una franja de locura pesimista que las llena de nihilismo en periodos de abatimiento. Es un país que se extenuó primero en la lucha contra el tártaro y después contra el turco. Es Europa y Asia a la vez. El ángel de la melancolía rusa (tascá) se torna en ironía sapiencial en Gogol (ponia) y se vuelve complicada clarividencia en Dostoievski. Es sencillamente ganas de vivir en Pushkin que se asoma a los rostros de los tahúres que juegan en las noches de Petersburgo a la caza de la dama de picas. Y en Chejov es esa sonrisa añorante que se convierte en suspiros y en taedium vitae. La vida no es más que un triste jardín de los cerezos desde donde se nos expulsa. Suenan los golpes secos del hacha en el jardín. Llegan los acreedores. Se cierra la finca. Nos amenazan los consignatarios, la vulgaridad, la indiferencia, el desamor. Todas las historias de grandeza concluyen en la crujía de un hospital en la galería o en la cárcel o en el convento para perderse irremisiblemente en ese pañuelo de tierra que nos aguarda. Solo el vaskresenia o la esperanza de la resurrección en Xto. Da sentido a la existencia. Puede mitigar tanto dolor. Aquí yace la clave del gran humanismo ruso: en las veras esencias del cristianismo. De su mano alcanzaría la novelística rusa las más altas cimas de excelsitud literaria o se hundió en los penetrales de los flujos de conciencia psicológicos. El alma rusa se ha enfrentado al bien y al mal con una sonrisa misteriosa “ylibiatsa”. Es la sonrisa de Basilio el patriarca de Constantinopla que no aceptó las exigencias del emperador Valente. O es la sonrisa que el viajero encuentra al llegar a Moscú y que puede ocultar siempre cartas bajo la manga. Es la misma sonrisa con que los mujiks acogían el látigo del barín. La troika siempre avanzará por la taiga a golpes knut. Ante la tiranía del amo sólo cabe el ensimismamiento. El mujik sometido parece decirle a sus propias barbas:

-Ahora tú ganas, me maltratas, tu comportamiento es infame, pero poco importa porque al final resucitará cristo y nos librará a ti y a mí del oprobio de nuestros pecados. El se apiadará de tus culpas y a mí me librará de la injusticia.

Pero semejante mansedumbre no es sinónimo de debilidad sino que es capacidad de aguante o “vinolit”. Es la resistencia rusa que plantó cara a Hitler y a Napoleón. Stalin cuando se vio perdido y con los alemanes a las puertas de Moscú hubo de acudir al patriarca Sergio y apelar al patriotismo eslavo que es profundamente religioso. Rusia –la shirokaya natura[14]- es casi imposible conquerir militarmente. Siempre se guarda una carta en la manga y exurge cuando parece vencida. Es el país de la resurrección. De la gran pascua rusa que Rimski Korsakov pasó a los pentagramas. Los que ahora mismo venden la piel del oso antes de cazarlo debieran ser cautelosos. “Russland ist krank-decía recientemente un comentarista de la Radio Deutsche Welle- aber nicht todkrank[15]. Creo que muchos veteranos de la Blau aquí presentes y que sobrevivieron al invierno ruso y a las pulgas y fiebres de la rasputitsa[16] creo que entenderán lo que quiero decir con tal afirmación. Rusia tiene una cara oculta como la luna. Entre sus escritores unos son pro occidentales (raskolnieki o zapadniets) y otros eslavófilos. Culpan a la religión los zapadniets del atraso de la incuria y de la incultura nacional  como Turguenev mientras otros los raskolniki dicen que Rusia ha de centrarse sobre sí misma. Tal es el caso de Dostoievski. Solzhenitsin ha venido a determinar que el Oeste está podrido. Se está refiriendo a los banqueros ingleses a los ambientes cosmopolitas alemanes que generaron la Weltanshaung y los padrinos del warmongering o maestros ajustadores de los conflictos. La ortodoxia por su parte va en contra de ese latido pesimista y trae un mensaje de alegría el de la resurrección...De un fracaso militar y estratégico como fue aquel (la agrupación tuvo muchos prisioneros, infinidad e incontables deserciones porque mucho se habían apuntado para pasarse a los rusos porque habían combatido bajo las banderas del comunismo en la guerra civil) se siguió un punto de partida, un algo que está en la mente de todos hoy. La gente de mi generación sujeta a los vaivenes del idealismo y educada en la búsqueda de la excelencia y de la utopía (pleno empleo, nivel de vida, amor libre, educación y sanidad gratuitas) a través de una enseñanza tan excelsa como precaria en los seminarios y colegios de frailes y monjas puede adolecer de confundir la verdad con la fantasía. Nos lavaron en cerebros con lucubraciones entreveradas de lo falsa y lo verdadero: en el amor y en la concepción de la mujer un tanto petrarquista y en la creencia de que el orden de las cosas es de una sola pieza con una línea demarcación tajante entre el bien y el mal, la noche y el día, la luz y la sombra.

3

Al correr de los años hemos ido descubriendo a base de descalabros y de desengaños que no hay tal hito de separación. Que los campos se confunden. Era el resultado de la propaganda franquista. Yo tenía una idea romántica de todo aquello. Hube de marear la perdiz. Las batallitas de los de la división eran charlas de cuarto de banderas en que se mezclaba el escozor de la derrota y de las penalidades con el orgullo de haber sido supervivientes del invierno ruso y al avance incontenible de la infantería soviética que peor pertrechada que la alemana cuando los organillos de Stalin o pequeños bazucas eran su herramienta principal había [17]mostrado ser la mejor del mundo. Los mozos de aquellos reemplazos que se alistaron en la campaña de Leningrado tenía una idea vaga e imprecisa de sus motivos y esa imprecisión seguiría después en los que crecimos al pairo de aquellas “gestas”. Pese a la derrota, los militares regresaron con la moral y artilleros infantes y caballería mecanizada aprenderían bastante sobre el arte de la guerra. Hasta el punto de que puede decirse que aquellos veteranos serían la elite del ejército de Franco. Rusia les había transformado. Les resucitó. ¿Por qué? No se me ocurre otra explicación que el contacto con ese aire mesiánico y renovador que tiene todo lo ruso. Uno se explica por qué ahora la ex Unión Soviética está en el punto de mira de los ataques de la propaganda occidental. A tal respecto a Rusia se la odia por ser cristiana y por ser depositaria de valores de la cultura europea... De manera que la versión de autores que a mí me entusiasmaban por entonces como Vadillo, Salvador o García Luna, no era falsa y tiene en la actualidad plena vigencia. Otro pregunta que me asaltó al estudiar las hojas militares de todos los que sirvieron en el Osten Front alemán fueron relegados y ninguneados e incentivó mi curiosidad halló una explicación en los tratados de amistad con los Estados Unidos que sólo sirvieron para mermar la capacidad ofensiva y defensiva de nuestro ejército. Los americanos nos entregaron partidas de desecho de la guerra de Corea. Jeeps que se atollaban en las maniobras y carros de combate que no disparaban. En suma chatarra. Por lo menos la Wehrmacht estaba mucho mejor preparada y gran parte del material que se utilizó en España en los años 50 y 60 era alemán y de muy buena calidad. Yo me había formado una idea muy romántica de todos aquellos supuestos pero a grandes rasgos mis percepciones no estaban muy alejadas de la verdad.

 

 

En la ortodoxia todo gira en torno a la resurrección. La gran novela de Tolstoi del mismo identifica un poco el alma a la vez melancólica y exaltada del pueblo eslavo. Xto. No sólo triunfa de la muerte sino que da vida a la naturaleza toda  con savia nueva. Entonces el amor llena la tierra. Es  un ideal que nunca se alcanza. La realidad de todos los días es el pecado y la muerte que se acerca y un leitmotiv que se repite todos los años y que la humanidad avance sin conseguir la meta. No importa. La noche del sábado santo todas las campanas bolean a gloria por toda la tierra. Es un mensaje salvífico que impla los confines de todas las cosas. En ruso en búlgaro en polaco el día del señor o domingo se llama Resurrección. Otro aspecto diferenciador es el valor que se da entre  ellos a la tradición y a la liturgia con su carga estética del platonismo. Bizancio por ejemplo ejerce un gran influjo en los latinos hasta la baja edad media inspirando por ejemplo todo el arte románico y la idea de belleza del Cristos Musicus, del Cristos Sculptor y del Cristos Pictor que se refleja por ejemplo en el hieratismo del Pórtico de la gloria. La fe ha de entrar por los ojos, es algo inefable. A ella se llega por el oído y por la vista pero sobre todo por el oído. Fidex ex auditu. El Cristo ortodoxo tiene que ver entonces muy poco con el Yahvé que truena en el Sinaí, un dios que hace la guerra y que maldice a los enemigos. A los popes no les está permitido tomar armas ni alistarse en el ejercito a diferencia de lo que ocurrió entre las órdenes militares de occidente.

En este año de 1993 se celebra el sexto centenario de San Sergio de Radonezh una especie de san Juan de Dios a la rusa que abrió un sin número de hospitales y casas de beneficencia por todo el país. Es uno de los bienaventurados más milagrosos de todo el calendario del Santo sínodo y también un devoto de la virgen puesto que gracias a él toda la vieja Rusia se llenó de viejos iconos. De la Teotokos Hizo una profecía que creo que se ha cumplido: que Rusia se salvaría mediante la protección de la Virgen. Rusia por tanto ha renunciado a los planes quinquenales y manda venir a los yurodivi o santones que van de un lado para otro con unas alforjas y unos evangelios por todo bagaje, recorriendo en bordonería mística la estepa. Su espiritualidad sigue los rumbos de los hindúes y el camino de perfección lo va marcando a los iniciados un “staretz”. He aquí que pues toda Rusia se ensimisma vuelve a su vieja espiritualidad  mientras envía a la chatarra las divisiones acorzadas y los bombardeos nucleares. Lo que no quiere decir que no sea un país muy fuerte. Militarmente hablando sigue siendo tan fuerte como los Estados Unidos e Israel y no es tan fácil destruirlo como quisieran muchos de sus enemigos. Así pues Rusia propone un rearme moral como programa de salvación para la humanidad mientras se acoge a la protección del manto de la Virgen. No soy teólogo de oficio por más que lo sea de afición ni me creo la persona más idónea para pronunciarse sobre cuestiones de tanta enjundia cómo el asunto de quien lleva la razón en esta vieja disputa por cuestiones canónicas más que de dogmáticas [el único matiz es el famoso Filioque que alejó a los latinos de los griegos en el Concilio de Nicea en la interpretación de la hipóstasis trinitaria] entre Roma y Bizancio que se vienen manteniendo desde el siglo XI. Doctores tiene la Iglesia… empero, y lo digo como un atisbo la unión de los cristianos o de los separados hermanos como se reza en el Octavario de la Unión de las Iglesias que ahora celebramos[18] podía llegar muy pronto. Contamos con la presencia de un papa eslavo[19]. Juan Pabilo II puede ser el buen pastor que apaciente la grey hacia un mismo aprisco. Karol Wojtyla es un papa que vino del frío y existe una máxima en la Iglesia que afirma: “Ex oriente lux”. Y ciertamente en medio de las convulsiones milenaristas del finiseculo cuando todos se trastoca y han renacido viejas polémicas sangrientas en los Balcanes y el Cáucaso y renace el fantasma de la sequía y de la presura gentium y de los corrimientos de pueblos que darán ocasión a migraciones masivas de la lluvia ácida y depleciones de ozono o el flagelo de la pandemia (el sida es el equivalente a la inguinalis plaga del s.XIV) y el de la superpoblación convergente con una carestía de recursos se alza redentora y clemente la luz de la cruz que refulgió en el Gólgota. Es la antena de la verdad pero la verdad se encuentra en crisis y más manipulada que nunca. Sentarse ante la pantalla del televisor significa en la actualidad para muchas gentes someterse a un maniluvio o baño que lava nuestro intelecto de cualquier ilusión. Contra toda ética periodística en la actualidad se manipulan las conciencias. Se trata de romper a la familia reducida a mero florero objeto o por el contrario de hidra feminista que es totalitario y antiliberal. Muchos hogares se han convertido en infiernos y esa es una de las causas de la llamada violencia domestica lo que antiguamente se denominaba crimen pasional. Todo ello forma parte de la confusión de un orden nuevo anticristiano y todo él una antilogía contra los principios evangelios. Nos han arrebatado la alegría y nos han sumido en la vanidad de la superstición y el materialismo que sólo cree en el becerro de Oro. “Sed mundus vult decipi” proclama Jerónimo. Tal vez siempre fue así aunque la propaganda nunca contó con tanta proliferación de medios. La capacidad persuasiva del diablo parece haber ido en aumento. Se combate la sabiduría, la bondad, el silencio entre tanta gritería y tanta proclama histérica. El ser humano se encuentra sumido en una postración moral. Quiere hacer de la persona humana portadora de valores eternos según afirmaba José Antonio un pelele un muñeco con alma de quita y pon igual que si fuera un bote de coca cola o un articulo desechable. La jerarquía católica parece que asiste como convidada de piedra a este evento, lo cual enfurecía a Joseph Ratzinger a la sazón secretario de la Propaganda FIDE que contra los modernistas esgrimía una frase del Kempis. “Con nuestra reivindicaciones formales mucho hablamos de la Iglesia pero nos estamos olvidando de Cristo”. Era un grito contra la secularización y el abrazo a lo inmanente echando al olvido lo trascendente. Los ortodoxos al conservar las viejas tradiciones litúrgicas nos están dando una lección. Los patriarcados son auto céfalos pero apolíticos, suelen estar con el pueblo. A ningún archimandrita por ejemplo se le ocurriría bendecir a los terroristas etarras como ha hecho un monseñor donostiarra. Había que dejar las cosas del siglo para concentrarse en las cosas eclesiales. En nuestras viejas catedrales levantadas por la fe de un pueblo como torres de expiación ante el Altísimo ya no surgen a través de sus columnas de altas estrías flamígeras nubes de inciensos ni se escucha el eco de los cantos. Solo se percibe el taconeo de los turistas que pasan lejanos frente a las imágenes y en las sillerías de los coros duermen los viejos cantorales de piel de becerro sobre el alma del facistol. Ya no hay prima ni tercia ni vísperas. Ni se canta ya el oficio divino. No se ven canónigos apoyando sus posaderas sobre las labradas misericordias de roble. La iglesia española parece que alberga complejos por el pasado y ha renunciado a sus esencias. Pero en fin no perdamos la experiencia. Cristo está en la historia. Alcemos con Él el grito de salutación Pascual

-Cristos vaskriese.

-Paistini vaskriese.

-Arriba España.

Se escucharon muchos aplausos en la sala

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

III

 

 

 

ALDOUS HUXLEY

 

Anunció un tiempo terrible sin demasiadas ternezas y pasó a los neo inquisidores la mano por el lomo. Aldous Huxley habló para toda una época anunciando la posibilidad de un mundo irredento de listas negras y de nuevos propaladores de consignas y palabras al oído con planchas masónicas sin tolerar el sarcasmo y convirtiendo en un delito la alegría de vivir. Un tiempo en el cual la ironía estaría penalizada por multas por los grandes sacerdotes y los encomenderos de la persecución y la tortura utilizando fórmulas escritores de confianza, sus rapsodas, sus pregoneros, sus políticos. ¿No estará pasando eso en lo que antes era la vieja Yugoslavia? – esto se publicó en el Diario de Burgos el 5 de noviembre de 1994-. Aldous Huxley cien años cumple un apocalíptico.

Puede ser que su efemérides harto incomoda y picajosa para los que andan pregonando el fin de la utopía resulte irreverente y piensen suprimirla porque  asistimos a una especie de misa negra en la cual se quiere ofrendar en holocausto a la inteligencia- esta ceremonia no es sino un vestigio de las viejas ordalías medievales y de la quema de libros en la plaza pública. Se trata de borrar la memoria de rescribir la historia y de provocar el caos controlado que acabará con países de la vieja Europa; primero, Yugoslavia, a continuación Ucrania y acto seguido vendrá Cataluña cuya secesión respalda el grupo judío norteamericano. Inane ejercicio porque de los palimpsestos vuelve a surgir la letra erradicada el nombre incomodo. El nombre de Aldous Huxley Londres 1894 – California 1963 es tan incomodo como el de Orwell del que 1984 provocó muchas vestiduras desgarradas entre los panegiristas de Reagan y de la Thatcher. Con su ironía arde  Huxley al igual que Eric Blair, el nombre real de Orwell, en resonancia profética; denunciaron los abusos de una sociedad superdeficiente bajo la vigilancia del Supercofrade con grandes autopistas de  la información yendo y viniendo donde la opinión es tabú y casi no se puede pensar por cuenta propia en que surgirían los grandes trusts periodísticos como meollos de la cuestión una especie de juzgados de la verdad y oficinas de la noticia donde se gestiona lo que ha de conocerse. Este sí. Este no. Quid libet et illibet. La sutil manipulación de la cosa. Estos reinos de taifas se encuentran regidos por auténticos midas de la comunicación muy arrogantes que supervisan las ideas y las conciencias y cobran el barato del miedo. En Francia empezó a surgir un nuevo individuo le penseur en congé, el periodista sin periódico. Vino uno y nos echó a todos. Empezó la gran desbandada la operación de dispersión y de manipulación. El gentleman británico una voz valiente que denunciara el caos frágil de salud y medio cegato tuvo una visión de lince de lo que avendría en el futuro. Como padre de la novela utópica científica. Un mundo feliz no era más que un sarcasmo pero hubo bastantes críticos que se tomaron la obra en serio. Empezar a ser como si el pasado no existiese y por supuesto el futuro tampoco existiría. Aldabonazo a la memoria. Cien años después de su nacimiento la obra de este gran autor inglés apocalíptico es un toque de advertencia a todos aquellos que tratan de suprimir la memoria. La generación espontan4ea no se da en la naturaleza. Tampoco hay el borrón y cuenta nueva a la totalidad. Huxley intuyó la que se avecinaba con más de un siglo de adelanto. Las libertades cibernéticas podrían sumir al género humano en la mayor de las tiranías. Los poderosos utilizan “su libertad” para conculcar la Libertad y esa Libertad pertenece a los otros aunque ellos no la respetan. Tendríamos, en consecuencia, bloqueos económicos, chantajes, invasiones. La comunicación instantánea por defecto traería la incomunicabilidad pavorosa del ser humano. Y entre los individuos las familias las naciones. Tiempo de tinieblas. El regreso al buen salvaje y al Emilio roussoniano supondría la aniquilación de dos milenios de cristianismo y todavía estaba por llegar don cesar Vidal el pseudo que oculta su fe y acude a las manifestaciones con un sombrero de rabino. El hombre un lobo para el hombre. Prevalecería la fuerza bruta. Aquí nada de ideas. Regresamos a la selva urbana haciendo tabla rasa de todas las conquistas sociales en aras de un supuesto liberalismo económico fomentando la fraternidad universal. Los negros llegarían a Berlín con un cartel en la solapa en cuyo letrero ponía Europa el paraíso. Y estaba por anunciarse la gran invasión de almadías pateras y cayucos sobre nuestros linderos. Uno me dijo en las siete chimeneas vendrán a morirse a nuestra puerta y aquel colega del gabinete de prensa tuvo una inflamación profética de la categoría de Huxley. La ley de la pirámide invertida el mundo patas arriba y la verdad boca abajo. Este peligroso juego de borrar la memoria dio pábulo al origen del superhombre nieztschianiniano. Critican a los nazis pero estos sionistas mucho se parecen a ellos. Son hijos de la gran Z. Se está creando un nuevo lumpen que es joven y urbanita. Es bueno que haya muchos analfabetos. En la otra vertiente están los escogidos people elected los lacayos del sistema  que rinden tributos y obediencia al Supercofrade. Todos empezamos por entonces a hacer zapping y a ser peleles del mando a distancia. La esclavitud a la carta. El nuevo gulag de la aldea global que es aldeanísimo resentido lleno de resquemores mal pensado y cuajado de vulgaridad que vive entre las ráfagas de las luces de neón y el pretil de las frases hechas. Sus vidas cuelgan sobre el vacío pero ellos se sienten a resguardo. Sería por lo tanto un alto privilegio la probabilidad de pensar uno por sí mismo. Ilotas informativos sin posibilidad de remisión. Huxley no era un profeta del viejo Testamento. Por eso no utiliza el furor de los antiguos iluminados sino el understatement de los británicos para enfundar su mensaje en un envoltorio como para no darlo demasiada importancia y para reírse tal vez de sí mismo. Por más que Cela se mofe con frecuencia y con esa socarronería suya tan de afilador garbancero. De los profetas que según él cayeron en desuso en Huxley verdaderamente profeta tenemos.  La más grande tarea de un escritor es la de hablar en nombre del futuro. Escribir ya los hemos dichos muchas veces tiene que ver en gran medida con la corazonada o la genial intuición el rasgo de humor y eso forma parte de ese quid divinum que ha de tener la profesión. Los escritores importantes continúan la labor callada y cada uno en su medida y en su parcela de la Revelación.

Huxley pertenecía  a una escuela de grandes novelistas ingleses quienes capitaneado por Wells encararon el futuro y ensalzaron la utopía en sus servidumbres y grandezas con un poco de sorna. La literatura inglesa aportó a la universal el periodismo, los libelos, la utopía relacionada en lo protestante con el concepto católico de los Novísimos. Tomás Moro y Robinsón en su isla. Swift y los viajes de Gulliver. Belloc. Chesterton. Orwell. El robinsón  en su isla del tesoro. Todos estos nombres reflejan esa preocupación británica por el advenimiento de un tiempo nuevo y de un mundo diferente. Fuentes que manan leche y miel. Ínsulas baratarias. El dorado jauja todos a bordo del transbordador de Staten Island. Aldous Huxley de formación científica plasma en sus escritos el gran pesimismo de su generación esquilmada en las trincheras de la primera guerra mundial: On the Margin, Themes &Variations, Point Counterpoint, Those barren Leaves son producciones de su primera época. Sobre todo instaura la novela política que se ha de trastocar en sátira de la vida contemporánea. Novelas que constituían el aviso de un turbulento avenir según el crítico G. Sampson. Aparte de Counterpoint fue relevante la de A Brave New World porque este título de novela es ya una frase hecha. Tampoco hay que olvidar La Máquina del Tiempo y el Post master General. En estas obras se hace una critica social pero se insiste en el aspecto de la injusticia y la dominación de unos pocos que tienen bajo la bota de la esclavitud el chantaje y la amenaza a unos muchísimos y la conclusión es la misma que la de la Rebelión En la Granja de Orwell: todos los animales son iguales pero algunos son más iguales que otros. Se mantuvo en los precintos de las minorías y la verdad es que sus novelas nunca alcanzaron los grandes tirajes. Se le consideró una mosca cojonera que cantaba las verdades del barquero y tuvo que exilarse a América. En realidad era un emigrante que buscó en Hollywood un lugar al sol. La Metro Goldwyn lo tuvo en su nomina como un lujo. Rara vez sus guiones fueron aprovechables pero de otros se rodó alguna que otra película. Este disgusto con su patria inglesa es algo que comparten gente de su generación en mayor o menor escala: Maughan, Wells, Shaw, Bertrán Russell, Graham Green, a los que les estomagaba la mediocridad y consistencia de la monarquía inglesa. En especial con Isabel II en el trono. Murió en California casi ciego a consecuencia de un cáncer en la lengua. Toda su vida fumó en pipa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IV

 

AMANUENSES Y FONTANEROS. ORWELL

 

 

 Es un mero fontanero  y un amanuense al del dictado de otros. Estamos tocando un mundo feliz con la punta de los dedos. Pero de este mundo súper eficiente y al dictamen de las normas del Hermano Grande y Gordo (el big fat cat, el gato cebón) los libertarios como yo lo vamos a pasar muy mal.

 Pido la venia e invoco la misericordia  del Altísimo porque este proyecto del gran diseño pone patas arriba mis convicciones de cristiano. Estoy releyendo a mi maestro Orwell con el que trabé contacto en Hull cuando pasaba hambre y me olvidaba de la gazuza comprando libros de la Penguin.

 Por  un par de chelines sacrifiqué una comida y me hice con dos de sus libros imperecederos: 1984 y Animal Farm[20]. El homenaje a Cataluña siempre me pareció inferior pues cuenta sus desdichas en el Frente del Ebro.

Pero la  pluma  de Orwell sutil e inconsútil de una sola pieza vuelve a frisar alto en sus historias del vagabundaje In and out London and Paris donde refiere algo de su biografía como tramp[21].

Los mendigos son figuras preocupantes que sin embargo rondan el cerebro de todo escritor sobre todo si lo es de genio.

 El escritor de raza intuye que su vida puede acabar en la misma rúa de pordiosero. Dios nos libre.

 Muchas veces indeliberadamente se coloca detrás de un personaje de su invención y lo que está detrás no es ficción. Le va a pasar a él. Por arte de birlibirloque por esa magia que tiene la palabra para crear para intuir. El buen escritor adivina el futuro Aunque el oficio de novelista tenga poco que ver con el de profeta arúspice o quiromante, pero como el profeta habla en nombre de la deidad, como arúspice introspección las entrañas negras de las aves cuando los ánsares se ponen a graznar en el Capitolio como pasa ahora y ha pasado siempre, y en cuanto quiromante tiene algo de brujo y de prestidigitador que va a la caza mediante la palabra del aura espiritual que dimanan todos los seres.

 En ellos el poeta encuentra el aura y surgen chispas. En esas estamos. La soledad del literato, el abandono, la miseria y el hambre que padecieron los genios.

 A veces escribir es un acto profético y en Orwell el derrelicto del malecón del Tmesis y el guerrero de nuestra contienda civil que se preocupaba más que de las balas franquistas de su petaca porque si le faltaban  cigarrillos era incapaz de coordinar las ideas ni de escribir un par de frases.

En “1984” proyecta el mundo de hoy con sus ministerios de la verdad, el double talk (doble lenguaje) y el new language (nuevo idioma) los ministerios de la Verdad y la presencia de un poderoso gobierno omnisciente como los novelistas malos y omnipresente como el propio Dios. El Gran Hermano de la tiranía tecnológica y totalitaria. Los “demócratas” (entre paréntesis oiga que yo no tengo nada contra la democracia bien entendida que como la caridad empieza siempre por uno mismo) se cabrean mucho cuando se les dice que Orwell no estaba pensando en la sociedad al otro lado del telón de acero, puesto que ya cayó el muro de Berlín  y al Big Brother lo encontramos por doquier. Sólo le falto a Eric Blair [22] un adjetivo; el de americano y ya tendríamos la reseña más cabal.

 Es el imperio el que tira del carro. El sueño global, sueño mesiánico por otra parte, como  lo fue el sueño católico de los españoles en el siglo XVI plasmado en el soneto de Juan de Herrera de una sola grey bajo el cayado de un mismo pastor. Lo que pasa el que el American Dream es laico aunque América sea toda ella una nueva religión, una forma cultual amén de un credo político.

 Quizás debajo de la chistera del Tío Sam o del pariente que escudriña lo que escribimos por Internet, el vecino que nos espía (he is watching behind the fence[23]).

 La amante que no es nuestra amante sino una agente del gobierno, el jefe que nos persigue, los compañeros de trabajo que auscultan nuestra ficha y dan el parte si llegamos tarde, (jó qué lío) pero vivimos en el silencio y el terror sonámbulos por los pasillos del gran edificio que describió Kafka, otro que tal baila en la Metamorfosis y en The Trial[24].

A este paso nos vamos a convertir en cucarachas en un mundo feliz donde hay que pensar por prójimo y adoptar los modos y creencia que se nos impone desde arriba vía imagen y propaganda. Todos somos Wilson el personaje de esta novela que sube a su buhardilla londinense con paso cansino y en cada descansillo se encuentra con un cartel que le advierte:

-El Hermano mayor te vigila.

Una sociedad plana y sin conflictos eso es el irenismo, una herejía de los siglos V y VI que se ha vuelto a poner de moda. Pero ojo que en 1984 se habla del control del lenguaje. De la doma de las palabras para que obtengan otro sentido semántica diferente a aquel para lo que fueron inventadas y eso es lo temible y peligroso.

La reducción de todo un idioma a una jerga de no más de mil palabras como es el lenguaje coprológico neoyorquino, los analfabetismos mentales, peores que el analfabetismo real, los cerebros bañados en estupidez y en soap opera[25], el tialismo cultural [la tele nos quiere convertir a todos en tontos de baba a base de drama y de películas made in Hollywood], la policía del pensamiento. Y todo lo demás.

Cuando escribió este tratado de sociología política novelada no estaba adelantando Orwell lo que pasaría en 1984 sino lo que está ocurriendo en 2008 y lo que ocurrirá en 2010 o 2020. A medida que se haga más fuerte la presencia de la tecnología será más aleatoria la libertad de conciencia porque a lo que en realidad vamos es a un totalitarismo.

 Pero eso no tiene la culpa ZP que es un gran intuitivo y un gran amante de la libertad. Él se limita a poner música a lo que pone el libreto. El gran demiurgo esconde la cara y utiliza caras y cimbeles y testaferros. Lo mismo daría Zapatero que Rajoy o Galardón o Merkel o Bush o Zarcosy le petit juif.

 

 

 

 

 

 

V

 

 

IRENISMO TOTALITARIO. LA FALSA PAZ Y EL GRAN ENGAÑO

 El alto mando se ha hecho invisible y es el que controla. Big Brother is watching you. En el país que describe 1984 hay ministerios muy raros. Uno se llama ministerio de la Verdad y otro el ministerio del Amor pero todos los años se celebra una fiesta: la del odio en la que aparece el enemigo del  pueblo un tal Stein, un judío al que hay que golpear.

No sé si Orwell estaba pensando en Big Laden cuando se puso a escribir en el Londres de la posguerra derruido por las bombas de la Luftwaffe. También se trata de un enemigo invisible. Quizás irreal pero al que hay que machacar y sacudir como reafirmación de nuestro ser. Orwell escribió su obra maestra durante un terrible invierno de posguerra el del 45 en una isla escocesa, apartado del mundanal ruido de Londres. Al año siguiente entraría en un sanatorio de enfermos de pecho en Gales. Estaba tuberculoso perdido.

 Dentro de unos días será san Pelayo de Córdoba, el monaguillo del obispo de Tuy al que quiso dar pol culo un califa resistiéndose el pobre niño, y al grito de maricas y lesbianas de todo el mundo uníos invertidos bolleras y pederastas tendrán su fiesta laica y sacarán a su santo disfrazado de arco iris por las calles de Chueca. Axial la Virgen de la Paloma se nos convierte en transexual. ZP ha creado un ministerio que nadie sabe para lo que es. El de la Igualdad.

 Pujos feministas que ya adelanta Orwell en esa mujer pálida y cara de arpía pelambrera color de arena que le hace la vida imposible al protagonista Wilson.

Es la abanderada o alférez del feminismo de batalla. Pervirtiendo el lenguaje se consigue un trasunto semántica de la inversión de roles y de valores. La homosexualidad acaba con la fecundación. Un mundo nuevo. Un nuevo concepto de familia uniparental.

 

Hijos probeta. Manipulación genética y manipulación mental pero de todos estos peligros lo más peligroso es la perversión del idioma. En las escuelas ya no se enseña castellano. Se enseña lengua y por ahí por esos textos manipulados por ese prurito de enviar a la hoguera las viejas y hermosas palabras que duermen en los diccionarios es por donde puede acabar el mundo. In principio erat verbum.

Sin embargo no hay que ser pesimistas. Höldering otro dichter alemán visionario nos advertía de que las revoluciones de este tipo dejan un sedimento positivo.

Y Yeats se alegraba con ese algo nuevo nos ha caído. La hora más escura es la de la amanecida dicen los sefarditas. En tal contexto, todos somos Wilson, todos somos Stein y nos tienta la rubia fláccida con la cabellera terrosa. El diablo disfrazado de gobernanta-señora de la limpieza- funcionaria del Big Brother-agente secreto - chivata. No se puede decir miembro. Hay que decir miembra. No juez sino jueza.

El Hermano Grande habita entre nosotros. Tanto nos ama que nos ha puesto la argolla de esclavos en un mundo feliz sin castas ni barreras sin permisos de residencias ni diferencias interétnicas. Un mundo feliz se convierte una entelequia. No es un paraíso sino una mazmorra adonde bajan a golpearnos todas las tardes cien demoñillos borrachos. También lo vio Quevedo como Orwell en sus Zahúrdas de Plutón.

 Las utopías albergan un propósito bueno y edificante. No son malas de por sí. Creo que este tiempo que nos ha tocado vivir es bastante interesante.

A muchos españoles  se les vuelven los dedos huéspedes; no les gusta Zapatero. Lo han hecho en burro de todos sus palos.  Pero él no tiene la culpa. Él sólo le juega con las cartas que le echan.  A mí sí. Con independencia de que esos ministerios de la Verdad y de la Igualdad me parezcan peligrosa. You ought to take the Good and the Bad. No todo es malo ni se va a acabar el mundo. Sonrían por favor.

Tras las conmociones del Viernes de Dolores – las profecías empezaron a cumplirse en los meses que aguardan a la gran traición- ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e institutos de venganza (give me more). Calixta la novia que tuvo neozelandesa con su cara de kivi y su voz atiplada de cupletista pelirroja le gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley en mano, y yo sólo soy un pobre mortal,  mientras hacían el amor en la scullery de su piso con derecho a cocina junto a la estación de metro de Earls Court en Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla “Me dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y desde entonces le puso  el mote  de Emiliano Pantalones. Eran grises como la luz de atardecer que iluminaba su  penthouse de soltero en la calle Jardín de las Flores  entre Fuljan y Oca Bromato Load. Tenía yo ganas de huir y me uní al gran corro de la desbandada. Me producía una cierta tristeza. Ya venían, las vi yo venir, predicas incriminatorias, precitas instancias. Iba a cambiar la tortilla y yo echándome aquellas novias tan exóticas que a la hora de pedir no se cortaban un pelo. Dame más. El personal no quiere saber nada de nadie ni de nada. No me cuente usted su vida y en ese grado de insolidaridad estamos llegando a los tiempos del 36 cuando los madrileños en aquel otoño sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y Medio (Gran Vía) donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba batida por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no me cuente Vd. su vida, ya me la sé. El amor en tiempos de cólera que dijo un cursi pero yo voy a lo mío. Me siento al volante y tira millas. Venga radiales, duro que te pego horizontales de encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el cansancio  aquel que te afligía como cuando viajabas desde Essex a Yorkshire. 180 millas en la A1 en tu mini de color rojo. Parabas a tomar un café en un pimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo es marrano, eso queda muy consignado en los servicios de las fondas en el camino real. Y los ingleses son unos cochinos, pero los franceses lo son aun más y los portugueses para de contar. Todo el país es como si le olieran los pies. Huele a Fátima y a milagro. A melancólicas  cuerdas de fado. En España `por lo menos una taberna de mala muerte goza de las premisas de un excusado. Y eso es civilización amigo mío y lo demás son vainas. Tenemos un pueblo campesino los de abajo que se comportaba. Los de arriba, los condes, los marqueses, Goya, Picasso, se afrancesaron y todos a mamar de la teta de la loba capitalina y entre sorbete y sorbete prorrumpen en un ay lo mal que está este país. Muy bien no vamos… tú come y calla. Cuando hay movida a esta gran nación que se llamaba España siempre le sacan las castañas del fuego los de abajo, los curas trabucaires, los chisperos, las putas. Y Agustina de Aragón puede ser un caso. De ahí que el pistolero de Larra nunca me conmueve. Larra era un señorito y escribía bastante mal. Y en afrancesado pero cayó en gracia sin ser gracioso con sus cortes de traje a la medida y sus tallas de lindo pisaverde. Pues no te digo, dándoselas de entendida, el regalo de pedida de doña Ficticia al príncipe fue El Doncel de Enrique el Doliente un folletón por entregas con traza de novela histórica. Malos gustos  literarios debe de tener esa doña Leti. Cierto la tristeza tiene un color no puedo hablar no me entienden acaso sea muda. No me cuente su vida oiga que es muy triste no venirme con milongas. Llevamos unos cuantos años con las brigadas del amanecer haciendo de las suyas y no es el cartero que viene a traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte o el comisario que llega a ponernos una denuncia y nos ruega vellis nolis acompáñame amos anda... pero tú que te has creído... predicas infernales... ese doctor de las mañanas de la tele que debe ser del hopos pues lleva años y años en antena no para de hablar de cáncer... harte el encontradizo o el advenedizo que tú no te enteras leñes que ellos piensen lo que les de la gana... tan, tan.. ¿Quién? Abra. Un registro. Es usted ulanito de tal.- yo soy domingo García Sabell el jefe. Tenga la bondad de acompañarnos. Aguarde que me ataco los pantalones. ¿Puedo ir al baño? Pues tendrá que hacérselo por el camino. Puro tramite. El del mosquetón que te observa por la mirilla del mingitorio mientras que tú evacuas tu vejiga. Una triste saca. Un maldito paseo al amanecer. Billete de ida al reino del iras y no volverás. La vuelta no se tarifa. Ni se expende. No existe. De los sencillos y de los torpes es el reino de los cielos. Esa facultativa de ojos claros y el culo gordo que archiva su ira y se pasa el día entero zampándose tarrinas de chocolate. Por eso el culo se le ha puesto como un balón. Facultad de que decía vuesa merced. Reñidas oposiciones y hoy tocan a fajina. El corazón amante. Caballero a sus manos y señora a sus pies. Escucho en la distancia el largo pitido del tren. Pican al timbre una madrugada de aquel verano en un inmueble de la Red de San Luis y ya digo no es el lechero. Nos devoramos unos a otros. Nos fagotizamos con tanta guerra civil.- fotos trágicas el máuser en alto. El mono azul y la guerrera postinera recogen mal los abultamientos de los senos de aquella bella miliciana y un falangista en la cárcel de san Antón se le escapó un piropo a la vista de su Verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el pelotón no me va importar acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían hacia Cibeles desde el palacio de Buenavista y de gobernación las camionetas del ejército de la verdad. Un comisario se llamaba Dapena y nos van a liquidar igual que conejos. Fue el que dijo esta sobra pues sí sobra claro que sí. Lo malo es que había mucho más jefes que indios y los que maulaban y coloquiaban que ya no se les pone gorda. En los tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo monto con la señora Maqueta ale. La Política no interesa y el que escribió el estatuto prostituto se da aires de compinche y fuego fatuo. You dont tell me fibs. Pero si eso es el placer de contra en eso precisamente está el misterio y la maula. Mañana es domingo de ramos y arranco pa Segovia de estampida. Mis huidos y mis circunvoluciones tienen bastante miga. El skyline de la ciudad donde yo nací me tranquiliza pero es para ponerse muy sentimentales sino para precaverse. ¿Vienes pa muchos días? Sólo a las procesiones, Fuencisla. Las hermandades, los cristos rotos, el entierro de los gascones la torre de san Justo proyectando su sombra en viernes santo contra la luna el rumor lejano de las aguas del Rasemir, el bamboleo de los pasos  y un cirio que arde y otro que se apaga al penetrar en la zona de corrientes del azoguejo que nosotros denominábamos el arzobejo. El diablo que aparece a lo lejos con su tridente. La banda del regimiento marca el paso y los gastadores estallan sus botas contra el cemento de la calle. La banda de la academia ataca la Marcha fúnebre. Los prestes entonan el gorigori en fa bardón. Un moro en cuclillas se acurruca respetuoso cerca de las tapias del cementerio y él también ve el tránsito de los pasos. El pueblo devoto canta Amante Jesús Mío. Las manolas visten velo de luto riguroso y adornan su peinado con una peineta de carey. Alguien con voz de borracho se arranca por una saeta. Sin belleza no puede haber misterio. Tampoco cristianismo se acerca la Venus victrix con su rozagante manto de dolorosa que porta en la mano un arrastrapeplos. Todo esta bien drapeado por el que hizo el planteamiento pero en esta noche hay alguien que nos estorba, las fichas parece que se mueven y bailan los datos pero todo en esta atmósfera respira intensidad y tiene lo que los alemanes denominan spanung. La novela es un concepto musical y eso mismo lo tiene ahora mismo mi ciudad. Me arrojo de cabeza, me sumo en el oleaje de los recuerdos a la busca de una cierta congruencia y del hilo de la fábula. Las trenzas de Ariadna y su rubia cabellera las llevamos recogidas en cintas multicolores. Me multiplico, he de hacerme ubicuo y gozar del don de la bilocación con que el Señor favoreció a algunos de sus determinados siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni tampoco perder la calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia mientras las mucamas romanas esperan el autobús en la parada de mi barrio cuya marquesina se ha convertido en objetivo de los gamberretes. Lo expliqué en un artículo que este vicio moderno de las tribus se denomina clastomanía, un vicio como otro cualquier, tan respetable, verbigracia, como la del millonario que vive en los chalets de abajo, los que vierten al río y que rebusca en los cubos de la basura y los contenedores, aquejado del mal de Diógenes, acumular y guardar en el nido igual que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar la cuesta de los álamos subido en una bicicleta de carreras que seguramente no mercó en la tienda, sino que es una de los muchos testimonios de su pasión por la rebusca. Extrajo el triciclo de un contenedor. Ser y tener. Tanto tendrás tanto valdrás. Los romanos tenían una cierta pasión ordenancista. Suum cuique, decía pero eran muy supersticiosos y no se fiaban mucho del provenir cuando volaban las aves en dirección contraria y escuchaban el dictamen de los arúspices asegurando esto va mal. La crisis. Pues comamos y bebamos y bebamos que mañana viviremos. Al triclinio y más tarde al vomitorio. El papado por ejemplo es una constitución carolingia y la Iglesia  como la literatura y su pasión por los cilicios y las torturas mentales un cajón de sastre. Luego vinieron a perfeccionar el sistema los visigodos con sus corregidores, bailíes, paciarios y el uso del sello y el balduque en los documentos oficiales. Desde entonces todos los clérigos son funcionarios. En realidad es lo que debieran ser los curas. Limitarse a su misión de funerales, bautizos y matrimonios y poner nombres en los libros de registros. Cuando se salen de esa misión específica ya empezamos todos a mear fuera del orinal. Clericus del griego “kleros” que no quiere decir otra cosa que patrimonio. Los límites son pues mucho más modestos que nuestras pretensiones y si nos ciñéramos a la línea, si fuésemos un poco más modestos, las cosas empezarían tal vez a ir un poco mejor. Lo que pasa es que hasta el siglo XVIII trono y altar fueron unidos y no andaríamos metidos en equipolencias tomistas ni de discusiones a gritos en las salas de grados. A flor del suelo yace mi realidad. El lecho o lectum era la siguiente pieza consecutiva al triclinio porque de grandes cenas están las sepulturas llenas y el lecho no era más que la tabla donde dejaban reposar el cadáver los romanos. El descanso final. Pero desde la resurrección el sepulcro está vacío y eso -¿lo es?- es una garantía de que nosotros también resucitaremos. Ardua cuestión. Mejor no pensar. La muerte debe de ser como una gran novela sin capitulo, sin espacios, sin dialogo sin puntos ni comas ni punto final. Temo a la hinchazón post mortem la tumefacción y luego los gusanos. La lanzada de Longinos me hizo sentir sed. Tengo sed y pedí a san Pedro que me acercara un vaso. Pero tú eres uno de ellos. ¿Tú estás en nómina? Me dieron posca mezclada con hiel. Lo probé pero no lo bebí y he aquí que he muerto por asfixia como morían todos los crucificados. Mi cabeza era un paquete de dolor. Me coronaron con las ramas de una cambronera de púas aceradas  y eréctil es. O vos omnes qui transitis per viam videte si es dolor qualis dolor meus. En la caja de un cuerpo humano no puede caber tanto dolor pero yo resistí hasta el triunfo de la resurrección. Tú, señor, pudiste (eras el hijos de dios) pero ¿y nosotros, frágiles pecadores? En la sabana santa quedan marcas de la hematidrosis de Getsemaní y del ziphus vulgaris que fue la zarza con se tejió la corona de espinas. Un sacerdote tocaba el sistro en el altar de los sacrificios citando a Jeremías y escupiendo para otro lado. Puaf... ese hombre. Nos vino s aguar la fiesta. Tenemos que inventarnos otro holocausto- traedme a Isaac y a un carnero. Se oscureció el sol, se hizo de noche, se desencadenó un vendaval y el viento silbaba lúgubre entre las cruces,  el velo del templo se oscureció dice el evangelista. Velum templi scissum est et omnis terra tremuit. Tremuit. Latro de cruce clamabat dicens: memento mei domine memento mei dum veneris in regnum tuum. Dimas esta misma tarde estarás conmigo en el paraíso le dijo el buen Jesús al buen ladrón. No es extraño que después de este relato y de las santas reliquias y marcas del santo síndone haya muchos hombres nos hayamos enamorado del proyecto de Jesús en la historia. Porque fue dios lo asesinaron porque era verdad cuanto decía lo contradicen. Y no hay vuelta de hoja.

 

VI

 

 

ORWELL ESCRITOR DE ESCRITORES

He vuelto a las páginas de Orwell estos calurosos y esperanzados días de la Copa de Europa el pesimismo ambiente que nos embarga a los españoles por lo demás tan inconscientes y vitalitas adoptando una actitud frente a la crisis pastueña y resignada moruecos que llevan entre los cuernos un cartel con la leyenda de “échame pan y llámame can”. La gran prosa de este escritor  tan inglés y tan universal hace evadirnos de los vaticinios apocalípticos sobre el incremento de los impuestos el “corralito”, los hierofantes televisivos que nos meten mano al pensamiento. He decidido no escuchar a Intereconomía donde hay un fulano conductor de un programa de línea abierta apto sólo para masoquistas y para los pobres viejos que viven en la cultura de la queja que es como una burbuja. Moaning… Moaning[26]. Nos queje usted tanto, haga algo, tome decisiones resolutivas. A mí que soy algo judío y creo en la ley del Talión Dios me ampare y me perdone si los sicarios matasen a alguno de mi familia, voy a por ellos. No me gusta ser víctima, detesto a las plañideras pero el locutor en cuestión parece un disco rayado contándonos la desintegración de España, el derrumbe de las cajas. Quiere matar a los viejos en la antigua radio de Serrano Suñer el ex nazi. ¡Esa boquita tuya de piñón, amigo Eleuterio Ramos, parece una escupidera de sinrazones, una gárgola de odio y a un radioescucha de Málaga, le dejó con la palabra en la boca! Modos absolutistas del hijo de coronel. Trato de escaparme del pensamiento único que anticipara Orwell. Los que suponen que su “Granja de cerdos” y su “1984” constituyen una sátira contra la utopía capitalista. Tiraba la barra mucho más largo y se refería al mundo en 2012.

Anteayer presencié un debate televisivo en la BBC- cómo me recordó mis años londinenses- dirigido por el gran David Dimbleby hijo de uno de los grandes personajes de aquella casa en el que los participantes se quejaban de que la libertad de prensa se encuentra en entredicho en el propio UK. La llegada de Rupert Murdoch y el 11S acabaron con lo poco que quedara de libertad. Cargó a lo largo de sus breves y azacaneados días contra el Capitalismo,  Catolicismo, Sionismo y  antisemitismo, Islam, el Pacifismo, el Comunismo, el Troskismo. No conoció en su hora el empuje revolucionario y casi demoníaco del Feminismo reduccionista que ha puesto del revés a toda la sociedad occidental. Es muy de hoy. Tampoco el movimiento gay tenía en los años 40 el predicamento de que goza hoy. España se ha convertido en un laboratorio de este feminismo causante de la guerra de géneros. Eric Blair únicamente conoció a la lucha de clases y al sufragismo. La violencia doméstica poco arraigada en Inglaterra y si se produce porque allí el matrimonio también está en crisis existe una consigna de maquillar los casos de atentados en la intimidad del tálamo y aminorarlos para que no cunda el efecto llamado al igual que se trata de silenciar los suicidios pero en España a lo que se ve existe un sentimiento morboso de convertir en primera página y entradilla de los telediarios de asesinatos conyugales sin que los noticieros se adentren en pormenores o analicen las circunstancias desencadenantes. Culpando al varón nunca a la mujer. Está visto que en España no podemos vivir sin terrorismos. La violencia de género, número y caso se ha llevado a más gente que la maldita ETA. Esta sociedad a la cual parece irle la marcha se desintegra en su célula más viva que es la familia. Parece ser que eso es lo que se pretende. ¿Quién gana de estos luctuosos sucesos? Los abogados y los bancos. Tragedias cotidianas que los periodistas del duerno cuentan con la impavidez del que se bebe un vaso de agua. ¡Qué horror! Pero seguiremos con George Orwell. El negro zumbón Obama parece por lo siniestro y bocazas un protagonista de sus dramas. Escritor de escritores, que ha resucitado al inglés inconformista y al comunero castellano que llevo en mí. ¡Viva la rebelión en la granja! El gran porquerizo se ríe de nosotros, nos trata como a cerdos, a patadas y observa si nuestros jamones son lo suficientemente gordos y demócratas antes de sacrificarnos en la toza. Todos aquellos que piensen que la novela ha de ser un espejo que se tiende a lo largo del camino como reflejo inerte e impávido de lo que se ve y lo que se halla, lo que se trama, lo que acontece, cuando  entren en la apasionada prosa de Orwell se han de dar con un canto en los dientes pues él es un anti Balzac que cuando se pone a escribir es porque una rabia le conmueve o le abruma una rabia de denunciar una injusticia o descubrir una mentira. Los argumentos de sus ensayos pedalean a piñón fijo. No hay salida. Tú ya no te me escapas. Un libro para él ha de contener un mensaje, una tesis, una quemazón interior que hace arder en el alma solitaria y a lo mejor vanidosa de todo escritor un fuego misterioso. Así que ni espejos a lo largo del camino ni hojas de ruta ni omnisciencia ni otras paridas, que son artilugios para los poco agraciados en este oficio donde abundan los romos y los novelistas malos tienen aquí vigencia alguna a lo largo de la trama de desencuentros en un mundo totalitario. Esos carriles decimonónicos con estar ya muy gastados y ser harto aburridos siguen no obstante una herramienta de trabajo para los escritores malos y acomodaticios Vg.: Vargas Llosa y tantos y tantos escritores ingleses o norteamericanos del momento que llenan páginas y más páginas de los suplementos dominicales. Sin embargo, del advenimiento de estas ranas literarias que croan al borde de la charca George Orwell ya nos previno. Son los eternos compañeros de viaje, los comparsas de la orquesta y su llegada ha ido en detrimento y desdoro del arte de las buenas letras: keep the Aspidrista flying… Put a spool in Baodicea´s chariot son frases que se me quedaron grabados de alguno de sus libros. Consciente de la era que le había tocado donde la política ancilaria de los mercados de valores, de los bancos y el gran capitalismo, Orwell se revela como un animal político y también se rebela. Por eso lo pasó muy mal y fue un incomprendido. Murió tuberculoso a los 47 años, fue un vagabundo por las calles de Londres y de Paris y de tan fatal experiencia va a nacer su mejor libro Down and out London and Paris.

Fue funcionario del Servicio Imperial de Su Majestad, soldado mercenario en la guerra de España, periodista de la BBC de donde le expulsaron bajo la sospecha de ser un agente comunista siendo así que no podía ver ni al fascismo y el comunismo.

 Fue quizás para él un drama remar contra corriente y tratar de mantener su independencia en una era de auges del totalitarismo en que había que definirse; o se está con unos o con otros, o eres blimp o antiblimp[27]. Al menos no había sonado la hora del “pensamiento único” y consigue publicar a pesar de ser odiado por la “inteligencia” británica que le llamaban el “vagabundo”.Eric Blair había nacido en la India en 1903 hijo de un funcionario escocés. No tuvo formación universitaria, no consiguió una beca para Oxford. Fue  autodidacta llegando a escribir quizás el mejor inglés en prosa la más sólida de los años treinta y cuarenta. Empedernido lector de largas horas, consiguió un trabajo como dependiente en una librería londinense y en esta pasión por la lectura cuajó un estilo, límpido, directo sin los floreos y arrequives usuales entre los literatos de su generación. Cinco años estuvo enrolado con la policía montada de Burma y esta experiencia le puso en contacto con la brutalidad y la corrupción de sus camaradas con los nativos. De regreso a la metrópoli la depresión del 29 le hace perder el trabajo, cayó en la pobreza y se convierte en un “tramp” en un “homeless” de esos que hemos visto dormir en las calles de Londres entre cartones. Conoció el sufrimiento cara a cara y vio la muerte de cerca en el frente del Ebro donde le pegaron un tiro una mañana cuando contaba en la trinchera un chiste a sus camaradas acerca de los consejos que daba la policía imperial cuando una súbdita de su majestad graciosa iba a ser violada por un local: aceptar lo irremediable:

-Just close your eyes, keep your mouth shut and think of England[28]

Fue evacuado al primer hospital de sangre en Barcelona y regresó a Londres. Su enrolamiento en las Brigadas Internacionales obedeció no sólo a motivos de ideas sino a razones económicas como a tantos y tantos mozos ingleses de su reemplazo en la cola del paro. Ir a la guerra de España, aparte de toda una aventura, supondría algún dinero aunque muchos no volvieron para contarlo. De esta experiencia nace uno de los mejores libros que haya escrito un inglés sobre la guerra civil española: Homage to Cataluña. Narra lo que vio: el gran desbarajuste, las luchas internecinas del bando republicano y plasma su odio como miembro del POUM comunista hacia los comunistas. Eric Blair es un autor genial pero lleno de contradicciones. Sus simpatías hacia los catalanes a los que siempre consideró españoles, habida cuenta del surgimiento de personajes como Arturo Mas, Pujol, Rovira y toda la patulea de grandes separatistas chocarían con lo expuesto en sus libros porque aunque no hablen de natío el castellano los considera como los españoles más castizos y apegados al terruño. Ve en los nacionalismos una expresión de los demonios del siglo XX. Caracteriza tales movimientos como inestables, irracionales, xenófobos, pretenden que su lengua y que su raza sean las mejores, lo que siempre será ocasión y rienda de conflictos. Son inestables y se hallan llenos de complejos racistas. Se declara pro-judío y ridiculiza a los graciosos que en el music hall devanaban chistes antisemitas. Sin embargo, advierte de los peligros del Sionismo que podría tomar el testigo del catolicismo como movimiento nacionalista universal de cariz religioso. Uno de los escritores que más le desplace de su tiempo es Chesterton, ese escritor cockney que cree que la religión romana frisa por encima del protestantismo y el paganismo aunque no niega que el autor del “Candor del Padre Brown” sea un novelista original con garra y con genio. Como muchos británicos Orwell veía a la Iglesia Católica como un instrumento de colonización espiritual. El Vaticano fue para ellos una potencia extranjera. Dijo en su tiempo verdades de a puño. Sin embargo, gozó de la oportunidad de denunciar el estalinismo cuando corrían los más crudos vientos siberianos de la guerra fría. Él no lo sabía  porque toda su obra es dentro de su lucidez un barrunto con los ojos cerrados, pero contra lo que en realidad estaba arremetiendo este lobo estepario era contra lo que vendría al final de la guerra fría  tras la caída del muro de Berlín, el desplome del comunismo; se equivocó en un lustro porque su novela en lugar de titularse 1984 debería haberse llamado 1989:  fue cuando vino el doble lenguaje y la dualidad de pensamiento y el control del individuo merced a la introducción de la electrónica en el mundo de la comunicación. Verbigracia.: Snowdwn y Assange, Wikilileaks, las grandes agencias del espionaje que desde Londres y Washington espían nuestros mails y nuestras conversaciones por el móvil. Su gran libro 1984 no ha sido reeditado con la frecuencia que debiera porque es un manual de usuario para saber lo que está pasando en un planeta globalizado y unipolar. No convendría mantener a este gran novelista inglés en el ostracismo. Es un maestro del arte moderno de la literatura aunque muy poco convencional. Cada vez que algo le ponía de los nervios escribía una novela yendo así contra toda la preceptiva del arte narrativo. Fue un elegante periodista y escritor de escritores denso de ideas que dio a la estampa esas grandes utopías que fueron 1984 y Animals Farm.

 

 

 

 

 

 

VII

ARBÁS LUGAR MÁGICO

 

Se viene bien desde Busdongo corazón arriba entre gollizos gargantas y desfiladeros que jalonan el perfil orográfico de la Sierra Madre, torres románicas, pueblos viejos del antiguo reino leonés que guarda perfumes mágicos del arca sagrada de las Españas. La tierra empieza a ascender a levantarse, dueña de su empinación mítica pasadas las revueltas pinariegas del Rabizo. Yo siempre paraba en la Venta la Tuerta a desbeber y a dejar que se columpiaran mis niños en el pequeño parque temático de este antiguo corral de relejes para las diligencias que hacían la ruta de Asturias. Habré hecho el camino mil veces. La primera vez una noche de julio del 68 iba yo a probar mi primer seiscientos galano y a ver a una media novia que tuve en Oviedo. Aquel amor se ha muerto y ahora de vez en cuando la llevo un ramo de flores blancas a su tumba un cementerio entre castaños y cipreses sobre una colina vigilante del trajín fabril. Tengo las sensaciones de aquel primer viaje metido en los cuadriles de mi memoria. En Busdongo probé por primera vez la sidra y cruzado el puerto paré en una romería que había en el pueblo  más bonito de la península ibérica por la vista y el nombre que se llama Flor de Acebos  y ahora en lugar de flores a  María recuerdos y melancolías es lo que llevo. Estos parajes de montaña siempre han tirado de mí siendo una orientación o querencia inexplicable. Ya no bebo culines como entonces y Flor de Acebos es casi una aldea deshabitada razón la crisis la gente se va muriendo cierran las casas se derrumban los hórreos y ya no se escucha el cloqueteo musical de las lecheras que bajaban con la herrada a la cabeza avisando al son de sus madreñas ¡ay mozas de mi juventud! ¿Dónde se fueron que se hizo de tanto galán y caballero que fue de tanto frenesí? Lo risueño del pasaje no cura mis melancolías esta mañana de domingo manriqueño. Virgen de Arbás, ruega por ella, protégela en tu dulce seno. Ahora no me olvido cuando paso por estos riscos de encomendar su alma con un padrenuestro y me prosterno ante la tumba de don Luis Menéndez Pidal el restaurador de este templo y que tiene escrito sobre la lauda del arquisolio un impresionante epitafio que dice: “líbrale señor de la eterna condenación de la misma forma que él salvó de la ruina este templo”.

Por más que administrativamente estas laderas de los Montes Universales sean tributarias de León, en ellas comienza la tierra asturiana.  El hecho  ciertamente se percibe por el acento del bable allí hablado, así como por la estructura del románico  rural de las iglesias de aquellas aldeas reestructuradas durante el barroco siendo rey Carlos III, o, antes, tal vez, ofreciendo singular parecido con  los templos y monasterios a la umbría de Pajares (campanarios de dos ojos en lugar de torres como en Andalucía y ambas Castillas, exiguos trazados, con antojana en vez de atrios en lugares apartados y recoletos. Se trata de las Nonas o nueve monasterios ubicados al albur de estas montañas sagradas que enmarcan la entrada de las Asturias.

 Hasta la reforma cluniacense de Alfonso VII la archidiócesis ovetense, según creo, era sede primada y su jurisdicción alcanzaba hasta el Miño adentrándose en tierras lusitanas. Toda esta zona ofrece parajes bellísimos desde el Bierzo hasta Liébana con importantes núcleos monásticos (Babia,  maestros templarios, los conventos del valle del Órbigo y Baños de Luna así como Astorga, núcleo de la dominación romana) y toponimias excelsas que hacen pensar en su pasado romano: Ponferrada, Riello, Villablino, Bobia, Villarejo, Amio, Murias y otros enclaves situados a la estribación de la cordillera cantábrica al pie de los Montes Universales. En tales atravieses a la sombra de impresionantes cárcavas, gollizos, y esas sillas de montar tamizadas de canchales y cantos rodados, verdaderas autopistas por donde bajó el hielo del cuaternario que dejaron los glaciares,  se constituye el núcleo de la “fabla” (bable) astur leonesa que se escuchó durante la Edad Media de aquí hasta allende riberas del Duero, penetrando en Extremadura. Era el idioma del antiguo reino de León con sus usos y costumbres, sus fueros y sus instituciones jurídicas, su forma de aparejar y de construir,  además de una vestimenta con influjos moriscos.

A los notarios se los denominaba “fieles de fechos” y las casas eran construidas con galerías de madera por delante; adentro, el estragal o tinelo pero con poca portada y sin corral; mas bien, la quintana al lado de la casería. El almiar asturleonés y la corraliza sustituyen al pajar que tanto les gustaba a los vascos cuando irradiaron su hegemonía hacia Castilla. Extremadura, Zamora y Salamanca fueron la frontera prevenida  en baluarte contra la morisma por leoneses y asturianos.

A diferencia de vascos y gascones, los astures  no jugaban  a la pelota. En Asturias se ven pocos nidos de cigüeña  y escasean los frontones. Preferían los bolos y el Aluche (lucha leonesa) y con la unificación a Castilla se implanta el Fuero Juzgo o Derecho Romano del común, una de cuyas notas más salientes sería el decreto de las Cartas Pueblas para la repoblación de yermos y baldíos otorgada por Alfonso X el Sabio. De la premática alfonsina surgen las cinco Polas (Somiedo, Laviana, Allande, Siero, Lena) que debieran ser seis porque al cupo ha de unirse Pola de Gordón.

Remontada la cordillera, encontramos la Puebla de Sanabria en la confluencia de Galicia, Asturias, Portugal y Castilla la Vieja. Una de las regiones léxicamente más ricas de la Península es la sanabresa. El bable que se hablaba en la región nororiental de Zamora, poco estudiado, fue el gran cuaderno de campo de dialectólogos tan avisados como el profesor Alarcos de feliz memoria.

Una de sus tesis se refería a la fractura del latín; sus diptongos y la conversión de aspiradas y fricativas o viceversa darían lugar a las variantes regionales. Vg.: multus evoluciona a moito en portugués, molt en catalán mu en bable y muy castellano; fecit/ fizo, factus/ feito; cordis/ cordial/ curaçao.

La aspiración de la f como famis, farina, fons, es total en castellano (hambre, harina, hontanar) pero no desarrolla en el asturleonés; fame, fonte, farina.

Es un idioma, en cuanto al habla, riquísimo que desconoce la j y las guturales fuertes traídas por los árabes pero muy pobre en cuanto idioma escrito, carente de literatura (y sin textos que atestigüen no se va a ninguna parte), sin hacer mención además de la peculiaridad de sus variantes  dialectales (un bable en cada valle y en un tiempo en que las comunicaciones no eran buenas) y ello se debe a que los documentos estaban escritos en el idioma de la Iglesia del siglo IX al XII de la hegemonía astur leonesa.

Pretenderlo resucitar sin un cabal conocimiento del latín que da estructura y cimiento a las lenguas románicas es pegar palos de ciego. Por esto pienso que el bable moderno suena un tanto artificial y de pie forzado aunque no haya perdido su lozanía.

Lo mejor sigue siendo la entonación de un idioma tan melodioso y cantarín y con peculiaridades sintácticas como es la posposición del pretérito indefinido y el articulo reforzando al pronombre posesivo (el mío pa… dixomelo anoche un paxarín, etc.) que se conservarán siempre. Con el gallego y con el vasco unificado ocurre otro tanto al igual que con el catalán en liza con el valenciano y el mallorquín.

El castellano no aparece hasta finales del s. XIII cuando ya campeaba la fusión de los tres reinos. Es por lo que muchas de las voces en las que se comunicaba el vulgo desparecieron pero la labor de la iglesia en la aculturación y parcelación administrativa de esta región es verdaderamente gigantesca.

Sin los cartularios, los censos,  libros de apeos, las tazmías, los diplomas los documentos notariales de las donaciones pro ánima, los registros bautismales, nupciales y funerarios que anotaban minuciosamente los sacerdotes de la iglesia latina, sería una entelequia o vano ejercicio la labor de los historiadores. 

La iglesia trabaja de largo con esa parsimonia imperturbable ante el paso del tiempo y ese “festina lente” de los pendolistas monacales pulsando sus péñolas sobre los cuadernos de becerro en letras capitulares y caligrafía visigótica, cantando el salterio y rezando las Horas. Merced a su apartamiento y su distanciamiento de las cosas del mundo quedó estampado en tales documentos el afán y el trajín de un tiempo tan belicoso como solemne y entusiasmado con la utopía europea. ¡Sublime paradoja! De ahí que se dijera que España fue la cultura perfecta.

España y algunos obispados concretamente el de Oviedo archivísticamente son el país mejor dotado del mundo y la labor organizadora del clero, ingente.

Gran parte de nuestra grandeza  cultural y ese poder civilizador se la debemos a esos clérigos y frailes que vivieron y murieron en el anonimato.

 La demarcación política en provincias que trajeron las constituciones del siglo XIX es arbitraria y responde al talante ordenancista y centralista del ideario napoleónico y de la Revolución Francesa.

A mí me parece que no  fueron como se debe colocados los hitos y mojones de los límites. La división política no se compadece con la diferenciación natural de las comarcas. Las lindes eclesiásticas, por ende, se adecuan mejor, tanto al paisaje como al paisanaje, a la estructura mental de un país o de una región.

 Eso se percibe cuando se viene a través de la N.VI: después de remontar el Rabizo, dejando atrás la Venta de la Tuerta, percibes ya el aire asturiano, notas la brisa del verde. Los edificios poseen una estructura diferente, las casas con solana se dispersan por el campo. Se cruzan bellos paisajes e iglesias con estructura asturiana como es la ermita del Buen Suceso o el antigua priorato de Arbás (de “arva” campo de pación en Lat.) datos que revelan un pasado glorioso que no conviene olvidar en medio de este mundo sujeto a las intercadencias y bandeos de la globalización.

 

 

 

 

VIII

 

 

RECOMENDACIÓN DEL ALMA

 


Estuve a la cabecera de un enfermo, una persona muy entrañable para mí con el que compartí juegos de infancia y afanes.  El Señor ha querido llevárselo antes que a mí pero las lianas de la sangre y del espíritu se estrechan más allá de la muerte. Son más fuertes.  Le leí la recomendación del alma.  El escenario un inmenso hospital de Madrid.  Frío, aséptico, impersonal.  Escondemos la cabeza los humanos en gesto de avestruz y vivimos una época en que nuestra suprema realidad, la muerte para la que nacimos, es ocultada y ninguneada. Se presenta de improviso, inoportuna, y cuando menos la esperamos, descabalando nuestros planes y descabalgándonos de la querida vida.  Pero está allí presente. Ningún cura aparecía por allí.  Es donde debiera estar la Iglesia: a la cabecera de los moribundos, al lado de los afligidos, en las cárceles, en las Barranquillas, cerca del que sufre, haciendo un apostolado que hoy es más necesario que nunca y no lanzando anatemas por mor de la Educación para la Ciudadanía, predicando con el ejemplo - ya sé que hay una Iglesia oculta no la oficial y jerárquica que se guarda “propter metum Iudeorum” intentando ser correctamente política pero nuestros obispos españoles debieran cambiar el chip y hacer lo que hacen en USA que en eso los americanos, los franceses y los alemanes nos dan cien vueltas tratando de acomodar su acción pastoral a los tiempos laicos que vivimos y que bendito sea Dios y para honra de ZP no son de persecución: ganarse a la gente, fundando emisoras en monasterios donde se rece y se cante las 24 horas del día como están haciendo los ortodoxos rusos y no micrófonos que ladran en el éter de una España pagana y confundida pues hay pressura gentium, angor cordis. Y, si hay algún lector iniciado en las grandes verdades teológicas, sabrá que no hablo a humos de pajas- por aquello de zapatero a sus zapatos. En vez de seguir gozando de momios y de subterfugios. 

El enfermo estaba sedado pero consciente. Alguna vez me sonreía cuando, en castellano, le leía la papela de las grandes verdades, la que no perdona a nadie y a todos nos aguarda en el último recodo, impasible el ademán.  Somos seres para la muerte. Para ella hemos nacido.  Pero la muerte no es el final y los creyentes en comunión con la Resurrección de Cristo, nos preguntamos: ¿dónde está tu victoria di?  Mi primo es un tío muy bragado.  Siempre los tuvo bien puestos y no es que portase mucho por la iglesia, que su padre era sacristán y acabó un poco harto y escandalizado de todo aquello pero estas anécdotas accidentales nada han de ver con el meollo de su fe vieja y trascendente. Fue un buen padre de familia de conducta intachable que amó a su mujer y a sus hijos, un currante en el camión desde las cinco de la mañana.  Así que de vez en cuando abría los ojos me largaba una mirada triste y una sonrisa.  Y trataba torpemente de santiguarse lo mismo que hacía nuestro abuelo al que también vi morir. Agustín era un Galindo y los Galindo suelen ser gente altanera de bastante coraje que no se viene abajo ante nadie ni ante nada.  Una señora cuando me vio con la estola roja empezó a blasfemar y a decir disparates diciendo vamos hombre donde se ha visto.  Aquí la gente tiene unas tragaderas enormes para lo que tiene verdadera importancia y pone el grito en el cielo cuando escucha cantar latines.  El diablo hablaba por boca de las incoherencias e improcedencias blasfemas de aquella paisana pero yo muy por lo bajo y siguiendo las rubricas de un antiguo sacramentario mozárabe que me dio un viejo cura amigo mío le fui recitando las oraciones al oído.

 

 

Ponte en camino, alma cristiana, sal de este mundo en el nombre del Padre Omnipotente que te dio el ser y de Jesucristo  Hijo de dios vivo.  Que padeció por ti muerte de cruz.  Y del Espíritu santo que te derramó su gracia.  Y de la gloriosa Genitriz nuestra Madre Santa María.  Y de San José.  Y de todos los Ángeles y Arcángeles, Tronos y Dominaciones, Virtudes, Potestades, el Querubín y el Serafín.  En el nombre de los Patriarcas, Profetas y Evangelistas, Mártires, Confesores, Eremitas, Vírgenes y de todos los Bienaventurados del Señor. Marcha en paz a encontrar el habitáculo que te tiene preparado en la Santa Sión.  Por Cristo Nuestro Señor.  Amen.  Señor de misericordias y de clemencias que haciendo honor a tu misericordia infinita borras la culpa del que se arrepienta. Mira, benigno, a tu siervo, Agustín, y perdónale las faltas que pudiera cometer en esta vida de palabra, obra y omisión.  Renueva en él, Padre Piadoso, todo aquello que por la fragilidad de la carne corrupta o a expensas del diabólico fraude, haya podido transgredir y anexiónale al Cuerpo Místico de la Iglesia.  Ten piedad de su dolor y de su llanto, conmute ante sus lágrimas y admítelo a la comunión contigo mediante el sacramento de reconciliación.  Por Cristo Señor Nuestro.  Amen.  Yo te doy mis recomendaciones al dios omnipotente, querido hermano Agustín, y a Él que te creó del barro te confío. Recuerda que con su muerte paga el débito de nuestra fragilidad mortal y ten piedad de él y de todos nosotros.  Y haz que cuando llegue al Paradiso salgan a recibirlo las legiones de los Ángeles, la turba de los mártires y de los apóstoles y ciñan sobre sus cabezas la corona de laurel del triunfo y de los que mueren en Ti.  Que la Santa Virgen Madre de Dios le sonría y que San José le sea guía a tu presencia.  Apártense en esta hora crucial todas las fuerzas de las tinieblas y que Satanás con sus satélites no lo aterrorice.  Levántate oh Dios y pon en fuga a nuestros enemigos.  Desaparezcan los que nos odiaron. De la misma forma que el humo se disipa por la chimenea así se esfumen o como la cera se derritan ante la vista del fuego.  Queden confundido y derrotado el Tártaro y no me permitas que los ministros del diablo atenten contra el que llega ante Tu Presencia.  Sea liberado Agustín de todo reato, de toda culpa por los méritos de la Pasión de Cristo, tu Hijo y entre con él en los parados amenos del Paradiso y te cuente en el número de las ovejas de sus rebaños.  Sea escrito su nombre en la lista de los elegidos, no en el de los condenados ni precitos.  Para que, así, goce de tu paz por los siglos de los siglos.  Amén.

 

IX

 

EL CURA DE VERICUETO

 

 

 

Refleja la candidez y humildad de aquellos presbíteros aldeanos en la Asturias rural de pasadas épocas. No lo toquéis más que así es la rosa. Desde el siglo nono Europa se estructuró en parroquias, cánones, rentas. Al morir muchos fieles dejan sus propiedades al obispo. Sin las “donaciones por el eterno descanso de los difuntos” que dio pábulo al surgimiento de los monasterios no se puede entender la Edad Media. Así es la historia. Nadie la podrá cambiar ni el propio pontífice actual: un afán de eternidad que se compadece con las rentas, y del oficio surge el beneficio, el oro metal de gran pureza y explica un poco la codicia del párroco de Vericueto que era casto como el manso cordero y amaba a sus feligreses pero tenía una afición irrefrenable al julepe.

  Las sombras de los campanarios se proyectan sobre los campos. Una torre en mi lugar ¿Por qué no leer a Chesterton? La religión cristiana es evangélica pero también estructura, canon y arquitectura. Modulo y modulación porque la Iglesia era una sociedad perfecta que aspiraba a compaginar la ética y la estética en un eclectismo casi místico que sus enemigos pretenden convertirlo en un problema de bragueta. No; los hombres estamos hechos de barro y acusamos nefastas tendencias.

La modernidad ha dejado vacías y sin apenas contenido estas magnificas fábricas de los catedrales, los oratorios, los retablos, los coros vacíos,  no se escucha a los puericantores, ni a los chantres y sochantres. Los maestros de capilla del capiscol y las escolas que denominaban precentores se sumieron en largo mutismo, al igual que los púlpitos; se muestran solitarios los claustros, los tímpanos y toda esa grandeza que se explaya en la cúpula de Bernini, en el arte gótico y románico y en el pórtico.

Dicen los hermeneutas que la Iglesia que fundó el pobre hijo del carpintero se engalanó de oro y de riquezas. El evangelio, no obstante, se convierte en una religión mistérica a imperativos paganos de los ritos órficos.

Hay un Christus músico porque el alma humana es musical y cantando se reza dos veces y por supuesto que la fe entra por el oído, ya que hay cosas que percibe el corazón y que la razón no ve. La búsqueda de la armonía, la paz del alma, el concento de las voces y el contento de las almas ha sido una de las beatitudes de nuestra iglesia católica, formaban parte de su código de valores, reflejada tal vez en la majestad del Pantocrátor.

Ahora por lo visto en las galerías infernales suena la música rock y se escucha la algarabía de la confusión de Babel. ¿Qué fue de los himnos de Pascua, de Adviento y de Pentecostés, de los responsos? ¡Ay, acompaña a tu dios alma mía pues en el infierno no hay armonía y todo es estridencia global! Y a mí no me queda otro remedio que cantar con el salmista: “invaderunt tuam gregem lupi rapaces, ¿cur nos deseris?” (Lobos hambrientos invadieron tu rebaño, Señor, ¿dónde estás?). O sumirme en el ademán que recomendaban los místicos alemanes del abandono en las manos divinas ante lo que repugna a nuestra mente: gelassenheit (quietismo). En España y en la Iglesia ha dado la vuelta al aire y todo parece del revés. “Le Espagne ¡quelle folie, quelle affreuse demence”. No nos queda otro remedio que darle la razón a Víctor Hugo

Hay un Christus arquitecto, un Cristo taumaturgo y un Cristo pedagogo pero ahí está el pobre cura de Vericueto en su curato de las brañas dándole a la brisca o al señor cura de Arbín viniendo de la feria del Boñar con un potro del ramal que luego resultó caballo viejo, los gitanos le habían teñido la melena. O al magistral de Vetusta don Fermín de Pas el hombre con sus dudas y con su pasión sexual.

Y nada se diga de los jesuitas y sus aberraciones de Gijón que pinta Pérez de Ayala en su AMGD o los sacerdotes de su Educación sentimental. Estamos fraguados en barro y debajo de una sotana siempre alienta un hombre sujeto a sus pasiones y mermas de la naturaleza humana.

En un acto de humildad el Papa Francisco se ha confesado pecador. Arrieros somos y eso le honra. Quizá el futuro esté en ese desprendimiento de todo lo accidental, la renuncia a las riquezas y a lo honores. Quizás el futuro lo determine el cura de Cudillero con su carrito de la compra por las aleas del supermercado pero ¿qué se hará de los inmuebles, de los seminarios y de los conventos, de los noviciados sin alumnos, o de los tirocinios jesuíticos atestados otrora? ¿Una nueva desamortización en perspectiva con sus bienes mostrencos que suscitarán la codicia de las clases pudientes de manera que aquellas posesiones gananciales engrosaron el peculio de los que teñían bien cubierto el riñón como sucedió con la ley de Mendizábal?

Da pena ver iglesias normandas en Inglaterra habilitadas como pubs o discotecas. ¿No será esto una rendición o, cuando menos, una confesión de parte del fracaso de la iglesia, o el corolario a las reformas conciliares? Esto no ocurre en Oriente. La iglesia ortodoxa está viva y pujante para bien o para mal. Efectivamente la idea  de convertir los templos abandonados en lazaretos, asilos y casas de acogida en refugio de los sin techo y de las oleadas de inmigrantes que están llegando sin parar, como sugiere el Papa Paco, no es sugerencia desdeñable pero ¿por qué no meterlos en la iglesia de san Pedro y que el altar del confesión sirviese de hogar a los advenedizos en su mayor parte musulmanes? Menuda papeleta. No nos hundimos en tremedales. Para mí la respuesta la da el arcipreste de Cudillero con su bolsa de la compra, pidiendo la vez  y sacando número en la cola del Alimerka. La regla de oro nos la da san Agustín: “ama y haz lo que quieras” pero también san Ignacio (y eso lo sabe bien Bergoglio que es jesuita) en tiempos de tribulación no hacer mudanza. Señor, que vea

 

 

 

X

 

 

TOMÁS SALVADOR  NUEVO CERVANTES

 

Cuerda de Presos, fechada entre los meses de marzo a junio de 1953, es una de las grandes obras de imaginación que se editan en la postguerra. Un verdadero poema en prosa, análisis psicológico que revela grandes conocimientos del alma humana por parte del autor, y un homenaje a los abnegados hombres, escogidos entre los más selecto del pueblo llano que integran la Benemérita. Además de un canto a España en el paisaje de la solana de las montañas cantabro-artúricas.

El argumento se basa en la conducción o cuerda de un preso que realizan pocos años después de ser fundado el Instituto desde la localidad de Villablino en la raya del Bierzo hasta Vitoria, donde es reclamado el interfecto por una serie de asesinatos ocurridos en la región alavesa entre 1872 y el 76.

Los dos números del comando son Serapio Pedroso Buján, ya veterano y con muchos años de servicio, que corresponden a bastantes leguas de andadura, y muchos soles y muchos hielos en la hoja de servicio, peinando los caminos y Silvestre Abuín Corvino, bisoño y recién ingresado en el cuerpo.

Ambos adscritos al puesto de línea de Murias, en la primera compañía de la comandancia de Villablino, han de realizar esta misión de conducir al preso Garayo a manos del juez. Se trataba nada menos que del Sacamantecas, famoso asesino en serie.

Para los dos guardias civiles es un servicio más en medio de las dificultades y aperreo de la andadura. Para el penado un paseo hasta la horca. Su captura en tierras gallegas había significado para el pobre Garayo, una mente morbosa y enferma, niño maltratado por su madre y que tenía dificultades en su relación con las mujeres, un paseo hasta la horca.


Durante el viaje duradero once días justos el lector convive con las particularidades y manías de unos guardias civiles retratados al natural y acaba por  entender el por qué custodios y custodiados llegan a comprenderse y hasta tenerse simpatía, aunque el conducido sea un criminal que tuvo atemorizado en su día a todo el Condado de Treviño, sin menoscabo de las obligaciones del servicio y de los planes que urde el convicto para escapar.

Una noche en Cistierna aprovechando el pervigilio y la fatiga de sus vigilantes lo intenta pero su conato de fuga es abortado a culatazos. A partir de ahí, ya es un hombre vencido que marcha con la cabeza hundida entre los hombros, los codos trabados y el gesto sumiso. Ha de caminar siempre delante:

-No vayas tan deprisa, Garayo que no vas a ningún baile.

-Sí, señor guardia.

Esta corriente de simpatía es algo más que el síndrome de Estocolmo. Tomás Salvador que ha realizado un buen trabajo de campo y que con pluma maravillosa describe las vicisitudes de estas andanzas por el antiguo Reino de León bucea en la psique profunda del criminal donde hay un alma dulce y desdoblada por la violencia de unos instintos asesinos que el Sacamantecas no puede controlar. Es como el dispositivo de un resorte.  Cuando ve una mujer, en desquite de algún agravio inferido allá en la infancia o váyase a saber, se acerca a ella con las peores intenciones.

Fue un caso parecido al del famoso Destripador de Londres y de muchos otros violadores a los que su personalidad depara la corbata de hierro. Aquí se demuestra que son víctimas ellos mismos de una mala inclinación que no es otro cosa que una enfermedad mental.

Las ideas fijas, las fobias, las obsesiones que asedian su imaginación definen a Garayo como un psicópata. El libro es un tratado de metodología carcelaria y, amen de eso, bueno para saber geografía u ensanchar conocimientos.

Serapio Pedroso se nos muestra como un arquetípico civilón del XIX: duro de pelar, que no ha de bajar nunca la guardia. Con la disciplina, el uniforme, el libro de firmas, y los registros y partes de novedad. Cuando se brinda la ocasión, trata de leerle la cartilla a su compañero Silvestre al que aquel servicio arranca de los brazos de su novia gallega. A la par se sirve darle algunos consejos:

-Las mujeres son como Dios quiere que fuera. No hay por qué estrujarse los sesos.


La tercerola pesa lo suyo y el uniforme te hace ser austero y concebir la vida de otra manera. No es tampoco granjería el destino del cónyuge de cualquier miembro de la Benemérita. Siempre con los bártulos de un lado para otro y viviendo sin comodidad pero en la camaradería de las casas cuartel.  Compartían con sus maridos un magro pasar y una existencia de penurias y de sacrificios.

El servicio es el servicio. Y la pareja lo realiza en jornadas de treinta kilómetros, a veces un poco más, siempre y cuando no protesten demasiado los tobillos. Una conducción era de los de más responsabilidad y compromiso campo a través. Arriesgado porque el agro español era avispero de bandidos. La comitiva tenía que bordear los pueblos y evitar las ciudades. La vista de los reclusos inspiraba en los lugareños piedad, mientras para los guardias que los llevaban esposados con las manos a la espalda eran objeto de mofas e invectivas, cuando no  eran recibidos a tiros.

No se trataba de un cometido fácil. Los números habían de caminar con la tercerola al hombro. Hay un cuadro de Fortuna y otro de José de Alisal que por cierto era paisano del escritor, natural de Villada, Palencia, que revela lo dramático de la escena de estas conducciones cuando los presidiarios habían de ser arrancados materialmente de las manos de sus mujeres e hijos.

Los haberes y gratificaciones por este concepto eran de unos céntimos por lo que los celosos y beneméritos funcionarios  tenían que compartir el pan duro, la cebolla y algún tarugo de queso con los conducidos. El mismo agua, el mismo sol.  Era igual el cansancio. Al término de cada marcha que debía ser efectuada bajo luz cenital, nunca de noche, los tricornios de capas negras y correajes amarillos deberían hacer entrega del prisionero a la autoridad competente, que lo encaminaba al calabozo. Ellos pernoctaban en la casa cuartel, si lo había. Si no, en la posada.

Hay sociología, geografía y lírica en estas páginas.  En las que se deslía una verdadera poesía a la sierra del Bierzo y al río Duero de aguas claras y molineras que en la provincia de hace guerrero y prevenido en frontera. Pero sobre todo, Tomás Salvador exhibe una caudal de conocimientos sobre la historia de aquellas tierras a las que ama.

Era hijo de un hijo del Cuerpo. Había nacido en Villada (Palencia) y a la legua se nota que llevaba a la Guardia Civil en los tuétanos. Y esto determina que en su pluma impasible no anide jamás el resentimiento. Los civiles conocen a España y España les conoce a ellos. Esta índole de conocimientos les permite fijar el fiel de la balanza en un término medio. Ni el entusiasmo delirante. Ni el pesimismo a ultranza. Su política es, siempre que se pueda, pasar de largo y dejar las cosas a su aire. En aras del bien común conviene hacer la vista gorda.


Sin embargo resulta difícil no dejarse llevar por la emoción cuando la pluma de Tomás se mete en el alma de sus tres andariegos personajes: don Quijote y Sancho detrás de la sombra de un hombre arrepentido y vencido, pero con el mosquetón al hombre. Por si acaso, a sabiendas de que a la pareja en el descampado siempre puede aparecérsele un delincuente. ¡Cuántos de sus abnegados números impunemente perdieron la vida en emboscada al ser sorprendidos por salteadores que acechaban con su naranjero o los retacos metidos entre la faja, detrás de una peña o a la salida de una cárcava!

Por eso mismo, conviene cabalgar con tiento. Paso corto y vista larga. Y ojo al cristo que es de plata. Es añadido de algunos para cuadrar la máxima. En Andalucía dado lo quebrado de su geografía y para hacer frente al bandolerismo de Sierra Morena iba montada. Se les llamaba “los de a caballo”. Nutrían sus escuadrones contingentes jinetes bien apercibidos en la monta de caballos árabes.

Años adelante, la Guardia Civil se haría de infantería. El atuendo típico: borceguíes o piales, rara vez almadreñas, leguis o polainas, guerrera verde y pantalón de tela del mismo color, una escarcela para los partes de ruta y hoja de servicio, que también hacía las veces de morral para guardar el vino y una botija de agua (se les prohibía el vino cuando salían de correría), cartucheras de cuero, camisa de hilo, capote azul marino con forros y vueltas rojas sobre correaje amarillo, tricornio forrado de tela, mosquetón y machete a la cintura. En traje de gala, tan apuesto y donde los sastres se esmeraron por realzar la hombría de bien y la belleza varonil, el calzón es blanco y el tricornio va adornado con lengüetas gallonadas. Y una manta de Palencia para combatir los relentes que se solían terciar  como todos los soldaditos. Era el uniforme acostumbrado de la infantería española que se inspiraba en el ejército napoleónico.

“Es bueno andar.-escribe- el alma parece que se libera y deja de sentir las pesadumbres del infortunio”. Soldados de patrulla, peatones del bien común, fuerza armada que vela por la paz, y que ha servido a muchos amos por poca paga y dedicación constante.  Guardias que conocen la sed, el polvo y las incomodidades de la inclemencia meteorológica, pero siempre en su puesto. Sin despear. Sin derecho a la protesta. Su perfil se hace familiar apareciendo por la cintura del horizonte allá a lo lejos o de sorpresa al revolver de una garganta, surgiendo de una loma o alzando sus siluetas inconfundibles por el fondo de un barranco.

Son la sombra misma de Juan Español.

Carretera y manta. Paso corto y vista larga. Los civiles  han por nombra no murmurar unos de otros ni hablar mal del compañero. El Duque de Ahumada pensaba que la política era un mal necesario, menester al cual se dedicaban los más serviles. Aunque era consciente de que tenía que rendirles vasallaje en aras de la lealtad a la patria y su vocación de servicio.


Serapio y Silvestre hacían las rutas de las viejas legiones romanas, dejando a un lado la Ruta de la Plata, se desvían hacia Cistierna por el Itinerario de Antonino. Es un viaje lleno de aventuras novelescas y de vicisitudes varias que dan lugar a que el autor se luzca al describir sobre el mapa las costumbres, tradiciones e idiosincrasias de esta parte septentrional del Reino de León que él conocía bien. “La Cuerda” es a la vez un libro de viajes al uso de aquellos años de comienzo de la década que marca los comedios del siglo XX: “Judíos, Moros y Cristianos” y “Viaje a la Alcarria” de Cela, “Pata de Palo”, de Bartolomé Soler, primorosas narraciones de andar y ver, pero, como novela la del Sordo de Villada parece que aventaja a las demás.

Por el camino uno  otro hablan de sus cosas o se cuentan historias como los viejos peregrinos. El libro en cuestión tiene algo de novela de caballerías y de “morality”. Para entretener la caminata el guardia Pedroso draga sus recuerdos. En estos apólogos quien más sale a relucir es su abuelo, “un arriero muy listo cuando estaba sereno, pero muy poco cuando había bebido más de la cuenta”. Anotan toda la vida que les sale al encuentro. Por ejemplo, es memorable la entrada de un convoy de ferrocarril que entra en el andén de La Robla un amanecer de octubre o la descripción de la fiesta de san Froilán patrón del reino leonés en el Boñar. Los juegos de bolos y el chito o las peleas de Aluche.

Al llegar a Villadiego Tomás salvador nos ilustra sobre una cuestión de filosofía histórica y nos refiere cómo a los judíos nadie les quería por la usura y los continuos desmanes que su presencia ocasionaba en las ciudades. Los bandos de Pedro I fueron los síntomas de un primer  alzamiento  sionista contra los cristianos. El pueblo pronto les escogió como culpables de sus males. La corona de  Castilla hubo de intervenir poniendo a las aljamas bajo jurisdicción real.

Fernando III otorga una premática en virtud de la cual todos los judíos podrían acogerse a sagrado en la iglesia de san Lorenzo de aquella villa. De ahí viene la famosa frase de “tomar las de Villadiego”.

Uno corre el peligro de perderse en soliloquios extasiado ante la insólita maestría de esta obra al seguir los pasos de estos tres seres humanos. Un criminal camino del patíbulo y sus vigilantes. Tres hombres que dan pasos por el sendero. Con ellos aprende a resguardarse del frío y del calor, a aguantar la fatiga y el hambre. Fijándose en la estrella Polar emprende el derrotero del norte. En Villalón se inicia en los secretos de la fabricación quesera. Que por cierto el cuajo que se derrama por las cinchas le vale al guardia Pedroso para alivio de su conjuntivitis. “Cerca de Poza de la Sal - el pueblo de Rodríguez de la Fuente- la vista le empezó a dar guerra. Parecía tener arena en los ojos”. Una buena mujer le saca una tarriza llena de cuajada y con ella se unta los ojos enfermos. “Ya no tendrá que pedir la baja”.

En lo alto de la torre de la iglesia de Mora dos cigüeñas parecen estar jurándose amor eterno mientras que con las dos tarreñas de su prolongado pico machacan el ajo. Es otoño pero por las noches en el campo se escucha machacona la estridulación de los grillos. Unos arrieros, ahítos de vino, discuten a la vera de un camino. Han desenganchado y sus monturas descansan y rumian al pie de los brancales de un carro. Pero al ver venir los guardias cesan al punto la riña y se quitan las boinas con respeto.


-Buenas tardes y menos voces. ¿Adónde se camina?

-A tierra Gordaliza del Pino para lo que quieran ustedes mandar.

-Con Dios.

-Vayan en su compañía, señores civiles.

Poco más adelante, unas lavanderas restriegan su colada a la sombra de un alisal ribera del Órbigo y lanzan miradas subrepticias para Silvestre el guardia joven, pero su compañero profiere un comentario jocoso y aguas que no has de beber déjala correr pero el guardia Silvestre Abuín no puede por menos de sentir saudade de la novia que dejó allá cerca de Ponferrada. El deseo siempre tira. Unos lavancos festejan posar entre los carrizos de un cilanco y luego espantados emprenden un viaje raudo y multitudinario como si fuesen de boda. El preso les mira con envidia y sus acompañantes se hacen a un lado para dejar a las aves pasar.

Erasmo Soria, natural de Salamanca, hablaba en verso y cuidaba de los encuartes o corrales de relevo de la antigua diligencia en la mansión o descanso de la ruta que conectaba en poco menos de 24 horas a Burgos con Bilbao. El trío hace un trayecto corto en este medio de locomoción y se sienten volar. A Pedroso lo encajonan en la rotonda o compartimento vigilando al conducido mientras su camarada trepa a lo alto del pescante con el delantero y el postillón. Se escucha el golpear de la tralla y el bramido de las ruedas, una revolución de flejes y muelles que se disparan hacia adelante y hacia atrás. La diligencia era el último grito de la velocidad. Tomas Salvador hace un nostálgico canto a este carruaje al que por aquellas fechas le quedaba algo más de medio siglo de vida.

Las descripciones que realiza lo mismo que las observación son las de un genio. Lo mismo hay que decir de la acción y el interés que reclama la atención del lector. Todas estas virtudes le confieren el título de novelista mayor de su generación. Dio a la estampa tres obras maestras, tres clásicos, de una tacada: “División 250", una de las mejores historias de la segunda guerra mundial, “Cabo de Vara”, y “Hotel Tánger”. Sus producciones no se parecen ninguna entre sí.  Cultivó no sólo el tema psicológico y la literatura carcelaria sino también obras de ficción y hasta literatura para niños. A Tomás Salvador, al que recuerdo embutido en su camisa azul poco antes de morir, en un reportaje que le hizo Lalo Azcona, con su cara de comisario pachón, no le perdonaron ciertos desvíos de lo que hoy se considera la corrección política aunque no fuese de ningún bando. Él no devolvió la pedrada. Era un guardia civil con un concepto de servicio de Estado. Decepcionado de la política y por los vencedores, colgó la chapa y se dedicó íntegramente a la literatura. No tuvo dificultades para publicar pero nunca ganó dinero. Se ganaba la vida con un quiosco en las Ramblas. Tenía un concepto humilde de su oficio y en “Cuerda de Presos” llega a aparecer él como uno de los múltiples personajes del retablo según una tradición de colarse de rondón en sus propios libros. Ya lo hicieron Cervantes, Petrarca, Bocaccio y el Dante. Él se convierte en zapatero. Escribir una novela lo comparaba a hacer un par de zapatos.  Un novelista no viene a ser sino un maestro de obra prima, pero, ojo, que él lo bordaba. Abordó, insistimos, todos los géneros desde el infantil hasta el de evasión pasando por el histórico. Con mucho “Cuerda de presos” nos parece su entrega mejor. Labra en él un monumento a la sufrida Benemérita. Escrito con el corazón grande de un buen hijo del cuerpo, el final es enternecedor. Cuando entrega Pedroso a los miñones a su pupilo siente como un cosquilleo en los adentros al tiempo que le entrega todo el tabaco y todas las vituallas que porta en el morral. Siente una pena infinita y demuestra que el Sacamantecas no es más que un pobre diablo. Su obsesión con las mujeres le venía de los malos tratos e inseguridad incoada en las palizas recibidas de mano de su madre, pero el mundo es así. Está mal hecho y hay cosas que no tienen solución. Hay gente que nace para ser carne de presidio y de horca. Garayo, verbigracia. ¿No habrá un Dios que se apiade? Y si El no se apiada, porque está lejos o demasiado alto, ¿no nos tendremos que apiadar nosotros que también somos victimas y viruleros de grado o a contramano porque la humanidad no cambia? Esa parece ser la tesis de esta pequeña gran obra de arte escrita desde la resignación y majestad cervantina.  

En el camino de vuelta y ya de correría, no de conducción penal, Tomas Salvador sentado en la tajuela de su chiscón de zapatero, los vio pasar. Les dijo adiós con la mano y volvió a su lezna y a su bramante.  Un buen libro se confecciona igual que un par de zapatos a la medida. Con paciencia. Con tesón. Metiendo el tirafondo con maestría. Que ensamblen todas las piezas y que el conjunto ofrezca la impresión de un totum continúum a prueba de tropezones y caladuras.

En estos días críticos de sobresaltos, amenazas y revanchas, cuando suenan clangores de guerra en lontananza, la obra del Sordo de Villada (consecuencia de los estampidos artilleros de cuando estuvo en Rusia en el Voljov) es un referente de perdón y de misericordia cristiana. Pocos han entendido igual que él lo que es un guardia civil ni nos han demostrado a lo largo de toda una saga de historias que nos elevan el ánimo y nos hacen sentir mejores la grandeza de ser español.  Hoy es un autor olvidado y preterido. Algunos hasta lo llamaron loco. Ni sus propios camaradas lo entendieron. Por impolítico. Sin adscripciones determinadas ni bandos y eso aquí parece que no lo perdonan.

 

 

 

 XI

 

 

GUARDIA CIVIL AL SERVICIO DE UN ESTADO REPRESOR

 

Murió la Matute y se disparan los panegíricos a los escritores del régimen pasó igual que cuando la muerte del García Márquez se dispararon ditirambos y cantos epinicios cuán bueno era la política infarta la literatura es la táctica de la culebra reptante y hay algunos libros que hieden a la peste masónica. Olía a cadaverina en la feria del libro no acudí al paseo del Retiro este año para qué para verle la cara a ese sacristán mediocre que prepara las velas de los turiferarios del sistema y construye las casetas feriales durante todo el año para tener a la vista durante quince días todo el año. Compartí sotabanco con ese sacristán me dieron un pupitre sobre el que acodarme recado de escribir y un ordenador y en ese exilio dorado me tiré los últimos cuatro años de vida laboral que no fueron fáciles hasta recibir la absoluta de la jubilación. Fue una especie de recompensa a mi vocación de escritor recuerdo el rostro agradable de la bella Maite y todos aquellos libros que me daban escolta todas las tardes alguna visita a la cafetería de la esquina las buenas tardes a las conserjes y la vigilancia de aquella mujer de la limpieza zamorana del pueblo de los garbanzos. Mi literatura nada tiene que ver con la de estos escritores supervaloraos. A Gabo fui incapaz de hincarle el diente. Demasiados años de soledad, hojarasca tropical y novelas de iniciación en cuya verborrea se pierde el lector y títulos excesivos que han pasado a ser frases hechas. El coronel no tiene quien le escriba. Fueron nuestros nombres raídos del libro de la vida pues qué bien. De Ana maría Matute no conseguí terminar su “fiesta al noroeste” creo que el tronío que se la dedica obedece al hecho como el de carmen Laforet de ser mujer en la recia feminización de la literatura campaña en la cual andan inmersas las logias la fama tiene que ver con el hecho y el cohecho hoy firman novelas hasta las chicas de la tele.

Un lustro transcurrido de mi jubilación y ha prendido en mi el afán de escribir y de publicar que es para lo que he nacido y me doy con un canto en los dientes y por más que postergado les hago un corte de mafia a los serviles del Establecimiento. Voy a mi aire con tanta fuerza que el otro día pedaleé hasta Avilés  tres horas de día y cuatro de vueltas y al tomar el empalme de mi aldea donde me pusieron la multa los civiles y me quitaron el carné desde mi bicicleta vi un sol enorme que caía como una hostia dorada sobre el horizonte y se hundía en la mar hermoso espectáculo una fiesta al solis invictus  era la víspera de san Juan, la onomástica de los Juanes, ivanes, Hans. Me metí en la cama despeado pero feliz dando cabo al último capítulo de la enorme novela de Tomás Salvador cuerda de presos. Es un libro lleno de sabia ternura de ponderación imponente estructura estilística dentro de su sencillez y el robusto acerbo lexicografito que resucita palabras del buen decir castellano. Homenajea al sufrido pueblo español representado por esa religión de hombres honrados que es la guardia civil pero no esta guardia civil que manda a recaudar a los agentes de trafico y freír a multas al ciudadano la ministra de la cosa esa judía catalana que se llama María Seguí bajo cuya férula la sufrida benemérita como en Casas Viejas vuelve a ser un instituto represor. Por ahora sólo son multas de tráfico. Pronto se ordenará la consigna de tiros a la barriga al estilo de Manuel Azaña. La serpiente sigue arrastrándose en su propia baba. Sin embargo, la relectura de esta novela ha constituido para mí un homenaje y el mejor regalo onomástico de san Antonio en los setenta años que acabo de cumplir. Atracón de palabras y de belleza un verdadero tour de force narrativo libro de andar y ver. Camino de la horca desde Murias en León hasta Vitoria en el señorío de Álava llevan preso a Juan Díaz de Garayo y Argandona alias el Zurrumbón  y el Sacamantecas asesino en serie que se llevó por delante a ocho mujeres año 1870 escoltado por los números Serapio Pedroso Buján y Silvestre Abuín Corvino del puesto de Murias de Paredes primera compañía de la línea de Villablino comandancia de león. Circulan por brañas y barrancos, cruzan ríos como el Órbigo el Esla, el Ebro o el Recachichi la manta terciada el tricornio con visera y la teresiana sobre el cogote. El presidiario las manos atadas no lleva nada, va por delante semidescalzo pero comparte el magro yantar del zurrón de los guardias. Se entabla una relación humana en la cual prende cierta ternura o por lo menos compasión hacia el asesino un alavés que fue monaguillo iba para cura se sabía el confiteor y tuvo siempre dificultades en su relación con las hembras. De las ocho que mató todas eran viejas y del oficio. La primera vez fue por el pago de un servicio, la saludadora le pidió un real de más y esta deuda fue la causa de que acabara la pobre mujer estrangulada al borde de una cacera. Vaya un tío por dos reales que se decía en la España de aquel entonces. Es el tiempo de las guerras carlistas de conmociones políticas y de grandes inventos: el tren, la fotografía, el regadío, la diligencia y los corrales de relevos que habiendo nacido al mismo tiempo que la Benemérita en 1844 tendrían una vida efímera. Las postas dejan de existir arrolladas por el ferrocarril, luego por el automóvil pero supusieron un adelanto notable ya que acortaban el tiempo de los trayectos. En el siglo XIX, antes de la llegada de la diligencia, de Oviedo a Madrid se tardaba día y medio. Jovellanos invertía en este mismo viaje según cuenta en sus diarios tres jornadas. Los corrales de encuarte fueron un tópico poético que atrajo la pluma de Campoamor, de Larra, de Pereda, de Clarín y de Espronceda. Se entablaban amistades y surgían relaciones que duraban toda la vida durante el viaje y los escritores románticos no dejan de acusar en sus narraciones el vaivén de los carruajes los saltos de los baúles y maletas del equipaje en la baca, las mulas delanteras disparadas a la carrera los juramentos del auriga en el pescante, el estruendo de los flejes y los saltos en los baches el gemir de las ruedas, el chirrido de las galgas de frenado. Había comenzado la era de la velocidad. Tomás Salvador describe a un personaje triunfal todo un Eneas de aquella Ilíada que eran los corrales de encuarte donde descansaban y se hacía el relevo de la tracción de sangre los carromatos don Erasmo Soria jefe de enganche en  uno de estos corrales perdidos en la provincia de Burgos cerca del desierto de Lora que hablaba en verso… era como el pan bendito el que lo tiene lo come y el que no se queda frito… “Erasmo Soria me llamo natural de Salamanca con la derecha me persigno y cuido mulos con la manca”. Desde su ventanilla controlaba don Erasmo las hojas de ruta y de pascua adviento en aquellas soledades oteaba el paso de los correos. Era un hombre acecinado con la nariz como un cuchillo… “vivo yo en mis soledades llega el viento y yo le canto. El que se cruza en mi camino se cruza en mi entendimiento libre de ver la ocasión y comprender la opinión que sustento de vivir cara al tiempo libre alegre y satisfecho”… este funcionario que se dirigía a los pasajeros hablando en aleluyas era el último de la estirpe de una raza de versolaris. Hay otros personajes inolvidables como aquel doctor  de Coculina cerca de Poza de la Sal que van a visitar. Cae la noche a Serapio le duelen los ojos el polvo de las roderas le ha ocasionado conjuntivitis les recibe su mujer uy cuanto tarda le habrán llamado para asistir a algún parto. Sí… sí… un parto. Los civiles van a dormir a la posada y a la mañana siguiente cuando ya están en ruta se presenta el bueno de don Ubaldo a caballo pidiendo disculpas y excusas no pedidas acusaciones manifiestas. Al galeno por lo visto le había surgido un compromiso que poco tenía que ver con Hipócrates sino con Venus. Le receta a Serapio unos mejunjes caseros calomelanos sulfato de cinc y una pomada de nitrato en la córnea. Por lo visto lo que tenía el agente de la autoridad era un catarro a la vista por la falta de higiene y porque en una de las pernoctas agarró un virus de una persona enferma con difteria. El sufrido número de la Benemérita se siente mejor pero en Villalón le dan a beber el suero de una tarrina y luego se lo aplica a los ojos y nota un gran alivio. La cuerda hace pensar a veces en las aventuras del quijote pero en ternura y compasión hacia la humanidad compungida este tremendo escritor de Villada supera a Cervantes por su lirismo por su conocimiento del alma humana y por la didascalia. La novela es una narración de historia y de geografía planteada desde el amor a España vista a través de los ojos cansados de un guardia civil veterano y otro más joven que sueña con casarse cuando acabe la conducción del Sacamantecas con una moza en León que se llama Camino. Se calcula se tasa y se pesa por el modo antiguo de áridos y líquidos fanegas celemines, adarmes y onzas heminas cahices leguas libras azumbres arrobas y varas. Una legua 5.6km son 666 varas y un cahiz 666 litros. Es impresionante el acerbo léxico que acerca al lector entrañándole con el paisaje y el paisaje. El libro es como una melodía en que se registran los mejores sones de las viejas palabras de los pueblos de la provincia del norte de León, Palencia, Burgos en la raya con las montañas y es un canto a la GC. Guardias civiles hombres de aquellas tierras redimidos del arado soldados civiles de pueblo en pueblo siguiendo la tradición de los merinos, los miñones forales cuadrilleros de la santa hermanada corregidores y corchetes y alguaciles. El guardia civil es un soldado del pueblo al servicio del orden y la ley instituto fundado en un tiempo de convulsiones políticas en la lucha contra el bandolerismo. En Andalucía era un ejército montado y en Castilla se hizo de infantería, iban de dos en dos, adalides del compañerismo, si te llevas mal con el otro mejor que te tires al río. Sus servidores conocen el aperreo diario de las marchas y correrías por el campo el fusil al hombro nunca en bandolera cuando se iba conducción, las polainas cubiertas de polvo, la teresiana cubriendo el cogote, la manta terciada, pernoctando en campo abierto cerca de los lamederos de las dehesas boyales o en puestos de línea mal abastecidos, los jergones cubiertos de mugre y de chinches. Garayo el pobre es capaz de afeitarse utilizando la lija de una caja de cerillas y de quitarse los pantalones con los grilletes amarrados a los tobillos. Marcha unos pasos delante de sus guardianes con la cabeza hundida entre los hombros los brazos péndulos. El guardia civil es un soldado del pueblo con la cartilla y el libro de firmas siempre a mano. Uno de los artículos del reglamento prohíbe la burla y la murmuración. Mas, si dura es la vida de estos abnegados números de la benemérita mucho mayor sacrificio era el de sus esposas, expuestas a largas desapariciones del marido que salía de correría o a traslados con los enseres en un carro de un puesto a otro. Hay un momento al final de la novela en la cual el guardia viejo no puede más, se rompe, está harto de servir a un amo oculto que le paga pero a quien desconoce y sabe poco de su sacrificio. Es la escena cuando llegan despeados con el prisionero a Pancorbo y un sargento jefe de línea le lee la cartilla a Serapio y le recuerda que muchos de sus compañeros se encuentran en similar situación: “mire, muchos de nosotros perecieron de frío o ahogados en las riadas abrasados en los incendios pero ellos sabían que la mayor fuerza es el ejemplo y que el ejemplo obliga a ir mucho más allá adonde vaya el más valiente, el más honrado, el más sufrido de los hombres. Y la GC ha querido ser siempre ejemplar aun sabiendo que más allá del deber y del ejemplo está la muerte. Sin nombrar a los miles de camaradas que ahora cruzarán las carreteras de toda España, quiero que sepa que la fatiga de ahora ha sido la fatiga de siempre”.

Tales frases harían en sí mismas memorable a este libro pero por el mismo se cruzan personajes que no han sido nunca tan bien trazados en la literatura española ni por el mismo Cervantes como el maestro del Boñar que sabía todo sobre las calzadas romanas o la cantinera que con sus sesenta años a cuestas servía el café a los soldaditos de campaña en un cuartel de infantería, las lavanderas, los cantemisas, las ferias o el fotógrafo Dupont un francés itinerante que retrataba a los paisanos o el pintor Valdivieso al que dieron una paliza por haber hecho un cuadro muy sugerente del cuerpo serrano de la mujer de un alcalde. Tomás Salvador capta la vida de la España del siglo XIX con la misma pericia que lo hizo Cervantes con la del XVI o tal vez mejor. Es una injusticia que un tesoro de tanto valor esté arrinconado. No se le hizo justicia, puso una editorial y se arruinó,  camisa azul pero con Franco y sobre todo con los franquistas no quiso saber nada, se le heló una mano en el frente del Este, y de su experiencia en la Blau escribió una novela profética sobre el resurgir de la Rusia cristiana y de la resurrección de aquellos soldaditos ruskis que vio morir al otro lado de las empalizadas en los combates de Leningrado, División 25o, montó un puesto de periódicos en la Plaza de Cataluña y se lo cerraron. Murió en la miseria. Hijo del cuerpo, se hizo policía de la ronda secreta en Barcelona, de mozo lució la Por eso me enoja tanto pasearme por las casetas de la feria del libro para encontrarme con tanto sacristán tanto profesor mediocre y escritores de alubión. España desprecia cuanto ignora y eso es un ominoso designio que nos persigue. Cuerda de presos no es un thriller ni una novela romántica no hay sexo ni casi trama pero debiera ser libro de lectura obligatoria en los parvulario y por supuesto en la academia y en los cuarteles de la guardia civil el benemérito instituto de cuya probidad y lealtad se han aprovechado  gobiernos de todos los pelajes y colores. Tomás Salvador no morirá nunca. Su recia prosa castellana iluminará el camino de las nuevas generaciones. Cantó a la GC y dijo que el benemérito instituto no ha de ser un cuerpo represor como pretende el actual gobierno del mr. Rajoy aunque no cabe esperar otra cosa del inepto pontevedrés al que llaman don Rajadizo el Mirífico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

XII


CANTAMAÑANAS Y BUTANEROS. NUESTRO NUEVO PERIODISMO

 

Ya cantan los pájaros al albor. La primavera se adelanta. Llueve. Menos mal. Grande eres en tus obras, Señor. Rezo el salmo 62 de Laudes del Oficio Parvo a Nuestra Señora. “Ad te de luce vigilo”. Hay que estar en guardia contra tanta cabeza de chorlito. Esa plaga que nos invade. Ya están aquí los butaneros y cantamañeros. Entre col y col una lechuga. Entre cuña y cuña comercial un mitin. Tararí... tí... Ti. Alzamos al redoble de tambor y toque de cornetas, prietas las filas, montañas nevadas.

Por favor no me pongan ese pasodoble tan nostálgico de la España que perdimos que mi alma se desinfla. Se enternecen mis fibras y las piernas se me vuelven flan y los dedos huéspedes. Y me entra un cierto desapoderamiento de los sentidos. España es una y cabal. No volvamos a partirla en dos. Nosotros seguimos en esa misma demanda y llevamos repitiendo esta consigna de reconciliación lo menos ocho lustros. Ni la izquierda deletérea progresista y a veces sin sentido nacional. Ni la derecha nostálgica, ególatra, testaruda y que no piensa en los demás. Mi corresponsalía en Inglaterra y Washington me llevo a la persuasión de que somos un pueblo grande y hermoso pero con frecuencia manipulable y papanatas. Esto es caer en la trampa de la guerra civil. Y desde entonces me fío poco de los de Oxford y Cambridge. Mi alma mater es Alcalá.

 Me gustaría ser paloma que sabe convivir con la bandada. Es un ave cándida y social. Más que halcón egoísta y rapaz volando a su aire. Pero aquí los halcones con harta frecuencia se convierten en pavos reales muy finchados y despampanantes desplegando su bonita cola pero que son incapaces de volar. Volemos pues. Y volar es convivir de la misma forma que gobernar es transigir. Perdonar. Se nos va la fuerza por la boca. Dos pasos delante y uno detrás.


Me desenchufo o le doy al guial -amigo de las ondas cortas y del DX, distancias desconocidas que llegan por el cañón de los sueños, ese gamellón de la imaginación, tubos catódicos, brahones y retahílas. Y abandono las estacionales nacionales. La radio enchufo, un poco más de música, maestro, y no tanta información/desinformación. Menos palabrería. Es la radio el mejor instrumento de transmisión de ideas, afectos, sugerencias (deberían sacar más los micrófonos a la calle a ver lo que el pueblo opina, vox populi, vox Dei) puede convertirse en un instrumento de incomunicación. ¿Serán galgos o serán podencos? De todo hay en la viña del señor pero esos gigantescos programas mañaneros cuando canta el ruiseñor y suenan las arengas y los mítines - parece ser que hay montada toda una estrategia del horror y del encono, pero a fin de cuentas esta es la democracia o la de unos pocos con derecho de pernada y de opinión- ponen al oyente en pie de guerra, no son ideas. Cesen las crispaduras. Ese  que tiene la voz un tanto aflautada y la cara de máscara. Es un clown. Más feo que Picio y listísimo más listo que el hambre y la verdad es que no lo hace mal. Imposta la voz, maneja bien el castellano pero no es más que un mimo, un momo y ambos vocablos dan en memo. Su voz sale de las cavernas de la derecha antisocial. No creo que le importe demasiado Miguel Ángel Blanco y tampoco condenando a la horca a De Juana le vamos a devolver la vida ni a él ni a los guardias civiles pobrecitos que alevosamente tronzó en la flor de su edad. Ya los pagará. Si no es en esta vida en la otra. Tiene mucho purgatorio si es que no va a las calderas de Pedro Botero -que será lo más probable- de morros y de cabeza. Y mientras le llega su hora, carne de frenólogo y de manicomio. Dios proveerá y dios lo juzgará. Además, fue excarcelado por una disposición incomprensible de los del fraque y la toga.

 Un juez en tiempos de Aznar le redujo cadena y los dos mil años de condena se quedaron reducidos a dieciocho. En agua de borrajas. Total.  Son ladridos las que se ponen en circulación: chantaje, manos blancas, presidente al paredón. Ultraje y las palabras se vuelven espadas y consignas y el personal las repite como loritos en las tertulias en los chats y en los foros. Clama la voz, la mía, en el desierto. Calma, señores. Un poco de recapacitación.

 Aquí lo que importa es el muerto. El cadáver sobre la mesa. Un muerto mil votos. Cincuenta mil. Un millón. ¡Qué triste realidad! Así que el personal marcha camino del trabajo y se apretuja en el metro o en el autobús repleto de hordas haloetnicas, que seguramente el siglo XXI va a ser el de las grandes masas, del descorrimiento de pueblos, de la perdida de ese centro de equilibrio que era Europa y el cristianismo en su mejor versión la católica, con el cabreo de haberse desayunado el sapo mañanero. A las masas se las maneja mejor con el horror pero este axioma determina no pocos retos a la libertad de expresión.

 

 

 

 

 

 

XIII

                                DEMOCRACIA Y CORTE INGLÉS

 

 Ruede la bola de la información-desinformación. El control de las prensas y de la palabra o la imagen que baja por el éter puede llevarnos a una nueva era de hombres robots con el cerebro bien lavado mas no así el corazón. Los trusts y los grupos de comunicación se imponen y hacen la guerra entre ellas. Recuerdo a principios de los noventas las luchas internecinas entre servios y caníbales. El grupo Z y el grupo Prisa y el de la Cope capitaneado por Antonio Herrero. En esa lucha de golpes bajos y patadas en la espinilla valía todo. Desde la difamación hasta la más inaudita vesania. ¿Es que llevaba razón aquel vasco que dijo y ahora lleva una vida monástica en un pueblo de Guadalajara que somos una tribu? Leguineche quiero decir. Gran reportero de todas las guerras pero creo que esto le viene un poco estrecho. Como a mí que estoy de vuelta de todo. Pues muy bien somos una tribu. Que pasen los periodistas y coman que dijo el ínclito Romanones.


 Las espadas están en alto siempre en esta maravillosa profesión donde han resucitado querellas antiguas sin la crudeza del siglo XIX desde luego(recordemos que Azorín, el impávido Azorín, fue a por Maeztu que era algo vehemente y que había puesto la novelística del autor de Monovar del Campo cual hoja de perejil) con una navaja cabritera y al ceceante Valle Inclán el de las barba de chivo lo dejó manco otro colega Manuel Bueno con un verduguillo, la herida se le infectó, los duelos de la literatura fueron famosos en aquel tiempo y yo he visto a un colega en Londres atizarle un botellazo al corresponsal de un diario de la competencia) estas determinaciones ab irato de poco sirven pues la violencia es algo inane pero son el pan nuestro de cada día en esta profesión. Uno tiene que llevar rodela y hasta un coselete antibalas creo que eso ocurre aún en Hispanoamérica cuando se va a la redacción. Uno escribe y uno habla desde la dilección y con un afán ético o moralizador, o al menos así debiera de ser, desde la sátira y desde el perdón, pero no hay manera para no hacer -dulce razón de amor- de mi querida patria una España encabronada y acojonada

. Pero la crispación, esa palabreja que tanto se usa ahora, llega por el aire y el Evangelio me dice “no luchareis contra los hombres y la carne sino contra los malos espíritus que viajan por el aire” (palabras de la ordenación de diáconos en la Iglesia grecolatina). Y el advenimiento de los grandes Midas de la comunicación todo un fenómeno sociológico. Seguimos luchando contra los molinos de viento aun corriendo el riesgo, ya lo sabemos, de acabar con los huesos quebrantados y molidos. Peleando con la dialéctica de la destrucción, oye. En esta sociedad de la imagen parece ser que el hombre carece de vida interior


. Su existencia se desarrolla hacia afuera. A mí que me dejen en paz. Fútbol. Quiero Fútbol. Panem et circenses. En algo hay que entretener a las masas y mantenerles distraídos. Dales pan y circo ¿Y a los periodistas? Que pasen y coman. Hay que ver que contrajodido y puñetero era ese conde. Y los medios de comunicación dejaron de ser un servicio público para convertirse en la bandería de los intereses comerciales. No me quejo. Esta es una democracia vigilada y hay que ir de compras al Corte Inglés.

Es la vida moderna. O lo coges o lo dejas. Y la cosa empezó con Franco que trajo aquí a las grandes multinacionales. La Revlon, la Perkins, la John Deere, General Electric. Etc. uno escribió una vez en contra de la Westinghouse y la standard cuando estábamos comprando centrales nucleares a Estados Unidos y por poco me echan del “Arriba”. Un lector escribió una soflama contra mí. Me llamó buey. Ya estoy muy acostumbrado a este tipo de dicterios y tengo anchas espaldas aunque carezca de la entereza e importancia de Calvo Sotelo. La guerra civil vino como resultado de una crispación que yo lo he estudiado bastante bien por antiguas rencillas entre militares africanistas y peninsulares. Recíclese, don Verumtamen. Pues me reciclo pero a lo mejor no lo consigo Eso lo logró un genio de la comunicación que se llama José María. Se acabó el tiempo de las plumas galanas y de los nombres rimbombantes. Y vinieron los García los del Olmo las Encarnas de día y las encarnas de noche, degollaron a Balbín que en su programa La Clave había conseguido un nivel de excelencia como en pocas televisiones del mundo con la excepción de la alemana y la francesa se había adquirido. Lo descabezaron alegando que su audiencia era de minorías, lo que era un infundio, y vivimos en los tiempos de las grandes masas. Furbo... Furbo y salsa rosa, se ha dicho. Butaneros y cantamañanas y la información se ha tornado alienante y alienígena - tratando de emular a los anglosajones- aunque ha vuelto la tradición panfletaria del libelo estilo siglo XIX. Por esta vía se puede aniquilar perfectamente el alma de las naciones y crear un nuevo tipo de sociedad con otros atavismos y tics. El lavado de cerebro suma y sigue y la verdad es que la Iglesia que está en la mira de esta labor de zapa no lo ha querido ver o, si no lo ha querido ver, y por aquello de si no les puedes vencer únete a ellos, se ha subido al carro de los vencedores. Los grandes fenómenos en antena de la emisora de los curas se declaran agnósticos y luteranos. Yo pienso que si mala fue la era de Felipe González para los que nos hemos ganado la vida escribiendo la de Aznar fue nefasta. Una concatenación de torpezas y errores pero la verdad es que no tuvo él la culpa como tampoco la tiene ahora Zapatero que han de acatar las disposiciones de un teléfono rojo oculto en alguna parte y quien manda, manda. De esta forma mantener una independencia de criterio resulta no sólo oneroso y peligroso sino algo casi imposible. Lo dijo Ramiro y murió por esa idea: el gran problema de los españoles que se despellejan entre sí desde una izquierda antinacional y una derecha cerril. Hay a muchos que nos sigue gustando este proyecto de futuro basado en la síntesis y vivir, sentir y escribir con una idea de Estado en la cabeza por encima de las facciones y encontronazos de partido.

 Volvemos al sectarismo y a las divisiones de derecha, a la banalización de lo importante, a la cursilería de la escopeta nacional y acaso al caciquismo que hizo fracasar a los dos regímenes constitucionales que tuvo España. Ahora estamos en la tercera y a la tercera va la vencida. A ver si puede ser. Joaquín Costa expuso el proyecto de Ledesma en otros  términos pero casi en la misma idea: el problema es de la despensa y la escuela. Ahora gracias a Dios no hay hambre, las barrigas parecen ahítas, pero puede volver a haberla. Sin embargo la gran ignorancia nacional sigue vigente. Es una escopeta cargada que nos lleva al guerracivilismo.

Convendría pues una mejor educación de las masas irredentas. Nada tengo con el admirable luarqués José María García al que ya empezamos a llamar en la escuela de Periodismo de la Iglesia el Butanito - me alegro de que se haya recuperado de su enfermedad y que siga fumándose sus buenos vegueros- pues venía a clase, las pocas veces que iba, con una casaca del mismo color y en una Vespa.


 Siempre con prisas. Mirada de águila. Un tapón de tío pero listo como el hambre y con una voz de Esténtor, maravilla en un cuerpo tan pequeño, que impostaba y que dio lugar a un estilo inconfundible y una voz propia ante los micrófonos. Es la gran cuestión en literatura y en periodismo: encontrar tu propia voz. El estilo es el hombre. Con poco bagaje cultural sin embargo supo sintonizar con las apetencias de la gente. Y los españoles de la primera transición encontraban en el deporte no practicado sino de la grada una válvula de escape a su adrenalina.

Por eso en los ochenta se dormían escuchando las diatribas del pequeño y rubiales Butanito contra Porta, Soporta y don Jesús Gil que más de una vez le envió los padrinos. En fin, Furbo... Furbo el nuevo dios de los españoles. Reyertas. Es la cólera del español sentado. Yo quiero creer que el personal no desea que se le informe sino que se le arponee. Los españoles dicen somos masoquistas. Le tenía al pobre Porta aquel presidente de la Federación de Futbol un soplón a la puerta de su vivienda y todos los españoles sabíamos cada noche a qué hora en qué minuto y cuánto duraba el paseo cuando don Pablo sacaba a su perro a mear. El mejor estilo de Pueblo lo acreditó este García. Creo escuela y ha tenido no pocos imitadores.

 Que se han hinchado a ganar perras en una profesión que proporciona algunas satisfacciones y bastantes sinsabores poco dinero y bastante caspa. Que es más que nunca el Cuarto Poder. El parlamento de papel. Aunque no es buen síntoma para una democracia el que la política se haga en las redacciones y que algunos prebostes y mandamás del sector tengan más peso específico que muchos ministros. Malo. Ahora hemos pasado de la pajarita de papel a la pajarita de las tertulias con un equipo de opinadotes pluriempleados mientras la gran masa periodística. Haría falta una buena limpia. A ver si el nuevo rey Felipe VI acaba con todos estos tertulianos que chupan cámara y micrófono a piñón fijo. Figuran como el clac de la clase política, ocupan bastante cacho arrogándose las funciones del parlamento. Volvemos pues a tener una democracia de papel.

 Pero la información es poder y hoy es el Poder con mayúsculas. En su modestia uno que no es de derechas ni de izquierdas no entiende estas querellas de patio de vecindad porque a Butanito le hayan degollado una entrevista con el Loco de la Colina. Tenemos dos manos y dos ojos ¿no? Convendría seguir entonces sin bandazos a babor y estribor la trayectoria de la recta. Proa. Proa. Era un diario vespertino de León por cierto y un cachondo se lió a voces una tarde de allá por los años cuarenta cuando los periódicos se voceaban como si León fuera Londres y anunciaba:

- “Proa” Ha salido “Proa”: El Papa se casa con la Hilda y se marchan los dos al Caribe en viaje de novios.

Horror ¡qué titular en pleno Nacional catolicismo! El vendedor debía de estar borracho o debía de ser Genarín. Cerraron aquel periódico que era de la cadena del Movimiento tres meses y a su director por poco lo amarran en blanca a la sombra del “hotel” San Marcos. Como a Quevedo por un soneto. Un titular mal trabado podía valerte no una misa sino que te lo dijeran de misas en aquellos tiempos Y de la misma casa salió don Luis del Olmo que creo que era locutor de la REM (Radio Cadena del Movimiento) en la emisora de Astorga. ¡Qué voz, señores, qué voz! Y ¡cómo la imposta! Creó escuela. Y enamoraba a las señoras cuando salía en antena aquel mozo de los ojos tristes y la voz seductora. Un maragato de Astorga. Moris captus -es lo que significa maragato- cautivado por los moros esto es tornadizo y don Luis con su varonil voz cautivaba a las parientas. Y todas las señoras se iban a comprar al Corte inglés con gran alarma de los maridos que protestaban:

-Esto es el colmo don Luis del Olmo.

 


Me lo encontré una vez que fui al Arrabal de Arévalo a vender libros cuando por culpa de una miliciana del feminismo me suspendieron de empleo. Estaba comiendo en La Pinilla del Olmo. Le acompañaba un guardaespaldas. Ni media palabra durante el almuerzo. Don Luis tenía los ojos tristones. ¡Y qué tenga yo que estar aquí vendiendo libros como un cabrón y venga a comer el plato del día y este señor a la carta ante el mejor cochinillo! Soy tan buen periodista como él. La verdad es que don Luis y su zaguanete comieron poco y yo me hinché a sopas y garbanzos. Desde hace muchos años, inconsciente de mí, he renunciado a guardar la línea.

- Mira, Verumtamen, - me dije a mí mismo - Tú vives mejor que él. Te acabas de zampar un cocido a lo pobre que no se la salta un gitano y te has echado al coleto dos medias botellas de tintorro de la tierra que te hace ver la vida de otra manera. Arriba los corazones. Súrsum corda. Eres mucho más feliz. No llevas guardaespaldas pero eres más feliz. No cambiaste de chaqueta y duermes con la conciencia más tranquila.

Ahí está la maula. Que no cambiamos de chaqueta. Seguimos aferrados a ciertos ideales de la España eterna y nos trataron de locos y de borrachos. Se nos cerraron todas las puertas. Hicimos mutis por el foro pero seguimos al pie del cañón. Tenía que ser así en cumplimiento de las palabras del Caudillo que lo dejó todo atado y bien atado - y sigo pensando que su palabra es verdadera, aunque cometió el grave error de dejar de heredero al Borbón- y si su heredad se desata, creo que el ZP lo que intenta es salvar los muebles, habrá gresca. Por aquel mandato nuestro sacrificio. Nos ofrendamos nuestras vidas y nuestra carrera en holocausto. Éramos los albaceas de aquel legado histórico. Que haya paz y progreso entre los españoles y tuvimos que hacernos el loco y mirar para otra parte y aguantar estas tabarras de butaneros y cantamañeros y la melancolía de esas emisiones oceánicas de costa a costa la voz sexy de la radio una cosa parecida en tío a lo que es la Cristina Maravillosa en mujer. ¡Dios qué voz más sensual! Y lo mejorcito de por aquí. La escuchas y piensas en el amor, qué voz de mujer, Además hija del Cuerpo. ¡Si no fuera tan carca!

Uno se pregunta cómo puede ser esto. Sólo ocurre en la radio de las repúblicas bananeras pero la verdad es que el talante de este pueblo es inclinado al caudillismo también en lo informativo. Eso revuelto con un poco de masoquismo porque al español de abajo le suele ir la marcha y nos da la fórmula. Los que postulamos un periodismo serio, una literatura como Dios manda y un saber estar y saber ser en demócrata tuvimos que callarnos. Hacer un mutis por el foro o ponernos a leer los Intereses Creados de don Jacinto. Que en estas guerras mediáticas que nos desinforman con su noticierismo y su culto a la personalidad fantasmagórica laten miras utilitarias. Detrás de estos grupos se ocultan muchas perras. ¡Ah, amigo! La ambición humana carece de límites. Sosiéguense, señores.

-Así que no es usted de derechas don Verumtamen. -Ni de izquierdas. Lo mío es el la revolución social sindicalista. El comedio no el del pobre Adolfo Suárez al que tan mal hemos pagado por sus incalculables servicios prestados. Tampoco. Pero busco el equilibrio. Cuando todos hemos perdido el centro y un poco los papeles. Virtus in medio est. Buena consigna para un país de desequilibrados. ¡Señores de la tele radio no nos azupen los perros!

 

 

 

 

XIV

 

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. A PERRO VIEJO NO HAY TUSTUS

 

 

 

Con el Calixtino por libro de cabecera, guía y vademécum de peregrinaciones, un legajo del siglo XII escrito por un tal Américo Picaud, un gabacho que ya nos pone de vuelta y media a los españoles esgrimiendo los antecedentes que esboza la picaresca sobre buen pueblo pero mala gente que dijo el otro cuando se topó con los muros de Benavente (escopeta nacional y España sin españoles sería el paraíso terrenal), mi amigo don Xanti y yo nos hemos echado a los caminos, bordón en la diestra, nuestras recias botas, nuestros buenos peales, buenos propósitos y mejores resoluciones en el alma que pecadores fuimos y pecadores somos. El vino que no falte. Y el breviario de antes de la guerra también iba en la mochila. Para espantar el diablo que no deja de enredar incluso en las soledades cantábamos en latín los maitines y laúdes a la aurora con el precioso himno monacal de “Iam lucis”, la tercia antes de la siesta, vísperas con el primer rayo del crepúsculo y completas al entrelubricán somnoliento. Nos lo pasamos bomba.  Damos grandes rodeos al pisar las ciudades pero los viejos lugares de la Transcantábrica posábamos en veneración. Esquivábamos las carreteras y los farolillos rojos de los puticlubs que animan las cálidas noches agosteñas, cabe el arcén de las autovías, los apartábamos con un vade retro. A estas edades no es para que te den una medalla de condecoración si no te llama la atención la jodienda. A perro viejo no hay tustús. ¡Oh pecadores de la nueva Babilonia!

En una localidad del camino cantamos la  Passio a dúo al pie de un Santo Cristo milagroso y lo hicimos con tanta unción, mi buen Xantipa de grave y yo atacando los agudos del cronista que narra los acontecimientos en la noche del Viernes Santo, un diácono ruso se nos agregó y bordaba los bajos del repertorio de Palestrina, que el cura y algunas beatas nos invitaron a chocolates con churros. Grande es nuestra fe y grande es España por más que me pongan como un trapo los unos y los otros, aunque los peores seamos nosotros mismos.

-Eso no tiene enmienda. A otra cosa mariposa.

Y dijo el Marquillos de Obregón y es a lo que iba pues no puedo desenredar ese enredijo de misterio que me hace tirarme al monte, claro, o buscar el refugio de las tabernas, pues la frase forma parte del laberinto en el que estamos inmersos:

Si eres por ventura español donde quiera que llegues has de ser mal recibido aunque te pongan buena cara. Que aquesa ventaja hacemos a los nacionales del mundo ser aborrecidos de todos; cuya sea la culpa yo no lo sé.

Ni yo tampoco pero vengo empapado del rocío de las veredas, con la música de algún malvís entre las orejas, el rumor del agua cerca de las cárcavas,  la visión edénica de los gollizos, gargantas y cuchillares, restos de antiguos glaciares que alfombran la manta de los montes de la Robla, el silencio edénico de los castañares ocultos entre las sierras, los cristos rotos y las imágenes venerandas de santos arrumbados- qué se la a hacer un santo no es más que un trozo de madera y una bandera un cacho trapo y ahora se están rige un nuevo furor iconoclasta contra aquello que tanto venerábamos- que esperan en las iglesias cerradas a cal y canto, el tañer del cimbelillo en las ermitas del monte que a veces nos parecían tocar solas y nos sonaban a milagro no sé por qué, el donaire de algunas mesoneras que no niegan una sonrisa y un vaso de agua al peregrino, la borrina de los puertos, suspiros de tul en el paisaje de encaje, o el sonido isócrono de las olas sobre la mar de Vegadeo. O los ecos del canto de una salve al atardecer en alguna aldea perdida del Bierzo. O la armonía de la catedral de Santiago que dicen que el que llega allí por primera vez  se transforma; si está triste se alegra y, si enfermo, cura de toditas todas, y si nervioso le penetra en el alma una calma infinita que trastoca el hervor diabólico, el tráfago luciferino de la ciudad hediendo a azufre y a exhausto de tubo de escape. Traspuesto el monte de Gozo, es cosa digna de mención que parece que se te alegran los pies y dejan de protestar como en algún tranco de la ruta en que estuvimos a punto de tirar la toalla. Gracias al vino que es sangre de Cristo y la fe. Toda esa belleza y dolor que trajo al mundo el cristianismo y que para mí sigue siendo la religión alegre y verdadera diga lo que diga don Haro Tecglén. Tachín tachén. Áteme esa mosca por el raro. Y luego en la catedral compostelana estaban los paneles que mezclan el cielo con la tierra del Pórtico de la Gloria. La perfecta caja acústica de la ortofonía con que fueran diseñadas las bóvedas. El canto llano que ensalza con salmos acompañantes el movimiento pendular del botafumeiro. Los miembros cansados, el rostro contento.

 ¿Habremos conseguido la gran perdonanza? No lo sé ni tampoco me importa mucho. Se hace camino al andar, y lo más importante: Hemos ido por las ranuras de la puerta estrecha pero aquí hemos vuelto con nuevos bríos y con fuerzas de refresco. No hay, no puede haberlo, país más bello en la tierra. En mi zurrón, yo hubiera querido meter en mi zurrón de peregrino tanta hermosura. No me cabía  tanto amor en las alforjas. Al volver de Compostela regresaba ligerito y casi repartiendo besos.

-Oye a ver qué hacemos.

-Vamos de correría.

-¿De correría sin la guardia civil?

-De romeros camino de Compostela. A misa no voy porque estoy cojo pero a la taberna poquito a poco.

-Alguna vez habrá que compaginar la religión y la diversión y con esa idea fija en la mente hicimos la salva de los andantes. Una hogaza de pan tierno, algunos torreznos y tajadillas de la olla que saben a gloria en pleno campo y algún  que otro laustibideo con un par de besos al jarro. Y de hoy en un año que el Dios nos conserve en paz y buenos

-Qui multo peregrinanntur paulo minus santificantur (mucho peregrinar y santificarse poco pero a pesar de las reconvenciones del Kempis lo pasamos bomba).

-Eso es el del Imitación de Cristo. Pero aquel monje flamenco dicen que luego se suicidó o que murió mal y por eso no lo canonizaron aunque gracias a su libro- admirable poder de la literatura que una cosa es predicar y otra dar trigo- canonizaron a muchos. Ya ve usted lo que son las cosas. Ese librillo es una fábrica de santos aunque con un poco de oscurantismo, un si es no es misoneísta y una miaja quietista. Hoy si viviera el anónimo autor lo escribiría de otra forma. En la actualidad los émulos del evangelista actúan de otro modo pero se sigue el modelo copiando. Cristo alfa y omega hoy ayer y siempre. Y lo demuestra el hecho de que siga habiendo tantos crucificados y tantos crucifijos incluso en el canalillo del tetamen de Prosperina. Las nuevas chulas se colocan el símbolo al pecho que no saben lo que es pero que en el fondo las debe de proteger en medio de la hoguera de sus vanidades. Que les sienta como un tiro a tanta paganía. Y los futbolistas cuando saltan a la cancha o marcan un gol se santiguan.

-Cruz al revés.

-No creo que llegue a tanto. Es la puñetera coquetería. Ya sabe usted que si tres son los peligros del alma mundo, demonio y carne, las mujeres agregan otro que las pierde: el buen parecer. Pero yo quería volver a la Imitación pues de niño lo repasé cien veces.

-No me vaya usía a salir con toda una teología de la peregrinación que ya sabemos por donde va y los sabuesos de la información o de la inquisición andan peinando las Webs en pesquisas de sospecha y si con barbas san Antón y si no la Purísima Concepción. Hechos. Y nada de dichos. Facta non verba que dijo el clásico. Cíñase a la banda.

Pues eso mismo. Salimos don Xanti y yo- su nombre de pila es Xantipa- un hermoso día de la Transfiguración después de llevarle laureles  a san Salvador cuya talla se venera desde hace siglos en un rincón junto a uno de las responsiones del lado de la epístola en la catedral ovetense. Allí es un día grande el 6 de Agosto y cumplimos la promesa del viejo rito de llevar el ramo y colocarlo a los pies de la imagen en la peana. El que a Santiago va y no visita San Salvador por honrar al siervo se olvida del Señor.  Y tanto. Por eso, muchos a Oviedo lo  llevamos en el corazón. Es la ciudad de siempre, nuestro “oppidum” anímico, un refrigerio de cortesía y de elegancia, oasis en el desierto intelectual que nos aqueja, punto de fuga, venero de dichas y de desdichas, memorial de recuerdos, unos buenos y otros no tanto. Oviedín del alma, sombra de la aceitera donde don Fermín enfilaba su catalejo, plaza del Fontán y fachada de san Isidoro donde jugaba a la pelota Tigre Juan. El cuerpo podrá salir de tus recintos sagrados pero el alma jamás te abandonará. ¿Oviedo? ¡Presente! A mí me nacieron en Segovia de la misma manera que a Clarín lo parió su madre en Zamora por una casualidad pero es – ómnium consenso- que yo me he vuelto pixueto hasta las cachas y hasta lo dice mi forma de parlar y de expresarme con giros y expresiones de la antigua fabla jovial. Dejamos la Argañosa y el roquedo del Padrún a un lado y a la vera del Nalón río matriz de las Españas con un descansín en Mieres del Camino para yantar dimos vista tras largo trajín a los airosos muros de Santa Cristina de Lena en lo alto de un mogote que fue para los primitivos asturcones monte sagrado  al que escoltan rodales de castaños y un buen manto de abedules de copas esquemáticas y tronco albar. Dios debiose de echar siesta en el paraíso antes de venirse a fundar por aquí estas encartaciones donde los horizontes son sublimes, buen refugio para el que venga huyendo del moro, o de la quema y quiera vivir a escondido. El oratorio de Santa Cristina joya embelesada del ramirense reina señero en el horizonte. Es la llave de los puertos. Sacha, nuestro ruso y del que hablaré más adelante hizo la genuflexión prosternada según el rito bizantino ante el altar de la santa. Estaba abierta la ermita  y delante del iconostasio, en pié, como mandan los cánones, entonamos el Akathistos el más antiguo himno a la Madre de Dios que se conoce. Como se nos había olvidado el griego a Xanti y a mí que también estuvo conmigo en el seminario de Comillas, lo tarareábamos dejando que el diácono ruso llevase la voz cantante. Respondíamos a la plegaria con el radesti (alégrate) cuando el oficiante concluía una de las veintitantas estrofas. Ora pro nobis. Fue emocionante y como se nos hizo de noche allí mismo en aquel Tabor de veneración  de la vieja España cristiana tiramos la boina y acampamos la noche, para, al alba, con el sol ya en las bardas de Campomanes, acometimos la recia subida al Pallares que no es grano de anís.

-Antoñito mucho te pesan las arrobas.

-Más me pesan mis pesares por mis pecados.

-Pero estás aun hecho un recental. Tira palante.

El bordón, la capa de límiste o paño de Segovia de color amusto (pardo), el sombrero capón en son de penitencia, la calabaza que yo sustituí por una cantimplora militar que me legara mi pobre padre recuerdo de los campamentos y las maniobras y todos los arreos del peregrinaje debían de ser un curioso espectáculo para los que pasaban por aquellas soledades. Estampa curiosa que no pertenecía al tiempo del ordenata y del móvil.

Los pueblos están casi desiertos, las casas deshabitadas. Ya no quedan niños y probinos los viellos no pueden ni tenerse pero alguna abuela salió a la puerta para saludarnos deseándonos buen viaje.

-Vayan con Dios

-Y que Él a usted la  acompañe, hermana.

Hace treinta años hubiésemos sido un espectáculo y hubiéramos arrastrado tras nos a una recua de rapaces saliéndonos al camino a pedirnos una estampa o una perra chica para caramelos.

El peligro de los romeros jacobeos eran los canes. Ahora es la velocidad y hay que hacerse a la cuneta no te lleve por delante un treinta ruedas. Algunos camioneros saludaban con deferencia y otros con compasión al vernos vestidos de aquellos capisayos pasados de moda. Una tipa malos pelos y la cara pintada de daifa que por lo que dijo nada amistoso llamándonos cabrones y del pepe por la ventanilla:

-Relicarios, tenéis más moral que el Alcoyano.

Era una rubia de bote y a mí quedaron ganas de retrucar lo del bueno de Jimmy que ya se sabe rubia de bote el chocho morenote por no caer en su misma falta de decoro y devolverla el corte de manga.

-Andididiai.

Otro motorista nos hizo el signo cabruno. Por lo visto le irritaba nuestra cruz de palo al pecho, la calabaza, la ristra de veneras y la esclavina penitente. Nosotros respondiendo bien por mal contestábamos con el signo apotrocaico o señal de la cruz que es aval de paz, de reconciliación y de volver la otra mejilla. En fin que parecíamos unas antiguallas en este siglo de vórtices y de telediarios para perder el resuello. Les da corte nuestra presencia. Nos persignamos. El paisaje era de auténtico cuento de hadas. Los pueblos de la derecha reclinados sobre el vértigo de la montaña parecían figurillas de un belén. Tanta hermosura quitaba la respiración. Abandonamos morriñosos Asturias pero respirando a pleno pulmón el aire limpio de las cumbres. Don Xanti que anda un poco frayau con lo del azúcar perdía huelgo en algunos recuestos y hubo que parar varias veces hasta coronar el alto.

Arbás, arriba de las revueltas de Pajares, vino a darnos las tardes. Es también un emplazamiento producto de algún exordio nuncupativo a Júpiter pues los romanos sabían donde alzar sus piedras y prueba de ello es que en todos los lugares elegidos por ellos uno se siente siempre a gusto. Eran los arva o campos. En este emplazamiento mágico y magnífico se establecieron los cistercienses. Era el primer monasterio de las Monas o Nonas, nueve en total que abrían el paso a los límites astures como un cordón de oración y de trabajo. Fue una de las fundaciones más antiguas de los bernardos. El sitio le encantaba a Menéndez y Pidal, oriundo de Pajares, y todos los veranos se perdía por aquí.

Pero de estos extremos, así como de otros, sobre qué hacíamos tres sexagenarios locos embarcados en la aventura del Jacobeo así como de quien eran mis misteriosos acompañantes, un cura corito al que le habían quitado las letras dimisorias por darle al cristal y un diacono ruso que no sabemos de donde había salido se lo contaré en la próxima entrega, si Dios me guarda una semaneja más de vida, sobre mis andanzas por el camino de Santiago, y si vuesas mercedes me dan gracia y un poquito de su paciencia. Por el momento, vale. De regreso saludo a mis lectores que a buen seguro no me habrán echado de menos pero de algo hay que morir y algo habrá que escribir y más se perdió en Cuba y regresaron cantando.  Vueltos a la faena, la verdad es que te añoraba, Madrid, que ya no te quedas sin gente sino más llena a rebosar. Pues antes que te olvide, Virgen de Atocha, se secará la fuente de la alcachofa, que decía  Luis Candelas que tampoco vivir muy lejos de la Mariblanca y fue allí donde le apiolaron.

-Viene usted hoy de una euforia que lo tira.

- Pues sí la verdad es que no me puedo quejar de la vida.  Parezco un buque de guerra desplegando el pabellón de combate.

- Hombre, no creo que esto sea la guerra

 

 

 

 

 

 

 

XV

 

EL DEAN DE COMPOSTELA Y EL ROBO DEL CALIXTINO

 

Don José María Díez Fernández, cuando yo lo conocí de prefecto en el seminario diocesano de segoviano era un rubiales hermosa cabellera lisa y pelo casi de mazorca misacantano prefecto del Mayor que usaba sotanas caras de cachemir las que cosía Zurita sastre eclesiástico de Valladolid y se paseaba por los Tránsitos luciendo un breviario de piel con cantos dorados. Le llamábamos el Gallego y nos hacía mucha gracia su acento sobre todo cuando en las pláticas de fin de mes nos ponía en antecedentes de los riesgos que se corrían con las amistades particulares una plaga en aquellos internados endogámicos y con todas nuestras hormonas en ebullición cierto que queríamos ser santos y dignos ministros de la iglesia pero, si el alma intentaba planear hacia las alturas, al cuerpo le tiraba el fango: hay que distinguir entre amigos amigotes amiguetes y amiguiños. Tenía un sentido del humor galaico y una mirada que calaba detrás de las gafas de montura de oro. Una eminencia en teología, en cánones. Pero sobre todo se sabía bien la historia de la Iglesia en sus miserias y grandezas. Todos sabíamos que algún día llegaría a obispo o a príncipe de la Iglesia. Nos entusiasmaba por su espontaneidad y su sentido del humor que recordaba un poco a esa bonhomía tan galaica de las cuadrillas de gallegos que nos llamaba cada verano Rosalía de Castro. Os los mando como nenos y vuelven como negros. Y a él también le encantaban las tradiciones romanas de pueblos como Urueñas donde no conocían aun los zapatos sólo las abarcas e imitaba el acento arévaco con que se expresaban los moradores de por aquellos castros y tesos  que hablan un poco en arandino alargando infinidad las terminaciones  interrogatorias. ¿Fuiste a por aguaaaaa? Pues sí pachasco. Y esta interjección de pachasco le llamaba mucho la atención al Rubiales porque no existía traducción al gallego. Sólo eu carallo. He de confesar que fue uno de mis maestros a los que quiero y respeto y les dedico en parte mi libro seminario vacio: los pecados mortales de la iglesia una crítica a los cambios en la Iglesia y una patada en el culo a los mojigatos sin dos dedos de frente que no saben que los ex seguimos amando a aquella iglesia y nos sentimos hijos della por más que no nos corresponda ni atienda nuestro aviso. Sin embargo don José Mari un cura inteligentísimo- venía de la Gregoriana y de la de Salamanca- no pertenecía al cupo. Es ahora el deán de Compostela. Le vi ayer en Informe Semanal. Estaba hecho un mozo. Llevaba en la sotana la cruz colorada de los caballeros de Santiago la misma que lucía Quevedo y los reyes de España en la pechera. Hace unos años un libro interesantísimo que una mano negra se encargo de retirar de la circulación, la misma que ha hecho que el mayor escritor en lengua castellana esté descatalogado y sea un raro o curioso fuera de la circulación. Premática contra Iudeos  creo que era el título que descubrió para gloria de la literatura española y bien de la Iglesia este canónigo archivero y hoy deán de Compostela. Era un texto inédito y puede que tan singular haya sido la causa de la sorda y recia persecución  que tuvo que padecer este sacerdote a causa de esas fuerzas ocultas y santas mafias instaladas en el seno de nuestra santa Madre Iglesia. Es la peste que lo envuelve todo, domina los gobiernos, los sindicatos, la judicatura, los parlamentos y desde el Vaticano concilio segundo ha penetrado en las cavas vaticanas. Nube maligna. Humo satánico. Uno ha seguido los pasos de aquel lucense que vino a desbravarnos a los latinos de Segovia y he sido también  archivero, periodista como un hermano suyo, muy literato y polígrafo. Me apasiona la cultura de España y he escrito de omni re scibili y el que dice España dice de toda la iglesia. Cuando estaba en Alcalá en el AGA estudié el Calixtino un tesoro del siglo XII que es un vademécum o guía de los que se ponían en camino sin ahorrar detalles por escabrosos que fueren. Así previene a los caminantes de que esquiven el País Vasco porque allí no son todavía cristianos y conservan algunas costumbres de la paganía como es el bestialismo y el códice es taxativo al respecto: “Fornican con la mula, la burra o con la cabra y tiran cantos a los forasteros o les desvalijan si cruzan su territorio”. ¿Habrán sido algún caco del PNV el cual dolido por estos renglones del ilustre manuscrito del siglo XII ha querido vengar la afrenta contra su sentido nacionalista? ¿Estará en las garras de Bildu o de ETA o la madre que lo parió? Como archivero y curator de tesoros a los que no se les puede tasar hoy víspera de la fiesta del apóstol le ruego al patrón de España que interceda por nosotros y mueva el corazón duro del ladrón. Es posible que mañana se produzca el milagro y aparezca el libro más antiguo de España y que Dios consuele a mi antiguo prefecto el deán de Compostela que me consta andar muy afligido. Hombre cordial generoso y uno de esos hombres al que gusta escuchar porque una conversación con el Rubiales es una lección magistral. Virilidad y sabiduría fueron las prerrogativas de este canónigo. Sé que todos los curas de Segovia o ex curas que iban a visitar la tumba del apóstol le hacían una visita y él acogía con los brazos abiertos y hasta les honraba con una queimada a los que llegaban procedentes de nuestro viejo seminario conciliar entonces atestado hoy vacío. Estoy seguro de que cuando le hagan obispo a don José Mari se volverá a llenar. Fue para mí como para muchos de nosotros aunque hiciésemos chanza de su acento- cuando hablaba en gallego cerrado no hay quien lo siguiera- uno de esos hombres que dejan poso y marcan ruta. A mí si no de Santiago lo que me hubiera gustado haber sido canónigo de Mondoñedo.

-¿Y por qué non lo fizo, don Verumtamen?

-Prestabanme las mozas por aquel entonces.

-Acabáramos.

-A la vejez viruelas

-Hay en todo este negocio del robo del Calixtino algo muy raro.

-Desde luego. Parece más que una trama policíaca, algo gnóstico. Ya sabe usted, don Quosquetamdem, que Santiago es el hito de los caminos de la cristiandad cuando se cerró Jerusalén y Aladino expulsó a los cruzados. Ahora los de la New Age y la masonería fuerza dominante en el Vaticano quiere expulsar a Jesús de la sede de Pedro. Sólo nos queda Compostela.

-En verdad le digo que nunca vi pasar por estos caminos del Reguerín donde usted y yo hablamos tanto romero. Llegan de todas las partes sobre todo de Alemania y de Centro Europa buscan la estrella, la luz del Oeste.

-Pero el diablo en todo mete el rabo, y en todo se entromete y es por eso por lo que han robado el Calixtino, un acto terrorista más en este caso contra la cultura de la masonería.

-Pero al final Cristo vencerá. Non vos preocupad.

-Eso es lo que le decía a usted el gallego cuando le veía triste por el seminario cuando se meaba en la cama.

-A José María Díez yo te mando un abrazo. Que luzca siempre esa insignia de la cruz roja sobre el pecho.

-Una cruz que es como una daga.

-Desde luego la letra con la sangre entra. No hay que confundir el culo con las témporas y nada de ñoñerías.

Cae la tarde sobre el Reguerín. Al otro lado del valle suenan estampidos de los primeros voladores de la fiesta. Las olas espuman agua mansa sobre los cantiles y un ruiseñor oculto en la sebe despide al día con un sol melancólico que acaricia los ojos y dora de rayos oblicuos los campos. El pájaro melifluo se entrega a su tonada en latín en honor del patrono de España:

Defensor almae Hispaniae

Jacobe, hostium

Tonitrui quem Filius Dei

Vocavit filium. (Oh Santiago apóstol, defensor de la patria hispana contra sus enemigos, al que el hijo de dios llamó el hijo del trueno)

Aquí en Asturias se siente más que en ningún otro lado la presencia y el “iuvamen” del Hijo del Trueno.

 

Posdata: luego se descubrió que el ladrón de la joya bibliográfica era uno de los electricistas al servicio de la catedral, vecino del mismo Compostela el cual abusando de la confianza del cabildo, se llevaba el dinero de las colectas, esquilmaba los cepillos con las limosnas de los peregrinos y dijo barbaridades y calumnias de su mentor y protector, nuestro querido don José María nuestro prefecto de estudios en el seminario de Segovia Miércoles, 07 de marzo de 2012

 

 

Muy ilustre Sr. Deán,

Catedral de Santiago de Compostela,

D. JOSÉ MARÍA Díez Fernández.

Plaza del Obradoiro

16705

COMPOSTELA,

(Coruña)

 

Mi querido don José María:

 

Me tomo la licencia de remitirle mis dos libros Seminario vacío y Franco y Sefarad un amor secreto. Fui alumno suyo en Segovia y me consta lo mucho que Vd. amó a aquella tierra como nosotros le queremos a usted. Para mí fue uno de los maestros que más influyeron sobre todo en aquellas clases de historia. Sé lo mucho que habrá padecido con ese asunto del robo del libro (tribulaciones que manda el Señor para probarnos) por el bien, la verdad y la justicia, pues he sido archivero y reconozco lo mucho que se sufre cuando algún ladrón mete la mano en un tesoro tan grande como el Calixtino.

 

También he sido periodista de la Prensa del Movimiento donde ejercí de corresponsal en Londres y en Nueva York. Ustedes buenos sacerdotes diocesanos me enseñaron a decir la verdad y defender a mi patria y mi fe, y en esa demanda sigo. En mi libro salgo al paso de las calumnias que se han formado contra Franco ese hombre de bien, militar de pro, y gallego aunque sus origines quedan demostrados eran sefardíes. Sin embargo no ha tenido la SRI un valedor tan insigne desde los RR.CC.

Las logias- estamos en lo de siempre- con sus maestres y contramaestres, sus consignas y planchas hacen trizas de su memoria. Sé que usted conoce bien el tema porque publicó, años ha, un texto inédito de Quevedo contra Iudeos. En este libro mío sobre el Caudillo me pregunto si la Teología del Holocausto no ha suprimido la de la Redención. Todo ha dado un vuelco. ¿Quieren cargarse la historia? ¿Por qué ese odio al cristianismo?

Y otro punto que toco es que nosotros fuimos hechura de la Iglesia. Nos moldearon en el mismo molde. Quod scripsi, scripsi.

 

De sus pláticas interesantísimas guardo un grato recuerdo, aunque fuese un prefecto estricto; nos tenía que desasnar, veníamos con el pelo de la dehesa) porque es usted don Josémari un gran orador y profundo escritor saqueé la conclusión de que ser cristiano no es un problema de bragueta y con cierta sátira dejo caer la idea a lo largo de mi Seminario Vacío que he tenido que publicar a mis expensas, pero ya conoce usted el panorama porque ha conocido sobre sus carnes la calumnia y la protervia de los nuevos amos del mundo que manejan los círculos de la información.

Soy un proscrito como periodista y escritor y preterido. Nunca fue la libertad de conciencia tan manipulada y controlada como ahora. Me aflige y es una idea que expongo en mi novela el silencio de aquellos que debieran dar un paso al frente y decir adsum. Usted no pertenece al cupo ni de los liberticidas ni de los apostatas.

 Sé lo que es un poco el silencio de Dios y por eso redacté estas humildes cuartillas que espero que no sean materia de escándalo para usted sacerdote de Cristo y deán nada menos que de Compostela. Nadie ha llegado tan alto entre nosotros. Estoy seguro de que el apóstol hará un milagro y el preciosísimo texto. Usted no se atormente, señor deán, mi querido maestro, eran unos profesionales y ninguna culpa tenía el archivero sino ciertas gentes aleves que anda por el mundo.

 

Le abraza en Xto. Y le da las gracias con todo mi afecto y respeto en recuerdo de aquellos viejos tiempos. Le rogaría que si me hace la merced de leer ambos libros me diga su opinión, aunque sea adversa y aunque me excomulgue. Yo soy un hombre casado con dos matrimonios y cinco hijos todos arriba pero me gustaría morir en un convento o monasterio y ser ordenado al menos de diácono para cantar la Passio. Espero que esté bien de salud. Siempre fue un gallego fuerte como aquellos segadores que llegaban de Galicia a los que canta Rosalía y que yo alcancé a ver en mi tierra castellana en mi niñez

 

Suyo s. s. s.

 

 

 

 

XVI

 

APARECE EL CODICE CALIXTINO INTACTO. ASI LO HABIAMOS ANUNCIADO. UN MILAGRO DEL APOSTOL

 

Albricias y loado sea Jesucristo. Al fin apareció sin magulladura alguna el precioso códice Calixtino. Ya lo adelantábamos en este blog. Ha habido mucha gente en el mundo que rezaba por su recuperación. Un hecho milagroso a mi juicio y entre ellos me encontraba yo que soy amigo y discípulo del señor deán don José M Diez Fernández. Recé con ganas y se lo pedí con ansias a la Virgen de los tránsitos y al Apóstol.

Me consta que el señor deán de Santiago ha pasado un calvario pero los que conocemos a este asturiano de Coaña radicado en Galicia donde lo llevaron sus padres cuando era niño es varón recio y con presencia de ánimo. Bendito sea Dios. Los ladrones del códice del medievo han sido la incultura en que vivimos y el desconocimiento de nuestra historia patria que ha sido suprimida por decreto de nuestros manuales. Y en ese cupo entran muchos periodistas y campaneros del sistema, pero se ha visto que hay una España que sigue incólume que trabaja como los policías, los médicos, los enfermeros y algunos escritores y periodistas a los que se nos veda el acceso a los rotativos y a las editoriales de tronío. Ellos son la cáscara y nosotros el meollo

 Estaba en manos del electricista del templo, un mangante desaprensivo y medio loco al que la cabeza no le rige y que fue beneficiario de la caridad del señor deán al que pagó sus favores con una terrible e inexplicable venganza. Contumelia y calumnia contra su benefactor fueron la moneda con que pagó los beneficios y exceso de confianza con que le trató el canónigo e insigne escriturista.

 La reaparición ha ocurrido vísperas de la fiesta del Apóstol Santiago, un hecho milagroso, insisto que nos anima a los que padecemos persecución por la justicia y tribulación a perseverar en la demanda. Las puertas del infierno no prevalecerán, oh roca sagrada de Israel, España, ten fuerte.

Dos advertencias a la prensa laica que no para de decir tonterías- leo el Mundo que hace una entrevista a Eric el Belga- el mayor ladrón de nuestro patrimonio que expolió nuestras iglesias desde décadas, no se debiera dar cancha a los delincuentes y a los ex terroristas y un terrorista de nuestro acervo patrimonial es este tío que vive tan ricamente en Málaga- acusando a la iglesia compostelana de no haber tomado medidas de seguridad. Eso es falso. Ruge la marabunta. Los enemigos de la fe no pierden ripio a la hora de atacar a la SRI. Soy aparte de periodista archivero y sé lo fácil que es caer en manos de  forajidos que abusando de la bondad y la quiescencia de los funcionarios cometen robos o sacrilegios. Hace un par de años se llevaron mapas de la propia Biblioteca Nacional que cuenta con unos circuitos de seguridad impenetrable. No, el archivero de Santiago, don José María Díaz Fernández, no cometió fallo alguno y en honor a la verdad ha de ser exonerado. El ladrón era de la casa.

El electricista furtivo pagó de esa manera sus favores de una forma desaprensiva y criminal que a punto estuvo de ocasionarle la muerte al buen canónigo, piadoso y caritativo sacerdote, un sabio – como explicamos aquí- al que puede su bondad y su campechanía. Nació en Galicia pero es un asturiano cabal por su generosa forma de ser y así lo corroboran los que le conocemos de antaño. Mis felicitaciones a todos. La Policía Nacional ha actuado como la derecha del Glorioso Apóstol. Una labor impagable. No todo está mal en nuestro país. A los que había que meter mano es a los de arriba, a nuestros políticos, a los que están en la cresta de la ola de la comunicación y son un baldón para los que sentimos y hemos amado la profesión periodista. Yo no me rindo.

 Santiago cierra a España. Que gran noticia en estos tiempos de crisis. No perdamos la esperanza. Enhorabuena, don José Mari, y que el señor deán descanse. Pido a dios que haya acabado la campaña de desprestigio y persecución contra su persona. La cosa viene de lejos como apuntábamos arriba. Estas tempestades no surgen por generación espontánea, tienen un origen, una causa en la perfidia diabólica. “

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

XVII

 

CAE LA NIEVE DE OTROS INVIERNOS.

 

Tal haya el que tal hizo. Publico mi tercer libro en www.manuscritos.com. Pueden encontrarlo en la Web y bajo mi nombre este es título Los lais de Villon. Garantizo al que baje mi texto, ¡Vive Dios!, a su ordenador que se lo va a pasar bien. A mí mismo me sorprende al releer estas páginas, pasados dos lustros de haberlas redactado, la concinidad de mi prosa y la elegancia musical de los versos de este poeta medieval, seguramente el más grande en idioma francés, cuando canta a las filles d´autrefois (las novias de otro tiempo) y a la neige du temp jadis (la nieve de otros inviernos). Su lengua es un berbiquí. No se emboza ni pinta máscaras antes bien revela –buena reflexión y meditatio mortis para un Día de Difuntos- y descubre: lo que somos:

Desengañarte he, engreído, que no eres más que mierda. Vienes al mundo entre sudores y flujos vaginales y te vas por la misma puerta. Te pasas la vida metiendo ruido y haces pedorretas a través de los ocho orificios  que tiene nuestro cuerpo. Viento anal y bomba fétida. Después, ceniza eres y la nada te corteja. Eres polvo y del polvo vienes y al polvo regresas.

Es justo lo que dijo Shakespeare y Faulkner en El Viento y La Furia. La vida es un cuento lleno de ruidos que nos cuenta un idiota. Villon no sé si era judío pero al menos está empapado de la sabiduría del Libro de Job. Su Balada de los Ahorcados es por lo menos una buena cavilación para este Día de las Ánimas que nos exhorta a salir de nuestro azacaneo casquivano por lo de la sentencia del juicio y las arengas de los copinos, copones y copleros que garlan y garlan micrófono en ristre y crispan, irritan e encabritan al personal. La propaganda no tiene nada que ver con la literatura. El arte es la verdad y estos que nos adoctrinan desde sus emisoras  debieran pensar para no cansar y desorientar al personal en lo que ya dijo el Arcipreste de Hita poco antes de que Villon publicase sus cuartetas francesas y que tienen algo del estro profético de Nostradamus:

Huélgame de mujer chica, breve sermón, cama pequeña y corta ración

Poco sabemos de los humildes orígenes de uno de los grandes de la Lengua de Molière. Fue seguramente fruto de los amores de un canónigo de Notre Dame con su barragana. Su escasa fortuna fue la de tantos y tantos expósitos que se vieron en la obligación para guardar las apariencias de llamar tío a su padre biológico y seguramente él mismo fue cura o por lo menos alcanzó órdenes, no sabemos si mayores y menores, pues en sus vagabundajes lo encontramos diciendo misas secas. Como los cartujos y los curas revoltosos a los que sus obispos quitaban las letras dimisorias y la licencia para consagrar. Anduvo condenado a muerte por matar a otro estudiante de la Sorbona y en una cárcel sacerdotal entre los barrotes celulares de la Inquisición redacta su famoso Testamento libro profético y un ataque en toda regla contra los desmanes del clero. Su Balada de los Ahorcados era cantada o al menos yo los escuché por los estudiantes del Mayo Francés. Izas y rabizas en Paris. En sus versos donde ridiculiza a la bordonería de los peregrinos a Santiago como Chaucer o como el Kempis que ya acusaba a los romeros de frívolos: Peregrinantur sed no sanctificantur (los peregrinos son unos disipados a juicio del místico de Anterp o Amberes). Villon fue sin embargo un vagabundo total y parece ser incluso que perteneció a una cuadrilla de salteadores de caminos. Cura revoltoso y díscolo pero su tiempo al alborear el siglo XV fue testigo de la gran relajación monástica. Los monjes giróvagos y las monjas que acababan en mujeres de la vida airada. Sin embargo Europa no ha perdido todavía la fe. Villon se siente profundo creyente en medio de los dislates de su estragada vida. Mira a la estrella e invoca a María. Pocos cantaron desde presidio a la Madre del Dulce Mirar Consuelo de Tristes con tanto fervor y transporte. Esta es la razón de amor de sus insuperables lays rezumantes de acrimonia satírica contra las malas costumbres de los papas obispos y cardenales pero también transidos de la elegancia de los provenzales. En este libro los apasionados de la mariología podrían atisbar una relación del culto de hiperdulía, tan importante en el Catolicismo –María es Madre de la Iglesia- con los cátaros en su obsesión por la pureza y una gran admiración por la mujer. Por el Midí proliferan los puyes o fratrías de la Virgen entonando sus lais, sus romanzas, sus mimos, sus farsas, sus fablieux provenzales fruto del saber enciclopédico. Van de un lado para otro. De villa en villa. De castillo en castillo Villon es un trovador que surgido de la gleba canta a su amada al pie del ajimez. Inalcanzable amor imposible. Para luego irse al burdel. Pronto se arrepiente. Cae y se levanta. Fustiga los vicios clericales pero ama a la Iglesia. Eso se ve. Parte de su obra genial como la Vesse (el pedo) se han perdido. Entre dos peñas feroces sale un hombre dando voces. Píntenme de verde ese acertijo. Pero sus versos –ya sea esto lo más importante- sirven para gloriarnos de esa capacidad de autocrítica que siempre gozó el cristianismo. Esa tolerancia que desconocen otras religiones del Libro. Su estilo es el del argot parisino. Se nota que conocía bien el percal de Panam (Paris). La Sorbona. El XVI Arrondissement. No era un guiri ni calzaba zuecos ni se expresa en patois. Y tiene un asombroso tinte de modernidad. Escribe su Testamento estando en capilla en la cárcel episcopal de Toulouse  a la vez que lega las escasas pertenencias de su humilde defroque a sus amigos desnuda su corazón, hace reflexiones sobre la vida y sí mismo al tiempo que traza una panorámica del espectro social en la baja edad media pidiendo a Dios que perdone su alma. Cuando está a punto de subir los peldaños de la horca llega el indulto del obispo. Había matado a otro sacerdote en una reyerta el Día de Corpus Christi fiesta que los franceses llaman La Fête Dieu. Después de la venia se le pierde de vista. Estuvo considerado siempre un poeta maldito pero fue el padre de Rabelais, de Quevedo, origen de la literatura picaresca o del desencanto. Sus versos que aun hoy no han perdido la frescura ni la modernidad hacen reír y llorar a sus numerosos lectores. Villon sigue vivo. Vive la France. ¿Qué sería de nos sin los heterodoxos? ¿Adonde iríamos a parar sin las moscas cojoneras? ¿Sin los malditos? La realidad se trocaría en un encefalograma plano. Así que yo dedico estos lays a mis enemigos a mis émulos y a los camaradas del rencor. Buenos estaríamos. Nunca se saldrán con la suya. Me queda aun mucha fe en Cristo y mucho recado de escribir todavía gracias a Dios. El mundo se está poniendo muy interesante y no es como ellos nos lo cuentan o quieren que sea.

 

 

 

 

XVII

 

BULGAKOV Y EL APOCALIPSIS. LA GRAN CONJURA PARA ACABAR CON LOS ROMANOV

 

¿Cómo será el fin de los tiempos? ¿Quién será el anticristo… una persona real o un sistema político?

 

Ucrania la tierra feraz donde los arados se hundían en un suelo de labranza de las tierras negras hasta tres metros de profundidad, el granero de Europa, y todo ese légamo de civilización que arrastra sus dos grandes ríos el Don y el Dnieper hacia Kiev, la santa, la madre de las ciudades rusas, con la gran cruz de san Vladimiro presidiendo la bocana, va a acabar en la catástrofe de Chernobil que parece anunciar y presentir en su gran novela la guardia blanca Mixail Bulgakov casi un heraldo del fin de los tiempos. Era la guardia blanca un cuerpo de elite, del regimiento Preobrayenski encargada de la custodia personal del zar. Este libro en su planteamiento coincide con lo que dice Bertrand Russel cuando en 1918 visita la URSS y asegura que la revolución bolchevique fue obra de judíos rusos americanizados. Los hechos de esta novela se desarrollan aquel invierno trágico de 1918 y en Kiev entre grandes celliscas de nieve.

 La tierra feraz se transforma en feroz erial. Se secan las fuentes, resucitan los gigantes, cunde el desamor, las costumbres se corrompen. Arden los bosques... toda Rusia era un incendio aquel verano de 1918 el año que se desarrolla esta novela.

 A lo largo de sus capítulos se escucha el tintineo de las espuelas de los cosacos que se cuadran ante su atamán y el repique-canto-metálico de los teléfonos móviles (un presentimiento atisbando el futuro) la irrupción de los bustos parlantes que se entregan a una vacarme o borrachera de letanías insufribles para contar la actualidad con una sonrisa  mefistofélica en sus rostros, perfectamente atildados, la cara lavada, y de una gélida belleza, pero el alma negra, insensible al dolor ajeno. Son las musas de la democracia, que fungen y fingen cual grandes representantes del sistema, anunciando a todos:

- Habéis de pasar por el aro, besareis mi látigo.

Y todo eso sin descomponer el gesto de hombres-anuncio y la mirada azul de las nuevas sibilas de la tele.

Las sibilas vuelven y es un mundo sibilino  de grandes avances tecnológicos y de una gran pobreza espiritual, dominado por las técnicas de la propaganda el que intuyeron los rusos que vivieron o contaron aquellos días de octubre. Estamos ante una novela profética que anuncia una nueva era con tres cuartos de siglo de anticipación.

Han ganado los americanos, subraya un capitán artillero que aguarda el ataque de los bolcheviques al edificio del Liceo donde los partidarios de la autocracia y la ortodoxia se han hecho fuertes. Sin embargo el coronel que manda la posición a la vista de la inferioridad numérica ordena izar bandera blanca.

 Suenan los gritos de traición… traición pero nadie se atreve a desobedecer los hechos consumados. No se puede hacer nada. Rompan filas.

 Se deshace la guardia blanca y los cadetes, el oficial de dragones, los húsares y los alanos se vuelven a casa con sus botas bruñidas las espuelas de plata, el sable reluciente y el dolman impecable terciado sobre las charreteras. Todo eso ya no sirve para nada. Después de rendirse los coraceros piden vodka para mitigar los efectos del clima bajo cero y se entregan a una orgía pero no hay aguardiente en el mundo que pueda aplacar las heridas del alma congelada. Alcohol y sexo, polizontes de una organización secreta vigilando al ciudadano, que dejó de ser persona para convertirse en tornillo del gran engranaje y una patulea de jueces para la democracia al servicio del poder establecido. Los corazones sangran pero la gente acobardada se vuelve insensible.

 Es la debacle. Es el fin de una era. Sin caballería las guerras ni son guerras ni son nada. No se escucha el grito de alarma de los botasillas del escuadrón. Se acabó el honor, la nobleza, las maneras exquisitas y ese concepto de castas que permitió concebir la existencia desde un punto de vista estético. Se acabó la literatura. Lo que viene es la lucha de clases, la vulgaridad, el encefalograma plano.

Llegan los sindiós que traen sus propios profetas, sus escritores, sus panegiristas y publicistas. El materialismo dialéctico de Marx que permitió por lo menos la educación de las clases más desfavorecidas abocará al materialismo de los globalizadotes donde el ser humano no es más que un número, una unidad de consumo bajo el control de la red de redes.

 En definitiva Bulgakov nos vaticina un mundo feliz, al igual que los grandes utopistas ingleses, pero insufrible. Un judío que es pillado con las manos en el cajón durante un progrom le ruega a un húsar que ha desenvainado la espada todo el dinero… te lo daré todo, le dice el reo, esto será tuyo, y le señala la caja de caudales, si me perdonas la vida. Gracia denegada. El ulano hunde su sable en el cuello del rabino y le corta la cabeza. El rabí muere mártir de la causa invocando a Yahvé. Una acción de guerra se transforma en una teología, la del holocausto, que sustituye a la redención cristiana.

 Chema Israel pero tenemos que ajustar cuentas mientras los caballos del Apocalipsis galopan por las riberas del Dnieper. Se terminó aquel mundo que creíamos mejor. Rompan filas, sálvese el que pueda. El santo y seña del final de los tiempos es que la caridad se enfría, las palabras ya no significan lo que significaban antes. Flotamos en el vacío y la inseguridad nos descarría, nos transforma en verdugos siendo en realidad víctimas.

No hay canon ni medida. Se hunde la barca de Piotr mientras los bateleros del Volga reman, saludando con el sombrero cocidos de vodka al que ha de venir que les observa desde la orilla. Este es Petliura. ¿Quien es Potliura? Es Bandera el cabecilla nazi que se ha puesto de actualidad ahora en la Ucrania de Proroshenko el rey del chocolate un títere sin cabeza en el gran guiñol estratégico norteamericano. Con su servidumbre y el golpe de estado en la plaza de Maiden puede haber empezado la tercera guerra mundial. Según Bulgakov, el que ha de venir el interpuesto al que dicen que han visto alojarse en la habitación numero 666 en un hotel de la calle Lovitskaya pero esta presencia es fantasmal o by hearsay.

 Se narra mediante el oído no mediante la vista y por esto mismo la novela tiene un aire musical más que fotográfico. La trama no es lineal y el estilo participa de la velocidad y contundencia de la vida actual.

La “guardia blanca” es narración de muchas preguntas sin respuesta en esta novela de guerra antimilitarista donde se ridiculiza a los prusianos y a los estados mayores. No hay combates ni escenas de guerra. Sólo se escucha el estampido, lejano, de los cañones y se anuncia que el nuevo orden entrará con sangre y en medio de grandes estertores. Verdún significará una nueva catástrofe para Rusia la dejarán sola sus aliados a merced de la gran conjura de los impíos.

 El asesinato del zar será el epílogo a una historia trágica de furores. El hombre de las patillas largas- Trotsky- se atusa los bigotes tiene una gran cabeza y proclama la revolución permanente. Nuevos dolores y convulsiones para el pueblo ruso. Los cielos refulgen con la estrella roja de los comisarios y el ángel de la muerte escribe sobre las nubes negras el número de la bestia: 666, el anosmié lo innombrable.

En medio del caos se abren camino muchas traiciones, ejecuciones sumarias, deportaciones en masa. Los alemanes dejarán a los blancos de Ucrania a merced de los bolcheviques. Bulgakov les llama felones.

Cunde el desamor y el relato de las vencidas mujeres violadas, campesinos arrojados de su tierra y por todos los dominios del zar se esparce la enfermedad rosa: la sífilis, como un flagelo bíblico. El autor era médico especialista en venéreas y el relato que hace de la enfermedad es puntual. Aparecen unas pústulas en las ingles (chancro) manchas de color rosa en la epidermis, después subseguirá la ceguera y la artrosis si no se ataja la epidemia con inyecciones de permanganato. Fue la enfermedad que sacude a Europa en los años 20.

Dios no escucha, se encuentra remoto muy a gusto  lejos de la humanidad que sufre rodeado de una escolta de ángeles en el paraíso. En uno de los pasajes, sin embargo, aparece un pope que predica contra la desesperación. Es la desesperanza el mayor de los pecados a ojos del Altísimo puesto que viene impregnado de la soberbia satánica y sólo pueden desesperarse los condenados del infierno. No conocéis sus misteriosos designios, se lamenta el padre Vladimiro puesto que el corazón de Dios es fuente de toda misericordia. El dolor y el sufrimiento colectivo tienen un carácter expiatorio y abrirán las puertas de la purificación. Este sermón, que recuerda el discurso del padre Zósimo de Dostoievski, pone una nota de claridad esperanzada en medio de la niebla de pesimismo de todo el relato; 1918 fue un tiempo de tinieblas y su mes de diciembre fue el más perverso en fríos y en crueldades humanas durante siglos.

Desde luego, se acabó la literatura, todo concepto de honor y de estética es pisoteado para dejar paso al lucro, la especulación, los bancos, el gnomo de Zurich corredor de bolsa acude a la llamada y en todos los garitos se mira para las evoluciones del índice Dow Jones. A los periodistas les han convertidos en sus lacayos y hablan con un bozal o por boca de ganso. Mucha gente irá a la cárcel o será marginad por pensar por su cuenta, nos profetiza Bulgakov. Ya se escuchan las pisadas del ángel del Apocalipsis. La idea central del libro es que hubo una conspiración universal para acabar con la ortodoxia proyectada desde el odio a la cruz misericordiosa, una conjura que es tramada por los que son siempre los mismos, los apóstoles del odio y la revancha pero al final vencerá el amor. El autor del Diablo y Margarita era uno de los autores preferidos de Stalin hasta que perdió el favor. Bulgakov muere en Moscú en un bombardeo de los alemanes a los que tanto despreciara en 1942. ¿Fue ello una corazonada?

 

 

 

 

 

 

XIX

 

 

 

 

SEGOVIA MISTERIOSA

 

Habiendo transcurrido mucho tiempo  de aquel suceso, cuando veo caer las hojas de los arces y de la sófora plantada por mí mano, me acuerdo de todo lo acontecido aquella noche como si fuera hoy mismo. Sálvame oh Dios y ten piedad. Los árboles de mi barriada se desnudan de su polisón bajo el sol del veranito de san Miguel y las mañanas son claras en este dulce septiembre cuando las plantas dieron su fruto y granzón del año nueve. En Asturias fue una cosecha buena de manzana y la Virgen de las Viñas que veneran en Aranda fue pródiga con nosotros, gran parte del mosto cosechero ya está metido en la bodega. Aquello ocurrió allá por el cincuenta y tantos. Es otro mundo después del móvil y de la televisión interactiva. La Humanidad ha dado pasos de gigantes. No miro pues atrás con ira sino con nostalgia, aceptando siempre la voluntad del Redentor y sus inescrutables designios. Creo que Cristo se ha hecho invisible pero reina en la Historia.

Las hojas del jardín-acabo de cortarles las ramas supernumerarias de las madreselvas con una cizalla eléctrica, ¡ah si mi abuelo Benjamín levantase la cabeza y viera estos inventos, él que fue un labrador segoviano de hoz y de zoqueta e iba a binar las viñas cojeando por su pata reumática!- y ya es otoño tiempo de plenitud. Se acerca octubre. El día uno se cumplirá 54 años en que yo iba detrás de un maletero con gorra de plato de maletero  jurado  y con chapa por las calles de Segovia. Ingresaba en el seminario. Querían hacerme cura.

 Subimos por la canaleja. En un nicho en plena muralla nos dio los buenos días una virgen románica y yo iba detrás del de la carretilla. Manolo que portaba mi baúl recién comprado y cuyos herrajes relucían como el oro y la ropa dentro olía a nuevo toda recién comprada por mi madre y repasada por mi tía Dominica. Todos me decían que tenía que ser bueno y comerme los libros y que esperaban la hora de mi cante misa, que abandonaba el siglo, pero no llegué a los extremos de Calixto Priscos uno de mi pueblo al que después de una misión que dieron los pasionistas decidió irse a los frailes. Fue a despedirse del personal. A por la gala. Quien le regalaba unos huevos. Quien un choricillo. Quien le daba dos pesetas.  Fue a despedirse muy compungido en la creencia de que no regresaría al pueblo jamás pues tenía intenciones de irse al Congo de misionero.

-Bueno, tía Polonia. Ya hasta el Valle de Josafat que nos volvamos a ver.

-Pues ¿cómo hijo? Eso es el día del juicio final. ¿Es que no piensas volver al pueblo?

Calixto Priscos dijo sentencioso.

-No.

-Abandono el mundo, sus pompas y sus vanidades, señora Polonia.

-Muy fuerte te dio, muchacho.

-Sí para ganar la gloria y sacrificarse. Hacer penitencias y todas esas cosas que nos decía el cura y que no cumplíamos pues somos pecadores.

-¡Ay pecadora de mí! ¿Y qué te doy de gala?

-Lo que le parezca bien. El camino es largo hasta el convento y vamos en mulo.

-Bueno pues aquí tienes una chicharronada que acabo de cocer. Para que te la comas cuando pases por cercas del río Botijas que allí siempre que voy al Lenar a visitar a la Virgen me da hambre.

-Como usted guste. Y lo dicho hasta que nos veamos en el cielo. Allí a gozar y cantar salmos por toda la eternidad. Ya sabe que el que quiere algo le cuesta.

-Muy bien hijo me pareces que tienes vocación. Espero que en la otra vida no nos aburramos de tanto cantar salmos.

-No, señora, seremos espíritus puros

Pero el bueno de Calixto a los quince días estaba de vuelta en Valdebriga. La tía Piquilaya que le había regalado una gallina se mostró muy sorprendida.

-Hombre, Calixto, ¿tú por acá? Tan pronto. Pues nos decías que hasta el Valle de Josafat. ¿Qué pasó?

-No me probaba, tía Piquilaya.

-Anda demonio. Y no me vuelvas a llamar tía Piquilaya que yo me llamo tía María.

-Pues vale, tía María.

Yo no sabría a puntualizar a ciencia cierta qué hecho desencadenante motivó mi llamada al sacerdocio. Tal vez fueran aquellas confesiones torturantes con el fraile jerónimo después de haberle visto las bragas a May mi vecina o si sería por ferias cuando un arcipreste que andaba por ahí desterrado por los pueblos de la iglesia porque había tenido un lío con una moza a la que sacó palante por dos veces y me dijo hazte cura que se vive muy bien. Mira yo. Digo mi misa y todos los días a cazar y a pescar, no paro. Mis feligreses son muy buenos las feligresas sobre todo. Hemos formado un coro y tenemos un club parroquial y echamos cine los domingos. Además los curas somos siempre un seguro de vida para los padres cuando se hacen mayores a la vejez. Yo los tengo conmigo a una hermana y una sobrina. Casi somos familia numerosa. El cura aquel se llamaba don –Evaristo y era amigo de mi padre con el que había estado en guerra. Era un tipo muy sano que se fumaba sus buenos puros y no se andaba con remilgos. Pero lo que creo que me empujó al seminario fue una película que echaron en los claretianos que creo que se llamaba Siguiendo Mi Camino y trabajaba Bin Crossby. O puede ser que también influyera mi carácter introvertido, mi amor a mis libros y sobre todo a las ceremonias litúrgicas de cuando era monago en la catedral. Más adelante lo explicaré.

Están cayendo las hojas de este otoño y qué lejos están aquesas primaveras del 55 y no me rindo sigo siendo un idealista. Caen las hojas de la acacia de mi jardín. Una a una dos a dos y musitan una canción al caer:

-Púdrete grano que mañana serás espiga.

El mundo sigue su rumbo imparable y en la historia como vengo diciendo no cabe marcha atrás. Los acontecimientos nos desbordan. Carecen de lógica o no hay un diseño establecido. Pero debemos ser optimistas y confiar en Dios. Ese pipo de melocotón o de durazno que ahora arrojamos al desgaire sobre la cerca dentro de un tiempo será un frutal frondoso. Es la estela que dejan detrás los hombres: un árbol, un libro, a lo mejor un hijo.

Hoy devano recuerdos, drago mi memoria y en el flahback del tercer ojo de la imaginación regreso a aquel paraninfo en aquella noche del velatorio del pobre Pénjamo que paz descanse. Miro para los altos techos de la ataujía del artesonado mudéjar (Segovia puede que fuese una ciudad judía, también morisca y gótica hasta las cachas. En el siglo XIII todos se convirtieron con su rabino durante las luchas dinásticas de los últimos reinados de los Trastámara cuando en Castilla eran preponderantes pero también fue significativa la aportación árabe con sus alarifes y huertanos; bajo el reinado de Enrique IV había en el alcázar una guardia mora y el propio rey se sentaba a la morisca y sabía leer en letra cúfica, escuchando con gusto la música de adufes, laúdes y chirimías; cierto que tuvo algunos detractores que le llamaban impotente pero en esta ciudad al hermano de Isabela lo queremos mucho) y parece que contemplo aquella decoración de roleos en los bordes con carreras de ninfas que saludaban a Afrodita saliendo del baño (Anadiodema) como si el artista hubiera querido realizar un recorrido por toda la mitología.

Trato de leer aquellas grafías latinas bajo las escenas cinegéticas de Diana Cazadora, de Nabia para los vacceos, de la Venus desnuda surgiendo del amor de una ola, como si fuera de la costilla de Adán, según la Biblia. Desde entonces soy del convencimiento de que el cristianismo no se produce por generación espontáneo sino que es el resultado de unos hechos y creencias antiguas. Los héroes del Olimpo se convertirían en nombres del santoral cristiano. Hércules es san Jorge. Hermes Trismegisto ampara y explica en cierto modo el dogma trinitario. Atlas se convierte en san Cristóbal, Esculapio en san Nicolás y así sucesivamente. Venimos del griego- Cristo era un judío helenizante de origen esenio- del latín, esa lengua maravillosa, y del hebreo. Estas tres raíces conforman el mundo occidental mírese por donde se mire. Con todo, la memoria de Israel pervive en mi Segovia. No me llamen antisemita porque digo la verdad como el profeta Jeremías.

En estas representaciones la ninfas de vestes etéreas que el dios Neptuno las puso en el mundo soplándolas por la boca sostenían en sus manos vagorosas cuatro camafeos sitos en la mitad de cada ángulo del paralelepípedo. El modillón del norte efigiaza a Luís Vives. Al sur había un retrato de los Reyes Católicos, al este el de Francisco de Vergara helenista de Alcalá y que fue maestro de latinidad en aquel centro. Era amigo del doctor Laguna otro segoviano ilustre y que fue perseguido por la Inquisición a causa de sus ideas erasmistas. Completaba la lista el rostro de Laínez el gesto adusto irónico y como sorprendido. Debajo y entre hojas de laureles se leía el epígrafe de la compañía: AMDG. En el de Vives con una gran gorra de visera cubriendo su cabeza se leía “Vives semper vivas”.

El camafeo de los Reyes Católicos era el que tenía más arrequives más hojas de roble y de laurel alrededor. Bajo el águila explayada ponía “ex pluribus unum” y el “tanto monta” que eligieron los norteamericanos como divisa de su republica federal, sólo que en su lema imperial hay una particularidad, la del águila calva de las Rocosas, la española es sólo águila caudal o de San Juan desplegando un pico enorme y fuertes garras como para levantar a estos reinos hacia las estrellas. Plus ultra. Luego estaban también el yugo y las flechas que nada tienen que ver con el fascismo como consideran algunos lerdos. Son simplemente las flechas del poderío y el yugo de la labor.

En esta pared estaba escrito la historia y esbozado los sueños de nuestros ideales. “Sic vos non vobis” ponía en el lema del doctor Vergara. De este modo el cuadrado se incorporaba al círculo; es más: lo probaba en demostración empírica. Lo cóncavo y lo convexo se juntaba. Era toda una parenética de la perfección o sermón pronunciado no con la voz sino pintado al pastel. “Sic ad astra”. El lema apuntaba hacia lo alto, buscad la perfección, caminar pisando los luceros de la excelencia. Por ese camino se va a las estrellas. Y es a lo que aspirábamos al citius fortius altius. Algunos se estrellaron o nos estrellamos no cabe duda pero no hay que achacarlo a nuestros maestros que nos dieron lo mejor que tenían sino que nosotros éramos imperfectos y no dábamos más de sí. Y aquí hay que traer a colación la tan manida frase orteguiana de que el hombre es el hombre y su circunstancia.

La búsqueda de la excelencia, la aspiración a todo lo noble, la ruta de la perfección mediante la renuncia y la abnegación cristiana, la doma de la voluntad, el control de las pasiones: la lengua, el vientre, la ira y la lujuria. El rector que no daba puntada sin hilo nos decía que aquellas ninfas descocadas representaban a los siete pecados capitales. Éramos de barro y querrían hacer de nosotros superhombres. Pero el padre Cabezas le contradecía.

-Esas señoritas, señor rector, son las nueve musas: Melpómene, Terpsícore, la teatral Talía, Polimnia, Urato, Erato, Euterpe, Clío y Caliope que es la más bella de todas.

El profesor Cabezas aunque era de ciencias sabía también lo suyo y daba gusto escucharle sobre todo cuando no estaba cabreado porque no nos entraban los logaritmos ni eso de los números primos. Sin embargo apuntaba un detalle que toda esta mitología de Venus Anadiodema, Diana, Neptuno, las Nueve Musas parecen estar corriendo por la pared y parece que van al encuentro del cristo de los ojos bajos que constituía el epicentro de toda la representación pictórica. La precisión del matemático me pareció sumamente importante y no he dejado de cavilar a lo largo de los años. El Verbo humanado es el epicentro de todo lo que acontece y que la cruz seguirá presidiendo el horizonte de todos los siglos y nadie la podrá arrancar ni derribar. Pero venimos de los griegos los latinos y de la Biblia y estos tres polígonos basan el Nuevo Testamento. Mi carga es ligera y mi yugo es suave. Desde aquel crucifijo que pendía sobre el baldaquín de damasco que amparaba el sitial donde se sentaba el obispo nos ligaba al pasado clásico y nos invitaba al futuro y a la modernidad pero sin renunciar a la tradición porque sería destruir el molde en el que nos vaciaron a los europeos.

Nuestro profesor de literatura, otro gran hombre y otro sabio, don Tirso al que llamaban Coramvobis no se cansaba de insistir en este punto y parecía entrar en éxtasis cuando explicaba a Cicerón, escaneaba los espondeos de Virgilio y nos familiarizaba con Eneas, con el gallo a Esculapio y hacia que aprendiéramos las cinco declinaciones, las conjugaciones, los ablativos absolutos, los verbos irregulares y nos ponía tareas, un párrafo o pensum que teníamos que memorizar y soltarlo en clase. Ahora mismo todavía me acuerdo porque lo que pronto se aprende tarde se olvida y decía así:

Flumen est Arar, quod per fines Aeduorum et Sequanorum in Rhodaum influit incredibili lenitate ita ut oculis, in utram partem fluat, judicari non possit” (el río es el Saona que en las fronteras de lose eduos y los secuanos con lentitud increíble desemboca en el Rodano de manera que no se puede decir a simple vista qué río es el principal y cual el afluente)

Por aquella traducción algo libre Coramvobis me puso un diez. Nunca se lo agradecerá bastante aquel canónigo gordo y ágil que venía al estrado siempre deprisa y llegaba cinco minutos más tardes a veces oliendo un poco a anís, pues incentivó un amor al Latín que sigue vigente en mí hasta el día de hoy. Dios tenga en su morada a aquel buen sacerdote.

 

 

 

 

XX

 

CORRESPONDENCIA ENTRE MENÉNDEZ Y PELAYO Y JUAN VALERA

 

 

 

Desde 1877 hasta 1905 Juan Valera y Marcelino  Menéndez y Pelayo sostienen una nutrida e intensa correspondencia que es paradigma del género epistolar, casi único en su género, precisamente en un país donde no abunda la categoría memorialista. El español es grafómano por excelencia pero no muy dado a las expansiones de esta índole aunque aquí los mozos escriben copiosas cartas de amor de las que alcanzada edad provecta se arrepienten y cuando regresan a estas cartas olvidadas que duermen en un cajón piensen para su capote: “caray las chorradas que escribía yo entonces pero no era yo; guiaba mi pluma mi corazón enamorado u otro afán”.

Estos escritos, rara avis en las letras castellanas, intercambio intelectual entre dos autores próceres, son un testimonio inapreciable para conocer una época singular en la historia del parlamentarismo  y de la democracia española como fue el tiempo de la Restauración. Dos partidos torneantes: Canovas y Sagasta, un pacto de caballeros concertados para el bien común, representados aquí por Menéndez y Pelayo, tildado de ultramontano, casi un neo del catolicismo reaccionario y  montaraz y don Juan Valera, un liberal, humanista. Sirviendo a una misma monarquía desde campos políticos diferentes. Son dos señores que se muestran por encima de las intransigencias de secta y las banderías políticas. Todo un paradigma.

Interesante en todo este intercambio epistolar es la parte corográfica. Valera hace confidencias a su comunicante acerca de todos los lugares a los que visita. Presidió las legaciones diplomáticas de Su Majestad en Lisboa, Washington, Bruselas y Viena. Incomprensiblemente faltan en estas relaciones todo lo concerniente a San Petersburgo donde él también fue embajador. Sus impresiones sobre dichas ciudades y sus moradores no tienen desperdicio.

Por ejemplo los portugueses son para él españoles descastados que renunciaron a su iberismo en aras de un secular vasallaje a los ingleses. La altanería lusitana le parece insoportable y nota cómo en Washington las gentes salen a la puerta de las casas “para tomar el fresco igual que en cualquier lugar de Andalucía o de la Mancha”. Observa cómo los norteamericanos tienen un concepto diferente al de la literatura al que podamos tener nosotros. Ya entonces corrían por Nueva York las novelas por entregas. Edgar Alan Poe rendía culto a las narraciones del terror pero en general las letras yanquis tienen una connotación práctica siguiendo las pautas de Benjamín Franklin. Si le cuentas por ejemplo a un neoyorquino que eres escritor pensará probablemente de ti que eres un dirty old man libidinoso que se pasa la vida emborronando cuadernos de guarradas pornográficas.

Mientras en Europa son importantes las elites entre los gringos se escribe para las masas. Esta apreciación de don Juan Valera me parece que tiene un gran interés y conserva plena actualidad.

En Bruselas el personal se aburre como una ostra y se dedica a comer y a beber cerveza de alta graduación mientras connota cómo Viena se convierte en una ciudad de suicidas cuando sopla el “Föhn” (viento terral de los Alpes).

Desde Madrid Menéndez y Pelayo, gran bibliófilo, devorador de letra impresa, le encarga libros. Al propio tiempo le da cuenta de sus progresos en la redacción de sus proyectos literarios que son por esa  época bastante ambiciosos. También le solicita cartas de recomendación para algún amigo que quiere opositar a cátedras o aspira a algún sillón en la Academia. Salta a la vista que los que se cartean son dos seres humanos, no dos extraterrestres.  La cultura no está reñida con el jabón  y los poetas y escritores no siempre han de llevar greñas e ir desaliñados.                                                                               Sin embargo, mi experiencia triste es de tratar en este tiempo con archiveros es si éstos son auténticamente seres humanos. De ahí mi satisfacción ante este referente. Don Marcelino no sólo fue un hombre de letras, el archivero mayor de estos reinos, sino también ser humano de una sola pieza. No atendía demasiado al acicalamiento personal como todos los dipsómanos. Valera, por el contrario, era el espejo de la pulcritud.

De singular interés son los juicios de valor de don Marcelino sobre algunos aspectos de la vida literaria complutense dando cuenta y razón de lo que se publica. Por esta correspondencia desfilan los nombres de Palacio Valdés, escritor con gancho en aquel momento y que le parece “demasiado realista”. Los dos temen a Clarín como crítico. La Pardo Bazán está muy interesada por los rusos. Galdós va a su aire. Et sic et coeteris...

El egrabense no oculta su desaliento y la astenia productiva. Ha dejado de escribir novelas y sólo redacta algunos cuentos. Se queja  al cumplir los 59 años de ser un viejo. Le cansa leer y teme quedarse ciego. La temática de este carteo lleno de enjundia tanto filosófica como informativa, puesto que ambos realizan un estudio de época, es estrictamente estética. Uno y otro son hombres de ideas. Pero rara vez mientan la política. Cabe notar que en la correspondencia datada en 1898 no existe la menor referencia a la crisis de Cuba. La muerte de Canovas es sólo objeto de unas breves líneas. El eminente estadística cayó asesinado victima de un atentado terrorista en el balneario de Santa Águeda, Guipúzcoa, el 7 de agosto de 1897. La bala del anarquista Angiolillo – por ese cabo nuestra hoja de servicios no puede ser más dramática: la mayor parte de nuestros primeros ministros no suele morir en la cama- fue el prólogo de nuestra decadencia iniciada con la pérdida del último florón de las Antillas.

Sagasta, empecinado en la cuadratura del círculo, hasta el último hombre y hasta la última peseta, se vio inerme y con las manos atadas para lidiar con el gigante yanqui y sus maulas. La voladura del “Maine” fue una impresionante maniobra política de auto golpe. De entonces hasta ahora son expertos en la materia. El jingoísmo, los hechos consumados, las campanas de Randolph Hearst que siguen sonando a media noche en las manos yertas y universales de Ciudadano Kane. Estamos ante el caso de la trama de la novela de Chesterton “El hombre que fue Jueves”. El ladrón he aquí que es el jefe de los guardias. Y el inventor del terrorismo como arma política es el súper agente secreto encargado de acabar con los maleantes con la dinamita a cuestas, transformado en una especie de gendarme universal. Historias de involución. ¡Si yo les pudiera contar!

En la época de las cesantías en este coloquio epistolar a muchas leguas de distancia los abajofirmantes y derechohabientes del parnaso español, dos auténticas plumas galanas, dos fueras de serie, se intercambian letras de recomendación para cada uno de sus comilitones políticos. La izquierda de don Juan y la “derecha” de don Marcelino se entienden bajo cuerda y dialogan, un maravilloso ejemplo para los españolitos de 2004 que viven tiempos tan crispados. Son dos elegantes que poco tienen que ver con la canallesca. Cada uno posee un concepto de España y la ama a su manera.

Pese a la diferencia de edad y de inclinaciones un tanto bohemias los dos debieron de compartir alguna que otra francachela. Ya despunta por entonces las inclinaciones etílicas del santanderino que le habían de conducir a la tumba. Todos sabemos que Menéndez y Pelayo fue un sabio de vida bastante desarreglada. Libros, vino y mujeres fueron la norma de su juventud. El cordobés, de bastante más edad, era de condiciones más áticas y serenas pero en sus buenos tiempos debió de gustar de echarle alguna canita al aire.

Frecuentaron un garito en la calle Barquillo por nombre “La Sinagoga” donde debía de haber unas hebreas bellísimas, sueltas de espíritu y de lengua y que tenían nombres de guerra tan sonoros como Aspasia, Rodopis, Hipatis y otras Raqueles lacrimosas. Amen de comprensivas e inteligentes debían de ser mujeres muy sensibles y cariñosas. Valera desde el extranjero indaga sobre el estado de salud de las pupilas y Menéndez y Pelayo, asiduo cliente del local, le manda recuerdos de su parte. Todo queda en casa pero los detalles no pueden ser más humanos. La prestancia de Valera como escritor de epístolas es destacable. He de decir que aunque sus producciones que leí antaño- “Pepita Jiménez” y “Juanita la Larga”- las encontré demasiado almibaradas y sin gancho; sin embargo estilísticamente es perfecto. Como memorialista sus juicios no son nada desdeñables y su prosa cuajada de primores brilla a gran altura y sus pronunciamientos sobre el mundo que le circunda son definitorios y definitivos.

Todo indica que debió de ser un andaluz diserto y culto, hombre de mundo, muy hábil y con muchas tablas que solía escaparse por la tangente. En los vaivenes de los partidos turnantes supo nadar y guardar la ropa hurtando el cuerpo a las diferentes crisis de gobierno que siempre le encontraron a muchos kilómetros de distancia o con el charco de por medio. Eso en España donde las relaciones personales se encabronan con tanta facilidad  es una ventaja de la cual sabe sacar partido.

Tenía don de gentes. Era buen psicólogo pero en Lisboa se siente abatidísimo. Percibe el fracaso de unidad de los pueblos ibéricos detrás de los cuales se encuentra Inglaterra como muñidora de conflictos. Como siempre. Por eso sus dictámenes antilusitanos son auténticos veredictos: “Esta gente está archiperdida por haber renegado de su casta y por ser ridículo arrendajo de los ingleses... Yo no quiero a Portugal sino despoblada... el portugués es finchado, carrancudo y tieso”. ¿Qué le ocurrió al autor de “Pepita Jiménez” en Portugal?

De todas formas estas cartas son un baremo para estudiar su estado de ánimo. Parece ser que tenía un carácter depresivo. “Hoy no estoy para nada-escribe- Soy el rigor de las desdichas”. Por el contrario, su corresponsal  en la Academia siempre estaba embarcado en alguna aventura literaria y era proverbial su poderosa capacidad de trabajo. “Me sorprende la capacidad que posee usted para escribir” le confiesa Valera en una misiva al tiempo que le confía un encargo: ir a la estafeta a encontrar unas cajas de habanos que le perdieron en Correos y que se fueron por la posta. Los vegueros debían de ser lo mejor de Vuelta Abajo dado el interés que muestra.

Las averiguaciones del eminente polígrafo surten resultados y las cajas aparecen y don Juan se los fumó a la salud de su corresponsal desde el exilio dorado. En agradecimiento desde Lisboa remite a don Marcelino una serie de tomos sobre la poesía de los hispano hebreos (el tema judío le apasiona al autor de los “Heterodoxos”) que habrían de hacer las delicias  lectoras de un hombre como él bibliópola empedernido y siempre a la caza de raros y de curiosos y que llegaría a acumular una de las bibliotecas más surtidas del país.

Hay un cierto holismo, una interdependencia que llega casi a la telepatía entre estas dos mentes privilegiadas, protagonistas intelectuales de una de las épocas más interesantes de la historia de España. Literariamente fue nuestro segundo siglo de Oro. Un faro de luz que alumbra un mundo sumido en las tinieblas de las covachuelas y de los manguitos. Estas cartas son el vivo reflejo de una amistad entrañable. Podemos conocer algunas intimidades de uno y otro. Verbigracia, la esposa del diplomático era gastiza y dada a los dispendios copiosos. Echa de menos las tertulias de Madrid y se queja de su astenia productiva. Refiere la impresión que le causara la ciudad de Washington con su moderna traza, las grandes avenidas. “Esto es como la Granja pero al por mayor”. Se asfixia de calor a orillas del Potomac. Los mosquitos, libélulas y cocoyas son un martirio en las noches de verano. No hay aceras. Las dimensiones de los ríos y del propio país son desbordantes. Desde Nueva York a San Francisco- apunta- hay la misma distancia que desde Cádiz a Arcángel atravesando las distancias de un continente enorme donde la naturaleza es todavía virgen.

Allí le sorprenden algunas desgracias familiares como la muerte de su hijo Luisito a los 16 años. Menéndez y Pelayo le manda el pésame al tiempo que le refiere que acaba de pronunciar una conferencia sobre Raimundo Lulio. Asimismo, le envía un ejemplar de “La Regenta” novela que acaba de aparecer en Madrid en 1884 con gran escándalo para el clero ovetense.

He aquí el juicio que emite don Marcelino sobre la novela de Clarín que siempre le parece que vale más que Pereda: “En él se anuncia un grandioso novelista en medio de ciertas inexperiencias y rasgos de mal gusto”. Ambos comunicantes hacen gala de su espíritu sodalicio pues entonces los amigos lo eran para toda la vida pese a las divergencias políticas.

En 1885 muere Alfonso XII y Menéndez  y Pelayo dice que Verdaguer es el mayor poeta de España aunque adolezca de un cierto victorhuguismo. Valera por su parte manifiesta la ilusión que le hace el que “Pepita Jiménez” está ya en los tórculos de un editor neoyorquino. Él será junto a Palacio Valdés uno de los pocos autores españoles traducidos a ese idioma. Tanto a ingleses como norteamericanos les merecemos poco crédito. Jamás nos hicieron caso y en todo autor que es vertido – loor de enemigo – hay latente casi siempre una intencionalidad política. A pesar de que aquí se ha escrito mucho y bien y nuestra literatura sea quizá más interesante que la anglosajona y sólo comparable a la rusa, escribe el gran escritor cordobés.

En 1886 don Juan es trasladado a Bruselas. Por aquellos días es comidilla en los círculos literarios complutenses la decisión del político español don Manuel  Silvela de publicar la obra completa de Sor María de Ágreda, amiga también por carta del rey Felipe IV y autora de la “Mística Ciudad de Dios”, un bizantino y prolijo tratado acerca de la vida de la Virgen María. Estamos en un tiempo en el cual la gente se interesa por el espiritismo. El mismo Valera, sin llegar a ser un hierofante o experto en materias ocultas, perteneció a una sociedad teosófica. Aunque él creía firmemente que las letras y no la superstición eran signos de renovación entre los pueblos. Y en sus lucubraciones por carta estos dos amigos creen todavía viable un próximo renacimiento de España. “Desde hace dos siglos- afirma el embajador con tristeza- hemos remedado mucho a los extranjeros renegando de nuestras cosas. Nos hemos mostrado algo bárbaros por despecho aceptando acusaciones como alabanzas o haciendo gala del sambenito que nos ponían”.

Los dos quieren ser castizos sin sonar a arcaicos y refutan el “absurdo regionalismo catalán” y están determinados a demostrar que España después de Grecia, Inglaterra e Italia ha sido uno de los  grandes países civilizadores del mundo. ¡Qué gran verdad!

 

 

 

 

 

XXI

 

CENTENARIO DE JOSÉ MARÍA DE PEREDA






Oiréis que se dijo: “pueblo chico, infierno grande”. En parte toda la novelística de José María de Pereda se centra sobre tal ocurrencia sin encontrar otra solución que una huida hacia la naturaleza como remedio a las pequeñeces de la mente y el humano sentir.   Hay una colisión irreparable entre el pensar grande y el párvulo vivir de nuestras existencias cotidianas destinadas al fuego del fracaso o la pira del olvido. Y es que en medio de un paisaje arcádico, donde se percibe a cada hora de sol o en las mismas vigilias nocturnas con un pueblo acurrucado entre montañas bajo la luz de la luna, y vigilado por cimas ciclópeas que se alzan como dioses encaramados, hitos telúricos, deidades oscuras emanadas de lo más profundo de la tierra, se desarrolla la acción de “De tal palo tal astilla”, un estudio cabal de la hipocresía y una de las novelas de ambiente rural cargadas de mensajería, invitando a la reflexión no sólo sobre el latido de las pasiones del hombre decimonónico sino también de la condición humana de todas las épocas, de suyo ruin. Pereda, en esta entrega, y de una tacada, realiza una radiografía exhaustiva de la avaricia (don Sotero el usurero), el amor mojigato y con intereses de Águeda, bella muchacha pero cargada de prejuicios, fruto de la mala educación religiosa de la época. En la configuración de esta mentalidad torcida tienen que ver mucho los curas, monjas y frailes. En cambio, uno de los personajes más limpios y generosos que cruzan las páginas es Fernando, el hijo de un médico volteriano al que apodan “Pateta” (referencia al pata de cabra o sátiro con que la imaginación popular antigua representaba al diablo) y que se enamora de la rica heredera, Águeda. Sin embargo, su  pasión, en un ambiente de comidillas, murmuraciones y habladurías de Valdecines, “habitado por gentes cristianas pero maliciosas y suspicaces” de que el mozo  aspira a la mano de la rica legitimaria no tanto por amor como los dineros de la hacienda. ¿Por qué me quieres, Andrés? Por el interés. El autor nos mete de a hecho en medio de un ambiente cargado de maledicencia, de segundas intenciones, que llega a resultar opresivo. Lo que son los pueblos. Bastián, hijo fornecino de don Sotero, y que el hipócrita pretende casar con Águeda, para quedarse él con la hijuela, vendría a representar, la fuerza bruta. La escena del intento de violación por parte de Bastián abortada in medias res por Macabeo que entra en la habitación donde la protagonista intenta zafarse de la lascivia del bestia de Bastián implorando la ayuda de la Virgen y rezando el rosario, trepando por un breval es una de las mejor conseguidas, por la intensidad y trepidante descripción del relato, en toda la novelística española.  Cuadro duro y con suspense que hace pensar en películas antiguas de Alfredo Hitchcock o en novelas de Edgar Alan Poe. Todos conocemos las ideas del escritor montañés. Unos crían la fama y otros cardan la lana. Y los juicios que dispersa en este libro escéptico y bañado de tristezas perturban el clisé de  derechismo ultramontano de él preconcebido. Tiene que ser precisamente él, un ultramontano, quien denuncie los abusos de las mentes retrógradas. A trancas y barrancas se esfuerza por salvar la virtud de la heroína pero tiene que condenar al suicidio al bueno de Fernando que había cometido el “atrevimiento de poner en tela de juicio las verdades fundamentales y las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia”. Sub límine, late una el desencanto de Pereda con aquel género de vida rancio y cargado de prejuicios. Levanta la tapadera de la olla ferviente al tiempo que nos presenta un drama de pasiones rurales que se desarrolla en el último de los paraísos perdidos. Potente, seguro de sí mismo, y con pluma certera y elegante, traba un cuadro narrativo que es hoja de filiación del Santander y de las Asturias en general de la segunda mitad del Decimonono. La novela, todo un manual de psicología agraria y balance sociológico objetivo y realista de las cosas como son y no como debieran ser, se publica sólo un lustro antes de La Regenta. El argumento, salvados algunos matices, es parecido y la intención poco más o menos. El estilo también, brillante.  En ambos casos sendos escritores hacen acopio de la manera de decir montañesa. Asturias, como se sabe, se divide en dos categorías hablantes: una, los que, cuando van a la hierba, llaman a la zoqueta para afilar el dalle colodra y, otra, los que la dicen zapico. Dos bandos, dos terminologías para un mismo concepto. Pereda pertenece al primer grupo. Clarín al segundo. Sin embargo, la hierba que amontan en el almiar es la misma. O parecida. Tanto el uno como el otro aman profundamente la naturaleza asturiana y la santanderina pero critican un poco la intolerancia de sus villorrios y aldeas poblados por cristianos viejos de mentes algo retorcidas. Pueblo chico infierno grande y la Iglesia parece que se regodea de la ignorancia de sus feligresías. Este analfabetismo es buen caldo de cultivo para su medro. Para los curas chirles el santo temor de Dios no es el principio de la sabiduría. Más bien, lo contrario. El conocimiento allega dolor y crítica contra los valores establecidos. Vénganos el tu reino pero que no sea ahora mismo. Por el momento, la fe del carbonero. ¿A qué meterse en camisa de once varas? El cura de Valdecines es un santo varón de Dios pero corto de luces y carece de respuesta a las dudas contra la fe  que le presenta el hijo de Pateta. Traza un plan para su conversión. Es un método gradual y paso a paso que le va a servir de poco porque su postulante, desesperado por las habladurías, opta por arrojarse desde una roca tajada. Al escribir De Tal Palo don José María derrocha fuerza y hace un alarde de dominio omnisciente, tan importante en novelística. Que los hechos que narras no se te sobrepongan. Que tú lleves siempre la rienda. Y no se te desmanden los jacos de la cuadriga. Tú, autor, siempre controlas, galga en ristre, desde lo alto de la berlina. La novela es el arte de atar cabos. La perfecta y congruente sindéresis. Una verdadera delicia es, en su caso, la lexicografía. Esa forma de hablar castiza y precisa en castellano rotundo y eufónico llamando a las cosas por su nombre. En la descripción topográfica del escenario grandioso de las quebradas que lo vieron nacer pocos le ponen un pie delante.  Pereda es un Argos de la hipotiposis literaria. Resulta, por contera, que el escritor santanderino es más liberal de lo que creyéramos y menos carca -velay los prejuicios- de lo que se supone, aunque su vieja fe cristiana es recia. En los retratos que nos quedan de él, de señor chapado a la antigua, con balandrán de catorceno y monóculo, tiene cara adusta de un rebeco siempre a punto de triscar de risco en risco por los sacrosantos fueros de la tradición. Debía de haberle dado Dios un genio vivo y cascarrabias. De mil demonios debía encontrar su ama al viejo solterón de la casona de Tudanca las mañanas que se levantaba con el pie izquierdo. Pero sus rabietas se acababan pronto. Debía de ser, como todos los Contreras, algo contradictorio. Agraz por fuera. Dulce por dentro. Más ruido que nueces. Perro ladrador poco mordedor.  Hay traza de genialidad en la forma como nos presenta a don Sotero el meapilas fariseo y avariento a quien remata en los últimos trancos del libro con una angina de pecho. Una corazonada tal vez. A veces lo que uno escribe se cumple. El autor de La Puchera moriría de lo mismo. El arte de la literatura tiene aspectos misteriosamente oníricos que nos ligan a los humanos con la antigua profecía y la quiromancia. Casi todos los buenos libros son premonitorios. Pero la grandeza de esta novela no para ahí. Hay un estilo maravilloso. Inimitable. Él siembra pautas. Traza caminos que nos llevan a conocer los giros y las peculiaridades de una región. Hay dos bables, insistimos: el de las Asturias de Oviedo, desde Parres a Ría de Eo, de los que llaman zapico a uno de los aperos más utilizados por el Norte y los de las de la Montaña que lo designan colodra, desde san Vicente de la Barquera hasta Potes. Pero juntos denominan a ciertos pájaros de la misma manera: la negra miruella o miruello de pico largo y hondo como una laya que escarba el futuro, o el pomposo tordipollo o la picara aguzanieves que abreva junto a los cilancos. Los asturianos conocen como pala a secas al trente o tridente, lo que en ciertos recodos de la España citerior, allí donde adentra sus manantiales del idioma Castilla la Vieja apelan gario, voz vascuence, lo más probable, igual que murio y murias (montón de piedras), carro, corral, etc. El primero es renuente a la jota que dicen trajeron a España los moros: xatu y xata, mientras los de Santillana del Mar ofrecen una prosodia más evolucionada, porque acaso estuvieran más en contacto con la Meseta que sus vecinos al otro lado del puerto del Escudo. Así, pronuncian: jato y jata por novillos y novillas uncideras. Un poco más abajo llamarán a este torito que aun no ha cumplido dos años choto. Se encuentran múltiples variantes en el bable occidental y en el oriental[29] pero hay términos aldeanos que no varían en una y otra de las modalidades de las dos orillas de la ría: quima, narvaso, asubiar (poner a cubierto el ganado). Algunos hablistas exaltados de ahora mismo debieran hacer cura de humildad leyendo a Pereda. Pero los de una y otra zona encumbran el carro y echan mano de la sarzuela para que no se entorne. Luego “empayan” toda la balumba a través del boquerón del pósito. Si hurgas en el fondo de cualquier español te encontrarás con el alma de un pajar, donde duerme el pobre y donde fuimos engendrados muchos de nosotros. Que era en ese lugar donde las parejas se escondían para hacer el amor. ¡Ah la “vita bona” que ahora echamos en falta, el sabor de la tierruca, la aldea perdida y encaramada en los recuerdos, retaguardia de toda una estirpe que ha visto como han quedado francos de servicio a impulsos de la tecnología aquellas antiguas palabras que decían tanto! Hoy, caídas en desuso y tan añoradas a medida que el idioma se empobrece.   El espíritu indomable de los ultramontanos ariscos vuelve por donde solía. Se pretende crear un idioma vivo y en continua evolución donde sólo  hubo una lengua muerta y hoy fenecida al pasar a mejor vida toda una civilización de matiz campesino, sin asiento literario apenas. ¿Es atavismo o es inducción foránea? Quieren entronizar a un dialecto, uno de los más hermosos del castellano plus minusve, eso sí, de buenas a primeras y ad nutum, en conformidad escueta con su libre albedrío, conforme les da Dios a entender a los nuevos filólogos de aluvión, pontífices de la tan cacareada cosmocracia que no es más que un embuste, y  untados por una mano extranjera, como lingua franca. Una tarea para la cual hace falta no sólo mucha cara sino también bastante imaginación. Con las lenguas no valen malabarismos de prodigiador. No son un conejo que el osado circense se saca debajo de la chistera. En nuestro patrio solar gozaron de categorías de lenguas junto al castellano el vascuence, el gallego, el valenciano, el catalán y el mallorquín. Pero al paso que vamos, se van a sacar diccionarios hasta del castúo. Debe de ser por un atavismo recio. Existen en nuestra historia pulsiones suicidas y de tarde en tarde asoman la oreja. Es tributo de nuestro estirpe con estos bueyes hemos de arrejacar la linde aspérrima. Este es el país de la real gana. En De Tal Palo Tal Astilla se hace una crítica de la sociedad que conoció su autor. Emperejilada por los poderes fácticos de los que traza un análisis objetivo y sin emblema de facción. En su punto de mira está la Iglesia con su “legión de curas ignorantes que socavan voluntades y conocen quien es quien a través del agujero del confesionario (toda información es poder), se enriquecen a costa de diezmos y relaciones fabulosas sobre el Purgatorio”. La barca de Pedro, en boca de don Fernando, consiste  en toda una nube de frailes comilones y lascivos que saquean los hogares sin conciencia, perturban las almas y quitan la paz en los hogares a veces mancillando la honra de las familias. Una gusanera de monjas rebelándose contra las leyes de la naturaleza cantando con voz gangosa salmos en latín contrahecho. Una lista de papas disolutos y crueles como Alejandro VI, la Papisa Juana[30], Julio II. Un tropel de beatas arrepentidas que con sus pecados de juventud repoblaron la inclusa. La Iglesia ha sido mazmorra del entendimiento durante los últimos tres siglos, concluye. La cita es demoledora, pero - relata refiero- no le falta su miga de razón. Es pertinentísima al hilo de lo que está sucediendo en la actualidad, cuando vemos a un babeante pontífice aferrado a su silla gestatoria, que se resiste a condenar, por lo que pueda pasar, los crímenes de los sionistas nazis y los atropellos de ese general israelí con cara de sacamantecas. Los blindados bombardean y cercan con tropas de asalto la iglesia de la Natividad de Belén. En la mente sólo una idea fija: salvar los muebles en medio de las terribles cosas del acontecer diario. El cielo parece empedrado de amenazas, pero los que tienen la responsabilidad de dirigir y auspiciar, referente y faro de la grey, miran para otra parte.  Mientras, recogemos los escajos de la gran zarabanda libertaria del pasado. Todo en nuestro redondel parece que pincha: los rostros, las palabras, los titulares de los periódicos, los discursos en el parlamento. Es la hora del vértigo y de los remordimientos de conciencia. Pereda, que tanto abominaba de la política encarnada por el rostro de Espartero, el héroe de Luchana, huía de ese mundo ficticio de los salones y de las largas parrafadas de los periódicos. El cuerpo le pedía Montaña. Pese a ello, la carne pecadora no hurta el cuerpo al cinismo in ánima vili. Digresiones aparte, Pereda es el primero en dar la voz de alerta y este mensaje de dolor y cordura vendría avalado por mosén Cinto Verdaguer. El poeta catalán, contemporáneo del autor del Sabor de la Tierruca también barruntó que se avecinaba guerra civil. Ésta tuvo un primitivo contexto religioso. Pereda deja caer la profecía en boca de sus personajes, lo mismo que el poeta catalán quien también sufriría persecuciones de su obispo, Murgades, salidos del magín de un señor tan poco sospechoso de herejía, de derechas de toda la vida, carlista al igual que el poeta de la Canción del Canigó. Ambos no lanzan una diatriba contra el dogma y la tradición sino que hacen una reflexión en voz alta sobre la moral de algunos clérigos y su falta de ética. Y acerca de adónde nos puede llevar el apoltronado clericalismo trasnochado de la sociedad española finisecular. Clarín, que como digo era un místico, se une igualmente al coro. La cuestión religiosa es el eje cobre el cual gira el argumento de la novela que nos ocupa. Que es de las denominadas de tesis en la forma de narración costumbrista. Abordada desde el punto de vista de un español profundamente religioso que se escandaliza de las puerilidades y gazmoñerías de los sectores papistas exaltados cuya piedad finca en el despropósito y su conducta de doble pauta poco recomendable. Sus mañas traen a la memoria la infausta imagen de la monja inglesa que pontificó bajo el nombre de Juan VIII. De hecho, el cura de Valdecines, que “es un santo”, nada se parece al magistral ovetense, Fermín de Pas, emblema de la altanería, el lujo y la riqueza. El cura de aldea vive en la pobreza y la humildad una vida ejemplar, no se mete con nadie, pero tiene un ama que lo trae por la calle de la amargura con su chismorrería noticiera y destripacuentos. No olvidemos que estamos en el país de Celestina y esta dueña, que escucha de detrás de las paredes y espía por el hueco de la cerradura, anticipa a las comadres de la prensa del colorín. Es por esta sirvienta que cunde la novedad del noviazgo entre el joven médico hijo de Pateta, “que pedía iglesia”, dispuesto a renunciar a su convicciones ateas en aras del amor que siente hacia la mayorazga, por toda la aldea. Las malas lenguas se encienden y ocasionan que el pretendiente despechado, al oír que busca dineros y no amor en la doncella, opte por despeñarse por un barranco. La rectoral es una isla de paz en medio del arbolado océano de codicias, malos quereres, y de lujuria que embarga Valdecines. Bastián representa a todos estos pecados capitales. Pero la bondad del preste no basta para contener la furia del huracán de intrigas y su escasa ciencia teológica colma la medida y la curiosidad de un ateo convencido, un hombre de mundo, como es el hijo de Pateta. Las respuestas que da al neófito son desvaídas. Fraseología sin contenido. Explicaciones insípidas. Evasivas y lugares comunes como contestación a los grandes interrogantes de la existencia. Aun no había nacido Teihard de Chardin. La Iglesia siempre suele llegar con veinte minutos de retraso. Cuando no son siglos. La rivalidad ciencia y razón sigue su ruta. Cada una por senderos diferentes. Bastián, el labrantín embrutecido, a instancias de don Sotero que lo convence, se decide a forzar a la muchacha. Precisamente en la maravillosa noche de San Juan cuando media España danza al borde de la hoguera, transida de canciones y añoranzas. Es la fiesta del amor y la renovación por el fuego de la vida que no cesa. El valle ardía como un ascua bajo la luna. Se colocaban las enramadas. Por doquier se escuchaban los cantos de ronda y los conjuros mágicos. Toda esta belleza se contrapone a las maquinaciones diabólicas del hijo espurio del usurero que acude a la cita que le había diseñado éste ahíto de vino. He aquí una dualidad infierno paraíso. La existencia es una pugna sin fin de ambas fuerzas opuestas. La encerrona que había urdido el avaro no surte efecto. La ausencia del baile de Bastián había suscitado sospechas en Macabeo que se cuela saltando la tapia desde las ramas de una higuera a la alcoba donde el intruso se proponía consumar su propósito. Gana el bueno pero se detecta cierto artificio en el pergeño de la aventura. Pereda es mejor descriptor que narrador. Sus argumentos, aunque algo pretenciosos, dejan al descubierto flancos menos sólidos. Hay ocasiones en que corta por lo sano y se nota su tendencia a utilizar el “deus ex machina” y comodines fáciles del convencionalismo de folletón. Sin embargo, sus acuarelas del paisaje montañés no tienen rival. Por ejemplo, la rapidez y brillantez como nos describe la rectoral por una de cuyas ventanas asomaba sus ramas un manzano y detrás del árbol se mostraba el paisaje de un valle de ensueño. Sus libros son perfectos marcos edénicos. Hasta se escucha el tintineo de los cencerros de las reses que pacen en el ejido. Allá en el fondo de la artesa policroma y festoneada de prados que recuerdan a un tapiz verde enmarcados en rodetes de avellanos y zarzales presentan sus quimas al sol, como la guarnición de un regimiento que rinde honores, los bosques de las riberas. Se hace un claro y aparece el río, un hilo de plata que llena el aire de reverberos y de fulgores. Siempre hay vida crepitando en el fondo del desfiladero. Planean los azores y una banda de verderones huyen a toda velocidad de los pájaros de presa. Se escucha el relincho de un caballo confundido con el tañido de una campana que toca a vísperas en la atardecida estival. “Tiene que haber un Dios, esto no ha empezado porque sí, tuvo que existir premeditación proteica, ayúdame, Señor a encontrarte.  Tu creaste a Águeda y eso me basta” razona don Fernando en sus cavilaciones. Pero lo que hay son dioses que aguantan la mirada de la vieja Hécate de blancos pechos, calva y la cara manchada que esparce sobre la tierra un brillo lento que da ditas de oscuridad y de noche a los amantes y enronquece sus gargantas sanjuaneras en el desvarío del vino y los cantos de bacantes. Selene reina en la fiesta del fuego. Ya es casualidad. Mientras se esparcen por el valle el eco de los coros de mozos que salen de ronda. El dios de los judíos es un Zeus oscuro y de malos modales y de un puritanismo estricto que se compadece poco con la paganía practicada por la humanidad durante miles de años. En el Norte no se deja de creer en él porque así SIR[i] lo ordena, pero la cabra siempre tira al monte y en la noche augusta de San Juan de creencias trasfundidas el pueblo vuelve a poner en sus pies y en sus labios la agitada danza de Pan. Son deidades más amables que al menos se ríen, tienen líos con los mortales y hasta con las hetairas del Hades, o empinan el codo para aplacar su ira o el despecho. Jehová no lo hace nunca. Desde lo alto de los riscos Ojanco asoma su rostro de cíclope. Pagano y señorial, se sube al pavés de los gollizos escarpados de la cima de los montes. Mueve de un lado para otro como un periscopio que busque la colimación precisa para catalogar de lo alto las aldeas donde tuvo adoradores antaño, hasta que llegaron los misioneros irlandeses y los monjes ingleses de la primera regla de san Basilio y san Columbano y le quitaron el puesto. Cesaron los sacrificios y las laureadas en su templo. Él quedaría sólo y compuesto con el único ojo que le quedaba. Y cuentan los advertidos que lloró. Es el Polifemo de los celtas. Sus movimientos torpes y su lengua estropajosa advierten que se ha dado a los excesos del vino. Al tuerto de los montes cántabros no se le escapa una. Cataloga al instante y con una sola pupila alcanza a ver, como por un catalejo, tanto como si tuviera dos. El disco de Hécate le hace añorar los alegres días del Olimpo cuando era mozo. Por más que inmortal, siente los muchos años entre las piernas. Por eso está borracho. Porque hay cosas que se escapan a su control.  En cierto modo le dan pena los mortales “chismosos, cizañeros, baldragas” y vierte desde el lagrimal del ojo bueno su llanto macroscópico sobre Valdecines. Al asubiarse el sol, Ojanco se ha asomado al valle de la mano de la luna.  Resucitaron con él los viejos gigantes. Uno de ellos, san Cristobalón que como Prometeo carga sobre sus espaldas los pecados y dolores del mundo o como Miguelón el Arcángel que sustituyendo en sus funciones a Esculapio tras el trasvase de poderes del paganismo al cristianismo afina los cachivaches de su romana al objeto de pesar las almas, las cuales esperan afuera de  la Laguna Estigia, el limbo o el purgatorio, para su catalogación y ensilaje. El ojo del Polifemo celta aparece esculpido en las estelas circulares del Valle del Buelna que recuerdan por su trazado a una cruz enmarcada en el espacio redondo. Es la esvástica. La rueda mágica, la cuadratura del círculo. El movimiento continuo de la vida. Símbolo de la reencarnación en el que creían los pueblos indoeuropeos como recuerdan los cipos funerarios a la cabecera de las tumbas irlandesas. En Fuentesoto de Fuentidueña a cincuenta leguas de esa localidad cántabra presiden la tapia de un cementerio misterioso donde parece que la soledad es tan elocuente que a través de ella los muertos quieren decir algo al viandante que se encarama hasta el cerro. El viento de las parameras aúlla un mensaje sin confines: “Yo al tiempo me lo domino”, creemos oír. Y es que el Ojáncano habla, como ve, al derecho por su ojo torcido. He aquí una única pupila que todo lo abarca. La cruz es un pozo sin fondo. Antes de la tarde del Gólgota en multitud de grafías y murales ya parecía regir los designios del orbe. Representa lo que gira. La tierra es abrazada entre sus aspas. El cura de Valdecines gime bajo el peso de la carga que le encargó el obispo. Pies quietos. A la chita callando has de sustituir a Jesucristo por los fantasmas mitológicos, pero la querencia de los ídolos vuelve en días tan significados como la del veinticuatro de junio. Judíos moros y cristianos por una vez se ponen de acuerdo y rinden culto al esenio. La voz que clamaba en el desierto vestido de áspera marlota y convertía a las multitudes en el Jordán. Es una personalidad gnóstica del que dicen poco las escrituras pero que tanta importancia ejerció a la hora de modular los sentimientos de las antiguas supersticiones que se bautizaban bajo su concha. Los viejos dioses desconocidos son desplazados por el Degollado que hizo el primer gran milagro de que las fuerzas oscuras se transformasen en santos. Uno para cada necesidad y par cada día del año. Allanaba los caminos del que habría de llegar. El precursor bautizaba en agua pero su primo bautizaría en el Espíritu. ¿Habrá que creer estas cosas sólo por el mero hecho de que son increíbles como diría Tertuliano? He vencido al tiempo. Los años, la generaciones, los siglos, las eras los tengo subyugados. Al buen párroco se le había asignado un cometido de Argos poner a Zeus la túnica de nazareno, amarrarle fuerte para que no se fuese de picos pardos con las diosas del Olimpo, traerlo al redil, conseguir que formula el voto de continencia. Si no puedes lograrlo, sé cauto al menos. Ten tus barraganas pero con disimulo. Que no se entere nadie. Algún escriba malintencionado le robó el fuego a los dioses, cuando mandó predicar amor a los enemigos. Le dio la vuelta al argumento. Los bárbaros del norte cambiaron de chaqueta y se bautizaron en masa con todo su pueblo. Los antiguos templos paganos se convirtieron en iglesias juraderas.  Y los pretores en arzobispo, conservando el palio de su antigua investidura pagana dentro de la nueva fe. Para Clodoveo. Para Alfredo. Para Ludovico que acudieron a recibir las aguas crismales con todos sus súbditos. Panagia pasa a ser la Theotokos  ante los protestos de Nestorio que se hacía una pregunta asaz congruente en Efeso. ¿Pero puede Dios tener madre siendo eterno y careciendo de principio ni fin? A lo cual encolerizado responde Atanasio que únicamente según la encarnación Jesús nació de María virgen. Misterio incomprensible. Entre los Siete Varones Apostólicos y Leovigildo hay un espacio blanco que los cronistas mas avisados de la historia de la SIR no han podido llenar. Es como recomponer el rompecabezas de un mosaico bizantino. Entramos aquí en el laberinto. De tarde en tarde los paisanos de la braña quieren volver a ser como las deidades en las que dejaron de creer. Potan la crátera llena hasta los bordes de nepente, la bebida del olvido.   Ojanco por entre las sediciosas nubes asoma su aterrador jeme. En su vagar inconsistente se deshace el nudo gordiano. Los ermitaños entre las cuevas bajan del despoblado a que les laven la muda y algunos aprovechan para echar una canita al aire. De la cayada pendía la carcajada de Simón el Estilita. No se puede abrazar la vida contemplativa del yermo sin un poco de cinismo. San Pacomio no se lavó una sola vez en su vida por mor de no caer en la tentación. Satanás indefectiblemente tenía por costumbre aparecerse en la forma de una garrida hembra de buenas partes. Él la hacía salir de la cueva blandiendo una antorcha encendida y murmurando un latinajo “de bonis mulieribus non est notio” (nunca se oyó que hubiese una mujer buena, caramba). Y he aquí a un cura de pueblo que tenía ya, como sus latines, los tratados de teología empolvados, siendo interrogado por un agnóstico de buena fe pero que trata de volver al redil de la Iglesia por amor a su Águeda. El rústico abate suda, resopla, se palpa los treinta y tres botones de la sotana de cachemira. A causa del uso esta prenda por los hombros se estaba volviendo de un color pardo. Ya era vieja. Como el que la llevaba. El visitante con sus dudas le coloca en un aprieto, pero él le propone un método a seguir en su camino de regreso a la fe. Mientras, las fuerzas oscuras seguían trabajando. Allí estaban las cohortes de la desconfianza, las testuces de la murmuración, las centurias del egoísmo, que tiraban para abajo. Las manos sacerdotales pretenden sacar al pobre náufrago del pozo de la desesperación. A veces la gracia no puede contrarrestar la primera de las leyes naturales, la fuerza de la gravitación universal, y se reconoce impotente y vencida. Los cuerpos son para la tierra, tiran hacia abajo, mientras las almas quieren volar. El vulgo resentido, la grey de cristianos viejos, invoca antiguos prejuicios y privilegios, para calificar de hereje a un agnóstico que intenta creer. Por misterios de la condición humana la bondad y la nobleza sin puestas fuera de combate por las huestes de Satanás. El Pateta se muestra de súpito y cuando nadie lo espera. En plena noche de san Juan, cuando el tiempo se detiene ante el ara sacrosanta del solsticio estival. Cuando las gentes se afanan en buscar la flor del agua y piden amparo al culiebre, al goblin  que presidía las divinidades del bosque druida y a las ondinas o saltan sobre las hogueras de retama que iluminan las sombras con el fuego de la purificación. La Montaña rinde culto a los viejos ídolos en un intento por regresar al sincretismo telúrico. Se escuchan las voces ancestrales del suelo y de la sangre y las gentes intentan ser paganas. Pales pone música de fondo a esta algarabía extendiendo su manto protector de pastores y de ganaderos que amaban la juerga, el pandero y las noches sin dormir.  Los gaiteros vienen tras ella. Música de chirimías y el ronco sonar del paloteo que acompaña a los brincos de la danza prima. Las fuerzas oscuras no son otra cosa que un inventario de las casualidades y misterios de la biología. La lechuza vuelva de rama en rama ocultando su lúgubre grito que tiene algo de hilarante y burlón entre las hojas de los copudos robles. Es el pájaro de Minerva. Cuanta más sabiduría acumulas menos sabes. Y cuanto más sabes, más sufres. El baile es una plegaria que se hace con los pies en honor de la divinidad oculta. Besos estallan en la oscuridad. El amor pagano triunfa entre risas y gemidos. Los pecados arrastran su peplo por le camino. El cura no sabe qué hacerse. Se siente desbordado por otras presencias. Su religión enseña la abnegación, el dominio frente a las inclinaciones de la naturaleza pero tales instrucciones no constituyen sino retórica. No otra cosa es la doctrina eclesial almacenada en unos cuantos librotes insulsos. Pales ven a reinar. Baco y Afrodita te hagan escolta. Bastián no puede consumar su violación. ¡Todo es tan nuevo y tan viejo a la vez! Mientras, resuenan por la hondonada los ecos de los cantos de ronda que van a perderse a los pies de las estrellas impávidas. Son las resonancias magnéticas de un mundo entregado a su liturgia órfica de venerables y antiguas cadencias y para las que el corazón de la vieja España siempre tiene puesto un altavoz. He aquí a la vida que se renueva. Brota y renace la savia. Las parejas se aparean. La llamada de la sangre. Celo estacional en los animales y en el hombre y en la mujer sin cesura. Y en esto Macabeo, apercibido de los siniestros planes de Bastián al que el usurero emborracha antes de ir a cometer la vileza, trepa por un breval contiguo a la tapia del domicilio y coge al violador y a su víctima in medias res. Águeda lo considera un enviado del Cielo. Era la Virgen María que había escuchado sus plegarias impidiendo la consumación del ultraje. Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar estilo donde se da cita la potencia imaginativa con la exactitud estudiosa del lenguaje. Es el suyo un castellano en adobo de cachaza y buen humor con resabios de sorna aldeana. Relata, no predica. En esta obra se hace el retrato de una España rural hacia 1879 que es cuando está datada la entrega. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya de mando. Realiza una colimación muy audaz del universo que brilla dentro. Nos describe un planeta psicológico con variedad de tipos. A través de su pluma conocemos cómo respiran y qué piensan los contemporáneos del novelista. De qué pie cojean. A qué aspiran. Su golpe de vista es certero. La vista de Pereda parece la lente de un poderosísimo telescopio con buena escala, o microscopio, según se quiera, capaz de ver las cosas como son.  Al natural. Enfoca para Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia sino más bien un aparatoso infierno donde reina la mezquindad. El hombre sigue siendo lobo para el hombre. No hay mejora. El discurso, un tanto tolstoyano y fatalista, en su tono patético, trae a mientes reminiscencias del modo literario ruso, pero Pereda es un español chapado a la antigua de talante libérrimo, sólo embridado por sus creencias y carencias religiosas, que comprende y ama a su país, aunque le duelan sus defectos. Entiende el drama de las dos Españas. El eco de los cantos se pierde camino de las impávidas estrellas. Son resonancias magnéticas de un mundo feliz. La vida que se abre paso. El tallo que brota. Los pájaros hacen boda mientras el rebeco en su berra llama a la hembra. Todo lo que vuela y todo lo que corre se entrega a una cópula ininterrumpida de sol a sol.  Es lo único que diferencia a las bestias de los hombres. Ellas se aparean en el celo estacional mientras en el ser humano la libido es constante.  A todo esto, Macabeo apercibido de los siniestros planes de Bastián al que el avaro previamente emborracha trepa por un breval contiguo a la tapia del dormitorio donde la muchacha es retenida de rehén y coge al violador in medias res. La victima lo considera un enviado del Cielo. Por fin la Virgen a la cual ella invocó aterrorizada ha escuchado sus súplicas impidiendo la consumación del ultraje. Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar etilo donde se dan cita la potencia imaginativa con la exactitud del lenguaje adobado de cachaza, un sentido del humor metido en agua de sorna aldeana. Cuenta cosas. No predica. En esta entrega que data de 1879 hace el retrato de la España rural durante la Restauración. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya observatorio de su bravía casona y a través de una colimación minuciosa coloca al lector ante un universo que brilla dentro. Nos describe un orbe psicológico. A través de la pluma perediana conocemos cómo respiran, qué piensan sus contemporáneos. Y de qué pie cojean. Cuáles son sus aspiraciones. Su golpe de vista macroscópico tiene el poderío del agua caudal. Enfoca para Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia soñada sino un averno de pasiones donde reina la mezquindad, la maledicencia y la malquerencia de unos con otros. El hombre sigue siendo un lobo que por una inclinación atávica o por idiopatía ingénita se dedica a fagocitar a sus semejantes. Le gusta simplemente hacer daño. No hay mejora. Entretanto, y sin perder ripio, cabalgan Quijote y Sancho. Ante tanta contradicción como le envuelve al autor de Peñas Arriba de los labios del escritor parte un suspiro de resignación o tal vez de rebeldía. Pereda es un especialista en estos tacos de resignación admirativa que plagan sus libros donde no hay palabrotas: cáspritis, aticuenta, carafles, bodoques, trastajo, pantoques y carpanchos. Por vida del chápiro verde, voto a bríosbaco y otras expresiones de furor. Juramentos a la antigua que carecen del matiz coprológico y vulgar en el que hoy se adentran nuestras conversaciones. Son rancios vocablos que maciza en su prosa y sirven de cebo del donaire. Pereda es un escritor de mar y de montaña a la vez de pluma nerviosa y lábil que parece que se dispara al rodar por la pendiente de gargantas y desfiladeros de la comarca de Potes. Sus párrafos retumbantes y llenos de colorido recuerdan a las aguas bravas del Río Ebro al nacer en Reinosa por cascadas que brincan sonoras de peña en peña. Si la prosopopeya valiera para algo, su retrato ¿qué nos diría? Ha aquí un caballero de rostro alargado, magro de carnes, gesto severo, mirada de lince bajo las dioptrías de su monóculo, tagarote venido a menos, persona algo crédula y entusiasta, de talante bonachón mas algo colérico, también un poco coqueto, aunque solterón, gastaba tupé como don Práxedes Sagasta. Bajo su sombrero de ala ancha y embutido en su anguarina pasada de moda se esconde un soñador marcado por los desengaños y vacilante en las viejas convicciones. Le ha tocado defender un mundo que se derrumba y en el que sólo cree a trancas y barrancas. Se ha cansado de fustigar a los comilitones del sensacionalismo y las corrupciones y bobadas de los señores diputados de la Carrera de San Jerónimo. Ha asumido el oficio de profeta y no se cansa de repetir que España se va a la hoyo. Su estilo es sesquipedal[ii] pero aunque con algunos repámpanos no cae en la elación ni el hinchamiento de los decimonónicos. Es un señor de campo que lo mismo baja a Santander para buscar un remedio a sus vacas que padecen jaldía[iii] que entra en los figones de Puerto Chico a comer marmita con los pescadores. No es casa con nadie. No es un baldragas ni un melifluo. Le gusta llamar a las cosas por su nombre. Tiene por costumbre echar mano de paremiologías, pues su decir es sentencioso, como aquel que dice: “Todas las gentes me dicen cómo no te casas, Juan. Las que me dan no las quiero y las que quiero no me dan”. Como buen cuentista es algo chismosón. Lo que le coloca a un tris de la socarronería. Ama la vida y en cuanto a ideas defiende la tradición por más que para eso tenga que hacer encaje de bolillos con vista a atar cabos. Por lo que sus novelas de tesis son una iniciación al arte de la esgrima psicológica. Su mirada es limpia y aguileña. Debió de ser poco tolerante con las flaquezas de los que le rodeaba. Se había vuelto misántropo al fin de sus días. Sin embargo, no le duraban mucho sus prontos. El asco que le inspiraba el caciquismo lo remediaba con su entusiasmo por el paisaje privilegiado de los Picos de Europa. Galdós podrá tener un arte de narrar más certero pero es más aburrido que él. El canario va a lo seguro mientras el montañés se encarama muy pronto a sus riscos. Al que más se parece, cada uno en su orilla, es a Clarín. Sus obras ciñen bien el viento. Orza la nave de la misma manera. Pero mientras el uno idealiza la aldea en sus cuentos morales el otro la detesta. Ambos se sienten muy a gusto contemplando y describiendo el paisaje. Pueblo chico, infierno grande. Pereda era pesimista sobre la condición humana. Era también católico, feo y sentimental lo mismo que Valle Inclán. Es también carlista y se siente abroquelado en una forma de vida del pasado al cual no puede renunciar y que únicamente le depara disgustos. A su entender la Iglesia viene a ser el comodín de la costumbre. Rara vez Pereda pone al dogma en tela de juicio y se aferra a la fe del carbonero mientras Alas, como buen místico, intenta encontrar otros caminos y fustiga la moral de situación del clero trabucaire y salaz. A diferencia de su vecino de provincia, don Leopoldo era un liberal de cuerpo entero. Pero, como los hombres han de estar por encima del bardal de las ideas, unos y otros se llevaban bien y hasta llegaron a entablar un flujo de correspondencia interesante.

 

 


 

 

 

 

XXII

 

 

 

 

 

 

 

 

RODRIGO ROYO ESCRIBIÓ LA  NOVELA DE LA GUERRA CIVIL.

 

Destituyeron a Pedrojota el director del Mundo  you are fired baby vuelven los de siempre con la misma frase y no es que me cayera bien el personaje al que he puesto en berlina en estos papeles por su afán de protagonismo porque quería ser una especie de Ciudadano Kane en estos cotarros editoriales y aquí el ambiente es muy discretito y son habas contadas, luego esa pasión por el “scoop” y convertirse en émulo de Woodward y Glinstein queriendo ofertar a sus lecturas un nuevo Watergate (tú y tus puñeteros masteres, Perico, la eterna obsesión del pisotón)  y España no son los EE.UU. mas bien, la corte de los milagros que advirtió Valle Inclán, una corrupción coronada, patio de monipodio, cárcel de amores desdichados,  albero de rufianes con el pelo engominado, ladrones de guante blanco, proxenetas mediáticos, desolación intelectual en la calle pasotas, ilotas ya que muchos nos sentimos desterrados en nuestro propio país ciudadanos de segunda mano, e idiotas esta es la corte del Rey Juan Carlos un monarca que se aferra a la herencia que le dejó Franco pactando con el contubernio, y con quien haya que estrechar lazos con tal de conservar un trono que para él ha sido más bien una poltrona diciendo en vez de que dejad que los niños se acerquen a mi real persona dejad que los banqueros se enriquezcan, Botín tan campanudo, cuello de toro y estirado que parece que no le cabe un piñón por el culo, quedó con todo porque la política en este país como la economía es un perenne quítate tú para ponerme yo, tú déjame a mi, arriba las banca me quedo con todo (todo el lío que se ha preparado con los Eres, el acoso a Bankia, pasa por este pasiego sin escrúpulos y poca alma erigido en el rey del mambo) contando sus usuras en estrados de rojo magenta ha ganado no sé cuantos miles de millones este año menos que el anterior y mucho menos que el que viene, hoy te quiero más que ayer y menos que mañana.

PJ se va con una indemnización supermillonaria lo que ha hecho sospechar a muchos que hubo tongo en esta movida y RR acabó arruinado, sus bienes personales confiscados y padeció una verdadera persecución hasta su Dodgedart le fue embargado al pobre y hubo de emigrar a México. Ahí se acaban los paralelismos. Pedro carece del acumen literario, inteligencia, bondad y mejor pluma, que le sobró a Rodrigo y de su visión periodística garantizada por años de corresponsal en America y su experiencia en el frente del Este. Tampoco es un gran novelista como Rodrigo Royo que escribió la mejor novela de la guerra civil Todavía y algunas de las mejores  del franquismo: El Sepulturero y el Establishment. Él y otro falangista Tomás Salvador fueron los mejores escritores de los años cuarenta a los setenta aunque ahora sus nombres y plumas sean olvidados por los demócratas de “toda la vida”.

Sin embargo, su alocución de despedida el otro día a sus redactores me trajo las memorias el trancazo de Santiago Cordero. A Pedro Jota que se va pero se queda sus redactores le miraban con cara de admiración y una sumisión de doctrinos en la pupila. La chusma de SP era bien distinta. Había redactores (joder que ganao, cuando miro atrás sin ira me echo a temblar) de cuño maoista, otros que se decían directamente comunistas, anarquistas, tipos que iban a la redacción con navaja y una tea incendiaria en los fondillos del pantalón por si había que prender mecha as aquel garaje que hacía las veces de redacción, y otros que sufrimos lo nuestro por nuestras inclinaciones jonsistas ¿Cuándo tendrá fin la persecución y el sufrir y padecer?

Aquellas tristes asambleas acabaron como el rosario de la aurora y minaron la salud de un valenciano de calidad lleno de proyectos hermosos pero que murió incomprendido. El director del Mundo se ha ido de rositas entre aplausos, ditirambos, piropos y rendibú, mientras que nosotros casi acabamos a trompazos. Por eso me causa al mismo tiempo que pena por las estrecheces de una profesión que no cambia también risa al irse Pedro Jota al paro con una bolsa de dinero que le garantizan un futuro feliz.

A Rodrigo lo dejaron con una mano delante y otra detrás. Su linchamiento de hará cosa de 45 años nada tiene que ver con éste porque a Pedro. J. Ramírez lo han defenestrado de figurón y suaviter in modo pero las cosas siguen igual y volvemos a las mismas. Los vencedores de la guerra civil trajeron en el macuto un proyecto de revolución social y económica pero las fuerzas de la reacción aquí siguen siendo muy poderosas y todo se queda igual que estaba y de esta manera los vencedores se convirtieron en vencidos. “Gracias a Dios que hemos vuelto a la normalidad… recostada sobre los muros leprosos de la tapia de su historia España volvía otra vez a bostezar”; con dicha frase acaba la novela Todavía de Rodrigo Royo. Más que una sentencia o el parlamento de un personaje de ficción resulta una profecía.

 

Por ser el otro día las Candelas no corrimos el gallo la antevíspera pero fuimos en procesión con las paridas con un pichón y dos tórtolas y a la mañana siguiente una vela a san Blas que nos librará de la tos ferina. Con hogueras honramos a santa Brígida y hoy santa Águeda bendita nos muestra, pudorosa, los pechos cercenados por el pretor Quinciano a cuyo apetito carnal no quiso condescender aquella doncella romana ¿Por qué, cobarde, cercenas las tetas de una mujer? La gloriosa virgen siciliana nos amamantará con el maná de la Redención y los zamarriegos están que lo tiran. Es fiesta en Zamarramala y dicen que hoy mandan las mujeres aunque no lo crean las “Pusis” Cristo fue el primer feminista. Pero me inhibo, no quiero leer las noticias amenazadoras noticias que coartarán nuestras libertades y, uncido al carro vigilante de Google, me sumo en una de las novelas que guardaban turno en las filas de mi anaquel “Todavía” de mi maestro Rodrigo Royo y paso una horas deliciosas estos días primeros de febrero cuando vuelven las cigüeñas y la epacta llega bien apretada de festividades y honras significativas a los santos mártires, confesores y santas vírgenes de nuestra Santa Madre la Iglesia.

¿Será que en las auras de la noche hay un remecer de primavera? La novela de mi maestro y director el que me abrió las puertas carreteras de esta profesión y parece que me habla desde las páginas del libro primorosamente editado y que fue premio Ateneo de Sevilla 1974 es un grito frente a las crueldades del destino y un susurro de resignación pues tendrá que ser así aunque no sea justo tanto olvido. Escuché la voz de Rodrigo, su carcajada, su estilo inimitable. Escribir es encontrar una voz propia que llega entre las alas de los ángeles y me acuerdo de la frase de Quevedo Escucho con mis ojos con los muertos vivo en conversación con los difuntos. Es la magia de la literatura y hay que dar gracias a Dios porque los españoles podemos hallar verdaderos tesoros escondidos en los libros de autores a los que dieron de lado, de apellidos malditos, ristra de nombres descatalogados.

Ningún texto de los que pregona el Mundo Facundo en sus páginas culturales ensalzando mediocridades en inglés logra la talla de un manuscrito como este (Rodrigo Royo siempre escribía a mano y con pluma, nunca a máquina.) Claro esto es la ley del embudo. España vive un proceso de desespañolización tendente a privar a las nuevas generaciones de la verdad y del goce estético. España despanzurrada y exangüe, España sin medula. Es un ente de razón, una mariposa disecada entre las páginas de un misal.

 Este olvido es para mí mucho más nocivo que todos eso escándalos financieros que siendo graves en sí tienen por objeto comerle el coco al españolito de pie, lavarle el cerebro. Friegas de papel de estraza de crispación, insultos al pasado. El mensaje de esta gran novela dice que los vencedores habiendo ganado la guerra luego la perdieron en la paz dentro de un marco largo de la legalidad y la reconversión tecnológica, del fracaso de las ideologías. De ahí nos viene el letargo.

Los luchadores por la libertad de uno y otro consorcio devinieron esclavos. Hemos vuelto a la normalidad, se escuchaba el aullido cenagoso de la mentira. Las espadas lucían en el aire luciendo su desquite. Los goznes de la historia chirriaban estridentes con su oxidada marcha atrás. Estamos otra vez en el punto de partida pero qué hermoso era el verano en Alea. Queremos mujeres y a vosotros ¿os gustan las profesionales o las aficionadas? Igual me da, yo lo que quiero es joder… pero en la inmensa oscuridad del cielo las estrellas se desvanecían asustadas...

Miguel Chorreta el anarquista y Rafael el falangista el hijo del terrateniente se parecen y se complementan en su bondad en su lucha por el bien común, apéndice psicológicos de las contradicciones del novelista, y son dos aspectos de la vasta personalidad del autor que en Alea (Alcira) en la Mancha valenciana efectúa un canto a su patria chica como apéndice de su patria grande. Alea era una tarjeta postal un pueblo con castillo en manos de veinte familias. Alea. Alcira. “alea jacta est”. Nunca sin embargo pasaremos el Rubicón.

Viene la revolución y Chorreta manda fusilar al dictado de lo que le impone su mente pero contraviniendo los consejos de su corazón al cura a don Práxedes y a otros diez más. Les dan el paseo de madrugada a la luz de los faros de un Hispano Suiza con el motor al ralentí iluminando la ardiente oscuridad del barbecho una noche de agosto. Escena impresionante. Cuando entran los nacionales y cambian las banderas, Chorreta y sus compinches serán pasados por las armas, cabe las tapias del cementerio. Escena no menos impresionante porque entre le pelotón de soldados hay algún militar que se desmaya y rehúsa la orden de fuego. Rafael el falangista quiso  creer que la labor había sido dejada a medias por el anarquista pero a Rafael también fue engullido por las pirañas de la normalidad.

Ni Galdós ni Baroja hubieran sido capaces de describir una cosa así, con tanta solercia, con tanta acuidad, con tanto salero. Eran demasiado garbanceros, demasiado famosos y en este país unos ensillan y otros cabalgan. Rodrigo Royo realiza un tour de force en tales episodios con capacidades sinfónicas porque era aparte de un gran escritor y periodista un excelente violinista. Cruda trama pero tan árido escenario se le hubiera ido de las manos a cualquier narrador menos capaz. Entre medias se dan cita la ternura, el amor, las dudas porque ni unos ni otros son enteramente buenos ni enteramente perversos. La guerra se escucha lejana en este pueblo de la retaguardia. El enfrentamiento de dos ideologías urde los hilos del pathos que dejaría un reguero de sangre y más de un millón de muertos. Después, cada mochuelo a su olivo.

Miguel Chorreta (maravillosamente descrito y una prolongación del alma del novelista) aparte de guerrillero se muestra como un organizador capaz que piensa en el futuro e idea un sistema de pozos artesianos para extraer de los montes cercanos un raudal que llevase el agua al pueblo. Luego está la gracia, la chispa, el donaire y el interés que hacen interesante y maravillosa a una obra de arte, el lenguaje, la sintaxis de un estilo sencillo pero por eso mismo inimitable.

He escuchado la voz de Rodrigo a lo largo de estas páginas, sus carcajadas, su inconformismo, su intolerancia, su bonhomía y su perdón porque era generoso y magnánimo con sus semejantes (Padre, perdónalos) y la alacridad frente a las cuestiones sexuales.

El capítulo del burdel de Valencia donde conocen el amor los jóvenes de Alea constituye una obra maestra de psicología así como la descripción del amor platónico que siente Rafael hacia su novia Carmenchu a la cual no llega a conocer en sentido bíblico  Los hombres y las mujeres cuando les ha salido callos en el corazón se arrepienten  de no haber consumado el amor de su adolescencia. El hombre a veces lo perdona y se lo perdona a sí mismo. La mujer no se lo perdona jamás ni se lo perdona al hombre. .

Ello revela un gran conocimiento por parte del autor de la psicología amorosa. Estas rendijas del pasado quedarán en el recuerdo como burletes que nadie conseguirá tapar. Miguel el jefe del comité es el buen salvaje pero el destino le va a jugar una mala pasada a este anarquista cuyo ideal consistía en hacer el bien y si no lograba hacer el bien realizar el menor daño posible a sus semejantes.

Hay la escena de la castración de un miliciano e incluso la violación de una mujer que a no ser por la pericia para relatar que exhibe el autor hubieran resultado chabacanas pero se convierten en elegantes páginas de humor y de distanciamiento cervantino.

Todavía” es un clásico, sin duda una de las grandes novelas de nuestra guerra civil escrita de forma sencilla, ágil pero manejando infinidad de recursos de fabulación que sólo poseen aquellos hombres del Movimiento (Tomás Salvador, Luis Romero, Emilio Romero, José Luis Castillo Puche, Rafael Sánchez Mazas, Rodrigo Royo, Cela, Vicente Soto) toda una pléyade surgida en aquel illic et nunc que nunca volverá a repetirse en España. “Todavía” me ha traído esta noche auras del azahar de los naranjales levantinos en este día frío de Santa Águeda cuando en Madrid empieza a sentirse la primavera. La última vez que lo vi ante una mesa enorme de caoba de director de periódico – parecía un evacuado de la guerra civil- de la calle San Roque, cerraba hostigado por unos y por otros el diario Informaciones daba sopas a un gatito que le habían regalado las monjas y me dijo:

-Hora es ya de irse a escribir una novela

Nunca la llegó a escribir pero se puso a tocar el violín para amansar a las fieras. Sus acreedores le zarandeaban por la pechera. Murió a los pocos meses.

Todavía” fue su testamento literario pero esta noche de febrero oí su voz que me gritaba. Rodrigo era un ángel encaramado en lo más alto de un lucero. Lo fusilaron unos y otros y su voz o su lamento que escucho desde mi celda es el llanto de España. Todavía no nos podrán arrebatar el entusiasmo, el goce estético que nos produce una obra de arte, aunque lo hayamos perdido todo, hasta la camisa a manos de los arrebatacapas de siempre. Estamos rodeados y hoy el cine, la tele, los periódicos, los “books” son una herramienta propagandística. Fuera quedan pocos todavías. Mejor encontrarlos adentro.

 

 

 

 

 

 

 

XXIII

 

 

 

 

 

CÁRCEL DE AMOR

 

El vagabundo que tiene algo de andarríos, correcaminos, corta vaguadas y de serpa de la historia de España entra en la noble y heroica villa de Arévalo resonándole música de Joaquín Díaz en el cerebro.  Escucha los ecos de los pasos perdidos y resonancias de un pasado de esplendor. Adentro. Plectros del rabel, sonoridades de clavecín, cuerdas de tripa de vihuela cantan alegres pavanas en las cámaras del recuerdo, y de paso va dragando su memoria. Se pierde por el arrabal, se toma un café con leche en la barra del Chafa y va a ver a su amigo Elías que era el jefe de los guardias del Ayuntamiento pero no está, se ha jubilado. Morral al hombro y arreando su bicicleta que canda en un poste cerca del templete desde donde tocaba la bandas de música, derrota sus pasos perdidos bajo el arco de Alcocer. Nada tiene que ver este arco que da entrada a la alhóndiga arevalense con el Alcocer moro de Guadalajara donde según cuenta Camilo “no he visto en la tierra gente más burra que la de Alcocer que tiraron al cristo al pilón porque no quiso llover”. No, los de Arévalo siempre fueron más refinados y tolerantes. El pueblo atrae a primera vista con la disposición de sus calles y de sus plazas, los escudos nobiliarios en las puertas derrumbadas donde aun flamea la oriflama  del lambrequín triunfal de los que ganaron la guerra de Granada. Llama la atención por el número de sus iglesias, siete, majestuosas, las más viejas serán seguramente la de Santa María y la de San Martín. Arévalo todo muralla y torreón evoca el romanticismo de la corte de Isabel la  Católica.

 Es Arévalo un navío rompeolas del paisaje, entre Arevalillo y Adaja, puentes y peñas y obradas de labranza. Ya se decía que la Moraña, comarca cerealera por antonomasia, daba el mejor trigo de España. Ah cárcel de amor. Todo en la vida es cárcel. La tierra es cárcel  de la mar,  la vida es cárcel de muerte como el remo y la nave son cárcel del agua y el matrimonio suele ser mazmorra donde los que se profesaron fidelidad y respeto mutuo suelen a andar a palos. Rodríguez de San Pedro, un converso de Peñafiel dedica esta obra que ve la luz casi simultáneamente con el Amadís de Gaula que por cierto se publica en Arévalo, en 1492, coincidiendo con la toma de Granada,  y la dedica a una judía conversa, azafata del séquito de la Reina Isabel,  que se llamaba doña Marina Emmanuel Fonseca de origen portugués a la cual festeja en sus versos aunque sin demasiada fortuna.

El texto hoy infumable pero muy del gusto de la época, porque alcanza veintidós ediciones tanto en Castilla como en Alemania, Francia, Inglaterra y Flandes inspira, por ejemplo a santa Teresa “Las Moradas”. Amor divino y amor profano se dan la mano. Esta cárcel de amor es una alegoría con mucha retórica mitológica  y toda la simbología habida y por haber.

 El poeta viniendo de Andalucía de la guerra contra el moro se topa, en Despeñaperros, con una torre alta de castillos donde hay un negro que guarda la entrada. Este cerbero tiene a su alcance una serie de alguaciles que se llaman Ansia, Pasión, Deseo, Dolor y Grave Cuidado. Llama al caminante y le invita a entrar para explorar cada una de las dependencias de esta cárcel donde los amantes penan y desfallecen de dolor. Al tiempo que le va contando la historia de los amores desdichados acaecidos en Suria ciudad de Macedonia.

 San Pedro alegoriza y alegoriza bien, siguiendo los patrones de los gustos estético- juglarescos de su época, pero con una particularidad el amor platónico no es sino una proyección fantasmagórica del amor de carne y hueso. Este judío tiene los pies bien asentados en la tierra. En tal sentido, formula un alegato contra la misoginia  dominante y toda esa secuela de prevenciones y reservas que siempre tuvo hacia la condición femenina la SRI.

Los curias tampoco se andaban por las ramas y ridiculizan a los caballeros andantes que desconocen equivocados que las dulcineas no son más que una versión poética de maritornes. “Mulier aula diaboli, aquilonis percussio”, clamaban los escolásticos, citando al Eclesiastés... Son el aguijón de la tarántula y el anillo de la boa. San Pedro, por su parte, enumera hasta catorce razones por las cuales es preciso querer bien a las mujeres. Por ventura la violencia de género no es un invento de ahora. Existía ya a fines del siglo XV.  “Muchos maridos, arrepentidos de haberse casado, danles mala vida a sus mujeres, vanse dellas, o las matan”, alega, aduciendo a la par  los ejemplos de algunas egregias damas de la antigüedad insignes por su virtud: Lucrecia, que violada por Tarquino, se dio muerte ante la presencia de su marido natural y se clavó un cuchillo:

“Sabrás, marido, que pisadas de hombre ajeno horadaron tu lecho donde aunque el cuerpo fue forzado quedó el corazón inocente porque soy libre de culpa, mas no me absuelvo de la pena” Porcina la mujer de Bruto acabó sus días comiéndose las brasas antes de caer en la tentación. Penélope la esposa de Ulises urdió una artimaña en su ausencia. Requerida de amores por varios galanes, les contestaba que accedería a sus deseos cuando terminase de hilar la tela que estaba tejiendo. Penélope tejía la pleita por el día y desenvainaba la rueca por la noche por lo cual la labor nunca estuvo acabada hasta cuando regresara su esposa del largo viaje. El catalogo se alarga con otras egregias féminas bíblicas, como Sara, Rebeca, Débora, Judith, Ester y alguna más, asin que faltaran damas tan rotundas en el pelear de Castilla como doña María de Molina, doña Gonterodo la asturiana o doña María Coronel. Esta ilustre segoviana, también de raíz conversa, se hallaba en Sevilla, cuando su esposo se encontraba en Tarifa defendiendo la plaza contra la morisma. Requerida de amores pues era moza de buenas partes y de singular belleza y a punto de caer en la tentación optó introducirse un hierro candente por su natura –cruel suplicio- a consecuencia de cuya quemazón falleció. Prefirió la muerte antes que perder la honra. Sin embargo en el Corbacho del arcipreste de Talavera se nos previene contra la naturaleza y las artes seductoras de las señoras para los cuales la lealtad no existe.  Griñones y tocas. Contra lo que ha venido creyéndose la corte de los Reyes Católicos no fue tan puritana como algunos piensan. Más bien licenciosa. Iñigo de Loyola que pasó su adolescencia en Arévalo, siendo paje en aquella corte donde la música y el baile eran tan importantes, muestra su decepción ante el desabrimiento y fugacidad de tales amores.  El autor de Cárcel de Amor va a pasar poco más o menos por el mismo avatar. Su libro es prohibido por la inquisición. La azafata doña Marina Emmanuel de Fonseca le da calabazas. Por toda Castilla retumba la retahíla de “judíos a enforcar”. Se acusa a los hebreos de haber financiado las guerras con Portugal. Los judíos catalanes se hayan sumidos en pleitos con Diego de Santangel el contador mayor de Aragón y depositario de las arcas reales castellanas Velasco de Cuellar, que estaba casado con María de Guevara, la tía de san Ignacio, cae en la sospecha de delitos de peculado por apropiación indebida de arcas públicas.

En fin, la historia es un perfecto subir y bajar. Resuena el eco melancólico de las zampoñas  que estallan su música contra los escudos nobiliarios de las casas derrumbadas y acarician los cristales de los antiguos miradores adonde no se asoma nadie y que otrora espejaron la sonrisa de una dama enamorada. Arévalo y alma. Esta villa donde se escribió el Amadís y las Sergas de Gutierre de Montalvo, que es la prez castellana, pues el que Castilla ha de tener en Arévalo, Olmedo y Medina ha de vencer” atrae como un imán a todos los caballeros andantes, a todos los soñadores que piensan que alcanzar un mundo mejor es algo hacedero y al alcance de cualquiera. Luego vine el fracaso. Se les derrumba  la Cárcel de Amor y cuando llegan los desengaños acuden a la iglesia de Santo Domingo y se prosternan ante la Virgen de las Siete Angustias como hizo el propio Diego de San Pedro y el propio cronista  que venía a la plaza del Arrabal los martes. Abrió una librería de lance pero el negocio se vino al traste. Los morañeros, o saben mucho y no tienen más necesidad de aumentar sus conocimientos, hartos de ver subir  la cuesta con sus jumentos cargados de libros a los frailes de Sto. Domingo durante siglos,  un poco como hacía el cronista en su Rover atiborrado de raciocinios y silogismos escolásticos hasta los topes, o desdeñaban por vanidad la concupiscencia del saber que suele  ser tan deplorable como la que lleva al hombre a la lujuria, la avaricia, o la ira. Pero allí hizo dejó buenos amigos. Alternó con ellos por las tabernas del Barrio Húmedo y se iba después a meterse un cochinillo entre pecho y espalda regado con un cuartillo de vino de Medina y luego pa casa, no sin antes rezarle una salve a la Virgen de las Angustias. Nuestra Señora de los siete cuchillos por la que se siente mucha devoción, una devoción que luego se trasplantó a Andalucía por orden de doña Isabel, sin embargo más enteriza y de mayor rigor como expresión del dolor materno la castellana. La imagen granadina va más atalajada. En Granada la llaman la Abuela y las Angustias de Arévalo son la primera Macarena que se conoce.  España siente el cristianismo como algo pasionista y dolorista por influencia semita. Leamos a nuestros clásicos la mayor parte de origen converso que llevaban las palabras de Jeremías en sus adentros porque eran los únicos que leían en medio de una multitud de analfabetos. Toda nuestra literatura del Siglo de Oro tiene resonancias bíblicas.

Asimismo, El judío Diego de San Pedro, lo que son las cosas, es uno de los grandes panegiristas de la Reina Católica a la cual ensalza en sus versos:

 

“La más alta maravilla después de la sin mancilla/ es la Regina de Castilla… es nuestra reyna cabal en las España amada y temida del bueno y del comunal y de todos en general”

 

Es un misterio, uno de los grandes enigmas históricos, saber la causa por la cual tanto odian a esta figura precisamente a aquellos que tanto favoreció ya que su corte estaba rodeado de ellos. A Franco, que para más INRI, era de origen judío, le ocurriría lo mismo Eran conversos del judaísmo. Que se habían pasado al cristianismo en masa un siglo atrás. El edicto de Expulsión parece ser que fue muy limitado porque no llegaron ni a tres mil los hijos del pueblo elegido que abandonaron estos reinos con motivo del decreto. Eso está poco estudiado al igual  la interacción entre  modos y costumbres formularios hebraicos y usos y costumbres de castellanos viejos. Bajo la luz triunfal de Arévalo sestean mejor los horizontes de nuestra historia tan enrevesados y enmarañados. Y es que Sefarad fue para muchos la verdadera Tierra Prometida.

 

 

 

 

 

 

XXIV

 

LA PAZ EMPIEZA NUNCA. EMILIO ROMERO NOVELISTA

 

 

La paz empieza nunca es el título profético de una de las grandes novelas de la postguerra escrita por Emilio Romero poco después de haber sido rehabilitado en su cargo de director del diario Pueblo del que fue destituido en 1952 por sus desavenencias con la facción más encastillada y menos aperturista del Partido.

Se trata de una novela que tuvo casi veinte ediciones y fue un suceso literario en aquellos años. En ella el autor narra sus experiencias autobiográficas de combatiente en el bando nacional que se tuvo que pasar en un rocambolesco lance campo a través de San Rafael.

El protagonista al final de su aventura se ve incurso en la campaña contra el maquis, o guerra sucia, “un tipo de guerra que no le agrada”.

El libro es un tour de force narrativo manejando con gran alarde los recursos estilísticos. Emilio Romero quiso ser Galdós y se parece algo a Galdós, tanto físicamente, en su senectud, como en la forma de redactar con prosa clara, objetiva, muy rica en matices  y sobre todo con desenfado. Ésta del desenfado fue una de sus cualidades más señaladas.

En las páginas de la obra nos da cuenta el autor de algunas de sus inclinaciones y rasgos de carácter. Por ejemplo, su astenia y su elegancia. Conocí en Arévalo  a su sastre quien me comunicó que a don Emilio le gustaba ir siempre de punta en blanco y que era muy aficionado a las corbatas, algunas de ellas aparatosas y chillonas, una rémora que debe de haber heredado Carrascal al que designó a cierra ojos y con sólo mandarle el interesado un par de artículos corresponsal en Alemania. Y es que entonces Madrid y no Nueva York era para los periodistas la tierra de las oportunidades.

 Emilio Romero puso en vanguardia a este menester que siempre fue un humilde oficio con sueldos de hambre y que él dignificó.

Creo que España está en deuda con él por ese cabo. Y ahora comprendo también el veredicto de José Luis Navas acerca del libro del querido Jesús María Amilibia, el cual me parece que por un exceso de recursos y por haber sido un especialista y casi un creador en este país de la prensa rosa, lo que decíamos antes los famosos, corre el riesgo de cierta deformación encauzando la historia por la trocha  que menos conviene y más se atisba.

Y son las hablillas de con quién me acuesto y con quien me levanto, a usted que le importa. Se ve que el bueno de Chusmari se ha trabado mucho a Jesús, el portero del número 24 de la calle O´Donell, donde precisamente tiene ahora el despacho el mejor abogado de Madrid que es mi hermano Luis Fernando. A mí me encanta darme una vuelta por allí a echar un vistazo. La finca sigue teniendo el mismo aire de dignidad que entonces y eso que los porteros ya no van de galones como antaño.

 El puertas u ostiario (los había en todas las mancebías y los llamaban cóhenes, que es palabra judía y que tiene que ver con esa parte de la humana fisiología que son el arma de guerra de tales establecimientos, aunque la casa de don Emilio era del todo respetable y vedada a las visitadoras)  le debe de haber contado alguna historia para no dormir pues ya se sabe que en esto del sexo como en dineros, como en santidad, la mitad de la mitad.

Las hipérboles están a la orden del día pero sus enemigos bien que procuraron atacarle por esa flaqueza y fueron yendo y viniendo con chismes al Pardo pero el General, cocinero antes de fraile, que pudiera ser todo lo que fuera pero de gazmoño nada y que antes de general había sido legionario y sabía lo que era llevar el lastre de cantineras en retaguardia, no hacía ni caso. Camilo Alonso Vega, director de Gobernación, pertenecía al mismo bando de hacer la vista gorda. Si no puedes ser casto chiquito, por lo menos. Que seas cauto.

-Nos ha jodío, mi general- le contestó un cabo.

En ese campo España siempre fue más tolerante. Mucho más que Inglaterra y los países de la Reforma protestante.

-De nimis non curat praetor.

-¿Qué dices?

-Que pelillos a la mar.

Lo que no cuenta esta biografía aparte de sus aficiones sartoriales y a los trajes de chaqueta cruzada, a las corbatas de colorines. Iba siempre como un pincel y parece ser que sus gustos los imitaría Adolfo Suárez, aunque no se podían ver.

 También le privaban a los aftershave caros. Eran sus manías por acudir al Rastro los domingos por la mañana porque le encantaban las antiguallas y los libreros de lance. Gran lector, en eso compartía los gustos con Franco. “Si no hubiera sido periodista, me hubiera gustado ser chamarilero”

 A misa iba poco don Emilio que siempre se blasonó de sus ancestros judíos pero nadie más compasivo y tolerante aunque de anticlerical le quedaban viejos atavismos. Respetaba a los curas pero en su sitio sin demasiadas prosopopeyas como eran los falangistas de antaño.

Católicos sí pero tibios y en materia de fe nada más que lo preciso. Odiaba la superstición y en la novela “La paz empieza nunca” se mofa de esa afición de los hispanos por los fetiches. Una cruz de Caravaca que le colgó su madre al cuello antes de partir al frente le tuvo a cobro de los fregaos del Ebro. “Mamá. Puede ser- dice el protagonista- pero yo no estoy de eso tan seguro”.

A pocos periodistas les he visto escribir con tanta soltura y desparpajos sobre los curas ye-ye a los que ponía a caer de un burro. Pablo VI estuvo siempre en el punto de mira de sus acerados dardos.

Después de haber leído aquellos magistrales artículos de Emilio Romero, como por ejemplo, en el que contesta a la carta de protesta del papa Montini contra el general Franco. Le recomienda al Santo Padre que cuide su propio corral y no interfiera en cuestiones de tejas abajo, me di cuenta de que los romanos pontífices reciben una categoría y trato exagerado como representantes de la divinidad en la tierra, una aserción sobre la cual conviene entablar reservas.

Romero, que siempre estaba al verlas venir, intuiría la debacle que estaba a punto de desatarse en el seno de la Iglesia. Y eso lo dijo con mucha sorna. Entre claveles y flores su majestad es-coja. Con muchos arrequives y tocando muchos palillos.

La novela que más me gusta es El vagabundo pasa de largo donde plasma las tiernas memorias de su infancia en Arévalo.

Fue un niño feliz. Hay secuencias de esta gran novela que se me han quedado fijadas en la memoria. Tal la descripción de las costumbres arevalenses, el dramático descarrilamiento de aquel tren correo, las correrías por las tabernas del barrio húmedo, la magistral traza de algunos tipos de acusado carácter humano que llegó a conocer.  La topografía simpar e iluminada de las Morañas donde el trigo crece sin agraña (agrama) como dijo el clásico. Las fiestas y romerías, el impresionante castillo o aquella tartana propiedad de uno de los hombres más ricos del pueblo y de los más calaveras, derecho de pernada con todas las criadas que entraban a su servicio, a la que veía aparcada en una ensenada que hay pasado el puente sobre el Arevalillo. Nadie a la vista y el carruaje se movía que adelante y atrás con  amoroso vaivén.

Los bastidores se balanceaban, la mula paciente enarcaba las orejas pues había oído algo. Aquello pegaba brincos de santibamqui. El toldo del carruaje se movía hacia arriba o hacia abajo. De adentro del pescante llegaban resoplidos, ayes y gemidos.

-Ese carro como siga así va a acabar haciendo molino. Parece cosa impropia de duendes y aparecidos.

-Ni mucho menos. Es don  Sisenando que estrena nueva maritornes.

-¡Jo qué tío!

Por esa zona que tan bien  describe el autor han puesto ahora un puticlub. Media Castilla es casi un lupanar rodante. Pero no nos escandalicemos. Eso es más viejo que el “andao pa lante” y nuestros abuelos también sabían cómo divertirse.

Emilio Romero se define aquí como un andarríos, un vagabundo  de la noticia, un escritor de muy sólidos principios al que le gustaba hacer la rabona de niño. No terminó ninguna carrera. Lo convirtió en  periodista estampillado Juan  Aparicio que lo mandó con el carné en el bolsillo   a dirigir La Mañana de Lérida. Allí tuvo sus choques con las fuerzas vivas y es enviado a Alicante al mando de otro periódico de la  Cadena del Movimiento. Sus ideas revolucionarias provocan reacción en el clero y es detenido y llevado a comisaría. Por esas fechas publica La conquista de la libertad  y Los pobres del mundo desunidos.

Su sombra protectora, el que le libra de todos los líos fue Dionisio Ridruejo. En 1952 es llamado a dirigir el Diario Pueblo. La tirada sube de veinte mil a doscientos mil ejemplares. Pero es destituido  por uno de esos líos de familia entre falangistas. Emilio había sacado la cara por un compañero. 

Juan Pujol le oferta un sitio en el Diario Madrid. Aquel niño al que sacaron de la Arcadia feliz de Arévalo conoce las arideces y traiciones de la España cotidiana. Fue toda su vida un soñador, un gran idealista con los pies en el suelo. Hizo una larga carrera habiendo sido el hijo de un humilde telegrafista de la capital de las Morañas. Pero creo que nacer en Arévalo, el que a Castilla ha de vencer de su parte Arévalo y Medina ha de tener, marca impronta; y he aquí que el chico llegó lejos. Era apuesto, simpático y tenía un don especial para las mujeres. Las más importantes fueron su madre, Mercedes y su mujer María José, aparte de sus hjas, Mariví y Amparo y sus nueras. Después de la “catedral” hubo  bastantes “ermitas”, entre ellas Rosana que le dio un hijo, pero menos de las que se dicen.

Emilio Romero en sus prosas y en sus artículos plasma esa alegría de vivir que contagia y entusiasma, el recochineo algo lipendi y desenfadado de años felices. Suelo ir a las fiestas de Arévalo donde se rifa todos los años por las Angustias el 9 de febrero un gallo en su honor. Arévalo es el pueblo de la Arcadia feliz”. Siempre que voy camino de Asturias paro allí. Me recuerda los buenos tiempos, los de Emilio Romero, que son los nuestros. Ah, y en la “Pinilla” el restaurante de la rinconada se come opíparamente. Hago la salva en honor del viejo maestro, un escritor, un compañero, un novelista que merece todos mis respetos. No conviene ajustar cuentas. Las nuestras ya están todas saldas. Hemos pagado el reato y el alboroque. Basta  de maulas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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XXV

ARGAVIESO AGOSTERO

 

Estábamos en el puente de Segovia empezó a llover.

-No es nada sólo una nube-dijo El padre Ubaldo

-¿Una nube? Sí, sí, una nube. Se abrieron las compuertas del lacrimatorio celeste-repliqué

-Tú no te preocupes, que siempre que llueve abocanás

El padre Ubaldo el eremita era asturiano. Yo, siendo de Ronda y habiendo pertenecido a la misma compañía de soldados en la cual él estuvo  bajo las banderas del rey en Nápoles, Sevilla y Flandes, de vez en tarde caminaba a visitarle en la cueva donde vivía al otro lado del río y, traspuesta la Puerta del Ángel, socorría en la medida de mis posibles al camarada pero a él nunca le faltaban bastimentos porque el pueblo de Madrid es de condición devota y generosa.

Nos metimos en el cobertizo cerca del Humilladero. La lluvia solemne hisopaba las copas de los cipreses de la sacramental. Pronto, la creciente del río ocluía los ojos de la puente de la Segoviana y saltaba casi amenazante hasta los guardalados y pretiles arrastrando la corriente muchos objetos. El Manzanares aprendiz de río estaba irreconocible. Rugía como un torrente y la corriente se llevaba algunos corderos de un rebaño que pacía en las riberas, varios cochinillos y hasta las piedras de lavar de las fregonas que aquella tarde no bajaron y, pies para qué os quiero, haldeaban anhelantes calle de Toledo arriba buscando donde guarecerse, cuando vieron zigzaguear por el horizonte de la Casa de Campo los primeros avisos del cordonazo de san Francisco.

-Centellas tenemos.

El padre Ubaldo encendió el fuego y puso a hervir un cuartillo de leche de su cabra en un puchero. Por la campana del llar penetraba una luz color ceniza, el de aquella tarde macilenta, travesada de relámpagos y truenos.

-¡Bueno va! Pease san Pedro y se estremezcan los cielos

Una vieja devota que servía al anacoreta empezó a cantar el  responso del Justo Juez y luego vino el trisagio… santo dios santo fuerte santo inmortal líbranos de todo mal amen. Como colofón de las plegarias de la mujer que las musitaba, nerviosa y mirando para el ventanillo por donde se colaba toda la fuerza del argavieso, vino el santa Bárbara bendita en el cielo estás escrita con papel y agua bendita en el nombre de la cruz paternóster amen Jesús… San Bartolomé se levantó cuando el gallo cantó con Jesucristo se encontró y le dijo, etc.…

Al agrego de la lumbre nos calentábamos y secamos nuestros mantos empapados del agua. Al ermitaño le manaban ríos por la cogolla y mientras se secaba el jubón enunciaba oraciones por lo bajo pasando las cuentas del enorme rosario que colgaba del cinto. Un cuenco de leche nos entonó el cuerpo mientras afuera la furia del argavieso azotaba las murallas de la villa y corte. La vieja puso una vela a santa Bárbara y tapó con su sayal un gran espejo (la luz refleja atrae al rayo, parece ser) que había a la puerta de la cueva… santo dios santo fuerte… santa bárbara bendita en el cielo estas escrita con papel y agua bendita en el nombre de la cruz pater noster amen Jesús. Era la oración de los relámpagos que todos los castellanos aprendimos desde niños

El anacoreta sacó un crucifijo que guardaba debajo de la esclavina y lo besé con la misma unción con que treinta años atrás besé la bandera de nuestro regimiento prometiendo lealtad al rey Felipe III nuestro señor.

Escampó. El argavieso iba de vencida. Salió el sol. Los caracoles procesionaban a orillas del Manzanares portando en el arca de su caparazón las memorias de un soldado de los tercios que, licenciado de sus banderas, se metió a monje tratando de ganar su santa vida en religión.

-¿Habremos doblado ya el cabo de las tormentas?

-Ahora soy alférez de Cristo y milito en otras banderas.

-¿No será la misma? Piénselo bien su paternidad. No marremos el golpe pues importa mucho.

-De nada vale ganar todo el mundo si pierdes tu alma y te condenas- dijo el freire.

Yo apenas reconocía en aquel bondadoso donado, en aquel fray Ubaldo al bravo capitán de mi compañía. Antes de regresar, metió en la escarcela vacía que yo llevaba, harto de correr caminos y de mendigar  puertas, un bodigo. Me bendijo y yo de rodillas besé sus manos:

-Gracias, mi capitán

-Soy ahora Ubaldo, el anacoreta de allende el río. Nada queda de aquel pecador cruel que mató a cien herejes y violó a treinta mozas en el Saco de Namur.

Subí Costanilla de los Desamparados arriba, confundido entre los rebaños de la mesta que regresaban de la Extremadura. Era por el mes de abril. Delante caminaba cuernos ensortijados el morueco que sobresalía eminente entre un mar de lana, balidos y polvo. Detrás, la manada. Cuando entraba por el portal de mi casa tocaban a vísperas. Mañana sería la fiesta de la Santa Cruz. El padre Ubaldo mi capitán de los tercios meditaría al amor de la lumbre sobre los novísimos, lloraría los pecados de acción y de omisión de la vida pasada. Unas cuantas viejecitas con una vela en la mano se encaminaban al adoratorio del Santo Niño del Remedio. Y en san Ginés henchían el pecho de las bóvedas las notas del órgano hábilmente tecleadas por el precentor de aquella colegiata, un tal padre Espinel, también asturiano pero nacido en Ronda. La magistral melodía del buen  clérigo alegraba el rostro de Dios. Mi vida se llenaba de música y de literatura. Notas para aplacar la cólera de los cielos. Palabras para ahuyentar las centellas del argavieso.

 

 

 

 

 

 

XXVI

 

AL CATÁBULO

 

 

 

-Eh, vosotros, los del último banco, fuera de clase.

Estábamos en una lección de Teología Moral que daba don Benigno y con las mismas sacamos el banco a los pasillos y nosotros y nuestras sotanas nos metimos para adentro y aquí no pasa nada pero luego vino el Rector que era el arcediano Linderos y nos envió a toda la cuadrilla al Catábulo, las viejas caballerizas, convertidas en cochiqueras de donde partía olores mefíticos a causa de los cerdos estabulados. Por nochebuena matábamos el cerdo para el gasto del internado. Eran tiempos de carestía y de posguerra y con la beca nos moríamos de hambre.

 Tuve por premonición aquella advertencia porque me pareció la que se venía encima la idea de que nunca tendría amigos y los que así se nombraren serían o de la acera de enfrente o del bando contrario. Con esa clase de amistades no se necesitarían enemistades y para de contar porque a lo largo de mi vida se ha cumplido el castigo. En el Catábulo debieran de estar las cuadras de Alfeo; así que todo ello era una condena a trabajos forzados de por vida. Tú nunca llegarás a nada. Con las labores de Hércules vaciaríamos la laguna Estigia e Ícaro alzaría en su vuelo la piedra hasta más allá de donde planean los buitres y cuando ya estaba a punto de alcanzar la cumbre la piedra se le caía del pico porque así estaba escrito pero a otros de mis condiscípulos les fue mucho peor porque a unos los matarían en la guerra y otros que llegasen a cantar misa serían tratados a patadas por el obispo y otros ya con el pan de la proposición en las manos se volverían para atrás y dirían que nones eso de ir a misiones o enterrar sus vidas en la aldea perdida. Mauro mi compañero de terna se volvió loco y lo llevaron a Quitapesares. Le daban congojas, veía cosas raras hablaba sólo y de noche le surtían sudores fríos, se le erizaban los pelos al pobre porque decía que se le aparecía el diablo. Fulgencio mi primo se casó con una monja y Florentín fue un santo varón. La cuerda tendría que romperse por alguna parte y todo por aquella mala broma que le gastamos a nuestro profesor de Teología. Estábamos metidos en una tesis del doctor Angélico en la cual la ciencia escolástica se desplegaba silogística en sorites y epiqueremas traídos por la lógica aristotélica sobre la predestinación y nos aburríamos y empezamos a enredar a tirarnos bolas de papel unos a otros y claro don Benigno se puso como una fiera y nos echó pero aquello fue más que una reprensión. Fue un castigo divino a vivir entre boñigas y bostas de vacas y vaquerizos durante toda la existencia y más que una existencia toda la eternidad… para siempre… para siempre. ¿Y Saulo y Mauro y Licinio, Generoso, Clodoaldo? ¿Dónde andarán?

Nunca darás remate a su tarea. Fuimos propuestos para jefes de escuadrón y acabamos de forzados a las órdenes de Tántalo, el cuatralbo de la gran galera del destino. En el Catábulo no olía bien pero por el invierno se estaba calentito, se sentía estornudar a los caballos, a las patitas de las potras golpear el suelo de piedra y a las vacas ronzar mientras mugían sus terneros. Lo peor de todo fue estar expuestos a la envidia y la calumnia y a la enemistad y traición de los falsos amigos… para siempre… para siempre… para toda la eternidad y que cada uno se las apañe como pueda, se coma las uñas o se fume el pijo. O vos omnes qui transitis per viam videte et sentite si es dolor Sicut dolor meus. De ese modo y a nuestra manera íbamos a ser crucificados con Cristo, portando la cruz a cuestas, sacerdotes unos, rebotados o apostatas otros pero que bebieron su infancia en el mismo jarro y fueron destinados al palo, iban subiendo al monte de la Calavera sin arrimos de cirineos ni el paño de lágrimas de las verónicas.

-La Verónica era el paso de Semana Santa que más me impresionaba en las procesiones que presenciaba aterrado desde la acera de la Canaleja. Por medio de la calle y escoltado por la guardia romana caminaba una mujer joven con una túnica blanca cubiertos sus hombros de un manto azul portando en las manos el sudario con el santo síndone.

-¿Quién era la Verónica?

-Una hebrea. En realidad se llamaba Beronice y era una de las santas mujeres que acompañaron al redentor desde Cesárea de Filipo. Beronice la victoriosa que estaba casada con Zaqueo el enano el que se subió a la higuera y pasó su vida en ella haciendo penitencia sentando ejemplo de los primeros monjes. Beronice llevó su pañuelo a Roma y su reliquia milagrosa curó al emperador Vespasiano de un cáncer de nariz tan malo y putrefacto que los gusanos entraban y salían por las aletas y ollares de su apéndice nasal enfermo. Fue martirizada y enterrada en las catacumbas de Santa Priscila. ¡Qué cosas! ¿No te parece una bonita historia?

-Claro que sí. Mucho sabes, Ostiario.

-De chico me leí los Apócrifos y algunos pasajes me los supe de memoria y es que me gustó leer. Es una segunda vida, Eustacio

-Claro, por eso tienes pocos amigos.

-Mis mejores amigos están en los libros y ellos forman parte de mi condena.

-Son buenos consejeros y menos peligrosos.

-Naturalmente.

-¿Te hicieron feliz?

-Hombre no del todo pero leer es como vivir una segunda vida.

-Eso es tan cierto como que la Cara de Dios está en Jaén- gritó Eustacio entusiasmado.

 

Eustacio era el ángel de la guarda de Ostiario Puertas el de la broma del banco en aquella clase de Teología cuando quisieron gastarle una broma al catedrático don Benigno que les costaría cara pero que impregnó su vida de querencia de lo alto y de sabiduría. Vivieron todos lejos de los devaneos, ambiciones y prodigalidades de los que se dedicaban a los dineros y a la usura. Ellos pensaban que la televisión era un aula de violencia, se aburrían en los telediarios y conjeturaban que una de las “dictoras” o locutoras de tronío que tenía los ojos verdes era el diablo que se aparecía a los españoles a las tres en punto disfrazado de mujer hermosa. Después los tertulieros bieldo en ristre aventaban, boquimuellles y dándole a la húmeda sin parar, ante una audiencia desparramadad en el sofá que veía pasar la procesión, sin vela en aquel entierro y consciente de que para España no hay salida, la parva de los espíritus malignos narrando un evangelio al revés de infamias, corrupciones, atentados, revoluciones, conspiraciones, amenazas, vejámenes a mujeres, malos tratos a los hombres entonando desde su ambón electrónico de forma muy redicha en tono de sibilas la mala nueva. El aperreo informativo era como quitarle las ganas de vivir al más majo.

Ostiario y el ángel se retiraron a su humilde celda porque ya tampoco se podía ir a misa y se entregaban a sus preces y penitencias. De allí a un rato exhalaba la habitación un aroma celestial y se escuchaba el murmullo de un río de letanías. Veían la cara de Dios y ahora resulta que aquel pobre predicho, un “pregonado”, condenado por todos los hombres, víctima de las maledicencia de los fachas, los ex fachas, de los que fueron azules y se volvieron del color de la grana no por ideas sino por interés acomodaticio y al que expulsaron del paraíso quitándole la estola pero se arrepintió tuvo un 20 enero cuando los rusos celebran al Bautista una teofanía, escucharon el himno de los coros y el Catábulo se convirtió en una amplia sala con las techumbres adornadas de alfajías policromas y columnas de jaspe con capiteles de oro macizo donde sonaba el violín y el ritmo y el concento de la armonía. Eustacio por mandato de dios expulsó a la bestia. La habitación no era una cuadra sino un palacio una gran sala donde se iban a celebrar los desposorios de un príncipe. El Esposo era el Hijo de Dios que contraía nupcias con la iglesia. Llegó Pomonio que le robó la frase a Judas “a qué tanto lujo, maestro, por qué ese dispendio, toda esa inversión se lo podríamos dar a los pobres” y el Arcángel Divino entonces desenvainó la espada, derribó al calepino pues su rostro parecía un diccionario de chistes o un tratado de gramática parda de la silla gestatoria donde se había apoltronado al grito de “Quis Sicut Deus” y blandiendo su espada flamígera amenazante miraba hacia su gran trasero:

-Fuera de aquí, usurpador.

 

 

Y fue así como fue destronado el antecristo y arrojado a las tinieblas exteriores con pinta de jesuita. Un serafín leyó luego el sermón del monte y Eudocio le dijo a su protegido Ostiario a la oreja muy quedo:

-Tú no te preocupes porque los últimos seréis los primeros. Aborrecidos de los hombres os nombra por vuestro nombre como amigos el propio Dios. Persevera.

Todos los que allí estaban lloraban de alegría y se limpiaban las lágrimas con el paño de Beronice

-Entonces ¿lo de la expulsión del aula magna de aquel seminario vacío y la condena a los trabajos de Argos era mentira?

-No era mentira sino una parábola porque el idioma divino nunca podrá ser entendido por los hombres sino a través de imágenes y signos.

Ostiario se quedó con la boca abierta:

-Ah

Y a partir de entonces para el pobre ex seminarista no hubo más catábulos. Se acabaron las cuadras de Alfeo y las casas de fieras. Sin embargo, no habría que perder de vista a la gran patulea de espíritus dañinos que se habían apoderado del alma de las mujeres y de los hombres. Uno de los ayudantes del Signífero después de aquella infernal derogación pontifical se acercó a Ostiario muy misterioso y le recomendó lo que solían decir los mandos a sus guardias civiles cuando salían de patrulla paso corto vista larga y ojo al cristo que es de plata; esto es:

-No seas ingenuo ni cacatua, Ostiarín, no te fíes ni de tu sombra, desconfía de los que te llaman por teléfono y se dicen tus amigos. Te están vigilando los malditos esbirros de Hitler, los topos de la Inquisición en desguisa de alzacuellos vaticanos, cáfila de herejes y rufianes con cara de cura, los lobos se disfrazan de corderos y las serpientes cambian de camisa.

-Así es. Gracias por advertírmelo, ángel bendito que yo no me daba cuenta. Son muy suaves tus palabras a mi oído.

De aquel día después de pasar por las horcas caudinas vigilaba a Pomomio que ese también era una buena pieza. Dejemos que el bausán de Arévalo siga haciendo momos y los espantapájaros sigan marcando paquete obsesión de putos y de peleles que esos no asustan ni a los grajos. Hoy como vuelan bajo pues eso: hace un frío del carajo

 

 

 

 

XXVII

 

A GARROTAZOS

 

Tenemos tal afición los hispanos a rompernos unos a otros la crisma que todos los sucesos ocurridos en nuestro país de que pueden aprovecharles los aficionados a composiciones históricas resultan coetáneos o dependientes de una guerra civil. Diríase que los nacidos en esta tierra de garbanzos somos capaces de todas las virtudes cívicas y de todos los afectos privados, de todas las grandezas y heroísmos, excepto el del amor fraterno”. La cita es del novelista granadino Pedro Antonio de Alarcón y creo que viene al pelo de la situación en la que estamos viviendo precisamente ahora que se acerca Nochebuena cuando conspirará contra nosotros la melancolía, el consumismo como escapismo y una alegría postiza. Nos siguen escupiendo desde arriba, nos mean en la cabeza y hemos de decir que llueve. Nos continúan calumniando y nosotros perdonamos. Es muy duro esto. Lo que dice el escritor accitano, Guadix y la alpujarra en el pensamiento, somos más moros que cristianos y la verdad es que nos queremos muy poco. Uno maneja buena información gracias a Dios y por eso pienso que este gobierno dadas las circunstancias mundiales no está haciendo una claudicación – la opinión contraria la respeto pero para entenderme hay que volver a los tipos del Circus y a las tabernas del canal londinense donde Ian Fleming y Philby beben cerveza y maestros del disimulo tratan de encubrir traidores, vuelve la guerra fría que pronto se va a tornar caliente, no será una guerra de bloque sino de actitudes vitales y mores y la verdad que tal y conforme está el patio y lo propensos que somos los españoles a las estocadas la alianza de civilizaciones puede ser un deterrent. Yo no alcé bandera blanca pero la verdad tengo más miedo que al moro o al infiel a ese fulano de mi barrio que me espía, sigue mis pasos, me calumnia y me metiera un navajazo por la espalda a la ocasión propicia que se dice que es mi amigo y mi paisano. Y a lo mejor va a misa de doce. Ya no tengo edad para alistarme pero prefería una trinchera y cañones y más cañones y aquí estaba yo que tener que ir al frente de la insolidaridad incomunicada de la malquerencia de las personas normales listas para denunciarte. La soplonería en auge puede que pronto empiecen los paseos. ZP quiere pasar eso me consta pues insisto uno maneja sus buenos datos y ha sido periodista destacado y ocupado garitas de observación importante. Vivo rodeado de chacales pésimamente educados porque no creen que se haya muerto Franco y muy mal informados. No hay salida. He ahí toda la cera que es la que arde. Somos el país inventor de dos palabras que en inglés implican complicaciones testarudamente celtiberias: “guerrilla” y “vigilante”. Lleva razón el autor del “Escándalo”, “La Pródiga” o el “Niño de la Bola” al meter el dedo en la llaga. La verdad es que nos queremos muy poco. En la pasada guerra civil hubo frentes, heroísmos y hasta canciones. En la próxima ya no podrás entonar aquello de si me quieres escribir. Pero seguirás escuchando el silbido de los pacos y las bayonetas caladas encontráis en ese tipo que reta al subir al autobús con los ojos o la señora que te llama acosador y te prepara un trepe o un juicio de faldas porque vas contando al conductor algunos chistes verdes ofensivos a las feministas camino de casa. ¿Acosador, mi alma? Pero qué dice usted. Yo ya no estoy para coger pesos. La acosadora y la abusadora es usted que me denuncia que me echa de casa que me insulta que me amarga. Ese es el tenor de la actual guerra civil en las presentes circunstancias. Muchos hombres dando tumbos por las calles españolas batiendo la grava de vaivén en vaivén de refugio en refugio de hospicio en hospicio. Es la peor guerra civil que hayamos parecido precisamente por eso porque aquí nadie dispara pero las almas se han vuelto insensibles, el egoísmo manda y hay sensiblería solidaria para el étnico que viene allende los mares mientras al indígena se le condena al ostracismo. Tampoco hay tantas bajas aparentemente pero esta guerra se dirime con armas invisibles como por ejemplo la bomba de neutrones que deja intacta las propiedades y destruye a los cuerpos y las almas por dentro. A mí me hubiera gustado vivir en los tiempos de Alarcón y haberme marchado con él a las ordenes de Prim en la batalla de los Castillejos y haber escrito paginas que hoy tienen una gran relevancia como el Diario de un testigo de la guerra de África (ama al musulmán pero no renuncies nunca a tu religión ni a tu casta ni a tu patria) y que murió casi en la pobreza en el número 92 de la madrileña calle de Atocha el 19 de julio de 1891. Había dejado de escribir más de diez años antes, habiendo confesado su desaliento por el rumbo que cobraban los acontecimientos en la patria: “Me siento un hombre que no pertenece a esta época”. Su vida literaria con grandezas y altibajos – héroe me admira la garra literaria y el patriotismo- encierra el paradigma del ex seminarista que quiso ser militar y escritor. Su biógrafo Martínez Kleiser descubre ese carácter zigzagueante, esa inquietud de andaluz que quedó seducido por Madrid y hasta se compró una quinta en Valdemoro. Se había dedicado a la vida política con O´Donell. Interrumpió su carrera política pero volvió a riscar la caja de cerillas de la imaginación y salió “Final de Norma” y el “Escándalo”. No ganó mucho dinero. Se le murió un hijo de corta edad y aquejado de depresiones renuncia a la vida de los salones. ¿Adónde voy yo con esta barriga? Se lamenta en una carta  a su hermano. Es la misma pregunta que hice yo varias veces a mi propia Inquisición. La Pardo Bazán le hace una entrevista poco antes de morir y le encuentra pálido de una gordura fofa. Ay esa gordura de los deprimidos y calumniados de las Españas que siendo liberales y tolerantes se les tacha de ultramontanos cavernícolas. Fachas. No lo entendieron. A veces le veo en la foto señor moreno calvo de la bellida y negra barba y hasta diríase que pudiera ser un abuelo nuestro que murió en la guerra de Cuba o un antepasado lejano. Moro por fuera godo por dentro. Un gran español. Una pena que sea un clásico descatalogado. Sus novelas inspiran ternura, interés, poesía y vibración de la naturaleza y son una invitación para la reflexión. Pero ¿quién es ese señor? Don Pedro Antonio de Alarcón. Hace dos veranos viajé a la Alpujarra y creo haberme encontrado con su fantasma onírico cuestas arriba de Lanjarón. Todo un espolique del alma andaluza y española. Siguiendo sus pasos coronaremos el Mulhacén. Su diagnostico: mejor una hora de lectura que responder ala provocación con la cabritera. Mejor un treno de Jeremías que un trágala perro que aquí la gente tiene muy mala leche o es muy agria que un oiga, oiga, usted no sabe con quien se juega los cuartos. Lleva razón don Pedro Antonio aquí el personal va con la escopeta cargada o porta una navajilla que le sirve para algo más que para comer

 

 

 

 

XXVIII

 

 

EL CANTO DE LA PASIÓN

Se acerca la pascua hoy es Miércoles Corvillo y ayer fue Martes Lardero con Lunes de Carnaval el día antes,  son viejos rastros de una fiesta medieval superviviente  que ya carece de sentido pues aquí ya no hace penitencia ni el tato y la única penitencia que tenemos es desayunarse cada mañana el sapo de los informativos y vivir como corresponde nuestro tiempo de silencio. Todos  los años  tenemos por costumbre  algunos de mi curso reunirnos en Arévalo previa visita a la Virgen de las Angustias ante cuya imagen se prosternó otrora nuestra  Reina y genuflexión ante la tumba de María de Guevara la protectora de San Ignacio. Un padre nuestro a las Benditas Animas por los fallecidos del grupo que la muerte va clareando las filas del consorcio de los antiguos curillas y ya les hemos cantado el gorigori a muchos.  Luego comida en la Pinilla tostón del bueno y regado con los mejores caldos de las Morañas. Para a media tarde largarnos a una iglesia de un pueblo cercano cuyo nombre no diré.  Allá  cantamos la Passio a tres voces con gran solemnidad en fa bordón y con esa majestuosidad del canto llano que deja a Mozart a la altura del zapato y lo siento por lo que piensen algunos melómanos pero aquí el espíritu está por encima de la letra. Y en música cuanto más sencillo mejor y no lo toquéis más que así es la rosa. Creo que ningún texto salido de la pluma de hombre supera la divinidad de este pasaje de San Juan en el que se alcanzan cimas narrativas nunca superadas. Nosotros al recitar la monodia de los versículos nos sentimos como en una nube. Milenaria cantinela llena de penetración psicológica, de misericordia y de perdón en que se cuenta un hecho histórico que ahora la corrección política trata de negar o amañar a su propia conveniencia. Es la fuerza en el maravilloso pathos calado de concisión y de agilidad diacrónica del latín elevada a la enésima potencia y no el latín clásico sino una lengua muy posterior el que fue lengua franca de la iglesia del medievo pero la melodía entra en simbiosis con el canon recitativo y luego están los tres tonos: el tenor del cronista, el contralto de la vox populi, de Pilatos, el Sanedrín,  el Buen Ladrón, y el bajo del que personifica al Maestro. Durante toda la edad media solía cantarse a la cuaresma en los atrios de las iglesias como una representación teatral. La pasión caló profundamente en el alma del pueblo, fue fuente de inspiración del arte popular y los diferentes pasos quedaron plasmados en las tallas de los imagineros. Se trata de un hecho central de la historia humana que no admite ni claudicaciones ni concesiones. Hay un pasaje al final de esta narración en que el evangelista cuenta cómo José de Arimatea el discípulo oculto de Jesús y que se había mantenido a distancia de los acostamientos  “propter metum Judeorum” (por miedo a los judíos) a pedirle le entregue el cuerpo del Señor para embalsamarlo. Ese miedo electriza a toda la historia y es muy de hoy. Cristo se sublevó contra él y llamaba gallinas a sus discípulos, hombres de poca fe. No tengáis miedo. Pero  a ver quien es el majo que se atreve a ponerle el cascabel al gato; claro él era el Hijo de Dios y nosotros pobres pecadores llenos de complejos y de respetos humanos y que para colmo tenemos todos los días que comer, se nos vuelven los dedos huéspedes. Antes cuando los obispos gastaban mitra y nadie se atrevía a cortarles las ínfulas de por detrás o el báculo doctoral este miedo, esa sensación de canguelo ante las fuerzas oscuras y el qué dirán, se había superado porque el catolicismo era dueño de sus destino pero, ahora, ya quedan pocos prelados de la talla de un Gelmírez y aquí lo que tenemos es al tal Blázquez, ese obispillo, por ejemplo, que hace encaje de bolillos con sus frases, para contemporizar y adobarlo todo para que el arrebatado Bedoya desde las páginas de su órgano diario les dé su aprobación y no los excomulgue a los de la conferencia episcopal. Aquí está la esclava del Señor. Pues muy bien. Pero antes no era así.  Pedro vacila al caminar sobre las aguas y se escucha el grito que sonó por primera vez en Tiberíades. Sálvanos Señor que perecemos y Él vuelve a fustigar nuestro encogimiento de hombres de poca fe. Nosotros no sabemos si pertenecemos al cupo de los de José de Arimatea más bien creo que sí pues en el grupo del discípulo que tiró de navaja y le cortó la oreja a Malco en el huerto de los olivos creo que no estamos. Hay mucho acurrucadillo en nuestras filas, otrora prietas y hogaño en merma, pues no están los tiempos para muchas alacridades. Los hay misacantanos, otros que lo dejamos ya con la tonsura – no nos echaron fue una opción nuestra- sobre nuestros occipucios. Tuvo la culpa alguna que otra romería como aquella a la que nos largamos Pipe el sobrín del obispo de Oviedo y yo de San Vicente de la Barquera. Es una vida la que dejamos a nuestras espaldas pues la mayor parte de nosotros estamos a punto de alcanzar la jubilación y algún miembro del grupo vive ya de a hecho en la residencia sacerdotal, el asilo de los curas y por último los hay que son abuelos y van por el tercer o cuarto matrimonio. Nos une sin embargo frente a nuestra senectud y a la ceniza y el pelo blanco que unge nuestras cabezas la fe moza y vivificante “ad Deum qui laetificat juventutem meam” (al Dios que alegra nuestra juventud) de nuestro tiempo de ilusión alevín. Claro que precisamente nuestra debilidad y nuestras carencias lo que nos da fortaleza para no contemporizar con alguna de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Y fue precisamente un friolero y un acojonado – toda su vida tuvo miedo- como don Pío Baroja aquel al que no faltaron arrestos para proclamar las verdades del barquero al diagnosticar los males que nos aquejan pues aquí el separatismo siempre fue un cáncer con metástasis. Por ejemplo, el gran escritor vasco siempre fue del pensamiento que el problema catalán como en su día lo fue el portugués es una cuestión judía que renace de vez en cuando pues en este país vamos sin solución de continuidad desde la mierda hasta la guerra civil. Es el genio de Avinareta  que vuelve triscando por sus fueros. Don Pío no era precisamente del bando de Arimatea. La piedra rechazada por los arquitectos es elegida como roca basal. ¡Qué grande Baroja, qué intuitivo, qué genial!  Cuya biografía recomiendo pues sus dichos mantienen una actualidad imperecedera y acaso expliquen esa corona de espinas que el judío Carod, buen discípulo de Companys otro del clan, responsable de nuestra guerra civil que trajo al pobre Azaña a mal traer,  nos ha pasado por el pico en mimo sacrílego, sin que se hayan producido aquí trifulcas tan graves como las de las viñetas del profeta, ni se haya procesado al irreverente pues los jueces se lavan las manos como Pilatos. “Et in hoc homine nullam invenio causam, etc” Tampoco el horno está para bollos pues controlan el call de Gerona donde don Narcís nos toca el órgano y por las noches nos ponen en antena a don  Cesar Vidal, un libro nuevo cada quince días oye ¿Cómo podrá? Pero aquí si no eres del Sanedrín y no estás en su horma no te bautizas y están haciendo maravillosamente la maniobra de la tenaza. Atacan por los dos flancos. Por la izquierda y por la derecha lo que les convierte en poco menos que invencibles aparte de temibles. Al fin y al cabo Cristo es el abanderado de nuestra libertad. “eleuteros” le llamaban los griegos (libertador). Así que los de mi cuadrilla para desagraviar profanaciones como la del bueno de don Carod con su cara de morsa nos reunimos a entonar la Passio, a leer a don Pío y a comer jalufo en la Pinilla. Que por cierto tal y como lo preparan en Arévalo está riquísimo... Los de mi cuadrilla somos godos, viejos creyentes, o “staroi vierushi” como nos llaman los de la Ortodoxia. Empieza nuestra cuaresma, tiempo de perdón. Humillemos nuestras cabezas. Amén.

 

 

 

 

XXIX

 

PACTO  CONTRA RUSIA

 

Arturo Koestler escribió una novela sobre los Kazares la XIII tribu desaparecida de Israel la de Zabulón a la que se perdió el rastro y, perseguida, fue a parar al Cáucaso al pie del monte Ararat donde posó el arca de Noé cuando cuajaron las aguas del diluvio. Es una de las regiones más bellas y desconocidas del planeta por la feracidad de sus valles y la calidad de sus vinos y de sus frutas. Sitio misterioso de donde arrancó la humanidad y fue el origen del cristianismo. Supuestamente, los kazares se bautizaron en masa y allí florecería después del imperio romano una de las cristiandades de mayor solera. El rito armenio que es una fusión de la liturgia latina y la griega- los armenios fueron de los primeros pueblos en peregrinar a Compostela según consta en el Codex Calixtinus y trajeron con ellos las claves del arte románico al principio de la edad media- es hermosísimo aunque admite el armonio y otros instrumentos músicos, que están vedados en el canon de los orientales, sólo admiten la voz humana y en vez de iconostasio tiene presbiterio. Sin embargo, ha padecido Armenia una historia trágica de guerras y de calamidades. Los turcos hacían incursiones en sus montañas y se llevaban a sus muchachas y a sus mocitos imbeles como esclavos a los harenes de Estambul. El 24 de abril de 1917 un enorme ejército de jenízaros arrasó, debeló, devastó la hermosa Erevan. Es uno de los mayores genocidios que se conocieron en la historia. Perecieron se calcula que millón y medio de seres inocentes. Ciudades como Virap fueron pasto de las llamas. Los monjes del monasterio de Tatev donde el abad Mesrop Maschtot pontificó durante seis décadas- fue el inventor del alfabeto armenio una mezcla de griego, romano e indio- en número de quinientos fueron pasados a cuchillo. Ese holocausto atroz pesa en la conciencia de los armenios a los que la invasión otomana desplazó por toda la faz de la tierra. Y guardan memoria. En todas las familias hubo algún muerto. A lo largo de mi carrera periodística en Londres y en Nueva York he conocido muchos armenios. El corresponsal de la TASS un tipo bien parecido el pelo rizado espeso y muy moreno, un ario típico y la nariz ganchuda podría pasar por un andaluz o por un extremeño en la ONU se hizo amigo mío y una vez dijo:
-Nosotros haciendo honor a nuestro ascendiente errante, sabemos muy bien lo que es la diáspora. Pero somos los cristianos más antiguos del orbe. Hay una cruz en nuestra bandera que tiene el color del albérchigo, el árbol y el fruto que lo identifican. Los armenios son muy industriosos, buenos comerciantes, amantes del clan. En Londres compraron una iglesia anglicana en los Jardines de Evelyn cerca de donde yo vivía y allí celebraban sus misas. Les oía cantar los domingos. También me confesó que Rusia fue el mejor aliado que tuvieron contra el enemigo común el que les echó de sus tierras y les despojó del Ararat su monte sagrado. Los hitlerianos no consiguieron izar la esvástica en el monte Ebrús. Se lo impidió un general armenio héroe soviético de la batalla de Stalingrado. En 1991 una de las naciones de  mayor abolengo del planeta – abrazó el cristianismo en el 301 tres lustros antes del edicto de Constantino-recuperó la independencia pero hubo un terremoto terrible el año 88 y la terrible guerra de Ngorno Karabak. El pasado miércoles el presidente de esa republica, Sacrisjan, firmó un tratado con el presidente de Turquía después de un partido de fútbol entre las selecciones nacionales de ambos países. Se abrirán las fronteras y habrá intercambio de embajadores entre Erivan y Ankara pero el Cáucaso es un avispero. Alemania apoya con gran escándalo de su opinión pública el ingreso de los otomanos en la UE. Los norteamericanos a través de la Merkel quieren incrementar su zona de influencia en este punto caliente y centro de paso entre Asia y Europa. De lo que se trata es de arrinconar a Rusia tras el intento fallido de Georgia donde manda un gangster y un señor de la guerra como Saakashvili. Pero el presidente armenio no parece ni de la misma cuña ni de la misma madera que su homólogo georgiano. Hay que confiar en que este acuerdo no sea el pretexto para una nueva noche de Walpurgis en el Cáucaso.

 

 

 

XXX

 

QUIRÓGRAFO DE LA ASCENSIÓN

 


Esperanza entre mis teclas.  San Apolinar frisa alto y dejo de fumar en este bello día de julio.  Sed aliud est coelum aeternum. Ojos que miran al cielo como en la oda de fray Luis, y dejas pastor santo tu grey en este valle.  Uno es el cielo inmaterial y otro el cielo aéreo.  El matiz es importante porque en ambos cielos moraban los espíritus; en uno los ángeles, angélica turba coelorum exultet y abajo los demonios.  Una era una cucaracha alemana con el pelo de estropajo y las mandíbulas como garras de la hormiga atómica.  Sed exultet  turba coelorum que todos esos nada podrán contra mí.  El cielo aéreo es lo próximo a la tierra pero el empíreo es otra historia muy diferente. Al cielo aéreo fue sublevado o subllevado Elías el profeta.  Y transportado hasta una remota región que se trova en paradero secreto hasta el fin de los tiempos.  Coelum quippe terrae proximum est.  Cuando bajó al limbo Jesús resucitado al tercer día, palabras máximas, soniquetes y comodines,  son sus palabras, rescató a los justos.  Esto es pura mitología.  Señor que duro es creer pero aquí se guardan los sellos de la vida humana en el quirógrafo de la ascensión.  Et mortuos debitum persolvit. Pagó con su muerte la deuda de los muertos, no obstante el redentor no padeció a la muerte propiamente dicha, la superaría.  La ascensión por su propio pie y no en manos de ángeles fue el finiquito de la resurrección.  Elías fue transportado al cielo igual que san Pablo en un ataque de gota coral seguramente y la virgen fue asunta.  Diferencias por tanto de contorno entre sublevación, asunción y ascensión.  Esa fue una de las primeras cosas que nos enseñaron con el catecismo.  A Elías lo tomaron los ángeles de la mano lo mismo que a Enoj para superar el lastre de la gravedad pero Cristo se elevó de su propio pie y con la fuerza de su mano.  Se eleva por tanto sobre las miserias de este siglo y los pálidos reverberos de la gran belleza del padre se  reflejan  en las obras que hizo.  La ascensión es la fiesta más platónica del calendario cristiano.  Y dicen los comentaristas que el Señor coelorum fastigia penetravit.  El fastigio era un techo de doble vertiente. Derribó las potestades diabólicas ¿Qué me pasa?  Mientras especulo de tan altas razones mi existencia subyace en la abyección y la miseria.  Sede a dextris meis, dijo el salmo y Esteban el día de su lapidación vio los cielos abiertos et filium hominis stantem a dextris.  Hay una diferencia entre sedere et stare.  El stare es algo más transitivo.  Al sedereo sentarse  realiza un papel más activo en favor de aquellos que en la tierra invocan su nombre.  Íbamos diciendo que se acercaba un tiempo de mártires.  Y va induido de la estola (cpitraxil) de gloria. Todos los santos bizantinos portan la estola cruzada sobre los hombres con la cruz a manera de estandarte. Me queda un año para jubilarme y esto va a ser otra vía dolorosa.  Ascensión significa exaltación de la humanidad.  Al subir con Cristo a la gloria el cristiano se convierte en algo sublime y así lo afirma el quirógrafo o compromiso de nuestra salvación.

Pero el ave ignoró la senda.  Semitam ignoravit avis.  Sea.  Elevata est magnificentia tua super coelos.  En él con él y por él y en él triunfamos de nuestra corrupción de nuestra podredumbre.  Sin embargo Él nos dice que el camino hacia la excelsitud es la humildad, la mansedumbre, la claridad.  De esta forma un día podremos gozar de su plenitud.  Hay que circunvenir las tentaciones y adversidades y suprimirlas plantándola combate mediante la huida.  El cuerpo que se eleva a efectos de la potencia divina.  El amor viene saltando los montes.  Ecce hic veniet saliens in montibus. De coelo venit in uterum, de utero in praesepio, et de praesepio venit  in crucem, de cruce in sepulchro et de sepulcro redit in vitam et de vita in coelum. ¡Jolín too much! Muy brillante. Mucha hiperdulía.

 

 

 

 

 

XXXI

 

TEATRO E IGLESIA

La noción del teatro como una liturgia y de la iglesia con un escenario con sus decorados pertenece al ámbito del pensamiento y la literatura rusa.  Sin estética y sin arte y sin misterio no hay religión. Creo que fue Iván Bunin que cuenta una misa entre los expatriados rusos de Berlín y llega a la conclusión de que  el acto parece la representación de un drama solemne con sus decorados con sus caracterizaciones y puesta en escena.  Los rubriquistas saben mucho de esta intima conexión de lo sagrado con las artes escénicas porque la pintura y la música y la escultura son sagradas, tienen ese hálito o palpitación de la divinidad incombustibles. Es como un proceso en el que la inspiración se somete a la férula de las corcheas y las fusas y las semifusas. Una buena partitura, una sinfonía, es contar una historia inefable que avanza entre tinieblas.  Por eso cuando entramos en una iglesia nos sentimos diferentes, acaso seamos diferentes.  Nos embarga el roce de lo trascendente, la vivencia de lo ultrasensible.  Esa misma sensación nos acomete al pisar la alfombra de un patio de butacas. Para los rusos esto es el equivalente a una confesión de parte, y la música cantada resulta en ese sentido una confesión de lo inefable.  Ante el altar ante la grada del proscenio o calzando el coturno los diálogos a veces se vuelven monólogos. Así que en un decorado teatralmente tan perfecto como Petersburgo la arquitectura se vuelve música de gusto neoclásico y ese amor a las tres unidades de Catalina la Grande.  Tanta línea recta tanta magnificencia parece no ir a compás con el sinuoso carácter de los rusos que es circular y romboide como las cúpulas mágicas del oriente. Pero en la ciudad de los zares las piedras se vuelven pentagramas o versos de Pushkin tan refinados tan respetuosos con las normas de Boileau.  La ciudad tiene alma de fuego y en los atardeceres parece que le nacen llamas a los domos y todo se vuelve fulgores e incandescencias. La ciudad orillas del Neva adquiere perfiles de estrella, armando  la distancia un dintorno de fulgores en que cabrillean las torres de las iglesias en forma de llama sobre el espejo de las aguas del estuario.  De la mano de cualquier compositor alemán instalados en la ciudad nos parece gastar el tiempo (die Zeit verzheren) porque Petersburgo tiene también alma filosófica.  En ella pudiera Kant ser vecino de Dostoievski. Es rusa y es alemana.

Avancemos un poco más; no seamos retrecheros, no nos quedemos meramente con el paisaje.  Volvamos a la historia.  En 1582 hubo una victoria cosaca sobre los tártaros y el zar hizo una donación a las iglesias y monasterios (Soende).  En cada uno apostó un carillón o garita [karyl] semejante veleidad le da a la capital un carácter de fortín, de plaza fuerte amurallada contra las ventiscas que vienen por el Báltico.  Otra nota a destacar es el aspecto religioso.  La iglesia más grande de toda la cristiandad mayor incluso que san Pablo de Londres y la basílica del vaticano está en san Isaac.  Esta visto que cristo estorba con sus planes de redención a otros demiurgos.  Por eso le llaman cínico y tonelero agresivo [ausfallend] un profesor de ciencia itinerante o wanderlehrer que se expresaba en parábolas.  Su palabra quedó prendida como mechón de humo sobre las cornisas.  Cristo es nuestra antorcha.   Aspiramos a su visión, vamos a su encuentro pero nos entorpecen los grilletes trabas del pecado (compedibus) de nuestras ligaduras carnales. Sin embargo, en Petersburgo se siente la resurrección de la carne. El alma se eleva y los cimborrios y orondos chapiteles de la catedral de Kazan inician una ascensión ante nuestros ojos, suben y suben, ascienden. Son una metáfora de la metamorfosis espiritual que ha de transformar y reformar al hombre.  Christus glorioficatio nostra. ¿La caridad y el amor cierran la culpa?  Charitas operit multitudinem peccatorum. El Redentor nos condona la deuda. Es lo que en aquella ciudad se siente o a mí me pareció sentir.

 

 


                                                  XXXII

 

CONJURO

 

Así que dios con nosotros. Tengas tranquilidad de conciencia y paz en el espíritu. Largos sean tus días y tu trabajo de provecho pero la respuesta que obtienes es inequívoca. Apártese usted de mí señor pateta y se retuerce la serpiente en sus arillas. Marivientos pega un portazo. El mensaje franciscano paz y bien no es de este mundo. Así que me repliego en mí mismo y con la humildad del Maestro que quisiera para mí mismo replico: Si en algo falté dime en qué. Si no por qué me golpeas. Y voy a un rincón a llorar, a lamerme las heridas y a cantar la Passio (que resuenen los cánticos de resurrección por toda la tierra, que nuestras vidas sean un perpetuo coro en la misa de ángeles, pues vaya un aburrimiento, siempre las mismas respuestas, las mismas patas de banco, la eternidad es monótona pero no queda otra). El orgullo satánico que no cesa, se revira en la culebra, ya digo. Y sus retortijones ocasionan cambios planetarios. La actualidad narrada por inocentes bustos parlantes y chicas clonadas caballeros recién salidos del armario que son cabelleras fabricadas en serie es un continuo agitarse y retorcerse del rabo de la lagartija ahora con pluma. Hicks and hips my dear old friend. Divinas palabras de perdón. Que tengas paz en tu alma. ¿Y tú quien eres, santurrón?  El acontecer marca un rumbo brutal parece ser que la brújula del mundo viene marcada por la desesperación en un desorden aparente que controla el gran controlador valga la redundancia. Cuida de tu casa. No tires cantos a tu vecino si tu techo es de cristal. En el estrado de entrada de la gran conserjería vigilan y escrutan la puerta principal las grandes milanas. Son viejas, usan pantalones de milicianas y van por la vida de feministas disfrazadas. No son centinelas hacia fuera que las llaves del castillo fueron entregadas hace algún tiempo. Su jurisdicción, su perímetro es guardar el redil de las ovejas. Sus miradas penetrantes matan como las del basilisco. Tienen poco trabajo pero gozan de un siento. Una de ellas muy emperifollada acude a su alguacilazgo vestida de pantalones al grito de consignas que recuerdan parábolas de destrucción y de saqueo. Era fregatriz y la promovieron a inspectora de la gran parva unos humos que tu no veas odia a los hombres y se ha convertido en una especie de boogyman, el coco o sacamantecas en la garita de control. El diablo la azuza y la controla. Vivimos en un perpetuo día de Santa Agueda bajo el mando de la escoba y el blusón de las señoras de la limpieza. Oiga fiche. ¿Está usted ya más tranquilo? Mucho más tranquilo que vuecencia. Tiene pinta de ave rapaz la que me lo dice. Milana bonita. Guardesa en su trono y retahílas, muchas retahílas. Hagan juego. Las ascendieron, les quitaron la mopa y las pusieron de vigilantes de la parva incierta y ahora nos vienen con esos humos. A las que barrían las hicieron jefas de negociado. Por eso la casa está sin barrer. La casa de España.

 

Tras la lluvia de estrellas que llamaban “Lágrimas de san Lorenzo” apogea el verano, el grano ya en el silo o en troje, los marranillos gruñendo en la cohorte, traje de fiesta camisa blanca – venga esa muda, chiquitos y a lavarse esas roñas de por el enverano y yo pecosillo que era de niño y que creía que las pecas de mi rostro eran culpas duro restregarme la cara con papel de lija pues yo era muy crédulo por aquel entonces y seguí las recomendaciones del Pedrete que era el jefe de la cuadrilla y un guasón por poco me desgracia- los agosteros ajustados por san Antonio recibían la soldada, las noches eran algo más cortas, el relente de las sonochadas anticipaba los rigores de los primeros fríos del otoño pero toda Castilla era un ascua de fulgores. De cohetes, rechiflas, arreboladas cantores y rondadores. Los ecos de la gaita el tamboril retumbaban lontananzas. El cielo de la noche, con más estrellas que nunca, aparecía iluminado de voladores. Se escuchaban  a lo lejos los cantos de ronda, el bramido de los toros que iban a ser lidiados en el encierro, toros enmaromados que lidiaban a hurtadillas en las capeas a la luz de la luna. La vida para mí por aquellos días era una bonita película. Como hacían en Peñafiel, buen pueblo pero mala gente, decía mi abuelo Benjamín que era muy ocurrente y tenía una sentencia para todo y él siempre prefirió los encierros de Cuellar que eran mas limpios, no se enmaromaba a las vaquillas y el vino era menos traidor. Además a los de Peñafiel como a los de Fuentepiñel (muchos barros y poca miel) les decían pueblos beatones mucho golpe de pecho, mucho cura, mucha misa y mucho rosario  y mucho pésame señor y por detrás la coz de la mula Muina. Zas. Siguiendo los consejos sabios de mi querido abuelo que gloria esté huí siempre de los hipócritas y camándulas como del pedrisco y me dan cien  patadas esos mulos zainos con cara de no haber roto un plato, das media vuelta y tienes la navaja en la espalda o la patada en el culo. No. Mi fe y mi esperanza en Cristo es algo total y coral nada de particular. Aquí del rey abajo ninguno o vamos todos al cielo o no se salva ninguno. No hay preferencias ni distingos en el amor divino sino llaneza total. Por mucho que  hagamos el mundo nunca cambiará. Somos pecadores. Sólo el buen Jesús salva, sólo Él perdona. Lo malo viene cuando uno quiere ser más que el otro y quiere entrar en  el cielo por la puerta de atrás. La santidad, la virtud el heroísmo, no están reñidos con la humanidad, esa humanidad que el Hijo de Dios aceptara y en la que se reencarnó accediendo al dolor,  a la risa y al llanto e incluso compadeciendo a las mujeres pues en su paso por la tierra siempre anduvo rodeado de putas, recaudadores del fisco y de borrachos. Los farisaicos predicaban una religión que era todo lo contrario: muchos ringorrangos más de remate raza de víboras, sepulcros blanqueados. En Cuellar y en Aranda caguen la orca otro lugar hacia el que Benjamín sentía cierta querencia pudieran ser más brutos, aunque no tanto como los de Espirdo que querían meter en la iglesia el pendón de través como toda la gente de la ribera pero no estaban tocando a la novena a todas las horas y mucho pésame señor y luego hacer daño al prójimo. En Cuellar hubo una vez obispo y en Aranda casa de la prostitución. Ahora sí que estamos buenos. Pero estas rivalidades de campanario hinchen y reaplanan toda la geografía y la historia española. La historia de los de Fuentepiñel muchos barros y poca miel y los de Fuentesoto culo roto siete varas y otro poco se repite en esta tierra de coritos la mina y el mar. No vamos a cantar el prefacio como hacía mi abuelo para entretener las horas de trillo. La Asunción era la fiesta de Valtiendas (para que me entiendas) íbamos en bicicleta, echábamos un baile y un traguillo en la bodega y otra vez pa casa pero una vez cuando volvíamos nos tiraron piedras. A esos. A esos. Las diversiones de aquellos tiempos solían terminar a cantazos o a garrotazo limpio por un quitare esas pajas. Ya digo España siempre tuvo la sangre municipal y espesa. Los de Vallehelado no pueden ver a los de Campaspero y aquí los de Supterval en la hondonada no aguantan  a los de Cabruñada que están en rasa y unos son aldeanos de la braña y otros marineros pero incluso entre los propios brañeros montesinos los de Brañaseca no soportan a los de Peña Umbría que es pueblo al abrigo de un arroyo naciente, unos someros y otros soteros y así sucesivamente. Debió deber de ser difícil gobernar a un país como éste con pueblos de tantas madres, hijos de tantas leches y procedencias. De muchas ubres y muchas leches son las que mamamos algunos de grado y otros a la fuerza.  Es lo que dicen los repipis cuando aluden a nuestra extracción haloetnica pero son de esa forma triunfó la fe católica un poco a las bravas. Sin embargo recuerdo aquellos quince de agosto cuando siendo paje y monago catedralicio el deán me mandaba al cancel por donde hacía su entrada triunfal el señor obispo a llevarle la cola al prelado (en el buen sentido de la palabra). Los obispos en aquel entonces hacían alarde del esplendor litúrgico en fiestas tan señaladas y llegaban a tomar posesión arrastrando una capa magna de tres metros. El organista hacía sonar  desde el coro las notas del Tedeum y los añafileros municipales hacían sonar el clarín y la tamboreada. Casullas bordadas en oro y capas pluviales del siglo XIII  y los canónigos estrenaban mucetas con lanas de cordero nuevo adornando sus pescuezos. De Maria nunquam satis y a la Iglesia todo le parecía poco para honrar a la Reina de los Mares, la madre del Verbo, la emperatriz de las Montañas, la Mujer vestida de luna y calzada de sol que ennoblecía la naturaleza brindando pródigos fruto, intercediendo por los pecadores y derramando dádivas y prodigios sobre los limpios de corazón. El quince agosto era la apoteosis de la hiperdulía ese too much que nunca supieron entender los protestantes y del que se siguen riendo los volterianos. La virgen asunta. Transportada al cielo en manos de los ángeles tal vez en un carro de fuego. Los ortodoxos la siguen llamando la fiesta de la Dormición. La madre de cristo no conoció los rigores de la muerte. Simplemente se durmió según la tradición en casa de san Juan en la isla de Patmos. El fervor popular y la tradición suplen con creces la falta de rigor histórico pero es un dogma definido por el papa Pío XII que forma parte del depósito de la fe en el que hay que creer para salvarse. Asumpta es María in coelo… el mejor cuadro de este misterioso que yo conozca lo pintó un pintor anónimo desconocido y que se guarda en la iglesia de santo Domingo de Arévalo. Allí aparece una doncella tendida coronada de flores que disfruta de un largo y placentero sueño. Obdormit in Domino. Simplemente se durmió y de esa forma venció a la muerte. Hermosa fiesta. La Madre del Mundo derrama todas sus gracias sobre él, pero para entender este misterio hace falta ser español o de  Vallehelado o de Valleumbroso, de Valtiendas para que me entiendas o de Fuentesoto culo ruto, del llano o de la ribera, de la marina o de la braña siempre a hostias pero queriéndonos mucho. Muy creyentes y  muy pecadores. Ella Nuestra Señora fue un regalo que hizo Dios a la fe tibia de nosotros españoles pueblo tan genial que aquí cada cual se ata sus moscas por el rabo y tiene su geniecito y temperamento, tan visceral como marial y conflictivo. A  ver si de una puñetera vez Ella consigue el milagro de que nos llevemos bien, cosa harto difícil.

 

 

 

 

 

XXXIII

 

 

AZOGUEJO SEGOVIANO

 

 

 

 

Segovia buenos aires alta ciudad cuajada de elevados empeños. Cuando se asoma el visitante por ese  balcón bien ventilado que es la Canaleja se le aparece la Mujer Muerta amortajada entre sus berroqueños pliegues el niño a la cabecera y el diseño en forma de túmulo del vientre las rodillas y los pies. Cuenta la leyenda que era una hermosa goda que se interpuso cuando justaban por ella dos caballeros un moro y un cristiano y quedó atravesada por el afilado acero de uno de ellos. Fue mártir del amor. Este panorama ofrece al viajero una esencia mística de amor intacto circunscrito al ideal de la pureza de un deseo… (¡Oh el amor siempre el amor!) Pero, si se quiere entrar con la realidad de España habrá de bajar unos metros al real de la feria del azoguejo. Todos los jueves, mercado. Venían los labrantines de villa y tierra con sus pellizas sus dientes de ajo, puestos de albarcas, candiles y aperos (horcas, foces, trillos, bieldos, zoquetas, sombreros) yo los contemplé de niño, era una viva escena del medioevo. Todavía caminaba bajo los arcos del entrecuesto del acueducto algún señor envuelto en la capa parda, el sombrero ladeado rematando en cucurucho, calzado con piales y albarcas a la vieja usanza. Azoguejo pequeño zoco viene del árabe. El lugar fue una de las universidades donde nació la picaresca. El Portillo de Valladolid, el arrabal de Arévalo, Zocodover en Toledo, el Potro cordobés y el Perchel malagueño atraían a la gente desocupada y errante. En Segovia los perailes. En Córdoba los agujeros o vendedores de agujas. En Madrid en las Escaleras de San Felipe y la Puerta de Guadalajara soldados licenciados de las guerras de Flandes que, que para vivir, habían de azuzar el ingenio o exponer sus heridas o sus desnudos muñones a la puerta de las iglesias entonando la oración del Justo Juez. Llovían los ochavos ante estos cuerpos mutilados que en los viandantes inspiraban compasión. Triana y la Puerta del Sol ofrecían el grado de pícaro. El doctorado honoris causa pero eran sitios peligrosos. En Segovia en Valladolid en León o en el Fontán ovetense en comparación no eran más que noviciados. Los perailes los del gremio de cardar y apartar y los tundidores eran los que vareaban la lana y otros se hacían con el provecho… unos cardan la lana y otros se llevan la pana. Los mercaderes de Ávila y Medina, judíos todos o conversos, que comerciaban con los Países Bajos el famoso límiste segoviano o el paño de veintidoseno. Dicen los historiadores que la vida en la edad media era gremial y al hilo de esto en Segovia cada una de las profesiones se constituyen en barrios o en parroquias: la Trinidad era el barrio de los caballeros junto a otra parroquia la de San Juan. En San Esteban los escuderos y los curiales del cabildo capitular. En San Millán los areneros y hortelanos. Los agricultores pertenecían a la parroquia de Santo Tomás y el Cristo del Mercado. En San Lorenzo, barrio de ascendencia morisca, los alarifes. En el Salvador los sastres. En Santa Eulalia toda la gama de la industria textil y así sucesivamente. Segovia era una de las ciudades más ricas de Castilla no sólo en el sector lanero y su iglesia mayor poseía la renta más elevada en trigo avena y cebada que se guardaba en un silo administrado por un canónigo que desempeñaba el cargo de cillero. Por el entrecuesto o aceña del acueducto manaba no sólo agua, también dineros. Eso lo supieron los romanos. Mis paisanos desde Trajano hasta nuestros días prefieren la austeridad al lujo y suelen disimular bajo un aire ropavejero sus riquezas. Debajo de una mala capa hay un buen bebedor. Si los de Segovia fueran marineros- y algo deben de serlo porque el alcázar semblanza ofrece de un navío que surca los trigales de la vega baja hacia la Almunia- podría cabe decir de mis paisanos que se aferran a la grímpola de la prudencia y aferran con tesón el cataviento de la lealtad. En el azoguejo al pie del acueducto por lo demás yo he presenciado cómicas escenas como aquel tratante de Cantalejo al que le sacaron la navaja unos gitanos por haberles vendido un yeguato por un burreño o aquellos marraneros del blusón negro y la tralla gris que eran expertos en el arte de la balichería [31](robar puercos metiéndoles el dedo en el ano para inmovilizarles) y otros muchos lances de la inventiva picaresca.

 

 

 

 

 

XXXIV

 

HAROLD PINTER

Siempre me ha intrigado el misterio de Azorín como me ha impresionado el misterio que late en todo tránsfuga, su metamorfosis o las alas que le crecen al gusano en el claustro materno de la crisálida hasta llegar a ser mariposa. Y digo esto porque hace justamente un siglo en el otoño de 1905 después de regresar de la Mancha donde preparó un texto el escritor de Monovar con motivo del cuarto centenario del Quijote ocurrió la conversación del antiguo revolucionario y anarquista que escribía iluminado por la tea incendiaria -la iskra” de Lenin- pasquines y panfletos de silva lección y de variada índole se convierte en amanuense autor, áulico y conservador. Literaturizador de postín. Pasen los periodistas y coman que clamaba Romanotes; es que no queda otro remedio oye. Publicaba en la tercera de ABC y aún me acuerdo de alguna de estas terceras que yo leía con interés de aprendiz pero sin fruición estética, pues el estilo de Antonio Azorín es paso de bueyes y a mí siempre me gustó cabalgar de otra manera. Quevedo por ejemplo es un ritmo más rápido. Va a galope. A los cuatro pies. En el trayecto de Argamasilla de Alba hasta Atocha cae el antiguo redactor de soflamas cae del caballo y se opera en él el camino de Damasco.  El viejo nihilista se convierte en señor con bombín que acude a las monjas de la en carnación a misa de doce. Yo nunca entendí muy bien por qué Fernández Pombo mi profesor de Redacción idolatraba al escritor murciano. Porque a mí nunca me han gustado los transmudas y acomodadizos. Al estilo de Raúl del Pozo, de Cela ofreciéndose para ir a la caza de rojos, o fulanos como el Sánchez Dragó (nadie ha sacado tanto partido a los quince días que se tiró a la sombra en Carabanchel con Tamames, Múgica Herzog etc., para pasar factura cuando todos sabíamos que ese señor que escribe ilegible y piensa menos que refrita).  Es increíble. Los ex franquistas contra Franco copan las páginas, reinan en las ondas, se sientan en los consejos editoriales. El Dragó se tiró media existencia haciéndole la pelota a Lara. Se trata al parecer de una servidumbre de paso en este oficio donde el que no adula no mama y el que no sabe pasarle la mano por el lomo al jerifalte, reírle las gracias, airear sus pedos, poco medra.


 Cuando escribía con su nombre de Martínez Ruiz era el enfant terrible del 98 tanto es así que en muchos de los periódicos en los que aparecía su firma se daban de baja escandalizado por sus ideas disolventes los lectores de la suscripción. Antes del año cinco cuando se produce el camino hacia Damasco Antonio Azorín era una especie de Harold Pinter al que no le crecían los pelos en la lengua. Ni contra los militares, ni contra la Iglesia ni contra las costumbres. Llegó a ser abogado del amor libre un tipo tan pazguato como él y que tuvo esos aires de mosquita muerta. Pero como aquí el crimen no paga y la izquierda sólo da berrinches don Antonio se nos hizo de derechas harto de criar caspa. Seguía entusiasmado por Montaigne el autor que más cita en su obra pero se hizo anglófilo. El alicantino quiere adoptar las flemas de los clubs londinenses y hasta se declara incondicional de los sastres de Savile Row. Se puso a bien con los curas y adulaba a los ricos. Sus novelas no se mueven, no tienen acción, muy poca trama y apenas plot pero eso sí rezuman sartorial elegancia  Asistí al entierro de Azorín allá por el año 64. Era el único escritor con derecho a acceder a las aulas en aquellas quintas y levas del franquismo por el Imperio hacia dios. Azorín el gesto bonancible, flemático y reposado, muy británico, su paraguas rojo, era al único que leíamos en los colegios de frailes. Junto con los primeros premios Nadal, Baroja, mucho Lorca y acabamos aburridos de Machado. Los jesuitas habían proscrito  a Pérez de Ayala que para mí es el mejor de toda la leva del 98 por más que a veces su anglofilia exagerada le lleve a cometer ciertos errores de esencia y norma histórica, también estilísticos, a causa de una novela que escribió A.M.D.G poniendo a la Compañía de chupa me domine [nunca se me borrará la escabrosa escena de esta en que una mujer entra en la celda de uno de los prefectos del noviciado que tenía fama de santo, se quita la sotana y aparece hecho un fauno, libidinoso con aquellas patorras que ocultaba los capisayos, los calcetines pinzados con liga, y aquellos labios de sapo y trata de besar a la dama que era la madre de uno de sus pupilos; ésta huye llena de horror, no es para menos]  Creo que se trata de una descripciones cargadas de erotismo mejor llevadas de toda la prosa española. El asturiano a diferencia del alicantino no era un escritor de gabinete ni recamara sino paseante en cortes y prosador a la luz del día. Si alguno de los libros de don Ramón cargaba delantero por los afeites clásicos era porque él era de esa manera: ático, tradicional. Sin embargo, los renglones de Azorín de puro lineales le salen torcidos.  La escritura de Ayala era trasunta de lo que veía en la naturaleza. Por el contrario, Azorín es un escritor de escritores.


 No es la vida la fuente de la imaginación sino los libros. Cuando llegó a Argamasilla de Alba para escribir sobre el pueblo oriundo del Quijote no preguntó por donde estaba la posada, dónde los arrieros, dónde la ventera dónde el cura de misa y olla.  Pidió que le llevasen a la biblioteca municipal. De ahí que los que entendamos un poco literatura [no me glorío sino en la fe de N.S.J] pues llevamos medio siglo en la brecha y puede que nos pase como al herrero de Mamblas que de tanto trabajar en la fragua se le olvidó el oficio. Escribir puede comportar, amén de una ascensión a los cielos, una bajada a los infiernos. Por ende, a mí me cae Azorín un poco gordo porque aparte de cleptómano en las librerías de viejo, y eso me da cien patadas, nunca se emborrachó con el vino espeso y peleón de las tabernas donde recala el obrero. Era un anarquista de salón como todos esos “rogelios” que he citado previamente. Oportunistas. A Unamuno al que mi profesor de Preceptiva Literaria el P. Penagos gustaba de llamar “unamona”, una alacridad que sólo puede permitirse un tipo que había pasado muchos años en Bilbao aunque fuese santanderino le pasa tres cuartos de lo mismo. No atraen demasiado porque tienen truco, mucho adobo y artificio, para luego acodar sus escritos con fórmulas de otros y aparte de que suelen tender al chaqueterismo como toda esa pléyade a la que antes he aludido. Una de las mayores calidades artísticas de ese hombre era su patrimonio de la contradicción. Es la condena de los que impostan la voz y hablan por boca de ganso. No son naturales. Evolucionan sí pero siempre serán consecuentes consigo mismos y lo que dijeron.


Un ejemplo de congruencia sería Harold Pinter. Su Nobel  merecido. El otro día crucificado en el lecho del dolor y desde la silla de ruedas que le tiene postrado con cáncer habló por todos nosotros. Entonó un “Elí, Elí, lamma sabactani” (Dios mío, Diosa mío por qué nos has abandonado). Esta postura crítica es la misma que hacía cuando en los sesenta íbamos a una boite a ver la representación de su Tea Party porque nunca se le permitió representar sus obras en los teatros nacionales sino en las buhardillas y sotabancos de Londres. La misma voz recia y bronca de profeta de Israel que desvela la desolación del pueblo y al propio tiempo alza los puños. En ese puño crispado de Harold Pinter he visto reflejada parte de mi biografía. Después de todo y contra lo que creen muchos turiferarios y perfumeros del sistema siempre con el incensario a cuestas entonando cantos de alabanza a los Estados Unidos, el nombre de la Bestia se escribe con B de Bush, B de Blair y B de burro. El mundo está gobernado por una panda de mangantes. Ya está bien. Franco nos entusiasmaba pero toda esta panda de franquistas renegados a uno y otro lado del espectro pues no podrán borrar de sus vidas al general que es su sino me dan cien patadas en los molletes. La voz inconfundible me ha reconciliado un poco con el mundo con mi dolor, con mi propio ostracismo. Es Daniel en la cueva de los leones. Abro las páginas de mi manuscrito rechazado “Franco y Sefarad un amor secreto” y me ufano de haber dicho lo que queda dicho. Bien por Harold Pinter, un hombre de la barricada y que nos demuestra que el mundo seguirá existiendo y nosotros vivos mientras haya un judío que diga que no. Ha ocurrido también con Arthur Koestler cuyo centenario ha transcurrido en el mayor de los mutismos pues claro su versión de la guerra española, impolítica e incorrecta, no es la misma que están refiriendo los profesionales del pelotazo. Nunca me causaron ningún beneplácito los Wendehaalsche o turncoats. Por eso Harold Pinter vivirá eternamente.

 Los libros de Azorín el mundo nada perdería si  desaparecen en un incendio lo mismo que todos esos impostadores de voz o impostores del autobombo como el Dragó. Lo del chisquete, la viagra y lo demás seguramente que es un farol. ¿Hasta cuando tendremos que aguantar su atril, sus lentes de media luna y concha, su cara de ciervo, sus cataliniarias y jactancias de lo bien que funciona con esa japonesa que podía se su nieta (otro miles gloriossus) de pontífice máximo de fiscal de la literatura y de inquisidor de libros en los programas a los que solo lleva a sus amigos? Es el franquismo instalado en esta democracia, mudada la camisa. Ya digo  que aquí fusilan siempre los mismos. Por eso claro aquí carecemos de escritores como Harold Pinter.  Resulta lacerante ver tanto duerno que abreva a tanto pastueño de un rebaño acomodaticio que bala en manada. Va de rabadán en este cordel delante de los carneros el bueno de Sánchez Dragó. Verlos pasar delante de las cámaras constituye todo un espectáculo. Es un tiro, tú. Todos son iguales. Novelas que van a la papelera o libros de ensayo que tiraba Umbral a la piscina... Como Azorín ciento y la madre con todos los hijos de San Luis y de Julián Marías que en paz descanse que parecen haber descubierto Londres oye. Os los regalo. Jesús ¡qué tropa nos atropa!

 

 

 

XXXV

 

BABLE: LAS PALABRAS MÁS HERMOSAS

 

No hay carretera sin barro ni prao que non tenga yerba ni niña sin amores etc. La tonada crece hacia adentro como el rumor de los raudales cantarines que de pronto uno encuentra por el monte, tramontada una sebe o zarzo - la sebe o saepes es latín puro y de entonación suave no como la de los del Lacio o los de la Dacia, eso me lo dijo una vez dándole caladas a su pipa el profesor Criado del Val que de filologías sabía un rato- cuando uno se pierde por las brañas de Manto al encuentro de las xanas.

Y es que Asturias es el alma y la cuna de la nación española, temple recio e independiente como la voz de nuestro juglar el Presi, hijo de guardia civil y socialista hispano y astur temple como sus tonadas de inimitables filados. Gracias a los satures y los leoneses el latín que hablaban los legionarios romanos no se arabizó o se perdió de remate como ocurrió en Tagaste y en Mauritania. Covadonga es más que un símbolo y un estandarte como Kosovo para los yugoslavos (aquí comenzó a latir el corazón pequeñito de una nación) fue un antemural que conservó las leyes los usos y las costumbres y sobre todo la fabla. La j que dicen trajeron los moros pero yo creo que es fonema vascongado no pasó el Puerto Pajares ni el Somiedo ni Puerto Ventana.

Hay una serie de características fónicas que identifican al bable como un dialecto o una lengua y es la inalterabilidad de la  f labiodental plosiva que enmudece en el castellano y se torna en h,  el mantenimiento de la g gutural frente al acoso de la mentada consonante y la inmutabilidad de x renuente a hacerse j aunque se mantenga en el Ijuju que es el grito básico de la danza prima.

Así que un asturiano de Somiedo siempre dirá fembra, güeyos (ojos) y güevus  huevos y puxar  empujar aunque es más aldeano todavía el non emburries. Otro signo de identificación es la utilización de los enclíticos pronominales y la proliferación del articulo con el apostrofe así como la tendencia a suprimir la preposición de y a la predilección del pretérito indefinido en sustitución del pretérito perfecto o el anterior. Pero existen voces bables intraducibles y que se desconocen en el castellano habitual:

Pesllar o cerrar con llave.

Abocanar  cesar la lluvia

Afrellose y esguardamillase se deslomó de un golpe.

Arrebalgar o cabalgar a horcajadas.

Acompangar o comer pan con compango o mondongo algo de sustancia que siempre se echará en la fabada

Argallo y argallu argallar un derrumbe o alud a causa de la lluvia

Trebeyar que no es traballar sino todo lo contrario es el retozar con una moza una tarde de romería por ejemplo.

Xintar comer a mediodía

Mancarse cortarse

Desmangarse descomponerse una herramienta

Fesoria por azada

Enxereyar o enjaretar.

Por ultimo otra constante en la eufonía entonación del  acento que suena mucho más meloso y musical que el bronco castellano de Valladolid es la inclinación por los diminutivos que son cantidades. Así  rapaz o chaval tiene rapacín, rapazón y rapazuco. Jovellanos y Carlos Parada nos advierten que la evolución genérica está menos evolucionada que detrás de los montes. Así el calificativo bonum- bona- bonus que en castellano da bueno en bable es bonu para el masculino bona para el femenino y bono para el neutro.

 El amigo Bono, ese que dice ser socialista. Entonces debe de tener raíces  de alta montaña. Mejor casi  que no, no oiga. En alguna de las Polas yo he oído decir vino bono que conserva la estirpe latina de vinum bonum laeticat cor hominum. El vino bueno alegra el corazón de los hombros pero Berceo ya nos habla de un vaso de buen vino. En la Rioja hubo por tanto una mayor evolución. El bable ofrece puntos de contacto o hermandades que nunca serán totalidades con el gallego. Y uno puede escuchar hablar de almofallas o hueste. Adur apenas. De azconas que eran dardos pequeños. Daquende de aquí que. Fabliellas o chismes. Falagueros y falagar. Te falagaré con un palu de avellana dice la canción en sentido sarcástico. Aquí no es halagar sino cutir sacudir. Otro asturianismo es tupir. Tupiose el lavabo. Fornados y furacos agujeros. Leno alcahuete y asmar por conjeturar ver entender. Laceria de llacerar. Según la región y el valle así la fabla. El idioma de los asturianos está muy disperso y ofrece la originalidad y talante independiente de sus hablantes aunque siempre se puede establecer una línea que homologa a los diferentes bables. Lo difícil y problemático es hacerlo de una forma artificial como se pretendió hacer con el vasco en el cual los de Navarra y los de Guecho no se entendían. Al homogeneizar una lengua por las bravas siempre se pierde la espontaneidad. Los léxicos no se pueden enseñar nunca con pistolas ni a cañonazos.

 

 

 

 

XXVI

 

 

 

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA. RIMAS. CRISTIANISMO Y MITOLOGÍA

 

Pegaso era un caballo alado que pacía en los montes del parnaso. Los dioses iban a darle agua a las fuentes de helicón. Pegó una coz un día y por toda la tierra brotaron los manantiales de los ríos que van a dar a la mar. En el espejo de los hontanares de helicón se reflejan las estrellas. Júpiter ordenó entonces a Ganímedes que bajara del empíreo y le nombró su copero. Este Júpiter romano o padre Zeus de los griegos era un dios caprichoso de reacciones imprevisibles, tenía virtudes pero también defectos. Las parcas tejían el paño del destino y en sus inescrutables designios.  Júpiter hacía lo que le daba la gana con el destino o fatum de los hombres, de los pueblos, de los animales y de la cosas. Tenía derecho de pernada tanto con las mujeres o con las diosas y de estos ayuntamientos nacían monstruos y criaturas perfectas. El bien y el mal juegan al escondite a través de la mitología pagana la cual observa no pocos puntos de contacto con el Génesis y toda la Biblia. Tenía por costumbre violar a todas las ninfas. Por ejemplo, de uno de sus estupros con Plota nacería Tántalo que tenía inclinaciones al canibalismo, descuartizaba a sus hijos y se los comía. Tántalo o Cronos[32] el tiempo que devora fue condenado al tormento de la sed y no pudo comer el fruto del árbol del bien y del mal[33]. Un paralelismo que guarda inequívoca similitud con la versión bíblica de la condena por el pecado original. Sin duda, el libro sagrado fue inspirado por dios pero parece beber en las fuentes de los dioscuros y aparte de eso en algunos de sus capítulos se semejaba más a una novela de hazañas bélicas en la cual bajo la mirada de una deidad olímpica, veleidosa y llena de prejuicios y favoritismos hacia los elegidos no brilla la bondad y la ponderación del dios de las misericordias, bondadoso para los suyos. Hay que ver como se las gasta Yahvé con los de casa, pero cruel hasta el exterminio y lleno de prejuicios para con los que no fueron elegidos. Un dios materialista, exclusivista y xenófobo que instiga el racismo y la primacía étnica del pueblo judío. Jehová viene a ser una versión canónica de los delirios jupiterinos paganos. Esta misma prevención debió de embargar el ánimo de algunos de nuestros clásicos, quienes escandalizados por el Antiguo Testamento, vuelven sus ojos hacia la mitología sincretista. Este bien puede ser el caso de los Argensola sobre todo de Leonardo porque Lupercio es otra cosa. Los dos aragoneses, los dos clérigos, los dos buenos cristianos pero llenos de dudas vuelven sus ojos a la latinidad para encontrar respuestas al misterio del ser humano que no se encuentran en los textos sagrados. La vida es breve y el hombre bajo el yugo del destino se siente muy poca cosa. Además la Biblia como la mitología está plagada de estupros, incestos, asedios, traiciones, destrucciones, guerras, calamidades. Sólo en el Nuevo Testamento encontramos una divinidad clemente, igualitaria, que habla de renuncias y sacrificios cuyo código de valores se resiste a aceptar los imperativos de la naturaleza basados en la ley del más fuerte. El dios que trema en el Sinaí o sobre las faldas del Olimpo se contrapone al que expira en el Calvario. La vida es breve y el hombre que avanza uncido al yugo del destino es bastante poca cosa mientras Euterpe toca su flauta. Todo es subrepticio o bajo cuerda y obrepticio esto es obtenido por procedimientos violentos como cuando Júpiter disfrazado de cisne consigue los favores de Leda que traiciona a su esposo Tinodoro. De este adulterio nacieron los mellizos Castor y Pólux que cabalgan juntos por el cielo. Su cabalgadura es una de las Siete Cabrillas o los Siete Bueyes del septentrión que despliega la Osa Mayor y protegen a los navegantes. En versión cristiana este papel lo cumplen san Telmo y san Nicolás. El canónigo Argensola, al que debían de agradarle los capones y se daba buena vida alternando el coro de la seo con sus estudios y excelsa escritura, empapado de Plinio, de Plotino y de Hermes Trismegisto, nos pone en antecedentes de una crisopeya para andar por casa al tiempo que analiza estas combinaciones míticas con los artículos de la fe. Por ejemplo, Trismegisto el tres veces justo y el tres veces santo nos lleva a las conjeturas sobre el dogma de la Trinidad que nació precisamente en Egipto al pie de las pirámides allí donde cuando otros pueblos andaban sumidos en las anfractuosidades de la prehistoria ellos cultivaban las matemáticas y las bellas artes. La filosofía y la teología se proyectan a través de la retórica porque a lo primero era la palabra y sin ella los hombres se alejan del pensamiento de dios y vuelven a la barbarie. Argensola saca su cantimplora que llevaba siempre debajo de la muceta como las mozas de Villalón [34] y da de beber a los que andan sedientos de belleza y de verdad con ese talante libérrimo que caracteriza a los aragoneses porque para libre, según Gracián, Aragón. No sufre el río Ebro márgenes ni puentes. Su genio es conceptista, no culterano que ya llevó tras sí sus pámpanos octubre. Y había en el Olimpo un buey coceador que tiró una patada a Ganímedes que era un tanto presumido. Todo se vino abajo y al cabo de nueve meses nacieron niños hermafroditas. Llegó la hora de los putos y de la paidofilia harto común en los albores del siglo XVII español como lo fuera en la Atenas degenerada. En los cabildos catedralicios algunos capellanes comandaban su propio cupo de escolanos con los que se divertían en juergas y bacanales contraviniendo el precepto clásico de máxima puero debetur reverentia[35]. Comían como gochos y fornicaban como monos. La figura del lenón o alcahuete es arropada por la iglesia bajo cuerda.

Es frecuente que mancebías y prostíbulos en ciudades castellanas hallen cobijo al pie de las catedrales a tenor de la vida perezosa de estos claustros relajados. Y es que el diablo cuando no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo. Con frecuencia las ninfas devienen harpías y eso es verdad muy de ahora del siglo XXI pero en el XVII donde las costumbres estaban tan depravadas como hoy se hacía la vista gorda. Son pecados particulares de los eclesiásticos que a nadie importan con una diferencia y es que a la sazón la fe tenía prelación sobre las conductas individuales y a la cruz de la fecha es al revés. Las sibilas asoman su faz de bustos parlantes desde los casalicios de las pantallas abrasadoras de la tele cantando las alabanzas del dios único que es la fuerza del dinero, del sexo, el look y el buen parecer. Brindan sus trofeos a los vencedores del mundo y condenan al infierno a los perdedores, los desheredados de la fortuna. El arte dejó de rendir tributo a la estética. La armonía deviene cacofonía y parlamento monocorde de unos cuantos encaramados cuyo discurso es tan cansino como repetitivo. Los grutescos cuadros de Picasso supervalorados no dejan de ser grotescos. El arte de Talía ha muerto. Euterpe hace gemir su arpa por las esquinas. Tersipomene dejó de existir. Los coribantes con sus estolas recamadas de oro bendicen a las bayaderas de gestos frenéticos. Mi niña quiso ser cantatriz, luego actriz y se convirtió en saltatriz. Escuchamos las causídicas protestas de los rábulas porque aquí todo son pleitos y litigios. Se habla de sociedades filantrópicas y enejes que han expulsado de los corros a las almas caritativas pues la caridad es vicio cristiano y prevalece la filautía o el egoísmo hedónico. La mitología tiene que ver con la alegoría y a las explicaciones teologales sobre el origen de la vida y el propósito existencial, si es que alguno cabe. Pululan entre nosotros narcisos y narcisas preguntando al espejito mágico eres tú la más bella de las mujeres. Nuestra moderna clase política poblada de aristarcos caciquiles tiene que ver con el rancio establecimiento romano del quirinal. Salgan los tertulianos, entren  los quirites. Una bacante no es lo mismo que una vacante porque aquí lo que sobran son putas y lo que falta es trabajo y como donde no hay harina todo es mohína los abogados tienen trabajo, nos chupan la sangre los usureros.

Leer a Argensola promueve sorpresas incontestables como por ejemplo que la mentalidad del español ha cambiado poco desde 1613 salvo que estemos maleando y aun teniendo más seamos más infelices que en las décadas de los Habsburgo. Las campanas de Velilla tañen solas a clamor cuando barruntan un difunto. ¿Estarán anunciando la muerte de Europa? Sigamos en el ostracismo de nuestra concha o en el petalismo de nuestra hoja. Lo menos llevadero es el exilio interior que padeció este  cura/poeta aragonés y sufrimos ahora nosotros. Leonardo prefirió ser villano en su rincón gozando del apartamiento de una rectoral luego una canonjía en Zaragoza[36] que un cortesano al uso. Nacido en Barbastro en 1561, estudió en el seminario de Huesca y nos cuenta cómo era la vida hispánica durante el reinado de Felipe II, estuvo a punto de embarcarse como capellán de la Invencible, luego viviría las alteraciones aragonesas adoptando una postura neutral durante la turbulenta fuga de Antonio Pérez. El justicia mayor pues para libre Aragón otorgó salvoconductos al prófugo y renegado traidor granjeándose la ira filipina. Conocedor del árabe ayudó al maestro Utrera a catalogar los manuscritos en letra cúfica que se guardan en la biblioteca del monasterio del Escorial. Su poesía es sesuda de elevados entendimientos y afín al conceptismo barroco. Tanta sensatez y gravedad siempre caracterizaron al talante aragonés. Debió de ser de baja estatura y algo entrado en carnes pero muy aficionado al mundo grecolatino. Se lamenta por ejemplo en este verso de la dejadez que sienten sus paisanos por la historia… con mármoles de nobles inscripciones fabrican hoy en Sagunto tabernas y mesones. Y en sus poemas -uno de los más famosos es el dedicado a las ruinas de la Itálica- nos deja ese poso de tristeza por aquel mundo perdido de los dioses disolutos. El cristianismo heredó en la liturgia el verbalismo y la solemnidad nuncupatoria de los Coribantes. La tiara de los obispos es el legado de la cidaria de los sacerdotes persas. La religión predicada por san Pablo está en deuda con aquella paganía a la que predicó el apóstol cometiendo en su ardor misionero el de desencadenar la destrucción sacrílega del templo de Afrodita en Efeso, dando muchas voces. Precisamente allí murió la Virgen María y de aquella ciudad del Asia Menor irradia su culto. Cuando visita el buen clérigo aragonés la ciudad de Segovia hacia 1613 se queda extasiado ante el acueducto construido por Trajano y por la calidad de los paños del primer enclave de las merindades castellanas. Cierto que a veces sus metáforas resultan un tanto lexicalizadas o gastadas y que con frecuencia cae en el prosaísmo pero resulta una delicia y un consuelo volver a él en estos tiempos de crisis. La mayor desgracia de los españoles acaso sea dar de lado a su excelsa literatura e ignorar su glorioso pasado.

 

 

 

 

 

XXXVII

 

 

EL AÑO DEL SAPO

Letraherido y aterrado por la sonrisa del batracio (un sapo que me persigue que tiene la voz gorda y los pies planos cara de chino y tez de gitano) he acudido a la didascalia del arte románico para ponerme a cobro del enemigo y extasiarme en los pórticos de la gloria y en los capiteles historiados, ménsulas y girolas de las iglesias de mi país, vidas de Cristo, sus milagros, y también gárgolas con las fauces abiertas donde el dragón que acecha estos días está muy significado. Me he sentado sobre el respaldo de las misericordias donde el mundo animal y vegetal está explicitado, para alivio de mis cansadas posaderas, como un viejo chantre derrengado, harto estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el ángel y la bestia, se dan la mano en esos poderosos frisos estatuarios que son sermones en piedra. Parenética triunfal del arte mudo del siglo XII.

El maestro Mateo era un teólogo itinerante que explicaba con el buril y la gubia los evangeliarios a un pueblo que no sabía leer. Penetremos por ejemplo en el jardín litúrgico de San Vicente el diacono una ermita de mi pueblo solitaria donde le doy al mando del casete y empiezan a sonar la himnodia de una grabación de una misa ortodoxa y es como si las flores de piedra volvieran a echar hojas vegetales. El rito mozárabe se parecía mucho más gracias a su exhuberancia y maravillosa himnodia al griego que al romano. Pocos templos muzárabes quedan más debajo de la sierra la única rara avis la de Melque en Toledo. Fueron destruidas por la morisma almohade que no se comportó en su afán iconoclasta de una forma tolerante al revés que los cristianos que transformamos en aras católicas y consagramos las viejas mezquitas – ahora quieren recuperar la de Córdoba en gesto aparentemente amistoso pero yo veo en esa reclamación un deseo de revancha poco acorde con el diálogo de civilizaciones y sus predicados- y ésta de Segovia fue erigida por bautizados que vinieron desde Jaén en los términos de una antigua tebaida huyendo de la persecución de los califas. Me esparzo por estas soledades y campos del pueblo que pisé de niño. Ahí está el Tetramofros por ejemplo efigies de león águila hombre buey los cuatro elementos o los cuatro puntos cardinales o si se quiere las cuatro vías de la ascesis mítica (purificativa, ilativa, amativa, unitiva) y los cuatro brazos de la virtud para la unión con Dios: tribulación, abnegación, humildad y presencia de xto. en la historia. Me anego en el coloquio fantasmal de estas tallas tan elocuentes dentro de su mutismo. Es año nuevo y habrá que cambiar de vida, volver a la virtud, ahorcar los vicios. Aquí se encuentran las esencias las presencias y potencias del karma iluminativo. Conviene tener muy presente estas consideraciones porque el mundo anda hoy un poco a la decrépita. Las estatuas del pórtico de la gloria de mi pueblo me hablan en paremias. Todo son símbolos y aforismos bajo el arco abovedado irguiéndose en pico de mitra. Veo los arcángeles turiferarios con las alas papeloneadas. Los escribas redactan sus anales. Hay una mártir seguramente Sta. Catalina, ¿O es santa Bárbara, la cual aparece con los senos expuestos portando la cabeza en las manos?

Estas semblanzas son como analectas o fragmentos literarios que los monjes estudiaron antes de Completas o antes del gran silencio cuando en los monasterios cistercienses –el edificio es lo que queda de un viejo monasterio de bernardos se prohibía articular palabra cerrado el ocaso, quede callado el hombre y hable Dios al alma- se establecía la fórmula del taceant omnes que no se levantaba hasta el Benedicamuns Dominum de Maitines al quebrar albores del día siguiente, para aprender la ciencia de las artes liberales y de la botánica con sus propiedades terapéuticas. Así por ejemplo Atermidoro recomendaba precaverse contra la lenteja granulada y oscura y raíz de todos los males. El serpol o tomillo se utilizaba contra las mordeduras de serpiente y el ajo era escudo contra los maleficios. El hinojo estimula la sangre. La lechuga es recomendada por los padres de la Iglesia para guardar la castidad. El llantén vale para el dolor de cabeza y el lirio que se mantiene  fresco o se pone mustio en el momento que lo toca una mujer es bueno para conocer si es moza o no la doncella. Los tímpanos de la catedral de Chartres son todo un tratado de botánica. Allí la hiedra, la vid, el rosal, el laurel, el roble o el acanto son utilizados para expresar conceptos de la filosofía hermética. Cada planta tiene un poder curativo o se corresponde con una virtud cristiana. Así el helecho con la humildad. La venenosa mandrágora con el hombre. La calabaza con el orgullo y la fecundidad. El sicómoro se identifica con la incredulidad del pueblo elegido. El cardillo y la ortiga con la vanidad y la fuerza respectivamente. El escaramujo o eléboro plasma la envidia. Debe de ser por eso por lo que este seto florece tanto en forma de falsa zarza por tantos rincones de los campos de España. El liquen es la soledad y la escarola el ayuno. La reseda o retama la inocencia y la rosa triunfal el martirio. La artemisa era utilizada en toda la edad media contra el baile de San Vito y la pasionaria morada anticipa el dolor y la enfermedad llevados con paciencia. La valeriana llamada hierba de San Jorge se utiliza contra las enfermedades nerviosas y el escaramago planta crucífera y humilde que encontramos por ejemplo al borde de los caminos simboliza en la emblemática litúrgica la mansedumbre del que por amor a Dios se deja pisotear. Las fuerzas de Belial son ingentes y contumaces como demuestra este paseo por cada una de las categorías estancas del bestiario pero el mérito de la Pasión del Redentor las vence al haber pagado por nuestro rescate con su muerte. Tengamos esperanza. E inclinemos la cabeza bajo el yugo. Cúmplase tu voluntad que ducunt volentem fata, nolentem trahunt decía Virgilio de Mantua (al que se resigna los hados lo conducen pero al que se rebela lo arrastran. ¿Adónde? ¿Al cadalso como al pobre Sadam Husein Alá lo haya perdonado?  La Bestia hace fotos por el móvil y nos hace señas para que nos vayamos preparando pues su obsesión es la muerte, la venganza, y el asesinato, quiere pasarnos la pluma por el pico. Mal comienzo para el año del batracio. Los mártires mueren en el patíbulo y los tiranos en la cama tan ricamente, lo acaba de decir un hombre de Dios como es el patriarca Alexei de Moscú al que yo escucho todas las homilías. Pero un día Dios hará justicia y Cristo Salvator dará paso al Christus Iudex que vendrá a juzgar a buenos y malos y los pesará en la estatera (romana) del valiente Miguel. A un capitel románico hay que analizarlo despacio porque en la piedra se hallan escritos el futuro y el pasado. Observo sin embargo –y esa es acaso la primordial enseñanza de los frescos que contemplo- dentro del absurdo de la veleidosa fortuna y del dictamen del capricho del azar una cierta congruencia o la ley del encadenamiento universal de la materia. Es la “exporosis” de Heraclio. Ese continuo fluir. Año del sapo. Ya cantan las ranas de enero o las oigo al menos cantar es imaginación mía al borde de las charcas y de los cilancos. Pronto empezarán los sonoros de los gatos. Estamos bajo el coturno y las alas del Psicagogo –el arte románico siempre nos revierte al culto miguelino que en Oriente es san Jorge sometiendo a la bestia con su espada- y aunque la lucha será larga no hay que dudar de quien será el trofeo al final. De las fuerzas de la luz que de remate pondrán en fuga con su presencia a las tinieblas de la zozobra que hoy como hace diez siglos se esparcían por el mundo. Aquellos monjes repobladores de la Reconquista tenían muy presente la idea del Hortus conclussus y de los jardines de María. De ahí que gran parte de los monasterios fundados en el medievo se hallen dedicados a la advocación de la Virgen. En ellos se honraba al Cristus musicus y al Cristus structor (albañil) pero hay también un Cristus medicus y otro Cristo que es hortelano. Toda nuestra farmacopea arranca de los cilleros monacales. Los frailes del Cister pasaban una parte del día encerrados en oración en la iglesia y la otra en el campo a la recogida de las cosechas y de las plantas oficinales. Por eso sabían tanto. Ora et labora. Seguían la máxima de San Benito pero profesan un amor vagoroso, poético, a la Madre de Dios que era asimismo Madre de la Sabiduría (Sofía) y que por qué no decirlo guarda reminiscencias ancestrales esta hiperdulía del culto a la vieja Cibeles madre de la tierra y de la fecundidad de los romanos. No quiero adentrarme en el misterioso fenómeno de las vírgenes negras. Esta madre dulce e intercesora ante el Señor de los desamparados se transforma con concomitancias con el culto miguelino en la Mujer calzada de luna y vestida de sol del Apocalipsis. La que derrotará al mal. Está claro que toda está flora y fauna místicas de los rostros pasmados y algo naif del románico necesita de un hermeneuta. Llevo parte de mi vida contemplando estos retablos y puedo decir con orgullo que soy un iniciado mirando a la mandorla o almendra mística del Pantocrátor. Existe una verdadera cohobación de creencias e interpretaciones que nos llevarían a misterios de orden cabalístico. ¿Por qué a san Columbano, por ejemplo, se le representa con un cardo borriquero? Porque es el patrón del imbécil es, comentan algunos exegetas. Era irlandés dicen los ingleses. La paloma representa a la Virgen María y al Paráclito. Los sátiros, las esfinges, las arpías, la hidra, los pigmeos, las sirenas, los onagros y los centauros de los atrios románicos son la personificación del mal y de la duda. Al diablo lo pintan en figura de mono pero cuando es más peligroso y terrible es cuando el artista se refiere a él en la forma de sapo. San Melitón en su beluario utiliza otros motivos aparte del inmundo batracio: lobo, hiena y cerdo. El cuervo es la providencia y la astucia. Es el ave que volaba al desierto para llevar a san Antón dos panecillos. Algunos alcanzan la edad de cien años La perdiz simboliza la generosidad pues muchas veces empolla los huevos que puso su hermana. Trae la suerte lo mismo que la araña que teme tanto al sol como el maligno teme a la iglesia y realiza gran parte de su labor textil por la noche a boca de oscuridad. El águila es garantía del orgullo y del tesón de la ascensión mística. Es el único animal que puede mirar al sol a los ojos sin cegar. La tórtola idea al igual que la cigüeña amor conyugal y fidelidad desde que las tórtolas fueron ofrecidas en Jerusalén cuando María se presentó en el templo. San Epifanio considera al buey como emblema del sacerdocio. El ave fénix que vive de las semillas del fresno es el pájaro de la resurrección al igual que el pelicano eucarístico que se hace sangre a sí mismo para dar de beber y alimentar a sus polluelos. Todas estas faunas quiméricas nos dicen que temamos al dragón y nos guardemos del basilisco. Del unicornio también hay que huir pues es animal crudelísimo pero hace referencia por su color blanco a la castidad.

San Isidoro nos habla de un ave fabulosa por nombre portación que tiene las patas de perdiz la cabeza de conejo y el cuerpo de león. Su funcionalidad ayudar a los maridos engañados. Avisa con su propia muerte cuando sabe que su amo ha sido engañado por la esposa. Y por esto mismo y dada la habitualidad de los cuernos nos dice el santo que nada de particular tiene que se haya extinguido. El hipocampo o caballo de mar tiene que ver con las gemonías o cloacas del alma. Su mirada es inteligente y llora con voz humana al igual que el pavo real bello de aspecto pero que emite unos sonidos desagradables.

Al cangrejo lo convierten en símbolo de la herejía pues camina hacia atrás al igual que sus parientes el escorpión y el alacrán. El castor es la vera efigie de la circunspección. El lobo de la avaricia. El zorro de la trapacería. El jabalí del furor y el leopardo de la cólera. La hiena cambia de sexo – esa era la creencia- practica la antropofagia y la bisexualidad, el tribadismo, lo suyo es la sodomía y lleva plasmada la lujuria en su inmundo hocico pero puede llegar a hablar como el hombre a decir de santa Hildegarda de Bingen. A ver quien da más.

Y para finalizar un consejo o resolución de cabo de año. Por lo que más quieran huyan del sapo. Es muy dañino y peligroso y nos lo quieren entronizar como señor del mundo poniendo la verdad en cuarentena y los libros y las noticias  quizás haya que leerlas por el exergo quiero decir del revés. La víbora y la sierpe nos miran con sus ojos pasmados. Todos sabemos al pueblo que representa. El adepto ocultista guardase bien de posar el pie en los llamazares y escondrijos donde vive este ofidio con boca de pez y ojos casi de ser humano. Cuando se cruza con la mujer engendra un híbrido terrible: la arpía. Sin embargo hay están los catorce santos auxiliadores para nuestra defensa. San Jorge el primero es el de los de a caballo pisotea al diablo y es abogado contra el herpes.

 San Blas siempre a dos velas nos libra del cáncer laríngeo. San Erasmo lleva una cabra con las vísceras enrolladas contra los males de estómago. San Pantaleón con las manos clavadas abogado de tísicos. San Vítores la cruz en la mano nos libra de los tics y espasmos. San Cristóbal gigante del Niño Jesús nos lleva por el buen camino y lo invocan taxistas y camioneros. San Dionisio que porta en sus manos la cabeza nos defiende de la posesión diabólica. San Ciriaco contra el mal de los ojos. San Acacio coronado de espinas contra el dolor de cabeza. La cierva de San Eustaquio nos libra del fuego. San Gil tiene por símbolo a un rebeco que ahuyenta el pánico y las pesadillas nocturnas. Santa Margarita que amarra a un dragón protege a las preñadas y les hace parir en hora corta. Santa Bárbara con su torre y su copón rematado en una Hostia es remedio contra la muerte repentina. Santa Catalina con su rueda nos ayuda a salir airosos de los exámenes.

 La Iglesia, sabia y que prevalecerá hasta el fin de los siglos, nos invita a visitar esas maravillas de los viejos templos para cargar la batería,  extasiarse en la contemplación sosegada de sus testeros y tímpanos eclesiales, para reunir energías contra las tribulaciones y persecuciones que se avecinan en este año que acordándome no sé por qué de Álvaro Cunqueiro gran aficionado como yo a estas fábulas y bizarrías del ocultismo he querido bautizar como “el año del sapo”. Feliz 2007 para todos los gnósticos. Y los que no lo son.

 

 

 

 

 

 

BESULLO EL PUEBLO DE CASONA (viaje a los Ancares)

Voy pa Anchares y en el camino se me aparecen un culebre y una xana Voy pa Yánez voy pa Llanes voy pa la vega rozada. Muchas coplas guarda el roncón de la mi gaita. Como la mi gaita no encuentres otra. Asturias mágica. Cantiñas de camino… los arrieros de Bembibre y caminito de Avilés un carretero cantaba al son de los esquilones que su carrete llevaba... marinerito arría la vela que está la mar tranquila y serena… noches de ronda y oscuridades de calella que a carro volcado todos son carriles y enfilo la carrilana por la vieja calzada romana que unía Astorga con Pravia. Asturias es Roma y el Bierzo la provincia más romanizada de la citerior. Ni celtas ni moriscos ni vacceos ni judíos ni aljamiados ni fenicios. Aquí Roma dejó su impronta triunfal y este  es desde entonces el sello de la raza. Mis ancestros según he logrado saber por una carta puebla  que expidió el rey don Alfonso X que gloria haya con privilegio rodado fueron traídos de pa allá cruzando las sierras y el llano hasta la frontera más allá del Duero casi a la fuerza desde estos nidos de golondrinas encaramados entre peñotes que determinan esta parte de la cornisa cántabra la que va desde las dos Cangas la de Onís y  la de Narcea haciendo escala en Tineo hasta la caput de la Legio séptima gemina que obra como Asturica o Astorga la bien cercada robles, carvayos, campamentos. Nos ufanamos de venir de la pata del Cid pero a lo mejor somos procedentes de la cáliga de un centurión y saltamos hasta la tierra rojiza de las rojizas tierras y gualdas parvas del Duratón desde la galea de un milites o un equites. Sangre de godos ni moros ni hebreos en este tierra de chaparros sardones y chabascas todo el cantar de juglaría los endecasílabos sonantes y tonantes del romancero metidos en un zurrón. Cantos de siega.

         Ya se van a segar para el bierzo los mis amores

         Quiera dios que no caigan muchos calores….

         Suspiros daba la niña suspiros daba

         A cada manadica suspiros daba

Mi memoria se puebla de canciones mientras ando por sendas escondidas de la España heroica y encaramada  del el recio bronce de mis espadas el bálago de mil techumbres de las pallozas circulares y cuadradas la vaca que muge la oveja que bala apriscos en el monte y para espantar al Nuberu y a otros diantres enredadores moradores del bosque animado canto recio y muy a lo zamarro…

Dicen que los bueys de xuan non quieren comer la hierba… llevarlos a beber agua a la fuente de la peña…

 Las brañeras en la braña dan la leche a los galanes…

 Debajo de mi ventana tengo un puñal escondido para matarte mañana si no te casas conmigo… amor mío vienes tarde has de dormir al sereno que el sereno de la noche para los hombres es bueno… viva Ancares viva Ancares y también viva Castilla tengo el amor castellano y yo también quiero que viva.

Sabes más que el cancionero de Juan de la Encina, Verumtamen.

-        Alguna sé  pero se lo debo ese genio mayor de la historiografía que es Joaquín Díaz. El odre de mi gaita está lleno de sus viejas tonadas en candencia del bable. De su alegre melancolía.  Tengo el amor ausente y estoy llorando la despedida... la despedida es corta la ausencia larga quiero que te diviertas y no me olvides prenda del alma

-        Ya veo que no eres un renegado ni un chaquetero  ni que tu moral es acomodaticia. Así te luce el pelo.

-        -Ni enaciado ni elche ni enaciado ni mudéjar tornadizo.  Pero estoy contento con mi conciencia ahora que todos van a adorar al zancarrón. Ya sabes: Mahoma era epiléptico y fanático al igual que todos los que padecieron de la gota coral: San Pablo, Napoleón, Cesar, Dostoievski, Harry Truman… la historia es una crónica que no cesa de furores… ay todos estos venados. Por eso adoro a Cristo que era manso y dulce y perdonador, políticamente incorrecto y odioso a los impíos del sanedrín. Los desarmó con su dulzura. Por eso lo crucificaron

-        -Pues lo llevas claro, Verumtamen; con esas ideas no se puede andar por la vida. Hoy todos matan al marrano y cuando les mientas la palabra cristiano, Franco o jalufo echan la pota.

-        ¡Si serán cabrones estos vasallos del rey felón los alcayotas de don Juan Bebo- Bebón que se pimpla de bourbón  y todos esos sátrapas!

-        -Mira Cela habría escrito la Colmena y tres o cuatro obras importantes pero sólo era conocido por sus habilidades aerofagias coprológicas. ¡Qué tío! Era capaz de absorber un litro de agua por el ano hasta que se circundó, aljamiase, y luego vino rodado, el dinero la gloria, y todo lo demás. Hasta le dieron el Nobel.

Triste me pusieron las reflexiones de mi camarada, amargas son las verdades de la vida pero yo iba escapando de la España adocenada o abroncada, atiborrada de hastío y de sitcoms y caminaba a la procura de la España heroica que este agosto no nos da más que izas y rabizas y ahí está Cayetana con su maromo el funcionario que ficha y está en nomina centro de atenciones diz que gallina vieja sólo pone cuando la colocan debajo del pico de un gallito joven que la monte y estos son nuestros quiquiriquíes mediáticos. Eso y las capeas. Aplica tu cogüelmo Quosquetandem y no dejes títere con cabeza.

                   - Sea lo que tú digas Verumtamen.

-        Pues digo que ya Jovellanos hablaba de los peligros de los encierros criticando las malas costumbres de sus paisanos. Un día de encierro –escribía- desperdicia los jornales de un pueblo. Las visitas a los colmados y los paseos por la dehesa apartarán a los jóvenes del tajo y del taller desde la víspera. Agrega otra noticia. Para los encierros son necesarios cabestros viejos que sean capaces de conducir a los erales sus hermanos arropándolos por las empalizadas y sendas de recibo… cuando la gente divisa la mangada por el camino ya vienen… ya viene y empieza a dar voces y a chicolear al ganado. Entonces son necesario las hondas de los gañanes y la aguijada del mayoral. En el ínterin se prepara un jolgorio cuando los bueyes entran en el callejón entonces algún novillo rezagado tira derrotes contra todo lo que se mueve… el toro embiste porque siente miedo. Gran verdad la que expresa en este párrafo el gran polígrafo.

 Pensando en todas estas razones y sinrazones Quosquetandem y yo- mi alter ego que a mí me dicen Verumtamen llegamos a Cangas de Narcea a boca de noche.  Allí el Nuberu y el culebre y alguna que otra xana levantisca nos aguardaban bajo la capa de la peregrina. Besuyo quedaba cercas y queríamos rendir viaje en los lares del gran Casona pero como no nos vagaba nos quedamos en Cangas a hacer noche donde nos acontecerían algunos sucesos que se referirán adelante.

 

 

 

 

Demetria es un personaje que surgió de la pluma del gran novelista avilesino Armando Palacio Valdés. En la protagonista de La “Aldea Perdida” se trazan los rasgos del carácter de la mujer astur y el cronista, el amanuense, el reportero que viaja y huye, tal vez de sí mismo, y que va camino de la encartación geográfica de los Ancares (volverás a región) y que había leído mucho de este tema cuando era muchacho se va a encontrar a la heroína de sus sueños en un baile de rueda la noche de san Juan. El baile de rueda que se baila al de por junto y con los dedos entrelazados no tiene nada que ver con estas danzas modernas que han traído los americanos donde cada uno se menea o contonea por su lado como dios le da a entender. Está sujeto a unas reglas de pasos, movimiento y ritmo. Se baila de puntillas la danza prima que es la jota del norte. En sus punteados se encierra el misterio de algo telúrico, ibérico, el brío y el salero carpetovetónico al compás de las notas de la dulzaina, el chistu o la gaita. En sus orígenes era un zapateo guerrero. Tiene sus componentes eróticos de parada nupcial y al mismo tiempo un sentido quasi místico religioso en honor a los dioses tutelares de la fecundidad. Marte y Venus se menean juntos por el corro y nos sacan a bailar. Al escuchar los arpegios del redoble muchos españoles nos ponemos en trance para adorar la Madre Tierra. Los filados del roncón hacen pensar en el caramillo del dios Pan. Algo muy rústico y sencillo pero a la vez muy grande y al escucharlo el alma pega brincos. Es lo nuestro lo autóctono. El corazón se nos va de romería. Demetria sin embargo no es una hetaira ni una bayadera ni una bacante sino una moza de un pueblo con sayas y con mantillas corpiños camisa y enaguas de blonda cubierta de lana hasta el refajo así y todo su poder erótico es más evocador que el de esas pilunguis de la tele con las nalgas al aire. Demetria es el ideal de mujer, la amachu de los vascos. Asturias es también un matriarcado y se nos aparece en un corro con los ojos encendidos. El Nuberu y el Culebre bailan también en la hoguera por esos milagros de la tecnología o por algún duende que se atrinchera dentro de mi cámara de fotos echándonos una mirada de fuego basilisco como si los dioses nos advirtieran de que  los derechos de la mujer con tanto feminismo y tanto ministerio de la cosa nunca fueron tan conculcados. Y es que Demetria ha muerto. La mataron los periodistas y radiofonistas duro hablar de la violencia de género, quieren acabar con la gallina de los huevos de oro, destruir a la mujer. En todo esto que está pasando hay algo satánico  de la rebelión de Luzbel pero nuestro ideal femenino, que nunca existió en la vida real ha resucitado en un baile de candil de los de antes. Y me encuentro con el personaje que plasmó mi soñar de muchacho sobre algo tan complicado e incierto como el Eterno Femenino, el punto de partida  de ese cherchez la femme que mueve en el mundo y que acaso sea una de tantas trampas que nos tiende la naturaleza para perpetuarse a sí misma. Somos en el fondo unos pardillos pero nos arrimábamos a la querencia. Esa efigie de hembra idealizada sólo existe en nuestra mente… sin embargo, Viva Demetria. Nosotros tuvimos la fortuna de retratarlos y se nos apareció en la compañía de duendes y trasgos. Por arte de magia de la noche sanjuanera un asunto clave si se estudia la dramaturgia de otro gran poeta astur, Alejandro Casona. Que sus mercedes lo  disfruten. Y gratis.

Besullo es pueblo abandonado, aldea fantasma, la casa del poeta del amigo, del admirado dramaturgo – regresó a España de su exilio argentino fumando tabaco negro, ¡ah Castilla que face los homes y los desface!, un hombre bueno- que nos hizo soñar en inquietantes señoras que llegaban a la aurora y que desaparecían luego en un recodo de nuestra adolescencia para no volver más- María del Sotrondio fue una de aquellas damas del alba, el eterno femenino, pasó la ronda de la noche sanjuanera, un rostro en el paraíso, una sombra nada más- y peregrinas que pasaban camino de Compostela y a su paso por el borde del lago desde el fondo de las aguas subía la vibración de las campanas de la iglesia de un pueblo sumido cuando construyeron la presa. Creo que por entonces estábamos en estado de gracia por eso venían visitarnos dulces peregrinas y escuchábamos el tañer de campanadas en las profundidades de la mar galana. ¿Dónde se fue aquella mujer que vino en la noche vestida de una capa blanca y se marchó a la aurora signándome en la frente y dejándome una marca?

 

 

XXXVIII

 

LA HUERTA DEL NISO

 Poeta igual a profeta  y Casona anticipa en sus versos el desmadre de la presa que ocurriría veinte años más tardes en Ribadelago. ¡Aquellas noches de san Juan cuando íbamos a coger la flor del agua, danzas en torno a la hoguera, fuego mágico! ¿Quién no se enamoró de nuestra Natacha? ¿Quién no zarpó hacia lejanos mares en la barca sin pescador, o contó las consejas al lado del llar como el cuento de la pájara pinta? Gañía el viento por la pumarada con  las cuerdas de arpa de las ramas de un manzano y alzaba notas de sinfonía mientras asábamos castañas y bebíamos el vino nuevo que trajeron hasta estos riscos pumariegos los arrieros castellanos. Éramos ingenuos y románticos, con la cabeza a pájaros, los sesos se nos volvieron agua. El teatro lírico casoniano refleja aquel mundo evanescente. La vieja casa rural que se nos ha derrumbado. Crece la maleza en la pomarada, las puertas del gallinero desportilladas reciben el sol a raudales por entre los cañizos del tejado, cayó el hórreo en un airón, se asilvestraron los perales de la Huerta del Niso que daba gloria verles cuando el abuelo Pepe los cuidaba y ensillaba la yegua y cabalgaba. Era un abuelo apuesto y galán. Cortejaba a las mozas de la contornada. Pero un día también vino a verle la Dama del Alba.

-No tengas prisa Pepín de Xuana pero la hora ya está cumplida.

-¿Hay pera compota?

Fue su último deseo y fueron sus últimas palabras, lo único que dijo antes de que se lo llevaran las parcas.

Los criados le velaban en el zaguán bebiendo vino, contando viejas historias y cascando nueces en aquel velorio rural de hace cincuenta años. No somos nadie

-De hoy en un año.

-Y usted que lo vea, señor amo.

Escuchábamos con ojos encendidos el romance de don Bueso o el de doña Alda que cantaban los juglares llegados de tierra de moros o el de la loba parda y que bien sonaban aquellos versos en boca de los gañanes cuando conducían al aprisco a la majada. Un rabadán tenía un rabel y un mastín con carlanca de defensa contra el lobo. Antes de lo lírico fue lo épico y los héroes de España entonces cuidaban rebaños por estas veredas encaramadas. ¿Resucitarán algún día los gigantes? Alejandro Casona un asturiano cabal incorpora a su teatro la fuerza del romancero, toda esa lírica oral, historias sin argumentos, sólo hay que seguir el hilo de la canción y cantársela al que conmigo va. Lo grande de la vida es inefable e inexplicable. Los límites de la poesía rozan el misterio y no la toquéis más que así es la rosa. Del corazón brota una jarcha. Creo que el Romancero es la mejor onza de oro que ha entregado la literatura castellana al tesoro de las letras universales. Es genuino. Es anónimo. Es español. Y además se cantaba. Nosotros inventamos los cantares de gesta y la cosa no tiene vuelta de hoja. De la misma manera he tratado de incorporar esta mística del romancero al periodismo. Mis articulitos, humildes, carecen de un tema, pero son algo recitativos que se cascan como huevos al pasar, girando en torno a una idea o más en alrededor de una palabra, para de esta forma  ir contando  cosas al desgaire. Brochazos y zarpazos en frases convulsas. Yo, no canto mi canción sino a aquel que conmigo va y el que tenga orejas para escuchar que atienda.

La casona donde nació Alejandro se ha caído pero todavía muestra, erguidas, solemnes, mirando hacia el valle los siete balcones. Bajo por la Corredoria acongojado con pensamientos tristes. Los jóvenes no saben quien fue Casona y sólo de oídas habrían escuchado que era uno de aquellos jóvenes entusiastas junto con Dalí con Lorca del grupo La Barraca que recorrieron España en un carromato y echaban comedias en el ayuntamiento o en las escuelas. En este país el problema sigue siendo una cuestión de escuelas como dijo Costa pero regresamos al analfabetismo cibernético a esa literatura para apaniguados a esas sibilas en forma de rostros parlantes que se repiten más que la cebolla.

 El amanuense huye a toda crin del sofá donde se crían mollas, aburrimiento, sitcoms, convertidos en los perendengues de la aldea global, y tira contra la pared el mando para hacer zapping y vaga por estos riscos en libertad, feliz y contento de haber llegado a viejo y poder decir lo que le pete.

- Ande yo caliente y ríase la gente pero que me dejen hacer lo que me dé la gana. Dijo el escarabajo a sus hijos vení acá mis flores

-Me las piro.

-Hace Vd. muy bien don Nicomedes.

-¿Me vendes tu escafandra, Vitines? Lo que me cumple a mí a estas alturas es vivir dentro de una campana neumática.

-No soy buzo. Me pasé mi vida al aire libre. Me acongojan los ascensores y los espacios cerrados. Creo que lo mejor que podría mercarse su señoría son una de esas viseras orejeras que llevaban las caballerías para no espantarse. Para mirar adelante. Y Vd. se espanta mucho

 El personal aquí está quemando las naves de su propia historia, desprecia a sus valores y a sus hombres más valiosos. Nos hemos americanizado y amariconado y a la larga pasará cuentas… libertad… libertad. Pero aquí lo importante es agachar la cabeza bajo el ala y poner el cazo.

El cronista aplaude los apotegmas del presidente Chávez el venezolano que dijo que los yanquis constituyen el gobierno más sanguinario de la tierra. Son warmongers a los que les engorda la sangre.  Y ahí están contándonos la actualidad mundial sus hombres y mujeres/ancora, sus relamidos bustos parlantes, admen y conmen heraldos anunciantes de guerras y follones asesinatos. Sus parlamentos y sus oráculos son para deprimir al más majo pero es de lo que se trata, de dominar al ser humano por el miedo, tenerlo agarrado por los cojones, una forma de dominación como otra cualquiera.

 

 

 

 

XXXIX

 

 

 

EL INQUISIDOR VALDÉS

Viven en la mentira y les engorda su propia mierda. Creen que son libres porque tienen la sensación o el espejismo de poder elegir a sus propios líderes, un presidente tonto mejor que un listo cada cuatro años, porque así puede ser mejor manejado manijado o "manayeado... o yea" por las multinacionales.

 Y el cronista recuerda con ironía cómo estuvieron a  punto de expulsarlo del país de los usa porque contó a sus lectores en una crónica que un sputnik ruso había sido derribado por los guardacostas americanos. Los del SAC (Strategic Air Command) llamaron a capítulo desde Washington y amenazaron con expulsarlo del país. ¿Es esto libertad, es esto civilización? Pues yo me vuelvo a Astorga y camino de ella va subiendo por las sendas que arrodean los rastros y las pinas vargas de Leitariegos. Trae pan y vino en el zurrón con algo de queso  y unas morcillas que compró en Salas el pueblo del inquisidor. Allí un cura amigo lo trató a cuerpo de rey y se prosternó- tuvo ese suerte aunque nunca coleccionó momias ni es muy partidario del morboso compilar corambres, dejemos a los muertos en paz en sus sepulturas, no comamos su asadura- ante la tumba de don Fernando Valdés que no hubo obispo más galán que aquel martillo de herejes. Cierto que empapeló a Carranza el metropolita toledano pero algo haría fray Bartolo para que el arzobispo de Sevilla le llamase a capitulo y le acusase de herejía por no sé qué majaderías había escrito en una catecismo sobre la oración mental y la vocal. El arzobispo de Sevilla que no pudo alcanzar la mitra toledana y acaso esa fuera la razón de la gran trifulca con el prelado toledano al que procesó por hereje- duerme el sueño eterno y espera a que suene la trompeta del Juicio Final entre humedades que no parecen afectar al mármol y al jaspe de su monumento cinerario. Un perrito de aguas duerme su sueño de piedra a los pies del arzobispo.

Los asturianos son recios y muy rehechos y no se casan con nadie. Son un pueblo básico y fundamental de cristianos viejos cuya fe se afianza y guarece en la roca desde donde les protege la Santina. Pero no les gusta que le hablen  mucho del inquisidor acaso porque eso viene de raza y algunos llevan su inquisición interior. Nunca permitirán que les hable recio o les enmiende la plana sobre todo mi amigo Pipón que de ese personaje cree saber más que nadie. El personal anda por aquí de muy mala leche y ¿quien no se desayuna un cabreo con todos esos sapos que nos sirve en bandeja la televisión? El cronista que viene de la corte huyendo del cubileteo de la política y la exasperación que domina al personal prefiere no discutir ni hablar de don Mariano que siempre le pareció un político resucitado de últimos del diecinueve y principios del veinte porque le recuerda a don Tancredo y además es un periférico como lo era Maura, que tuvo aprender castellano en el Espasa porque su lengua era el chueta y la cosa acabó como acabó. Dejen en paz a don José Luis que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer pero estas nociones no le caben en la mollera al bueno de Pipón muy pepero él. El cronista lo que quiere es triscar por estos riscos y perderse por estos caminos de cabras recordando las viejas tonadas de cuando era muchacho. Algo que le toca al cronista por ese cabo quien para espantar los malos espíritus se arranca por una vieja tonada que aprendió una tarde de domingo triste escuchando la radio nacional en aquel programa de coros y danzas:

“esta noche ha llovido mañana hay barro pobre del carretero se atranca el carro, asómate niña a ese balcón que si no te asomas ramo de flores… llamaré a la justicia que te aprisione con las cadenas de mis amores…”

Y otra más

-Dicen que tienes tres gochos según pregona el tu pa. Y yo digo que son cuatro y yo digo que son cuatro. Con la gocha de to ma. Permita dios de los cielos que san Juan caiga en domingo, el cura ya lo han matado y yo corteje contigo.

Ándale.

Ijujú.

Al fedatario o amanuense que sube por las cuestas y rampas que acometen los viales de los puertos con su bota de vino y su borona y una hogaza de pan bregado o candeal algo de cecina y una par de morcillas (morcielles) que le echó al talego su mujer como viático del camino, una navajilla para cortar el corrusco, pues ya le faltan bastantes dientes, su indefectible cuaderno de campo y una cámara fotográfica que le regaló su hija mayor por su santo y con la que retrata todo lo que se mueve y lo que nos se mueve (robles, alisos que llaman humeros por esta zona, algún ailanto, muchos sauces y pinos que se convierten en abetos a medida que se sube, algún raitán parlero tan diminuto que es casi invisible pero que bien canta  sobre la quima del castañar, un rebeco, una fuina[37] asustadiza y dos vacas marelas que por aquí llaman ratinas que pacen en un prado armentío  la mansa y cencida hierba) y al cantar estos aires de la tierrina se le ponen los pelos de punta debajo de la montera picona que las lluvias y los soles del camino han transformado en sombrero de peregrino. Recuerda la primera vez que oyó aquellas canciones en un festival de Coros y Danzas por RN. Cuando escuchó no hay carretera sin barro nin prau que no tenga hierba ni mocina de a quince que no sea guapa o fea… pasa la ronda que alegre es… de noche no puede ser que me prende la ronda que me riñe el alcalde, decidió hacerse framontano y la vida le hizo rodar por una de esas casualidades del destino o por la Divina Providencia hacia estos cuetos, puertos arriba, y por eso da muchas gracias a Dios porque se han consumado sus sueños. El cronista es un hombre satisfecho y en paz consigo mismo por más que no lo parezca. Es una pena que los mozos de hoy en día no aprendan estos aires de la tierra y se sepan sin embargo todo el repertorio de canciones en inglés de memoria. El signo de los nuevos tiempos. Pero no conviene pegar coces contra el aguijón. Son los vientos nuevos de una nueva cultura que arrasa. Vivimos bajo el paraguas nuclear de Norteamérica y sólo personajes un tanto zumbados como el carcamal de don Nicomedes se atreven a reivindicar, ejerciendo de abogados de diablo, una procuraduría mal pagada en estos tiempos, todo aquello a riesgo de quedar mal ante los amigos y que los colegas te tomen por un orate pero don Nicomedes, átame esa mosca por el rabo, dice, cuenta y no acaba, lo que ellos sienten pero no se atreven a decir. Y así se saca la espina.

Hace un par de horas que salió de un pueblo que dicen Teverga donde vio la momia de un obispo incorrupto revestido de pontifical con su mitra anillo pastoral guantes morados de seda  cáligas bordadas con hilo de oro y capa pluvial en el escaparate de la sacristía de un monasterio-el prelado sonríe con la sonrisa macabra de la calavera acurrucado en su vitrina esperando la resurrección de la carne- y que debió de ser un santo. Al poco enfila los  cotarros de Tineo  y allí le recibe una traca triunfal de cohetes. Hay folixia[38]. Está de fiesta la localidad. Los tinenses celebran la fiesta de san Roque con fuegos artificiales. Así es la vida. El hilo que separa la tristeza de la risa es muy tenue. Los esmorgantes – un término gallego que se utiliza en esta zona- o cuadrilla de festeros están de muy buen humor y le invitan a varios culines de sidra que el caminante bebe con delectación y muy a sabiendas por la sed y cansancio de la ruta. Cuando canta la sidra en el vaso bien tirada y con buen pulso por los escanciadores se dice que los ángeles mixian[39] y el zumo de la sidra fermentada ríe y salta en el borde del vaso que tu no veas soltando una espuma que debió de ser aquella ambrosía que bebieron los dioses griegos en el Olimpo y les volvió inmortales. No es una espicha. El andarríos se queda a la verbena. Han montado un palenque en medio de la plaza y un grupo de mozos y mozas ataviados en traje regional baila el zapateado de la danza prima, la giraldilla y la chacona, bailes ancestrales. No hay nada más erótico por la virilidad, el brío y el salero de estos saltos y medias vueltas de sayas y de basquiñas. El caminante se queda a mirar emocionado, saca su máquina de retratar digital y tira algunas placas. De pronto ocurre algo misterioso; en alguna de las fotos aparece un cuerpo de luz como un hipocampo o caballito de mar.

-Este debe de ser el culebre.

-Andá.

-Pues mira ésta de aquí. Esa mujer con los ojos de fuego, esa moza bien hecha, rubia, de ojos azules, jacarandosa y bien plantada. ¿Sabes quien es?

-Sí. Esa es Demetria, la heroína asturiana de la Aldea Perdida, tal y conforme la describe Palacio Valdés. Estuve enamorado de ella en mi adolescencia.

-Esa moza no es real pero se te ha aparecido en carne mortal en esta hermosa noche de agosto. ¡Viva san Roque!  Y también el Nuberu y el Culebre.

El cronista piensa que a causa de esos misterios de la tecnología óptica los duendes del camino le han jugado una mala pasada pero prefiere seguir soñando en los signos y presagio de la literatura que luego vienen a concretarse en medio de la existencia real pues Asturias es mágica, la provincia que encierra las claves que contiene el arcano de los misterios de España. Por eso es tan hermoso el oficio de la literatura porque nos libera, nos acerca al criador para más tarde experimentar en nuestra carne las vivencias aprendidas en los libros.

-No tienes que dejar de escribir, Nicomedes. Ni tampoco de retratar. A veces te entra galbana y tedio vital.

-Claro que no. Es para lo que nací. Lo único que sé hacer. Dios sea bendito.

- Para que veas. Dios se esconde en los libros y el ángel de la inspiración y del hallazgo aguarda en algún recodo del camino. Tengamos esperanza.

-Duro y a la cabeza.

-Pero con tiento, Nicomedes, con tiento. Un periodista tiene algo de espía y ha de ir por el mundo con mentalidad de guardia civil: paso corto, vista larga y ojo al cristo que es de plata.

-Con prudencia y con paciencia que es una virtud cardinal. Ninguna de las dos me incumbe.

-Es que no estás homologado

Atronaban las gaitas tristes y alegres. El roncón y el silingüelo no pararon en toda la noche. Nicomedes tuvo que tomarse para calmar la emoción un par de culines más en una caseta  donde se expendían licores y había paisanos que tiraban al pato rodante, como en las ferias de antiguamente, con una escopeta de perdigones con poca puntería la verdad pues algunos iban ya algo enfilaos  y luego se retiró a dormir casi de madrugada, cuando estalló el último petardo, en un almiar de por allí cercas embutido en su saco de dormir. El cielo era limpio y la noche clara, hermosa noche de agosto, noche de san Roque. Arrullado por sus sueños por la bella Demetria. El Nuberu y el Culiebre montaban guardia en aquella era de Tineo que el peregrino pasó en un suspiro a la belle etoile. Hay ocasiones en las que la divinidad se nos manifiesta.

-¡Viva san Roque!

-Y el perro

San Roque pensó el cronista fue además peregrino. Curaba la peste. Es un  santo que hoy hace mucha falta aunque su nombre ya no figure en los misales ni las epactas. Fue suprimido por anacrónico en el último concilio. Da igual. En su honor se sigue bailando en corro la danza prima que es un baile mágico, de mucha hermandad y  muy erótico. Que evoca los tiempos en que éramos un pueblo total en que nos amarrábamos de la mano unos a otros. Todos nos sentíamos participes, miembros de un solo afán, adscritos a un grupo y pertenecientes a una comunidad. Hoy nos sentimos muy demócratas y miramos a nuestro prójimo con agresividad. Habla nuestra lengua sí pero acaso sea un  extraterrestre. A veces nos preguntamos si esto es vida, si este aire que respiramos es real. Se lo pregunto a mi ángel de la guarda que esta noche se llama Vitines. Lo he conocido en el chigre después del baile de candil. El ángel de la guarda  y de la literatura esta noche se llamaba Vitines. Extendía su espada hacia una lejana estrella donde Alejandro Casona el admirable montaba guardia en la más alta estrella escondida y lejana. Velando estaba el poeta de Besullo a los luceros.

 

 

XL

 







CAMINO JACOBEO Y EL SEÑOR CURA DE ARBIN

El sol dora sus muros después de la lluvia del último día de junio. Puertas cerradas. Es una de aquellas casas de curato con una gran cuadra, buenas hechuras, con capacidad suficiente para albergar a un convento, pero dicen que, antes, fue hospital de peregrinos, bajo la advocación de San Roque, el que nos trajo el Mal Francés a lo largo de la ruta jacobea. Ya se sabe: pústulas, algunas llagas en la piel, que empezaban con una tumefacción rosa, y luego los miembros se descoyuntaban poco a poco, venía la artritis y la ceguera y los romeros cantaban:

- El perro de san Roque no tiene rabo, porque se lo ha comido Ramón Pintado.

Ramón Pintado debió de ser un caballero de la corte del Rey que Rabió y bajó desde la dulce Francia cantando madrigales acompañándose de la zampoña. Luego la que pasa: los mesones, la ventera, las mozas de partido. Ser peregrino a Compostela era mucho pretexto para andar a correrla por esos caminos de dios. Por Segovia cantan esto mismo a golpes de jota:
-Arrimate, niña, que soy san Roque, que si viene la peste que no te toque.

 

 

 

Son coplas de peregrino, que alaban al santo del mal gálico
 Hay una obra clave escrita por un inglés: Chaucer en sus cuentos de Cantorbery que nos cuenta lisa y llanamente lo que pasa. La mujer de Bath era una ninfómana que nunca se saturaba y caminaba escoltada por una cáfila de moscones. Juntos iban a venerar la tumba de Santo Tomás. Después otros emprendían el camino de Roma o de Jerusalén cuando se cegó la ruta hacia la Ciudad Santa cambiaron rumbo hacia el Oeste. Compostela era el objetivo. El Calixtino nos habla de la cruda realidad del romeral y de la bordonería en sus miserias y grandezas. Se impuso en Europa el camino jacobeo coincidiendo con los terrores del milenario. El año 1000 constituía un año apocalíptico bajo el hexagrama del 666 y del nombre de la Bestia. Había que hacer penitencia por los muchos pecados pero la carne es débil y ya se sabe el hombre es yesca y la mujer estopa.

 Recomendaba el Calixtino a los caminantes que se abstuviesen de viajar por el País Vasco porque allá los lugareños estaban en estado semisalvaje. Fornicaban con sus yeguas y con sus burras y algunos hasta le hacían el agujero a una gallina. En este lazareto situado en uno de los valles más amenos de Asturias, el de las lejanas Luiñas – buenos pueblos y buena gente aunque de todo hay- veo la sombra del señor cura de Arbín, el protagonista de aquel cuento tan hermoso que leí en mi infancia, autor Armando Palacio Valdés. Se trataba de un arcipreste bastante sencillo e ignorante. La parroquia se reía de él todo lo que les daba la gana y le tomaban el pelo a causa de un jamelgo que tenía que era muy viejo y lleno de mataduras:

-Señor cura, ya es hora de que vaya pensando en cambiar la montura.

Y tanta tabarra le dieron sus parroquianos con el tema que un buen día optó el clérigo por ir a la feria del Boñar a vender su jumento. Lo dio en seis reales a unos gitanos. Volvió triste porque aquel caballo había sido el amigo de su vida, casi el único que tenía, y no se encontraba sin él. Así que al año siguiente decidió volver al Boñar por san Andrés y compró otro caballo más joven negro zaino de buena alzada y fino de cabos. Fiado de su buena apariencia pagó por él veinte duras y regresó al pueblo tan contento. Pero a veces las apariencias engañan y nada es lo que parece. Cuando iban acercándose al lugar el arcipreste notó que su rocín inició un leve trote y se encaminó sin necesidad de rienda ni espuela hacia la cuadra.

 El buen cura empezó a sospechar y notó como una mancha en el borrén. Con la almohaza empezó a limpiarle y a medida que calcaba la almohaza por los ijares la mancha se agrandaba y el color negro zaino se tornaba entrecano. Alarma.

Había comprado el mismo caballo que fue a vender al Boñar el año antes. Enterados los de la aldea no cesaban de cachondearse y decían alborozados y  no sin cierta sorna:

-Velay, al potro del señor cura.

En la feria
del Boñar le habían dado gato por liebre a nuestro bendito vicario que aceptó el engaño con melancolía. Amo y caballo murieron, de viejos, a los pocos meses casi al mismo tiempo. Cuando paso por la rectoral de Soto de Luiña yo me acuerdo del pobre cura que vivió en este enorme caserón de casi treinta habitaciones para él solo. La historia de los curas fracasados, pero bondadosos y humanos, me conmueve mucho más que las de los poderosos obispos y arzobispos en la cresta de la ola o la de muchos que pasaron por santos. Ya lo dice el refrán: de dinero y santidad la metá de la metá.

 

 

 

XLI

 

 

 

BUENA ORINA BUEN COLOR

 

 

 

Ya ha florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la escuela andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso Grosso. Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a tierra, y entre flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las merdellonas, bajan con los cubos de la calumnia oliendo a sudor y no se cambian la camisa, tusonas y fregatrices, da consignas don Bigbroder el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir es un sin vivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la rebatiña, dietas para adelgazar, buenas andan las comadres] y otros preferimos entonar el romance del Prisionero. Siempre vivimos emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto lean:

“Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta prisión...la la la larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando las noches son/ sino es por aquella avecilla que me cantaba al albor/ Matómela un ballestero/. Dele Dios mal galardón... La la laralalá”

Oigo el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos de llaves del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en capilla. Al nacer se nos condena a todos a muerte y eso muchos no lo saben. Pertenecen al cupo de inmorales ilusos que piensan que se van a quedar aquí para simiente. Los vigilantes de la parva nos escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace nada, está desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal. Les cantas las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y exclaman: ¿Quién? ¿Yo? Sí, tú, mosquita muerta. Hay mal ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a un zapatero pero este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen trabajo mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja, quejicas, ¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No serán ellos los remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los insolidarios? ¡Oh qué tiempos más interesantes!

- Mientras dure, Ejusmodi....

- Sé por dónde vas, Verumtamen, pero qué bonita canción esa del romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica aunque de menos nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy ahora desconozcan el romancero... Andan los tiempos muy alterados con esto de la política. Pero tras de tiempos vienen tiempos y eso es también del romancero



Serán carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre excita mi compasión y existe una gran novela río de Eduardo Zamacois que cuenta las desventuras de los penados en San Miguel de los Reyes. Eso era un convento del cister y la desamortización del 1833 lo convirtió en uno de los penales más temibles en la Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la leía hace como diez años Los vivos muertos. Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda de presos” y otra Cabo de Vara. Por temática, el Hacho. No llores niña no llores no llores que yo no lloro aunque me lleven a Ceuta a pelear con el moro. El sufrido pueblo es sabio y tuvo que aguantar prisiones, tiranías y arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo permita. Propugnan la caza de brujas, Macarthy resurrecto. A veces, la cárcel ha sido morada pasajera o definitiva de todo gran español. Pero ¿a qué no acaban en la trena los mediocres? Pues no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro siempre hicieron carrera. Deme usted un cigarro. Ese pensamiento se me atraganta. Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí esparcida mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de mucho escritor diletante y deprimido. Se observa al personal pero con eso no hay cuenta, Verumtamen. El arte de contar es la maula de fingir. Uno parece que está detallando su autobiografía y lo que está haciendo es atisbar la reacción del otro por un ventanuco. Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma cubierta de abrojos y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es un truco. Escribir es seducir y hasta cierto punto engañar contando mentiras piadosas, En todo escritor subyace un buen impostor. Bonita forma de hacer tururú. No me vengas con monsergas. No me gusta Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables como cuando espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los pensamientos. Sirven para esquivar los golpes y  son coselete en la taleguilla para burlar los derrotes de mihuras astifinos que corretean por el albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo piensa y ayudadme zancas que en esta vida todas son maulas.

¿Entonces escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que un corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban un humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.  Los padres conscriptos confiaban a esta prenda talar el cuidado de sus personas contra los gargajos que les escupía la plebe disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares portaban el gladium y  a ellos no les escupían, por si las moscas, pues menudos eran los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el paludamentum o capote de guerra para arrebujarse contra el relente de las madrugadas, los juegos duraban dos días y hasta una semana. Y con ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi o gladiadores reciarios (peleaban con red) y andábatas (con casco). Roma y la vida política eran un espectáculo y lo que la chusma quiere. Panem et circenses. Y lameculismo. Mucho lameculismo. Halagos. Lisonja y jabón

Así no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador... Cuando yo llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho por mi país con razón y sin ella fui recibido con un gracias por los servicios prestados y ale usted es uno de tantos, la gente va a su rollo, es insensible para vibrar ante las issues (temas) del patriotismo como pasa en Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Yo me sentí un poco como aquellos soldaditos de Mola que regresaron a Larache después de resistir diez meses en un blocaos de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas, se preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres sorches se sintieron desolados ante esta incomprensión de la retaguardia ellos que se estuvieron batiendo el cobre en la vanguardia. Paso y por partes. Escarbe. Haga memoria. Navegamos ya en aguas válidas. Ya no son caballeras  ni pujan en torrente. El tiempo, sin embargo, anda un poco revuelto. Para esta época vienen  fenomenales los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a combatir la depresión. Otros pacientes de estreñimiento crónico se hinchan a Evacul la aspirina contra el estreñimiento pero van al baño y se sorprenden de obrar cagarrutas y pedos de conejo, el vaso de su dentadura postiza montando guardia toda la noche en la taza del retrete esbozando una sonrisa macabra que anticipa la calavera. Cagan poquito porque su amo no les quiere con locura pero de dar nada, que mucho te quiero perrito, pero de pan poquito o excretan ladrillos. A esos hay que decirles que si quieren pan vayan al batán que allí un perrito que caga poquito  le alcen  el rabo y le den un besito. La envidia es causa de su estreñimiento mental y  a causa de ella les llevan los demonios. Pero, no hay que preocuparse: ya se les pasará. Pues vale pero no cante usted muy alto ese bello romance no vaya a despertar usted a los carceleros que son legión aunque no lo parezca en esta época de derechos humanos hay manga ancha para algunas cosas pero para otras cosas que uno considera leves o un simple ejercicio de la libertad de expresión son implacables y si las dices puedes acabar en la trena. De hecho no somos muy libres. El andamiaje está montado sobre las varas de medir y las vigas del miedo. Llama a seguridad. Que vengan los lictores. Y es con el látigo del terror con el que se tiene dominados a los pueblos. Es por esto por lo que se les ha declarado la guerra a las ideas y pensar por tu cuenta puede ser un delito. No. No quiero cantar las tristes estrofas del romance del prisionero que yo recuerdo haber oído interpretar a algún rabelista que se acercaba al baile en las fiestas de mi pueblo.

-A buen entendedor...

-¿Cuál es entonces la solución?

-Fray Jarro

 

 

 

XLII

 

 

EL DUQUE DE BORBÓN

 

Luis Alfonso de Borbón, el hijo del Duque de Cádiz, honra a su estirpe y mantiene la serenidad en estos tiempos difíciles. Contra viento y marea y pese a las tragedias familiares que han rondado su vida (la muerte de su padre y su hermano, que aparecen en esta foto tomada por mí en 1981 en el Valle los Caídos, en circunstancias misteriosas, aun no aclaradas del todo, ni la una ni la otra porque a medida que pasa el tiempo crece la sospecha de conspiración, y el hostigamiento contumaz que realiza contra su madre la prensa de la entrepierna aunque ella demuestra pese a sus líos de alcoba ser una Franco, una señora, que se ríe de tanta estupidez programada, saliendo a campaña de infundios contra su abuelo, (Maricarmen no es la Belén Esteban por mucho que os corroa, malsines) ha defendido también a su bisabuelo.

 Dios bendiga al hijo de tan alta señora y por cuyas venas corren sangres de los Franco empapadas de amor a España.

Toda una soez orquesta de voces desentonadas hizo acto de presencia contra la familia del Duque de Cádiz.

 

 

 

 

 

XLIII

 

 

EL GRECO.

Dado lo cargado y la crispación del ambiente y como dicen que es llegada la hora de la bestia y el funeral para nuestra patria, marché la otra tarde a Toledo y me planté ante el insigne lienzo en el cual está encerrada buena parte del genio singular de lo español y al regreso me senté a escribir con calma, mucha calma, mi alma sedienta de belleza y tratando de evitar las contiendas que nos afligen pues ya los pasos de la aurora andan pisando la incierta luz del día y a batallas de amor campos de pluma que decía Góngora que equivale en poesía a lo que era el Greco en la pintura, quiero decir: un genio. El genio de los genios. No estaba ante un cuadro sino ante el molde de un enigma. Allí pasé dos horas de la tarde dándole a la cometa de mis sueños.

“Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”. Esta frase murmurada entre dientes por los prestes que ofician las exequias, san Agustín revestido de capa pluvial y mitra de obispo y san Esteban con la dalmática diaconal, sirve para poner música de fondo a la escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo donde se estampa con auténtica veracidad una de las páginas más realistas de la historia de España y un cuadro de costumbres. El Greco junto a Velázquez es pintor poco decorativo. Ambos buscan el alma de las cosas y su arte es el arte de la síntesis. Con tales mimbres que servirán de materia prima de lo sublime [una leyenda local consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la ciudad, la de santo Tomé: unas cántaras de vino, unas cargas de leña, unas hogazas de pan a los pobres, y algunas monedas para misas gregorianas] se enhebra el enternecedor milagro. Existe de más de eso una gran familiaridad con la muerte, de acuerdo con la mentalidad de la propia época, y la necrofilia de una monarquía como la de Carlos V quien en los últimos años de su vida en Yuste gustaba de asistir a la celebración de sus propias exequias, sin que el gesto tuviera nada de macabro; antes bien se veía como lo más natural del mundo. Allí estuvo, nada más y nada menos que Fr. Bartolomé Carranza, dominico, que luego sería primado de Toledo durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna los corchetes del santo oficio que lo incriminaron de herejía por un cierto catecismo que había dado a la estampa en Flandes y por sus conexiones  con Carlos de Seso, el fautor del luteranismo en España, un italiano que fungía como corregidor en Toro, y los conventículos reformistas de Sevilla y Valladolid.


 Así se las gastaban entonces. Eran los tiempos recios a los que alude santa Teresa en sus escritos elípticos, y los difficilia habemus témpora de Luis Vives. Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época cuando temas como la existencia del purgatorio y la teología de la justificación por la fe eran de tanto monto, pues hasta las verduleras en Covent Garden y en Zocodover, duchas en teología, debatían con tanto ahínco esos temas como ahora lo hacen nuestros contertulios de la radio sobre la guerra en el Golfo Pérsico, el sexo con garantías o la violencia de género, sujeto muy del agrado de los articulistas en sus coloquios tribunicios. Al socaire de estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del hombre, sus relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas casullas que con tanto gusto pinta el Greco con su arte minucioso aprendida en el trabajo de los artistas de iconos orientales, los cuerpos pierden peso en sus magníficas producciones para dejar que se alcen hacia arriba, la mirada transfigurada, los espíritus. Son en él recios los trazos, espectaculares las caras iluminadas por una luz que emana de adentro.

Parece extraño que en este tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda ser entendida y admirada la iconodulía del Cretense, que, a contrapelo de sus delicadezas y exquisiteces formales del pudibundo recato en que va a caer la sociedad de su tiempo, sabe interpretar en sus briosos desnudos las donosuras del cuerpo. El chipriota vive este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de Carlos V y de Felipe II. Es contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se trata de relacionar su pintura con el modernismo. Incluso, con motivo de su exposición en la Nacional Gallería, se ha propalado la nueva de que su “Visión del Apocalipsis” inspirara a las “Señoritas de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero todo lo que sube el Greco de cotización va en desdoro y menoscabo de la de Velázquez. Y eso, tampoco. Vaya lo uno por lo otro pero esta prelación del chipriota con respecto al sevillano quizás tenga que ver con los tiempos que corren, más relacionados con las angustias y torturas, la luz fantasmal y los desnudos deformes y hasta homo, que con la placidez de don Diego que no se busca complicaciones en su pintura.


 Al fin y al cabo era pintor de corte, una aspiración que Doménico no alcanzara nunca porque sus desgarradas visiones no encontraron plácida acogida en la retina del monarca, y mira que Felipe II era un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender al griego que se adelantó a su tiempo.  Y no es reivindicado hasta los románticos del siglo XIX. Es sólo a principios de 1900 cuando empieza a ser conocido y hablar los críticos de su peculiar macropía que le hacen ver caras alargadas y el mundo irreal. Que dos bienaventurados ausentándose por unos instantes del paraíso bajasen a Toledo, la capital del imperio, hasta que Felipe II en 1561 decide trasladar la capitalidad a Madrid, para dar sepultura al noble y cristiano caballero entra dentro de esa cotidianidad ante la presencia de la muerte.  Y casi se concibe como un hecho corriente y moliente esta intervención del más allá.

 En el arte de Greco hay algo de órfico;  la pintura se hace música y es imposible entenderla sin el acompañamiento de esa gran polifonía, como reverberando en el fondo, que engozna sus composiciones. No hay que perder de vista este carácter que tienen sus cuadros de “troparios” o melodía bizantina. El Greco en este cuadro que supone el triunfo de la misericordia y del amor, esenciales al cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el inferior. Los cielos y la tierra se dan cita en el acontecimiento. Ambos planos son estancos y para bien o para mal no llegarán nunca a juntarse. Paradójicamente el plano terrenal gana la batalla al celestial. El Greco pinta las cosas como son o debían ser según los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los tremendismos y las ficciones del más allá. En eso se parece un poco a Velázquez quien tampoco supo pintar a los dioses. Y hasta supo reírse dellos como demuestran su fragua de Vulcano y el Baco figurativo. Uno y otro, empero, saben dislocar el dibujo para transmitir el movimiento de las cosas, “dando espíritu al leño y vida al lino” que diría Góngora.


En este divino sepelio lo que está arriba es inferior en calidad a lo que está abajo. Es mucho más desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece de tejas abajo es mucho más importante que lo que pudiera dilucidar el más allá.  Sin embargo, la moderna crítica - me refiero a un artículo de John Updike- dice que es al revés. Todas una galería de rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores quienes sujetan por los sobacos y las piernas al difunto amortajado con toda la regalía. ¡Cómo brillan los aceros de su armadura! A la vista está que por una vez el espacio tridimensional gana la batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y cada uno de los asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que, tristes y enlutados, hacen rueda de respeto. Muy engolados, pero serenos. El blanco de sus gorgueras rizadas contrasta con el negro de sus tiesos jubones. En la capa llevan algunos bordados la cruz de la Orden de Santiago. Admirable es la técnica de paños mojados, que acentúa la trasparencia, con la que está bordada la sobrepelliz de uno de los oficiantes, mientras un franciscano y un dominico rezan los responsos, y un monaguillo, el hijo del propio Domínicos Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”. Hay un cierto exacerbamiento de la silueta a lo que se une el proverbial estrabismo estético de este autor. La vida no es más que un perenne destello. Hace de preste oficiante don Diego de Covarrubias. En la pechera de la pañosa de los circunstantes se borda la cruz colorada de los maestres de Santiago. Ni que decir tiene que estamos entre caballeros.


¿Podrá haber en el mundo algo más melancólico que un entierro?  Los dos frailes explican a la posterioridad el augusto suceso sin parar mientes en lo que acontece sobre sus cabezas puesto que ya va dicho que el Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de la tierra que de los cielos. Toda su vida fue una ascensión incandescente hacia ese plano superior, un regusto por la quimera. Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en la tierra que al revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que sus ojos, poros del alma, no visualizan. De esta manera el ángel de la guarda llevando al cielo el alma del conde Orgaz, representada en la forma de un niño, es mucho menos creíble que las caras de los caballeros que asisten impertérritos al desarrollo del milagro. No cabe cosa tan extraordinaria en medio de un hecho paranormal. Tanta familiaridad ante lo que es poco consuetudinario resulta francamente portentosa como si los circunstantes estuvieran habituados a vivir con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ninguna sorpresa ante la presencia de los dos santos bajados del cielo para hacer las veces de enterradores. Estos son dos aparecidos y sin embargo su aspecto no puede ser más real. Acaban de irrumpir en escena un anciano obispo y un joven misacantano. Sosegaos. Sabe trasladar al lienzo la España de Felipe II en plena apoteosis de una ciudad: Toledo. El pintor, que borda primorosamente las fimbrias de sus ornamentos, pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la dalmática del primer diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del suceso narrado con toda la majestad pero al mismo tiempo con toda la sencillez. El Greco es el pintor del catolicismo universal al que aspiró España en su siglo de oro, en el que cupieran bajo la vara de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos todos los pueblos. No puede haber entonces pintor más insigne de la ortodoxia. Que dos santos bajen del cielo para dar sepultura a un caballero que era legatario de esos ideales de universalidad nada tiene de extraño. La sociedad española a la sazón estaba acostumbrada a vivir con el milagro. El Entierro es la faz emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante la vida ni ante la muerte un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen que el enlosado de Santo Tomé al recibir la visita de los dos santos se llenó de fragancias celestiales pese a lo cual todos los que asistían a la ceremonia permanecieron quietos e impertérritos.

Entre los figurantes estaban don Juan de Austria, Góngora, los hermanos Covarrubias, el hijo del artista y el propio Greco que deja su firma estampada en griego en los vuelos del pañuelo de uno de los personajes, cabe la hopalanda.


No es un cuadro lo que pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos caballeros, que se apiñan circunspectos con sus rostros ligeramente buidos por la tristeza colmada de serenidad ante la paleta del artista asisten ensimismados al portento. Héticos, silentes, con una punta de desequilibrio en el mirar - ¿para dónde miran esos ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?- los personajes que retrata el Greco bien pudieran ser alguno de aquellos hidalgos que vagaban por la Imperial Ciudad arriba y abajo de Zocodover y que para disimular el hambre publicando que habían comido salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas ardientes embutidas en estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de absoluta indiferencia frente a las cosas de este mundo. El autor se desentiende de su obra y el Greco tiene poco que ver con esta austeridad. Sus biógrafos afirman que gracias a sus cuadros nadó en la abundancia y se condujo munificente como  Creso en una Toledo empobrecida y demacrada pese a ser entonces la corte. Murió arruinado y en la Ciudad Imperial las farras que se corrió y la fama de juerguista, cosa que poco tiene que ver con su arte, hicieron época. Es el pintor de cámara de la “dives toletana”[iv] llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que contaba con veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico marqués de Villena, del que decían las crónicas que ni palabra mala ni obra buena. El tren de vida y la fastuosidad del candiota, que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan poco con la  frugalidad de los personajes a los que traslada al lienzo. Todo arte emboza ya de por sí una contradicción. Aunque el Greco se asimiló plenamente a las costumbres y al espíritu de Toledo, identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso, contrataba músicos para que le amenizasen las comidas. Insistimos: la música es muy importante en la pintura solemne y celeste de este genio del cristianismo.

No hay según eso una identidad plena entre retratista y retratados. Su forma de pintar es una manera diferente de entender el mundo, a través de esos semblantes con traza de llama, dotados de un singular dramatismo escénico.


El estrabismo estético del autor les confirma una alargadera que algunos atribuyen a determinado defecto óptico del propio Theotocopoulos quien, según referencias, en los últimos años de su vida cayó en la locura. Pero tal extremo no ha podido ser  probado y contiende con la envergadura de este griego transterrado y trastornado a Castilla que pintó Toledo como un verdadero sueño lunar bajo una luz lívida de ocres. Parece ser que la tesis sobre la enajenación mental del Greco se sustenta el haber pasado por la casa de locos del hospital del Nuncio de donde extrae los modelos para perfilar sus doce cuadros sobre el apostolado, cuadros conservados todos ello en el monasterio de las Pelayas de Oviedo. El Greco es un pintor de las almas y en toda alma hay un eco del infinito que se plasma en un cierto grado de enajenación. Tuvo infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe II,  buen conocedor del arte de Apeles  y en lides pictóricas peritísimo pero que nunca llegó a entender su manejo de los colores. Tuvo un pleito con el cabildo de Toledo porque en el Expolio, inicio de la pintura de la edad moderna, se resiste a pintar a las tres marías a longe, como nos relata el Evangelio.  De hecho, el propio monarca, que entendía de pintura, pero de gustos absolutamente convencionales, que no le permitía entender ni su estrabismo ni su tendencia a descoyuntar las figuras, como tampoco  el áspero colorido con que formula las escenas de sus personajes atormentados - el Greco es una sabia combinación de lo ponderado y de lo desmedido-, mandó que fuese colgado en la sacristía del Escorial el famoso  martirio de san Mauricio y la Legión Tebana encargando otro lienzo sobre el mismo tema y del que ahora apenas se habla a un tal Cincinatti. Este fracaso yuguló las aspiraciones del candiota a convertirse en pintor de cámara.

Pero él, pintor de eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara al uso. No han comprendido sus detractores que era un pintor de eternidades. Su obra permaneció minusvalorada sin un reconocimiento categórico hasta bien entrado el siglo XX.


Domínicos Theotocopoulos (lit. El muy hijo de la madre de Dios) nacido en Candía en 1541 hace honor al título de su apellido. Rompe con los moldes clásicos y ya en Castilla abjura de su romanismo y de su helenismo para erguirse en portavoz del tétrico y a la vez sereno misticismo hispano. En su obra se presenta una antinomia entre lo real y lo ideal. Y pinta a base de crueles borrones impresionistas, muy poco convencionales pero que son de un gran efecto sobre todo en los paisajes de Toledo bajo la luna, cuando la luz circunfleja y espectral se derrama hasta derrumbarse sobre lo gollizos y cuchillares del Tajo. El Greco es poesía marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas oscuras. Manuel B. Cossío, su indiscutible biógrafo, señala que en el Expolio nace la pintura moderna. Hay en él un exacerbamiento de la silueta, por lo que resulta uno de los tres grandes retratistas de todos los tiempos junto a Leonardo y Velázquez.


Exégeta de los paraísos perdidos viene de la filocalía de los bizantinos. Es su obra de un platonismo excéntrico y de un cristianismo melancólico. El Greco en España  se desentiende de sus maestros venecianos y queda transfijo ante los iconos fanariotas que lo vieron nacer. El resultado de esta mezcla de sangres es algo profundamente español: sus cuadros se entienden mejor mientras se escucha en lontananza a los coros del monte Athos. Carece por ejemplo de la desesperación y pathos del arte protestante. De Rembrandt pongamos por caso. Desconoce, asimismo, las estridencias de los bufones. Es un arte enteramente aristócrata, pero de un exotismo criollo, por lo de mezcla de credos, cuasi abrazador. Hasta en los locos del Apostolado se deja translucir un poso de cordura. Supo pintar a los locos de Cristo. El Caballero de la Mano en el Pecho y el busto de san Juan de Ávila refrendan ese supuesto. Arte incorrecto que rezuma corrección. Pinta las esencias, va al grano. Por eso se denomina pintor de pintores. De la vida del greco-chipriota poco es lo que se sabe. Que provenía de una familia de recia estirpe cristiana que huyó de Constantinopla el año de la invasión de los turcos, 1453. Que antes de afincarse en Toledo, donde se casó y tuvo un hijo, Jorge Manuel, anduvo por Italia aprendiendo dibujo del Tiziano y de Rafael. Que supo transmitir al lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla. Que tuvo muchos pleitos con el cabildo de la catedral, con la dirección del Hospital de Illescas por cuestiones que no hacen al caso y que murió en Toledo en 1614.

 

 

 

XLIV

 

CISNEROS  ALFAQUÍ DIVINO

 

Hay tres aspectos poco subrayados en la figura y en la obra de este titán de la historia española (y pocos tan calumniados e incomprendidos pues el propio Cesar figuró en el cupo de sus detractores los que no comprendieron su gigantesca labor de pacificación y de creación de un estado). Uno fue los seis años que pasó en Roma a la mira de un cargo. Sólo consigue buenas palabras y unas letras dimisorias para la tenencia de un curato en un pueblo de la Alcarria, Uceda, que le costó una temporada en las cárceles del Arzobispo de Toledo. Aquel obispo Carrillo un príncipe del Renacimiento protagonista activo de las guerras civiles entre partidarios de doña Isabel y la Beltraneja debió de ser una mala bestia. Debió el clérigo que luego se haría franciscano de sentirse decepcionado a la vista de las corruptelas simoniacas de la curia papal de Alejandro VI y asqueado lo mismo que Juan Ruiz el arcipreste de Hita aquel clérigo muzárabe al que llevaron a la ciudad eterna negocios tan temporales como era pedir dispensas del celibato hubo de decir: “yo vi allá en Roma do mora Santidad que todos las dinero hacían humildad”. Cisneros como el de Hita hubo de volverse con las orejas gachas. Unos ladrones le atracan por el camino y le quitan todo lo que llevaba excepto las cartas de recomendación. A Juan Ruiz le aguardaban las prisiones del primado de Toledo don Gil de Albornoz otro mitrado difícil y a Gonzalo de Cisneros las de su sucesor Alonso Carrillo corte imperial ejercito propio y hasta un número indeterminado de hijos fornecinos. Entonces los obispos montaban a caballo en todos los sentidos de la palabra pero que no se entere tu mano derecha lo que hace la izquierda y poblaban los monasterios masculinos y femeninos y las canonjías de bastardos y de bastardas. Otro hijo natural de Fernando de Aragón aspiró a la mitra toledana pero ésta por deseo expreso de la Reina Santa fue para su confesor de quien en punto a amoríos los cronistas nunca pudieron decir ni media. Fue un hombre austero y observante de la regla de San Francisco. No obstante y en definitiva este escándalo que le causó la corte romana le hace sentirse más católico y más hispano visigótico y esta fue acaso una de las razones por las cuales quiso restaurar el viejo misal hispano romano.  Cisneros busca el arca perdida. En esta tentativa de sustitución del rito romano por el mozárabe se ve también un intento de reconciliación con el Islam. Este viene a ser uno de los aspectos más desconocidos de la personalidad del eclesiástico. Se llama rito mozárabe en honor a un rey de moro Toledo Muza Arabi que fue muy tolerante y respetuoso con el culto de los hispano romanos sometidos que siguieron practicando su religión hasta bien avanzado el siglo XIII con la llegada de los almohades fundamentalistas. Tampoco Alfonso VI mal aconsejado por su mujer doña Constanza y los cistercienses franceses  respetó la mezquita de Toledo situada en lo que es hoy la catedral. Hechos lamentables e irreversibles de la historia. Las flaquezas y el orgullo humano se arrogan el privilegio de hablar en nombre de Dios cuando en verdad lo que están poniendo en el escaparate es su propia protervia y vanidad. De cualquier manera el cardenal nombrado regente se siente atraído por la solución de la unidad religiosa y de la búsqueda de un entendimiento con el Islam después de la toma de Granada. El buenismo de Hernando de Talavera que ya en el siglo XVI predica en pro de la abolición del latín y quiere que el oficio divino lo entienda la gente. Pero al arzobispo de Granada esto es a Talavera no lo toman en serio los moriscos a los que quiere convertir. Según un cantar de aquel tiempo los ciegos de la Alhambra “arzobispo de Granada cara de oveja y carne de cabra pero arzobispo de Toledo dar caperuza y hacer cristiano nuevo. Los métodos de Cisneros para la pacificación del Albaicín eran mucho más drásticos de acuerdo con los rasgos de su carácter de una gran firmeza pero al mismo tiempo compasión y munificencia. Cisneros participa de la obsesión franciscana de un acercamiento mediante el amor y la compasión de Mahoma a Jesús. Por eso quiso irse de misionero a Berbería y por eso planificó la toma de Alcazarquivir. Una saludadora en Gibraltar a punto de embarcarse para tierra de moros le quitó esa idea de la cabeza. Sus enemigos lo acusan de un auto de fe que tuvo lugar en Granada en 1497 con la quema de unos cuantos ejemplares del Alcorán. No llegaron a treinta. Sin embargo manda recoger todos los libros de medicina que se encontraban en las mezquitas del reino de Granada cuyo número asciende a más de treinta mil y los traslada a Alcalá algunos de ellos podrán todavía consultarse en la biblioteca nacional escritos en árabe y con caracteres cúficos. Y la quema no fue ordenada por el metropolita de Toledo sino por un fámulo suyo un clérigo por nombre León que más inri era de origen morisco. Dios nos libre de la furia del converso. Este afán de unidad de las tres religiones monoteístas es la idea motriz que le lleva a fundar la universidad complutense. La primera piedra se coloca en 1499 y en 1508 cuando el prelado acaba de cumplir los sesenta y tres años de edad se inaugura el curso un día de san Lucas allá por setiembre y los estudiantes procesionan a lo largo de la calle mayor luciendo sus vistosas becas cada una del color al colegio que pertenecen. Estos son doce como los doce apóstoles: el de San Ildefonso, el de San Pedro y san Pablo, el de la Madre de Dios de los teólogos, Santa Catalina para los bachilleres en Artes, Santa Balbina de los retóricos, San Ildefonso el de los latinos. San Eugenio al que después llamarían de San Ambrosio y el de san Jerónimo o Trilingüe porque se impartían clases en romance en hebreo y en árabe. Fundó, con las mismas, un hospital para estudiantes pobres el de San Lucas donde trabajó Iñigo de Loyola como enfermero para pagarse la matricula  en el de San Eugenio. En total sumaban 46 cátedras. El plato fuerte del menú eran la filosofía y la teología pero en Alcalá se hace la innovación de establecer una facultad de Medicina  y Anatomía otra de Matemáticas y seis para las Sagradas Escrituras. En sus aulas enseñaron Lebrija, el Brocense, Antonio de Nebrija, López Zúñiga y Pinciano el divino maestro en lengua griega y los segovianos hebraístas Alonso y Pablo Coronel. Así como un número indeterminado de domines que conocían la lengua árabe a la perfección. Todo ello va dar pábulo a la monumental versión de la Biblia políglota. España conoce gracias a este príncipe de la iglesia una época de esplendor como no había conocido desde la Escuela de Traductores de Toledo. Sin Cisneros acaso no hubiese sido posible Cervantes que era además alcalino ni Calderón ni Tirso ni Lope ni Juan de Ávila ni san Ignacio de Loyola. Todas estas cosas me cuenta cuando me quito la boina todas las mañana camino del trabajo y paso ante la estatua iluminado de Fray Francisco que mira orgulloso para la fachada de la Universidad de piedra gualda de fina labra y en cuyos modillones se encuentran encerrados los arcanos de la misteriosa historia de mi patria. Viva Alcalá escuela de hombres y espejo de tolerancia. Yo también soy y me siento complutense.

 

 

 

XLV

 

 

 

 

ALONSO DE PALENCIA DETRACTOR Y CRONISTA DE ENRIQUE IV

 

Digna de una novela policíaca es la peripecia del manuscrito de la cuarta década de la Gesta Hispaniorum de Alonso de Palencia desde su redactada por  un amanuense italiano que “fusiló” su latín porque las actas fueron recogidas de oído hasta su entrada en el archivo de la Academia de la Historia sito en el palacio del Nuevo Rezado, ese caserón de la calle del León, una de las arterias del viejo Madrid donde abría sus puertas la gran pescadería de los maragatos y había varias librerías de lance, cerca de donde vivieron Cervantes y Lope y tuvo su convento Tirso de Molina.

 En ella hace unos años me encontré yo una vez con mi profesor de Arte, Azcarate y le convidé a una copa de ginebra en una cutre taberna que debió de alarmar al viejo profesor y salió pitando. Si hubiese sido don Marcelino Menéndez y Pelayo entre cuyas pasiones figuraban después de los libros el orujo montañés y el anís tal vez no se me hubiera hecho tal desprecio pero es que uno es un poco vagabundo de las estrellas y mis singladuras por el mar de la verdad y de la ciencia me llevan a océanos etílicos.

 Los libros son compañía y soledad pero gracias a estos navegantes de la literatura, las bibliotecas, los archivos y los tenderetes de los libreros de lance- el más singular el de Riudavets en Moyano en la época que me ha tocado vivir- entre los cuales me cuento el vulgo puede tener noticias ciertas de problemas de la historia de España aun no resueltos. Para mí es mucho más novela de intriga este manuscrito que el propio código D´Avinci.

Durante la guerra de Independencia los anales de Alonso de Palencia fueron a parar al monasterio de Montserrat y allí lo conservaron los benedictinos hasta la desamortización de Mendizábal en que llegaron los infolios a Madrid.

 La aldaba de la suerte estaba llamando a la puerta. Durante la segunda parte del XIX los escritos de Alonso de Palencia estuvieron sujetos a una profunda controversia sobre su autenticidad y si sobre era conveniente verterlos al castellano del latín, habida cuenta de las barbaridades contra un augusto monarca español que en sus páginas se injertan.

 A la primera pregunta los eruditos dijeron que en vista de la antigüedad del papel y de la letra gótico humanista dijeron que sí, pero el amanuense que lo compuso al dictado del propio autor era anónimo y a la segunda unos dijeron que no y otros que sí.

 El mamotreto a día de hoy sigue sin traducir. Fue uno de los pocos que se salvó de la quema. Otras obras de este mismo autor que era un escritor compulsivo como algunos trozos de su Guerra de Granada quedaron perdidas. Las Décadas fueron un poco la joya de la corona de la docta institución junto con la Gesta Roderici Campodoci o Poema del Cid.

Don Enrique IV vivió sólo medio siglo pero los cincuenta años de su existencia desde 1425 hasta 1474 en que fallece en Madrid fue una época muy interesante en los anales españoles porque representan un tiempo de cambio que marca el fin de la edad media y el comienzo de la moderna. Pocas figuras de la monarquía castellana por otra parte han hecho correr tanta tinta de plumas agitadas siendo tan vilipendiadas al propio tiempo.

 Ya apuntamos arriba cual pudiera ser la razón de tanto menoscabo y una de ellas el haberse ganado la enemiga del pueblo elegido como consecuencia de los desmanes acaecidos en Burgos reinando su abuelo y los de Segovia de 1410 con el robo sacrílego de las hostias catorcenas. Parece ser que no hubo en Segovia a diferencia de Burgos tumultos ni asaltos a la aljama. Todo quedó en desagravios eucarísticos y la institución de las procesiones devotas a las que tan inclinados mis paisanos. Que acudían embelesados a escuchar los sermones apocalípticos y antisemitas que pronunciara san Vicente Ferrer en la iglesia del Cristo del Mercado. Hablaba en valenciano y sus oyentes le entendían en castellano. En estas diatribas contra judeos Dios debía de hacer un milagro.

Los incidentes más notables fueron por este orden:

-         Toma de la plaza de Gibraltar (1462) que costaría arduo trabajo y muchos muertos. El recuerdo del asalto a Gibraltar y al fuerte de Archidona determinarían en su personalidad de bon vivant una inclinación a los pactos y a los consensos. Enrique IV si hubiera vivido en el posfranquismo a lo mejor se hubiera hecho de UCD. Le repugnaba derramar sangre, no le gustaban los extremos y ante la infamia y el ataque frontal se observa en él una constante: la escapada.

-         Se registra la primera sublevación de Cataluña instigada por los franceses pero ahí el que iba a ser su hermano político Fernando de Aragón hila fino y compra las voluntades de los barceloneses para que no se separen de la corona de Aragón y en 1463 se decretan las paces con Luis.

-         Conflictividad con Portugal y con Navarra. El monarca castellano conjura el recelo de los navarros y de los lusitanos mediante sendos matrimonios los cuales fueron muy desgraciados.

-         Revueltas de los nobles y de la iglesia, en una crisis social que aboca a una guerra dinástica y va a ser el germen de la sublevación de las comunidades.

-         Su reinado no puede desligarse del de su padre Juan II el cual tuvo un reinado turbulento a la sombra del gran valido Álvaro de Luna pero no por ello menos interesantes pues la corte fue mecenas de artistas, poetas, juglares,  pero de él heredó la medrosidad y el carácter irresoluto y la pasión por las artes y las cosas buenas de la vida, incluso algún que otro gatillazo.

Por último hay que estudiar dos aspectos biológicos interesantes. Enrique IV era hermano de un costado de Isabel la Católica y del príncipe Alfonso por cuyas venas corría sangre lusitana, hijos ambos de Juana de Portugal y aquel de Blanca de Navarra. La segunda esposa de Juan II murió loca en el castillo de Arévalo a los cuarenta y dos años de enviudar y esta esquizofrenia por la consaguinidad viene a brotar en la mujer de Felipe el Hermoso hija a su vez de los Reyes Católicos que arrastró una vida longeva y solitaria en el castillo de la Mota. Otro paralelismo que ocurre es la muerte prematura de Alfonso quien llegó a ser coronado rey con el nombre de Alfonso XII pero no llegaría a gozarlo. Murió exhausto después de una noche de amores e igual le acaecería a su sobrino nieto el infante don Juan príncipe de los Reyes Católicos en plena mocedad. La historia maestra de la vida muestra a los hombres en sus miserias y en sus grandezas, la eterna pasión de mandar, que promueve batallas y conjuras sin cuento, y el ardor sexual, rueda de la existencia, sólo que en ciertos casos acerca al hombre a la muerte. Eros y Tanatos son hermanos gemelos Es la primordial lección que se concluye de esta apasionante y embarullada historia que nos narra en sus anales el bueno de Alonso de Palencia tratando de estudiar un poco la condición humana.

 

 

 

 

XLVI

 

 

 

 

 

EL TESTAMENTO DE DOÑA URRACA Y LA VIOLENCIA CONYUGAL. CONFESIONES UN CURA DE ALDEA

 

 

 

Anduvimos al Burguillo este fin de semana luna de lobos encinas chaparros un almez munificente en la ribera del río que no sabemos lo que pintaba por allá y algún espantapájaros. Se van los veraneantes y pronto empezarán las vendimias, afila sus ojos y sus garras el garduño, los buitres se dejan ver solemnes y silenciosos circunvalando despectivos la vertical del aire.

  El oso busca querencia madriguera para la invernada  Tierra misteriosa: tomillares, cardos borriqueros, la genciana y el cantueso y otras hierbas que desconozco esparcidos por la plataforma de aquella meseta de soledades.

 Por allí pasaba una calzada romana que atravesaba desde Asturica Augusta hasta Tarraco los costillares del macizo ibérico. Quedan algunas lajas del viejo empedrado y los restos de una gran necrópolis visigoda.

 Aún no han llegado las palas debeladoras del paisaje que meterán la vertedera de sus dientes gigantes y en vez de surcos colocarán cimientos para domar el paisaje de urbanizaciones a marchas forzadas de ladrillo y de cemento. Segunda vivienda, casa en el campo, yo siempre albergué un sueño y en el fondo de las aguas enigmáticas del pantano yace con sus artes, sus aperos, sus arcas, sus llaves y sus huertos todo un pueblo llamado Linares de donde era mi amigo Barbolla.

 La verdad es que Madrid queda un poco lejos. Por estas lindes pasó un día el Cid camino del destierro. Valles de Almazán, vegas de Osma, la vieja Uxama. Soria fría, Soria, pura, cabeza de Extremadura, que cantaba el poeta Bandadas de jilguerillos tiene querencia a la zarza.

 Por san Frutos ya se sabe. No en vano lo bautizaron al buen godo eremita con la sobrehúsa del pajarero. Uno se siente a gusto por estos riscos buen tiempo de septiembre de alboradas frías pero a más de mediodía estorba la chaqueta.

Mi amigo Elpidio que es cura por estos contornos no diré cual pueblo y el nombre también es fingido nos tumbamos a la bartola a tomar pan apoyados de un codo como hacían los romanos que se derrumbaban para comer-costumbre que aún se conserva en Castilla sobre todo en el campo- en su triclinio y  en un ahí nos las den todas le echamos mano a unas tajadillas, un torrezno, un par de cascos de cebolla comida humilde y sana regada con unos cuantos tiempos a la bota y de hoy en un año.

Es la hora de tomar el pan y aquí se está bien.

El reloj marca las cinco y nosotros llevamos desde la salida del sol zamarreando por estos tesos entregados a la noble ocupación de ver pájaros, no matarlos, sólo diquelarles con nuestro catalejo y tirar alguna placa, cámara digital en ristre.

 Barzoneábamos por los terreros y nos saludaban desde lejos las retamas y la flor de la camamila. Tierra de pan llevar a trechos. El jabalí y el lobo al acecho. Yo llevo un eremita en mis adentros y así se lo confieso a don Elpidio que comprende mi asqueo de la civilización, del tráfago, el pago de la hipoteca, los atascos y el metro y alza la mano y señala unos gollizos que parecen la marca de un glaciar en los bordes del inmenso lago. Allí estaban las cuevas de los Siete Altares.

-Lo ibas a pasar mal. Te ibas a aburrir de lo lindo. La vida cenobítica que tú ansias no es nada fácil.

Acaba de pasar el vilano y se dirige por la hondonada hacia Fresno de Cantespino que es el pueblo con el nombre  más bonito más sonoro de Castilla después de Madrigal de las Altas Torres. Allí, hacia el año 1111 vivía con su amante el Conde de Cantespín cuando su marido legítimo vino a por ella, mató al conde y se llevó a doña Urraca la pobre a un convento de Teruel.

Ella, cabra que tira al monte, y cerrera de condición, se escapó del aragonés con la ayuda de sus mesnaderos castellanos.

Hablamos de mujeres pero Elpidio, mi compañero de terna en el seminario hace ya muchos años, pone oídos de mercader, no suelta prenda. Ya a estas edades... Si los curas se jubilaran a mi compañero le tocaría dar carpetazo el año que viene pero los curas no se jubilan. Sirve a cuatro parroquias y dos anejos. Está hecho un roble, pero misar todos los domingos y fiestas de guardar supone un recorrido de sus buenos ochenta kilómetros entre pitos y flautas. Tiene que binar consagraciones y ponerle mucha agua al cáliz de su sacerdocio. Una vez, cuando iba a decir la eucaristía de un pueblo a otro, le paró la GC y en un control de alcoholemia dio positivo. Don Elpidio le explicó su problema; siete misas en siete pueblos, una tras otra.

-Y a mí no me gusta aguar el sanguis. La sangre de Xto. es la sangre de Xto. Y hay que apurar el cáliz hasta las heces, mi sargento.

-Pues va usted aviado, padre. Pero siga su camino.

 El sargento de la Benemérita hizo la vista gorda y a nuestro curilla no lo metieron en la cárcel ni le quitaron puntos del carné. Hay escasez de sacerdotes, la juventud ha dejado de ir a misa, que en las parroquias sólo aparecen viejos, y abunda la violencia de género. Y como las cosas no parece que tengan remedio pues litro  y medio. Agua y ajo. Si te pega tu Paco pues agua y ajo. Ay Paco. Mi curita tuvo que ir a poner en muchos sitios paz. Es una tarea muy complicada y desagradable porque dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma opinión. Mejor no interferir. De algo tan positivo como es la emancipación de la mujer que es persona humana, que busca su vida y su libertad, se ha derivado una problemática que parece insoluble tal y conforme están las cosas.

-La cuestión es insoluble pero el matrimonio es indisoluble nos decían. Algo para toda la vida.

-También existe en esta tierra nuestra mucho moro posesivo. Dios nos libre de los celos de Otelo y del maté porque era mía.

-No, no las matan por cuestión de sexo,  Elpidio. Ni siquiera por la honra a lo mejor. Las asesinan porque se ven perdidos y en la calle. Es cuestión de pasta y de dineros. Los jueces fan toda la razón a ellas que se quedan con todo y ellos se desesperan. El origen de los litigios conyugales como todo tiene un matiz económico. Sin embargo, discuten y andan a palos.

A don Elpidio le da mucha pena que antiguos feligreses suyos buenos padres de familia acaben en la rúa de vagamundos. Y todo porque se llevan mal con la parienta. Tratan de meterlas en vereda pero por el testamento y la maldición de doña Urraca que vaga por estas tierras cuando una mujer sale traviesa no hay dios que las meta en vereda. ¿Solución? Agua y ajo.

-No sabes el favor que me hizo Dios cuando abracé el celibato, Antoñito.

-Pues sí y lo que decía don Camilo a sus guardias si no podéis ser castos por lo menos sed cautos.

-Yo estoy casado y me ha ido bien aunque con todo y eso tocó pasar mis malos trances, pero en general bien no me arrepiento

Las desavenencias conyugales son incluso en el campo no ya meramente en la ciudad una pandemia. Ha caído una estructura. Se acabó una forma de vivir y abre sus batientes el portón de una nueva era. Está claro que la mujer tiene derecho a su libertad, no vale aquel prejuicio de la pata quebrada  atada a la mesa y en casa como pretendió hacer Alfonso el Batallador con doña Urraca. Hoy las mujeres salen. Son más independientes. Eso es de cajón y en ese cajón puede que también esté metida la Iglesia. Que tendrá que andar lista, reformar su estructura ni meterse en bernegales. Los patrones medievales no sirven. Uno visitando estos riscos, y todos estos pueblos románicos que vivieron a la sombra despreocupada de un campanario durante milenios, tiene ese barrunto. Que faltan curas es un secreto a voces y que, si esto sigue así, muchas iglesias de Castilla, Andalucía, Asturias, Aragón, León, tendrán que echar el cierre. Por agotamiento de la raza. Que una institución tan veneranda como es la familia, tan arraigada en España, pues nuestro país tiene una constitución tribal, dé en quiebra traerá aparejado que se cancelen muchos templos. Don Elpidio y yo hemos sido testigos de este cambio que hará cosa de medio siglo nos parecía inasumible.

-¿Sabes quien era doña Urraca, Elpì?

-Pues que ha de hacer. A los moros por dinero y a los cristianos de gracia.

- Hay que ver. Los curas estáis en todas. Eso es con lo que amenazaba a su padre Fernando I de Castilla cuando hizo las particiones del territorio. Meterse a puta si no le daban una hijuela con más garantías.

-Le tocó Zamora la bien cercada. Por uno la cerca el Duero y por otro Peñatajada.

Mi amigo Elpidio que ya nos sorprendía en el seminario cuando era capaz de soltar una tesis de Aristóteles en latín sin perder el huelgo. Tenía buena memoria y era un apasionado de la historia. Un cura tiene que saber de todo. Pero a la pobre doña Urraca, que era algo pendón, su marido el Batallador y hay un documento en Simancas que así lo avala, la sacudía el polvo. A ella a lo mejor le gustaba la marcha: “Faciem meam suis manibus sordidis multoties turbatam esse; pede suo me percuisse omni dolendum est nobilitatem” (tengo la cara desfigurada por sus puñetazos y me pega  patadas en el trasero; lo que me duele no son los golpes sino que se haya olvidado de mi dignidad de reina.) Que ande a puntapiés un rey con su reina no es cosa que se vea todos los días pero la violencia de género no hace distingos de condición. Escala los talamos y los altos estrados. Este testimonio del siglo XII ya demuestra que el zurrar a la parienta es más viejo que el andao para adelante y no se detiene ni ante las propias testas coronadas.  Luego mi amigo Elpidio socarrón me dice que si la zurraba algo haría. Y aquello de si te pega tu Paco pues agua y ajo. Es mejor no meterse en estos enredos. Aunque no hace ascos a la idea de los curas casados dice que el celibato demuestra la sabiduría de la iglesia.

-Y su hipocresía-le replico.

-Yo creo que estamos muy bien así.

-Pero sois lo último de una estirpe. Esto es un fin de fiesta.

-Que te lo crees tú.

-La vida de casado es más dura que la de soltero-, salto yo como un resorte.

-Partim eumdam partim diversa, Antonio. Que no eres lógico y te has olvidado de la asignatura que nos enseñaba don Fausto López.

-La verdad amigo mío que sois un poco misóginos.

-Qué va. Somos más cómodos.  En la vida hay que evitarse complicaciones. Ya sabes lo que dice el Eclesiastés de ellas: aula diaboli, aquilonis percussio.

-El aula diablo y el picotazo del escorpión. Pero creo que la mujer es también lo mejor de la vida.

-Puede que sí y puede que no. Dubitatio metódica cartesiana que decíamos de seminaristas.

Elpidio el cura se me queda pensativo y añorante y murmura:

-Yo no sé. No tengo experiencia. Nunca lo caté. Tampoco lo echo de menos.

-¿Nunca? Ni un vulgar casquete

-Moriré entero como mi madre me echó al mundo.

Le creo. Mi condiscípulo era incapaz de mentir desde cuando éramos pipiolos y juntos ingresamos en el seminario a< los once años.

-Qué cosas. De buena te libraste pero yo también conocí a párrocos que andaban con el ama a puntapiés como Alfonso el Batallador.

-De todo tendrá que haber en la viña del Señor. Puede que existiera ese tipo de violencia en las sacristías. Al fin y al cabo los curas también somos hombres.

Está diciendo la verdad, don Elpidio no es el típico cura mocero o el que se va de marcha a los puticlubs de carretera. El un buey suelto que bien se lame. Toda su vida muy independiente. Para él el celibato no ha supuesto problema. La soledad sí lo es. Las bodas de plata de su sacerdocio las celebró en el 92, año mágico. Ni feliz ni infeliz. Todo a ratos. Tuvo que pasar malos trances porque ha vivido una de las épocas más traumáticas de la iglesia. Ha sido un buen cura de aldea. Lo que le costó más duró fueron las innovaciones litúrgicas, pastorales e incluso teológicas que vinieron con el Concilio y que para muchos curas fueron una especie de cambio climático. Un terremoto. Un tsunami en rectorías y curias.

-¿Sería el cambio para bien?

-En algunas cosas-responde don Elpidio- sí en otras no tanto.

Ahora le preocupa la violencia de género y me lo cuenta. Muchos de sus feligreses se están separando. No se aguantan. Las casas y las familias se vienen abajo. Y yo le digo que más valiera que esos maridos acaparadores echasen un poco más la vista gorda, tuvieran más mano izquierda y sepan lo que contaban nuestros abuelos de que los españoles solemos tocar a siete y una tuerta, viejo resabio del harén moro que corre por nuestras venas.

-Eres un machista.

-Lo que soy es realista.

Elpidio me mira con aire de superioridad incrédula y abandonamos el lugar ameno. Se desploman sombras desde la montaña, corre una brisilla y hay que ponerse la chaqueta. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Y la cuestión de la jodienda no tiene enmienda. ¡Si tuviéramos la mano un poco más quieta! Me acuerdo del testamento de doña Urraca, una reina de Castilla, nacida en Oviedo, que fue algo ligera de cascos y a mí siempre me cayó simpática pues llegó a contar entre la larga lista de sus amantes con un arzobispo. A los cristianos de balde ¿Y a los moros? Por dinero, pero de ellos no hay registros en las crónicas. Callades, hija callades, le dijo el rey Fernando su padre al testar. Esa palabra no pronuncies.  Y ella gritó puta con más fuerza. A los moros por dinero y a los cristianos de gracia, lo que tradujo en verso libre Quevedo con aquello de gallinas y mujeres todas ponen. Unas, huevos y otras, cuernos. Pobre doña Urraca. Fue la reina de los tristes destinos como doña María de Molina.

-No murió por las tabernas, ni tampoco tablas jugando que él murió sobre Zamora, vuestra honra resguardando- cantaba el romance.

 Deslices de la humana naturaleza. Pobre doña Urraca.

-Me alegro, sin embargo, de verte, Elpidio. Estás hecho un toro.

 Se ríe y dice:

-No creas, las apariencias engañan, también caen los cedros del Líbano.

 

Luego al despedirnos echamos el ultimo traguillo de la bota y él me bendice unos rosarios que he traído para regárselos a mis hijas. A ver si con la bendición de Elpidio encuentran un hombre que no las maltrate cuando se casen.

 

 

 

XLVII

 

 

 

ENRIQUE IV “TENÍA UNA GRANDE VERGA”

 

“E EL Rey don Enrique Nuestro Señor aveva una grande verga nos daba deleite como cualquier ome pagando su débito viril en la coyunda”. Este testimonio aportado por las meretrices de Segovia y  que recoge  Marañón  en su estudio biológico sobre el tan denostado rey castellano tira por tierra, al parecer, todas las acusaciones de impotencia que contra su real persona descargó la historia.

 La historia no la escriben los vencedores sino los traidores y este puede un caso manifiesto de interpretaciones de tercería interesada y capciosa.  Los parciales de su hermana doña Isabel le sentaron las costuras. ¡Pobre hombre, un pelele difamado en los anales! Cometió un delito este buen rey y fue el enajenarse con los judíos de Segovia. Las cosas sin embargo no fueron tan negras como las pintan ciertos autores- Con don Enrique Castilla acusa los estertores de una nueva época, la moderna y eso trajo convulsiones sociales: carestía de monedas de vellón, bandidaje que venía de Francia e Inglaterra, un cúmulo de malas cosechas pero los cronistas obvian la gran arquitectura de aquellos años de los últimos castillos mudéjares, la invención de la imprenta que tuvo por escenario un pueblo de la provincia donde se dieron a la estampa los primeros documentos en letras de molde sinodales de Aguilafuente nuestro primer incunable que data de 1472.. El rey y el obispo contrataron los servicios de un ambulante bohemio del que apenas se sabe más que el nombre: Juan Parix, que viviría en  el alcázar. Los sinodales de Aguilafuente se publicaron de la mano de este maestro dicho año.

A Su Majestad se le quiso mucho en Segovia donde tenía su corte gran parte del tiempo cuando se iba a cazar a los montes de la Despernada. Curiosamente vivo cerca del castillo de Villafranca donde estaba la guarnición de este castillo  denominado del Aulencia, en los predios de las dos Villanuevas la del Pardillo y la Cañada que por entonces eran tan sólo monte pero aún quedan las eras de la antigua villa hoy desaparecida. Su abulia y su amor a la caza puede que se confundiera con la impotencia y no era otra cosa que cierto desencanto con aquella Castilla que le tocó vivir plagada de intrigas y de conspiraciones promovidas por la nobleza, la jerarquía y los judíos. Tedium vitae. Hastío de la vida. Desencanto de la política.

 Tanto el historiador Alonso Palencia como Hernández del Pulgar eran amanuenses a favor de su hermana Isabel a la que se denominó la Reina Católica, amanuenses amañadores porque exageraron o deformaron algunos sucesos y sólo el franciscano Diego Enríquez del Castillo al que nombró don Enrique su cronista particular tras la muerte de Juan de Mena, se permite hablar con cierta discreción y benevolencia sobre estas supuestas mermas de Enrique IV pero sin echar su cuarto a espadas a la hora de desbaratar ciertos infundios. Desde luego le tocó tarifar con aquellos arzobispos como don Alonso Carrillo que era una mala bestia. Aun se le puede contemplar a su reverencia de cuerpo entero vestido de pontifical ante el convento alcalaíno de las monjas de San Diego, de mediana estatura y mediana edad, renegrido, calvo y con malas pulgas. Tarifar con dicho prelado no debió ser fácil porque era un señor de horca y cuchillo y enseguida sacaba la espada. Utilizaba el báculo cual arma arrojadiza. Era un aguerrido prelado prevenido en frontera.

 Él fue el promotor de la gran afrenta denominada el pelele de Arévalo. Este acto infausto no ocurrió en la villa arevalense sino en Ávila. En comandita con el obispo de Calahorra el cual sería más tarde el cardenal Mendoza – tuvo 33 hijos naturales reconocidos-, el marqués de Villena don Juan de Pacheco y después de destronarle arrebatando de su cabeza la diadema de la corona, el cetro de su mano y el manto de armiño de sus espaldas nombraron soberana y heredera a doña Juan la Beltraneja supuestamente habida de su matrimonio con la reina doña Juana la portuguesa pero de cuya concepción hablaban las malas lenguas fue debida a don Beltrán de la Cueva la Beltraneja.  El urdidor verdadero, el que manejaba los hilos  de la conjura en la sombra, muñidor de todos los enredos, fue uno de esos personajes siniestros que de vez en cuando cruzan por la historia de España: el marqués de Villena “ni palabra mala ni obra buena”, De don Juan de Pacheco quiromante y conocedor de sortilegios y artes diabólicas se hablaba que tenía dominada la voluntad regia, que le había dado un bebedizo. Marañón presume muy bien que don Enrique sufriera de melancolía en parte porque la reina portuguesa debía de ser un caso parecido a doña Urraca, una ninfomaníaca que a los moros por dinero y a los cristianos de balde. El rey empezó a sentir la depresión psicológica a raíz del repudio de su primera esposa doña Blanca de Navarra de la que no hubo descendencia al parecer por esterilidad de la soberana,  y esto consta por el testimonio del privilegio de “fiel de fechos”(una especie de báscula moral que levantaba acta de los actos humanos incluso los más insospechables), bárbara e inaudita costumbre de los tiempos medievales porque en las bodas regias y para conjurar los achaques de bastardía y de cuestiones de legitimidad que dieron pábulo a no pocas guerras se colocaban en la cámara regia tres pajes, un notario y dos pincernas y todos ellos testificaron que doña Blanca era virgen y que fue desvirgada en la noche de bodas, como corresponde, y que el lienzo que pusieron sobre el lecho fue manchado con sangre y  esperma. El paño de pudores dijo, máquina de la verdad, que su Majestad no tuvo contratiempos en su noche nupcial. No sucedió pues lo que cuenta Góngora en su inmortal soneto:

Con Marfisa en la estacada

Entrose tan desguarnido

Que su escudo aunque hendido

No pudo rajar la espada

No se vio en trance tan crudo

Ni vuestra vergüenza pudo

Cuatro lágrimas llorar

Siquiera por dejar

De orín tomado el escudo

Estos mirones pudieron dar cuenta de que el rey no era impotente y que tenía todo el aparato genésico en condiciones. Era un varón de aventajada oscura, de aspecto taciturno y reservado, tardo en sus reacciones, de enfermizo semblante, y dicen los cronistas que “allá donde ponía los ojos mucho le duraba el mirar”

 Los juicios que vierte Marañón sobre la impotencia de don Enrique acaso fueran juicios de parte o meras conjeturas sectarias: el pie valgo o plano, el aspecto fofo y algo feminoide de su persona (no vamos a entrar en detalles), aunque es posible que esa pérdida de la virilidad ocurriera debido a una enfermedad de carácter urinario como el mal de piedra y a lo mejor un cáncer de colon o de próstata, agravados con la edad. Se le acusaba al propio tiempo de verse rodeado de una guardia morisca – nada de particular tenía esto porque el rey cristiano se fiaba, lo mismo que Franco, más de los musulmanes que de los cristianos- y de haber adoptado algunas de sus costumbres como sentarse a la morisca y deleitarse con música de adufes, gaitas y chirimías.  Hablaba la algarabía que aprendió de mozo en la campaña de Andalucía porque fue el primer que tomó la plaza de Gibraltar incorporándola a la corona de España.

Tales cargos señalaban que era “una ofensa a la religión cristiana el traer consigo a moros infieles y de holgar y salir a cazar en su compañía y que esta gente eran expulsos o prófugos de Granada donde no habían querido seguir la facción del rey Chiquito (Boabdil) y que forzaban a las cristianas que encontraban de camino”.

Para mí al igual que para muchos historiadores todas estas hablillas son el resultado de la falsedad, del mal ejemplo, el ansia de poder y la hipocresía de aquellos príncipes de la iglesia: el ya mentado Carrillo, el cardenal Mendoza, el obispo de Coria, Iñigo Manrique, el almirante don Fadrique Enríquez que era el suegro del rey de Aragón don Juan padre de Fernando el católico, y era judío converso. Todos ellos más que en el bienestar de sus súbditos y el ejemplo y la edificación de sus fieles tenían su mira puesta en las riquezas, en los devengos, martiniegas, diezmos y primicias. El pueblo esquilmado gemía bajo la bota de todos estos tiranos, algunos eclesiásticos como los maestres de Santiago que por acá dieron bastante guerra y los de Calatrava, y otros de la más encopetada nobleza que se jactaban de traer sangre de los godos y de venir de la pata del Cid.

 La historia demuestra que esta divinización de los templarios se corresponde con una verdadera demonización, con los poderes ocultos Aquellos monjes soldados asimilados a monasterios fronterizos en punto a cristianismo dejaban bastante que desear por crueles y malsines y opresores del pueblo como fue el caso de la trama de la famosa comedia de Lope, Fuenteovejuna: un reitre calatraveño abusa de una moza y el pueblo pide cuentas al rey que entonces estaba por encima de la Iglesia

Le hicieron abjurar a don Enrique en la reunión habida en la villa de Cigales (buen vino debieron de beberse aquellos señores) pero luego el rey como era irresoluto y de carácter inhibido se volvió atrás y se fue a cazar puercos a los montes de la Mocha Chica y de Navalcarnero y ello daría lugar a toda una guerra civil, a las banderías famosas castellanas del siglo XV a los despechos del maestre de Calatrava don Pedro Girón a varias luchas y batallas entre castellanos y portugueses por culpa de la Beltraneja: las batallas de Toro y Albuera y al tratado de los Toros de Guisando, un punto de inflexión en la historia española, pues no hay mal que por bien no venga, en el que Enrique IV nombra su sucesora y princesa de Asturias a su hermana Isabel.

Hay en Segovia o había dos olmas principales. Una era la de San Miguel donde fue jurada reina la princesa de Asturias un 12 de diciembre de 1474 y otra la olma del convento de San Antonio el Real paredaño al palacio del monarca.

La leyenda dice que fue el rey nuestro señor don Enrique de Trastámara el que la mandó plantar y yo la he visto oronda y solemne echar ramas muchas primaveras a este prodigio forestal pues estaba cerca del Campillo, donde comienzan los arcos del acueducto y donde yo jugaba de niño al fútbol en los terraplenes del campillo. Esta olma fue talada en los años 80 a efectos de la grafiosis una enfermedad forestal que acabó con nuestras famosas olmedas, pero la conseguí fotografiar.

Cuando iba a mi pueblo ante esta olma me cuadraba y me echaba a temblar, guay de mi España. Don Enrique al que tanto quisimos en Segovia porque fue un poco el alma de la ciudad, que recibió como señorío propio a la edad de catorce años de su padre el rey don Juan II y a la que gustaba de llamar mi Segovia no fue ni tan impotente ni tan malo como argumentan sus detractores. Es un consuelo saber que “tenía una grande verga”, una buena polla castellana, vaya. Con lo que querrá decirse que era un hombre como los demás, ni mejor ni peor, muy campechano y convival como eran en otra época los que nacieron a los pies del acueducto, que gustaban de comunicarse, darse los buenos días, acudir a las ferias y a las bodegas, echarse de vez en cuando una cana al aire, devotos hasta cierto punto y don Enrique profesaba un fervor muy significado a san Antonio de Padua y pertenecía a la cofradía de las cinco llagas, (lo enterraron en Guadalupe de hábito franciscano) pero sin pasarse, amante del traguillo en la bodega y una charla con los amigos ante una ración de escabeche bonito de cubillo en que se contaban historias de cuanto entonces y se adobaba la conversación entre besos al jarro y de hoy en un año, salud es lo que hace falta, que en el cielo le veamos, si se brindaba por un difunto, con retraheres y chascarrillos, en una palabra, un castellano de pura cepa, nada engreído y al que la corona le venía un poco grande y acaso el cetro le pesara más de la cuenta, prefería la cachava. ¿Entonces por qué le difaman? Por crueldades de la política y por veleidades del destino. Trataremos de esclarecerlo en este libro.  La historia -vuelvo a insistir- en este país no la escriben los vencedores sino los traidores.

 

 

 

 

 

XLVIII

 

ENRIQUE IV Y LA IGLESIA

 

La iglesia española había adquirido un gran poder e independencia frente a Roma gracias al llamado Cisma de Occidente. Una gran parte de los prelados de Castilla y Aragón se inclinaban por el pontífice de Aviñon en cuya sede se instaló uno de sus nombres de mayor relumbre: el Papa Luna Benedicto XIII. Hubo obispos tan significados como el primado de Toledo, Gil de Albornoz. Que estuvieron con la “legalidad” y la legalidad entonces no era el Vaticano.

 Se produce entonces una literatura y una tradición irreverente hacia la primacía papal habida cuenta que el poder en este lado de la cristiandad residía en el episcopado. Roma estaba lejos y no tardó en condecorarse con una aureola negra de corruptelaS, perversidades, puterío, practicas simoniacas y esta corriente de opinión se detecta en autores castellanos como Juan de Mena, el Marqués de Santillana, el Arcipreste de Hita y el de Talavera. Estas invectivas se disfrazan de alegoría como en el “Laberinto de Fortuna” (en la corte de Roma se excomulga a los vencidos y a los vencedores se corona”) y otras son más directas como en el “Libro del Buen Amor” (yo vi en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad). La Silla Apostólica es considerada un comodín y como juzgado de última instancia para dirimir litigios eclesiásticos, sobre todo, pleitos matrimoniales.

 Enrique IV quiere ver anulado su matrimonio con Blanca de Navarra y ello ocasiona una de las muchas contiendas civiles entre el príncipe de Bearne y la corte castellana. Pío II reclama dineros y da largas. Esto de las nulidades matrimoniales va a ser uno de los grandes negocios del palacio de San Juan de Letrán. Entre los reinos cristianos veían en el Papa la última ratio o suprema corte de apelación cuando querían dar marcha atrás en sus bodas, y éste con estos dimes y diretes y sus monseñores hacían caja. Caso palmario fue el de Enrique VIII cuando repudió a su legítima Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena. Los talamos regios estaban inquietos ahora y entonces. El sexo ha sido una fuente de divisas para la curia romana porque así son los humanos y porque el catolicismo se ha entendido como un problema de bragueta desgraciadamente en desdoro de las enseñanzas evangélicas. En sus predicaciones Jesucristo pasa de largo y como de puntillas en lo que se refiere a las relaciones entre hombre mujer. Sólo anatematiza contra aquellos que promueven el escándalo pero aquí tenemos a toda una ingente masa de confesores, curadores de almas y directores de conciencia que con mentes enrevesadas sembraron el bullicio, los escrúpulos y el dolor en muchas almas tiernas, haciendo caso omiso de los traumas que han causado en sus dirigidos cuando se han producido abusos sexuales.

 La Moral y los Cánones nos llevarían siempre a un terreno pedregoso de quien peca, cómo y con quien. Por ejemplo, en la edad media se consideraba un pecado muy gordo ver desnuda a la mujer. Sólo estaba permitido el coito dentro del tálamo conyugal y así y todo sin morbo, a pelo, el aquí te pillo, aquí te mato porque incluso dentro del lecho canónico, el goce se consideraba una desviación de la moral cristiana. De Roma llegaban las bulas de cuaresma, los reescritos, los anatemas, las sentencias inculpatorias por concubinato o la absolución de culpas que eran materia reservada al Papa. Estas prácticas se consideraban una rutina pero el pueblo era muy creyente, creía en el cielo, el infierno y el purgatorio, y al morir dejaba mandas de misas y de limosnas o hacía donaciones pro ánima que tanto han enriquecido a la Iglesia. Los obispos eran magnates y sus clérigos próceres.

Gozaban de inmunidad penal y en parte su poder se acercaba al de los mismos reyes. Sin embargo, dentro de esta jerarquía corrupta y dominante de los siglos XI al XV, cuando los arzobispos eran próceres y señores de horca y cuchillo, nunca estuvo el cristianismo tan arraigado y seguro de sí mismo pese a las limitaciones de sus pastores que a veces eran lobos disfrazados de piel de oveja, ni fue tan firme la fe. Existía el convencimiento de que el cristianismo era la religión verdadera y mi país con razón y sin ella. Se moría por esa fe. ¿Por qué? Porque había un propósito común de avance frente al Islam y una liturgia que se extendía por toda Europa desde Portugal hasta Suecia y desde Inglaterra al Principado de Moscú. ¿Y el Papa? una especie de cuarto dios después de la Trinidad, como señala Clarín. Entonces la Iglesia tenía un cuerpo muy grande y una cabeza pequeñita que no se asomaba a la televisión y vivía prisionera en San Juan de Letrán, lo que exacerbaba su carácter mágico. Se le besaba el pie y todos los reyes querían ganar como mejor trofeo de sus vidas la rosa de oro o ser proclamados defensores de la fe como ocurriría con Enrique VIII de Inglaterra el cual despechado en sus anhelos de disolver su matrimonio con Catalina de Aragón, se puso de manos traseras, renunció a esa fe que defendía y fundó una iglesia por su cuenta. Al intentar rebasar el límite de sus competencias el pontificado se produjo la hecatombe religiosa de la edad moderna. En parte Roma tuvo la culpa de Lutero y de Calvino.

 La otra culpa de la rebelión la tuvieron las epístolas de San Pablo que desencadenaron una tormenta de fundamentalismo y de Biblia a palo seco. Castilla se va a quedar sola en la quijotesca defensa de la utopía papal aunque los castellanos fuesen poco fervorosos en sus prácticas religiosas pero siempre respetaron la tradición. Enrique IV, aunque tibio con moderación, favoreció a los franciscanos y hace donaciones y mandas para que las Clarisas abriesen dos conventos en la ciudad. En uno de ellos estaba instalado su palacio y esta generosidad hacia los frailes menores se repite en Madrid y en Toledo donde dice la tradición que tuvo amores con una monja que era priora de aquella congregación.

La consecuencia a extraer de esta interpretación es que con frecuencia hacen más por Jesucristo los que se consideran a sí mismos pecadores que santurrones. Porque tan importante como la fe es la tradición y es por ende que al convertirnos en martillo de herejes en Trento los españoles nos enfrascamos en la defensa de una causa perdida. ¿Ocurrirá otro tanto con el mundialismo, el entendimiento entre civilizaciones de ZIP? En las Gesta Hispaniorum sale a relucir esta desconfianza hacia la primacía romana que se compadece con la alegría de vivir aunque fuese en pecado mortal. Los obispos no solían decir misa a diario, tarea que delegaban en sus capellanes. Únicamente oficiaban en las solemnidades. Y éstas tenían un poco de convención social y un mucho de espectáculo porque la Iglesia no consiste meramente en cánones y en casuística. Relata un historiador del siglo XVII que un confesor niega la absolución a un penitente porque había tenido cinco cópulas con su mujer en una misma noche… quinque in eadem noctem; eso era lascivia y un mal uso del sacramento del matrimonio destinado a la procreación no al deleite. Esta obsesión sexual que tanto daño hizo a la iglesia puede que sea una aberración de su doctrina soteriológica. La iglesia es también filocalía, culto a la belleza, melodía y misterio.

 La misa no viene a ser más que la representación alegórica y teatral del drama de la redención. Después de eso, que cada uno haga de su capa un sayo y allá con su conciencia. La norma evangélica es el ideal al que aspira todo bautizado a sabiendas de que contempla una meta inalcanzable. Los hombres hemos sido fraguados en barro.

 La fe del carbonero tan denostada tiene entonces lados inefables. Y un poco es la fe del carbonero la que practica Enrique IV quien no acaba de entender al primado Carrillo, su enemigo jurado. Se muestra humilde y pese a todo mantiene en su corte a un cabildo de capellanes. Uno de ellos será Diego Enríquez del Castillo quien escribió la crónica de la batalla de Olmedo pero un día que se fue de putas le robaron el ms. Seguramente los parciales de Alonso de Palencia.

Quinque cognitiones in eadem nocte. Que barbaridad. Entonces los había que eran superman. Sin embargo a estos clérigos disolutos, a estos obispos que iban a la guerra y tenían sus mancebas, creo que nadie se atrevería a profanarles una capilla o entrar una noche en un templo a robar hostias consagradas. Los culpables se expondrían a un buen ladrillazo de Roma. La iglesia de entonces era plaza fuerte. En la actualidad se bate en retirada y eleva a los altares a jerarcas tan dudosos como Wojtyla. Yo me quedaría con don Alfonso Carrillo que sigue ostentando su báculo y su mitra en esa estatua de bronce de Alcalá mirando para Cisneros que tampoco era manco por eso cabo y se fue a pelear con el sarraceno a Oran. Pero este concepto de la fe se defiende con la espada y de que la letra con la sangre entra la habían asimilado los cristianos de la tradición muslímica y de los largos años de brega durante la Reconquista. “Mete tu espada en la vaina” recomienda Jesús a Pedro en el huerto de Getsemaní cuando Cefas en un arranque de coraje corta la oreja a Malco uno de los que bajaron a prenderlo. Ciertamente el pensamiento cristiano es pacifista y “dejado” en los brazos de la Providencia pero la religión católica la integran seres humanos pecadores y de la misma forma que los mahometanos no siguen la ley del Corán con frecuencia y los judíos caminan por la historia de espaldas al Sinaí porque también son pecadores no se puede pedir peras al olmo ni exigir la perfección a la jerarquía eclesiástica de la cual ellos carecen. Esta actitud es muy condenable pero se encuentra muy extendida cuando se recrimina a los seguidores del Crucificado matar en nombre de la Cruz. Sin embargo los ocho siglos de la Reconquista ¿no fueron una guerra defensiva y, en cuanto tal, perfectamente lícito el batallar?

 

 

 

 

XLIX

 

 

EL CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR Y ENRIQUE IV

Y vi a don Hernando aplicado a su pupitre cálamo en ristre yugo y atril escribiendo en las largas noches de invierno en su aposento del castillo de Coca. Cartas fueron venidas y consejos anotaciones bíblicas para el que quisiera llevar. Al obispo de Tuy Diego de Muros arrojado a una prisión de Coimbra por haber echado en cara al rey de Portugal don Juan segundo sus insidias contra Castilla, corría el año 1478 y el poder regio primaba sobre el episcopal. Los mastines de la grey ladraban desde el púlpito excomuniones con brios apocalípticos. Los profetas y los que decían verdad eran arrojados al foso de los leones. Iban y venían con sus sacos al hombro cargados de profecía.

Ese año de 1478 nació el príncipe don Juan y todos creyeron que era el precursor o Mesías de las Españas que por entonces no era sino Hesperillas, nombre que debía al de una estrella speros que seguían los marineros griegos cuando viajaban al oeste en busca de las columnas de Hércules pero hete aquí que las famosas pilastras se estaban derrumbando pero este clérigo escritor proponía servir a dios con devoción, al rey con lealtad y a la patria con amor. Escribe a la reina doña Isabel instándola al aprendizaje del latín que le enseñaba Beatriz Galindo y dice que es lengua zahareña que no se deja aprender de los que tienen muchos negocios y preocupaciones en la cabeza pero muy recomendable. Al paso advierte a un canónigo de Sevilla tiempos revueltos y algaradas por lo de los cristianos nuevos que trajeron divisiones discrepancias, descalificaciones sobre la mala condición inquieta de natura de los españoles. El tal canónigo llegaría a ser cardenal de España y era converso pese a su apellido Pedro  Hurtado de Mendoza. “Los hispanos, señala, en la guerra son perezosos y en la paz escandalosos”. Tenía buen ojo clínico don Hernando y hace una evaluación periodística del mundo que circunvolaba en torno a su mirada aunque no deja de reconocer que se siente parcial del bando isabelino y detractor de don Enrique. Admite empero que el monarca lo era todo menos cruel porque a diferencia de otros ostentadores de cetro y corona de su tiempo – Juan de Portugal mató a su privado y a su propio hijo; en Navarra los envenenamientos estaban a la orden del día y el rey de Aragón respondía a las venganzas catalanas con la contundencia sangrienta y homicida del badajo de la campana de Huesca- no colgó a nadie y los desmanes en Castillas corrían a placer porque en los patíbulos crecía la hierba. ¿Por pusilanimidad del rey absoluto o por bondad? Vaya usted a saber. Lo cierto es que cualquier historiador avisado ha de notar una carga de animosidad contra sus personas. Es destacable en este terreno el rijoso Palencia clérigo de origen converso. También lo era Pulgar aunque no llegase a los extremos de animadversión de aquel rey cazador y abúlico que se convergería en el risum teneatis de los nobles de las intrigas lusitanas de los obispos en especial de del primado Carrillo y de Navarra. Le habían hecho casar a la fuerza con una princesa que llevaba las tres efes fatídicas de ser fea floja y fría y colorada[40]. No hay que preocuparse. Eros y Tanatos se unen en el mismo lazo y la muerte es el último de los dolores terribles pero dura poco lo mismo que el coito sexual.

Quemaron Escalona por entonces y otras muchas ciudades de Castilla a causa de las rivalidades y bandos entre las casas ducales, las episcopalías y los maestrazgos el de Calatrava con el de Santiago, el de Avis con el de Montesa. En el cerco de Montánchez por ejemplo perecieron mil jinetes y doscientos ballesteros. Toledo estaba revuelto y a favor del rey portugués. En Sevilla serían provocados desmanes por los conversos y hubo un asalto a la aljama. El pueblo se alza en armas contra la usura de ciertos prestamistas y el lujo y la lujuria de la iglesia dominada por antiguos rabinos. El biógrafo jurado de los reyes católicos escribe una carta muy sentida a la reina y ésta otorga el perdón general. Lo acontecido en Sevilla se relaciona con los desmanes habidos en Burgos cien años atrás y en Segovia casi paralelamente, en Toledo y en Zaragoza.

Pulgar entona un misereatur y aduce razonamientos del antiguo testamento que conocía bien y de los que están trucados sus cartas y sus comentarios a las coplas de Mingo Revulgo. El arzobispo hispalense es preconizado cardenal de Toledo. Se inicia la primacía de los Mendoza de gran importancia en la iglesia castellana.

Entona don Hernando el misereatur y le dice a la reina que mire en su magnanimidad cómo los hombres son todos inclinados al mal y le hace advertencias de la mala índole de los españoles quejándose de los tiempos disidentes y banderizos que corrían, suplica clemencia y doña Isabel se la concede.

El conde de Cifuentes cae prisionero de los moros en la batalla de Atarija. Muy afligido debió de estar el buen conde en su mazmorra cargado de cadenas. Como en el famoso romance no sabe cuándo es de día ni cuando las noches son si no es por una avecilla que le cantaba al albor, matosela un ballestero, dele dios mal galardón. Vía epistolar le consuela el buen cronista diciéndole que aprenda árabe pero maldita la gracia que le debía de hacer a Cifuentes iniciarse en la algarabía. Pagaron su rescato en una fuerte suma de ducados y regresa a sus posesiones alcarreñas harto enojado el prócer.

Muchos buscan el tenue consuelo de la filosofía. Estas décadas turbulentas en que el feudalismo da sus últimos suspiros están llenos de senequismo. Las gentes de bien emigran al exilio interior, el alma contrita. Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. En la corrupción de las costumbres están la destrucción y la muerte mientras los predicadores, esos mastines de los que hablan la Coplas de Mingo Revulgo, no dejan de proferir en sus broncos ladridos al barruntar el cerco de los lobos a la majada advertencias apocalípticas sobre el enojo de la divinidad contra una humanidad corrompida. Poco más o menos, la misma situación que hoy. Es por lo que el cardenal Mendoza, un converso, establece la Institución de Sevilla 1478 con enojo del maestro Pulgar que trasluce su disgusto y ciertas simpatías con los herejes y tacha de albardanes o burros a quienes critican su postura. Los quiciales sobre los que se soporta el cancel de las puertas del firmamento ceden a la furia de los tiempos. Escribe una carta, desengañado, a una hija monja profesa clarisa en Dueñas alabando su decisión de haber abandonado el siglo y haberse sacudido el yugo del matrimonio y vivir alejada de los miedos, los locos gozos y discordias, las lides acechanzas, iras, enemistades, mentiras, lisonjas, engaños, porfías, ambiciones, envidias, osadías, lujurias, fuerzas y estupros, menguas, pobrezas, adulterios, sacrilegios y herejías, calumnias, juicios inicuos, trabajos y latrocinios del mundo. Al trasluz de esta lista de maldades se observa que el ambiente no ha cambiado demasiado en las mentalidades del hombre del siglo XV y del XXI. El hombre, agrega citando a san Agustín, no puede vivir sin trabajo, sin dolores y sin temores. Avanza la técnica, llegan nuevos inventos pero la condición humana sigue idéntica a sí misma pese al celo de los moralistas, las evaluaciones y directrices que formulan los sociólogos y psicólogos. Es consuelo el que da la religión a los perdedores. Según él, guarda de los peligros y alegra el corazón aparte de que permite ver los toros desde la barrera, nos dice aquel padre desengañado y que recuerda con tristeza sus alegres años de estudiante en la Sorbona donde se encuentra con un compañero que había tomado el habito de los dominicos y le dijo que si no hubiera pecado tanto no habría aborrecido tanto el pecado. Una anécdota parecida a la que se produciría medio siglo más tarde cuando Ignacio de Loyola amista en Paris a Francisco de Javier. De qué te sirve el mundo si pierdes el alma.

Lejos del inmanentismo actual aquellos castellanos creían que esto era un valle de lágrimas o una mala noche en una infame posada. Lo importante, de lo que se trataba el existir, era la salvación del alma.

Hay en estas letras o cartas observaciones meteorológicas. Los siglos medievales terminan en el décimo quinto en que se enfría la tierra. Acontecen grandes rigores climáticos. Las montañas y los mares desatan sus furias y Pulgar ve también en esto una señal del dedo de dios.

Al obispo de Coria a cuya silla accede desde el decanato del cabildo toledano le dice que siente acidia y que le repugna el escribir porque estoy cansado de tanta muerte, tantos robos, asonadas, fuerzas y desafíos cada día más abundantes en las diversas partes de estos reinos. Don Francisco entra en su diócesis a lomos de una pollina blanca el año 1473. Descendía de conversos lo mismo que Lope Barrientos que ocupaba la silla de Cuenca y autor de Tizón de la Nobleza Española. La idea de la honra preside las relaciones y las cosas  hasta la desmesura al igual que el más allá.

Y es la religión el eje de marcha de la reconquista. El infiel tiene que ser dominado o convertido y que la cruz ha de triunfar sobre la media luna y el candelabro del tartaja. Ningún otro país del mundo fue víctima de ese ideal a excepción de los Estados Unidos que trata de imponer el parquísimo democrático como un dogma de fe. Como resultado de esta aspiración y de tratar de aplicar tu religión, tu forma de pensar a viva fuerza se desencadena la guerra y como bien demuestran las calendas de la actualidad que hoy son los telediarios. La mercadotecnia norteamericana vive por y para la guerra porque la guerra reditúa muchos más beneficios que la paz. Ya los romanos adoraban a la diosa Belona como compañera de cama de Mercurio. Las armas que arruinan y destruyen no pocas vidas y ciudades a una pequeña minoría les hacen ricos. Recordemos las arcas llenas de arena con que el Cid Campeador engañó a Raquel y Vidas haciéndoles creer que guardaban oro. Un detalle significativo que demuestra que en la Reconquista las aljamas hebreas tanto en la zona cristiana como entre los muslimes gozaban de la protección del rey castellano y de los taifas porque subvenían los intereses bélicos de unos y otros, prevenían las escuadras, dotaban de maquinaria de destrucción (espadas, torres de asalto, testuces, pólvora y artillería) a los ejércitos. Campos de Haceldama, el oro de Judas, la maldición del progreso, la usura como palanca de cambio. Claro que la táctica se volvió contra ellos en 1492 y esto forma parte de un asunto clave y misterioso- el bando de los poderosos hebreos se decanta por Isabel y luego ésta los expulsa- determinante la gobernación del último de los Trastámara tan denostado por sus enemigos. Detrás de su supuesta afeminación, relajo, impotencia del rey de la granada y del agridulce reinar se encontraba el auge del pensamiento castellano, de las artes, la literatura y la ciencia. El afán  de utopía del alma grandiosa castellana que soñaba otros mundos. Y detrás de don Enrique mal llamado el Impotente estaba la corte de su padre don Juan II con su estadillo de poetas, astrólogos, sus frailes iluminados, sus geógrafos. Nada surge por generación espontánea.

En Hernando del Pulgar se echa de ver esa típica melancolía española del escritor que se siente inerme de tanto batallar y solo, profundamente solo, recordando las ansias de su juventud, las izas y rabizas, el baile de la chacona con sus recuerdos de la vida bona, los amoríos ardientes que siembran la melancolía en el corazón apagado ya y sin fuerza de un viejo prostático e impotente. Amar después de los sesenta es hacer el ridículo. Cruzada esa raya liminal, los hombres se ven obligados a un voto de castidad forzosa. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar como escribió aquel gran poeta de la corte de Enrique IV, Jorge Manrique.

 

 

 

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ENRIQUE IV Y LOS JUDÍOS

 

Se ha intentado comparar a Enrique cuarto con Carlos II el Hechizado pero todos los historiadores son contestes de que no puede haber parangón tal. El Trastámara era valiente- fue el primer monarca que devolvió a España el peñón de Gibraltar y resultó herido en la toma de Archidona al poco- vicioso amante del vino y de las mujeres aunque es posible que también de los mozos y la sospecha de su bisexualidad no probada habrá de ser investigada, muy poco rezador y su amistad con los moros le hace ser sospechoso a algunos de sus contemporáneos de sectario de Mahoma. Le gustaba la caza, correr toros y cañas y más de alguna vez se le vio en algún torneo sobre el palenque pese a su horror a la sangre por las heridas inferidas en el asalto a las almenas de Archidona. Mientras el Austria era un imbécil y un caso clínico de los desastres a los que puede llevar la naturaleza: enano, casi deforme y supersticioso, puesto que creía en fantasmas  y en aparecidos. No Enrique IV no fue el baldón de la monarquía absoluta ya que en su época de convulsiones, revueltas y aventuras se crearía el germen de la unidad de la patria. Su hermanastra Isabel va a recoger el testigo. Los más calamitosos reinados que convirtieron a España en una caricatura de sí misma fueron dos: uno absolutista con trazas de constitucional el de Fernando VII y otro constitucional con trazas de absolutista el de Juan Carlos I al que puso Franco. Éste no solamente no ha recuperado Gibraltar sino que entregará Ceuta y Melilla a su primo el alauita y puso el país a los pies de los caballos norteamericanos que estampan sus cascos apocalípticos contra el empedrado internacional; la eventual secesión de Cataluña, el pavoroso desempleo juvenil, la llegada en masa de inmigrantes de todos los rincones del planeta y seres tan despóticos y repelentes como los que nos desinforman y nos desgobiernan. Con don Enrique España aun en agraz se estaba fraguando mientras con don Juan Carlos se descompuso y esto parece la corte de los milagros trufada de una turba de soplones y aduladores... Y todos estos buitres, epitome de la ambición y las ansias de poder dejan muy pálidas las esferas de aquellos maestrantes y magnates de la nobleza castellana de la decimoquinta centuria castellana: El primado Carrillo, renegrido, petizo, hombre correoso, generoso con los de su bando, violento, infumable eclesiástico, los obispos de Coria y de Mondoñedo, don Pedro Girón, don Suero de Quiñones el del paso honroso del Órbigo, el duque de Betanzos y otros muchos de la cuadrilla. Que aquellos prelados al lado de los “modelnos” se han quedado en hermanitas de la caridad. Ellos nos han tirado al lago de las pirañas. Con ellos por ellos y en ellos España va cuesta abajo.

 El solo hecho de haber ganado la plaza de Gibraltar al año siguiente de ser coronado debiera de hacer del Trastámara uno de los monarcas más honorables del elenco, pero aquí hay una conspiración sepulcral para los hechos medulares y los hombres que los claros varones de Hernando del Pulgar hoy son botarates se publica la gallofa, se persigue a los buenos escritores y los libros escritos en el reinado del Rey Felón duermen el sueño de los justos dentro de un cajón, olvidados en un altillo o una gaveta. En cuanto a lo de impotente vayamos por partes Porque ahí queda el testimonio de las putas de Segovia que don Enrique estaba mejor armado que un carabinero. Es un hecho ineluctable que se enamoró de una azafata portuguesa de su segunda mujer doña Juana de Portugal que se llamaba doña Guiomar de Castro. La reina la echó fuera de Segovia pero doña Guiomar siguió siendo visitada en Arévalo donde la puso casa y renta; y otro de sus romances lo tuvo nada menos y nada más que con la abadesa de un monasterio de Toledo que se llamaba sor Benilde. ¿No haría Enrique IV a pelo y a pluma? Que va o por lo menos no era tan impotente como dicen los que le calumnian.

Entonces, ¿de dónde le viene tanta infamia? Muy fácil. Sus relaciones con los judíos adquirieron un sesgo poco favorable porque ya en tiempos de su padre últimos años del reinado de Juan II se produjo el ultraje sacrílego de las sagradas formas en la iglesia de San Facundo que conmovió a la ciudad. La hostia que hervía en un caldero de la sinagoga empezó a subir por el aire y se produjo el llamado milagro de la Catorcena. Parece ser que tales actos sacrílegos suelen producirse cuando los judíos tienen mucho mando y es suceso continuo y lamentable en la España de 2011 al igual que lo era en la España de 1418: quema de las puertas de la iglesia católica de Santa Catalina en Majadohonda, atentado contra varios templos de Barcelona, robos de copones en los Caramancheles y así sucesivamente. El hecho en la Segovia del siglo desencadenó toda una conmoción popular. Esa enemiga o animadversión no sé si justificada pero real tenía un trasfondo económico porque los judíos eran los alcabaleros y freían a impuestos a la comunidad. Por otra parte se daba el hecho curioso de que los hijos de Moisés se bautizan aunque en oculto sigan practicando la Ley Vieja. Este parece ser el caso de Alonso de Palencia burgalés que era algo pariente de Pablo de Santamaría el rabino de Burgos que convertido a la fe de Jesús llega a arzobispo y su hijo Alonso de Cartagena al que se atribuyen las Coplas del Provincial y que sería obispo de Málaga era pariente de Palencia. En ese contexto habría que examinar el origen de las opiniones que vierte contra el soberano embadurnadas de contumelia y de hechos reales. Medias verdades. Su IV Década alude a las indecisiones y a los calamitosos sucesos por las burlas que cundían por todo el reino sobre los cuernos que le puso don Beltrán; sin embargo, su paternidad la reconoce su propia mujer doña Juana en Buitrago cuando es interpelada al respecto por el cardenal de Albi cuando iban a casar a la Beltraneja con el rey francés.

-¿Jura, Majestad, que Juana es hija del rey su marido?

-Sí, lo juro- dijo la portuguesa con un acento que tenía cadencias de fado. Su voz se perdió por los montes y valles de Somosierra

Se pasa por alto el que plantara por vez primera vez el pabellón castellano en la Roca de Gibraltar y amen de eso fuera el promotor de las guerras de Granada. Mucho apreciaba a los moros porque hablaba el árabe y había adoptado algunas de sus modas o lucía en el campo armas arábigas pero fue el primero en darse cuenta de que la unidad nacional tendría que tener un trasfondo de unidad de las tres religiones a la sombra de la cruz. Su hermana Isabel recogerá esa antorcha.

 

 

 

 

 

 

LI

 

AGRIDULCE REINAR

 

Aquella navidad de mi niñez tocamos la zambomba, hicimos música rascando la botella de anís con el almirez y cantamos villancicos ante el belén que había colocado mi hermano Nano adornando con musgo el portal traído de las peñas de la cantera donde se afanaba en su pobreza el Tío Enrique y su cuervo al que había enseñado a hablar y a decir palabrotas a los chicos. Con papel albar se hizo una especie de arrollo y a la orilla estaban las figuritas de las lavanderas. Un pastorcito iba camino del portal con un cordero al hombro. La cena pobre consistió en castañas y algo de asado. El villancico que cantamos aun resuena en mis orejas. “Sobre tu cunita niño he visto arder una farolica como la del tren… que alumbra con gas a la medianoche y a la madrugá” era un cantar ferroviario, muy apropiado para aquel momento pues  nosotros escuchábamos la lúgubre bocina de los mercancías y el lento piafar de las locomotoras entre humaradas de vapor. Vivíamos al lado de la estación cerca de la Dehesa Boyal que donó al concejo Enrique IV y donde se celebraba por san Pedro la gran feria de ganado. El pitido del tren traspasaba el silencio de la madrugada. Habíamos aprendido a distinguir los trenes que llegaban o partían por la señal acústica de los convoyes: el correo de Santander, el automotor de Medina o los trenes militares que llevaban soldaditos hasta África. Mi padre se puso algo melancólico recordado otras navidades del ayer, los pensamientos se alejaban en la evocación de las Nochebuenas en la majada o en el frente de Teruel. La Nochebuena se viene la Nochebuena se va y nosotros nos iremos para no volver más. Levantados los manteles, mi padre me preguntó si iba a misa de gallo y yo le dije que sí, tengo que ayudar. ¿Quién es el capellán? Don Valeriano. Pues abrígate, hijo. No olvides el tapabocas ni el pasamontañas. Había caído una gran nevada y era tan brillante la luna que la noche parecía iluminada. Hasta llegar a la fuente de la Dehesa tenía que pasar el puente de Valdevilla, atravesar la cuesta que eleva el Río Clamores al ocultarse como un Guadiana, cruzar por entre medias de la Base Mixta y la cárcel cerca de los jardines de Villangela, desde donde se subía por la plaza de toros a los centenarios depósitos de agua del acueducto, la fábrica de Caretas donde se fabricó el biscuter y la de Klein donde se fabricaran caretas antigás de la primera guerra mundial. Todo era campo por aquellos días de mediado el siglo XX pero en el siglo XV tupido bosque donde solía cazar el Rey Nuestro señor y sería precisamente en una quinta de recreo donde se alzaría el palacio-monasterio bajo la advocación de San  Antonio de Padua, hasta ahora, san Antonio el Real. Hacía yo el recorrido cuatro veces dos por la mañana y dos por la tarde y me conocía cada recoveco, cada castaño de Indias y allí empezó mi fascinación por Roma y por la historia de España desde aquel día que vi sacar unos huesos en una tumba romana que excavaron a la puerta misma  de donde estaba la casa del capellán de las hermanitas de los pobres. En el epígrafe se decía que la difunta era una “puella” (muchacha) que falleció a los quince años. Tanto el capellán don Pablo como don Valeriano leyeron el epígrafe y rezaron una oración por el eterno descanso de aquella adolescente muerta en los tiempos de Trajano. Hacía frío y me abrigué con el tapabocas. En la dehesa boyal dormían los rebaños de la Mesta: miles de cabeza de ganado. Los mastines me ladraban al pasar pero el rabadán de vigilancia me advirtió que caminase sin miedo, los perros no te harán nada, chaval, y menos hoy, repuso, hoy que ha nacido Dios:

-¿Vas a misa de gallo?

-Sí, señor.

-Pues felices pascuas, zagal.

Cerca de la base mixta y frente al dispensario antituberculoso me asomé a la verja donde yacía desportillado un carro de combate de la primera guerra mundial, ruedas enormes, ¿Qué haría en Segovia aquella reliquia de la batalla del Somme? Rápidamente al rebufo de los muros leprosos de la huerta de las monjas, altos muros misteriosos de adobe me planté en el convento escondido entre un bosque de olmas. Como don Valeriano se había puesto malo le sustituyó en el oficio el capellán del hospicio don Ramón. Que era un cura alto con un gran corpachón que remataba en una cabeza de garbanzo y una voz profunda. Conocía todos los misterios de la historia de España aquel buen capellán. Entré en la sacristía y sor Fuencisla la demandadera ya tenía preparadas las vinajeras, sentí su voz detrás de las cortinas de la clausura del coro bajo:

-Buenas noches, sor Fuencisla.

-Buenas noches, hijo y alegría.

-Sí, señora, alegría y placer que esta noche nace el niño en el portal de Belén.

-Me gusta ¡qué bien te los sabes! Debes de ser un chico listo.

-No se crea, sor, el latín no se me da mal pero no me entran las matemáticas

Sor Fuencisla estaba más contenta que unas pascuas y me dijo que en el convento hubo fiesta y también entonaron villancicos al Niño Jesús como en todos los hogares españoles por tan señalada fecha. Al poco llegaba don Ramón que venía tosiendo- pues era un empedernido fumador y moriría el hombre al poco tiempo de la caja cambios- desde el zaguán un tanto azacaneado y moviendo para los lados la cabeza y con las botas cubiertas de nieve manteos y capisayos al desgaire accionando los brazos largos. Pendulaba en todas direcciones  el buen clérigo su cabeza insignificante y pequeñita, de garbanzo. Sí; tenía un melón ridículo sobre los hombres pero en aquella testa cabía toda la historia de España de la cual nos daba clases magistrales y se cabreaba muchísimo cuando aquellos libros de texto ponían cosas muy desagradables sobre el monarca de la granada y del reinado agridulce.  Por eso en el seminario los latinos le pusimos de mote Don Cicerón que es lo que significa el apodo en la lengua del Lacio. Creo que por ese cabo me convencí de que el rey segoviano había sido difamado y que sería preciso rehabilitar su figura de tanto escarnio.

 Se vistió el presbítero a toda prisa los ornamentos blancos y yo mismo con otro monaguillo que se llamaba Otero salimos con paso solemne de la sacristía, uno portaba el cirial y el otro un incensario. El coro empezó a entonar la antífona:

Asperges me, Domine, hisopo et mundabor

Las notas gregorianas del asperges  en tono andante ma non tropo resonaban hermosas cantadas por las voces blancas de las clarisas y habían sonado en aquel templo desde su fundación por el rey don Enrique nuestro Señor durante medio milenio. Era el catolicismo “at work” en su gloriosa tradición de “business as usual”. Pasan las generaciones, nacen y mueren los hombres, las primeras que lo cantaron yacían en humildes sepulturas, amortajadas con el cordón franciscano de tierra en la Huerta del Nogal en el patio central del convento. Luego don Ramón con su voz cascada y potente de fumador empedernido pronunció el exorcismo:

Exaudi nos domine sancte páter aeterne Deus et mittere digneris

El preste sabía que su negocio tenía que ver con la eternidad y rogaba para que alejase el espíritu del mal a todos los moradores de aquella casa. Amén. Estaban todas las lámparas encendidas. El retablo de la crucifixión con sus maravillosas figuras de arte flamenco en relieve, tan vividas y tan copiadas al natural que hacían pensar en cómo era el rostro de los hombres en la edad media, no sólo los reyes sino los menestrales, los rabadanes y los tejedores que iban y venían a Flandes con la lana de las merinas de Segovia, refulgía como los chorros del oro. San Antonio de Padua, talla neogótica, con un misal en la mano, y su cerquillo de fraile menor iluminándole el rostro En las paredes de damasco colgaban algunos cuadros religiosos con reporteros en los cuales se representaba el escudo de armas de los Reyes Católicos, (que dotaron al convento, si bien fue su predecesor el que lo fundara habilitando para la ocasión una finca a la afueras que tenía para sus recreos cinegéticos) y escenas de la Natividad y allí estaban los bancos de roble macizo que lucían entremedias las armas de Castilla y el blasón del penúltimo de la Casa Trastámara: una granada. Buen símbolo porque decía don Enrique:

-He aquí mi agridulce reinar.

Estaban vacíos los bancos porque debido a la gran nevada había acudido poco personal a aquella misa del gallo. Únicamente cuatro viejas así como el carpintero Geroteo el mejor feligrés de aquella comunidad, una buena persona pero que tenía fama de empinar el codo un poquito y aquella Nochebuena habían pimplado de más porque olía a anís que le llevaban los demonios cuando fui a darle a besar el portapaz. Con esa generosidad de los beodos el bueno de Geroteo y sonriéndome cordial sacó de la pelliza una moneda y me dio un duro de plata:

-Toma, monago, tu aguinaldo.

Pocas veces a lo largo de mi carrera como monaguillo y seminarista he visto brillar tanta alegría y tanta munificencia como en los ojos de aquel borrachín. Tampoco tanto oro. El cristianismo suele ser generoso. Un duro cinco, pesetas de las de entonces constituían un dineral para los niños de mi edad. Guarde Dios tu alma cristiana, Geroteo y este gesto me persuade en mis convicciones de que nada es lo que parece en este mundo que hay que ir con pies de plomo a la hora de enunciar juicios de valor. Cuando fue a besar al Niño y yo sostenía a don Ramón el humeral, Geroteo con paso vacilante y la cara roja me guiñó un ojo. La misa terminó en la efervescencia y candor con que la liturgia católica guarda para esta santa noche. En la iglesia hacía un frío que pelaba porque no había calefacción ni estufas por aquel entonces. Sin embargo puede ser y así ahora lo pienso que la luz que fulgía de la estrella del portal de Belén calentase nuestros cuerpos y nuestras almas. Ya en la sacristía las buenas monjitas nos agasajaron con vino de misa soplillos y pastas. Sor Fuencisla que me tenía buen concepto me encareció que fuese bueno y que estudiase y que siguiera devoto de San Antonio. Así lo soy y lo he sido toda mi vida. El órgano remató glorioso una fuga de Bach interpretada por una de las hijas de Santa Clara de Asís que en el siglo había estudiado siete años de conservatorio, Sor Jesusa, y las notas golpeaban caricias sobre los empinos de las bóvedas de crucería y los arcos escarzanos y conopiales. Dirigiendo mensajes de amor divino hacia la luna llena que asomaba yerta y pasmada por entre los vitrales de la nave del crucero. Una Nochebuena más. A la salida y entre  la euforia de los vapores del licorcillo de consagrar más de tres copas generosas me tomé con la aquiescencia del capellán y de la propia priora que un día es un día, bajó un arco que lleva al salón del trono, tuve una visión. Yo vi acercarse a un caballero, llevaba sobre los hombros un ropón de cordero que le cubría la pelliza, un turbante como los de los moros. Era rubio, trabado de hombros, una barba rojiza, los pies grandes, las manos como manoplas de segador y un aspecto campechano pero había una indecisión que recobraba su persona, timidez y amabilidad, transmitía llaneza y familiaridad. Bien pudiera pasar por un tratante de los que acudían al azoguejo  los jueves de mercado y que después de comer cordero asado  regado con clarete de Peñafiel se ponían un palillo entre los dientes y se sentían felices en su pobreza, pero había una distinción en su rostro y unos ojos claros y misteriosos de rey godo, cuya sangre corría por sus venas mezcladas con las de todas las dinastías de Europa: los Valois, los Plantagenet, los Lancaster y la de la casa de Anjou y de Viana  y un cierto reposo pleno de dignidad, porque, “donde ponía- escriben los cronistas- la vista mucho le duraba el mirar. Este lento mirar le convertían en un ser distinto a los demás.  A todas luces se trataba de un personaje majestuoso. No debía de ser muy friolero aunque bien pudiera ser que los cuerpos gloriosos no acusan el acoso de los incidentes climatológicos ni padecen enfermedades. Era don Enrique igual que yo me lo imaginara. Me recordaba a mi abuelo con su nariz y con sus fuertes corvas, la cuadratura algo petiza de los labrantines que por aquellos días se pasaban la vida inclinados sobre el surco, segando, bieldando, dando haces en ese ir y venir castellano que llaman acarrear. Todo es movimiento y variación.

Se fue a sentar junto a una mesa de pino junto a un altar y se reclinó sobre el respaldo del sillón frailuno. Había mandado traer un brasero y de vez en cuando revolvía la ceniza con una badila.

-Hace frío en Segovia y mucho más la noche de Navidad. Ven, chiquito.

Comprendí quien era el fantasma. Mis sueños o mis delirios me habían trasladado hacia el propio Rey el cuarto de los Enriques de Castilla.

-Aquí estoy, Majestad.

-Somos paisanos. A ti te bautizaron en San Millán y yo recibía las aguas santificantes en la de San Martín.

-¿Y eso cómo lo sabe, Majestad?

-Las almas de los difuntos somos espíritus puros y podemos penetrar en todos los misterios de la condición humana. Conocemos el pasado el presente y el futuro. He venido a darme una vuelta por mi heredad. Este era mi palacio de verano. En vida a mí me gustaba mucho cazar. Cuando abatía un jabalí lo asábamos a la estaca en esa cocina enorme del monasterio que tú habrás visto y luego nos lo comíamos en amistad aunque  por su ley la carne de cerdo estaba prohibida. Menudas cuchipandas.

-Ya pero cuando el hambre aprieta vacan las normas y prescripciones del Alcorán. Dios es uno. Y mis súbditos bebían vino a escondidas. Eran mis mejores soldados. Como albañiles insuperables. Xadel Alcalde un morisco de Burgos con su cuadrilla de alarifes construyó estos muros donde tú estás. Eran los que trabajaban por estos reinos. De mi huerto se cuidaba un tal Abderramán y cultivaba un pegujal que era digno de ver por sus lechugas y sus rábanos. Ese Abderramán edificio el monasterio del Paular. Eran todos ellos moros de Aragón.

No me sorprendió aquella respuesta de aquel bien rey cristiano de ojos cansados que parecía harto de pelear. En aquella fatiga se reflejaba quizás la eternidad del mundo. Dentro del movimiento y variación todo es igual y también la sabiduría del conocimiento de los hombres. La condición humana sigue aferrada a los principios de la casuística. Me dijo que uno nacía ladrón, otro forzador de doncellas, aquel homicida y esotro para la gramática o la especulación. Unos se entregan al vino y a los placeres de la panza y otros sólo prueban el agua. Unos blancos y otros negros, unos grandes y otros chicos. Unos valetudinarios y enfermizos y otros que no toparon jamás con un galeno. Y entretanto realizaba estas reflexiones jugaba con la granada de su blasón como si fuese una pelota. Ama y haz lo que quieras, comentaba san Agustín pero eso es sólo retórica. Nunca se podrá acomodar a esa perspectiva de amar al prójimo como a ti mismo. Tales expresiones no resultaban sino hablar bonito. Tu pusilanimidad alteza nace de tu sabio conocimiento del ser humano. Prefiero cazar por esos montes. Las alimañas del campo son menos dañinas que algunos palaciegos de mi corte. Eligió buen símbolo como lema para su reinado agridulce. La granada es el fruto que más se parece al almíbar y al acíbar. Más que un blasón era una profecía. Entraremos en Granada mas eso quedará para mis sucesores. ¿Y de qué nos servirá vencer a los moros si no somos dueños de nosotros mismos?, dijo en un tono más reflexivo. La iglesia se había transformado en palacio. Sonó un rabel y unos puericantores cruzaron la habitación y saludaron al Rey:

-Buena pascua y buenos años, Alteza.

Don Enrique se les quedó largo rato mirando pero no pronunció palabra. Subía y bajaba la música del rabel alternando la clave de los arpegios. Uno de los juglares de palacio con motivo de la Navidad para hacer dedos componía un madrigal a su amada. Un rabino con un cantoral enorme con herrajes se llegó hizo una reverencia y le besó la mano. El librote que llevaba bajo el brazo era el Talmud con todas las enseñanzas. Se sentía el ladrar bronco de los lebreles de la jauría. Piafaban los mulos en las caballerizas. El pastelero de Madrigal en la cocina alimentada por leños de roble preparaba un guiso preferente. Otros rancheros doraban la carne de un buey que sería servido al día siguiente en el convite que daba su Majestad todos los años por estas fechas a los nobles de Segovia, al corregidor y al obispo. Le miré de nuevo y su aspecto era de total fatiga como si humillado y preterido hubiera alzado bandera blanca frente al cruel destino. Entonces despareció la visión. Todavía me dio tiempo a vagar por las dependencias de la mansión. Estaba habitada por frailes menores de la observancia y por claustrales. Los descalzos discutían con los calzados. Uno de forma muy violenta apostrofaba a un compañero que decía llamarse fray Pedro de Villacastín por habérsele visto por malos pasos a altas horas de la madrugada por los lupanares de Segovia y este respondía que acompañaba al rey en estas giras por la ciudad a casa de las visitadoras y que más pecaba la lengua que el ojo. Contó la historia de doña Guiomar de la cual el rey estaba muy prendado con gran enojo de la reina doña Juana. Otro de los religiosos contaba cosas maravillosas del monarca no sólo sus proezas sexuales de quinque in eadem nocte sino su fuerza inaudita de domador de leones porque tenía una partida de estos animales que le había regalado el rey de Granada y que él solo entraba en la jaula para darles de comer y que estas fieras en lugar de atacarle le lamían la mano. Observantes y claustrales se llevaban a matar por lo que la conllevancia resultaba harto problemática en aquel monasterio. Pleitos entre claustrales y observantes, la cosa llega hasta Cisneros y parece mentira que perteneciendo ambos bandos a la misma orden del cordón sus actitudes tengan poco de seráficas y mucho menos de cristianas. Igual ocurre entre los agustinos regulares y los monacales, el Carmen descalzo y los que llevaban zapatos.

 

Al rey cristiano de ojos cansados que parecía harto de pelear le hastiaba la vehemencia con que cada feudo enarbolaba su estandarte porque -sepan cuantos- era un príncipe que detestaba la violencia y se desmayaba a la vista de la sangre. Me preguntó qué quería ser de mayor y torció el gesto.

-Tú no vales para clérigo ni para político.  Tienes alma de guerrero pero como eso no puede ser, abrazarás la vida áspera e ingrata de las letras; escritor, mi cronista.

Aun desconociendo a punto fijo cual era el significado de aquel augurio que enunciaba (ciertamente, a mí me gustaba emborronar y mandaba mis articulitos y mis cuentos al “Sígueme” y a la “Hoja parroquial y alguna vez mi nombre en letras de molde) la idea me atraía. Escribir por tu propia cuenta y riesgo, tener ideas personales, no vivir a lo borrego, no comulgar con ruedas de molino y pensar por boca de ganso, lo que diga la masa, peligroso oficio y arriscado afán. Me iba a uncir al yugo compartiendo el infortunio y la soledad del hombre de letras. Largas vigilias, trabajo perdido, mayúsculas decepciones, mensajes del naufrago dentro de una botella. Vivir hablando y pensando con los difuntos apartándose de los vivos. A sabiendas de querer robar el fuego sagrado a los dioses y de entrar en el laberinto de Creta burlando al cancerbero universal, ese que no habla, no sabe no contesta y cuando lo interrogas hace un movimiento de sí o no con la cabeza. Recorrer el dédalo de la literatura si no llevas contigo el ovillo de Ariadna es exponerte a las cornadas del Minotauro que es un Mihura que no falla ninguna de sus embestidas. Los pensadores son humillados y ofendidos. Al vulgo no se le puede llevar la contraria que sólo cree en el poder y en la riqueza en los placeres del lecho y de la mesa.

-Pese a todo, niño segoviano, conocerás el Bien, la Verdad y la Belleza. Y ese es el Cristo- dijo su Majestad rompiendo un largo silencio de taciturnos pensativos- Aunque se desprecie la doctrina y las togas cedan a las armas. Serás rebelde y comunero.

-Entraremos en Granada, señor.

-Eso se hará. Pero yo no lo veré. Boabdil chiquito entregará las llaves de la Alhambra a mi sucesora y hermana. Se habrá consumado un sueño, culminaremos el prepósito de venganza de la ignominia de la Cava Florinda. Ese es el sueño de España, la unidad nacional bajo el reinado de la cruz. Yo no sé si lo he conseguido pero peleé en Gibraltar y aquí están las heridas en mi cuerpo para probarlo y mis caballeros, Enrique de Guzmán y el Conde de Niebla colocaron el pabellón de Castilla en lo alto del peñote.

-Actualmente sólo hay ingleses y moros.

-Hasta que Gibraltar no sea tierra española cundirá la desazón y volverán los bandos y las armas de los españoles unos contra otros-dijo el Monarca Misterioso. Y prosiguió:

-Soy amigo de moros porque quiero atraerlos hacia nuestra causa. Son buena gente pero acérrima. Muy cabezotas, hijo, muy cabezotas. Lo malo es que detrás del moro está el judío y ambas religiones confabuladas contra nosotros constituyen un enemigo casi invencible. Ello forma parte sin embargo de la maldición de don Rodrigo.

Casi me dieron ganas de abrazarle pero como sabía que era un ángel o un trasgo que bullía en mi cabeza no me atreví. Me quedé mirando para el artesonado de siete faldones que se alzaba sobre nuestras cabezas, una maravilla del arte morisco, con las estrellas de David labradas en pan de oro y toda esa esgrafía morisca de talante tan segoviano que huye de estampar en las paredes la figura humana y se entrega a los arabescos y ajarafes, en labor de ataujía, para no desairar al Profeta. Las tres culturas bajo la preeminencia de la cruz eran impronta enriqueña y se perdió mi mirada entre los baquetones y boceles de la capilla de Santa Úrsula. Más arriba coronaba el palacio la espadaña de ladrillo rojo con su tejadoz liso de pizarra, su tortea y su veleta. La campana estaba sonando a maitines y en el halda podría leerse la inscripción latina Henricus me fecit.

-Muchas misas me habrán dicho las queridas monjas

El aire se remansaba y cruzaba los ámbitos del monasterio una inusual quietud. Estábamos en el salón del trono el rey y yo arropados por la imagen del querido san Antonio que él donara y un cristo atado a la columna que debió de salir del buril del Divino Morales. Defenderemos la verdadera fe y Dios nos ayude. De lo que ocurra después mejor no preocuparse. Alguien llorará sobre nuestras cenizas. En la sala capitular la tumba que él construyó para su enterramiento. Lo inhumaron en Guadalupe al lado de su madre la portuguesa doña Juana. Recordé un cantar que me enseñó mi madre al Antonio divino y santo:

Si busca milagros, mira: muerte y error desterrados

Miseria y demonio huidos leprosos y enfermos sanos

El mar sosiega su ira, redímanse encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos

El peligro se retira los pobres van remediados cuéntenlo los socorridos díganlo los paduanos

 

En aquel instante el espectro despareció y yo me perdí por los pasillos del gran laberinto de la existencia.

 

 

 

LII

 

 

 

LOS MORISCOS

Me estoy temiendo la fecha de 1609 por algo que diré ayuso  con motivo de la llegada masiva de las pateras y el libro de las grandes reivindicaciones históricas que algunos dedos malignos abren hacia atrás- no pasa página jamás la Bestia- y con tal de causar el mayor perjuicio, con ánimo de injuria y grave daño moral, y de escupirnos en la sopa. Reivindicarán estos la memoria de Miramamolín y los intelectuales del pesebre se entregarán a la disipación y lucubración inteligente sobre el regreso de la algara. Esto de la alianza de civilizaciones no es más que un pretexto para execrar nuestro pasado y volvernos las mangas del revés. Los  moros tuvieron que partir porque, vencidos en el campo de batalla, no quisieron aceptar nuestras reglas. Curiosamente, los hebreos que tanto critican a España están utilizando la misma táctica programática en la franja de Gaza, guerra de exterminio, pero asimétrica: los potentes carros Merkava contra mujeres y niños y algún que otro adolescente que de vez en cuando lanza un petardo contra el ejército judío ¡horroroso! Da vergüenza ver a los seres humanos convertidos en chacales y a esos rabinos que rezan y balancean las filacterias subidos a un tanque invocando a un dios cruel al que piden licencia para matar expulsando a los árabes de su tierra prometida. Sencillamente no se adaptaron y picados de su orgullo se mofaron de los usos y costumbres. Han pasado cuatro siglos y seguimos en las mismas.

Fray Hernando de Talavera a raíz de la toma de Granada fue encargado por los Reyes Católicos de predicarles el Evangelio, tratarles benigno y con tolerancia pero los imanes reían en las propias barbas del arzobispo y confesor de la reina santa o se limpiaban el culo con las páginas de Marcos y Lucas. Total que siguieron aferrados a sus costumbres y practicando el bandolerismo. Tuvo que venir Cisneros, más drástico y puño de hierro en guante de seda pero menos contemporizador, y devolver el ten con ten haciendo con el Alcorán en la plaza pública una almenara. Lo que ha ocurrido el 11M testimonia  que, por desgracia, el Islam aunque predique la paz con la boca pequeña en el fondo es una preceptiva de guerra.  Y detrás de toda esta estrategia se encuentra Israel, su dios cruel y la filosofía del holocausto que ellos dicen haber padecido y la aplican a otros pueblos. Alá es grande. Este grito que entona el almuédano todos los días cinco veces desde lo alto del minarete es una convocatoria en verdad a la yihad.

¿Tendrá que volver a meterlos en vereda don Juan de Austria?

Triste realidad que a los españoles ocho siglos de continuo batallar lo refrenda pero aquí no se quiere ver la realidad, nos  venden humo y lo compramos a toneladas (ay si el humo gravara) con eso de la alianza de las civilizaciones, todo un invento que les sirve a los hijos del Imperio Dañado de antídoto o de pretexto para reconquistar la promisión mientras que para el Occidente será todo una triaca que acusará sus efectos mortíferos no tardando mucho. Nos dan belladona y la ingerimos por esa boquita como si fuese tila o hierba maría luisa. Hemos metido el enemigo en casa y estamos incubando los virus deletéreos que acabarán con nuestro organismo. Lo de esos chicos paquistaníes del Yorkshire y tan británicos que uno vendía fish and chips corrobora tal presunción. Y aquí cuando las morerías tan populosas como las de Barcelona, Valencia, Madrid o el Viejo Reino de Aragón y nada digamos de Murcia porque esta gente no ha venido  a ciegas sino guiados por sus consuetas que les han apuntado el papel de vengadores de Boabdil, la emprendan a tiros con ese furor ciego, ese fanatismo que los caracteriza, veremos grandes motines y convulsiones interétnicas. La secuencia de bombas y atentados terroristas no ha hecho sino comenzar.

-No hay que olvidar tampoco lo que pasa en Yugoslavia.

-Ni en el Bronx.

Esto del melting pot va a causar a nuestros nietos más de un dolor de cabeza. El mestizaje que practicaron los españoles en América, nunca los ingleses ni los alemanes protestantes, fue uno de los regalos del catolicismo a la cristiandad pero está visto y comprobado que sin la cohesión de los lazos  religiosos esto de la mezcla de razas es un wishful thinking.  Religión  vine del verbo atar en latín y de ahí religare es lo que más ata y vincula al persona pero los españoles nunca estuvimos tan desvinculados.

Me temo que el 1609 se convierta en una gran vendetta contra el rumbo y el perfil de uno de los aspectos más señeros de la historia: el triunfo de la fe evangélica. Vendrán los comisarios y farautes de los poderes oscuros e intentarán transformarla en el watershed de 1492. Al fin y al cabo todos sabemos que moros y judíos en España siempre se entendieron bajo cuerda y de hecho Rabat es un gran bastión sefardí. Y ambas creencias participan del mismo odio a la Cruz. Por eso dentro de cuatro años nos invadirán los estudios, monografías, simposia y seminarios acerca de la morisma. A Isabel la Católica que es para los castellanos como nuestra reina madre la volverán a poner a caldo y decir que era una guarra. Ya nos conocemos. ¿Quién erigirá y pondrá de nuevo en su sitio el pendón de nuestros mayores? ¿Quién se prosternará ante la cruz alzada? ¿Cuándo resucitará España? La están repoblando de etnias diversas metiendo en la piel de toro gente a mogollón y haciendo un barrido de memoria de cara a 1609. Es la hora de las tinieblas. Aleve y a la agachadiza pues aquí el pueblo no nos enteramos de porque los del poder oculto tienen mano izquierda y  a través de los surcos oscuros menea sus infames albarcas el sembrador de cizaña. En ese cantoral se conmemora la expulsión de los moriscos por Felipe III. Ayer una alaroza en el autobús, sayas y mantillas, el velo de los pudores sobre la cabeza, yihlah, y móvil último modelo, me miró con odio, un odio viejo africano, mirando para la cruz que yo llevaba al cuello. Los ojos de esta muchacha no transmitían curiosidad o coquetería femenil sino revancha. A su manera iba pidiendo guerra. Pedía la mano que le quitara tantos refajos. De la misma manera que muchas esas madrileñas del todo destocadas que nos vienen haciendo un calvo desde sus Levis que por detrás allá donde la espalda pierde su casto nombre, descubren el canalillo de la rabadilla y por delante los dulces y amenos recovecos que descienden al monte de Venus. ¿Qué metemos al pájaro en el infierno, niña? Oiga se está pasando usted tres pueblos. Las moras van cubiertas de los pies a cabeza y algunas con gurka. Debía de haberse dado cuenta de mi vista pesquisidora anterior porque dicen que la cara es espejo del alma y yo soy incapaz de engañar y mi rostro debió de expresar involuntariamente la sorpresa del contraste. Mientras las españolas van medio desnudas con esos vaqueros ajustados que abrochan muy por bajo la cintura y dejan al aire el glúteo, nos fotografían el canal de la rabadilla allá por donde la espalda pierde su honesto nombre, insinuando por delante las montuosidades pilosas del pubis. Las tapadas erre que erre  en su numantinismo talar. Son muy suyas estas jarifas mientras nuestras chicas van tan descocadas.

-Parece que las viste una modista enemiga.

-Quiá. Estas no van a la moda y gastan poco en ropa.

La insolencia y el gesto de desafío de la morita a mí me dio que pensar y es para que muchos políticos se llamaran a andana  contrasta con la indiferencia y suavidad de nuestras cristianas que salen a la calle prácticamente en taparrabos. Con sus abuelas eso no pasaba. En la Castilla profunda y hasta en Baleares que es más morisca todavía se tapaba a la hembra de los pies a la cabeza.

Mahoma sabía sin embargo lo que se hacía pues en el juego amoroso lo que se guarda resulta más provocativo que lo que se ofrece al amante. El cristianismo que viene de Roma y de su pasión por el desnudo adora a un Dios crucificado que deja patente bien su humanidad viril velada por un paño de pudores. Toda una lección. Pero nuestros abuelos renunciando a los usos y costumbres quisieron también encerrar a sus mujeres y recatarlas y aprendieron la costumbre de los musulmanes de celar la hembra.  Y tanto la celamos y guardamos con siete llaves que de ahí nos vino el renombre de celosos Yo he visto ir en mi pueblo ir a misa a las tapadas. Si se encontraban camino de la iglesia con un hombre que no fuese su marido tenían que hacer la vista gorda.

-Ni tanto ni tan calvo.

 -Pues sí.

-¿Me permite que le cante una copla de Segovia?

-¡Mientras no desafine! Aquí todos formamos parte del coro.

 

 -Allá va: Arriba abajo /que a mi novia le he visto el refajo/ abajo arriba que a mi novia le he visto la liga

Es una  vieja canción mozárabe como lo era el “Me casó mi madre” donde se capta esa doble moral, ese sentido ambiguo de la gente fronteriza.

Estoy  por cantársela a la alaroza en el autobús de Brunete, que de tanto resayo como lleva en el cuerpo va provocativa y a lo mejor  me entendería. Además hoy me voy de v vacaciones y me importa todo un cojón de Mahoma. Donde las dan las toman. Sí señor.

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

LIII

 

 

 

 

 


 

 

OLIGOANTROPÍA ESPAÑOLA

 

 

 

“Las indias son lujuriosísimas, paren presto, mucho y bien” dice López de Gomara historiador de Carlos V en su Relación de Indias. Tal perspectiva “animó”, precisamente llaman al siglo XVI el siglo del amor, a no pocos españoles a cruzar el charco y luego corrió el rumor de que los hombres por allá eran algo sodomíticos y holgazanes- mejor nos lo ponen- en el cumplimiento de sus obligaciones connubiales y que para colmo practicaban el canibalismo en aquellas caponas que vio una vez Pizarro en un pueblo inca; dicen que la carne de cerdo es parecida a la de hombre.

 Y ahora en ese viaje de ida y vuelta que es la historia ocurre al revés. Cuando estoy en la cola del Intercambiador me doy cuenta que el aserto profético es casi un dogma de fe. Y Bernal Díaz del Castillo, otro historiador del emperador, con su lenguaje cuartelero, afirma: “las indias nos decían cuando llegábamos a los poblados si dios nos lo dio es para que lo usemos” refiriéndose al sexo.

 La manipulación genética y esas noticias alarmantes que llegan de México sobre la normalización del aborto y la venta a cachos de trozos de feto (¿en qué mundo vivimos?) Precisamente donde los españoles vieron las primeras vacas corcovadas, el árbol del mtl, los cacuyos y el pájaro uncicilín, el más pequeño del mundo, puede suponer el holocausto de una civilización. Desde luego que España es un pueblo viejo que padece oligoantropía, al no nacer niños, este país sucumbirá como nación.

 El problema es mucho más pavoroso que el del separatismo o el terrorismo. Mao lo dijo: “la bomba demográfica os estallará en vuestras manos”. O el pez grande se come al chico ¿Será un castigo de Dios? ¿Una de las siete plagas bíblicas?

 Pues parece que se cumple. La doctrina de la Iglesia al respecto que como creyentes, más que por imposición política por responsabilidad moral, hemos acatado, me parece congruente: aquí cabemos todos  si se practicasen medios anticonceptivos naturales y no abrasivos y si en este mundo la riqueza estuviera mejor repartida y no hubiera tantas injusticias sociales que es lo que determina la oscilación de la balanza migratoria, aparte de otros intereses estratégicos y geopolíticos de que las razas pujantes, disciplinadas, con un respeto profundo hacia la mujer se erigen en dominantes. El patriarcado romano fue devorado por los matriarcados godos, y Roma tuvo que promocionar la ley Popea para incentivar la natalidad cuando ya era demasiado tarde con los cascos de los caballos de Atila cabalgando hacia el Lacio.

 ¿Podría haber lugar para todos? O dicho de otra forma: la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen cinco. Ardua solución que se enfrenta con los principios económicos del reparto del papel y de los bienes escasos. Pronto no habrá vituallas. Se desabastecerán las reservas de agua y los pantanos no podrán proporcionar suministro a las inmensas megapolis que crecen sin pausa.

Ciudad de México alcanza ya los 22 millones. Las indias son fecundísimas como observó el capellán de Carlos V aquel clérigo  soriano cuyos escritos releo estos días ojeando  el manuscrito del cronista de Indias que parece una gacetilla publicada en el diario de la mañana. Todas, con bombo.

 JL Gutiérrez[41] me dijo en una ocasión que la mejor forma de combatir al infiel es teniendo muchos hijos. Yo he pagado el bautizo de cinco. Ya he contribuido con mi granito de arena a que no se derrumbe esta civilización.

 

 

 

 

 

LIV

 

 MARTES DE CAMPO.

 

Sastres vienen al infierno vamos. Quevedo no podía ver a los del gremio de los alfayates. Tampoco a los genoveses ni a los francos- todos judíos que se dedicaban a rapar bolsas mediante la usura y a cortar telas- como tampoco soportaba a las suegras. Leo al Caballero de las Espuelas de Oro. Tarde larga y lluviosa de primavera. Pasado mañana es martes de Campo o dicho de otra forma la Balesquida, una virgen medieval que se encuentra en un oratorio enverjado frente a la catedral ovetense. Antiguamente, el altar con la Virgen en su hornacina en un trono carmesí y muy atalajada de manto, caireles por la esclavina, moquero de blonda entre las manos y una horrible peluca de corte natural, pues morena debió de ser la niña en cuya cabeza crecieron tales rizos, pendientes de aljófar; a los pies la media luna y un rosario de azabache entre los dedos la mirada tranquila pues no es una de esas macarenas llorosas y a punto del jipío, (en eso nos diferenciamos los del norte de los andaluces, aunque muy guapa está la virgen que el gremio de alfayates eligió por tutora celestial, siguiendo la costumbres de las corporaciones artesanas, cada uno elegía por intercesora a Nuestra Señora bajo una advocación diferente y es así como nace el culto marial) solía estar bastante concurrida de devotos que murmuraban una oración al pasar, de rodillas ante la verja del chaflán que hace esquina a la airosa plaza de la catedral,  pero en la actualidad ha menguado el interés. La caridad se enfría y la vieja Vetusta perdió su pedigrí. Han levantado una estatua a Woody Allen en una travesía principal. Tal vez Oviedo ha dejado de ser cristiana aunque se hable de solidaridad y se entienda la caridad como un negocio para abrir las puertas al extranjero y cerrárselas al de casa. Catolicismo nominativo que se avergüenza de Cristo y de la tradición pero eso no empece mi amor a la virgen María. Yo recuerdo aquella noche ovetense la noche más triste de mi vida (vine por lana y salí trasquilado) en que llorando de madrugada me prosterné en el oratorio y recé el sub tuum praesidium y el sancta María succurre miseros, fove flebiles adjuva pusilánimes, ora pro populo inercede pro clero interveni pro devoto femineo sexu sentiant tuum juvamem quicumque celebrant tuam solemnitatem[42] y he aquí que la Santa Señora me salvó de aquel percance y enderecé mis pasos por la vida. Amén. Desde entonces mi amor a la Madre del Consuelo no ha sufrido merma como tampoco mi afición por Quevedo el más grande poeta de la lengua castellana. Sus versos me confortan cuando estoy triste. Con ellos río cuando estoy llorando. Sus libros son un paradigma de humor y de teología católica. Ya digo que no soportaba a los sastres. En una sátira le echa en cara nuestro primer padre Adán por no haber tenido que lidiar con este gremio. Le bastaba una hoja de parra. También le recrimina por no haber tenido suegra porque a Eva no le parió mujer y nació de su costilla. En esta su genial jácara el docto domine alcalaíno que era muy sapiente y había leído la Biblia en su lengua original pone en la picota al Libro del Génesis y toda la doctrina sobre el barro, la serpiente y el paraíso en entredicho:

“Padre Adán no lloréis duelos

Dejad de llorar

Pues fuiste en la tierra

El más dichoso mortal

De la variedad del mundo

Entrasteis vos a gozar

Sin sastres ni mercaderes

O los que tuvo otra edad

Para daros compañía

Quiso dios aguardar

Hasta que llegó la hora

Que sentisteis soledad

Costóos la mujer que os dieron

Una costilla y acá

Todos los huesos nos cuestan

Aunque ellas de cuernos nos ponen más

 Dormisteis y una mujer

Hallasteis al despertar

Y hoy en durmiendo un marido

A su lado encuentra otro Adán

Tuvisteis mujer sin madre

Grande suerte de envidiar

Gozasteis del mundo sin viejas

Ni suegrecita inmortal

La misoginia y la misantropía hacen del gran autor un descatalogado pero genial. En sus atisbos que mueven a piadosas carcajadas. Es el consuelo de la literatura. Si hubiera vivido en Vetusta el bueno de don Francisco hubiera escandalizado a toda la peña como le ocurrió a Cela con sus retahílas al respecto de la Virgen de Covadonga. Ye pequeñina y galana pues que se joda. Una ciudad levítica y donde el humor se adereza por caminos distintos le hubiera declarado persona non grata. Oviedo es ciudad de sastres, curas, mercaderes e hidalgos de gotera, los famosos hidalgotes coritos un poco al estilo del Buscón de los que se echaban migas por la barba para indicar haber comido a la picaresca o mostraban en la veranda de sus corredorias jamones, botillos y morcillas para avisar de su ascendencia antañona de cristianos viejos. Oviedo señorial y sartorial sabe guardar las apariencias, siempre con el poder y mimetizando a los madriles. Recuerdo que mi boda estuvo a punto de venirse abajo porque me fui a probar el chaqué y como no suelo llevar calzoncillos hice salir del zaquizamí a mi pobre suegro y a mi cuñado del probador. Madre mía ¡qué vergüenza! El alfayate empezó a formular preguntas capciosas. ¿Es que los tienen tan grandes que no te caben, om? Tuyita, no te preocupes de tu descendencia… aquí hay material. Y yo recordé la frase de Quevedo y la repetí para mis adentros sastres vienen al infierno vamos. No sé cómo pude salir de aquel brete. Creo que fue por intercesión de la Balesquida, el bollo preñau y la bota de campo.  Se le da un pan y una botella de tintorro a todo el que va. Allá penas. Conseguí abrirme paso en una ciudad difícil. Ya lo decía Pérez de Ayala en su Tigre Juan. Basta que afirmes una cosa para que un ovetense te la niegue. Son el espíritu de la contradicción. Estos señorones de Oviedo. Jodó. Y ahora ha perdido el barniz literario que tenía antaño. Ya no se toma café en Peñalba (Cereceda, Pérez de las Clotas, mi suegro han desaparecido) y los pasteles de la Mallorquina no son lo que eran. Cerraron a instancias de la crisis o la rapacidad inmobiliario los antiguos chigres tan mesocráticos donde el marqués alternaba con el mozo de cuerda. El regimiento del Milán se ha convertido en un campus universitario fábrica de parados. Finiquitaron las buenas librerías y la vieja elegancia característica de los paseantes por el Bombé. Mendigos rumanos hacen el espejo plaza por Uría. Las estudiantes van vestidas casi de arambeles. Oviedo parece una sucursal de California, se las da de parlar bable pero todos quieren acabar hablando inglés. Y el comandantín no aparece los jueves por la tarde como solía a lomos de un caballo blanco para cortejar a Carmencita a la salida del colegio de las ursulinas. Don Fermín de Pas ha bajado del campanario de la catedral metropolita aunque la torre siga airosa y ya nadie lea a Clarín. Asturias se ha convertido en un parque temático. Nada queda ya del antiguo esplendor de la urbe más maravillosa de España que yo conocí. ¿Volvemos a la barbarie, al pensamiento único, a una sociedad cabreada pero de rostro amable que exhibe una sonrisa de conejo, gobernada no por el Ejecutivo sino por los jueces donde todos son historias y pleitos que se desentiende de su pasado o lo cuenta como no fue haciéndole el caldo a Gibson, Preston y otros cronistas ingleses que no son precisamente Alfonso X el Sabio, quiere hablar en inglés y lo hacen mal?

En vísperas del Día de Campo juego al escondite con la nada y me como mi bollo preñao, pan con chorizo que sabe a glorias. Las jácaras de don Francisco infunden cierta longanimidad ante una situación en la que parece no haber salida… “no hay necio que no me hable ni vieja que no me quiera. Ni pobre que no me pida ni rico que no me ofenda. No hay camino que no yerre. Ni juego donde no pierda. Ni amigo que no me engañe. Ni enemigo que no tenga. Agua me falta en el mar y la hallo en la taberna. Que mis contentos y el vino son aguados doquiera… siempre fue mi vecindad mal casados que vocean, herradores que madrugan, herreros que me desvelan. Si hablo a alguna mujer y le digo mil ternezas o me pide o me despide que en mí es una cosa mesma”.

A día de hoy si hubiese sido vecino de Oviedo Quevedo hubiera tenido tela que cortar. Pero ¿qué dice este coxo, oh? Lo hubieran tirado a rodar desde lo alto del monte Naranjo que vigila desde las alturas a este villorrio levítico, señorial y sartorial. Con todo, el martes 22 de mayo es día de campo, sidrina, tambor y gaita y un bollo preñau para alegrar la andorga todo en honor de la Balesquida que es santa medieval. Su festividad se viene repitiendo desde 1245 y ese día la vieja ciudad gremial practica una de sus virtudes que es la alternancia, da lo mismo un pobre que un rico.

Lo dice el gran historiador Tirso de Avilés en una de sus reseñas. En la edad media se llamaba francos a los judíos de Oviedo. Por Segovia les llamábamos gascones; caminaban por toda España vendiendo hilo. Iban y venían a la Rochelle ciudad hermanada con Vetusta. Caseme con un franco venido de Estambul, canta Joaquín Díaz. Curiosamente el gremio de alfayates fue el propulsor del Camino de Santiago. Bien se ve que los judíos son caldo de todas las salsas hasta en Oviedo. No hay mal que por bien no venga. Con respecto a la Balesquida parece ser que era una solterona rica que dejó una manda a perpetuidad para que le dijesen misas (donaciones pro ánima) y quiso morir cristiana. Se encuentra enterrada en la iglesia de San Tirso cabe el Corredor del Obispo. Una bonita historia debió de ser la suya como una de tantas que uno encuentra en los anales patrios. Les aconsejo que para conjurar la crisis y la desesperación y desencanto que nos apabullan lean a Quevedo que ya digo es el mayor escritor aunque se encuentra fuera de linde por meterse con los judíos, los sastres y los genoveses. El pensamiento no delinque y la verdad nunca muere. Hoy estarían en la mira de sus dardos los banqueros, los políticos y los tertulieros que arrebañan y arrebujan para desdicha nuestra, dándole a la húmeda con sus bocas boquimuelles, chupando cámara pues están todos muy vistos y ganándose su buena plata por cada comparecencia en colaboración.

 

 

 

LV

 

 

EL ARZOBISPO CARRANZA Y BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

 

Una madrugada del 22 de agosto de 1559 en una casa eclesial de Torrelaguna – fue residencia de verano del cardenal Cisneros, su antecesor en la mitra primada- sonaron tres golpes secos.

-Abran en nombre de la Santa Inquisición

Abrió un lego dominico. Un grupo de corchetes armados entraron en el patio porticado en cuyo centro había un pozo con brocal de granito y subieron al aposento del arzobispo. Éste rezaba Maitines y no dio muestras de cólera, sólo la sorpresa se pintó en su rostro al ver que uno de sus fámulos, Diego Ramírez, y hombre de su confianza, era el que había dirigido la operación del prendimiento y encabezaba aquel grupo de  gente armada, algunos de los cuales venían borrachos pues habían hecho parada y fonda en  un mesón de Valdepielagos. La detención significa la pérdida de la libertad, la confiscación de los bienes. Las mulas con sus arreos, las propiedades muebles, las capas pluviales, los libros y otros enseres del arzobispo fueron puestos en almoneda “por lo que quisieran dar”.

-Entréguese Su Ilustrísima a los oficiales del Santo Oficio.

-¿Vos tenéis mandamiento suficiente para eso?

-Yo no soy más que un mandado- contestó Fr. Diego.

Fue la única respuesta del prelado que saltó del lecho, se aderezó y vistió en su presencia y salió con ellos. La escena recuerda la acontecida en Getsemaní y en los oídos repica la frase del evangelista: et per invidiam tradiderunt eum. Por envidia lo entregaron a Carranza sus hermanos de hábito y de palio de la misma forma que hicieron con Jesús los fariseos. Un arzobispo el de Sevilla, Fernando de Valdés, asturiano de Salas, que había aspirado a la silla de Toledo y además parece que se sintió despechado por ciertas críticas vertidas por Fray Bartolomé al absentismo de algunos prelados entre los que se encontraba el interesado Valdés que no visitaba su diócesis hispalense desde hacía más de un lustro, y un dominico que había sido compañero de aula y de celda el dominico Melchor Cano fueron los denunciantes. La causa próxima fue un catecismo que había publicado Carranza en Flandes con algún resabio luterano que nunca pudo ser demostrado a lo largo del dilatado y farragoso proceso que subsiguió. Duraría más de quince años. La causa remota hay que ir a buscarla en  los enconos, las rencillas, rivalidades y el energumenismo de gentes de vida consagrada junto el ambiente de delación y de sospecha existente.

Es posible que en su fuero interior y después de sus giras por Alemania e Inglaterra adonde acompañó como capellán a Felipe II a sus bodas con María Tudor (Carranza en su deposición forense alega en su descargo haber sido baluarte de la fe cristiana y haber mandado quemar en Londres algunos herejes)  “se contaminase” de algunos planteamientos de la reforma y albergase dudas sobre el purgatorio, un lugar que no empieza a existir – Jesucristo nunca habla jamás del mismo y sólo se refiere al estercolero o gehena adonde se almacenan las almas de los condenados y el propio papa Benedicto 16 duda de su realidad- en el siglo  XIII por una visión de  Catalina de Siena, o el culto a las reliquias tan problemático, o la justificación por la fe, una genialidad de Lutero que se entiende a través de las diferencias filosóficas entre potencia y acto y el abismo que separa a la criatura de su creador, el infinito y la mortalidad de la carne. Lutero había estudiado con fervor y acuidad las encíclicas de san Pablo. Se siente confundido cuando el Apóstol de los gentiles se queja de su sarcinidad que le arrastra hacia abajo mientras su alma tiende hacia arriba.

Y llega a la conclusión de que el hombre no es nada. Sólo le salvan los méritos de la pasión de Cristo y su sangre derramada. En el ser humano por mucho que se esfuerce la materia, las células lo arrastran. Esta suposición es confirmada por la moderna psicología y por la biología. No somos más que un poco de barro y un poco de agua. Credo quiere decir cruz, carisma, caridad y palabra. Las obras importan poco. Es la concepción  del fatalismo germánico frente a la idea judía de que Dios ayuda sólo a aquellos que quieren ayudarse a sí mismos. Pero la encarcelación y el proceso del arzobispo toledano que llena más de un salón de legajos y que han sido estudiados por el sacerdote donostiarra Tellechea, Julio Caro Baroja y otros, pero sobre todo por Marcelino Menéndez y Pelayo, la fuente en la que beben todos los bibliógrafos y estudia el tema con bastante objetividad sin dejar en sus juicios la huella de católico a machamartillo que le caracteriza. Gracias a Dios en la actualidad vivimos en una cultura laica y no podemos entender por qué aquellas pelamesas por un quítame allá esas pajas. Por el purgatorio una idea abstracta, la comunión en la mano y los enfrentamientos a navaja entre calvinistas y luteranos por cuestiones como la transubstanciación, la cena del Señor, el culto a los santos y a las reliquias que en el fondo no dejan de ser algo insustancial. La maciza personalidad de Lutero con sus luces y sus sombras y su altivez de fraile levantisco se alza como destructor del viejo orden. Hizo la crítica y en algunos puntos de sus noventa y nueve tesis clavadas a las puertas de la catedral de Wittemberg no le faltaba su punto de razón pero no construyó nada siendo el culpable de tanta sangre derramada en los campos europeos por su alzamiento luciferino. El agustino alemán creo que actuó por soberbia y por despecho.

Ahí subyace la gran cuestión. El pensamiento teutónico es mucho más romántico e idealista que el hebreo que sólo creen en las obras. Por sus obras los conoceréis. Lutero encuentra cierta contradicción entre las palabras de Jesucristo cuando habla como un rabino y cuando habla como el salvador y el rescatador de la culpa. Hay una diferencia entre credo y religión. Y en el paroxismo de sus contradicciones el agustino  se apoya en la frase de Agustín que es una glosa de la caridad paulina del ama et fac quid vis.

 Para los judíos la religión no es credo sino una forma de vida, un conjunto de reglas y de ritos externos (abluciones, bromatología, lo que contamina y lo que no contamina: el cadáver, la carne de liebre, los pájaros estrangulados, el congrio la anguila y todo animal que carezca de pezuña, las estrictas reglas sobre el matrimonio para garantizar la pureza de la raza de los hijos de Israel, etc.) que han de ser seguidas al pie de la letra minuciosamente. Dato curioso al formular su teoría de la justificación encienta una olla explosiva y emprende un camino sin retorno.

Al fin y al cabo heresiarca genial vivió bajo el espíritu de la contradicción de manera que le protestantismo por él fundado va a recoger la antorcha de la actitud judía de la justificación por las obras aboliendo el culto divino y dejando de lado a la liturgia proponiendo una relación con el dios personal de los elegidos tal y conforme lo confiesan los judíos. A esto había que agregar los abusos y escándalos de la corrupción eclesiástica por la simonía, el culto a las reliquias, el absentismo episcopal, la depravación de los monasterios. Fray Bartolomé había viajado por Alemania y sobre todo por Inglaterra donde capta aquel ambiente de relajo. Vivió un tiempos duros e incluso él mismo aduce en su testificación que estando en Londres había mandado quemar herejes. No era un ángel sino un hombre de su tiempo cuando los braseros y hogueras se encendían al albur de diferentes concepciones teológicas.

Seguramente regresó a España lleno de dudas. Había nacido en Miranda de Ebro en 1503 de origen converso. En su infancia vio a su madre cocinar la adafina y lavar todas las carnes para que no quedase rastro de sangre la sartén siempre con aceite de oliva nunca manteca. Los siete días siguientes a la muerte de uno de la familia se abstenían de probar carne en luto por el difunto. Otras costumbres eran la muda del sábado y ese afán de limpieza que caracteriza al judío y que han heredado los españoles. El rezo del Bendita sea tu pureza es una ancestral reminiscencia conversa. En ella la virgen cristiana sustituye probablemente a la Ester hebrea la de las fiestas del Purín cuando la luna llena de febrero.

Los Carranza iban a misa pero no la oían y seguían guardando en secreto los ritos heredados de sus padres y colgando en el portal de la casa ristras de longaniza para aventar sospechas. Los jamones y los mondongos eran tan sólo de exposición. ¿Era un mal cristiano como le acusan sus enemigos irreconciliables Fernando Valdés y Melchor Cano? Seguramente que no. Los conversos al abrazar la nueva fe se mostraban más papistas que el papa. Un hecho constante es que la mayor parte de los bautizados que solían tener muchos hijos destinaban a uno o varios a la Iglesia. Al claustro incorporan un ardor bíblico/mesiánico  característico y una norma de vida que solía ser más temerosa de Dios con el respeto a la familia y a las complicadas leyes genésicas sobre la pureza, los alimentos y la trama social porque entre los judíos el vínculo familiar y la autoridad paterna era muy fuerte. El habito y el beneficio catedralicio fue un ancora de salvación pero conservarían los cristianos nuevos toda su vida ese talante independiente que caracteriza a los de su raza que suelen ser por lo general gente tenaz. Que fuese o no judío el mirandés no hace al caso pero no deja de ser un síntoma del importante ascendiente que van a tener los conversos sobre el proceso de la reforma y de la contrarreforma porque juegan a dos barajas y de ese enigma que acompaña al tránsito del pueblo elegido por la historia que es un largo caminar por el desierto.

Al igual que él, Las Casas, homónimo suyo, compañero de hábito y vecino de celda cuando estaban en el noviciado dominico de San Gregorio en Salamanca y que depuso a su favor en el largo proceso que le incoaron, obtuvo ese mismo sambenito. Poco cuenta la genealogía. Son los hechos los que avalan la condición de un personaje y el obispo de Chiapas con su postura antisistema hizo mucho más daño a la SRI y a la causa de España que el primado de Toledo el cual se ve arrollado por los acontecimientos de un siglo  que en política y en religión (nunca irán de la mano las fórmulas) fue un vendaval. La Destrucción de las Indias fue un puñado de barro contra el rostro de España y su misión mesiánica   de América por lo que ha contado con todas las bendiciones de los enemigos de la Fe no obstante lo cual Las Casas supo escurrir el bulto y librarse de los calabozos inquisitoriales. Algunos hasta quisieron hacerle santo. Un santo bajado del cielo a garrotazos quizás. Un encomendero venal que luego se metió a fraile y que debió de guardar toda su vida algún reconcomio o un fracaso sentimental y se libró en su descaro del filo de alguna espada porque los conquistadores tenían un respeto reverencial hacia los misioneros. Si a Las Casas le cabe ser padre de la leyenda negra sin razón Carranza lo es de la leyenda blanca con razón pues tanto el injusto sumario en el que se vio enredo como la probidad de su vida y de sus costumbres hoy causan cierto sonrojo. El uno no se metió en teologías ni escribió catecismo alguno. Era un loco repúblico que diría Quevedo sagaz y listo que sabía tirar la piedra y esconder la mano, que hizo valer su condición de encomendero y obviar su clase de erasmista convencido. El otro tuvo el coraje de predicar contra el absentismo episcopal, un tema tabú. Los peces gordos de la iglesia española se dieron por aludido y tomando el rábano por las hojas harían del tema una cuestión personal. Existe pues un paralelismo sorprendente entre los dos Bartolos.

 

 

 

 

LVI

 

 

 

HOGUERAS INQUISITORIALES

 

Un día de verano de 1558 por los recuestos que llevan a Torrelaguna aparecieron las hopalandas y las capas negras de buriel, con sus bonetes y becas verdes de los cuadrilleros del Santo Oficio y sin más preámbulos allanaron el palacio episcopal en la casa que levantara Cisneros y llevaron preso a un arzobispo. Sus acémilas y hacaneas fueron puestas en venta por lo que quisieran dar, sus pajes y fámulos hechos prisioneros. A él lo condujeron atado al penal de Cuenca. Aquel sería el principio de un largo proceso de diecisiete años, incoado en Toledo y que acabaría en Roma con la muerte, de viejo, del prelado. La mitra en cuestión era, nada menos, que la de primado de España, fray Bartolomé Carranza.

Tuvo un juicio largo y me parece que justo, si hay que fiarse de las actas que con sumo cuidado analizó y publicó  su biógrafo, el padre Tellechea Idígoras, pero que al mismo tiempo dio pábulo a esa leyenda negra que pesa sobre España y que ha servido de combustible y de leña a la hoguera en perpetua combustión del auto de fe contra la Iglesia. El tristemente célebre primado es un nombre de actualidad, desde que fuera firmado un reciente convenio entre el gobierno Zapatero, a través de su director general de Archivos, Rogelio Blanco,  con la Silla apostólica, para ganar acceso a los memoriales de su causa, depositados en los fondos vaticanos. Difícil es que aflore a la luz ningún dato nuevo al respecto que no haya sido antemano exhumado por el clérigo donostiarra Tellechea, un investigador veraz  y contumaz rastreador historiográfico, pero a buen seguro brindará ocasión para encorozar una vez más a la SRI. Eso de fijo. La ocasión la brindan calva. El vapuleo no ha hecho sino comenzar. Y las fuerzas de la anti España, los corifeos del odio, estarán ahí, rindiendo tributo al escarnio y a la patraña.

No sabemos cómo en el Vaticano se defenderán. Con una Iglesia sometida y convertida en una ONG, y en medio del pavor de los miedos y ese actitud ancilaria  de estamentos eclesiales que impide gritar a los servidores de la Fe, aun con riesgo de su vida, el non serviam contra las poderosas fuerzas oscuras que hoy dominan los subterráneos del poder universal, es difícil que a la verdad esclarecida se le preste pleitesía. Sin embargo, se perciben ya signos esperanzadores en algunos grupos testimoniales – estoy convencido que al Evangelio lo cantarán y lo salvarán siempre de las garras del opresor los diáconos- que están dando pasos al frente y diciendo adsum, dispuestos a cruzarse sobre el pecho la estola roja del martirio. Es el espíritu de san Esteban, renuente a aceptar los dictámenes del siglo, el que rescata a la nave de san Pedro en los momentos más difíciles cuando las cuadernas se desfondan, se pierde el rumbo y la frágil barquilla amenaza con dar de través.

Fray Bartolomé, un navarro oriundo de Tudela, de origen converso, tenía toda esa impaciencia e iluminismo de los cristianos nuevos. Sus grandes conocimientos de las escrituras, su piedad y su elocuencia le condujeron a la Silla de Toledo. Antes había sido uno de los confesores de Felipe II, al que acompaña a Londres a la boda de éste con María Tudor. En Flandes publica un catecismo al que algún censor puso sus caveats expurgatorios por albergar ciertos puntos de roce con la ortodoxia como el culto a las reliquias, la transustanciación y los sacramentos, y  que él negó reiteradamente en el proceso. Ciertamente, estas sospechas del careo no pudieron ser substantivadas de modo tajante ni ganar entidad de prueba testifical. De mayor monto a ese respecto fue una entrevista que tuviera el arzobispo con  Carlos De Seso, aquel veronés que fue corregidor de Toro, fautor de los primeros conventículos luteranos en España, que un mal día subió al Colegio de San Gregorio a consultar cargos de conciencia con fray Bartolomé cuando era prior de aquel monasterio.

Poco después de su intervención por los corchetes inquisitoriales, en un auto de fe que se celebra en Valladolid el 8 de octubre de 1559 fue entregado al brazo secular un discípulo suyo y hermano de hábito, Domingo de Rojas. Al lado de él fue llevado en un asno, cubierto con un capuz cabalgando cara atrás el famoso Licenciado Cazalla, un cura de Toledo que decía que los crucifijos no eran más que dos palos cruzados, su compinche en el presbiterado Domingo Sánchez, quien afirmaba que no había purgatorio, así como varias monjas del convento de Belén como doña Catalina de Reinoso y Marina de Guevara, hermana carnal de uno de los grandes escritores de aquel tiempo y obispo de Mondoñedo, Fr. Antonio de Guevara (Elogio de Aldea y Menosprecio de Corte),amigo personal del emperador.

En la plaza mayor de Valladolid[43] se juntaron doscientos mil almas. “Fr. Domingo iba pertinaz, a decir de uno de los testigos, a lomos de un cuartaguillo”. Los jesuitas asistieron a los ajusticiados en los últimos momentos y tuvieron trabajo para persuadir a los relapsos, refractarios a cambiar de opinión, aún en la hora de la muerte. Perecieron dando voces y profiriendo insultos en italiano el duque de Seso y su mujer. Al clérigo Asteguieta, por cantar el Credo de Nicea en los últimos instantes, no lo quemaron vivo. Fue una excepcional jornada la de aquel 8 de octubre presidida por Felipe II que juró defender la religión católica y al Santo Oficio. Pero el ambiente, el morbo y la parafernalia de toda esta casuística vienen mejor descritos con todo lujo de detalles en la novela de Delibes El Hereje para baldón y sonrojo nuestro. Claro que ese era el talante de la época. En la Torre de Londres la toza del verdugo siempre preparada vio rodar bastantes más cabezas que por estos lares. En Francia había noches de san Bartolomé y Calvino no se mostró digno de esa caridad cristiana que tanto predicaba al enviar a la hoguera a Miguel Servet. “Corrían tiempos recios”, dicho en frase de Sta. Teresa, testigo de cargo de aquel ambiente cuando en los “conventos los frailes se rasguñan como gatos unos a otros por las más fútiles cuestiones, y hasta en los mercados las verduleras discutían de teología”. El rey, viendo la que se echaba encima, optó por las medidas drásticas. El auto de Valladolid fue un deterrente que evitó que se propagaran los focos luteranos que habían hecho acto de presencia en Sevilla, Toro, Salamanca. Esta contundencia evitaría en suelo español las fementidas guerras de religión que asolaron la cristiandad. España – y esa es la idea que explaya Ramiro de Maeztu a lo largo de toda su obra- quiso convertirse en el verdadero Israel, trono de la justicia y legado de la teocracia bíblica, en un esfuerzo por conseguir esa simbiosis imperial entre trono y altar, idea que preconizara Ginés de Sepúlveda y cantara en sonetos Juan de Herrera, por la cual derramó la sangre de sus súbditos y los dineros de sus reinos Carlos V y que causa la fatiga y la perplejidad de su hijo Felipe II al topar con la hostilidad de los restantes reinos cristianos e incluso con la rijosidad e incomprensión de Roma. Las relaciones durante el pontificado de Sixto V fueron tan tirantes que estuvieron a punto de fractura y excomunión. Antes Alejandro VI había nombrado a Enrique VII  Defensor de la Fe, un título que se otorga en menoscabo entonces de los Reyes Católicos con el mismo empeño y contumacia con se siguen  hoy resistiendo ciertas covachuelas vaticanas y corrientes de opinión a la inscripción de la Reina de Castilla en el catálogo de los santos.

Otro de los elementos del proceso al Arzobispo Carranza son las relaciones que tuvo con el obispo de Chiapas, hermano de hábito y tocayo, Fr. Bartolomé de las Casas, el cual va a deponer como testigo en uno de los autos. Habían sido vecinos de celda cuando estaban en el convento de san Gregorio de Valladolid, poco antes de la partida de uno y otro hacia Inglaterra y hacia Nueva España, respectivamente el año 54. Las Casas, también de origen converso, pensaba en la cristianización del nuevo mundo y Carranza en la nueva evangelización del viejo. Ambos eran reformistas. Dos iluminados. El primero se mete con los encomenderos y aboga a favor del indio, poniendo en jaque una doctrina de derechos humanos que ya  discutían los claustrales de Salamanca y que dice mucho a favor de un pueblo donde, para todo, se tiraba de papel y pluma. Con los conquistadores viajaba aparte de un sacerdote el escribano para levantar acta. Pocos países del mundo han mostrado esa capacidad de autocrítica y ese respeto a la letra muerta que tuvieron los españoles. En Inglaterra, en  Alemania, en Francia e incluso en Italia no se permite a los escritores este talante de libertad en el ejercicio de la crítica al sistema. El que en Sevilla en 1552 apareciese un libro que llevaba por título Brevísima relación de la destrucción de las Indias, lanzando denuestos contra la rapacidad de los peruleros y denunciando las luchas a muerte entre almagristas y pizarristas, da idea de esta capacidad de aguante y de tolerancia. Seguramente, si hubiera vivido en Estados Unidos el “padre de la Leyenda Negra” no hubiera encontrado editor o hubiese sido un marginal, políticamente incorrecto, si hubiese querido contar en los mismos términos que lo hace contra los españoles la conquista del Oeste y el exterminio de indios mohicanos y navajos. Ven la paja en el ojo ajeno los enemigos que de siempre, puesto que ya Erasmo pronunció aquel famoso apotegma de non placet Hispania, tuvieron los hispanos, siempre sometidos a un escudriño ideológico y a un sacomano feroz de sus valores. Debe de ser envidia. Ladran luego cabalgamos. El fundamentalismo del padre  Carranza y su pietismo, basado en la lectura de las lecturas de las epístolas de san Pablo, le lleva a predicar contra el absentismo de los obispos.  Debía de ser un hombre muy piadoso y sacerdote de gran reputación apostólica, puesto que estuvo en Yuste ayudándole en su última agonía al Emperador el 21 de septiembre de 1558. Ello le granjea las iras de su capellán de oficio, Juan Regla. Este clérigo, tal vez por malos quereres, testifica contra él en Valladolid: “por haber dicho cosas luteranas al oído del moribundo”. Y en su postura a favor de los episcopados sedentarios – los obispados eran itinerantes como lo era la corte- va a chocar frontalmente contra el arzobispo de Sevilla, el asturiano Fernando de Valdés, nombrado inquisidor general. Un sobrino suyo, el deán de Oviedo, lo denuncia  bajo ciertas sospechas y barruntos  de herejía al Santo Oficio, contenidas en su Catecismo de la Vida Cristiana. Roma, como siempre, va a dar largas. Las transposiciones literarias del Evangelio ad pedem literae pueden dar lugar a conclusiones extremas y ocasionar Biblia en la mano efusiones de sangre. Ese fue el lado malo del arzobispo y de los seguidores de Lutero y de Calvino que dieron el salto desde la teocracia medieval a las bibliocracias del mundo anglosajón en una interpretación intimista de las relaciones con Dios y el espíritu de lucro, la moral de circunstancias, la importancia del dinero, la concepción anárquica frente a la idea jerárquica, el poder viene del pueblo no dimana directamente de Dios, etc. Por ahí empezaron en Europa las terribles guerras de religión. Lamentablemente la Escritura, que es palabra de Dios, en boca de los hombres, puede llevar a conclusiones extremas, convirtiéndose así, a redropelo, en semilla diabólica. Los que defendían una fe a palo seco, altares despoblados de santos e indevotos de la Virgen María, guiados por la soberbia, desdeñan el punto de contacto de la SRI (santa romana iglesia) con los dioses oscuros de la antigüedad y de todo ese paganismo de ritos y costumbres que Cristo divinizó con su mensaje de la Buena Nueva.  El fundamentalismo es intolerante. Los fanatismos no son recomendables, cosa que se está viendo con el Islam. Felipe II, al que le siguen llamando el demonio meridiano, atajó el mal en ciernes, librando a sus estados de un incendio religioso, aunque tuviera que enviar a un penal al primado de Toledo más de tres lustros. El Padre Astete, que fue precisamente uno de los jesuitas que ayudaron a bien morir a los amigos del arzobispo en el cadalso de Valladolid, va a recomendar a los cristianos que lo mejor es la fe del carbonero y decir sí o no como lo manda la Santa Madre Iglesia. No meterse en camisas de once varas ni en teologías. Si los archivos vaticanos desempolvan sus ligarzas ahora se sabrá un poco más de aquel buen dominico de buena fe y de amplia vida interior, aunque dejó poco escrito salvo el “Catecismo”. Por lo cual nos tememos que sea bien exiguo lo que salda de los fondos inéditos, pero proporcionará ocasión a los sedimentos del contubernio a pasárselo a la Iglesia y a los católicos por el pico. Con el drama de un religioso que quiso vivir el Evangelio con todas sus consecuencias tendrán ocasión para alimentar la gran hoguera de calumnias contra la Iglesia. Ojo con los rogelios tramoyistas de un nuevo auto de fe como el que se vivió en Valladolid aquel octubre de 1559 y  que puede revivirse a la inversa en la España de cuarto año del tercer milenio. Un otoño caliente nos espera pues han vuelto las guerras de religión cuando las creíamos sobreseídas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LVII

 

 

 

CASTA DE HIDALGOS. RICARDO LEÓN

 

Me recuerda mi adolescencia. Comillas. Los bellos paisajes montañeses. Liébana y Santillana del mar. El destino marca rutas y hay un misterioso pronóstico de tu vivir en los lugares que visitas. Hay dos Asturias. La que termina en san Vicente de Asturias y la de Oviedo que se extiende hasta la ría del Eo. Aquellas marchas por el monte y los paseos por la solitaria y desolada playa de Oyambre.  Allí pasé un año  cerca de la mar océana a la vista de un tómbolo o isleta que se cubre de agua con la pleamar y es accesible por un camino por tierra cuando se retiran las olas con bajamar

Ricardo León es un estilista que supo encontrar en nuestra sangre la raíz de los godos y narra este encuentro con el pasado castellano en un estilo trabajado y una lexicografía añeja pero que trae a las mientes el sabor de los vocablos cuando las palabras significaban el todo por el todo. A la cruz de la fecha hoy cuando la pobreza verbal nos cerca y nos oprime a este adalid del estilo no se le admira motejándosele de rancio.

Casta de Hidalgos  es un libro que no fue tallado con pluma sino esculpido a buril. Describe las casas de dinteles blasonados, memoria eterna de una raza, los amplios estragales y las balconadas. Santillana del Mar se reclina de espaldas al mar en el manto de unas montañas que muestran sus crestas erguidas por las que asoman los picos de Cantabria.

Villa guerrera e hidalga. Las rosas florecen en el balcón mirando al mar… aquella morena que está en la ventana con la mirada me dice que me da su corazón… cantaban los mozos rondadores. De mi época. Aquella morena pudiera ser una reina. Se llamaba tal vez doña Labra o doña Violante, vaya usted a saber. Embrujos y miradas de la Arcadia. Hortus conclussus del pensil hispano. León retrata a los hombres de negra ropilla y de garzotas cimbreándose sobre el gorro montañés como plumas de gallo. Un poco más allá, el sol dora la playa y las olas vienen y van dejando una cola de encaje blancos que recordarán a aquellos caballeros los alquiceles morunos contra los que pelearon a la vera del Guadalquivir.

 Hay un gesto de  fatiga en el rostro de los que vuelven de pelear. Se quitan el almete, el peto y la armadura, dejan las grebas en el portal y se calzan las abarcas campesinas o se visten de la cogolla y del tosco sayal. Monjes y soldados. Todos tienen un algo de campurriana nobleza en el mirar. Pueden soltar en cualquier instante una parrafada de poema épico… yo soy Ruy Díaz el campeador de Vivar, ferid los caballeros por amor y caridad. Un borní vuela cetrero por la pomarada y su grito de guerra se mezcla con el lamento poético de un ruiseñor asturiano. Subamos hasta la colegiata por el camino empedrado. Por estos bordillos hizo ya su desfile la historia. Los hombres son altos, de cuerpos atléticos, y como diseñados con tiralíneas. Las mujeres hermosas y recatadas. Se cubren el rostro con el griñón moruno. Sólo salen de casa para ir a misa y su vida transcurre oculta y callada entre el escriño, la rueca y la labor del hogar.

Santillana es alto lugar de poesía y de silencios. Es la edad media hecha poema épico y muda crónica de hazañas labradas en la piedra de sus casas blasonadas que guardan las genealogías y las estirpes en sus arcas carcomidas: los Verdugo, Tagles, Ceballos, Quirós, Barredos. Allí vivió Velarde el que la sierpe mató y con la infanta casó. Hay lambrequines en las fachadas y escudos con roeles y barras siniestras. Siempre que la visito busco el apartadero del Campo de Revulgo entre los árboles y las fuentes sombreadas por alisedas. Allí en el sosiego; me parece escuchar el rumor de gente que vive y que habla dentro de las casonas cerradas pasto de las hierbas y acometidas por el comején de la humedad que amenaza. Son los fantasmas de mi España. Pero este gran periodista que asistió como corresponsal de guerra a la batalla de Verdún desde el lado alemán escribió otros buenos libros y uno de ellos fue Jauja

 Jauja es el tinglado  benaventino de la antigua farsa. Trabajaba don Ricardo en su chalecito de Torrelodones novelas clásicas en un estilo pomposo y arcaizante al cual nadie podrá negar la elegancia y su numen de vate malacitano. Siempre se asoma Andalucía a sus páginas lo mismo que Cantabria (Casta de Hidalgos). Escribía pro aris et locis. Se ganaba la vida como escribiente de un banco, pagándose la publicación de sus libros y debió de ser un don Juan porque entre los lances de su amorosa vida – el amor de los amores- se cita a la escritora santanderina Concha Espina.

En sus novelas se siente España, la tristeza del soldado que vuelve a la patria victorioso cubierto de medallas al cual le alzan una estatua sí pero le niegan un trabajo y el héroe se muere de hambre. Esta es la trama de uno de sus mejores libros, Jauja, el más autobiográfico. Ricardo León fue al igual que Pedro Antonio de Alarcón soldado en la guerra de África peleó contra Abdelkrim y se distinguió por su heroicidad en un blocao de Dar Akoba como único superviviente de una compañía que resiste loas embestidas de una cabila. Lo que no lograron los moros lo van a conseguir los cristianos. El sargento Ciruelo por un lío de faldas es asesinado por la espalda a lo largo de una cacería por el marido de su amante. Castiella face los omes. Esta es la trama de esta narración que empieza con visos de comedia, salpimentada por el gracejo y el garbo andaluz y rota, al albur de las pasiones desatadas en un pueblo jienense, hacia los despeñaderos de la tragedia.

Juan García se alista en la legión para salir de la pobreza (a la guerra me lleva mi necesidad/si tuviera dineros/ no fuera en verdad/, canta una copla) en que vive su familia que pertenece a una de las de más abolengo del pueblo y del Rif regresa con los galones de sargento y con un brazo de menos. Sus paisanos le dispensan una recepción apoteósica, el alcalde requiere los oficios de un escultor para que le levanten un monumento. A los pocos meses ya nadie se acuerda de la gesta, se echó al olvido la hazaña aquel ilustre hijo de Jauja.

Tiene que vivir pegando sablazos y para su fatalidad traba amistad con la hija del alcalde malcasada con Pavón, Candelaria, durante las fiestas del antruejo. Mal acabará aquel carnaval. El marido no lo sabe pero pronto lo sabrá (todo el mundo lo sabía/todo el mundo menos él) de modo que tal extremo va a dar a la novela un carácter lorquiano, aunque mucho menos sangriento que “Bodas de Sangre” o la “Casa de Bernarda Alba” y más bufo porque León taja su pluma en los acentos de la jaranera Andalucía, y dentro de unos patrones absolutamente clásicos. Anguis latet in herba, nos advierte. La sierpe se arrastra bajo el césped.

Don Ricardo, el que volvió de la guerra de Melilla y quedó útil para los servicios auxiliares (tuvo una paga de mutilado de guerra que le ayudó a sobrevivir compaginando estos haberes con un puesto administrativo en un banco de Santander, lo que le permitió comprarse una casita en Galapagar y editarse sus libros en la Librería de Victoriano Suárez muy bien impresos por cierto, cada capítulo abre con una letra capital) estampa aquí algo de su biografía, el desaliento y la incomprensión de aquellos cuyo feudo defendió con las armas en la mano, la chabacanería e hipocresía de una ciudad levítica obsesionada con el qué dirán. En Jauja todo se olvida y se perdona. Se puede hacer cuanto le pete al demonio al mundo y a la carne pero a la chita callando, recatadamente, tras muchas llaves y cerrojos. Robar a los vivos y a los muertos pero guardando las apariencias con el respeto de las leyes y bajo la fe del escribano. Lo que no se puede hacer ni se perdona es “dar que decir” y el poner en berlina a los demás”.

Este parlamento del alcalde Mirambles marca el paso de la trama donde se entreveran personajes  tan bien descritos como el arcipreste don Rafael un cura de manga ancha, el general Cienfuegos héroe de las lomas de Carey y que ahora tiene en su casa una pajarera y se dedica a dar alpiste a los canarios, gordo y panzudo y con un coranvobis que no le cabe en el sillón, el archivero gallego el teniente de la armada Pavón marido engañado el que porta la cornamenta y arrima los podencos de la rehala de la alcalde en las montería como quitador  de husmeo y cobrando sus presas, descuidando su propia parcela, la magdalena arrepentida Candelaria; Tula Cienfuegos el ángel del hogar que se enamora del protagonista (no hay ser más peligroso que una hembra despechada) o el inglés mister Plot accionista de las minas que se abrieron en Jauja. Es todo un cuadro de actores que se enfrentan a una trama contada como si fuera una cacería. Se escucha a lo lejos el latir de las rehalas, los gritos de los ojeadores y el sonido lúgubre de las caracolas.

La muta de lobos discurre por los desgalgaderos y pendientes de Sierra Morena entre jarales y retamas, lentiscos y florecidos cantuesos. Bella estampa cinegética dentro de un paisaje grandioso el de Despeñaperros donde, pasada la famosa venta de Cárdenas Europa se asoma a África y en los días claros se divisan los turbantes nevados de los montes de Tingitania.

Torpe y maléfica ciudad patria envidiosa, pueblo, ingrato y ruin que haces a los hombres y los desgastas, que haces los héroes y los matas y en cada homenaje pones un sarcasmo y en cada estatua una picota.

León se queja de lo mismo que se quejaba el juglar del Mío Cid y de algo que entristeces a todos nuestros escritores del barroco: España dulce albergue de extranjeros y madrastra de sus propios hijos. La ingratitud además de la hipocresía o del adulterio constituyen la carpintería de esta obra que brotó de la pluma de un novelista a los que los runflantes que van instalados en la carroza tachaban de carca pero que conocía bien su oficio porque aquí, desde siempre, unos crían la fama y otros cardan la lana.

Cotejando sus páginas con la de los supervalorizados, Galdós o Baroja, estos dos monstruos sagrados salen perdiendo  por más que los críticos remendones y hermeneutas del refrito digan lo contrario. España es un gran país. Por ende su literatura es una caja de sorpresas.

Otro personaje soberbiamente trazado es el del vicario hombre tolerante y magnánimo que trata por todos los medios de salvar a Juan García Olavide de las fauces de la jauría primero cazándolo con su ama de llaves y después otorgándole un salvoconducto. Los planes del clérigo naufragan de la misma manera que fracasaron los de fray Lorenzo el de Romeo y Julieta de Shakespeare  en su intento por salvar a los dos amantes.

A Juanillo García Olavide alias Ciruelo, el sargento legionario, le da muerte el marido de Candelaria emboscado entre los tollos de la Cueva del Pipe en una emboscada montesina. El héroe de la guerra de África andaba por malos pasos y a la flor del berro, se iba de putas, derrotaba por las tabernas.

Una noche se enfrenta a su propia estatua elevada en el cruce a la entrada de la población y habla con su sombra intentando en medio de su borrachera arrebatarle todas las medallas y laureadas que el ídolo de barro cuelga en las hombreras porque ya no sirven de nada. La escena resulta de un dramatismo tan pintoresco como el del comendador Juan de Mañara que lleno de españolísima osadía convida a cenar a un difunto en nuestro teatro clásico. Es el mito de don Juan tan repetido encajado entre los joyeles y engastes de una gran prosa donde lo pomposo no anda a la greña con lo jocoso y satírico. Jauja es una diatriba contra la sociedad española en los años de la dictadura de Primo de Ribera, denunciando bellaquería e imposturas, cuando, ay, mucha más libertad que en la España de 2014 enquillotrada, zafia y mucho más zaina y cabreada que la de entonces.

 

 

 

LVIII

 

 

 

ROMANCE DE AMOR DIVINO DE LÓPEZ DE UCEDA

 

Sólo cuando un pueblo se ensimisma se muestra capaz de alta poesía y esto sucede, verbigracia, en la lírica que surge en Salamanca a partir del siglo XVI que preside un místico poco conocido y natural de Oropesa (Toledo) y que explicó Teología en Salamanca. Al autor de “romance de un alma que desea perdón”, Juan López de Uceda fallecido en 1595 se le considera discípulo eximio del agustino Orozco que fuera capellán y confesor de Carlos V y cuyo lema era escribir y predicar a mayor honra y gloria de Dios y de la virgen María. Se cumplen cuatro siglos de la muerte del poeta, un gran desconocido para los españoles de hoy quienes, como venimos diciendo, viven infatuados por el gran espejismo de la cultura anglosajona, se dan de lado tales disquisiciones. Es como una plaga bíblica para los que escribirlos y nos sentimos castellanos. En la escuela mística salmantina se inscriben estrellas mayores como Juan de la Cruz o Teresa de Ávila o Miguel de Molinos pero hay otros astros menos conocidos aunque de no menor porte como es el caso que nos ocupa.

López de Uceda se inspira en una seguidilla profana para transformarla en canto de amor divinos:

Yo me iba ay dios mío a ciudad reale

Errara el camino

En fuerte lugare

Salí zagaleja de en ca mi madre

En la edad pequeña

En la dicha grande

Diome ropa limpia

Quedé como un ángel

Y tal gracia tuve

Que logré agradarle

Lo que ocurre es que el amador en este poema no es un hombre de carne y hueso sino el propio dios. Precluye la entrega. Es el abandono total en manos del Criador. El alma que busca perdón sigue una ruta ascética que consta de los siguientes jalones:

-vía purgativa

-iluminativa

-unitiva

El poema es totalmente alegórico. Nos desborda su simbolismo. Ciudad Reale no es la Ciudad Real manchega sino la Jerusalén celeste, la meta soñada de los que abrazan la cruz de Cristo. Entremedias en su ascensión a la cumbre el alma ha de afrontar no pocos peligros. Se pide que tenga un buen discernimiento para distinguir el bien del mal. Y la zagaleja es el alma cristina y el “galán hermoso, que la rapaza se topó en la calle y el cabello en crenchas pude enamorarle” es Jesús. Que rescata al hombre de las garras de la muerte, lo viste, lo calza, lo alimenta con su propio cuerpo (eucaristía):

Hizo que me sirvan sus propios manjares

Su plato

Su copa

Su vino y su pane

Todo es precioso simbolismo interactivo. El verde color de esperanza es la prenda que han de vestir los bienaventurados y hay un ángel que nos cuida y hay una sortija de oro y otra de azabache símbolos del Amor y del Temor. Se trata pues de un prodigio estético y una de esas maravillas del alma e idioma castellanos en su precisión, concisión, calado, hondura teológica que no perdieron frescura al correr de los siglos. Este romance es como una rosa fragante. Es la perla escondida con la que el lector estudioso se encuentra a través de sus copiosos escrutinios. La literatura española es uno de los grandes exponentes del arte universal y en buena parte es un continente sin descubrir. Es el vino nuevo del evangelio guardado en odres viejos que sólo degustarán unos pocos paladares afortunados, los predilectos de los dioses...

De Juan López de Uceda poco se sabe. Que era hermano de Francisco López de Uceda el que diera a las prensas la “Pícara Justina” y que fue amigo y discípulo del agustino Orozco. Su composición a lo divino es la versión de una letrilla de zarzuela que se cantaba en España allá por el siglo XVI y que termina con una escena escabrosa: el ayuntamiento carnal de un viajero que va de paso con una serrana de un puerto de Extremadura. El tema fue tratado por la gran novela pastoril del siglo XV. La serrana debía de ser muy hospitalaria…

Comeréis la leche en lo que el queso se hace

Y haremos la cama junto al retamal

Y haremos un hijo que se llamará Pascual

López de Uceda, fraile agustino, da la vuelta a la historia y transforma la trova picaresca en entelequia mística por la vía unitiva. La serrana es el alma y el viajero que pasa es Jesús. A día de hoy la comparanza se presenta con resabios obscenos pero bien pudiera ser un vademécum de entrada al laberinto de la poesía mística española de Juan de la Cruz tan sensual y tan basada en el Cantar de los Cantares. Se interpolan los campos. El verbo se hizo carne y de ahí esa apariencia tan sensual. Raigambre hebrea del misticismo y del catolicismo español. A un lector poco avisado puede parecerlos que Juan de la Cruz y Teresa de Ávila se vayan por los cerros de Úbeda confundiendo el ámbito de lo divino con lo humano. Esta carnalidad sembraría los cimientos del iluminismo y las aberraciones de los alumbrados. Surgen en conventos de clausura monjas que querían ser poseídas carnalmente por Jesucristo y acababan en brazos de algún fraile poco escrupuloso que fungía como su confesor. O los predicadores que pronunciaban sermones basándose en la máxima del “pecca fortiter”, Agustina. Hay que pecar mucho para luego arrepentirse mucho. Era la teología de Miguel de Molinos el jesuita que se lo montaba con las grandes damas de Roma. Con más de una abadesa. Cristo para mí no tiene sexo. Está por encima de los dislates de la carne pero por de esto mismo algo funcionó mal en la vida religiosa y social española aunque reconozco que es una manera, una más, de interpretar a Dios, si se quiere desde la lascivia y del deseo carnal, consustantivo al tiempo de los Austria. Pese a todo esto, el romance, salvo el título que suena a despropósito, es una joya; fue escrito por un monje converso, uno de esos curas españoles de antaño que tanto sabían de cosas de amor aunque las crónicas señalan que esta experiencia fuera teórica y no practica a través del confesonario. Tirso de Molina por ejemplo un experto en la condición femenina… ¡Um! Mucho sabía el mercedario.

 Dicho lo cual, es obvio que el enunciado de la unión mística con el Esposo, expuesta tan crudamente en esa Ciudad Reale, iba a traer de cabeza a los sabuesos de la Inquisición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LIX

 

 

 

 

 

COLGAR EL RATÓN

Los futbolistas cuelgan  las botas. Algunos curas la sotana y yo voy a colgar el ratón de Internauta pues tengo la sensación de predicar en un desierto. Ni me escuchan ni me entienden. La gente anda muy encastillada en su ego. Hoy cumplo 64 años que es casi el doble de la canción de Julio Iglesias. Treinta y tres años. Quien lo diría. Me despertó por la mañana y un beso de una de mis hijas,  me alegró pero treinta y tres años multiplicados por dos así que haticuenta ya uno no es uno un recental. Madre mía que pronto pasa el tiempo. Colgar el ratón ciertamente pues es vano ejercicio esto de escribir. La gente no atiende. Parece vivir en cámaras insonorizadas. La palabra ha muerto,  viva la imagen.  Tengo en frente a una sociedad hedonista y egoísta que no escucha, vive entre el tópico y la banalidad. Así que colguemos el ratón démosle mulé metafóricamente se entiende a Guillermo Puertas y dejémosle tan pichi entre sus bitácoras sus blogs lo que la gente escribe para que nadie le escuche. ¡Ay esta noche de mi aniversario  cuánto dolor por el camino! Ahorco los hábitos pero yo nunca quiebro la pluma. Yo sigo. En realidad cuando creí que los libros valían algo fui librero de lance lo que yo quise ser después de venirse abajo otro sueño el de montar la guardia junto a los luceros. Oigo voces y las pongo todas sobre el papel. A veces se escucha una algarabía de frecuencias diferentes y de rostros macabros de mujer. Señor habla que tu siervo escucha. Sí Señor pero ¿a quien? Esta impotencia de no llegar nunca a ser lo que pudo ser de no atañer el ideal cuando casi estaba tocándolo con la punta de los dedos y me quedé con las mieles en los labios. Yo funcionario suspendido de empleo y sueldo. Yo librero. Amarrado al duro banco de la galera de la literatura escuchando el estallido del rebenque sobre mi cabeza. Cía, cia. Marinero. Una palabra siga a la otra. ¿Qué pone ahí? Leñe pues yo mismo ni lo sé. Escucho las voces y las consigno en el papel. A veces es la gritería tal que no entiendo lo que dicen. Son cosas muy contradictorias pero in contraditione peperuit me mater mea. Yo quise ser literato y periodista de relumbrón pero di con mis huesos en la calle- top manta de los libros viejos esparcidos en rátigo, la profesión más despreciable. Venta de por junto y al por mayor. Eso se llama pignorar el alma. Letra muerta que no sirve para nada y pesa mucho. El papel se ha convertido en muro de lamentaciones pero es un ejercicio inane y variopinto.  No quedaba otra opción. Tirar la boina y tender los libros viejos sobre el suelo esos que yo adquirí con mis ahorros y que me costaron tanto esfuerzo sobre el bulevar en espera de que llegasen clientes. ¿Cuánto es? Un euro. Se lleva usted un buen libro de buena lectura. Las confesiones de San Agustín. ¿Y para que me sirve Agustín? Para ahorcarme. Ese era un obispo africano que le gustaban mucho las mujeres. Tuvo una madre posesiva y una novia nubia que debió de ser muy guapa y la añoró pero tiran más dos tetas que dos carretas sobre todo son las tetas de un obispo de esas mujeres de rompe y rasga y de aquí estoy yo, pues menuda debía de ser doña Mónica. Lágrimas sobre la arena de la playa de Ostia. Recuerdos las mareas de san Agustín cuando el verano está en su cenit y empieza el declive del solsticio como el de todas las cosas. La melancolía y la retórica agustiniana marcan el principio del fin de una civilización. Para que quiero yo a ese santo. Es viejo y murió hace muchos siglos por el siglo tercero o cuarto y dice cosas maravillosas utópicas que no me sirven para nada, yo soy camionero soy transportista oiga. ¿No tiene revistas de gachís para hacerme una paja cuando esté en el punto mirando al tendido? No vendo pornografía ya se lo dije sólo buena literatura. Quede usted con dios. Bah paparruchas retóricas filosofías y se alejó murmurando insultos contra mí entre dientes. Al pobre librero de viejo nadie lo comprende. Pero se estaba bien en aquel paseo una soleada mañana de invierno. Se veían los lomos de la sierra y el cacumen granítico de la cordillera guadarrameña. Entre cigarrillo y cigarrillo entoné un aire de la sierra:

“Marranillo de febrero vete con tu padre al humero”

Los compañeros de los otros tenderetes me miraban con melancolía y se llevaban la mano a la sien como diciendo este sí que está como las maracas de Machín. Yo solo estaba matando a la liendre del alma que me carcomía por fuera y por dentro. No sé cómo resistí, aun no me explico cómo pude salir de aquélla.

 

 

 

LX

 

GERMANA DE FOIX Y LA UNIDAD DE ESPAÑA

 

Se cumple el quinto centenario de la famosa Concordia de Salamanca, un hecho que a pesar de su trascendental magnitud en medio de los azorados meses que corren y lo corto de vista que nos hemos vuelto los españoles, obliterando nuestro pasado y, amnésicos, en ese intento contumaz   por consumar el legrado de memoria de una vida en común, suicida actitud (vayamos paso pues a muchos los árboles no les dejan ver el bosque) permanece en el olvido.

Sin embargo, en virtud de esta entente cordiale y el convenio matrimonial de Fernando el Católico con la sobrina de Luis XII se sella un armisticio con Francia que va a informar toda la política exterior de los Austrias: los matrimonios de conveniencia y por razón de Estado que serían múltiples desde el día de san Matías de 1500 en que nace el emperador Carlos hasta el de Difuntos de 1700 cuando expira en Madrid Carlos II el Hechizado. Princesas de la Casa de Valois para los herederos de la corona imperial castellana, príncipes de Asturias, a la recíproca, que marchan a París a buscar novia, Pacto de los Faisanes y aquellas famosas nupcias de Felipe IV con doña Isabel de Valois, su legítima en medio del gran harén en que no faltaron marquesas, esposas de sus privados y hasta monjas del convento de San Plácido y una cómica, la Pacheca, pues Marañón dice que el bueno de don Felipe IV era de una sexualidad  tan exaltaba que rayaba en femenina, en lo patológico esto es insaciable: se le contaron cerca de cincuenta hijos naturales.

Francia siempre Francia. Detrás de los Pirineos se alza el gran antagonista de los castellanos. Rivalidades sin cuartel. Fernando de Aragón  fundamenta esta alianza nupcial con el francés la mira puesta contra Inglaterra, cuya enemiga hacia nosotros también fue proverbial y  que empezaba ya a mostrar -es el otro gran refractario de los intereses hispanos- y donde el rey Arturo había engatusado a su yerno, Felipe el Hermoso, en una alianza antiespañola. Había prevenido una escuadra para conquistar Fuenterrabía. Fernando se adelanta a la jugada y afianza el respaldo del Palacio de Blois. Luego no cumpliría la mayor parte de sus promesas pues era un gran político pero debió de pensar que París bien valdría una misa. Así aventaría las desconfianzas del Palacio de San Juan de Letrán. El papado, un hecho paradójico, siempre cargaba el carro delantero del lado de Francia. En menoscabo de España, que para eso era Francia la hija preferida de la Iglesia.


Doña Germana de Foix no fue una mujer feliz. Su marido la tuvo un tanto arrinconada. El infante que nació de la unión nació muerto y pasó la vida como una reclusa en Arévalo donde la llamaban pinguis et bona pota por su afición a la buena mesa. Que le gustaba empinar el codo, vaya y para colmo era  coxa según dicen las crónicas. Consultando  minutas del Archivo Municipal de Arévalo hay algunos documentos que constatan el malestar de la corporación del concejo por la onerosa fiscalidad que sobre los hombros de los vecinos recaía a causa de la inclinación de la francesa por el dispendio y los banquetes. ¡Viva el lujo y quien lo trujo!

En aquella corte fue paje o menino nada menos que Iñigo de Loyola antes de su conversión y debió de pasárselo muy bien  de mozo gozando de la vida galante arevalense y cometiendo pecados según él escribe en sus Ejercicios que lloraría toda la vida. Le salieron al santo surcos por la mejilla a causa de las lágrimas de arrepentimiento por las calaveradas de su disipada mocedad. ¡Ah la marrana de Arévalo siempre tenía al verraco encima, siempre preñada y a pesar de eso nunca estaba contenta!

El rey, viudo y algo botarate, no le guardó lutos largos a su primera esposa Isabel de Castilla. Era 36 años mayor que Germana. Sin embargo, la política en este maquiavélico personaje uno de los mejores políticos que en este mundo han sido, conservaba prelación sobre el amor. En 1505 se suscribe el Pacto de Blois con la corona de Aragón y los protocolos vuelven a sellarse en la Concordia de Salamanca con la de Castilla  meses más tarde muy cerca de la casa donde se acaba de celebrar la tan traída y llevada cumbre iberoamericana. Este hecho de una magnitud sin precedentes va a apuntalar la unidad de España conseguida en 1492. La corona de Aragón por aquello del tanto monta, monta tanto, y por lo que decía Gracián  aragonés y español soy hasta la gola que la libertad siempre fue española va a jugar un papel relevante en esta unión de los reinos. Venimos un poco de las barras que llaman catalanas pero que en realidad son barras de Aragón. Dicho reino con el de Navarra - todos los historiadores son contestes- es el artífice de la fusión de las tierras de España primero con el Compromiso de Caspe de 1412 y más tarde con la Concordia de Salamanca.

La boda no se celebraría hasta el año siguiente. Germana es proclamada reina de Aragón y de Nápoles. Los primeros once años fueron felices pero a la muerte de su esposo que testó a favor de su hija doña Juana al quedar Germana sin sucesión quedó relegada la pinguis et bona pota en su palacio de Arévalo que yo he ido a visitar varias veces y está en ruinas acusando los estragos del tiempo pero aún le quedan las dovelas del arco de su puerta principal. ¿Qué fue de aquellos saraos? ¿Qué se hizo de tanto señorío? Una melancolía manriqueña me dominaba cuando pasaba por debajo del famoso postigo de Alcocer, uno de esos lugares cuyos manes siempre me fueron propicios a mí que he sido un impenitente defensor de la unión y la concordia entre españoles. Además, en su castillo pasó su infancia la gran reina de Castilla y el poso de aquel temblor, de aquel gran sueño creo que aún vibra en el aire.


Cisneros, aquel fraile correoso un perro fiel a quien sus enemigos denominaban la “galga en pieles” fue cicatero con la reina viuda y le cortó el grifo de los dineros dejándole una escueta pensión que le impidieron seguir el tren de vida que había llevado hasta la muerte de su esposo. El fraile franciscano temiendo bandos y una insurrección de los partidarios de Germana de Foix la tuvo bajo vigilancia. La reina en realidad era una reclusa en su jaula de oro del palacio de Arévalo. A la muerte de Cisneros en 1519 vuelve a casar con el Duque de Brandemburgo. Enviuda y matrimonia con el Duque de Calabria que recopiló una de las bibliotecas más famosas de la cristiandad. Germana de Foix acaba sus días en Valencia el 18 de octubre de 1538. Siempre se relegó  su memoria porque algunos cronistas pensaron que la sombra de Isabel pesó sobre la francesa como un maleficio. Ello no obstante, su vida romántica y novelesca, está ahí y constituye un desafío para los novelistas. Tampoco los cultivadores de la novela histórica han sido demasiado generosos con su figura. Sin embargo, el reto queda en pie para el que quiera contar la vida de esta francesa que fue protagonista de uno de los capítulos más interesantes  de la historia de España. Por supuesto, tuvo que aguantar las infidelidades de Fernando el Católico como príncipe del Renacimiento pero ella tampoco perdió el tiempo, al parecer.

 

 

LXI

 

EL CADETE

 

Rusia vive por estos días tiempos de exaltación honrando al último zar asesinado por las fuerzas siniestras y a la familia Romanov; algunos incluso dicen que Nicolás II resucitado en la persona del primer ministro Mevdevev tan parecido a él que es como dirían los ingleses “his spitting image”. Lecciones que nos da la historia. El crimen no paga. Los asesinos serán apartados a la gehena y los santos suben al cielo. El último zar con su bella familia, la emperatriz, el zarévich, y las cuatro princesas, que fueron fusilados un 18 de julio de 1918 en la tahona de Ipatiev el rico mercader de Yekateringrad (mandaba el pelotón un judío húngaro por nombre Imre Nagi y los soldados eran todos letones y estaban borrachos porque ningún roso tuvo el valor de accionar el gatillo contra el zar que siempre fue tenido en Rusia por un dios) fue canonizado.

La tragedia de la primera guerra mundial, la revolución de octubre, la toma del palacio de invierno y la guerra civil espantosa que subsiguió marca uno de esos momentos culminantes de la historia universal que tuvo correlativamente su parte alícuota de una enorme literatura. Pocas lenguas en el mundo con excepción tal vez de la griega, podrían plasmar el “pathos” de lo acontecido: los combates, las destrucciones de ciudades, las violaciones, las ejecuciones sumarias, los incendios, la miseria, el hambre en el marco de esa arquitectura de belleza melancólica en comunión con la naturaleza que brota de la pluma de los maestros rusos.

El cadete” de Leónidas Zurov es  novela lírica que canta al ejército ruso, a los cadetes de la Guardia Blanca, del regimiento Preobrajenski, que custodiaban al Zar en su palacio de invierno y en los perímetros de Tzarkoe Tselo en Petrogrado. Se trata de una casta historia de belleza y de pureza que exalta los nobles sentimientos de amor a la madre, amor a la patria, a la mujer que te sale al encuentro de tu vida, a la solidaridad y a la amistad. Por sus páginas se escucha el canto angélico del querubín y asoma el Cristo ortodoxo con sus ojos clementes y sus barbas mientras la Virgen María sonríe bendiciendo bondadosa desde el candil de los iconos. Suenan a lo lejos después de la nevasca las campanas de alguna iglesia.

Dentro de la catedral percibió a Kuny Miej. En las vetustas arcadas rebotaba la dulce melodía del oficio, los íconos centelleaban y al centro bajo la cúpula recogíase un expectante silencio que devolvía el sonido de los pasos”

Mitia es enviado a la academia de oficiales de Petrogrado. Quería ser militar igual que su padre el general Kornilov y va a sentar plaza en la escuela de Junkers. Tenía 14 años y aquel otoño de 1917 días después de las fiestas de la Asunción la campiña olía a manzanas “y las amarillentas mechas de los abedules enlutaban el alma… las filas de los arces aparecían mordidas de urentes arreboles; sobre el encristalado de la mansión zigzagueaban las llamas policromas”

La pluma de Zurov al describir el encuentro y la despedida del estudiante con su madre adquiere rotundidades homéricas. Esta le imparte su bendición según la costumbre ortodoxa. “En un recodo del camino, sosteniendo con la mano izquierda la fusta y el capote, Mitia se volvió haciendo el saludo militar y, perfilada sobre las gradas de la escalinata, vio a su madre que le bendecía, trazando sobre el aire pequeñas cruces”

Los diálogos son  contundentes, las descripciones, maravillosas. El alma rusa se hincha como el bulbo de la cúpula de un “sobor” (catedral) y protege como el manto de la Madona al lector. Y abundando en esto mismo existe el efecto “sobornosti” (catedralidad) una melodía que suena eterna melopea a lo divino a través del canto diaconal y hace que el corazón, por más que nuestra razón no lo entienda, caiga de hinojos a los pies de la imagen del Redentor. Únicamente las novelas rusas de este periodo poseen ese tono repetitivo del efecto catedral cuyos ecos se propagan a lo largo de capítulos y de frases entrecortadas del soldado que parte al frente, los besos de la mujer amada, los gritos angustiados de los pasaportados al Mar de Hielo, el lúgubre lamento de los encarcelados en las zahúrdas de Siberia.

Los héroes de estas historias aceptan su destino (“sudba”) con resignación y sin odio a sabiendas de que la Madre Rusia ha pecado y va a ser sometida a la prueba de una larga purificación. El pueblo ruso asume esa misión mesiánica de trascendencia que se manifiesta en ese lupanar donde una belleza rusa se decide por el cliente más desamparado, o un presidente Putin que escribiendo en el NT le dice a Obama que no hay pueblos mayores ni menores que a los ojos de Dios todos somos iguales.

En ese sentido soteriológico el pueblo ruso, el verdadero Israel, cumple el papel de protagonista frente a la masonería, las fuerzas oscuras, o encarándose con el estado judío exportador de armas y de conflictos, reclamo de las mafias y de los señores de la guerra que se valen de la argucia, el chantaje y la mentira como medios de coacción pues para ellos el asesinato y el terror se encuentra a la orden del día, se encargan  de fungir como antagonistas del drama o la novela de la historia.

Nadie hubiera podido sospechar que el pueblo ruso después de Stalin, de la Perestroika, y de los horrores del comunismo, del miedo a la bomba atómica que nos inculcaron a nosotros niños que crecíamos durante la guerra fría, iba a desembocar en un Putin mesiánico defensor de los pobres y los desvalidos del planeta, otro san Jorge en la lucha contra el dragón. ¡Inefable y sorprendente contraste! aunque Rusia es un enigma y siempre habrá que entender de este juicio sobre el líder ruso con ciertas reservas a la vista de la guerra de Ucrania, un conflicto ininteligible, entre hermanos, urdido por el enemigo del género humano: el diablo.

Tal vez por eso lo difaman, le hacen la guerra, lo retratan en picardías de maricón y otras infamias. Y han querido abatir el avión en que viajaba desde Brasil confundiendo su aparato con un jumbo malasio. Son los herederos de los que fusilaron al zar en la casa del judío Ipatiev que vuelven a la carga.

Mitia va a ser un soldado sin suerte pero un verdadero oficial de la guardia que defiende el palacio de invierno y participa luego en la reconquista de Ribinsk. Es víctima de esos cambios, de esos aggiornamientos, transiciones, consensos, trampas saduceas y ucedeas que son el escudo detrás del cual se abroquelan los judíos para proyectar sus revoluciones. Manejan como nadie las treinta monedas de la sangre, llenaron la tierra de campos de Haceldama. Es el caldo de cultivo del agit prop.

Dimitri Kornilov ve cómo a los cadetes de la guardia por orden del soviet lo despojan de la “gimnarskerska” de la nobleza y le colocan una rubaska de “poilu”. Es detenido e introducido en un convoy de castigo del que se apea en marcha librándose de la muerte. Antes un comisario judío ostentando en la “papaja” (gorro de astracán) la estrella de cinco puntas e había dicho:

-Te perdono, mamoncillo, eres valiente.

Y el cadete se cuadra y entona el himno del zar:

-Boshe, zaria, jrani[44]

-Largo de aquí, yo conozco bien tu madre, hijo de puta.

En medio de las lágrimas el valiente cadete escupe al comisario y prosigue la estrofa imperial con mayor fuerza

-Tsarvu, slava nam[45] 

El alma rusa descrita con magistral pluma por Zurov se compadece y se entiende perfectamente con la española. La lengua castellana se adentra en los penetrales de este ruso deslumbrante donde existen maravillosas descripciones como estas dignas de la Iliada o la Odisea:

“Detrás del pueblecillo en un soleado prado, se instruían los noveles soldados. Al diario ejercicio sucedía la faena de bañar al ganado. Mitia habíase prendado de cierta yegua rosilla que aun amantaba a un gracioso potrillo bayo, mientras Lagin concedía todo su afecto a un caballo morucho… nuncios de primavera, los días eran apacibles, radiantes de luz, benditos, impregnados de la alegría del cielo, de la fragancia de las tiernas hojas gomosas, del gorjeo de los pájaros. En las afueras de la ciudad sobre las tumbas de los soldados una ruda hierba acaba de verdear”

Es el magnífico contraste entre la vida y la muerte y la indiferencia de la naturaleza ante las penalidades y sufrimientos del hombre. Sin que falte el lado cómico. Por ejemplo, cuando describe a aquel sargento mayor que se alista con los blancos para pelear contra los “krasnoarmeitzi”[46]

“al toque de revista los voluntarios advirtieron, cuadrado, delante del coronel, a un desconocido de híspido bigote bermejo y rapada cabeza, que vestía un usado uniforme lleno de remiendos en el que brillaban dos condecoraciones sujetas por un alfiler. Era el sargento Arjip Simenovich. En aquel suboficial Mitia y Lagin reconocieron al mujik que sentado a la orilla del río fumaba tranquilamente su pipa”

La lectura de esta enternecedora novela me ha reconfortado en estos tiempos de tribulación y de persecución. Una voz en ruso me ha dicho con suave y amistoso acento:

-No te aflijas. Ten fuerte. Soy yo. Estaré con vosotros hasta el final de los siglos

Cristo vive en la historia y en estos momentos el Príncipe de la Paz nos habla en ruso confundiendo a los señores de la guerra que parlamentan en su algarabía o nos largan espichas en inglés. El país de la resurrección posee estos incontratables enigmas. Cabría pensar que al zar al que fusilaron los del sanedrín  se encuentra de nuevo entre nosotros. Tengamos calma. Las puertas del infierno no prevalecerán. Les recomiendo que lean este libro de un militar Leónidas Zurov “El Cadete”. Pasarán un rato agradable, se reconciliarán con la vida aunque se les esponje el corazón de melancolía.

 

 

 

 

LXII

 

JOAQUÍN DÍAZ JUGLAR DE LA NOCHEBUENA

 

Hay figuras que marcan sendas trazan caminos abren pautas porque la vida es un supuesto iniciático. Para mí lo fueron autores asturianos como Palacio Valdés, Clarín Cela, el vallisoletano Narciso Alonso Cortés cuya historia de  la literatura castellana  teníamos como libro de texto en el seminario. Impartía las clases don Tirso Rodao y don Ramón Alonso, un hombre de cabeza pequeña pero de corazón grande y voz profunda, se encargaba de las de Historia de España. Fueron libros y horas que moldearon mi carácter marcándolo para siempre.

 En aquellos centros nunca se dejó a un lado la educación musical de los educandos. Un clérigo tenía que saber cantar y en estas habilidades polifónicas nos iniciaba el beneficiado de la catedral José del Moral siguiendo las pautas del Canto Coral del P. Peris. 

Escuchar la gran obra de Joaquín Díaz vino a ser como releer de una sola vez a todos estos maestros que impregnaron de idealismo y de sed de verdad y de belleza y de humanismo mi adolescencia. Joaquín se parece a aquellos seminaristas del mayor que se preparaban para misacantanos: serios, responsables, estudiosos y también simpáticos a los que todo el mundo quería bien con su barba rojiza sus modos suaves y una bondad natural que le ha venido de casta. Pero resulta que nunca paseó en una terna de aquellos curillas que solían salir a pasear por el Campo Grande. Estudió en el Lourdes y luego se fue a Pamplona. Grabó discos en cantidad... A mí me parece que es un católico total un descendiente de aquellos monjes medievales un templario de los que fraguaron Castilla pero reitre tan sólo de su soledad y de su campo. Fue muy amigo de Delibes y con él iba a cazar. Insisto aunque las comparaciones son odiosas y aunque me duele el desconocimiento que de su obra tienen muchos españoles que con sus casi cincuenta libros a las espaldas, un hombre relativamente joven, su obra filológica me parece mayor (y no me duelen prendas al señalarlo) que la del gran polígrafo. El Duero puede que lleve la fama pero es a veces el Pisuerga el que carga con el agua. La obra de Joaquín Díaz González, pese a su modestia y recato, amplía y complementa lo logrado tanto por Menéndez y Pìdal como Menéndez y Pelayo.

 

Joaquín Díaz obra inmensa

 

Ya lo he dicho y lo digo sin prejuicio de parte que  los retratos de Joaquín Díaz y de don Ramón Menéndez y Pidal, el coruñés que encontró su España Mágica en Arbás del puerto donde el Pajares empieza a bajar, como Joaquín al que, al igual que a Clarín lo nacieron en Zamora pero es asturiano por los cuatro costados y castellano universal, cerros y laderas, música de rabeles y el son del requinto en la alforja, algún romance de ciego o alguna endecha a lo zamarro, batallando con las corcheas, fusas y semifusas, presiden mi mesa de trabajo juntos con mis vírgenes y mis cristos, algún san miguel y san Antonio o estampas de la  indefectible Auxiliadora que dan suerte y protegen.

Ormuz y Arimán en lucha eterna. ¿Por qué se canta y por qué se escribe? Puede que para desahogarse sobre todo los que no sabemos otra cosa que hacer, pero sobre todo para arrimar el hombro a esta esforzada lucha del Flamígero Arcángel contra las fuerzas oscuras y contar la realidad al descuido y al desgaire que decía Gracián que “español soy hasta la gola que la libertad siempre fue española”.

 Claro que a muchos los árboles no les dejan ver el bosque y sólo le interesa el hic et nunc, el aquí y ahora (take your money and run) pero la riqueza de la vida no está sólo en esa pasta gansa, el cuatro ruedas, la segunda vivienda en el campo, la hipoteca, la tarjeta de plástico, el tercer divorcio esto es un vivir a lo americano que es un sinvivir  pleno intereses mercuriales aunque nunca vengan mal unos eurillos para hacer frente a la crisis que nos sobrenada.

Pero miremos un poco para arriba, ganemos  perspectiva, oteemos el horizonte. El otro día me encontré yendo a Alcalá con un buen titular “Alcalá basa su riqueza en la exportación de la lengua castellana”. Algo así como han hecho los ingleses, que serán todo lo que quieran pero son muy vivos con Oxford y su English, que es una industria nacional, la primera del país.

 Pues, mutatis mutandis, lo mismo se puede decir de Urueña, la preciosa villa castellana, gentes y laderas que describió Delibes, donde tiene emplazado Joaquín Díaz  sus reales y su casa - museo etnográfico y existe la ciudad del libro, merced a una iniciativa de las autoridades autonómicas – la diputación, la Junta- y algunos esforzados libreros que tienden en los corros[47], que así se llaman las calles en aquella villa, en un alcor, nido de alcotanes y de caballeros andantes, que es la ciudad del libro: Alcuino de York, Alvacal, Librería Samuel, librería del Vino, El Rincón Escrito, Alcaraván, La Punta del Iceberg, Almadía y la Boutique del Cuento y con el soporte de José Manuel Valdés, el asturiano que fundó iberlibro.com descubriendo un potencial mercado por Internet.

 Una receta para el espíritu, aspirinas contra la dichosa crisis: libros, poemas, canciones para vivir un poco más hacia adentro. ¿No estamos un poco vacíos? España tiene futuro. Lo que no podemos caer en el cinismo cainita, un mal que aflige el alma nacional. España es un pueblo que no canta. Ibas a un pueblo y la gente volvía de las tareas del campo con una copla entre los labios. Antes cantaba y dice el refrán que gallo que no canta… Póngame contra esta cigüa la pluma de un gallo en el sombrero que espanten mis males. Una copla de vez en cuando nunca viene mal.

 Creo que el porvenir está ahí. Lo que hace falta es un poco de reflexión. La vida es algo muy bello y no es para pasársela viendo los mismos sitcoms o escuchar las arengas envenenas que nos dirigen los pundits o sabelotodos de la caja tonta, de los periódicos o de una literatura de bulevar integrada por malas traducciones del inglés. Si somos listos y sin alharacas chauvinistas, estoy por decir que tenemos posibilidades de que nos vuelvan a vender la mula mal capada no ya meramente los separatistas. Me dan más miedo los separadores. No se trata de ponerle puertas al campo sino de salir al campo a respirar buenos aires como el que nos brinda Joaquín Díaz en toda su obra inmensa con su gran equipo de colaboradores.

Volveré sobre el asunto. Sirvan estas líneas de proemio o de introducción a la obra de este polígrafo que vive como un fraile dedicada a su obra de investigación en un lugar desde donde se miran mejor que en Madrid las estrellas.

 el mejor de la generación del 68

 

Mi padre gobernador mi tío alcalde mis hermanas maestras contigo casaré y mi hermano menor es electricista y en la paz era un gran accionista. Tararirurira. El alcalde Aguigorriaga tiene mucha ilustración (bis) que sabe tocar el chistu y también el acordeón y todo el mundo le dice que se llama Pantaleón. Pantaleón… Pantaleón (tris).

 Una canción vasca. Un son de la carlistada que extrajo el gran juglar vallisoletano del baúl de los recuerdos un baúl que ciertamente no era el de Karina sino el de los grandes polígrafos y hermeneutas del Romancero desde Menéndez Pidal a los grandes folkloristas, cantores, rondadores y dulzaineros –y aquí venga nuestro recuerdo para Agapito Marazuela que aquí te traigo la ronda te la traigo de Hontanares tengo las albarcas rotas y se me salen los cereales, cuando cantábamos en el trillo o en la siega éramos mejores éramos más grandes, el castellano es un idioma dulce de ensoñación para hablar con dios .

 El  Cancionero de Upsala. Elixir de Juventud. Cárcel de Amor. Joaquín Díaz tú eres el más grande. Tú fuiste el mejor. Adalid de la canción protesta que nos puso a todos en movimiento. De muy cerca te siguieron los del Mester de Juglaría a la que pertenecía una moza que era nieta de Doña Aniana aquella comadrona de Segovia  que me sacó a mí sin demasiados instrumentos quirúrgicos (entonces los españoles nacíamos y moríamos en casa) del vientre de mi madre la Juanita y la pobre según me cuentan sudaba la gota gorda  ante aquel parto ímprobo yo di en báscula al nacer seis kilos y medio y si mi madre no se fue pal otro barrio fue por chiripa pero ahí está mi Juanita tan tiesa a punto de cumplir los 90) en su repertorio la tonada del atleta el del tío Juanillo que se tiró y se tiró por el puente de Aranda pero no se mató.

Nos íbamos a comer el mundo. Y nos fuimos a Europa con el repertorio de todas estas canciones alma de nuestro sentir. Pero sin duda el mayor fue Joaquín Díaz. Aquellos conciertos. Aquellas sentadas en el campus aquellos recitales en los Colegios Mayores. En ellos desempolvó no sólo el romancero sino también las jarchas moras y los cantos de obrador y taller las moliendas sefarditas. Buena semana te dé el dió. Y  al año que viene en Jerusalén.

 La Tarara como la cantaba Joaquín es ahora muy popular en Marruecos.- radio Rabat la tiene de sintonía  de programación pero no es una canción morisca sino muzárabe. Las moritas que nos enamoraban en Xauén (Jaén) Fátima y Oliva y Mirien no se ponían de blanco los Jueves Santos entre otras cosas porque no creen en los Jueves Santos los moros ellos tan suyos. ¿O sí?

Él resucitó y nos enseñó a tañer los viejos rabel. Este rabel pide vino y las cuerdas aguardientes y el mozuco que las tocas niñas de quince a veinte. Ole y ole morenita ole y ole resalada que tienes la sal del mundo y no te meneas nada.

 En sus notas llegaba prendido todo el candor y el rebullicio de las antiguas romerías de aldea. Los picaros donaires de la molinera y el corregidor cuentos de amor y de desamor que vienen de la época visigótica y descubren el sentir el amar y  odiar y la manera de pensar la reacción ante la vida de Juan Español nuestro amado y sufrido pueblo. Que buen vasallo si hubiera buen señor.

  Estampan la fuerte impronta católica por ejemplo en la Baraja de los Naipes o los Mandamientos de amor. El gregoriano que escuchaban los paisanos en la iglesia los adaptaban a su versión. Así salieron los prefacios que entonaba mi abuelo en el trillo. Castro los chivos, Torreadrada las cabras, Fuentesoto cagaberros que se crían en Peñacolgada donde canta y se mea la zorra cuando a ella le da la gana.

 Cantos de siega. Cantos de ronda y de trilla. Fervor religioso vibrando en los corazones. Jueves Santo, Jueves Santo tres días antes de Pascua cuando el Redentor del mundo a sus discípulos llama los llamaba de uno en uno de dos en dos se juntaban y les convidó a cenar en una mesa sagrada. Nadie como el genio innato del pueblo ha sabido explicar con tan pocas y tan breves palabras el misterio eucarístico el drama de la redención del que se quedó con nosotros hasta el fin de los tiempos.

 No. Castilla no es triste. Castilla es alegre un tanto socarrona tierna y un poco echada para adelante. Escuchen si no  el tono bronco de Los Mozos de Monleón para demostrarlo.

 Los Mozos de Monleón  fueron  arar temprano para dir (sic) a la coriza (castueño la jerga de Salamanca) y a veces entra a fondo con todo el rico acerbo musical de la zona de Sanabria en el vértice de confluencia entre Asturias Galicia Castilla y Portugal que dio como fruto un lenguaje riquísimo. Rondas sanabresas. A la ronda galanes  que ya viene el día. Cada cual con su dama yo con la mía. No vas sola no. Lucero, lucero del alma mía salió… y esta noche los mozas sueñan quimeras por la cinta del pelo de una morena. No vas sola no, etc.

Joaquín Díaz aunque pinciano sus padres provenían de Asturias.

 Le recuerdo bien aquella vez que lo entrevisté para “El Alcázar”. Barbitaheño con una melenita rojiza y sus aires de seminarista y fue seminarista de los nuestros en el gran seminario de León de los que se salieron y empezó a entrevistar las viejas partituras en aquellos manuales musicales que había publicado FE (falange española) o saqueando los archivos musicales de la catedral de Segovia guardado por mano experta de don Hilario Sanz el buen don Hilario el lectoral de la catedral toda una institución en la Archivistica Española. Impresionantes aires de la tierra. En el seminario estudiamos música con don José del Moral maestro de la capellanía, el preceptor al mando de los chantres, sochantres y capiscoles de la escola cantorum. Si desafinabas en el coro bajaba del estrado y te pegaba una torta. Y yo me recuerdo a mí mismo una tarde de mayo tratándome de aprender el romance del prisionero antes del examen de música. Que por mayo era por mayo cuando hace más calor cuando los trigos encañan y están los campos en flor. Cuando los enamorados van a servir al amor. Y yo triste y acuitado yago en esta prisión, que no sé ni cuando es de día ni cuando las noches son. Si no es por esa avecilla que me cantaba al albor. Mátemela un ballestero. Dele dios mal galardón.

 La recuerdo solfeando sus notas a solas una tarde de mayo debajo del viejo moral añoso que retorcía su tronco en la esquina de la huerta en aquel cuaderno al compás del dos por cuatro. No era difícil. Más difícil era la que siempre salía. En el examen La letra se ha desvanecido de mi imaginación pero no el solfeo. Era al tres por cuatro: mi-mi-la-si-do-si-la-la-re-si-fa-mi-la-do-la-re-si-si-la-sol-fa-mi-la-re-do-si-la. No suspendí. Don José me puso un cinco.

 Yo fui niño de coro. Pero el mejor músico que teníamos y la mejor voz de tiple era José Antonio –creo recordar- Alonso una de las mejores voces y no sé si fue él o seria Marianillo el que hacia el solo en el villancico a san Frutos que cantábamos en la catedral la escolanía los 25 de octubre.

 Un milagro de la Virgen de los Tránsitos ha permitido que gracias a este blog donde yo escribo mis paridas me reencuentre con el viejo camarada condiscípulo y hermano, José Antonio más conocido por el sobrehúsa de Remondo porque de Remondo en la raya de Valladolid con Segovia. Nos unen los viejos recuerdos y las canciones de Joaquín Díaz algunas a lo zamarro y otras a lo salado. A la entrada de Campó me dijo una campurriana si tú me esquilas el burro para ti será la lana. Campurriana. Campurrianita ha de ser. Campuirriana la que a mí me ha de querer.

A mí creo que me quiso una asturiana que me ha dado cuatro hijos que son cuatro soles. No sé si seguirá el amor  porque el mundo ha dado tantas vueltas pero muchos fines de semana  de la mano y la voz querida sonando en mi grabadora de Joaquín marcho hacia el norte tarareando el Caminito de Avilés  un carretero cantaba al son de los esquilones que su carreta llevaba. Marinerito arría la vela que está la mar dulce y serena.

 Y al pasar por Urueña la vieja Oronia  vaccea, un pueblo acérrimo, amurallado en lo alto de un cotarro , por lo escarpado al lado de la autopista y donde está la casa museo de Joaquín Díaz me echo un cante de agradecimiento para él mientras voy al volante.

-Ya estamos. Otra vez.

-Mujer déjame poner “carretera abaixu va en Santo Domingo entré” que vamos pa tu pueblo.

-Mira que eres un modorro. Estas hecho un carrozas. Hoy ya ese no se lleva. A tus hijas lo que les mola es el rap.

-Que se le va a hacer, Duquesa, nadie es perfecto. No todo el mundo puede vivir en la plaza.

Pero me salgo con la mía  y suena a toda pastilla entre guitarras y bordones el “Carretera” vieja canción de arriero. Pues arrieros somos y en el camino nos veremos. No entiendo cómo a un genio como a Joaquín Díaz lo tenemos aparcado. Su obra gigantesca merece todos los galardones y apoyos del Ministerio de Cultura por lo que ha hecho este castellano-astur-leonés por el viejo folklore.

 Pero a ¿quien tenemos  de ministro, paisas?

 A un gallego con pinta de afilador de Orense lo digo por la pelambre no sé si será de los chambones o de los gallegos finos de las rías bajas, dicen que es poeta, pues vale, también lo soy yo. Y los premios y condecoraciones van a parar a un argentino como Geiselman y otros de la misma especie que sólo los conocen en su casa a la hora de comer. Diré por mi parte que estos “genios” que se sacan de la manga los nuevos “Kingmakers” no me  dicen nada.

Por eso tenemos al pueblo tan triste, de mal talante que al español hoy se le ve muy poco feliz. Se canta mal o se canta poco y gallo que no canta algo tiene en la garganta.

 Recuperemos a Joaquín Díaz. Él fue el más grande del 68. Han pasado cuarenta años. Contra Franco cantábamos mejor y no había tanto cenizo tanto mediocre instalado. Nos están vendiendo la burra mal capada. Al sistema le interesa la bronca y la provocación. Su mejor arma es la callada por respuesta. No nos moverán, sin embargo. Dicen que nos dan oro y nos dan oropel. Pero Joaquín Díaz es oro todo él. Su música debía enseñarse en  todos los colegios de España. En los de Cataluña (yo aprendí el Noi de la mare” con él) en los de Baleares (La Catalineta) en los de Vascongadas (A un chopolito) porque el vasco el catalán el gallego el castúo y el pixueto son también idiomas españoles que no nos vengan con caxigalinas. Pero nos han politizado la cultura. Quieren aherrojarnos de nuevo con el sonsonete de lo políticamente correcto que suena a fascismo con un lavado de cara  pero querer someter a férula al sufrido pueblo español bajo la bota de estos petimetres culturales es como quererle poner puertas al campo. Que se atengan a las consecuencias… gallo que no canta o canturrea mal inglés algo tiene en la garganta. ¡Viva Joaquín Díaz! 

 

 

 

 

LXIII

 

 

 

 

 

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LA LOZANA ANDALUZA

 

 

 

 

  Es un personaje La Lozana Andaluza como el quijote, una especie de caballero andante del amor que ha cabalgado por Europa, una especie de  doña Urraca que “a los moros por dinero y a los cristianos gratis”, o de santa Nefixa que lo hacía por caridad y de balde, ejecutora del amor dulce y venusto, repartiendo sus gracias al prójimo desde la benevolencia del deleite, retratado con donaire y haciendo gala de un idioma que revela las interioridades del tesoro de la lengua castellana, venero irrestañable del ir y venir por los colmados, las casas llanas, mancebías, burdeles, bochinches del tócame Roque, casa con dos puertas difícil de guardar, por su autor un cura cordobés de origen converso, del que se sabe poco pero que marca la cumbre de la literatura picaresca. Él se confiesa nativo de Martos. A Lozana no la conocí pero la imaginé y es parte de mis sueños y de mis sonrisas. Los mis pecados perdónelos Dios que a nadie amarga un dulce. Sin meretrices- comenta san Agustín en uno de sus opúsculos- grandes daños sobrevendrán a la republica. Ellas son la vida misma formando parte del oficio más viejo del mundo. Escuadras de soldaderas, cantineras, monjas profesas de la diosa Venus, tusonas del amor libre. Los lupanares de Europa siempre estuvieron manejados por judíos. Delicado Baeza que antes de recibir órdenes mayores debió de dedicarse al viejo oficio furibundo y no me digan que todas esas bellaquerías que sabe y que plasma a lo largo de los 66 mamotretos o capítulos de su novela que se leen de un tirón por su modernidad, por el donaire y por el gran aparato paremiológico e histórico que esgrime, lo aprendió confesando a sus penitentas al igual que otro fraile, Tirso de Molina,  que exhibe en sus dramas gran conocimiento de la psicología femenina. Hace un retrato de las orgías y desacatos de la Roma de los Borgias la del papa Alejandro VI y de Julio II pontificando sobre un corte corrompida pero llena de ardor guerrero y de arte. Es un libro moralizante pese sus descripciones del trato torpe en la lengua del lupanar, pues determina que hay tres profesiones en el mundo que suelen acabar mal, la de las putas y los soldados y las de los banqueros en una tumba de oro. Publicado en 1524 anuncia proféticamente el saco de Roma que sobrevendría tres años más tarde por los lansquenetes hambrientos e iracundos del Duque de Alba que no habían cobrado sus pagas e irrumpen en la Ciudad Eterna a sangre y cuchillo. ¿Castigo divino? El nombre de Roma es acróstico del amor. Lozana aborrece el tocino, no blasfema y se abstiene de mentar el nombre del Dio, guarda el Sabbat siempre que puede, trata con clérigos y con monseñores. Un canónigo al que “curó de lo suyo” y éste le hizo un hijo  fue su protector por conducto de un macarra trujillano por nombre Rampín. Es Rampín el cohén o  caudillo de la mancebía típico un bellacazo desflorador de vírgenes cautivas, devoto de Santa Nefixa que nos pasma con sus longuerías y sapiencia lupanaria. Sieneses en Italia y trujillanos en España que a todos engañan. El tal Rampin [48] debía de ser buena pieza como gran parte de muchas extremeñas y extremeños que, perseguidos por la Inquisición, se buscaron la vida en la corte pontificia donde hallaron protección. La cabeza de la catolicidad paradójicamente estuvo dominada por hebreos de distinta proveniencia que allí ejercen las profesiones liberales. Los médicos y los banqueros de los papas, como los de los emperadores (Carlos V, el converso segoviano Andrés Laguna y los Fuggers o Fucares alemanes de la judería de Francfort) eran de la rama de Israel. Se calcula que la Roma Meretriz acogía a más de 50.000 –ya es un numero- provenidas de todos los rincones de Europa y Berbería y Turquía. Las españolas que ofrecían el grupo más nutrido habían asimilado de las costumbres moriscas la depilación de sus partes íntimas. Lozana la garrida que adopta este nombre de guerra cuando llega a la Ciudad de los Césares, la llamaban Aldonza o Alaroza en el perchel malagueño, en las gradas de San Felipe, en el Zocodover toledano, en el azoguejo segoviano, el Fontán ovetense  y en el Potro cordobés, su tierra natal. Alaroza es nombre árabe que significa jarifa, bien plantada. Cuando se jubiló y marchó desterrada a Lipari su ínsula barataria o Sicilia donde acabó sus días muriendo al parecer de morbo gálico adoptó el cognomen castellano de Velluda (la bien hecha) a fe que debió de ser un personaje real que conoció el clérigo que la describe oriundo de Martos en Jaén  a lo largo de sus izas, rabizas y colipoterras bastante mundo. Muy hermosa y afamada debió de ser. También sabia y graciosa. En esta novela dialogada nos maravilla con sus advertencias y observaciones sobre sí y la gente de su oficio. Anda puta que no serás buena. Pues que ha de hacer si so de Llerena. Se siente muy judía pero también muy española. La palabra jodío en romance no es como algunos piensan el participio pasado de un verbo que los hispanos pronunciamos cada dos por tres, se refiere al judío y al jodío que es como designa a sus camaradas esta simpática cordobesa, que si hoy viviera, ganaría millonadas acudiendo a los programas de la entrepierna o dejándose retratar en el Hola. Se lamenta de que en Italia ni el hoder [49]ni el comer tenga sabor que en la mi tierra es más dulce que el cantar de la serena.

Su valedor es otro converso extremeño que se llamaba Trujillo. Cerraba los sábados el burdel, preparaba la adafina los viernes. Era un varón temeroso de Dios que explotaba esas debilidades cristianas por el vino, las mujeres y las fiestas religiosas. Su mancebía se ubicaba en la Vía Asinaria pero luego la trasladó al barrio de los jodíos catalanes y españoles que son los más letrados y ricos, pues saben su Ley, a diferencia de los tudescos y franceses que tiran al gentílico en Campo di Fiori. Sabe que navegante del océano del amor ha de arfar su nave por aguas ariscas dada su condición de jodía y de puta. Vulto romano y cuerpo sionés, andar florentino y hablar boloñés. Los italianismos y hebraísmos plagan esta deliciosa novela que es sobre todo un cuadro de costumbres pintado con desenfado y al desgaire. En toda la obra medra el ingenio y maravilla el donaire, trufada de refranes que ofrendan el conocimiento de la sabiduría de la calle pues quien dice la verdad cobra odio aunque los duelos con pan sean menos. Y vos, pariente, aparéjame los dientes. Ay tiritin tiritaña soy gloria de España discípula de aquella doña Violante cordobesa amante de tres reyes cristianos y dos califas. Dámelo venga que me meo toda. Gallinas y muyeres todas ponemos. Unas, huevos y otras, cuernos. Ay tiritin tiritañas que soy la gloria de España. Allá viene la vieja Celestina vieja cargada de cuentas y más barbas que Ruy Díaz. Todas son putas y mozas de partido, unas de natura, putas usadas, de puerta cerrada, ninfas del cantón, putas de  celosía y putas de empanada. Así era la vida en los siglos renacentistas. En el Prado de Madrid se alquilaban coches que bajaban y subían con las cortinas bajadas. Entraban duques y marqueses en el alquiler, algún que otro obispo y arciprestes a mogollón. Mira como tengo esto. Alzonza fue muy festejada entre las meretrices muzárabes de Zocodover. Fue puta apasionada y puta estregada, putas de cabo de ronda que acudían a los cuarteles y se lo montaban con el centinela en la garita y putas místicas que captaban clientela en los triduos y rosarios de las iglesias de Madrid. Hubo siempre putas buenas y putas malas, putas güelfas y putas gibelinas, putas solteras, putas casadas. Las candiotas – nos asegura- son muy serias y bien cumplidas. Son de las que no hablan a diferencia de las malagueñas que son malignas y de mala digestión. Salga pasico su merced y cierre la puerta. Eh tú, pero ¿cuando acabas? No soporto a los tardones que me destrozan y me meten dentro las paredes y enfermo del mal de madre. Rampín es su proxeneta que era discreto nada celoso e hinchaba la medida esto es la satisfacía en la cama. Lo cogió de quince años y lo guarda consigo. Todo un perro fiel pero guárdate del mozo cuando le nace el bozo. Si lo sopiera más presto soltaría las riendas de mi querer. Pasico, bonico, quedito, anda conmigo, no me la hinquéis… ay que priesa os dais y no miráis que yo no soy de las que se quedan atrás…mira que no por mucho madrugar amanece más ahína. Besaros he. Ansí. Ansí, veis qué bien. Por ahí seréis maestro que aquí se verá el correr de esta lanza cuando se quiebra… en el coso te tengo, la garrocha es buena… camino lleváis, no paréis que la liebre ya está echada… daca la mano y tente a mí que el almadraque[50] es corto, aprieta, cava y ahoya y todo a un tiempo… a las crines corredor, cabalga caballo mío, mi vida, que me va el recuero[51]. Ay amores que soy toda vuestra. Quitaos la camisa que sudáis. ¡Cuánto tiempo que no comía cocho! [52]… en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha ¡y qué gordo que es! parece nabo de Jerez… que la habla me quitó; no tenía por do resollar… ay qué miel tan sabrosa…dale, dale que le das y a la par, a la para llegaremos a Jodar”

En pocas literaturas se ha descrito con tanta viveza y donaire el encuentro carnal humano. Luego se va Lozana muy feliz a la plaza Nagoya. Era día de mercado y va a ver a Trigo el jodío cacereño que la puso casa. Lenguaraz y vivaracha derrama refranes y sentencias. Ve do vas y como vieres así haz y como el pandero sonare así bailarás. La visita un fraile que todo lo toma a tarja pero que tiene vara alta en su orden y llena la despensa de la atajía o colmenar de las magdalenas que no van a la iglesia a rezar sino a captar clientes. Pero a santa Nefixa la que lo hacía de balde –un ejemplo que siguió la princesa doña Urraca con los cristianos, pero, patriota al fin y al cabo a los moros por dineros- se le ponen velas en los prostíbulos y a María Magdalena no más. Cristo andaba con publicanos y pecadores y se dejaba besar los pies por mujeres públicas. Dijo el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra, lo que evidencia la sabiduría del Espíritu Santo pero no fue demasiado prolijo en esta materia a diferencia de muchos moralistas católicos que se referían a la fornicación mal de siempre con lengua hipócrita.

Contra las enfermedades Lozana manda untos de friz o flor de haya. El pipo del elaboro y la mandrágora son buenas para la liendre. Las bubas no tenían cura sino el hospital de la sábana blanca que llamaban al de san Juan de Dios en Antón Martin. A los enfermos se les trataba con paños calientes de vapor y cataplasmas. Las aguas ferruginosas y la ruda era recomendada por galenos y curanderas para las damas que quedando preñadas querían abortar. Es más viejo que la ruda, se sigue diciendo en Castilla cuando se recurre a un procedimiento aparentemente novedoso. Sahumerios por abajo y barbas de cabrón para la impotencia. Ella vino huyendo de la quema y de los corchetes de la inquisición. Pretende conservar su dignidad humana en todo tiempo como laborante del amor. Mirad la puta como es criada y la camisa como es hilada. Las crónicas no dicen si fue encorozada por el Santo Tribunal muy activo en la ciudad de Córdoba por tales fechas, y no por meretriz sino por hechicera. Lo más seguro es que sí porque a Roma llegó emplumada y con el pelo rapado. Siguiendo la suerte de millares de españolas que iban a Roma en romeraje a alcanzar la gran perdonanza y regresaban en carruaje como matronas respetables. Roma doma, según dicen. Ellas son como el caracol y las lagartijas que por donde pasan mojan. Las meretrices que tenían mucha fama por entonces eran las valencianas y las zamoranas. Para putas, Toro. Allí hacía la carrera muy discretamente cerca de la colegiata una que llamaban La Siete Coñicos porque era bella como la Imagen de la Dolorosa. Nuestra Señora de los Siete Coñicos. O Roma meretrice, enjambre y pósito de oficios y beneficios. Ay marica cuécelo con malvas, píntalo de verde pues más me sobajáis vos que cualquiera. Al que habla es a un cardenal. Sin embargo, esta gran maestra del rameraje y el romeraje se guarda mucho vive Dios de proferir ninguna herejía o razón que atente contra la fe o lo que nos enseña Nuestra Santa Madre Iglesia y por todo el libro deja sonar las carcajadas de Israel contra las necedades de la credulidad pazguata de los simples. Sexo es poder y en la ciudad de los papas estaba el poder. Tira más coño que soga. Su decepción, el desaliento de esta mujer se compadece con la que tuvieron otros españoles que peregrinaron allá como el arcipreste de Hita o Giménez de Cisneros para apelar ante la curia. Yo vi allá en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad. Roma la que a los locos doma, censal de oportunos importunos, alfolí de bulas, despensa de las indulgencias para ganar el cielo. Al canónigo que acude a visitarla le lavará lo suyo con vino griego. Ya está al caer mi micer. Vendrá a descargar sus barriles. Ya está aquí. Ya sube. Hecho es. Allá vienen con él sus feligresas: la Velasco, la Miramontes y la hija morilla del almotacén que se llamaba Aixa. Tres moritas me enamoran en Jaén. Al penitenciario que la visita le gusta hacerlo de varias posturas. Su preferida era la de batiponiente esto es por detrás o baticulo que es préstamo del idioma marinero por palo de mesana o cangreja. Imitando el coito de los cangrejos en resumidas cuentas. Mucho sabía el señor deán. Por las manos o entre las piernas de la andaluza pasan abades que de lo que cantan comen, peregrinos, soldados con licencia, menestrales, pajes, caballeros, bulderos, madama Terencia con su escudero Silvano, el Oliva y la Imperia, un balijero, dos aguadores, algún que otro sacristán al que pusieron el mote del Alforjillas, y micer Porfirio el bachiller robusto. Un prostíbulo es como el gran teatro del mundo. Delicado Baeza casi pretende agotar la materia pero ésta es inagotable. En este libro consigue mucho nivel dando a la estampa un autentico quijote de la literatura erótica tan abundante en nuestro siglo de Oro. Los españoles no nos asustamos de nada. Esto es más viejo que la ruda. Ya quisiera Henry Millar y otros literatos americanos como el que escribió the fucking machine[53] haber firmado si quiera alguna página de esta formidable novela dialogada. El inglés es menos preciso y carece del donaire con que lo abordan los escritores del XVII castellanos. Francisco de Quevedo que posee una obra muy seria y de altos vuelos pues era un místico era habitual de aquellas casas llanas que conoció el Madrid de los Austrias todas de tapadillo pero muy visitadas y conocidas. Y cuando escribía a sus amigos les informaba de las novedades del lenocinio: “han venido irlandesas que es bueno que las putas muden de sitio cada tres meses por parecer fruta nueva”. A mí que conozco a la Velluda por señas, pecador de mí, todas estas izas, rabizas y colipoterras no encanecieron un adarme mi fe en Jesucristo. Negar o desconocer esta realidad, como cosa propia de camándulas y de hipocritones tartufos, es volver la cara a una parte importante de la Iglesia que es también pecadora. Seminario vacío. Los pecados mortales de la Iglesia. La Lozana planea como un fantasma sobre la paginas de mi novela o por ahí anda la cosa.

La novela de delicado Baeza es vademécum para conocer el habla y el pensamiento del tiempo imperial. La lengua castellana se forja en Italia por boca de frailes, soldados y romeros que iban a visitar la tumba del primer apóstol y ganar la perdonanza en un ir y venir del convento al cuartel, del burdel a la taberna, de la cárcel a galeras y, ganada la libertad, a los caminos y a las plazas de las villas. Roma es ciudad abierta o de acarreo como se decía entonces. Aun no había surgido el concepto de nación. De reinos y estados y señoríos se hablaba pero nunca de naciones tal como hoy se conoce. Carlos V adalid del afán del gobierno común, trono y altar unidos; la cruz al lado de la espada y el idioma compañero del imperio, pretendió restaurar el sacro imperio germánico y restituir el cetro de los cesares en el capitolio. Fue el sueño de Carlomagno el fundador del papado. Fracasó por las desavenencias y traiciones entre los príncipes cristianos de Francia, Inglaterra y los mismos papas. Imbuido de la noción de reconquista que convierte a Castilla y Aragón en bastiones contra el Islam Carlos V quería echar a los sarracenos de Europa pero el turco estaba a las puertas de Viena. Cansado de aquel sueño europeo que no da fruto Cesar regresa a España y se hace monje en Yuste. Con el desistimiento de la utopía, entre sus vasallos se produce en una huida hace adelante que redunda por un lado en el misticismo de una España quijotesca, ensimismada y algo mística que contrasta con la sanchopancesca del bien vivir, la buena mesa y el goce de los sentidos. Sobreviene en una relajación de las costumbres sobre todo en el clero que tanto critican los reformadores que no reformistas como Carranza, Cisneros o fray Hernando de Talavera. Todos ellos en su mayor parte eran conversos y de estos españoles venidos de la grey mosaica el exponente de sus críticas a este tipo de cristianismo es el Lazarillo de Tormes. Delicado Baeza abunda en lo mismo pero su crítica es aun más feroz porque viene a decir que Roma era predio de las rameras españolas y de los banqueros hebreos que administraban los dineros de san Pedro. No obstante tales supuestos, en la península ibérica caen en saco roto tales prédicas de los moralistas de nuevo cuño. El vulgo sigue manteniendo sus fiestas a los santos y mártires muchos ellos dudosos y de origen del culto sincretista y pagano más de las tres cuartas partes del año. Toros y cañas. Folixia. Desde san Antón hasta las Candelas y desde san Marcos hasta san Miguel y san Lucas. La Biblia a palo seco como pretendían los erasmistas sonaba a herejía. Los sastres seguían invocando a san Homobono, los carreteros a san Cristóbal y los sacamuelas a santa Apolonia, los músicos a santa Cecilia y llegado junio por todas partes se glorificaba a san Antonio a san Juan Bautista a san Pedro y a san Pablo y a san Pablin (en Cudillero). Mientras Lutero desnudaba los altares y predicaba una religión a palo seco bastando la Biblia para salvarse, aquí se tejían blondas de oro para las Dolorosas de los Siete Cuchillos y las pobres mujercillas del oficio más viejo del mundo se encomendaban los 22 de julio a María Magdalena y a santa Nefixia. Habiendo triunfado en el norte el erasmismo, por el sur cierran filas contra la heterodoxia, se fundan nuevas órdenes religiosas, jesuitas, teatinos, carmelitas descalzos, franciscanos observantes etc. Poco a poco y pese a seguir aferrados a la fe del carbonero y disculpando los abusos y malos ejemplos de ciertos sacerdotes se va imponiendo la reforma pero dentro del dogma a cargo de eminencias como San Juan de Ávila el apóstol de Andalucía. Todos ellos braman contra la forma de vivir disoluta pero los curas siguen teniendo ama y nadie se atreve a cerrar un prostíbulo. España se ensimisma frente a Europa, que no la comprende, torna a la vida interior o se marcha a las Indias.

Fue un tiempo de guerras, pestes, hambrunas y otros flagelos. Cristóbal de Castillejo un cisterciense que cuelga los hábitos para sentar plaza en el ejército, toma parte en la defensa de Viena contra los turcos encuadrado en los tercios viejos se hace esta pregunta:

-¿Qué viniste a hacer tú, Castillejo, en Alemania, estando tan bien en España?

El poeta se contesta a sí mismo:

-Vine para defender a mi rey y por el amor de una dama.

Esa misma cuestión la encontramos, aunque no expresa sino tácita, cuando leemos las Moradas de santa Teresa o la mística ciudad de dios de sor María Agreda. España contra todos, nos refiere Quevedo. Se enfrenta a los poderes infernales de mundo, demonio y carne alzando el perdón de la cruz. Ah pero la carne es débil y los españoles frágiles. Se busca un punto de fuga, una evasión que nos libere de la ingrata realidad. Peguemos de calabazadas contra los molinos de viento. Busquémonos en nuestro interior. Es el sentimiento trágico de la vida del que habla Unamuno y que vemos alzarse en el siglo XVI en plena apoteosis de la idea imperial. La carne es débil. El convento es la prolongación de la taberna, el cuartel o del prostíbulo. En todos estos sitios se juega a las cartas. Al tute, a la brisca, al cinquillo. Los españoles, seguros de poseer la verdad católica, adictos a la fe del carbonero, dejan de un lado los libros religiosos – somos la Biblia en verso- habiéndose escrito tanto en nuestra patria (España es una nación grafómana, primera potencia mundial de la edición) y se escuchan los gritos de envido, arrastro, mus por cárceles, conventos, sacristías, audiencias, patios como el de la universidad de Alcalá, escuela de tahúres, y hasta en los hospitales de san Juan de Dios. En el de la sábana blanca de Antón Martin se espantaba a la muerte con los dados. La baraja, plagada de virus de dedos enfermos,  tenía que ser después descontaminada. País militar y religioso. Se escucha por las ciudades el arrastre de las cadenas de las procesiones penitenciales acompañando a los cristos yacentes que ofrecen gracias al buril de los imagineros una viveza y sensualidad al límite. El español tiene que tocar y ver en lo cree. Su catolicismo es tan apasionado como dolorista y colorista, por lo mismo, masoquista, ay Señor, Señor. En las villas con el volteo de las campanas se escucha el clarín castrense de las levas de los tercios que eran enviados a Flandes. Delante iban los guiones y las banderas con la cruz. Detrás con la impedimenta y las mulas reverendas de los clérigos, las soldaderas y cantineras. La soldadesca entraba a saco en algunos pueblos robando, matando o forzando mozas. Contra ellos se alza la vara de Pedro Crespo. España ya está acostumbrada. Conoció múltiples invasiones desde la de las legiones romanas y la francesada, los cien mil hijos de san Luis, las guerras de Cataluña hasta los furores cainitas de 1936 cuando nos alzamos contra la masonería y el anticristo hoy triunfal en este acosado planeta Tierra. La horda marxista fue un primer aviso del actual acontecer. La serpiente cambia de camisa y hoy se ha hecho liberal capitalista. Volvamos, empero,  a la Lozana pariente lejana de estos reviragos que hoy nos imponen su Ley, que tenía la crija rajada en su sitio y que triunfó y fue famosa en la corte de los papas.

-Mira cómo tengo esto

-Subamos un ratico. ¿Tú qué me das? No hay coño de balde.

-Dos ducados.

-Viene bien prevenido vuesa merced

-Vamos.

-¡Ay Nicolás otra vez más!

Con sus ojos de alinde bruñidos como un espejo escruta la realidad. No se la escapa una. Así se somete a la concupiscencia de sus johnies[54]  humillándose para triunfar. She stoops to conquer, según el título de la obra de Marlowe. Hay que tener mucha mano izquierda. Metamos el pájaro en el infierno. Sus clientes marchan contentos. Con una sonrisa de oreja a oreja. La vida airada tiene lindes propios con puertas que dan al campo del misticismo. Esa es otra. La prostitución fue la primera forma de liberación de la mujer e influye en ese misticismo castellano de signo hebraico. Cuando Teresa de Jesús describe su transverberación- un ángel rubio la entró en el cuerpo hiriéndola con un dardo de fuego que metía y sacaba quedando yo llena de paz, dice la santa- nos recuerda a la narración de La Lozana Andaluza con sus habituales. Si santa Teresa tuvo dificultades con el Santo Oficio- aquel nuncio que la definía como monja inquieta y andariega y algo arrobadiza-, el personaje de Delicado Baeza anduvo bajo el escrutinio de los inquisidores que quisieron apiolarla no por puta sino por nigromante y por bruja practicante del arte adivinatorio y de los ensalmos. Tuvo la suerte de hallarse en Roma y tener en la curia valedores importantes, que la frecuentaban en su piso de la vía Asinaria que si no…

Sus críticas a la religión del crucificado no son grano de anís. Decía que sus seguidores andaban de fiesta las tres cuartas partes del año y no practicaban la caridad que tanto predicaban. Festejan a los santos y a las doce fiestas del calendario, confían sus secretos a los escribanos y dan sus dineros a los usureros jodios que les despellejan. Y aquí la caridad es sólo de oficio o de boquilla. Nunca de ejercicio. Oímos hablar della siempre por escrito y pintada et neque si Spiritus Sanctus esse audivimus[55]

Mujer festejada de galanes que atracó en puertos notables como los soportales de Toro, el Arenal de Sevilla, en que ejerció el amor dulce a las ordenes de una madama por nombre Sietecoñicos, el Perchel malagueño, el puente de Rialto en Venecia y el barrio judío de Nápoles, etc. debía de tener buen tiento para contentar a sus amantes de ocasión. Aquí te pillo y aquí te mato. En la Ciudad Eterna fue su protector un cardenal por conducto del jodío extremeño Julián Trigo (el buen judío hace de la paja oro), nos dice. Tal personaje arrimaba el género a eclesiásticos importantes por lo que parece. Se le confirmaba como el gran cohén o barrachel de todos los prostíbulos transtiberinos. La andaluza reina de la colmena fungía como el no va más de aquel enjambre.

-Pellejame el cojón.

-Señor. Sí.

-Hecho es

La segunda dama era la Galinda una asturiana que siguiendo el ejemplo de santa Nefixia lo hacía por caridad. Luego cambió de idea. En una ocasión a un perusino le urdió una treta. Le dio un brebaje que le descompuso el vientre, fue a hacer de cuerpo, con tan mala suerte que pisó una tabla mal colocada y se sumió en una letrina. Esta historia de la privada la tomó el autor del Decamerón. Huyó despavorido oliendo a mierda y fue a bañarse al Tíber un río muy traicionero tanto como el Tormes. Estaba el pobre hecho una melcocha. Tomado por la corriente se ahogó en un bodón.

-Entren mis feligreses todos con orden y no digan mal de mí si quieren joder de balde. Hoy me siento generosa

Y entró toda una compañía de soldados españoles. Si alguno presentaba signos de alguna enfermedad la andaluza no le hacía ascos pues así acabó como acabó.

-Esto no es nada, compañero. Sólo que llevas la cara hinchada.

Gonorrea al canto. A las bubas las denominaba frejolón. Ella que aborrecía el tocino curaba la orquitis, no sin mucho asco, restregando los dídimos con unte de cecina.

-Bueno. Pecado callado, medio perdonado. Vengan los polvos de la madre Celestina.

La sombra de la vieja alcahueta influye en los retraheres, dichos y sentencias que aduce en su novela Delicado Baeza. Es el desparpajo, el donaire.

-Semen[56] a la settimana nunca hizo daño a nadie.

Las frases circulan con el desenfado y la desvergüenza de la vida airada.

- Se ve que su mercé lo tiene grueso que el otro día me metiste las paredes adentro. Pero quedé contenta.

-Dámelo de argento, Lázara

-Lo mío de oro es. Soy vuestra hasta las trencas.

El dialogo ágil, presto a la facundia hace que la Lozana Andaluza sea obra llena de modernidad. Máximo exponente de la literatura crural que debió de ser abundosa en su siglo. Muchos de los textos se han perdido o no se dieron a la estampa por temor a la censura eclesiástica. La única debilidad es la monotonía de situaciones y caracteres. No hay trama. Todo es lo mismo. Nada más aburrido que la cópula humana. Ahora la pornografía corre por las televisiones de banda ancha, los circuitos integrales, las sacerdotisas de lo inane y las revistas en cuatricromía. España es el país del quijote pero también de celestina y de ahí que tengan tanto arraigo los programas de la Campos y de Ana Rosa que se han hecho millonarias descorriendo la cortina de la alcoba de los famosos. Se trata de una pornografía de guante blanco pero mucho más deletérea, cursi, y peligrosa que el sexo duro. Nuestro país en manos de estas discípulas de Celestina se ha convertido en un tendido de mirones y un coso de acusicas hedonistas y bobalicones. Ningún valor añadido. Deja vu.

Consumado el acto, viene la tristeza postcoital. Ay si hubiéramos sabido que el amor era eso. Con frecuencia la sensación es de asco y de melancolía. ¿Somos verdaderamente libres? El amor dicen que es química los sabihondos y se sujeta a las normas biológicas ineluctables del apetito.

Desde los tiempos de Cicerón las soldaderas que acompañaban a las legiones recibían un beneficio o sinecura. El estado les ponía las famosas tabernas tributarias. En España a las viudas de guerras se las colocaba en una expendeduría lotera o un estanco. Lozana no lo consiguió pese a sus influencias. El canónigo que la hizo un crío se desentendía y la antigua cortesana hubo de mudar de aires. La novela se termina cuando llega a Sicilia. No pierde su desenfado contándonos cosas de su tiempo. Por ejemplo, no aguantaba a los catalanes decían que era un pueblo duro de cerviz, más que los judíos. Más tacañotes y mirados del dinero que no convidaban más que dos veces una en vida y otra en muerte. De ahí debe de venir la proverbial sentencia de que esto es un convite de catalanes o merienda de negros por lo escaso de la comida y por el desbarajuste en esos velatorios que se preparan entre los lemusinos cada cap d´anni. Y como conoce a las mujeres dice de ellas que están muy pegadas a la tierra, no entienden de brillantes ideas y de grandes propuestas. “Ellas en política y en religión carecen de banderas. Los ojos de las mujeres se hicieron para la bragueta del hombre. Siempre miran para allí donde se sentirán dominadas”. Amarga verdad que echa por tierra tanto la castidad de las vestales como la idealización del matrimonio como estado paradisíaco. Quevedo da razón a Lozana y dice que los casamientos que empiezan en besos y abrazos acaban en golpes. Él los llamaba infiernos portátiles. La mujer a decir de los padres de la iglesia medievales carecía de alma. Era todo carne. Una visión un tanto extrema que de forma tácita pregona una gran verdad. Aviso a navegantes y mareantes ilusos que piensan que en el matrimonio van a encontrar la vida perfecta y la felicidad.

Cuando doña Aldonza se retira del oficio tomando por nombre el de Velluda se hace del gremio de la guija, echa las cartas, hace el corro de los conjuros:

Yo sé ensalmar, encomendar y santiguar, sé quitar ahítos y aojamientos, que una vieja me vezó que era saludadora, sé encontrar remedio para cuartanas y hacer que no duelan los riñones, sé sonar renes, sé cortar frenillos de bobos[57], sé la quiromancia de la mano. Echo agüeros, domo serpientes porque para ganar de comer he de decir que no sé mucho más de lo que sé que unos crían las gallinas y nosotros comemos los pollos sin perjuicio ni fatiga

Ella se siente un poco como la hierba canilla que crece en los tejados (parietaria) y con ella curaba el estreñimiento. Un albollón de ingenio lo que surge por esa boquita de la grandísima alcahueta, émula de Celestina a la que supera. La grandísima gran puta que tuvo a Rampín por macarra que también era bueno y barato 

 

 

 

LXIV

 

 

EL ESTEBANILLO GONZÁLEZ

 

Cargar en España para descargar en Flandes… porque desestimando los hispanos lo bueno que encierra su patria sólo dan estima a las raterías extranjeras. Estas son frases de esta novela picaresca, la más completa, acaso la más ácida y desvergonzada, la de un soldado de los tercios viejos, aunque siempre procuraba hurtar el cuerpo a las balas alemanas o suecas o haciendo los más bajos oficios cuarteleros como ranchero o furriel, bien cargada la escopeta de donaires y estratagemas, pues nos dice que la misión de un soldado es sobrevivir pero en esta supervivencia afanosa el autor anónimo hijo de un converso va demasiado lejos criticando la heroicidad de aquellos militares al servicio del rey. Hijos de la piedra o del arroyo, según solía decirse.

No cree en el heroísmo del Miles Gloriossus (su autor debió de ser un clérigo que conocía la obra de Plauto) el buen Esteban pero se muestra tan ingeniosos en sus salidas que consigue el perdón de su coronel, del almirante y hasta del verdugo porque formó parte de la tripulación del maestre Colona y posteriormente en el ejercito del Cardenal infante. Peinó el viento y fatigó las selvas, navegó todos los mares y combatió en todas las ciudades de Europa: Milán, Nápoles, Rocroi, Innsbruck, Brujas, Nimega por más que siempre procurando cobertura en la retaguardia como marmitón o jefe de cocina en campaña. Su testimonio bufonesco y deformado-una furibunda diatriba contra los estragos de la guerra- fue recogido por los partidarios de la leyenda negra. El Estebanillo no es la obra de un motolito.

No era un tonto y parece bien informado aunque, de lo que se desprende de tanta correría que hacen del protagonista un mílite ubicuo, no pudo tener las dotes de la bilocación mística. La narrativa da la sensación de que se metió en batalla y que estuvo en todo los fregados.

Las escenas de su novela parecen copiadas del cuadro de la Rendición de Breda vista desde la óptica de un pícaro, de un mandria, que fue machacante de los sargentos del mariscal Espínola ese que pinta Velázquez en la rendición de Breda.

 En todas sus hazañas se muestra indiferente a la adversidad, taimado, descreído, antisocial o poco solidario como se dice ahora[58] con las miserias ajenas y las propias, sucio y desnudo sin demasiada afición a la honra, la riqueza, los amores lo que la sociedad de su tiempo en tanto aprecio colocaba, resultando el bufón de corte (pudo ser también el enano de las “Meninas”) un místico con desapego a las cosas del mundo, profeso de la orden de la desventura y de la Hermana Pobreza por único dios su propio pellejo, hábil y sutil en el manejo de la lengua, habla en germanía pero su español es de tal calibre que por lo acendrado del estilo supera a toda la novelística del genero, el Lazarillo incluido y los libros menores de Cervantes. No pudo ser testigo de tantas guerras ni metido en tantos follones por lo que cabe dudar de su afán autobiográfico.

El libro está escrito en primera persona pero ello también ocurre en el Pedro de Urdemalas atribuido al doctor Laguna. El médico de Carlos V nunca pudo viajar a Turquía. Recoge la información de centones, habladurías, lo que se escribía y decía en aquella época. El siglo XVII fue muy hablador.

Aunque gallego de Salvatierra, desprecia a su patria con una frase que haría a más de uno del BNG llevarse las manos a la cabeza… “antes puto que gallego”… “soy Estebanillo González y fui niño de las escuelas, gorrón de nominativos y llamador de molleras. Romero, medio tunante, fullero de todas las tretas, aprendiz de guisar panzas, soto alférez de cien banderas (suboficial)”.

Se conjetura que su padre, un físico judío que curaba en la corte de Carlos V, que se retira a Galicia emulando a la del lazarillo hay pasajes en los cuales la supera, dibujando un cuadro de costumbres de la época tan maravilloso, trepidante como desenfadado que hacen pensar en una cosa: que no en vano fue nuestra nación-España contra todos, decía Quevedo- el primer país del mundo de grato vivir y fácil amar a despecho de las penurias y congojas de un galleguiño que marcha a Roma en busca de fortuna y en recorridos por el mundo ejerce todos los oficios: paje, escudero, estudiante, buhonero, cohén de una coaxca (burdel), monaguillo de un clérigo y ordenanza de un capitán de los tercios viejos. Es también anónima aunque publicada casi medio siglo más tarde que la de su modelo.

 El autor debió de ser, lo mismo que el de Lázaro de Tormes, o un cura rebotado a la delincuencia, o  un soldado de los del tornillo, esto es, desertores que acaba en galeras sentado en el duro banco del cómitre junto a los remos, la barriga llena de torreznos y de frascas del tonel, harto de vino y comiendo tajadas de raya y filetes de tiburón, en coloquio perpetuo con los atunes pues aquí una de tres o iglesia, mar, o casa real. Boga, boga, marinerito.

La escuadra castellana era temida en todos los mares. El protagonista conoció las tres bazas como seminarista en Alcalá, embarcado en la marina de guerra comandada por Antonio de Oquendo el que combatió a los piratas ingleses que asolaban las costas de Cádiz. En un pueblo de Córdoba estando un capitán de banderas “haciendo gente” después de su naufragio en el Golfo de las Yeguas[59] vio los fuegos de San Telmo haciéndose soldado de tierra en Arahal. El cabo o capitán de aquella compañía marchaba para Mastrique pero como de los arteros se hacen los osados volvió a desertar quedándose en el Potro de Córdoba de vendedor ambulante. Comió el potaje de frangollo[60] de los cuarteles, compartió tasajo bacalao y cecina[61] con la chusma de forzados.

Arreó mulas cerriles y cabañiles con los monteros de Sierra Morena Fue lugarteniente de pobres, mozo de espuelas de un caballero santiaguista, galán de monjas y flor de conventos a cuyos muros se arrima en procura de la sopa boba. Lo mejor de la picaresca es lo que tiene de exagerado, de esperpéntico. No deja de ser más que una deformación literaria de la realidad como la novela negra o el western de invención anglosajona. Lo que ocurre es que aquí son más realistas y tratan los autores de hacer un poco de crítica social. La vida se vivía con mayor intensidad por tales fechas.

Esculpe un cuadro brioso de costumbres, un caleidoscopio de la vida bajo el reinado de Felipe III y de Felipe IV cuando paradójicamente España se militariza y la gente viaja de modo constante. El imperio español era aun el mayor de Europa y no había sobrevenido el declive que con tanto tesón intentan adelantar los apasionados de la Leyenda Negra. El hambre y la penuria eran mayores en Inglaterra, los Nederlands o Francia de donde llegaban todos los buhoneros de Madrid a vender baratijas y alfileres a la dama boba. Vualá. Pero esos no nos lo cuentan. España era el país más libre de la Tierra. El verdugo de la Torre de Londres no paraba de cortar cabezas y en Paris se organizaban a cada poco noches de San Bartolomé.

Tardaría casi dos siglos más en ponerse el sol  de los Austrias y en Flandes Apolo calentaba a los hugonotes a conciencia pues para eso allí estaban los sucesores del Duque de Alba. ¿Quién dijo que España estaba machacada? Con el cuarto de los Felipes nuestra monarquía alcanza su glorificación vista a través de la lenta cóncava y convexa de un gallego cara linda y mucho donaire que decía de sí mismo ser un hijo de puta… pues antes puto que gallego. Hijo de padre desconocido que debió de ser un cura o un militar. Desde las orillas de Rivadavia se dirige a las riberas del Betis atravesando Portugal que seguía siendo español por aquel entonces y nos cuenta sus aventuras. Debía de gustarle el vino por cierto… “soy un cuba en Sahagún y en San Martín pellejo, piezgo y odre del de Rivadavia, del de Montilla consuelo y al de Sacramenia no le hago ascos”[62].

Se embarca con la flota, se desembarca, es pícaro de costa[63]. Sube, baja, la acción de la novela es un truculento vaivén que a veces porque las tretas y añagazas son siempre las mismas y no tan ingeniosas como las de Lázaro de Tormes aunque cuando engaña a los judíos de Ruan demuestra que no hay cuña peor que la de la misma madera. El episodio se parece al de los yangüeses del Quijote y al cervantino daca la cola, asturiano. El Esteban se hace pasar por el hijo de un portugués quemado por la Inquisición y se presenta en la sinagoga de Rouen con unos papeles y la redoma en que traía las cenizas de su progenitor que fue carne de hoguera y hablándoles en su lengua les pidió ayuda. Todos con el rabí a la cabeza soltaron el trapo y muy compungidos aflojaron la mosca y le dieron junto con una bolsa de monedas un salvoconducto para que se presentase ante un “mercadante” de París, pues decía que iba -¿No serían estas cenizas falsificadas un anticipo de la profecía del Shoah?- camino de Viena a visitar a deudos suyos y al pasar por Pirineos fue asaltado por unos ladrones.

Los hebreos se mostraron conmovidos por la historia que les contara el portugués (toda una patraña) y le pidieron algunos de aquellos polvos para quedárselas como reliquias de mártir pero él dijo que no les podía dar más[64] y ellos bendijeron al peregrino y cantaron la chemá[65]… el dio de Israel te de infinita gloria pues mereciste corona de mártir.

Con los veinticinco ducados que escotaron aquellos buenos hijos del profeta Moisés en la faltriquera y una carta de recomendación para el tratante de París, de su mismo gremio, Estebanillo tomó el olivo orgulloso y ovante… alegre de haber salido tan bien del encuentro con aquella gente que siempre engañan y jamás se dejan engañar.

No pudo ser más gloriosa su entrada en Paris con dinero fresco y la promesa de un empleo… cata Francia, Montesinos, cata París la ciudad, escucha cantar en ladino a los mercachifles prófugos de Sefarad.

 El que le esperaba entre grandes reverencias, porque los informes no podían ser mejores, le puso a vender agujas. Pertenecía la tienda a otro de los expulsados de España que se llamaba Granados y por lo visto se sabía de coro el romancero y lo contaba por tierras ajenas para su consuelo de desterrado  con voces tan poco entonadas que resonaban por todo el faubourg de Saint Germain des Prés.

Los parroquianos se preguntaban unos a otros por el nombre del que cantaba y temiendo no iría a llover se decían:

-Nous aurions de la pluie, monsieur.

-Ah bon

-Tiens, ils sont içi les espagnols

-Deja?

-Oui

Luego se fue a ver al embajador de Felipe IV que se llamaba el Marqués de Miravel, don Antonio Dávila y Zúñiga, gran diplomático supuestamente de la tribu de Abrahán pero bautizado por lo que alcanzaría preeminencias en la corte del francés que seguía curando lamparones todavía según nos informa el protagonista de esta novela[66]. Nos cuenta que en Cazalla (Sevilla) cada día cogía a un lobo por las orejas y a una zorra por el rabo[67]. Haciendo alarde de ese menoscabo de las cosas del mundo que caracteriza al pícaro y al místico (la honra, las riquezas, el nombradío, el abrigo, la salud) no le da demasiada importancia a que lo tomen por cornudo, en Constantina tiene a un cabrero por amo el cual no se siente avergonzado de echarse a cuestas un cabrito de pitones considerables “a causa de ser el animalejo de buen tamaño”. En mística este tropo se denomina santa indiferencia y Sta. Teresa lo explaya en su célebre soneto “Vuestra soy para vos nací”.[68]

Al sexo y eso que dicen el amor no lo tiene en mucha estima Estebanillo aunque tampoco lo desdeña, si a mano viene. La carencia de obsesiones carnales y de pasiones [la maté porque era mía] otorga al libro ese desenfado y donaire que impregna sus páginas, con dosis de senequismo, aguante ante las adversidades, estoicismo y hasta resignación cristiana, lo cual tampoco quiere decir que la satisfacción del apetito genésico no fuera en aquella época tan cabal como en la actualidad.

Grandes protagonistas de la novela picaresca son Hambre y  Desnudez. Pues la pereza engendra pobreza y aquellos haraganes no pegaban golpe. Comer más que holgar era el primer objetivo… “vendí mi hijo de cabra por cuatro reales, aplaqué el cansancio con ostiones[69] crudos y camaroncitos con lima. Fuime a dormir a la calle La Galera donde hospedan de ordinario a la gente de mi porte”. Así entra en Sevilla persignándose pues al andaluz hazle la cruz.

A la mañana[70] siguiente se fue a la Cartuja donde le dan de comer los hijos de San Bruno habas o frangollos y ración de brandevín (brande wine, brandy o coñac). La verdad es que los vagamundos de aquellas horas de imperio pudieron comer caliente y huir de los corchetes acogiéndose a altana en los refitorios  y claustros de los monasterios. Demuestra que era la suerte que corrían aquellos pobres soldados que habiendo expuesto al tablero sus vidas por favor al rey,  en pago los desdichados recibían no más que desdén y en fatiga  pululaban por los caminos y trochas de media Europa como espectros, licenciados de las levas por mutilación, por deserción o porque expiró el contrato…

Tocaban caja en esta villa para ir en corso contra el Inglés…De esta forma- el estilo es muy lacónico y desenvuelto en toda la obra- se nos narra cómo se apuntó el “héroe” al tercio y se fue a combatir a los herejes, más que por patriotismo, pues nos asegura que para él la bandera de Carlos V no era más que una sábana pintada, por la hambruna. Iba al husmo de las perolas y del rancho del cuartel. Su capitán era don Pedro de Ulloa En esta primera parte se describen aquellos encuentros guerreros (autenticas sarracinas) de las guerras de Flandes. En la segunda parte del libro el autor se muestra menos escéptico, no rezuma su estilo tanta desfachatez ni tanto donaire. Porque segundas partes y aquí ocurre al revés del Quijote, nunca fueron buenas. La trama sigue tejiéndose de embustes y fechorías contadas con no poco despejo y desparpajo.

 

 

 

 

LXV

 

GERARDO DIEGO


Los poetas son como los profetas.  Cuando ellos mueren algo se acalla de la voz de Dios que sigue resonando en la historia. Me acuerdo del cálido día del verano del 87 cuando se fue Gerardo.  Estaba haciendo fotocopias y en vez del tajo que se me asignaba fotocopié aquel hermoso libro de la Austral que había comprado con los dineros de la huelga que me dio mi Madre casi entero.  No digo mi canción sino al que conmigo va, decía Antonio Machado pero creo que en error.  Las canciones de Gerardo como las de Antonio o las de Manuel viajaron siempre con nosotros, hicieron mella, nos ayudaron a vivir. ... Si la palmera supiera vestirse de niña- niña como cuando era una niña con la cintura de pulsera... versos más versos para los inversos para los perversos, etc. Y aquel romance del Río Duero que nos aprendimos de memoria: Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja... indiferente o cobarde la ciudad te vuelve la espalda. O los poemas del toro.  Gerardo era un poeta como recién casado.  Versos para adolescentes.  Creo que sus poemas eran junto con los de las Rimas de Bécquer a las primeras novias.  Fijaba el paradigma, el modelo, del literato que todos nosotros quisiéramos ser. Marcaba la ruta de los aspirantes a la belleza.  Hombre elegante. Iba siempre impecable con su terno y su sombrero y así comparecía hético y ático cenceño por las tertulias del Gijón.  Hablaba poco y se fijaba mucho el viejo profesor que vivía en una calle de Chamberí que era una especie de centro de peregrinación para las adolescentes enamoradas de don Gerardo.  Sus alumnas decían que era un hombre muy bueno.  Por lo que difiero algo del retrato un tanto peyorativo que hizo de él el maestro Paco Umbral al que respeto y quiero como un buey mudo de ojos cansados.  ¡Ah si la palmera supiera!  Para mí como para muchos, desinencias políticas, él y Dámaso Alonso marcan el impasse de la generación del 27.  Se alzan en el pedestal de aquella generación aunque resuenen más los nombres de Alberti, Guillén o Lorca.  Todos fueron grandes pero a Diego le colocaron el sambenito de franquista. Y él no creo que fuera franquista ni nada.  Apolítico.  Pura estética.  En su vida personal, en sus modales, impecablemente siempre vestido de gris, la cara alargada y con muchas entradas (Cada año arrancará un mechón de cabellos de su frente) cortés pero sin llegar al amaneramiento.  Desde su cátedra en Gijón y en Soria y en el Instituto Beatriz Galindo entusiasmó con la poesía y con la literatura en general a centenares de españoles.  Sabía hacer toda clase de versos.  Los clásicos y los modernistas y ello se derivan de su gran manejo del castellano.  Conocía todos los recursos de esa lengua.  Era un filólogo y eso se percibe cuando entras en contacto con autores importantes.  El lector avezado siempre llega a intuir quien merece la pena y quien no.  Los libros de versos de Gerardo Diego estoy seguro de que volverán a ser reeditados.  No sólo los poemas sino también sus ensayos sobre literatura e investigación filológica.  A este respecto escribió un libro maravilloso en acendrada prosa sobre la vida y la obra de Manuel Machado.  Los dos hermanos fueron amigos suyos y se reunían en un café de la puerta del Sol en tertulia sabatina.  Pero más Manuel que Antonio.  En fin.  Han pasado cinco lustros y parece que fue ayer.  Gerardo Diego sigue presidiendo los anaqueles preferidos de mis estanterías.  Poeta y profeta.  Su voz no morirá nunca aunque el hombre muera físicamente. Su arte sigue siendo bálsamo al oído entre tanto desgarro, tanta estridencia.  Su eco se repite de generación en generación y pese a los intentos sacrílegos de algunos.  A la poesía no hay que acudir con las manos manchadas de sangre menstruante. Gerardo es un vate limpio.  Raudal de arte brotando de palabras sencillas a las que el artista imprime su estro ecuménico y maravilloso de español, de montañés total.  Eres alta y delgada.  Soy de Oviedo y no conozco el miedo.  Nadie, ni Clarín, ha recogido con tanta solercia en un par de páginas ese momento mágico de las lecheras llegando a Vetusta de amanecida con la herrada a la cabeza haciendo resonar por el encintado de la acera  sus madreñas.  Aquel día-estoy seguro- me amaste con toda el alma.  Yo no sé por qué sería.  Tal vez porque me marchaba.  O este otro: Estabais las tres hermanas, las tres de todos los cuentos, las tres en el mirador, tejiendo encajes y sueños.   Sublimes hilanderas del eterno filandón tejiendo la pleita que nunca se acaba. Así tampoco Gerardo.  Nunca se extinga tu voz.  Yo quisiera ser convexo para tu mano cóncava. ¿Se puede explicar de forma más sencilla lo que es el amor?  La poesía o el arte de escribir es un arte un donum Dei.  Se tiene o no se tiene. Y este asturiano de las Asturias de Santillana del Mar posee ese don. El de la esencialidad.  Otros no merecen la pena.  Por eso hoy me acuerdo hoy de ti, maestro Gerardo, al que contemplé casi con veneración sin atreverme casi a pedirle un autógrafo cuando estaba de tertulia en el Café Gijón. ¡Bendito sea Dios el Dios de la poesía y el de España mi patria que me permitió conocer en persona a estos grandes mitos!

 

 

LXVI

 

GÓNGORA

Lo que yo desconocía era que las yeguas andaluzas, Góngora dixit, eran preñadas por el blando céfiro. Me imagino a don Luis de Góngora y Agorte cantando el estribillo de hermana Marica, despierta que es fiesta no habrá escuela, bellaquerías detrás de la puerta. Luego fue un canónigo tibio que se echaba las largas siestas y nunca iba a coro porque le gustaba vivir a su albedrío y entre los sueltos caballos como Hipólito, mitad judío, mitad cristiano y una quinta parte de pagano, bibliognosta, bibliopola y como buen conocedor del paño dado a los plagios. Vivió una vida de papel estucado dentro del círculo mágico de la fascinación por los libros. En casa tenía una criada morisca que honraba a Ala-ruh Alá- en secreto y hacía las abluciones y sus genuflexiones mirando a la  Meca. Nadie habló del amor con tanta delicadeza en castellano, como este converso, aunque malsines hubo que dijesen de su persona que era bujarrón. A batallas de amor campos de pluma. Su rostro era severo algo bisulco o patihendido por la barbilla y sus versos cuando quería un tanto ludiferos, sus poemas chocarreros que podían herir como una daga y hacían carne en el alma de sus enemigos, sabía insultar con tanta gracia como Quevedo y al igual que su enemigo conocía los recursos de la sátira. Y hacía a pelo y a pluma. Cuando pitos flautas y cuando flautas pitos. Unas veces quitaba a su mora la almeiza en la cama y otras veces se echaba la siesta con un efebo porque queda en los anales no sé qué pleito que tuvo con  el deán de la mezquita de Córdoba. El claustral quiso empapelarle por andar a nidos con los niños de coro. Dixo la picota al gocho, contestó el poeta, quita de ahí que me tiznas. A buena parte fuiste a dar, pato no empluma a pato y el ánsar nunca se aparea con el cisne, Fue tabelión del archivo diocesano y guardaba con celo los viejos documentos. En el coro de Córdoba tenía una misericordia para dos y gastaba asiento biselio para introducir en el sitial su orondo coranvobis porque le hizo engordar la vida de canónigo. En un rucio rodado alto de brema y largo de copete, cañilavado de cascos, iba a su pueblo a visitar a su hermana Marica en la campiña del Guadalquivir. Allí en sierra morena las yeguas andaluzas eran preñadas por el céfiro. Pasaban las comadres por su puerta, damas de toldo y arandela, y a todas las bendecía diciendo:

-Id a servir al amor

-Mire don Luis que nosotras somos de la grey huérfana.

-De menos nos hizo Dios

Y enseguida profería un latinajo

-Igne natura renovatur integra

-¿Qué nos quiere decir su señoría?

-Que el fuego lo purifica todo, según los romanos.

Se había producido una cierta dilución de la fe que hace que la caridad se enfríe y la gente viviera enemistada desconfiando los cristianos unos de otros pero el dinero faltaba trampa adelante por lo que los clérigos soñaban con la vida retirada, con un buen pasar, una prestamera, un beneficio que les deparara un vivir cómodo. Las damas sonreían a la concupiscencia de los ojos. Alguna vez don Luis decía misa y consultaba los añalejos  dejando que el mundo girase por las cuatro estaciones del ciclo solar y el universo espiritual por los cuatro evangelios, aunque, abstracción hecha de tales inconvenientes de su disipación, no podría decirse que fuese ni mejor ni peor que los demás. Nunca fue cura gallofero de los que iban a recibir la sopa boba a los conventos ni fue galán de monjas jamás. A batallas de amor campos de pluma. Este beneficiado del cabildo cordobés fue el mejor vate que escribió en la lengua española. Verdadera gloria del parnaso. No soportaba a los hipócritas ni a los camándulas a los que vituperaba en gallego: “Cruz no peito o diablo feito”.Fue un hijo mimado de las Nueve Musas que ya es decir con su tono entre bromas y veras, ludífero y estro chocarrero y juguetón. Una delicia leer sus romances. En las Soledades tan intrincadas y alegóricas resulta difícil hincarle diente y ande yo caliente y ríase la gente. Vivió villano en su rincón aportillado en la roca de Israel que no puede que ser otra que la del Beatus Ille. Como fray Luis de León

 

 

 

 

 

LXVII

 

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO

 

 

 

Los de la generación del 27 magnificaron a algunos grandes poetas del Renacimiento como el barcelonés Juan Boscán y Gracilaso de la Vega pero a mi entender hicieron de menos a un máximo poeta del Renacimiento: Cristóbal de Castillejo. “Si Gracilaso volviera yo sería su escudero ¡qué buen caballero era!” proclama Dámaso Alonso, robándole un verso al  vate que nos ocupa. Por desgracia el valeroso toledano que perdió la vida escalando el muro de la ciudadela de Frejus defendiendo el estandarte del emperador de romanos hoy no se entiende. Su poesía es demasiado italianizante y sus ninfas y sus valles nemorosos dicen poco al hombre moderno poco paciente para asimilar la acendrada alegoría de este capitán de los Tercios de Flandes. Por el contrario los versos de Cristóbal de Castillejo (1490-1550) conservan una textura informativa que llega a la mentalidad moderna. Nacido en Ciudad Rodrigo y, profeso cisterciense, abandonó el monasterio donde para unirse a la hueste imperial. Participó en la defensa de Viena contra los turcos y fue un enaltecido entusiasta de los metros castellanos contra los petrarquistas. En esta pugna literaria se impusieron los imitadores del Dante en la misma medida en que la agitación religiosa promovida por Lutero iba a llenar de amargura a los leales de Carlos V. El de Ciudad Rodrigo es uno de los primeros en dar la voz de alarma como demuestran estas octavas:

¿Quien te engañó, Castillejo

Estando bien en España

A venirte en Alemaña

Para dejar tu pellejo

En tierra ajena y extraña?

No me engañara esperanza

Del interese traidor

Ni apetito de favor

Ni deseo de privanza

Mas, engañóme el amor

Y este dio causa al yerro

Porque amó a su rey demasiado

Con lo cual se han engañado

Otros muchos como yo

Poco antes describe algunos “landmarks” de la ciudad de Viena: Enzefelt, el Rodán “donde cuecen los panaderos rosquillas frescas artalejos, hojaldres y empanadas, el Of y el Ochoc Mark que se asoma al Danubio y a la feraz campiña. Hay docta universidad y devota clerecía etc. es un poeta descriptivo que da cuenta de las realidades de aquella Europa del siglo XVI, el siglo del amor. Su condición de fraile no le vedó el conocimiento de las mujeres. Su lira canta a una tal Ana Shaumberg que, ingrata, lo abandonó por un lansquenete y él se volvió al convento a pasar sus últimos días. Alguien podría creerle sospechoso de misógino. Ni mucho menos. Cristóbal de Castillejo era realista y así declara que la alcahuetería es parte de la vida misma. En la tercera década del siglo XVI aun no había asomado la gaita la prensa del colorín pero en Viena la chismorrería tenía su aquel:

los cuentos

De las mujeres caseras

Son según sus pensamientos

Desposorios, casamientos,

Vientres, partos y parteras

Cuantos hijos tiene María

Y cómo empreña Rodrigo

Cuando su tiempo se aparta

Del contorno del ombligo.

Hay licencia de mirar

Si hay algo digno de vello

De reír y de burlar

Y a veces de retozar

Quien tenga práctica dello

Mas al fin habéis de ser

Como Tántalo que toca

Las manzanas con la boca

Y no las puede comer

Teniendo hambre no poca…

Porque yo siendo extranjero

Me huelgo tanto en Viena

Y por morada la quiero

La sífilis y las bubas formaban parte del lote de aquellos tercios que, inseguros del tiempo presente, antes de la batalla, se entregaban a los placeres de Venus y Baco. A los enfermos del mal francés les daban una dieta de pan y pasas y les fajaban en una sábana mojada en agua hirviendo… “Mira que estoy encerrado en una estufa metido de amores arrepentido”. También del palo santo o leño de Indias se extraía un ungüento con el que se trataba la carne dañada por el trepanoma sifilítico. Paralelamente canta las excelencias del vino del Rin que no puede compararse al de San Martín de Trebejo cerca de su pueblo. Añora aquellos besos al jarro que iba de mano en mano cuando la soldadesca estaba de guardia para entrar en calor. “Quiero vino de Eljas hasta que me ardan las orejas”. Un vino de dos orejas, en consecuencia, es un calificativo supremo para un buen caldo. Este cisterciense a lo que parece era un “pinta” y no le hacía ascos a tales menudencias pero muchos frailes de aquel entonces eran así. Acérrimos en su fe, leales a su rey, disolutos en sus costumbres. Y a su vez profundamente humanos. Nada de camándulas. Por la poesía del mirobrigense corre un venero de optimismo, cristianismo que retoza en sus versos cabales. Sus libros son como un gran reportaje, un cuadro de costumbres de la época. No se le escapa el hermafrodita ni las cantineras de la compañía que se desplazaban con el regimiento formando parte de la impedimenta siendo tan importante del ajuar de combate como los carros, las culebrinas, los arcabuces, la pólvora. Escribe versos a su mulo, a las monjas de un convento que dan recados falsos a un trovador, a cierto escribano converso, baratón y apañador pero buen compañero, a un vizcaíno que pedía aguinaldos, o escribe sobre los razonamientos de un capitán a su gente. A una dama a quien un caballero dejó por heredera de su fe y testamento. Gracias a Castillejo sabemos que el año de 1540 toda Europa fue invadida por un frío polar conjugado con inundaciones y sequías así como cataclismos políticos: el cisma de Enrique VIII, la rebelión del landgrave Felipe de Hesse. Los adivinos decían que empezaba una nueva era entre estertores de cataclismos, hambres, guerras. Los turcos se entienden con los venecianos. Mientras esto escribía Castillejo en el sur de Francia Nostradamus se disponía a redactar sus famosas cuartetas. Tiempos recios a los que refería también santa Teresa de Jesús. Pero sobre todo hombre de su tiempo el cálamo del mirobrigense tiembla de sentimiento erótico:

Ribaldo grande eres amor

El turco no se te iguala

 Más justo fuera amargura,

Amor por nombre ponerte.

Mordaza. Morbo. Locura

Furia. Rabia. Mordedura.

Mordaza. Tártago. Muerte.

Porque el Amor verdadero

Sólo a Dios pertenece

El desistimiento de la idea imperial a causa del batallar inútil con anabaptistas, luteranos, petrarquistas y turcos se torna melancólica misoginia. El clérigo despierta en su sinrazón de tanto ir a la caza y procura del amor mundano y es muy severo con las mujeres. Trae a colación unos versos que repetían los estudiantes en las aulas de la edad media glosando tal vez a Ovidio: “ Quid levius vento? Fulmen. Quid fulmine? Flamma. Quid flamma? Mulier. Quid muliere? Nihil. Esto es la mujer, el ser y la nada. Tierra y polvo. Del polvo nacemos y a él volvemos. Bebe esta misoginia en fuentes escolásticas llegando Castillejo a decir: “Oh buen Dios cuan gran mal fue poner nuestros placeres en un tan descomunal y peligroso animal como son las mujeres tras las que andamos y así el remedio que buscamos para nuestra enfermedad basado en su liviandad tarde o nunca lo hallamos”. El tema es un eco de Villón, del arcipreste de Hita, de Chaucer, del propio Bocacho. Francisco de Quevedo lo vuelve a retomar hasta convertirse en el polvo enamorado que finaliza uno de los sonetos máximos de la lengua española. El haber arrumbado en un anaquel cubierto de polvo a estos próceres que conocieron el amor y sus desencantos que lo padecieron y cantado nos ha llevado a estos estragos feministas. A esta revolución de las bragas que nos sobrecoge a los desterrados hijos de Eva. Cabe advertir que Castillejo un paladín del renacimiento vivió en el siglo del amor, el decimosexto, era de Piscis de soles radiantes, sol de Cristo y ahora en la centuria vigésimo primera hemos entrado en una conjunción peligrosa bajo el signo de Acuario. Quizás por eso Cristóbal de Castillejo sea un vate olvidado. Interesa poco su sabiduría. El sol de Cristo se oculta vergonzoso tras jirones de nube pero al final resplandecerá triunfal sobre la luna y los lunáticos que la adoran en forma de mujer.

 

 

 

LXVIII

 

 

APORTELLADOS DE SACRAMENIA

 

Aportillados[71] eran los adelantados del rey, castellanos que pagaban parias castelarias lo que les daba derecho a ser señores prevenidos en frontera con todo su ajuar: adarga, rodela, caballo, almete y espada, cota de malla, lorigas, a veces la clava o el mazo con puntas ferradas. La vera efigie del caballero medieval.

Oh témpora, o mores, yo aunque nací por aquellos contornos, no tuve la suerte de toparme con esos caballeros andantes cuando iba a espigar o arrancar yeros, a trillar o a dar haces. Más bien, con lo que solía toparme eran labrantines la cara rugosa y el color de la tierra que ataban sus pantalones de pana con una cuerda para que el barro de los caminos no les alcanzase a los tobillos, liaban cigarros de tabaco negro y al fumar guiñaban un ojo, las viejas casas blasonadas convertidas en cuadras o en pajares. Las mozas cogían el coche de línea y se iban a servir a Madrid y había curas que impedían que las mujeres entraran en la iglesia sin velo, sin mangas y sin medias pues aquello se consideraba indecencia. Hoy tienen que luchar con enemigos de mucho más fundamento como predicar contra el aborto. No es nada fácil la cosa porque el vicio trajo el fornicio y los pobres curas tratan de ponerle puertas al campo, predican a una sociedad descristianizada que ha perdido todos los valores. Sólo importa lo de tejas abajo. Se ha perdido el concepto de historia de España, nadie sabe lo que es el honor. Revoluciones e involuciones de guante blanco. Dios mío qué duro se ha vuelto nuestro vivir. Pero las personas eran personas y las fiestas eran fiestas. La euforia entraba por las venas con el buen vino de la ribera. Las cuadrillas iban a merendar a las bodegas y en un Sampedro hace bastantes años subieron al baile hasta Fuentesoto los mozos de Sacramenta. Por un vals que una le dio al forastero haciendo de menos al mozo local que la pretendía las navajas relucieron y hubo tres muertos. Una cruz de piedra a la puerta de en casa la tía Juliana bien nos lo recordaba. La cruz estaba tal que enfrente de la Cerca de la Tía Caya que siempre se estaba riendo. Entrabas en el callejón y se oía siempre jiji jajá. Se reía la buena mujer aselando las pitas. Se reía enchiquerando al marranillo en la cohorte. Se reía mientras hacía encaje de bolillos y hasta en los propios entierros cuando iba a amortajar a los muertos que le hacían momos desde la alcoba le daba la risa. Y jajá, jiji. Eran reminiscencia de aquel temple guerrero de los aportillados de Sacramenta. De estas rivalidades de campanario, el humor banderizo, está hecha, por desgracia, la historia nuestra. Para ser aportellado –este adjetivo define toda la reconquista con su entera mentalidad de combate- había que estar empadronado en una villa o ciudad, tener allí casa, corral o dehesa desde san Miguel hasta el domingo de la  Trinidad, pagar la fonsadera o pecha de guerra y manejar espada, lanza y capillo, tener caballo. No ser moro ni judío sino cristiano viejo desde la quinta generación. Hay que tener en cuenta que las armaduras eran entonces caras. Prerrequisito era el haber sido armado caballero y jurar lealtad al monarca después de velar las armas. Los aportillados o prevenidos en frontera podían administrar  justicia y recibían la vara de alcalde. Ello constituye el principio vasallático otorgado en avenencia y de mutuo acuerdo (los godos no firmaban nada a no ser con la sangre y les bastaba la palabra empeñada) para cabalgar en algara contra el moro cuando la anúteba sonara. Los caballeros eran mesnaderos bajo el pendón real. A tales aportillados se refiere el Fuero de Peñafiel  y que es uno de los más interesantes para los medievalistas. Era la versión castellano del principio genésico germánico del Blutt und Boden (la sangre y la tierra) origen de la hidalguía pero ¿dónde están los hidalgos de otrora? Don Claudio Sánchez Albornoz hace un estudio exhaustivo del mismo y lo clava. Es un fuero que fija los usos y costumbres de los sexmos ribereños del Duratón. Zona que había sido repoblada y don Claudio dice que el gran problema de la España del siglo X al XII fue la despoblación del Duero por gente de muy diferente origen. La integraban los gascones llegados de Francia siguiendo a los monjes repobladores del cister y de Cluny, vascos, astures, cántabros pero sobre todo casi en un 37 por ciento eran exaricos o cautivos agarenos que habían sido obligados a moverse hacia el norte tras las exitosas campañas en Al Andalus de Alfonso el Emperador. Abrazaron seguramente a la fuerza la fe cristiana. Van a ser los primeros componentes de la fuerte raigambre mudéjar de esta zona que se irá desplazando hacia el Oeste por Cuellar, Arévalo, Peñafiel, centros del románico arevalense o morisco que utiliza el ladrillo alarife en lugar de la piedra, pero esta idea no era árabe sino romana porque en la arquitectura del Lacio se combina el mármol, la piedra y la teja, casi nunca el adobe. Otros eran muladíes raíz mucho más antigua y asentada porque es obvio que no todos los muzárabes quisieron ser mártires hubo bastante chaqueteo y se sumaron al credo del Coram, o árabes descendientes de cristianos conversos al Islam también por obligación. Todo un variopinto melting pot. El Duero era la tierra de frontera. Tanto su cuenca fluvial como la de los  afluentes del río castellano, se encuentran salpicadas de fortalezas y castillos roqueros que otean como alcotanes encaramados a lo alto de los cerros el horizonte, sus almenas vigilantes. Los antiguos tumbos refieren que el dueño de estos señoríos el conde Ansurez de Monzón era un muladí: Ibn-el- Manssur  y Alfonso III de León en 912 dona la tierra de Cardaba cum edificiis a un tal Gonzalo Téllez para hacer cargo de esta zona de monasterios y de morabitos tanto musulmanes como cristianos  que vivían encuevados en simas y espeluncas, abundantes por estos valles. El cenobio oriental va a ser sustituido por una fundación monástica del Cister. Esa va a ser la constante durante los siglos medios: el anacoretismo  bizantino visigótico va a ser  sustituido poco a poco por una forma de vida en común y a la occidental. Eso desde un punto de vista religioso. Desde un ángulo económico, los monasterios eran auténticos fundos de explotación agropecuaria, koljoses y kibutz como si dijésemos donde la propiedad privada se desconocía. Auténticas glebas monásticas. Hasta el siglo XII por regla de san Benito los profesos no iban a la guerra. No obstante, el Cister luego va a ser origen de las órdenes militares. Empieza el tiempo de los templarios, de los calatravos, de los Monteses, los santiaguistas. Los monjes de esa manera pasan a ser aportillados y caballeros en frontera que cantan la misa al tiempo que combaten al infiel. El obispo Jiménez de Rada, el de las Navas de Tolosa, es un paradigma de esta mentalidad místico castrense, siguiendo los consejos paulinos de que  es milicia la vida al servicio de Cristo. Hoy, por desgracia, no queda nada en Castilla del antiguo aportellamiento. Quizás fuesen mejores estos lugareños cuando iban con el legón a regar el majuelo, calzaban peales y albarcas y no sabían lo que era un tractor ni en su vida habían visto una cosechadora. Miro con pena las ruinas de la patria mía. Toda aquella fe, aquel tesón, ha dejado de latir.

 

 

 

 

LXIX

 

 

 

 

MARISOL CUMPLE 60 AÑOS

 

 

 

 

Dallo mi hierba trillo mi parva muelo mi trigo y me como mi pan. Y me pago mis copas. Y como el Gijón ya no hay quien lo toque porque la nostalgia se apodera de los espejos y de los paneles embonados de madera noble aunque las musas siguen correteando por los veladores de mármol donde escribieran los poetas o los bancos de crepé donde alguna vez yo vi con un dedalico de más de borgoña en las tripas a las ninfas pegando brincos y no era más que Carlos Oroza que trataba de ligar a dos noruegas y les contaba un chiste que ellas entendían chapurreando el lenguaje universal de las manos (creo que era el de las novicias mudas que hablaban del padre Juan...) busco barras al otro lado de la M30 donde Madrid pierde el cinturón casto, y se convierte en Kansas City. Por ejemplo en el Valtins que regenta mi amigo Moncho un vasco de las encartaciones mayores no sé si de Ondarraoa Lequio Lequeito o Echanove pues vizcaíno es el hierro de todas formas vizcaíno es el hierro que os encargo corto en palabras en hechos largos. Así es también un poco el vasco de mi barrio. Pero con esa simpatía que sólo tienen los de Bilbao y esa llaneza de los que tomaron chiquitos por la siete calles anda la ostia y hablan un poco como los personajes de las novelas de Zunzunegui. Tiro siempre la boina entre rojos y parto mi hogaza con los menesterosos de afecto y los huérfanos y huérfanas del amor. Así que el burladero que yo tenía en el Gijón lo he trasladado al Valtin. Albergue seguro. Sus talanqueras de cristal tapan mi próstata renqueante y mi taleguilla ya para no demasiados trotes. Uno en medio del ardor del vino puede cantar mal, ver visiones, mandar a tomar vientos a un coronel de Estado Mayor que se va a Bosnia a cobrar dietas y encontrarse con el almirante tunante que no resulta tal sino un remero. Cía. Cía. marinero. Ramón ese nos tomó por isidros el otro día. Decía que había mandado una flota y no era más que un bravonel que sólo se había embarcado en el estanque del Retiro para pasear ninfas del cantón. Prefiero hablar de Pepa Flores. La Marisol de mi adolescencia. Por aquello de que la vida es una tómbola me la encuentro elegante y comunera alta y delgada y eximia sentada en majestad igual que una madona en una tajuela junto a la barra. Fuma discretamente. Gestos de novia antigua. Uno entiende a la vista de esta mujer que tuvo chispa y tuvo ángel cómo puso a media España y a media Hispanoamérica boca abajo. Recuerdo cuando vivía yo en Staten Island mi vecino colombiano Arnaldo emigrante en Nueva York tenía en un trono su fotografía como si fuese una virgen o una diosa y puso a tres de sus hijas con su nombre Marisol Pepa I y Pepa II. Fue el mito de nuestra infancia y de nuestra inocencia. Después quiso desdecirse del mito de la imagen o del cliché que la sambenitaron con el franquismo no sé por qué porque en este país de camándulas hay gente que le saca punta y partido a todo y se nos hizo roja pero ella también es gualda y muy española. Y en este periodo – María Pineda, Bodas de Sangre, Caso Cerrado- demostró ser una primerísima actriz de recursos felicísimos. Para empezar esos ojos. Yo no sé si Pepa se sentía comunista lo que sí sé es que habla un buen ruso y que sus películas de la primera incubación tuvieron gancho y mucho éxito en la Unión Soviética tampoco sé si llegó a amar tan profundamente a Antonio Gades padre de sus tres hijas como algunos dijeron lo que me consta es que es toda una señora amante de su discreción de su privacidad y de su libertad. Venía de los Coros Danzas y fue un festival de la Casa de Campo donde la reclutó Goyanes después de verla actuar pero ella nunca quiso que la confundieran con el Platanito ni con la Carmen Sevilla ni con la Lola ni con la Nietísima ni con esa parte truculenta del franquismo que a golpe de talonario de la prensa de la entrepierna ha vendido su dignidad. Ella triunfó y no tuvo que volver su alma al diablo para volver a triunfar. No cedió la piel a Esaú por un plato de lentejas. Delgada elegante con los mismos ojos azul celeste que a mí me recuerda las primaveras incandescentes del 63 o del 64 y su voz estallando por todos los patios de luces de las viviendas de España sigue haciendo la esfinge pero a lo que más recuerda por su rostro esbelto e iluminado es a una cariátide griega. Ramón detrás de la barra vigila sus movimientos y la protege. Olía a guiso y a familiaridad al mediodía y las madres llamaban desde la ventana a los niños que jugaban en la calle. Ese grito de llamada hoy sería imposible... “Cayetano, Palomita... a comer. Como no subáis en dos minutos bajo y os caneo una paliza.”. La voz de aquella niña de Málaga sonaba en todas las radios peticiones del oyente. La vida es una tómbola... Tómbola. Y su cara aparecía en todas las pantallas. La íbamos a ver al cine Montija. Cintas ciertamente de no mucha calidad artística a lo mejor pero que tallaron nuestras almas. Yo me entusiasmé con Santiago de Compostela por aquella película Ha llegado un ángel en que trabajaba Marisol y había un profesor cascarrabias y un estudiante de la casa de la Troya de Pérez Lujín que tenía un flequillo que se subía para arriba con solo soplarlo;  la vida es una tómbola. Sí. Sí. ¿Lo habrá sido también para Pepa Flores? No me atrevo a formular esa pregunta a mi ídolo por temor a romper la magia de arcano. Baste decir que todos tuvimos trece años y nos enamoriscamos de una ojizarca con coletas de plisada falda y calcetines negros a la que de trimestre en trimestre veíamos crecer. Los abrigos les caían todos grandes y hacía mucho más frío los inviernos pero eran más hermosas las primaveras y hasta más ardientes los veranos. Ahora ahí sentada tiene Marisol la majestad y dignidad de una Madona o de una española que afronta sin alharacas ni fervorines el reto del climaterio evoca a la impasibilidad de la gloria, el taburete del Valtins es su verdadero trono. Marisol ha llegado un ángel acaba de cumplir los 59 y la mayor parte de sus admiradores somos sesentones o setentones. Pero no pude por menos de darle las gracias a esta señora y un beso en la mano. Ella es una de nosotros. Una española de verdad con el nórdico mirar ojos claros y serenos. Una mujer del pueblo. Este encuentro en el Valtins de mi amigo el vasco ha sido como una epifanía. Marisol al año que viene cumplirá sesenta años. Esa es la noticia y la maula.

 

 

 

 

LXX

 

 

AZNAR  HIZO LA FIGA

 

Creo que el inquisidor Valdés que preside el patio central de la universidad ovetense debió de dar un respingo en su sitial frailuno. Vetusta quedó de piedra ante la insolencia, la chulería de tan obsceno gesto de don José Mari que es de esos políticos de los que se creen imprescindibles, más chulo que ocho como Herrera en la onda y es de los que no saben perder. Seguramente se toma a sí mismo demasiado en serio rodeado siempre de una corte de aduladores que le aplaudieron por poner el territorio español en almoneda. El mal educado señoritingo nieto de un periodista del PNV, muy carcunda que mejor que se hubiera quedado de fraile a tocar el órgano en lugar de convertirse en cacique de la información y panegirista del régimen, al que Franco perdonó la vida después de haber sido condenado a muerte, es de los que cree que España es su finca. Los  Aznar son un clan, una de las cien familias que mandan aquí desde Mendizábal. Recordemos la boda en el Escorial de su hija, y no pasemos por alto tampoco que ha metido a su mujer en la política. Ana Botella, su costilla, porta la vara de alcaldesa de Madrid. Todo se queda en casa. Forman una casta. Están blindados. Son intocables para un sistema político que se nutre de alianzas consensos y mediocridades. Don Josémari desgobernó España y la vendió a los especuladores. Con lo del boom del ladrillo muchos se creyeron millonarios y no dejaban de gritar Josémari, Josémari, queremos un hijo tuyo alzando las banderas de Génova pero el PP al igual que este invento que nos desconsuela es un híbrido, un producto artificial creado por Fraga de la noche a la mañana del que están excluidos los verdaderos patriotas de derecha. Ahora don Manuel al reconocer su engendro del partido que él llamaba la leal oposición, copiando a los ingleses, llora a moco tendido. Son las mismas lágrimas y remordimientos que afligieron los últimos días del obispo don Opas. Esos chicos que alzaron sus pancartas en la universidad de Oviedo llamándole criminal de guerra (indeliberadamente lo es) representan a la España del futuro, una España sin trabajo y con un paro entre los estudiantes que salen de las facultades con su título y que sólo le servirán para colgarlo en la pared. Su grito es áspero y estridente. Se sienten estafados por los políticos y por un sistema  de gestos mediáticos donde la libertad o lo que ellos creen que es libertad, es un monopolio. Consideran los de arriba mientras chillan los de abajo que España es su finca. Coto privado. Es un sistema impenetrable donde tanto la vida parlamentaria como el cada vez más importante mundillo de la información política se reparten entre unas cuantas crestas de gallo y bustos parlantes que lucran su pan currándole a Zapatero (no sé de qué van a vivir estos advenedizos cuando desaparezca de la vida pública este jefe de gobierno) con la particularidad de que son siempre los mismos. Con tales mimbres se hizo el cesto. ¿Hay libertad? No. Esto es un trágala. Las radios, las televisiones, los periódicos se repiten más que la cebolla. Son corifeos de Nostramo y don Juan Carlos I nos depara el sucio espectáculo de competir con el presidente de gobierno con un alarde. Y tú más porque en esas estamos.

-A mí me recibe Obama, José Luis, en la sala oval mientras tú sólo vas a los desayunos de la oración.

-Pues a mí un sabio historiador me dijo- replica un republicano- que el reinado del Rubio ha sido el más aciago que registraron nuestros anales. Ni Enrique IV, ni Carlos IV al que se parece mucho el monarca reinante y ojalá hubiese un Goya para retratarlo, ni Fernando VII ni el propio Pepe Botellas que fue preámbulo de Alfonso XIII fueron tan desastrosos.

-La culpa de la crisis es del rey, que impuso el trágala, combayó y ahora se va de rositas con la abdicación dejándole el muermo a su hijo Felipe VI  y a d. ª Leti.

-Acaso tenga usted razón don Quosquetandem pero como presidente don Aznar fue una calamidad.

El del bigotito tiene cara de máscara trágica. Al pueblo le resulta tan antipático como Ceaucescu. Al pueblo no se le engaña porque habiendo sido protagonista del segundo 98 español el de 1998 cuando abandonamos la peseta y licenciamos a  los regimientos de mayor estirpe, cimentamos nuestro desarrollo económico en el ladrillo y permitimos el ingreso en manadas de extranjeros, se normalizó el aborto, la píldora del día después y se favoreció la rebelión en la granja de nuestras féminas, dándose alas a un destructivo como inicuo feminismo- corrompe a las mujeres y tendrás dominado a un pueblo- y fuimos un fracaso en política exterior al grito de ya somos grandes, ya somos ricos, Aznar fue el autor del rapto de las Españas.  Luego llegaron los gays con sus banderas arco iris para mayor estropicio. Que la patria se lo demande.

-Por esas calendas, don Verumtamen-agregó Quosquetandem- escribió usted un libro cuyo título era sugerente: 1998 España entre un tupé, un recorrido y un bigotito.

-En efecto; el tupé era de de Práxedes Sagasta, el recorrido el de Anasagastegui ese caniche vasco del PNV y el bigote ala de mosca no podría corresponder sino al jefe de gobierno a tal sazón. Este desgraciado país es regido por una clase política que no se merece. Ellos constituyen exponentes de nuestra haronía, nuestra pereza mental. Con la democracia han regresado los caciques y los manigeros, chupópteros y personajes de siempre. Entiendo pues la cólera de esos estudiantes ovetenses.

- El del bigotito si hay un personaje nefasto de la historia de España al que rememore es a Godoy el príncipe de la paz algo más moreno feo renegrido y cejijunto.

-Alto a la dueña y ¿qué me dice del juez Garzón, de Anson?

-A esos ni me los mientes

-A la Cernuda ceñuda a la Campos a las anarosas y anacondas a la pepa la de los escuchantes que echan a perder nuestros domingos al sol y a toda esa patulea de arpía sembradoras de odio a lo largo y a lo ancho de la piel de toro, tales gumías nos recuerdan que estamos en tiempos de Acuario, la era del agua y de los flujos vaginales del furor uterino que mana de la fuente de sus coños grandes, damas todas ellas televisivas y de moralidad dudosa. Iban para tusonas y se quedaron en bustos parlantes. A Calleja el de los cuentos por la Selene y a ese tal san José con su cara de seminarista y lengua afilada en el veneno. Al Jáuregui el de Pyresa al que llamaban Miracielos. A los informadores que desinforman. En fin a tantos y a tantos otros. Noté desanimo y acaso horror en el rostro de mis dos personajes que me acompañan a todas las partes y asoman la gaita cuando me pongo a escribir. Estaba claro que esta vez tiraban a dar y no fallaban el disparo. Yo no podía por menos de solidarizarme con sus puntos de vista. Quosquetandem y Verumtamen están hoy que lo tiran. Han venido a mí con la escopeta cargada, apuntando contra todo lo que se mueve. Aznar fue el hombre al que Bush hijo llamó ánsar y no sé si quería decir ganso o asno que burro grande ande o no ande y su “amigo” Pony Blair lo recibió con cajas destempladas cuando se presentó en Downing Street sin avisar a la hora del té. Britania no paga traidores y los ingleses carecen de amigos, sólo tienen intereses y por eso fomentan las relaciones sociales. Hubiese sido un buen alcabalero uno de esos chupasangres que en odiosos resultan a los hispanos pero la fastidió  metiéndose a político, quiso ser Napoleón. El napo, el napo es pistonudo como el napo no hay ninguno. Y acabó en criminal de guerra. Lo tiene crudo. Ra, ra, ra. Irak. Irak. Irak. Pony cogió su fusil y nos llevó a la guerra del petróleo no íbamos a luchar por la paz por la justicia ni por los derechos humanos,  íbamos a defender los intereses financieros de las Siete Hermanas. Las multinacionales le agradecieron a Aznar los servicios prestados con una patada en el culo. Mandaron a las mesnadas a matar gente, ahorcaron a Sadam. Decían que poseía la bomba atómica pero luego resultó que no tenía más que un ejército mal equipado. Supimos que Irak era un campo de Agramante donde los gringos querían probar su material de guerra más destructivo. Los infiernos y las redacciones de la Sienen se empedraron de mentiras. Ellos retransmitían las batallas por televisión y así embaucaron a algunos. En Bagdad no había armas de destrucción masiva. Ahora Obama quiere repetir la misma jugada en Irán y en Afganistán. Moloch el dios de la sangre les roe las entrañas a estos tíos. No pueden parar. Su norma de conducta es Némesis. José María Aznar un perro de aguas bajo las patas del doberman ladraba amenazante. Guau. Guau. Guau. Luego vino mr. Muddy el lusitano el que ahora es jefe de la Europa de los mercaderes. También quería salir en la foto. Barroso recibió como recompensa un momio en Bruselas que le da a ganar millones de escudos.

 -Admirase un portugués de que todo el mundo en Francia supiese parlar francés.

-Pasa el cazo, chaval.

- ¿Qué hora es?

- Las siete y media.

- A esa hora en Madrid si no estás dando una conferencia te la dan.

- Cállese, don José Mari, cállese.

- Váyase señor Aznar. Váyase y cierre el pico

- ­No es lo mismo decirlo como verlo

Cuando el ex presidente hizo el signo del macho cabrío,  un desplante, un brindis al sol, y tú más, que me la chupéis todos en cuadrilla, un saludo a la afición o lo que unos llaman pulsar la higa y otros un corte de manga, la estatua sedente de don Fernando Valdés debió de pegar un respingo en su silla ovetense orlada del chirimiri de muchos siglos ante la desfachatez de gesto tan poco ponderado como obsceno e impolítico, y debió de pensar para sus adentros el antiguo arzobispo:

-Otro tan lenguaraz como la Espe. Nos está llamando hijos de puta no sólo a mí que soy arzobispo de Sevilla e Inquisidor del Santo Oficio por la gracia de Dios sino a todo el cabildo. Merece que le envíe al atorradero… a mí la guardia. Vengan los corchetes de la Inquisición. ¿Cómo lo ves?

Pero el inquisidor Valdés acostumbrado como estaba a ver pasar tantas cosas en esta España nuestra- los mineros quemaron el caserón cuando la revolución del 34- desde su lugar de privilegio en el centro del patio claustral de la universidad por él fundada, no dijo ni mu. Seguramente comprendería desde el paraíso o desde los infiernos por donde vague su ánima que los inquisidores del siglo XVI eran inocentes monjitas puestos a cotejo con los sabuesos y esculcas agentes secreto muñidores de conflicto conspiradores y tornadizos que hoy pululan por la Piel de Toro. Entonces podían escribir incluso los herejes. Hoy la verdad la ostenta un monopolio. En el cual la iglesia católica ha sido destronada o se ha convertido en comparsa del poder temporal, no al igual que en aquellos tiempos. Pobre España en manos de estos energúmenos, de magistrados y periodistas tramposos y de políticos que no saben hacer la o con un canuto y se sienten en posesión de la sabiduría de Minerva. Aznar ¡qué sujeto más castizo! Ha alborotado el gallinero. Hay signos esperanzadores de rebelión en las aulas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LXXI

 

INMIGRACIÓN EN ALUD.

España difunta, la están cantando el gorigori nuestros políticos. Apago la televisión porque no puedo soportar a estas cabezas parlantes, los tertulianos de oficio como el Empanada ese que se decía comunista ahora defiende a los del bigotito y en un programa del Siete al  tal sabio de la política  le faltó poco para liarse a golpes con un socialista, gente lleva mi carro, tres putas y un boticario, son vomitivos- y prendo la radio. El Home programe inglés aquí  se capta desde la radio del coche lo cual es de agradecer porque uno sintoniza cierta ética, conecta con la deontología y escucha, voy de oyente por la vida, debates de altura sobre la historia de la cual nunca renegaron los brits y toda una avalancha de buenos libros, aman su lengua, su literatura, me dan envidia porque La BBC no se casa con nadie. Un opinante decía que había que llevar a Blair don Tony a un tribunal por mentiroso en la guerra de  Iraq, aquí a Aznar que actuó de condigno por salir en la foto al igual que mr. Muddy alias Barroso el portugués debieran de meterle en Alcalá-Meco, pero Quiá no caerá esa breva. Don Josémari se hace el interesante y se lo tiene muy creído y la Aguirre genuflexa le hace el rendibú. Queremos un hijo tuyo Bigotito. Eso también se decía en tiempo del gran Filipo. Otro que ha vuelto a abrir el pico. Dice que hacen falta más emigrantes aquí.  ¿Más?  Éramos pocos, parió la abuela Hala todos pa España que es el país del mundo con más coladeros a causa del efecto llamada. Felipón, nefasto y siniestro personaje, su padre tenía una vaquería en Sevilla y una tienda de aloje montañés, y la presidencia le hizo millonario. Un rico capitalista judío mexicano le metía en su contaduría, al igual que a Solana le hicieron jefe de los guardias, a Aznar lo nombraron corresponsal diplomático de la Fox conferencias pagadas a tanto la frase. El que abrió el negocio fue Henry Kissinger. Las fuerzas oscuras quizás desprecien por miserables a sus acólitos y comparsas pero les ponen un piso, les llenan el bolsillo de petrodólares y van por la vida con el riñón bien cubierto o les mandan una querida para que no se aburran demasiado. Son una extraña mafia que tiene por contraseña la estrella diabólica de cinco puntas entre dos de sus lados esconde sus cuernos el terrorífico Leiva Bronstein más conocido por Lev Trostky hasta que el destral de Mercader acabó con aquel testarudo que tienen ahora muchos pedisécuos infiltrados en la gran banda porque su consigna era la subversión mundial y la revolución permanente. Una de sus estrategias es el movimiento de pueblos,  junto con la desestructuración de las culturas, la quiebra del lenguaje, la manipulación informativa, lo que denominaba Gramsci el gran discípulo de aquel hebreo ruso que se hartó de firmar penas de muerte en la checa de Moscú, la invasión pacífica y los descorrimientos étnicos. Don Felipe González como es millonario no tendrá que convivir con todas esas bandas de desarrapados que llegan a Vic o al corredor del Henares de todos los continentes en busca de un paraíso en España- educación y atención medicas gratuitas y hasta una casa les dan a los recién llegados- que llegan y llegan, presidente (echo mano de una frase profética de mi libro La Mujer Fuerte) y se trata de una invasión en desguisa que ha determinado que a España no la conozca ni la madre que la parió- pronto todos criollos, mestizos, y eso de que todas las razas son una que se lo pregunten al gobierno israelí, allí no pasa nadie sin un certificado de circuncisión hasta la cuarta o quinta generación- como pronostica el Alfonso Guerra el edecán del gran Filipo. A este ritmo no habrá  cajaduría que lo soporte, pero de lo que se trata y es lo que buscan sus enemigos con ahínco es descristianizar España. Desespañolizarla, dejarla sin huelgo. Ellos vienen en patera o a través del gran coladero de los Pirineos o Barajas y nosotros a lo mejor nos tenemos que largar a nado para hacerles un sitio Con un aumento tan creciente de extranjeros que llegan y españoles a los que se condena al paro o al ostracismo social o cultural las arcas del estado pronto se resentirán y no van a quedar pesetas ni para los que vienen ni para los que están aquí. El que mucho quita y nada pon pronto llega al hondón. Al fondo del calcetín, según un antiguo refrán. Esto es la quiebra. Entonces puede pasar lo que está ocurriendo en Haití con las cajas de mantenimientos. El irenismo y el buenismo de Zapatero que aparecía el otro día en Estrasburgo tan orondo y lirondo tan finchado que no debía de caberle un piñón por el culo y no sabía que suscitaba la hilaridad y el cachondeo en los escaños parlamentarios ante su discurso trufado de vaguedades pero pone tal énfasis y se hace  el interesante que termina por recabar la atención de la audiencia aunque no diga nada, nos está llevando a este estado de cosas, al tercermundismo, al hambre, a ser un estado cuña manipulados por las enejes. Cp. recorre la cosecha que sembraron sus predecesores González y Aznar que vendieron los dos al de por junto a  mi patria en parcelas. Y han ido sembrando entre nosotros la muerte a cachos. Muerte de asco porque la política, el periodismo en  este país dan asco. El virus de la duda y desaliento  fue extendiéndose por el pueblo. Las iglesias se han convertido en museos, los cafés en bancos. El personal se encoge de hombros o sonríe con cara de conejo ante los micrófonos de las encuestas que le preguntan si hace frio… sí hace mucho frío pero vamos llevando el tirón, en casa tenemos calefacción, van a las rebajas y entran en el Corte Inglés muy pastueños y modositos. El personal no razona ni piensa sólo dice beee a sabiendas de haberse convertido en ovejas del gran rebaño. ¡Vaya una manada de carneros! Las iglesias de  museos pasaron a ser o  muladares, los cafés se tornaron en bancos, los pintores pintan mamarrachos y los poetas escriben lírica que no se entiende, y se han inventado héroes de plástico como Miquel Jackson, los plumillas expresan por doquier sus ternezas hacia los estatosuniros y pies, quietos. Todos quieren parlar en inglés .A cada paso emergen platajuntas, plataformas, comités, dumas, consejos y consejillos, asociaciones y logias. Se rinde pleitesía al blabla del gran contubernio y mientras tanto llegan y vienen, presidente, brincan y bailan los emigrantes en patera, como peces en el río. Nadie les invita pero pasen señores hasta la cocina. Pasen ustedes. Esto es la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen cinco. No sé qué pasará cuando se acabe la despensa, quizás   los mantenga el gran Filipo. Lo que ha sucedido en Vic un pueblo catalán donde los extranjeros son el 80 por ciento puede ser una gangrena que se extienda por la vieja Piel de Toro. No pasa nada, aquí todos chitón o balando. Beeeeee

 

 

LXXII

HIMNO A SAN FRUTOS

 

Desde la girola al trascoro no cabía un alfiler.  A causa del gentío que abarrotaba las naves no pude llegar hasta la tribuna donde estaba el orfeón y la orquesta. Así que me acomodé como pude junto a los barrotes de la capilla de la Inmaculada y desde allí entoné todas las estrofas que fluyeron nostálgicas, sentimentales, pero vigorosas.

-¡Que bien lo canta!-me dijo una señora-da gusto oírle.

-Gracias pero me lo aprendí de niño y lo que pronto  se aprende tarde se olvida.

-Debiera de ponerse con los de la escola.

-¿No ve que no puedo dar un paso?

-Pues que vuelva usted a cantarlo más años.

Lleva a un niño en el perambulador o carricoche y era joven. Había venido con su marido. Mucha gente moza pero los más éramos veteranos. Fui a besar la reliquia  en la urna o lucillo de jaspe obra de Ventura Rodríguez del santo anacoreta que huyó del mundanal ruido a la pedriza buscando la paz del yermo lejos de las intrigas y de las envidias-a este mal que tenemos tan recio los españoles lo denominan históricamente el morbo visigótico- de la corte goda, acompañado de su mujer Santa Engracia y su hermano Valentín. El santo  sepulvedano me parece un varón  de hoy en una España cercada por el nihilismo, que adora sólo a Moloch, a Mercurio y a Eros, y sobre la que se cierne la amenaza del Islam que con ser grave no me parece tan peligrosa como la de los  mundialistas masones que quieren volver la cruz de Cristo del revés, hablándonos de globalización cuando asoma la gaita el siniestro perfil del obispo don Opas. Volvemos al conde don Julián y al llanto de don Rodrigo en la cava Florinda. Por eso me pareció muy interesante el sermón  del obispo (Don Ángel Rubio es un gran orador) y a trechos me conmovió porque proponía un retorno o peregrinación a la Roca Tajada el farallón nido de Águilas donde se alza la escarpada cueva donde hicieron penitencia aquellos ermitaños por otro nombre denominada de los siete altares. Era una llamada al socorro divino para coartar el desaliento y confusión que invaden a la cristiandad. Di la enhorabuena al canónigo Frechel el precentor (así se llamaba a los cantores o chantres en las viejas catedrales y así se les llama en las catedrales anglicanas de alto bordo)  del cabildo que hizo verdaderamente un tour de force al dirigir un coro de cerca de mil voces y un golpe de sesenta violines o más. A la salida al avanzar lentamente hacia la calle por el gran cancel me cruzo a otro chantre eminente el canónigo Matesanz. Por entonces era un curita joven que cantaba la Passio con una maravillosa voz de tenor la tarde de Viernes Santo. Ahora ya está jubilado. Su monodia era  poco menos que electrizante. Paseo nostálgico por mi ciudad que apenas reconozco. La casa de la colonia militar donde pasé mi infancia ha sido derruida, la acacia que plantó mi padre y yo torcí columpiándome en sus ramas, ha desparecido. En sustitución han surgido colmenas de bloques de hormigón. En muchas ventanas aparece el tétrico cartel de se vende. ¡Por san Mamiel, que es patrono de Valseca! que lo de la burbuja inmobiliaria nos ha metido en quiebra es cosa fina! Cada vez encuentro cosas nuevas, detalles en los que no me había fijado. Me ocurre lo mismo con Toledo. Me hinché a fotografiar atrios, arcos de medio punto, iglesias de puertas cerradas, viejos conventos, callejas escondidas de tapias altas. Por encima del tejadoz asoma un álamo o una higuera. Gasté varios carretes captando boceles, ménsulas, arpías, leones, esfinges, dovelas y bóvedas de cañón, tratando de escudriñar los mensajes que nos acercan a la mentalidad del hombre del Medioevo, pergeñadas en ese idioma de piedra del arte románico. Por la cuesta de santa Lucía desciendo hacia el viejo hospicio donde estaba la cueva de Sto. Domingo; en la cerca el santo dominico se retiraba a orar. Quise visitar allí en este monasterio la tumba de san Corbalán pero las puertas ya no eran francas por haberse convertido el lugar en colegio universitario. Allí seguía al lado izquierdo del pórtico renacentista el hueco que dejó la hostia del milagro de la catorcena junto con mis recuerdos impenetrables de niño porque allí viajaba con mis padres de visita los domingos para ver al capellán residente don Jenaro y su ama la Jesusa. Recuerdo que oí comentar a mi padre en tono jocoso que en aquella vivienda hospiciana sólo había una cama de matrimonio… retorno y en la desvencijada iglesia de san Agustín, cerca de San Juan de los Caballeros, rezo un responso por los caídos de la división Azul cuyos nombres figuran grabados sobre las paredes de la iglesia hundida. En el quicio de la puerta alguien ha pintado una cruz invertida. Luego fui a visitar la tumba de mi padre. Sus restos descansan en la torre de san Gregorio una iglesia en lo alto de un monte que fue de los templarios. De regreso a casa cruzo pueblos fantasmales. Las vecinas ya no se sientan al sol a coser o a jugar a la brisca como solían. Uno se encuentra a estas paisanas que vagan por los caminos como almas en pena. El caso es andar. Hacer kilómetros. Andar es lo que mandan los médicos.  En su locura pedestre quieren huir de la Pelona pero ésta que a nadie perdona las acabará alcanzando con su guadaña. También los carreristas y los que no fuman se mueren. Encuentro a estas aldeas desoladas en medio de su desolación confortable.  Todo ello infunde en mí tristeza. Menos mal que un cede de Joaquín Díaz, maravilloso, que me regaló el propio cantautor “La misión os llama” me saca de mis murrias. Hoy 25 de octubre el otoño perfila sus aromas de sazón por montes y valles. Cantemos al glorioso san Frutos

 

 

LXXIII

 

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ARMANDO PALACIO VALDÉS

 

 

 

Esto parece Villabroncas pues vivimos en un mundo lábil y cambiante. Hoy se detectan nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más? La calumnia y la baba del sapo. Vivimos en una redoma de malquerencia. Así que calzo mis gravas de combate: la loriga, la rodela, y las botas de siete leguas para recorrer el universo de la imaginación. ¿Te apretaste los machos, nin? ¿Sí? ¿Y el catalejo de doble aumento lo llevas? Pues ale. Y huyo de los torneos de la memoria para refugiarme en la palabra. Don Armandín, el cantor de la armonía cuyas novelas eran todo equilibrio, me devuelve a mis metas soñadas, aquel mundo jocundo y cabal que yo entreví en sueños a través de mis largas lecturas en la camarilla del internado. Con esto de la dichosa carretera y la perforación del monte de los abedules y la colocación de enormes estaciones eólicas en las cumbres de la Sierra del Viento están destruyendo el paisaje. Energía a tiempo real que quiere ZIP. No entiendo de física pero creo que el Presidente menos. Deben de haberle untado con sobornos y dineros. Cohecho tenemos.

 Asturias era un paraíso natural y a este paso las rapaces inmobiliarias llegadas de dios sabe dónde y con qué dinero (el dinero no tiene patria y carece de afectos) se puede convertir en un cadalso de cemento. Nos gusta cargarnos naturaleza, talar árboles. Y a mí me parece que lo que están haciendo en toda la marina pero especialmente desde Avilés a Ribadeo es un sacrilegio irreparable. Por una cuestión hace cien años el gran Palacio pergeñó las páginas inmortales de la Aldea Perdida. Revolución industrial, llegó el carbón entonces y ahora en la postmodernidad, abocados a la cibernética, ya casi no se puede escribir una novela después de haber dado Orwell a la estampa la suya.  A veces los pronunciamientos y presentimientos de los poetas se tornan profecías. Don Armando que murió en el Madrid rojo en 1938 unos dicen que de hambre y otros a causa de los vejámenes a los que fue sometido no era un escritor de derechas. Ese fue uno de los sambenitos con que lo encorozó la crítica “demócrata” que también le atacaba como escritor de novelas rosa y él rosa sólo tenía el cutis de su piel asturiana. Miraba al mundo desde lo profundo de sus ojos claros y contó cómo era la España de la Restauración con su aburguesamiento, sus convencionalismos, criticando los egoísmos, el señoritismo, a los caciques. Fue un escritor mayor y para mí un asturiano incomprendido, el mejor cantor en prosa que tuvo el Principado en las viejas costumbres del pueblo sencillo, pero acabaría chocando con  el clero y las fuerzas vivas. Su novela el Cuarto Poder es una sátira contra las satrapías de los de siempre. Tengo todas sus obras y no sé por qué misterios desde lo posible lo real a lo soñado mi vida rodó hacia Asturias hacia ese baño del Nalón donde escribió aquel cuento grandioso ¡Solo! Un padre de vacaciones (había estado ahorrando cinco años en una tienda de Madrid para poder pagárselas en la tierrina) que ve cómo su único hijo  se ahogaba arrastrado por un rápido de la ribera de Muros. El arte novelístico de Palacio Valdés posee un numen  inimitable. Todos sus libros tienen esa carpintería narrativa que les falta a la mayor parte de los novelistas nuestros de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza. Baroja, Azorín, Cela, el propio Valle Inclán. Pero tradúzcame usted al francés al inglés o al sueco a ese don Ramón de las Barbas de chivo o a Cela que salvo en La Colmena o en Viaje a la alcarria se nos queda en nada. Resulta que el escritor más traducido a las lenguas extranjeros fue este avilesino de adopción, nacido en Entralgo, paisano de Juan de Cabaña Quinta y de otros de personajes meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen suspirar por los paraísos perdidos… Et in arcadia ego y es que leyendo sus novelas nos identificamos con sus héroes míticos. Palacio trazó un ideal. Una norma de vida. Era un narrador omnisciente  y omnipresente que incorpora la técnica narrativa anglosajona y francesa a la novelística castellana. Cierto es que fue tachado como de derechas pero lo cierto es que el arte carece de flancos. Es total. Ni derechas ni izquierdas. Casilleros no admite tampoco. Sólo la imaginación. La sublimación de lo real. Era un psicólogo porque muy pocos escritores conocían tan bien como él a la condición humana y un filósofo. De su mano me pierdo por los vericuetos de Avilés los chigres de Sabugo y hasta parece que escuchar al ruiseñor del parque de San Francisco, subo la cuesta de la Carriona o me meto en una de esas confiterías como la de la Morena donde despachaban unos sobaos delicia de manos monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía de ser muy goloso don Armando según la tradición ovetense donde no hay domingo sin pasteles ni pascua sin madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el reloj de la Audiencia me meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario y sermón de campanillas. Me sumerjo en el ambiente. El poder descriptivo de este escritor consigue que el lector se suma en el hilo y el ambiente de lo que cuenta y hasta tome partido. Crea mundos. Un privilegio que sólo les es concedido a los genios. Sus obras no nos cansan. Sus libros no se nos caen de las manos. Valle siempre me aburrió. Pío Baroja cuenta cosas de una forma desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las ovejas. Unamuno está supra valorado y es admirado por los que no lo leyeron nunca. Ortega nos es tan gran pensador ni escritor como le pintan. La gran novela española pertenece a la restauración. El 98 es un bogus magnificado y cuantificado por la inercia literaria de la rutina del caciquismo y el mandarinazgo hispano siempre en manos de unos cuantos y siempre los de siempre pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Diré esto aunque me desuellen. Palacio pinta personajes de carne y hueso no proyecciones literarias. Si en la Alegría del capitán Ribot es el optimismo en Tristán o  el pesimismo todo lo contrario. La novela de un novelista es una autobiografía de ese arte artesanal que se dice escritura. En el Maestrante tendremos el amor de un viejo y en José a Cudillero. En el señorito Octavio  describe al señorito calavera holgazán e hipocondríaco que se regenera con la vida de aldea. Las técnicas narrativas nos vienen a persuadir del convencimiento de que la novela no se inventa, se observa. La aldea perdida viene a ser la bandera ecologista de la España verde del último refugio natural de los amantes de la naturaleza. Tanto Palacio Valdés el uno de las Asturias de Oviedo y el otro de las Asturias de Santillana se erigen en sus paradigmas. Vienen a ser  enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy, como está el panorama, falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela descriptiva Palacio es un heraldo del ecologismo. Nuestro primer ecologista. Su gran preocupación es la conservación del paraíso natural que le vio nacer. Plantea el problema de la revolución industrial en La Aldea Perdida. Es una especie de guerra de Troya en que aquellos – los mineros Nolo y Plutón- derrotan a Demetria (la Elena de la Aldea Perdida) y Jacinto (Aquiles). El verdor de los campos se sustituye por la negrura del carbón. Y este deterioro del medio ambiente va acompañado con la degradación de los protagonistas. En el “Idilio del enfermo” vuelve por donde solía. El campo cura y vivifica. Y en el Cuarto poder” novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un espejo de la España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos aspectos. Y nos advierte que la transgresión de la fidelidad al paisaje y la del entorno en que se desarrolla la vida del hombre depara la muerte. Una advertencia que suena fatídica para un mundo que vive horas aciagas de cambio climático. Sus novelas del campo y del medio rural asturiano poseen una categoría homérica. En las de ciudad Palacio se convierte en un pequeño burgués.  Es un hombre de las clases medias. Presenta con crudeza los problemas de entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería, politización extrema, desamor pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda compasión hacia el ser humano y cultiva una visión amable y a ser posible optimista, dentro del pesimismo de la condición humana. Quería entretener. Por eso tuvo tantos lectores y sus libros fueron traducidos al francés y al inglés, sobre todo aquellas de ambiente andaluz dirigidas al gran público: Los majos de Cádiz, La hermana san Sulpicio. La alegría del capitán Ribot. No están tan acabadas como las de ambiente astur pero le reportaron más fama y dinero que sus narraciones líricas escenificadas en su tierra. Son novelas infunden una especie de paz melancólica y nos animan a ser mejores. En los propileos de la poesía épica que añora este paisanín de Laviana la verdad siempre avanza delante de la belleza y las dos suelen tener una amiga: la bondad. En el arte de Palacio se encuentran parecidos con el de Henry James. Y de la misma forma que la obra de este autor revierte siempre hacia Nueva Inglaterra la del español torna  la mirada de Asturias. Que para él significa la vida y su alejamiento, la muerte. La acción conserva un carácter secundario y la trama se desarrolla como en un duermevela. El claroscuro es punto de referencia y por lo general cada proyecto de la trama y la descripción psicológica. Envuelve otros entramados y acciones y lo que ahora es bonanza puede pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino parece impecable. Sus descripciones no son estáticas sino dinámicas y los personajes buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la encuentra salvo en el caso de Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción del Idilio de un enfermo. Conocía el alma femenina y de ahí que sus libros fueran muy populares entre el bello sexo. Las mujeres le miman le escriben, le animan, se  le declaran. No son feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su preocupación por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres en vez de las mujeres de las catástrofes sentimentales. Por ese cabo se sitúa cerca del movimiento de la liberación. Su esquema de trabajo, la carpintería argumental de sus narraciones se mueven en torno a tres supuestos: héroe-antihéroe-víctima. Sota caballo y rey, un poco al estilo de las novelas por entregas y las penny novels  de  bulevard a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo  estilo asimila pero por lo que esta  novela popular nunca podrá ser barriobajera. Definir una novela es como ponerse a catalogar el arco pero la buena novela es la que agarra y prende al lector con sus historias de amor de tragedia y de muerte. Nos libera de la monotonía del presente y su autor nos lleva de la mano a un mundo desconcertante pero mágico que constituye en parte la proyección de nuestras vivencias. Todos sus libros son transportes y gozan de un pálpito profético. Intuyó como la intuye Tolstoi su muerte desgarrada en circunstancias de hambre y abandono durante la guerra civil aunque hay quien sostiene que pudo ser uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama. Se comporta como un actuario que da fe de aconteceres y narra como en una analecta lo que pasa en España a finales del siglo XIX y pienso yo que adelantando acontecimientos avanza en sus libros lo que ocurrió, está ocurriendo, en el XXI: la destrucción de la naturaleza, el desarraigo social, migraciones desbordadas, desorientación ideológica y el marasmo de los partidos políticos –una novela señera al respecto El Cuarto Poder – enconos enfrentamientos, rivalidades de aldea y ese caciquismo que está volviendo. Los de arriba. Los abajo. Seguimos en las mismas. Y en suma la guerra civil de la cual el novelista asturiano fue víctima (murió de hambre, de tristeza en el mayor de los abandonos o acaso según dicen algunos en una zanja de Paracuellos). Su obra es sumamente grata a los ecologistas pues sabe hacer unas descripciones maravillosas del paisaje. Y del agrado de Las personas con gustos sencillos puesto que toda su escritura es una apelación a los buenos sentimientos. Su pluma cala directo en el corazón de las buenas gentes, a pesar de ser Palacio un psicólogo de gran calado al estilo de Dostoievski y de los sentimentalistas ingleses como Galsworthy. No puedo estar de acuerdo con algunos críticos como Gonzalo Sobejano que le acusa de frívolo y de superficial. Este es el país de los sambenitos y de los dictámenes remolones y de gran desconsideración; en su tiempo fue uno de los pocos escritores españoles traducidos a idiomas extranjeros. Al final de la guerra gozó de gran popularidad pero en los 60 se eclipsó. Si el rojerío lo dejó morir de hambre o lo fusiló en vida, la judería lo ha fusilado en muerte, descatalogado su nombre de la historia de nuestras letras. Se trata de un español elegante y de bastante buen gusto poco identificable con la zafiedad y el frenesí laico/judaico que todo los invade. En Asturias y en su querida Villa de Avilés el interés está renaciendo. Armando Palacio Valdés 1853-1938  estudió en Avilés y en Oviedo y obtuvo la licenciatura de derecho en Madrid donde se inició en el periodismo colaborando de Revista Europea. 1883 contrae matrimonio con Maximina Prendes Busto quien muere a los dos años al dar a luz a su único hijo Armando quien por cierto perecería  a los treinta y tres años en un accidente de automóvil. El aspirante a literato conoció desde muy temprano la desgracia pero dotado de longanimidad, sentido del humor y optimismo, consigue sobreponerse a los golpes. Aquel amor hacia su primera mujer dio origen a una de sus composiciones de gran calado psicológico Riverita y Maximina. Pero el recuerdo de aquella mujer le inhibe de volver a su Asturias y busca alivio a sus tristezas en Andalucía. Sus novelas adquieren un gran éxito. Madrid festeja y Lancia (Oviedo) se le rinde al escritor, que con Blasco Ibáñez es el primer escritor de bestsellers. En 1899 se casa con la gaditana Manuela Vela y se compra un chalet para veranear en las Landas francesas. No tienen descendencia. Tampoco este segundo casamiento le depararía felicidad aunque sí cierta estabilidad y equilibrio. 

 

 

 

LXXV

 

LA GRAN PASCUA RUSA

 

Estuve toda la tarde conectado  a Internet Radio Grad –Petrov. Los oficios de las vísperas (zagoveñíe) duraron tres horas. Toda cantada y multitudinaria.  Desde la catedral de San Isaac en Petrogrado o Petersburgo. En las “sabor” (catedrales) no hay sillas y los fieles asisten a la ceremonia de pié. De vez en cuanto entre el canto angélico de los oficiantes y de las tronadas del coro se escuchaban los chillidos como golondrinas de los niños asistentes a la ceremonia, muchos de los cuales son hijos de los popes. Pese a la largura de la liturgia puedo decir que se desconoce el cansancio. La liturgia es simple y repetitiva. No hay órgano ni instrumentos musicales. Se prolonga a través de las letanías entonadas por un diacono en la cual se hacen rogativas por todo el género humano, por las iglesias, por los pobres, por los gobernantes, por los enfermos, por los peregrinos y desamparados, los consagrados, los creyentes y descreídos, los judíos, los mahometanos, los budistas. Esto es el Cristo total. En un tono de fabordón. A cada plegaria letanía responde el coro con la invocación mágica del Kyrie eleison que es “Gospodi, pomilui nas” (Señor ten piedad de nos). También las ofrendas y tributos a la Virgen que llaman Blagodoritsa y por la cual siente el pueblo ruso una profunda devoción son incesantes. Lo mismo que las invocaciones Trinitarias que proliferan a lo largo del canon. El nombre de la Virgen Blagodoritsa diva Maria hace sonreír a los labios y alegra los corazones. La consagración por el patriarca también es cantada y el oficiante realiza la epiclesis. “Eto telo moie eto Krobi moie”) este es mi cuerpo y esta es mis sangre que será derramada “vo stablenia grecov”: para el perdón de los pecados.  La comunión la distribuye el arcediano que sale por la puerta de los dones cuando se abre el iconostasio. La misa se oficia a puerta cerrada tras la cancela del iconostasio. No ya meramente cara al pueblo sino de espaldas a él. Los asistentes no ven al archimandrita consagran. Sólo le oyen mientras siguen los cantos y se persignan constantemente llenos de fe. Uno se siente prendido y cautivo de tanta magia. Es el viejo rito de San Basilio. Un viajero español Andrés Laguna, judío converso de Segovia, que escribió el Dioscórides en su “Viaje a Turquía” hace una descripción de su estancia en Constantinopla y de su visita al Monte Athos y se maravilla por la devoción y atención existente en las pequeñas iglesias griegas. Donde no hay prácticamente sermones. Todo es acto y representación de los grandes misterios cristianos de la Redención. Esta semana es sagrada en muchas ciudades del Oriente. Pero no hay `procesiones. Los  Miércoles, Jueves y Viernes Santo son días de ayuno y de oración. Chejov que era hijo de pope a veces se lamenta de lo extenuantes que eran estos oficios. Sin embargo su prosa y toda su novelística recibe el plasma de tanta belleza de las casullas, los cálices y los iconos de la Virgen que le entraron por los ojos de niño. Es la filocalía. El amor al libro, a la palabra, y a lo que es bello en la naturaleza y en la vida. El padrenuestro lo cantan por lo menos de modo solemne siete veces a lo largo de la misa y dos diáconos entonan dos pasajes del evangelio del día con especial unción.

Uno se siente un poco transportado. Y recuerda las palabras del apóstol “fides ex auditu”. La fe entra por los oídos, por los sentidos y Cristo llama a la puerta de las almas no a través del intelecto – fue el gran error de los jesuitas y de muchos de nuestros predicadores a lo fray Gerundio- sino que da con los nudillos en el corazón. Esta liturgia nos hace nadar en un mar de lágrimas y acaso es a lo que se refería san Agustín cuando definía: “Deus Caritas est” Dios es amor. Los ortodoxos celosos guardianes de la tradición quizás tengan la clave de los arcanos del dogma cristiano. Desconocen el culto a la personalidad y consideran que hasta el más humilde pope de cualquier aldea rusa es el sucesor de Cristo en la tierra. De ahí que Chejov nos haga notar como aquellos rudos clérigos de las aldeas de la estepa cuando se revisten de la casulla y se colocan la estola sobre los hombros parecían transformarse en algo superior. Y ese es el secreto del esplendor de los ornamentos que algunos podrán criticar pero los popes se revisten del esplendor de su casa. Feliz anastasimene o spasimene a todos. Dentro de siete días nos aguarda  la baskresiene: la Resurrección. La gran pascua rusa.

 

 

 

LXXVI

 

EL MANZANARES NAVEGABLE,

 

 

 

 

Paso por el puente de Toledo y me sonríe toda la historia de España que se condensa al socaire del soto de Madrid. Sin embargo, las obsesiones megalómanas y gentílicas del alcalde Gallardón mandan, así como dineros negros, tributaciones onerosas… a ver enséñanos la patita pero el lobo no responde. Es mudo. Pero vamos a ver, señor alcalde, ¿qué vamos a hacer con tanto puente para tan poco río? A ver que me lo expliquen de una vez. Tras don Manzano que yo no sé si era manzano o era peral a ustedes les dio por dejar esta bella ciudad que ha dejado de ser castiza para convertirse en criolla o pepitoria de todas las razas del mundo en un pisto explosivo, cuidado con esta treballa, yo me refugio en los clásicos. Góngora era contundente en sus frases y tenía todo ese salero e ingenio que les falta a nuestros políticos, a los luisetes del colmete, mamporreros y millonarios (que se vayan a jugar al golf, con el Butanito y comparsa al que vi estas vacaciones por Luarca con un puro en la boca que abultaba más que él; qué tío, ellos cubiertos bien el riñón, no es lo mismo decirlo como verlo toda la vida dándole a la tecla y tienes que regalar prácticamente medio siglo de profesión y trabajar de balde), a nuestros valientes milicos que se sacan una pasta gansa en concepto de dietas y gastos de desplazamiento, tres mil euros son muchos dineros, patrón, lo del barranco del Lobo quedó muy atrás, pobrecitas madres que solas están de ver que sus hijos a la guerra van, pero la de Afganistán no es la de Melilla y de allí un triste sargento puede forrarse  y hacer las Américas, por si fuera poco va el ministro y pone una vela a san Homobono patrono de los sastres y les dice que les va a subir el sueldo a las tropas de refresco pues lo que ganan no es bastante.

 Y a nuestras reinas con monsergas, de las mañanas y las tardes, casi todas ellas malagueñas salerosas o valencianas  retrecheras de culo bajo  pero bastante sosas, bellezones aburridas como ellas solas, niña qué buena estás pero eres el tedio ambulante en un cuerpo de perfecciones, insípida y algo panoli y de la escuela galatea de ese patarata experto en casas reales que habla tan deprisa que no se le entiende,  el Petrafidelis ese, morboso como él solo pero a vivir del cuento. Algunos no le harían de menos a asco tan rico. Usos y costumbres arrasadas y todos los privilegios bajo la bota del Gran Cofrade. Aquí al que más chilla, capador. Es la ley de la calle.

Dijo don Luis:

 -Cada uno estornuda como Dios le ayuda.

Era el río de Madrid el risum teneatis de los curiales y embajadores que venían de fuera y a la vista de los muros de la patria mía el veredicto era definitivo. Se armó un verdadero choteo lírico en el mundo a costa del Aprendiz de Río y sus afluentes. Mucho puente para tan poco río. El caudal del Manzanarillos y más este año con tanta sequía está que da pena. Ayer meóme un burro y hoy me ahogo, insiste Góngora y Quevedo diagnostica:

-En ti se mueren de sed las ranas y los mosquitos.

Pero ahí está la puerta de Alcalá y ahí sigue el Puente de Toledo con las obsesiones megalómanas del alcalde deshaciendo lo que hizo Tierno. ¿Y los patos y las ánades? Se las merendaron de antuvión unos negros que pasaban por allí, al ronco sonido del tantán, que menudas tribus son los que plantan la tienda cerca de la Casa de Campo. Mozas de partido llegadas de todos los países de la tierra, cóhenes y vagamundos y mafias cada dos por tres. Un edil contra otro edil. ¿El  Manzanares navegable? Nanay. Lo han enterrado y ahora don Ruiz Gallardón, este don Gil de las Calzas Verdes de la política (Spanish politicians are taking us for a ride, es lo mismo mande Pedro que Juanito, todos ensillan y cabalgan), epitome de hijo de ser vos quien sois y un ejemplo de las cien familias que siempre mandan en este cotarro haciendo a pelo y a pluma tiene Madrid arrasada de obras que no se acaban nunca y no sabemos quien las sufraga, en algo hay que ocupar a tanto recién llegado. Gallardón en comandita con misteriosas enejes herejes, el felpudo del caballo troyano, los ha puesto de pico y pala a los que acaban de llegar, les ha dado un mono, un curro y un número en la seguridad social, eso que a nosotros nos costó tanto. Más allá de todas esas consideraciones veniales a mí el puente de Toledo siempre me inspiró ideas lúgubres. Es la puerta que conduce a lo desconocido, el abigarrado mundo de los caramancheles, la cárcel, y al tétrico perfil de cipreses de las sacramentales que estaban detrás de él. Dicen que fue el triunfo del barroco en arquitectura. Me remito  a un párrafo del Diablo Cojuelo: Daban en Madrid por fines de verano las once de la noche, hora menguada y faltaba la luna, jurisdicción y término redondo de todo requiebro lechuzo y patarata de la muerte. El Prado boqueaba coches en la última jornada de su paseo y en los baños del Manzanares los adanes y las evas de la Corte fregados más de arena que limpios de agua entonaban el “ite río est”.

La novela del mejor mirón que haya tenido esta ciudad puesto que alzaba los tejados y perforaba las paredes y hasta captaba a los avecindados y paniaguados de la villa en sus actitudes más comprometidas echando un polvo o cagando no puede empezar de mayor brío. Ite río est. Se acabó la misa y todo lo que se daba. Luis Vélez de Guevara que así se llama el autor era un lince. Con esta frase hace un homenaje entre chusco y tierno al humilde río capitalino tan maltratado por los autores.

El afluente del Tajo por la parvedad de materia y lo escaso de su caudal y a pesar de su menguada magnificencia en comparación con los grandes torrentes europeos (Sena, Rin, Támesis, Danubio, Oder) cuenta con copioso flujo de reseñas y su propia topografía literaria.

El soto de Madrid por donde abre su cauce Manzanares es el locus amoenus de la Arcadia y perfecto decorado para inspirar musas, embelesar ninfas y amoríos o representar en esta tramoya natural comedias de capa y espada. Aquí se bailaba la chacona. Aquí las lavanderas hacían colada. Goya pinta los merenderos. Por sus huertas y riberas buscan el perfecto sitio escondido los amantes  por haber sido inveterado lugar de citas al aire libre, el pulmón y el colchón del tálamo de Madrid. Varadero de mirones pues mientras unos machacaban el ajo otros de amor contemplativo.

Mucho saben sus orillas otrora cubiertas de alisedas, choperas y sauzales y hogaño  de hormigón acerca de billetes, cartas, encuentros en la furtividad y también duelos y estocadas. En la guerra civil por estos pagos se cepillaron a unos cuantos pues García Atadell el asesino de las brigadas del Amanecer le tenía tomado cariño al puente de Toledo para dar mulé a los fascistas.

En fin, que estas aguas hoy enterradas sabrían mucho. Madrid acudía a la vera del Manzanares a servir al amor y a merendar o lavarse las miserias rindiendo de paso culto a la higiene. Ahí están como inagotable filón que inspira al numen de novelistas y de poetas las famosas lavanderas del Manzanares. O los chulapos de gorro calañés jugando a la gallinita ciega por los alrededores. Es un marco ideal para ofrecer  el lado amable y risueño de la existencia. Está cargado de mitología este Manzanares y su perspectiva no puede ser más idealizada como tópico literario al que recurren unos y otros a lo largo de la historia casi tanto como a su amo, el padre Tajo del que es tributario y edecán. El otro lado del río suena un poco como las partes infidelium. A un amigo en un bar de General Ricardos le sacudieron por una tontería y buen abollón que le hicieron en la frente.

Garcilaso lo sublima y habla de la aparición de elfos, ondinas y náyades en el lecho de sus aguas, licencia poética que no se permiten ni Góngora ni Quevedo. “Tiéneme del sol la llama tan chupado y tan sorbido” etc. En Góngora este refitoleo frisa casi en lo cruel con su apotegma de ¡“meóme ayer un burro y hoy me ahogo!”. Vélez de Guevara con la sorna impenitente de su don Cleofás prosigue la racha de derogatorias deferencias: “El río Manzanares se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no teniendo agua que sólo tiene regada la arena como río navarrisco[72] siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo y el de más caudal es pues lleva más hombres y mujeres y coches que pescados los dos mares aunque me espanta tanto puente pues ya el vizcaíno lo dijo: o vende puente o compra río”. Tirso de Molina tiene a bien llamar a los de Madrid ballenatos pues soltó la especie de que había corrido el rumor de que una ballena había venido a parir a la Corte. ¿Gatos o ballenatos? Lo de gatos viene por la facilidad en la escalada que observó un militar cristiano en la toma a los moros de Madrid pero lo de ballenatos es cosa poco frecuente. Puede inducir a pensar que tan incongruente profusión de andanadas y guasas son fruto de la descortesía pero, Quiá. Las pullas llevan dentro algo de la mala sombra matritense envuelta en  la ternura. Al igual que los cockneys, los chisperos muestran capacidad para reírse de sí mismos. El madrileño sabe ser señor sin resultar recargado ni darse aires. Para eso ya están los portugueses. El sarcasmo lancinante del madriles es como un muro de contención que guarda de la tentación de tomarse uno a sí propio demasiado en serio. Pero sin que el recurso sea una llamada a la desconsideración o a la inconsciencia. Antes bien todo lo contrario. “Bajo la capa de Luis Candelas – cantaba la Piquer- va mi amor vuela que vuela” y bajo la corteza amarga y dura de un limón se esconde la dulzura y condescendencia del melón de Villaconejos. Ya lo dice el refrán: “Brisas de Madrid, un aire tan sutil que mata a un hombre y no apaga un candil” Si bien el Aprendiz de Río sale malparado en este vapuleo al que le someten los autores mentados del mentidero, Calderón se lo toma mucho más en serio, porque nobleza obliga: “O venturoso cauce que bañas a Madrid, madre del mundo” Y el autor de la Vida es sueño en este verso da realce a su conocimiento etimológico-mitológico pues Matritum en su acepción romana primitiva es la de templum Matri. No es nombre moro. Magerit es como la decían los moros que no saben pronunciarlo. Puede ser que para paliar esta suerte de sarcasmo de Neptuno los de la Villa y corte quisieron enmendarle la plana a las deficiencias de la naturaleza mediante el artificio de una apoteosis escénica. Nunca río tan chico atrajo tanto la atención de arquitectos y maestros de obras que le colocaron la vistosa chepa al Manzanares de dos puentes muy galanos. El de Segovia y el de Toledo. Concretamente este último, obra de Ribera, es una de las glorias del churrigueresco.

Pedro de Ribera 1683-1742 fue protegido del Marqués de Vadillo, Francisco de Salcedo, uno de los mejores alcaldes que tuvo la ciudad. Emprendió la obra bajo sus auspicios. De la biografía de este alarife se sabe poco pero pasa por ser el mago del granito, cincelario de la sílice que borda caprichosas formas de nubes y de reinas o de hornacinas en las que esculpe imágenes de Isidro y María de la Cabeza en mitad del pretil. No quieres caldo pues tres tazas. Pedro de Ribera en un intento de ir más allá en la desproporción entre puente y río que da pie a la befa de escritores y de poetas durante todo el Siglo de Oro, quiere dejar pálida la magnificencia de la Puente Segoviana obra de Juan de Herrera. La sincronía disparatada entre continente y contenido y el contraste entre tanto despliegue e hilada de sillares, adarves y espolones para contener el brío de un caudal que salvo en alguna que otra venida por el otoño llega flojo de fuerzas. La hilaridad de Góngora tampoco perdona a este otro puente de Segovia: Señora doña Puente Castellana cuyos ojos están llorando arena...Hay un pique y Pedro de Ribera planta su honrilla un a menos de un kilómetro aguas abajo. Allí el Manzanares parece que cobra más empaque y hechura de río, pasado el recodo de la Virgen del Puerto. Sus aguas que corren algo bravas hacia el puente los Franceses se vuelven aquí pandas y remolonas como si no quisieran decir adiós a Atocha y a la fuente del Berro o a la de Mariblanca. Pero le huelen un poco los pies porque por Legazpi era casi un arroyo boñigo. Sin embargo la mierda es buena abono y en las huertas de antaño por estos desparrames se abonaban buenas lechugas y mejores tomates. Imbornales y colectores aforaban fertilizante cuando Madrid se ponía a hacer de cuerpo y tiraba de la cadena.

El puente de Toledo es un prodigio de monumentalidad y un dechado de perfecciones del denominado género churrigueresco, o lo que es lo mismo representa el teatro llevado a la arquitectura. Recuerda al verlo de lejos un auto sacramental. Lo fabricaron en trece años corridos 1720-1732. Otros monumentos que se debieron al buril de Ribera fueron la Glorieta de Pirámides, el Seminario de Nobles, la Iglesia de los Irlandeses, la Ermita de la virgen del Puerto, la Casa del Monte de Piedad o casa de empeños actualmente sede de Caja Madrid, el Palacio del Marqués de Perales donde estuvo la Hemeroteca y donde pasé los mejores y peores años de mi vida laboral. Tiempos que no volverán. Luces de bohemia en el Madrid de los ochenta. Buhardillas y mansardas tal y conforme los dibujó Goñi en aquel ABC de los sesenta que yo compraba todos los domingos atezado por el afán de poder algún día escribir en aquel papel. Un Lavapiés y una calle del Ave María que no lo conocen ni la madre que lo parió, pues son un aduar pero que yo bien que lo advertía.  En la penúltima década del siglo que se fue asistimos al crepúsculo de una civilización. La melancolía se posaba en los jarros de los bodegones. Anunciabas lo que iba a pasar y nadie te hacía caso. De todas formas creo que a la vuelta de la esquina vendrán tiempos peores. Pedro de Ribera también erigió el Hospicio de san Fernando y la Fuente de Antón Martín. La aparatosidad es el sello característico del Madrid de los Borbones. Es una prolongación del de los Austria guardando algo de su seriedad y consistencia maciza pero se detecta que el chambergo y la pañosa por lo que iba a estallar un motín iba a dar paso al catite, las guedejas y barbas de doctor por las patillas en boca de hacha y la capa sustituida por el traje corto. La arquitectura lleva esa impronta de cansancio  que busca su punto de fuga en los retorcidos joyeles y uvas de Corinto de la  Columna Salomónica. Exhausta tras las guerras de Flandes, España se ensimisma y en su decadencia se muestra conforme y hasta feliz intentando mitigar sus zozobras en los corrales de comedias o asistiendo a los cultos de los templos cuya arquitectura refleja un horizonte triunfador. La religión de los españoles se hace muy sensual y ha de penetrar por los ojos. Churriguera y Ribera coronan la apoteosis del arte barroco. Un arte católico que busca la utopía, que aspira a la excelencia, cargado de mitos pero es el único que nos queda. Esta poliantea de los retablos de nuestras iglesias bien puede ser un laberinto pero en ellos se esconde explicada la verdad de nuestro dogma trinitario. España exuberante, patria de la libertad. Esta cargazón de las ramas de purpurina y de santos olvidados contrasta con la geometría de la Enciclopedia. ¡Que arte más antipático! Parece quitarnos la alegría de vivir. Entras en una logia o en una sinagoga y el alma se te cae a los pies. Pero claro esto es cuestión de gustos y a uno no le moverán.

 

 

 

LXXVII

 

LLANTO POR EL UROGALLO.

 

 

 

Otro ataque. Por lo visto respiran por la herida. Estábamos condenados al silencio ese silencio espeso y mazorral como la sangre municipal que se enriquece a golpes de ladrillo y de hiladas de plomada. Me hubiera gustado ser albañil más que archivero pues la literatura nos condena a la pobreza pero no a la pereza que nada tengo de haragán y en mi vida en lo mío trabajé una burrada. Ahora después de lo de Marbella le toca al norte y todo son casas. Están construyendo la gran carrilana que perforará el monte de los abedules los maestros del gran diseño cartabón en ristre. Me repliego en mi solipsismo en esta mañana de noviembre dorada cuando después de la cencellada – el rocío posó esmeraldas y diamantes en los tallos de la hierba- cavo en el huerto y tengo una visita. Primero un malvís y luego una urogalla. Dejo la azada y contemplo al ave como el que asiste a una visión. Es una hembra. Está a siete u ocho brazas de mí la cresta encarnada el plumaje entre azul y gris y una cola zanquilarga cimbreante pero bien señalada como el de una gallina pinta. Cacaracá. Cloc cloc. Bajó a comer desde las cumbres del Aramo y picotea entre los valles. La proximidad de la marina no la asusta aunque bien se ve que es bravío y con querencia de montaña. Desaparece y ando tras ella furtivo animalito del Señor. ¿De dónde ha salido la pava? Rara avis. Dicen que está en extinción. Cuando construyan la gran carretera adiós. Me hubiera gustado ser san Francisco para hablarla en su idioma. ¡Somos poca cosa la verdad! Reparamos ordenadores, hacemos sesudos balances de la situación política, y el teléfono móvil, el vis a vis y el oreja a oreja cual mando a distancia, va por el mundo a mano alzada y todavía no entendemos el idioma de las aves. Hay un acebo cerca de mi casa que lo visitan con frecuencia y a veces tentado el urogallo esplendoroso por la vanidad de toda hembra por la curiosidad o la llamada de la sangre se acerca al nial de las gallinas que Iturripe ha construido en el establo. El gallo se alborota enamorado pues un masto de ese calibre que tiene bien cubierta a su pollada debe de estar harto de todos los días patatas y montar a una urogalla debe de ser para él como cepillarse a Sofía Loren, pero no puede ser. La ferralla metálica impide la componenda de una parada nupcial en condiciones que la pava es bella, casquivana y amorosa. Quiquiriquí.

 El gallo de la quintana de Iturripe se queda con la miel en los labios. No es la primera vez que el gocho baja del monte y cubre en un santiamén a las cinco marranas que a eso de los ocho meses empreñan y paren rayones. Misterios de la naturaleza. El milagro de la supervivencia que se produce ajeno al gorigori del humano vivir sus horas de vanidad. Después se pierde por la trocha y al fin la veo alzar el vuelo detrás de los laureles. Escucho el silencio del campo un silencio musical de orquesta montaraz. La melancolía se me pasa. Sigo apañando los alcorques. Este año mi ciruelo que es vecero y por julio tocaba nos dio casi dos serones de fruto y casi cogimos una fartura y el castaño secular tampoco le anduvo a la zaga. Buen magosto y castañas para dar y tomar y hasta regoldar. Siento en mi carne la hermosura y opulencia de este paisaje que nos quieren quitar. Si machacan el monte ¿el urogallo dónde vivirá? ¿Adónde irá  a tirar la boina, a enramar su nido? Una parada nupcial de estas aves en su cantadero es el más hermoso espectáculo del que un ser humano con el mínimo de sensibilidad pueda gozar. Para mí ha sido un augurio de buena suerte la visión de esta mañana del Día de san Martín llega el Adviento y las matanzas como a todo cerdo y que no se den por aludidos muchos les llegará su sanmartín, ya que este pájaro de gran porte y de la envergadura de una becada  o algo mayor sí es huraño y no se deja ver con frecuencia pues bien, Antoñito, ya has visto a un urogallo casi el sueño de tu vida.

 Que sigan escupiendo mierda todos esos que nos avasallan en sus asaltos por la espalda. Que por delante no tienen cojones. Y ahora que lo pienso y ya me pongo de mala leche y se me pasa el solipsismo melancólico y la alegría casi el éxtasis de mirón de la naturaleza mi padre que paz descanse decía que era tan observador que miraba casi como un marino pues a lo mejor me compro unas botas de media caña como el maestro Emilio Romero. ¿Y para qué quiere usted esos zapatos tan afilados de lamedme la punta, don Verumtamen? Para atizarle una patada en to los mismísimos a más de alguno.

 Le condenaron  al de Arévalo al silencio claro está que es lo que más nos duele (el otro día el Bibliopola barriga verde me llamó loco y me cubrió de injurias y de escupitajos sobremanera pero ya ajustaremos cuentas que la navaja me tiembla en bolso aunque por semejante pobre diablo non vale la pena, nin, bastante desgracia tiene con tener la mujer que le dio dios) a los hombres de pluma pero él seguía con sus kikirikís proféticos. Era el gran urogallo de este pobre cotarro nacional plagado de gritos y exabruptos de los cantarranas que nos dan la vara y no son el mirlo desde la amanecida y todo el puto día que si zarape, los explosivos, la kaleborroca o como se llame o los líos de la tonadillera que tenemos un periodismo de mastuerzos el más canalla y sinsustancia de los cinco continentes y nos hemos vueltos muy tercermundistas con complejos de nuevos ricos. Jó. ¿Se lo merecerá España? Pero a lo que iba. Me acuerdo del canto de esta especie en extinción y de la alabanza de España que entonaba ya muchos siglos atrás Alfonso X el Sabio. España empezó en Asturias, el último paraíso natural y nos la están asfaltando. Oigo el rugido de las tolvas y las hormigoneras que están destruyendo el bosque y se nos encoge a todos el corazón cuando veo morir a un prado, pero a otros se le pone cara de cemento armado. Oiga que yo no soy la extrema derecha. Soy una anarquista, un libertario, un comunero que defiende el paisaje y al paisanaje aunque no se lo merezca. Pero aquí de lo que se trata es de buscar chivos expiatorios.

 Es el canto  del urogallo en extinción una elegía a un mundo que se va en medio de la incomprensión e insensibilidad de politicastros venales y de corifeos modorros del cuarto poder. Vale ya. El mundo es ansí que diría don Pío. Pedirle congruencia a la naturaleza humana sujeta al doblez y a la rapacidad, la codicia y todos los demás pecados capitales es pedirle peras a un olmo. Tampoco pasa nada. Me he vuelto escéptico y el mi escepticismo se trasmina en solipsismo. Melancolía. ¡Ay Dios!

 

 

 

LXXVIII

 

SANTA ANA DE MONTARÉS. VAMOS DE ROMERÍA

 

Todos los cojos van pa Santana. Arriba súbame  yo con la pata galana. Voy cada verano pero hogaño  no me vagó. A la abuela de la Virgen la llevamos los pixuetos en el corazón. Para su ermita blanca y bien dibujada miran los marineros cuando amuran vela en acción de gracias al regresar de las costeras del bonito y la invocan en la tempestad. Se otea desde treinta millas  con buen tiempo. Es la vieja fe que tira del alma como una estacha de salvación. Símbolo de la fe para los habitantes de Cudillero, unos “caizos” o callealteros y otros de la ribera. Dos barrios para una villa en cuesta con casas blasonadas que dio a España los mejores mareantes casi todos de pelo rojizo y el cutis sonrosado. Les llaman los vikingos pero yo creo que todos vienen de Inglaterra o de Irlanda.

El cristianismo es también tradición, recuerdos de los que se han ido, y carisma. Son muchos ya los que ya no están desde que ascendí  por vez primera al monte Santo, un verdadero Tabor de claridades iluminadas y de brumas cuando hay borrina y le da por llover. Diz que es cuando se emborracha el Monte Pascual que está aláteres las nubes rocían la tierra del clásico orvallo calabobos. En los comedios geográficos del principado entre Avilés y Luarca el año 75 un 26 de julio yo llegué allí por primera vez y mi corazón se quedó para siempre. Venía de Nueva York y recuerdo en particular los olores: el helecho y la fresca y cencida hierba del manto de Santa Ana, el aroma de los pinos y del espliego, el enervante perfume de los eucaliptos, el tojo y la zarzamora. Fragancias celestiales que sembraron en mi alma la nostalgia del paraíso. Escribí un reportaje importante en La Nueva España en que cotejaba la vida de aldea con el tráfago de la Quinta Avenida, el comején de la feria de vanidades que es en definitiva la vida política de la que se nutre y se teje la tela de Penélope que es la actualidad. Siempre lo mismo. Tántalo condenado a llenar el cántaro de las Danaides y a limpiar las caballerizas del rey Alfeo. Durante el vuelo que tomé en el Aeropuerto Kennedy hasta Barajas me sumergí en la lectura de la Aldea Perdida y de los cuentos de Palacio Valdés el autor que por su carácter bondadoso y socarrón mejor representa a Asturias y arriba en la misa  con aquellos benditos curas de pueblo, entre aquellos aldeanos que se pasaban las cadenas de Santa Ana por sus cuerpos doloridos, tristes y pobres huesos de las paisanas con toda la vida en el campo o de los que habían pasado algún peligro o superado una enfermedad en el entreaño, rompí a  llorar al escuchar el himno nacional  interpretado a la gaita y  el tambor a la hora de alzar. Yo también recuperé la salud que traía algo averiada. Pensé en el primer hombre y en la frase del rapsoda Et in Arcadia ego. Aquí me quedo y di muchas gracias a Dios por haber ido a parar a semejante edén después de  rodar por el mundo. Escuché el grito telúrico de los ancestros. En aquel lugar al que los romanos denominaban Betulia por la abundancia de abedules y es un epicentro de fuerzas concurrentes de energías pánicas, ya constatadas por los flamines y arúspices de la Legio Séptima, que tenía un destacamento en Gijón debió de haber un altar a la diosa Ceres o a una divinidad romana patrona de la fecundidad y los nacimientos por nombre Licinia.

Y eso se detecta al socaire de una tradición que, si no  recuerdo mal, tienen los lugareños de por aquí: cuando una mujer no se queda encinta, sube con su pareja a este monte, en un paraje maravilloso, ultimas estribaciones de las breñas de la Sierra del Viento hacen el amor en los prados que circundan la ermita o junto a los mismos muros mirando pa la Rondiella o para Pravia o sobre las gradas mismas del amoroso cruceiro que besaban los peregrinos del jacobeo sobre la entrada.  No en vano a santa Ana la invocaban las parturientas – el nombre más común de las reinas de la Casa de Austria era Ana- siendo abogada de las embarazadas y del parto.

Cuando se produjo la irreversible e insoslayable conversión asturiana al cristianismo- Cudillero como villa marinera es uno de los pueblos con más arraigada tradición católica de España- por estos pagos arraigó la tradición del culto a San Miguel en el interior pero en el litoral as Santa Ana la abuela de Jesucristo y al bendito San Joaquín su esposo, dos justos de Israel, un matrimonio seguramente humilde del que sabemos muy poco porque según la Biblia A Dios no le agrada el engreimiento y con la piedra que rechazaron los arquitectos El funda los cimientos de la casa total. Los pensamientos y actitudes divinas y las humanas discurren por diferente senda. Esta romería una de las más típicas del Principado es un canto a la vida, a la belleza, a la hermosura de estas tierras benditas que tanto quiere a la Virgen inmersa en un cordal de montañas donde se aglomeran paisajes que quitan la respiración. En este luminoso día de julio recuerdo a todos aquellos que ya no pueden portar las andas. La guadaña de La que No Perdona a Nadie ha creado muchos huecos en la lista de nombres y rostros de los que se fueron. Hoy tengo un pensamiento emotivo para mi amigo Fredu el del bar de Artedo. Grandes ratos pasé en su compañía que bien se come en su chigre-restaurante. Las voces de mis amigos ya no me llaman. Hay muchos ojos que se apagaron y no pocas manos que nos podré estrechar pero hay una sonrisa y una luz encendida para los amigos que marcharon perennemente en mis recuerdos. Verdaderamente yo amo a esta tierra que me dio cobijo y espero que albergue mis huesos. Ana en hebreo significa llena de gracia (já ná) como Asturias. Y ya digo todos los cojos van pa Santana y arriba me voy yo con mi pata galana. La Madre de Santa Deigenitrix es una devoción tutelar de los marinos. Varios buques de Lepanto y de La Invencible fueron bautizados en honor de la Abuela de Cristo y muchos pescadores pixuetos cuando zarpaban rumbo al Gran Sol a faenar en las costeras del bonito llevaban una imagen suya que iluminaban en los sollados con un fanal y cuando de regreso avistaban la cúspide del monte coronada por su ermita blanca entonaban en cánticos de acción de gracias.

Y oraciones como “Santa Ana nos val” pronunciado en el cantarín acento de estas tierras. Devoción ancestral. Culto a la vida. En Santa Ana aquella mujer escondida en un lugar de Judea se venera a la maternidad pues, según Juan Damasceno, era un vientre estéril cuando quedó preñada de la Virgen, y ya entrada en años. “Salí de la tristeza y fui fecundada”, según nos dice este Padre de la Iglesia.

Los romeros bajan cantando a la puesta del sol. Se ha comido y se ha bebido y algunos pobrinos que la cogieron pagan sus libaciones en exceso haciendo tobogán y llegan rodando a casa hasta la fuente el Canto Ay mientras Cudillero viva…. Y yo cogí una rama verde...

El sol del verano se alza en su cenit y hasta el año que viene.

 

 

 

LXXIX

 

ROSARIO EN  SOTO DE LUIÑA

 

 

Mayo mes de las flores y octubre que se acerca el del rosario. Recuerdo aquel invierno cuando estuve tan malo en que bajaba todas las tardes, navas abajo, a través de unos paisajes de égloga, pedaleando mi burrita bici, cuando sonaba la campana en el valle al toque de vísperas. Octubre mes también de Lepanto ahora en que nos da a los españoles conmemorar derrotas como la de Trafalgar que a lo mejor no fueron tanto. Pero aquella la ganamos. Gracias a San Pío V, a don Juan de Austria que en este país la mejor sangre de reyes es la de los bastardos, a Cervantes que estaba con tercianas pero subió el hombre a cubierta a echar una mano a los lombarderos pero sobre todo a la Virgen del Rosario. Arriba y abajo que a mi novia le he visto el refajo. Entro por la sacristía y salgo por el campanario para dar los buenos días a Nuestra Señora del Rosario, se cantaba, por mi barrio, todos los siete de octubre.

Pues ya digo yo estaba entonces como una moto y bajaba en bicicleta a echar un tute con mis compis - Pepe el sastrín, que fue alfayate en Avilés lo menos cuarenta años e hizo la guerra con la V de Navarra, un tío con un par, Pachu el del chigre el puente y Xuan de la Tenoria, éste último no pisaba la iglesia porque era cojo pero a la taberna de Miguel Ángel bajaba poco a poco hasta la plaza por la calella pues residía en el somo. El resto, todo viellinas. Don Arturo probritín entraba al segundo misterio a sentarse en el banco de atrás embutido en su tabardo pues hacía frío y humedad dentro del templo, dejando que la Santa pasara los dieces. Luego el obispo le llamaría al orden y le dejara sin parroquia por darle al cristal pero no vi cura tan bueno, un cacho pan. No sé por qué me acuerdo de estos pensamientos que trae octubre. Siempre ya digo recordaré aquel invierno astur: por las tardes, vísperas, rosario y tute y si se terciaba un subastao y algunos vininos. Ay madre, Arturín del alma, aquellos inocentes juegos y los culines de la solidaridad fueron tu perdición. Menos mal que no colgaste la sotana.

Es uno de los pocos sitios el templo de la parroquia de Soto de Luiña, mil años donde esta costumbre venerable aun se conserva en recuerdo a las banderas de Lepanto, devoción española nacida en Caleruega, trajeronla de oriente los dominicos. Viva María. Viva el rosario y viva santo Domingo que lo ha fundado. No se puede romper una tradición de seis siglos así como así. El rosario es el rosa rosae que declinaron siempre los labios de los hijos de la aflicción desterrados de este valle en el cual por el pecado de la primera mujer el diablo estableció su dominio que sólo será desbaratado por la segunda, la que alentó en sus entrañas al hijo de Dios, Jesucristo.


Exuda toda la fragancia del misterio de una religión difícil como es el cristianismo que debe a su carácter divino ese aspecto incomprensible de perdonar a los enemigos, sentar dominio sobre las rastreras inclinaciones poniendo brida a la vesánica cólera, lujuria, egolatría; unas religión que proclama vencerse a sí mismo. Y es en lo que les saca ventaja a sus otras dos “hermanas” monoteístas.

Mucho más duro entre los hijos de Abrahán resulta ser cristiano que moro o judío. A estos se les permite venganza de la ofensa lo que representa carta blanca para asesinar y tener hasta nueve mujeres o todas las que se puedan sustentar. Por eso es la verdadera. Porque es la que más cuesta. No es humana sino divina y necesita los auspicios del ojo de la fe porque con los ojos de la carne muchas cosas de nuestro credo no se pueden comprender. Y conviene tenerlo bien en cuenta en estos instantes en que la gran cerastes se arrastra por el maremágnum de confusión. Sólo en Cristo bendito está la salvación.

En nadie más. Extra Ecclesiam nulla salus. Pero ¿cómo está la Iglesia, Virgen santa? ¿Qué Iglesia? Repta la serpiente y muchos sentimos sus arillas asfixiantes sobre el cuello. Por eso bajábamos al rosario a Soto a la seis y media todos los días y fiesta de guardar haga bueno llueva o escampe.

 Por la señal... Lo suele pasar con voz melancólica una buena mujer a la que dicen la “santa” y su locución “by heart” casi es una queja  resonando familiar bajo la artesa del hermoso templo de arte ramirense. Es casi único en su género y si no el más antiguo uno de los que tiene una personalidad más fuerte, como todo lo astur. Cuenta con la concameración típica de las construcciones del prerrománico que esparce sus aras por toda la España verde con monumentos de cuerpo chico pero alma grande. Allí los responsiones ciclópeos y en la nave de la epístola y del evangelio dos retablos barrocos en el que se da rienda suelta a la imaginación devota mediante la visión alegórica del árbol del Jetsé, crecal del fruto de la gracia, contemplado con colores vivos y ejecución entusiasta e inocente. Está emplazada equidistante de Oviedo y de Santiago en los comedios del viejo camino viejo o del litoral. Rebosante de la piedad milenaria jacobea. Uno no puede por menos de preguntarse  cuántos habrán agachado la cabeza por debajo de ese cancel, cuantos se habrán prosternado en esas baldosas o habrán hecho invocaciones desde esas gradas. Parece que de detrás de las arcadas llega el eco de la viejas canciones del romero a la vista del Monte del Gozo

Herru Santiagu, Gott Santiagu, Aurrera, ultreya, bruder Jack, Campus Estella, Domine adjuva nos.


 Aquí toda la simbología es mariana. Intercesora por tanto. Y no es que la congregación sea muy nutrida pero se mantiene el fuego sagrado de la tradición y vamos repitiendo la salmodia en sarta de dieces que rememoran los pasos más destacados de la vida del Redentor desde Belén hasta el Gólgota y en todos esos trances se advierte la presencia callada, tan humana, de su madre María. Es la antigua devoción de la corona o rosekranz que dicen los germanos.

Es un lujo, una verdadera gala, el contar con un culto como el de hiperdulía. Aquellas iglesias en las cuales no hay un mal cromo de la Virgen parecen huérfanas. Sin embargo,  en todas las antiguas iglesias de asilo del nemoroso valle de las Luiñas se sienten la presencia de María de Nazaret, de san Miguel y san Roque. Todos estos nombres son un baluarte invocatorio contra los males que acechaban y acechan incluso hoy a los peregrinos del existir. Nuestra vida parece conminada por amenazas incesantes y ocultas contra las cuales no sabríamos combatir sin el valimiento jacobeo, el mariano o el miguelino. Al bueno de san Roque vamos a rezarle cuando nos pongamos malos y que su manso can “falague” nuestras miserables postemas. O que las cure a lametazos. Oh, señor, escucha mi oración, vivo sediento de Ti. Mientras tanto, a la vez que recitamos el avemaría y nuestros dedos pecadores recorren la sarta de los cinco misterios es como si trepáramos peldaño a peldaño por la escalera de caracol de la vida mística. Su husillo angosto da muchas vueltas y uno se marea o se aburre en la escalada hacia el cielo. Hay que constreñirse, agazaparse, darse de coscorrones contra los arrimos. Es la oscuridad del alma.

Salmodia humilde es el rosario que antaño se escuchaba en todos los rincones de España al ocaso cuando el sol como una oblada radiante se hundía por el cáliz del horizonte ensangrentado. En Cudillero era la hora de la arribada. Las lanchas regresaban de la mar y la voz de bronce de la campana llamaba al rosario en San Pedro de la Ribera. Las invocaciones de la letanía se fundían con ese piropo a la vida que representa la hora en que aportan de vuelta las traineras que regresan de las costeras. El cielo de la mar océana en las noches del Cantábrico comparece radiante y tachonado de estrellas y cada una es una perla en el manto de la Virgen del Carmen.

Ave maris stella, Dei mater alma atque semper virgo, felix coeli porta summens illud ave Gabrielis ab ore.

Ella protege a los que bogan. Sabe de sus alegrías y penas, afanes y delirios pecadores y los quiere más que nadie. Estrella de los mares que sosiega las galernas su escapulario estampado sobre el escobén o luciendo como un gallardete de bienandanza en la solapa de amura.


Era la plegaria del anochecido de igual manera que el Ángelus solazaba los mediodías aldeanos. Según nuestras averiguaciones el rosario no es una institución occidental sino que vino importado del oriente.  Tiene un precedente en el “tasbib” de los musulmanes y en el “kosmologios” de los eremitas griegos. Lo trajeron a Europa los templarios.  El Temple la había aprendido de los cenobitas de la Tebaida siria y de los monofisitas sirios los cuales tenían por costumbre en su oficio de alabanza una constante repetición de la misma frase. Los anacoretas asturianos encuevados en la pieza secreta o ajarafe ya pasaban las ciento cincuenta cuentas del oficio divino siguiendo las recomendaciones de  san Pagnufio  eremita de la iglesia oriental. Esperaindeo que fue preceptor de san Eulogio en su “Apologético contra Mahoma” recomienda a los cristianos en el s. IX que invoquen a la Madre de Dios. Y hay referencias en Beda el Venerable quien a su vez tuvo una relación epistolar copiosa con el monasterio de Santo Toribio de Liébana emporio de la liturgia mozárabe. Toda esta devoción a la Virgen se inspira en el Akathistos compuesto en el s, VI por un piadoso monje del monasterio del Studium de Constantinopla para testimoniar el agradecimiento por la protección especial que dispensó la Madre de Dios a Bizancio cuando la capital sufrió el asedio de los persas.

Son veinticuatro estrofas en honor a la edad que tenía María de Nazaret cuando recibió la visita del arcángel Gabriel nuncio de la encarnación, dicen unos, aunque no se sabe a ciencia cierta la razón por la cual el número ocho se repite constantemente en la liturgia cristiana tanto en la latina como en la bizantina.

El rosario de santo Domingo de Guzmán -el origen de este santo godo no puede ser más asturiano puesto que la familia tenía su casa solariega en Toral en el viejo reino asturleonés- contaba de setenta y dos avemarías para indicar los setenta y dos años que viviera la Virgen de acuerdo con la tradición. Asturias con María. ¡Qué bella es esa proclama y cuánta enseñanza benefactora debajo de esa máxima! Su trono en Covadonga cuna de las Castillas cifra y compendio de las Españas. Ex unum pluribus. La Excelsa Mujer bisagra del cielo y la tierra medianera Dios y el hombre que a Cristo siempre lleva. Delicadeza, encanto, riqueza, algo visceral que no se puede explicar del todo porque la Virgen es algo inefable. Hace falta ser español, y si se ha nacido al pie del puerto Pajares mucho mejor, para entender la hiperdulía que es regalo de los sueños y música que resuena en las cámaras secretas del corazón.

En esa insistencia de origen misterioso y que Buda también practicaba se basa toda la mística de la Hesicástica y el hesicasmo no era más que cristianismo en estado puro y originario. Se basaba en la creencia de que sólo Dios salva y que para que nos escuche no hacen falta muchas palabras sino frases simples pero sentidas. “Hijo de David, ten piedad de mí”.


Se trata de la fe del carbonero pero bendita fe. Luego los conversos, que aportaron buenas cosas pero que rompieron con una fe ancestral que dio lugar al expolio infinito, bajo los influjos del humanismo protestante y de las enseñanzas del Talmud que es algo iconoclasta, instituyeron la oración mental. Decían que la oración vocal no valía para nada y establecen el contacto directo con Dios sin sacerdotes sin liturgia y sin intermediarios en relación de tú a tú. Un poco fuerte y tajante el planteamiento pero en esta actitud de feroz individualismo se asume el centro de la modernidad. La fe sin obras y todas esas añagazas debajo de las cuales el diablo orquesta sus emboscadas perenes contra la cristiandad. Por eso las capillas protestantes al igual que las sinagogas evocan la tristeza de la casa vacía cuando se ha determinado el desahucio del culto marial. Y en las mezquitas no se respira otra cosa que alarde fanático.

Verdaderamente dicen tales barbaridades porque leyeron mal a san Agustín y no supieron interpretar la “Ciudad de Dios” cuya conclusión primaria viene a decir que el hombre no es nada que todo lo da y todo lo quita el poder de la gracia y sin oración no es posible la colación o garantía de esa gracia divina que mueve el mundo.

Miguel de Molinos, con ese furor iconoclasta de los cristianos nuevos demás de exagerado, llamaba al rosario rahez de todas las devociones, pero todo sabemos cómo acabó el sabio teólogo jesuita: en las cárceles de la Inquisición. So pretexto del amor divino sin tasa ni medida ni compás y los deliquios de la oración mental estuvo metiendo mano en las clausuras de las claras y las benitas de Roma y dejando a varias religiosas preñadas. Era un apóstol de la oración mental.

Ojo que con tanto intimismo el sentido de culto público a la divinidad se está perdiendo. Por eso los papas no se cansan de insistir en esta tierna devoción de los humildes. Allí donde se reza el rosario el diablo no puede hacer trampas. Es el mejor disuasorio contra las fuerzas del abismo. Allí donde escuchan rezar una humilde avemaría los ángeles malos ni se acercan porque saben que el fracaso les aguarda.  Y los curas que desde el púlpito despotrican contra el fervor del rosario que ha sido tan popular le están haciendo el juego a los diaños.

No es un báculo lo que portan estos falsos pastores sino un garrote.  Por eso campa por sus respetos la confusión y a la Iglesia tan mal le va. Demasiadas complicaciones. Se han arrinconado las prácticas sencillas, se ha entrado a saco con la liturgia -cada cura en las misas rezadas pronuncia un canon diferente- y mucha oración mental. Demasiado escrutinio o discusión y así nos va.


Los cartujos empero mantienen inquebrantable su adhesión a la Virgen y llevan ya diez siglos de plegaria. Se dice que una de las claves del éxito de la espiritualidad cartuja se basa en la guarda del rezo del Rosario y del Oficio Parvo o De Beata que ellos recitan a diario y copiosamente. No una vez ni dos sino cien, doscientas veces. Eso ha sido la garantía de su perdurabilidad como instituto. “Cartuxia nunquam reformata quia nunquam deformata”. Es una orden que a diferencia de los carmelitas de los franciscanos o de los mismos benedictinos no tuvo necesidad de reformadores porque nunca se relajó.

La orden de san Bruno es toda ella un tributo a la oración que se hace a la vez con el corazón y con los labios. Cuentan que un día un cartujo se murió y hubo una fiesta en el cielo. El alma del bienaventurado no tuvo ninguna demora al pasar la aduana. San Pedro al verlo dijo:

-Éste sí que es uno de los nuestros. Entra directo.

-¿Por qué le dejas pasar tan rápido sin mirar a las credenciales?- se puso a murmurar el diablo.

-Trae recomendación de la Virgen.  Se le han endurecido las rodillas y le salieron callos en los pulpejos de tanto tentar los abalorios del bendito rosario. Se ha pasado su vida rezando. Díme el número de las oraciones que has pronunciado desde que fuiste profeso.

Entonces el candidato a ingreso al paraíso sacó de la faltriquera del escapulario un papel en el que había anotado el número de padrenuestros, aves, credos y salvas.  La cifra ascendía a más de cien millones a lo largo de una vida monacal que duró casi cien años porque ni que decir tiene que el hermano murió de muy viejo. San Pedro quedó maravillado de la cantidad y ordenó a los ángeles muy autoritario franqueasen las jambas.

-Que pase, que pase.

Al verlo llegar la Virgen sonreía y el diablo huyó al infierno impotente con el rabo entre los cuernos.

Es una fábula que se repite de continuo en Berceo, en Chaucer, en Villon, en el Arcipreste de Hita. Todos estos poetas muy humanos y pecadores pero  veneradores también de la Hiperdulía. Ellos cantaban a la vida, a la mujer, al amor profano y al divino, pero siempre tienen en sus estrofas y en sus lais un pedestal reservado a la Virgen. La iglesia de Soto de Luiña con sus frescos encaramados a la rama del árbol del bien lo que los orientales denominan Sofía, otro apelativo para desentrañar el misterio del culto a Nuestra Señora, hace pensar en aquella devoción juglaresca. Hasta la bondad y campechanía que no excluye sabiduría y una profunda inteligencia de su párroco, el llanisco don Arturo, con el cual tomamos después de misa los de la cuadrilla unos “vininos” en ca Miguel Ángel hace pensar en toda aquella devoción ingenua de un cristianismo candoroso y fundamental. Hay un edículo con el rostro de la Inmaculada en lo alto del carballón de la plaza. Es un roble de porte monumental y de aires románicos donde se celebraban antaño las reuniones del concejo. Es bueno que la Reina del Mundo lo presida.

Madre del Salvador, ruega por nosotros. El rosario es un recurso sublime y el sortilegio infalible contra los conjuros más terribles, sobre todo ahora que tanto aprieta la borrasca y muchos barruntamos el naufragio.


Hace bien el párroco de Soto de Luiña en mantener abierta su iglesia a la devoción del rosario mientras otros la niegan ya lo sé pero no faltan en esta hora difícil y los que se están pasando al Turco. No hacen casos todos esos curas de las recomendaciones del papa que ha pedido que se instituya a diario su rezo a título de la mejor rogativa por la paz. Contra el turco precisamente se proclamó la Corona de la Virgen o plegaria del Rosario porque ella rescató a la cristiandad de las garras sarracenas en Lepanto.

Y por supuesto me sumerjo en tristeza al leer lo que dice un columnista en un periódico matritense cuando dice “ahora que nos hemos sacudido la caspa y el rosario”. La caspa se ha vuelto sarna en él convertido en impétigo del treponema o morbo sifilítico porque el energúmeno no es otro que aquel audaz reportero que tenía por oficio conseguirle las putas a un famoso seide de los sindicatos verticales. Que la Virgen lo cure y lo perdone. El rosario contra el cual pontifica este plumífero es adarve de contención. Por eso como un amuleto pende del cuello de los inmigrantes que llegan a España en las pateras. Saben que ante un eventual naufragio la Señora les largará una estacha. Buen amuleto ese rosario de cuentas de nacarina fosforescentes. Cincuenta luminares en la noche y un muro de contención que desafía al fuego fatuo. Brillos de pacotillas. Profetas falsos.

Este humilde objeto ha sido el mejor arma que tuvo la Iglesia para luchar contras el dragón. Ya sabemos que Cerestes, la serpiente cornuda, siempre repta; es su oficio. Pero el nombre de María lo ahuyenta. Sólo ella conseguirá domar a la culebra. Y al Culebrón que se enrosca con protervia y aires de desafío, y esta debe de ser la causa por la cual muchos colegas nos sueltan el rollo ab irato en el día a día de los escritores, los periodistas y los poetas pendencieros, con furia y tesón a las cámaras y a los micrófonos. Por donde embiste Cerestes la serpiente cornuda que hace la guerra con aparatoso apanaje y despliegue de medios.

Totus tuus. Domina, adjuva nos.

 

 

 

 

LXXX

 

ACACIA

A la entrada de Segovia según se va por la carreta de Madrid bajando la cuesta de baterías hay un puente romano el de Valdevilla por el cual las antiguas cohortes y clades de augusto vadeaban con su impedimenta el río Clamores que hace dos milenios debía de llevar mucha más agua que ahora y en la otra orilla estaban las casas militares unos chalecitos un pequeño jardín delante y un corral detrás en las que transcurrió mi infancia. La colonia inaugurada por el coronel Tomé en 1951 (guardo una foto de la ceremonia de la entrega de llaves) y que había sido edificada por presos de guerra que en régimen de redención de penas por el trabajo trabajaban para Regiones devastadas hoy ha sucumbido a la recalificación de terrenos –esto no era más que un peñascal- y a la reconversión urbanística.  O a la  revanchista de algunos que se liaron a derribar lo que había construido el anterior régimen. Se cerraron cuarteles y se ha dejado prácticamente indefensa a la nación o bajo el paraguas estratégico (es como tener un tío en Alcalá) de la OTAN. Y la reforma del ejército constituye hoy por hoy una de las grandes amenazas al porvenir de la unidad de la nación. Sin conscripción y sin levas la mili que era una escuela de hombres de ciudadanías y de valores ha dejado de existir. El puente que había ha sido cegado para canalizar al clamores que desde hace bastante tiempo era un río subterráneo, Guadiana bajo los arcos del acueducto. Pero aun quedan los apeos y el pretil. En el lado de allá y en la curva que hace la carretera sigue la acacia plantada por mi padre en la esquina del patinillo del sargento casado. Más allá vivía el brigada Vences un poco más el teniente Ricardo y un maestro ajustador de Zamora que tenía un hijo que se llamaba Pedrito que jugaba conmigo al guá. Siempre andaba con mocos.

-¿A qué Virgen alumbras, Pedrito?

-A la que me dé la gana.

La acacia ha crecido tumbada porque  a los de mi cuadrilla nos gustaba zarandearla por el tallo como si fuese una muchacha. Y digo la acacia sigue floreciendo y tiene 56 primaveras poco menos de un lustro que yo. Siempre que vuelvo a mi pueblo me fijo en ese detalle y paseo mi melancólica rodada por lo que fue mi barrio que es lo que llaman Castrobocos

 

 

 

LXXXI

 

 

POBRE DON ARTURO

Este sacerdote al que yo había conocido en tiempos de Comillas había nacido en Llanes y regentó varias parroquias de la archidiócesis de Oviedo. Fue calumniado, vilipendiado o martirizado psicológicamente por esos sayones y esbirros que acaso fueran los mismos que crucificaron al Señor y no exactamente los judíos como se da en decir y que se dan muchos golpes de pecho. Sí, sufrió mucho y murió en el mayor de los desamparos en la casa sacerdotal de Oviedo creo que de pena después  que le desposeyeran de su parroquia de Soto de Luiña. Debe de ser un cargo de conciencia para el actual arzobispo Osorno. Ya sé que ellos tendrán otras razones. Que de vez en cuando un culín, que tenía depresiones, que estaba loco. Sin embargo, sus misas eran sencillas y conforme a la antigua liturgia preconciliar. Sin embargo decía la misa en vernácula. En una ocasión y sólo para unos pocos celebró en privado la Misa de la Virgen. El Sancta Parens la que solían decir los clérigos de pocas luces que gustaban a Gonzalo de Berceo.  Se  la sabía de memoria. Me veo en la obligación de recordarle casi como un mártir de la iglesia como una víctima de la jerarquía que funda casas de acogidas para los extranjeros y practica una caridad ficitia de filantropía y de buenismos según la filosofía de los derechos humanos. Pero ¿Y los derechos humanos de los que están a la puerta de casa, del vecino, del que está próximo? ¿Dónde está la clemencia? ¿Dónde la compasión?  Estos filántropos y cristianos se van a practicarla muy lejos olvidando al que pasa por su lado. Pobre don Arturo. Le quitaron su parroquia y se murió de tristeza. En la ortodoxia los diáconos tienen la obligación de defender a sus presbíteros caiga quien caiga y denunciar los atropellos que pueda cometer contra un pobre cura que murió de tristeza. Sirvan estas fotos de domingo de Ramos como recordatorio. Creo que le persiguieron porque tenía escrúpulos de decir una misa protestante de espaldas al altar según las rubricas canónicas del Vaticano II y unos fariseos lo denunciaron acusándole de borracho y de maricón. Por lo visto esa opción sexual no es un delito aunque mucho dudo de que lo fuera. ¿Quién hará justicia? ¿Quién defenderá su honor? Yo creo que cera demasiado bueno. Le gustaba tomarse unos “vininos” como él decía con los paisanos pero jamás faltaba a sus obligaciones de párroco ni a su misa que la despachaba con rapidez porque a él lo que le gustaba era decirla en latín y por las tardes su rosario. Que la Virgen María, refugio de pecadores, lo tenga bajo su manto. Murió hace tres años ya digo pobre y abandonado.

 

 

 

LXXXII

 

FUERON A POR PUTIN

Sangriento 18 julio 2014 la serpiente repta y a lo que parece la bestia domina la esfera armilar entre sus garras. Un jumbo malasio con 278 pasajeros a bordo cayó en las tierras negras de Ucrania los campos de trigos y de girasoles de Donetsk abatido al parecer por un caza o por un misil estadounidense. La orden fue impartida desde Kiev donde domina el gobierno títere de un tal Pedro Prosherenko el rey del chocolate. Otro avión en que viajaba de regreso a Moscu Vladimir Putin poco antes cruzó el espacio aéreo de esta zona de guerra. El fuselaje y la bandera roja azul y blanca de Malaya son casi idénticas a los de la Federación Rusa circunstancia por la cual los controladores de Kiev pudieron tomarla por enemiga y fue abatida. El aparato estalló en el aire y los restos humanos del pasaje cayeron esparcidos por una zona alrededor de 15 kilómetros. No quedaron carbonizados como suele suceder cuando el accidente se debe a un percance mecánico. Lo terrible del caso es que Obama acusa a Rusia de ser la responsable de este crimen de guerra inculpando a las facciones prorusas y milicianos del este ucranio que libran una batalla contra el régimen Prosherenko. A Obama le corea y aplauda toda la canallesca de Occidente. Los tubos de escape del agitprop se han puesto en marcha vomitando fuego. La mentira y la propaganda está ganando el pulso a la objetividad de los hechos ciertos. Moscú por su parte responsabiliza a usa del trágico siniestro. La CIA promovió los sucesos golpistas de la plaza de Maidán que derribaron al gobierno legal de Yanukovsky. Obama vuelve a ser el negro zumbón de la cara muy dura que larga sus discursos con vocales rotundas como si estuviera zampando un saco de patatas. Y a Rusia quiere comérsela cruda atacando por sus blancos demonizando a los países antiguamente llamados satélites de la URSS. Kiev es la madre de las ciudades rusas y Ucrania el corazón de la ortodoxia. El conflicto entre eslavos ortodoxos adquiere una dimensión escatológica y religiosa de ataque al cristianismo. Cristo ya lo venimos diciendo no gusta a los globales y hay que, dominado el Vaticano por la sinagoga con ese papa Pancho el del mano coramvobis ese jesuita argentino que estuvo en la nómina de la CIA y transformado en una ONG al servicio de los intereses globales del sionismo, terminar de una vez por todas con el cristianismo del que La Santa Rusia sigue siendo su representante y máximo adalid, porque ningún otro líder mundial al que hemos visto compareciendo en las ceremonias de pascua poniendo velas a los iconos y compareciendo como un feligrés más en las misas cantadas. Ahí está el busilis. El derribo del avión que iba de Amsterdam a Kuala Lampur, coincide qué casualidad con la limpieza étnica desencadenada por el gobierno hebreo de Netanyaju contra Gaza, una lucha desigual, de la infantería mejor dotada del mundo contra unos pobres moros que sólo tienen un arsenal de catapultas y cuyos disparos no alcanzan el blanco al romperse contra el paraguas antinuclear o cúpula de hierro que han montado los norteamericanos en Israel. La mentira la manipulación la intoxicación informativa son artilugios que utiliza la Bestia siguiendo las pautas de una vieja táctica implacable. Los llamados separatistas prorrusos lucen todos en sus solapas la cinta de la cruz de san Andrés y han salido en defensa de sus tierras en defensa contra el nazismo. Por suerte o por desgracia ya quedan pocos nazis en Europa y los remanentes exhiben en lugar de la esvástica la estrella de David o las estrellas y las barras del Tío Sam. Que quieren el pensamiento único a beneficio del gran capitalismo y las riquezas del mundo en manos de una castuza que dice llamarse demócrata respetuosa de los derechos humanos. Tanto lo respetan que matan y aniquilan a los que no piensan como ellos los destierran y en esta labor de zapa el planeta tierra huele a cuerno quemado esto es a cadaverina. Ni la Sienen ni el nyt publican nada de la limpieza étnica que está ocurriendo en Donetsk o Slaviansk esos cadáveres de mujeres y niños asesinados al pie de edificios achicharrados por el armamento  occidental. Queríamos una democracia de cuño occidental. Esto es lo que queríamos. Ahí están los cadáveres encima de la mesa. Iban a por el presidente Putin, cometieron un error, se equivocaron de objetivo, tomaron un avión malayo con pasaje holandés por un ruso en el que volaba el presidente con toda su comitiva no importa,  manipulemos. Obama aprovecha la oportunidad de viejo mafioso caradura, negro judío cuarterón,  para transformar en victoria propagandística lo que ha sido una derrota de sus proyectiles tierra aire,  para cacarear su triunfo, el triunfo de la democracia que él proclama.  Ya tenemos cuatrocientos cadáveres encima de la mesa. Toda revolución, toda declaración de guerra necesita un muerto o un atentado como pretexto como ocurrió en Sarajevo hace una siglo. El sistema se lo inventó Lenin. Lo había aprendido del coheteril soviético vuelve a adquirir proporciones apocalípticas Talmud y es un arma psicológica que esgrime la CIA con eficacia. Se inventan pretextos para incoar una guerra lejos de sus fronteras. Ucrania un país de Europa de signo trágico porque en él se consumó el triunfo de los soviets y se instaló el sistema. La explosión de la central nuclear de Chernobil que ha sido dada de mano por la investigación forense para convertirse en arma de propaganda seguramente fue un sabotaje maquinado por los ingleses. Ucrania donde ya los griegos lidiaron las guerras del Peloponeso vuelve a la palestra en medio del horror al anticristo y con el retumbar de los tambores de guerra. Suenan los clarines del miedo, estruendosos de mentiras y cargados de propaganda. Protervia y soberbia al de por junto. Arte diabólica.

 

LXXXIII

 

 

DESPUÉS DE UCRANIA, CATALUÑA

 

Tres imágenes han conmovido mi sensibilidad este verano del centenario de la “guerrona”. Uno fue el del rabino subido a la carlinga de un tanque salmodiando y bendiciendo a las tropas antes de que el ejército hebreo lanzase sus poderosos Mercabas y su artillería pesada contra Gaza. Otra, la del avión holandés abatido sobre las tierras negras de Slaviansk. Por último, la del honorable Jordi Pujol acusado de ladrón. Todos los euros que le enviábamos los españoles al presidente de la Generalidad para aplacar sus ansias separatistas guardabalos en un cajón y luego fajos de billetes metidos en una bolsa de deportes tomaban el camino del exilio. Enviaba sumas millonarias a Andorra y tenía cuentas en Suiza. El “molt honorable” sátrapa de Ciu no era tan honorable pero desde mis solos, mis apliques, mis cuentos y artículos ya habíamos advertido que don Jorge no era trigo limpio. Nos llegaron recriminaciones insultos y amenazas y dicterios acusándonos de fascistas a los que advertíamos la torpeza de estos políticos – se había dicho en Madrid que el “caganet” porque por su fisonomía recordaba a esas figuritas que se colocan en los nacimientos de Cataluña por navidad era todo un hombre de estado un verdadero “stateman” un hombre de estado- trincones y con licencia para robar. La baba adulatoria en nuestro país alcanza límites increíbles. Dale a la cometa que vamos a un convite de catalanes. El antiguo médico generalista barcelonés era amigo del rey Juan Carlos el cual, oliéndose la tostada, antes de abdicar se aforó para impedir ser llevado a los tribunales. “Tranquilo, Jordi, tranquilo” le insinuó el monarca en una llamada telefónica el 23F. El Borbón se estaba oliendo la tostada. Tiene cuentas en Suiza y junto con Pujol es una de las grandes fortunas europeas. ¿Adónde ha venido a parar esta democracia? Desgraciadamente las escenas que se han podido presenciar este verano de 2014 edificios agujereados oír la metrallas, ciclistas alcanzados en plena calle, multitud de mujeres y niños desplazados que abandonando sus hogares huían a Rusia, a causa de la guerra entre rusófilos separatistas y ucranios, pueden vivirse en Lérida, Gerona, Barcelona o Tarragona no tardando mucho. En Madrid no lo quieren ver, cierran los ojos pero las secesiones siempre resultan dolorosas y vierten sangre principalmente de inocentes y de gente que pasaba por allí porque los políticos se fugan todos a Suiza con el maletín. Todo el mundo sabe que las barricadas de Kiev en una increíble ceremonia de confusión fueron organizadas por el multimillonario Soros para provocar una guerra en Ucrania el patio de atrás de Rusia. Objetivo: el trigo de las tierras negras, el petróleo, el gas. Los nazi-zionistas conocen bien la aguja de marear. El conflicto Ucrania les sirvió de pretexto para echar a rodar los carros de combate sobre Gaza. Se empeñan en una nueva reconquista para la reconstrucción del Eretz Israel. La economía, la política y la religión han ido de la mano en este cruento verano. Pero ese dios con licencia para matar al que invoca el rabino cubierta la cabeza del paño de oración no es el dios justo clemente y amoroso padre al que invocamos los cristianos sino el de la venganza el avasallamiento la muerte el que surge en ese libro de hazañas bélicas que es el antiguo testamento. La escena me ha llenado de dudas y de perplejidad porque ellos no se refieren al Cristo que predicó el perdón y volver la otra mejilla sino al que truena en el Sinaí. ¿Existe una relación entre el Padre y el Hijo? Antiguo y nuevo testamento ¿lanzan mensajes incompatibles? A pesar de todo doy de lado a estos escrúpulos blasfemos y me digo que la mentira, la maldad, el perjurio no pueden medrar, no son creativos sino destructivos. Hay un venero invisible, un río interior, que se mueve por debajo de la historia que hace avanzar al progreso y lleva a la humanidad por la senda de la esperanza. Ese es el verdadero Israel no el de los nazis-zionistas al que yo adoro y suplico, el de la paz, la poesía, la belleza literaria. Estas dudas, tales anhelos junto con mi amor a España a la que veo amenazada y casi destruida, me han movido a escribir a este libro. Tendrá que pasar esta pesadilla. “Porque pasarán el cielo y la tierra pero mi palabra no pasará”.

 

 

1-VIII-1014

 

 

Epílogo

 

CANTO A JESÚS

 

Al final de las misas en la liturgia rusa el sacerdote entona el canto a Jesús. Nosotros incluimos la plegaria, cantada es tan larga como bellísima en este libro a modo de epílogo porque su nombre ni su palabra no pasarán y son el salvoconducto de victoria contra las fuerzas del mal y del anticristo:

Dulcísimo Jesús gloria de los apóstoles, Jesús mío primero de los mártires, señor del universo, Jesús sálvame. Jesús mío a quien recurro, ten piedad de mí, escucha los ruegos de tus santos y profetas, tráeme las dulzuras del paraíso, tú que amas a los hombres. Creador de los ángeles y señor de las fuerzas, que diste vida a nuestros primeros padres. Jesús corona de los patriarcas, que diste poder a reyes y gobernantes, que cumpliste las profecías que de ti se anunciaban. Jesús fortaleza de los mártires, manso Jesús alegría de los monjes y presbíteros, acompañante de los peregrinos, compañero de los que ayunan. Que llevas la perseverancia a los religioso. Jesús purísimo protector de los castos. Jesús salvación de los pecadores. Jesús hijo de Dios ten piedad de mí. Ante tu presencia elevo mis brazos y me prosterno en oración y beso tu cruz. Amen

 

 

 

02/08/2014

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin

Índice

 

 

 

1.- EL CENTURIÓN DEL GÓLGOTA

2.-NOCHEBUENA EN EL FRENTE DEL ESTE

3.-ALDOUS HUXLEY

4.-AMANUENSES Y FONTANERO

5.-IRENISMO TOTALITARIO

6.-ORWELL ESCRITOR DE ESCRITORES

7.-ARBÁS SITIO MÁGICO

8.-RECOMENDACIÓN DEL ALMA

9.-EL CURA DE VERICUETO

10.-TOMÁS SALVADOR

11.-LA GUARDIA CIVIL AL SERVICIO DE UN ESTADO TOTALITARIO

12.-CANTAMAÑANAS Y BUCANEROS

13.-DEMOCRACIA DEL CORTE INGLÉS

14.-POR EL CAMINO DE SANTIAGO

15.-EL DEÁN DE COMPOSTELA Y EL ROBO DEL CALIXTINO

16.-APARECE EL CÓDIGO CALIXTINO

17.-CAE LA NIEVE DE OTROS INVIERNOS

18.- BULGAKOV Y EL APOCALIPSIS

19.-SEGOVIA MISTERIOSA

20.-CARTAS ENTRE MENÉNDEZ Y PELAYO JUAN VALERA

21.-CENTENARIO DE JOSEMÁRÍA PEREDA

22.- RODRIGO ROYO ESCRIBE LA GRAN NOVELA DE LA  GUERRA CIVIL

23.-CÁRCEL DE AMOR

24.- LA PAZ EMPIEZA NUNCA

25.-ARGAVIESO DE AGOSTO

26.-AL CATÁBULO

27.- A GARROTAZOS

28.- EL CANTO DE LA PASIÓN EN LATÍN

29.- CONJURA INTERNACIONAL CONTRA RUSIA

30.- QUIRÓGRAFO DE LA ASCENSIÓN

31.-IGLESIA Y TEATRO

32.- CONJUROS

33.-AZOGUEJO

34.-HAROLD PINTER

35.- BABLE

36.-BARTOLOMÉ ARGENSOLA

37.-EL AÑO DEL SAPO

38.-LA HUERTA DEL NISO

39.-EL INQUISIDOR VALDÉS

40.-SOTO DE LUIÑA EN EL CAMINO JACOBEO

41.-BUENA ORINA BUEN COLOR

42.-EL DUQUE DE BORBÓN

43.-EL GRECO

44.-CISNEROS ALFAQUEQUE DE DIOS

45.-ALONSO DE PALENCIA CRONISTA DE ENRIQUE IV

46.-TESTAMENTO DE DOÑA URRACA

47.-ENRIQUE IV ESTABA BIEN DOTADO

48.-ENRQUE IV Y LA IGLESIA

49.-EL CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR

50.-ENRIQUE IV Y LOS JUDÍOS

51.-AGRIDULCE REINAR

52.-LOS MORISCOS

53.-OLIGOANTROPÍA ESPAÑOLA

54.-MARTES DE CAMPO

55.-EL ARZOBISPO CARRANZA Y LAS CASAS

56.-HOGUERAS INQUISTORIALES

57.-CASTA DE HIDALGOS

58.-ROMANCE DEL AMOR DIVINO

59.-COLGAR EL RATÓN

60.-GERMANA DE FOIX

61.-EL CADETE

62.-JOAQUIN DIAZ JUGLAR DE LA NOCHEBUENA

63.-LA LOZANA ANDALUZA

64.-EL ESTEBANILLO

65.-GERARDO DIEGO

66.-GÓNGORA

67.-CRISTOBAL DE CASTILLEJO

68.-APORTALLADOS DE SACRAMENIA

69.-MARISOL DE ESPAÑA

70.-AZNAR NOS HIZO LA HIGA

71.-INMIGRACIÓN EN ALUD

72.-HIMNO A SAN FRUTOS

73.-ARMANDO PALACIO VALDÉS

74. PASCUA RUSA

75.- EL MANZANARES NAVEGABLE

76.- LLANTO POR UN UROGALLO

77.- ACACIA

78.- ROMERÍA. HOY ES SANTA ANA

79.- ROSARIO EN SOTO DE LUIÑA

81.- DON ARTURO

82.-QUISIERON MATAR A PUTIN

83.-DESPUÉS DE UCRANIA, CATALUÑA

EPILOGO.-CANTO A JESÚS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1]  Pixueto, de pixin, pescado que comen en Cudillero, de la especie de los escualos, y por eso llaman a los de Cudlilero pixuetos o pixines.

[2][2] infantería soviética

[3][3] no hay más que darse una vuelta por cualquier pueblecito francés o inglés y contemplar las estelas funerarias plagadas de listas con nombres de caídos

[4] Al menos eso esperamos los creyentes

[5] deshielo

[6] Patria en alemán y en ruso respectivamente

[7] resplandor

[8] catedralidad, adoración en común.

5 Rito de la virgen en la liturgia de Oriente

[9] himno a la Virgen.

[10] Al igual que en las iglesias muzárabes el campanario ortodoxo suele ser exento y el campanario en cuanto tal se encuentra en un cobertizo o galpón

[11] puerta de los dones

[12] boca de oro literalmente en griego

 

 

 

 

 

 

 

[13] Eran los días en que dimitió Gorbachev

[14] Inmensidad natural

[15] Rusia está enferma pero no herida de muerte.

[16] deshielo

[17]  Todas las noticias que se leen en nuestros papeles sobre Rusia tienen un perfil peyorativo. La situación llegó a ser tan chusca que cuando el equipo nacional de aquel país en los campeonatos de Europa de 2008 batió a Holanda se hizo un juego de palabras titulando los del País en sinécdoque: Guus Hiddink el holandés que entrena a Rusia gana a Holanda. De modo que la idea que tienen los españoles de aquel país es que es un país de mafiosas. Se habla de bandas y de plutócratas rusos cuando en realidad tales bandas son bandas de conexiones oscuras y los millonarios que hacen mangas y capirotes de la ley internacional son de origen judío. Cuando menos se trata de una versión torticera y sesgada de informar...

[18] Era el 17 de enero día de San Antón cuando yo hacía mi ponencia en la Sede de FN

[19] En realidad me equivocaba porque la actuación de Juan Pablo II voló viejos puentes establecidos durante la Ostpolitk por el cardenal Cassaroli e hizo renacer las divergencias históricas entre rusos y polacos y los litigios de los Uniatas entre la sede apostólica y el Santo Sínodo moscovita

[20] Granja de cerdos

[21] Clochard, hombre sin techo  abandonado lo que en Nueva york denominan derelictos

[22] Eric Blair nombre de pila del autor. Jorge Orwell era un pseudónimo

[23] alguien te observa detrás de la lona

[24] E l Juicio

[25] novelones

[26] Llorar. llorar

[27] Reaccionario contra liberal

[28] Cierra los ojos, cierra el pico y piensa en Inglaterra

[29]El profesor Alarcos sostiene la tesis de que el bable como lengua exenta o diferenciada del castellano no existe. Se trata más que de una variante del viejo romance, al que solo dan a entidad su entonación cantarina y algunas tendencias modales arcaicas peculiares, como pudiera ser la utilización del pronombre posesivo como artículo determinativo, “mío pa”. Las explosiva f que no presenta aun formas aspiradas como en farina, formica, facer y ferrada. La diptongación suavizante [azeuxis] tan característica de los hablantes norteños; verbigracia, fuina. Cierta tendencia a la nasalización (se puede identificar a un hablante de Oviedo por como pronuncia las enes casi a la francesa, muy agudas y oxítonas. Remanencia de las linguopaladiales. Todavía dicen llera por lera o glera. Ausencia total del yeísmo. Utilización de la voz pasiva en el verbo, y del pretérito indefinido con preferencias al pretérito perfecto. La aféresis.: Poldo el del molín. Y el apócope.: ¿y de que nos val? Por vale de qué nos vale. Pronombres enclíticos: dixomelu el paisanín.  Etc.

[30]La papisa Juana que reinó con el nombre de Juan VIII, en primera mitad del siglo Nono, es un caso singular de travestismo en la historia del pontificado. Como Tiresias cambió de sexo. Convirtió la cátedra de san Pedro con sus imposturas y sacrilegios, en silla coprónica. Las malas lenguas señalan que ciñendo la tiara sobre sus rubios cabellos esta inglesa tuvo un hijo de su camarlengo el joven Floro que a su vez había sido engendrado de una ramera de Roma por su predecesor en el cargo, Urbano VII. La papisa de origen sajón había profesado en el monasterio de Whitby como varón enamorada de uno de sus monjes. Ambos amantes cruzaron el canal de la Mancha y tras una serie de vicisitudes y peripecias por diversos cenobios benedictinos como los de Fulda, donde se instalaron como copistas de  códices llegaron a Constantinopla. En oriente se deshace la fraternidad. Frumencio queda instalado como monje en el monte Athos mientras que Juana emprende la travesía por mar hacia la Ciudad Eterna disfrazada bajo la cogolla de san Benito. En la corte de san Juan de Letrán deslumbra por su sabiduría a los obispos y cardenales. A la muerte de Urbano el pueblo romano la alza sobre el pavés y es coronada pastora de la cristiandad. El nombre de la papisa ha cebado las cajas de guerra de la leyenda negra contra el Vaticano. Es una flor negra que florece en plena edad de hierro del pontificado, una institución que surge de la voluntad de Carlomagno asistida por sus consejeros judíos, en pleno apogeo del sacro imperio germánico. Para convencerse no hay más que echar manos de las actas de Pepino el Breve el cual proclama los estados pontificios.

[31] Baliche es cerdo en germanía

[32] Goya pintó un cuadro sobre este mito en su época negra

[33] Se trata de la misma versión del génesis. Por el pecado de Cronos su descendencia tuvo que enfrentarse al tiempo, a la muerte devoradora y a los trabajos forzados.

[34] Las mozas de Villalón dicen que no beben vino y debajo del refajo llevan el jarro escondido

[35] Se debe respetar siempre a la infancia

[36] Vive ignorado de la fama que más vale morir plebeyo viejo que príncipe joven, nos recuerda en uno de sus versos

[37] nutria

[38] Verbena en bable

[39] mean

[40] Según los fisiólogos la impotencia supuesta de don enrique pudo deberse a que las pelirrojas no suelen ser buenas compañeras de cama en el lecho conyugal, Marañon por lo menos reconoce que  la flojera sexual de su biografiado era parcial

[41] José Luis Gutiérrez periodista director de Diario 16 nacido en Busdongo 1943-2012 falleció en extrañas circunstancias en Madrid.

[42] Santa María acuérdate de los miserables, alienta a los pusilánimes, levanta al caído, ora por los curas, intercede por las mujeres, sientan tu favor los que te invocan por tu nombre de Balesquida

[43] La novela el hereje de Miguel Delibes aborda este hecho histórico

[44] Dios salve al zar

[45] Padrecito zar, seas nuestra gloria

[46] Soldados rojos

[47] Corro palabra de origen vasco y que transmigra al inglés y se convierte en court, como corte y cohorte

[48] La voz inglesa pimp que significa chulo, macarrón, rufián debe de ser un préstamo del castellano

[49] hoder viene de fodio fodis fodere, que significa cavar en latín, y da poder, hoder y por ultimo joder, una palabra que muchos españoles no apean de la boquita

[50] almadraque cojín almohada

[51] arriero, automedonte de la recua

[52] comida cocha o kosher carne trufa propio de la dieta alimenticia del Talmud

[53] la maquina de fornicar

[54] Hombre que frecuenta a prostitutas, del inglés

[55] nunca hemos oído hablar del Espíritu Santo de la carta de San Pablo ad Corintios

[56] un polvo a la semana nunca hizo mal a nadie

[57] bobos así llamaban los judíos a los incircuncisos infieles

[58] Lenguaje de los hermanos, surgió con la guerra de las Comunidades, un lenguaje cifrado que por Cantalejo llaman gacería

[59] Era el espacio comprendido entre el Puerto de Santa María y Canarias temido por los navegantes a causa de sus temporales

[60] arroz con legumbres

[61] dieta casi exclusiva de los embarcados

[62] tres zonas españolas famosas por sus caldos

 

 

 

 

[63] los que desvalijaban las embarcaciones y robaban a los marinos cuando estaban borrachos o dormidos. Eran muy hábiles descuideros y carteristas. Eran del Gremio de la Ganzúa que también describe Cervantes

[64] yo como mostrando un poco de sentimiento, diles amplia comisión, reservando algunas de aquellas cenizas para mí pues perdí parte de dichos polvos en una tormenta que tuvimos en el Estrecho de Gibraltar

[65] plegaria hebraica

[66] se creía que el rey de España era exorcista capaz de expulsar demonios y el de Francia curaba la escrófula (lamparones) y las llagas del mal gálico o sífilis

[67] una buena borrachera

[68] Vuestra soy para vos nací ¿qué queréis hacer, Señor de mí? Dadme alegría o tristeza, dadme riqueza o pobreza, sol con nubes, sol sin velo… pues del todo me rendí ¿qué queréis, Señor, hacer de mí?

[69] ostras

[70] la palabra es de origen inglés

[71] Del latín portella, portillo, postigo, magistrado que impartía justicia a las puertas de los pueblos

[72] Es porque la mayor parte de los que cargaban arena y la vendían para fregar eran navarros



[i].Iglesia Romana.

[ii].Sesquipedal, largo, dilatado, oceánico.

[iii].Opilación.

[iv].Dives toletana, sancta ovetensis, pulcra leonina, fortis salamantina, ebúrnea burgalensis. Un adagio que se atribuía en la España medieval a las antiguas catedrales.

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