Vi cómo salía del mar una bestia con diez cuernos y
siete cabezas y sobre sus cuernos tenía diez cabezas y sobre las cabezas
nombres de blasfemia
Apocalipsis 13,
1-2
666: ESPAÑA, RUSIA Y EL ANTICRISTO
A mi madre que
acaba de fallecer
Antonio PARRA
GALINDO
Prólogo
La sigla o el
nombre de la bestia – el anosmia o numero innombrable que en griego idioma en
el que se vertió la escritura cada número se corresponde con una letra y la
suma de tres seis daba lugar a la cifra de la muerte- es un guarismo que tuvo
bastante literatura. Se basa en el libro del Apocalipsis, un opúsculo difícil
de entender que significa cambio o transformación, como corresponde a la
exaltada imaginación de la mentalidad judía. El pueblo elegido porta la
antorcha de la revolución. Muchos han creído ver en su lectura las señas de las postrimerías. El fin del mundo seguirá
al milenio igualitario y a la derrota de la bestia. ¿Estamos en los
preliminares o pródromos del fin del mundo o en el quiliasmos igualitario?
Tanto España como Rusia, dos naciones que sirvieron de baluarte al cristianismo
a decir de los talmudistas figuran en la nómina de países que han de
desaparecer. La una por Ucrania y la otra por Cataluña. España ya está
destruida. Rusia padece el acoso incesante de las tinieblas. No lo sabría exprimir aquí. Lo que sí sé es
que ha comenzado la tercera guerra mundial sin que muchos se hayan apercibido y
es una guerra primordialmente centrada en la información. Es la guerra de la
propaganda-información. Las redes cibernéticas multiplicaron por un millón esta
batalla de la comunicación que sustituye al viejo agitprop. Se derrama sangre
en sitios puntuales porque la lucha es asimétrica y las esferas del éter
vomitan mentiras en expansión. Es la tercera guerra mundial, la antesala del
gran exterminio, del holocausto. Ha sido iniciada por los americanos. Cuando
veo a Obama comparecer ante las cámaras creo ver en su frente el tatuaje del
innombrable. Cameron también cuelga entre las cejas el 666 como un carnero
bocho, sólo les faltan los cuernos a ambos personajes para representar a la
bestia diabólica Un novelista argentino Hugo Wast lo coteja en una de sus obras
más famosas, prácticamente hoy inencontrable. Con independencia de la calidad
de este literato – detrás del pseudónimo de
Martínez de Zubiría se agrupan fallos pero no pocos aciertos valederos
para el mundo actual- Hugo Wast pronostica la subida al solio pontificio de un
argentino y el triunfo de la sinagoga sobre la iglesia, lo que será el
precedente de un tiempo de nuevas persecuciones para los creyentes, y de
guerras locales bajo el dominio de un poder oculto que propiciará una época
funesta de caos controlado, de grandes migraciones o de presura y angustia para
los que profesan la fe de Nicea. Este es el meollo de la cuestión y el
vaticinio del reinado de la Bestia. Durante largos años a mí me ha preocupado
este fenómeno al que he dedicado muchos tajos de mi pluma incandescente a lo
largo de lustros y decenios. Desde la cúspide de mi senectud hago esta entrega
donde compendio muchos artículos, cuentos y reflexiones recopilados a lo largo
de los años. Me preocuparía irme de este mundo sin haber dado a la estampa
estos mis solos y paliques. El 666 es el imperio de la mentira y el reto a la
verdad del evangelio. Es el triunfo de la fornicación bajo los auspicios de la
gran ramera. Enhebro estas reflexiones desde lo alto de la cumbre de mi Helicón
desde donde medito y formulo mis reparos
al mundo de hoy sujeto a cambios
vertiginosos.
El Monte Arés
en Atenas era una eminencia sagrada que dominaba la ciudad griega. Allí
reinaban las nueve musas y plantaron su tienda las amazonas mitológicas. El
Monte Arés al que me refiero tiene poco que ver con el círculo olímpico o el
areopagita aunque para mí conserve una naturaleza sagrada. Está en el norte en
una región que los romanos denominaban Betulia por ser lugar donde crecen los
abedules, un árbol al que adoraban los celtas por su piel blanca y sus
propiedades curativas. Dicho collado he
aquí que es refugio de mi vivir encalmado despertado por
el chillido de las gaviotas- esos chorlitos del aire pajarracos caradriformes
de mal agüero- cuando baja la marea o escuchando en la noche el silbido
lastimero del búho. Las quimas del lauredal frente a la casa cobran mayor
altura de año en año a medida que yo envejezco y crecen mis nietos. La
escritura para mí es una fórmula de combate contra la bestia, la que acecha
fuera, y la que nos hostiga dentro de nosotros mismos traspasándonos de
incógnitas y desde mi helicón particular en la falda del monte Arés enhebro
estas crónicas, canto estos solos, prorrumpo en mis paliques que vienen a ser
un responso por la buena literatura. Se trata de hogueras fugaces y pertinaces,
angarios encendidos en la costa contra la invasión que se acerca. Canto a un mundo
que se está viniendo abajo con la judaización de Jerusalén, la fiscalización de
nuestras vidas y nuestras conciencias a través de la red que han dejado de ser
un itinerario virtual de comunicación para convertirse en aduana de control y un servicio de
vigilancia. Cada mañana un abedul adolescente me da los buenos días y me
felicita por haber alcanzado el objetivo haber sido escritor y seguir siendo
español sin renunciar a mis profundas convicciones de libertad en reacción
contra los convencionalismo, los tópicos, las ideas mascadas. Soy un demócrata
pero no se me hace la boca agua como a otros que se dicen tales y sólo piensan
en la alfalfa. A finales del siglo XX se ha producido en España un regreso a
los peores tiempos del siglo XIX y por
la carrera de san Jerónimo se pasea el espectro de Prim, Espartero, Riego que
va camino del patíbulo (le dieron mulé en la Plaza de la Cebada) y hasta Rosita
la Pastelera viene por la Puerta de
Alcalá. Trágico destino de España entre las garras de la bestia y en manos de
los Borbones. Aquí la historia contradiciendo el axioma de Demócrito se repite
más que la cebolla bajo la tiranía de las cien familias que se reparten juego,
dominan sus cacicazgos y mangonean en sus cantones. No nos modernizamos por
dentro aunque aparentemente por fuera seamos tan” modelnos”. Todo esto me ha llevado a revolver en la
enjambrazón de crónicas, artículos, pensamientos, historias y sugerencias sobre
aspectos poco conocidos del latir español a lo largo de casi cuatro lustros,
que yo almacenaba en mi cajón de viejo periodista. Quiero darlos a la estampa.
Estos escritos surgen como protesta a la verdad unilateral que nos imponen los
de arriba, enhebrada por la mendacidad de un gobierno mundial que no se cohíbe
en perpetrar crímenes como el de la guerra de Ucrania o de asesinar moritos en
Gaza. Actos todos ellos reprobables, crímenes impunes, que para el que suscribe constituyen un
auténtico rugido de la Bestia, con sus artimañas. Se trata de un zarpazo a la
ortodoxia y, viendo los informes de este conflicto un millón de desplazados la
actitud mafiosa del Rey del Chocolate, Prosherenko, la crueldad de los soldados
otanianos que se dicen ucranios, me acuerdo que esta guerra estaba anunciada en
los protocolos de los sabios de Sión (los mundialistas no inventan
nada, carecen del poder de imaginación y utilizan la mentira y la
desinformación, tácticas viejas, como reclamo pues todos sabemos que querían
matar a Putin en viaje de regreso de Brasil y confundiendo el avión
presidencial con un malayo en el cual viajaban 298 holandeses lo abatieron pues
el fuselaje y las características del aparato era casi idéntico al de Aeroflot,
y luego acusan a los prorrusos separatistas los que llevan una cinta con la
cruz de san Jorge en la solapa). Están demasiado asidos a la tierra. Son el
cuerpo de la serpiente que se arrastra llenando los países de babas y lágrimas
y escupiendo constantemente contra la cruz. Este no es el Israel santo sino el
que mata a los profetas. Volviendo las espaldas al Sinaí, adoran al Becerro de
Oro y están tratando de construir la nueva Babel bajo el signo de la
democracia, los derechos humanos, el feminismo radical, el tribadismo, la
execración de lo más sagrado, la violencia de género, las migraciones masivas,
y, en una palabra, el miedo Quieren un mundo global políticamente correcto,
gobernado por la incultura y el terror. La nueva Babilonia porta en su altanera
frente la marca del 666.
Hoy día de san
Fermín de 2014 lanzo de nuevo este libro a los tórculos. Entre las garras de la
bestia es el compendio de la labor de muchos años. Es miscelánea de crónicas,
artículos y reflexiones en las que estampo mis temores sobre el porvenir de
España como nación. Ciertamente estamos bajo las garras de unas fuerzas ocultas
que nos manipulan, nos engañan, nos irritan, nos confunden y nos humillan al
albur de un sistema político con nombre tan gaseoso como democracia y que en
realidad es un régimen de tiranía a escala global inexorable e impenetrable. Un
escriturista por todos los signos que se aprecian alrededor nuestro a este
sistema que descabala todos los principios, leyes, seguridades y estamentos con
el que el mundo ha venido funcionando los llamaría el reinado del anticristo.
Hasta en las fechas de caducidad de algunos productos que compramos y en el
código de barras de los artículos viene estampillado el 666. Al Apocalipsis
sucederá la Segunda Venida y eso es un signo de esperanza. He aquí una de las
razones por las que me he decidido a dar a la estampa estas reflexiones en
defensa de la cultura española denunciando sobre todo las manipulaciones con
que las logias masónicas, más fuertes que nunca, tratan coaccionar a la
Iglesia como consecuencia de la
sustitución de la teología del holocausto por la de la Encarnación. ¿El Papa
argentino está entre sus garras? ¿Es un falso profeta? ¿Es uno de ellos? Las
fuerzas oscuras, los lacayos de Satanás mandan en el mundo. Se han propuesto
borrar de la faz de la tierra todo aquello que suene a cristianismo, a
catolicidad, a esperanza sustituyéndolo por el odio, el ateismo y la
desesperación. Entonces la pregunta es
si el pueblo de Dios se ha convertido por el gatuperio demócrata en el pueblo
del diablo. Como en el asunto Dreyfuss “yo acuso”. Estas crónicas al desgaire
desde mi Helicón llevan una intención de denuncia caiga el que caiga. Y la
lucha contra los heraldos de la mentira es mi objetivo. Quizás nos aguarden
fechas trágicas pero no hemos de tirar la toalla. Habrá que perseverar y
persistir en la demanda. La gracia divina fluye latente cual raudal salvífico
debajo de las cloacas. Por lo menos, en esa providencia se afirma mi esperanza
I
CORNELIO EL CENTURIÓN DEL GÓLGOTA
Cuento de Semana Santa
Cunctanter. Despacio. Easy, easy, dijo el Centurión Cornelio.
Nunca le habíamos visto a aquel rudo soldado tan excitado. Estaba hecho un flan
como todos y es que el servicio aquella tarde en el Gólgota se las traía. Algo
extraño e inexplicable estaba ocurriendo en nuestra unidad que íbamos todos de
cabeza como resortes movidos por la fuerza del sino. Representábamos un papel.
Cumplimentábamos un designio. El poder de Roma se supeditaba a las coacciones
de un sanedrín y de un tribunal ilegal que iba a dictar sentencia de muerte
mediante testigos falsos. Yo fui conteste de cargo y lo que voy a relatar – que
la cera de este palimpsesto no se derrita jamás y que sobre las tablillas de mi
encerado remanezca por los siglos de los siglos- fueron hechos verídicos.
Contaré lo que aquella tarde del Día de Venus en los idus de abril ocurrió en
aquel cotarro a las afueras de la Ciudad de la Paz.
Uy. ¡Qué ironía! Bélica
debiera llamarse porque fue erigida como tributo a Marte y todas las tribus y
todas las etnias pugnaron por ella opugnando sus muros y enfrentando sus clades
unas contra otras con gran efusión de sangre. ¿Se puede cometer homicidio en
nombre de la deidad? Éramos conscientes de estar siendo espectadores de un
momento deshonroso para la humanidad y a la veces sublime. Maldita sea mi
sombra. Hubiera preferido pelear con los partos o estar aquella tarde en el
Hades. O con los tracios o los griegos
de Macedonia que entregaban como botín de guerra al vencedor vírgenes
arrastrapeplos de increíble belleza y de bien ceñidas cinturas. El amor es el
premio y el descanso del guerrero, su
más codiciado exuvium. Es por lo que
se pelea y por lo que se emigra. Sin embargo, en Jerusalén no había tales
bicocas. Las judías se depilaban las cejas y cubrían su rostro con un griñón,
insultaban a los romanos y algunas utilizaban sus encantos femeninos con
instintos homicidas. Muchos de los nuestros perecieron cuando se encerraron
solos con alguna hebrea, como Judith en la tienda de Olofernes. Y en el primer sueño les
degollaban al grito de muerte a los romanos. Amargo es el pan de esta tierra y
el ambiente es hostil. Añoro los huertos y riberas de mi Hispania natal.
Envidiaba a Cuneas nuestro portaestandarte que tenía rebajado el servicio por
no sé qué historia de haber descabezado a un rabí que le estaba tirando los
tejos a su hetaira Pompea. Lo metieron en los calabozos del destacamento y a lo
mejor acaban de remate por crucificarlo. No se hará tal cosa con un cives romanus que defiende el lábaro
imperial de nuestro Cesar pero los tiempos están cambiando tanto en esta
Palestina de nuestros pecados donde manda la política en la cual los judíos
siendo tan arteros porfiados y ladinos son casi invencibles. No hay quien pueda
con ellos. Nunca se avienen a razones. Son implacables y duros de cerviz. No
temen a nadie ni a nada y el filo de nuestra espada contra ellos resulta cosa
inane. Así que ya digo. Quizás estas razones de las que pongo al lector en
preliminares sirven a lo mejor de antecedentes para esclarecer un poco nuestra
situación después de una noche como la que pasamos desde la prima vigilia hasta
cantar los gallos en el pretorio para destetar hijos de puta idas y venidas los
prohombres de la decapolis y los funcionarios del gobierno provisional y las
autoridades religiosas que para colmo dicen llamarse pontífices y sacerdotes de
los sumos sacerdotes ¡qué lío vaya una marabunta! Esta fue una noche en la que
escuchamos exclamar al Inocente mientras sudaba sangre en el huerto tristis est anima mea usque ad mortem y
de mucho jaleo. La plebe estaba enfurecida y como sin control. Querían
condenarle a muerte. ¿Qué mal ha hecho? Un romano no entiende los recovecos
mentales que exhiben a toda hora estos legalistas jurisprudentes avezados al
escrutinio de la letra muerta y se jactan de mantener un conocimiento
impermeables de la ley por la ley. Una iota de la escritura no se podrá cambiar
sin que perezca el mundo. ¡Pues apañados vamos! Nos exasperan nos confunden a
los romanos. Son el poder invisible. Vas a pegar un tajo a la cabeza de uno que
crees enemigo del Cesar y ya no está. Se ha difuminado. Se esconden bajo las
piedras, se ríen. Risa y llanto de Israel. Carcajadas que resuenan en la tumba
vacía. Lóbregas miradas detrás de los ajimeces de la calle desierta. En esta
provincia he temido las emboscadas como en ningún otro lugar de la tierra. Son
expertos en la guerra de guerrillas y en los actos terroristas. La tropa anda y
no es extraño con la moral vencida. Pues
vamos camino del monte de las calaveras un lugar horrible un osario u hoyo
Castrillo como el que existe en la oppidum
de la cual provengo allá en la Tarraconense de la Hispania. Me dicen el
Iacetanus a cuenta de la ciudad donde vi la luz: Iacta o Jaca. Pues bien allá
hay un lugar a la salida de la Porta
Cavea donde dejan a merced de los buitres y las águilas los cadáveres de
los animales muertos y de aquellos ladrones, violadores asesinos, mala gente
condenada por los magistrados a perecer sin sepultura, pues este Gólgota es eso
y acaso peor que el Podium Castellun
de la localidad de Jaca. Da un poco de miedo pasar por este lugar por cuya cima
planean las carroñeras y los cuervos hacen ronda, huele mal y hay mucha basura
en las laderas. Es el peor lugar para estirar la pata. Un sitio impuro para un
romano donde se teme a unos dioses familiares de los que se ríen siempre los
hebreos y a cuenta de ese odio que sienten hacia lo que ellos consideran
idólatras se ríen de nosotros y no desperdician ocasión para mentalmente
arrinconarnos mediante engaños y por virtud de sus artes secretas. Hasta no nos
consideran personas ni hombres sino animales.
Somos paganos depravados. Sombras. Un orgullo de casta sienten que les
vuelve del mayor de los fanatismos pues la verdad sea dicha no conozco gente
más fanática ni testaruda tampoco más envidiosa. Pues envidian a los griegos a los que imitan
en sus costumbres y en su alta calidad intelectiva pero a los que luego tildan
de borrachos y de maricones dada la inclinación de sus filósofos al amor de los
efebos. Los partos y los medos y los mismos germanos no tienen el corazón tan
duro como muestran estos señores de horca y cuchillo, que se autoproclaman
elegidos de Yahvé con la ley en la mano, a los que el Inocente llamaba
sepulcros blanqueados y razas de víbora. No se calló un pelín y por eso lo
elevaron al palo. Una venganza sistemática calculada fría sin precipitación
puro cálculo y con toda la alevosía de la cual es capaz el ser humano.
Cunctancter… Cunctanter decía nuestro capitán por decir algo. Es un británico
de casi dos metros de estatura pero yo
le he visto hoy medroso. Tiene el pelo rojizo y por debajo del penacho del
morrión de su galea de plumas de gallo y de cerdas de alazán rojizo horribili visu que infunde pavor al
enemigo cuando avistan nuestras turmas empenachadas le asoma un cogote lleno de
pecas y el miedo a las fuerzas oscuras ese espanto irracional hacia las cosas
invisibles e inexplicables ya que tiene de frente a un enemigo muy superior a
los peanes y los coribantes que conoce las normas secretas del mundo más allá
de los astros. El miedo es una palabra que no se escribe en idioma de un
legionario romano. Hoy no era aquel hombre que vimos en la entrada de Lutetia
hace una par de años o en Numancia. Todo el vexilum
rindiendo culto a su prócer estatura. Las escamas de su loriga de oro relucían
bajo el sol de Hispania rodeado por una cohorte de pretorianos nubios y de
esclavos que arrastraban el peplo y de las mujercillas que traía su
cohorte detrás de los lictores con el
hacha y las fasces y el orgullo de ser romano como exuvium o botín de guerra
acogidas a la sombra de su lacerna y
anhelando la protección de su gladium
a los sones triunfales de la tuba y del cornu
buccinum. Hasta en las cáligas trae
nuestro Centurión polvo glorioso de todas las conquistas. No me lo puedo creer.
Parece obra de brujos o la quemazón de un coruscante rayo que cae súpito en la
seca tormenta. Yo soy su decurión y tengo a mi cargo el control de los
manípulos del ala izquierda. En mi cohorte hay hastati o lanceros y triarii o
de la reserva. La vida es milicia, batallar constante. El honor de Roma lo
llevo esculpido en el pecho desde que juré fidelidad al emperador me humillé
ante las torques y esparcí la sangre del vítulo con la que bautizó el sacerdote
de Júpiter mi cataphracta. Es el
ardor de mi brazo. Es el fulgor de mi espada. Fidelidad a Cesar hasta la muerte
y lealtad a mi centurión Britanicus. Así le llaman pues viene de Eboracum
ciudad al otro lado de las Galias donde se encuentra el vallum o empalizada más al norte cerca de las tierras de los picti
que en verano ven sol a medianoche. Allí en una de las campañas de
nuestros tribunos fue hecho prisionero con sólo catorce años por los nuestros
cuando Cesar hizo la guerra domu
militiaeque por mar y por tierra y nuestras classes (tropa) atravesando la Támesa en persecución de silures, trinobantes y dumnoni del trans fretum gallicum a cuya estirpe pertenecía dirigiéndose hacia el Ousium en
las márgenes de Eboracum. De primeras bajo la jurisdicción del aquilífero que
lo llevó a Roma como esclavo. En la Ciudad Eterna se hizo notable por su fuerza
y peleó en el circo como hoplomachus
gladiador ante el cossesum o admiración de la plebe que quedó maravillada de sus
enormes fuerzas y de la bella disposición de las partes de su cuerpo. Su fama
de forzudo llegó a equipararse con la de Urdus y otros espaderos de fama que se
midió las tarabillas con un toro de Etruria y lo dobló la testuz en desigual esgrima de hombre contra
minotauro estrangulándolo haciendo fuerza desde el morrillo a la cabeza.
Portentosas vires las suyas. Como cosa jamás vista o de designio de los dioses
el propio Augusto que presenciaba la lucha mando traerlo ante su imperial
presencia. Quedas libre, Britanicus. Las más hermosas matronas le dispersaron
su benevolencia y suspiraban por su intimidad. De la misma emperatriz fue
fámulo. Pídeme lo que quieras y te lo concederé. Sumo señor dominador yo solo
quiero servirte, dijo el esclavo. Entra pues en mi ejército. Manda a mis
hombres y que te asciendan a centurión. Fue así como fue manumitido aquel joven
de Eboraco y dejó la gleba. Para devenir en mílite que ganó territorio para el
emperador. La crista de su galea flameó por todos los rincones de las
provincias desde el río Ibero hasta el Rin. Se distinguió sobre todo en el
asalto a plazas fuertes y en las escaramuzas de las ciudades de los germanos y
de los helvéticos. Primero fue signífero y después aquilífero. Alférez de Roma
no lo hubo mejor marchando siempre en las vanguardias sin temor a los dardos
hostiles a la sed y a la nieve a los malos vientos y a los hielos las noches de guarnición. Conoció todas las
castrametaciones de la tarraconense y la Gallia. Estuvo en Panonia y en el
Ponto como portador de las águilas del imperio y de los símbolos de la victoria
de nuestra legión. La nuestra es la famosa Legio VII también conocida como la
victrix porque en verdad nunca hemos conocido derrota. Bajó las enseñas
insignes de las otras legiones famosas la Macedonia y la Coadiuvatrix hizo
la guerra a los bárbaros en sus hombros toda la fuerza del Lacio y en
sus pies toda la ligereza de Aquiles alado. Ganó fama de concursator duro en las marchas e inagotable calcando con sus pasos
todas las piedras miliares de las vías del imperio. En nuestra hoja de
servicios figuran las empresas contra los astures, vacceos, arévacos,
autrigones y las salvajes tribus de los bárbaros más al norte. Primero en las Galias
y en Britania. Más tarde en Helvetia y por fin peinamos las márgenes del
Danubio desde Panonia a la Dacia. Ahora Palestina que ha sido para nosotros la
campaña más difícil de nuestra carrera
militar. Muchos de los muertos han perdido aquí la vida. Gracias a la dureza
del terreno y a las intrigas del enemigo que es un experto en la guerra
psicológica nuestras filas están siendo diezmadas por la deserción. El terror
anímico aterriza sobre nuestras empalizadas. Aparte de eso, Jerusalén me parece
el destacamento más aburrido que conozco. Demasiados predicadores. Muchas
preocupaciones por las cosas divinas pero aquí los hombres y las mujeres les
importan poco. Se utiliza a dios como
arma de agresión. Se barajan excesivos pensamientos abstractos y los filósofos
y teólogos me parecen iluminados y la gente intolerante, orgullosa, hipócrita y
desalmada y a veces un poco irreverente con el ágora ateniense donde no se
toman en serio a los dioses incluso tienen un templo dedicado a la deidad
nombrada y se hacen grandes juergas y banquetes. Recordaba su visita al Olimpo
en tierras de Tesalia donde un dios tirado por un carro en que una cuadrilla de
tigres iba al freno se reía de las intemperancias de los mortales. Zeus era un
dios con rostro bímano que tenía en su poseer las mismas virtudes y defectos
agrandados del resto de los mortales. Aquí, no. Los rabinos se lavan quinientas
veces al día pero ello no impide la suciedad interior. Me parece que por dentro
utilizan poco el pomo de jabón. Hay una mugre que le preocupa a un romano, a
ellos no, y es la mugre de las almas. En Jerusalén las tabernas (cauponae) están prohibidas a la luz del
día lo mismo que los burdeles pero no he visto una ciudad con tantos lupanares
ocultos bajo el brillo de la luna y los sórdidos rincones extramuros. Las
hetairas dominan la vida de la ciudad y esa es una de las acusaciones que se
han formulado contra el Inocente que andaba de acá para allá en compañía de
recaudadores extranjeros de gentecilla de poco fuste y sobre todo de mujeres.
Esto último no me extraña pues algunas de mis amigas me han confesado que no
hay otro hombre más bello en toda Palestina como ese que dicen el Nazareno. Es
bello como un griego. Alto rubio de barba bellida y cabellos bien poblados ojos
de mirar perfecto un hijo enviado de los dioses tan elocuente en sus palabras
como en sus silencios. En mi manipulo se ha hablado mucho de él y es discutido
pero todos lo conocen desde los tribunos hasta el último recluta. ¿Por qué
quieren matar al Basileus? Porque se creía hijo de Adonai; una blasfemia para
los oídos de los celosos de la ley. Pero esa no es razón. ¡El dinero! Valiente
razón entre judíos. No diré las dudas que me asaltan a lo largo de este relato.
Los concursatores o tropa de infantería han seguido a ese hombre en sus
predicaciones por Galilea y han tramado de ocultis el ingreso en su sinagoga.
Al principio creíamos que era una sinrazón de la gentecilla. Un vélite como yo,
adscrito a la caballería imperial, no
tenía por qué mezclarse en las disquisiciones de la chusma. Tengo autoridad y
puedo decir a uno de los hombres de mi batallón ve y va pero el Basileo utiliza
otras razones que no son de aquí. Pienso que pertenece a un grado de hombres
superiores. No le entendíamos nosotros cuando dijo que no vino a traer la paz
sino la guerra pero otra clase de guerra.
¿Hablar de guerras a un
romano? Estamos cansados de batallar. Es nuestro oficio asaltar villas, talar
campos y escalar muros. En mi tierra hispana aprendí a manejar las cajas de
guerra (la brigola el musculus de la
zapa y el onager) pues los iberos
pasan por ser gente aguerrida. Nuestros arietes han taladrado mil puertas y bajo nuestras lanzas cayeron por tierra
muchos adarves porque en nuestra centuria nunca se oyó hablar de muros inexpugnables ni cerco que no pudiera
ser destruido, a no ser por los equus
troianus. Sus palabras sobre amar a los enemigos nos han dejado sin
argumentos.
Metido en un carro de guerra
participé en la toma de Iliturgis. Pasamos a la ciudad a cuchillo sin respetar
a mujeres niños o ancianos y en Numancia vimos inmolarse a sus moradores. Diez
legiones (cuarenta mil hombres) tardaron tres años en reducir a una población
de tres mil moradores. He matado a cientos. La crueldad es nuestra compañera de
viaje e incluso en las casas de Roma vi cómo las damas portan consigo un punzón
afilado para picar en las carnes de sus esclavas cuando éstas no les eran
obedientes. No me apiado pero no me acostumbro a ver morir a un hombre aunque
sea mi enemigo. Es la ley. Que perezca
el hostis para que Roma siempre viva. Una de nuestras
diosas nacionales es la cruel Bellona la de los múltiples brazos que ampara a
los valientes y ahoga a los cobardes con sus múltiples anillas. Sin embargo no
he sentido tanto miedo a las deidades como en esta madrugada cuando llovía con
fuerza sobre las losas del pretorio y caían truenos y relámpagos. Para colmo
uno de nuestros flámines actuando como intercesor o capellán ante los dioses al
destripar las entrañas de un cuervo las pasadas calendas vio augurios
desagradables y un mulo de nuestros acemileros montó a una yegua sin aparear y
la dejó preñada. Nació un híbrido monstruoso que nos hizo temblar de miedo. Van
a pasar cosas. Ya están pasando. Los astros no engañan y el que padree un
garañón nacido de burra y caballo se interpreta como el más ominoso de los
presagios. Maldigo la hora en que nuestra VII marchó a la Siria a aplastar la
revuelta contra Cesar. Pues hace poco en una escaramuza un dardo me alcanzó el calcañar y me ha dejado el pie
yerto. Querían licenciarme pero yo me he negado. Eso equivaldría a la miseria y
a la mendicidad. Me estoy curando las heridas con unas yerbas en una receta que me dio un soldado que había
ido a consultar a la pitonisa de Cumas para un caso semejante. Cojeo
sensiblemente. Eso me preocupa pero yo no puedo renunciar a mi stipendium ni a mi soldada con la que
mantengo a mi mujer Prímula y a mis tres hijos Venancio, Claudia y Corvinus que
habitan en Bibilis. Seguiré
sirviendo al Cesar. Él es mi jefe, mi guía, mi dux y mi deus. Si salgo de ésta con vida, pienso peregrinar
a Delfos y me prosternaré ante la imagen de Afrodita en acción de gracias. Zeus
sea loado. Por lo demás, creo que mi centurión me protege. Cree que soy uno de
sus mejores soldados. Durante la convalecencia estuve al frente de una patrulla
de funditores (honderos) baleáricos
encargados de hostigar con sus tiracantos a las patrullas rebeldes que
infectaban las montañas de Judea. Eran grupos de fundamentalistas religiosos a
los que denominaban esenios y que
formaba una secta que anunciaba la inmediata llegada del Mesías que habría de
libertar a Israel. Eran hostiles a Roma y muchos de sus cabecillas perecerían
en el palo de la ignominia.
Jacetanus llevaba algo así
como año y medio en el regimiento que el centurión Cornelius comandaba y
añoraba otra clase de pelea a campo abierto como las que sostuvo en las Galias
o en las somnolientas guarniciones de Hispania o las estepas de las campañas en
el reino de la noche y el hielo contra los escitas al otro lado del Ponto.
Aquella campaña de Israel era sórdida y extenuante. Muchos de los hombres
estaban desmoralizados. La guerra contra los judíos tenía un carácter brutal y
psicológico. Atacaban por la espalda. Por otro lado presentía que como enemigo
de Roma el pueblo judío era el peor que habían tenido en el Lacio y daba
prácticamente la desigual lucha por perdida. Las legiones y al cabo de más de
una generación quedaría demostrado tendrían las armas y la fuerza pero la
voluntad de vencer pertenecía a Israel. En el momento al que se circunscriben
estos acontecimientos la provincia de Palestina que comandaban Herodes el
Tetrarca y el pretor Poncio Pilatos de Lusitania estaban pasando por un momento
delicado a causa de la conmoción social política y religiosa por la inminente
llegada del mesías.
La paz augusta había
desencadenado un movimiento de tregua (indutia)
pero dicha tregua era también insegura y la cosa estaba muy revuelta con el
reparto de competencias, las sospechas, los recelos y los anuncios de la venida
de un verdadero rey de Israel que rescataría a las trece tribus del yugo
romano. Muchos de aquellos encuentros acababan en las horcas caudinas cuando
Augusto imponía su férula y ley.
Cornelio aquel mediodía
estaba de un humor de perros. No entendía nada. No entiendo nada. Cunctancter,
cunctancter. Iba de acá para allá como un sonámbulo. Se les había pasado aviso desde el pretorio al
destacamento para desempeñar una misión que detesta todo legionario romano que
se precie: la administración del tormento. Se trataba de un castigo in ápice;
primero, una flagelación, luego, escarnio y por ultimo la crucifixión en el
Gólgota. El reo un tal Jesús al que fue a escuchar al desierto cuando estuvo
franco de servicio no se parecía a ninguno de aquellos facinerosos tan
abundantes en la Decapolis. No era un faccioso ni un conspirador esenio.
Pese a la herida en el
calcañar, aun daba espuela a los caballos de Panonia con la solercia y
habilidad de los desultores dacios.
Picaba su alazán engualdrapado a la manera de los pretores y cabalgaba por la provincia
patrullando la frontera con Persia e Irania. Hasta Petra llegaron las alas de
la caballería que mandaba Jacetanus en sus cabalgadas. Allí adoraban las
enormes espeluncas calcáreas y ofrecían incienso a los dioses. No se agotó la
llama y se quemó la resina de un golpe por lo que los sacerdotes que oficiaban
aquellos sacrificios lo tuvieron por una funesto omen
-Algo va a ocurrir. La
muerte del Justo traerá la ruina de Roma,- dijo un agorero con las barbas en
forma de boca de hacha.
Jacetanus aunque respetuoso
con estas cuestiones de la religión no era muy dado a fantasmas ni a
predicciones de desgracias pensando que en la vida todas ellas vienen por su
cauce y que no somos nada. Sin menoscabo de un hecho cierto: se hallaba el
imperio en un tiempo de crisis que acarrearía la resaca de un mar turbulento
sobre las costas del Lacio, después del repliegue de los destacamentos en
Arabia que ordenó el emperador Adriano. Llevaba año y medio en aquella
avanzadilla a las afueras de Jerusalén, contemplando durante las guardias sus atardeceres
prodigiosos. El horizonte jerosolimitano que contemplaba desde su garita era
árido un camino de piedra flaqueado de cipreses por el que bajaban los
entierros hacia el Valle Hebrón. Se escuchaba llorar a las plañideras y los
rabinos se daban de cabezadas contra los sillares del muro de los Lamentos.
Jerusalén por su nombre
quiere decir dos cosas: hieros, santidad, y shalán (paz). Pero de paz tiene poco y en cuanto a la santidad no
creo que exista otro lugar más lúgubre y funerario...
Le parecía al legionario
hispánico que el lugar era un sitio maldito y que el arca de la alianza no
guardaba los santos preceptos como decían los rabinos sino un código misterioso
sobre la preeminencia diabólica en las cosas del mundo. El rosa de los rayos
declinantes de poniente besaba la punta de los cirros y las murallas se teñían
de un color ocre que contrastaba con el brillante diamante de las cúpulas del
templo de Salomón. Esto es una guerra sucia. La política se entremezcla con la
religión. Le parecían los judíos gente arrogante e intratable. El pueblo hebreo
quizás fuera el más orgulloso de la tierra también el más levantisco e
indomeñable. Ahora estamos en tiempo de tregua (indutia) pero la provincia anda revuelta: disquisiciones sobre la
llegada del Mesías, orden de prioridades, exenciones, prerrogativas, bulas
gentilicias. Dicen que va a llegar el libertador de Israel que les liberara del
yugo romano. Por eso comprendo la ira de Cornelio. No da abasto. No
vislumbramos nada. Nadie nos explica que esta pasando. Nos llamaron del
pretorio para hacer un servicio desagradable. Primero una flagelación con verbera
y sayones, escupitajos, blasfemias y todo y más tarde y camino del
oscurecer una crucifixión en lo alto del monte. El reo un tal Jesús al que
muchos conocían pues habían ido a escucharle al desierto. Yo recuerdo su mirada
dulce, su sonrisa tierna y su aspecto prócer. Cuando me tocó una vez sobre el hombro quedé libre de mi cojera.
Pero más que de los males físicos le he de agradecer que me alejara de las
enfermedades del alma en particular de la melancolía que vengo padeciendo.
Siento añoranza de mi tierra oscense allá en las riberas del Ebro con sus
campos de cerezos, piescales y rosales silvestres (cornata) que rodean en espléndidos y surtidos valles los muros de
mi Jacta natal. Entiendo porque la
cólera del jefe. Me pareció ver asimismo la cólera del dios en estos instantes.
Las palabrotas de grueso calibre y los juramentos le salían hasta por el
penacho de su galea. Se ha infligido la ley romana. Se ha pisoteado el derecho.
Ese orgullo que siente todo cives romanus
ha quedado conculcado. Para los judíos no hay leyes. Ellos son la ley
-Los judíos se ríen den
nosotros, Manlio.
Sus palabras sonaron
rotundas y airadas derramándose con eco cruel sobre las baldosas del
gazofilacio. Entrábamos entonces los de relevo a hacer guardia en el pretorio.
El pretor había pedido refuerzos y los del sanedrín estaban en pie de guerra a
causa de no sé qué, de ciertos dichos o
ciertos hechos del inculpado que dice llamarse enviado de Israel. Pedían su
muerte a gritos por las calles de la ciudad. ¡Cuan ingrato tornadizo y frágil
de memoria es el vulgo! Antes de anteayer se despojaban del manto para
alfombrar el camino ad portas de Jesús que entraba en la ciudad a la grupa de
un pollino.
-Reo es de muerte.
-¿Qué pecado hizo? ¿Qué
crimen ha cometido?
-Se hizo a sí mismo hijo de
Yahvé
También el cónsul de Roma
estaba visiblemente contrariado. Su toga
y su capa pretexta no quedarían indemnes al cabo de aquel proceso, tampoco su
cabeza...
-Pon un centinela en cada
flanco, Manlio.
Hice como me pedía mi
centurión. El lithostros era un mar de gente. Muchos forasteros barzoneaban por
el enlosado con poco que hacer y sin saber cómo pasar el tiempo de un día
festivo. Había noctámbulos y los habituales peregrinos que preferían merodear
por las calles hasta ser de día por no haber encontrado alojamiento. Otros eran
gentes sencillas a los que las nuevas del tumulto habían sacado de sus casas y
estaban a la expectativa de lo que pudiera pasar. La población flotante era numerosa por
motivos de la pascua. Acababan de cerrar algunos de los poco chigres (cauponae) existentes dentro del recinto
sagrado y allí se agrupaba una multitud variopinta de alquilonas cananeas a la
caza de algún ultimo cliente, algún peregrino sin posada o de algún milite de
permiso. Cruzaban las calles vagabundas con harta soledad y mucho frío en el
cuerpo huyendo del relente de las noches del mes de Nissan en puertas de la
primavera pero cuando todavía hace frío en Jerusalén e incluso hiela. No
faltaban las fregatrices y las señoras de la limpieza y merdellonas solicitas
que gustan de hacer corrillos intempestivos con los soldados y dicen frases y
largan risas. A cambio de sus ocurrencias estas les lavan la ropa gratis a las
legiones o les tienen la impedimenta y les llevan al cuartel sopa caliente. Fue
la noche entera un azacaneo de noticias y despachos de truchimanes y de
correveidiles. Los judíos se ríen y avergüenzan de los romanos que comemos con los
dedos y no nos purificamos o lavamos las manos antes y después de cualquier
refección. Me llamó la atención en medio de las befas la insolencia de una de
las Maritornes que le hizo sacar los colores a un pobre hombre con aspecto de
palurdo que se calentaba ad prunas en
una hoguera que habían encendido en el patio y que debía de ser amigo del
hombre que juzgaban:
-Tú debes de ser de su
cuadrilla. Hablas con acento galileo.
Los galileos se expresan con
un retintín especial. Es un deje algo paleta que exaspera o causa risa a los
jerosolimitanos castizos que se consideran hijos de David porque menudos son
ellos.
-No me vengas con tonterías.
Yo soy de aquí aunque fui pescador en el mar Tirreno.
-No te creo- dijo la
fregatriz
El hombre tenía el pelo
rizoso y era corpulento. Su aspecto era el de un pescador a juzgar por las
manos encallecidas. Parecía acobardado pese a su prestancia física ante las
preguntas capciosas de la fémina.
-Pues las cosas como son. Tú
andabas con ese. Me lo ha dicho una compañera que es de por ahí de donde tú y
te conoce.
-No sé lo que me dices,
mujer.
El intruso, presa entonces
de un repentino temor, llevándose la
mano al puñal, oculto bajo su gramalla, abandonó el porche. Oímos cantar el gallo por segunda
vez y a la tercera, cuando entonaron sus gritos alectorios los mastos de todos
los corrales de Jerusalén, el buen galileo al que dicen Cefas salió del recinto
llorando. Era ya la vigilia tercera...
-Vaya una noche para
destetar hijos de puta – le escuche decir a un veterano de la guerra de las
Galias arropándose como podía las orejas echándose el capote de piel de tigre
sobre la cabeza. Era el gálico Adrianes uno de mis hombres más fieles. También estaba triste. Longinos su compañero de terna junto con
Maudilius tampoco hablaban. Estaba de plantón a la salida de la escalinata
paseando la guardia y andando sin descanso y amenazando al mundo con su lanza.
Como hacia frío, tenia subido el borde del capote o paludamentum hasta casi las orejas que le resguardaba del relente
de la amanecida. Las plumas de su penacho que eran el orgullo del destacamento
por el contrario ahora algo cresticaidas parecían, advirtiendo la pena y
turbación de los equites. La madrugada no podía ser más melancólica y allí
todos parecíamos desterrados. Y un destierro sagrado era el nuestro,
cunctancter. Cunctancter. Así, easy,
vayamos paso. Cruzó el cielo de aquella madrugada de viernes de abril una
golondrina. También parecía acongojada. Los pájaros en señal de de duelo
cesaron en su canto. Roma hace justicia pero nunca asesina.
Se cruzaban apuestas sobre
quien habría de ir, se retorcían los argumentos con esa habilidad típica que
tienen los talmudistas para hacer de la necesidad virtud para que las buenas
intenciones se conviertan en malas obras y para que el agua se transforme en
vino. Vi al centurión por un momentito. Llevaba en el peto incrustado los
exvotos del dios con sus agradecimientos y los exuvium o trofeos conquistados
al enemigo. Eran el testimonio de todas las campañas en las que había
participado: una cabeza de Isis de oro macizo, el prendedor de una matrona
dálmata y un flavelo en miniatura que le
había regalado una etiope. Es fuerza confesar que nuestro centurión poseía un
cierto ascendiente con las mujeres. Colgaban también de una cadena que al cuello dos figurillas de Castor y Pólux
las deidades a las cuales la milicia ecuestre se encomendaba antes de arrostrar
la lucha. Decía que tales fetiches le daban suerte, lo que no dudo pero estaba
seguro que en aquel día en que amaneció Júpiter, el mas inicuo de las historias
del mundo, íbamos a necesitarla pues estaba ocurriendo algo muy gordo. ¿Era el
principio del fin del imperio? Ante la fuerza de los hados nos sentíamos
inermes, de antemano derrotados. Las fibras del destino nos eran contrarias y debajo
de la columna rostral del Arco Mayor romano unos desalmados se habían puesto a
jugar a los dados. El sonido cual sistro siniestro del cubileteo de las fichas
dentro del capacete de la fortuna donde se movían ciertos números con las
papeletas del devenir hacia temblar los cimientos del Capitolio. La loba
capitolina daba siniestros gritos de dolor. La leche con la que amamantaba a
los dos mielgos veneno volviose. A las ninfas del cantón siempre les hemos
atraído los soldados no sé por que. Entonces fue cuando se acerco a mi una tal
Miriam que había visto hacer la carrera por toda la Decapolis y me espeto de
antuvión:
-Seguro que no eres
partidario ni de los unos ni de los otros. No eres ni griego ni galileo ni
tirio ni troyano. Todo esto que esta pasando te la debe de traer floja y lo más
probable que no entiendas nada de política. Vámonos a echar un polvo ¿Subimos
un ratito?
La reina me ofrecía sus
favores con ese desparpajo de las meretrices hebreas tan agresivas como
procaces con que acaparan, funestísimas, a sus clientes.
-Mira, prenda, hoy Marte no
puede ser cariñoso con Venus- le dije temiendo una celada. Muchos compañeros de
la brigada habían sucumbido al ser seducidos por estas tusonas encerronas al
servicio de la guerrilla tan abundantes en Palestina
Livius Jacetanus conocía a
aquella mujer pública de verla por las calles de Ramala. Su nombre era Noemí y hacia honor a su titulo que
quiere decir hermosa. Creo que había trabajado como bayadera en el cuerpo de
baile de Herodías. Era amiga de María de Magdala y tenia su mejor clientela
entre el clero y los pontífices (¡oh como detesto esta palabra tan altisonante
de pontífice después de haber visto pedir con tanto denuedo a Caifás el
santurrón fariseo la cabeza del Inocente, pontífice o artífice de puentes entre
dios y la tierra!) pero Noemí había terminado ejerciendo su oficio por las
esquinas y garlitos de mala muerte de la ciudad santa. Entonces se escucharon
pasos y grita de gente que se acercaba. Oí la voz de Britanicus autoritaria. A
mí la guardia. Desenvainamos la poderosa de las estocadas. Echamos fuera del
recinto a las putas y a los mirones que huyeron presas del pavor ante el filo
de nuestras espadas y el fulgor de las lanzas. Yo estaba enojado y me entraron
ganas de hacer correr a gorrazos a alguna de aquellas rameras. Nunca me ha
apetecido maltratar a mujer alguna pero, vistas las circunstancias, hubiese
descargado mi ira contra lo primero que
pillara como en aquella ciudad de la Bética donde pasamos a cuchillo a
los ancianos las mujeres y los niños a causa de la dura resistencia que
encontramos entre los defensores. Un romano no asesina solo cumple órdenes pero
existe un cierto placer morboso en ver correr la sangre y sentir enervamiento
de los gritos los aullidos y blasfemias que acompañan a toda carnecería. Hay un
punto en que el ser humano deja de ser racional para convertirse en bestia y
para demostrarlo basta con haber sido testigo de la toma de cualquier ciudad
extranjera por alguna de nuestras legiones una vez traspasados sus muros y terebradas con el rezón
o el ariete algunas de sus
puertas. Ello forma parte de la belleza de la guerra. Es lo que llamaban los
antiguos los dos valores. Formido
proelorum (el miedo y el pánico) que se entrevera contra la formositas o virilidad del combate. A
decir verdad y si nos hubiéramos dejado llevar de la furia hubiéramos
dispersado a aquella chusma que entró a
prender en el huerto de los olivos al Inocente con palos y con fustas cuando
solo un par de días antes alfombraban su paso por las calles de Jerusalén con
sus mismos mantos. ¡Qué voluble y tornadiza es la masa! ¡Cuán manipulable! En
esto, bajo el dintel de la puerta principal de la fachada de palacio aparece el
buen Jesús. La puerta se inunda de una luz radiante, cósmica, y de un aura de
belleza y de quietud. La belleza y la gran serenidad adornaban aquel rostro de
varón. Miraba de frente y no parecía aturdido ni daba muestras de ira ni
arrepentimiento. Los del sanedrín, por el contrario, mantenían la mirada baja.
Jesús paseaba sus ojos con gesto de señorío por el recinto en medio del más
profundo de los silencios como si buscara a alguien. Su mirada se cruzo con la
de Cefas y entonces el Inocente sonrió. El apóstol huye embargado por la
tristeza los ojos arrasados en lágrimas. Se había cumplido su promesa. Pedro
había estado presenciando aquellas escenas de ludibrio y de juerga desde una
esquina. Antes de que el gallo cante por tercera vez tú me habrás negado tres.
Ciertamente, el cielo y las estrellas pasarían pero sus palabras no pasaran. La
profecía que había formulado el Maestro horas antes, en la infausta noche del
prendimiento, acababa de realizarse. Jesús era un hombre de gran porte. No
parecía un judío sino un griego, de miembros vigorosos y atléticos, la barba
rubia y partida en dos. Sus cabellos de estopa eran muy densos. Lo que más
maravillaba en su rostro era el poderío de su mirada, la elegancia de aquellas
manos que por doquier iban haciendo el bien, dedos hechos para sanar y para
bendecir y unos pies elásticos muy cuidados que habían encauzado los pasos
siempre por las rutas del bien. La frente tenía distinción, y su continente era
asimismo majestuoso. Y toda la cabeza parecía haber salido del buril de
Praxíteles. El cristo ungido no podría ser de otra manera sino la cifra y el
compendio del canon de las perfecciones. Una vez que nuestra nave oneraria
naufrago y hubimos de alcanzar a nado la ribera del Pireo recuerdo que
aproveche aquel tiempo para darle gracias a los dioses por estar vivo. Fui al
ágora a escuchar a los filósofos y ascendí al Partenón. Allí prendió en mí la
idea del dios desconocido, un dios que habría de venir y que seria como
aquellos que yo admiraba en las calles y en los templos de Atenas. Bien me
dije. Ese hombre tiene la respuesta a mis expectativas. Un dios nuevo había
nacido. Fidias y Mirón habían esculpido su rostro. Apolo habitaba entre
nosotros y todo aquella filosofía, todas las elucubraciones de los mitólogos y
de los poetas, revertían a aquel instante y a aquella hora y a aquel varón de
dolores pero cifra y compendio de todas las perfecciones clavado en una cruz.
Sus ojos se fijaron en los míos con tristeza. Parecían conocerme por dentro y
al contacto con el brillo y aquel calor que transmitía su mirada quise
convertirme en un hombre nuevo, exento de mis pasiones y enfermedades, libre de
mi cojera. Creo que me reconoció pero no me miraba como uno de sus verdugos los
que habrían de afligirle y desollarle a latigazos. Devolvía mis golpes con
caricias de perdón y digotelo yo aquella mirada del Inocente era del todo
acariciante y sanadora. Me contempló desde el dintel del pretorio y no he
vuelto a sentir mi cojera. Fui herido en una pierna por un dardo en el asalto a
un oppidum de Asia Menor. Los
defensores arrojaban venablos piedras y calderas de aceite hirviendo contra
nosotros. No me abrasé con el plomo derretido que caían sobre nuestras galeas
(para la protección de la cabeza toda la testuz que atacaba y golpeaba el
ariete contra las murallas nos cubríamos los cascos con una mampara
de hierro testudo que hurtaba
el cuerpo a la acción de los defensores; llamábamoslo la sombrilla contra el
poder de los decapitados) pero me abrasé entonces con aquella mirada de amor y
de perdón que me lanzo el Inocente desde la puerta. Creo que he dejado de ser
el mismo. Recuerdo que mi cerebro estaba lleno de odio y de desesperación como
a tantos soldados de mi cohors que se
lanzarían por un barranco o se unieran a las cuadrillas de asesinos. Cierto que
fui su esbirro a regañadientes por obediencia al Cesar y sometido a los presiones
de los judíos que para mí fueron los responsables del asesinato del hombre-dios pero devolviendo mal por bien el
dulce Jesús me curó de mis heridas y puso punto final a mías congojas. “Señor,
una palabra tuya bastara para sanarme” dije imitando a nuestro centurión al que
también había recitado a su hijo. Me dieron ganas de blandir mi espada y salir
en su defensa pero sentí ese miedo típico a los judíos que sobrecogerá a muchos
a lo largo de la historia. Me dieron ganas de deshacer sus ataduras y poner en
fuga de un tajo de mi gladium a los
insolentes que en aquel instante formaban
corte infernal de maltratadotes y escarnecedores en rededor. No fui
capaz o lo suficientemente valiente. Me faltaron las fuerzas. Me repudio a mí
mismo por haber sido victima de los respetos humanos y del temor al que dirán.
Teníamos reputación de valientes los legionarios de la séptima invicta.
Soldados de elite nos conocían en algunas partes de las Galias, de Panonia, de
Libia o del país de los escitas como los novios de la muerte y los sacamantecas
pero aquella tarde nos comportamos como
gallinas y verdaderamente fue cosa chocante y de naturaleza milagrosa. Y
es que según vine a entender luego tenían que cumplirse las escrituras y los
que habían dicho los profetas Isaías y Jeremías. La hora estaba cumplida. Es
preciso que muriera el Hijo del Hombre pero ay de aquel por el que fuese
entregado. Más le hubiera valido no haber nacido. Me consuela saber que perdonó
a los verdugos. Dios tuvo demasiada indulgencia con los que fuimos sayones del
Redentor. Me hubiera gustado aquella tarde no tener manos ni cabeza para no
presenciar los sufrimientos y dolores increíbles que infligimos en aquel cuerpo
tan bello. Claro que ahora al recordar encuentro un eximente. Estábamos
borrachos. El mando había enviado un aguardiente especial mezclado con unas
hierbas analgésicas. Se lo dimos a beber al reo. Lo probo pero no lo degusto.
Nosotros, eso sí, bebimos mas de la cuenta. En vez de defenderlo en el atrio
frente a la chusma que le hostigaba nos quedamos inertes y con los brazos
cruzados. Entonces se oyó el grito terrible de una dueña despiadada con una
violencia inusual y salida de las entrañas de un útero infame: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre
nuestro hijos”. Solo una hebrea
puede ser capaz de tanta protervia. Y aquel fue el clamor mas infame que se
escuchó. Es el grito de la culpa que no se borrara jamás y que pesara siempre
sobre la conciencia de un pueblo deicida. Ante semejante barbaridad se me
encogió el corazón. Estaba claro que no querían ninguna indulgencia. Caiga su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Tal injuria únicamente podía
salir de la boca de un judío. Se hizo el más profundo de los silencios. Me fije
en la túnica de Jesús. Era de color escarlata, e lana de oveja núbil. Una gramalla como tantas otras en Galilea
pero el ajuar para un profeta. Desnudos
venimos al más mundo y desnudos lo abandonamos.
Un verdadero contraste es la
simplicidad de este atuendo si se la compara con los más de veintitantos
ornamentos que adornan el cuerpo de los sacerdotes cuando ofician cerca del
sancta sanctórum de Jerusalén o la gran cidaria de los pontífices máximos que
cantan constantemente sus peanes en las ofrendas a Júpiter. Este hombre al
morir en una cruz creo que ha venido a traer la guerra. Es un revolucionario.
Ha venido a poner las cosas del revés. Sus palabras y sus actos constituyen una
carga de profundidad a la línea de flotación del sistema. Su gran delito, robar
el fuego a los dioses y entrar con un látigo en el templo de su padre que
profanaban los cambistas y publicanos. Su desnudez es una afrenta para los que
visten pieles de marta cibelina e inducen a las espaldas mantos de armiño y
togas pretextas. El poder siempre lo considerará un enemigo. Lo ahorcarán doscientas
veces pero al cabo exultará e inundará las plazas con sus turbas de
desarrapados, de famélicos, enfermos y perdedores. Los curas y los políticos
siempre andarán sobre sus escritos con mirada vigilante pero en última
instancia y al no poderlo vencer intentarán usurparse mensaje y apropiarse de
su enseñanzas. Así que los curas y los obispos harán un montaje con su
evangelio. El culto a los muertos les dará de comer.
Mis ojos se posaron en la
túnica del Salvador. Era de color carmesí retinta en sangre de los golpes y de
los palos del simulacro de la coronación. ¿Eres rey de los judíos? Um pues
ahora mismo te colocamos los símbolos y le pusieron la caña por cetro, un saco
por manto de armiño, un pedrusco redondo que habían encontrado en los caminos
por la imago mundi de la armilar que
las testas coronadas – y aquella era una testa coronada de dolor y escarnio, un
rey de aflictos que abrirá la comitiva de los de copas, espadas, oros y bastos,
todos los palos de la baraja, que en este mundo han sido y después de mí el
diluvio y todo lo demás- y encima de la cabeza aquella tonsura de pinchos
ciñendo las sienes admirables. La túnica de una sola pieza había sido tejida
por los dedos amorosos de una Penélope mística. La tejedora era aquella anciana
de luto que estaba al pie de la cruz y a la que otras dos compañeras sostenían
por los ijares para que no se desmayara. Madre dolorosa y aquella visión enorme
y que tuve el privilegio de contemplar como testigo ocular quedaría fijado en
la retina de la historia y sería fuente de inspiración de imagineros, pintores
y poetas.
-Aguarda, mira bien lo que
dices, legionario romano y guárdate del acrónimo: el cetro, la corona y el
manto e armiño no era tributo de los reyes bíblicos sino de las monarquías
medievales.
-De acuerdo estamos jugando
al escondite –dije a la voz de la conciencia- con los símbolos. Las palabras de
los cuatro evangelistas cuarenta paginas que revolucionaron el mundo muy densas
y a veces confusas pero de una fuerza increíble y como si se tratase de un mensaje
llevado en volandas por el huracán del espíritu son una narración deslavazada
pero de una fuerza tal que todavía está haciendo girar al mundo. Su desconexión
repetitiva es un enigma que sigue causando verdaderos dolores de cabeza a los
hermeneutas y a los intérpretes de los sueños místicos.
-Somnia rerum, yo sueño en mis cosas
-Hechos y dichos pero ¿todas
esas parábolas son ciertas?
-Tan ciertas que han volcado
los toneles de la ley pero pertenecen más que al mundo judío al romano.
-Está claro que se la tenían
guardada.
-Nescio quid dicis. No sé lo que dices.
-Yo me entiendo.
La voz me dijo que había una
transposición de términos. En realidad cada unos de los hilos de la túnica
inconsútil forma parte de la malla de un laberinto. Se me metió desde entonces
por los ojos. Y todavía veo el brillo del primer ornamento sagrado. Era la
estola más pura, el primer efod, la estola que abrió todas las preces inundando
los templos de cantos y antífonas a través de la cristiandad, y el mejor
cíngulo que jamás ciñeran sobre sus lomos los sacerdotes del templo de Salomón
y los flamines romanos que ofrendaban sacrificios animales al Sol. Ello forma
parte de los atributos de todas las religiones órficas. Aquella vestidura sin
mangas era la prenda determinada por el señor para dejar proscritas las
estolas, las cidarias, el efod y las mitras de los jerarcas, todos aquellos
ropajes, todas aquellas cosas inciertas que quedarían abolidas para dejar paso
a la nueva ley. La humilde túnica de un crucificado por rebelde a los estatutos
religiosos y políticos de Israel se convertía en símbolo de un Nuevo Orden. Él
se quedó desnudo en el madero pues hasta le despojaron del paño de pudores o
calzoncillos y se los jugaron a la taba los mercenarios etíopes. Él se quedó
con nosotros.
-El dios está en
calzoncillos. Mirad su desnudez.
-Que no escandaliza.
La frase blasfema no dejó de
parecerme un prurito de verdad porque desde aquel vértice en la que el sol
parecía renuente a desplomarse por occidente la luz trajo los designios de la
clarividencia. Los circunstantes y circuyentes por dadiva divina nos
transformamos en presagos y videntes. En la suma de aquel cerro se daban cita
los acontecimientos de la humanidad en mezcolanza de escenas del presente, el
pasado y el avenir. Se veían acciones insólitas y se escuchaban parlamentos en
lenguas extrañas anunciando en tono de profecía lo que habría de llegar. Lo que
fue, es, y será. Se abrieron aquella tarde las fauces de la tierra y los
sepulcros escupieron de su boca a los muertos que allí yacían. La desnudez del
crucificado era para que a la humanidad en adelante no le faltara el vestido.
El nuevo Adán quiso estar en cueros para presentarse de esa manera a Yahvé
cuando bajó a visitarle en el jardín del Edén. A la sombra de la cruz nacía un
nuevo orden y el paño de pudores que se rifaban aquellos crudérrimos
mercenarios etíopes la vestimenta de un ajusticiado la prenda de nuestro
rescate. En aquellas horas se nos hizo fácil dejar escapar la imaginación para
explicar muchas cosas que carecen de sentido puesto que la verdad estábamos
rodeados de símbolos y cada cosa que acontecía y cada hora que pasaba era todo
un ciclo histórico y un montón de acontecimientos que serían el sostén de toda
una parenética posterior. El mundo a partir de aquella hora de tercia estaría
escuchando el sermón de las siete palabras todos los viernes santos
Apreté la túnica
sagrada contra mi pecho. Sentía un calor extraño en mi piel, cierta paz
interior. La pena y la alegría a la vez bañaban mi rostro en lágrimas. Una
fuerza enorme me sujetaba a la tierra y no era la superstición a la cual tan
aficionados somos en Roma sino algo que estaba por encima de los dioses mismos.
Los decuriones nunca lloráis pero mira mi cara. Estoy llorando. ¿Quién es tu
capitán? Se presenta Manus Britanicus
decurión ¿En qué legión militas? La Victrix o séptima. ¿Ala? Tercera. ¿Mano?
Siniestra. ¿Manipulo? El de los honderos mallorquines. Está bien. Puedes
retirarte. Aquella prenda de abrigo despedía como una fuerza que en lugar de
venganza pedía perdón, que sustituía la turbación por la quietud y exhalaba ese
perfume de olíbano. Olía a cosa santa. Hasta incluso creo que me inhibía de mi
vehemencia, una característica por la cual yo me había significado en el
destacamento. Era yo de los de aquella milicia que no da un paso atrás. Ahora
estaba sobrecogido ante mi propia mansedumbre y a mi capitán Britanicus le
ocurría lo mismo puesto que iba de aquí para allá como alma en pena repitiendo
un adverbio de modo: “Cunctancter… cuncti, cuntancter, todos juntos y
despacito”.Bien sabrían nuestros enemigos que esto no era lo normal pero al
contacto con semejante “praeda” o
trofeo espiritual algo se movía dentro del corazón de nosotros mismos. Algo
estaba pasando. Había comenzado la gran pecorea espiritual para la salvación
del mundo. Semejante transformación no entraba dentro de los prolegómenos de la
casuística y de la estadística con que nos marca el destino a los hombres.
Venimos el mundo a ser uno más y a observar una serie de comportamientos y de
reacciones estándar. No te saldrás del camino, beiby pero la gracia lo puede
todo. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué estaba pasando? Este sentimiento de amistad y
de tolerancia hacia nuestros semejantes y que no era lo normal formaba parte
del legado un mandamiento nuevo os doy. Era su parte esencial. El testamento
del cenáculo: el amor, el perdón a los enemigos, una píldora muy difícil de
tragar para un decurión como yo que recibe el estipendio de la Legión Invicta y
ha militado en la Coadjuvatrix y en algunas más de las cuarenta y cinco que
defienden al imperio. Esta noche se ha producido un verdadero milagro. Fue
aquel cambio, aquella metanoia.
Llegaron refuerzos. Los conscriptos de la impedimenta que en las marchas
caminan en la retaguardia arreando los onagros de Abisinia porteando en las
artolas de arpillera Britanicus trajo vino del Ponto jícaras enteras, orzas,
picheles y yo creo que me bebí una cratera. Beber para olvidar. Consumid el
fruto de la uva de tal manera que desaparezcan vuestros propios pensamientos y
que vuestro ojo desvaríe así que no pueda columbrar la ignominia de este día.
Pronto había muchos bolongos. Sin embargo por lo que a mí respecta a pesar de
lo muchos que bebía no me emborrachaba. El centurión aguantaba el que más pues
se conoce que estaba acostumbrado al lúpulo de Eboraco. Nos mandaban de
verdugos a perpetrar uno de los tormentos más ignominiosos en nuestras leyes
penales. Sólo se azotaba a los violadores, a los asesinos reincidentes, a los
enemigos del pueblo. A los delincuentes peligrosos. El castigo era tan duro que
se tenía por costumbre administrar algún lenitivo o clase de droga tanto a los
corchetes que administraban la feroz penitencia como a los reos. Jesús fue dado
a probar una copa de vino griego. Lo degustó pero no lo tomó y soportó el trance
con una entereza y una valor que yo no he visto en ningún otro hombre. Resistió
la verga con cabos de taba pungente y dientes de pescado-el gato- y demostró no
sólo hombría y valor físico sino una naturaleza humana de tan recio temple que
sobrepujaba los términos habituales. Uno, dos, tres. Hasta cinco mil latigazos.
He de confesar aquí que ninguno de mis hombres tocó al Inocente. Sentían como
una especie de reverencia y un pavor que no teníamos por costumbre. Se delegó
para tal vileza a una jarca de conscriptos judíos condenados a muerte y que se
emplearon con harta saña. El premio a aquella infamia fue la absolución de su
condena. Otro regalo del sanedrín al lábaro y las fasces romanas. Aquella
chusma recién soltada de las mazmorras de la Torre Antonia se empleó con valor
y a juzgar por su sevicia muchos de nuestra cohorte, los que no estábamos
ebrios, nos dimos cuenta que en la Palestinense la vida era tenida en muy poco.
Esa fue una de mis conclusiones. La otra, que los judíos son el pueblo más racista
y cruel de la tierra, raza maldita verdaderamente, viperina, y de sepulcros
blanqueados. A los pueblos que no han nacido bajo el consenso de la
circuncisión los consideran subhombres, auténticas bestias. Este orgullo de
casta les hace odiar a la condición humana a la que pretenden esclavizar
mediante el soborno del oro o las mentiras de su historia. Sacaron para aquel
mandado a todos los violadores, parricidas, salteadores de caminos, ladrones y
forajidos de toda especie. Barrabás era el capataz del equipo. Golpeaban con
tal contundencia que diríase fueran auténticos expertos manejando los verbera o trallas de esparto que
remataban en bolas de plomo como si el oficio hubiera sido el suyo de toda la
vida. Cinco mil vergajazos pero lo más humillante fueron las befas. Un buharro
se puso detrás de él e hizo amagos obscenos de sodomizarlo pero uno de mis
hombres desenvainando la espada le decapitó de un golpe certero. La cabeza rodó
por las baldosas del Lithostros igual que una peonza a la que un niño acabara de
soltar en trompo dejando en pos un reguero de sangre. El gentío que asistía al
martirio reía a carcajadas. El Inocente el rostro ensangrentado y los hombros,
que parecían una llaga, volvió la cabeza y como un relámpago se ciñó su túnica
sagrada desatando las cuernas con que estaba amarrado a la columna del pretorio
y adelantándose unos pasos recogió la cabeza ensangrentada del sodomita y la
unió al tronco. Éste se levantó como si no hubiera pasado nada lleno de
confusión pero arrepentido de aquellas obscenidades contra el Lirio de de Dios
paradigma de la castidad misma. Se prosternó ante él y lo adoró saliendo
después del lugar con su cabeza sobre los hombros. Como si no hubiera pasado
nada. Iba diciendo: éste verdaderamente es hijo de Dios. Le llamaban Plauto
según supe después el cognomen debido a su cojera y creo que era un mercader de
Salónica hermafrodita perdido y famoso por sus inclinaciones paidófilas. Desde
aquel entonces nunca le volvieron a ver en
compañía de efebos. Huyó al desierto. Fue bautizado y creo que murió
mártir de los judíos que le llamaban El Impuro y para los cuales no era óbice
su arrepentimiento y la vida penitente que arrastrara. Era la segunda vez que
el ajusticiado utilizaba sus poderes sobrenaturales después de haber conseguido
otra ortomorfosis en la oreja de Malco que fue tajada asimismo por uno de sus
discípulos en un arranque de valentía. Estaba claro que el Inocente que se enfrentaba a la violencia
y crueldad de la que jamás se había tenido noticia bajo la capa del cielo no
utilizaba la guerra para llevar adelante sus planes de salvación.
Bienaventurados los mansos de corazón. Al verle obrar aquel portento comprendí
que se estaba cumpliendo un designio anunciado mucho antes.
Entonces un escriba de los que habían acudido a pedir la muerte de
Jesús a Pilato gritó:
-No le hagáis caso. Es un hijo de la condenación. En nombre de Belcebú
hace milagros.
Aquel hecho no ablandó el corazón de pedernal de los que le
condenaban. Seguían ternes en sus blasfemias cubriendo su cuerpo de gargajos y
pronunciando blasfemias. Estaban cometiendo un pecado que nunca sería
perdonando. Y quedaría adherido a sus genes como un estigma. Aquella tarde
estaba naciendo el Amor Salvador pero por paradoja en el Calvario también
asistíamos al parto de un Odio infinito a aquella cruz que sería el símbolo de
la condenación y de la muerte en un holocausto de todo el pueblo de Israel. Veo
la ciudad llena de piras funerarias y sobre sus murallas alzarse una nube densa
de fuego que abrasará la tierra. Los deicidas en esa hora obtendrán su paga. La
soldadesca se creció a raíz de aquel suceso y hubo varios conatos de tumulto
que mis pretorianos, tras el incidente nefando, hubieron de sofocar con las
armas en la mano. Seguían clamando a pesar de todo lo que dijo la vieja:
-Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
No tenían ningún temor de Dios y menos al Cesar. Eran tan altaneros,
tan pagados de sí mismos y orgullosos de sus convicciones que pagarían cara su
soberbia apenas dos generaciones más tarde de que ocurrieran tales hecho. Más
que la muerte del Inocente a lo que más temían era a contaminarse pues era
sábado y había que guardar las reglas, ceñirse siempre a la letra muerta, rara
vez al espíritu de su Torá. Tampoco se conmovieron cuando fue sacado al pórtico
coronado de espinas. Setenta y dos pinchos olorosísimos de cambronera. Aquí
tenéis al rey. Ecce homo. Prorrumpieron en carcajadas histéricas. Mayores
gritos:
-Crucifícale, crucifícale.
Pilatos que estaba entristecido
y como medroso ante el furor de aquella gente se sentó sobre la curul a
deliberar. La gentualla pedía la cabeza del reo con mayor ahínco. El cónsul de
Roma no comprendía. Yo tampoco entendía nada. Era la hora del asombro. La razón
humana estaba siendo vencida, conculcada la lógica de modo que los argumentos
poco valían mostrándose tonante y prepotente Júpiter Pistor con una energía que
apabullaba. ¿O no era Zeus en realidad el que determinaba semejante secuela de
atropellos contra la verdad y la justicia? Uno tenía la sensación de andar como
flotando. No habíamos llamado a los dioses por su nombre aunque invocábamos su
fuerza. Era otra historia. Era otra cosa. Estábamos jugando al escondite con
los hechos ciertos mucho más allá de las coordenadas que determinan los humanos
comportamientos y desde el primer instante tuve el conocimiento de que aquel
ajusticiado entre los malhechores para ironía de esas special valúes que él al morir de esa manera tenía en tanto
menoscabo y que tanto estima la vanidad humana (ganar buena fama, tener sido en
consideración, ser rico e influyente) era el hijo de dios o hablaba con una
autoridad suprema propia de aquel que puede ejercer su influjo sobre los
astros. Que es capaz de decir a una estrella cae y el gran cuerpo celeste se
convierte en estrella filante. O apostrofar a los peces para que canten y toda
la ictiología de los reinos de la sombra del padre Océano inicia una melodía
infinita que esparcen las ondas y que mueven las mareas de uno al otro confín.
Fuerza suprema. Radiación lumínica y taumaturgia. Levántate, toma tu camilla y
camina le dijo al tullido de la piscina probática y el paralítico de toda la
vida inició una carrera por las trochas que circundan el valle de Hebrón. Yo
soy la verdad y la vida. ¿Quién puede pronunciarse de esa manera sino el Mesías?
Ha blasfemado. El supremo sacerdote escindió su pectoral de oro en dos. La
túnica se la había echado el Inocente sobre los hombros y Pilatos apuntándole
con el dedo dijo Ecce Homo. ¿Qué no
os dais por satisfechos, cabrones? ¿No tenéis bastante ya? Les temblaba la voz.
Titilaba el odio en sus barbillas. ¿Ese loco qué se habrá creído? La envidia,
la presunción, los malos pasos, la soberbia orgullosa de los que escucharon el
sonido de las trompetas de Jericó. Todo resultaba inconexo y un poco como sin lógica.
Nuestro cónsul tenía miedo. Era su tercer año. Le quedaban tan sólo unos meses
de mandato. No le gustaba Palestina, nunca entendió a los judíos. Se había
limitado a llenar las alforjas para volver a Toscana rico. Le aguardaba un
retiro en la quietud de su villa cerca de Ostia regando los geranios, vigilando
sus silos y comerciando con los esclavos de Iliria. Además amaba a su mujer
Claudia profundamente a pesar de que habían corrido rumores por el destacamento
de que ésta llevaba una vida licenciosa pero en el fondo era una buena mujer
que se aburría en aquella ciudad cargada de dioses y de prejuicios y le
hacían añorar a su ambiente de Roma. Los
balnea. Las entradas para el
anfiteatro. Le había dado al gobernador cinco hijos. Un fallo a tales alturas,
pensaba Poncio Pilatos, podría ser ominoso de cara a su jubilación tranquila.
No dudaba que aquel hombre que había traído para ser juzgado nada tenía que ver
con las terribles acusaciones de las que era objeto. Que había sido conducido
al pretorio bajo la imputación de falsos testigos y todas las pruebas eran una
burda fabricación. El clima de odio era tan espeso que casi podía ser cortado
con una navaja. Y era aquel encono, aquella saña, fruto de siglos, fecundaría
los negros campos de la destrucción y de la guerra. Tengo que regresar a Roma
cargado de honores y de lingotes. La nave oneraria que transporte mis
posesiones será la admiración de mis admiradores. Mis enemigos perecerán de
envidia. He sufrido mucho esta noche en sueños por causa de ese justo. La
esposa solícita – la intuición de las mujeres resulta determinante para conocer
la verdad – enviaba recados al procurador pero ¿Quid est veritas? La ética de circunstancias echaría un pulso a la
deontología de un juez. Al fin y al cabo muchos jueces romanos estaban
corruptos y los senadores ambiciosos que eran enviados de procónsules al
Oriente sólo tenían ambición. Para volver con los carros y transportes cargados
de riquezas y encender un cirio en el templo de Vesta enhiesto en una
palmatoria de oro sembrando la admiración de los padres conscriptos. Velay al
hombre. Ciertamente es una injusticia. Este hombre no ha hecho nada malo.
Parece un orate pero escuchad cómo chillan en la platea. La chusma brama
pidiendo su muerte. Al fin y al cabo nadie sabe dónde está la verdad. No puedo
comprometerme ni poner mi carrera política en entredicho. ¿Quién eres tú? El
ajusticiado se entregó al más impenetrable de los silencios pero era un mutismo
manso sin queja bajo la arcada de las columnas dóricas su rostro dolorido bajo
la imposta, los ojos traspasados de melancolía, de dolor el gesto. Nadie quería
compromisos ni complicaciones en la vida. A mí que me dejen tranquilo. Yo voy a
lo mío. Hágase mi voluntad y que se caiga toda la techumbre del firmamento. No
te metas en camisas de once varas. Entonces un esbirro de la escolta con ganas
de hacer méritos le arreó una bofetada y el alapa
volvería a repetirse por el mismo sujeto en la casa de Anás un viejo de barbas
hirsutas la nariz larga y el gesto hosco rapaz desconfiado e insolente. ¿Así
respondes al pontífice? Tas, otra bofetada. El Salvador abrió los labios. Si en
algo falté dime en qué. Si no ¿por qué me golpeas? Pero otro puñetazo fue la
respuesta. Aduladores y cortesanos sinuosos como la serpiente. Vi a una mujer
rapaz los ojos chiquitos y muy móviles como los de una víbora que hablaba
palabras de abominación. Tenía flujo y su olor era bastante desagradable.
Estaba sentada en la Biblioteca de Alejandría. Era la encargada de los scrinia o pequeños cofrecillos en los
que se archivaban los papiros de la satánica venganza. Esta mujer por nombre
Livia pero que procedía de una ciudad cercana a Iliberris era una bruja que
decía tener poderes del maligno. Los que la conocieron la temían y se guardaban
mucho de pronunciar su nombre que era el de Fonscrudelis. ¿Qué hacía aquella arpía en el lugar de la visión? No
lo sabemos pero venía escoltada por otra hispana que le traía la cesta de las
ofrendas y de las libaciones a las deidades infames. No en tiendo por qué se
encontraba en la casa del Sumo Sacerdote pero su nariz era acabañada como el
suyo y el pelo sucio y era algo pecosa. Los que la conocían y temían dijeron
que llegó desde la Bética como cuadrillera que sigue a la tropa ofreciendo sus
servicios pero bienquista con un procónsul de cuyo nombre hago gracia al lector
conquistó favores en el pretorio del gobernador hasta alzarse a un lugar
predominante de la administración colonial. Hacía y deshacía y su influjo se
hacía sentir sobre la psique del propio Pilatos un hombre bueno pero débil y
que vivía dominado por su mujer y por su barragana porque Fonscrudelis había
sido su favorita en la legión. Era una matrona muy altiva como lo suelen ser
las queridas y esposas de los militares en Roma crueles y orgullosos. Al andar
por los pasillos del palacio residencial movía el cuerpo con mucho dengue y
meneo y la cabeza la giraba a compás igual que una jirafa. Si Flavio había
aconsejado que librara del patíbulo a Jesús la jienense le recomendó que fuera
al palo. Reo es de muerte. Aquella mala mujer ejercía una suerte de magnetismo
nefasto sobre el pretor Poncio. Y después de obser5var la gran nariz de Anás
que se daba la mano con la Fonscrudelis la maloliente pero tan fétida como
bella. Era algo pecosa y rojiza el rostro atractivo bien trabada de hombros y
con un buen Partenón al dos pues era portadora de uno de esos traseros que
tanto gustan en las Galias y que son un vehículo de promoción social. La nariz
ya digo de Fonscrudelis era de vultúrida. Lo de fuente cruel no era más que un
mote pues los anales refieren que nada más nacer fue ofrendada por su aya sobre
el cadáver de la madre que la trajo al mundo en mala hora a las deidades de la
fuente Castalia y Fuensanta la llamaron pero no pudo ser más irónico el
cognomen a la vista de los hechos de su vida. Aquella no era una mujer. Poseía
rasgos que recordaba n a la víbora. Se puso a silbar en medio del bullicio
introduciéndose los dedos en la boca para hacer flauta y clamando el crucifijo.
No hay comando más temible en nuestra lengua latina que aquel imperativa
apostrofe con el que las enardecidas turbas pedían la pena capital contra el
galileo. Vi a la infame Fonsi arrebujada en su velo mezclada entre la multitud
odiosa. La reverberación de los azotes los insultos y escupitajos era una elocuente
referencia a las secuelas de aquel magnicidio. Dos tres cuatro. Lentos sonaban
los golpes de un tenor acompasados. El
sol del mes de Nissan se ocultaba detrás de las nubes como si tuviera vergüenza
de presenciar tal espectáculo. Los verdugos sudorosos apagaban la sed en un
aguardiente infame de guindas que parecía tornarles más locos y agresivos. Al
reo le dieron a probar vinagre. He de confesar que ninguno de mis hombres tocó
al inocente. Sacaron de los calabozos a todos los rufianes y asesinos lo peor
de cada casa y a los legionarios que se encontraban cumpliendo cadena por algún
crimen o toda la gente sentenciada a muerte. A ellos echaron al cristo como
tiempo adelante echarían a sus discípulos a los leones. No podía ser mayor la
infamia. Así pues, la ley del flagelo caía rotunda sobre la espalda y las
nalgas de los ajusticiados. Estallaban en el aire los golpes del gato o látigo
de cuerdas que remataban por contera en tabas afiladas de huesos de animal o
clavos. Tanto reos como verdugos tenían que acudir a la bebida para paliar el
tormento de la sed. Tomaban una pócima especial a base de vino judiego a la
griega mezclado con aguija y aguardiente de moras. El trance no podía ser más
atroz. Entre nosotros el tormento de la flagelación superaba en horrores al de
la crucifixión pero el Inocente impelido por una fuerza divina o porque tenía
que cumplir el mandó de apurar el cáliz hasta la última hez los apuró todos.
Una variopinta chusma recién excarcelada de la Torre Antonia estaba dando
rienda suelta a su sadismo. El populacho y es un clamor que no paramos de oír
en toda la tarde decía:
-Duro con él.
Y había que beber. Era preciso apurar el cáliz. Tres mil latigazos.
Estuvieron solmenándole desde la hora tercia pero la constitución física y la
longanimidad –una fuerza secreta dimanaba de su persona- eran portentosas. Una
naturaleza envidiable y una voluntad de hierro abroquelada en su misión de
salvar al orbe. Ante el espectáculo el
mundo futuro comprenderá el comentario del centurión:
-Verdaderamente éste era el hijo de Dios.
Nos estábamos ciñendo al espíritu y la letra de un texto antiguo y
había que cumplir el mandado sin apartarse ni una línea. Vermis sum et non homo. El espíritu de la profecía se estaba
manifestando. Se me abrieron los ojos aquella tarde en el Lithostros. Empecé a
ver y empecé a creer entre homicidas, sodomitas, rameras, sacerdotes
encopetados con la cidaria a la persa y filósofos. Querría que el responsable
de aquel asesinato fuera a Roma a ser juzgado y que el senado y el pueblo supieran
acerca de lo que estaba sucediendo en Palestina. Un suceso que tendría
relevancia para generaciones enteras y para toda la humanidad. Fui testigo de
cargo y yo lo vi con mis propios ojos. Yo acuso al Sanedrín y a la chusma
judaica. Era ya de mañana pasada la hora de tercia y el sol se alzaba besando
sus resplandores los morrillos del empedrado camino del monte de las Calaveras.
Habíamos bebido mucho vino de muchos grados pero ninguno de mis hombres daba
muestras de borrachera. Era el propio ajusticiado cuya sangre vertida se volvía
vino por nosotros infundiéndonos fuerzas. Ya arriba, lo clavaron entre dos
ajusticiados, Dimas y Gestas condenados por asesinato. Uno de ellos era un terrorista.
Uno improperaba. Otro bendecía. Al que le bendecía le prometió el paraíso. Tú,
Señor, tienes palabras de vida eterna.
Jesús gustaba llamar a las cosas por su nombre. Los que lo condenaron
no. Muy a regañadientes, el pretor pasó sentencia. Vi su mirada turbada y sus
dedos vacilantes. Sólo la devotio al
emperador y aquellas amenazas pronunciadas por los judíos de que si no lo
mandas al palo no serás amigo del Cesar le infundieron temor. Se había tatuado
en un brazo la insignia de Tiberio. El centurión por su parte estaba como
ausente. Iba de a un lado al otro del patíbulo donde habían colocado al reo
junto a los dos ladrones dando ordenes contradictorias. A sabiendas de
tener ante sí una tarea difícil. ¿No le
dará pena? ¿Por qué piden su muerte? Y
ante aquella brutalidad le vino al alma la
compassio que siempre caracterizara
a los ingleses. Cuando el Nazareno pidió de beber él mismo le acercó una
esponja mojada en vino y en hiel. No lo desdeñó. Lo probó pero no lo consumió.
Fue un verdadero milagro que hubiéramos ingerido entre todos casi doce cántaros
y que no estuviéramos ninguno ebrio. La beodez, la borrachera de amor vendría
después y sería una garantía de perdón para los pecados del mundo. Los de abajo
le seguían insultando. Le llamaban raca,
hijo de puta y los gestos obscenos se repetían una y otra vez. Las carcajadas y
la provocación:
-Si eres hijo de Dios baja de una vez. Desenclávate.
A golpes de culata manteníamos a raya pero teníamos órdenes estrictas
de no volver a desenvainar el hierro ni cortarle a ninguno la cabeza como había
ocurrido previamente en Cilicia aunque ganas tampoco faltaran. Nuestros jefes
tenían miedo a los judíos y se ceñían a la horma del compromiso político y como
los romanos somos muy aficionados a los juegos de azar pusimos sobre el tapete
sus pobres prendas. Nos jugamos a los dados su túnica inconsútil la que le
tejió su madre María, el ceñidor, y sus sandalias. Pocas pertenencias para un
rey desde luego pero su reino no era de este mundo. La alforja estaba vacía y
la bolsa se la había llevado Judas. Su calceamenta estaba muy gastada y
manchada del polvo de todas las calzadas de Judea. En lo alto del monte del
Gólgota se escuchaba el jadeo de los agonizantes, el llanto de las buenas
mujeres y el cubileteo de las téseras de los tahúres. No podía ser más pobre el
lote del defroque pero no podría ser más ardoroso el empeño de los que
administraban la puesta. Había asistido yo a lo largo de mi vida militar a unos
cuantos expolios mas en ninguno vi tanto empecinamiento y ganas de triunfo por
los jugadores como aquella tarde con Jesús. Parecía que les iba la vida en
aquel lance de fortuna. Todos le abominaban pero todos querían el despojo del
manso Cordero como si de ellos dimanara una fuente de salud. Aquella tarde dejé
de ir a ofrecer incienso a los dioses, de auscultar el vuelo de las aves y de
mirar para los astros. Una luz nueva era nacida dentro de mí.
II
NOCHEBUENA EN EL FRENTE
DEL ESTE
A
los veinte mil españoles que murieron en Rusia.
Posición 375 sección de Antiaéreos. Frente
del Este 24 de diciembre de 1942
Querida
Aderita:
Recibí tu carta ayer. La trajeron los del hipomóvil de la
Comandancia. No había podido hacer el
reparto en siete días pues hemos tenido una cellisca de las que hacen
época. Estos sí que son tormentas y no
las del Bierzo. Gracias por los
aguinaldos con el turrón y la botella de coñac el detente/bala y la estampa del
Niño Jesús que hemos colocado en sitio preferente de la chabola y está Jesusín
hecho un sol y yo no sé cómo con esos taparrabos blanco puede aguantar los
treinta y dos bajo cero. ¡Cómo es Dios y todo lo puede! No le harán mella ni las balas y lo que decía
nuestro general el otro día en una arenga que radiaron por radio Berlín: fuerte
será el invierno ruso pero más recia es mi raza.
Y tan recia, ¡pachasco! nuestro divino Niño lo
puede todo. Aguantar la helada y la nieve que tapa los ojos, hacer callar por ser Nochebuena los organillos de Stalin.
Hasta parece que lo conocen, oye. De vez en cuando nos lanzan octavillas en
castellano muy bien escritas por cierto y nos dicen mejor estabais, puñeteros,
al brasero con vuestras abuelas o junto a la estufa de un baile y no aquí.
Habéis
venido a defender a un tirano, el señor Hitler, pero un cabo primera de la
Plana Mayor gaditano ex legionario, agarró el altavoz y les dijo en perfecto
idioma de Pushkin que estábamos aquí en devolución de visita. Que en Cádiz son
así de cánidos mentales y que se mueran los feos y tal y tal. Nos elevó un poco
la moral pero la verdad que no está el horno para muchos bollos y la tenemos
por los suelos... Ojala Jesusito haga un milagro. No estoy muy seguro de que
nos lleguemos a ver en carne mortal. Tampoco importaría mucho. Un soldado no es
nadie. Un número. Un nombre en una esquela, una inscripción sobre una tumba con
un casco de acero y en el vértice dos palos cruzados. Si caemos en la tierra
rusa quiero que sea por algo y no estoy escribiendo mi testamento pero esta
noche es Navidad y se me amontan las congojas.
Si
me atizan en un fregao estoy seguro
de que tú pensarás en mí. Ah aquel chaval de Soria que se fue a estudiar a
Madrid Filosofía y Letras, luchó con los rojos pues quería cambiar el mundo. Lo
cogieron los nacionales y para redimir la culpa se apuntó a la División Azul.
Un chalao. Un quijote. Un
idealista pero no del todo mal persona.
Un cabeza loca. Que quieres te diga, Derita. A mí esta tierra no se si me gusta
o me disgusta pero me impresiona me
embruja. Es tal y como la pensé cuando leía a los maestros rusos en el caserón
de San Bernardo. Luego está esta
naturaleza inmensa inabarcable. Pues verás nos liamos a cantar villancicos como
descosidos y después llorábamos todos como bobos. Hasta al Teniente Müller- espero que esta
noche no tengamos fuegos artificiales y que los ruskis no nos localicen con los focos de sus potentes trazadoras
porque entonces empezaría la caza del conejo, que atacan en horda y son tan
valiente y nos les importa morir, suena el pito de un oficial y todos se lanzan
a la bayoneta calada, una columna es repelida y entonces salta otra y otra y la
siguiente- que manda la batería y
es un militar prusiano de aspecto seco y que parece poco sentimental le rodaban
las lágrimas. El tapabocas también te lo
agradezco y más sabiendo que ha sido tejido por ti con una toquilla que era de
tu abuela. La botella de Carlos III nos
la chiscamos en amor y amistad fraterna.
No me dio a tiempo a dejar un poco para luego
pues cuando iba a la escuela y me daba mi madre un pan y una onza de chocolate
lo mordisqueaba mucho tiempo y decía
esto para después. Aquí no tenemos el sentido del ahorro como comprenderás. Te
pueden atizar un tiro al momento siguiente.
El cabo Seidenbaum escotó unas salchichas y
varias botellas de aguardiente del que por aquí llaman schnaps junto con una botella de vodka que tomó de un ruso que hicieron
prisionero y alguien sacó una guitarra y una pandereta. Y fuera penas. Dirás que somos unos borrachos pero no. Sin algo de calor en él estomago aquí te
arrices pues como te digo aquí hace mucho más frío que en León. Dirás que por
que té cuentos estas cosas. Pues es que
no te tengo nada que contar. Aquí sólo
hay nieve y nieve.
Hasta los árboles se sumen debajo del talud
blanco y se redondean las casas de los enanitos del bosque como en los cuentos
de hadas. ¿Es Rusia el país de los cuentos de hada con leñador, trineos y
mujiks y coros que cantan como los ángeles? El otro día una panienka de la
retaguardia nos trajo dos panes de mijo y una icono del niño Jesús pero aquí el
Jesusito no está desnudo sino bien fajado y con los faldones de cristianar como
dice el Evangelio de san Mateo.
El nuestro en taparrabos es más carnal y
preciso. Pero ellos que guardan su religión un poco por lo antiguo son más
imprecisos así que su cristianismo menos concretizado parece que llama más a la
puerta del corazón. Perdona que haga estas reflexiones tan profundas y
teológicas pero uno de loes efectos que he sentido del contacto con el Frente
del Este ha sido por tener mucho tiempo libre, todo el del mundo, mientras
estas de plantón, esperando a que llegue la muerte, en esas cosas sagradas de
la religión. Claro que me acuerdo mucho de Dios. Sin embargo el teniente
Weinmüller no es de la misma opinión. Piensa que no hay nada después de esto…
Villancicos.
Cantamos La Marimorena y Veinticinco
de diciembre Bum, Bum. Por aquí también hay catalanes y lo entonaron en el
idioma de su tierra. Somos una sección mixta de artilleros alemanes y
españoles. Mi unidad quedó tan diezmada
en los últimos días que hubo que agrupar fuerzas. Nos entendemos como ponemos pero yo he
aprendido algo de alemán aunque casi me entiendo mejor el ruski que me parece
menos difícil y en esa lengua me sé varias frases. Una que nos aprendemos cuando en las largas
marchas pie desde Grodno hasta esta zona que llaman la Rusia Blanca entrábamos
en las isbas o casuchas de los campesinos medio despeados y muertos de sed y de
hambre y nos salían a recibir niños descalzos abuelas sonrientes y pobres
viejos cubiertos de harapos. Y allí la
cantinela de siempre. Y
menia isti ñiet karovo ni malieko que quiere decir se nos han muerto
las vacas no tenemos leche. Pero los
pobres nos daban a los soldados lo que tenían y encendían el samovar y nos
calentaban té con un poco de pan. Nosotros le dábamos nuestras raciones. Les
hacían mucha ilusión las cantimploras de estaño de la Intendencia española.
Pero les daba lástima de nosotros.
-¿Por qué no tenéis ropa de abrigo? Cuando llegue el invierno al Volga
os moriréis de frío.
- Razón llevaba la babuska. Estos campesinos saben mucho.
Las abuelas bondadosas nos persignaban en la
frente pues así son cristianas Aderita y eso no me lo suponía yo que nos había
dicho que eran los rusos comunistas y rojos perdidos. Pues no es cierto. En las chozas aun en las más miserables había
imágenes de Nuestro Señor y de la Virgen.
Tienen mucha devoción a la Madre de Dios que llaman Blogodortisa. La, lamparilla encendida día y noche me
recordaban un poco el altar de mi pueblo cuando íbamos al rosario y hacíamos
genuflexión de rodillas ante el Santísimo.
Los rusos no se arrodillan, se inclinan y se hacen la cruz
continuamente. Dicen que para espantar a los malos espíritus.
Esta buena gente me impresionó y me pregunté
que hemos venido a hacer aquí a esta tierra a sembrar la muerte y
destrucción. Muchas dudas me asaltan
Aderita. Aquí hay un comandante Schmidt
que dice que la invasión de Rusia ha sido un error de Hitler. Que todos creíamos que lo que había que
cambiar era la desigualdad de pobres y ricos.
Schmidt dice que el diablo se metió en la cabeza loca del Führer. Y que esto es una chifladura suya que bien
caro pagaremos todos, sobre todo el pueblo alemán.
A mí la verdad nada me hicieron los rusos pues
aquí los comunistas que había en España no los vemos por ninguna parte, son
gente humilde y llana y muy sufrida como los castellanos, claro que el
comandante Schmidt sólo profiere esas dudas cuando ya llevan en el cuerpo cinco
o seis copas. Y como para su camisa
porque puede ser arrestado.
Yo soy el cabo pieza de un cañón que llamamos
Ocho- Ocho. Me harté a disparar contra
los aviones rusos y alguno he conseguido abatir. Luego sentía remordimiento. Me
daban pena de los pobres que iban en la carlinga. Eran soldados y jóvenes y con
toda una vida por delante como yo. Pero buena gana cada vez vienen más, son un
enjambre. El otro día sacaron a diez o
doce de la Wehrmacht que estaban metidos en unos pozos de tirador. Eran alemanes casi unos niños. Tenían los pies congelados, se escucha el día
y la noche la música de los organillos de Stalin. Les paramos de momento pero al poco rato traen
refuerzos y atacan y atacan. Como
condenados. Al son de los pitos y pífanos de sus comisarios. Al fondo el cielo
se tiñe de rojo. Y la tierra nevada de sangre y destrucción.
Es el infierno de Stalingrado, Ayer estuvieron pasando convoyes de batallones
destrozados de retirada. Eran infantes
rumanos. Mal se presentan las cosas,
querida Aderita. Y yo mañana que es
Nochebuena cumplo 22 años. ¿A que he venid yo a Rusia, Dios? Una voz interior me dice que para cambiar el
mundo para hacerle mejor para defender a España del Comunismo pero la verdad es
que no lo tengo muy claro. Todas esas son palabras huecas de un vanílocuo
idealista como el que te escribe.
Me alisté voluntario en la División
Azul. No sabía dónde me llevaban ni
adonde me metía, al principio todo iba bien y avanzábamos casi sin pegar un
tiro. Yo cogí un mal constipado y me
hospitalizaran en una ciudad que se llama Vilna. Me lo pasé en grande pues conocí una muchacha
y fue conmigo al baile un par de veces pero al siguiente día al ir a buscarla, vi cómo la sacaban de su casa unos
policías de paisano con abrigo de cuero y cara de muy pocos amigos. Recuerdo su nombre Ester, era judía y a mí
por “confraternizar con el enemigo” por poco me fusilan. Todo se quedó en una orden de arresto de dos días en el
calabozo y me enviaron otra vez al frente. Por lo visto la Ester organizaba
partidas contra los alemanes. Las leyes de la guerra son terribles pero no creo
que la enchiqueraran por su raza ni por su religión, sino por terrorista.
Ya te lo he contado maja. Aunque no te conozco me pareces una chavala
estupenda y hasta pienso que si regreso con vida de esta ratonera me gustaría
pedirte relaciones. Estás muy guapa en
la foto, tienes una cara de buena persona. Mándame más. En fin tu estampa piadosa me ha recordado otras navidades más felices y
el niño me mira con cara de ternura y hasta parece que me habla a mí solo
a mí y me dije Celerizo, yo te voy a ayudar.
Y me quedo ensimismado contemplándole. Mis camaradas dicen que es un Jesús muy
bonito, los alemanes no tienen imágenes pero creo que son también cristianos,
no creen en el papa. Los domingos suele
venir un páter que creo que es luterano se pone un gorro muy raro y una estola
negra como la de don Saturnino el cura de mi pueblo y cantan himnos y ya está
pero no dicen misa como los católicos, sólo cantar y los soldados los cantan
con mucha devoción pues parecen sentir muy adentro su religión más que
nosotros. Para que te vaya a contar si
no son calamidades aunque así me desahogo.
Soy el único que queda de los españoles porque
han ido cayendo todos. El jueves le
atizaron a un asturiano que se llamaba Teófilo Muñiz Salió a hacer del cuerpo el hombre y por lo
visto se puso en un sitio algo lejos de la tienda que no tenía desenfilada y le
arrearon. A Rodrigo que era mi mejor amigo un obús lo dejó sin pierna y lo
evacuaron a Riga. Pero esta muerte de
Muñiz impresionó. Murió en mis brazos. Llamaba a grandes voces a su madre y a mi se
parte el corazón. Madre…madre…madre. Y
el eco clamaba cual voz en el desierto por
la inmensa estepa, retronaba su voz moribunda. Madre, madre ¿dónde estás? Dios le tenga en
su seno. Pero ¿por qué no baja? ¿Por qué no hace algo ese Dios que dice que
está con nosotros? Lo pone un letrero que llevan aquí todos los quintos en la hebilla de su uniforme: Gott mit uns.
Aderita, me dices en la tuya que no haces más
que rezar por pues esas preces me vienen bien.
Tus velas a la Virgen del Camino han dado resultado aunque pienso que
salgamos enteros de aquí va a ser un milagro y de los gordos. Madre.
Madre y las voces que pegaba Teófilo eran las mismas que otro asturiano
también amigo del alma que se llamaba Agustín al que atizaron a lo tonto y a lo
bobo. Era también muy fraterno. De
Cudillero. Me decía que tan pronto acabase la guerra me convidaba a
las fiestas de su pueblo que son por san Pedro y los marineros hacen una
ceremonia muy ocurrente y chistosa que llaman la amura vela.
Se llamaba Agustín Fito. Si esta carta llegase a tus manos, yo
quisiera que se las remitiese por favor a su familia que vive en ese pueblo
dándole mis condolencias. De mi vida
aquí poco puedo contarte. Es muy monótona.
Los días se parecen unos a otras como dos gotas de agua. El único aliciente es la llegada de la
estafeta con la carta de casa momento feliz, que se mueran los feos, abajo las
penas. Lo demás comer y dormir. Uno se
embrutece y no piensa en nada. Sólo en sobrevivir pero las balas cuando vienen
de a hecho, como las cartas traen en el membrete tu nombre y dirección y hay
que recibirlas. Pero la que te ha de matar, dicen los veteranos, no la sentirás
venir.
¿Quién inventaría las guerras Aderita? Todas
son guarras las guerras. Llenas de obscenidades. Parece que las prepara una
gentuza. Son los mismos de siempre. Los discípulos de Satanás los que no pueden
vivir sin verter sangre en el altar de Moloch.
La verdad es que cuando recibí felicitaciones de la Komandatur por haber
abatido a cinco cazas enemigos no me sentí un héroe, me pusieron la cruz de
hierro pero yo estuve de decirle al comandante que se metiera la condecoración
por donde le cupiera y si no lo hice fue por tenemos s que me fusilen. Fue de pura chiripa mi coronel, respondía. Si
dijese lo contrario mentiría. También me pareció un despropósito que condecoraran
por el merito al valor al camarada que las diñó mientras estaba en las
letrinas. A título póstumo y muerto en combate rezaba el parte… No me hagas
reír.
No. No
me siento un héroe ni odio a los rusos.
¿Por que tener que disparar contra gente que no conozco y nunca se han metido
conmigo? Velay mis contradicciones,
Aderita bueno madrina, Felices Pascuas y ojalá el año que viene de 1943 sea
prospero y mejor que este puñetero 42.
Estoy seguro de que nos vamos a ver pronto tú
y yo que guay vamos a hacer buenas
migas. ¿Te gustan los bambinos? Claro
que te gustarán a no ser que tengas vocación de monja. Reza mucho por mí y con el Santo Niño Jesús de Praga, aprieta,
maja en tus oraciones, que a ti debe de hacerte caso pues eres muy buena, una
santa. Lo necesito. Y sin otro particular y desando la pasas bien
la Nochebuena se despide este tu amigo y admirador este Karovo que lo es. Tu ahijado de guerra. Arriba España.¡ Viva
Franco Heil Hitler!, Etcétera.
Fermín Celerizo, sargento primero de Artillería
Frente
del Este.
Hasta
aquí la misiva. Llegó a mis manos porque lo primero que hizo el sargento
Celerizo cuando fue repatriado de Rusia fue ponerse en contacto con la novia
del muchacho asturiano que fue su compañero de armas. Aderita, la madrina de guerra,
se había casado con otro y envió la carta a Fifi, creyendo que su ahijado había
perecido en el Este. Desde 1942 no había vuelto a saber más de él. Pero lo
cierto es que Celerizo, habiendo sido hecho prisionero, e internado de un campo
de concentración, consiguió volver el año 1954 con los expedicionarios del
capitán. Eran los últimos de Rusia. Los últimos de Filipinas también. Unos
locos pero gentes como Celerizo tenían buena madera y que buen vasallo si
hubiera buen señor. Esta epístola desde el Frente Oriental encierra las claves
de una bonita historia de amor. Que desbarató una guerra. Malditas guerras.
¿Quién las inventaría, leche?
La
carta del sargento Celerizo la encontré yo el otro día hurgando entre los
baúles traperos que hay en el hórreo de nuestra casona. Era una carta amarilla
de color desvaído por el tiempo que estaba junto a otras e iban dirigidas mi
tía Fifi que antes de estallar la guerra hablaba según decía entonces con
ese pixueto[1]
que cayó en la estepa. Sentí una emoción intensa y miedo a profanar el
relicario de una triste novela. La tía Fifí se quedó soltera. La conocí que
venía a nuestra casa y muy cumplida y ceremoniosa pues había sido educada para
ser una señorita nos traía el bollo de Pascua. De moza debió de ser airosa pero
cuando yo la conocí estaba vieja y algo encorvada. Pensé en Doña Berta la protagonista de uno de los
cuentos de Clarín que quedando para vestir santos le guardó ausencias al único
amor de su vida. ¡Demasiado romántica! Quizás el amor no tenga nada que ver con
el sexo. Pero Tía Fifí se volvió algo gruñona muy murmuradora y muy beata.
Había celado bien el secreto de sus amores. Nunca la vi llevar otra ropa que no
fuese de luto. Con respecto al sargento Celerizo investigando sobre estas
cuestiones llegue a saber que regresó de las trincheras aunque con un brazo de
menos. Le dieron los del Ayuntamiento un
puesto en Segovia y vendía caramelos, periódicos y chuches. Debajo del mandil
de menestral siempre asomaba el forro de su camisa azul. Era una buena persona.
Sin embargo en el frente contrajo el vicio de la bebida. Los chaveas del barrio
de Santa Eulalia se reían de él y le ponían motes. Le tiraban piedras a su
chiringuito y decían:
-Borracho…
borracho, tío Braguetita.
-Si
voy-respondía-condenados niños os meto un brazo por una manga.
Lo
del sobrehúsa Braguetita le debía de venir porque ya de mayor estaba algo de la
próstata y tenía que salir detrás del quiosco a hacer aguas menores. Fue un
idealista. Un soñador y un perdedor. Contaba historias extraordinarias de Rusia
y cantaba con hermosa voz de bajo. Una vez cuando yo era seminarista fuimos a
entregarle un aguinaldo como se solía hacer con los pobres de la ciudad por
Nochebuena. Nos miró a todos, muy emocionado;
-Que majos estáis curillas con esa sotana esa beca y ese bonete. Si yo volviera a nacer
me haría pope. Para entonar las letanías y
cantar en ruso el paternóster. Pope ruso. Nada de cura católico.
-¿Y eso por qué, tío Braguetita?
-Anda demonio. Cosas de la vida.
Era
un bendito de dios. Murió de una borrachera. Pero no lo hizo por vicio sino
para aliviar los terribles dolores que le ocasionó un cáncer de próstata. El
vino al fin y al cabo es sangre de Cristo y él creía en la resurrección.
Algunas tardes se le veía asistir a las Vísperas en la iglesia del Salvador o
en la de Santa Eulalia y prosternarse
ante una imagen del Perpetuo Socorro que había traído del frente. Este icono
luego desapareció o lo robaron. Era un cuadro muy valioso y también milagroso.
Si
alguien le preguntaba que por que tenía tanta fe en aquella imagen que era tan
abstracta y tan poco significativa y no como la dolorosa de Santa Eulalia que
parece tan guapa y a la que le hacen todavía más guapa las lágrimas que ruedan
por sus mejillas de escayola el sargento
de artillería respondía invariablemente:
-Precisamente
por eso porque esta Virgen es más misteriosa.
-¿Y
a que viene usted?
-A
pedirle una buena muerte para que resucite con su Hijo al tercer día. Yo creo
en la resurrección.
Entonces
se calaba su gorra y se volvía por donde
había venido.
De
ambas parroquias era feligrés. El sargento Celerizo después el tío Braguetita
era un bendito de Dios. Y murió como un santo. El vino le ayudó a soportar el
tormento de su agonía.
He de confesar aquí que la División Azul ha sido una
de mis obsesiones literarias porque ellos me acercaron misteriosamente a Rusia.
Aunque derrotados el espíritu que trajeron de aquella guerra mundial que todos
los españoles perdimos sigue vivo en la resurrección de los viejos valores:
patria. Dios, Familia, Europa. Justo aquella Europa que fundó Virgilio y que se
nos está yendo al traste porque han ganado la batalla los americanos arropados
por el impertérrito clan internacional zionista (los nuevos nazis al fin y al
cabo enemigos de la libertad u de la iniciativa personal. No sé lo que habrá
sido del pobre sargento Celerizo y de su novia Aderita pero su fantasma le oigo
cantar las viejas canciones legionarias en la baranda del hórreo las noches en
que muge el viento lebeche. Es un viento que viene de Siberia y me habla de
la División
azul y el alma rusa.
División azul, cisni divitsia, die Blau. Marchas y
canciones, juventud y mitos. Utilizada como arma de propaganda por el
franquismo contra Rusia y ahora por los antifranquistas con idéntico objetivo:
darle caña a Putin. Más de lo mismo. La verdad es que los rusos en el Este nos
dieron hasta en el carné de identidad. Aquellos mozos idealistas o aventureros
no estaban preparados ni para las crudezas del General Invierno porque carecían
de ropa de abrigo y los capotes que les dieron en Alemania tenían buen corte,
eran muy bonitos, pero nuestros artilleros, nuestros infantes, nuestros
pontoneros y hasta los rancheros tiritaban en las bajas temperaturas. El
invierno del año 41 fue el peor en varios siglos. Se encontraron, venida la
primavera, con otro enemigo formidable: la rasputitsa,
el barro de los caminos encharcados de la estepa a causa del deshielo. Las armas que les proporcionaron los alemanes eran buenas pero no las
supieron manejar, muchos desertaron, y soldados del Wehrmacht, prevenidos en
retaguardia, y arriesgando sus vidas para cubrir la retirada de la Blau, que en
algún momento se transformó en desbandada, hicieron lo posible para que la
“defensa elástica” o repliegue no acabase en desastre. Los organillos de Stalin,
unos pequeños cañones de retroceso que no hacían mucho estruendo, pero que,
mortíferos, metieron el miedo en el cuerpo de los soldados del general
Infantes, se convirtieron en una pesadilla; el verdugo de la Blau tuvo un
nombre: el general Yukov, un militar zarista que plantaría sus tanques en
Berlín y que luego sería purgado por los trotskistas. Stalin
nunca le retiró el favor pero Beria, el gran comisario judío, le mandó a
Siberia al gran héroe de la Guerra Patria
Di una conferencia hace
muchos años en la sede de FN que ilustré con música polifónica ortodoxa. No me entendieron muy bien los antiguos guripas pero no me arrepiento;
mis observaciones crearon escuela sobre el alma rusa y el resurgir de la
Ortodoxia en el mundo, lo cual es un hecho que chincha a muchos. La sala estaba llena de fachas que no de falangistas y algunos se
quejaron de que pronuncié el nombre de una ciudad donde se libró encarnizado
combate a orillas del lago Ilmen a la rusa como “voljov” y no a la a la
española que hace una mala versión de la ch germánica que no es exactamente la
“ch” castellana; "volchó" Saqué la conclusión
de que muchos de aquellos excombatientes no sabían donde habían estado, ni a
qué fueron para allá; todo eran ideas confusas pero ciertamente la Blau fue un
mito sacrosanto para el franquismo y yo me crié, como aquel que dice, en un
cuerpo de guardia donde los suboficiales y oficiales para matar la espera
referían sus hazañas bélicas: los asaltos a bayoneta calada, los pozos de
tirador machacados por la catenaria de un carro. No obstante, los
militares que estuvieron en Rusia poseían cierto pedigrí, eran la elite de
aquellos regimientos. Debió de ser horroroso la lucha, más que contra los
soviéticos, contra los elementos atmosféricos de la estepa. Lo importante para mí no es meramente el valor de aquellos guripas (al
soldado español el valor se le supone) sino el espíritu que entroncó con lo más
puro y hermoso del alma rusa dando lugar a una gran generación literaria: los
Laín, los Ridruejo, los Gómez de la Serna, los Luis Romero, los Álvaro de la
Iglesia, los Donato León Tierno y sobre todo Tomás Salvador uno de los mejores
novelistas de todos los tiempos que escribió una obra memorable "División
250", la cual hace una prognosis proféticas a la vista de las torres
trucidadas de las cúpulas de Novgorod, el Vaticano ruso, de que un día
volverían a relucir y resurgir porque no en vano Rusia es el país de la
resurrección [1]. Lo
otro eran batallitas. Recuerdo que mi padre traía a casa todos los meses el Guión una revista que editó el
Ministerio del Ejército en que se ponderaba casi en cada número la hazaña de
aquellos divisionarios que lucieron el casco alemán pereciendo muchos en tumbas
olvidadas a la sombra de una cruz entrecruzada con dos palos de abedul. En la escala activa se respetó a los divisionarios al principio. Luego
fueron orillados porque en el cuadro divisionario los masones brillaban por su
ausencia y algunos se mostraron contra la política del Sistema de
antiestalinismo puro y de proamericanismo neto que siguió Franco en los años
50. Hubo un teniente
que se chupó tres años en un castillo a causa de su rusofilia, le acusaban de
comunista. Lo del resto eran batallitas. Lo que no nos dijeron fue que
sufrieron muchas bajas, que no pocos se rindieron o se pasaron a los ruskis y
que estos les dieron una paliza porque aquella guerra no era la suya. Se
trataba de una guerra de exterminio organizada por los fabricantes alemanes de
armas de origen hebreo y los banqueros suizos. Hitler no sabía
donde se metía. Pero todo hay que decirlo: este destacamento ahorró con su
arrojo y valentía mucha sangre porque evitaron la intervención de España en la
segunda guerra mundial Al sargento Barbado, amigo
de mi padre, se le congelaron las manos izando su pieza del 15 y medio cuando
descargaba proyectiles contra el palacio de Catalina la Grande. Le habían dicho
que la famosa zarina era un poco puta... así que duro con ella... La propaganda
alemana había prometido la cruz de hierro de primera clase al artillero que
consiguiera derribar una de las cúpulas del palacio de invierno. Escribían en
cada proyectil con tiza un saludo. "Buenos días, camarada Stalin, espero
que esta peladilla la saborees" No sabían dónde
estaban, ni por qué luchaban, ni donde se metían pero eran conscientes de que
su sacrificio impediría la invasión de la Wehrmacht de toda la península
ibérica. Franco estaba jugando al ratón y al gato con
los ingleses y utilizó a Muñoz Grandes de quien se decía que Hitler quería
convertirlo en su sustituto, en cola de ratón. Supuestamente iban
en devolución de visita A luchar contra el comunismo, pero allí no encontraron
muchos de esos. En los avances atropaban cadáveres entre la nieve de la famosa
“pijota” [2][2] que
atacaba en oleadas con cruces al cuello e iconos con la imagen del Salvador en
el bolsillo de la guerrera. ¿Dónde quedaban los ateos? No eran diablos los combatientes que tenían enfrente sino mozos que
podían ser de tu escuadra y que trataban de repeler una invasión genocida con
las armas en la mano. Hitler estaba loco. Era un
venado que no contaba ni con la dureza de aquel pueblo que quería sujetar ni
con las inclemencias del General Invierno, ni de lo disparatado de la operación
“Barbarroja”. Cayó como Felipón siguiendo los pasos e incurriendo en los mismos
errores de Napoleón. Algunos de la Blau se
echaron novias soviéticas y acudían a los bailes en la plaza del pueblo con las
panienkas pero las panienkas no eran
rusas sino polacas y bielorrusas. Definitivamente, nuestros guripas no sabían
dónde estaban.
Estas muchachas cuando
avanzaron las tropas del general Yukov serían fusiladas o emplumadas por
colaboracionistas. Hay otra gran novela que profundiza en ese extremo. La escribió
Rodrigo Royo convaleciendo de un pepinazo en un hospital de sangre de Vilnius. El protagonista de “Guerra” se enamoró de una judía a la
que salva y otorga un pasaporte para regresar a España. ¿Holocausto decía
usted? bueno pues según y conforme... Esas son palabras mayores. El holocausto
que conocieron aquellos soldaditos hispanos tuvo más que ver que con Auschwitz
con el de Leningrado: un millón de muertos en dos años la mayoría a causa del
hambre en veintitantos meses de sitio. El holocausto de Stalingrado cerca de
quinientos mil entre rusos y alemanes. El holocausto de la primera Guerra
mundial[3][3] que
padecieron ingleses y franceses. No se borre nunca se memoria. Los rusos sienten un respeto profundo y se cuadran cuando oyen mentar
la “gran guerra patria” la mayor tragedia que han tenido en el siglo XX donde
pusieron toda la carne en el asador, todo su heroísmo, para repeler la agresión
nazista. Detrás
de Stalin estaban los americanos armándose con los mejores tanques
pertrechándoles de buenos cazas de combate. Que
los fementidos no nos vengan con sus batallitas. Ellos en parte fueron los
culpables y por eso han inventado un mito en el que muchos caen en la trampa. La división azul no sé si por aquella conferencia o por la aureola que
tuvo entre nosotros a tiempo pretérito constituye todo un género literario
plagado de tópicos. Ahora se nos presenta JM de Prada con su libro gordo de
petete. Hay censura, una censura programática. Pero no para estos lebreles del
nuevo periodismo. Su libro sobre la Blau abunda en los tópicos
de siempre. Nadie podrá brillar a la altura de Tomás Salvador o de Rodrigo
Royo, dos nombres borrados del libro de la vida por nueva inquisición que nos
acogota; sin embargo, se derriten en alabanzas a este chico de Zamora, muy
beato, y muy del sistema capitalista que escribió “Crijas y Verijas”. Un coñazo
de tío. Pero hubo gente, entre los que me cuento,
para los que la División Azul sirvió para dar pábulo a una gran generación
literaria arriba subrayada y entroncar con el alma rusa que es mesiánica y
salvífica. Caen las torres de Jericó y se pisan crucifijos. No importa;
precedido de una lluvia de estrellas mañana en la noche santa nacerá Cristo
(Xristos razdaet) y en el carillón de los campanarios de Novgorod, bolearán las
campanas por el nacimiento del redentor. Entonemos un himno
de gloria y esperanza. Para plantarle cara al futuro. Una luz nos viene del
Este.
La atisbó Tomás Salvador que murió en la miseria y
muy perseguido.
LA DIVISIÓN AZUL Y RUSIA CRISTIANA
[Apuntes de
una antigua conferencia que pronuncié en la Sede de FN en Madrid en 1992]
EL LAGO ILMEN
(1)
Cuenta la leyenda que a orillas del lago Ilmen se
paseaba Sadko tocando el gusli. Tan bien tocaba el joven que las cúpulas de las
iglesias de la hermosa ciudad de Novgorod brillaban más que el sol. Al paso del
joven músico por la ribera, las encrespadas olas del famoso lago donde
acamparon nuestros divisionarios de la Blau y fue escenario de una cruenta
batalla entre germanos y soviéticos revertiría la calma y regresaría la
bonanza. Hasta el propio zar de las aguas saltaba a la superficie desde lo hondo
de su reino linfático escoltado por una turba de ondinas y de nereidas. Cuando
Sadko atacaba las cuerdas de su instrumento, el mundo parecía dominado por un
poderoso sentimiento de caridad y reinaba la armonía entre los hombres. Se
acaban las guerras y las disputas y volvía la pureza de las costumbres y el
amor presidía sus relaciones. Nadie robaba ni cometía adulterio ni perjurio o
calumnia. En una ocasión en que el zar de las aguas reinaba en su palacio de
cristal al escuchar la voz de Sadko acercándose rozagante y magnífico le dijo:
bien tocas padrecito y bien mereces una recompensa y como premio a tu arte te
daré la mano de mi hija Voljova; la princesa Voljova era la más bella y casta
entre las mujeres. Sadko sin embargo aunque agradecido por la deferencia rehusó
la mano de la princesa y se hizo pope. Llegó a archimandrita y cantaba tan bien
que cuando entonaba el canto de Toda la
letanía, toda la ciudad acudía embelesada a escucharlo. Al eco de su voz entre
vaharadas de incienso se veía pasear a los Ángeles por el sabaoth de las
cúpulas. Los enfermos curaban y aquellos en cuyo corazón anidaban los malos
espíritus se verían pronto libres de las cadenas de los vicios y pecados. El
conjuro mágico de la salmodia del humilde pope no ya el Sadko mozo sino un eclesiástico
de barbas bizantinas que llevaba un rosario en el antebrazo operaba efectos
taumatúrgicos. Este bello cuento es un poco el símbolo de la ortodoxia: que
Cristo ha resucitado venciendo a la muerte y a todos los males del mundo. En la
ortodoxia se unen el culto cristológico y la devoción marial. La invocación en
la liturgia oriental a María, que suele hacerse en la misa inmediatamente a la
consagración, es continua porque la Teotokos simboliza la victoria sobre el mal
(zlo) con sus poderes angélicos. Ella
es el nuevo Miguel que aplastará la cabeza del dragón[4]. Si
existe alguna diferencia entre la religiosidad eslava y la latina seria este
matiz que carga más el acento sobre la intuición que el intelecto. La teología
de santo Tomás es maravillosamente discursiva una pirámide perfecta donde cada
sillar apoya al siguiente al de delante y al de detrás. La bizantina se
abstiene de silogismos y no intenta revelar el misterio de la redención a la
luz de la razón. Simplemente cree en el misterio. Su única garantía es la
resurrección del cristo total. La eucaristía se diferencia de la católica pues
no hay consagración sino epiclesis o invocación al Espíritu Santo. El
celebrante después de la fracción del pan coloca sobre las divinas especies un
paño rojo que mueve ligeramente ayudado por el diácono y otros celebrantes
mientras canta la fórmula he aquí el cuerpo y la sangre del Salvador, rito al
que sigue una loa a la Virgen María por haber traído al mundo al Hijo de Dios.
Tampoco hay sagrario porque el cuerpo y la sangre son consumidos de inmediato
por los comulgantes. El sacramento de la confirmación es muy distinto y hasta
los niños más pequeños son llevados a comulgar desde la más tierna infancia.
Sin .eucaristía no hay redención. El conservadurismo, este apego a las
ancestrales tradiciones hace que el cristianismo oriental se parezca al que
hubo en Asia Menor y viene del arameo. Está prácticamente intacto en sus
preces, abluciones, misales, antifonarios y en sus ancestrales cánticos. Desde
san Cirilo y san Metodio. Es precisamente este apego a la tradición lo que
llena de encanto su maravillosa liturgia la cual es grande y a la vez humilde y
deprecante. En sus iglesias no se tolera otro instrumento musical que el de la
voz humana. El canto coral. Los cantos y motetes en fabordón resuenan
incesantes a lo largo de dilatados y prolongados oficios. La recitación
hesicastica consigue que los creyentes guiados en su ascenso del camino místico
por los staretz alcancen la
perfección. Mantras, salmos, letanías. Es el oriente: cristiandades que según
la leyenda fueron evangelizadas por san Andrés el cual predicó en Novgorod y
antes en Kiev a orillas del Dnieper. Pero no hay Novgorod sin lago Ilmen. Aquí
precisamente vinieron a luchar los soldados de la división frente al
bolchevismo aquí donde Sadko tocaba su gusli a la vista de las cúpulas de las
catedrales e iglesias de esta ciudad. Eran un puñado de españoles idealistas
quijotescos que lo dieron todo a cambio de nada. Padecieron las privaciones y
fatigas del hielo la nieve y el hambre y en verano los cancanos y los mosquitos
insoportables de la rasputiza[5].
Los que pudieron regresar luego serian médicos, periodistas, filólogos
catedráticos o empresarios. Ninguno fue capaz de olvidar a Rusia para bien o
para mal. Su sueño era Europa pero no la
Europa de los mercaderes y burócratas sino aquella a la que cantó Virgilio
asentada sobre los valores de Dios Patria Familia, era la Europa de las
catedrales de los talleres y de la justicia social presidida por la cruz de la
fraternidad de Xto. No la Europa de las plusvalías, los políticos trincones,
los nuevos bandidos de cuello duro y materialista sino aquella Europa que rinde
culto a los valores del espíritu. Se combatía por dos palabras: heimat y rodena[6].
Novgorod
colonizada por los suecos significa en dialecto varego la ciudad de la isla. Su
catedral está dedicada a santa Sofía y varios monasterios. Precisamente durante
un corto periodo de tiempo fue liberada y pudo establecerse el culto divino
previamente suprimido el marxismo. Etimológicamente Ilmen significa mar de
barro opero no fue barro lo que se encontraron los esquiadores del capitán
Ordás sino hielo a 52 grados bajo cero aquella sangrienta trágica tercera
semana de enero de la que se cumple ahora medio siglo. Tuvieron 196 bajas solo
quedaron siete supervivientes en el batallón. “Las guerras-ya lo decía Tito
Livio- son concertadas por los más viles y abyectos y combatidas por los más
valientes y generosos”. En un tiempo en que son derribados pedestales y caen
las estatuas como en un cuento de Oscar Wilde, tras el derrumbe del Muro de
Berlín en la Europa del Este no sólo cambian los nombres de las calles sino que
también se profanan tumbas de soldados convertidas en blanco del furor
vindicativo de este finiseculo sometido a los desmanes de un nuevo Termidor
revanchista totalmente anticristiano. Suprimido el comunismo y derrumbado el
sistema soviético de una forma tan acelerada y sorprendente, por todos los
rincones de Europa se alzan blandiendo las espadas ensangrentadas los nuevos
sacerdotes de Moloq cabalgando sobre alazanes de fuego que rasgan los aires
agitando las crines en las que en lugar de cabellos crecen serpientes. Sobre
los cielos cobrizos de la estepa esos cielos que el gran escritor divisionario
Tomás Salvador describió como falto de vitaminas sobrevuelan grandes bandas de
cuervos. Esas siniestras aves han aventado la cadaverina guiados por una
rapacidad que atisba el amplio expolio. Si bien es esto cierto también parece
que la religiosidad del pueblo ruso registra un nuevo florecer. Están llenos
los templos, aumentan las vocaciones sacerdotales y aspirantes al sacramento
del bautismo. Y se siente el blesni[7] de la
cristiandad. Xto. Regresa a su nación preferida con palabras de perdón y de
reconciliación. Él, que es fuente de eterna misericordia, como entona con
cadencia suplicante el diacono en su canto litúrgico de una riqueza melódica y
de una expresión adorante extraordinaria (blagoslusenia).
El subir del incienso y el refulgir del oro de las casullas y de esos iconostasios
que parecen pintados por Fra. Angélico agrada a la vista y al oído. Todo eso
debió de impresionar a Tomas Salvador así como otros muchos de los
expedicionarios participantes en la campaña. Habría que hablar de una expresión
que sólo existe en idioma ruso: la “sobornostb”[8].Cierto
que en la gran marcha a pie desde Polonia hasta la Rusia profunda muchos se
sentirían despeados y derrotados por la inmensidad misteriosa de la estepa. Sin
embargo darían por bien empleadas sus fatigas y los sufrimientos que trae
aparejados la vida del soldado al comprobar que las poblaciones les aclamaban
por libertadores. Se abrían las iglesias al culto al paso de los regimientos
blindados de la Wehrmacht. Volvían a brillar las lámparas en las credencias de
los altares de Minsk, Posad, Grigorovo. Se encendían candelas a la Virgen.
Volvieronse a escuchar las estrofas del himno del Akathistos[9]. En
diversos narradores de la Blau hemos podido compulsar este punto de contacto
entre la religiosidad y el idealismo: ese entusiasmo con los valores del
espíritu. De ahí que para muchos de los expedicionarios el contacto con la
Rusia lejana supusiera una catarsis, un cierto embeleso al ser deslumbrados por
los fulgores viejos del antiguo cristianismo. Estamos convencidos de que aquellas
quintas que van desde el año 32 al 40 es decir los nacidos entre 1912 y 1920
fueron un prodigioso apéndice de penetración histórica. Algún día se les
terminará haciendo justicia puesto que como dijo el romance tras de tiempos
vendrán tiempos y máxime ahora cuando las cosas pasan deprisa y vienen tan
aceleradas. Los españoles llevábamos sin salir a Europa desde los Tercios. El
común denominador de aquella generación fue la espiritualidad y tengo que
aludir aquí a Las cartas del sargento
Basilio de José García Luna. Espiritualidad y sentido del humor todo junto.
Otra constante en todos ellos es la ausencia de odio. En División 250 de Salvador y en las Cartas del Sargento Basilio se
habla del hermano Iván y del hermano Mischa “que nos incomodan con su música de
viento: los temibles organillos de Stalin”. Muchos se sienten deslumbrados por
la literatura rusa. Habían leído a Chejov en su nostalgia angélica y por cuya
obra pulula la aspiración a los ideales nobles choca con la rutina de la
existencia y el tedio de los hombres vencidos. O contemplado el alma humana a
través de Dostoievski o Tolstoi o admirado las perfectas descripciones de la
naturaleza de Turguenev. La narrativa rusa parece un corolario o sobrehaz a las
páginas del Evangelio. Así que las iglesias que ellos contemplaron seguían
siendo las mismas que las retratadas por los maestros rusos: edificios sólidos,
de traza cuadrada con un atrio o antojana que lindaba con el camposanto, de
muros abocinados de madera o de ladrillo rara vez de piedra y con cúpulas
bulbiformes. Hasta en las aldeas más míseras alza su cresta por encima de las
techumbres de bálago de las isbas el chapitel del templo ortodoxo con sus
cruces trilobuladas una exégesis trinitaria en medio del campo y el bosque. Son
torres sin campanarios.[10]. En
el interior no suele haber bancos o reclinatorios porque a las ceremonias
litúrgicas se suele asistir de pie. Tampoco hay imágenes o estatuas de santos,
una reminiscencia del tiempo de los iconoclastas. En las naves laterales aparecen
iconos y lamparillas de la Theotokos, iluminado su rostro por velas,
oscurecidos por la pátina del tiempo.
2
El altar donde se consagra y se alza el cuerpo y la
sangre del Redentor por una mediana algo más que la altura de un hombre
(iconostasio); la ortodoxia por herencia de los misterios órficos se guardó de
la consagración coram pópulo a sabiendas de que en toda religión ha de subyacer
una cierta magia. Cuando todo se desvela no hay misterio. Al iconostasio que
solo se abre un par de veces durante la eucaristía se accede por una cancela o
verja que abre y cierra el diacono y que se llama puerta real o “darov dvor”[11]. Las
puertas quedan patentes durante la celebración sólo en las súplicas al
Paráclito o epiclesis; en el trisagio o invitatorio o Agios como fórmula del
concilio de Nicea contra los arrianos; en la comunión impartida bajo las dos especies y por último
en la bendición final que el celebrante imparte haciendo la señal de la cruz en
aspa.
La anáfora es más larga que el canon latín y el
padre nuestro se canta una vez y se reza tres. El coro canta con frecuencia el
Slava Tibie o gloria a Ti, doxológico. Es un rito hermoso, cuajado de
simbolismo y de reminiscencias ancestrales de gestos mayestáticos y de una
solemnidad suprema. Las capas pluviales y dalmáticas recamadas de oros y
cobaltos llevan en los vuelos grabada la palabra Niké (victoria) y la feligresía se persigna con frecuencia y
realizan las genuflexiones o plokoni.
Los ortodoxos rara vez se arrodillan. Doblan el torso a veces hasta tocar el
suelo con los dedos de la mano. Se rigen por el calendario juliano que marca
sus fiestas con respecto al gregoriano con dos semanas de retraso. Tampoco
coinciden en la celebración de la pascua salvo una vez cada quinientos años. Es
la fiesta más importante. Después la de la Trinidad. Radiezstvo o nacimientos.
Blagovenia en conmemoración del Bautismo de Jesús, que suele coincidir en
Occidente con la de San Antón. En las fiestas mariales son importantes de
Blagosloveñie o Anunciada el 18 de diciembre y la Ushpenie o Dormición el 15 de
agosto. El santoral deriva de los menologios griegos y en ellos se dan santos
que no figuran en el martirologio romano como san Mistofan, san Spiridon, san
Josafat pero sí san Jorge por ejemplo común a los dos ritos que orientales y occidentales celebran el 23 de
abril. Son importantes las celebraciones de los profetas mayores: San Daniel,
san Ezequiel, San Ezequiel o san Jeremías. La fiesta de san Andrés el 12 de
diciembre es una de las mayores y con motu propio. La de san Juan Crisóstomo la
celebran el 30 de noviembre cuando nosotros veneramos a san Andrés por este
retraso apuntado entre el calendario juliano y el gregoriano. A san Juan
Crisóstomo el patriarca de Constantinopla expulsado al exilio de los montes de
Armenia por fustigar en sus sermones las corruptelas de la corte se le profesa
gran devoción. Un pueblo de gran sensibilidad como el ruso, tan inclinado al
coloquio, y de sus grandes capacitaciones literarias se encuentra a sí mismo en
la fuerte tradición oral surgida al pairo de los rapsodas pues es el país de
los cuenta cuentos y de los rapsodas tienen que venerar a la fuerza al
Crisóstomo[12].
Rusia es el cuento de los cuenta cuentos y de las “sdachi” y que ha legado a la cultura del mundo historias tan
hermosas como la de Blancanieves o Zoliuska. Rusia al igual que Irlanda tiene
una fuerte implantación oral por los estratos campesinos de su población. En la
narración breve nadie consiguió ponerle un pie delante a Chejov o Andreiev. En
ambos autores un par de pinceladas sirven para condensar el pálpito de lo
bello, ese fulgor misterioso traspasado de serenidad y de clemente unción la
cual se refleja en los iconos. Los rusos no tuvieron edad media. Se plantaron
directamente en la modernidad desde el barroco. De ahí que la tradición
cristiana sin pasar por la contrarreforma o la ilustración. Para su suerte
desconocieron las luchas y escándalos a los que dio lugar el papado. Fue un
verdadero don de dios tener iglesias autocefalas y con ello se libraron de las
guerras de religión motivadas en parte por el escándalo y las corrupciones de
la sede apostólica durante el siglo XVI. El haber estado en parte bajo la
dominación otomana dio a los patriarcados cierta cohesión y fue un verdadero
milagro que no desaparecerá el cristianismo. Eso se debe a los zares herederos
del imperio bizantino. De este hecho arranca su supuesto mesianismo. Tan hondo
caló en el pueblo ruso el sentido mesiánico que la palabra para designar a un
campesino y a un creyente es la misma: “xristianki” como hombre o mujer de vida
sencilla que guarda los mandamientos y a la gente común almas. En la gran
narrativa rusa solo aletea el aliento resignado de la aceptación de la voluntad
divina. Los legionarios de la Blau se sorprendían de la mansedumbre,
servicialidad y falta de rencor que observaban en los soldados y oficiales que
hacían prisioneros en sus escaramuzas con el ejército rojo. Pese a su desgracia
parecían completamente avenidos a su destino. Ese talante melancólico inclinado
hacia la belleza sin una mala queja o un lamento, sabiendo percibir la vida
desde una óptica triste pero esperanzada en la resurrección se muestra en su gran capacidad espiritual.
Pero al propio tiempo esta resignación les vuelve indolentes y abúlicos a los
rusos. Casi resulta inexplicable como un imperio ha podido derrumbarse en estos
últimos días sin que haya pasado nada y sin que se haya disparado un solo tiro[13]. Las
babiusas moscovitas armadas de infinita paciencia hacen cola a las puertas de
los Gastronom con sus mostradores vacíos en espera de una ración de carne de
leche o patatas. Esa actitud resignada, ese fatalismo anta la voluntad de dios (volia
boshe). Esta actitud resignada, este talante fatalista, lleno de sumisión,
se cruza constantemente como un espectro por las páginas más brillantes de la
literatura rusa aunque Dostoievski hable de una franja de locura pesimista que
las llena de nihilismo en periodos de abatimiento. Es un país que se extenuó
primero en la lucha contra el tártaro y después contra el turco. Es Europa y
Asia a la vez. El ángel de la melancolía rusa (tascá) se torna en ironía sapiencial en Gogol (ponia) y se vuelve complicada clarividencia en Dostoievski. Es
sencillamente ganas de vivir en Pushkin que se asoma a los rostros de los
tahúres que juegan en las noches de Petersburgo a la caza de la dama de picas.
Y en Chejov es esa sonrisa añorante que se convierte en suspiros y en taedium vitae. La vida no es más que un
triste jardín de los cerezos desde donde se nos expulsa. Suenan los golpes
secos del hacha en el jardín. Llegan los acreedores. Se cierra la finca. Nos
amenazan los consignatarios, la vulgaridad, la indiferencia, el desamor. Todas
las historias de grandeza concluyen en la crujía de un hospital en la galería o
en la cárcel o en el convento para perderse irremisiblemente en ese pañuelo de
tierra que nos aguarda. Solo el vaskresenia o la esperanza de la resurrección
en Xto. Da sentido a la existencia. Puede mitigar tanto dolor. Aquí yace la
clave del gran humanismo ruso: en las veras esencias del cristianismo. De su
mano alcanzaría la novelística rusa las más altas cimas de excelsitud literaria
o se hundió en los penetrales de los flujos de conciencia psicológicos. El alma
rusa se ha enfrentado al bien y al mal con una sonrisa misteriosa “ylibiatsa”.
Es la sonrisa de Basilio el patriarca de Constantinopla que no aceptó las
exigencias del emperador Valente. O es la sonrisa que el viajero encuentra al
llegar a Moscú y que puede ocultar siempre cartas bajo la manga. Es la misma
sonrisa con que los mujiks acogían el látigo del barín. La troika siempre
avanzará por la taiga a golpes knut. Ante la tiranía del amo sólo cabe el
ensimismamiento. El mujik sometido parece decirle a sus propias barbas:
-Ahora tú ganas, me maltratas, tu comportamiento es
infame, pero poco importa porque al final resucitará cristo y nos librará a ti
y a mí del oprobio de nuestros pecados. El se apiadará de tus culpas y a mí me
librará de la injusticia.
Pero semejante mansedumbre no es sinónimo de
debilidad sino que es capacidad de aguante o “vinolit”. Es la resistencia rusa que plantó cara a Hitler y a
Napoleón. Stalin cuando se vio perdido y con los alemanes a las puertas de
Moscú hubo de acudir al patriarca Sergio y apelar al patriotismo eslavo que es
profundamente religioso. Rusia –la shirokaya
natura[14]-
es casi imposible conquerir militarmente. Siempre se guarda una carta en la
manga y exurge cuando parece vencida. Es el país de la resurrección. De la gran
pascua rusa que Rimski Korsakov pasó a los pentagramas. Los que ahora mismo
venden la piel del oso antes de cazarlo debieran ser cautelosos. “Russland ist krank-decía recientemente
un comentarista de la Radio Deutsche Welle- aber
nicht todkrank”[15]. Creo que muchos veteranos
de la Blau aquí presentes y que sobrevivieron al invierno ruso y a las pulgas y
fiebres de la rasputitsa[16] creo
que entenderán lo que quiero decir con tal afirmación. Rusia tiene una cara
oculta como la luna. Entre sus escritores unos son pro occidentales (raskolnieki o zapadniets) y otros eslavófilos. Culpan a la religión los
zapadniets del atraso de la incuria y de la incultura nacional como Turguenev mientras otros los raskolniki
dicen que Rusia ha de centrarse sobre sí misma. Tal es el caso de Dostoievski.
Solzhenitsin ha venido a determinar que el Oeste está podrido. Se está
refiriendo a los banqueros ingleses a los ambientes cosmopolitas alemanes que
generaron la Weltanshaung y los
padrinos del warmongering o maestros ajustadores de los conflictos. La
ortodoxia por su parte va en contra de ese latido pesimista y trae un mensaje
de alegría el de la resurrección...De un fracaso militar y estratégico como fue
aquel (la agrupación tuvo muchos prisioneros, infinidad e incontables
deserciones porque mucho se habían apuntado para pasarse a los rusos porque
habían combatido bajo las banderas del comunismo en la guerra civil) se siguió
un punto de partida, un algo que está en la mente de todos hoy. La gente de mi
generación sujeta a los vaivenes del idealismo y educada en la búsqueda de la
excelencia y de la utopía (pleno empleo, nivel de vida, amor libre, educación y
sanidad gratuitas) a través de una enseñanza tan excelsa como precaria en los
seminarios y colegios de frailes y monjas puede adolecer de confundir la verdad
con la fantasía. Nos lavaron en cerebros con lucubraciones entreveradas de lo
falsa y lo verdadero: en el amor y en la concepción de la mujer un tanto
petrarquista y en la creencia de que el orden de las cosas es de una sola pieza
con una línea demarcación tajante entre el bien y el mal, la noche y el día, la
luz y la sombra.
3
Al correr de los años hemos ido descubriendo a base
de descalabros y de desengaños que no hay tal hito de separación. Que los
campos se confunden. Era el resultado de la propaganda franquista. Yo tenía una
idea romántica de todo aquello. Hube de marear la perdiz. Las batallitas de los
de la división eran charlas de cuarto de banderas en que se mezclaba el escozor
de la derrota y de las penalidades con el orgullo de haber sido supervivientes
del invierno ruso y al avance incontenible de la infantería soviética que peor
pertrechada que la alemana cuando los organillos de Stalin o pequeños bazucas
eran su herramienta principal había [17]mostrado
ser la mejor del mundo. Los mozos de aquellos reemplazos que se alistaron en la
campaña de Leningrado tenía una idea vaga e imprecisa de sus motivos y esa
imprecisión seguiría después en los que crecimos al pairo de aquellas “gestas”.
Pese a la derrota, los militares regresaron con la moral y artilleros infantes
y caballería mecanizada aprenderían bastante sobre el arte de la guerra. Hasta
el punto de que puede decirse que aquellos veteranos serían la elite del
ejército de Franco. Rusia les había transformado. Les resucitó. ¿Por qué? No se
me ocurre otra explicación que el contacto con ese aire mesiánico y renovador
que tiene todo lo ruso. Uno se explica por qué ahora la ex Unión Soviética está
en el punto de mira de los ataques de la propaganda occidental. A tal respecto
a Rusia se la odia por ser cristiana y por ser depositaria de valores de la
cultura europea... De manera que la versión de autores que a mí me
entusiasmaban por entonces como Vadillo, Salvador o García Luna, no era falsa y
tiene en la actualidad plena vigencia. Otro pregunta que me asaltó al estudiar
las hojas militares de todos los que sirvieron en el Osten Front alemán fueron
relegados y ninguneados e incentivó mi curiosidad halló una explicación en los
tratados de amistad con los Estados Unidos que sólo sirvieron para mermar la
capacidad ofensiva y defensiva de nuestro ejército. Los americanos nos
entregaron partidas de desecho de la guerra de Corea. Jeeps que se atollaban en
las maniobras y carros de combate que no disparaban. En suma chatarra. Por lo
menos la Wehrmacht estaba mucho mejor preparada y gran parte del material que
se utilizó en España en los años 50 y 60 era alemán y de muy buena calidad. Yo
me había formado una idea muy romántica de todos aquellos supuestos pero a
grandes rasgos mis percepciones no estaban muy alejadas de la verdad.
En la ortodoxia todo gira en torno a la resurrección.
La gran novela de Tolstoi del mismo identifica un poco el alma a la vez
melancólica y exaltada del pueblo eslavo. Xto. No sólo triunfa de la muerte
sino que da vida a la naturaleza toda
con savia nueva. Entonces el amor llena la tierra. Es un ideal que nunca se alcanza. La realidad de
todos los días es el pecado y la muerte que se acerca y un leitmotiv que se
repite todos los años y que la humanidad avance sin conseguir la meta. No
importa. La noche del sábado santo todas las campanas bolean a gloria por toda
la tierra. Es un mensaje salvífico que impla los confines de todas las cosas.
En ruso en búlgaro en polaco el día del señor o domingo se llama Resurrección.
Otro aspecto diferenciador es el valor que se da entre ellos a la tradición y a la liturgia con su
carga estética del platonismo. Bizancio por ejemplo ejerce un gran influjo en
los latinos hasta la baja edad media inspirando por ejemplo todo el arte
románico y la idea de belleza del Cristos Musicus, del Cristos Sculptor y del
Cristos Pictor que se refleja por ejemplo en el hieratismo del Pórtico de la
gloria. La fe ha de entrar por los ojos, es algo inefable. A ella se llega por
el oído y por la vista pero sobre todo por el oído. Fidex ex auditu. El Cristo
ortodoxo tiene que ver entonces muy poco con el Yahvé que truena en el Sinaí,
un dios que hace la guerra y que maldice a los enemigos. A los popes no les
está permitido tomar armas ni alistarse en el ejercito a diferencia de lo que
ocurrió entre las órdenes militares de occidente.
En este año de 1993 se celebra el sexto centenario
de San Sergio de Radonezh una especie de san Juan de Dios a la rusa que abrió
un sin número de hospitales y casas de beneficencia por todo el país. Es uno de
los bienaventurados más milagrosos de todo el calendario del Santo sínodo y
también un devoto de la virgen puesto que gracias a él toda la vieja Rusia se
llenó de viejos iconos. De la Teotokos Hizo una profecía que creo que se ha
cumplido: que Rusia se salvaría mediante la protección de la Virgen. Rusia por
tanto ha renunciado a los planes quinquenales y manda venir a los yurodivi o santones que van de un lado
para otro con unas alforjas y unos evangelios por todo bagaje, recorriendo en
bordonería mística la estepa. Su espiritualidad sigue los rumbos de los hindúes
y el camino de perfección lo va marcando a los iniciados un “staretz”. He aquí
que pues toda Rusia se ensimisma vuelve a su vieja espiritualidad mientras envía a la chatarra las divisiones
acorzadas y los bombardeos nucleares. Lo que no quiere decir que no sea un país
muy fuerte. Militarmente hablando sigue siendo tan fuerte como los Estados
Unidos e Israel y no es tan fácil destruirlo como quisieran muchos de sus
enemigos. Así pues Rusia propone un rearme moral como programa de salvación
para la humanidad mientras se acoge a la protección del manto de la Virgen. No
soy teólogo de oficio por más que lo sea de afición ni me creo la persona más
idónea para pronunciarse sobre cuestiones de tanta enjundia cómo el asunto de
quien lleva la razón en esta vieja disputa por cuestiones canónicas más que de
dogmáticas [el único matiz es el famoso Filioque que alejó a los latinos de los
griegos en el Concilio de Nicea en la interpretación de la hipóstasis
trinitaria] entre Roma y Bizancio que se vienen manteniendo desde el siglo XI.
Doctores tiene la Iglesia… empero, y lo digo como un atisbo la unión de los
cristianos o de los separados hermanos como se reza en el Octavario de la Unión
de las Iglesias que ahora celebramos[18]
podía llegar muy pronto. Contamos con la presencia de un papa eslavo[19].
Juan Pabilo II puede ser el buen pastor que apaciente la grey hacia un mismo
aprisco. Karol Wojtyla es un papa que vino del frío y existe una máxima en la
Iglesia que afirma: “Ex oriente lux”. Y ciertamente en medio de las convulsiones
milenaristas del finiseculo cuando todos se trastoca y han renacido viejas
polémicas sangrientas en los Balcanes y el Cáucaso y renace el fantasma de la
sequía y de la presura gentium y de
los corrimientos de pueblos que darán ocasión a migraciones masivas de la
lluvia ácida y depleciones de ozono o el flagelo de la pandemia (el sida es el
equivalente a la inguinalis plaga del s.XIV) y el de la superpoblación
convergente con una carestía de recursos se alza redentora y clemente la luz de
la cruz que refulgió en el Gólgota. Es la antena de la verdad pero la verdad se
encuentra en crisis y más manipulada que nunca. Sentarse ante la pantalla del
televisor significa en la actualidad para muchas gentes someterse a un
maniluvio o baño que lava nuestro intelecto de cualquier ilusión. Contra toda
ética periodística en la actualidad se manipulan las conciencias. Se trata de
romper a la familia reducida a mero florero objeto o por el contrario de hidra
feminista que es totalitario y antiliberal. Muchos hogares se han convertido en
infiernos y esa es una de las causas de la llamada violencia domestica lo que
antiguamente se denominaba crimen pasional. Todo ello forma parte de la
confusión de un orden nuevo anticristiano y todo él una antilogía contra los
principios evangelios. Nos han arrebatado la alegría y nos han sumido en la
vanidad de la superstición y el materialismo que sólo cree en el becerro de
Oro. “Sed mundus vult decipi” proclama
Jerónimo. Tal vez siempre fue así aunque la propaganda nunca contó con tanta
proliferación de medios. La capacidad persuasiva del diablo parece haber ido en
aumento. Se combate la sabiduría, la bondad, el silencio entre tanta gritería y
tanta proclama histérica. El ser humano se encuentra sumido en una postración
moral. Quiere hacer de la persona humana portadora de valores eternos según
afirmaba José Antonio un pelele un muñeco con alma de quita y pon igual que si
fuera un bote de coca cola o un articulo desechable. La jerarquía católica
parece que asiste como convidada de piedra a este evento, lo cual enfurecía a
Joseph Ratzinger a la sazón secretario de la Propaganda FIDE que contra los
modernistas esgrimía una frase del Kempis. “Con nuestra reivindicaciones
formales mucho hablamos de la Iglesia pero nos estamos olvidando de Cristo”.
Era un grito contra la secularización y el abrazo a lo inmanente echando al
olvido lo trascendente. Los ortodoxos al conservar las viejas tradiciones
litúrgicas nos están dando una lección. Los patriarcados son auto céfalos pero
apolíticos, suelen estar con el pueblo. A ningún archimandrita por ejemplo se
le ocurriría bendecir a los terroristas etarras como ha hecho un monseñor
donostiarra. Había que dejar las cosas del siglo para concentrarse en las cosas
eclesiales. En nuestras viejas catedrales levantadas por la fe de un pueblo
como torres de expiación ante el Altísimo ya no surgen a través de sus columnas
de altas estrías flamígeras nubes de inciensos ni se escucha el eco de los
cantos. Solo se percibe el taconeo de los turistas que pasan lejanos frente a
las imágenes y en las sillerías de los coros duermen los viejos cantorales de
piel de becerro sobre el alma del facistol. Ya no hay prima ni tercia ni
vísperas. Ni se canta ya el oficio divino. No se ven canónigos apoyando sus
posaderas sobre las labradas misericordias de roble. La iglesia española parece
que alberga complejos por el pasado y ha renunciado a sus esencias. Pero en fin
no perdamos la experiencia. Cristo está en la historia. Alcemos con Él el grito
de salutación Pascual
-Cristos vaskriese.
-Paistini
vaskriese.
-Arriba España.
Se escucharon muchos
aplausos en la sala
III
ALDOUS HUXLEY
Anunció un tiempo terrible
sin demasiadas ternezas y pasó a los neo inquisidores la mano por el lomo.
Aldous Huxley habló para toda una época anunciando la posibilidad de un mundo
irredento de listas negras y de nuevos propaladores de consignas y palabras al
oído con planchas masónicas sin tolerar el sarcasmo y convirtiendo en un delito
la alegría de vivir. Un tiempo en el cual la ironía estaría penalizada por
multas por los grandes sacerdotes y los encomenderos de la persecución y la
tortura utilizando fórmulas escritores de confianza, sus rapsodas, sus
pregoneros, sus políticos. ¿No estará pasando eso en lo que antes era la vieja
Yugoslavia? – esto se publicó en el Diario
de Burgos el 5 de noviembre de 1994-. Aldous Huxley cien años cumple un
apocalíptico.
Puede ser que su efemérides
harto incomoda y picajosa para los que andan pregonando el fin de la utopía
resulte irreverente y piensen suprimirla porque
asistimos a una especie de misa negra en la cual se quiere ofrendar en
holocausto a la inteligencia- esta ceremonia no es sino un vestigio de las
viejas ordalías medievales y de la quema de libros en la plaza pública. Se
trata de borrar la memoria de rescribir la historia y de provocar el caos
controlado que acabará con países de la vieja Europa; primero, Yugoslavia, a
continuación Ucrania y acto seguido vendrá Cataluña cuya secesión respalda el
grupo judío norteamericano. Inane ejercicio porque de los palimpsestos vuelve a
surgir la letra erradicada el nombre incomodo. El nombre de Aldous Huxley
Londres 1894 – California 1963 es tan incomodo como el de Orwell del que 1984
provocó muchas vestiduras desgarradas entre los panegiristas de Reagan y de la
Thatcher. Con su ironía arde Huxley al
igual que Eric Blair, el nombre real de Orwell, en resonancia profética;
denunciaron los abusos de una sociedad superdeficiente bajo la vigilancia del
Supercofrade con grandes autopistas de
la información yendo y viniendo donde la opinión es tabú y casi no se
puede pensar por cuenta propia en que surgirían los grandes trusts
periodísticos como meollos de la cuestión una especie de juzgados de la verdad
y oficinas de la noticia donde se gestiona lo que ha de conocerse. Este sí.
Este no. Quid libet et illibet. La
sutil manipulación de la cosa. Estos reinos de taifas se encuentran regidos por
auténticos midas de la comunicación muy arrogantes que supervisan las ideas y
las conciencias y cobran el barato del miedo. En Francia empezó a surgir un
nuevo individuo le penseur en congé,
el periodista sin periódico. Vino uno y nos echó a todos. Empezó la gran
desbandada la operación de dispersión y de manipulación. El gentleman británico
una voz valiente que denunciara el caos frágil de salud y medio cegato tuvo una
visión de lince de lo que avendría en el futuro. Como padre de la novela
utópica científica. Un mundo feliz no
era más que un sarcasmo pero hubo bastantes críticos que se tomaron la obra en
serio. Empezar a ser como si el pasado no existiese y por supuesto el futuro
tampoco existiría. Aldabonazo a la memoria. Cien años después de su nacimiento
la obra de este gran autor inglés apocalíptico es un toque de advertencia a
todos aquellos que tratan de suprimir la memoria. La generación espontan4ea no
se da en la naturaleza. Tampoco hay el borrón y cuenta nueva a la totalidad.
Huxley intuyó la que se avecinaba con más de un siglo de adelanto. Las
libertades cibernéticas podrían sumir al género humano en la mayor de las
tiranías. Los poderosos utilizan “su libertad” para conculcar la Libertad y esa
Libertad pertenece a los otros aunque ellos no la respetan. Tendríamos, en
consecuencia, bloqueos económicos, chantajes, invasiones. La comunicación
instantánea por defecto traería la incomunicabilidad pavorosa del ser humano. Y
entre los individuos las familias las naciones. Tiempo de tinieblas. El regreso
al buen salvaje y al Emilio roussoniano supondría la aniquilación de dos
milenios de cristianismo y todavía estaba por llegar don cesar Vidal el pseudo
que oculta su fe y acude a las manifestaciones con un sombrero de rabino. El
hombre un lobo para el hombre. Prevalecería la fuerza bruta. Aquí nada de
ideas. Regresamos a la selva urbana haciendo tabla rasa de todas las conquistas
sociales en aras de un supuesto liberalismo económico fomentando la fraternidad
universal. Los negros llegarían a Berlín con un cartel en la solapa en cuyo
letrero ponía Europa el paraíso. Y estaba por anunciarse la gran invasión de
almadías pateras y cayucos sobre nuestros linderos. Uno me dijo en las siete
chimeneas vendrán a morirse a nuestra puerta y aquel colega del gabinete de
prensa tuvo una inflamación profética de la categoría de Huxley. La ley de la
pirámide invertida el mundo patas arriba y la verdad boca abajo. Este peligroso
juego de borrar la memoria dio pábulo al origen del superhombre
nieztschianiniano. Critican a los nazis pero estos sionistas mucho se parecen a
ellos. Son hijos de la gran Z. Se está creando un nuevo lumpen que es joven y
urbanita. Es bueno que haya muchos analfabetos. En la otra vertiente están los
escogidos people elected los lacayos
del sistema que rinden tributos y
obediencia al Supercofrade. Todos empezamos por entonces a hacer zapping y a
ser peleles del mando a distancia. La esclavitud a la carta. El nuevo gulag de
la aldea global que es aldeanísimo resentido lleno de resquemores mal pensado y
cuajado de vulgaridad que vive entre las ráfagas de las luces de neón y el
pretil de las frases hechas. Sus vidas cuelgan sobre el vacío pero ellos se
sienten a resguardo. Sería por lo tanto un alto privilegio la probabilidad de
pensar uno por sí mismo. Ilotas informativos sin posibilidad de remisión.
Huxley no era un profeta del viejo Testamento. Por eso no utiliza el furor de
los antiguos iluminados sino el understatement
de los británicos para enfundar su mensaje en un envoltorio como para no darlo
demasiada importancia y para reírse tal vez de sí mismo. Por más que Cela se
mofe con frecuencia y con esa socarronería suya tan de afilador garbancero. De
los profetas que según él cayeron en desuso en Huxley verdaderamente profeta
tenemos. La más grande tarea de un
escritor es la de hablar en nombre del futuro. Escribir ya los hemos dichos
muchas veces tiene que ver en gran medida con la corazonada o la genial
intuición el rasgo de humor y eso forma parte de ese quid divinum que ha de tener la profesión. Los escritores
importantes continúan la labor callada y cada uno en su medida y en su parcela
de la Revelación.
Huxley pertenecía
a una escuela de grandes novelistas ingleses quienes capitaneado por
Wells encararon el futuro y ensalzaron la utopía en sus servidumbres y
grandezas con un poco de sorna. La literatura inglesa aportó a la universal el
periodismo, los libelos, la utopía relacionada en lo protestante con el
concepto católico de los Novísimos. Tomás Moro y Robinsón en su isla. Swift y
los viajes de Gulliver. Belloc. Chesterton. Orwell. El robinsón en su isla del tesoro. Todos estos nombres
reflejan esa preocupación británica por el advenimiento de un tiempo nuevo y de
un mundo diferente. Fuentes que manan leche y miel. Ínsulas baratarias. El
dorado jauja todos a bordo del transbordador de Staten Island. Aldous Huxley de
formación científica plasma en sus escritos el gran pesimismo de su generación
esquilmada en las trincheras de la primera guerra mundial: On the Margin, Themes &Variations, Point Counterpoint, Those barren
Leaves son producciones de su primera época. Sobre todo instaura la novela
política que se ha de trastocar en sátira de la vida contemporánea. Novelas que
constituían el aviso de un turbulento avenir según el crítico G. Sampson.
Aparte de Counterpoint fue relevante la de A
Brave New World porque este título de novela es ya una frase hecha. Tampoco
hay que olvidar La Máquina del Tiempo
y el Post master General. En
estas obras se hace una critica social pero se insiste en el aspecto de la
injusticia y la dominación de unos pocos que tienen bajo la bota de la
esclavitud el chantaje y la amenaza a unos muchísimos y la conclusión es la
misma que la de la Rebelión En la Granja de Orwell: todos los animales son
iguales pero algunos son más iguales que otros. Se mantuvo en los precintos de
las minorías y la verdad es que sus novelas nunca alcanzaron los grandes
tirajes. Se le consideró una mosca cojonera que cantaba las verdades del
barquero y tuvo que exilarse a América. En realidad era un emigrante que buscó
en Hollywood un lugar al sol. La Metro Goldwyn lo tuvo en su nomina como un
lujo. Rara vez sus guiones fueron aprovechables pero de otros se rodó alguna
que otra película. Este disgusto con su patria inglesa es algo que comparten
gente de su generación en mayor o menor escala: Maughan, Wells, Shaw, Bertrán
Russell, Graham Green, a los que les estomagaba la mediocridad y consistencia
de la monarquía inglesa. En especial con Isabel II en el trono. Murió en
California casi ciego a consecuencia de un cáncer en la lengua. Toda su vida
fumó en pipa.
IV
AMANUENSES Y FONTANEROS.
ORWELL
Es un mero fontanero y un amanuense al del dictado de otros.
Estamos tocando un mundo feliz con la punta de los dedos. Pero de este mundo
súper eficiente y al dictamen de las normas del Hermano Grande y Gordo (el big fat cat, el gato cebón) los
libertarios como yo lo vamos a pasar muy mal.
Pido la venia e invoco la misericordia del Altísimo porque este proyecto del gran
diseño pone patas arriba mis convicciones de cristiano. Estoy releyendo a mi
maestro Orwell con el que trabé contacto en Hull cuando pasaba hambre y me
olvidaba de la gazuza comprando libros de la Penguin.
Por un
par de chelines sacrifiqué una comida y me hice con dos de sus libros
imperecederos: 1984 y Animal Farm[20]. El homenaje a Cataluña siempre me pareció
inferior pues cuenta sus desdichas en el Frente del Ebro.
Pero
la pluma
de Orwell sutil e inconsútil de una sola pieza vuelve a frisar alto en
sus historias del vagabundaje In and out
London and Paris donde refiere algo de su biografía como tramp[21].
Los
mendigos son figuras preocupantes que sin embargo rondan el cerebro de todo
escritor sobre todo si lo es de genio.
El escritor de raza intuye que su vida puede
acabar en la misma rúa de pordiosero. Dios nos libre.
Muchas veces indeliberadamente se coloca
detrás de un personaje de su invención y lo que está detrás no es ficción. Le
va a pasar a él. Por arte de birlibirloque por esa magia que tiene la palabra
para crear para intuir. El buen escritor adivina el futuro Aunque el oficio de
novelista tenga poco que ver con el de profeta arúspice o quiromante, pero como
el profeta habla en nombre de la deidad, como arúspice introspección las
entrañas negras de las aves cuando los ánsares se ponen a graznar en el
Capitolio como pasa ahora y ha pasado siempre, y en cuanto quiromante tiene
algo de brujo y de prestidigitador que va a la caza mediante la palabra del
aura espiritual que dimanan todos los seres.
En ellos el poeta encuentra el aura y surgen
chispas. En esas estamos. La soledad del literato, el abandono, la miseria y el
hambre que padecieron los genios.
A veces escribir es un acto profético y en
Orwell el derrelicto del malecón del Tmesis y el guerrero de nuestra contienda
civil que se preocupaba más que de las balas franquistas de su petaca porque si
le faltaban cigarrillos era incapaz de
coordinar las ideas ni de escribir un par de frases.
En
“1984” proyecta el mundo de hoy con sus ministerios de la verdad, el double talk (doble lenguaje) y el new language (nuevo idioma) los
ministerios de la Verdad y la presencia de un poderoso gobierno omnisciente
como los novelistas malos y omnipresente como el propio Dios. El Gran Hermano
de la tiranía tecnológica y totalitaria. Los “demócratas” (entre paréntesis
oiga que yo no tengo nada contra la democracia bien entendida que como la
caridad empieza siempre por uno mismo) se cabrean mucho cuando se les dice que
Orwell no estaba pensando en la sociedad al otro lado del telón de acero,
puesto que ya cayó el muro de Berlín y
al Big Brother lo encontramos por doquier. Sólo le falto a Eric Blair [22]
un adjetivo; el de americano y ya tendríamos la reseña más cabal.
Es el imperio el que tira del carro. El sueño
global, sueño mesiánico por otra parte, como
lo fue el sueño católico de los españoles en el siglo XVI plasmado en el
soneto de Juan de Herrera de una sola grey bajo el cayado de un mismo pastor.
Lo que pasa el que el American Dream es laico aunque América sea toda ella una
nueva religión, una forma cultual amén de un credo político.
Quizás debajo de la chistera del Tío Sam o del
pariente que escudriña lo que escribimos por Internet, el vecino que nos espía
(he is watching behind the fence[23]).
La amante que no es nuestra amante sino una
agente del gobierno, el jefe que nos persigue, los compañeros de trabajo que
auscultan nuestra ficha y dan el parte si llegamos tarde, (jó qué lío) pero
vivimos en el silencio y el terror sonámbulos por los pasillos del gran
edificio que describió Kafka, otro que tal baila en la Metamorfosis y en The Trial[24].
A
este paso nos vamos a convertir en cucarachas en un mundo feliz donde hay que
pensar por prójimo y adoptar los modos y creencia que se nos impone desde
arriba vía imagen y propaganda. Todos somos Wilson el personaje de esta novela
que sube a su buhardilla londinense con paso cansino y en cada descansillo se
encuentra con un cartel que le advierte:
-El
Hermano mayor te vigila.
Una
sociedad plana y sin conflictos eso es el irenismo, una herejía de los siglos V
y VI que se ha vuelto a poner de moda. Pero ojo que en 1984 se habla del
control del lenguaje. De la doma de las palabras para que obtengan otro sentido
semántica diferente a aquel para lo que fueron inventadas y eso es lo temible y
peligroso.
La
reducción de todo un idioma a una jerga de no más de mil palabras como es el
lenguaje coprológico neoyorquino, los analfabetismos mentales, peores que el
analfabetismo real, los cerebros bañados en estupidez y en soap opera[25],
el tialismo cultural [la tele nos quiere convertir a todos en tontos de baba a
base de drama y de películas made in Hollywood], la policía del pensamiento. Y
todo lo demás.
Cuando
escribió este tratado de sociología política novelada no estaba adelantando
Orwell lo que pasaría en 1984 sino lo que está ocurriendo en 2008 y lo que
ocurrirá en 2010 o 2020. A medida que se haga más fuerte la presencia de la
tecnología será más aleatoria la libertad de conciencia porque a lo que en
realidad vamos es a un totalitarismo.
Pero eso no tiene la culpa ZP que es un gran
intuitivo y un gran amante de la libertad. Él se limita a poner música a lo que
pone el libreto. El gran demiurgo esconde la cara y utiliza caras y cimbeles y
testaferros. Lo mismo daría Zapatero que Rajoy o Galardón o Merkel o Bush o
Zarcosy le petit juif.
V
IRENISMO TOTALITARIO. LA
FALSA PAZ Y EL GRAN ENGAÑO
El alto mando se ha hecho invisible y es el
que controla. Big Brother is watching you. En el país que describe 1984 hay ministerios muy raros. Uno se llama
ministerio de la Verdad y otro el ministerio del Amor pero todos los años se
celebra una fiesta: la del odio en la que aparece el enemigo del pueblo un tal Stein, un judío al que hay que
golpear.
No
sé si Orwell estaba pensando en Big Laden cuando se puso a escribir en el
Londres de la posguerra derruido por las bombas de la Luftwaffe. También se
trata de un enemigo invisible. Quizás irreal pero al que hay que machacar y
sacudir como reafirmación de nuestro ser. Orwell escribió su obra maestra
durante un terrible invierno de posguerra el del 45 en una isla escocesa,
apartado del mundanal ruido de Londres. Al año siguiente entraría en un
sanatorio de enfermos de pecho en Gales. Estaba tuberculoso perdido.
Dentro de unos días será san Pelayo de
Córdoba, el monaguillo del obispo de Tuy al que quiso dar pol culo un califa
resistiéndose el pobre niño, y al grito de maricas y lesbianas de todo el mundo
uníos invertidos bolleras y pederastas tendrán su fiesta laica y sacarán a su
santo disfrazado de arco iris por las calles de Chueca. Axial la Virgen de la
Paloma se nos convierte en transexual. ZP ha creado un ministerio que nadie
sabe para lo que es. El de la Igualdad.
Pujos feministas que ya adelanta Orwell en esa
mujer pálida y cara de arpía pelambrera color de arena que le hace la vida
imposible al protagonista Wilson.
Es
la abanderada o alférez del feminismo de batalla. Pervirtiendo el lenguaje se
consigue un trasunto semántica de la inversión de roles y de valores. La
homosexualidad acaba con la fecundación. Un mundo nuevo. Un nuevo concepto de
familia uniparental.
Hijos
probeta. Manipulación genética y manipulación mental pero de todos estos
peligros lo más peligroso es la perversión del idioma. En las escuelas ya no se
enseña castellano. Se enseña lengua y por ahí por esos textos manipulados por
ese prurito de enviar a la hoguera las viejas y hermosas palabras que duermen
en los diccionarios es por donde puede acabar el mundo. In principio erat verbum.
Sin
embargo no hay que ser pesimistas. Höldering otro dichter alemán visionario nos advertía de que las revoluciones de
este tipo dejan un sedimento positivo.
Y
Yeats se alegraba con ese algo nuevo nos ha caído. La hora más escura es la de la amanecida dicen los
sefarditas. En tal contexto, todos somos Wilson, todos somos Stein y nos tienta
la rubia fláccida con la cabellera terrosa. El diablo disfrazado de
gobernanta-señora de la limpieza- funcionaria del Big Brother-agente secreto -
chivata. No se puede decir miembro. Hay que decir miembra. No juez sino jueza.
El
Hermano Grande habita entre nosotros. Tanto nos ama que nos ha puesto la
argolla de esclavos en un mundo feliz sin castas ni barreras sin permisos de
residencias ni diferencias interétnicas. Un mundo feliz se convierte una
entelequia. No es un paraíso sino una mazmorra adonde bajan a golpearnos todas
las tardes cien demoñillos borrachos. También lo vio Quevedo como Orwell en sus
Zahúrdas de Plutón.
Las utopías albergan un propósito bueno y
edificante. No son malas de por sí. Creo que este tiempo que nos ha tocado
vivir es bastante interesante.
A
muchos españoles se les vuelven los
dedos huéspedes; no les gusta Zapatero. Lo han hecho en burro de todos sus
palos. Pero él no tiene la culpa. Él
sólo le juega con las cartas que le echan.
A mí sí. Con independencia de que esos ministerios de la Verdad y de la
Igualdad me parezcan peligrosa. You ought
to take the Good and the Bad. No todo es malo ni se va a acabar el mundo.
Sonrían por favor.
Tras las conmociones del Viernes de Dolores – las
profecías empezaron a cumplirse en los meses que aguardan a la gran traición-
ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e institutos
de venganza (give me more). Calixta
la novia que tuvo neozelandesa con su cara de kivi y su voz atiplada de
cupletista pelirroja le gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó del Sinaí
con las tablas de la ley en mano, y yo sólo soy un pobre mortal, mientras hacían el amor en la scullery de su
piso con derecho a cocina junto a la estación de metro de Earls Court en
Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla “Me dejaste a buenas
noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que tenía Emilio de hacer el
amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones en Marks&Spencer que
le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y desde entonces le
puso el mote de Emiliano Pantalones. Eran grises como la
luz de atardecer que iluminaba su
penthouse de soltero en la calle Jardín de las Flores entre Fuljan y Oca Bromato Load. Tenía yo
ganas de huir y me uní al gran corro de la desbandada. Me producía una cierta
tristeza. Ya venían, las vi yo venir, predicas incriminatorias, precitas
instancias. Iba a cambiar la tortilla y yo echándome aquellas novias tan
exóticas que a la hora de pedir no se cortaban un pelo. Dame más. El personal
no quiere saber nada de nadie ni de nada. No me cuente usted su vida y en ese
grado de insolidaridad estamos llegando a los tiempos del 36 cuando los
madrileños en aquel otoño sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y
Medio (Gran Vía) donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba
batida por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no me cuente Vd. su vida, ya me la sé.
El amor en tiempos de cólera que dijo un cursi pero yo voy a lo mío. Me siento
al volante y tira millas. Venga radiales, duro que te pego horizontales de
encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el cansancio aquel que te afligía como cuando viajabas
desde Essex a Yorkshire. 180 millas en la A1 en tu mini de color rojo. Parabas
a tomar un café en un pimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo es marrano, eso
queda muy consignado en los servicios de las fondas en el camino real. Y los
ingleses son unos cochinos, pero los franceses lo son aun más y los portugueses
para de contar. Todo el país es como si le olieran los pies. Huele a Fátima y a
milagro. A melancólicas cuerdas de fado.
En España `por lo menos una taberna de mala muerte goza de las premisas de un
excusado. Y eso es civilización amigo mío y lo demás son vainas. Tenemos un
pueblo campesino los de abajo que se comportaba. Los de arriba, los condes, los
marqueses, Goya, Picasso, se afrancesaron y todos a mamar de la teta de la loba
capitalina y entre sorbete y sorbete prorrumpen en un ay lo mal que está este
país. Muy bien no vamos… tú come y calla. Cuando hay movida a esta gran nación
que se llamaba España siempre le sacan las castañas del fuego los de abajo, los
curas trabucaires, los chisperos, las putas. Y Agustina de Aragón puede ser un
caso. De ahí que el pistolero de Larra nunca me conmueve. Larra era un señorito
y escribía bastante mal. Y en afrancesado pero cayó en gracia sin ser gracioso
con sus cortes de traje a la medida y sus tallas de lindo pisaverde. Pues no te
digo, dándoselas de entendida, el regalo de pedida de doña Ficticia al príncipe
fue El Doncel de Enrique el Doliente un folletón por entregas con traza de
novela histórica. Malos gustos
literarios debe de tener esa doña Leti. Cierto la tristeza tiene un
color no puedo hablar no me entienden acaso sea muda. No me cuente su vida oiga
que es muy triste no venirme con milongas. Llevamos unos cuantos años con las
brigadas del amanecer haciendo de las suyas y no es el cartero que viene a
traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte o el comisario que
llega a ponernos una denuncia y nos ruega vellis nolis acompáñame amos anda...
pero tú que te has creído... predicas infernales... ese doctor de las mañanas
de la tele que debe ser del hopos pues lleva años y años en antena no para de
hablar de cáncer... harte el encontradizo o el advenedizo que tú no te enteras
leñes que ellos piensen lo que les de la gana... tan, tan.. ¿Quién? Abra. Un
registro. Es usted ulanito de tal.- yo soy domingo García Sabell el jefe. Tenga
la bondad de acompañarnos. Aguarde que me ataco los pantalones. ¿Puedo ir al
baño? Pues tendrá que hacérselo por el camino. Puro tramite. El del mosquetón que
te observa por la mirilla del mingitorio mientras que tú evacuas tu vejiga. Una
triste saca. Un maldito paseo al amanecer. Billete de ida al reino del iras y
no volverás. La vuelta no se tarifa. Ni se expende. No existe. De los sencillos
y de los torpes es el reino de los cielos. Esa facultativa de ojos claros y el
culo gordo que archiva su ira y se pasa el día entero zampándose tarrinas de
chocolate. Por eso el culo se le ha puesto como un balón. Facultad de que decía
vuesa merced. Reñidas oposiciones y hoy tocan a fajina. El corazón amante.
Caballero a sus manos y señora a sus pies. Escucho en la distancia el largo
pitido del tren. Pican al timbre una madrugada de aquel verano en un inmueble
de la Red de San Luis y ya digo no es el lechero. Nos devoramos unos a otros.
Nos fagotizamos con tanta guerra civil.- fotos trágicas el máuser en alto. El
mono azul y la guerrera postinera recogen mal los abultamientos de los senos de
aquella bella miliciana y un falangista en la cárcel de san Antón se le escapó un
piropo a la vista de su Verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el
pelotón no me va importar acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían
hacia Cibeles desde el palacio de Buenavista y de gobernación las camionetas
del ejército de la verdad. Un comisario se llamaba Dapena y nos van a liquidar
igual que conejos. Fue el que dijo esta sobra pues sí sobra claro que sí. Lo
malo es que había mucho más jefes que indios y los que maulaban y coloquiaban
que ya no se les pone gorda. En los tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo
monto con la señora Maqueta ale. La Política no interesa y el que escribió el
estatuto prostituto se da aires de compinche y fuego fatuo. You dont tell me fibs. Pero si eso es el
placer de contra en eso precisamente está el misterio y la maula. Mañana es
domingo de ramos y arranco pa Segovia de estampida. Mis huidos y mis
circunvoluciones tienen bastante miga. El skyline de la ciudad donde yo nací me
tranquiliza pero es para ponerse muy sentimentales sino para precaverse. ¿Vienes
pa muchos días? Sólo a las procesiones, Fuencisla. Las hermandades, los cristos
rotos, el entierro de los gascones la torre de san Justo proyectando su sombra
en viernes santo contra la luna el rumor lejano de las aguas del Rasemir, el
bamboleo de los pasos y un cirio que
arde y otro que se apaga al penetrar en la zona de corrientes del azoguejo que
nosotros denominábamos el arzobejo. El diablo que aparece a lo lejos con su
tridente. La banda del regimiento marca el paso y los gastadores estallan sus
botas contra el cemento de la calle. La banda de la academia ataca la Marcha
fúnebre. Los prestes entonan el gorigori en fa bardón. Un moro en cuclillas se
acurruca respetuoso cerca de las tapias del cementerio y él también ve el
tránsito de los pasos. El pueblo devoto canta Amante Jesús Mío. Las manolas
visten velo de luto riguroso y adornan su peinado con una peineta de carey.
Alguien con voz de borracho se arranca por una saeta. Sin belleza no puede
haber misterio. Tampoco cristianismo se acerca la Venus victrix con su
rozagante manto de dolorosa que porta en la mano un arrastrapeplos. Todo esta
bien drapeado por el que hizo el planteamiento pero en esta noche hay alguien
que nos estorba, las fichas parece que se mueven y bailan los datos pero todo
en esta atmósfera respira intensidad y tiene lo que los alemanes denominan spanung. La novela es un concepto
musical y eso mismo lo tiene ahora mismo mi ciudad. Me arrojo de cabeza, me
sumo en el oleaje de los recuerdos a la busca de una cierta congruencia y del
hilo de la fábula. Las trenzas de Ariadna y su rubia cabellera las llevamos
recogidas en cintas multicolores. Me multiplico, he de hacerme ubicuo y gozar
del don de la bilocación con que el Señor favoreció a algunos de sus
determinados siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni tampoco perder la
calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia mientras las mucamas
romanas esperan el autobús en la parada de mi barrio cuya marquesina se ha
convertido en objetivo de los gamberretes. Lo expliqué en un artículo que este
vicio moderno de las tribus se denomina clastomanía, un vicio como otro
cualquier, tan respetable, verbigracia, como la del millonario que vive en los
chalets de abajo, los que vierten al río y que rebusca en los cubos de la
basura y los contenedores, aquejado del mal de Diógenes, acumular y guardar en
el nido igual que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar la cuesta
de los álamos subido en una bicicleta de carreras que seguramente no mercó en
la tienda, sino que es una de los muchos testimonios de su pasión por la
rebusca. Extrajo el triciclo de un contenedor. Ser y tener. Tanto tendrás tanto
valdrás. Los romanos tenían una cierta pasión ordenancista. Suum cuique, decía pero eran muy
supersticiosos y no se fiaban mucho del provenir cuando volaban las aves en
dirección contraria y escuchaban el dictamen de los arúspices asegurando esto
va mal. La crisis. Pues comamos y bebamos y bebamos que mañana viviremos. Al
triclinio y más tarde al vomitorio. El papado por ejemplo es una constitución
carolingia y la Iglesia como la
literatura y su pasión por los cilicios y las torturas mentales un cajón de
sastre. Luego vinieron a perfeccionar el sistema los visigodos con sus
corregidores, bailíes, paciarios y
el uso del sello y el balduque en los documentos oficiales. Desde entonces
todos los clérigos son funcionarios. En realidad es lo que debieran ser los
curas. Limitarse a su misión de funerales, bautizos y matrimonios y poner
nombres en los libros de registros. Cuando se salen de esa misión específica ya
empezamos todos a mear fuera del orinal. Clericus del griego “kleros” que no
quiere decir otra cosa que patrimonio. Los límites son pues mucho más modestos
que nuestras pretensiones y si nos ciñéramos a la línea, si fuésemos un poco
más modestos, las cosas empezarían tal vez a ir un poco mejor. Lo que pasa es
que hasta el siglo XVIII trono y altar fueron unidos y no andaríamos metidos en
equipolencias tomistas ni de discusiones a gritos en las salas de grados. A
flor del suelo yace mi realidad. El lecho o lectum era la siguiente pieza
consecutiva al triclinio porque de grandes cenas están las sepulturas llenas y
el lecho no era más que la tabla donde dejaban reposar el cadáver los romanos.
El descanso final. Pero desde la resurrección el sepulcro está vacío y eso -¿lo
es?- es una garantía de que nosotros también resucitaremos. Ardua cuestión.
Mejor no pensar. La muerte debe de ser como una gran novela sin capitulo, sin
espacios, sin dialogo sin puntos ni comas ni punto final. Temo a la hinchazón post
mortem la tumefacción y luego los gusanos. La lanzada de Longinos me hizo
sentir sed. Tengo sed y pedí a san
Pedro que me acercara un vaso. Pero tú eres uno de ellos. ¿Tú estás en nómina?
Me dieron posca mezclada con hiel.
Lo probé pero no lo bebí y he aquí que he muerto por asfixia como morían todos
los crucificados. Mi cabeza era un paquete de dolor. Me coronaron con las ramas
de una cambronera de púas aceradas y
eréctil es. O vos omnes qui transitis per
viam videte si es dolor qualis dolor
meus. En la caja de un cuerpo humano no puede caber tanto dolor pero yo
resistí hasta el triunfo de la resurrección. Tú, señor, pudiste (eras el hijos
de dios) pero ¿y nosotros, frágiles pecadores? En la sabana santa quedan marcas
de la hematidrosis de Getsemaní y del ziphus vulgaris que fue la zarza con se
tejió la corona de espinas. Un sacerdote tocaba el sistro en el altar de los
sacrificios citando a Jeremías y escupiendo para otro lado. Puaf... ese hombre.
Nos vino s aguar la fiesta. Tenemos que inventarnos otro holocausto- traedme a
Isaac y a un carnero. Se oscureció el sol, se hizo de noche, se desencadenó un
vendaval y el viento silbaba lúgubre entre las cruces, el velo del templo se oscureció dice el
evangelista. Velum templi scissum est et
omnis terra tremuit. Tremuit. Latro
de cruce clamabat dicens: memento mei domine memento mei dum veneris in
regnum tuum. Dimas esta misma tarde estarás conmigo en el paraíso le dijo el
buen Jesús al buen ladrón. No es extraño que después de este relato y de las
santas reliquias y marcas del santo síndone haya muchos hombres nos hayamos
enamorado del proyecto de Jesús en la historia. Porque fue dios lo asesinaron
porque era verdad cuanto decía lo contradicen. Y no hay vuelta de hoja.
VI
ORWELL
ESCRITOR DE ESCRITORES
He vuelto a las páginas de
Orwell estos calurosos y esperanzados días de la Copa de Europa el pesimismo
ambiente que nos embarga a los españoles por lo demás tan inconscientes y
vitalitas adoptando una actitud frente a la crisis pastueña y resignada
moruecos que llevan entre los cuernos un cartel con la leyenda de “échame pan y llámame can”. La gran prosa
de este escritor tan inglés y tan
universal hace evadirnos de los vaticinios apocalípticos sobre el incremento de
los impuestos el “corralito”, los hierofantes televisivos que nos meten mano al
pensamiento. He decidido no escuchar a Intereconomía donde hay un fulano
conductor de un programa de línea abierta apto sólo para masoquistas y para los
pobres viejos que viven en la cultura de la queja que es como una burbuja. Moaning… Moaning[26].
Nos queje usted tanto, haga algo, tome decisiones resolutivas. A mí que soy
algo judío y creo en la ley del Talión Dios me ampare y me perdone si los
sicarios matasen a alguno de mi familia, voy a por ellos. No me gusta ser víctima,
detesto a las plañideras pero el locutor en cuestión parece un disco rayado
contándonos la desintegración de España, el derrumbe de las cajas. Quiere matar
a los viejos en la antigua radio de Serrano Suñer el ex nazi. ¡Esa boquita tuya
de piñón, amigo Eleuterio Ramos, parece una escupidera de sinrazones, una
gárgola de odio y a un radioescucha de Málaga, le dejó con la palabra en la
boca! Modos absolutistas del hijo de coronel.
Trato de escaparme del pensamiento único que anticipara Orwell. Los que suponen
que su “Granja de cerdos” y su “1984” constituyen una sátira contra la
utopía capitalista. Tiraba la barra mucho más largo y se refería al mundo en
2012.
Anteayer presencié un debate televisivo en la BBC- cómo me recordó mis años londinenses- dirigido por el gran David Dimbleby hijo de uno de los
grandes personajes de aquella casa en el que los participantes se quejaban de
que la libertad de prensa se encuentra en entredicho en el propio UK. La
llegada de Rupert Murdoch y el 11S acabaron con lo poco que quedara de
libertad. Cargó a lo largo de sus breves y azacaneados días contra el Capitalismo, Catolicismo, Sionismo y antisemitismo, Islam, el Pacifismo, el Comunismo, el Troskismo. No conoció en su hora el empuje
revolucionario y casi demoníaco del Feminismo
reduccionista que ha puesto del revés a toda la sociedad occidental. Es muy de
hoy. Tampoco el movimiento gay tenía en los años 40 el predicamento de que goza
hoy. España se ha convertido en un laboratorio de este feminismo causante de la
guerra de géneros. Eric Blair únicamente conoció a la lucha de clases y al
sufragismo. La violencia doméstica poco arraigada en Inglaterra y si se produce
porque allí el matrimonio también está en crisis existe una consigna de
maquillar los casos de atentados en la intimidad del tálamo y aminorarlos para
que no cunda el efecto llamado al igual que se trata de silenciar los suicidios
pero en España a lo que se ve existe un sentimiento morboso de convertir en
primera página y entradilla de los telediarios de asesinatos conyugales sin que
los noticieros se adentren en pormenores o analicen las circunstancias
desencadenantes. Culpando al varón nunca a la mujer. Está visto que en España
no podemos vivir sin terrorismos. La violencia de género, número y caso se ha
llevado a más gente que la maldita ETA. Esta sociedad a la cual parece irle la
marcha se desintegra en su célula más viva que es la familia. Parece ser que
eso es lo que se pretende. ¿Quién gana de estos luctuosos sucesos? Los abogados
y los bancos. Tragedias cotidianas que los periodistas del duerno cuentan con
la impavidez del que se bebe un vaso de agua. ¡Qué horror! Pero seguiremos con
George Orwell. El negro zumbón Obama parece por lo siniestro y bocazas un
protagonista de sus dramas. Escritor de escritores, que ha resucitado al inglés
inconformista y al comunero castellano que llevo en mí. ¡Viva la rebelión en la
granja! El gran porquerizo se ríe de nosotros, nos trata como a cerdos, a
patadas y observa si nuestros jamones son lo suficientemente gordos y demócratas
antes de sacrificarnos en la toza. Todos aquellos que piensen que la novela ha
de ser un espejo que se tiende a lo largo del camino como reflejo inerte e
impávido de lo que se ve y lo que se halla, lo que se trama, lo que acontece,
cuando entren en la apasionada prosa de
Orwell se han de dar con un canto en los dientes pues él es un anti Balzac que
cuando se pone a escribir es porque una rabia le conmueve o le abruma una rabia
de denunciar una injusticia o descubrir una mentira. Los argumentos de sus
ensayos pedalean a piñón fijo. No hay salida. Tú ya no te me escapas. Un libro
para él ha de contener un mensaje, una tesis, una quemazón interior que hace
arder en el alma solitaria y a lo mejor vanidosa de todo escritor un fuego
misterioso. Así que ni espejos a lo largo del camino ni hojas de ruta ni
omnisciencia ni otras paridas, que son artilugios para los poco agraciados en
este oficio donde abundan los romos y los novelistas malos tienen aquí vigencia
alguna a lo largo de la trama de desencuentros en un mundo totalitario. Esos
carriles decimonónicos con estar ya muy gastados y ser harto aburridos siguen
no obstante una herramienta de trabajo para los escritores malos y
acomodaticios Vg.: Vargas Llosa y
tantos y tantos escritores ingleses o norteamericanos del momento que llenan
páginas y más páginas de los suplementos dominicales. Sin embargo, del
advenimiento de estas ranas literarias que croan al borde de la charca George
Orwell ya nos previno. Son los eternos compañeros de viaje, los comparsas de la
orquesta y su llegada ha ido en detrimento y desdoro del arte de las buenas
letras: keep the Aspidrista flying… Put a
spool in Baodicea´s chariot son frases que se me quedaron grabados de
alguno de sus libros. Consciente de la era que le había tocado donde la
política ancilaria de los mercados de valores, de los bancos y el gran
capitalismo, Orwell se revela como un animal político y también se rebela. Por
eso lo pasó muy mal y fue un incomprendido. Murió tuberculoso a los 47 años,
fue un vagabundo por las calles de Londres y de Paris y de tan fatal
experiencia va a nacer su mejor libro Down
and out London and Paris.
Fue
funcionario del Servicio Imperial de Su Majestad, soldado mercenario en la
guerra de España, periodista de la BBC de donde le expulsaron bajo la sospecha
de ser un agente comunista siendo así que no podía ver ni al fascismo y el
comunismo.
Fue quizás para él un drama
remar contra corriente y tratar de mantener su independencia en una era de
auges del totalitarismo en que había que definirse; o se está con unos o con
otros, o eres blimp o antiblimp[27]. Al menos no
había sonado la hora del “pensamiento único” y consigue publicar a pesar de ser
odiado por la “inteligencia” británica que le llamaban el “vagabundo”.Eric
Blair había nacido en la India en 1903 hijo de un funcionario escocés. No tuvo
formación universitaria, no consiguió una beca para Oxford. Fue autodidacta llegando a escribir quizás el
mejor inglés en prosa la más sólida de los años treinta y cuarenta. Empedernido
lector de largas horas, consiguió un trabajo como dependiente en una librería
londinense y en esta pasión por la lectura cuajó un estilo, límpido, directo
sin los floreos y arrequives usuales entre los literatos de su generación.
Cinco años estuvo enrolado con la policía montada de Burma y esta experiencia
le puso en contacto con la brutalidad y la corrupción de sus camaradas con los
nativos. De regreso a la metrópoli la depresión del 29 le hace perder el
trabajo, cayó en la pobreza y se convierte en un “tramp” en un “homeless”
de esos que hemos visto dormir en las calles de Londres entre cartones. Conoció
el sufrimiento cara a cara y vio la muerte de cerca en el frente del Ebro donde
le pegaron un tiro una mañana cuando contaba en la trinchera un chiste a sus
camaradas acerca de los consejos que daba la policía imperial cuando una
súbdita de su majestad graciosa iba a ser violada por un local: aceptar lo
irremediable:
-Just close your eyes, keep your
mouth shut and think of England[28]
Fue evacuado al primer hospital de sangre en Barcelona y regresó a
Londres. Su enrolamiento en las Brigadas Internacionales obedeció no sólo a
motivos de ideas sino a razones económicas como a tantos y tantos mozos
ingleses de su reemplazo en la cola del paro. Ir a la guerra de España, aparte
de toda una aventura, supondría algún dinero aunque muchos no volvieron para
contarlo. De esta experiencia nace uno de los mejores libros que haya escrito
un inglés sobre la guerra civil española: Homage
to Cataluña. Narra lo que vio: el gran desbarajuste, las luchas
internecinas del bando republicano y plasma su odio como miembro del POUM
comunista hacia los comunistas. Eric Blair es un autor genial pero lleno de
contradicciones. Sus simpatías hacia los catalanes a los que siempre consideró
españoles, habida cuenta del surgimiento de personajes como Arturo Mas, Pujol, Rovira y toda la
patulea de grandes separatistas chocarían con lo expuesto en sus libros porque
aunque no hablen de natío el castellano los considera como los españoles más
castizos y apegados al terruño. Ve en los nacionalismos una expresión de los
demonios del siglo XX. Caracteriza tales movimientos como inestables,
irracionales, xenófobos, pretenden que su lengua y que su raza sean las
mejores, lo que siempre será ocasión y rienda de conflictos. Son inestables y
se hallan llenos de complejos racistas. Se declara pro-judío y ridiculiza a los
graciosos que en el music hall devanaban chistes antisemitas. Sin embargo,
advierte de los peligros del Sionismo
que podría tomar el testigo del catolicismo como movimiento nacionalista
universal de cariz religioso. Uno de los escritores que más le desplace de su
tiempo es Chesterton, ese escritor
cockney que cree que la religión romana frisa por encima del protestantismo y
el paganismo aunque no niega que el autor del “Candor del Padre Brown” sea un novelista original con garra y con
genio. Como muchos británicos Orwell veía a la Iglesia Católica como un
instrumento de colonización espiritual. El Vaticano
fue para ellos una potencia extranjera. Dijo en su tiempo verdades de a puño.
Sin embargo, gozó de la oportunidad de denunciar el estalinismo cuando corrían
los más crudos vientos siberianos de la guerra fría. Él no lo sabía porque toda su obra es dentro de su lucidez
un barrunto con los ojos cerrados, pero contra lo que en realidad estaba
arremetiendo este lobo estepario era contra lo que vendría al final de la
guerra fría tras la caída del muro de
Berlín, el desplome del comunismo; se equivocó en un lustro porque su novela en
lugar de titularse 1984 debería haberse llamado 1989: fue cuando vino el
doble lenguaje y la dualidad de pensamiento y el control del individuo merced a
la introducción de la electrónica en el mundo de la comunicación. Verbigracia.:
Snowdwn y Assange, Wikilileaks, las grandes agencias del espionaje que desde
Londres y Washington espían nuestros mails y nuestras conversaciones por el
móvil. Su gran libro 1984 no ha sido
reeditado con la frecuencia que debiera porque es un manual de usuario para
saber lo que está pasando en un planeta globalizado y unipolar. No convendría
mantener a este gran novelista inglés en el ostracismo. Es un maestro del arte
moderno de la literatura aunque muy poco convencional. Cada vez que algo le
ponía de los nervios escribía una novela yendo así contra toda la preceptiva
del arte narrativo. Fue un elegante periodista y escritor de escritores denso
de ideas que dio a la estampa esas grandes utopías que fueron 1984 y Animals Farm.
VII
ARBÁS LUGAR MÁGICO
Se viene bien desde Busdongo corazón arriba entre
gollizos gargantas y desfiladeros que jalonan el perfil orográfico de la Sierra
Madre, torres románicas, pueblos viejos del antiguo reino leonés que guarda
perfumes mágicos del arca sagrada de las Españas. La tierra empieza a ascender
a levantarse, dueña de su empinación mítica pasadas las revueltas pinariegas
del Rabizo. Yo siempre paraba en la Venta la Tuerta a desbeber y a dejar que se
columpiaran mis niños en el pequeño parque temático de este antiguo corral de
relejes para las diligencias que hacían la ruta de Asturias. Habré hecho el
camino mil veces. La primera vez una noche de julio del 68 iba yo a probar mi
primer seiscientos galano y a ver a una media novia que tuve en Oviedo. Aquel
amor se ha muerto y ahora de vez en cuando la llevo un ramo de flores blancas a
su tumba un cementerio entre castaños y cipreses sobre una colina vigilante del
trajín fabril. Tengo las sensaciones de aquel primer viaje metido en los
cuadriles de mi memoria. En Busdongo probé por primera vez la sidra y cruzado
el puerto paré en una romería que había en el pueblo más bonito de la península ibérica por la
vista y el nombre que se llama Flor de Acebos
y ahora en lugar de flores a
María recuerdos y melancolías es lo que llevo. Estos parajes de montaña
siempre han tirado de mí siendo una orientación o querencia inexplicable. Ya no
bebo culines como entonces y Flor de Acebos es casi una aldea deshabitada razón
la crisis la gente se va muriendo cierran las casas se derrumban los hórreos y
ya no se escucha el cloqueteo musical de las lecheras que bajaban con la
herrada a la cabeza avisando al son de sus madreñas ¡ay mozas de mi juventud!
¿Dónde se fueron que se hizo de tanto galán y caballero que fue de tanto
frenesí? Lo risueño del pasaje no cura mis melancolías esta mañana de domingo
manriqueño. Virgen de Arbás, ruega por ella, protégela en tu dulce seno. Ahora
no me olvido cuando paso por estos riscos de encomendar su alma con un
padrenuestro y me prosterno ante la tumba de don Luis Menéndez Pidal el
restaurador de este templo y que tiene escrito sobre la lauda del arquisolio un
impresionante epitafio que dice: “líbrale
señor de la eterna condenación de la misma forma que él salvó de la ruina este
templo”.
Por más que administrativamente estas laderas de los
Montes Universales sean tributarias de León, en ellas comienza la tierra
asturiana. El hecho ciertamente se percibe por el acento del
bable allí hablado, así como por la estructura del románico rural de las iglesias de aquellas aldeas
reestructuradas durante el barroco siendo rey Carlos III, o, antes, tal vez,
ofreciendo singular parecido con los
templos y monasterios a la umbría de Pajares (campanarios de dos ojos en lugar
de torres como en Andalucía y ambas Castillas, exiguos trazados, con antojana
en vez de atrios en lugares apartados y recoletos. Se trata de las Nonas o
nueve monasterios ubicados al albur de estas montañas sagradas que enmarcan la
entrada de las Asturias.
Hasta la reforma cluniacense de Alfonso VII la
archidiócesis ovetense, según creo, era sede primada y su jurisdicción
alcanzaba hasta el Miño adentrándose en tierras lusitanas. Toda esta zona ofrece parajes bellísimos desde el Bierzo hasta Liébana
con importantes núcleos monásticos (Babia,
maestros templarios, los conventos del valle del Órbigo y Baños de Luna
así como Astorga, núcleo de la dominación romana) y toponimias excelsas que
hacen pensar en su pasado romano: Ponferrada, Riello, Villablino, Bobia,
Villarejo, Amio, Murias y otros enclaves situados a la estribación de la
cordillera cantábrica al pie de los Montes Universales. En tales atravieses a
la sombra de impresionantes cárcavas, gollizos, y esas sillas de montar
tamizadas de canchales y cantos rodados, verdaderas autopistas por donde bajó
el hielo del cuaternario que dejaron los glaciares, se constituye el núcleo de la “fabla” (bable)
astur leonesa que se escuchó durante la Edad Media de aquí hasta allende
riberas del Duero, penetrando en Extremadura. Era el idioma del antiguo reino
de León con sus usos y costumbres, sus fueros y sus instituciones jurídicas, su
forma de aparejar y de construir, además
de una vestimenta con influjos moriscos.
A
los notarios se los denominaba “fieles de fechos” y las casas eran construidas
con galerías de madera por delante; adentro, el estragal o tinelo pero con poca
portada y sin corral; mas bien, la quintana al lado de la casería. El almiar
asturleonés y la corraliza sustituyen al pajar que tanto les gustaba a los
vascos cuando irradiaron su hegemonía hacia Castilla. Extremadura, Zamora y
Salamanca fueron la frontera prevenida
en baluarte contra la morisma por leoneses y asturianos.
A diferencia de vascos y
gascones, los astures no jugaban a la pelota. En Asturias se ven pocos nidos
de cigüeña y escasean los frontones.
Preferían los bolos y el Aluche
(lucha leonesa) y con la unificación a Castilla se implanta el Fuero Juzgo o
Derecho Romano del común, una de cuyas notas más salientes sería el decreto de
las Cartas Pueblas para la repoblación de yermos y baldíos otorgada por Alfonso
X el Sabio. De la premática alfonsina surgen las cinco Polas (Somiedo, Laviana,
Allande, Siero, Lena) que debieran ser seis porque al cupo ha de unirse Pola de
Gordón.
Remontada la cordillera,
encontramos la Puebla de Sanabria en la confluencia de Galicia, Asturias,
Portugal y Castilla la Vieja. Una de las regiones léxicamente más ricas de la
Península es la sanabresa. El bable que se hablaba en la región nororiental de
Zamora, poco estudiado, fue el gran cuaderno de campo de dialectólogos tan
avisados como el profesor Alarcos de
feliz memoria.
Una
de sus tesis se refería a la fractura del latín; sus diptongos y la conversión
de aspiradas y fricativas o viceversa darían lugar a las variantes regionales.
Vg.: multus evoluciona a moito en portugués, molt en catalán mu
en bable y muy castellano; fecit/
fizo, factus/ feito; cordis/ cordial/
curaçao.
La
aspiración de la f como famis, farina,
fons, es total en castellano (hambre, harina, hontanar) pero no desarrolla
en el asturleonés; fame, fonte, farina.
Es un idioma, en cuanto al
habla, riquísimo que desconoce la j y las guturales fuertes traídas por los
árabes pero muy pobre en cuanto idioma escrito, carente de literatura (y sin
textos que atestigüen no se va a ninguna parte), sin hacer mención además de la
peculiaridad de sus variantes
dialectales (un bable en cada valle y en un tiempo en que las
comunicaciones no eran buenas) y ello se debe a que los documentos estaban
escritos en el idioma de la Iglesia del siglo IX al XII de la hegemonía astur
leonesa.
Pretenderlo
resucitar sin un cabal conocimiento del latín que da estructura y cimiento a
las lenguas románicas es pegar palos de ciego. Por esto pienso que el bable
moderno suena un tanto artificial y de pie forzado aunque no haya perdido su
lozanía.
Lo
mejor sigue siendo la entonación de un idioma tan melodioso y cantarín y con
peculiaridades sintácticas como es la posposición del pretérito indefinido y el
articulo reforzando al pronombre posesivo (el
mío pa… dixomelo anoche un paxarín, etc.) que se conservarán siempre. Con
el gallego y con el vasco unificado ocurre otro tanto al igual que con el
catalán en liza con el valenciano y el mallorquín.
El
castellano no aparece hasta finales del s. XIII cuando ya campeaba la fusión de
los tres reinos. Es por lo que muchas de las voces en las que se comunicaba el
vulgo desparecieron pero la labor de la iglesia en la aculturación y
parcelación administrativa de esta región es verdaderamente gigantesca.
Sin
los cartularios, los censos, libros de
apeos, las tazmías, los diplomas los documentos notariales de las donaciones
pro ánima, los registros bautismales, nupciales y funerarios que anotaban
minuciosamente los sacerdotes de la iglesia latina, sería una entelequia o vano
ejercicio la labor de los historiadores.
La
iglesia trabaja de largo con esa parsimonia imperturbable ante el paso del
tiempo y ese “festina lente” de los pendolistas monacales pulsando sus péñolas
sobre los cuadernos de becerro en letras capitulares y caligrafía visigótica,
cantando el salterio y rezando las Horas. Merced a su apartamiento y su
distanciamiento de las cosas del mundo quedó estampado en tales documentos el
afán y el trajín de un tiempo tan belicoso como solemne y entusiasmado con la
utopía europea. ¡Sublime paradoja! De ahí que se dijera que España fue la cultura
perfecta.
España
y algunos obispados concretamente el de Oviedo archivísticamente son el país
mejor dotado del mundo y la labor organizadora del clero, ingente.
Gran
parte de nuestra grandeza cultural y ese
poder civilizador se la debemos a esos clérigos y frailes que vivieron y
murieron en el anonimato.
La demarcación política en provincias que
trajeron las constituciones del siglo XIX es arbitraria y responde al talante
ordenancista y centralista del ideario napoleónico y de la Revolución Francesa.
A
mí me parece que no fueron como se debe
colocados los hitos y mojones de los límites. La división política no se
compadece con la diferenciación natural de las comarcas. Las lindes
eclesiásticas, por ende, se adecuan mejor, tanto al paisaje como al paisanaje,
a la estructura mental de un país o de una región.
Eso se percibe cuando se viene a través de la
N.VI: después de remontar el Rabizo, dejando atrás la Venta de la Tuerta,
percibes ya el aire asturiano, notas la brisa del verde. Los edificios poseen
una estructura diferente, las casas con solana se dispersan por el campo. Se
cruzan bellos paisajes e iglesias con estructura asturiana como es la ermita
del Buen Suceso o el antigua priorato de Arbás (de “arva” campo de pación en
Lat.) datos que revelan un pasado glorioso que no conviene olvidar en medio de
este mundo sujeto a las intercadencias y bandeos de la globalización.
VIII
RECOMENDACIÓN DEL ALMA
Estuve
a la cabecera de un enfermo, una persona muy entrañable para mí con el que
compartí juegos de infancia y afanes. El
Señor ha querido llevárselo antes que a mí pero las lianas de la sangre y del
espíritu se estrechan más allá de la muerte. Son más fuertes. Le leí la recomendación del alma. El escenario un inmenso hospital de
Madrid. Frío, aséptico, impersonal. Escondemos la cabeza los humanos en gesto de
avestruz y vivimos una época en que nuestra suprema realidad, la muerte para la
que nacimos, es ocultada y ninguneada. Se presenta de improviso, inoportuna, y
cuando menos la esperamos, descabalando nuestros planes y descabalgándonos de
la querida vida. Pero está allí
presente. Ningún cura aparecía por allí.
Es donde debiera estar la Iglesia: a la cabecera de los moribundos, al
lado de los afligidos, en las cárceles, en las Barranquillas, cerca del que
sufre, haciendo un apostolado que hoy es más necesario que nunca y no lanzando
anatemas por mor de la Educación para la Ciudadanía, predicando con el ejemplo
- ya sé que hay una Iglesia oculta no la oficial y jerárquica que se guarda “propter metum Iudeorum” intentando ser
correctamente política pero nuestros obispos españoles debieran cambiar el chip
y hacer lo que hacen en USA que en eso los americanos, los franceses y los
alemanes nos dan cien vueltas tratando de acomodar su acción pastoral a los
tiempos laicos que vivimos y que bendito sea Dios y para honra de ZP no son de
persecución: ganarse a la gente, fundando emisoras en monasterios donde se rece
y se cante las 24 horas del día como están haciendo los ortodoxos rusos y no
micrófonos que ladran en el éter de una España pagana y confundida pues hay pressura gentium, angor cordis. Y, si hay
algún lector iniciado en las grandes verdades teológicas, sabrá que no hablo a
humos de pajas- por aquello de zapatero a sus zapatos. En vez de seguir gozando
de momios y de subterfugios.
El
enfermo estaba sedado pero consciente. Alguna vez me sonreía cuando, en
castellano, le leía la papela de las grandes verdades, la que no perdona a
nadie y a todos nos aguarda en el último recodo, impasible el ademán. Somos seres para la muerte. Para ella hemos
nacido. Pero la muerte no es el final y
los creyentes en comunión con la Resurrección de Cristo, nos preguntamos:
¿dónde está tu victoria di? Mi primo es
un tío muy bragado. Siempre los tuvo
bien puestos y no es que portase mucho por la iglesia, que su padre era
sacristán y acabó un poco harto y escandalizado de todo aquello pero estas
anécdotas accidentales nada han de ver con el meollo de su fe vieja y
trascendente. Fue un buen padre de familia de conducta intachable que amó a su
mujer y a sus hijos, un currante en el camión desde las cinco de la
mañana. Así que de vez en cuando abría
los ojos me largaba una mirada triste y una sonrisa. Y trataba torpemente de santiguarse lo mismo
que hacía nuestro abuelo al que también vi morir. Agustín era un Galindo y los
Galindo suelen ser gente altanera de bastante coraje que no se viene abajo ante
nadie ni ante nada. Una señora cuando me
vio con la estola roja empezó a blasfemar y a decir disparates diciendo vamos
hombre donde se ha visto. Aquí la gente
tiene unas tragaderas enormes para lo que tiene verdadera importancia y pone el
grito en el cielo cuando escucha cantar latines. El diablo hablaba por boca de las
incoherencias e improcedencias blasfemas de aquella paisana pero yo muy por lo
bajo y siguiendo las rubricas de un antiguo sacramentario mozárabe que me dio
un viejo cura amigo mío le fui recitando las oraciones al oído.
Ponte en camino, alma
cristiana, sal de este mundo en el nombre del Padre Omnipotente que te dio el
ser y de Jesucristo Hijo de dios
vivo. Que padeció por ti muerte de
cruz. Y del Espíritu santo que te
derramó su gracia. Y de la gloriosa
Genitriz nuestra Madre Santa María. Y de
San José. Y de todos los Ángeles y
Arcángeles, Tronos y Dominaciones, Virtudes, Potestades, el Querubín y el
Serafín. En el nombre de los Patriarcas,
Profetas y Evangelistas, Mártires, Confesores, Eremitas, Vírgenes y de todos
los Bienaventurados del Señor. Marcha en paz a encontrar el habitáculo que te tiene
preparado en la Santa Sión. Por Cristo
Nuestro Señor. Amen. Señor de misericordias y de clemencias que
haciendo honor a tu misericordia infinita borras la culpa del que se
arrepienta. Mira, benigno, a tu siervo, Agustín, y perdónale las faltas que
pudiera cometer en esta vida de palabra, obra y omisión. Renueva en él, Padre Piadoso, todo aquello
que por la fragilidad de la carne corrupta o a expensas del diabólico fraude,
haya podido transgredir y anexiónale al Cuerpo Místico de la Iglesia. Ten piedad de su dolor y de su llanto,
conmute ante sus lágrimas y admítelo a la comunión contigo mediante el
sacramento de reconciliación. Por Cristo
Señor Nuestro. Amen. Yo te doy mis recomendaciones al dios
omnipotente, querido hermano Agustín, y a Él que te creó del barro te confío.
Recuerda que con su muerte paga el débito de nuestra fragilidad mortal y ten
piedad de él y de todos nosotros. Y haz
que cuando llegue al Paradiso salgan a recibirlo las legiones de los Ángeles,
la turba de los mártires y de los apóstoles y ciñan sobre sus cabezas la corona
de laurel del triunfo y de los que mueren en Ti. Que la Santa Virgen Madre de Dios le sonría y
que San José le sea guía a tu presencia.
Apártense en esta hora crucial todas las fuerzas de las tinieblas y que
Satanás con sus satélites no lo aterrorice.
Levántate oh Dios y pon en fuga a nuestros enemigos. Desaparezcan los que nos odiaron. De la misma
forma que el humo se disipa por la chimenea así se esfumen o como la cera se
derritan ante la vista del fuego. Queden
confundido y derrotado el Tártaro y no me permitas que los ministros del diablo
atenten contra el que llega ante Tu Presencia.
Sea liberado Agustín de todo reato, de toda culpa por los méritos de la
Pasión de Cristo, tu Hijo y entre con él en los parados amenos del Paradiso y
te cuente en el número de las ovejas de sus rebaños. Sea escrito su nombre en la lista de los
elegidos, no en el de los condenados ni precitos. Para que, así, goce de tu paz por los siglos
de los siglos. Amén.
IX
EL CURA DE VERICUETO
Refleja la candidez y humildad de aquellos
presbíteros aldeanos en la Asturias rural de pasadas épocas. No lo toquéis más
que así es la rosa. Desde el siglo nono Europa se estructuró en parroquias,
cánones, rentas. Al morir muchos fieles dejan sus propiedades al obispo. Sin
las “donaciones por el eterno descanso de los difuntos” que dio pábulo al
surgimiento de los monasterios no se puede entender la Edad Media. Así es la
historia. Nadie la podrá cambiar ni el propio pontífice actual: un afán de
eternidad que se compadece con las rentas, y del oficio surge el beneficio, el
oro metal de gran pureza y explica un poco la codicia del párroco de Vericueto
que era casto como el manso cordero y amaba a sus feligreses pero tenía una
afición irrefrenable al julepe.
Las sombras
de los campanarios se proyectan sobre los campos. Una torre en mi lugar ¿Por
qué no leer a Chesterton? La religión cristiana es evangélica pero también
estructura, canon y arquitectura. Modulo y modulación porque la Iglesia era una
sociedad perfecta que aspiraba a compaginar la ética y la estética en un
eclectismo casi místico que sus enemigos pretenden convertirlo en un problema
de bragueta. No; los hombres estamos hechos de barro y acusamos nefastas
tendencias.
La modernidad ha dejado vacías y sin apenas
contenido estas magnificas fábricas de los catedrales, los oratorios, los
retablos, los coros vacíos, no se
escucha a los puericantores, ni a los chantres y sochantres. Los maestros de
capilla del capiscol y las escolas que denominaban precentores se sumieron en
largo mutismo, al igual que los púlpitos; se muestran solitarios los claustros,
los tímpanos y toda esa grandeza que se explaya en la cúpula de Bernini, en el
arte gótico y románico y en el pórtico.
Dicen los hermeneutas que la Iglesia que fundó el
pobre hijo del carpintero se engalanó de oro y de riquezas. El evangelio, no
obstante, se convierte en una religión mistérica a imperativos paganos de los
ritos órficos.
Hay un Christus músico porque el alma humana es musical
y cantando se reza dos veces y por supuesto que la fe entra por el oído, ya que
hay cosas que percibe el corazón y que la razón no ve. La búsqueda de la
armonía, la paz del alma, el concento de las voces y el contento de las almas
ha sido una de las beatitudes de nuestra iglesia católica, formaban parte de su
código de valores, reflejada tal vez en la majestad del Pantocrátor.
Ahora por lo visto en las galerías infernales suena
la música rock y se escucha la algarabía de la confusión de Babel. ¿Qué fue de
los himnos de Pascua, de Adviento y de Pentecostés, de los responsos? ¡Ay,
acompaña a tu dios alma mía pues en el infierno no hay armonía y todo es
estridencia global! Y a mí no me queda otro remedio que cantar con el salmista:
“invaderunt tuam gregem lupi rapaces,
¿cur nos deseris?” (Lobos hambrientos invadieron tu rebaño, Señor, ¿dónde
estás?). O sumirme en el ademán que recomendaban los místicos alemanes del
abandono en las manos divinas ante lo que repugna a nuestra mente: gelassenheit (quietismo). En España y en
la Iglesia ha dado la vuelta al aire y todo parece del revés. “Le Espagne ¡quelle folie, quelle affreuse
demence”. No nos queda otro remedio que darle la razón a Víctor Hugo
Hay un Christus arquitecto, un Cristo taumaturgo y
un Cristo pedagogo pero ahí está el pobre cura de Vericueto en su curato de las
brañas dándole a la brisca o al señor cura de Arbín viniendo de la feria del
Boñar con un potro del ramal que luego resultó caballo viejo, los gitanos le
habían teñido la melena. O al magistral de Vetusta don Fermín de Pas el hombre
con sus dudas y con su pasión sexual.
Y nada se diga de los jesuitas y sus aberraciones de
Gijón que pinta Pérez de Ayala en su AMGD
o los sacerdotes de su Educación
sentimental. Estamos fraguados en barro y debajo de una sotana siempre
alienta un hombre sujeto a sus pasiones y mermas de la naturaleza humana.
En un acto de humildad el Papa Francisco se ha
confesado pecador. Arrieros somos y eso le honra. Quizá el futuro esté en ese
desprendimiento de todo lo accidental, la renuncia a las riquezas y a lo
honores. Quizás el futuro lo determine el cura de Cudillero con su carrito de
la compra por las aleas del supermercado pero ¿qué se hará de los inmuebles, de
los seminarios y de los conventos, de los noviciados sin alumnos, o de los
tirocinios jesuíticos atestados otrora? ¿Una nueva desamortización en
perspectiva con sus bienes mostrencos que suscitarán la codicia de las clases
pudientes de manera que aquellas posesiones gananciales engrosaron el peculio
de los que teñían bien cubierto el riñón como sucedió con la ley de Mendizábal?
Da pena ver iglesias normandas en Inglaterra
habilitadas como pubs o discotecas. ¿No será esto una rendición o, cuando
menos, una confesión de parte del fracaso de la iglesia, o el corolario a las
reformas conciliares? Esto no ocurre en Oriente. La iglesia ortodoxa está viva
y pujante para bien o para mal. Efectivamente la idea de convertir los templos abandonados en
lazaretos, asilos y casas de acogida en refugio de los sin techo y de las
oleadas de inmigrantes que están llegando sin parar, como sugiere el Papa Paco,
no es sugerencia desdeñable pero ¿por qué no meterlos en la iglesia de san
Pedro y que el altar del confesión sirviese de hogar a los advenedizos en su
mayor parte musulmanes? Menuda papeleta. No nos hundimos en tremedales. Para mí
la respuesta la da el arcipreste de Cudillero con su bolsa de la compra,
pidiendo la vez y sacando número en la
cola del Alimerka. La regla de oro nos la da san Agustín: “ama y haz lo que
quieras” pero también san Ignacio (y eso lo sabe bien Bergoglio que es jesuita)
en tiempos de tribulación no hacer mudanza. Señor, que vea
X
TOMÁS SALVADOR NUEVO CERVANTES
Cuerda de Presos, fechada entre los meses de marzo a junio de 1953, es
una de las grandes obras de imaginación que se editan en la postguerra. Un
verdadero poema en prosa, análisis psicológico que revela grandes conocimientos
del alma humana por parte del autor, y un homenaje a los abnegados hombres,
escogidos entre los más selecto del pueblo llano que integran la Benemérita.
Además de un canto a España en el paisaje de la solana de las montañas
cantabro-artúricas.
El argumento se basa en la conducción o cuerda de un preso que
realizan pocos años después de ser fundado el Instituto desde la localidad de
Villablino en la raya del Bierzo hasta Vitoria, donde es reclamado el
interfecto por una serie de asesinatos ocurridos en la región alavesa entre
1872 y el 76.
Los dos números del comando son Serapio Pedroso Buján, ya veterano y
con muchos años de servicio, que corresponden a bastantes leguas de andadura, y
muchos soles y muchos hielos en la hoja de servicio, peinando los caminos y
Silvestre Abuín Corvino, bisoño y recién ingresado en el cuerpo.
Ambos adscritos al puesto de línea de Murias, en la primera compañía
de la comandancia de Villablino, han de realizar esta misión de conducir al
preso Garayo a manos del juez. Se trataba nada menos que del Sacamantecas,
famoso asesino en serie.
Para los dos guardias civiles es un servicio más en medio de las
dificultades y aperreo de la andadura. Para el penado un paseo hasta la horca.
Su captura en tierras gallegas había significado para el pobre Garayo, una
mente morbosa y enferma, niño maltratado por su madre y que tenía dificultades
en su relación con las mujeres, un paseo hasta la horca.
Durante el viaje duradero once días justos el lector convive con las
particularidades y manías de unos guardias civiles retratados al natural y
acaba por entender el por qué custodios
y custodiados llegan a comprenderse y hasta tenerse simpatía, aunque el
conducido sea un criminal que tuvo atemorizado en su día a todo el Condado de
Treviño, sin menoscabo de las obligaciones del servicio y de los planes que
urde el convicto para escapar.
Una noche en Cistierna aprovechando el pervigilio y la fatiga de sus
vigilantes lo intenta pero su conato de fuga es abortado a culatazos. A partir
de ahí, ya es un hombre vencido que marcha con la cabeza hundida entre los
hombros, los codos trabados y el gesto sumiso. Ha de caminar siempre delante:
-No vayas tan deprisa, Garayo que no vas a ningún baile.
-Sí, señor guardia.
Esta corriente de simpatía es algo más que el síndrome de Estocolmo.
Tomás Salvador que ha realizado un buen trabajo de campo y que con pluma
maravillosa describe las vicisitudes de estas andanzas por el antiguo Reino de
León bucea en la psique profunda del criminal donde hay un alma dulce y
desdoblada por la violencia de unos instintos asesinos que el Sacamantecas no
puede controlar. Es como el dispositivo de un resorte. Cuando ve una mujer, en desquite de algún
agravio inferido allá en la infancia o váyase a saber, se acerca a ella con las
peores intenciones.
Fue un caso parecido al del famoso Destripador de Londres y de muchos
otros violadores a los que su personalidad depara la corbata de hierro. Aquí se
demuestra que son víctimas ellos mismos de una mala inclinación que no es otro
cosa que una enfermedad mental.
Las ideas fijas, las fobias, las obsesiones que asedian su imaginación
definen a Garayo como un psicópata. El libro es un tratado de metodología
carcelaria y, amen de eso, bueno para saber geografía u ensanchar
conocimientos.
Serapio Pedroso se nos muestra como un arquetípico civilón del XIX:
duro de pelar, que no ha de bajar nunca la guardia. Con la disciplina, el
uniforme, el libro de firmas, y los registros y partes de novedad. Cuando se
brinda la ocasión, trata de leerle la cartilla a su compañero Silvestre al que
aquel servicio arranca de los brazos de su novia gallega. A la par se sirve
darle algunos consejos:
-Las mujeres son como Dios quiere que fuera. No hay por qué estrujarse
los sesos.
La tercerola pesa lo suyo y el uniforme te hace ser austero y concebir
la vida de otra manera. No es tampoco granjería el destino del cónyuge de
cualquier miembro de la Benemérita. Siempre con los bártulos de un lado para
otro y viviendo sin comodidad pero en la camaradería de las casas cuartel. Compartían con sus maridos un magro pasar y
una existencia de penurias y de sacrificios.
El servicio es el servicio. Y la pareja lo realiza en jornadas de
treinta kilómetros, a veces un poco más, siempre y cuando no protesten
demasiado los tobillos. Una conducción era de los de más responsabilidad y
compromiso campo a través. Arriesgado porque el agro español era avispero de
bandidos. La comitiva tenía que bordear los pueblos y evitar las ciudades. La
vista de los reclusos inspiraba en los lugareños piedad, mientras para los
guardias que los llevaban esposados con las manos a la espalda eran objeto de
mofas e invectivas, cuando no eran
recibidos a tiros.
No se trataba de un cometido fácil. Los números habían de caminar con
la tercerola al hombro. Hay un cuadro de Fortuna y otro de José de Alisal que
por cierto era paisano del escritor, natural de Villada, Palencia, que revela
lo dramático de la escena de estas conducciones cuando los presidiarios habían
de ser arrancados materialmente de las manos de sus mujeres e hijos.
Los haberes y gratificaciones por este concepto eran de unos céntimos
por lo que los celosos y beneméritos funcionarios tenían que compartir el pan duro, la cebolla
y algún tarugo de queso con los conducidos. El mismo agua, el mismo sol. Era igual el cansancio. Al término de cada marcha
que debía ser efectuada bajo luz cenital, nunca de noche, los tricornios de
capas negras y correajes amarillos deberían hacer entrega del prisionero a la
autoridad competente, que lo encaminaba al calabozo. Ellos pernoctaban en la
casa cuartel, si lo había. Si no, en la posada.
Hay sociología, geografía y lírica en estas páginas. En las que se deslía una verdadera poesía a
la sierra del Bierzo y al río Duero de aguas claras y molineras que en la
provincia de hace guerrero y prevenido en frontera. Pero sobre todo, Tomás
Salvador exhibe una caudal de conocimientos sobre la historia de aquellas
tierras a las que ama.
Era hijo de un hijo del Cuerpo. Había nacido en Villada (Palencia) y a
la legua se nota que llevaba a la Guardia Civil en los tuétanos. Y esto
determina que en su pluma impasible no anide jamás el resentimiento. Los civiles
conocen a España y España les conoce a ellos. Esta índole de conocimientos les
permite fijar el fiel de la balanza en un término medio. Ni el entusiasmo
delirante. Ni el pesimismo a ultranza. Su política es, siempre que se pueda,
pasar de largo y dejar las cosas a su aire. En aras del bien común conviene
hacer la vista gorda.
Sin embargo resulta difícil no dejarse llevar por la emoción cuando la
pluma de Tomás se mete en el alma de sus tres andariegos personajes: don
Quijote y Sancho detrás de la sombra de un hombre arrepentido y vencido, pero
con el mosquetón al hombre. Por si acaso, a sabiendas de que a la pareja en el
descampado siempre puede aparecérsele un delincuente. ¡Cuántos de sus abnegados
números impunemente perdieron la vida en emboscada al ser sorprendidos por
salteadores que acechaban con su naranjero o los retacos metidos entre la faja,
detrás de una peña o a la salida de una cárcava!
Por eso mismo, conviene cabalgar con tiento. Paso corto y vista larga.
Y ojo al cristo que es de plata. Es añadido de algunos para cuadrar la máxima.
En Andalucía dado lo quebrado de su geografía y para hacer frente al
bandolerismo de Sierra Morena iba montada. Se les llamaba “los de a caballo”.
Nutrían sus escuadrones contingentes jinetes bien apercibidos en la monta de
caballos árabes.
Años adelante, la Guardia Civil se haría de infantería. El atuendo
típico: borceguíes o piales, rara vez almadreñas, leguis o polainas, guerrera
verde y pantalón de tela del mismo color, una escarcela para los partes de ruta
y hoja de servicio, que también hacía las veces de morral para guardar el vino
y una botija de agua (se les prohibía el vino cuando salían de correría),
cartucheras de cuero, camisa de hilo, capote azul marino con forros y vueltas
rojas sobre correaje amarillo, tricornio forrado de tela, mosquetón y machete a
la cintura. En traje de gala, tan apuesto y donde los sastres se esmeraron por
realzar la hombría de bien y la belleza varonil, el calzón es blanco y el
tricornio va adornado con lengüetas gallonadas. Y una manta de Palencia para
combatir los relentes que se solían terciar
como todos los soldaditos. Era el uniforme acostumbrado de la infantería
española que se inspiraba en el ejército napoleónico.
“Es bueno andar.-escribe- el alma parece que se libera y deja de
sentir las pesadumbres del infortunio”. Soldados de patrulla, peatones del bien
común, fuerza armada que vela por la paz, y que ha servido a muchos amos por
poca paga y dedicación constante.
Guardias que conocen la sed, el polvo y las incomodidades de la
inclemencia meteorológica, pero siempre en su puesto. Sin despear. Sin derecho
a la protesta. Su perfil se hace familiar apareciendo por la cintura del
horizonte allá a lo lejos o de sorpresa al revolver de una garganta, surgiendo
de una loma o alzando sus siluetas inconfundibles por el fondo de un barranco.
Son la sombra misma de Juan Español.
Carretera y manta. Paso corto y vista larga. Los civiles han por nombra no murmurar unos de otros ni
hablar mal del compañero. El Duque de Ahumada pensaba que la política era un
mal necesario, menester al cual se dedicaban los más serviles. Aunque era
consciente de que tenía que rendirles vasallaje en aras de la lealtad a la
patria y su vocación de servicio.
Serapio y Silvestre hacían las rutas de las viejas legiones romanas,
dejando a un lado la Ruta de la Plata, se desvían hacia Cistierna por el
Itinerario de Antonino. Es un viaje lleno de aventuras novelescas y de
vicisitudes varias que dan lugar a que el autor se luzca al describir sobre el
mapa las costumbres, tradiciones e idiosincrasias de esta parte septentrional
del Reino de León que él conocía bien. “La Cuerda” es a la vez un libro de
viajes al uso de aquellos años de comienzo de la década que marca los comedios
del siglo XX: “Judíos, Moros y Cristianos” y “Viaje a la Alcarria” de Cela,
“Pata de Palo”, de Bartolomé Soler, primorosas narraciones de andar y ver,
pero, como novela la del Sordo de Villada parece que aventaja a las demás.
Por el camino uno otro hablan
de sus cosas o se cuentan historias como los viejos peregrinos. El libro en
cuestión tiene algo de novela de caballerías y de “morality”. Para entretener
la caminata el guardia Pedroso draga sus recuerdos. En estos apólogos quien más
sale a relucir es su abuelo, “un arriero muy listo cuando estaba sereno, pero
muy poco cuando había bebido más de la cuenta”. Anotan toda la vida que les
sale al encuentro. Por ejemplo, es memorable la entrada de un convoy de
ferrocarril que entra en el andén de La Robla un amanecer de octubre o la
descripción de la fiesta de san Froilán patrón del reino leonés en el Boñar.
Los juegos de bolos y el chito o las peleas de Aluche.
Al llegar a Villadiego Tomás salvador nos ilustra sobre una cuestión
de filosofía histórica y nos refiere cómo a los judíos nadie les quería por la
usura y los continuos desmanes que su presencia ocasionaba en las ciudades. Los
bandos de Pedro I fueron los síntomas de un primer alzamiento
sionista contra los cristianos. El pueblo pronto les escogió como
culpables de sus males. La corona de
Castilla hubo de intervenir poniendo a las aljamas bajo jurisdicción
real.
Fernando III otorga una premática en virtud de la cual todos los
judíos podrían acogerse a sagrado en la iglesia de san Lorenzo de aquella
villa. De ahí viene la famosa frase de “tomar las de Villadiego”.
Uno corre el peligro de perderse en soliloquios extasiado ante la
insólita maestría de esta obra al seguir los pasos de estos tres seres humanos.
Un criminal camino del patíbulo y sus vigilantes. Tres hombres que dan pasos
por el sendero. Con ellos aprende a resguardarse del frío y del calor, a
aguantar la fatiga y el hambre. Fijándose en la estrella Polar emprende el
derrotero del norte. En Villalón se inicia en los secretos de la fabricación
quesera. Que por cierto el cuajo que se derrama por las cinchas le vale al
guardia Pedroso para alivio de su conjuntivitis. “Cerca de Poza de la Sal - el
pueblo de Rodríguez de la Fuente- la vista le empezó a dar guerra. Parecía
tener arena en los ojos”. Una buena mujer le saca una tarriza llena de cuajada
y con ella se unta los ojos enfermos. “Ya no tendrá que pedir la baja”.
En lo alto de la torre de la iglesia de Mora dos cigüeñas parecen
estar jurándose amor eterno mientras que con las dos tarreñas de su prolongado
pico machacan el ajo. Es otoño pero por las noches en el campo se escucha
machacona la estridulación de los grillos. Unos arrieros, ahítos de vino,
discuten a la vera de un camino. Han desenganchado y sus monturas descansan y
rumian al pie de los brancales de un carro. Pero al ver venir los guardias
cesan al punto la riña y se quitan las boinas con respeto.
-Buenas tardes y menos voces. ¿Adónde se camina?
-A tierra Gordaliza del Pino para lo que quieran ustedes mandar.
-Con Dios.
-Vayan en su compañía, señores civiles.
Poco más adelante, unas lavanderas restriegan su colada a la sombra de
un alisal ribera del Órbigo y lanzan miradas subrepticias para Silvestre el
guardia joven, pero su compañero profiere un comentario jocoso y aguas que no
has de beber déjala correr pero el guardia Silvestre Abuín no puede por menos
de sentir saudade de la novia que dejó allá cerca de Ponferrada. El deseo
siempre tira. Unos lavancos festejan posar entre los carrizos de un cilanco y
luego espantados emprenden un viaje raudo y multitudinario como si fuesen de
boda. El preso les mira con envidia y sus acompañantes se hacen a un lado para
dejar a las aves pasar.
Erasmo Soria, natural de Salamanca, hablaba en verso y cuidaba de los
encuartes o corrales de relevo de la antigua diligencia en la mansión o
descanso de la ruta que conectaba en poco menos de 24 horas a Burgos con
Bilbao. El trío hace un trayecto corto en este medio de locomoción y se sienten
volar. A Pedroso lo encajonan en la rotonda o compartimento vigilando al
conducido mientras su camarada trepa a lo alto del pescante con el delantero y
el postillón. Se escucha el golpear de la tralla y el bramido de las ruedas,
una revolución de flejes y muelles que se disparan hacia adelante y hacia
atrás. La diligencia era el último grito de la velocidad. Tomas Salvador hace
un nostálgico canto a este carruaje al que por aquellas fechas le quedaba algo
más de medio siglo de vida.
Las descripciones que realiza lo mismo que las observación son las de
un genio. Lo mismo hay que decir de la acción y el interés que reclama la
atención del lector. Todas estas virtudes le confieren el título de novelista
mayor de su generación. Dio a la estampa tres obras maestras, tres clásicos, de
una tacada: “División 250", una de las mejores historias de la segunda guerra
mundial, “Cabo de Vara”, y “Hotel Tánger”. Sus producciones no se parecen
ninguna entre sí. Cultivó no sólo el
tema psicológico y la literatura carcelaria sino también obras de ficción y
hasta literatura para niños. A Tomás Salvador, al que recuerdo embutido en su
camisa azul poco antes de morir, en un reportaje que le hizo Lalo Azcona, con
su cara de comisario pachón, no le perdonaron ciertos desvíos de lo que hoy se
considera la corrección política aunque no fuese de ningún bando. Él no
devolvió la pedrada. Era un guardia civil con un concepto de servicio de
Estado. Decepcionado de la política y por los vencedores, colgó la chapa y se
dedicó íntegramente a la literatura. No tuvo dificultades para publicar pero
nunca ganó dinero. Se ganaba la vida con un quiosco en las Ramblas. Tenía un
concepto humilde de su oficio y en “Cuerda de Presos” llega a aparecer él como
uno de los múltiples personajes del retablo según una tradición de colarse de
rondón en sus propios libros. Ya lo hicieron Cervantes, Petrarca, Bocaccio y el
Dante. Él se convierte en zapatero. Escribir una novela lo comparaba a hacer un
par de zapatos. Un novelista no viene a
ser sino un maestro de obra prima, pero, ojo, que él lo bordaba. Abordó,
insistimos, todos los géneros desde el infantil hasta el de evasión pasando por
el histórico. Con mucho “Cuerda de presos” nos parece su entrega mejor. Labra
en él un monumento a la sufrida Benemérita. Escrito con el corazón grande de un
buen hijo del cuerpo, el final es enternecedor. Cuando entrega Pedroso a los
miñones a su pupilo siente como un cosquilleo en los adentros al tiempo que le
entrega todo el tabaco y todas las vituallas que porta en el morral. Siente una
pena infinita y demuestra que el Sacamantecas no es más que un pobre diablo. Su
obsesión con las mujeres le venía de los malos tratos e inseguridad incoada en
las palizas recibidas de mano de su madre, pero el mundo es así. Está mal hecho
y hay cosas que no tienen solución. Hay gente que nace para ser carne de
presidio y de horca. Garayo, verbigracia. ¿No habrá un Dios que se apiade? Y si
El no se apiada, porque está lejos o demasiado alto, ¿no nos tendremos que
apiadar nosotros que también somos victimas y viruleros de grado o a contramano
porque la humanidad no cambia? Esa parece ser la tesis de esta pequeña gran
obra de arte escrita desde la resignación y majestad cervantina.
En el camino de vuelta y ya de correría, no de conducción penal, Tomas
Salvador sentado en la tajuela de su chiscón de zapatero, los vio pasar. Les
dijo adiós con la mano y volvió a su lezna y a su bramante. Un buen libro se confecciona igual que un par
de zapatos a la medida. Con paciencia. Con tesón. Metiendo el tirafondo con
maestría. Que ensamblen todas las piezas y que el conjunto ofrezca la impresión
de un totum continúum a prueba de tropezones y caladuras.
En estos días críticos de sobresaltos, amenazas y revanchas, cuando
suenan clangores de guerra en lontananza, la obra del Sordo de Villada
(consecuencia de los estampidos artilleros de cuando estuvo en Rusia en el
Voljov) es un referente de perdón y de misericordia cristiana. Pocos han
entendido igual que él lo que es un guardia civil ni nos han demostrado a lo
largo de toda una saga de historias que nos elevan el ánimo y nos hacen sentir
mejores la grandeza de ser español. Hoy
es un autor olvidado y preterido. Algunos hasta lo llamaron loco. Ni sus
propios camaradas lo entendieron. Por impolítico. Sin adscripciones
determinadas ni bandos y eso aquí parece que no lo perdonan.
XI
GUARDIA CIVIL
AL SERVICIO DE UN ESTADO REPRESOR
Murió la Matute y se disparan los panegíricos a los
escritores del régimen pasó igual que cuando la muerte del García Márquez se
dispararon ditirambos y cantos epinicios cuán bueno era la política infarta la
literatura es la táctica de la culebra reptante y hay algunos libros que hieden
a la peste masónica. Olía a cadaverina en la feria del libro no acudí al paseo
del Retiro este año para qué para verle la cara a ese sacristán mediocre que
prepara las velas de los turiferarios del sistema y construye las casetas
feriales durante todo el año para tener a la vista durante quince días todo el
año. Compartí sotabanco con ese sacristán me dieron un pupitre sobre el que
acodarme recado de escribir y un ordenador y en ese exilio dorado me tiré los
últimos cuatro años de vida laboral que no fueron fáciles hasta recibir la
absoluta de la jubilación. Fue una especie de recompensa a mi vocación de
escritor recuerdo el rostro agradable de la bella Maite y todos aquellos libros
que me daban escolta todas las tardes alguna visita a la cafetería de la
esquina las buenas tardes a las conserjes y la vigilancia de aquella mujer de
la limpieza zamorana del pueblo de los garbanzos. Mi literatura nada tiene que
ver con la de estos escritores supervaloraos. A Gabo fui incapaz de hincarle el
diente. Demasiados años de soledad, hojarasca tropical y novelas de iniciación
en cuya verborrea se pierde el lector y títulos excesivos que han pasado a ser
frases hechas. El coronel no tiene quien le escriba. Fueron nuestros nombres
raídos del libro de la vida pues qué bien. De Ana maría Matute no conseguí
terminar su “fiesta al noroeste” creo que el tronío que se la dedica obedece al
hecho como el de carmen Laforet de ser mujer en la recia feminización de la
literatura campaña en la cual andan inmersas las logias la fama tiene que ver
con el hecho y el cohecho hoy firman novelas hasta las chicas de la tele.
Un lustro transcurrido de mi jubilación y ha
prendido en mi el afán de escribir y de publicar que es para lo que he nacido y
me doy con un canto en los dientes y por más que postergado les hago un corte
de mafia a los serviles del Establecimiento. Voy a mi aire con tanta fuerza que
el otro día pedaleé hasta Avilés tres
horas de día y cuatro de vueltas y al tomar el empalme de mi aldea donde me
pusieron la multa los civiles y me quitaron el carné desde mi bicicleta vi un
sol enorme que caía como una hostia dorada sobre el horizonte y se hundía en la
mar hermoso espectáculo una fiesta al solis invictus era la víspera de san Juan, la onomástica de
los Juanes, ivanes, Hans. Me metí en la cama despeado pero feliz dando cabo al
último capítulo de la enorme novela de Tomás Salvador cuerda de presos. Es un libro lleno de sabia ternura de ponderación
imponente estructura estilística dentro de su sencillez y el robusto acerbo
lexicografito que resucita palabras del buen decir castellano. Homenajea al
sufrido pueblo español representado por esa religión de hombres honrados que es
la guardia civil pero no esta guardia civil que manda a recaudar a los agentes
de trafico y freír a multas al ciudadano la ministra de la cosa esa judía
catalana que se llama María Seguí bajo cuya férula la sufrida benemérita como
en Casas Viejas vuelve a ser un instituto represor. Por ahora sólo son multas de
tráfico. Pronto se ordenará la consigna de tiros a la barriga al estilo de
Manuel Azaña. La serpiente sigue arrastrándose en su propia baba. Sin embargo,
la relectura de esta novela ha constituido para mí un homenaje y el mejor
regalo onomástico de san Antonio en los setenta años que acabo de cumplir.
Atracón de palabras y de belleza un verdadero tour de force narrativo libro de
andar y ver. Camino de la horca desde Murias en León hasta Vitoria en el
señorío de Álava llevan preso a Juan Díaz de Garayo y Argandona alias el
Zurrumbón y el Sacamantecas asesino en
serie que se llevó por delante a ocho mujeres año 1870 escoltado por los
números Serapio Pedroso Buján y Silvestre Abuín Corvino del puesto de Murias de
Paredes primera compañía de la línea de Villablino comandancia de león.
Circulan por brañas y barrancos, cruzan ríos como el Órbigo el Esla, el Ebro o
el Recachichi la manta terciada el tricornio con visera y la teresiana sobre el
cogote. El presidiario las manos atadas no lleva nada, va por delante
semidescalzo pero comparte el magro yantar del zurrón de los guardias. Se
entabla una relación humana en la cual prende cierta ternura o por lo menos
compasión hacia el asesino un alavés que fue monaguillo iba para cura se sabía
el confiteor y tuvo siempre dificultades en su relación con las hembras. De las
ocho que mató todas eran viejas y del oficio. La primera vez fue por el pago de
un servicio, la saludadora le pidió un real de más y esta deuda fue la causa de
que acabara la pobre mujer estrangulada al borde de una cacera. Vaya un tío por
dos reales que se decía en la España de aquel entonces. Es el tiempo de las
guerras carlistas de conmociones políticas y de grandes inventos: el tren, la
fotografía, el regadío, la diligencia y los corrales de relevos que habiendo
nacido al mismo tiempo que la Benemérita en 1844 tendrían una vida efímera. Las
postas dejan de existir arrolladas por el ferrocarril, luego por el automóvil
pero supusieron un adelanto notable ya que acortaban el tiempo de los
trayectos. En el siglo XIX, antes de la llegada de la diligencia, de Oviedo a
Madrid se tardaba día y medio. Jovellanos invertía en este mismo viaje según
cuenta en sus diarios tres jornadas. Los corrales de encuarte fueron un tópico
poético que atrajo la pluma de Campoamor, de Larra, de Pereda, de Clarín y de
Espronceda. Se entablaban amistades y surgían relaciones que duraban toda la
vida durante el viaje y los escritores románticos no dejan de acusar en sus
narraciones el vaivén de los carruajes los saltos de los baúles y maletas del
equipaje en la baca, las mulas delanteras disparadas a la carrera los
juramentos del auriga en el pescante, el estruendo de los flejes y los saltos
en los baches el gemir de las ruedas, el chirrido de las galgas de frenado.
Había comenzado la era de la velocidad. Tomás Salvador describe a un personaje
triunfal todo un Eneas de aquella Ilíada que eran los corrales de encuarte
donde descansaban y se hacía el relevo de la tracción de sangre los carromatos
don Erasmo Soria jefe de enganche en uno
de estos corrales perdidos en la provincia de Burgos cerca del desierto de Lora
que hablaba en verso… era como el pan bendito el que lo tiene lo come y el que
no se queda frito… “Erasmo Soria me llamo natural de Salamanca con la derecha
me persigno y cuido mulos con la manca”. Desde su ventanilla controlaba don
Erasmo las hojas de ruta y de pascua adviento en aquellas soledades oteaba el
paso de los correos. Era un hombre acecinado con la nariz como un cuchillo…
“vivo yo en mis soledades llega el viento y yo le canto. El que se cruza en mi
camino se cruza en mi entendimiento libre de ver la ocasión y comprender la
opinión que sustento de vivir cara al tiempo libre alegre y satisfecho”… este
funcionario que se dirigía a los pasajeros hablando en aleluyas era el último
de la estirpe de una raza de versolaris. Hay otros personajes inolvidables como
aquel doctor de Coculina cerca de Poza
de la Sal que van a visitar. Cae la noche a Serapio le duelen los ojos el polvo
de las roderas le ha ocasionado conjuntivitis les recibe su mujer uy cuanto
tarda le habrán llamado para asistir a algún parto. Sí… sí… un parto. Los
civiles van a dormir a la posada y a la mañana siguiente cuando ya están en
ruta se presenta el bueno de don Ubaldo a caballo pidiendo disculpas y excusas
no pedidas acusaciones manifiestas. Al galeno por lo visto le había surgido un
compromiso que poco tenía que ver con Hipócrates sino con Venus. Le receta a
Serapio unos mejunjes caseros calomelanos sulfato de cinc y una pomada de
nitrato en la córnea. Por lo visto lo que tenía el agente de la autoridad era
un catarro a la vista por la falta de higiene y porque en una de las pernoctas
agarró un virus de una persona enferma con difteria. El sufrido número de la
Benemérita se siente mejor pero en Villalón le dan a beber el suero de una
tarrina y luego se lo aplica a los ojos y nota un gran alivio. La cuerda hace
pensar a veces en las aventuras del quijote pero en ternura y compasión hacia
la humanidad compungida este tremendo escritor de Villada supera a Cervantes
por su lirismo por su conocimiento del alma humana y por la didascalia. La
novela es una narración de historia y de geografía planteada desde el amor a
España vista a través de los ojos cansados de un guardia civil veterano y otro
más joven que sueña con casarse cuando acabe la conducción del Sacamantecas con
una moza en León que se llama Camino. Se calcula se tasa y se pesa por el modo
antiguo de áridos y líquidos fanegas celemines, adarmes y onzas heminas cahices
leguas libras azumbres arrobas y varas. Una legua 5.6km son 666 varas y un
cahiz 666 litros. Es impresionante el acerbo léxico que acerca al lector
entrañándole con el paisaje y el paisaje. El libro es como una melodía en que
se registran los mejores sones de las viejas palabras de los pueblos de la
provincia del norte de León, Palencia, Burgos en la raya con las montañas y es
un canto a la GC. Guardias civiles hombres de aquellas tierras
redimidos del arado soldados civiles de pueblo en pueblo siguiendo la tradición
de los merinos, los miñones forales cuadrilleros de la santa hermanada
corregidores y corchetes y alguaciles. El guardia civil es un soldado del
pueblo al servicio del orden y la ley instituto fundado en un tiempo de
convulsiones políticas en la lucha contra el bandolerismo. En Andalucía era un
ejército montado y en Castilla se hizo de infantería, iban de dos en dos,
adalides del compañerismo, si te llevas mal con el otro mejor que te tires al
río. Sus servidores conocen el aperreo diario de las marchas y correrías por el
campo el fusil al hombro nunca en bandolera cuando se iba conducción, las
polainas cubiertas de polvo, la teresiana cubriendo el cogote, la manta
terciada, pernoctando en campo abierto cerca de los lamederos de las dehesas
boyales o en puestos de línea mal abastecidos, los jergones cubiertos de mugre
y de chinches. Garayo el pobre es capaz de afeitarse utilizando la lija de una
caja de cerillas y de quitarse los pantalones con los grilletes amarrados a los
tobillos. Marcha unos pasos delante de sus guardianes con la cabeza hundida
entre los hombros los brazos péndulos. El guardia civil es un soldado del
pueblo con la cartilla y el libro de firmas siempre a mano. Uno de los
artículos del reglamento prohíbe la burla y la murmuración. Mas, si dura es la
vida de estos abnegados números de la benemérita mucho mayor sacrificio era el
de sus esposas, expuestas a largas desapariciones del marido que salía de
correría o a traslados con los enseres en un carro de un puesto a otro. Hay un
momento al final de la novela en la cual el guardia viejo no puede más, se
rompe, está harto de servir a un amo oculto que le paga pero a quien desconoce
y sabe poco de su sacrificio. Es la escena cuando llegan despeados con el
prisionero a Pancorbo y un sargento jefe de línea le lee la cartilla a Serapio
y le recuerda que muchos de sus compañeros se encuentran en similar situación:
“mire, muchos de nosotros perecieron de frío o ahogados en las riadas abrasados
en los incendios pero ellos sabían que la mayor fuerza es el ejemplo y que el
ejemplo obliga a ir mucho más allá adonde vaya el más valiente, el más honrado,
el más sufrido de los hombres. Y la GC ha querido ser siempre ejemplar aun
sabiendo que más allá del deber y del ejemplo está la muerte. Sin nombrar a los
miles de camaradas que ahora cruzarán las carreteras de toda España, quiero que
sepa que la fatiga de ahora ha sido la fatiga de siempre”.
Tales
frases harían en sí mismas memorable a este libro pero por el mismo se cruzan
personajes que no han sido nunca tan bien trazados en la literatura española ni
por el mismo Cervantes como el maestro del Boñar que sabía todo sobre las
calzadas romanas o la cantinera que con sus sesenta años a cuestas servía el
café a los soldaditos de campaña en un cuartel de infantería, las lavanderas,
los cantemisas, las ferias o el fotógrafo Dupont un francés itinerante que
retrataba a los paisanos o el pintor Valdivieso al que dieron una paliza por
haber hecho un cuadro muy sugerente del cuerpo serrano de la mujer de un
alcalde. Tomás Salvador capta la vida de la España del siglo XIX con la misma
pericia que lo hizo Cervantes con la del XVI o tal vez mejor. Es una injusticia
que un tesoro de tanto valor esté arrinconado. No se le hizo justicia, puso una
editorial y se arruinó, camisa azul pero
con Franco y sobre todo con los franquistas no quiso saber nada, se le heló una
mano en el frente del Este, y de su experiencia en la Blau escribió una novela
profética sobre el resurgir de la Rusia cristiana y de la resurrección de
aquellos soldaditos ruskis que vio morir al otro lado de las empalizadas en los
combates de Leningrado, División 25o,
montó un puesto de periódicos en la Plaza de Cataluña y se lo cerraron. Murió
en la miseria. Hijo del cuerpo, se hizo policía de la ronda secreta en
Barcelona, de mozo lució la Por eso me enoja tanto pasearme por las casetas de
la feria del libro para encontrarme con tanto sacristán tanto profesor mediocre
y escritores de alubión. España desprecia cuanto ignora y eso es un ominoso
designio que nos persigue. Cuerda de presos no es un thriller ni una novela
romántica no hay sexo ni casi trama pero debiera ser libro de lectura
obligatoria en los parvulario y por supuesto en la academia y en los cuarteles
de la guardia civil el benemérito instituto de cuya probidad y lealtad se han
aprovechado gobiernos de todos los
pelajes y colores. Tomás Salvador no morirá nunca. Su recia prosa castellana
iluminará el camino de las nuevas generaciones. Cantó a la GC y dijo que el
benemérito instituto no ha de ser un cuerpo represor como pretende el actual
gobierno del mr. Rajoy aunque no cabe esperar otra cosa del inepto pontevedrés
al que llaman don Rajadizo el Mirífico.
XII
CANTAMAÑANAS Y BUTANEROS. NUESTRO NUEVO PERIODISMO
Ya
cantan los pájaros al albor. La primavera se adelanta. Llueve. Menos mal.
Grande eres en tus obras, Señor. Rezo el salmo 62 de Laudes del Oficio Parvo a
Nuestra Señora. “Ad te de luce vigilo”.
Hay que estar en guardia contra tanta cabeza de chorlito. Esa plaga que nos
invade. Ya están aquí los butaneros y cantamañeros. Entre col y col una
lechuga. Entre cuña y cuña comercial un mitin. Tararí... tí... Ti. Alzamos al
redoble de tambor y toque de cornetas, prietas las filas, montañas nevadas.
Por
favor no me pongan ese pasodoble tan nostálgico de la España que perdimos que
mi alma se desinfla. Se enternecen mis fibras y las piernas se me vuelven flan
y los dedos huéspedes. Y me entra un cierto desapoderamiento de los sentidos.
España es una y cabal. No volvamos a partirla en dos. Nosotros seguimos en esa
misma demanda y llevamos repitiendo esta consigna de reconciliación lo menos
ocho lustros. Ni la izquierda deletérea progresista y a veces sin sentido
nacional. Ni la derecha nostálgica, ególatra, testaruda y que no piensa en los
demás. Mi corresponsalía en Inglaterra y Washington me llevo a la persuasión de
que somos un pueblo grande y hermoso pero con frecuencia manipulable y
papanatas. Esto es caer en la trampa de la guerra civil. Y desde entonces me
fío poco de los de Oxford y Cambridge. Mi alma mater es Alcalá.
Me gustaría ser paloma que sabe convivir con
la bandada. Es un ave cándida y social. Más que halcón egoísta y rapaz volando
a su aire. Pero aquí los halcones con harta frecuencia se convierten en pavos
reales muy finchados y despampanantes desplegando su bonita cola pero que son
incapaces de volar. Volemos pues. Y volar es convivir de la misma forma que
gobernar es transigir. Perdonar. Se nos va la fuerza por la boca. Dos pasos
delante y uno detrás.
Me
desenchufo o le doy al guial -amigo de las ondas cortas y del DX, distancias
desconocidas que llegan por el cañón de los sueños, ese gamellón de la imaginación, tubos catódicos, brahones y retahílas.
Y abandono las estacionales nacionales. La radio enchufo, un poco más de
música, maestro, y no tanta información/desinformación. Menos palabrería. Es la
radio el mejor instrumento de transmisión de ideas, afectos, sugerencias
(deberían sacar más los micrófonos a la calle a ver lo que el pueblo opina, vox
populi, vox Dei) puede convertirse en un instrumento de incomunicación. ¿Serán
galgos o serán podencos? De todo hay en la viña del señor pero esos gigantescos
programas mañaneros cuando canta el ruiseñor y suenan las arengas y los mítines
- parece ser que hay montada toda una estrategia del horror y del encono, pero
a fin de cuentas esta es la democracia o la de unos pocos con derecho de
pernada y de opinión- ponen al oyente en pie de guerra, no son ideas. Cesen las
crispaduras. Ese que tiene la voz un
tanto aflautada y la cara de máscara. Es un clown. Más feo que Picio y
listísimo más listo que el hambre y la verdad es que no lo hace mal. Imposta la
voz, maneja bien el castellano pero no es más que un mimo, un momo y ambos
vocablos dan en memo. Su voz sale de las cavernas de la derecha antisocial. No
creo que le importe demasiado Miguel Ángel Blanco y tampoco condenando a la
horca a De Juana le vamos a devolver la vida ni a él ni a los guardias civiles
pobrecitos que alevosamente tronzó en la flor de su edad. Ya los pagará. Si no
es en esta vida en la otra. Tiene mucho purgatorio si es que no va a las
calderas de Pedro Botero -que será lo más probable- de morros y de cabeza. Y
mientras le llega su hora, carne de frenólogo y de manicomio. Dios proveerá y
dios lo juzgará. Además, fue excarcelado por una disposición incomprensible de
los del fraque y la toga.
Un juez en tiempos de Aznar le redujo cadena y
los dos mil años de condena se quedaron reducidos a dieciocho. En agua de
borrajas. Total. Son ladridos las que se
ponen en circulación: chantaje, manos blancas, presidente al paredón. Ultraje y
las palabras se vuelven espadas y consignas y el personal las repite como
loritos en las tertulias en los chats y en los foros. Clama la voz, la mía, en
el desierto. Calma, señores. Un poco de recapacitación.
Aquí lo que importa es el muerto. El cadáver
sobre la mesa. Un muerto mil votos. Cincuenta mil. Un millón. ¡Qué triste
realidad! Así que el personal marcha camino del trabajo y se apretuja en el
metro o en el autobús repleto de hordas haloetnicas, que seguramente el siglo
XXI va a ser el de las grandes masas, del descorrimiento de pueblos, de la
perdida de ese centro de equilibrio que era Europa y el cristianismo en su
mejor versión la católica, con el cabreo de haberse desayunado el sapo
mañanero. A las masas se las maneja mejor con el horror pero este axioma
determina no pocos retos a la libertad de expresión.
XIII
DEMOCRACIA Y
CORTE INGLÉS
Ruede la bola de la
información-desinformación. El control de las prensas y de la palabra o la
imagen que baja por el éter puede llevarnos a una nueva era de hombres robots
con el cerebro bien lavado mas no así el corazón. Los trusts y los grupos de
comunicación se imponen y hacen la guerra entre ellas. Recuerdo a principios de
los noventas las luchas internecinas entre servios y caníbales. El grupo Z y el
grupo Prisa y el de la Cope capitaneado por Antonio Herrero. En esa lucha de
golpes bajos y patadas en la espinilla valía todo. Desde la difamación hasta la
más inaudita vesania. ¿Es que llevaba razón aquel vasco que dijo y ahora lleva
una vida monástica en un pueblo de Guadalajara que somos una tribu? Leguineche
quiero decir. Gran reportero de todas las guerras pero creo que esto le viene
un poco estrecho. Como a mí que estoy de vuelta de todo. Pues muy bien somos
una tribu. Que pasen los periodistas y coman que dijo el ínclito Romanones.
Las espadas están en alto siempre en esta
maravillosa profesión donde han resucitado querellas antiguas sin la crudeza
del siglo XIX desde luego(recordemos que Azorín, el impávido Azorín, fue a por
Maeztu que era algo vehemente y que había puesto la novelística del autor de
Monovar del Campo cual hoja de perejil) con una navaja cabritera y al ceceante
Valle Inclán el de las barba de chivo lo dejó manco otro colega Manuel Bueno
con un verduguillo, la herida se le infectó, los duelos de la literatura fueron
famosos en aquel tiempo y yo he visto a un colega en Londres atizarle un
botellazo al corresponsal de un diario de la competencia) estas determinaciones
ab irato de poco sirven pues la
violencia es algo inane pero son el pan nuestro de cada día en esta profesión.
Uno tiene que llevar rodela y hasta un coselete antibalas creo que eso ocurre
aún en Hispanoamérica cuando se va a la redacción. Uno escribe y uno habla
desde la dilección y con un afán ético o moralizador, o al menos así debiera de
ser, desde la sátira y desde el perdón, pero no hay manera para no hacer -dulce
razón de amor- de mi querida patria una España encabronada y acojonada
.
Pero la crispación, esa palabreja que tanto se usa ahora, llega por el aire y
el Evangelio me dice “no luchareis contra los hombres y la carne sino contra
los malos espíritus que viajan por el aire” (palabras de la ordenación de
diáconos en la Iglesia grecolatina). Y el advenimiento de los grandes Midas de
la comunicación todo un fenómeno sociológico. Seguimos luchando contra los
molinos de viento aun corriendo el riesgo, ya lo sabemos, de acabar con los
huesos quebrantados y molidos. Peleando con la dialéctica de la destrucción,
oye. En esta sociedad de la imagen parece ser que el hombre carece de vida
interior
.
Su existencia se desarrolla hacia afuera. A mí que me dejen en paz. Fútbol. Quiero Fútbol. Panem et
circenses. En algo hay que entretener a las masas y mantenerles distraídos.
Dales pan y circo ¿Y a los periodistas? Que pasen y coman. Hay que ver que
contrajodido y puñetero era ese conde. Y los medios de comunicación dejaron de
ser un servicio público para convertirse en la bandería de los intereses
comerciales. No me quejo. Esta es una democracia vigilada y hay que ir de
compras al Corte Inglés.
Es
la vida moderna. O lo coges o lo dejas. Y la cosa empezó con Franco que trajo
aquí a las grandes multinacionales. La Revlon, la Perkins, la John Deere,
General Electric. Etc. uno escribió una vez en contra de la Westinghouse y la
standard cuando estábamos comprando centrales nucleares a Estados Unidos y por
poco me echan del “Arriba”. Un lector escribió una soflama contra mí. Me llamó
buey. Ya estoy muy acostumbrado a este tipo de dicterios y tengo anchas
espaldas aunque carezca de la entereza e importancia de Calvo Sotelo. La guerra
civil vino como resultado de una crispación que yo lo he estudiado bastante
bien por antiguas rencillas entre militares africanistas y peninsulares.
Recíclese, don Verumtamen. Pues me reciclo pero a lo mejor no lo consigo Eso lo
logró un genio de la comunicación que se llama José María. Se acabó el tiempo
de las plumas galanas y de los nombres rimbombantes. Y vinieron los García los
del Olmo las Encarnas de día y las encarnas de noche, degollaron a Balbín que
en su programa La Clave había conseguido un nivel de excelencia como en pocas
televisiones del mundo con la excepción de la alemana y la francesa se había
adquirido. Lo descabezaron alegando que su audiencia era de minorías, lo que
era un infundio, y vivimos en los tiempos de las grandes masas. Furbo... Furbo
y salsa rosa, se ha dicho. Butaneros y cantamañanas y la información se ha
tornado alienante y alienígena - tratando de emular a los anglosajones- aunque
ha vuelto la tradición panfletaria del libelo estilo siglo XIX. Por esta vía se
puede aniquilar perfectamente el alma de las naciones y crear un nuevo tipo de
sociedad con otros atavismos y tics. El lavado de cerebro suma y sigue y la verdad
es que la Iglesia que está en la mira de esta labor de zapa no lo ha querido
ver o, si no lo ha querido ver, y por aquello de si no les puedes vencer únete
a ellos, se ha subido al carro de los vencedores. Los grandes fenómenos en
antena de la emisora de los curas se declaran agnósticos y luteranos. Yo pienso
que si mala fue la era de Felipe González para los que nos hemos ganado la vida
escribiendo la de Aznar fue nefasta. Una concatenación de torpezas y errores
pero la verdad es que no tuvo él la culpa como tampoco la tiene ahora Zapatero
que han de acatar las disposiciones de un teléfono rojo oculto en alguna parte
y quien manda, manda. De esta forma mantener una independencia de criterio
resulta no sólo oneroso y peligroso sino algo casi imposible. Lo dijo Ramiro y
murió por esa idea: el gran problema de los españoles que se despellejan entre
sí desde una izquierda antinacional y una derecha cerril. Hay a muchos que nos
sigue gustando este proyecto de futuro basado en la síntesis y vivir, sentir y
escribir con una idea de Estado en la cabeza por encima de las facciones y
encontronazos de partido.
Volvemos al sectarismo y a las divisiones de
derecha, a la banalización de lo importante, a la cursilería de la escopeta
nacional y acaso al caciquismo que hizo fracasar a los dos regímenes
constitucionales que tuvo España. Ahora estamos en la tercera y a la tercera va
la vencida. A ver si puede ser. Joaquín Costa expuso el proyecto de Ledesma en
otros términos pero casi en la misma
idea: el problema es de la despensa y la escuela. Ahora gracias a Dios no hay
hambre, las barrigas parecen ahítas, pero puede volver a haberla. Sin embargo
la gran ignorancia nacional sigue vigente. Es una escopeta cargada que nos
lleva al guerracivilismo.
Convendría
pues una mejor educación de las masas irredentas. Nada tengo con el admirable
luarqués José María García al que ya empezamos a llamar en la escuela de
Periodismo de la Iglesia el Butanito - me alegro de que se haya recuperado de
su enfermedad y que siga fumándose sus buenos vegueros- pues venía a clase, las
pocas veces que iba, con una casaca del mismo color y en una Vespa.
Siempre con prisas. Mirada de águila. Un tapón
de tío pero listo como el hambre y con una voz de Esténtor, maravilla en un
cuerpo tan pequeño, que impostaba y que dio lugar a un estilo inconfundible y
una voz propia ante los micrófonos. Es la gran cuestión en literatura y en
periodismo: encontrar tu propia voz. El estilo es el hombre. Con poco bagaje
cultural sin embargo supo sintonizar con las apetencias de la gente. Y los
españoles de la primera transición encontraban en el deporte no practicado sino
de la grada una válvula de escape a su adrenalina.
Por
eso en los ochenta se dormían escuchando las diatribas del pequeño y rubiales
Butanito contra Porta, Soporta y don Jesús Gil que más de una vez le envió los
padrinos. En fin, Furbo... Furbo el nuevo dios de los españoles. Reyertas. Es
la cólera del español sentado. Yo quiero creer que el personal no desea que se
le informe sino que se le arponee. Los españoles dicen somos masoquistas. Le
tenía al pobre Porta aquel presidente de la Federación de Futbol un soplón a la
puerta de su vivienda y todos los españoles sabíamos cada noche a qué hora en
qué minuto y cuánto duraba el paseo cuando don Pablo sacaba a su perro a mear.
El mejor estilo de Pueblo lo acreditó este García. Creo escuela y ha tenido no
pocos imitadores.
Que se han hinchado a ganar perras en una
profesión que proporciona algunas satisfacciones y bastantes sinsabores poco
dinero y bastante caspa. Que es más que nunca el Cuarto Poder. El parlamento de
papel. Aunque no es buen síntoma para una democracia el que la política se haga
en las redacciones y que algunos prebostes y mandamás del sector tengan más
peso específico que muchos ministros. Malo. Ahora hemos pasado de la pajarita
de papel a la pajarita de las tertulias con un equipo de opinadotes
pluriempleados mientras la gran masa periodística. Haría falta una buena
limpia. A ver si el nuevo rey Felipe VI acaba con todos estos tertulianos que
chupan cámara y micrófono a piñón fijo. Figuran como el clac de la clase
política, ocupan bastante cacho arrogándose las funciones del parlamento.
Volvemos pues a tener una democracia de papel.
Pero la información es poder y hoy es el Poder
con mayúsculas. En su modestia uno que no es de derechas ni de izquierdas no
entiende estas querellas de patio de vecindad porque a Butanito le hayan
degollado una entrevista con el Loco de la Colina. Tenemos dos manos y dos ojos
¿no? Convendría seguir entonces sin bandazos a babor y estribor la trayectoria
de la recta. Proa. Proa. Era un diario vespertino de León por cierto y un
cachondo se lió a voces una tarde de allá por los años cuarenta cuando los
periódicos se voceaban como si León fuera Londres y anunciaba:
- “Proa”
Ha salido “Proa”: El Papa se casa con la Hilda y se marchan los dos al Caribe
en viaje de novios.
Horror
¡qué titular en pleno Nacional catolicismo! El vendedor debía de estar borracho
o debía de ser Genarín. Cerraron aquel periódico que era de la cadena del
Movimiento tres meses y a su director por poco lo amarran en blanca a la sombra
del “hotel” San Marcos. Como a Quevedo por un soneto. Un titular mal trabado
podía valerte no una misa sino que te lo dijeran de misas en aquellos tiempos Y
de la misma casa salió don Luis del Olmo que creo que era locutor de la REM
(Radio Cadena del Movimiento) en la emisora de Astorga. ¡Qué voz, señores, qué
voz! Y ¡cómo la imposta! Creó escuela. Y enamoraba a las señoras cuando salía
en antena aquel mozo de los ojos tristes y la voz seductora. Un maragato de
Astorga. Moris captus -es lo que significa maragato- cautivado por los moros
esto es tornadizo y don Luis con su varonil voz cautivaba a las parientas. Y
todas las señoras se iban a comprar al Corte inglés con gran alarma de los
maridos que protestaban:
-Esto
es el colmo don Luis del Olmo.
Me
lo encontré una vez que fui al Arrabal de Arévalo a vender libros cuando por
culpa de una miliciana del feminismo me suspendieron de empleo. Estaba comiendo
en La Pinilla del Olmo. Le acompañaba un guardaespaldas. Ni media palabra
durante el almuerzo. Don Luis tenía los ojos tristones. ¡Y qué tenga yo que
estar aquí vendiendo libros como un cabrón y venga a comer el plato del día y
este señor a la carta ante el mejor cochinillo! Soy tan buen periodista como
él. La verdad es que don Luis y su zaguanete comieron poco y yo me hinché a
sopas y garbanzos. Desde hace muchos años, inconsciente de mí, he renunciado a
guardar la línea.
-
Mira, Verumtamen, - me dije a mí mismo - Tú vives mejor que él. Te acabas de
zampar un cocido a lo pobre que no se la salta un gitano y te has echado al
coleto dos medias botellas de tintorro de la tierra que te hace ver la vida de
otra manera. Arriba los corazones. Súrsum corda. Eres mucho más feliz. No
llevas guardaespaldas pero eres más feliz. No cambiaste de chaqueta y duermes
con la conciencia más tranquila.
Ahí
está la maula. Que no cambiamos de chaqueta. Seguimos aferrados a ciertos
ideales de la España eterna y nos trataron de locos y de borrachos. Se nos
cerraron todas las puertas. Hicimos mutis por el foro pero seguimos al pie del
cañón. Tenía que ser así en cumplimiento de las palabras del Caudillo que lo
dejó todo atado y bien atado - y sigo pensando que su palabra es verdadera,
aunque cometió el grave error de dejar de heredero al Borbón- y si su heredad
se desata, creo que el ZP lo que intenta es salvar los muebles, habrá gresca.
Por aquel mandato nuestro sacrificio. Nos ofrendamos nuestras vidas y nuestra
carrera en holocausto. Éramos los albaceas de aquel legado histórico. Que haya
paz y progreso entre los españoles y tuvimos que hacernos el loco y mirar para
otra parte y aguantar estas tabarras de butaneros y cantamañeros y la
melancolía de esas emisiones oceánicas de costa a costa la voz sexy de la radio
una cosa parecida en tío a lo que es la Cristina Maravillosa en mujer. ¡Dios
qué voz más sensual! Y lo mejorcito de por aquí. La escuchas y piensas en el
amor, qué voz de mujer, Además hija del Cuerpo. ¡Si no fuera tan carca!
Uno
se pregunta cómo puede ser esto. Sólo ocurre en la radio de las repúblicas
bananeras pero la verdad es que el talante de este pueblo es inclinado al
caudillismo también en lo informativo. Eso revuelto con un poco de masoquismo
porque al español de abajo le suele ir la marcha y nos da la fórmula. Los que
postulamos un periodismo serio, una literatura como Dios manda y un saber estar
y saber ser en demócrata tuvimos que callarnos. Hacer un mutis por el foro o
ponernos a leer los Intereses Creados de don Jacinto. Que en estas guerras
mediáticas que nos desinforman con su noticierismo y su culto a la personalidad
fantasmagórica laten miras utilitarias. Detrás de estos grupos se ocultan
muchas perras. ¡Ah, amigo! La ambición humana carece de límites. Sosiéguense,
señores.
-Así
que no es usted de derechas don Verumtamen. -Ni de izquierdas. Lo mío es el la
revolución social sindicalista. El comedio no el del pobre Adolfo Suárez al que
tan mal hemos pagado por sus incalculables servicios prestados. Tampoco. Pero
busco el equilibrio. Cuando todos hemos perdido el centro y un poco los
papeles. Virtus in medio est. Buena consigna para un país de desequilibrados.
¡Señores de la tele radio no nos azupen los perros!
XIV
POR EL
CAMINO DE SANTIAGO. A PERRO VIEJO NO HAY TUSTUS
Con el Calixtino por libro de cabecera, guía y
vademécum de peregrinaciones, un legajo del siglo XII escrito por un tal
Américo Picaud, un gabacho que ya nos pone de vuelta y media a los españoles
esgrimiendo los antecedentes que esboza la picaresca sobre buen pueblo pero
mala gente que dijo el otro cuando se topó con los muros de Benavente (escopeta
nacional y España sin españoles sería el paraíso terrenal), mi amigo don Xanti
y yo nos hemos echado a los caminos, bordón en la diestra, nuestras recias botas,
nuestros buenos peales, buenos propósitos y mejores resoluciones en el alma que
pecadores fuimos y pecadores somos. El vino que no falte. Y el breviario de
antes de la guerra también iba en la mochila. Para espantar el diablo que no
deja de enredar incluso en las soledades cantábamos en latín los maitines y
laúdes a la aurora con el precioso himno monacal de “Iam lucis”, la tercia
antes de la siesta, vísperas con el primer rayo del crepúsculo y completas al
entrelubricán somnoliento. Nos lo pasamos bomba. Damos grandes rodeos al pisar las ciudades
pero los viejos lugares de la Transcantábrica posábamos en veneración.
Esquivábamos las carreteras y los farolillos rojos de los puticlubs que animan
las cálidas noches agosteñas, cabe el arcén de las autovías, los apartábamos
con un vade retro. A estas edades no es para que te den una medalla de
condecoración si no te llama la atención la jodienda. A perro viejo no hay
tustús. ¡Oh pecadores de la nueva Babilonia!
En una localidad del camino cantamos la Passio a dúo al pie de un Santo Cristo
milagroso y lo hicimos con tanta unción, mi buen Xantipa de grave y yo atacando
los agudos del cronista que narra los acontecimientos en la noche del Viernes
Santo, un diácono ruso se nos agregó y bordaba los bajos del repertorio de
Palestrina, que el cura y algunas beatas nos invitaron a chocolates con
churros. Grande es nuestra fe y grande es España por más que me pongan como un
trapo los unos y los otros, aunque los peores seamos nosotros mismos.
-Eso no tiene enmienda. A otra cosa mariposa.
Y dijo el Marquillos de Obregón y es a lo que iba
pues no puedo desenredar ese enredijo de misterio que me hace tirarme al monte,
claro, o buscar el refugio de las tabernas, pues la frase forma parte del
laberinto en el que estamos inmersos:
Si
eres por ventura español donde quiera que llegues has de ser mal recibido
aunque te pongan buena cara. Que aquesa ventaja hacemos a los nacionales del
mundo ser aborrecidos de todos; cuya sea la culpa yo no lo sé.
Ni yo tampoco pero vengo empapado del rocío de las
veredas, con la música de algún malvís entre las orejas, el rumor del agua
cerca de las cárcavas, la visión edénica
de los gollizos, gargantas y cuchillares, restos de antiguos glaciares que
alfombran la manta de los montes de la Robla, el silencio edénico de los
castañares ocultos entre las sierras, los cristos rotos y las imágenes
venerandas de santos arrumbados- qué se la a hacer un santo no es más que un
trozo de madera y una bandera un cacho trapo y ahora se están rige un nuevo furor
iconoclasta contra aquello que tanto venerábamos- que esperan en las iglesias
cerradas a cal y canto, el tañer del cimbelillo en las ermitas del monte que a
veces nos parecían tocar solas y nos sonaban a milagro no sé por qué, el
donaire de algunas mesoneras que no niegan una sonrisa y un vaso de agua al
peregrino, la borrina de los puertos, suspiros de tul en el paisaje de encaje,
o el sonido isócrono de las olas sobre la mar de Vegadeo. O los ecos del canto
de una salve al atardecer en alguna aldea perdida del Bierzo. O la armonía de
la catedral de Santiago que dicen que el que llega allí por primera vez se transforma; si está triste se alegra y, si
enfermo, cura de toditas todas, y si nervioso le penetra en el alma una calma
infinita que trastoca el hervor diabólico, el tráfago luciferino de la ciudad
hediendo a azufre y a exhausto de tubo de escape. Traspuesto el monte de Gozo,
es cosa digna de mención que parece que se te alegran los pies y dejan de
protestar como en algún tranco de la ruta en que estuvimos a punto de tirar la
toalla. Gracias al vino que es sangre de Cristo y la fe. Toda esa belleza y
dolor que trajo al mundo el cristianismo y que para mí sigue siendo la religión
alegre y verdadera diga lo que diga don Haro Tecglén. Tachín tachén. Áteme esa
mosca por el raro. Y luego en la catedral compostelana estaban los paneles que
mezclan el cielo con la tierra del Pórtico de la Gloria. La perfecta caja
acústica de la ortofonía con que fueran diseñadas las bóvedas. El canto llano
que ensalza con salmos acompañantes el movimiento pendular del botafumeiro. Los
miembros cansados, el rostro contento.
¿Habremos
conseguido la gran perdonanza? No lo sé ni tampoco me importa mucho. Se hace
camino al andar, y lo más importante: Hemos ido por las ranuras de la puerta
estrecha pero aquí hemos vuelto con nuevos bríos y con fuerzas de refresco. No
hay, no puede haberlo, país más bello en la tierra. En mi zurrón, yo hubiera
querido meter en mi zurrón de peregrino tanta hermosura. No me cabía tanto amor en las alforjas. Al volver de
Compostela regresaba ligerito y casi repartiendo besos.
-Oye a ver qué hacemos.
-Vamos de correría.
-¿De correría sin la guardia civil?
-De romeros camino de Compostela. A misa no voy
porque estoy cojo pero a la taberna poquito a poco.
-Alguna vez habrá que compaginar la religión y la
diversión y con esa idea fija en la mente hicimos la salva de los andantes. Una
hogaza de pan tierno, algunos torreznos y tajadillas de la olla que saben a
gloria en pleno campo y algún que otro
laustibideo con un par de besos al jarro. Y de hoy en un año que el Dios nos
conserve en paz y buenos
-Qui multo
peregrinanntur paulo minus santificantur (mucho peregrinar y santificarse
poco pero a pesar de las reconvenciones del Kempis lo pasamos bomba).
-Eso es el del Imitación
de Cristo. Pero aquel monje flamenco dicen que luego se suicidó o que murió
mal y por eso no lo canonizaron aunque gracias a su libro- admirable poder de
la literatura que una cosa es predicar y otra dar trigo- canonizaron a muchos.
Ya ve usted lo que son las cosas. Ese librillo es una fábrica de santos aunque
con un poco de oscurantismo, un si es no es misoneísta y una miaja quietista.
Hoy si viviera el anónimo autor lo escribiría de otra forma. En la actualidad
los émulos del evangelista actúan de otro modo pero se sigue el modelo
copiando. Cristo alfa y omega hoy ayer y siempre. Y lo demuestra el hecho de
que siga habiendo tantos crucificados y tantos crucifijos incluso en el
canalillo del tetamen de Prosperina. Las nuevas chulas se colocan el símbolo al
pecho que no saben lo que es pero que en el fondo las debe de proteger en medio
de la hoguera de sus vanidades. Que les sienta como un tiro a tanta paganía. Y
los futbolistas cuando saltan a la cancha o marcan un gol se santiguan.
-Cruz al revés.
-No creo que llegue a tanto. Es la puñetera
coquetería. Ya sabe usted que si tres son los peligros del alma mundo, demonio
y carne, las mujeres agregan otro que las pierde: el buen parecer. Pero yo
quería volver a la Imitación pues de
niño lo repasé cien veces.
-No me vaya usía a salir con toda una teología de la
peregrinación que ya sabemos por donde va y los sabuesos de la información o de
la inquisición andan peinando las Webs en pesquisas de sospecha y si con barbas
san Antón y si no la Purísima Concepción. Hechos. Y nada de dichos. Facta non verba que dijo el clásico.
Cíñase a la banda.
Pues eso mismo. Salimos don Xanti y yo- su nombre de
pila es Xantipa- un hermoso día de la Transfiguración después de llevarle
laureles a san Salvador cuya talla se
venera desde hace siglos en un rincón junto a uno de las responsiones del lado
de la epístola en la catedral ovetense. Allí es un día grande el 6 de Agosto y
cumplimos la promesa del viejo rito de llevar el ramo y colocarlo a los pies de
la imagen en la peana. El que a Santiago
va y no visita San Salvador por honrar al siervo se olvida del Señor. Y tanto. Por eso, muchos a Oviedo lo llevamos en el corazón. Es la ciudad de
siempre, nuestro “oppidum” anímico, un refrigerio de cortesía y de elegancia, oasis
en el desierto intelectual que nos aqueja, punto de fuga, venero de dichas y de
desdichas, memorial de recuerdos, unos buenos y otros no tanto. Oviedín del
alma, sombra de la aceitera donde don Fermín enfilaba su catalejo, plaza del
Fontán y fachada de san Isidoro donde jugaba a la pelota Tigre Juan. El cuerpo
podrá salir de tus recintos sagrados pero el alma jamás te abandonará. ¿Oviedo?
¡Presente! A mí me nacieron en Segovia de la misma manera que a Clarín lo parió
su madre en Zamora por una casualidad pero es – ómnium consenso- que yo me he
vuelto pixueto hasta las cachas y hasta lo dice mi forma de parlar y de
expresarme con giros y expresiones de la antigua fabla jovial. Dejamos la
Argañosa y el roquedo del Padrún a un lado y a la vera del Nalón río matriz de
las Españas con un descansín en Mieres del Camino para yantar dimos vista tras
largo trajín a los airosos muros de Santa Cristina de Lena en lo alto de un
mogote que fue para los primitivos asturcones monte sagrado al que escoltan rodales de castaños y un buen
manto de abedules de copas esquemáticas y tronco albar. Dios debiose de echar
siesta en el paraíso antes de venirse a fundar por aquí estas encartaciones
donde los horizontes son sublimes, buen refugio para el que venga huyendo del
moro, o de la quema y quiera vivir a escondido. El oratorio de Santa Cristina
joya embelesada del ramirense reina señero en el horizonte. Es la llave de los
puertos. Sacha, nuestro ruso y del que hablaré más adelante hizo la genuflexión
prosternada según el rito bizantino ante el altar de la santa. Estaba abierta
la ermita y delante del iconostasio, en
pié, como mandan los cánones, entonamos el Akathistos
el más antiguo himno a la Madre de Dios que se conoce. Como se nos había
olvidado el griego a Xanti y a mí que también estuvo conmigo en el seminario de
Comillas, lo tarareábamos dejando que el diácono ruso llevase la voz cantante.
Respondíamos a la plegaria con el radesti
(alégrate) cuando el oficiante concluía una de las veintitantas estrofas. Ora
pro nobis. Fue emocionante y como se nos hizo de noche allí mismo en aquel
Tabor de veneración de la vieja España
cristiana tiramos la boina y acampamos la noche, para, al alba, con el sol ya
en las bardas de Campomanes, acometimos la recia subida al Pallares que no es
grano de anís.
-Antoñito mucho te pesan las arrobas.
-Más me pesan mis pesares por mis pecados.
-Pero estás aun hecho un recental. Tira palante.
El bordón, la capa de
límiste o paño de Segovia de color amusto (pardo), el sombrero capón en son de
penitencia, la calabaza que yo sustituí por una cantimplora militar que me
legara mi pobre padre recuerdo de los campamentos y las maniobras y todos los
arreos del peregrinaje debían de ser un curioso espectáculo para los que
pasaban por aquellas soledades. Estampa curiosa que no pertenecía al tiempo del
ordenata y del móvil.
Los pueblos están casi desiertos, las casas
deshabitadas. Ya no quedan niños y probinos
los viellos no pueden ni tenerse pero alguna abuela salió a la puerta para
saludarnos deseándonos buen viaje.
-Vayan con Dios
-Y que Él a usted la
acompañe, hermana.
Hace treinta años hubiésemos sido un espectáculo y
hubiéramos arrastrado tras nos a una recua de rapaces saliéndonos al camino a
pedirnos una estampa o una perra chica para caramelos.
El peligro de los romeros jacobeos eran los canes.
Ahora es la velocidad y hay que hacerse a la cuneta no te lleve por delante un
treinta ruedas. Algunos camioneros saludaban con deferencia y otros con
compasión al vernos vestidos de aquellos capisayos pasados de moda. Una tipa
malos pelos y la cara pintada de daifa que por lo que dijo nada amistoso
llamándonos cabrones y del pepe por la ventanilla:
-Relicarios, tenéis más moral que el Alcoyano.
Era una rubia de bote y a mí quedaron ganas de
retrucar lo del bueno de Jimmy que ya se sabe rubia de bote el chocho morenote
por no caer en su misma falta de decoro y devolverla el corte de manga.
-Andididiai.
Otro motorista nos hizo el signo cabruno. Por lo
visto le irritaba nuestra cruz de palo al pecho, la calabaza, la ristra de
veneras y la esclavina penitente. Nosotros respondiendo bien por mal
contestábamos con el signo apotrocaico o señal de la cruz que es aval de paz,
de reconciliación y de volver la otra mejilla. En fin que parecíamos unas
antiguallas en este siglo de vórtices y de telediarios para perder el resuello.
Les da corte nuestra presencia. Nos persignamos. El paisaje era de auténtico
cuento de hadas. Los pueblos de la derecha reclinados sobre el vértigo de la
montaña parecían figurillas de un belén. Tanta hermosura quitaba la
respiración. Abandonamos morriñosos Asturias pero respirando a pleno pulmón el
aire limpio de las cumbres. Don Xanti que anda un poco frayau con lo del azúcar perdía huelgo en algunos recuestos y hubo
que parar varias veces hasta coronar el alto.
Arbás, arriba de las revueltas de Pajares, vino a
darnos las tardes. Es también un emplazamiento producto de algún exordio
nuncupativo a Júpiter pues los romanos sabían donde alzar sus piedras y prueba
de ello es que en todos los lugares elegidos por ellos uno se siente siempre a
gusto. Eran los arva o campos. En
este emplazamiento mágico y magnífico se establecieron los cistercienses. Era
el primer monasterio de las Monas o Nonas, nueve en total que abrían el paso a
los límites astures como un cordón de oración y de trabajo. Fue una de las
fundaciones más antiguas de los bernardos. El sitio le encantaba a Menéndez y
Pidal, oriundo de Pajares, y todos los veranos se perdía por aquí.
Pero de estos extremos, así como de otros, sobre qué
hacíamos tres sexagenarios locos embarcados en la aventura del Jacobeo así como
de quien eran mis misteriosos acompañantes, un cura corito al que le habían
quitado las letras dimisorias por darle al cristal y un diacono ruso que no
sabemos de donde había salido se lo contaré en la próxima entrega, si Dios me
guarda una semaneja más de vida, sobre mis andanzas por el camino de Santiago,
y si vuesas mercedes me dan gracia y un poquito de su paciencia. Por el
momento, vale. De regreso saludo a mis lectores que a buen seguro no me habrán
echado de menos pero de algo hay que morir y algo habrá que escribir y más se
perdió en Cuba y regresaron cantando.
Vueltos a la faena, la verdad es que te añoraba, Madrid, que ya no te
quedas sin gente sino más llena a rebosar. Pues antes que te olvide, Virgen de
Atocha, se secará la fuente de la alcachofa, que decía Luis Candelas que tampoco vivir muy lejos de
la Mariblanca y fue allí donde le apiolaron.
-Viene usted hoy de una euforia que lo tira.
- Pues sí la verdad es que no me puedo quejar de la
vida. Parezco un buque de guerra
desplegando el pabellón de combate.
- Hombre, no creo que esto sea la guerra
XV
EL
DEAN DE COMPOSTELA Y EL ROBO DEL CALIXTINO
Don
José María Díez Fernández, cuando yo lo conocí de prefecto en el seminario
diocesano de segoviano era un rubiales hermosa cabellera lisa y pelo casi de
mazorca misacantano prefecto del Mayor que usaba sotanas caras de cachemir las
que cosía Zurita sastre eclesiástico de Valladolid y se paseaba por los
Tránsitos luciendo un breviario de piel con cantos dorados. Le llamábamos el
Gallego y nos hacía mucha gracia su acento sobre todo cuando en las pláticas de
fin de mes nos ponía en antecedentes de los riesgos que se corrían con las
amistades particulares una plaga en aquellos internados endogámicos y con todas
nuestras hormonas en ebullición cierto que queríamos ser santos y dignos
ministros de la iglesia pero, si el alma intentaba planear hacia las alturas,
al cuerpo le tiraba el fango: hay que
distinguir entre amigos amigotes amiguetes y amiguiños. Tenía un sentido
del humor galaico y una mirada que calaba detrás de las gafas de montura de
oro. Una eminencia en teología, en cánones. Pero sobre todo se sabía bien la
historia de la Iglesia en sus miserias y grandezas. Todos sabíamos que algún
día llegaría a obispo o a príncipe de la Iglesia. Nos entusiasmaba por su
espontaneidad y su sentido del humor que recordaba un poco a esa bonhomía tan
galaica de las cuadrillas de gallegos que nos llamaba cada verano Rosalía de
Castro. Os los mando como nenos y vuelven como negros. Y a él también le
encantaban las tradiciones romanas de pueblos como Urueñas donde no conocían
aun los zapatos sólo las abarcas e imitaba el acento arévaco con que se
expresaban los moradores de por aquellos castros y tesos que hablan un poco en arandino alargando
infinidad las terminaciones
interrogatorias. ¿Fuiste a por aguaaaaa? Pues sí pachasco. Y esta
interjección de pachasco le llamaba mucho la atención al Rubiales porque no
existía traducción al gallego. Sólo eu
carallo. He de confesar que fue uno de mis maestros a los que quiero y
respeto y les dedico en parte mi libro seminario
vacio: los pecados mortales de la iglesia una crítica a los cambios en la
Iglesia y una patada en el culo a los mojigatos sin dos dedos de frente que no
saben que los ex seguimos amando a
aquella iglesia y nos sentimos hijos della por más que no nos corresponda ni
atienda nuestro aviso. Sin embargo don José Mari un cura inteligentísimo- venía
de la Gregoriana y de la de Salamanca- no pertenecía al cupo. Es ahora el deán
de Compostela. Le vi ayer en Informe Semanal. Estaba hecho un mozo. Llevaba en
la sotana la cruz colorada de los caballeros de Santiago la misma que lucía
Quevedo y los reyes de España en la pechera. Hace unos años un libro
interesantísimo que una mano negra se encargo de retirar de la circulación, la
misma que ha hecho que el mayor escritor en lengua castellana esté
descatalogado y sea un raro o curioso fuera de la circulación. Premática contra Iudeos creo que era el título que descubrió para
gloria de la literatura española y bien de la Iglesia este canónigo archivero y
hoy deán de Compostela. Era un texto inédito y puede que tan singular haya sido
la causa de la sorda y recia persecución
que tuvo que padecer este sacerdote a causa de esas fuerzas ocultas y
santas mafias instaladas en el seno de nuestra santa Madre Iglesia. Es la peste
que lo envuelve todo, domina los gobiernos, los sindicatos, la judicatura, los
parlamentos y desde el Vaticano concilio segundo ha penetrado en las cavas
vaticanas. Nube maligna. Humo satánico. Uno ha seguido los pasos de aquel
lucense que vino a desbravarnos a los latinos de Segovia y he sido también archivero, periodista como un hermano suyo,
muy literato y polígrafo. Me apasiona la cultura de España y he escrito de omni re scibili y el que dice España
dice de toda la iglesia. Cuando estaba en Alcalá en el AGA estudié el Calixtino
un tesoro del siglo XII que es un vademécum o guía de los que se ponían en
camino sin ahorrar detalles por escabrosos que fueren. Así previene a los
caminantes de que esquiven el País Vasco porque allí no son todavía cristianos
y conservan algunas costumbres de la paganía como es el bestialismo y el códice
es taxativo al respecto: “Fornican con la
mula, la burra o con la cabra y tiran cantos a los forasteros o les desvalijan
si cruzan su territorio”. ¿Habrán sido algún caco del PNV el cual dolido
por estos renglones del ilustre manuscrito del siglo XII ha querido vengar la
afrenta contra su sentido nacionalista? ¿Estará en las garras de Bildu o de ETA
o la madre que lo parió? Como archivero y curator de tesoros a los que no se
les puede tasar hoy víspera de la fiesta del apóstol le ruego al patrón de
España que interceda por nosotros y mueva el corazón duro del ladrón. Es
posible que mañana se produzca el milagro y aparezca el libro más antiguo de
España y que Dios consuele a mi antiguo prefecto el deán de Compostela que me
consta andar muy afligido. Hombre cordial generoso y uno de esos hombres al que
gusta escuchar porque una conversación con el Rubiales es una lección
magistral. Virilidad y sabiduría fueron las prerrogativas de este canónigo. Sé
que todos los curas de Segovia o ex curas que iban a visitar la tumba del
apóstol le hacían una visita y él acogía con los brazos abiertos y hasta les
honraba con una queimada a los que llegaban procedentes de nuestro viejo
seminario conciliar entonces atestado hoy vacío. Estoy seguro de que cuando le
hagan obispo a don José Mari se volverá a llenar. Fue para mí como para muchos
de nosotros aunque hiciésemos chanza de su acento- cuando hablaba en gallego
cerrado no hay quien lo siguiera- uno de esos hombres que dejan poso y marcan
ruta. A mí si no de Santiago lo que me hubiera gustado haber sido canónigo de
Mondoñedo.
-¿Y
por qué non lo fizo, don Verumtamen?
-Prestabanme
las mozas por aquel entonces.
-Acabáramos.
-A
la vejez viruelas
-Hay
en todo este negocio del robo del Calixtino algo muy raro.
-Desde
luego. Parece más que una trama policíaca, algo gnóstico. Ya sabe usted, don
Quosquetamdem, que Santiago es el hito de los caminos de la cristiandad cuando
se cerró Jerusalén y Aladino expulsó a los cruzados. Ahora los de la New Age y la masonería fuerza dominante
en el Vaticano quiere expulsar a Jesús de la sede de Pedro. Sólo nos queda
Compostela.
-En
verdad le digo que nunca vi pasar por estos caminos del Reguerín donde usted y
yo hablamos tanto romero. Llegan de todas las partes sobre todo de Alemania y
de Centro Europa buscan la estrella, la luz del Oeste.
-Pero
el diablo en todo mete el rabo, y en todo se entromete y es por eso por lo que
han robado el Calixtino, un acto terrorista más en este caso contra la cultura
de la masonería.
-Pero
al final Cristo vencerá. Non vos preocupad.
-Eso
es lo que le decía a usted el gallego cuando le veía triste por el seminario
cuando se meaba en la cama.
-A
José María Díez yo te mando un abrazo. Que luzca siempre esa insignia de la
cruz roja sobre el pecho.
-Una
cruz que es como una daga.
-Desde
luego la letra con la sangre entra. No hay que confundir el culo con las
témporas y nada de ñoñerías.
Cae
la tarde sobre el Reguerín. Al otro lado del valle suenan estampidos de los
primeros voladores de la fiesta. Las olas espuman agua mansa sobre los cantiles
y un ruiseñor oculto en la sebe despide al día con un sol melancólico que
acaricia los ojos y dora de rayos oblicuos los campos. El pájaro melifluo se
entrega a su tonada en latín en honor del patrono de España:
Defensor almae Hispaniae
Jacobe, hostium
Tonitrui quem Filius Dei
Vocavit filium.
(Oh Santiago apóstol, defensor de la patria hispana contra sus enemigos, al que
el hijo de dios llamó el hijo del trueno)
Aquí
en Asturias se siente más que en ningún otro lado la presencia y el “iuvamen”
del Hijo del Trueno.
Posdata: luego se descubrió que el ladrón de la joya bibliográfica era uno de
los electricistas al servicio de la catedral, vecino del mismo Compostela el
cual abusando de la confianza del cabildo, se llevaba el dinero de las
colectas, esquilmaba los cepillos con las limosnas de los peregrinos y dijo
barbaridades y calumnias de su mentor y protector, nuestro querido don José
María nuestro prefecto de estudios en el seminario de Segovia Miércoles, 07 de marzo de
2012
Muy ilustre Sr. Deán,
Catedral de Santiago de Compostela,
D. JOSÉ MARÍA Díez Fernández.
Plaza del Obradoiro
16705
COMPOSTELA,
(Coruña)
Mi querido don José María:
Me tomo la licencia de remitirle mis dos libros Seminario vacío y Franco y Sefarad un amor secreto. Fui alumno suyo en Segovia y me
consta lo mucho que Vd. amó a aquella tierra como nosotros le queremos a usted.
Para mí fue uno de los maestros que más influyeron sobre todo en aquellas
clases de historia. Sé lo mucho que habrá padecido con ese asunto del robo del
libro (tribulaciones que manda el Señor para probarnos) por el bien, la verdad
y la justicia, pues he sido archivero y reconozco lo mucho que se sufre cuando
algún ladrón mete la mano en un tesoro tan grande como el Calixtino.
También he sido periodista de la Prensa del
Movimiento donde ejercí de corresponsal en Londres y en Nueva York. Ustedes
buenos sacerdotes diocesanos me enseñaron a decir la verdad y defender a mi
patria y mi fe, y en esa demanda sigo. En mi libro salgo al paso de las
calumnias que se han formado contra Franco ese hombre de bien, militar de pro,
y gallego aunque sus origines quedan demostrados eran sefardíes. Sin embargo no
ha tenido la SRI un valedor tan insigne desde los RR.CC.
Las logias- estamos en lo de siempre- con sus
maestres y contramaestres, sus consignas y planchas hacen trizas de su memoria.
Sé que usted conoce bien el tema porque publicó, años ha, un texto inédito de
Quevedo contra Iudeos. En este libro
mío sobre el Caudillo me pregunto si la Teología del Holocausto no ha suprimido
la de la Redención. Todo ha dado un vuelco. ¿Quieren cargarse la historia? ¿Por
qué ese odio al cristianismo?
Y otro punto que toco es que nosotros fuimos hechura
de la Iglesia. Nos moldearon en el mismo molde. Quod scripsi, scripsi.
De sus pláticas interesantísimas guardo un grato
recuerdo, aunque fuese un prefecto estricto; nos tenía que desasnar, veníamos
con el pelo de la dehesa) porque es usted don Josémari un gran orador y
profundo escritor saqueé la conclusión de que ser cristiano no es un problema
de bragueta y con cierta sátira dejo caer la idea a lo largo de mi Seminario
Vacío que he tenido que publicar a mis expensas, pero ya conoce usted el
panorama porque ha conocido sobre sus carnes la calumnia y la protervia de los
nuevos amos del mundo que manejan los círculos de la información.
Soy un proscrito como periodista y escritor y
preterido. Nunca fue la libertad de conciencia tan manipulada y controlada como
ahora. Me aflige y es una idea que expongo en mi novela el silencio de aquellos
que debieran dar un paso al frente y decir adsum.
Usted no pertenece al cupo ni de los liberticidas ni de los apostatas.
Sé lo que es
un poco el silencio de Dios y por eso redacté estas humildes cuartillas que
espero que no sean materia de escándalo para usted sacerdote de Cristo y deán
nada menos que de Compostela. Nadie ha llegado tan alto entre nosotros. Estoy
seguro de que el apóstol hará un milagro y el preciosísimo texto. Usted no se
atormente, señor deán, mi querido maestro, eran unos profesionales y ninguna
culpa tenía el archivero sino ciertas gentes aleves que anda por el mundo.
Le abraza en Xto. Y le da las gracias con todo mi
afecto y respeto en recuerdo de aquellos viejos tiempos. Le rogaría que si me
hace la merced de leer ambos libros me diga su opinión, aunque sea adversa y
aunque me excomulgue. Yo soy un hombre casado con dos matrimonios y cinco hijos
todos arriba pero me gustaría morir en un convento o monasterio y ser ordenado
al menos de diácono para cantar la Passio.
Espero que esté bien de salud. Siempre fue un gallego fuerte como aquellos
segadores que llegaban de Galicia a los que canta Rosalía y que yo alcancé a
ver en mi tierra castellana en mi niñez
Suyo s. s. s.
XVI
APARECE EL CODICE CALIXTINO INTACTO. ASI LO
HABIAMOS ANUNCIADO. UN MILAGRO DEL APOSTOL
Albricias y loado sea Jesucristo. Al fin apareció
sin magulladura alguna el precioso códice Calixtino. Ya lo adelantábamos en
este blog. Ha habido mucha gente en el mundo que rezaba por su recuperación. Un
hecho milagroso a mi juicio y entre ellos me encontraba yo que soy amigo y
discípulo del señor deán don José M Diez Fernández. Recé con ganas y se lo pedí
con ansias a la Virgen de los tránsitos y al Apóstol.
Me consta que el señor deán de Santiago ha pasado un
calvario pero los que conocemos a este asturiano de Coaña radicado en Galicia
donde lo llevaron sus padres cuando era niño es varón recio y con presencia de
ánimo. Bendito sea Dios. Los ladrones del códice del medievo han sido la
incultura en que vivimos y el desconocimiento de nuestra historia patria que ha
sido suprimida por decreto de nuestros manuales. Y en ese cupo entran muchos
periodistas y campaneros del sistema, pero se ha visto que hay una España que
sigue incólume que trabaja como los policías, los médicos, los enfermeros y
algunos escritores y periodistas a los que se nos veda el acceso a los
rotativos y a las editoriales de tronío. Ellos son la cáscara y nosotros el
meollo
Estaba en
manos del electricista del templo, un mangante desaprensivo y medio loco al que
la cabeza no le rige y que fue beneficiario de la caridad del señor deán al que
pagó sus favores con una terrible e inexplicable venganza. Contumelia y
calumnia contra su benefactor fueron la moneda con que pagó los beneficios y
exceso de confianza con que le trató el canónigo e insigne escriturista.
La
reaparición ha ocurrido vísperas de la fiesta del Apóstol Santiago, un hecho
milagroso, insisto que nos anima a los que padecemos persecución por la
justicia y tribulación a perseverar en la demanda. Las puertas del infierno no
prevalecerán, oh roca sagrada de Israel, España, ten fuerte.
Dos advertencias a la prensa laica que no para de
decir tonterías- leo el Mundo que hace una entrevista a Eric el Belga- el mayor
ladrón de nuestro patrimonio que expolió nuestras iglesias desde décadas, no se
debiera dar cancha a los delincuentes y a los ex terroristas y un terrorista de
nuestro acervo patrimonial es este tío que vive tan ricamente en Málaga-
acusando a la iglesia compostelana de no haber tomado medidas de seguridad. Eso
es falso. Ruge la marabunta. Los enemigos de la fe no pierden ripio a la hora
de atacar a la SRI. Soy aparte de periodista archivero y sé lo fácil que es
caer en manos de forajidos que abusando
de la bondad y la quiescencia de los funcionarios cometen robos o sacrilegios.
Hace un par de años se llevaron mapas de la propia Biblioteca Nacional que
cuenta con unos circuitos de seguridad impenetrable. No, el archivero de
Santiago, don José María Díaz Fernández, no cometió fallo alguno y en honor a
la verdad ha de ser exonerado. El ladrón era de la casa.
El electricista furtivo pagó de esa manera sus
favores de una forma desaprensiva y criminal que a punto estuvo de ocasionarle
la muerte al buen canónigo, piadoso y caritativo sacerdote, un sabio – como
explicamos aquí- al que puede su bondad y su campechanía. Nació en Galicia pero
es un asturiano cabal por su generosa forma de ser y así lo corroboran los que
le conocemos de antaño. Mis felicitaciones a todos. La Policía Nacional ha
actuado como la derecha del Glorioso Apóstol. Una labor impagable. No todo está
mal en nuestro país. A los que había que meter mano es a los de arriba, a
nuestros políticos, a los que están en la cresta de la ola de la comunicación y
son un baldón para los que sentimos y hemos amado la profesión periodista. Yo
no me rindo.
Santiago
cierra a España. Que gran noticia en estos tiempos de crisis. No perdamos la
esperanza. Enhorabuena, don José Mari, y que el señor deán descanse. Pido a
dios que haya acabado la campaña de desprestigio y persecución contra su
persona. La cosa viene de lejos como apuntábamos arriba. Estas tempestades no
surgen por generación espontánea, tienen un origen, una causa en la perfidia
diabólica. “
XVII
CAE LA NIEVE DE OTROS INVIERNOS.
Tal haya el que tal hizo. Publico mi tercer libro en
www.manuscritos.com. Pueden
encontrarlo en la Web y bajo mi nombre este es título Los lais de Villon. Garantizo al que baje mi texto, ¡Vive Dios!, a
su ordenador que se lo va a pasar bien. A mí mismo me sorprende al releer estas
páginas, pasados dos lustros de haberlas redactado, la concinidad de mi prosa y
la elegancia musical de los versos de este poeta medieval, seguramente el más
grande en idioma francés, cuando canta a las filles d´autrefois (las novias de otro tiempo) y a la neige du temp jadis (la nieve de otros
inviernos). Su lengua es un berbiquí. No se emboza ni pinta máscaras antes bien
revela –buena reflexión y meditatio
mortis para un Día de Difuntos- y descubre: lo que somos:
Desengañarte he, engreído,
que no eres más que mierda. Vienes al mundo entre sudores y flujos vaginales y
te vas por la misma puerta. Te pasas la vida metiendo ruido y haces pedorretas
a través de los ocho orificios que tiene
nuestro cuerpo. Viento anal y bomba fétida. Después, ceniza eres y la nada te
corteja. Eres polvo y del polvo vienes y al polvo regresas.
Es justo lo que dijo
Shakespeare y Faulkner en El Viento y La Furia. La vida es un cuento lleno de
ruidos que nos cuenta un idiota. Villon no sé si era judío pero al menos está
empapado de la sabiduría del Libro de Job. Su Balada de los Ahorcados es por lo
menos una buena cavilación para este Día de las Ánimas que nos exhorta a salir
de nuestro azacaneo casquivano por lo de la sentencia del juicio y las arengas
de los copinos, copones y copleros que garlan y garlan micrófono en ristre y
crispan, irritan e encabritan al personal. La propaganda no tiene nada que ver
con la literatura. El arte es la verdad y estos que nos adoctrinan desde sus
emisoras debieran pensar para no cansar
y desorientar al personal en lo que ya dijo el Arcipreste de Hita poco antes de
que Villon publicase sus cuartetas francesas y que tienen algo del estro
profético de Nostradamus:
Huélgame de mujer chica,
breve sermón, cama pequeña y corta ración
Poco sabemos de los humildes
orígenes de uno de los grandes de la Lengua de Molière. Fue seguramente fruto
de los amores de un canónigo de Notre Dame con su barragana. Su escasa fortuna
fue la de tantos y tantos expósitos que se vieron en la obligación para guardar
las apariencias de llamar tío a su padre biológico y seguramente él mismo fue
cura o por lo menos alcanzó órdenes, no sabemos si mayores y menores, pues en
sus vagabundajes lo encontramos diciendo misas secas. Como los cartujos y los curas
revoltosos a los que sus obispos quitaban las letras dimisorias y la licencia
para consagrar. Anduvo condenado a muerte por matar a otro estudiante de la
Sorbona y en una cárcel sacerdotal entre los barrotes celulares de la
Inquisición redacta su famoso Testamento libro profético y un ataque en toda
regla contra los desmanes del clero. Su Balada de los Ahorcados era cantada o
al menos yo los escuché por los estudiantes del Mayo Francés. Izas y rabizas en
Paris. En sus versos donde ridiculiza a la bordonería de los peregrinos a
Santiago como Chaucer o como el Kempis que ya acusaba a los romeros de
frívolos: Peregrinantur sed no
sanctificantur (los peregrinos son unos disipados a juicio del místico de
Anterp o Amberes). Villon fue sin embargo un vagabundo total y parece ser
incluso que perteneció a una cuadrilla de salteadores de caminos. Cura
revoltoso y díscolo pero su tiempo al alborear el siglo XV fue testigo de la
gran relajación monástica. Los monjes giróvagos y las monjas que acababan en
mujeres de la vida airada. Sin embargo Europa no ha perdido todavía la fe.
Villon se siente profundo creyente en medio de los dislates de su estragada
vida. Mira a la estrella e invoca a María. Pocos cantaron desde presidio a la
Madre del Dulce Mirar Consuelo de Tristes con tanto fervor y transporte. Esta
es la razón de amor de sus insuperables lays rezumantes de acrimonia satírica
contra las malas costumbres de los papas obispos y cardenales pero también
transidos de la elegancia de los provenzales. En este libro los apasionados de
la mariología podrían atisbar una relación del culto de hiperdulía, tan
importante en el Catolicismo –María es Madre de la Iglesia- con los cátaros en
su obsesión por la pureza y una gran admiración por la mujer. Por el Midí
proliferan los puyes o fratrías de la Virgen entonando sus lais, sus romanzas,
sus mimos, sus farsas, sus fablieux
provenzales fruto del saber enciclopédico. Van de un lado para otro. De villa
en villa. De castillo en castillo Villon es un trovador que surgido de la gleba
canta a su amada al pie del ajimez. Inalcanzable amor imposible. Para luego
irse al burdel. Pronto se arrepiente. Cae y se levanta. Fustiga los vicios
clericales pero ama a la Iglesia. Eso se ve. Parte de su obra genial como la Vesse (el pedo) se han perdido. Entre
dos peñas feroces sale un hombre dando voces. Píntenme de verde ese acertijo.
Pero sus versos –ya sea esto lo más importante- sirven para gloriarnos de esa
capacidad de autocrítica que siempre gozó el cristianismo. Esa tolerancia que
desconocen otras religiones del Libro. Su estilo es el del argot parisino. Se
nota que conocía bien el percal de Panam (Paris). La Sorbona. El XVI Arrondissement. No era un guiri ni
calzaba zuecos ni se expresa en patois. Y tiene un asombroso tinte de
modernidad. Escribe su Testamento estando en capilla en la cárcel episcopal de
Toulouse a la vez que lega las escasas
pertenencias de su humilde defroque a
sus amigos desnuda su corazón, hace reflexiones sobre la vida y sí mismo al
tiempo que traza una panorámica del espectro social en la baja edad media
pidiendo a Dios que perdone su alma. Cuando está a punto de subir los peldaños
de la horca llega el indulto del obispo. Había matado a otro sacerdote en una
reyerta el Día de Corpus Christi fiesta que los franceses llaman La Fête Dieu. Después de la venia se le
pierde de vista. Estuvo considerado siempre un poeta maldito pero fue el padre
de Rabelais, de Quevedo, origen de la literatura picaresca o del desencanto.
Sus versos que aun hoy no han perdido la frescura ni la modernidad hacen reír y
llorar a sus numerosos lectores. Villon sigue vivo. Vive la France. ¿Qué sería de nos sin los heterodoxos? ¿Adonde
iríamos a parar sin las moscas cojoneras? ¿Sin los malditos? La realidad se
trocaría en un encefalograma plano. Así que yo dedico estos lays a mis enemigos
a mis émulos y a los camaradas del rencor. Buenos estaríamos. Nunca se saldrán
con la suya. Me queda aun mucha fe en Cristo y mucho recado de escribir todavía
gracias a Dios. El mundo se está poniendo muy interesante y no es como ellos
nos lo cuentan o quieren que sea.
XVII
BULGAKOV Y EL
APOCALIPSIS. LA GRAN CONJURA PARA ACABAR CON LOS ROMANOV
¿Cómo será el fin de los tiempos? ¿Quién será el
anticristo… una persona real o un sistema político?
Ucrania la tierra feraz donde los arados se hundían
en un suelo de labranza de las tierras negras hasta tres metros de profundidad,
el granero de Europa, y todo ese légamo de civilización que arrastra sus dos
grandes ríos el Don y el Dnieper hacia Kiev, la santa, la madre de las ciudades
rusas, con la gran cruz de san Vladimiro presidiendo la bocana, va a acabar en
la catástrofe de Chernobil que parece anunciar y presentir en su gran novela la guardia blanca Mixail Bulgakov casi
un heraldo del fin de los tiempos. Era la guardia blanca un cuerpo de elite,
del regimiento Preobrayenski encargada de la custodia personal del zar. Este
libro en su planteamiento coincide con lo que dice Bertrand Russel cuando en
1918 visita la URSS y asegura que la revolución bolchevique fue obra de judíos
rusos americanizados. Los hechos de esta novela se desarrollan aquel invierno
trágico de 1918 y en Kiev entre grandes celliscas de nieve.
La tierra
feraz se transforma en feroz erial. Se secan las fuentes, resucitan los
gigantes, cunde el desamor, las costumbres se corrompen. Arden los bosques...
toda Rusia era un incendio aquel verano de 1918 el año que se desarrolla esta
novela.
A lo largo de
sus capítulos se escucha el tintineo de las espuelas de los cosacos que se
cuadran ante su atamán y el repique-canto-metálico de los teléfonos móviles (un
presentimiento atisbando el futuro) la irrupción de los bustos parlantes que se
entregan a una vacarme o borrachera de letanías insufribles para contar la
actualidad con una sonrisa mefistofélica
en sus rostros, perfectamente atildados, la cara lavada, y de una gélida
belleza, pero el alma negra, insensible al dolor ajeno. Son las musas de la
democracia, que fungen y fingen cual grandes representantes del sistema,
anunciando a todos:
- Habéis de pasar por el aro, besareis mi látigo.
Y todo eso sin descomponer el gesto de
hombres-anuncio y la mirada azul de las nuevas sibilas de la tele.
Las sibilas vuelven y es un mundo sibilino de grandes avances tecnológicos y de una gran
pobreza espiritual, dominado por las técnicas de la propaganda el que intuyeron
los rusos que vivieron o contaron aquellos días de octubre. Estamos ante una
novela profética que anuncia una nueva era con tres cuartos de siglo de
anticipación.
Han ganado los americanos, subraya un capitán
artillero que aguarda el ataque de los bolcheviques al edificio del Liceo donde
los partidarios de la autocracia y la ortodoxia se han hecho fuertes. Sin
embargo el coronel que manda la posición a la vista de la inferioridad numérica
ordena izar bandera blanca.
Suenan los
gritos de traición… traición pero nadie se atreve a desobedecer los hechos
consumados. No se puede hacer nada. Rompan filas.
Se deshace la
guardia blanca y los cadetes, el oficial de dragones, los húsares y los alanos
se vuelven a casa con sus botas bruñidas las espuelas de plata, el sable
reluciente y el dolman impecable terciado sobre las charreteras. Todo eso ya no
sirve para nada. Después de rendirse los coraceros piden vodka para mitigar los
efectos del clima bajo cero y se entregan a una orgía pero no hay aguardiente
en el mundo que pueda aplacar las heridas del alma congelada. Alcohol y sexo,
polizontes de una organización secreta vigilando al ciudadano, que dejó de ser
persona para convertirse en tornillo del gran engranaje y una patulea de jueces
para la democracia al servicio del poder establecido. Los corazones sangran
pero la gente acobardada se vuelve insensible.
Es la
debacle. Es el fin de una era. Sin caballería las guerras ni son guerras ni son
nada. No se escucha el grito de alarma de los botasillas del escuadrón. Se
acabó el honor, la nobleza, las maneras exquisitas y ese concepto de castas que
permitió concebir la existencia desde un punto de vista estético. Se acabó la
literatura. Lo que viene es la lucha de clases, la vulgaridad, el encefalograma
plano.
Llegan los sindiós que traen sus propios profetas,
sus escritores, sus panegiristas y publicistas. El materialismo dialéctico de
Marx que permitió por lo menos la educación de las clases más desfavorecidas
abocará al materialismo de los globalizadotes donde el ser humano no es más que
un número, una unidad de consumo bajo el control de la red de redes.
En definitiva
Bulgakov nos vaticina un mundo feliz, al igual que los grandes utopistas
ingleses, pero insufrible. Un judío que es pillado con las manos en el cajón
durante un progrom le ruega a un húsar que ha desenvainado la espada todo el
dinero… te lo daré todo, le dice el reo, esto será tuyo, y le señala la caja de
caudales, si me perdonas la vida. Gracia denegada. El ulano hunde su sable en
el cuello del rabino y le corta la cabeza. El rabí muere mártir de la causa
invocando a Yahvé. Una acción de guerra se transforma en una teología, la del
holocausto, que sustituye a la redención cristiana.
Chema Israel
pero tenemos que ajustar cuentas mientras los caballos del Apocalipsis galopan
por las riberas del Dnieper. Se terminó aquel mundo que creíamos mejor. Rompan
filas, sálvese el que pueda. El santo y seña del final de los tiempos es que la
caridad se enfría, las palabras ya no significan lo que significaban antes.
Flotamos en el vacío y la inseguridad nos descarría, nos transforma en verdugos
siendo en realidad víctimas.
No hay canon ni medida. Se hunde la barca de Piotr
mientras los bateleros del Volga reman, saludando con el sombrero cocidos de
vodka al que ha de venir que les observa desde la orilla. Este es Petliura.
¿Quien es Potliura? Es Bandera el cabecilla nazi que se ha puesto de actualidad
ahora en la Ucrania de Proroshenko el rey del chocolate un títere sin cabeza en
el gran guiñol estratégico norteamericano. Con su servidumbre y el golpe de
estado en la plaza de Maiden puede haber empezado la tercera guerra mundial.
Según Bulgakov, el que ha de venir el interpuesto al que dicen que han visto
alojarse en la habitación numero 666 en un hotel de la calle Lovitskaya pero
esta presencia es fantasmal o by hearsay.
Se narra mediante el oído no mediante la vista y por
esto mismo la novela tiene un aire musical más que fotográfico. La trama no es
lineal y el estilo participa de la velocidad y contundencia de la vida actual.
La “guardia blanca” es narración de muchas preguntas
sin respuesta en esta novela de guerra antimilitarista donde se ridiculiza a
los prusianos y a los estados mayores. No hay combates ni escenas de guerra.
Sólo se escucha el estampido, lejano, de los cañones y se anuncia que el nuevo
orden entrará con sangre y en medio de grandes estertores. Verdún significará
una nueva catástrofe para Rusia la dejarán sola sus aliados a merced de la gran
conjura de los impíos.
El asesinato
del zar será el epílogo a una historia trágica de furores. El hombre de las
patillas largas- Trotsky- se atusa los bigotes tiene una gran cabeza y proclama
la revolución permanente. Nuevos dolores y convulsiones para el pueblo ruso.
Los cielos refulgen con la estrella roja de los comisarios y el ángel de la
muerte escribe sobre las nubes negras el número de la bestia: 666, el anosmié lo innombrable.
En medio del caos se abren camino muchas traiciones,
ejecuciones sumarias, deportaciones en masa. Los alemanes dejarán a los blancos
de Ucrania a merced de los bolcheviques. Bulgakov les llama felones.
Cunde el desamor y el relato de las vencidas mujeres
violadas, campesinos arrojados de su tierra y por todos los dominios del zar se
esparce la enfermedad rosa: la sífilis, como un flagelo bíblico. El autor era
médico especialista en venéreas y el relato que hace de la enfermedad es
puntual. Aparecen unas pústulas en las ingles (chancro) manchas de color rosa
en la epidermis, después subseguirá la ceguera y la artrosis si no se ataja la
epidemia con inyecciones de permanganato. Fue la enfermedad que sacude a Europa
en los años 20.
Dios no escucha, se encuentra remoto muy a
gusto lejos de la humanidad que sufre
rodeado de una escolta de ángeles en el paraíso. En uno de los pasajes, sin
embargo, aparece un pope que predica contra la desesperación. Es la
desesperanza el mayor de los pecados a ojos del Altísimo puesto que viene
impregnado de la soberbia satánica y sólo pueden desesperarse los condenados
del infierno. No conocéis sus misteriosos designios, se lamenta el padre
Vladimiro puesto que el corazón de Dios es fuente de toda misericordia. El
dolor y el sufrimiento colectivo tienen un carácter expiatorio y abrirán las
puertas de la purificación. Este sermón, que recuerda el discurso del padre
Zósimo de Dostoievski, pone una nota de claridad esperanzada en medio de la
niebla de pesimismo de todo el relato; 1918 fue un tiempo de tinieblas y su mes
de diciembre fue el más perverso en fríos y en crueldades humanas durante
siglos.
Desde luego, se acabó la literatura, todo concepto
de honor y de estética es pisoteado para dejar paso al lucro, la especulación,
los bancos, el gnomo de Zurich corredor de bolsa acude a la llamada y en todos
los garitos se mira para las evoluciones del índice Dow Jones. A los
periodistas les han convertidos en sus lacayos y hablan con un bozal o por boca
de ganso. Mucha gente irá a la cárcel o será marginad por pensar por su cuenta,
nos profetiza Bulgakov. Ya se escuchan las pisadas del ángel del Apocalipsis.
La idea central del libro es que hubo una conspiración universal para acabar
con la ortodoxia proyectada desde el odio a la cruz misericordiosa, una conjura
que es tramada por los que son siempre los mismos, los apóstoles del odio y la
revancha pero al final vencerá el amor. El autor del Diablo y Margarita era uno de los autores preferidos de Stalin
hasta que perdió el favor. Bulgakov muere en Moscú en un bombardeo de los
alemanes a los que tanto despreciara en 1942. ¿Fue ello una corazonada?
XIX
SEGOVIA MISTERIOSA
Habiendo transcurrido mucho tiempo de aquel suceso, cuando veo caer las hojas de
los arces y de la sófora plantada por mí mano, me acuerdo de todo lo acontecido
aquella noche como si fuera hoy mismo. Sálvame oh Dios y ten piedad. Los
árboles de mi barriada se desnudan de su polisón bajo el sol del veranito de
san Miguel y las mañanas son claras en este dulce septiembre cuando las plantas
dieron su fruto y granzón del año nueve. En Asturias fue una cosecha buena de
manzana y la Virgen de las Viñas que veneran en Aranda fue pródiga con
nosotros, gran parte del mosto cosechero ya está metido en la bodega. Aquello
ocurrió allá por el cincuenta y tantos. Es otro mundo después del móvil y de la
televisión interactiva. La Humanidad ha dado pasos de gigantes. No miro pues
atrás con ira sino con nostalgia, aceptando siempre la voluntad del Redentor y
sus inescrutables designios. Creo que Cristo se ha hecho invisible pero reina
en la Historia.
Las hojas del jardín-acabo de cortarles las ramas
supernumerarias de las madreselvas con una cizalla eléctrica, ¡ah si mi abuelo
Benjamín levantase la cabeza y viera estos inventos, él que fue un labrador
segoviano de hoz y de zoqueta e iba a binar las viñas cojeando por su pata
reumática!- y ya es otoño tiempo de plenitud. Se acerca octubre. El día uno se
cumplirá 54 años en que yo iba detrás de un maletero con gorra de plato de
maletero jurado y con chapa por las calles de Segovia.
Ingresaba en el seminario. Querían hacerme cura.
Subimos por
la canaleja. En un nicho en plena muralla nos dio los buenos días una virgen
románica y yo iba detrás del de la carretilla. Manolo que portaba mi baúl
recién comprado y cuyos herrajes relucían como el oro y la ropa dentro olía a
nuevo toda recién comprada por mi madre y repasada por mi tía Dominica. Todos
me decían que tenía que ser bueno y comerme los libros y que esperaban la hora
de mi cante misa, que abandonaba el siglo, pero no llegué a los extremos de Calixto Priscos uno de mi pueblo al que
después de una misión que dieron los pasionistas decidió irse a los frailes.
Fue a despedirse del personal. A por la gala. Quien le regalaba unos huevos.
Quien un choricillo. Quien le daba dos pesetas.
Fue a despedirse muy compungido en la creencia de que no regresaría al
pueblo jamás pues tenía intenciones de irse al Congo de misionero.
-Bueno, tía Polonia. Ya hasta el Valle de Josafat
que nos volvamos a ver.
-Pues ¿cómo hijo? Eso es el día del juicio final.
¿Es que no piensas volver al pueblo?
Calixto Priscos dijo sentencioso.
-No.
-Abandono el mundo, sus pompas y sus vanidades,
señora Polonia.
-Muy fuerte te dio, muchacho.
-Sí para ganar la gloria y sacrificarse. Hacer
penitencias y todas esas cosas que nos decía el cura y que no cumplíamos pues
somos pecadores.
-¡Ay pecadora de mí! ¿Y qué te doy de gala?
-Lo que le parezca bien. El camino es largo hasta el
convento y vamos en mulo.
-Bueno pues aquí tienes una chicharronada que acabo
de cocer. Para que te la comas cuando pases por cercas del río Botijas que allí
siempre que voy al Lenar a visitar a la Virgen me da hambre.
-Como usted guste. Y lo dicho hasta que nos veamos
en el cielo. Allí a gozar y cantar salmos por toda la eternidad. Ya sabe que el
que quiere algo le cuesta.
-Muy bien hijo me pareces que tienes vocación.
Espero que en la otra vida no nos aburramos de tanto cantar salmos.
-No, señora, seremos espíritus puros
Pero el bueno de Calixto a los quince días estaba de
vuelta en Valdebriga. La tía
Piquilaya que le había regalado una gallina se mostró muy sorprendida.
-Hombre, Calixto, ¿tú por acá? Tan pronto. Pues nos
decías que hasta el Valle de Josafat. ¿Qué pasó?
-No me probaba, tía Piquilaya.
-Anda demonio. Y no me vuelvas a llamar tía
Piquilaya que yo me llamo tía María.
-Pues vale, tía María.
Yo no sabría a puntualizar a ciencia cierta qué
hecho desencadenante motivó mi llamada al sacerdocio. Tal vez fueran aquellas
confesiones torturantes con el fraile jerónimo después de haberle visto las
bragas a May mi vecina o si sería por ferias cuando un arcipreste que andaba
por ahí desterrado por los pueblos de la iglesia porque había tenido un lío con
una moza a la que sacó palante por dos veces y me dijo hazte cura que se vive
muy bien. Mira yo. Digo mi misa y todos los días a cazar y a pescar, no paro.
Mis feligreses son muy buenos las feligresas sobre todo. Hemos formado un coro
y tenemos un club parroquial y echamos cine los domingos. Además los curas
somos siempre un seguro de vida para los padres cuando se hacen mayores a la vejez.
Yo los tengo conmigo a una hermana y una sobrina. Casi somos familia numerosa.
El cura aquel se llamaba don –Evaristo y era amigo de mi padre con el que había
estado en guerra. Era un tipo muy sano que se fumaba sus buenos puros y no se
andaba con remilgos. Pero lo que creo que me empujó al seminario fue una
película que echaron en los claretianos que creo que se llamaba Siguiendo Mi
Camino y trabajaba Bin Crossby. O puede ser que también influyera mi carácter
introvertido, mi amor a mis libros y sobre todo a las ceremonias litúrgicas de
cuando era monago en la catedral. Más adelante lo explicaré.
Están cayendo las hojas de este otoño y qué lejos
están aquesas primaveras del 55 y no me rindo sigo siendo un idealista. Caen
las hojas de la acacia de mi jardín. Una a una dos a dos y musitan una canción
al caer:
-Púdrete grano que mañana serás espiga.
El mundo sigue su rumbo imparable y en la historia
como vengo diciendo no cabe marcha atrás. Los acontecimientos nos desbordan.
Carecen de lógica o no hay un diseño establecido. Pero debemos ser optimistas y
confiar en Dios. Ese pipo de melocotón o de durazno que ahora arrojamos al
desgaire sobre la cerca dentro de un tiempo será un frutal frondoso. Es la
estela que dejan detrás los hombres: un árbol, un libro, a lo mejor un hijo.
Hoy devano recuerdos, drago mi memoria y en el
flahback del tercer ojo de la imaginación regreso a aquel paraninfo en aquella
noche del velatorio del pobre Pénjamo que paz descanse. Miro para los altos
techos de la ataujía del artesonado mudéjar (Segovia puede que fuese una ciudad
judía, también morisca y gótica hasta las cachas. En el siglo XIII todos se
convirtieron con su rabino durante las luchas dinásticas de los últimos
reinados de los Trastámara cuando en Castilla eran preponderantes pero también
fue significativa la aportación árabe con sus alarifes y huertanos; bajo el
reinado de Enrique IV había en el alcázar una guardia mora y el propio rey se
sentaba a la morisca y sabía leer en letra cúfica, escuchando con gusto la
música de adufes, laúdes y chirimías; cierto que tuvo algunos detractores que
le llamaban impotente pero en esta ciudad al hermano de Isabela lo queremos
mucho) y parece que contemplo aquella decoración de roleos en los bordes con
carreras de ninfas que saludaban a Afrodita saliendo del baño (Anadiodema) como
si el artista hubiera querido realizar un recorrido por toda la mitología.
Trato de leer aquellas grafías latinas bajo las
escenas cinegéticas de Diana Cazadora, de Nabia para los vacceos, de la Venus
desnuda surgiendo del amor de una ola, como si fuera de la costilla de Adán,
según la Biblia. Desde entonces soy del convencimiento de que el cristianismo
no se produce por generación espontáneo sino que es el resultado de unos hechos
y creencias antiguas. Los héroes del Olimpo se convertirían en nombres del
santoral cristiano. Hércules es san Jorge. Hermes Trismegisto ampara y explica
en cierto modo el dogma trinitario. Atlas se convierte en san Cristóbal,
Esculapio en san Nicolás y así sucesivamente. Venimos del griego- Cristo era un
judío helenizante de origen esenio- del latín, esa lengua maravillosa, y del
hebreo. Estas tres raíces conforman el mundo occidental mírese por donde se
mire. Con todo, la memoria de Israel pervive en mi Segovia. No me llamen
antisemita porque digo la verdad como el profeta Jeremías.
En estas representaciones la ninfas de vestes
etéreas que el dios Neptuno las puso en el mundo soplándolas por la boca
sostenían en sus manos vagorosas cuatro camafeos sitos en la mitad de cada
ángulo del paralelepípedo. El modillón del norte efigiaza a Luís Vives. Al sur
había un retrato de los Reyes Católicos, al este el de Francisco de Vergara
helenista de Alcalá y que fue maestro de latinidad en aquel centro. Era amigo
del doctor Laguna otro segoviano ilustre y que fue perseguido por la
Inquisición a causa de sus ideas erasmistas. Completaba la lista el rostro de
Laínez el gesto adusto irónico y como sorprendido. Debajo y entre hojas de
laureles se leía el epígrafe de la compañía: AMDG. En el de Vives con una gran
gorra de visera cubriendo su cabeza se leía “Vives semper vivas”.
El camafeo de los Reyes Católicos era el que tenía
más arrequives más hojas de roble y de laurel alrededor. Bajo el águila
explayada ponía “ex pluribus unum” y el “tanto monta” que eligieron los
norteamericanos como divisa de su republica federal, sólo que en su lema
imperial hay una particularidad, la del águila calva de las Rocosas, la
española es sólo águila caudal o de San Juan desplegando un pico enorme y
fuertes garras como para levantar a estos reinos hacia las estrellas. Plus
ultra. Luego estaban también el yugo y las flechas que nada tienen que ver con
el fascismo como consideran algunos lerdos. Son simplemente las flechas del
poderío y el yugo de la labor.
En esta pared estaba escrito la historia y esbozado
los sueños de nuestros ideales. “Sic vos non vobis” ponía en el lema del doctor
Vergara. De este modo el cuadrado se incorporaba al círculo; es más: lo probaba
en demostración empírica. Lo cóncavo y lo convexo se juntaba. Era toda una
parenética de la perfección o sermón pronunciado no con la voz sino pintado al
pastel. “Sic ad astra”. El lema apuntaba hacia lo alto, buscad la perfección,
caminar pisando los luceros de la excelencia. Por ese camino se va a las
estrellas. Y es a lo que aspirábamos al citius fortius altius. Algunos se
estrellaron o nos estrellamos no cabe duda pero no hay que achacarlo a nuestros
maestros que nos dieron lo mejor que tenían sino que nosotros éramos
imperfectos y no dábamos más de sí. Y aquí hay que traer a colación la tan
manida frase orteguiana de que el hombre es el hombre y su circunstancia.
La búsqueda de la excelencia, la aspiración a todo
lo noble, la ruta de la perfección mediante la renuncia y la abnegación
cristiana, la doma de la voluntad, el control de las pasiones: la lengua, el
vientre, la ira y la lujuria. El rector que no daba puntada sin hilo nos decía
que aquellas ninfas descocadas representaban a los siete pecados capitales.
Éramos de barro y querrían hacer de nosotros superhombres. Pero el padre
Cabezas le contradecía.
-Esas señoritas, señor rector, son las nueve musas:
Melpómene, Terpsícore, la teatral Talía, Polimnia, Urato, Erato, Euterpe, Clío
y Caliope que es la más bella de todas.
El profesor Cabezas aunque era de ciencias sabía
también lo suyo y daba gusto escucharle sobre todo cuando no estaba cabreado
porque no nos entraban los logaritmos ni eso de los números primos. Sin embargo
apuntaba un detalle que toda esta mitología de Venus Anadiodema, Diana,
Neptuno, las Nueve Musas parecen estar corriendo por la pared y parece que van
al encuentro del cristo de los ojos bajos que constituía el epicentro de toda
la representación pictórica. La precisión del matemático me pareció sumamente
importante y no he dejado de cavilar a lo largo de los años. El Verbo humanado
es el epicentro de todo lo que acontece y que la cruz seguirá presidiendo el
horizonte de todos los siglos y nadie la podrá arrancar ni derribar. Pero
venimos de los griegos los latinos y de la Biblia y estos tres polígonos basan
el Nuevo Testamento. Mi carga es ligera y mi yugo es suave. Desde aquel
crucifijo que pendía sobre el baldaquín de damasco que amparaba el sitial donde
se sentaba el obispo nos ligaba al pasado clásico y nos invitaba al futuro y a
la modernidad pero sin renunciar a la tradición porque sería destruir el molde
en el que nos vaciaron a los europeos.
Nuestro profesor de literatura, otro gran hombre y
otro sabio, don Tirso al que llamaban Coramvobis no se cansaba de insistir en
este punto y parecía entrar en éxtasis cuando explicaba a Cicerón, escaneaba
los espondeos de Virgilio y nos familiarizaba con Eneas, con el gallo a
Esculapio y hacia que aprendiéramos las cinco declinaciones, las conjugaciones,
los ablativos absolutos, los verbos irregulares y nos ponía tareas, un párrafo
o pensum que teníamos que memorizar y soltarlo en clase. Ahora mismo todavía me
acuerdo porque lo que pronto se aprende tarde se olvida y decía así:
“Flumen est Arar, quod per fines Aeduorum et Sequanorum in Rhodaum
influit incredibili lenitate ita ut oculis, in utram partem fluat, judicari non
possit” (el río es el Saona que en las fronteras de lose eduos y los
secuanos con lentitud increíble desemboca en el Rodano de manera que no se
puede decir a simple vista qué río es el principal y cual el afluente)
Por aquella traducción algo libre Coramvobis me puso
un diez. Nunca se lo agradecerá bastante aquel canónigo gordo y ágil que venía
al estrado siempre deprisa y llegaba cinco minutos más tardes a veces oliendo
un poco a anís, pues incentivó un amor al Latín que sigue vigente en mí hasta
el día de hoy. Dios tenga en su morada a aquel buen sacerdote.
XX
CORRESPONDENCIA
ENTRE MENÉNDEZ Y PELAYO Y JUAN VALERA
Desde
1877 hasta 1905 Juan Valera y Marcelino
Menéndez y Pelayo sostienen una nutrida e intensa correspondencia que es
paradigma del género epistolar, casi único en su género, precisamente en un
país donde no abunda la categoría memorialista. El español es grafómano por
excelencia pero no muy dado a las expansiones de esta índole aunque aquí los
mozos escriben copiosas cartas de amor de las que alcanzada edad provecta se
arrepienten y cuando regresan a estas cartas olvidadas que duermen en un cajón
piensen para su capote: “caray las chorradas que escribía yo entonces pero no
era yo; guiaba mi pluma mi corazón enamorado u otro afán”.
Estos
escritos, rara avis en las letras
castellanas, intercambio intelectual entre dos autores próceres, son un
testimonio inapreciable para conocer una época singular en la historia del parlamentarismo y de la democracia española como fue el
tiempo de la Restauración. Dos partidos torneantes: Canovas y Sagasta, un pacto
de caballeros concertados para el bien común, representados aquí por Menéndez y
Pelayo, tildado de ultramontano, casi un neo del catolicismo reaccionario
y montaraz y don Juan Valera, un
liberal, humanista. Sirviendo a una misma monarquía desde campos políticos
diferentes. Son dos señores que se muestran por encima de las intransigencias
de secta y las banderías políticas. Todo un paradigma.
Interesante
en todo este intercambio epistolar es la parte corográfica. Valera hace
confidencias a su comunicante acerca de todos los lugares a los que visita.
Presidió las legaciones diplomáticas de Su Majestad en Lisboa, Washington, Bruselas
y Viena. Incomprensiblemente faltan en estas relaciones todo lo concerniente a
San Petersburgo donde él también fue embajador. Sus impresiones sobre dichas
ciudades y sus moradores no tienen desperdicio.
Por
ejemplo los portugueses son para él españoles descastados que renunciaron a su
iberismo en aras de un secular vasallaje a los ingleses. La altanería lusitana
le parece insoportable y nota cómo en Washington las gentes salen a la puerta
de las casas “para tomar el fresco igual que en cualquier lugar de Andalucía o
de la Mancha”. Observa cómo los norteamericanos tienen un concepto diferente al
de la literatura al que podamos tener nosotros. Ya entonces corrían por Nueva
York las novelas por entregas. Edgar Alan Poe rendía culto a las narraciones del
terror pero en general las letras yanquis tienen una connotación práctica
siguiendo las pautas de Benjamín Franklin. Si le cuentas por ejemplo a un
neoyorquino que eres escritor pensará probablemente de ti que eres un dirty old man libidinoso que se pasa la
vida emborronando cuadernos de guarradas pornográficas.
Mientras
en Europa son importantes las elites entre los gringos se escribe para las
masas. Esta apreciación de don Juan Valera me parece que tiene un gran interés
y conserva plena actualidad.
En
Bruselas el personal se aburre como una ostra y se dedica a comer y a beber
cerveza de alta graduación mientras connota cómo Viena se convierte en una
ciudad de suicidas cuando sopla el “Föhn”
(viento terral de los Alpes).
Desde
Madrid Menéndez y Pelayo, gran bibliófilo, devorador de letra impresa, le
encarga libros. Al propio tiempo le da cuenta de sus progresos en la redacción
de sus proyectos literarios que son por esa
época bastante ambiciosos. También le solicita cartas de recomendación
para algún amigo que quiere opositar a cátedras o aspira a algún sillón en la
Academia. Salta a la vista que los que se cartean son dos seres humanos, no dos
extraterrestres. La cultura no está
reñida con el jabón y los poetas y
escritores no siempre han de llevar greñas e ir desaliñados.
Sin embargo, mi experiencia triste es de tratar en este tiempo con
archiveros es si éstos son auténticamente seres humanos. De ahí mi satisfacción
ante este referente. Don Marcelino no sólo fue un hombre de letras, el
archivero mayor de estos reinos, sino también ser humano de una sola pieza. No
atendía demasiado al acicalamiento personal como todos los dipsómanos. Valera,
por el contrario, era el espejo de la pulcritud.
De
singular interés son los juicios de valor de don Marcelino sobre algunos
aspectos de la vida literaria complutense dando cuenta y razón de lo que se
publica. Por esta correspondencia desfilan los nombres de Palacio Valdés,
escritor con gancho en aquel momento y que le parece “demasiado realista”. Los
dos temen a Clarín como crítico. La Pardo Bazán está muy interesada por los
rusos. Galdós va a su aire. Et sic et
coeteris...
El
egrabense no oculta su desaliento y la astenia productiva. Ha dejado de
escribir novelas y sólo redacta algunos cuentos. Se queja al cumplir los 59 años de ser un viejo. Le
cansa leer y teme quedarse ciego. La temática de este carteo lleno de enjundia
tanto filosófica como informativa, puesto que ambos realizan un estudio de
época, es estrictamente estética. Uno y otro son hombres de ideas. Pero rara
vez mientan la política. Cabe notar que en la correspondencia datada en 1898 no
existe la menor referencia a la crisis de Cuba. La muerte de Canovas es sólo
objeto de unas breves líneas. El eminente estadística cayó asesinado victima de
un atentado terrorista en el balneario de Santa Águeda, Guipúzcoa, el 7 de
agosto de 1897. La bala del anarquista Angiolillo – por ese cabo nuestra hoja
de servicios no puede ser más dramática: la mayor parte de nuestros primeros
ministros no suele morir en la cama- fue el prólogo de nuestra decadencia
iniciada con la pérdida del último florón de las Antillas.
Sagasta,
empecinado en la cuadratura del círculo, hasta el último hombre y hasta la última
peseta, se vio inerme y con las manos atadas para lidiar con el gigante yanqui
y sus maulas. La voladura del “Maine” fue una impresionante maniobra política
de auto golpe. De entonces hasta ahora son expertos en la materia. El
jingoísmo, los hechos consumados, las campanas de Randolph Hearst que siguen
sonando a media noche en las manos yertas y universales de Ciudadano Kane.
Estamos ante el caso de la trama de la novela de Chesterton “El hombre que fue
Jueves”. El ladrón he aquí que es el jefe de los guardias. Y el inventor del
terrorismo como arma política es el súper agente secreto encargado de acabar
con los maleantes con la dinamita a cuestas, transformado en una especie de
gendarme universal. Historias de involución. ¡Si yo les pudiera contar!
En
la época de las cesantías en este coloquio epistolar a muchas leguas de
distancia los abajofirmantes y derechohabientes del parnaso español, dos
auténticas plumas galanas, dos fueras de serie, se intercambian letras de
recomendación para cada uno de sus comilitones políticos. La izquierda de don
Juan y la “derecha” de don Marcelino se entienden bajo cuerda y dialogan, un
maravilloso ejemplo para los españolitos de 2004 que viven tiempos tan
crispados. Son dos elegantes que poco tienen que ver con la canallesca. Cada
uno posee un concepto de España y la ama a su manera.
Pese
a la diferencia de edad y de inclinaciones un tanto bohemias los dos debieron
de compartir alguna que otra francachela. Ya despunta por entonces las
inclinaciones etílicas del santanderino que le habían de conducir a la tumba.
Todos sabemos que Menéndez y Pelayo fue un sabio de vida bastante desarreglada.
Libros, vino y mujeres fueron la norma de su juventud. El cordobés, de bastante
más edad, era de condiciones más áticas y serenas pero en sus buenos tiempos
debió de gustar de echarle alguna canita al aire.
Frecuentaron
un garito en la calle Barquillo por nombre “La Sinagoga” donde debía de haber
unas hebreas bellísimas, sueltas de espíritu y de lengua y que tenían nombres
de guerra tan sonoros como Aspasia, Rodopis, Hipatis y otras Raqueles
lacrimosas. Amen de comprensivas e inteligentes debían de ser mujeres muy
sensibles y cariñosas. Valera desde el extranjero indaga sobre el estado de
salud de las pupilas y Menéndez y Pelayo, asiduo cliente del local, le manda
recuerdos de su parte. Todo queda en casa pero los detalles no pueden ser más
humanos. La prestancia de Valera como escritor de epístolas es destacable. He
de decir que aunque sus producciones que leí antaño- “Pepita Jiménez” y “Juanita
la Larga”- las encontré demasiado almibaradas y sin gancho; sin embargo
estilísticamente es perfecto. Como memorialista sus juicios no son nada
desdeñables y su prosa cuajada de primores brilla a gran altura y sus
pronunciamientos sobre el mundo que le circunda son definitorios y definitivos.
Todo
indica que debió de ser un andaluz diserto y culto, hombre de mundo, muy hábil
y con muchas tablas que solía escaparse por la tangente. En los vaivenes de los
partidos turnantes supo nadar y guardar la ropa hurtando el cuerpo a las
diferentes crisis de gobierno que siempre le encontraron a muchos kilómetros de
distancia o con el charco de por medio. Eso en España donde las relaciones
personales se encabronan con tanta facilidad
es una ventaja de la cual sabe sacar partido.
Tenía
don de gentes. Era buen psicólogo pero en Lisboa se siente abatidísimo. Percibe
el fracaso de unidad de los pueblos ibéricos detrás de los cuales se encuentra
Inglaterra como muñidora de conflictos. Como siempre. Por eso sus dictámenes
antilusitanos son auténticos veredictos: “Esta gente está archiperdida por
haber renegado de su casta y por ser ridículo arrendajo de los ingleses... Yo
no quiero a Portugal sino despoblada... el portugués es finchado, carrancudo y
tieso”. ¿Qué le ocurrió al autor de “Pepita Jiménez” en Portugal?
De
todas formas estas cartas son un baremo para estudiar su estado de ánimo.
Parece ser que tenía un carácter depresivo. “Hoy no estoy para nada-escribe-
Soy el rigor de las desdichas”. Por el contrario, su corresponsal en la Academia siempre estaba embarcado en
alguna aventura literaria y era proverbial su poderosa capacidad de trabajo.
“Me sorprende la capacidad que posee usted para escribir” le confiesa Valera en
una misiva al tiempo que le confía un encargo: ir a la estafeta a encontrar
unas cajas de habanos que le perdieron en Correos y que se fueron por la posta.
Los vegueros debían de ser lo mejor de Vuelta Abajo dado el interés que
muestra.
Las
averiguaciones del eminente polígrafo surten resultados y las cajas aparecen y
don Juan se los fumó a la salud de su corresponsal desde el exilio dorado. En
agradecimiento desde Lisboa remite a don Marcelino una serie de tomos sobre la
poesía de los hispano hebreos (el tema judío le apasiona al autor de los
“Heterodoxos”) que habrían de hacer las delicias lectoras de un hombre como él bibliópola
empedernido y siempre a la caza de raros y de curiosos y que llegaría a
acumular una de las bibliotecas más surtidas del país.
Hay
un cierto holismo, una interdependencia que llega casi a la telepatía entre
estas dos mentes privilegiadas, protagonistas intelectuales de una de las
épocas más interesantes de la historia de España. Literariamente fue nuestro
segundo siglo de Oro. Un faro de luz que alumbra un mundo sumido en las tinieblas
de las covachuelas y de los manguitos. Estas cartas son el vivo reflejo de una
amistad entrañable. Podemos conocer algunas intimidades de uno y otro.
Verbigracia, la esposa del diplomático era gastiza y dada a los dispendios
copiosos. Echa de menos las tertulias de Madrid y se queja de su astenia
productiva. Refiere la impresión que le causara la ciudad de Washington con su
moderna traza, las grandes avenidas. “Esto es como la Granja pero al por
mayor”. Se asfixia de calor a orillas del Potomac. Los mosquitos, libélulas y
cocoyas son un martirio en las noches de verano. No hay aceras. Las dimensiones
de los ríos y del propio país son desbordantes. Desde Nueva York a San
Francisco- apunta- hay la misma distancia que desde Cádiz a Arcángel atravesando
las distancias de un continente enorme donde la naturaleza es todavía virgen.
Allí
le sorprenden algunas desgracias familiares como la muerte de su hijo Luisito a
los 16 años. Menéndez y Pelayo le manda el pésame al tiempo que le refiere que
acaba de pronunciar una conferencia sobre Raimundo Lulio. Asimismo, le envía un
ejemplar de “La Regenta” novela que acaba de aparecer en Madrid en 1884 con
gran escándalo para el clero ovetense.
He
aquí el juicio que emite don Marcelino sobre la novela de Clarín que siempre le
parece que vale más que Pereda: “En él se anuncia un grandioso novelista en
medio de ciertas inexperiencias y rasgos de mal gusto”. Ambos comunicantes
hacen gala de su espíritu sodalicio pues entonces los amigos lo eran para toda
la vida pese a las divergencias políticas.
En
1885 muere Alfonso XII y Menéndez y
Pelayo dice que Verdaguer es el mayor poeta de España aunque adolezca de un
cierto victorhuguismo. Valera por su parte manifiesta la ilusión que le hace el
que “Pepita Jiménez” está ya en los tórculos de un editor neoyorquino. Él será
junto a Palacio Valdés uno de los pocos autores españoles traducidos a ese
idioma. Tanto a ingleses como norteamericanos les merecemos poco crédito. Jamás
nos hicieron caso y en todo autor que es vertido – loor de enemigo – hay
latente casi siempre una intencionalidad política. A pesar de que aquí se ha
escrito mucho y bien y nuestra literatura sea quizá más interesante que la
anglosajona y sólo comparable a la rusa, escribe el gran escritor cordobés.
En
1886 don Juan es trasladado a Bruselas. Por aquellos días es comidilla en los
círculos literarios complutenses la decisión del político español don
Manuel Silvela de publicar la obra
completa de Sor María de Ágreda, amiga también por carta del rey Felipe IV y autora
de la “Mística Ciudad de Dios”, un bizantino y prolijo tratado acerca de la
vida de la Virgen María. Estamos en un tiempo en el cual la gente se interesa
por el espiritismo. El mismo Valera, sin llegar a ser un hierofante o experto
en materias ocultas, perteneció a una sociedad teosófica. Aunque él creía
firmemente que las letras y no la superstición eran signos de renovación entre
los pueblos. Y en sus lucubraciones por carta estos dos amigos creen todavía
viable un próximo renacimiento de España. “Desde hace dos siglos- afirma el
embajador con tristeza- hemos remedado mucho a los extranjeros renegando de
nuestras cosas. Nos hemos mostrado algo bárbaros por despecho aceptando
acusaciones como alabanzas o haciendo gala del sambenito que nos ponían”.
Los
dos quieren ser castizos sin sonar a arcaicos y refutan el “absurdo
regionalismo catalán” y están determinados a demostrar que España después de
Grecia, Inglaterra e Italia ha sido uno de los
grandes países civilizadores del mundo. ¡Qué gran verdad!
XXI
CENTENARIO DE JOSÉ MARÍA
DE PEREDA
Oiréis que se dijo:
“pueblo chico, infierno grande”. En parte toda la novelística de José María de
Pereda se centra sobre tal ocurrencia sin encontrar otra solución que una huida
hacia la naturaleza como remedio a las pequeñeces de la mente y el humano
sentir. Hay una colisión irreparable
entre el pensar grande y el párvulo vivir de nuestras existencias cotidianas
destinadas al fuego del fracaso o la pira del olvido. Y es que en medio de un
paisaje arcádico, donde se percibe a cada hora de sol o en las mismas vigilias
nocturnas con un pueblo acurrucado entre montañas bajo la luz de la luna, y
vigilado por cimas ciclópeas que se alzan como dioses encaramados, hitos
telúricos, deidades oscuras emanadas de lo más profundo de la tierra, se
desarrolla la acción de “De tal palo tal astilla”, un estudio cabal de la
hipocresía y una de las novelas de ambiente rural cargadas de mensajería,
invitando a la reflexión no sólo sobre el latido de las pasiones del hombre
decimonónico sino también de la condición humana de todas las épocas, de suyo
ruin. Pereda, en esta entrega, y de una tacada, realiza una radiografía
exhaustiva de la avaricia (don Sotero el usurero), el amor mojigato y con
intereses de Águeda, bella muchacha pero cargada de prejuicios, fruto de la
mala educación religiosa de la época. En la configuración de esta mentalidad
torcida tienen que ver mucho los curas, monjas y frailes. En cambio, uno de los
personajes más limpios y generosos que cruzan las páginas es Fernando, el hijo
de un médico volteriano al que apodan “Pateta” (referencia al pata de cabra o
sátiro con que la imaginación popular antigua representaba al diablo) y que se
enamora de la rica heredera, Águeda. Sin embargo, su pasión, en un ambiente de comidillas,
murmuraciones y habladurías de Valdecines, “habitado por gentes cristianas pero
maliciosas y suspicaces” de que el mozo
aspira a la mano de la rica legitimaria no tanto por amor como los
dineros de la hacienda. ¿Por qué me quieres, Andrés? Por el interés. El autor
nos mete de a hecho en medio de un ambiente cargado de maledicencia, de
segundas intenciones, que llega a resultar opresivo. Lo que son los pueblos.
Bastián, hijo fornecino de don Sotero, y que el hipócrita pretende casar con
Águeda, para quedarse él con la hijuela, vendría a representar, la fuerza
bruta. La escena del intento de violación por parte de Bastián abortada in
medias res por Macabeo que entra en la habitación donde la protagonista intenta
zafarse de la lascivia del bestia de Bastián implorando la ayuda de la Virgen y
rezando el rosario, trepando por un breval es una de las mejor conseguidas, por
la intensidad y trepidante descripción del relato, en toda la novelística
española. Cuadro duro y con suspense que
hace pensar en películas antiguas de Alfredo Hitchcock o en novelas de Edgar
Alan Poe. Todos conocemos las ideas del escritor montañés. Unos crían la fama y
otros cardan la lana. Y los juicios que dispersa en este libro escéptico y
bañado de tristezas perturban el clisé de
derechismo ultramontano de él preconcebido. Tiene que ser precisamente
él, un ultramontano, quien denuncie los abusos de las mentes retrógradas. A
trancas y barrancas se esfuerza por salvar la virtud de la heroína pero tiene
que condenar al suicidio al bueno de Fernando que había cometido el
“atrevimiento de poner en tela de juicio las verdades fundamentales y las
enseñanzas de la Santa Madre Iglesia”. Sub límine, late una el desencanto de
Pereda con aquel género de vida rancio y cargado de prejuicios. Levanta la
tapadera de la olla ferviente al tiempo que nos presenta un drama de pasiones
rurales que se desarrolla en el último de los paraísos perdidos. Potente,
seguro de sí mismo, y con pluma certera y elegante, traba un cuadro narrativo
que es hoja de filiación del Santander y de las Asturias en general de la
segunda mitad del Decimonono. La novela, todo un manual de psicología agraria y
balance sociológico objetivo y realista de las cosas como son y no como
debieran ser, se publica sólo un lustro antes de La Regenta. El argumento,
salvados algunos matices, es parecido y la intención poco más o menos. El
estilo también, brillante. En ambos
casos sendos escritores hacen acopio de la manera de decir montañesa. Asturias,
como se sabe, se divide en dos categorías hablantes: una, los que, cuando van a
la hierba, llaman a la zoqueta para afilar el dalle colodra y, otra, los que la
dicen zapico. Dos bandos, dos terminologías para un mismo concepto. Pereda
pertenece al primer grupo. Clarín al segundo. Sin embargo, la hierba que
amontan en el almiar es la misma. O parecida. Tanto el uno como el otro aman
profundamente la naturaleza asturiana y la santanderina pero critican un poco
la intolerancia de sus villorrios y aldeas poblados por cristianos viejos de
mentes algo retorcidas. Pueblo chico infierno grande y la Iglesia parece que se
regodea de la ignorancia de sus feligresías. Este analfabetismo es buen caldo
de cultivo para su medro. Para los curas chirles el santo temor de Dios no es
el principio de la sabiduría. Más bien, lo contrario. El conocimiento allega
dolor y crítica contra los valores establecidos. Vénganos el tu reino pero que
no sea ahora mismo. Por el momento, la fe del carbonero. ¿A qué meterse en
camisa de once varas? El cura de Valdecines es un santo varón de Dios pero
corto de luces y carece de respuesta a las dudas contra la fe que le presenta el hijo de Pateta. Traza un
plan para su conversión. Es un método gradual y paso a paso que le va a servir
de poco porque su postulante, desesperado por las habladurías, opta por
arrojarse desde una roca tajada. Al escribir De Tal Palo don José María
derrocha fuerza y hace un alarde de dominio omnisciente, tan importante en
novelística. Que los hechos que narras no se te sobrepongan. Que tú lleves
siempre la rienda. Y no se te desmanden los jacos de la cuadriga. Tú, autor,
siempre controlas, galga en ristre, desde lo alto de la berlina. La novela es
el arte de atar cabos. La perfecta y congruente sindéresis. Una verdadera
delicia es, en su caso, la lexicografía. Esa forma de hablar castiza y precisa
en castellano rotundo y eufónico llamando a las cosas por su nombre. En la
descripción topográfica del escenario grandioso de las quebradas que lo vieron
nacer pocos le ponen un pie delante.
Pereda es un Argos de la hipotiposis literaria. Resulta, por contera,
que el escritor santanderino es más liberal de lo que creyéramos y menos carca
-velay los prejuicios- de lo que se supone, aunque su vieja fe cristiana es
recia. En los retratos que nos quedan de él, de señor chapado a la antigua, con
balandrán de catorceno y monóculo, tiene cara adusta de un rebeco siempre a
punto de triscar de risco en risco por los sacrosantos fueros de la tradición.
Debía de haberle dado Dios un genio vivo y cascarrabias. De mil demonios debía
encontrar su ama al viejo solterón de la casona de Tudanca las mañanas que se
levantaba con el pie izquierdo. Pero sus rabietas se acababan pronto. Debía de
ser, como todos los Contreras, algo contradictorio. Agraz por fuera. Dulce por
dentro. Más ruido que nueces. Perro ladrador poco mordedor. Hay traza de genialidad en la forma como nos
presenta a don Sotero el meapilas fariseo y avariento a quien remata en los
últimos trancos del libro con una angina de pecho. Una corazonada tal vez. A
veces lo que uno escribe se cumple. El autor de La Puchera moriría de lo mismo.
El arte de la literatura tiene aspectos misteriosamente oníricos que nos ligan
a los humanos con la antigua profecía y la quiromancia. Casi todos los buenos
libros son premonitorios. Pero la grandeza de esta novela no para ahí. Hay un
estilo maravilloso. Inimitable. Él siembra pautas. Traza caminos que nos llevan
a conocer los giros y las peculiaridades de una región. Hay dos bables,
insistimos: el de las Asturias de Oviedo, desde Parres a Ría de Eo, de los que
llaman zapico a uno de los aperos más utilizados por el Norte y los de las de
la Montaña que lo designan colodra, desde san Vicente de la Barquera hasta
Potes. Pero juntos denominan a ciertos pájaros de la misma manera: la negra
miruella o miruello de pico largo y hondo como una laya que escarba el futuro,
o el pomposo tordipollo o la picara aguzanieves que abreva junto a los
cilancos. Los asturianos conocen como pala a secas al trente o tridente, lo que
en ciertos recodos de la España citerior, allí donde adentra sus manantiales
del idioma Castilla la Vieja apelan gario, voz vascuence, lo más probable,
igual que murio y murias (montón de piedras), carro, corral, etc. El primero es
renuente a la jota que dicen trajeron a España los moros: xatu y xata, mientras
los de Santillana del Mar ofrecen una prosodia más evolucionada, porque acaso
estuvieran más en contacto con la Meseta que sus vecinos al otro lado del
puerto del Escudo. Así, pronuncian: jato y jata por novillos y novillas uncideras.
Un poco más abajo llamarán a este torito que aun no ha cumplido dos años choto.
Se encuentran múltiples variantes en el bable occidental y en el oriental[29]
pero hay términos aldeanos que no varían en una y otra de las modalidades de
las dos orillas de la ría: quima, narvaso, asubiar (poner a cubierto el
ganado). Algunos hablistas exaltados de ahora mismo debieran hacer cura de
humildad leyendo a Pereda. Pero los de una y otra zona encumbran el carro y
echan mano de la sarzuela para que no se entorne. Luego “empayan” toda la
balumba a través del boquerón del pósito. Si hurgas en el fondo de cualquier
español te encontrarás con el alma de un pajar, donde duerme el pobre y donde
fuimos engendrados muchos de nosotros. Que era en ese lugar donde las parejas se
escondían para hacer el amor. ¡Ah la “vita bona” que ahora echamos en falta, el
sabor de la tierruca, la aldea perdida y encaramada en los recuerdos,
retaguardia de toda una estirpe que ha visto como han quedado francos de
servicio a impulsos de la tecnología aquellas antiguas palabras que decían
tanto! Hoy, caídas en desuso y tan añoradas a medida que el idioma se
empobrece. El espíritu indomable de los
ultramontanos ariscos vuelve por donde solía. Se pretende crear un idioma vivo
y en continua evolución donde sólo hubo
una lengua muerta y hoy fenecida al pasar a mejor vida toda una civilización de
matiz campesino, sin asiento literario apenas. ¿Es atavismo o es inducción
foránea? Quieren entronizar a un dialecto, uno de los más hermosos del
castellano plus minusve, eso sí, de buenas a primeras y ad nutum, en
conformidad escueta con su libre albedrío, conforme les da Dios a entender a
los nuevos filólogos de aluvión, pontífices de la tan cacareada cosmocracia que
no es más que un embuste, y untados por
una mano extranjera, como lingua franca. Una tarea para la cual hace falta no
sólo mucha cara sino también bastante imaginación. Con las lenguas no valen
malabarismos de prodigiador. No son un conejo que el osado circense se saca
debajo de la chistera. En nuestro patrio solar gozaron de categorías de lenguas
junto al castellano el vascuence, el gallego, el valenciano, el catalán y el
mallorquín. Pero al paso que vamos, se van a sacar diccionarios hasta del
castúo. Debe de ser por un atavismo recio. Existen en nuestra historia
pulsiones suicidas y de tarde en tarde asoman la oreja. Es tributo de nuestro
estirpe con estos bueyes hemos de arrejacar la linde aspérrima. Este es el país
de la real gana. En De Tal Palo Tal Astilla se hace una crítica de la sociedad que
conoció su autor. Emperejilada por los poderes fácticos de los que traza un
análisis objetivo y sin emblema de facción. En su punto de mira está la Iglesia
con su “legión de curas ignorantes que socavan voluntades y conocen quien es
quien a través del agujero del confesionario (toda información es poder), se
enriquecen a costa de diezmos y relaciones fabulosas sobre el Purgatorio”. La
barca de Pedro, en boca de don Fernando, consiste en toda una nube de frailes comilones y
lascivos que saquean los hogares sin conciencia, perturban las almas y quitan
la paz en los hogares a veces mancillando la honra de las familias. Una
gusanera de monjas rebelándose contra las leyes de la naturaleza cantando con
voz gangosa salmos en latín contrahecho. Una lista de papas disolutos y crueles
como Alejandro VI, la Papisa Juana[30],
Julio II. Un tropel de beatas arrepentidas que con sus pecados de juventud
repoblaron la inclusa. La Iglesia ha sido mazmorra del entendimiento durante
los últimos tres siglos, concluye. La cita es demoledora, pero - relata
refiero- no le falta su miga de razón. Es pertinentísima al hilo de lo que está
sucediendo en la actualidad, cuando vemos a un babeante pontífice aferrado a su
silla gestatoria, que se resiste a condenar, por lo que pueda pasar, los
crímenes de los sionistas nazis y los atropellos de ese general israelí con
cara de sacamantecas. Los blindados bombardean y cercan con tropas de asalto la
iglesia de la Natividad de Belén. En la mente sólo una idea fija: salvar los
muebles en medio de las terribles cosas del acontecer diario. El cielo parece
empedrado de amenazas, pero los que tienen la responsabilidad de dirigir y
auspiciar, referente y faro de la grey, miran para otra parte. Mientras, recogemos los escajos de la gran
zarabanda libertaria del pasado. Todo en nuestro redondel parece que pincha:
los rostros, las palabras, los titulares de los periódicos, los discursos en el
parlamento. Es la hora del vértigo y de los remordimientos de conciencia.
Pereda, que tanto abominaba de la política encarnada por el rostro de
Espartero, el héroe de Luchana, huía de ese mundo ficticio de los salones y de
las largas parrafadas de los periódicos. El cuerpo le pedía Montaña. Pese a
ello, la carne pecadora no hurta el cuerpo al cinismo in ánima vili. Digresiones
aparte, Pereda es el primero en dar la voz de alerta y este mensaje de dolor y
cordura vendría avalado por mosén Cinto Verdaguer. El poeta catalán,
contemporáneo del autor del Sabor de la Tierruca también barruntó que se
avecinaba guerra civil. Ésta tuvo un primitivo contexto religioso. Pereda deja
caer la profecía en boca de sus personajes, lo mismo que el poeta catalán quien
también sufriría persecuciones de su obispo, Murgades, salidos del magín de un
señor tan poco sospechoso de herejía, de derechas de toda la vida, carlista al
igual que el poeta de la Canción del Canigó. Ambos no lanzan una diatriba
contra el dogma y la tradición sino que hacen una reflexión en voz alta sobre
la moral de algunos clérigos y su falta de ética. Y acerca de adónde nos puede
llevar el apoltronado clericalismo trasnochado de la sociedad española
finisecular. Clarín, que como digo era un místico, se une igualmente al coro.
La cuestión religiosa es el eje cobre el cual gira el argumento de la novela
que nos ocupa. Que es de las denominadas de tesis en la forma de narración
costumbrista. Abordada desde el punto de vista de un español profundamente
religioso que se escandaliza de las puerilidades y gazmoñerías de los sectores
papistas exaltados cuya piedad finca en el despropósito y su conducta de doble
pauta poco recomendable. Sus mañas traen a la memoria la infausta imagen de la
monja inglesa que pontificó bajo el nombre de Juan VIII. De hecho, el cura de
Valdecines, que “es un santo”, nada se parece al magistral ovetense, Fermín de
Pas, emblema de la altanería, el lujo y la riqueza. El cura de aldea vive en la
pobreza y la humildad una vida ejemplar, no se mete con nadie, pero tiene un
ama que lo trae por la calle de la amargura con su chismorrería noticiera y
destripacuentos. No olvidemos que estamos en el país de Celestina y esta dueña,
que escucha de detrás de las paredes y espía por el hueco de la cerradura,
anticipa a las comadres de la prensa del colorín. Es por esta sirvienta que
cunde la novedad del noviazgo entre el joven médico hijo de Pateta, “que pedía
iglesia”, dispuesto a renunciar a su convicciones ateas en aras del amor que
siente hacia la mayorazga, por toda la aldea. Las malas lenguas se encienden y
ocasionan que el pretendiente despechado, al oír que busca dineros y no amor en
la doncella, opte por despeñarse por un barranco. La rectoral es una isla de
paz en medio del arbolado océano de codicias, malos quereres, y de lujuria que
embarga Valdecines. Bastián representa a todos estos pecados capitales. Pero la
bondad del preste no basta para contener la furia del huracán de intrigas y su
escasa ciencia teológica colma la medida y la curiosidad de un ateo convencido,
un hombre de mundo, como es el hijo de Pateta. Las respuestas que da al neófito
son desvaídas. Fraseología sin contenido. Explicaciones insípidas. Evasivas y
lugares comunes como contestación a los grandes interrogantes de la existencia.
Aun no había nacido Teihard de Chardin. La Iglesia siempre suele llegar con
veinte minutos de retraso. Cuando no son siglos. La rivalidad ciencia y razón
sigue su ruta. Cada una por senderos diferentes. Bastián, el labrantín
embrutecido, a instancias de don Sotero que lo convence, se decide a forzar a
la muchacha. Precisamente en la maravillosa noche de San Juan cuando media
España danza al borde de la hoguera, transida de canciones y añoranzas. Es la
fiesta del amor y la renovación por el fuego de la vida que no cesa. El valle
ardía como un ascua bajo la luna. Se colocaban las enramadas. Por doquier se
escuchaban los cantos de ronda y los conjuros mágicos. Toda esta belleza se
contrapone a las maquinaciones diabólicas del hijo espurio del usurero que
acude a la cita que le había diseñado éste ahíto de vino. He aquí una dualidad
infierno paraíso. La existencia es una pugna sin fin de ambas fuerzas opuestas.
La encerrona que había urdido el avaro no surte efecto. La ausencia del baile
de Bastián había suscitado sospechas en Macabeo que se cuela saltando la tapia
desde las ramas de una higuera a la alcoba donde el intruso se proponía
consumar su propósito. Gana el bueno pero se detecta cierto artificio en el
pergeño de la aventura. Pereda es mejor descriptor que narrador. Sus
argumentos, aunque algo pretenciosos, dejan al descubierto flancos menos
sólidos. Hay ocasiones en que corta por lo sano y se nota su tendencia a
utilizar el “deus ex machina” y comodines fáciles del convencionalismo de
folletón. Sin embargo, sus acuarelas del paisaje montañés no tienen rival. Por
ejemplo, la rapidez y brillantez como nos describe la rectoral por una de cuyas
ventanas asomaba sus ramas un manzano y detrás del árbol se mostraba el paisaje
de un valle de ensueño. Sus libros son perfectos marcos edénicos. Hasta se
escucha el tintineo de los cencerros de las reses que pacen en el ejido. Allá
en el fondo de la artesa policroma y festoneada de prados que recuerdan a un
tapiz verde enmarcados en rodetes de avellanos y zarzales presentan sus quimas
al sol, como la guarnición de un regimiento que rinde honores, los bosques de
las riberas. Se hace un claro y aparece el río, un hilo de plata que llena el
aire de reverberos y de fulgores. Siempre hay vida crepitando en el fondo del
desfiladero. Planean los azores y una banda de verderones huyen a toda
velocidad de los pájaros de presa. Se escucha el relincho de un caballo
confundido con el tañido de una campana que toca a vísperas en la atardecida
estival. “Tiene que haber un Dios, esto no ha empezado porque sí, tuvo que
existir premeditación proteica, ayúdame, Señor a encontrarte. Tu creaste a Águeda y eso me basta” razona
don Fernando en sus cavilaciones. Pero lo que hay son dioses que aguantan la
mirada de la vieja Hécate de blancos pechos, calva y la cara manchada que
esparce sobre la tierra un brillo lento que da ditas de oscuridad y de noche a
los amantes y enronquece sus gargantas sanjuaneras en el desvarío del vino y
los cantos de bacantes. Selene reina en la fiesta del fuego. Ya es casualidad.
Mientras se esparcen por el valle el eco de los coros de mozos que salen de
ronda. El dios de los judíos es un Zeus oscuro y de malos modales y de un
puritanismo estricto que se compadece poco con la paganía practicada por la
humanidad durante miles de años. En el Norte no se deja de creer en él porque
así SIR[i]
lo ordena, pero la cabra siempre tira al monte y en la noche augusta de San
Juan de creencias trasfundidas el pueblo vuelve a poner en sus pies y en sus
labios la agitada danza de Pan. Son deidades más amables que al menos se ríen,
tienen líos con los mortales y hasta con las hetairas del Hades, o empinan el
codo para aplacar su ira o el despecho. Jehová no lo hace nunca. Desde lo alto
de los riscos Ojanco asoma su rostro de cíclope. Pagano y señorial, se sube al
pavés de los gollizos escarpados de la cima de los montes. Mueve de un lado
para otro como un periscopio que busque la colimación precisa para catalogar de
lo alto las aldeas donde tuvo adoradores antaño, hasta que llegaron los
misioneros irlandeses y los monjes ingleses de la primera regla de san Basilio
y san Columbano y le quitaron el puesto. Cesaron los sacrificios y las
laureadas en su templo. Él quedaría sólo y compuesto con el único ojo que le
quedaba. Y cuentan los advertidos que lloró. Es el Polifemo de los celtas. Sus
movimientos torpes y su lengua estropajosa advierten que se ha dado a los
excesos del vino. Al tuerto de los montes cántabros no se le escapa una.
Cataloga al instante y con una sola pupila alcanza a ver, como por un catalejo,
tanto como si tuviera dos. El disco de Hécate le hace añorar los alegres días
del Olimpo cuando era mozo. Por más que inmortal, siente los muchos años entre
las piernas. Por eso está borracho. Porque hay cosas que se escapan a su
control. En cierto modo le dan pena los
mortales “chismosos, cizañeros, baldragas” y vierte desde el lagrimal del ojo
bueno su llanto macroscópico sobre Valdecines. Al asubiarse el sol, Ojanco se
ha asomado al valle de la mano de la luna.
Resucitaron con él los viejos gigantes. Uno de ellos, san Cristobalón
que como Prometeo carga sobre sus espaldas los pecados y dolores del mundo o
como Miguelón el Arcángel que sustituyendo en sus funciones a Esculapio tras el
trasvase de poderes del paganismo al cristianismo afina los cachivaches de su
romana al objeto de pesar las almas, las cuales esperan afuera de la Laguna Estigia, el limbo o el purgatorio,
para su catalogación y ensilaje. El ojo del Polifemo celta aparece esculpido en
las estelas circulares del Valle del Buelna que recuerdan por su trazado a una
cruz enmarcada en el espacio redondo. Es la esvástica. La rueda mágica, la
cuadratura del círculo. El movimiento continuo de la vida. Símbolo de la
reencarnación en el que creían los pueblos indoeuropeos como recuerdan los
cipos funerarios a la cabecera de las tumbas irlandesas. En Fuentesoto de
Fuentidueña a cincuenta leguas de esa localidad cántabra presiden la tapia de
un cementerio misterioso donde parece que la soledad es tan elocuente que a
través de ella los muertos quieren decir algo al viandante que se encarama
hasta el cerro. El viento de las parameras aúlla un mensaje sin confines: “Yo
al tiempo me lo domino”, creemos oír. Y es que el Ojáncano habla, como ve, al
derecho por su ojo torcido. He aquí una única pupila que todo lo abarca. La
cruz es un pozo sin fondo. Antes de la tarde del Gólgota en multitud de grafías
y murales ya parecía regir los designios del orbe. Representa lo que gira. La
tierra es abrazada entre sus aspas. El cura de Valdecines gime bajo el peso de
la carga que le encargó el obispo. Pies quietos. A la chita callando has de
sustituir a Jesucristo por los fantasmas mitológicos, pero la querencia de los
ídolos vuelve en días tan significados como la del veinticuatro de junio.
Judíos moros y cristianos por una vez se ponen de acuerdo y rinden culto al
esenio. La voz que clamaba en el desierto vestido de áspera marlota y convertía
a las multitudes en el Jordán. Es una personalidad gnóstica del que dicen poco
las escrituras pero que tanta importancia ejerció a la hora de modular los
sentimientos de las antiguas supersticiones que se bautizaban bajo su concha.
Los viejos dioses desconocidos son desplazados por el Degollado que hizo el
primer gran milagro de que las fuerzas oscuras se transformasen en santos. Uno
para cada necesidad y par cada día del año. Allanaba los caminos del que habría
de llegar. El precursor bautizaba en agua pero su primo bautizaría en el
Espíritu. ¿Habrá que creer estas cosas sólo por el mero hecho de que son
increíbles como diría Tertuliano? He vencido al tiempo. Los años, la
generaciones, los siglos, las eras los tengo subyugados. Al buen párroco se le
había asignado un cometido de Argos poner a Zeus la túnica de nazareno,
amarrarle fuerte para que no se fuese de picos pardos con las diosas del
Olimpo, traerlo al redil, conseguir que formula el voto de continencia. Si no
puedes lograrlo, sé cauto al menos. Ten tus barraganas pero con disimulo. Que
no se entere nadie. Algún escriba malintencionado le robó el fuego a los
dioses, cuando mandó predicar amor a los enemigos. Le dio la vuelta al
argumento. Los bárbaros del norte cambiaron de chaqueta y se bautizaron en masa
con todo su pueblo. Los antiguos templos paganos se convirtieron en iglesias
juraderas. Y los pretores en arzobispo,
conservando el palio de su antigua investidura pagana dentro de la nueva fe.
Para Clodoveo. Para Alfredo. Para Ludovico que acudieron a recibir las aguas
crismales con todos sus súbditos. Panagia pasa a ser la Theotokos ante los protestos de Nestorio que se hacía
una pregunta asaz congruente en Efeso. ¿Pero puede Dios tener madre siendo
eterno y careciendo de principio ni fin? A lo cual encolerizado responde
Atanasio que únicamente según la encarnación Jesús nació de María virgen.
Misterio incomprensible. Entre los Siete Varones Apostólicos y Leovigildo hay
un espacio blanco que los cronistas mas avisados de la historia de la SIR no
han podido llenar. Es como recomponer el rompecabezas de un mosaico bizantino.
Entramos aquí en el laberinto. De tarde en tarde los paisanos de la braña
quieren volver a ser como las deidades en las que dejaron de creer. Potan la
crátera llena hasta los bordes de nepente, la bebida del olvido. Ojanco por entre las sediciosas nubes asoma
su aterrador jeme. En su vagar inconsistente se deshace el nudo gordiano. Los
ermitaños entre las cuevas bajan del despoblado a que les laven la muda y
algunos aprovechan para echar una canita al aire. De la cayada pendía la
carcajada de Simón el Estilita. No se puede abrazar la vida contemplativa del
yermo sin un poco de cinismo. San Pacomio no se lavó una sola vez en su vida
por mor de no caer en la tentación. Satanás indefectiblemente tenía por
costumbre aparecerse en la forma de una garrida hembra de buenas partes. Él la
hacía salir de la cueva blandiendo una antorcha encendida y murmurando un
latinajo “de bonis mulieribus non est notio” (nunca se oyó que hubiese una
mujer buena, caramba). Y he aquí a un cura de pueblo que tenía ya, como sus
latines, los tratados de teología empolvados, siendo interrogado por un
agnóstico de buena fe pero que trata de volver al redil de la Iglesia por amor
a su Águeda. El rústico abate suda, resopla, se palpa los treinta y tres
botones de la sotana de cachemira. A causa del uso esta prenda por los hombros
se estaba volviendo de un color pardo. Ya era vieja. Como el que la llevaba. El
visitante con sus dudas le coloca en un aprieto, pero él le propone un método a
seguir en su camino de regreso a la fe. Mientras, las fuerzas oscuras seguían
trabajando. Allí estaban las cohortes de la desconfianza, las testuces de la
murmuración, las centurias del egoísmo, que tiraban para abajo. Las manos
sacerdotales pretenden sacar al pobre náufrago del pozo de la desesperación. A
veces la gracia no puede contrarrestar la primera de las leyes naturales, la
fuerza de la gravitación universal, y se reconoce impotente y vencida. Los
cuerpos son para la tierra, tiran hacia abajo, mientras las almas quieren
volar. El vulgo resentido, la grey de cristianos viejos, invoca antiguos
prejuicios y privilegios, para calificar de hereje a un agnóstico que intenta
creer. Por misterios de la condición humana la bondad y la nobleza sin puestas
fuera de combate por las huestes de Satanás. El Pateta se muestra de súpito y
cuando nadie lo espera. En plena noche de san Juan, cuando el tiempo se detiene
ante el ara sacrosanta del solsticio estival. Cuando las gentes se afanan en
buscar la flor del agua y piden amparo al culiebre, al goblin que presidía las divinidades del bosque
druida y a las ondinas o saltan sobre las hogueras de retama que iluminan las
sombras con el fuego de la purificación. La Montaña rinde culto a los viejos
ídolos en un intento por regresar al sincretismo telúrico. Se escuchan las
voces ancestrales del suelo y de la sangre y las gentes intentan ser paganas.
Pales pone música de fondo a esta algarabía extendiendo su manto protector de
pastores y de ganaderos que amaban la juerga, el pandero y las noches sin
dormir. Los gaiteros vienen tras ella.
Música de chirimías y el ronco sonar del paloteo que acompaña a los brincos de
la danza prima. Las fuerzas oscuras no son otra cosa que un inventario de las
casualidades y misterios de la biología. La lechuza vuelva de rama en rama
ocultando su lúgubre grito que tiene algo de hilarante y burlón entre las hojas
de los copudos robles. Es el pájaro de Minerva. Cuanta más sabiduría acumulas menos
sabes. Y cuanto más sabes, más sufres. El baile es una plegaria que se hace con
los pies en honor de la divinidad oculta. Besos estallan en la oscuridad. El
amor pagano triunfa entre risas y gemidos. Los pecados arrastran su peplo por
le camino. El cura no sabe qué hacerse. Se siente desbordado por otras
presencias. Su religión enseña la abnegación, el dominio frente a las
inclinaciones de la naturaleza pero tales instrucciones no constituyen sino
retórica. No otra cosa es la doctrina eclesial almacenada en unos cuantos
librotes insulsos. Pales ven a reinar. Baco y Afrodita te hagan escolta.
Bastián no puede consumar su violación. ¡Todo es tan nuevo y tan viejo a la
vez! Mientras, resuenan por la hondonada los ecos de los cantos de ronda que
van a perderse a los pies de las estrellas impávidas. Son las resonancias
magnéticas de un mundo entregado a su liturgia órfica de venerables y antiguas
cadencias y para las que el corazón de la vieja España siempre tiene puesto un
altavoz. He aquí a la vida que se renueva. Brota y renace la savia. Las parejas
se aparean. La llamada de la sangre. Celo estacional en los animales y en el
hombre y en la mujer sin cesura. Y en esto Macabeo, apercibido de los
siniestros planes de Bastián al que el usurero emborracha antes de ir a cometer
la vileza, trepa por un breval contiguo a la tapia del domicilio y coge al
violador y a su víctima in medias res. Águeda lo considera un enviado del
Cielo. Era la Virgen María que había escuchado sus plegarias impidiendo la
consumación del ultraje. Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar
estilo donde se da cita la potencia imaginativa con la exactitud estudiosa del
lenguaje. Es el suyo un castellano en adobo de cachaza y buen humor con
resabios de sorna aldeana. Relata, no predica. En esta obra se hace el retrato
de una España rural hacia 1879 que es cuando está datada la entrega. Coloca sus
potentes anteojos en la atalaya de mando. Realiza una colimación muy audaz del
universo que brilla dentro. Nos describe un planeta psicológico con variedad de
tipos. A través de su pluma conocemos cómo respiran y qué piensan los
contemporáneos del novelista. De qué pie cojean. A qué aspiran. Su golpe de
vista es certero. La vista de Pereda parece la lente de un poderosísimo
telescopio con buena escala, o microscopio, según se quiera, capaz de ver las
cosas como son. Al natural. Enfoca para
Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter montes no es
la meliflua Arcadia sino más bien un aparatoso infierno donde reina la
mezquindad. El hombre sigue siendo lobo para el hombre. No hay mejora. El
discurso, un tanto tolstoyano y fatalista, en su tono patético, trae a mientes
reminiscencias del modo literario ruso, pero Pereda es un español chapado a la
antigua de talante libérrimo, sólo embridado por sus creencias y carencias
religiosas, que comprende y ama a su país, aunque le duelan sus defectos.
Entiende el drama de las dos Españas. El eco de los cantos se pierde camino de
las impávidas estrellas. Son resonancias magnéticas de un mundo feliz. La vida
que se abre paso. El tallo que brota. Los pájaros hacen boda mientras el rebeco
en su berra llama a la hembra. Todo lo que vuela y todo lo que corre se entrega
a una cópula ininterrumpida de sol a sol.
Es lo único que diferencia a las bestias de los hombres. Ellas se
aparean en el celo estacional mientras en el ser humano la libido es
constante. A todo esto, Macabeo
apercibido de los siniestros planes de Bastián al que el avaro previamente
emborracha trepa por un breval contiguo a la tapia del dormitorio donde la
muchacha es retenida de rehén y coge al violador in medias res. La victima lo
considera un enviado del Cielo. Por fin la Virgen a la cual ella invocó
aterrorizada ha escuchado sus súplicas impidiendo la consumación del ultraje. Pereda
narra la escena a lo vivo con su peculiar etilo donde se dan cita la potencia
imaginativa con la exactitud del lenguaje adobado de cachaza, un sentido del
humor metido en agua de sorna aldeana. Cuenta cosas. No predica. En esta
entrega que data de 1879 hace el retrato de la España rural durante la
Restauración. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya observatorio de su
bravía casona y a través de una colimación minuciosa coloca al lector ante un
universo que brilla dentro. Nos describe un orbe psicológico. A través de la
pluma perediana conocemos cómo respiran, qué piensan sus contemporáneos. Y de
qué pie cojean. Cuáles son sus aspiraciones. Su golpe de vista macroscópico
tiene el poderío del agua caudal. Enfoca para Valdecines y nos da a entender que
pese a su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia soñada sino un
averno de pasiones donde reina la mezquindad, la maledicencia y la malquerencia
de unos con otros. El hombre sigue siendo un lobo que por una inclinación
atávica o por idiopatía ingénita se dedica a fagocitar a sus semejantes. Le
gusta simplemente hacer daño. No hay mejora. Entretanto, y sin perder ripio,
cabalgan Quijote y Sancho. Ante tanta contradicción como le envuelve al autor
de Peñas Arriba de los labios del escritor parte un suspiro de resignación o
tal vez de rebeldía. Pereda es un especialista en estos tacos de resignación
admirativa que plagan sus libros donde no hay palabrotas: cáspritis, aticuenta,
carafles, bodoques, trastajo, pantoques y carpanchos. Por vida del chápiro
verde, voto a bríosbaco y otras expresiones de furor. Juramentos a la antigua
que carecen del matiz coprológico y vulgar en el que hoy se adentran nuestras
conversaciones. Son rancios vocablos que maciza en su prosa y sirven de cebo
del donaire. Pereda es un escritor de mar y de montaña a la vez de pluma
nerviosa y lábil que parece que se dispara al rodar por la pendiente de
gargantas y desfiladeros de la comarca de Potes. Sus párrafos retumbantes y
llenos de colorido recuerdan a las aguas bravas del Río Ebro al nacer en
Reinosa por cascadas que brincan sonoras de peña en peña. Si la prosopopeya
valiera para algo, su retrato ¿qué nos diría? Ha aquí un caballero de rostro
alargado, magro de carnes, gesto severo, mirada de lince bajo las dioptrías de su
monóculo, tagarote venido a menos, persona algo crédula y entusiasta, de
talante bonachón mas algo colérico, también un poco coqueto, aunque solterón,
gastaba tupé como don Práxedes Sagasta. Bajo su sombrero de ala ancha y
embutido en su anguarina pasada de moda se esconde un soñador marcado por los
desengaños y vacilante en las viejas convicciones. Le ha tocado defender un
mundo que se derrumba y en el que sólo cree a trancas y barrancas. Se ha
cansado de fustigar a los comilitones del sensacionalismo y las corrupciones y
bobadas de los señores diputados de la Carrera de San Jerónimo. Ha asumido el
oficio de profeta y no se cansa de repetir que España se va a la hoyo. Su
estilo es sesquipedal[ii]
pero aunque con algunos repámpanos no cae en la elación ni el hinchamiento de
los decimonónicos. Es un señor de campo que lo mismo baja a Santander para
buscar un remedio a sus vacas que padecen jaldía[iii]
que entra en los figones de Puerto Chico a comer marmita con los pescadores. No
es casa con nadie. No es un baldragas ni un melifluo. Le gusta llamar a las
cosas por su nombre. Tiene por costumbre echar mano de paremiologías, pues su
decir es sentencioso, como aquel que dice: “Todas las gentes me dicen cómo no
te casas, Juan. Las que me dan no las quiero y las que quiero no me dan”. Como
buen cuentista es algo chismosón. Lo que le coloca a un tris de la
socarronería. Ama la vida y en cuanto a ideas defiende la tradición por más que
para eso tenga que hacer encaje de bolillos con vista a atar cabos. Por lo que
sus novelas de tesis son una iniciación al arte de la esgrima psicológica. Su
mirada es limpia y aguileña. Debió de ser poco tolerante con las flaquezas de
los que le rodeaba. Se había vuelto misántropo al fin de sus días. Sin embargo,
no le duraban mucho sus prontos. El asco que le inspiraba el caciquismo lo
remediaba con su entusiasmo por el paisaje privilegiado de los Picos de Europa.
Galdós podrá tener un arte de narrar más certero pero es más aburrido que él.
El canario va a lo seguro mientras el montañés se encarama muy pronto a sus
riscos. Al que más se parece, cada uno en su orilla, es a Clarín. Sus obras
ciñen bien el viento. Orza la nave de la misma manera. Pero mientras el uno
idealiza la aldea en sus cuentos morales el otro la detesta. Ambos se sienten
muy a gusto contemplando y describiendo el paisaje. Pueblo chico, infierno
grande. Pereda era pesimista sobre la condición humana. Era también católico,
feo y sentimental lo mismo que Valle Inclán. Es también carlista y se siente
abroquelado en una forma de vida del pasado al cual no puede renunciar y que
únicamente le depara disgustos. A su entender la Iglesia viene a ser el comodín
de la costumbre. Rara vez Pereda pone al dogma en tela de juicio y se aferra a
la fe del carbonero mientras Alas, como buen místico, intenta encontrar otros
caminos y fustiga la moral de situación del clero trabucaire y salaz. A
diferencia de su vecino de provincia, don Leopoldo era un liberal de cuerpo
entero. Pero, como los hombres han de estar por encima del bardal de las ideas,
unos y otros se llevaban bien y hasta llegaron a entablar un flujo de
correspondencia interesante.
XXII
RODRIGO ROYO ESCRIBIÓ LA NOVELA
DE LA GUERRA CIVIL.
Destituyeron a Pedrojota el director del Mundo you are
fired baby vuelven los de siempre con la misma frase y no es que me cayera
bien el personaje al que he puesto en berlina en estos papeles por su afán de
protagonismo porque quería ser una especie de Ciudadano Kane en estos cotarros
editoriales y aquí el ambiente es muy discretito y son habas contadas, luego
esa pasión por el “scoop” y
convertirse en émulo de Woodward y Glinstein queriendo ofertar a sus lecturas
un nuevo Watergate (tú y tus puñeteros masteres, Perico, la eterna obsesión del
pisotón) y España no son los EE.UU. mas
bien, la corte de los milagros que advirtió Valle Inclán, una corrupción
coronada, patio de monipodio, cárcel de amores desdichados, albero de rufianes con el pelo engominado,
ladrones de guante blanco, proxenetas mediáticos, desolación intelectual en la
calle pasotas, ilotas ya que muchos nos sentimos desterrados en nuestro propio
país ciudadanos de segunda mano, e idiotas esta es la corte del Rey Juan Carlos
un monarca que se aferra a la herencia que le dejó Franco pactando con el
contubernio, y con quien haya que estrechar lazos con tal de conservar un trono
que para él ha sido más bien una poltrona diciendo en vez de que dejad que los
niños se acerquen a mi real persona dejad que los banqueros se enriquezcan,
Botín tan campanudo, cuello de toro y estirado que parece que no le cabe un
piñón por el culo, quedó con todo porque la política en este país como la
economía es un perenne quítate tú para ponerme yo, tú déjame a mi, arriba las
banca me quedo con todo (todo el lío que se ha preparado con los Eres, el acoso
a Bankia, pasa por este pasiego sin
escrúpulos y poca alma erigido en el rey del mambo) contando sus usuras en
estrados de rojo magenta ha ganado no sé cuantos miles de millones este año
menos que el anterior y mucho menos que el que viene, hoy te quiero más que
ayer y menos que mañana.
PJ se va con una indemnización
supermillonaria lo que ha hecho sospechar a muchos que hubo tongo en esta
movida y RR acabó arruinado, sus bienes personales confiscados y padeció una
verdadera persecución hasta su Dodgedart
le fue embargado al pobre y hubo de emigrar a México. Ahí se acaban los
paralelismos. Pedro carece del acumen literario, inteligencia, bondad y mejor
pluma, que le sobró a Rodrigo y de su visión periodística garantizada por años
de corresponsal en America y su experiencia en el frente del Este. Tampoco es
un gran novelista como Rodrigo Royo que escribió la mejor novela de la guerra
civil Todavía y algunas de las
mejores del franquismo: El Sepulturero y el Establishment. Él y otro falangista Tomás Salvador fueron los
mejores escritores de los años cuarenta a los setenta aunque ahora sus nombres
y plumas sean olvidados por los demócratas de “toda la vida”.
Sin embargo, su alocución de despedida el otro día a
sus redactores me trajo las memorias el trancazo de Santiago Cordero. A Pedro
Jota que se va pero se queda sus redactores le miraban con cara de admiración y
una sumisión de doctrinos en la pupila. La chusma de SP era bien distinta.
Había redactores (joder que ganao,
cuando miro atrás sin ira me echo a temblar) de cuño maoista, otros que se
decían directamente comunistas, anarquistas, tipos que iban a la redacción con
navaja y una tea incendiaria en los fondillos del pantalón por si había que
prender mecha as aquel garaje que hacía las veces de redacción, y otros que
sufrimos lo nuestro por nuestras inclinaciones jonsistas ¿Cuándo tendrá fin la
persecución y el sufrir y padecer?
Aquellas tristes asambleas acabaron como el rosario
de la aurora y minaron la salud de un valenciano de calidad lleno de proyectos
hermosos pero que murió incomprendido. El director del Mundo se ha ido de rositas entre aplausos, ditirambos, piropos y
rendibú, mientras que nosotros casi acabamos a trompazos. Por eso me causa al
mismo tiempo que pena por las estrecheces de una profesión que no cambia
también risa al irse Pedro Jota al paro con una bolsa de dinero que le
garantizan un futuro feliz.
A Rodrigo lo dejaron con una mano delante y otra
detrás. Su linchamiento de hará cosa de 45 años nada tiene que ver con éste
porque a Pedro. J. Ramírez lo han defenestrado de figurón y suaviter in modo pero las cosas siguen
igual y volvemos a las mismas. Los vencedores de la guerra civil trajeron en el
macuto un proyecto de revolución social y económica pero las fuerzas de la
reacción aquí siguen siendo muy poderosas y todo se queda igual que estaba y de
esta manera los vencedores se convirtieron en vencidos. “Gracias a Dios que
hemos vuelto a la normalidad… recostada sobre los muros leprosos de la tapia de
su historia España volvía otra vez a bostezar”; con dicha frase acaba la novela
Todavía de Rodrigo Royo. Más que una
sentencia o el parlamento de un personaje de ficción resulta una profecía.
Por ser el otro día las Candelas no corrimos el
gallo la antevíspera pero fuimos en procesión con las paridas con un pichón y
dos tórtolas y a la mañana siguiente una vela a san Blas que nos librará de la
tos ferina. Con hogueras honramos a santa Brígida y hoy santa Águeda bendita
nos muestra, pudorosa, los pechos cercenados por el pretor Quinciano a cuyo apetito carnal no quiso condescender aquella
doncella romana ¿Por qué, cobarde, cercenas las tetas de una mujer? La gloriosa
virgen siciliana nos amamantará con el maná de la Redención y los zamarriegos
están que lo tiran. Es fiesta en Zamarramala y dicen que hoy mandan las mujeres
aunque no lo crean las “Pusis” Cristo fue el primer feminista. Pero me inhibo,
no quiero leer las noticias amenazadoras noticias que coartarán nuestras
libertades y, uncido al carro vigilante de Google, me sumo en una de las
novelas que guardaban turno en las filas de mi anaquel “Todavía” de mi maestro Rodrigo Royo y paso una horas deliciosas
estos días primeros de febrero cuando vuelven las cigüeñas y la epacta llega
bien apretada de festividades y honras significativas a los santos mártires,
confesores y santas vírgenes de nuestra Santa Madre la Iglesia.
¿Será que en las auras de la noche hay un remecer de
primavera? La novela de mi maestro y director el que me abrió las puertas
carreteras de esta profesión y parece que me habla desde las páginas del libro
primorosamente editado y que fue premio Ateneo de Sevilla 1974 es un grito
frente a las crueldades del destino y un susurro de resignación pues tendrá que
ser así aunque no sea justo tanto olvido. Escuché la voz de Rodrigo, su
carcajada, su estilo inimitable. Escribir es encontrar una voz propia que llega
entre las alas de los ángeles y me acuerdo de la frase de Quevedo Escucho con mis ojos con los muertos vivo en
conversación con los difuntos. Es la magia de la literatura y hay que dar
gracias a Dios porque los españoles podemos hallar verdaderos tesoros
escondidos en los libros de autores a los que dieron de lado, de apellidos
malditos, ristra de nombres descatalogados.
Ningún texto de los que pregona el Mundo Facundo en sus páginas culturales
ensalzando mediocridades en inglés logra la talla de un manuscrito como este
(Rodrigo Royo siempre escribía a mano y con pluma, nunca a máquina.) Claro esto
es la ley del embudo. España vive un proceso de desespañolización tendente a
privar a las nuevas generaciones de la verdad y del goce estético. España
despanzurrada y exangüe, España sin medula. Es un ente de razón, una mariposa
disecada entre las páginas de un misal.
Este olvido
es para mí mucho más nocivo que todos eso escándalos financieros que siendo
graves en sí tienen por objeto comerle el coco al españolito de pie, lavarle el
cerebro. Friegas de papel de estraza de crispación, insultos al pasado. El
mensaje de esta gran novela dice que los vencedores habiendo ganado la guerra
luego la perdieron en la paz dentro de un marco largo de la legalidad y la
reconversión tecnológica, del fracaso de las ideologías. De ahí nos viene el
letargo.
Los luchadores por la libertad de uno y otro
consorcio devinieron esclavos. Hemos vuelto a la normalidad, se escuchaba el aullido cenagoso de la mentira. Las
espadas lucían en el aire luciendo su desquite. Los goznes de la historia
chirriaban estridentes con su oxidada marcha atrás. Estamos otra vez en el
punto de partida pero qué hermoso era el verano en Alea. Queremos mujeres y a
vosotros ¿os gustan las profesionales o las aficionadas? Igual me da, yo lo que
quiero es joder… pero en la inmensa oscuridad del cielo las estrellas se
desvanecían asustadas...
Miguel Chorreta
el anarquista y Rafael el falangista el hijo del terrateniente se parecen y se
complementan en su bondad en su lucha por el bien común, apéndice psicológicos
de las contradicciones del novelista, y son dos aspectos de la vasta
personalidad del autor que en Alea (Alcira) en la Mancha valenciana efectúa un
canto a su patria chica como apéndice de su patria grande. Alea era una tarjeta postal un pueblo con castillo en manos de veinte
familias. Alea. Alcira. “alea jacta est”. Nunca sin embargo pasaremos el
Rubicón.
Viene la revolución y Chorreta manda fusilar al dictado de lo que le impone su mente pero
contraviniendo los consejos de su corazón al cura a don Práxedes y a otros diez
más. Les dan el paseo de madrugada a la luz de los faros de un Hispano Suiza
con el motor al ralentí iluminando la ardiente oscuridad del barbecho una noche
de agosto. Escena impresionante. Cuando entran los nacionales y cambian las
banderas, Chorreta y sus compinches serán pasados por las armas, cabe las
tapias del cementerio. Escena no menos impresionante porque entre le pelotón de
soldados hay algún militar que se desmaya y rehúsa la orden de fuego. Rafael el
falangista quiso creer que la labor
había sido dejada a medias por el anarquista pero a Rafael también fue
engullido por las pirañas de la normalidad.
Ni Galdós ni Baroja hubieran sido capaces de
describir una cosa así, con tanta solercia, con tanta acuidad, con tanto
salero. Eran demasiado garbanceros, demasiado famosos y en este país unos
ensillan y otros cabalgan. Rodrigo Royo realiza un tour de force en tales episodios con capacidades sinfónicas porque
era aparte de un gran escritor y periodista un excelente violinista. Cruda
trama pero tan árido escenario se le hubiera ido de las manos a cualquier
narrador menos capaz. Entre medias se dan cita la ternura, el amor, las dudas
porque ni unos ni otros son enteramente buenos ni enteramente perversos. La
guerra se escucha lejana en este pueblo de la retaguardia. El enfrentamiento de
dos ideologías urde los hilos del pathos
que dejaría un reguero de sangre y más de un millón de muertos. Después, cada
mochuelo a su olivo.
Miguel Chorreta (maravillosamente descrito y una
prolongación del alma del novelista) aparte de guerrillero se muestra como un
organizador capaz que piensa en el futuro e idea un sistema de pozos artesianos
para extraer de los montes cercanos un raudal que llevase el agua al pueblo.
Luego está la gracia, la chispa, el donaire y el interés que hacen interesante
y maravillosa a una obra de arte, el lenguaje, la sintaxis de un estilo sencillo
pero por eso mismo inimitable.
He escuchado la voz de Rodrigo a lo largo de estas
páginas, sus carcajadas, su inconformismo, su intolerancia, su bonhomía y su
perdón porque era generoso y magnánimo con sus semejantes (Padre, perdónalos) y
la alacridad frente a las cuestiones sexuales.
El capítulo del burdel de Valencia donde conocen el
amor los jóvenes de Alea constituye una obra maestra de psicología así como la
descripción del amor platónico que siente Rafael hacia su novia Carmenchu a la cual no llega a conocer
en sentido bíblico Los hombres y las mujeres cuando les ha salido callos en el corazón se
arrepienten de no haber consumado el
amor de su adolescencia. El hombre a veces lo perdona y se lo perdona a sí
mismo. La mujer no se lo perdona jamás ni se lo perdona al hombre. .
Ello revela un gran conocimiento por parte del autor
de la psicología amorosa. Estas rendijas del pasado quedarán en el recuerdo
como burletes que nadie conseguirá tapar. Miguel el jefe del comité es el buen
salvaje pero el destino le va a jugar una mala pasada a este anarquista cuyo
ideal consistía en hacer el bien y si no lograba hacer el bien realizar el
menor daño posible a sus semejantes.
Hay la escena de la castración de un miliciano e
incluso la violación de una mujer que a no ser por la pericia para relatar que
exhibe el autor hubieran resultado chabacanas pero se convierten en elegantes
páginas de humor y de distanciamiento cervantino.
“Todavía”
es un clásico, sin duda una de las grandes novelas de nuestra guerra civil
escrita de forma sencilla, ágil pero manejando infinidad de recursos de
fabulación que sólo poseen aquellos hombres del Movimiento (Tomás Salvador, Luis Romero, Emilio Romero,
José Luis Castillo Puche, Rafael Sánchez Mazas, Rodrigo Royo, Cela, Vicente
Soto) toda una pléyade surgida en aquel illic
et nunc que nunca volverá a repetirse en España. “Todavía” me ha traído esta noche auras del azahar de los naranjales
levantinos en este día frío de Santa Águeda cuando en Madrid empieza a sentirse
la primavera. La última vez que lo vi ante una mesa enorme de caoba de director
de periódico – parecía un evacuado de la guerra civil- de la calle San Roque,
cerraba hostigado por unos y por otros el diario Informaciones daba sopas a un gatito que le habían regalado las
monjas y me dijo:
-Hora es ya de irse a escribir una novela
Nunca la llegó a escribir pero se puso a tocar el
violín para amansar a las fieras. Sus acreedores le zarandeaban por la pechera.
Murió a los pocos meses.
“Todavía”
fue su testamento literario pero esta noche de febrero oí su voz que me
gritaba. Rodrigo era un ángel encaramado en lo más alto de un lucero. Lo
fusilaron unos y otros y su voz o su lamento que escucho desde mi celda es el
llanto de España. Todavía no nos podrán arrebatar el entusiasmo, el goce
estético que nos produce una obra de arte, aunque lo hayamos perdido todo,
hasta la camisa a manos de los arrebatacapas de siempre. Estamos rodeados y hoy
el cine, la tele, los periódicos, los “books”
son una herramienta propagandística. Fuera quedan pocos todavías. Mejor encontrarlos adentro.
XXIII
CÁRCEL DE AMOR
El vagabundo que tiene algo de andarríos,
correcaminos, corta vaguadas y de serpa de la historia de España entra en la
noble y heroica villa de Arévalo resonándole música de Joaquín Díaz en el
cerebro. Escucha los ecos de los pasos
perdidos y resonancias de un pasado de esplendor. Adentro. Plectros del rabel,
sonoridades de clavecín, cuerdas de tripa de vihuela cantan alegres pavanas en
las cámaras del recuerdo, y de paso va dragando su memoria. Se pierde por el
arrabal, se toma un café con leche en la barra del Chafa y va a ver a su amigo
Elías que era el jefe de los guardias del Ayuntamiento pero no está, se ha
jubilado. Morral al hombro y arreando su bicicleta que canda en un poste cerca
del templete desde donde tocaba la bandas de música, derrota sus pasos perdidos
bajo el arco de Alcocer. Nada tiene que ver este arco que da entrada a la
alhóndiga arevalense con el Alcocer moro de Guadalajara donde según cuenta
Camilo “no he visto en la tierra gente más burra que la de Alcocer que tiraron
al cristo al pilón porque no quiso llover”. No, los de Arévalo siempre fueron
más refinados y tolerantes. El pueblo atrae a primera vista con la disposición
de sus calles y de sus plazas, los escudos nobiliarios en las puertas
derrumbadas donde aun flamea la oriflama
del lambrequín triunfal de los que ganaron la guerra de Granada. Llama
la atención por el número de sus iglesias, siete, majestuosas, las más viejas
serán seguramente la de Santa María y la de San Martín. Arévalo todo muralla y
torreón evoca el romanticismo de la corte de Isabel la Católica.
Es Arévalo un
navío rompeolas del paisaje, entre Arevalillo y Adaja, puentes y peñas y
obradas de labranza. Ya se decía que la Moraña, comarca cerealera por
antonomasia, daba el mejor trigo de España. Ah cárcel de amor. Todo en la vida
es cárcel. La tierra es cárcel de la
mar, la vida es cárcel de muerte como el
remo y la nave son cárcel del agua y el matrimonio suele ser mazmorra donde los
que se profesaron fidelidad y respeto mutuo suelen a andar a palos. Rodríguez
de San Pedro, un converso de Peñafiel dedica esta obra que ve la luz casi
simultáneamente con el Amadís de Gaula que por cierto se publica en Arévalo, en
1492, coincidiendo con la toma de Granada,
y la dedica a una judía conversa, azafata del séquito de la Reina
Isabel, que se llamaba doña Marina
Emmanuel Fonseca de origen portugués a la cual festeja en sus versos aunque sin
demasiada fortuna.
El texto hoy infumable pero muy del gusto de la
época, porque alcanza veintidós ediciones tanto en Castilla como en Alemania,
Francia, Inglaterra y Flandes inspira, por ejemplo a santa Teresa “Las
Moradas”. Amor divino y amor profano se dan la mano. Esta cárcel de amor es una
alegoría con mucha retórica mitológica y
toda la simbología habida y por haber.
El poeta
viniendo de Andalucía de la guerra contra el moro se topa, en Despeñaperros,
con una torre alta de castillos donde hay un negro que guarda la entrada. Este
cerbero tiene a su alcance una serie de alguaciles que se llaman Ansia, Pasión,
Deseo, Dolor y Grave Cuidado. Llama al caminante y le invita a entrar para
explorar cada una de las dependencias de esta cárcel donde los amantes penan y
desfallecen de dolor. Al tiempo que le va contando la historia de los amores
desdichados acaecidos en Suria ciudad de Macedonia.
San Pedro
alegoriza y alegoriza bien, siguiendo los patrones de los gustos estético-
juglarescos de su época, pero con una particularidad el amor platónico no es
sino una proyección fantasmagórica del amor de carne y hueso. Este judío tiene
los pies bien asentados en la tierra. En tal sentido, formula un alegato contra
la misoginia dominante y toda esa
secuela de prevenciones y reservas que siempre tuvo hacia la condición femenina
la SRI.
Los curias tampoco se andaban por las ramas y
ridiculizan a los caballeros andantes que desconocen equivocados que las
dulcineas no son más que una versión poética de maritornes. “Mulier aula diaboli, aquilonis percussio”,
clamaban los escolásticos, citando al Eclesiastés... Son el aguijón de la
tarántula y el anillo de la boa. San Pedro, por su parte, enumera hasta catorce
razones por las cuales es preciso querer bien a las mujeres. Por ventura la
violencia de género no es un invento de ahora. Existía ya a fines del siglo
XV. “Muchos maridos, arrepentidos de
haberse casado, danles mala vida a sus mujeres, vanse dellas, o las matan”,
alega, aduciendo a la par los ejemplos
de algunas egregias damas de la antigüedad insignes por su virtud: Lucrecia,
que violada por Tarquino, se dio muerte ante la presencia de su marido natural
y se clavó un cuchillo:
“Sabrás, marido, que pisadas de hombre ajeno
horadaron tu lecho donde aunque el cuerpo fue forzado quedó el corazón inocente
porque soy libre de culpa, mas no me absuelvo de la pena” Porcina la mujer de
Bruto acabó sus días comiéndose las brasas antes de caer en la tentación.
Penélope la esposa de Ulises urdió una artimaña en su ausencia. Requerida de
amores por varios galanes, les contestaba que accedería a sus deseos cuando
terminase de hilar la tela que estaba tejiendo. Penélope tejía la pleita por el
día y desenvainaba la rueca por la noche por lo cual la labor nunca estuvo
acabada hasta cuando regresara su esposa del largo viaje. El catalogo se alarga
con otras egregias féminas bíblicas, como Sara, Rebeca, Débora, Judith, Ester y
alguna más, asin que faltaran damas tan rotundas en el pelear de Castilla como
doña María de Molina, doña Gonterodo la asturiana o doña María Coronel. Esta ilustre
segoviana, también de raíz conversa, se hallaba en Sevilla, cuando su esposo se
encontraba en Tarifa defendiendo la plaza contra la morisma. Requerida de
amores pues era moza de buenas partes y de singular belleza y a punto de caer
en la tentación optó introducirse un hierro candente por su natura –cruel
suplicio- a consecuencia de cuya quemazón falleció. Prefirió la muerte antes
que perder la honra. Sin embargo en el Corbacho del arcipreste de Talavera se
nos previene contra la naturaleza y las artes seductoras de las señoras para
los cuales la lealtad no existe.
Griñones y tocas. Contra lo que ha venido creyéndose la corte de los
Reyes Católicos no fue tan puritana como algunos piensan. Más bien licenciosa. Iñigo
de Loyola que pasó su adolescencia en Arévalo, siendo paje en aquella corte
donde la música y el baile eran tan importantes, muestra su decepción ante el
desabrimiento y fugacidad de tales amores.
El autor de Cárcel de Amor va a pasar poco más o menos por el mismo
avatar. Su libro es prohibido por la inquisición. La azafata doña Marina
Emmanuel de Fonseca le da calabazas. Por toda Castilla retumba la retahíla de
“judíos a enforcar”. Se acusa a los hebreos de haber financiado las guerras con
Portugal. Los judíos catalanes se hayan sumidos en pleitos con Diego de
Santangel el contador mayor de Aragón y depositario de las arcas reales
castellanas Velasco de Cuellar, que estaba casado con María de Guevara, la tía
de san Ignacio, cae en la sospecha de delitos de peculado por apropiación
indebida de arcas públicas.
En fin, la historia es un perfecto subir y bajar.
Resuena el eco melancólico de las zampoñas
que estallan su música contra los escudos nobiliarios de las casas
derrumbadas y acarician los cristales de los antiguos miradores adonde no se
asoma nadie y que otrora espejaron la sonrisa de una dama enamorada. Arévalo y
alma. Esta villa donde se escribió el Amadís y las Sergas de Gutierre de
Montalvo, que es la prez castellana, pues el que Castilla ha de tener en
Arévalo, Olmedo y Medina ha de vencer” atrae como un imán a todos los
caballeros andantes, a todos los soñadores que piensan que alcanzar un mundo
mejor es algo hacedero y al alcance de cualquiera. Luego vine el fracaso. Se
les derrumba la Cárcel de Amor y cuando
llegan los desengaños acuden a la iglesia de Santo Domingo y se prosternan ante
la Virgen de las Siete Angustias como hizo el propio Diego de San Pedro y el
propio cronista que venía a la plaza del
Arrabal los martes. Abrió una librería de lance pero el negocio se vino al traste.
Los morañeros, o saben mucho y no tienen más necesidad de aumentar sus
conocimientos, hartos de ver subir la
cuesta con sus jumentos cargados de libros a los frailes de Sto. Domingo
durante siglos, un poco como hacía el
cronista en su Rover atiborrado de raciocinios y silogismos escolásticos hasta
los topes, o desdeñaban por vanidad la concupiscencia del saber que suele ser tan deplorable como la que lleva al
hombre a la lujuria, la avaricia, o la ira. Pero allí hizo dejó buenos amigos.
Alternó con ellos por las tabernas del Barrio Húmedo y se iba después a meterse
un cochinillo entre pecho y espalda regado con un cuartillo de vino de Medina y
luego pa casa, no sin antes rezarle una salve a la Virgen de las Angustias.
Nuestra Señora de los siete cuchillos por la que se siente mucha devoción, una
devoción que luego se trasplantó a Andalucía por orden de doña Isabel, sin
embargo más enteriza y de mayor rigor como expresión del dolor materno la
castellana. La imagen granadina va más atalajada. En Granada la llaman la
Abuela y las Angustias de Arévalo son la primera Macarena que se conoce. España siente el cristianismo como algo
pasionista y dolorista por influencia semita. Leamos a nuestros clásicos la
mayor parte de origen converso que llevaban las palabras de Jeremías en sus
adentros porque eran los únicos que leían en medio de una multitud de
analfabetos. Toda nuestra literatura del Siglo de Oro tiene resonancias
bíblicas.
Asimismo, El judío Diego de San Pedro, lo que son
las cosas, es uno de los grandes panegiristas de la Reina Católica a la cual
ensalza en sus versos:
“La más alta maravilla después de la sin mancilla/
es la Regina de Castilla… es nuestra reyna cabal en las España amada y temida
del bueno y del comunal y de todos en general”
Es un misterio, uno de los grandes enigmas
históricos, saber la causa por la cual tanto odian a esta figura precisamente a
aquellos que tanto favoreció ya que su corte estaba rodeado de ellos. A Franco,
que para más INRI, era de origen judío, le ocurriría lo mismo Eran conversos
del judaísmo. Que se habían pasado al cristianismo en masa un siglo atrás. El
edicto de Expulsión parece ser que fue muy limitado porque no llegaron ni a
tres mil los hijos del pueblo elegido que abandonaron estos reinos con motivo
del decreto. Eso está poco estudiado al igual
la interacción entre modos y
costumbres formularios hebraicos y usos y costumbres de castellanos viejos.
Bajo la luz triunfal de Arévalo sestean mejor los horizontes de nuestra
historia tan enrevesados y enmarañados. Y es que Sefarad fue para muchos la
verdadera Tierra Prometida.
XXIV
LA PAZ EMPIEZA
NUNCA. EMILIO ROMERO NOVELISTA
La paz empieza
nunca es el
título profético de una de las grandes novelas de la postguerra escrita por
Emilio Romero poco después de haber sido rehabilitado en su cargo de director
del diario Pueblo del que fue
destituido en 1952 por sus desavenencias con la facción más encastillada y
menos aperturista del Partido.
Se trata de una novela que tuvo casi veinte
ediciones y fue un suceso literario en aquellos años. En ella el autor narra
sus experiencias autobiográficas de combatiente en el bando nacional que se
tuvo que pasar en un rocambolesco lance campo a través de San Rafael.
El protagonista al final de su aventura se ve
incurso en la campaña contra el maquis, o guerra sucia, “un tipo de guerra que
no le agrada”.
El libro es un tour
de force narrativo manejando con gran alarde los recursos estilísticos.
Emilio Romero quiso ser Galdós y se parece algo a Galdós, tanto físicamente, en
su senectud, como en la forma de redactar con prosa clara, objetiva, muy rica
en matices y sobre todo con desenfado.
Ésta del desenfado fue una de sus cualidades más señaladas.
En las páginas de la obra nos da cuenta el autor de
algunas de sus inclinaciones y rasgos de carácter. Por ejemplo, su astenia y su
elegancia. Conocí en Arévalo a su sastre
quien me comunicó que a don Emilio le gustaba ir siempre de punta en blanco y
que era muy aficionado a las corbatas, algunas de ellas aparatosas y chillonas,
una rémora que debe de haber heredado Carrascal al que designó a cierra ojos y
con sólo mandarle el interesado un par de artículos corresponsal en Alemania. Y
es que entonces Madrid y no Nueva York era para los periodistas la tierra de
las oportunidades.
Emilio Romero
puso en vanguardia a este menester que siempre fue un humilde oficio con
sueldos de hambre y que él dignificó.
Creo que España está en deuda con él por ese cabo. Y
ahora comprendo también el veredicto de José Luis Navas acerca del libro del querido
Jesús María Amilibia, el cual me parece que por un exceso de recursos y por
haber sido un especialista y casi un creador en este país de la prensa rosa, lo
que decíamos antes los famosos, corre el riesgo de cierta deformación
encauzando la historia por la trocha que
menos conviene y más se atisba.
Y son las hablillas de con quién me acuesto y con
quien me levanto, a usted que le importa. Se ve que el bueno de Chusmari se ha
trabado mucho a Jesús, el portero del número 24 de la calle O´Donell, donde precisamente
tiene ahora el despacho el mejor abogado de Madrid que es mi hermano Luis
Fernando. A mí me encanta darme una vuelta por allí a echar un vistazo. La
finca sigue teniendo el mismo aire de dignidad que entonces y eso que los
porteros ya no van de galones como antaño.
El puertas u
ostiario (los había en todas las mancebías y los llamaban cóhenes, que es
palabra judía y que tiene que ver con esa parte de la humana fisiología que son
el arma de guerra de tales establecimientos, aunque la casa de don Emilio era
del todo respetable y vedada a las visitadoras)
le debe de haber contado alguna historia para no dormir pues ya se sabe
que en esto del sexo como en dineros, como en santidad, la mitad de la mitad.
Las hipérboles están a la orden del día pero sus
enemigos bien que procuraron atacarle por esa flaqueza y fueron yendo y
viniendo con chismes al Pardo pero el General, cocinero antes de fraile, que
pudiera ser todo lo que fuera pero de gazmoño nada y que antes de general había
sido legionario y sabía lo que era llevar el lastre de cantineras en
retaguardia, no hacía ni caso. Camilo Alonso Vega, director de Gobernación,
pertenecía al mismo bando de hacer la vista gorda. Si no puedes ser casto
chiquito, por lo menos. Que seas cauto.
-Nos ha jodío, mi general- le contestó un cabo.
En ese campo España siempre fue más tolerante. Mucho
más que Inglaterra y los países de la Reforma protestante.
-De nimis non
curat praetor.
-¿Qué dices?
-Que pelillos a la mar.
Lo que no cuenta esta biografía aparte de sus aficiones
sartoriales y a los trajes de chaqueta cruzada, a las corbatas de colorines.
Iba siempre como un pincel y parece ser que sus gustos los imitaría Adolfo
Suárez, aunque no se podían ver.
También le
privaban a los aftershave caros. Eran sus manías por acudir al Rastro los
domingos por la mañana porque le encantaban las antiguallas y los libreros de
lance. Gran lector, en eso compartía los gustos con Franco. “Si no hubiera sido
periodista, me hubiera gustado ser chamarilero”
A misa iba
poco don Emilio que siempre se blasonó de sus ancestros judíos pero nadie más
compasivo y tolerante aunque de anticlerical le quedaban viejos atavismos.
Respetaba a los curas pero en su sitio sin demasiadas prosopopeyas como eran
los falangistas de antaño.
Católicos sí pero tibios y en materia de fe nada más
que lo preciso. Odiaba la superstición y en la novela “La paz empieza nunca” se
mofa de esa afición de los hispanos por los fetiches. Una cruz de Caravaca que
le colgó su madre al cuello antes de partir al frente le tuvo a cobro de los
fregaos del Ebro. “Mamá. Puede ser- dice el protagonista- pero yo no estoy de
eso tan seguro”.
A pocos periodistas les he visto escribir con tanta
soltura y desparpajos sobre los curas ye-ye a los que ponía a caer de un burro.
Pablo VI estuvo siempre en el punto de mira de sus acerados dardos.
Después de haber leído aquellos magistrales
artículos de Emilio Romero, como por ejemplo, en el que contesta a la carta de
protesta del papa Montini contra el general Franco. Le recomienda al Santo Padre que cuide su propio corral y no
interfiera en cuestiones de tejas abajo, me di cuenta de que los romanos
pontífices reciben una categoría y trato exagerado como representantes de la
divinidad en la tierra, una aserción sobre la cual conviene entablar reservas.
Romero, que siempre estaba al verlas venir, intuiría
la debacle que estaba a punto de desatarse en el seno de la Iglesia. Y eso lo
dijo con mucha sorna. Entre claveles y flores su majestad es-coja. Con muchos
arrequives y tocando muchos palillos.
La novela que más me gusta es El vagabundo pasa de largo donde plasma las tiernas memorias de su
infancia en Arévalo.
Fue un niño feliz. Hay secuencias de esta gran
novela que se me han quedado fijadas en la memoria. Tal la descripción de las
costumbres arevalenses, el dramático descarrilamiento de aquel tren correo, las
correrías por las tabernas del barrio húmedo, la magistral traza de algunos
tipos de acusado carácter humano que llegó a conocer. La topografía simpar e iluminada de las
Morañas donde el trigo crece sin agraña (agrama) como dijo el clásico. Las
fiestas y romerías, el impresionante castillo o aquella tartana propiedad de
uno de los hombres más ricos del pueblo y de los más calaveras, derecho de
pernada con todas las criadas que entraban a su servicio, a la que veía
aparcada en una ensenada que hay pasado el puente sobre el Arevalillo. Nadie a
la vista y el carruaje se movía que adelante y atrás con amoroso vaivén.
Los bastidores se balanceaban, la mula paciente
enarcaba las orejas pues había oído algo. Aquello pegaba brincos de
santibamqui. El toldo del carruaje se movía hacia arriba o hacia abajo. De
adentro del pescante llegaban resoplidos, ayes y gemidos.
-Ese carro como siga así va a acabar haciendo
molino. Parece cosa impropia de duendes y aparecidos.
-Ni mucho menos. Es don Sisenando que estrena nueva maritornes.
-¡Jo qué tío!
Por esa zona que tan bien describe el autor han puesto ahora un
puticlub. Media Castilla es casi un lupanar rodante. Pero no nos
escandalicemos. Eso es más viejo que el “andao pa lante” y nuestros abuelos
también sabían cómo divertirse.
Emilio Romero se define aquí como un andarríos, un
vagabundo de la noticia, un escritor de
muy sólidos principios al que le gustaba hacer la rabona de niño. No terminó
ninguna carrera. Lo convirtió en
periodista estampillado Juan
Aparicio que lo mandó con el carné en el bolsillo a dirigir La Mañana de Lérida. Allí tuvo sus choques con las fuerzas vivas y
es enviado a Alicante al mando de otro periódico de la Cadena del Movimiento. Sus ideas
revolucionarias provocan reacción en el clero y es detenido y llevado a
comisaría. Por esas fechas publica La
conquista de la libertad y Los pobres del mundo desunidos.
Su sombra protectora, el que le libra de todos los
líos fue Dionisio Ridruejo. En 1952 es llamado a dirigir el Diario Pueblo. La tirada sube de veinte
mil a doscientos mil ejemplares. Pero es destituido por uno de esos líos de familia entre
falangistas. Emilio había sacado la cara por un compañero.
Juan Pujol le oferta un sitio en el Diario Madrid. Aquel niño al que sacaron
de la Arcadia feliz de Arévalo conoce las arideces y traiciones de la España
cotidiana. Fue toda su vida un soñador, un gran idealista con los pies en el
suelo. Hizo una larga carrera habiendo sido el hijo de un humilde telegrafista
de la capital de las Morañas. Pero creo que nacer en Arévalo, el que a Castilla
ha de vencer de su parte Arévalo y Medina ha de tener, marca impronta; y he
aquí que el chico llegó lejos. Era apuesto, simpático y tenía un don especial
para las mujeres. Las más importantes fueron su madre, Mercedes y su mujer
María José, aparte de sus hjas, Mariví y Amparo y sus nueras. Después de la
“catedral” hubo bastantes “ermitas”,
entre ellas Rosana que le dio un hijo, pero menos de las que se dicen.
Emilio
Romero en sus prosas y en sus artículos plasma esa alegría de vivir que
contagia y entusiasma, el recochineo algo lipendi y desenfadado de años
felices. Suelo ir a las fiestas de
Arévalo donde se rifa todos los años por las Angustias el 9 de febrero un gallo
en su honor. Arévalo es el pueblo de la Arcadia feliz”. Siempre que voy
camino de Asturias paro allí. Me recuerda los buenos tiempos, los de Emilio
Romero, que son los nuestros. Ah, y en la “Pinilla” el restaurante de la
rinconada se come opíparamente. Hago la salva en honor del viejo maestro, un
escritor, un compañero, un novelista que merece todos mis respetos. No conviene
ajustar cuentas. Las nuestras ya están todas saldas. Hemos pagado el reato y el
alboroque. Basta de maulas.
!
XXV
ARGAVIESO AGOSTERO
Estábamos en el puente de Segovia empezó a llover.
-No es nada sólo una
nube-dijo El padre Ubaldo
-¿Una nube? Sí, sí, una
nube. Se abrieron las compuertas del lacrimatorio celeste-repliqué
-Tú no te preocupes, que
siempre que llueve abocanás
El padre Ubaldo el eremita era asturiano. Yo, siendo
de Ronda y habiendo pertenecido a la misma compañía de soldados en la cual él
estuvo bajo las banderas del rey en
Nápoles, Sevilla y Flandes, de vez en tarde caminaba a visitarle en la cueva
donde vivía al otro lado del río y, traspuesta la Puerta del Ángel, socorría en
la medida de mis posibles al camarada pero a él nunca le faltaban bastimentos
porque el pueblo de Madrid es de condición devota y generosa.
Nos metimos en el cobertizo cerca del Humilladero.
La lluvia solemne hisopaba las copas de los cipreses de la sacramental. Pronto,
la creciente del río ocluía los ojos de la puente de la Segoviana y saltaba
casi amenazante hasta los guardalados y pretiles arrastrando la corriente
muchos objetos. El Manzanares aprendiz de río estaba irreconocible. Rugía como
un torrente y la corriente se llevaba algunos corderos de un rebaño que pacía
en las riberas, varios cochinillos y hasta las piedras de lavar de las fregonas
que aquella tarde no bajaron y, pies para qué os quiero, haldeaban anhelantes
calle de Toledo arriba buscando donde guarecerse, cuando vieron zigzaguear por
el horizonte de la Casa de Campo los primeros avisos del cordonazo de san Francisco.
-Centellas tenemos.
El padre Ubaldo encendió el fuego y puso a hervir un
cuartillo de leche de su cabra en un puchero. Por la campana del llar penetraba
una luz color ceniza, el de aquella tarde macilenta, travesada de relámpagos y
truenos.
-¡Bueno va! Pease san Pedro y se estremezcan los
cielos
Una vieja devota que servía al anacoreta empezó a
cantar el responso del Justo Juez y
luego vino el trisagio… santo dios santo fuerte santo inmortal líbranos de todo
mal amen. Como colofón de las plegarias de la mujer que las musitaba, nerviosa
y mirando para el ventanillo por donde se colaba toda la fuerza del argavieso,
vino el santa Bárbara bendita en el cielo estás escrita con papel y agua
bendita en el nombre de la cruz paternóster amen Jesús… San Bartolomé se
levantó cuando el gallo cantó con Jesucristo se encontró y le dijo, etc.…
Al agrego de la lumbre nos calentábamos y secamos
nuestros mantos empapados del agua. Al ermitaño le manaban ríos por la cogolla
y mientras se secaba el jubón enunciaba oraciones por lo bajo pasando las
cuentas del enorme rosario que colgaba del cinto. Un cuenco de leche nos entonó
el cuerpo mientras afuera la furia del argavieso azotaba las murallas de la
villa y corte. La vieja puso una vela a santa Bárbara y tapó con su sayal un
gran espejo (la luz refleja atrae al rayo, parece ser) que había a la puerta de
la cueva… santo dios santo fuerte… santa bárbara bendita en el cielo estas
escrita con papel y agua bendita en el nombre de la cruz pater noster amen
Jesús. Era la oración de los relámpagos que todos los castellanos aprendimos
desde niños
El anacoreta sacó un crucifijo que guardaba debajo
de la esclavina y lo besé con la misma unción con que treinta años atrás besé
la bandera de nuestro regimiento prometiendo lealtad al rey Felipe III nuestro
señor.
Escampó. El argavieso iba de vencida. Salió el sol.
Los caracoles procesionaban a orillas del Manzanares portando en el arca de su
caparazón las memorias de un soldado de los tercios que, licenciado de sus
banderas, se metió a monje tratando de ganar su santa vida en religión.
-¿Habremos doblado ya el cabo de las tormentas?
-Ahora soy alférez de Cristo y milito en otras
banderas.
-¿No será la misma? Piénselo bien su paternidad. No
marremos el golpe pues importa mucho.
-De nada vale ganar todo el mundo si pierdes tu alma
y te condenas- dijo el freire.
Yo apenas reconocía en aquel bondadoso donado, en
aquel fray Ubaldo al bravo capitán de mi compañía. Antes de regresar, metió en
la escarcela vacía que yo llevaba, harto de correr caminos y de mendigar puertas, un bodigo. Me bendijo y yo de
rodillas besé sus manos:
-Gracias, mi capitán
-Soy ahora Ubaldo, el anacoreta de allende el río.
Nada queda de aquel pecador cruel que mató a cien herejes y violó a treinta
mozas en el Saco de Namur.
Subí Costanilla de los Desamparados arriba,
confundido entre los rebaños de la mesta que regresaban de la Extremadura. Era
por el mes de abril. Delante caminaba cuernos ensortijados el morueco que
sobresalía eminente entre un mar de lana, balidos y polvo. Detrás, la manada.
Cuando entraba por el portal de mi casa tocaban a vísperas. Mañana sería la
fiesta de la Santa Cruz. El padre Ubaldo mi capitán de los tercios meditaría al
amor de la lumbre sobre los novísimos, lloraría los pecados de acción y de
omisión de la vida pasada. Unas cuantas viejecitas con una vela en la mano se
encaminaban al adoratorio del Santo Niño del Remedio. Y en san Ginés henchían
el pecho de las bóvedas las notas del órgano hábilmente tecleadas por el
precentor de aquella colegiata, un tal padre Espinel, también asturiano pero
nacido en Ronda. La magistral melodía del buen
clérigo alegraba el rostro de Dios. Mi vida se llenaba de música y de
literatura. Notas para aplacar la cólera de los cielos. Palabras para ahuyentar
las centellas del argavieso.
XXVI
AL CATÁBULO
-Eh, vosotros, los del último banco, fuera de clase.
Estábamos en una lección de Teología Moral que daba
don Benigno y con las mismas sacamos el banco a los pasillos y nosotros y
nuestras sotanas nos metimos para adentro y aquí no pasa nada pero luego vino
el Rector que era el arcediano Linderos y nos envió a toda la cuadrilla al
Catábulo, las viejas caballerizas, convertidas en cochiqueras de donde partía
olores mefíticos a causa de los cerdos estabulados. Por nochebuena matábamos el
cerdo para el gasto del internado. Eran tiempos de carestía y de posguerra y
con la beca nos moríamos de hambre.
Tuve por
premonición aquella advertencia porque me pareció la que se venía encima la
idea de que nunca tendría amigos y los que así se nombraren serían o de la
acera de enfrente o del bando contrario. Con esa clase de amistades no se
necesitarían enemistades y para de contar porque a lo largo de mi vida se ha
cumplido el castigo. En el Catábulo debieran de estar las cuadras de Alfeo; así
que todo ello era una condena a trabajos forzados de por vida. Tú nunca
llegarás a nada. Con las labores de Hércules vaciaríamos la laguna Estigia e
Ícaro alzaría en su vuelo la piedra hasta más allá de donde planean los buitres
y cuando ya estaba a punto de alcanzar la cumbre la piedra se le caía del pico
porque así estaba escrito pero a otros de mis condiscípulos les fue mucho peor
porque a unos los matarían en la guerra y otros que llegasen a cantar misa
serían tratados a patadas por el obispo y otros ya con el pan de la proposición
en las manos se volverían para atrás y dirían que nones eso de ir a misiones o
enterrar sus vidas en la aldea perdida. Mauro mi compañero de terna se volvió
loco y lo llevaron a Quitapesares. Le daban congojas, veía cosas raras hablaba
sólo y de noche le surtían sudores fríos, se le erizaban los pelos al pobre
porque decía que se le aparecía el diablo. Fulgencio mi primo se casó con una
monja y Florentín fue un santo varón. La cuerda tendría que romperse por alguna
parte y todo por aquella mala broma que le gastamos a nuestro profesor de
Teología. Estábamos metidos en una tesis del doctor Angélico en la cual la
ciencia escolástica se desplegaba silogística en sorites y epiqueremas traídos
por la lógica aristotélica sobre la predestinación y nos aburríamos y empezamos
a enredar a tirarnos bolas de papel unos a otros y claro don Benigno se puso
como una fiera y nos echó pero aquello fue más que una reprensión. Fue un
castigo divino a vivir entre boñigas y bostas de vacas y vaquerizos durante
toda la existencia y más que una existencia toda la eternidad… para siempre…
para siempre. ¿Y Saulo y Mauro y Licinio, Generoso, Clodoaldo? ¿Dónde andarán?
Nunca darás remate a su tarea. Fuimos propuestos
para jefes de escuadrón y acabamos de forzados a las órdenes de Tántalo, el
cuatralbo de la gran galera del destino. En el Catábulo no olía bien pero por
el invierno se estaba calentito, se sentía estornudar a los caballos, a las
patitas de las potras golpear el suelo de piedra y a las vacas ronzar mientras
mugían sus terneros. Lo peor de todo fue estar expuestos a la envidia y la
calumnia y a la enemistad y traición de los falsos amigos… para siempre… para
siempre… para toda la eternidad y que cada uno se las apañe como pueda, se coma
las uñas o se fume el pijo. O vos omnes
qui transitis per viam videte et sentite si es dolor Sicut dolor meus. De
ese modo y a nuestra manera íbamos a ser crucificados con Cristo, portando la
cruz a cuestas, sacerdotes unos, rebotados o apostatas otros pero que bebieron
su infancia en el mismo jarro y fueron destinados al palo, iban subiendo al
monte de la Calavera sin arrimos de cirineos ni el paño de lágrimas de las
verónicas.
-La Verónica era el paso de Semana Santa que más me
impresionaba en las procesiones que presenciaba aterrado desde la acera de la
Canaleja. Por medio de la calle y escoltado por la guardia romana caminaba una
mujer joven con una túnica blanca cubiertos sus hombros de un manto azul
portando en las manos el sudario con el santo síndone.
-¿Quién era la Verónica?
-Una hebrea. En realidad se llamaba Beronice y era una de las santas
mujeres que acompañaron al redentor desde Cesárea de Filipo. Beronice la
victoriosa que estaba casada con Zaqueo el enano el que se subió a la higuera y
pasó su vida en ella haciendo penitencia sentando ejemplo de los primeros
monjes. Beronice llevó su pañuelo a
Roma y su reliquia milagrosa curó al emperador Vespasiano de un cáncer de nariz tan malo y putrefacto que los
gusanos entraban y salían por las aletas y ollares de su apéndice nasal
enfermo. Fue martirizada y enterrada en las catacumbas de Santa Priscila. ¡Qué
cosas! ¿No te parece una bonita historia?
-Claro que sí. Mucho sabes, Ostiario.
-De chico me leí los Apócrifos y algunos pasajes me
los supe de memoria y es que me gustó leer. Es una segunda vida, Eustacio
-Claro, por eso tienes pocos amigos.
-Mis mejores amigos están en los libros y ellos
forman parte de mi condena.
-Son buenos consejeros y menos peligrosos.
-Naturalmente.
-¿Te hicieron feliz?
-Hombre no del todo pero leer es como vivir una
segunda vida.
-Eso es tan cierto como que la Cara de Dios está en
Jaén- gritó Eustacio entusiasmado.
Eustacio era el ángel de la guarda de Ostiario Puertas el de la broma del banco en aquella clase de Teología cuando
quisieron gastarle una broma al catedrático don Benigno que les costaría cara
pero que impregnó su vida de querencia de lo alto y de sabiduría. Vivieron
todos lejos de los devaneos, ambiciones y prodigalidades de los que se
dedicaban a los dineros y a la usura. Ellos pensaban que la televisión era un
aula de violencia, se aburrían en los telediarios y conjeturaban que una de las
“dictoras” o locutoras de tronío que tenía los ojos verdes era el diablo que se
aparecía a los españoles a las tres en punto disfrazado de mujer hermosa.
Después los tertulieros bieldo en ristre aventaban, boquimuellles y dándole a
la húmeda sin parar, ante una audiencia desparramadad en el sofá que veía pasar
la procesión, sin vela en aquel entierro y consciente de que para España no hay
salida, la parva de los espíritus malignos narrando un evangelio al revés de
infamias, corrupciones, atentados, revoluciones, conspiraciones, amenazas,
vejámenes a mujeres, malos tratos a los hombres entonando desde su ambón
electrónico de forma muy redicha en tono de sibilas la mala nueva. El aperreo
informativo era como quitarle las ganas de vivir al más majo.
Ostiario y el ángel se retiraron a su humilde celda
porque ya tampoco se podía ir a misa y se entregaban a sus preces y
penitencias. De allí a un rato exhalaba la habitación un aroma celestial y se
escuchaba el murmullo de un río de letanías. Veían la cara de Dios y ahora
resulta que aquel pobre predicho, un “pregonado”, condenado por todos los
hombres, víctima de las maledicencia de los fachas, los ex fachas, de los que
fueron azules y se volvieron del color de la grana no por ideas sino por
interés acomodaticio y al que expulsaron del paraíso quitándole la estola pero
se arrepintió tuvo un 20 enero cuando los rusos celebran al Bautista una
teofanía, escucharon el himno de los coros y el Catábulo se convirtió en una
amplia sala con las techumbres adornadas de alfajías policromas y columnas de
jaspe con capiteles de oro macizo donde sonaba el violín y el ritmo y el
concento de la armonía. Eustacio por mandato de dios expulsó a la bestia. La
habitación no era una cuadra sino un palacio una gran sala donde se iban a
celebrar los desposorios de un príncipe. El Esposo era el Hijo de Dios que
contraía nupcias con la iglesia. Llegó Pomonio
que le robó la frase a Judas “a qué tanto
lujo, maestro, por qué ese dispendio, toda esa inversión se lo podríamos dar a
los pobres” y el Arcángel Divino entonces desenvainó la espada, derribó al
calepino pues su rostro parecía un diccionario de chistes o un tratado de
gramática parda de la silla gestatoria donde se había apoltronado al grito de “Quis Sicut Deus” y blandiendo su espada
flamígera amenazante miraba hacia su gran trasero:
-Fuera de aquí, usurpador.
Y fue así como fue destronado el antecristo y arrojado
a las tinieblas exteriores con pinta de jesuita. Un serafín leyó luego el
sermón del monte y Eudocio le dijo a su protegido Ostiario a la oreja muy
quedo:
-Tú no te preocupes porque los últimos seréis los
primeros. Aborrecidos de los hombres os nombra por vuestro nombre como amigos
el propio Dios. Persevera.
Todos los que allí estaban lloraban de alegría y se
limpiaban las lágrimas con el paño de Beronice
-Entonces ¿lo de la expulsión del aula magna de
aquel seminario vacío y la condena a los trabajos de Argos era mentira?
-No era mentira sino una parábola porque el idioma
divino nunca podrá ser entendido por los hombres sino a través de imágenes y
signos.
Ostiario se quedó con la boca abierta:
-Ah
Y a partir de entonces para el pobre ex seminarista
no hubo más catábulos. Se acabaron las cuadras de Alfeo y las casas de fieras.
Sin embargo, no habría que perder de vista a la gran patulea de espíritus
dañinos que se habían apoderado del alma de las mujeres y de los hombres. Uno
de los ayudantes del Signífero
después de aquella infernal derogación pontifical se acercó a Ostiario muy
misterioso y le recomendó lo que solían decir los mandos a sus guardias civiles
cuando salían de patrulla paso corto vista larga y ojo al cristo que es de
plata; esto es:
-No seas ingenuo ni cacatua, Ostiarín, no te fíes ni
de tu sombra, desconfía de los que te llaman por teléfono y se dicen tus
amigos. Te están vigilando los malditos esbirros de Hitler, los topos de la
Inquisición en desguisa de alzacuellos vaticanos, cáfila de herejes y rufianes
con cara de cura, los lobos se disfrazan de corderos y las serpientes cambian
de camisa.
-Así es. Gracias por advertírmelo, ángel bendito que
yo no me daba cuenta. Son muy suaves tus palabras a mi oído.
De aquel día después de pasar por las horcas
caudinas vigilaba a Pomomio que ese
también era una buena pieza. Dejemos que el bausán de Arévalo siga haciendo
momos y los espantapájaros sigan marcando paquete obsesión de putos y de
peleles que esos no asustan ni a los grajos. Hoy como vuelan bajo pues eso:
hace un frío del carajo
XXVII
A
GARROTAZOS
“Tenemos tal afición los
hispanos a rompernos unos a otros la crisma que todos los sucesos ocurridos en
nuestro país de que pueden aprovecharles los aficionados a composiciones
históricas resultan coetáneos o dependientes de una guerra civil. Diríase que
los nacidos en esta tierra de garbanzos somos capaces de todas las virtudes
cívicas y de todos los afectos privados, de todas las grandezas y heroísmos,
excepto el del amor fraterno”. La cita es del novelista granadino Pedro Antonio
de Alarcón y creo que viene al pelo de la situación en la que estamos viviendo
precisamente ahora que se acerca Nochebuena cuando conspirará contra nosotros
la melancolía, el consumismo como escapismo y una alegría postiza. Nos siguen
escupiendo desde arriba, nos mean en la cabeza y hemos de decir que llueve. Nos
continúan calumniando y nosotros perdonamos. Es muy duro esto. Lo que dice el
escritor accitano, Guadix y la alpujarra en el pensamiento, somos más moros que
cristianos y la verdad es que nos queremos muy poco. Uno maneja buena
información gracias a Dios y por eso pienso que este gobierno dadas las
circunstancias mundiales no está haciendo una claudicación – la opinión
contraria la respeto pero para entenderme hay que volver a los tipos del Circus
y a las tabernas del canal londinense donde Ian Fleming y Philby beben cerveza
y maestros del disimulo tratan de encubrir traidores, vuelve la guerra fría que
pronto se va a tornar caliente, no será una guerra de bloque sino de actitudes
vitales y mores y la verdad que tal y conforme está el patio y lo propensos que
somos los españoles a las estocadas la alianza de civilizaciones puede ser un deterrent. Yo no alcé bandera blanca
pero la verdad tengo más miedo que al moro o al infiel a ese fulano de mi
barrio que me espía, sigue mis pasos, me calumnia y me metiera un navajazo por
la espalda a la ocasión propicia que se dice que es mi amigo y mi paisano. Y a
lo mejor va a misa de doce. Ya no tengo edad para alistarme pero prefería una
trinchera y cañones y más cañones y aquí estaba yo que tener que ir al frente
de la insolidaridad incomunicada de la malquerencia de las personas normales
listas para denunciarte. La soplonería en auge puede que pronto empiecen los
paseos. ZP quiere pasar eso me consta pues insisto uno maneja sus buenos datos
y ha sido periodista destacado y ocupado garitas de observación importante.
Vivo rodeado de chacales pésimamente educados porque no creen que se haya
muerto Franco y muy mal informados. No hay salida. He ahí toda la cera que es
la que arde. Somos el país inventor de dos palabras que en inglés implican
complicaciones testarudamente celtiberias: “guerrilla” y “vigilante”. Lleva
razón el autor del “Escándalo”, “La Pródiga” o el “Niño de la Bola” al meter el
dedo en la llaga. La verdad es que nos queremos muy poco. En la pasada guerra
civil hubo frentes, heroísmos y hasta canciones. En la próxima ya no podrás
entonar aquello de si me quieres escribir. Pero seguirás escuchando el silbido
de los pacos y las bayonetas caladas encontráis en ese tipo que reta al subir
al autobús con los ojos o la señora que te llama acosador y te prepara un trepe
o un juicio de faldas porque vas contando al conductor algunos chistes verdes
ofensivos a las feministas camino de casa. ¿Acosador, mi alma? Pero qué dice
usted. Yo ya no estoy para coger pesos. La acosadora y la abusadora es usted
que me denuncia que me echa de casa que me insulta que me amarga. Ese es el
tenor de la actual guerra civil en las presentes circunstancias. Muchos hombres
dando tumbos por las calles españolas batiendo la grava de vaivén en vaivén de
refugio en refugio de hospicio en hospicio. Es la peor guerra civil que hayamos
parecido precisamente por eso porque aquí nadie dispara pero las almas se han
vuelto insensibles, el egoísmo manda y hay sensiblería solidaria para el étnico
que viene allende los mares mientras al indígena se le condena al ostracismo.
Tampoco hay tantas bajas aparentemente pero esta guerra se dirime con armas
invisibles como por ejemplo la bomba de neutrones que deja intacta las
propiedades y destruye a los cuerpos y las almas por dentro. A mí me hubiera
gustado vivir en los tiempos de Alarcón y haberme marchado con él a las ordenes
de Prim en la batalla de los Castillejos y haber escrito paginas que hoy tienen
una gran relevancia como el Diario de un testigo de la guerra de África (ama al
musulmán pero no renuncies nunca a tu religión ni a tu casta ni a tu patria) y
que murió casi en la pobreza en el número 92 de la madrileña calle de Atocha el
19 de julio de 1891. Había dejado de escribir más de diez años antes, habiendo
confesado su desaliento por el rumbo que cobraban los acontecimientos en la
patria: “Me siento un hombre que no
pertenece a esta época”. Su vida literaria con grandezas y altibajos –
héroe me admira la garra literaria y el patriotismo- encierra el paradigma del
ex seminarista que quiso ser militar y escritor. Su biógrafo Martínez Kleiser
descubre ese carácter zigzagueante, esa inquietud de andaluz que quedó seducido
por Madrid y hasta se compró una quinta en Valdemoro. Se había dedicado a la
vida política con O´Donell. Interrumpió su carrera política pero volvió a
riscar la caja de cerillas de la imaginación y salió “Final de Norma” y el
“Escándalo”. No ganó mucho dinero. Se le murió un hijo de corta edad y aquejado
de depresiones renuncia a la vida de los salones. ¿Adónde voy yo con esta
barriga? Se lamenta en una carta a su
hermano. Es la misma pregunta que hice yo varias veces a mi propia Inquisición.
La Pardo Bazán le hace una entrevista poco antes de morir y le encuentra pálido
de una gordura fofa. Ay esa gordura de los deprimidos y calumniados de las
Españas que siendo liberales y tolerantes se les tacha de ultramontanos
cavernícolas. Fachas. No lo entendieron. A veces le veo en la foto señor moreno
calvo de la bellida y negra barba y hasta diríase que pudiera ser un abuelo
nuestro que murió en la guerra de Cuba o un antepasado lejano. Moro por fuera
godo por dentro. Un gran español. Una pena que sea un clásico descatalogado.
Sus novelas inspiran ternura, interés, poesía y vibración de la naturaleza y
son una invitación para la reflexión. Pero ¿quién es ese señor? Don Pedro
Antonio de Alarcón. Hace dos veranos viajé a la Alpujarra y creo haberme
encontrado con su fantasma onírico cuestas arriba de Lanjarón. Todo un
espolique del alma andaluza y española. Siguiendo sus pasos coronaremos el
Mulhacén. Su diagnostico: mejor una hora de lectura que responder ala
provocación con la cabritera. Mejor un treno de Jeremías que un trágala perro
que aquí la gente tiene muy mala leche o es muy agria que un oiga, oiga, usted
no sabe con quien se juega los cuartos. Lleva razón don Pedro Antonio aquí el
personal va con la escopeta cargada o porta una navajilla que le sirve para
algo más que para comer
XXVIII
EL CANTO DE LA PASIÓN
Se acerca la pascua hoy es
Miércoles Corvillo y ayer fue Martes Lardero con Lunes de Carnaval el día
antes, son viejos rastros de una fiesta
medieval superviviente que ya carece de
sentido pues aquí ya no hace penitencia ni el tato y la única penitencia que
tenemos es desayunarse cada mañana el sapo de los informativos y vivir como
corresponde nuestro tiempo de silencio. Todos
los años tenemos por
costumbre algunos de mi curso reunirnos
en Arévalo previa visita a la Virgen de las Angustias ante cuya imagen se
prosternó otrora nuestra Reina y
genuflexión ante la tumba de María de Guevara la protectora de San Ignacio. Un
padre nuestro a las Benditas Animas por los fallecidos del grupo que la muerte
va clareando las filas del consorcio de los antiguos curillas y ya les hemos
cantado el gorigori a muchos. Luego
comida en la Pinilla tostón del bueno y regado con los mejores caldos de las
Morañas. Para a media tarde largarnos a una iglesia de un pueblo cercano cuyo
nombre no diré. Allá cantamos la Passio a tres voces con gran
solemnidad en fa bordón y con esa majestuosidad del canto llano que deja a
Mozart a la altura del zapato y lo siento por lo que piensen algunos melómanos
pero aquí el espíritu está por encima de la letra. Y en música cuanto más
sencillo mejor y no lo toquéis más que así es la rosa. Creo que ningún texto
salido de la pluma de hombre supera la divinidad de este pasaje de San Juan en
el que se alcanzan cimas narrativas nunca superadas. Nosotros al recitar la
monodia de los versículos nos sentimos como en una nube. Milenaria cantinela
llena de penetración psicológica, de misericordia y de perdón en que se cuenta
un hecho histórico que ahora la corrección política trata de negar o amañar a
su propia conveniencia. Es la fuerza en el maravilloso pathos calado de
concisión y de agilidad diacrónica del latín elevada a la enésima potencia y no
el latín clásico sino una lengua muy posterior el que fue lengua franca de la
iglesia del medievo pero la melodía entra en simbiosis con el canon recitativo
y luego están los tres tonos: el tenor del cronista, el contralto de la vox
populi, de Pilatos, el Sanedrín, el Buen
Ladrón, y el bajo del que personifica al Maestro. Durante toda la edad media
solía cantarse a la cuaresma en los atrios de las iglesias como una
representación teatral. La pasión caló profundamente en el alma del pueblo, fue
fuente de inspiración del arte popular y los diferentes pasos quedaron
plasmados en las tallas de los imagineros. Se trata de un hecho central de la
historia humana que no admite ni claudicaciones ni concesiones. Hay un pasaje
al final de esta narración en que el evangelista cuenta cómo José de Arimatea
el discípulo oculto de Jesús y que se había mantenido a distancia de los
acostamientos “propter metum Judeorum” (por miedo a los judíos) a pedirle le
entregue el cuerpo del Señor para embalsamarlo. Ese miedo electriza a toda la
historia y es muy de hoy. Cristo se sublevó contra él y llamaba gallinas a sus
discípulos, hombres de poca fe. No tengáis miedo. Pero a ver quien es el majo que se atreve a
ponerle el cascabel al gato; claro él era el Hijo de Dios y nosotros pobres
pecadores llenos de complejos y de respetos humanos y que para colmo tenemos
todos los días que comer, se nos vuelven los dedos huéspedes. Antes cuando los
obispos gastaban mitra y nadie se atrevía a cortarles las ínfulas de por detrás
o el báculo doctoral este miedo, esa sensación de canguelo ante las fuerzas
oscuras y el qué dirán, se había superado porque el catolicismo era dueño de
sus destino pero, ahora, ya quedan pocos prelados de la talla de un Gelmírez y
aquí lo que tenemos es al tal Blázquez, ese obispillo, por ejemplo, que hace
encaje de bolillos con sus frases, para contemporizar y adobarlo todo para que
el arrebatado Bedoya desde las páginas de su órgano diario les dé su aprobación
y no los excomulgue a los de la conferencia episcopal. Aquí está la esclava del
Señor. Pues muy bien. Pero antes no era así.
Pedro vacila al caminar sobre las aguas y se escucha el grito que sonó
por primera vez en Tiberíades. Sálvanos Señor que perecemos y Él vuelve a
fustigar nuestro encogimiento de hombres de poca fe. Nosotros no sabemos si
pertenecemos al cupo de los de José de Arimatea más bien creo que sí pues en el
grupo del discípulo que tiró de navaja y le cortó la oreja a Malco en el huerto
de los olivos creo que no estamos. Hay mucho acurrucadillo en nuestras filas,
otrora prietas y hogaño en merma, pues no están los tiempos para muchas alacridades.
Los hay misacantanos, otros que lo dejamos ya con la tonsura – no nos echaron
fue una opción nuestra- sobre nuestros occipucios. Tuvo la culpa alguna que
otra romería como aquella a la que nos largamos Pipe el sobrín del obispo de
Oviedo y yo de San Vicente de la Barquera. Es una vida la que dejamos a
nuestras espaldas pues la mayor parte de nosotros estamos a punto de alcanzar
la jubilación y algún miembro del grupo vive ya de a hecho en la residencia
sacerdotal, el asilo de los curas y por último los hay que son abuelos y van
por el tercer o cuarto matrimonio. Nos une sin embargo frente a nuestra
senectud y a la ceniza y el pelo blanco que unge nuestras cabezas la fe moza y
vivificante “ad Deum qui laetificat
juventutem meam” (al Dios que alegra nuestra juventud) de nuestro tiempo de
ilusión alevín. Claro que precisamente nuestra debilidad y nuestras carencias
lo que nos da fortaleza para no contemporizar con alguna de las cosas que
suceden a nuestro alrededor. Y fue precisamente un friolero y un acojonado –
toda su vida tuvo miedo- como don Pío Baroja aquel al que no faltaron arrestos
para proclamar las verdades del barquero al diagnosticar los males que nos
aquejan pues aquí el separatismo siempre fue un cáncer con metástasis. Por
ejemplo, el gran escritor vasco siempre fue del pensamiento que el problema
catalán como en su día lo fue el portugués es una cuestión judía que renace de
vez en cuando pues en este país vamos sin solución de continuidad desde la
mierda hasta la guerra civil. Es el genio de Avinareta que vuelve triscando por sus fueros. Don Pío
no era precisamente del bando de Arimatea. La piedra rechazada por los
arquitectos es elegida como roca basal. ¡Qué grande Baroja, qué intuitivo, qué
genial! Cuya biografía recomiendo pues
sus dichos mantienen una actualidad imperecedera y acaso expliquen esa corona
de espinas que el judío Carod, buen discípulo de Companys otro del clan,
responsable de nuestra guerra civil que trajo al pobre Azaña a mal traer, nos ha pasado por el pico en mimo sacrílego,
sin que se hayan producido aquí trifulcas tan graves como las de las viñetas
del profeta, ni se haya procesado al irreverente pues los jueces se lavan las
manos como Pilatos. “Et in hoc homine
nullam invenio causam, etc” Tampoco el horno está para bollos pues
controlan el call de Gerona donde don
Narcís nos toca el órgano y por las noches nos ponen en antena a don Cesar Vidal, un libro nuevo cada quince días
oye ¿Cómo podrá? Pero aquí si no eres del Sanedrín y no estás en su horma no te
bautizas y están haciendo maravillosamente la maniobra de la tenaza. Atacan por
los dos flancos. Por la izquierda y por la derecha lo que les convierte en poco
menos que invencibles aparte de temibles. Al fin y al cabo Cristo es el
abanderado de nuestra libertad. “eleuteros” le llamaban los griegos
(libertador). Así que los de mi cuadrilla para desagraviar profanaciones como
la del bueno de don Carod con su cara de morsa nos reunimos a entonar la
Passio, a leer a don Pío y a comer jalufo en la Pinilla. Que por cierto tal y
como lo preparan en Arévalo está riquísimo... Los de mi cuadrilla somos godos,
viejos creyentes, o “staroi vierushi”
como nos llaman los de la Ortodoxia. Empieza nuestra cuaresma, tiempo de
perdón. Humillemos nuestras cabezas. Amén.
XXIX
PACTO CONTRA RUSIA
Arturo Koestler escribió una novela sobre los
Kazares la XIII tribu desaparecida de Israel la de Zabulón a la que se perdió
el rastro y, perseguida, fue a parar al Cáucaso al pie del monte Ararat donde
posó el arca de Noé cuando cuajaron las aguas del diluvio. Es una de las
regiones más bellas y desconocidas del planeta por la feracidad de sus valles y
la calidad de sus vinos y de sus frutas. Sitio misterioso de donde arrancó la
humanidad y fue el origen del cristianismo. Supuestamente, los kazares se
bautizaron en masa y allí florecería después del imperio romano una de las
cristiandades de mayor solera. El rito armenio que es una fusión de la liturgia
latina y la griega- los armenios fueron de los primeros pueblos en peregrinar a
Compostela según consta en el Codex Calixtinus y trajeron con ellos las claves
del arte románico al principio de la edad media- es hermosísimo aunque admite
el armonio y otros instrumentos músicos, que están vedados en el canon de los
orientales, sólo admiten la voz humana y en vez de iconostasio tiene
presbiterio. Sin embargo, ha padecido Armenia una historia trágica de guerras y
de calamidades. Los turcos hacían incursiones en sus montañas y se llevaban a
sus muchachas y a sus mocitos imbeles como esclavos a los harenes de Estambul.
El 24 de abril de 1917 un enorme ejército de jenízaros arrasó, debeló, devastó
la hermosa Erevan. Es uno de los mayores genocidios que se conocieron en la
historia. Perecieron se calcula que millón y medio de seres inocentes. Ciudades
como Virap fueron pasto de las llamas. Los monjes del monasterio de Tatev donde
el abad Mesrop Maschtot pontificó durante seis décadas- fue el inventor del
alfabeto armenio una mezcla de griego, romano e indio- en número de quinientos
fueron pasados a cuchillo. Ese holocausto atroz pesa en la conciencia de los
armenios a los que la invasión otomana desplazó por toda la faz de la tierra. Y
guardan memoria. En todas las familias hubo algún muerto. A lo largo de mi
carrera periodística en Londres y en Nueva York he conocido muchos armenios. El
corresponsal de la TASS un tipo bien parecido el pelo rizado espeso y muy
moreno, un ario típico y la nariz ganchuda podría pasar por un andaluz o por un
extremeño en la ONU se hizo amigo mío y una vez dijo:
-Nosotros haciendo honor a nuestro ascendiente errante, sabemos muy bien lo que
es la diáspora. Pero somos los cristianos más antiguos del orbe. Hay una cruz
en nuestra bandera que tiene el color del albérchigo, el árbol y el fruto que
lo identifican. Los armenios son muy industriosos, buenos comerciantes, amantes
del clan. En Londres compraron una iglesia anglicana en los Jardines de Evelyn
cerca de donde yo vivía y allí celebraban sus misas. Les oía cantar los
domingos. También me confesó que Rusia fue el mejor aliado que tuvieron contra
el enemigo común el que les echó de sus tierras y les despojó del Ararat su
monte sagrado. Los hitlerianos no consiguieron izar la esvástica en el monte
Ebrús. Se lo impidió un general armenio héroe soviético de la batalla de
Stalingrado. En 1991 una de las naciones de
mayor abolengo del planeta – abrazó el cristianismo en el 301 tres
lustros antes del edicto de Constantino-recuperó la independencia pero hubo un
terremoto terrible el año 88 y la terrible guerra de Ngorno Karabak. El pasado
miércoles el presidente de esa republica, Sacrisjan, firmó un tratado con el
presidente de Turquía después de un partido de fútbol entre las selecciones
nacionales de ambos países. Se abrirán las fronteras y habrá intercambio de
embajadores entre Erivan y Ankara pero el Cáucaso es un avispero. Alemania
apoya con gran escándalo de su opinión pública el ingreso de los otomanos en la
UE. Los norteamericanos a través de la Merkel quieren incrementar su zona de
influencia en este punto caliente y centro de paso entre Asia y Europa. De lo
que se trata es de arrinconar a Rusia tras el intento fallido de Georgia donde
manda un gangster y un señor de la guerra como Saakashvili. Pero el presidente
armenio no parece ni de la misma cuña ni de la misma madera que su homólogo
georgiano. Hay que confiar en que este acuerdo no sea el pretexto para una
nueva noche de Walpurgis en el Cáucaso.
XXX
QUIRÓGRAFO DE LA ASCENSIÓN
Esperanza
entre mis teclas. San Apolinar frisa
alto y dejo de fumar en este bello día de julio. Sed aliud
est coelum aeternum. Ojos que miran al cielo como en la oda de fray Luis, y
dejas pastor santo tu grey en este valle.
Uno es el cielo inmaterial y otro el cielo aéreo. El matiz es importante porque en ambos cielos
moraban los espíritus; en uno los ángeles, angélica
turba coelorum exultet y abajo los demonios. Una era una cucaracha alemana con el pelo de
estropajo y las mandíbulas como garras de la hormiga atómica. Sed exultet
turba coelorum que todos esos nada podrán contra mí. El cielo aéreo es lo próximo a la tierra pero
el empíreo es otra historia muy diferente. Al cielo aéreo fue sublevado o
subllevado Elías el profeta. Y
transportado hasta una remota región que se trova en paradero secreto hasta el
fin de los tiempos. Coelum quippe terrae proximum est.
Cuando bajó al limbo Jesús resucitado al tercer día, palabras máximas,
soniquetes y comodines, son sus
palabras, rescató a los justos. Esto es
pura mitología. Señor que duro es creer
pero aquí se guardan los sellos de la vida humana en el quirógrafo de la
ascensión. Et mortuos debitum persolvit. Pagó con su muerte la deuda de los
muertos, no obstante el redentor no padeció a la muerte propiamente dicha, la
superaría. La ascensión por su propio
pie y no en manos de ángeles fue el finiquito de la resurrección. Elías fue transportado al cielo igual que san
Pablo en un ataque de gota coral seguramente y la virgen fue asunta. Diferencias por tanto de contorno entre
sublevación, asunción y ascensión. Esa
fue una de las primeras cosas que nos enseñaron con el catecismo. A Elías lo tomaron los ángeles de la mano lo
mismo que a Enoj para superar el lastre de la gravedad pero Cristo se elevó de
su propio pie y con la fuerza de su mano.
Se eleva por tanto sobre las miserias de este siglo y los pálidos
reverberos de la gran belleza del padre se
reflejan en las obras que
hizo. La ascensión es la fiesta más
platónica del calendario cristiano. Y
dicen los comentaristas que el Señor coelorum
fastigia penetravit. El fastigio era
un techo de doble vertiente. Derribó las potestades diabólicas ¿Qué me
pasa? Mientras especulo de tan altas
razones mi existencia subyace en la abyección y la miseria. Sede a
dextris meis, dijo el salmo y Esteban el día de su lapidación vio los
cielos abiertos et filium hominis stantem a dextris. Hay una diferencia entre sedere et stare. El stare es
algo más transitivo. Al sedereo
sentarse realiza un papel más activo en
favor de aquellos que en la tierra invocan su nombre. Íbamos diciendo que se acercaba un tiempo de mártires. Y va induido de la estola (cpitraxil) de gloria. Todos los santos
bizantinos portan la estola cruzada sobre los hombres con la cruz a manera de
estandarte. Me queda un año para jubilarme y esto va a ser otra vía
dolorosa. Ascensión significa exaltación
de la humanidad. Al subir con Cristo a
la gloria el cristiano se convierte en algo sublime y así lo afirma el
quirógrafo o compromiso de nuestra salvación.
Pero
el ave ignoró la senda. Semitam ignoravit avis. Sea. Elevata est magnificentia tua super coelos. En él con él y por él y en él triunfamos de
nuestra corrupción de nuestra podredumbre.
Sin embargo Él nos dice que el camino hacia la excelsitud es la
humildad, la mansedumbre, la claridad.
De esta forma un día podremos gozar de su plenitud. Hay que circunvenir las tentaciones y
adversidades y suprimirlas plantándola combate mediante la huida. El cuerpo que se eleva a efectos de la
potencia divina. El amor viene saltando
los montes. Ecce hic veniet saliens in montibus. De coelo venit in uterum, de utero
in praesepio, et de praesepio venit in
crucem, de cruce in sepulchro et de sepulcro redit in vitam et de vita in
coelum. ¡Jolín too much! Muy brillante. Mucha hiperdulía.
XXXI
TEATRO E IGLESIA
La
noción del teatro como una liturgia y de la iglesia con un escenario con sus
decorados pertenece al ámbito del pensamiento y la literatura rusa. Sin estética y sin arte y sin misterio no hay
religión. Creo que fue Iván Bunin que cuenta una misa entre los expatriados
rusos de Berlín y llega a la conclusión de que
el acto parece la representación de un drama solemne con sus decorados
con sus caracterizaciones y puesta en escena.
Los rubriquistas saben mucho de esta intima conexión de lo sagrado con
las artes escénicas porque la pintura y la música y la escultura son sagradas,
tienen ese hálito o palpitación de la divinidad incombustibles. Es como un
proceso en el que la inspiración se somete a la férula de las corcheas y las
fusas y las semifusas. Una buena partitura, una sinfonía, es contar una
historia inefable que avanza entre tinieblas.
Por eso cuando entramos en una iglesia nos sentimos diferentes, acaso
seamos diferentes. Nos embarga el roce
de lo trascendente, la vivencia de lo ultrasensible. Esa misma sensación nos acomete al pisar la
alfombra de un patio de butacas. Para los rusos esto es el equivalente a una
confesión de parte, y la música cantada resulta en ese sentido una confesión de
lo inefable. Ante el altar ante la grada
del proscenio o calzando el coturno los diálogos a veces se vuelven monólogos.
Así que en un decorado teatralmente tan perfecto como Petersburgo la
arquitectura se vuelve música de gusto neoclásico y ese amor a las tres
unidades de Catalina la Grande. Tanta
línea recta tanta magnificencia parece no ir a compás con el sinuoso carácter
de los rusos que es circular y romboide como las cúpulas mágicas del oriente.
Pero en la ciudad de los zares las piedras se vuelven pentagramas o versos de
Pushkin tan refinados tan respetuosos con las normas de Boileau. La ciudad tiene alma de fuego y en los
atardeceres parece que le nacen llamas a los domos y todo se vuelve fulgores e
incandescencias. La ciudad orillas del Neva adquiere perfiles de estrella,
armando la distancia un dintorno de
fulgores en que cabrillean las torres de las iglesias en forma de llama sobre
el espejo de las aguas del estuario. De
la mano de cualquier compositor alemán instalados en la ciudad nos parece
gastar el tiempo (die Zeit verzheren)
porque Petersburgo tiene también alma filosófica. En ella pudiera Kant ser vecino de
Dostoievski. Es rusa y es alemana.
Avancemos
un poco más; no seamos retrecheros, no nos quedemos meramente con el
paisaje. Volvamos a la historia. En 1582 hubo una victoria cosaca sobre los
tártaros y el zar hizo una donación a las iglesias y monasterios (Soende). En cada uno apostó un carillón o garita [karyl] semejante veleidad le da a la
capital un carácter de fortín, de plaza fuerte amurallada contra las ventiscas
que vienen por el Báltico. Otra nota a
destacar es el aspecto religioso. La
iglesia más grande de toda la cristiandad mayor incluso que san Pablo de
Londres y la basílica del vaticano está en san Isaac. Esta visto que cristo estorba con sus planes
de redención a otros demiurgos. Por eso
le llaman cínico y tonelero agresivo [ausfallend]
un profesor de ciencia itinerante o wanderlehrer que se expresaba en
parábolas. Su palabra quedó prendida
como mechón de humo sobre las cornisas.
Cristo es nuestra antorcha.
Aspiramos a su visión, vamos a su encuentro pero nos entorpecen los
grilletes trabas del pecado (compedibus)
de nuestras ligaduras carnales. Sin embargo, en Petersburgo se siente la
resurrección de la carne. El alma se eleva y los cimborrios y orondos
chapiteles de la catedral de Kazan inician una ascensión ante nuestros ojos,
suben y suben, ascienden. Son una metáfora de la metamorfosis espiritual que ha
de transformar y reformar al hombre. Christus glorioficatio nostra. ¿La
caridad y el amor cierran la culpa? Charitas operit multitudinem peccatorum.
El Redentor nos condona la deuda. Es lo que en aquella ciudad se siente o a mí
me pareció sentir.
XXXII
CONJURO
Así que dios con nosotros. Tengas tranquilidad de
conciencia y paz en el espíritu. Largos sean tus días y tu trabajo de provecho
pero la respuesta que obtienes es inequívoca. Apártese usted de mí señor pateta
y se retuerce la serpiente en sus arillas. Marivientos pega un portazo. El
mensaje franciscano paz y bien no es de este mundo. Así que me repliego en mí
mismo y con la humildad del Maestro que quisiera para mí mismo replico: Si en
algo falté dime en qué. Si no por qué me golpeas. Y voy a un rincón a llorar, a
lamerme las heridas y a cantar la Passio (que resuenen los cánticos de resurrección
por toda la tierra, que nuestras vidas sean un perpetuo coro en la misa de
ángeles, pues vaya un aburrimiento, siempre las mismas respuestas, las mismas
patas de banco, la eternidad es monótona pero no queda otra). El orgullo
satánico que no cesa, se revira en la culebra, ya digo. Y sus retortijones
ocasionan cambios planetarios. La actualidad narrada por inocentes bustos
parlantes y chicas clonadas caballeros recién salidos del armario que son
cabelleras fabricadas en serie es un continuo agitarse y retorcerse del rabo de
la lagartija ahora con pluma. Hicks and hips my dear old friend. Divinas palabras de perdón. Que tengas paz en tu alma. ¿Y tú quien eres,
santurrón? El acontecer marca un rumbo
brutal parece ser que la brújula del mundo viene marcada por la desesperación
en un desorden aparente que controla el gran controlador valga la redundancia.
Cuida de tu casa. No tires cantos a tu vecino si tu techo es de cristal. En el
estrado de entrada de la gran conserjería vigilan y escrutan la puerta principal
las grandes milanas. Son viejas, usan pantalones de milicianas y van por la
vida de feministas disfrazadas. No son centinelas hacia fuera que las llaves
del castillo fueron entregadas hace algún tiempo. Su jurisdicción, su perímetro
es guardar el redil de las ovejas. Sus miradas penetrantes matan como las del
basilisco. Tienen poco trabajo pero gozan de un siento. Una de ellas muy
emperifollada acude a su alguacilazgo vestida de pantalones al grito de
consignas que recuerdan parábolas de destrucción y de saqueo. Era fregatriz y
la promovieron a inspectora de la gran parva unos humos que tu no veas odia a
los hombres y se ha convertido en una especie de boogyman, el coco o sacamantecas en la garita de control. El diablo
la azuza y la controla. Vivimos en un perpetuo día de Santa Agueda bajo el
mando de la escoba y el blusón de las señoras de la limpieza. Oiga fiche. ¿Está
usted ya más tranquilo? Mucho más tranquilo que vuecencia. Tiene pinta de ave
rapaz la que me lo dice. Milana bonita. Guardesa en su trono y retahílas,
muchas retahílas. Hagan juego. Las ascendieron, les quitaron la mopa y las
pusieron de vigilantes de la parva incierta y ahora nos vienen con esos humos.
A las que barrían las hicieron jefas de negociado. Por eso la casa está sin
barrer. La casa de España.
Tras la lluvia de estrellas que llamaban “Lágrimas
de san Lorenzo” apogea el verano, el grano ya en el silo o en troje, los
marranillos gruñendo en la cohorte, traje de fiesta camisa blanca – venga esa
muda, chiquitos y a lavarse esas roñas de por el enverano y yo pecosillo que
era de niño y que creía que las pecas de mi rostro eran culpas duro restregarme
la cara con papel de lija pues yo era muy crédulo por aquel entonces y seguí
las recomendaciones del Pedrete que era el jefe de la cuadrilla y un guasón por
poco me desgracia- los agosteros ajustados por san Antonio recibían la soldada,
las noches eran algo más cortas, el relente de las sonochadas anticipaba los
rigores de los primeros fríos del otoño pero toda Castilla era un ascua de fulgores.
De cohetes, rechiflas, arreboladas cantores y rondadores. Los ecos de la gaita
el tamboril retumbaban lontananzas. El cielo de la noche, con más estrellas que
nunca, aparecía iluminado de voladores. Se escuchaban a lo lejos los cantos de ronda, el bramido de
los toros que iban a ser lidiados en el encierro, toros enmaromados que
lidiaban a hurtadillas en las capeas a la luz de la luna. La vida para mí por
aquellos días era una bonita película. Como hacían en Peñafiel, buen pueblo
pero mala gente, decía mi abuelo Benjamín que era muy ocurrente y tenía una
sentencia para todo y él siempre prefirió los encierros de Cuellar que eran mas
limpios, no se enmaromaba a las vaquillas y el vino era menos traidor. Además a
los de Peñafiel como a los de Fuentepiñel (muchos barros y poca miel) les
decían pueblos beatones mucho golpe de pecho, mucho cura, mucha misa y mucho
rosario y mucho pésame señor y por
detrás la coz de la mula Muina. Zas. Siguiendo los consejos sabios de mi
querido abuelo que gloria esté huí siempre de los hipócritas y camándulas como
del pedrisco y me dan cien patadas esos
mulos zainos con cara de no haber roto un plato, das media vuelta y tienes la
navaja en la espalda o la patada en el culo. No. Mi fe y mi esperanza en Cristo
es algo total y coral nada de particular. Aquí del rey abajo ninguno o vamos
todos al cielo o no se salva ninguno. No hay preferencias ni distingos en el
amor divino sino llaneza total. Por mucho que
hagamos el mundo nunca cambiará. Somos pecadores. Sólo el buen Jesús
salva, sólo Él perdona. Lo malo viene cuando uno quiere ser más que el otro y
quiere entrar en el cielo por la puerta
de atrás. La santidad, la virtud el heroísmo, no están reñidos con la
humanidad, esa humanidad que el Hijo de Dios aceptara y en la que se reencarnó
accediendo al dolor, a la risa y al
llanto e incluso compadeciendo a las mujeres pues en su paso por la tierra
siempre anduvo rodeado de putas, recaudadores del fisco y de borrachos. Los
farisaicos predicaban una religión que era todo lo contrario: muchos
ringorrangos más de remate raza de víboras, sepulcros blanqueados. En Cuellar y
en Aranda caguen la orca otro lugar hacia el que Benjamín sentía cierta
querencia pudieran ser más brutos, aunque no tanto como los de Espirdo que
querían meter en la iglesia el pendón de través como toda la gente de la ribera
pero no estaban tocando a la novena a todas las horas y mucho pésame señor y
luego hacer daño al prójimo. En Cuellar hubo una vez obispo y en Aranda casa de
la prostitución. Ahora sí que estamos buenos. Pero estas rivalidades de
campanario hinchen y reaplanan toda la geografía y la historia española. La
historia de los de Fuentepiñel muchos barros y poca miel y los de Fuentesoto
culo roto siete varas y otro poco se repite en esta tierra de coritos la mina y
el mar. No vamos a cantar el prefacio como hacía mi abuelo para entretener las
horas de trillo. La Asunción era la fiesta de Valtiendas (para que me
entiendas) íbamos en bicicleta, echábamos un baile y un traguillo en la bodega
y otra vez pa casa pero una vez cuando volvíamos nos tiraron piedras. A esos. A
esos. Las diversiones de aquellos tiempos solían terminar a cantazos o a
garrotazo limpio por un quitare esas pajas. Ya digo España siempre tuvo la
sangre municipal y espesa. Los de Vallehelado no pueden ver a los de Campaspero
y aquí los de Supterval en la hondonada no aguantan a los de Cabruñada que están en rasa y unos
son aldeanos de la braña y otros marineros pero incluso entre los propios brañeros
montesinos los de Brañaseca no soportan a los de Peña Umbría que es pueblo al
abrigo de un arroyo naciente, unos someros y otros soteros y así sucesivamente.
Debió deber de ser difícil gobernar a un país como éste con pueblos de tantas
madres, hijos de tantas leches y procedencias. De muchas ubres y muchas leches
son las que mamamos algunos de grado y otros a la fuerza. Es lo que dicen los repipis cuando aluden a
nuestra extracción haloetnica pero
son de esa forma triunfó la fe católica un poco a las bravas. Sin embargo
recuerdo aquellos quince de agosto cuando siendo paje y monago catedralicio el
deán me mandaba al cancel por donde hacía su entrada triunfal el señor obispo a
llevarle la cola al prelado (en el buen sentido de la palabra). Los obispos en
aquel entonces hacían alarde del esplendor litúrgico en fiestas tan señaladas y
llegaban a tomar posesión arrastrando una capa magna de tres metros. El
organista hacía sonar desde el coro las
notas del Tedeum y los añafileros municipales hacían sonar el clarín y la
tamboreada. Casullas bordadas en oro y capas pluviales del siglo XIII y los canónigos estrenaban mucetas con lanas
de cordero nuevo adornando sus pescuezos. De
Maria nunquam satis y a la
Iglesia todo le parecía poco para honrar a la Reina de los Mares, la madre del
Verbo, la emperatriz de las Montañas, la Mujer vestida de luna y calzada de sol
que ennoblecía la naturaleza brindando pródigos fruto, intercediendo por los
pecadores y derramando dádivas y prodigios sobre los limpios de corazón. El
quince agosto era la apoteosis de la hiperdulía ese too much que nunca supieron entender los protestantes y del que se
siguen riendo los volterianos. La virgen asunta. Transportada al cielo en manos
de los ángeles tal vez en un carro de fuego. Los ortodoxos la siguen llamando
la fiesta de la Dormición. La madre de cristo no conoció los rigores de la
muerte. Simplemente se durmió según la tradición en casa de san Juan en la isla
de Patmos. El fervor popular y la tradición suplen con creces la falta de rigor
histórico pero es un dogma definido por el papa Pío XII que forma parte del
depósito de la fe en el que hay que creer para salvarse. Asumpta es María in
coelo… el mejor cuadro de este misterioso que yo conozca lo pintó un pintor
anónimo desconocido y que se guarda en la iglesia de santo Domingo de Arévalo.
Allí aparece una doncella tendida coronada de flores que disfruta de un largo y
placentero sueño. Obdormit in Domino. Simplemente se durmió y de esa forma
venció a la muerte. Hermosa fiesta. La Madre del Mundo derrama todas sus
gracias sobre él, pero para entender este misterio hace falta ser español o
de Vallehelado o de Valleumbroso, de
Valtiendas para que me entiendas o de Fuentesoto culo ruto, del llano o de la
ribera, de la marina o de la braña siempre a hostias pero queriéndonos mucho. Muy
creyentes y muy pecadores. Ella Nuestra
Señora fue un regalo que hizo Dios a la fe tibia de nosotros españoles pueblo
tan genial que aquí cada cual se ata sus moscas por el rabo y tiene su
geniecito y temperamento, tan visceral como marial y conflictivo. A ver si de una puñetera vez Ella consigue el
milagro de que nos llevemos bien, cosa harto difícil.
XXXIII
AZOGUEJO SEGOVIANO
Segovia
buenos aires alta ciudad cuajada de elevados empeños. Cuando se asoma el
visitante por ese balcón bien ventilado
que es la Canaleja se le aparece la Mujer Muerta amortajada entre sus
berroqueños pliegues el niño a la cabecera y el diseño en forma de túmulo del
vientre las rodillas y los pies. Cuenta la leyenda que era una hermosa goda que
se interpuso cuando justaban por ella dos caballeros un moro y un cristiano y
quedó atravesada por el afilado acero de uno de ellos. Fue mártir del amor.
Este panorama ofrece al viajero una esencia mística de amor intacto
circunscrito al ideal de la pureza de un deseo… (¡Oh el amor siempre el amor!)
Pero, si se quiere entrar con la realidad de España habrá de bajar unos metros
al real de la feria del azoguejo. Todos los jueves, mercado. Venían los
labrantines de villa y tierra con sus pellizas sus dientes de ajo, puestos de albarcas,
candiles y aperos (horcas, foces, trillos, bieldos, zoquetas, sombreros) yo los
contemplé de niño, era una viva escena del medioevo. Todavía caminaba bajo los
arcos del entrecuesto del acueducto algún señor envuelto en la capa parda, el
sombrero ladeado rematando en cucurucho, calzado con piales y albarcas a la
vieja usanza. Azoguejo pequeño zoco viene del árabe. El lugar fue una de las
universidades donde nació la picaresca. El Portillo de Valladolid, el arrabal
de Arévalo, Zocodover en Toledo, el Potro cordobés y el Perchel malagueño
atraían a la gente desocupada y errante. En Segovia los perailes. En Córdoba
los agujeros o vendedores de agujas. En Madrid en las Escaleras de San Felipe y
la Puerta de Guadalajara soldados licenciados de las guerras de Flandes que,
que para vivir, habían de azuzar el ingenio o exponer sus heridas o sus
desnudos muñones a la puerta de las iglesias entonando la oración del Justo Juez. Llovían los ochavos ante
estos cuerpos mutilados que en los viandantes inspiraban compasión. Triana y la
Puerta del Sol ofrecían el grado de pícaro. El doctorado honoris causa pero
eran sitios peligrosos. En Segovia en Valladolid en León o en el Fontán
ovetense en comparación no eran más que noviciados. Los perailes los del gremio
de cardar y apartar y los tundidores eran los que vareaban la lana y otros se
hacían con el provecho… unos cardan la lana y otros se llevan la pana. Los
mercaderes de Ávila y Medina, judíos todos o conversos, que comerciaban con los
Países Bajos el famoso límiste segoviano
o el paño de veintidoseno. Dicen los
historiadores que la vida en la edad media era gremial y al hilo de esto en
Segovia cada una de las profesiones se constituyen en barrios o en parroquias:
la Trinidad era el barrio de los caballeros junto a otra parroquia la de San
Juan. En San Esteban los escuderos y los curiales del cabildo capitular. En San
Millán los areneros y hortelanos. Los agricultores pertenecían a la parroquia
de Santo Tomás y el Cristo del Mercado. En San Lorenzo, barrio de ascendencia
morisca, los alarifes. En el Salvador los sastres. En Santa Eulalia toda la
gama de la industria textil y así sucesivamente. Segovia era una de las
ciudades más ricas de Castilla no sólo en el sector lanero y su iglesia mayor
poseía la renta más elevada en trigo avena y cebada que se guardaba en un silo
administrado por un canónigo que desempeñaba el cargo de cillero. Por el
entrecuesto o aceña del acueducto manaba no sólo agua, también dineros. Eso lo
supieron los romanos. Mis paisanos desde Trajano hasta nuestros días prefieren
la austeridad al lujo y suelen disimular bajo un aire ropavejero sus riquezas.
Debajo de una mala capa hay un buen bebedor. Si los de Segovia fueran
marineros- y algo deben de serlo porque el alcázar semblanza ofrece de un navío
que surca los trigales de la vega baja hacia la Almunia- podría cabe decir de
mis paisanos que se aferran a la grímpola de la prudencia y aferran con tesón
el cataviento de la lealtad. En el azoguejo al pie del acueducto por lo demás
yo he presenciado cómicas escenas como aquel tratante de Cantalejo al que le
sacaron la navaja unos gitanos por haberles vendido un yeguato por un burreño o
aquellos marraneros del blusón negro y la tralla gris que eran expertos en el
arte de la balichería [31](robar
puercos metiéndoles el dedo en el ano para inmovilizarles) y otros muchos
lances de la inventiva picaresca.
XXXIV
HAROLD PINTER
Siempre me ha intrigado el misterio
de Azorín como me ha impresionado el misterio que late en todo tránsfuga, su
metamorfosis o las alas que le crecen al gusano en el claustro materno de la
crisálida hasta llegar a ser mariposa. Y digo esto porque hace justamente un
siglo en el otoño de 1905 después de regresar de la Mancha donde preparó un
texto el escritor de Monovar con motivo del cuarto centenario del Quijote
ocurrió la conversación del antiguo revolucionario y anarquista que escribía
iluminado por la tea incendiaria -la iskra”
de Lenin- pasquines y panfletos de silva lección y de variada índole se
convierte en amanuense autor, áulico y conservador. Literaturizador de postín.
Pasen los periodistas y coman que clamaba Romanotes; es que no queda otro
remedio oye. Publicaba en la tercera de ABC y aún me acuerdo de alguna de estas
terceras que yo leía con interés de aprendiz pero sin fruición estética, pues
el estilo de Antonio Azorín es paso de bueyes y a mí siempre me gustó cabalgar
de otra manera. Quevedo por ejemplo es un ritmo más rápido. Va a galope. A los
cuatro pies. En el trayecto de Argamasilla de Alba hasta Atocha cae el antiguo redactor
de soflamas cae del caballo y se opera en él el camino de Damasco. El viejo nihilista se convierte en señor con
bombín que acude a las monjas de la en carnación a misa de doce. Yo nunca
entendí muy bien por qué Fernández Pombo mi profesor de Redacción idolatraba al
escritor murciano. Porque a mí nunca me han gustado los transmudas y
acomodadizos. Al estilo de Raúl del Pozo, de Cela ofreciéndose para ir a la
caza de rojos, o fulanos como el Sánchez Dragó (nadie ha sacado tanto partido a
los quince días que se tiró a la sombra en Carabanchel con Tamames, Múgica
Herzog etc., para pasar factura cuando todos sabíamos que ese señor que escribe
ilegible y piensa menos que refrita). Es
increíble. Los ex franquistas contra Franco copan las páginas, reinan en las
ondas, se sientan en los consejos editoriales. El Dragó se tiró media
existencia haciéndole la pelota a Lara. Se trata al parecer de una servidumbre
de paso en este oficio donde el que no adula no mama y el que no sabe pasarle
la mano por el lomo al jerifalte, reírle las gracias, airear sus pedos, poco
medra.
Cuando escribía con su nombre de Martínez Ruiz
era el enfant terrible del 98 tanto es así que en muchos de los periódicos en
los que aparecía su firma se daban de baja escandalizado por sus ideas
disolventes los lectores de la suscripción. Antes del año cinco cuando se
produce el camino hacia Damasco Antonio Azorín era una especie de Harold Pinter
al que no le crecían los pelos en la lengua. Ni contra los militares, ni contra
la Iglesia ni contra las costumbres. Llegó a ser abogado del amor libre un tipo
tan pazguato como él y que tuvo esos aires de mosquita muerta. Pero como aquí
el crimen no paga y la izquierda sólo da berrinches don Antonio se nos hizo de
derechas harto de criar caspa. Seguía entusiasmado por Montaigne el autor que
más cita en su obra pero se hizo anglófilo. El alicantino quiere adoptar las
flemas de los clubs londinenses y hasta se declara incondicional de los sastres
de Savile Row. Se puso a bien con los curas y adulaba a los ricos. Sus novelas
no se mueven, no tienen acción, muy poca trama y apenas plot pero eso sí
rezuman sartorial elegancia Asistí al
entierro de Azorín allá por el año 64. Era el único escritor con derecho a
acceder a las aulas en aquellas quintas y levas del franquismo por el Imperio
hacia dios. Azorín el gesto bonancible, flemático y reposado, muy británico, su
paraguas rojo, era al único que leíamos en los colegios de frailes. Junto con
los primeros premios Nadal, Baroja, mucho Lorca y acabamos aburridos de
Machado. Los jesuitas habían proscrito a
Pérez de Ayala que para mí es el mejor de toda la leva del 98 por más que a
veces su anglofilia exagerada le lleve a cometer ciertos errores de esencia y
norma histórica, también estilísticos, a causa de una novela que escribió A.M.D.G poniendo a la Compañía de chupa
me domine [nunca se me borrará la escabrosa escena de esta en que una mujer
entra en la celda de uno de los prefectos del noviciado que tenía fama de
santo, se quita la sotana y aparece hecho un fauno, libidinoso con aquellas
patorras que ocultaba los capisayos, los calcetines pinzados con liga, y
aquellos labios de sapo y trata de besar a la dama que era la madre de uno de
sus pupilos; ésta huye llena de horror, no es para menos] Creo que se trata de una descripciones
cargadas de erotismo mejor llevadas de toda la prosa española. El asturiano a
diferencia del alicantino no era un escritor de gabinete ni recamara sino
paseante en cortes y prosador a la luz del día. Si alguno de los libros de don
Ramón cargaba delantero por los afeites clásicos era porque él era de esa
manera: ático, tradicional. Sin embargo, los renglones de Azorín de puro
lineales le salen torcidos. La escritura
de Ayala era trasunta de lo que veía en la naturaleza. Por el contrario, Azorín
es un escritor de escritores.
No es la vida la fuente de la imaginación sino
los libros. Cuando llegó a Argamasilla de Alba para escribir sobre el pueblo
oriundo del Quijote no preguntó por donde estaba la posada, dónde los arrieros,
dónde la ventera dónde el cura de misa y olla.
Pidió que le llevasen a la biblioteca municipal. De ahí que los que
entendamos un poco literatura [no me glorío sino en la fe de N.S.J] pues
llevamos medio siglo en la brecha y puede que nos pase como al herrero de
Mamblas que de tanto trabajar en la fragua se le olvidó el oficio. Escribir
puede comportar, amén de una ascensión a los cielos, una bajada a los
infiernos. Por ende, a mí me cae Azorín un poco gordo porque aparte de
cleptómano en las librerías de viejo, y eso me da cien patadas, nunca se
emborrachó con el vino espeso y peleón de las tabernas donde recala el obrero.
Era un anarquista de salón como todos esos “rogelios” que he citado
previamente. Oportunistas. A Unamuno al que mi profesor de Preceptiva Literaria
el P. Penagos gustaba de llamar “unamona”, una alacridad que sólo puede
permitirse un tipo que había pasado muchos años en Bilbao aunque fuese
santanderino le pasa tres cuartos de lo mismo. No atraen demasiado porque
tienen truco, mucho adobo y artificio, para luego acodar sus escritos con
fórmulas de otros y aparte de que suelen tender al chaqueterismo como toda esa
pléyade a la que antes he aludido. Una de las mayores calidades artísticas de
ese hombre era su patrimonio de la contradicción. Es la condena de los que
impostan la voz y hablan por boca de ganso. No son naturales. Evolucionan sí
pero siempre serán consecuentes consigo mismos y lo que dijeron.
Un ejemplo de congruencia sería
Harold Pinter. Su Nobel merecido. El
otro día crucificado en el lecho del dolor y desde la silla de ruedas que le
tiene postrado con cáncer habló por todos nosotros. Entonó un “Elí, Elí, lamma
sabactani” (Dios mío, Diosa mío por qué nos has abandonado). Esta postura
crítica es la misma que hacía cuando en los sesenta íbamos a una boite a ver la representación de su Tea Party porque nunca se le permitió
representar sus obras en los teatros nacionales sino en las buhardillas y
sotabancos de Londres. La misma voz recia y bronca de profeta de Israel que
desvela la desolación del pueblo y al propio tiempo alza los puños. En ese puño
crispado de Harold Pinter he visto reflejada parte de mi biografía. Después de
todo y contra lo que creen muchos turiferarios y perfumeros del sistema siempre
con el incensario a cuestas entonando cantos de alabanza a los Estados Unidos,
el nombre de la Bestia se escribe con B de Bush, B de Blair y B de burro. El
mundo está gobernado por una panda de mangantes. Ya está bien. Franco nos
entusiasmaba pero toda esta panda de franquistas renegados a uno y otro lado
del espectro pues no podrán borrar de sus vidas al general que es su sino me
dan cien patadas en los molletes. La voz inconfundible me ha reconciliado un
poco con el mundo con mi dolor, con mi propio ostracismo. Es Daniel en la cueva
de los leones. Abro las páginas de mi manuscrito rechazado “Franco y Sefarad un
amor secreto” y me ufano de haber dicho lo que queda dicho. Bien por Harold
Pinter, un hombre de la barricada y que nos demuestra que el mundo seguirá
existiendo y nosotros vivos mientras haya un judío que diga que no. Ha ocurrido
también con Arthur Koestler cuyo centenario ha transcurrido en el mayor de los
mutismos pues claro su versión de la guerra española, impolítica e incorrecta,
no es la misma que están refiriendo los profesionales del pelotazo. Nunca me
causaron ningún beneplácito los Wendehaalsche
o turncoats. Por eso Harold Pinter
vivirá eternamente.
Los libros de Azorín el mundo nada perdería
si desaparecen en un incendio lo mismo
que todos esos impostadores de voz o impostores del autobombo como el Dragó. Lo
del chisquete, la viagra y lo demás seguramente que es un farol. ¿Hasta cuando
tendremos que aguantar su atril, sus lentes de media luna y concha, su cara de
ciervo, sus cataliniarias y jactancias de lo bien que funciona con esa japonesa
que podía se su nieta (otro miles gloriossus) de pontífice máximo de fiscal de
la literatura y de inquisidor de libros en los programas a los que solo lleva a
sus amigos? Es el franquismo instalado en esta democracia, mudada la camisa. Ya
digo que aquí fusilan siempre los
mismos. Por eso claro aquí carecemos de escritores como Harold Pinter. Resulta lacerante ver tanto duerno que abreva
a tanto pastueño de un rebaño acomodaticio que bala en manada. Va de rabadán en
este cordel delante de los carneros el bueno de Sánchez Dragó. Verlos pasar
delante de las cámaras constituye todo un espectáculo. Es un tiro, tú. Todos
son iguales. Novelas que van a la papelera o libros de ensayo que tiraba Umbral
a la piscina... Como Azorín ciento y la madre con todos los hijos de San Luis y
de Julián Marías que en paz descanse que parecen haber descubierto Londres oye.
Os los regalo. Jesús ¡qué tropa nos atropa!
XXXV
BABLE:
LAS PALABRAS MÁS HERMOSAS
No hay carretera sin barro ni prao que non tenga
yerba ni niña sin amores etc. La tonada crece hacia adentro como el rumor de
los raudales cantarines que de pronto uno encuentra por el monte, tramontada
una sebe o zarzo - la sebe o saepes
es latín puro y de entonación suave no como la de los del Lacio o los de la Dacia,
eso me lo dijo una vez dándole caladas a su pipa el profesor Criado del Val que
de filologías sabía un rato- cuando uno se pierde por las brañas de Manto al
encuentro de las xanas.
Y es que Asturias es el alma y la cuna de la nación
española, temple recio e independiente como la voz de nuestro juglar el Presi,
hijo de guardia civil y socialista hispano y astur temple como sus tonadas de
inimitables filados. Gracias a los satures y los leoneses el latín que hablaban
los legionarios romanos no se arabizó o se perdió de remate como ocurrió en
Tagaste y en Mauritania. Covadonga es más que un símbolo y un estandarte como
Kosovo para los yugoslavos (aquí comenzó a latir el corazón pequeñito de una
nación) fue un antemural que conservó las leyes los usos y las costumbres y
sobre todo la fabla. La j que dicen trajeron los moros pero yo creo que es
fonema vascongado no pasó el Puerto Pajares ni el Somiedo ni Puerto Ventana.
Hay una serie de características fónicas que
identifican al bable como un dialecto o una lengua y es la inalterabilidad de
la f labiodental plosiva que enmudece en el
castellano y se torna en h, el mantenimiento de la g gutural frente al acoso de la mentada consonante y la
inmutabilidad de x renuente a hacerse
j aunque se mantenga en el Ijuju que
es el grito básico de la danza prima.
Así que un asturiano de Somiedo siempre dirá fembra, güeyos (ojos) y güevus huevos y puxar
empujar aunque es más aldeano
todavía el non emburries. Otro signo
de identificación es la utilización de los enclíticos pronominales y la
proliferación del articulo con el apostrofe así como la tendencia a suprimir la
preposición de y a la predilección
del pretérito indefinido en sustitución del pretérito perfecto o el anterior.
Pero existen voces bables intraducibles y que se desconocen en el castellano
habitual:
Pesllar o cerrar con llave.
Abocanar
cesar la lluvia
Afrellose y esguardamillase se deslomó de un golpe.
Arrebalgar o cabalgar a horcajadas.
Acompangar o comer pan con compango o mondongo algo
de sustancia que siempre se echará en la fabada
Argallo y argallu argallar un derrumbe o alud a
causa de la lluvia
Trebeyar que no es traballar sino todo lo contrario
es el retozar con una moza una tarde de romería por ejemplo.
Xintar comer a mediodía
Mancarse cortarse
Desmangarse descomponerse una herramienta
Fesoria por azada
Enxereyar o enjaretar.
Por ultimo otra constante en la eufonía entonación
del acento que suena mucho más meloso y
musical que el bronco castellano de Valladolid es la inclinación por los
diminutivos que son cantidades. Así
rapaz o chaval tiene rapacín, rapazón y rapazuco. Jovellanos y Carlos
Parada nos advierten que la evolución genérica está menos evolucionada que
detrás de los montes. Así el calificativo bonum- bona- bonus que en castellano
da bueno en bable es bonu para el masculino bona para el femenino y bono para
el neutro.
El amigo
Bono, ese que dice ser socialista. Entonces debe de tener raíces de alta montaña. Mejor casi que no, no oiga. En alguna de las Polas yo he
oído decir vino bono que conserva la estirpe latina de vinum bonum laeticat cor hominum. El vino bueno alegra el
corazón de los hombros pero Berceo ya nos habla de un vaso de buen vino. En la
Rioja hubo por tanto una mayor evolución. El bable ofrece puntos de contacto o
hermandades que nunca serán totalidades con el gallego. Y uno puede escuchar
hablar de almofallas o hueste. Adur apenas. De azconas que eran dardos
pequeños. Daquende de aquí que. Fabliellas o chismes. Falagueros y falagar. Te
falagaré con un palu de avellana dice la canción en sentido sarcástico. Aquí no
es halagar sino cutir sacudir. Otro asturianismo es tupir. Tupiose el lavabo.
Fornados y furacos agujeros. Leno alcahuete y asmar por conjeturar ver
entender. Laceria de llacerar. Según la región y el valle así la fabla. El
idioma de los asturianos está muy disperso y ofrece la originalidad y talante
independiente de sus hablantes aunque siempre se puede establecer una línea que
homologa a los diferentes bables. Lo difícil y problemático es hacerlo de una
forma artificial como se pretendió hacer con el vasco en el cual los de Navarra
y los de Guecho no se entendían. Al homogeneizar una lengua por las bravas
siempre se pierde la espontaneidad. Los léxicos no se pueden enseñar nunca con
pistolas ni a cañonazos.
XXVI
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA. RIMAS. CRISTIANISMO Y MITOLOGÍA
Pegaso era un caballo alado que pacía en los montes
del parnaso. Los dioses iban a darle agua a las fuentes de helicón. Pegó una
coz un día y por toda la tierra brotaron los manantiales de los ríos que van a
dar a la mar. En el espejo de los hontanares de helicón se reflejan las
estrellas. Júpiter ordenó entonces a Ganímedes que bajara del empíreo y le
nombró su copero. Este Júpiter romano o padre Zeus de los griegos era un dios
caprichoso de reacciones imprevisibles, tenía virtudes pero también defectos.
Las parcas tejían el paño del destino y en sus inescrutables designios. Júpiter hacía lo que le daba la gana con el
destino o fatum de los hombres, de
los pueblos, de los animales y de la cosas. Tenía derecho de pernada tanto con
las mujeres o con las diosas y de estos ayuntamientos nacían monstruos y
criaturas perfectas. El bien y el mal juegan al escondite a través de la
mitología pagana la cual observa no pocos puntos de contacto con el Génesis y
toda la Biblia. Tenía por costumbre violar a todas las ninfas. Por ejemplo, de
uno de sus estupros con Plota nacería Tántalo que tenía inclinaciones al
canibalismo, descuartizaba a sus hijos y se los comía. Tántalo o Cronos[32] el
tiempo que devora fue condenado al tormento de la sed y no pudo comer el fruto
del árbol del bien y del mal[33]. Un
paralelismo que guarda inequívoca similitud con la versión bíblica de la
condena por el pecado original. Sin duda, el libro sagrado fue inspirado por
dios pero parece beber en las fuentes de los dioscuros y aparte de eso en
algunos de sus capítulos se semejaba más a una novela de hazañas bélicas en la
cual bajo la mirada de una deidad olímpica, veleidosa y llena de prejuicios y
favoritismos hacia los elegidos no brilla la bondad y la ponderación del dios
de las misericordias, bondadoso para los suyos. Hay que ver como se las gasta
Yahvé con los de casa, pero cruel hasta el exterminio y lleno de prejuicios
para con los que no fueron elegidos. Un dios materialista, exclusivista y
xenófobo que instiga el racismo y la primacía étnica del pueblo judío. Jehová
viene a ser una versión canónica de los delirios jupiterinos paganos. Esta
misma prevención debió de embargar el ánimo de algunos de nuestros clásicos,
quienes escandalizados por el Antiguo Testamento, vuelven sus ojos hacia la
mitología sincretista. Este bien puede ser el caso de los Argensola sobre todo
de Leonardo porque Lupercio es otra cosa. Los dos aragoneses, los dos clérigos,
los dos buenos cristianos pero llenos de dudas vuelven sus ojos a la latinidad
para encontrar respuestas al misterio del ser humano que no se encuentran en
los textos sagrados. La vida es breve y el hombre bajo el yugo del destino se
siente muy poca cosa. Además la Biblia como la mitología está plagada de
estupros, incestos, asedios, traiciones, destrucciones, guerras, calamidades.
Sólo en el Nuevo Testamento encontramos una divinidad clemente, igualitaria,
que habla de renuncias y sacrificios cuyo código de valores se resiste a aceptar
los imperativos de la naturaleza basados en la ley del más fuerte. El dios que
trema en el Sinaí o sobre las faldas del Olimpo se contrapone al que expira en
el Calvario. La vida es breve y el hombre que avanza uncido al yugo del destino
es bastante poca cosa mientras Euterpe toca su flauta. Todo es subrepticio o
bajo cuerda y obrepticio esto es
obtenido por procedimientos violentos como cuando Júpiter disfrazado de cisne
consigue los favores de Leda que traiciona a su esposo Tinodoro. De este
adulterio nacieron los mellizos Castor y Pólux que cabalgan juntos por el
cielo. Su cabalgadura es una de las Siete Cabrillas o los Siete Bueyes del
septentrión que despliega la Osa Mayor y protegen a los navegantes. En versión
cristiana este papel lo cumplen san Telmo y san Nicolás. El canónigo Argensola,
al que debían de agradarle los capones y se daba buena vida alternando el coro
de la seo con sus estudios y excelsa escritura, empapado de Plinio, de Plotino
y de Hermes Trismegisto, nos pone en antecedentes de una crisopeya para andar
por casa al tiempo que analiza estas combinaciones míticas con los artículos de
la fe. Por ejemplo, Trismegisto el tres veces justo y el tres veces santo nos
lleva a las conjeturas sobre el dogma de la Trinidad que nació precisamente en
Egipto al pie de las pirámides allí donde cuando otros pueblos andaban sumidos
en las anfractuosidades de la prehistoria ellos cultivaban las matemáticas y
las bellas artes. La filosofía y la teología se proyectan a través de la
retórica porque a lo primero era la palabra y sin ella los hombres se alejan
del pensamiento de dios y vuelven a la barbarie. Argensola saca su cantimplora
que llevaba siempre debajo de la muceta como las mozas de Villalón [34] y da
de beber a los que andan sedientos de belleza y de verdad con ese talante
libérrimo que caracteriza a los aragoneses porque para libre, según Gracián,
Aragón. No sufre el río Ebro márgenes ni puentes. Su genio es conceptista, no
culterano que ya llevó tras sí sus pámpanos octubre. Y había en el Olimpo un
buey coceador que tiró una patada a Ganímedes que era un tanto presumido. Todo
se vino abajo y al cabo de nueve meses nacieron niños hermafroditas. Llegó la
hora de los putos y de la paidofilia harto común en los albores del siglo XVII
español como lo fuera en la Atenas degenerada. En los cabildos catedralicios
algunos capellanes comandaban su propio cupo de escolanos con los que se
divertían en juergas y bacanales contraviniendo el precepto clásico de máxima puero debetur reverentia[35].
Comían como gochos y fornicaban como monos. La figura del lenón o alcahuete es
arropada por la iglesia bajo cuerda.
Es frecuente que mancebías y prostíbulos en ciudades
castellanas hallen cobijo al pie de las catedrales a tenor de la vida perezosa
de estos claustros relajados. Y es que el diablo cuando no tiene nada que hacer
mata moscas con el rabo. Con frecuencia las ninfas devienen harpías y eso es
verdad muy de ahora del siglo XXI pero en el XVII donde las costumbres estaban
tan depravadas como hoy se hacía la vista gorda. Son pecados particulares de
los eclesiásticos que a nadie importan con una diferencia y es que a la sazón
la fe tenía prelación sobre las conductas individuales y a la cruz de la fecha
es al revés. Las sibilas asoman su faz de bustos parlantes desde los casalicios
de las pantallas abrasadoras de la tele cantando las alabanzas del dios único
que es la fuerza del dinero, del sexo, el look
y el buen parecer. Brindan sus trofeos a los vencedores del mundo y condenan al
infierno a los perdedores, los desheredados de la fortuna. El arte dejó de
rendir tributo a la estética. La armonía deviene cacofonía y parlamento
monocorde de unos cuantos encaramados cuyo discurso es tan cansino como
repetitivo. Los grutescos cuadros de Picasso supervalorados no dejan de ser grotescos.
El arte de Talía ha muerto. Euterpe hace gemir su arpa por las esquinas.
Tersipomene dejó de existir. Los coribantes con sus estolas recamadas de oro
bendicen a las bayaderas de gestos frenéticos. Mi niña quiso ser cantatriz,
luego actriz y se convirtió en saltatriz. Escuchamos las causídicas protestas
de los rábulas porque aquí todo son pleitos y litigios. Se habla de sociedades
filantrópicas y enejes que han expulsado de los corros a las almas caritativas
pues la caridad es vicio cristiano y prevalece la filautía o el egoísmo
hedónico. La mitología tiene que ver con la alegoría y a las explicaciones
teologales sobre el origen de la vida y el propósito existencial, si es que
alguno cabe. Pululan entre nosotros narcisos y narcisas preguntando al espejito
mágico eres tú la más bella de las mujeres. Nuestra moderna clase política
poblada de aristarcos caciquiles tiene que ver con el rancio establecimiento
romano del quirinal. Salgan los tertulianos, entren los quirites. Una bacante no es lo mismo que
una vacante porque aquí lo que sobran son putas y lo que falta es trabajo y
como donde no hay harina todo es mohína los abogados tienen trabajo, nos chupan
la sangre los usureros.
Leer a Argensola promueve sorpresas incontestables
como por ejemplo que la mentalidad del español ha cambiado poco desde 1613
salvo que estemos maleando y aun teniendo más seamos más infelices que en las
décadas de los Habsburgo. Las campanas de Velilla tañen solas a clamor cuando
barruntan un difunto. ¿Estarán anunciando la muerte de Europa? Sigamos en el
ostracismo de nuestra concha o en el petalismo de nuestra hoja. Lo menos
llevadero es el exilio interior que padeció este cura/poeta aragonés y sufrimos ahora
nosotros. Leonardo prefirió ser villano en su rincón gozando del apartamiento
de una rectoral luego una canonjía en Zaragoza[36] que
un cortesano al uso. Nacido en Barbastro en 1561, estudió en el seminario de
Huesca y nos cuenta cómo era la vida hispánica durante el reinado de Felipe II,
estuvo a punto de embarcarse como capellán de la Invencible, luego viviría las
alteraciones aragonesas adoptando una postura neutral durante la turbulenta
fuga de Antonio Pérez. El justicia mayor pues para libre Aragón otorgó
salvoconductos al prófugo y renegado traidor granjeándose la ira filipina.
Conocedor del árabe ayudó al maestro Utrera a catalogar los manuscritos en
letra cúfica que se guardan en la biblioteca del monasterio del Escorial. Su
poesía es sesuda de elevados entendimientos y afín al conceptismo barroco.
Tanta sensatez y gravedad siempre caracterizaron al talante aragonés. Debió de
ser de baja estatura y algo entrado en carnes pero muy aficionado al mundo
grecolatino. Se lamenta por ejemplo en este verso de la dejadez que sienten sus
paisanos por la historia… con mármoles de
nobles inscripciones fabrican hoy en Sagunto tabernas y mesones. Y en sus
poemas -uno de los más famosos es el dedicado a las ruinas de la Itálica- nos
deja ese poso de tristeza por aquel mundo perdido de los dioses disolutos. El
cristianismo heredó en la liturgia el verbalismo y la solemnidad nuncupatoria
de los Coribantes. La tiara de los obispos es el legado de la cidaria de los
sacerdotes persas. La religión predicada por san Pablo está en deuda con
aquella paganía a la que predicó el apóstol cometiendo en su ardor misionero el
de desencadenar la destrucción sacrílega del templo de Afrodita en Efeso, dando
muchas voces. Precisamente allí murió la Virgen María y de aquella ciudad del
Asia Menor irradia su culto. Cuando visita el buen clérigo aragonés la ciudad
de Segovia hacia 1613 se queda extasiado ante el acueducto construido por
Trajano y por la calidad de los paños del primer enclave de las merindades
castellanas. Cierto que a veces sus metáforas resultan un tanto lexicalizadas o gastadas y que con frecuencia
cae en el prosaísmo pero resulta una delicia y un consuelo volver a él en estos
tiempos de crisis. La mayor desgracia de los españoles acaso sea dar de lado a
su excelsa literatura e ignorar su glorioso pasado.
XXXVII
EL AÑO DEL SAPO
Letraherido y aterrado por
la sonrisa del batracio (un sapo que me persigue que tiene la voz gorda y los
pies planos cara de chino y tez de gitano) he acudido a la didascalia del arte
románico para ponerme a cobro del enemigo y extasiarme en los pórticos de la gloria
y en los capiteles historiados, ménsulas y girolas de las iglesias de mi país,
vidas de Cristo, sus milagros, y también gárgolas con las fauces abiertas donde
el dragón que acecha estos días está muy significado. Me he sentado sobre el
respaldo de las misericordias donde el mundo animal y vegetal está explicitado,
para alivio de mis cansadas posaderas, como un viejo chantre derrengado, harto
estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el ángel y la bestia, se dan la
mano en esos poderosos frisos estatuarios que son sermones en piedra.
Parenética triunfal del arte mudo del siglo XII.
El maestro Mateo era un
teólogo itinerante que explicaba con el buril y la gubia los evangeliarios a un
pueblo que no sabía leer. Penetremos por ejemplo en el jardín litúrgico de San
Vicente el diacono una ermita de mi pueblo solitaria donde le doy al mando del
casete y empiezan a sonar la himnodia de una grabación de una misa ortodoxa y
es como si las flores de piedra volvieran a echar hojas vegetales. El rito
mozárabe se parecía mucho más gracias a su exhuberancia y maravillosa himnodia
al griego que al romano. Pocos templos muzárabes quedan más debajo de la sierra
la única rara avis la de Melque en Toledo. Fueron destruidas por la morisma
almohade que no se comportó en su afán iconoclasta de una forma tolerante al
revés que los cristianos que transformamos en aras católicas y consagramos las
viejas mezquitas – ahora quieren recuperar la de Córdoba en gesto aparentemente
amistoso pero yo veo en esa reclamación un deseo de revancha poco acorde con el
diálogo de civilizaciones y sus predicados- y ésta de Segovia fue erigida por
bautizados que vinieron desde Jaén en los términos de una antigua tebaida
huyendo de la persecución de los califas. Me esparzo por estas soledades y
campos del pueblo que pisé de niño. Ahí está el Tetramofros por ejemplo efigies
de león águila hombre buey los cuatro elementos o los cuatro puntos cardinales
o si se quiere las cuatro vías de la ascesis mítica (purificativa, ilativa,
amativa, unitiva) y los cuatro brazos de la virtud para la unión con Dios:
tribulación, abnegación, humildad y presencia de xto. en la historia. Me anego
en el coloquio fantasmal de estas tallas tan elocuentes dentro de su mutismo.
Es año nuevo y habrá que cambiar de vida, volver a la virtud, ahorcar los
vicios. Aquí se encuentran las esencias las presencias y potencias del karma
iluminativo. Conviene tener muy presente estas consideraciones porque el mundo
anda hoy un poco a la decrépita. Las estatuas del pórtico de la gloria de mi
pueblo me hablan en paremias. Todo son símbolos y aforismos bajo el arco
abovedado irguiéndose en pico de mitra. Veo los arcángeles turiferarios con las
alas papeloneadas. Los escribas redactan sus anales. Hay una mártir seguramente
Sta. Catalina, ¿O es santa Bárbara, la cual aparece con los senos expuestos
portando la cabeza en las manos?
Estas semblanzas son como
analectas o fragmentos literarios que los monjes estudiaron antes de Completas
o antes del gran silencio cuando en los monasterios cistercienses –el edificio
es lo que queda de un viejo monasterio de bernardos se prohibía articular
palabra cerrado el ocaso, quede callado el hombre y hable Dios al alma- se
establecía la fórmula del taceant omnes
que no se levantaba hasta el Benedicamuns
Dominum de Maitines al quebrar albores del día siguiente, para aprender la
ciencia de las artes liberales y de la botánica con sus propiedades
terapéuticas. Así por ejemplo Atermidoro recomendaba precaverse contra la
lenteja granulada y oscura y raíz de todos los males. El serpol o tomillo se
utilizaba contra las mordeduras de serpiente y el ajo era escudo contra los
maleficios. El hinojo estimula la sangre. La lechuga es recomendada por los
padres de la Iglesia para guardar la castidad. El llantén vale para el dolor de
cabeza y el lirio que se mantiene fresco
o se pone mustio en el momento que lo toca una mujer es bueno para conocer si
es moza o no la doncella. Los tímpanos de la catedral de Chartres son todo un
tratado de botánica. Allí la hiedra, la vid, el rosal, el laurel, el roble o el
acanto son utilizados para expresar conceptos de la filosofía hermética. Cada
planta tiene un poder curativo o se corresponde con una virtud cristiana. Así
el helecho con la humildad. La venenosa mandrágora con el hombre. La calabaza
con el orgullo y la fecundidad. El sicómoro se identifica con la incredulidad
del pueblo elegido. El cardillo y la ortiga con la vanidad y la fuerza
respectivamente. El escaramujo o eléboro plasma la envidia. Debe de ser por eso
por lo que este seto florece tanto en forma de falsa zarza por tantos rincones
de los campos de España. El liquen es la soledad y la escarola el ayuno. La
reseda o retama la inocencia y la rosa triunfal el martirio. La artemisa era
utilizada en toda la edad media contra el baile de San Vito y la pasionaria
morada anticipa el dolor y la enfermedad llevados con paciencia. La valeriana
llamada hierba de San Jorge se utiliza contra las enfermedades nerviosas y el
escaramago planta crucífera y humilde que encontramos por ejemplo al borde de
los caminos simboliza en la emblemática litúrgica la mansedumbre del que por
amor a Dios se deja pisotear. Las fuerzas de Belial son ingentes y contumaces
como demuestra este paseo por cada una de las categorías estancas del bestiario
pero el mérito de la Pasión del Redentor las vence al haber pagado por nuestro
rescate con su muerte. Tengamos esperanza. E inclinemos la cabeza bajo el yugo.
Cúmplase tu voluntad que ducunt volentem
fata, nolentem trahunt decía Virgilio de Mantua (al que se resigna los
hados lo conducen pero al que se rebela lo arrastran. ¿Adónde? ¿Al cadalso como
al pobre Sadam Husein Alá lo haya perdonado?
La Bestia hace fotos por el móvil y nos hace señas para que nos vayamos
preparando pues su obsesión es la muerte, la venganza, y el asesinato, quiere
pasarnos la pluma por el pico. Mal comienzo para el año del batracio. Los
mártires mueren en el patíbulo y los tiranos en la cama tan ricamente, lo acaba
de decir un hombre de Dios como es el patriarca Alexei de Moscú al que yo escucho
todas las homilías. Pero un día Dios hará justicia y Cristo Salvator dará paso
al Christus Iudex que vendrá a juzgar a buenos y malos y los pesará en la estatera (romana) del valiente Miguel. A
un capitel románico hay que analizarlo despacio porque en la piedra se hallan
escritos el futuro y el pasado. Observo sin embargo –y esa es acaso la
primordial enseñanza de los frescos que contemplo- dentro del absurdo de la
veleidosa fortuna y del dictamen del capricho del azar una cierta congruencia o
la ley del encadenamiento universal de la materia. Es la “exporosis” de Heraclio. Ese continuo fluir. Año del sapo. Ya
cantan las ranas de enero o las oigo al menos cantar es imaginación mía al
borde de las charcas y de los cilancos. Pronto empezarán los sonoros de los
gatos. Estamos bajo el coturno y las alas del Psicagogo –el arte románico
siempre nos revierte al culto miguelino que en Oriente es san Jorge sometiendo
a la bestia con su espada- y aunque la lucha será larga no hay que dudar de
quien será el trofeo al final. De las fuerzas de la luz que de remate pondrán
en fuga con su presencia a las tinieblas de la zozobra que hoy como hace diez
siglos se esparcían por el mundo. Aquellos monjes repobladores de la
Reconquista tenían muy presente la idea del Hortus
conclussus y de los jardines de María. De ahí que gran parte de los
monasterios fundados en el medievo se hallen dedicados a la advocación de la
Virgen. En ellos se honraba al Cristus musicus
y al Cristus structor (albañil) pero
hay también un Cristus medicus y otro
Cristo que es hortelano. Toda nuestra farmacopea arranca de los cilleros
monacales. Los frailes del Cister pasaban una parte del día encerrados en
oración en la iglesia y la otra en el campo a la recogida de las cosechas y de
las plantas oficinales. Por eso sabían tanto. Ora et labora. Seguían la máxima
de San Benito pero profesan un amor vagoroso, poético, a la Madre de Dios que
era asimismo Madre de la Sabiduría (Sofía) y que por qué no decirlo guarda
reminiscencias ancestrales esta hiperdulía del culto a la vieja Cibeles madre
de la tierra y de la fecundidad de los romanos. No quiero adentrarme en el
misterioso fenómeno de las vírgenes negras. Esta madre dulce e intercesora ante
el Señor de los desamparados se transforma con concomitancias con el culto
miguelino en la Mujer calzada de luna y vestida de sol del Apocalipsis. La que
derrotará al mal. Está claro que toda está flora y fauna místicas de los
rostros pasmados y algo naif del románico necesita de un hermeneuta. Llevo
parte de mi vida contemplando estos retablos y puedo decir con orgullo que soy
un iniciado mirando a la mandorla o almendra mística del Pantocrátor. Existe
una verdadera cohobación de creencias e interpretaciones que nos llevarían a
misterios de orden cabalístico. ¿Por qué a san Columbano, por ejemplo, se le
representa con un cardo borriquero? Porque es el patrón del imbécil es,
comentan algunos exegetas. Era irlandés dicen los ingleses. La paloma
representa a la Virgen María y al Paráclito. Los sátiros, las esfinges, las arpías,
la hidra, los pigmeos, las sirenas, los onagros y los centauros de los atrios
románicos son la personificación del mal y de la duda. Al diablo lo pintan en
figura de mono pero cuando es más peligroso y terrible es cuando el artista se
refiere a él en la forma de sapo. San Melitón en su beluario utiliza otros
motivos aparte del inmundo batracio: lobo, hiena y cerdo. El cuervo es la
providencia y la astucia. Es el ave que volaba al desierto para llevar a san
Antón dos panecillos. Algunos alcanzan la edad de cien años La perdiz simboliza
la generosidad pues muchas veces empolla los huevos que puso su hermana. Trae
la suerte lo mismo que la araña que teme tanto al sol como el maligno teme a la
iglesia y realiza gran parte de su labor textil por la noche a boca de
oscuridad. El águila es garantía del orgullo y del tesón de la ascensión
mística. Es el único animal que puede mirar al sol a los ojos sin cegar. La
tórtola idea al igual que la cigüeña amor conyugal y fidelidad desde que las
tórtolas fueron ofrecidas en Jerusalén cuando María se presentó en el templo.
San Epifanio considera al buey como emblema del sacerdocio. El ave fénix que
vive de las semillas del fresno es el pájaro de la resurrección al igual que el
pelicano eucarístico que se hace sangre a sí mismo para dar de beber y
alimentar a sus polluelos. Todas estas faunas quiméricas nos dicen que temamos
al dragón y nos guardemos del basilisco. Del unicornio también hay que huir
pues es animal crudelísimo pero hace referencia por su color blanco a la castidad.
San Isidoro nos habla de un
ave fabulosa por nombre portación que tiene las patas de perdiz la cabeza de
conejo y el cuerpo de león. Su funcionalidad ayudar a los maridos engañados.
Avisa con su propia muerte cuando sabe que su amo ha sido engañado por la
esposa. Y por esto mismo y dada la habitualidad de los cuernos nos dice el
santo que nada de particular tiene que se haya extinguido. El hipocampo o
caballo de mar tiene que ver con las gemonías o cloacas del alma. Su mirada es
inteligente y llora con voz humana al igual que el pavo real bello de aspecto
pero que emite unos sonidos desagradables.
Al cangrejo lo convierten en
símbolo de la herejía pues camina hacia atrás al igual que sus parientes el
escorpión y el alacrán. El castor es la vera efigie de la circunspección. El
lobo de la avaricia. El zorro de la trapacería. El jabalí del furor y el
leopardo de la cólera. La hiena cambia de sexo – esa era la creencia- practica
la antropofagia y la bisexualidad, el tribadismo, lo suyo es la sodomía y lleva
plasmada la lujuria en su inmundo hocico pero puede llegar a hablar como el
hombre a decir de santa Hildegarda de Bingen. A ver quien da más.
Y para finalizar un consejo
o resolución de cabo de año. Por lo que más quieran huyan del sapo. Es muy dañino
y peligroso y nos lo quieren entronizar como señor del mundo poniendo la verdad
en cuarentena y los libros y las noticias
quizás haya que leerlas por el exergo quiero decir del revés. La víbora
y la sierpe nos miran con sus ojos pasmados. Todos sabemos al pueblo que
representa. El adepto ocultista guardase bien de posar el pie en los llamazares
y escondrijos donde vive este ofidio con boca de pez y ojos casi de ser humano.
Cuando se cruza con la mujer engendra un híbrido terrible: la arpía. Sin embargo
hay están los catorce santos auxiliadores para nuestra defensa. San Jorge el
primero es el de los de a caballo pisotea al diablo y es abogado contra el
herpes.
San Blas siempre a dos velas nos libra del
cáncer laríngeo. San Erasmo lleva una cabra con las vísceras enrolladas contra
los males de estómago. San Pantaleón con las manos clavadas abogado de tísicos.
San Vítores la cruz en la mano nos libra de los tics y espasmos. San Cristóbal
gigante del Niño Jesús nos lleva por el buen camino y lo invocan taxistas y
camioneros. San Dionisio que porta en sus manos la cabeza nos defiende de la
posesión diabólica. San Ciriaco contra el mal de los ojos. San Acacio coronado
de espinas contra el dolor de cabeza. La cierva de San Eustaquio nos libra del
fuego. San Gil tiene por símbolo a un rebeco que ahuyenta el pánico y las
pesadillas nocturnas. Santa Margarita que amarra a un dragón protege a las
preñadas y les hace parir en hora corta. Santa Bárbara con su torre y su copón
rematado en una Hostia es remedio contra la muerte repentina. Santa Catalina
con su rueda nos ayuda a salir airosos de los exámenes.
La Iglesia, sabia y que prevalecerá hasta el
fin de los siglos, nos invita a visitar esas maravillas de los viejos templos
para cargar la batería, extasiarse en la
contemplación sosegada de sus testeros y tímpanos eclesiales, para reunir
energías contra las tribulaciones y persecuciones que se avecinan en este año
que acordándome no sé por qué de Álvaro Cunqueiro gran aficionado como yo a
estas fábulas y bizarrías del ocultismo he querido bautizar como “el año del
sapo”. Feliz 2007 para todos los gnósticos. Y los que no lo son.
BESULLO EL
PUEBLO DE CASONA (viaje a los Ancares)
Voy pa Anchares y en el camino se me aparecen un
culebre y una xana Voy pa Yánez voy pa Llanes voy pa la vega rozada. Muchas
coplas guarda el roncón de la mi gaita. Como la mi gaita no encuentres otra.
Asturias mágica. Cantiñas de camino… los arrieros de Bembibre y caminito de
Avilés un carretero cantaba al son de los esquilones que su carrete llevaba...
marinerito arría la vela que está la mar tranquila y serena… noches de ronda y
oscuridades de calella que a carro volcado todos son carriles y enfilo la
carrilana por la vieja calzada romana que unía Astorga con Pravia. Asturias es
Roma y el Bierzo la provincia más romanizada de la citerior. Ni celtas ni
moriscos ni vacceos ni judíos ni aljamiados ni fenicios. Aquí Roma dejó su
impronta triunfal y este es desde
entonces el sello de la raza. Mis ancestros según he logrado saber por una
carta puebla que expidió el rey don
Alfonso X que gloria haya con privilegio rodado fueron traídos de pa allá
cruzando las sierras y el llano hasta la frontera más allá del Duero casi a la
fuerza desde estos nidos de golondrinas encaramados entre peñotes que determinan
esta parte de la cornisa cántabra la que va desde las dos Cangas la de Onís
y la de Narcea haciendo escala en Tineo
hasta la caput de la Legio séptima gemina que obra como Asturica o Astorga la
bien cercada robles, carvayos, campamentos. Nos ufanamos de venir de la pata
del Cid pero a lo mejor somos procedentes de la cáliga de un centurión y
saltamos hasta la tierra rojiza de las rojizas tierras y gualdas parvas del
Duratón desde la galea de un milites o un equites. Sangre de godos ni moros ni hebreos
en este tierra de chaparros sardones y chabascas todo el cantar de juglaría los
endecasílabos sonantes y tonantes del romancero metidos en un zurrón. Cantos de
siega.
Ya se van a segar para el bierzo los mis
amores
Quiera dios que no caigan muchos calores….
Suspiros daba la niña suspiros daba
A cada manadica suspiros daba
Mi memoria se puebla de canciones mientras ando por
sendas escondidas de la España heroica y encaramada del el recio bronce de mis espadas el bálago
de mil techumbres de las pallozas circulares y cuadradas la vaca que muge la
oveja que bala apriscos en el monte y para espantar al Nuberu y a otros
diantres enredadores moradores del bosque animado canto recio y muy a lo
zamarro…
Dicen que los bueys de xuan non quieren comer la hierba… llevarlos a
beber agua a la fuente de la peña…
Las brañeras en la braña dan la
leche a los galanes…
Debajo de mi ventana tengo un
puñal escondido para matarte mañana si no te casas conmigo… amor mío vienes
tarde has de dormir al sereno que el sereno de la noche para los hombres es
bueno… viva Ancares viva Ancares y también viva Castilla tengo el amor
castellano y yo también quiero que viva.
Sabes más que el cancionero
de Juan de la Encina, Verumtamen.
-
Alguna sé pero se lo debo ese
genio mayor de la historiografía que es Joaquín Díaz. El odre de mi gaita está
lleno de sus viejas tonadas en candencia del bable. De su alegre
melancolía. Tengo el amor ausente y
estoy llorando la despedida... la despedida es corta la ausencia larga quiero
que te diviertas y no me olvides prenda del alma
-
Ya veo que no eres un renegado ni un chaquetero ni que tu moral es acomodaticia. Así te luce
el pelo.
-
-Ni enaciado ni elche ni enaciado ni mudéjar tornadizo. Pero estoy contento con mi conciencia ahora
que todos van a adorar al zancarrón. Ya sabes: Mahoma era epiléptico y fanático
al igual que todos los que padecieron de la gota coral: San Pablo, Napoleón,
Cesar, Dostoievski, Harry Truman… la historia es una crónica que no cesa de
furores… ay todos estos venados. Por eso adoro a Cristo que era manso y dulce y
perdonador, políticamente incorrecto y odioso a los impíos del sanedrín. Los
desarmó con su dulzura. Por eso lo crucificaron
-
-Pues lo llevas claro, Verumtamen; con esas ideas no se puede andar por
la vida. Hoy todos matan al marrano y cuando les mientas la palabra cristiano,
Franco o jalufo echan la pota.
-
¡Si serán cabrones estos vasallos del rey felón los alcayotas de don
Juan Bebo- Bebón que se pimpla de bourbón
y todos esos sátrapas!
-
-Mira Cela habría escrito la Colmena y tres o cuatro obras importantes
pero sólo era conocido por sus habilidades aerofagias coprológicas. ¡Qué tío!
Era capaz de absorber un litro de agua por el ano hasta que se circundó,
aljamiase, y luego vino rodado, el dinero la gloria, y todo lo demás. Hasta le
dieron el Nobel.
Triste me pusieron las reflexiones de mi camarada,
amargas son las verdades de la vida pero yo iba escapando de la España
adocenada o abroncada, atiborrada de hastío y de sitcoms y caminaba a la
procura de la España heroica que este agosto no nos da más que izas y rabizas y
ahí está Cayetana con su maromo el funcionario que ficha y está en nomina
centro de atenciones diz que gallina vieja sólo pone cuando la colocan debajo
del pico de un gallito joven que la monte y estos son nuestros quiquiriquíes
mediáticos. Eso y las capeas. Aplica tu cogüelmo Quosquetandem y no dejes
títere con cabeza.
-
Sea lo que tú digas Verumtamen.
-
Pues digo que ya Jovellanos hablaba de los peligros de los encierros
criticando las malas costumbres de sus paisanos. Un día de encierro –escribía-
desperdicia los jornales de un pueblo. Las visitas a los colmados y los paseos
por la dehesa apartarán a los jóvenes del tajo y del taller desde la víspera.
Agrega otra noticia. Para los encierros son necesarios cabestros viejos que
sean capaces de conducir a los erales sus hermanos arropándolos por las
empalizadas y sendas de recibo… cuando la gente divisa la mangada por el camino
ya vienen… ya viene y empieza a dar voces y a chicolear al ganado. Entonces son
necesario las hondas de los gañanes y la aguijada del mayoral. En el ínterin se
prepara un jolgorio cuando los bueyes entran en el callejón entonces algún
novillo rezagado tira derrotes contra todo lo que se mueve… el toro embiste
porque siente miedo. Gran verdad la que expresa en este párrafo el gran
polígrafo.
Pensando en
todas estas razones y sinrazones Quosquetandem y yo- mi alter ego que a mí me
dicen Verumtamen llegamos a Cangas de Narcea a boca de noche. Allí el Nuberu y el culebre y alguna que otra
xana levantisca nos aguardaban bajo la capa de la peregrina. Besuyo quedaba
cercas y queríamos rendir viaje en los lares del gran Casona pero como no nos
vagaba nos quedamos en Cangas a hacer noche donde nos acontecerían algunos
sucesos que se referirán adelante.
Demetria es un personaje que surgió de la pluma del
gran novelista avilesino Armando Palacio Valdés. En la protagonista de La
“Aldea Perdida” se trazan los rasgos del carácter de la mujer astur y el
cronista, el amanuense, el reportero que viaja y huye, tal vez de sí mismo, y
que va camino de la encartación geográfica de los Ancares (volverás a región) y
que había leído mucho de este tema cuando era muchacho se va a encontrar a la
heroína de sus sueños en un baile de rueda la noche de san Juan. El baile de
rueda que se baila al de por junto y con los dedos entrelazados no tiene nada
que ver con estas danzas modernas que han traído los americanos donde cada uno
se menea o contonea por su lado como dios le da a entender. Está sujeto a unas
reglas de pasos, movimiento y ritmo. Se baila de puntillas la danza prima que
es la jota del norte. En sus punteados se encierra el misterio de algo
telúrico, ibérico, el brío y el salero carpetovetónico al compás de las notas
de la dulzaina, el chistu o la gaita. En sus orígenes era un zapateo guerrero.
Tiene sus componentes eróticos de parada nupcial y al mismo tiempo un sentido
quasi místico religioso en honor a los dioses tutelares de la fecundidad. Marte
y Venus se menean juntos por el corro y nos sacan a bailar. Al escuchar los
arpegios del redoble muchos españoles nos ponemos en trance para adorar la
Madre Tierra. Los filados del roncón hacen pensar en el caramillo del dios Pan.
Algo muy rústico y sencillo pero a la vez muy grande y al escucharlo el alma pega
brincos. Es lo nuestro lo autóctono. El corazón se nos va de romería. Demetria
sin embargo no es una hetaira ni una bayadera ni una bacante sino una moza de
un pueblo con sayas y con mantillas corpiños camisa y enaguas de blonda
cubierta de lana hasta el refajo así y todo su poder erótico es más evocador
que el de esas pilunguis de la tele con las nalgas al aire. Demetria es el
ideal de mujer, la amachu de los
vascos. Asturias es también un matriarcado y se nos aparece en un corro con los
ojos encendidos. El Nuberu y el Culebre bailan también en la hoguera por esos
milagros de la tecnología o por algún duende que se atrinchera dentro de mi
cámara de fotos echándonos una mirada de fuego basilisco como si los dioses nos
advirtieran de que los derechos de la
mujer con tanto feminismo y tanto ministerio de la cosa nunca fueron tan
conculcados. Y es que Demetria ha muerto. La mataron los periodistas y
radiofonistas duro hablar de la violencia de género, quieren acabar con la
gallina de los huevos de oro, destruir a la mujer. En todo esto que está
pasando hay algo satánico de la rebelión
de Luzbel pero nuestro ideal femenino, que nunca existió en la vida real ha
resucitado en un baile de candil de los de antes. Y me encuentro con el
personaje que plasmó mi soñar de muchacho sobre algo tan complicado e incierto
como el Eterno Femenino, el punto de partida
de ese cherchez la femme que
mueve en el mundo y que acaso sea una de tantas trampas que nos tiende la
naturaleza para perpetuarse a sí misma. Somos en el fondo unos pardillos pero
nos arrimábamos a la querencia. Esa efigie de hembra idealizada sólo existe en
nuestra mente… sin embargo, Viva Demetria. Nosotros tuvimos la fortuna de
retratarlos y se nos apareció en la compañía de duendes y trasgos. Por arte de
magia de la noche sanjuanera un asunto clave si se estudia la dramaturgia de
otro gran poeta astur, Alejandro Casona. Que sus mercedes lo disfruten. Y gratis.
Besullo es pueblo abandonado, aldea fantasma, la
casa del poeta del amigo, del admirado dramaturgo – regresó a España de su
exilio argentino fumando tabaco negro, ¡ah Castilla que face los homes y los
desface!, un hombre bueno- que nos hizo soñar en inquietantes señoras que
llegaban a la aurora y que desaparecían luego en un recodo de nuestra adolescencia
para no volver más- María del Sotrondio fue una de aquellas damas del alba, el
eterno femenino, pasó la ronda de la noche sanjuanera, un rostro en el paraíso,
una sombra nada más- y peregrinas que pasaban camino de Compostela y a su paso
por el borde del lago desde el fondo de las aguas subía la vibración de las
campanas de la iglesia de un pueblo sumido cuando construyeron la presa. Creo
que por entonces estábamos en estado de gracia por eso venían visitarnos dulces
peregrinas y escuchábamos el tañer de campanadas en las profundidades de la mar
galana. ¿Dónde se fue aquella mujer que vino en la noche vestida de una capa
blanca y se marchó a la aurora signándome en la frente y dejándome una marca?
XXXVIII
LA HUERTA DEL NISO
Poeta igual a
profeta y Casona anticipa en sus versos
el desmadre de la presa que ocurriría veinte años más tardes en Ribadelago.
¡Aquellas noches de san Juan cuando íbamos a coger la flor del agua, danzas en
torno a la hoguera, fuego mágico! ¿Quién no se enamoró de nuestra Natacha?
¿Quién no zarpó hacia lejanos mares en la barca sin pescador, o contó las
consejas al lado del llar como el cuento de la pájara pinta? Gañía el viento
por la pumarada con las cuerdas de arpa
de las ramas de un manzano y alzaba notas de sinfonía mientras asábamos
castañas y bebíamos el vino nuevo que trajeron hasta estos riscos pumariegos
los arrieros castellanos. Éramos ingenuos y románticos, con la cabeza a
pájaros, los sesos se nos volvieron agua. El teatro lírico casoniano refleja
aquel mundo evanescente. La vieja casa rural que se nos ha derrumbado. Crece la
maleza en la pomarada, las puertas del gallinero desportilladas reciben el sol
a raudales por entre los cañizos del tejado, cayó el hórreo en un airón, se
asilvestraron los perales de la Huerta del Niso que daba gloria verles cuando
el abuelo Pepe los cuidaba y ensillaba la yegua y cabalgaba. Era un abuelo
apuesto y galán. Cortejaba a las mozas de la contornada. Pero un día también
vino a verle la Dama del Alba.
-No tengas prisa Pepín de Xuana pero la hora ya está
cumplida.
-¿Hay pera compota?
Fue su último deseo y fueron sus últimas palabras,
lo único que dijo antes de que se lo llevaran las parcas.
Los criados le velaban en el zaguán bebiendo vino,
contando viejas historias y cascando nueces en aquel velorio rural de hace
cincuenta años. No somos nadie
-De hoy en un año.
-Y usted que lo vea, señor amo.
Escuchábamos con ojos encendidos el romance de don
Bueso o el de doña Alda que cantaban los juglares llegados de tierra de moros o
el de la loba parda y que bien sonaban aquellos versos en boca de los gañanes
cuando conducían al aprisco a la majada. Un rabadán tenía un rabel y un mastín
con carlanca de defensa contra el lobo. Antes de lo lírico fue lo épico y los
héroes de España entonces cuidaban rebaños por estas veredas encaramadas.
¿Resucitarán algún día los gigantes? Alejandro Casona un asturiano cabal
incorpora a su teatro la fuerza del romancero, toda esa lírica oral, historias
sin argumentos, sólo hay que seguir el hilo de la canción y cantársela al que
conmigo va. Lo grande de la vida es inefable e inexplicable. Los límites de la
poesía rozan el misterio y no la toquéis más que así es la rosa. Del corazón
brota una jarcha. Creo que el Romancero es la mejor onza de oro que ha
entregado la literatura castellana al tesoro de las letras universales. Es
genuino. Es anónimo. Es español. Y además se cantaba. Nosotros inventamos los
cantares de gesta y la cosa no tiene vuelta de hoja. De la misma manera he
tratado de incorporar esta mística del romancero al periodismo. Mis
articulitos, humildes, carecen de un tema, pero son algo recitativos que se
cascan como huevos al pasar, girando en torno a una idea o más en alrededor de
una palabra, para de esta forma ir contando cosas al desgaire. Brochazos y zarpazos en
frases convulsas. Yo, no canto mi canción sino a aquel que conmigo va y el que
tenga orejas para escuchar que atienda.
La casona donde nació Alejandro se ha caído pero
todavía muestra, erguidas, solemnes, mirando hacia el valle los siete balcones.
Bajo por la Corredoria acongojado con pensamientos tristes. Los jóvenes no
saben quien fue Casona y sólo de oídas habrían escuchado que era uno de
aquellos jóvenes entusiastas junto con Dalí con Lorca del grupo La Barraca que
recorrieron España en un carromato y echaban comedias en el ayuntamiento o en
las escuelas. En este país el problema sigue siendo una cuestión de escuelas
como dijo Costa pero regresamos al analfabetismo cibernético a esa literatura
para apaniguados a esas sibilas en forma de rostros parlantes que se repiten
más que la cebolla.
El amanuense
huye a toda crin del sofá donde se crían mollas, aburrimiento, sitcoms, convertidos en los perendengues
de la aldea global, y tira contra la pared el mando para hacer zapping y vaga
por estos riscos en libertad, feliz y contento de haber llegado a viejo y poder
decir lo que le pete.
- Ande yo caliente y ríase la gente pero que me
dejen hacer lo que me dé la gana. Dijo el escarabajo a sus hijos vení acá mis
flores
-Me las piro.
-Hace Vd. muy bien don Nicomedes.
-¿Me vendes tu escafandra, Vitines? Lo que me cumple
a mí a estas alturas es vivir dentro de una campana neumática.
-No soy buzo. Me pasé mi vida al aire libre. Me
acongojan los ascensores y los espacios cerrados. Creo que lo mejor que podría
mercarse su señoría son una de esas viseras orejeras que llevaban las
caballerías para no espantarse. Para mirar adelante. Y Vd. se espanta mucho
El personal
aquí está quemando las naves de su propia historia, desprecia a sus valores y a
sus hombres más valiosos. Nos hemos americanizado y amariconado y a la larga
pasará cuentas… libertad… libertad. Pero aquí lo importante es agachar la
cabeza bajo el ala y poner el cazo.
El cronista aplaude los apotegmas del presidente
Chávez el venezolano que dijo que los yanquis constituyen el gobierno más
sanguinario de la tierra. Son warmongers a los que les engorda la sangre. Y ahí están contándonos la actualidad mundial
sus hombres y mujeres/ancora, sus relamidos bustos parlantes, admen y conmen heraldos anunciantes de guerras y follones asesinatos. Sus
parlamentos y sus oráculos son para deprimir al más majo pero es de lo que se
trata, de dominar al ser humano por el miedo, tenerlo agarrado por los cojones,
una forma de dominación como otra cualquiera.
XXXIX
EL INQUISIDOR VALDÉS
Viven en la mentira y les engorda su propia mierda.
Creen que son libres porque tienen la sensación o el espejismo de poder elegir
a sus propios líderes, un presidente tonto mejor que un listo cada cuatro años,
porque así puede ser mejor manejado manijado o "manayeado... o yea"
por las multinacionales.
Y el cronista
recuerda con ironía cómo estuvieron a
punto de expulsarlo del país de los usa porque contó a sus lectores en
una crónica que un sputnik ruso había sido derribado por los guardacostas
americanos. Los del SAC (Strategic Air Command) llamaron a capítulo desde
Washington y amenazaron con expulsarlo del país. ¿Es esto libertad, es esto
civilización? Pues yo me vuelvo a Astorga y camino de ella va subiendo por las
sendas que arrodean los rastros y las pinas vargas de Leitariegos. Trae pan y
vino en el zurrón con algo de queso y
unas morcillas que compró en Salas el pueblo del inquisidor. Allí un cura amigo
lo trató a cuerpo de rey y se prosternó- tuvo ese suerte aunque nunca coleccionó
momias ni es muy partidario del morboso compilar corambres, dejemos a los
muertos en paz en sus sepulturas, no comamos su asadura- ante la tumba de don
Fernando Valdés que no hubo obispo más galán que aquel martillo de herejes.
Cierto que empapeló a Carranza el metropolita toledano pero algo haría fray
Bartolo para que el arzobispo de Sevilla le llamase a capitulo y le acusase de
herejía por no sé qué majaderías había escrito en una catecismo sobre la
oración mental y la vocal. El arzobispo de Sevilla que no pudo alcanzar la
mitra toledana y acaso esa fuera la razón de la gran trifulca con el prelado
toledano al que procesó por hereje- duerme el sueño eterno y espera a que suene
la trompeta del Juicio Final entre humedades que no parecen afectar al mármol y
al jaspe de su monumento cinerario. Un perrito de aguas duerme su sueño de
piedra a los pies del arzobispo.
Los asturianos son recios y muy rehechos y no se
casan con nadie. Son un pueblo básico y fundamental de cristianos viejos cuya
fe se afianza y guarece en la roca desde donde les protege la Santina. Pero no
les gusta que le hablen mucho del
inquisidor acaso porque eso viene de raza y algunos llevan su inquisición
interior. Nunca permitirán que les hable recio o les enmiende la plana sobre
todo mi amigo Pipón que de ese personaje cree saber más que nadie. El personal
anda por aquí de muy mala leche y ¿quien no se desayuna un cabreo con todos
esos sapos que nos sirve en bandeja la televisión? El cronista que viene de la
corte huyendo del cubileteo de la política y la exasperación que domina al
personal prefiere no discutir ni hablar de don Mariano que siempre le pareció
un político resucitado de últimos del diecinueve y principios del veinte porque
le recuerda a don Tancredo y además es un periférico como lo era Maura, que
tuvo aprender castellano en el Espasa porque su lengua era el chueta y la cosa
acabó como acabó. Dejen en paz a don José Luis que más vale lo malo conocido
que lo bueno por conocer pero estas nociones no le caben en la mollera al bueno
de Pipón muy pepero él. El cronista lo que quiere es triscar por estos riscos y
perderse por estos caminos de cabras recordando las viejas tonadas de cuando
era muchacho. Algo que le toca al cronista por ese cabo quien para espantar los
malos espíritus se arranca por una vieja tonada que aprendió una tarde de
domingo triste escuchando la radio nacional en aquel programa de coros y
danzas:
“esta noche ha llovido mañana hay barro pobre del
carretero se atranca el carro, asómate niña a ese balcón que si no te asomas
ramo de flores… llamaré a la justicia que te aprisione con las cadenas de mis
amores…”
Y otra más
-Dicen que tienes tres gochos según pregona el tu
pa. Y yo digo que son cuatro y yo digo que son cuatro. Con la gocha de to ma.
Permita dios de los cielos que san Juan caiga en domingo, el cura ya lo han
matado y yo corteje contigo.
Ándale.
Ijujú.
Al fedatario o amanuense que sube por las cuestas y
rampas que acometen los viales de los puertos con su bota de vino y su borona y
una hogaza de pan bregado o candeal algo de cecina y una par de morcillas
(morcielles) que le echó al talego su mujer como viático del camino, una
navajilla para cortar el corrusco, pues ya le faltan bastantes dientes, su
indefectible cuaderno de campo y una cámara fotográfica que le regaló su hija
mayor por su santo y con la que retrata todo lo que se mueve y lo que nos se
mueve (robles, alisos que llaman humeros por esta zona, algún ailanto, muchos
sauces y pinos que se convierten en abetos a medida que se sube, algún raitán parlero
tan diminuto que es casi invisible pero que bien canta sobre la quima del castañar, un rebeco, una
fuina[37]
asustadiza y dos vacas marelas que por aquí llaman ratinas que pacen en un
prado armentío la mansa y cencida
hierba) y al cantar estos aires de la tierrina se le ponen los pelos de punta
debajo de la montera picona que las lluvias y los soles del camino han
transformado en sombrero de peregrino. Recuerda la primera vez que oyó aquellas
canciones en un festival de Coros y Danzas por RN. Cuando escuchó no hay
carretera sin barro nin prau que no tenga hierba ni mocina de a quince que no
sea guapa o fea… pasa la ronda que alegre es… de noche no puede ser que me
prende la ronda que me riñe el alcalde, decidió hacerse framontano y la vida le
hizo rodar por una de esas casualidades del destino o por la Divina Providencia
hacia estos cuetos, puertos arriba, y por eso da muchas gracias a Dios porque
se han consumado sus sueños. El cronista es un hombre satisfecho y en paz
consigo mismo por más que no lo parezca. Es una pena que los mozos de hoy en
día no aprendan estos aires de la tierra y se sepan sin embargo todo el
repertorio de canciones en inglés de memoria. El signo de los nuevos tiempos.
Pero no conviene pegar coces contra el aguijón. Son los vientos nuevos de una
nueva cultura que arrasa. Vivimos bajo el paraguas nuclear de Norteamérica y
sólo personajes un tanto zumbados como el carcamal de don Nicomedes se atreven
a reivindicar, ejerciendo de abogados de diablo, una procuraduría mal pagada en
estos tiempos, todo aquello a riesgo de quedar mal ante los amigos y que los
colegas te tomen por un orate pero don Nicomedes, átame esa mosca por el rabo,
dice, cuenta y no acaba, lo que ellos sienten pero no se atreven a decir. Y así
se saca la espina.
Hace un par de horas que salió de un pueblo que
dicen Teverga donde vio la momia de un obispo incorrupto revestido de
pontifical con su mitra anillo pastoral guantes morados de seda cáligas bordadas con hilo de oro y capa
pluvial en el escaparate de la sacristía de un monasterio-el prelado sonríe con
la sonrisa macabra de la calavera acurrucado en su vitrina esperando la
resurrección de la carne- y que debió de ser un santo. Al poco enfila los cotarros de Tineo y allí le recibe una traca triunfal de
cohetes. Hay folixia[38].
Está de fiesta la localidad. Los tinenses celebran la fiesta de san Roque con
fuegos artificiales. Así es la vida. El hilo que separa la tristeza de la risa
es muy tenue. Los esmorgantes – un término gallego que se utiliza en esta zona-
o cuadrilla de festeros están de muy buen humor y le invitan a varios culines
de sidra que el caminante bebe con delectación y muy a sabiendas por la sed y
cansancio de la ruta. Cuando canta la sidra en el vaso bien tirada y con buen
pulso por los escanciadores se dice que los ángeles mixian[39] y el
zumo de la sidra fermentada ríe y salta en el borde del vaso que tu no veas
soltando una espuma que debió de ser aquella ambrosía que bebieron los dioses
griegos en el Olimpo y les volvió inmortales. No es una espicha. El andarríos
se queda a la verbena. Han montado un palenque en medio de la plaza y un grupo
de mozos y mozas ataviados en traje regional baila el zapateado de la danza
prima, la giraldilla y la chacona, bailes ancestrales. No hay nada más erótico
por la virilidad, el brío y el salero de estos saltos y medias vueltas de sayas
y de basquiñas. El caminante se queda a mirar emocionado, saca su máquina de
retratar digital y tira algunas placas. De pronto ocurre algo misterioso; en
alguna de las fotos aparece un cuerpo de luz como un hipocampo o caballito de
mar.
-Este debe de ser el culebre.
-Andá.
-Pues mira ésta de aquí. Esa mujer con los ojos de
fuego, esa moza bien hecha, rubia, de ojos azules, jacarandosa y bien plantada.
¿Sabes quien es?
-Sí. Esa es Demetria, la heroína asturiana de la
Aldea Perdida, tal y conforme la describe Palacio Valdés. Estuve enamorado de
ella en mi adolescencia.
-Esa moza no es real pero se te ha aparecido en
carne mortal en esta hermosa noche de agosto. ¡Viva san Roque! Y también el Nuberu y el Culebre.
El cronista piensa que a causa de esos misterios de
la tecnología óptica los duendes del camino le han jugado una mala pasada pero
prefiere seguir soñando en los signos y presagio de la literatura que luego
vienen a concretarse en medio de la existencia real pues Asturias es mágica, la
provincia que encierra las claves que contiene el arcano de los misterios de
España. Por eso es tan hermoso el oficio de la literatura porque nos libera,
nos acerca al criador para más tarde experimentar en nuestra carne las
vivencias aprendidas en los libros.
-No tienes que dejar de escribir, Nicomedes. Ni
tampoco de retratar. A veces te entra galbana y tedio vital.
-Claro que no. Es para lo que nací. Lo único que sé
hacer. Dios sea bendito.
- Para que veas. Dios se esconde en los libros y el
ángel de la inspiración y del hallazgo aguarda en algún recodo del camino.
Tengamos esperanza.
-Duro y a la cabeza.
-Pero con tiento, Nicomedes, con tiento. Un
periodista tiene algo de espía y ha de ir por el mundo con mentalidad de
guardia civil: paso corto, vista larga y ojo al cristo que es de plata.
-Con prudencia y con paciencia que es una virtud
cardinal. Ninguna de las dos me incumbe.
-Es que no estás homologado
Atronaban las gaitas tristes y alegres. El roncón y
el silingüelo no pararon en toda la noche. Nicomedes tuvo que tomarse para
calmar la emoción un par de culines más en una caseta donde se expendían licores y había paisanos
que tiraban al pato rodante, como en las ferias de antiguamente, con una escopeta
de perdigones con poca puntería la verdad pues algunos iban ya algo
enfilaos y luego se retiró a dormir casi
de madrugada, cuando estalló el último petardo, en un almiar de por allí cercas
embutido en su saco de dormir. El cielo era limpio y la noche clara, hermosa
noche de agosto, noche de san Roque. Arrullado por sus sueños por la bella
Demetria. El Nuberu y el Culiebre montaban guardia en aquella era de Tineo que
el peregrino pasó en un suspiro a la belle
etoile. Hay ocasiones en las que la divinidad se nos manifiesta.
-¡Viva san Roque!
-Y el perro
San Roque pensó el cronista fue además peregrino.
Curaba la peste. Es un santo que hoy
hace mucha falta aunque su nombre ya no figure en los misales ni las epactas.
Fue suprimido por anacrónico en el último concilio. Da igual. En su honor se
sigue bailando en corro la danza prima que es un baile mágico, de mucha
hermandad y muy erótico. Que evoca los
tiempos en que éramos un pueblo total en que nos amarrábamos de la mano unos a
otros. Todos nos sentíamos participes, miembros de un solo afán, adscritos a un
grupo y pertenecientes a una comunidad. Hoy nos sentimos muy demócratas y
miramos a nuestro prójimo con agresividad. Habla nuestra lengua sí pero acaso
sea un extraterrestre. A veces nos
preguntamos si esto es vida, si este aire que respiramos es real. Se lo
pregunto a mi ángel de la guarda que esta noche se llama Vitines. Lo he
conocido en el chigre después del baile de candil. El ángel de la guarda y de la literatura esta noche se llamaba
Vitines. Extendía su espada hacia una lejana estrella donde Alejandro Casona el
admirable montaba guardia en la más alta estrella escondida y lejana. Velando
estaba el poeta de Besullo a los luceros.
XL
CAMINO JACOBEO Y EL SEÑOR CURA DE
ARBIN
El sol dora sus muros después de la
lluvia del último día de junio. Puertas cerradas. Es una de aquellas casas de
curato con una gran cuadra, buenas hechuras, con capacidad suficiente para
albergar a un convento, pero dicen que, antes, fue hospital de peregrinos, bajo
la advocación de San Roque, el que nos trajo el Mal Francés a lo largo de la
ruta jacobea. Ya se sabe: pústulas, algunas llagas en la piel, que empezaban
con una tumefacción rosa, y luego los miembros se descoyuntaban poco a poco,
venía la artritis y la ceguera y los romeros cantaban:
- El perro de san Roque no tiene rabo, porque se lo ha comido Ramón Pintado.
Ramón Pintado debió de ser un caballero de la corte del Rey que Rabió y bajó
desde la dulce Francia cantando madrigales acompañándose de la zampoña. Luego
la que pasa: los mesones, la ventera, las mozas de partido. Ser peregrino a
Compostela era mucho pretexto para andar a correrla por esos caminos de dios.
Por Segovia cantan esto mismo a golpes de jota:
-Arrimate, niña, que soy san Roque, que
si viene la peste que no te toque.
Son coplas de peregrino, que alaban al
santo del mal gálico
Hay una obra clave escrita por un inglés: Chaucer en sus cuentos de Cantorbery que nos cuenta lisa y
llanamente lo que pasa. La mujer de Bath era una ninfómana que nunca se
saturaba y caminaba escoltada por una cáfila de moscones. Juntos iban a venerar
la tumba de Santo Tomás. Después otros emprendían el camino de Roma o de
Jerusalén cuando se cegó la ruta hacia la Ciudad Santa cambiaron rumbo hacia el
Oeste. Compostela era el objetivo. El Calixtino nos habla de la cruda realidad
del romeral y de la bordonería en sus miserias y grandezas. Se impuso en Europa
el camino jacobeo coincidiendo con los terrores del milenario. El año 1000
constituía un año apocalíptico bajo el hexagrama del 666 y del nombre de la
Bestia. Había que hacer penitencia por los muchos pecados pero la carne es
débil y ya se sabe el hombre es yesca y la mujer estopa.
Recomendaba el Calixtino a los caminantes que
se abstuviesen de viajar por el País Vasco porque allá los lugareños estaban en
estado semisalvaje. Fornicaban con sus yeguas y con sus burras y algunos hasta
le hacían el agujero a una gallina. En este lazareto situado en uno de los
valles más amenos de Asturias, el de las lejanas Luiñas – buenos pueblos y
buena gente aunque de todo hay- veo la sombra del señor cura de Arbín, el
protagonista de aquel cuento tan hermoso que leí en mi infancia, autor Armando Palacio Valdés. Se trataba de un arcipreste bastante sencillo e ignorante.
La parroquia se reía de él todo lo que les daba la gana y le tomaban el pelo a
causa de un jamelgo que tenía que era muy viejo y lleno de mataduras:
-Señor cura, ya es hora de que vaya pensando en cambiar la montura.
Y tanta tabarra le dieron sus parroquianos con el tema que un buen día optó el
clérigo por ir a la feria del Boñar a vender su jumento. Lo dio en seis reales
a unos gitanos. Volvió triste porque aquel caballo había sido el amigo de su
vida, casi el único que tenía, y no se encontraba sin él. Así que al año
siguiente decidió volver al Boñar por san Andrés y compró otro caballo más
joven negro zaino de buena alzada y fino de cabos. Fiado de su buena apariencia
pagó por él veinte duras y regresó al pueblo tan contento. Pero a veces las
apariencias engañan y nada es lo que parece. Cuando iban acercándose al lugar
el arcipreste notó que su rocín inició un leve trote y se encaminó sin
necesidad de rienda ni espuela hacia la cuadra.
El buen cura empezó a sospechar y notó como
una mancha en el borrén. Con la almohaza empezó a limpiarle y a medida que
calcaba la almohaza por los ijares la mancha se agrandaba y el color negro
zaino se tornaba entrecano. Alarma.
Había comprado el mismo caballo que fue
a vender al Boñar el año antes. Enterados los de la aldea no cesaban de
cachondearse y decían alborozados y no
sin cierta sorna:
-Velay, al potro del señor cura.
En la feria del Boñar le habían dado gato por liebre a nuestro bendito
vicario que aceptó el engaño con melancolía. Amo y caballo murieron, de viejos,
a los pocos meses casi al mismo tiempo. Cuando paso por la rectoral de Soto de
Luiña yo me acuerdo del pobre cura que vivió en este enorme caserón de casi
treinta habitaciones para él solo. La historia de los curas fracasados, pero
bondadosos y humanos, me conmueve mucho más que las de los poderosos obispos y
arzobispos en la cresta de la ola o la de muchos que pasaron por santos. Ya lo
dice el refrán: de dinero y santidad la
metá de la metá.
XLI
BUENA ORINA BUEN COLOR
Ya
ha florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la escuela
andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso
Grosso. Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora
traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a tierra, y entre
flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las merdellonas, bajan con los
cubos de la calumnia oliendo a sudor y no se cambian la camisa, tusonas y
fregatrices, da consignas don Bigbroder
el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir es un sin
vivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la rebatiña, dietas para
adelgazar, buenas andan las comadres] y otros preferimos entonar el romance del
Prisionero. Siempre vivimos emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto
lean:
“Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados
van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta prisión...la la la
larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando las noches son/ sino es por
aquella avecilla que me cantaba al albor/ Matómela un ballestero/. Dele Dios
mal galardón... La la laralalá”
Oigo
el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos de llaves
del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en capilla. Al nacer se nos
condena a todos a muerte y eso muchos no lo saben. Pertenecen al cupo de
inmorales ilusos que piensan que se van a quedar aquí para simiente. Los
vigilantes de la parva nos escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace
nada, está desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada
de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal. Les cantas
las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y exclaman: ¿Quién? ¿Yo? Sí,
tú, mosquita muerta. Hay mal ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a
un zapatero pero este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen
trabajo mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja, quejicas,
¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No serán ellos los
remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los insolidarios? ¡Oh qué tiempos más
interesantes!
- Mientras dure, Ejusmodi....
- Sé por dónde vas, Verumtamen, pero qué bonita canción esa del
romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica aunque de menos
nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy ahora desconozcan el
romancero... Andan los tiempos muy alterados con esto de la política. Pero tras
de tiempos vienen tiempos y eso es también del romancero
Serán carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la
ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre excita mi
compasión y existe una gran novela río de Eduardo Zamacois que cuenta las
desventuras de los penados en San Miguel de los Reyes. Eso era un convento del
cister y la desamortización del 1833 lo convirtió en uno de los penales más
temibles en la Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la
leía hace como diez años Los vivos
muertos. Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda de presos” y otra Cabo de Vara. Por temática, el Hacho. No
llores niña no llores no llores que yo no lloro aunque me lleven a Ceuta a
pelear con el moro. El sufrido pueblo es sabio y tuvo que aguantar prisiones,
tiranías y arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y
acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo permita.
Propugnan la caza de brujas, Macarthy resurrecto. A veces, la cárcel ha sido
morada pasajera o definitiva de todo gran español. Pero ¿a qué no acaban en la
trena los mediocres? Pues no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro
siempre hicieron carrera. Deme usted un cigarro. Ese pensamiento se me
atraganta. Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí esparcida
mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de mucho escritor diletante
y deprimido. Se observa al personal pero con eso no hay cuenta, Verumtamen. El
arte de contar es la maula de fingir. Uno parece que está detallando su
autobiografía y lo que está haciendo es atisbar la reacción del otro por un
ventanuco. Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria
un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma cubierta de
abrojos y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es un truco. Escribir es
seducir y hasta cierto punto engañar contando mentiras piadosas, En todo
escritor subyace un buen impostor. Bonita forma de hacer tururú. No me vengas
con monsergas. No me gusta Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables
como cuando espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los
pensamientos. Sirven para esquivar los golpes y
son coselete en la taleguilla para burlar los derrotes de mihuras
astifinos que corretean por el albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo
piensa y ayudadme zancas que en esta vida todas son maulas.
¿Entonces escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que
un corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban un
humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.
Los padres conscriptos confiaban a
esta prenda talar el cuidado de sus personas contra los gargajos que les
escupía la plebe disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares
portaban el gladium y a ellos no les escupían, por si las moscas,
pues menudos eran los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el paludamentum o capote de guerra para
arrebujarse contra el relente de las madrugadas, los juegos duraban dos días y
hasta una semana. Y con ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi o gladiadores reciarios
(peleaban con red) y andábatas (con casco). Roma y la vida política eran un
espectáculo y lo que la chusma quiere. Panem et circenses. Y lameculismo. Mucho
lameculismo. Halagos. Lisonja y jabón
Así
no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador... Cuando yo
llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho por mi país con razón
y sin ella fui recibido con un gracias por los servicios prestados y ale usted
es uno de tantos, la gente va a su rollo, es insensible para vibrar ante las issues (temas) del patriotismo como pasa
en Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Yo me sentí un poco como aquellos
soldaditos de Mola que regresaron a Larache después de resistir diez meses en
un blocaos de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas, se
preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres sorches se sintieron
desolados ante esta incomprensión de la retaguardia ellos que se estuvieron
batiendo el cobre en la vanguardia. Paso y por partes. Escarbe. Haga memoria.
Navegamos ya en aguas válidas. Ya no son caballeras ni pujan en torrente. El tiempo, sin embargo,
anda un poco revuelto. Para esta época vienen
fenomenales los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a
combatir la depresión. Otros pacientes de estreñimiento crónico se hinchan a Evacul la aspirina contra el
estreñimiento pero van al baño y se sorprenden de obrar cagarrutas y pedos de
conejo, el vaso de su dentadura postiza montando guardia toda la noche en la
taza del retrete esbozando una sonrisa macabra que anticipa la calavera. Cagan
poquito porque su amo no les quiere con locura pero de dar nada, que mucho te
quiero perrito, pero de pan poquito o excretan ladrillos. A esos hay que
decirles que si quieren pan vayan al batán que allí un perrito que caga
poquito le alcen el rabo y le den un besito. La envidia es
causa de su estreñimiento mental y a
causa de ella les llevan los demonios. Pero, no hay que preocuparse: ya se les
pasará. Pues vale pero no cante usted muy alto ese bello romance no vaya a
despertar usted a los carceleros que son legión aunque no lo parezca en esta
época de derechos humanos hay manga ancha para algunas cosas pero para otras
cosas que uno considera leves o un simple ejercicio de la libertad de expresión
son implacables y si las dices puedes acabar en la trena. De hecho no somos muy
libres. El andamiaje está montado sobre las varas de medir y las vigas del
miedo. Llama a seguridad. Que vengan los lictores. Y es con el látigo del
terror con el que se tiene dominados a los pueblos. Es por esto por lo que se
les ha declarado la guerra a las ideas y pensar por tu cuenta puede ser un
delito. No. No quiero cantar las tristes estrofas del romance del prisionero
que yo recuerdo haber oído interpretar a algún rabelista que se acercaba al
baile en las fiestas de mi pueblo.
-A
buen entendedor...
-¿Cuál
es entonces la solución?
-Fray
Jarro
XLII
EL DUQUE DE BORBÓN
Luis Alfonso de Borbón, el hijo del Duque de Cádiz,
honra a su estirpe y mantiene la serenidad en estos tiempos difíciles. Contra
viento y marea y pese a las tragedias familiares que han rondado su vida (la
muerte de su padre y su hermano, que aparecen en esta foto tomada por mí en
1981 en el Valle los Caídos, en circunstancias misteriosas, aun no aclaradas
del todo, ni la una ni la otra porque a medida que pasa el tiempo crece la
sospecha de conspiración, y el hostigamiento contumaz que realiza contra su
madre la prensa de la entrepierna aunque ella demuestra pese a sus líos de
alcoba ser una Franco, una señora, que se ríe de tanta estupidez programada,
saliendo a campaña de infundios contra su abuelo, (Maricarmen no es la Belén
Esteban por mucho que os corroa, malsines) ha defendido también a su bisabuelo.
Dios bendiga
al hijo de tan alta señora y por cuyas venas corren sangres de los Franco
empapadas de amor a España.
Toda una soez orquesta de voces desentonadas hizo acto de presencia
contra la familia del Duque de Cádiz.
XLIII
EL
GRECO.
Dado lo cargado y la crispación
del ambiente y como dicen que es llegada la hora de la bestia y el funeral para
nuestra patria, marché la otra tarde a Toledo y me planté ante el insigne
lienzo en el cual está encerrada buena parte del genio singular de lo español y
al regreso me senté a escribir con calma, mucha calma, mi alma sedienta de
belleza y tratando de evitar las contiendas que nos afligen pues ya los pasos
de la aurora andan pisando la incierta luz del día y a batallas de amor campos
de pluma que decía Góngora que equivale en poesía a lo que era el Greco en la
pintura, quiero decir: un genio. El genio de los genios. No estaba ante un
cuadro sino ante el molde de un enigma. Allí pasé dos horas de la tarde dándole
a la cometa de mis sueños.
“Tal galardón
recibe quien a Dios y a sus santos sirve”. Esta frase murmurada entre dientes
por los prestes que ofician las exequias, san Agustín revestido de capa pluvial
y mitra de obispo y san Esteban con la dalmática diaconal, sirve para poner
música de fondo a la escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo
donde se estampa con auténtica veracidad una de las páginas más realistas de la
historia de España y un cuadro de costumbres. El Greco junto a Velázquez es
pintor poco decorativo. Ambos buscan el alma de las cosas y su arte es el arte
de la síntesis. Con tales mimbres que servirán de materia prima de lo sublime
[una leyenda local consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la
ciudad, la de santo Tomé: unas cántaras de vino, unas cargas de leña, unas
hogazas de pan a los pobres, y algunas monedas para misas gregorianas] se
enhebra el enternecedor milagro. Existe de más de eso una gran familiaridad con
la muerte, de acuerdo con la mentalidad de la propia época, y la necrofilia de
una monarquía como la de Carlos V quien en los últimos años de su vida en Yuste
gustaba de asistir a la celebración de sus propias exequias, sin que el gesto
tuviera nada de macabro; antes bien se veía como lo más natural del mundo. Allí
estuvo, nada más y nada menos que Fr. Bartolomé Carranza, dominico, que luego
sería primado de Toledo durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna
los corchetes del santo oficio que lo incriminaron de herejía por un cierto
catecismo que había dado a la estampa en Flandes y por sus conexiones con Carlos de Seso, el fautor del luteranismo
en España, un italiano que fungía como corregidor en Toro, y los conventículos
reformistas de Sevilla y Valladolid.
Así se las gastaban entonces. Eran los tiempos
recios a los que alude santa Teresa en sus escritos elípticos, y los difficilia habemus témpora de Luis Vives.
Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época cuando temas como la existencia
del purgatorio y la teología de la justificación por la fe eran de tanto monto,
pues hasta las verduleras en Covent Garden y en Zocodover, duchas en teología,
debatían con tanto ahínco esos temas como ahora lo hacen nuestros contertulios
de la radio sobre la guerra en el Golfo Pérsico, el sexo con garantías o la
violencia de género, sujeto muy del agrado de los articulistas en sus coloquios
tribunicios. Al socaire de estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del
hombre, sus relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas
casullas que con tanto gusto pinta el Greco con su arte minucioso aprendida en
el trabajo de los artistas de iconos orientales, los cuerpos pierden peso en
sus magníficas producciones para dejar que se alcen hacia arriba, la mirada
transfigurada, los espíritus. Son en él recios los trazos, espectaculares las
caras iluminadas por una luz que emana de adentro.
Parece extraño que en este
tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda ser entendida y admirada la
iconodulía del Cretense, que, a contrapelo de sus delicadezas y exquisiteces
formales del pudibundo recato en que va a caer la sociedad de su tiempo, sabe
interpretar en sus briosos desnudos las donosuras del cuerpo. El chipriota vive
este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de Carlos V y de Felipe II. Es
contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se trata de relacionar su pintura
con el modernismo. Incluso, con motivo de su exposición en la Nacional
Gallería, se ha propalado la nueva de que su “Visión del Apocalipsis” inspirara
a las “Señoritas de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero todo lo que sube el Greco
de cotización va en desdoro y menoscabo de la de Velázquez. Y eso, tampoco. Vaya
lo uno por lo otro pero esta prelación del chipriota con respecto al sevillano
quizás tenga que ver con los tiempos que corren, más relacionados con las
angustias y torturas, la luz fantasmal y los desnudos deformes y hasta homo,
que con la placidez de don Diego que no se busca complicaciones en su pintura.
Al fin y al cabo era pintor de corte, una
aspiración que Doménico no alcanzara nunca porque sus desgarradas visiones no
encontraron plácida acogida en la retina del monarca, y mira que Felipe II era
un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender al griego que
se adelantó a su tiempo. Y no es
reivindicado hasta los románticos del siglo XIX. Es sólo a principios de 1900
cuando empieza a ser conocido y hablar los críticos de su peculiar macropía que
le hacen ver caras alargadas y el mundo irreal. Que dos bienaventurados
ausentándose por unos instantes del paraíso bajasen a Toledo, la capital del
imperio, hasta que Felipe II en 1561 decide trasladar la capitalidad a Madrid,
para dar sepultura al noble y cristiano caballero entra dentro de esa
cotidianidad ante la presencia de la muerte.
Y casi se concibe como un hecho corriente y moliente esta intervención
del más allá.
En el arte de Greco hay algo de órfico; la pintura se hace música y es imposible
entenderla sin el acompañamiento de esa gran polifonía, como reverberando en el
fondo, que engozna sus composiciones. No hay que perder de vista este carácter
que tienen sus cuadros de “troparios” o melodía bizantina. El Greco en este
cuadro que supone el triunfo de la misericordia y del amor, esenciales al
cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el inferior. Los cielos y la
tierra se dan cita en el acontecimiento. Ambos planos son estancos y para bien
o para mal no llegarán nunca a juntarse. Paradójicamente el plano terrenal gana
la batalla al celestial. El Greco pinta las cosas como son o debían ser según
los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los tremendismos y las
ficciones del más allá. En eso se parece un poco a Velázquez quien tampoco supo
pintar a los dioses. Y hasta supo reírse dellos como demuestran su fragua de
Vulcano y el Baco figurativo. Uno y otro, empero, saben dislocar el dibujo para
transmitir el movimiento de las cosas, “dando espíritu al leño y vida al lino”
que diría Góngora.
En este divino sepelio lo
que está arriba es inferior en calidad a lo que está abajo. Es mucho más
desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece de tejas abajo es mucho
más importante que lo que pudiera dilucidar el más allá. Sin embargo, la moderna crítica - me refiero
a un artículo de John Updike- dice que es al revés. Todas una galería de
rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores quienes sujetan
por los sobacos y las piernas al difunto amortajado con toda la regalía. ¡Cómo
brillan los aceros de su armadura! A la vista está que por una vez el espacio
tridimensional gana la batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y
cada uno de los asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que, tristes
y enlutados, hacen rueda de respeto. Muy engolados, pero serenos. El blanco de
sus gorgueras rizadas contrasta con el negro de sus tiesos jubones. En la capa
llevan algunos bordados la cruz de la Orden de Santiago. Admirable es la
técnica de paños mojados, que acentúa la trasparencia, con la que está bordada
la sobrepelliz de uno de los oficiantes, mientras un franciscano y un dominico
rezan los responsos, y un monaguillo, el hijo del propio Domínicos
Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”. Hay un cierto
exacerbamiento de la silueta a lo que se une el proverbial estrabismo estético
de este autor. La vida no es más que un perenne destello. Hace de preste
oficiante don Diego de Covarrubias. En la pechera de la pañosa de los
circunstantes se borda la cruz colorada de los maestres de Santiago. Ni que
decir tiene que estamos entre caballeros.
¿Podrá haber en el mundo
algo más melancólico que un entierro?
Los dos frailes explican a la posterioridad el augusto suceso sin parar
mientes en lo que acontece sobre sus cabezas puesto que ya va dicho que el
Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de la tierra que de los cielos.
Toda su vida fue una ascensión incandescente hacia ese plano superior, un
regusto por la quimera. Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en la
tierra que al revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que sus
ojos, poros del alma, no visualizan. De esta manera el ángel de la guarda
llevando al cielo el alma del conde Orgaz, representada en la forma de un niño,
es mucho menos creíble que las caras de los caballeros que asisten
impertérritos al desarrollo del milagro. No cabe cosa tan extraordinaria en
medio de un hecho paranormal. Tanta familiaridad ante lo que es poco
consuetudinario resulta francamente portentosa como si los circunstantes
estuvieran habituados a vivir con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ninguna
sorpresa ante la presencia de los dos santos bajados del cielo para hacer las
veces de enterradores. Estos son dos aparecidos y sin embargo su aspecto no
puede ser más real. Acaban de irrumpir en escena un anciano obispo y un joven
misacantano. Sosegaos. Sabe trasladar al lienzo la España de Felipe II en plena
apoteosis de una ciudad: Toledo. El pintor, que borda primorosamente las
fimbrias de sus ornamentos, pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la
dalmática del primer diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los
acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del suceso narrado
con toda la majestad pero al mismo tiempo con toda la sencillez. El Greco es el
pintor del catolicismo universal al que aspiró España en su siglo de oro, en el
que cupieran bajo la vara de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos
todos los pueblos. No puede haber entonces pintor más insigne de la ortodoxia.
Que dos santos bajen del cielo para dar sepultura a un caballero que era
legatario de esos ideales de universalidad nada tiene de extraño. La sociedad
española a la sazón estaba acostumbrada a vivir con el milagro. El Entierro es
la faz emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante la vida ni ante la muerte
un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen que el enlosado de Santo
Tomé al recibir la visita de los dos santos se llenó de fragancias celestiales
pese a lo cual todos los que asistían a la ceremonia permanecieron quietos e
impertérritos.
Entre los figurantes
estaban don Juan de Austria, Góngora, los hermanos Covarrubias, el hijo del
artista y el propio Greco que deja su firma estampada en griego en los vuelos
del pañuelo de uno de los personajes, cabe la hopalanda.
No es un cuadro lo que
pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos caballeros, que se apiñan
circunspectos con sus rostros ligeramente buidos por la tristeza colmada de
serenidad ante la paleta del artista asisten ensimismados al portento. Héticos,
silentes, con una punta de desequilibrio en el mirar - ¿para dónde miran esos
ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?- los personajes que
retrata el Greco bien pudieran ser alguno de aquellos hidalgos que vagaban por
la Imperial Ciudad arriba y abajo de Zocodover y que para disimular el hambre
publicando que habían comido salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas
ardientes embutidas en estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de
absoluta indiferencia frente a las cosas de este mundo. El autor se desentiende
de su obra y el Greco tiene poco que ver con esta austeridad. Sus biógrafos
afirman que gracias a sus cuadros nadó en la abundancia y se condujo
munificente como Creso en una Toledo
empobrecida y demacrada pese a ser entonces la corte. Murió arruinado y en la
Ciudad Imperial las farras que se corrió y la fama de juerguista, cosa que poco
tiene que ver con su arte, hicieron época. Es el pintor de cámara de la “dives
toletana”[iv]
llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que contaba con
veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico marqués de Villena, del que
decían las crónicas que ni palabra mala ni obra buena. El tren de vida y la
fastuosidad del candiota, que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan
poco con la frugalidad de los personajes
a los que traslada al lienzo. Todo arte emboza ya de por sí una contradicción.
Aunque el Greco se asimiló plenamente a las costumbres y al espíritu de Toledo,
identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso, contrataba músicos
para que le amenizasen las comidas. Insistimos: la música es muy importante en
la pintura solemne y celeste de este genio del cristianismo.
No hay según eso una
identidad plena entre retratista y retratados. Su forma de pintar es una manera
diferente de entender el mundo, a través de esos semblantes con traza de llama,
dotados de un singular dramatismo escénico.
El estrabismo estético del
autor les confirma una alargadera que algunos atribuyen a determinado defecto
óptico del propio Theotocopoulos quien, según referencias, en los últimos años
de su vida cayó en la locura. Pero tal extremo no ha podido ser probado y contiende con la envergadura de
este griego transterrado y trastornado a Castilla que pintó Toledo como un
verdadero sueño lunar bajo una luz lívida de ocres. Parece ser que la tesis
sobre la enajenación mental del Greco se sustenta el haber pasado por la casa
de locos del hospital del Nuncio de donde extrae los modelos para perfilar sus
doce cuadros sobre el apostolado, cuadros conservados todos ello en el
monasterio de las Pelayas de Oviedo. El Greco es un pintor de las almas y en
toda alma hay un eco del infinito que se plasma en un cierto grado de
enajenación. Tuvo infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe
II, buen conocedor del arte de
Apeles y en lides pictóricas peritísimo
pero que nunca llegó a entender su manejo de los colores. Tuvo un pleito con el
cabildo de Toledo porque en el Expolio, inicio de la pintura de la edad
moderna, se resiste a pintar a las tres marías a longe, como nos relata el Evangelio. De hecho, el propio monarca, que entendía de
pintura, pero de gustos absolutamente convencionales, que no le permitía
entender ni su estrabismo ni su tendencia a descoyuntar las figuras, como
tampoco el áspero colorido con que
formula las escenas de sus personajes atormentados - el Greco es una sabia
combinación de lo ponderado y de lo desmedido-, mandó que fuese colgado en la
sacristía del Escorial el famoso
martirio de san Mauricio y la Legión Tebana encargando otro lienzo sobre
el mismo tema y del que ahora apenas se habla a un tal Cincinatti. Este fracaso
yuguló las aspiraciones del candiota a convertirse en pintor de cámara.
Pero él, pintor de
eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara al uso. No han comprendido
sus detractores que era un pintor de eternidades. Su obra permaneció
minusvalorada sin un reconocimiento categórico hasta bien entrado el siglo XX.
Domínicos Theotocopoulos
(lit. El muy hijo de la madre de Dios) nacido en Candía en 1541 hace honor al
título de su apellido. Rompe con los moldes clásicos y ya en Castilla abjura de
su romanismo y de su helenismo para erguirse en portavoz del tétrico y a la vez
sereno misticismo hispano. En su obra se presenta una antinomia entre lo real y
lo ideal. Y pinta a base de crueles borrones impresionistas, muy poco
convencionales pero que son de un gran efecto sobre todo en los paisajes de
Toledo bajo la luna, cuando la luz circunfleja y espectral se derrama hasta
derrumbarse sobre lo gollizos y cuchillares del Tajo. El Greco es poesía
marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas oscuras. Manuel B. Cossío, su
indiscutible biógrafo, señala que en el Expolio nace la pintura moderna. Hay en
él un exacerbamiento de la silueta, por lo que resulta uno de los tres grandes
retratistas de todos los tiempos junto a Leonardo y Velázquez.
Exégeta de los paraísos
perdidos viene de la filocalía de los bizantinos. Es su obra de un platonismo excéntrico
y de un cristianismo melancólico. El Greco en España se desentiende de sus maestros venecianos y
queda transfijo ante los iconos fanariotas que lo vieron nacer. El resultado de
esta mezcla de sangres es algo profundamente español: sus cuadros se entienden
mejor mientras se escucha en lontananza a los coros del monte Athos. Carece por
ejemplo de la desesperación y pathos del arte protestante. De Rembrandt
pongamos por caso. Desconoce, asimismo, las estridencias de los bufones. Es un
arte enteramente aristócrata, pero de un exotismo criollo, por lo de mezcla de
credos, cuasi abrazador. Hasta en los locos del Apostolado se deja translucir
un poso de cordura. Supo pintar a los locos de Cristo. El Caballero de la Mano
en el Pecho y el busto de san Juan de Ávila refrendan ese supuesto. Arte
incorrecto que rezuma corrección. Pinta las esencias, va al grano. Por eso se
denomina pintor de pintores. De la vida del greco-chipriota poco es lo que se
sabe. Que provenía de una familia de recia estirpe cristiana que huyó de
Constantinopla el año de la invasión de los turcos, 1453. Que antes de
afincarse en Toledo, donde se casó y tuvo un hijo, Jorge Manuel, anduvo por
Italia aprendiendo dibujo del Tiziano y de Rafael. Que supo transmitir al
lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla. Que tuvo muchos pleitos
con el cabildo de la catedral, con la dirección del Hospital de Illescas por
cuestiones que no hacen al caso y que murió en Toledo en 1614.
XLIV
CISNEROS ALFAQUÍ DIVINO
Hay tres aspectos poco subrayados en la figura y en
la obra de este titán de la historia española (y pocos tan calumniados e
incomprendidos pues el propio Cesar figuró en el cupo de sus detractores los
que no comprendieron su gigantesca labor de pacificación y de creación de un estado).
Uno fue los seis años que pasó en Roma a la mira de un cargo. Sólo consigue
buenas palabras y unas letras dimisorias para la tenencia de un curato en un
pueblo de la Alcarria, Uceda, que le costó una temporada en las cárceles del
Arzobispo de Toledo. Aquel obispo Carrillo un príncipe del Renacimiento
protagonista activo de las guerras civiles entre partidarios de doña Isabel y
la Beltraneja debió de ser una mala bestia. Debió el clérigo que luego se haría
franciscano de sentirse decepcionado a la vista de las corruptelas simoniacas
de la curia papal de Alejandro VI y asqueado lo mismo que Juan Ruiz el
arcipreste de Hita aquel clérigo muzárabe al que llevaron a la ciudad eterna
negocios tan temporales como era pedir dispensas del celibato hubo de decir:
“yo vi allá en Roma do mora Santidad que todos las dinero hacían humildad”.
Cisneros como el de Hita hubo de volverse con las orejas gachas. Unos ladrones
le atracan por el camino y le quitan todo lo que llevaba excepto las cartas de
recomendación. A Juan Ruiz le aguardaban las prisiones del primado de Toledo
don Gil de Albornoz otro mitrado difícil y a Gonzalo de Cisneros las de su
sucesor Alonso Carrillo corte imperial ejercito propio y hasta un número
indeterminado de hijos fornecinos. Entonces los obispos montaban a caballo en
todos los sentidos de la palabra pero que no se entere tu mano derecha lo que
hace la izquierda y poblaban los monasterios masculinos y femeninos y las
canonjías de bastardos y de bastardas. Otro hijo natural de Fernando de Aragón
aspiró a la mitra toledana pero ésta por deseo expreso de la Reina Santa fue
para su confesor de quien en punto a amoríos los cronistas nunca pudieron decir
ni media. Fue un hombre austero y observante de la regla de San Francisco. No
obstante y en definitiva este escándalo que le causó la corte romana le hace
sentirse más católico y más hispano visigótico y esta fue acaso una de las
razones por las cuales quiso restaurar el viejo misal hispano romano. Cisneros busca el arca perdida. En esta
tentativa de sustitución del rito romano por el mozárabe se ve también un
intento de reconciliación con el Islam. Este viene a ser uno de los aspectos
más desconocidos de la personalidad del eclesiástico. Se llama rito mozárabe en
honor a un rey de moro Toledo Muza Arabi que fue muy tolerante y respetuoso con
el culto de los hispano romanos sometidos que siguieron practicando su religión
hasta bien avanzado el siglo XIII con la llegada de los almohades
fundamentalistas. Tampoco Alfonso VI mal aconsejado por su mujer doña Constanza
y los cistercienses franceses respetó la
mezquita de Toledo situada en lo que es hoy la catedral. Hechos lamentables e
irreversibles de la historia. Las flaquezas y el orgullo humano se arrogan el
privilegio de hablar en nombre de Dios cuando en verdad lo que están poniendo
en el escaparate es su propia protervia y vanidad. De cualquier manera el
cardenal nombrado regente se siente atraído por la solución de la unidad
religiosa y de la búsqueda de un entendimiento con el Islam después de la toma
de Granada. El buenismo de Hernando
de Talavera que ya en el siglo XVI predica en pro de la abolición del latín y
quiere que el oficio divino lo entienda la gente. Pero al arzobispo de Granada
esto es a Talavera no lo toman en serio los moriscos a los que quiere
convertir. Según un cantar de aquel tiempo los ciegos de la Alhambra “arzobispo
de Granada cara de oveja y carne de cabra pero arzobispo de Toledo dar caperuza
y hacer cristiano nuevo. Los métodos de Cisneros para la pacificación del
Albaicín eran mucho más drásticos de acuerdo con los rasgos de su carácter de
una gran firmeza pero al mismo tiempo compasión y munificencia. Cisneros
participa de la obsesión franciscana de un acercamiento mediante el amor y la
compasión de Mahoma a Jesús. Por eso quiso irse de misionero a Berbería y por
eso planificó la toma de Alcazarquivir. Una saludadora en Gibraltar a punto de
embarcarse para tierra de moros le quitó esa idea de la cabeza. Sus enemigos lo
acusan de un auto de fe que tuvo lugar en Granada en 1497 con la quema de unos
cuantos ejemplares del Alcorán. No llegaron a treinta. Sin embargo manda
recoger todos los libros de medicina que se encontraban en las mezquitas del
reino de Granada cuyo número asciende a más de treinta mil y los traslada a
Alcalá algunos de ellos podrán todavía consultarse en la biblioteca nacional
escritos en árabe y con caracteres cúficos. Y la quema no fue ordenada por el
metropolita de Toledo sino por un fámulo suyo un clérigo por nombre León que
más inri era de origen morisco. Dios nos libre de la furia del converso. Este
afán de unidad de las tres religiones monoteístas es la idea motriz que le
lleva a fundar la universidad complutense. La primera piedra se coloca en 1499
y en 1508 cuando el prelado acaba de cumplir los sesenta y tres años de edad se
inaugura el curso un día de san Lucas allá por setiembre y los estudiantes
procesionan a lo largo de la calle mayor luciendo sus vistosas becas cada una
del color al colegio que pertenecen. Estos son doce como los doce apóstoles: el
de San Ildefonso, el de San Pedro y san Pablo, el de la Madre de Dios de los
teólogos, Santa Catalina para los bachilleres en Artes, Santa Balbina de los
retóricos, San Ildefonso el de los latinos. San Eugenio al que después
llamarían de San Ambrosio y el de san Jerónimo o Trilingüe porque se impartían
clases en romance en hebreo y en árabe. Fundó, con las mismas, un hospital para
estudiantes pobres el de San Lucas donde trabajó Iñigo de Loyola como enfermero
para pagarse la matricula en el de San
Eugenio. En total sumaban 46 cátedras. El plato fuerte del menú eran la
filosofía y la teología pero en Alcalá se hace la innovación de establecer una
facultad de Medicina y Anatomía otra de
Matemáticas y seis para las Sagradas Escrituras. En sus aulas enseñaron Lebrija,
el Brocense, Antonio de Nebrija, López Zúñiga y Pinciano el divino maestro en
lengua griega y los segovianos hebraístas Alonso y Pablo Coronel. Así como un
número indeterminado de domines que conocían la lengua árabe a la perfección.
Todo ello va dar pábulo a la monumental versión de la Biblia políglota. España
conoce gracias a este príncipe de la iglesia una época de esplendor como no
había conocido desde la Escuela de Traductores de Toledo. Sin Cisneros acaso no
hubiese sido posible Cervantes que era además alcalino ni Calderón ni Tirso ni
Lope ni Juan de Ávila ni san Ignacio de Loyola. Todas estas cosas me cuenta
cuando me quito la boina todas las mañana camino del trabajo y paso ante la
estatua iluminado de Fray Francisco que mira orgulloso para la fachada de la
Universidad de piedra gualda de fina labra y en cuyos modillones se encuentran
encerrados los arcanos de la misteriosa historia de mi patria. Viva Alcalá
escuela de hombres y espejo de tolerancia. Yo también soy y me siento
complutense.
XLV
ALONSO DE PALENCIA DETRACTOR Y CRONISTA DE ENRIQUE IV
Digna
de una novela policíaca es la peripecia del manuscrito de la cuarta década de
la Gesta Hispaniorum de Alonso de
Palencia desde su redactada por un
amanuense italiano que “fusiló” su latín porque las actas fueron recogidas de
oído hasta su entrada en el archivo de la Academia de la Historia sito en el
palacio del Nuevo Rezado, ese caserón de la calle del León, una de las arterias
del viejo Madrid donde abría sus puertas la gran pescadería de los maragatos y
había varias librerías de lance, cerca de donde vivieron Cervantes y Lope y
tuvo su convento Tirso de Molina.
En ella hace unos años me encontré yo una vez
con mi profesor de Arte, Azcarate y le convidé a una copa de ginebra en una cutre
taberna que debió de alarmar al viejo profesor y salió pitando. Si hubiese sido
don Marcelino Menéndez y Pelayo entre cuyas pasiones figuraban después de los
libros el orujo montañés y el anís tal vez no se me hubiera hecho tal desprecio
pero es que uno es un poco vagabundo de las estrellas y mis singladuras por el
mar de la verdad y de la ciencia me llevan a océanos etílicos.
Los libros son compañía y soledad pero gracias
a estos navegantes de la literatura, las bibliotecas, los archivos y los
tenderetes de los libreros de lance- el más singular el de Riudavets en Moyano
en la época que me ha tocado vivir- entre los cuales me cuento el vulgo puede
tener noticias ciertas de problemas de la historia de España aun no resueltos.
Para mí es mucho más novela de intriga este manuscrito que el propio código
D´Avinci.
Durante
la guerra de Independencia los anales de Alonso de Palencia fueron a parar al
monasterio de Montserrat y allí lo conservaron los benedictinos hasta la
desamortización de Mendizábal en que llegaron los infolios a Madrid.
La aldaba de la suerte estaba llamando a la
puerta. Durante la segunda parte del XIX los escritos de Alonso de Palencia
estuvieron sujetos a una profunda controversia sobre su autenticidad y si sobre
era conveniente verterlos al castellano del latín, habida cuenta de las
barbaridades contra un augusto monarca español que en sus páginas se injertan.
A la primera pregunta los eruditos dijeron que
en vista de la antigüedad del papel y de la letra gótico humanista dijeron que
sí, pero el amanuense que lo compuso al dictado del propio autor era anónimo y
a la segunda unos dijeron que no y otros que sí.
El mamotreto a día de hoy sigue sin traducir.
Fue uno de los pocos que se salvó de la quema. Otras obras de este mismo autor
que era un escritor compulsivo como algunos trozos de su Guerra de Granada
quedaron perdidas. Las Décadas fueron un poco la joya de la corona de la docta
institución junto con la Gesta Roderici Campodoci o Poema del Cid.
Don
Enrique IV vivió sólo medio siglo pero los cincuenta años de su existencia
desde 1425 hasta 1474 en que fallece en Madrid fue una época muy interesante en
los anales españoles porque representan un tiempo de cambio que marca el fin de
la edad media y el comienzo de la moderna. Pocas figuras de la monarquía
castellana por otra parte han hecho correr tanta tinta de plumas agitadas
siendo tan vilipendiadas al propio tiempo.
Ya apuntamos arriba cual pudiera ser la razón
de tanto menoscabo y una de ellas el haberse ganado la enemiga del pueblo elegido
como consecuencia de los desmanes acaecidos en Burgos reinando su abuelo y los
de Segovia de 1410 con el robo sacrílego de las hostias catorcenas. Parece ser
que no hubo en Segovia a diferencia de Burgos tumultos ni asaltos a la aljama.
Todo quedó en desagravios eucarísticos y la institución de las procesiones
devotas a las que tan inclinados mis paisanos. Que acudían embelesados a
escuchar los sermones apocalípticos y antisemitas que pronunciara san Vicente
Ferrer en la iglesia del Cristo del Mercado. Hablaba en valenciano y sus
oyentes le entendían en castellano. En estas diatribas contra judeos Dios debía
de hacer un milagro.
Los
incidentes más notables fueron por este orden:
-
Toma de la plaza de
Gibraltar (1462) que costaría arduo trabajo y muchos muertos. El recuerdo del
asalto a Gibraltar y al fuerte de Archidona determinarían en su personalidad de
bon vivant una inclinación a los pactos y a los consensos. Enrique IV si
hubiera vivido en el posfranquismo a lo mejor se hubiera hecho de UCD. Le repugnaba
derramar sangre, no le gustaban los extremos y ante la infamia y el ataque
frontal se observa en él una constante: la escapada.
-
Se registra la primera
sublevación de Cataluña instigada por los franceses pero ahí el que iba a ser
su hermano político Fernando de Aragón hila fino y compra las voluntades de los
barceloneses para que no se separen de la corona de Aragón y en 1463 se
decretan las paces con Luis.
-
Conflictividad con
Portugal y con Navarra. El monarca castellano conjura el recelo de los navarros
y de los lusitanos mediante sendos matrimonios los cuales fueron muy
desgraciados.
-
Revueltas de los nobles y
de la iglesia, en una crisis social que aboca a una guerra dinástica y va a ser
el germen de la sublevación de las comunidades.
-
Su reinado no puede
desligarse del de su padre Juan II el cual tuvo un reinado turbulento a la
sombra del gran valido Álvaro de Luna pero no por ello menos interesantes pues
la corte fue mecenas de artistas, poetas, juglares, pero de él heredó la medrosidad y el carácter
irresoluto y la pasión por las artes y las cosas buenas de la vida, incluso
algún que otro gatillazo.
Por
último hay que estudiar dos aspectos biológicos interesantes. Enrique IV era
hermano de un costado de Isabel la Católica y del príncipe Alfonso por cuyas
venas corría sangre lusitana, hijos ambos de Juana de Portugal y aquel de
Blanca de Navarra. La segunda esposa de Juan II murió loca en el castillo de
Arévalo a los cuarenta y dos años de enviudar y esta esquizofrenia por la
consaguinidad viene a brotar en la mujer de Felipe el Hermoso hija a su vez de
los Reyes Católicos que arrastró una vida longeva y solitaria en el castillo de
la Mota. Otro paralelismo que ocurre es la muerte prematura de Alfonso quien
llegó a ser coronado rey con el nombre de Alfonso XII pero no llegaría a
gozarlo. Murió exhausto después de una noche de amores e igual le acaecería a
su sobrino nieto el infante don Juan príncipe de los Reyes Católicos en plena
mocedad. La historia maestra de la vida muestra a los hombres en sus miserias y
en sus grandezas, la eterna pasión de mandar, que promueve batallas y conjuras
sin cuento, y el ardor sexual, rueda de la existencia, sólo que en ciertos
casos acerca al hombre a la muerte. Eros y Tanatos son hermanos gemelos Es la
primordial lección que se concluye de esta apasionante y embarullada historia
que nos narra en sus anales el bueno de Alonso de Palencia tratando de estudiar
un poco la condición humana.
XLVI
EL
TESTAMENTO DE DOÑA URRACA Y LA VIOLENCIA CONYUGAL. CONFESIONES UN CURA DE ALDEA
Anduvimos
al Burguillo este fin de semana luna de lobos encinas chaparros un almez
munificente en la ribera del río que no sabemos lo que pintaba por allá y algún
espantapájaros. Se van los veraneantes y pronto empezarán las vendimias, afila sus
ojos y sus garras el garduño, los buitres se dejan ver solemnes y silenciosos
circunvalando despectivos la vertical del aire.
El oso busca querencia madriguera para la
invernada Tierra misteriosa: tomillares,
cardos borriqueros, la genciana y el cantueso y otras hierbas que desconozco
esparcidos por la plataforma de aquella meseta de soledades.
Por allí pasaba una calzada romana que
atravesaba desde Asturica Augusta hasta Tarraco los costillares del macizo
ibérico. Quedan algunas lajas del viejo empedrado y los restos de una gran
necrópolis visigoda.
Aún no han llegado las palas debeladoras del
paisaje que meterán la vertedera de sus dientes gigantes y en vez de surcos
colocarán cimientos para domar el paisaje de urbanizaciones a marchas forzadas
de ladrillo y de cemento. Segunda vivienda, casa en el campo, yo siempre
albergué un sueño y en el fondo de las aguas enigmáticas del pantano yace con
sus artes, sus aperos, sus arcas, sus llaves y sus huertos todo un pueblo
llamado Linares de donde era mi amigo Barbolla.
La verdad es que Madrid queda un poco lejos.
Por estas lindes pasó un día el Cid camino del destierro. Valles de Almazán,
vegas de Osma, la vieja Uxama. Soria fría, Soria, pura, cabeza de Extremadura,
que cantaba el poeta Bandadas de jilguerillos tiene querencia a la zarza.
Por san Frutos ya se sabe. No en vano lo
bautizaron al buen godo eremita con la sobrehúsa del pajarero. Uno se siente a
gusto por estos riscos buen tiempo de septiembre de alboradas frías pero a más
de mediodía estorba la chaqueta.
Mi
amigo Elpidio que es cura por estos contornos no diré cual pueblo y el nombre
también es fingido nos tumbamos a la bartola a tomar pan apoyados de un codo
como hacían los romanos que se derrumbaban para comer-costumbre que aún se
conserva en Castilla sobre todo en el campo- en su triclinio y en un ahí nos las den todas le echamos mano a
unas tajadillas, un torrezno, un par de cascos de cebolla comida humilde y sana
regada con unos cuantos tiempos a la bota y de hoy en un año.
Es
la hora de tomar el pan y aquí se está bien.
El
reloj marca las cinco y nosotros llevamos desde la salida del sol zamarreando
por estos tesos entregados a la noble ocupación de ver pájaros, no matarlos,
sólo diquelarles con nuestro catalejo y tirar alguna placa, cámara digital en
ristre.
Barzoneábamos por los terreros y nos saludaban
desde lejos las retamas y la flor de la camamila. Tierra de pan llevar a
trechos. El jabalí y el lobo al acecho. Yo llevo un eremita en mis adentros y
así se lo confieso a don Elpidio que comprende mi asqueo de la civilización,
del tráfago, el pago de la hipoteca, los atascos y el metro y alza la mano y
señala unos gollizos que parecen la marca de un glaciar en los bordes del
inmenso lago. Allí estaban las cuevas de los Siete Altares.
-Lo
ibas a pasar mal. Te ibas a aburrir de lo lindo. La vida cenobítica que tú
ansias no es nada fácil.
Acaba
de pasar el vilano y se dirige por la hondonada hacia Fresno de Cantespino que
es el pueblo con el nombre más bonito
más sonoro de Castilla después de Madrigal de las Altas Torres. Allí, hacia el
año 1111 vivía con su amante el Conde de Cantespín cuando su marido legítimo
vino a por ella, mató al conde y se llevó a doña Urraca la pobre a un convento
de Teruel.
Ella,
cabra que tira al monte, y cerrera de condición, se escapó del aragonés con la
ayuda de sus mesnaderos castellanos.
Hablamos
de mujeres pero Elpidio, mi compañero de terna en el seminario hace ya muchos
años, pone oídos de mercader, no suelta prenda. Ya a estas edades... Si los
curas se jubilaran a mi compañero le tocaría dar carpetazo el año que viene
pero los curas no se jubilan. Sirve a cuatro parroquias y dos anejos. Está
hecho un roble, pero misar todos los domingos y fiestas de guardar supone un
recorrido de sus buenos ochenta kilómetros entre pitos y flautas. Tiene que
binar consagraciones y ponerle mucha agua al cáliz de su sacerdocio. Una vez,
cuando iba a decir la eucaristía de un pueblo a otro, le paró la GC y en un
control de alcoholemia dio positivo. Don Elpidio le explicó su problema; siete
misas en siete pueblos, una tras otra.
-Y
a mí no me gusta aguar el sanguis. La sangre de Xto. es la sangre de Xto. Y hay
que apurar el cáliz hasta las heces, mi sargento.
-Pues
va usted aviado, padre. Pero siga su camino.
El sargento de la Benemérita hizo la vista
gorda y a nuestro curilla no lo metieron en la cárcel ni le quitaron puntos del
carné. Hay escasez de sacerdotes, la juventud ha dejado de ir a misa, que en
las parroquias sólo aparecen viejos, y abunda la violencia de género. Y como
las cosas no parece que tengan remedio pues litro y medio. Agua y ajo. Si te pega tu Paco pues
agua y ajo. Ay Paco. Mi curita tuvo que ir a poner en muchos sitios paz. Es una
tarea muy complicada y desagradable porque dos que duermen en el mismo colchón
se vuelven de la misma opinión. Mejor no interferir. De algo tan positivo como
es la emancipación de la mujer que es persona humana, que busca su vida y su
libertad, se ha derivado una problemática que parece insoluble tal y conforme
están las cosas.
-La
cuestión es insoluble pero el matrimonio es indisoluble nos decían. Algo para
toda la vida.
-También
existe en esta tierra nuestra mucho moro posesivo. Dios nos libre de los celos
de Otelo y del maté porque era mía.
-No,
no las matan por cuestión de sexo,
Elpidio. Ni siquiera por la honra a lo mejor. Las asesinan porque se ven
perdidos y en la calle. Es cuestión de pasta y de dineros. Los jueces fan toda
la razón a ellas que se quedan con todo y ellos se desesperan. El origen de los
litigios conyugales como todo tiene un matiz económico. Sin embargo, discuten y
andan a palos.
A
don Elpidio le da mucha pena que antiguos feligreses suyos buenos padres de
familia acaben en la rúa de vagamundos. Y todo porque se llevan mal con la
parienta. Tratan de meterlas en vereda pero por el testamento y la maldición de
doña Urraca que vaga por estas tierras cuando una mujer sale traviesa no hay
dios que las meta en vereda. ¿Solución? Agua y ajo.
-No
sabes el favor que me hizo Dios cuando abracé el celibato, Antoñito.
-Pues
sí y lo que decía don Camilo a sus guardias si no podéis ser castos por lo
menos sed cautos.
-Yo
estoy casado y me ha ido bien aunque con todo y eso tocó pasar mis malos
trances, pero en general bien no me arrepiento
Las
desavenencias conyugales son incluso en el campo no ya meramente en la ciudad
una pandemia. Ha caído una estructura. Se acabó una forma de vivir y abre sus
batientes el portón de una nueva era. Está claro que la mujer tiene derecho a
su libertad, no vale aquel prejuicio de la pata quebrada atada a la mesa y en casa como pretendió
hacer Alfonso el Batallador con doña Urraca. Hoy las mujeres salen. Son más
independientes. Eso es de cajón y en ese cajón puede que también esté metida la
Iglesia. Que tendrá que andar lista, reformar su estructura ni meterse en
bernegales. Los patrones medievales no sirven. Uno visitando estos riscos, y
todos estos pueblos románicos que vivieron a la sombra despreocupada de un
campanario durante milenios, tiene ese barrunto. Que faltan curas es un secreto
a voces y que, si esto sigue así, muchas iglesias de Castilla, Andalucía,
Asturias, Aragón, León, tendrán que echar el cierre. Por agotamiento de la
raza. Que una institución tan veneranda como es la familia, tan arraigada en
España, pues nuestro país tiene una constitución tribal, dé en quiebra traerá
aparejado que se cancelen muchos templos. Don Elpidio y yo hemos sido testigos
de este cambio que hará cosa de medio siglo nos parecía inasumible.
-¿Sabes quien era doña Urraca, Elpì?
-Pues que ha de hacer. A los moros por dinero y a
los cristianos de gracia.
- Hay que ver. Los curas estáis en todas. Eso es con
lo que amenazaba a su padre Fernando I de Castilla cuando hizo las particiones
del territorio. Meterse a puta si no le daban una hijuela con más garantías.
-Le tocó Zamora la bien cercada. Por uno la cerca el
Duero y por otro Peñatajada.
Mi amigo Elpidio que ya nos sorprendía en el
seminario cuando era capaz de soltar una tesis de Aristóteles en latín sin
perder el huelgo. Tenía buena memoria y era un apasionado de la historia. Un
cura tiene que saber de todo. Pero a la pobre doña Urraca, que era algo pendón,
su marido el Batallador y hay un documento en Simancas que así lo avala, la
sacudía el polvo. A ella a lo mejor le gustaba la marcha: “Faciem meam suis manibus sordidis multoties turbatam esse; pede suo me
percuisse omni dolendum est nobilitatem” (tengo la cara desfigurada por sus
puñetazos y me pega patadas en el
trasero; lo que me duele no son los golpes sino que se haya olvidado de mi
dignidad de reina.) Que ande a puntapiés un rey con su reina no es cosa que se
vea todos los días pero la violencia de género no hace distingos de condición.
Escala los talamos y los altos estrados. Este testimonio del siglo XII ya
demuestra que el zurrar a la parienta es más viejo que el andao para adelante y
no se detiene ni ante las propias testas coronadas. Luego mi amigo Elpidio socarrón me dice que
si la zurraba algo haría. Y aquello de si te pega tu Paco pues agua y ajo. Es
mejor no meterse en estos enredos. Aunque no hace ascos a la idea de los curas
casados dice que el celibato demuestra la sabiduría de la iglesia.
-Y su hipocresía-le replico.
-Yo creo que estamos muy bien así.
-Pero sois lo último de una estirpe. Esto es un fin
de fiesta.
-Que te lo crees tú.
-La vida de casado es más dura que la de soltero-,
salto yo como un resorte.
-Partim eumdam partim diversa, Antonio. Que no eres
lógico y te has olvidado de la asignatura que nos enseñaba don Fausto López.
-La verdad amigo mío que sois un poco misóginos.
-Qué va. Somos más cómodos. En la vida hay que evitarse complicaciones.
Ya sabes lo que dice el Eclesiastés de ellas: aula diaboli, aquilonis percussio.
-El aula diablo y el picotazo del escorpión. Pero
creo que la mujer es también lo mejor de la vida.
-Puede que sí y puede que no. Dubitatio metódica cartesiana que decíamos de seminaristas.
Elpidio el cura se me queda pensativo y añorante y
murmura:
-Yo no sé. No tengo experiencia. Nunca lo caté.
Tampoco lo echo de menos.
-¿Nunca? Ni un vulgar casquete
-Moriré entero como mi madre me echó al mundo.
Le creo. Mi condiscípulo era incapaz de mentir desde
cuando éramos pipiolos y juntos ingresamos en el seminario a< los once años.
-Qué cosas. De buena te libraste pero yo también
conocí a párrocos que andaban con el ama a puntapiés como Alfonso el
Batallador.
-De todo tendrá que haber en la viña del Señor.
Puede que existiera ese tipo de violencia en las sacristías. Al fin y al cabo
los curas también somos hombres.
Está diciendo la verdad, don Elpidio no es el típico
cura mocero o el que se va de marcha a los puticlubs de carretera. El un buey
suelto que bien se lame. Toda su vida muy independiente. Para él el celibato no
ha supuesto problema. La soledad sí lo es. Las bodas de plata de su sacerdocio
las celebró en el 92, año mágico. Ni feliz ni infeliz. Todo a ratos. Tuvo que
pasar malos trances porque ha vivido una de las épocas más traumáticas de la
iglesia. Ha sido un buen cura de aldea. Lo que le costó más duró fueron las
innovaciones litúrgicas, pastorales e incluso teológicas que vinieron con el
Concilio y que para muchos curas fueron una especie de cambio climático. Un
terremoto. Un tsunami en rectorías y curias.
-¿Sería el cambio para bien?
-En algunas cosas-responde don Elpidio- sí en otras
no tanto.
Ahora le preocupa la violencia de género y me lo
cuenta. Muchos de sus feligreses se están separando. No se aguantan. Las casas
y las familias se vienen abajo. Y yo le digo que más valiera que esos maridos
acaparadores echasen un poco más la vista gorda, tuvieran más mano izquierda y
sepan lo que contaban nuestros abuelos de que los españoles solemos tocar a
siete y una tuerta, viejo resabio del harén moro que corre por nuestras venas.
-Eres un machista.
-Lo que soy es realista.
Elpidio me mira con aire de superioridad incrédula y
abandonamos el lugar ameno. Se desploman sombras desde la montaña, corre una
brisilla y hay que ponerse la chaqueta. Ni contigo ni sin ti tienen mis males
remedio. Y la cuestión de la jodienda no tiene enmienda. ¡Si tuviéramos la mano
un poco más quieta! Me acuerdo del testamento de doña Urraca, una reina de
Castilla, nacida en Oviedo, que fue algo ligera de cascos y a mí siempre me
cayó simpática pues llegó a contar entre la larga lista de sus amantes con un
arzobispo. A los cristianos de balde ¿Y a los moros? Por dinero, pero de ellos
no hay registros en las crónicas.
Callades, hija callades, le dijo el rey Fernando su padre al testar. Esa
palabra no pronuncies. Y ella gritó puta
con más fuerza. A los moros por dinero y a los cristianos de gracia, lo que
tradujo en verso libre Quevedo con aquello de gallinas y mujeres todas ponen.
Unas, huevos y otras, cuernos. Pobre doña Urraca. Fue la reina de los tristes
destinos como doña María de Molina.
-No murió por las tabernas, ni tampoco tablas jugando
que él murió sobre Zamora, vuestra honra resguardando- cantaba el romance.
Deslices de
la humana naturaleza. Pobre doña Urraca.
-Me alegro, sin embargo, de verte, Elpidio. Estás
hecho un toro.
Se ríe y
dice:
-No creas, las apariencias engañan, también caen los
cedros del Líbano.
Luego al despedirnos echamos el ultimo traguillo de
la bota y él me bendice unos rosarios que he traído para regárselos a mis
hijas. A ver si con la bendición de Elpidio encuentran un hombre que no las
maltrate cuando se casen.
XLVII
ENRIQUE IV “TENÍA UNA GRANDE VERGA”
“E EL Rey don Enrique Nuestro Señor aveva una grande
verga nos daba deleite como cualquier ome pagando su débito viril en la
coyunda”. Este testimonio aportado por las meretrices
de Segovia y que recoge Marañón
en su estudio biológico sobre el tan denostado rey castellano tira por
tierra, al parecer, todas las acusaciones de impotencia que contra su real
persona descargó la historia.
La historia no la escriben los vencedores sino
los traidores y este puede un caso manifiesto de interpretaciones de tercería
interesada y capciosa. Los parciales de
su hermana doña Isabel le sentaron las costuras. ¡Pobre hombre, un pelele
difamado en los anales! Cometió un delito este buen rey y fue el enajenarse con
los judíos de Segovia. Las cosas sin embargo no fueron tan negras como las
pintan ciertos autores- Con don Enrique Castilla acusa los estertores de una
nueva época, la moderna y eso trajo convulsiones sociales: carestía de monedas
de vellón, bandidaje que venía de Francia e Inglaterra, un cúmulo de malas
cosechas pero los cronistas obvian la gran arquitectura de aquellos años de los
últimos castillos mudéjares, la invención de la imprenta que tuvo por escenario
un pueblo de la provincia donde se dieron a la estampa los primeros documentos
en letras de molde sinodales de
Aguilafuente nuestro primer incunable que data de 1472.. El rey y el obispo
contrataron los servicios de un ambulante bohemio del que apenas se sabe más
que el nombre: Juan Parix, que viviría en
el alcázar. Los sinodales de Aguilafuente se publicaron de la mano de
este maestro dicho año.
A
Su Majestad se le quiso mucho en Segovia donde tenía su corte gran parte del
tiempo cuando se iba a cazar a los montes de la Despernada. Curiosamente vivo cerca
del castillo de Villafranca donde estaba la guarnición de este castillo denominado del Aulencia, en los predios de
las dos Villanuevas la del Pardillo y la Cañada que por entonces eran tan sólo
monte pero aún quedan las eras de la antigua villa hoy desaparecida. Su abulia
y su amor a la caza puede que se confundiera con la impotencia y no era otra
cosa que cierto desencanto con aquella Castilla que le tocó vivir plagada de
intrigas y de conspiraciones promovidas por la nobleza, la jerarquía y los judíos.
Tedium vitae. Hastío de la vida.
Desencanto de la política.
Tanto el historiador Alonso Palencia como
Hernández del Pulgar eran amanuenses a favor de su hermana Isabel a la que se
denominó la Reina Católica, amanuenses amañadores porque exageraron o deformaron
algunos sucesos y sólo el franciscano Diego Enríquez del Castillo al que nombró
don Enrique su cronista particular tras la muerte de Juan de Mena, se permite
hablar con cierta discreción y benevolencia sobre estas supuestas mermas de
Enrique IV pero sin echar su cuarto a espadas a la hora de desbaratar ciertos
infundios. Desde luego le tocó tarifar con aquellos arzobispos como don Alonso
Carrillo que era una mala bestia. Aun se le puede contemplar a su reverencia de
cuerpo entero vestido de pontifical ante el convento alcalaíno de las monjas de
San Diego, de mediana estatura y mediana edad, renegrido, calvo y con malas
pulgas. Tarifar con dicho prelado no debió ser fácil porque era un señor de
horca y cuchillo y enseguida sacaba la espada. Utilizaba el báculo cual arma
arrojadiza. Era un aguerrido prelado prevenido en frontera.
Él fue el promotor de la gran afrenta
denominada el pelele de Arévalo. Este acto infausto no ocurrió en la villa
arevalense sino en Ávila. En comandita con el obispo de Calahorra el cual sería
más tarde el cardenal Mendoza – tuvo 33 hijos naturales reconocidos-, el
marqués de Villena don Juan de Pacheco y después de destronarle arrebatando de
su cabeza la diadema de la corona, el cetro de su mano y el manto de armiño de
sus espaldas nombraron soberana y heredera a doña Juan la Beltraneja
supuestamente habida de su matrimonio con la reina doña Juana la portuguesa
pero de cuya concepción hablaban las malas lenguas fue debida a don Beltrán de
la Cueva la Beltraneja. El urdidor verdadero,
el que manejaba los hilos de la conjura
en la sombra, muñidor de todos los enredos, fue uno de esos personajes
siniestros que de vez en cuando cruzan por la historia de España: el marqués de
Villena “ni palabra mala ni obra buena”,
De don Juan de Pacheco quiromante y conocedor de sortilegios y artes diabólicas
se hablaba que tenía dominada la voluntad regia, que le había dado un bebedizo.
Marañón presume muy bien que don Enrique sufriera de melancolía en parte porque
la reina portuguesa debía de ser un caso parecido a doña Urraca, una
ninfomaníaca que a los moros por dinero y a los cristianos de balde. El rey
empezó a sentir la depresión psicológica a raíz del repudio de su primera
esposa doña Blanca de Navarra de la que no hubo descendencia al parecer por
esterilidad de la soberana, y esto
consta por el testimonio del privilegio de “fiel de fechos”(una especie de báscula moral que levantaba acta de
los actos humanos incluso los más insospechables), bárbara e inaudita costumbre
de los tiempos medievales porque en las bodas regias y para conjurar los
achaques de bastardía y de cuestiones de legitimidad que dieron pábulo a no
pocas guerras se colocaban en la cámara regia tres pajes, un notario y dos
pincernas y todos ellos testificaron que doña Blanca era virgen y que fue
desvirgada en la noche de bodas, como corresponde, y que el lienzo que pusieron
sobre el lecho fue manchado con sangre y
esperma. El paño de pudores dijo, máquina de la verdad, que su Majestad
no tuvo contratiempos en su noche nupcial. No sucedió pues lo que cuenta
Góngora en su inmortal soneto:
Con Marfisa en la estacada
Entrose tan desguarnido
Que su escudo aunque hendido
No pudo rajar la espada
No se vio en trance tan crudo
Ni vuestra vergüenza pudo
Cuatro lágrimas llorar
Siquiera por dejar
De orín tomado el escudo
Estos
mirones pudieron dar cuenta de que el rey no era impotente y que tenía todo el
aparato genésico en condiciones. Era un varón de aventajada oscura, de aspecto
taciturno y reservado, tardo en sus reacciones, de enfermizo semblante, y dicen
los cronistas que “allá donde ponía los ojos mucho le duraba el mirar”
Los juicios que vierte Marañón sobre la
impotencia de don Enrique acaso fueran juicios de parte o meras conjeturas
sectarias: el pie valgo o plano, el aspecto fofo y algo feminoide de su persona
(no vamos a entrar en detalles), aunque es posible que esa pérdida de la
virilidad ocurriera debido a una enfermedad de carácter urinario como el mal de
piedra y a lo mejor un cáncer de colon o de próstata, agravados con la edad. Se
le acusaba al propio tiempo de verse rodeado de una guardia morisca – nada de
particular tenía esto porque el rey cristiano se fiaba, lo mismo que Franco,
más de los musulmanes que de los cristianos- y de haber adoptado algunas de sus
costumbres como sentarse a la morisca y deleitarse con música de adufes, gaitas
y chirimías. Hablaba la algarabía que
aprendió de mozo en la campaña de Andalucía porque fue el primer que tomó la
plaza de Gibraltar incorporándola a la corona de España.
Tales
cargos señalaban que era “una ofensa a la religión cristiana el traer consigo a
moros infieles y de holgar y salir a cazar en su compañía y que esta gente eran
expulsos o prófugos de Granada donde no habían querido seguir la facción del rey Chiquito
(Boabdil) y que forzaban a las cristianas que encontraban de camino”.
Para
mí al igual que para muchos historiadores todas estas hablillas son el
resultado de la falsedad, del mal ejemplo, el ansia de poder y la hipocresía de
aquellos príncipes de la iglesia: el ya mentado Carrillo, el cardenal Mendoza,
el obispo de Coria, Iñigo Manrique, el almirante don Fadrique Enríquez que era
el suegro del rey de Aragón don Juan padre de Fernando el católico, y era judío
converso. Todos ellos más que en el bienestar de sus súbditos y el ejemplo y la
edificación de sus fieles tenían su mira puesta en las riquezas, en los
devengos, martiniegas, diezmos y primicias. El pueblo esquilmado gemía bajo la
bota de todos estos tiranos, algunos eclesiásticos como los maestres de
Santiago que por acá dieron bastante guerra y los de Calatrava, y otros de la
más encopetada nobleza que se jactaban de traer sangre de los godos y de venir
de la pata del Cid.
La historia demuestra que esta divinización de
los templarios se corresponde con una verdadera demonización, con los poderes
ocultos Aquellos monjes soldados asimilados a monasterios fronterizos en punto
a cristianismo dejaban bastante que desear por crueles y malsines y opresores
del pueblo como fue el caso de la trama de la famosa comedia de Lope,
Fuenteovejuna: un reitre calatraveño abusa de una moza y el pueblo pide cuentas
al rey que entonces estaba por encima de la Iglesia
Le
hicieron abjurar a don Enrique en la reunión habida en la villa de Cigales
(buen vino debieron de beberse aquellos señores) pero luego el rey como era
irresoluto y de carácter inhibido se volvió atrás y se fue a cazar puercos a
los montes de la Mocha Chica y de Navalcarnero y ello daría lugar a toda una
guerra civil, a las banderías famosas castellanas del siglo XV a los despechos
del maestre de Calatrava don Pedro Girón a varias luchas y batallas entre
castellanos y portugueses por culpa de la Beltraneja: las batallas de Toro y
Albuera y al tratado de los Toros de Guisando, un punto de inflexión en la
historia española, pues no hay mal que por bien no venga, en el que Enrique IV
nombra su sucesora y princesa de Asturias a su hermana Isabel.
Hay
en Segovia o había dos olmas principales. Una era la de San Miguel donde fue
jurada reina la princesa de Asturias un 12 de diciembre de 1474 y otra la olma
del convento de San Antonio el Real paredaño al palacio del monarca.
La
leyenda dice que fue el rey nuestro señor don Enrique de Trastámara el que la
mandó plantar y yo la he visto oronda y solemne echar ramas muchas primaveras a
este prodigio forestal pues estaba cerca del Campillo, donde comienzan los
arcos del acueducto y donde yo jugaba de niño al fútbol en los terraplenes del
campillo. Esta olma fue talada en los años 80 a efectos de la grafiosis una
enfermedad forestal que acabó con nuestras famosas olmedas, pero la conseguí
fotografiar.
Cuando
iba a mi pueblo ante esta olma me cuadraba y me echaba a temblar, guay de mi
España. Don Enrique al que tanto quisimos en Segovia porque fue un poco el alma
de la ciudad, que recibió como señorío propio a la edad de catorce años de su
padre el rey don Juan II y a la que gustaba de llamar mi Segovia no fue ni tan
impotente ni tan malo como argumentan sus detractores. Es un consuelo saber que
“tenía una grande verga”, una buena polla castellana, vaya. Con lo que querrá
decirse que era un hombre como los demás, ni mejor ni peor, muy campechano y
convival como eran en otra época los que nacieron a los pies del acueducto, que
gustaban de comunicarse, darse los buenos días, acudir a las ferias y a las
bodegas, echarse de vez en cuando una cana al aire, devotos hasta cierto punto
y don Enrique profesaba un fervor muy significado a san Antonio de Padua y
pertenecía a la cofradía de las cinco llagas, (lo enterraron en Guadalupe de
hábito franciscano) pero sin pasarse, amante del traguillo en la bodega y una
charla con los amigos ante una ración de escabeche bonito de cubillo en que se
contaban historias de cuanto entonces y se adobaba la conversación entre besos
al jarro y de hoy en un año, salud es lo que hace falta, que en el cielo le
veamos, si se brindaba por un difunto, con retraheres y chascarrillos, en una
palabra, un castellano de pura cepa, nada engreído y al que la corona le venía
un poco grande y acaso el cetro le pesara más de la cuenta, prefería la
cachava. ¿Entonces por qué le difaman? Por crueldades de la política y por
veleidades del destino. Trataremos de esclarecerlo en este libro. La historia -vuelvo a insistir- en este país
no la escriben los vencedores sino los traidores.
XLVIII
ENRIQUE IV Y LA IGLESIA
La
iglesia española había adquirido un gran poder e independencia frente a Roma
gracias al llamado Cisma de Occidente. Una gran parte de los prelados de
Castilla y Aragón se inclinaban por el pontífice de Aviñon en cuya sede se
instaló uno de sus nombres de mayor relumbre: el Papa Luna Benedicto XIII. Hubo
obispos tan significados como el primado de Toledo, Gil de Albornoz. Que
estuvieron con la “legalidad” y la legalidad entonces no era el Vaticano.
Se produce entonces una literatura y una
tradición irreverente hacia la primacía papal habida cuenta que el poder en
este lado de la cristiandad residía en el episcopado. Roma estaba lejos y no
tardó en condecorarse con una aureola negra de corruptelaS, perversidades,
puterío, practicas simoniacas y esta corriente de opinión se detecta en autores
castellanos como Juan de Mena, el Marqués de Santillana, el Arcipreste de Hita
y el de Talavera. Estas invectivas se disfrazan de alegoría como en el
“Laberinto de Fortuna” (en la corte de
Roma se excomulga a los vencidos y a los vencedores se corona”) y otras son
más directas como en el “Libro del Buen Amor” (yo vi en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad).
La Silla Apostólica es considerada un comodín y como juzgado de última
instancia para dirimir litigios eclesiásticos, sobre todo, pleitos
matrimoniales.
Enrique IV quiere ver anulado su matrimonio
con Blanca de Navarra y ello ocasiona una de las muchas contiendas civiles
entre el príncipe de Bearne y la corte castellana. Pío II reclama dineros y da
largas. Esto de las nulidades matrimoniales va a ser uno de los grandes
negocios del palacio de San Juan de Letrán. Entre los reinos cristianos veían
en el Papa la última ratio o suprema corte de apelación cuando querían dar
marcha atrás en sus bodas, y éste con estos dimes y diretes y sus monseñores
hacían caja. Caso palmario fue el de Enrique VIII cuando repudió a su legítima
Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena. Los talamos regios estaban
inquietos ahora y entonces. El sexo ha sido una fuente de divisas para la curia
romana porque así son los humanos y porque el catolicismo se ha entendido como
un problema de bragueta desgraciadamente en desdoro de las enseñanzas
evangélicas. En sus predicaciones Jesucristo pasa de largo y como de puntillas
en lo que se refiere a las relaciones entre hombre mujer. Sólo anatematiza
contra aquellos que promueven el escándalo pero aquí tenemos a toda una ingente
masa de confesores, curadores de almas y directores de conciencia que con
mentes enrevesadas sembraron el bullicio, los escrúpulos y el dolor en muchas
almas tiernas, haciendo caso omiso de los traumas que han causado en sus
dirigidos cuando se han producido abusos sexuales.
La Moral y los Cánones nos llevarían siempre a
un terreno pedregoso de quien peca, cómo y con quien. Por ejemplo, en la edad
media se consideraba un pecado muy gordo ver desnuda a la mujer. Sólo estaba
permitido el coito dentro del tálamo conyugal y así y todo sin morbo, a pelo,
el aquí te pillo, aquí te mato porque incluso dentro del lecho canónico, el
goce se consideraba una desviación de la moral cristiana. De Roma llegaban las
bulas de cuaresma, los reescritos, los anatemas, las sentencias inculpatorias
por concubinato o la absolución de culpas que eran materia reservada al Papa.
Estas prácticas se consideraban una rutina pero el pueblo era muy creyente,
creía en el cielo, el infierno y el purgatorio, y al morir dejaba mandas de
misas y de limosnas o hacía donaciones pro ánima que tanto han enriquecido a la
Iglesia. Los obispos eran magnates y sus clérigos próceres.
Gozaban
de inmunidad penal y en parte su poder se acercaba al de los mismos reyes. Sin
embargo, dentro de esta jerarquía corrupta y dominante de los siglos XI al XV,
cuando los arzobispos eran próceres y señores de horca y cuchillo, nunca estuvo
el cristianismo tan arraigado y seguro de sí mismo pese a las limitaciones de
sus pastores que a veces eran lobos disfrazados de piel de oveja, ni fue tan
firme la fe. Existía el convencimiento de que el cristianismo era la religión
verdadera y mi país con razón y sin ella. Se moría por esa fe. ¿Por qué? Porque
había un propósito común de avance frente al Islam y una liturgia que se
extendía por toda Europa desde Portugal hasta Suecia y desde Inglaterra al
Principado de Moscú. ¿Y el Papa? una especie de cuarto dios después de la
Trinidad, como señala Clarín. Entonces la Iglesia tenía un cuerpo muy grande y
una cabeza pequeñita que no se asomaba a la televisión y vivía prisionera en
San Juan de Letrán, lo que exacerbaba su carácter mágico. Se le besaba el pie y
todos los reyes querían ganar como mejor trofeo de sus vidas la rosa de oro o
ser proclamados defensores de la fe como ocurriría con Enrique VIII de
Inglaterra el cual despechado en sus anhelos de disolver su matrimonio con
Catalina de Aragón, se puso de manos traseras, renunció a esa fe que defendía y
fundó una iglesia por su cuenta. Al intentar rebasar el límite de sus
competencias el pontificado se produjo la hecatombe religiosa de la edad moderna.
En parte Roma tuvo la culpa de Lutero y de Calvino.
La otra culpa de la rebelión la tuvieron las
epístolas de San Pablo que desencadenaron una tormenta de fundamentalismo y de
Biblia a palo seco. Castilla se va a quedar sola en la quijotesca defensa de la
utopía papal aunque los castellanos fuesen poco fervorosos en sus prácticas
religiosas pero siempre respetaron la tradición. Enrique IV, aunque tibio con
moderación, favoreció a los franciscanos y hace donaciones y mandas para que
las Clarisas abriesen dos conventos en la ciudad. En uno de ellos estaba
instalado su palacio y esta generosidad hacia los frailes menores se repite en
Madrid y en Toledo donde dice la tradición que tuvo amores con una monja que
era priora de aquella congregación.
La
consecuencia a extraer de esta interpretación es que con frecuencia hacen más
por Jesucristo los que se consideran a sí mismos pecadores que santurrones.
Porque tan importante como la fe es la tradición y es por ende que al
convertirnos en martillo de herejes en Trento los españoles nos enfrascamos en
la defensa de una causa perdida. ¿Ocurrirá otro tanto con el mundialismo, el
entendimiento entre civilizaciones de ZIP? En las Gesta Hispaniorum sale a
relucir esta desconfianza hacia la primacía romana que se compadece con la
alegría de vivir aunque fuese en pecado mortal. Los obispos no solían decir
misa a diario, tarea que delegaban en sus capellanes. Únicamente oficiaban en
las solemnidades. Y éstas tenían un poco de convención social y un mucho de
espectáculo porque la Iglesia no consiste meramente en cánones y en casuística.
Relata un historiador del siglo XVII que un confesor niega la absolución a un
penitente porque había tenido cinco cópulas con su mujer en una misma noche… quinque in eadem noctem; eso era lascivia
y un mal uso del sacramento del matrimonio destinado a la procreación no al
deleite. Esta obsesión sexual que tanto daño hizo a la iglesia puede que sea
una aberración de su doctrina soteriológica. La iglesia es también filocalía,
culto a la belleza, melodía y misterio.
La misa no viene a ser más que la
representación alegórica y teatral del drama de la redención. Después de eso,
que cada uno haga de su capa un sayo y allá con su conciencia. La norma
evangélica es el ideal al que aspira todo bautizado a sabiendas de que
contempla una meta inalcanzable. Los hombres hemos sido fraguados en barro.
La fe del carbonero tan denostada tiene
entonces lados inefables. Y un poco es la fe del carbonero la que practica
Enrique IV quien no acaba de entender al primado Carrillo, su enemigo jurado.
Se muestra humilde y pese a todo mantiene en su corte a un cabildo de
capellanes. Uno de ellos será Diego Enríquez del Castillo quien escribió la
crónica de la batalla de Olmedo pero un día que se fue de putas le robaron el
ms. Seguramente los parciales de Alonso de Palencia.
Quinque cognitiones in eadem nocte. Que barbaridad. Entonces los había que eran superman. Sin embargo a
estos clérigos disolutos, a estos obispos que iban a la guerra y tenían sus
mancebas, creo que nadie se atrevería a profanarles una capilla o entrar una
noche en un templo a robar hostias consagradas. Los culpables se expondrían a
un buen ladrillazo de Roma. La iglesia de entonces era plaza fuerte. En la
actualidad se bate en retirada y eleva a los altares a jerarcas tan dudosos
como Wojtyla. Yo me quedaría con don Alfonso Carrillo que sigue ostentando su
báculo y su mitra en esa estatua de bronce de Alcalá mirando para Cisneros que
tampoco era manco por eso cabo y se fue a pelear con el sarraceno a Oran. Pero
este concepto de la fe se defiende con la espada y de que la letra con la
sangre entra la habían asimilado los cristianos de la tradición muslímica y de
los largos años de brega durante la Reconquista. “Mete tu espada en la vaina”
recomienda Jesús a Pedro en el huerto de Getsemaní cuando Cefas en un arranque
de coraje corta la oreja a Malco uno de los que bajaron a prenderlo.
Ciertamente el pensamiento cristiano es pacifista y “dejado” en los brazos de
la Providencia pero la religión católica la integran seres humanos pecadores y
de la misma forma que los mahometanos no siguen la ley del Corán con frecuencia
y los judíos caminan por la historia de espaldas al Sinaí porque también son
pecadores no se puede pedir peras al olmo ni exigir la perfección a la
jerarquía eclesiástica de la cual ellos carecen. Esta actitud es muy condenable
pero se encuentra muy extendida cuando se recrimina a los seguidores del
Crucificado matar en nombre de la Cruz. Sin embargo los ocho siglos de la
Reconquista ¿no fueron una guerra defensiva y, en cuanto tal, perfectamente
lícito el batallar?
XLIX
EL CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR Y ENRIQUE IV
Y vi a don Hernando aplicado a su pupitre cálamo en
ristre yugo y atril escribiendo en las largas noches de invierno en su aposento
del castillo de Coca. Cartas fueron venidas y consejos anotaciones bíblicas
para el que quisiera llevar. Al obispo de Tuy Diego de Muros arrojado a una
prisión de Coimbra por haber echado en cara al rey de Portugal don Juan segundo
sus insidias contra Castilla, corría el año 1478 y el poder regio primaba sobre
el episcopal. Los mastines de la grey ladraban desde el púlpito excomuniones
con brios apocalípticos. Los profetas y los que decían verdad eran arrojados al
foso de los leones. Iban y venían con sus sacos al hombro cargados de profecía.
Ese año de 1478 nació el príncipe don Juan y todos
creyeron que era el precursor o Mesías de las Españas que por entonces no era
sino Hesperillas, nombre que debía al de una estrella speros que seguían los marineros griegos cuando viajaban al oeste
en busca de las columnas de Hércules pero hete aquí que las famosas pilastras
se estaban derrumbando pero este clérigo escritor proponía servir a dios con
devoción, al rey con lealtad y a la patria con amor. Escribe a la reina doña
Isabel instándola al aprendizaje del latín que le enseñaba Beatriz Galindo y
dice que es lengua zahareña que no se
deja aprender de los que tienen muchos negocios y preocupaciones en la cabeza
pero muy recomendable. Al paso advierte a un canónigo de Sevilla tiempos
revueltos y algaradas por lo de los cristianos nuevos que trajeron divisiones
discrepancias, descalificaciones sobre la mala condición inquieta de natura de
los españoles. El tal canónigo llegaría a ser cardenal de España y era converso
pese a su apellido Pedro Hurtado de
Mendoza. “Los hispanos, señala, en la guerra son perezosos y en la paz
escandalosos”. Tenía buen ojo clínico don Hernando y hace una evaluación
periodística del mundo que circunvolaba en torno a su mirada aunque no deja de
reconocer que se siente parcial del bando isabelino y detractor de don Enrique.
Admite empero que el monarca lo era todo menos cruel porque a diferencia de
otros ostentadores de cetro y corona de su tiempo – Juan de Portugal mató a su
privado y a su propio hijo; en Navarra los envenenamientos estaban a la orden
del día y el rey de Aragón respondía a las venganzas catalanas con la
contundencia sangrienta y homicida del badajo de la campana de Huesca- no colgó
a nadie y los desmanes en Castillas corrían a placer porque en los patíbulos
crecía la hierba. ¿Por pusilanimidad del rey absoluto o por bondad? Vaya usted
a saber. Lo cierto es que cualquier historiador avisado ha de notar una carga
de animosidad contra sus personas. Es destacable en este terreno el rijoso
Palencia clérigo de origen converso. También lo era Pulgar aunque no llegase a
los extremos de animadversión de aquel rey cazador y abúlico que se convergería
en el risum teneatis de los nobles de las intrigas lusitanas de los obispos en
especial de del primado Carrillo y de Navarra. Le habían hecho casar a la
fuerza con una princesa que llevaba las tres efes fatídicas de ser fea floja y
fría y colorada[40].
No hay que preocuparse. Eros y Tanatos se unen en el mismo lazo y la muerte es
el último de los dolores terribles pero dura poco lo mismo que el coito sexual.
Quemaron Escalona por entonces y otras muchas
ciudades de Castilla a causa de las rivalidades y bandos entre las casas
ducales, las episcopalías y los maestrazgos el de Calatrava con el de Santiago,
el de Avis con el de Montesa. En el cerco de Montánchez por ejemplo perecieron
mil jinetes y doscientos ballesteros. Toledo estaba revuelto y a favor del rey
portugués. En Sevilla serían provocados desmanes por los conversos y hubo un
asalto a la aljama. El pueblo se alza en armas contra la usura de ciertos
prestamistas y el lujo y la lujuria de la iglesia dominada por antiguos
rabinos. El biógrafo jurado de los reyes católicos escribe una carta muy
sentida a la reina y ésta otorga el perdón general. Lo acontecido en Sevilla se
relaciona con los desmanes habidos en Burgos cien años atrás y en Segovia casi
paralelamente, en Toledo y en Zaragoza.
Pulgar entona un misereatur y aduce razonamientos
del antiguo testamento que conocía bien y de los que están trucados sus cartas
y sus comentarios a las coplas de Mingo Revulgo. El arzobispo hispalense es
preconizado cardenal de Toledo. Se inicia la primacía de los Mendoza de gran
importancia en la iglesia castellana.
Entona don Hernando el misereatur y le dice a la
reina que mire en su magnanimidad cómo los hombres son todos inclinados al mal
y le hace advertencias de la mala índole de los españoles quejándose de los
tiempos disidentes y banderizos que corrían, suplica clemencia y doña Isabel se
la concede.
El conde de Cifuentes cae prisionero de los moros en
la batalla de Atarija. Muy afligido debió de estar el buen conde en su mazmorra
cargado de cadenas. Como en el famoso romance no sabe cuándo es de día ni
cuando las noches son si no es por una avecilla que le cantaba al albor,
matosela un ballestero, dele dios mal galardón. Vía epistolar le consuela el
buen cronista diciéndole que aprenda árabe pero maldita la gracia que le debía
de hacer a Cifuentes iniciarse en la algarabía. Pagaron su rescato en una fuerte
suma de ducados y regresa a sus posesiones alcarreñas harto enojado el prócer.
Muchos buscan el tenue consuelo de la filosofía.
Estas décadas turbulentas en que el feudalismo da sus últimos suspiros están
llenos de senequismo. Las gentes de bien emigran al exilio interior, el alma
contrita. Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. En la corrupción de
las costumbres están la destrucción y la muerte mientras los predicadores, esos
mastines de los que hablan la Coplas de Mingo Revulgo, no dejan de proferir en
sus broncos ladridos al barruntar el cerco de los lobos a la majada
advertencias apocalípticas sobre el enojo de la divinidad contra una humanidad
corrompida. Poco más o menos, la misma situación que hoy. Es por lo que el
cardenal Mendoza, un converso, establece la Institución de Sevilla 1478 con
enojo del maestro Pulgar que trasluce su disgusto y ciertas simpatías con los
herejes y tacha de albardanes o burros a quienes critican su postura. Los
quiciales sobre los que se soporta el cancel de las puertas del firmamento
ceden a la furia de los tiempos. Escribe una carta, desengañado, a una hija
monja profesa clarisa en Dueñas alabando su decisión de haber abandonado el
siglo y haberse sacudido el yugo del matrimonio y vivir alejada de los miedos,
los locos gozos y discordias, las lides acechanzas, iras, enemistades,
mentiras, lisonjas, engaños, porfías, ambiciones, envidias, osadías, lujurias,
fuerzas y estupros, menguas, pobrezas, adulterios, sacrilegios y herejías,
calumnias, juicios inicuos, trabajos y latrocinios del mundo. Al trasluz de
esta lista de maldades se observa que el ambiente no ha cambiado demasiado en
las mentalidades del hombre del siglo XV y del XXI. El hombre, agrega citando a
san Agustín, no puede vivir sin trabajo, sin dolores y sin temores. Avanza la
técnica, llegan nuevos inventos pero la condición humana sigue idéntica a sí
misma pese al celo de los moralistas, las evaluaciones y directrices que
formulan los sociólogos y psicólogos. Es consuelo el que da la religión a los perdedores.
Según él, guarda de los peligros y alegra el corazón aparte de que permite ver
los toros desde la barrera, nos dice aquel padre desengañado y que recuerda con
tristeza sus alegres años de estudiante en la Sorbona donde se encuentra con un
compañero que había tomado el habito de los dominicos y le dijo que si no
hubiera pecado tanto no habría aborrecido tanto el pecado. Una anécdota
parecida a la que se produciría medio siglo más tarde cuando Ignacio de Loyola
amista en Paris a Francisco de Javier. De qué te sirve el mundo si pierdes el
alma.
Lejos del inmanentismo actual aquellos castellanos
creían que esto era un valle de lágrimas o una mala noche en una infame posada.
Lo importante, de lo que se trataba el existir, era la salvación del alma.
Hay en estas letras o cartas observaciones
meteorológicas. Los siglos medievales terminan en el décimo quinto en que se
enfría la tierra. Acontecen grandes rigores climáticos. Las montañas y los
mares desatan sus furias y Pulgar ve también en esto una señal del dedo de
dios.
Al obispo de Coria a cuya silla accede desde el
decanato del cabildo toledano le dice que siente acidia y que le repugna el
escribir porque estoy cansado de tanta muerte, tantos robos, asonadas, fuerzas
y desafíos cada día más abundantes en las diversas partes de estos reinos. Don
Francisco entra en su diócesis a lomos de una pollina blanca el año 1473.
Descendía de conversos lo mismo que Lope Barrientos que ocupaba la silla de
Cuenca y autor de Tizón de la Nobleza
Española. La idea de la honra preside las relaciones y las cosas hasta la desmesura al igual que el más allá.
Y es la religión el eje de marcha de la reconquista.
El infiel tiene que ser dominado o convertido y que la cruz ha de triunfar
sobre la media luna y el candelabro del tartaja. Ningún otro país del mundo fue
víctima de ese ideal a excepción de los Estados Unidos que trata de imponer el
parquísimo democrático como un dogma de fe. Como resultado de esta aspiración y
de tratar de aplicar tu religión, tu forma de pensar a viva fuerza se
desencadena la guerra y como bien demuestran las calendas de la actualidad que
hoy son los telediarios. La mercadotecnia norteamericana vive por y para la
guerra porque la guerra reditúa muchos más beneficios que la paz. Ya los
romanos adoraban a la diosa Belona como compañera de cama de Mercurio. Las
armas que arruinan y destruyen no pocas vidas y ciudades a una pequeña minoría
les hacen ricos. Recordemos las arcas llenas de arena con que el Cid Campeador
engañó a Raquel y Vidas haciéndoles creer que guardaban oro. Un detalle
significativo que demuestra que en la Reconquista las aljamas hebreas tanto en
la zona cristiana como entre los muslimes gozaban de la protección del rey
castellano y de los taifas porque subvenían los intereses bélicos de unos y
otros, prevenían las escuadras, dotaban de maquinaria de destrucción (espadas,
torres de asalto, testuces, pólvora y artillería) a los ejércitos. Campos de
Haceldama, el oro de Judas, la maldición del progreso, la usura como palanca de
cambio. Claro que la táctica se volvió contra ellos en 1492 y esto forma parte
de un asunto clave y misterioso- el bando de los poderosos hebreos se decanta
por Isabel y luego ésta los expulsa- determinante la gobernación del último de
los Trastámara tan denostado por sus enemigos. Detrás de su supuesta
afeminación, relajo, impotencia del rey de la granada y del agridulce reinar se
encontraba el auge del pensamiento castellano, de las artes, la literatura y la
ciencia. El afán de utopía del alma
grandiosa castellana que soñaba otros mundos. Y detrás de don Enrique mal
llamado el Impotente estaba la corte de su padre don Juan II con su estadillo
de poetas, astrólogos, sus frailes iluminados, sus geógrafos. Nada surge por
generación espontánea.
En Hernando del Pulgar se echa de ver esa típica
melancolía española del escritor que se siente inerme de tanto batallar y solo,
profundamente solo, recordando las ansias de su juventud, las izas y rabizas,
el baile de la chacona con sus recuerdos de la vida bona, los amoríos ardientes
que siembran la melancolía en el corazón apagado ya y sin fuerza de un viejo
prostático e impotente. Amar después de los sesenta es hacer el ridículo.
Cruzada esa raya liminal, los hombres se ven obligados a un voto de castidad
forzosa. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar como escribió aquel
gran poeta de la corte de Enrique IV, Jorge Manrique.
L
ENRIQUE IV Y LOS JUDÍOS
Se ha intentado comparar a Enrique cuarto con Carlos
II el Hechizado pero todos los historiadores son contestes de que no puede
haber parangón tal. El Trastámara era valiente- fue el primer monarca que
devolvió a España el peñón de Gibraltar y resultó herido en la toma de
Archidona al poco- vicioso amante del vino y de las mujeres aunque es posible
que también de los mozos y la sospecha de su bisexualidad no probada habrá de
ser investigada, muy poco rezador y su amistad con los moros le hace ser
sospechoso a algunos de sus contemporáneos de sectario de Mahoma. Le gustaba la
caza, correr toros y cañas y más de alguna vez se le vio en algún torneo sobre
el palenque pese a su horror a la sangre por las heridas inferidas en el asalto
a las almenas de Archidona. Mientras el Austria era un imbécil y un caso
clínico de los desastres a los que puede llevar la naturaleza: enano, casi
deforme y supersticioso, puesto que creía en fantasmas y en aparecidos. No Enrique IV no fue el
baldón de la monarquía absoluta ya que en su época de convulsiones, revueltas y
aventuras se crearía el germen de la unidad de la patria. Su hermanastra Isabel
va a recoger el testigo. Los más calamitosos reinados que convirtieron a España
en una caricatura de sí misma fueron dos: uno absolutista con trazas de
constitucional el de Fernando VII y otro constitucional con trazas de
absolutista el de Juan Carlos I al que puso Franco. Éste no solamente no ha
recuperado Gibraltar sino que entregará Ceuta y Melilla a su primo el alauita y
puso el país a los pies de los caballos norteamericanos que estampan sus cascos
apocalípticos contra el empedrado internacional; la eventual secesión de
Cataluña, el pavoroso desempleo juvenil, la llegada en masa de inmigrantes de
todos los rincones del planeta y seres tan despóticos y repelentes como los que
nos desinforman y nos desgobiernan. Con don Enrique España aun en agraz se
estaba fraguando mientras con don Juan Carlos se descompuso y esto parece la
corte de los milagros trufada de una turba de soplones y aduladores... Y todos
estos buitres, epitome de la ambición y las ansias de poder dejan muy pálidas
las esferas de aquellos maestrantes y magnates de la nobleza castellana de la
decimoquinta centuria castellana: El primado Carrillo, renegrido, petizo,
hombre correoso, generoso con los de su bando, violento, infumable
eclesiástico, los obispos de Coria y de Mondoñedo, don Pedro Girón, don Suero
de Quiñones el del paso honroso del Órbigo, el duque de Betanzos y otros muchos
de la cuadrilla. Que aquellos prelados al lado de los “modelnos” se han quedado en hermanitas de la caridad. Ellos nos han
tirado al lago de las pirañas. Con ellos por ellos y en ellos España va cuesta
abajo.
El solo hecho
de haber ganado la plaza de Gibraltar al año siguiente de ser coronado debiera
de hacer del Trastámara uno de los monarcas más honorables del elenco, pero
aquí hay una conspiración sepulcral para los hechos medulares y los hombres que
los claros varones de Hernando del Pulgar hoy son botarates se publica la
gallofa, se persigue a los buenos escritores y los libros escritos en el
reinado del Rey Felón duermen el sueño de los justos dentro de un cajón,
olvidados en un altillo o una gaveta. En cuanto a lo de impotente vayamos por
partes Porque ahí queda el testimonio de las putas de Segovia que don Enrique
estaba mejor armado que un carabinero. Es un hecho ineluctable que se enamoró
de una azafata portuguesa de su segunda mujer doña Juana de Portugal que se
llamaba doña Guiomar de Castro. La reina la echó fuera de Segovia pero doña
Guiomar siguió siendo visitada en Arévalo donde la puso casa y renta; y otro de
sus romances lo tuvo nada menos y nada más que con la abadesa de un monasterio
de Toledo que se llamaba sor Benilde. ¿No haría Enrique IV a pelo y a pluma?
Que va o por lo menos no era tan impotente como dicen los que le calumnian.
Entonces, ¿de dónde le viene tanta infamia? Muy
fácil. Sus relaciones con los judíos adquirieron un sesgo poco favorable porque
ya en tiempos de su padre últimos años del reinado de Juan II se produjo el
ultraje sacrílego de las sagradas formas en la iglesia de San Facundo que
conmovió a la ciudad. La hostia que hervía en un caldero de la sinagoga empezó
a subir por el aire y se produjo el llamado milagro de la Catorcena. Parece ser
que tales actos sacrílegos suelen producirse cuando los judíos tienen mucho
mando y es suceso continuo y lamentable en la España de 2011 al igual que lo
era en la España de 1418: quema de las puertas de la iglesia católica de Santa
Catalina en Majadohonda, atentado contra varios templos de Barcelona, robos de
copones en los Caramancheles y así sucesivamente. El hecho en la Segovia del
siglo desencadenó toda una conmoción popular. Esa enemiga o animadversión no sé
si justificada pero real tenía un trasfondo económico porque los judíos eran
los alcabaleros y freían a impuestos a la comunidad. Por otra parte se daba el
hecho curioso de que los hijos de Moisés se bautizan aunque en oculto sigan
practicando la Ley Vieja. Este parece ser el caso de Alonso de Palencia
burgalés que era algo pariente de Pablo de Santamaría el rabino de Burgos que
convertido a la fe de Jesús llega a arzobispo y su hijo Alonso de Cartagena al
que se atribuyen las Coplas del Provincial y que sería obispo de Málaga era
pariente de Palencia. En ese contexto habría que examinar el origen de las
opiniones que vierte contra el soberano embadurnadas de contumelia y de hechos
reales. Medias verdades. Su IV Década alude a las indecisiones y a los
calamitosos sucesos por las burlas que cundían por todo el reino sobre los
cuernos que le puso don Beltrán; sin embargo, su paternidad la reconoce su
propia mujer doña Juana en Buitrago cuando es interpelada al respecto por el
cardenal de Albi cuando iban a casar a la Beltraneja con el rey francés.
-¿Jura, Majestad, que Juana es hija del rey su
marido?
-Sí, lo juro- dijo la portuguesa con un acento que
tenía cadencias de fado. Su voz se perdió por los montes y valles de Somosierra
Se pasa por alto el que plantara por vez primera vez
el pabellón castellano en la Roca de Gibraltar y amen de eso fuera el promotor
de las guerras de Granada. Mucho apreciaba a los moros porque hablaba el árabe
y había adoptado algunas de sus modas o lucía en el campo armas arábigas pero
fue el primero en darse cuenta de que la unidad nacional tendría que tener un
trasfondo de unidad de las tres religiones a la sombra de la cruz. Su hermana
Isabel recogerá esa antorcha.
LI
AGRIDULCE REINAR
Aquella
navidad de mi niñez tocamos la zambomba, hicimos música rascando la botella de
anís con el almirez y cantamos villancicos ante el belén que había colocado mi
hermano Nano adornando con musgo el portal traído de las peñas de la cantera
donde se afanaba en su pobreza el Tío Enrique y su cuervo al que había enseñado
a hablar y a decir palabrotas a los chicos. Con papel albar se hizo una especie
de arrollo y a la orilla estaban las figuritas de las lavanderas. Un pastorcito
iba camino del portal con un cordero al hombro. La cena pobre consistió en
castañas y algo de asado. El villancico que cantamos aun resuena en mis orejas.
“Sobre tu cunita niño he visto arder una farolica como la del tren… que alumbra
con gas a la medianoche y a la madrugá”
era un cantar ferroviario, muy apropiado para aquel momento pues nosotros escuchábamos la lúgubre bocina de
los mercancías y el lento piafar de las locomotoras entre humaradas de vapor.
Vivíamos al lado de la estación cerca de la Dehesa Boyal que donó al concejo
Enrique IV y donde se celebraba por san Pedro la gran feria de ganado. El
pitido del tren traspasaba el silencio de la madrugada. Habíamos aprendido a
distinguir los trenes que llegaban o partían por la señal acústica de los
convoyes: el correo de Santander, el automotor de Medina o los trenes militares
que llevaban soldaditos hasta África. Mi padre se puso algo melancólico
recordado otras navidades del ayer, los pensamientos se alejaban en la
evocación de las Nochebuenas en la majada o en el frente de Teruel. La
Nochebuena se viene la Nochebuena se va y nosotros nos iremos para no volver
más. Levantados los manteles, mi padre me preguntó si iba a misa de gallo y yo
le dije que sí, tengo que ayudar. ¿Quién es el capellán? Don Valeriano. Pues
abrígate, hijo. No olvides el tapabocas ni el pasamontañas. Había caído una
gran nevada y era tan brillante la luna que la noche parecía iluminada. Hasta
llegar a la fuente de la Dehesa tenía que pasar el puente de Valdevilla, atravesar
la cuesta que eleva el Río Clamores al ocultarse como un Guadiana, cruzar por
entre medias de la Base Mixta y la cárcel cerca de los jardines de Villangela,
desde donde se subía por la plaza de toros a los centenarios depósitos de agua
del acueducto, la fábrica de Caretas donde se fabricó el biscuter y la de Klein
donde se fabricaran caretas antigás de la primera guerra mundial. Todo era
campo por aquellos días de mediado el siglo XX pero en el siglo XV tupido
bosque donde solía cazar el Rey Nuestro señor y sería precisamente en una
quinta de recreo donde se alzaría el palacio-monasterio bajo la advocación de
San Antonio de Padua, hasta ahora, san
Antonio el Real. Hacía yo el recorrido cuatro veces dos por la mañana y dos por
la tarde y me conocía cada recoveco, cada castaño de Indias y allí empezó mi
fascinación por Roma y por la historia de España desde aquel día que vi sacar
unos huesos en una tumba romana que excavaron a la puerta misma de donde estaba la casa del capellán de las
hermanitas de los pobres. En el epígrafe se decía que la difunta era una
“puella” (muchacha) que falleció a los quince años. Tanto el capellán don Pablo
como don Valeriano leyeron el epígrafe y rezaron una oración por el eterno
descanso de aquella adolescente muerta en los tiempos de Trajano. Hacía frío y
me abrigué con el tapabocas. En la dehesa boyal dormían los rebaños de la
Mesta: miles de cabeza de ganado. Los mastines me ladraban al pasar pero el
rabadán de vigilancia me advirtió que caminase sin miedo, los perros no te
harán nada, chaval, y menos hoy, repuso, hoy que ha nacido Dios:
-¿Vas
a misa de gallo?
-Sí,
señor.
-Pues
felices pascuas, zagal.
Cerca
de la base mixta y frente al dispensario antituberculoso me asomé a la verja
donde yacía desportillado un carro de combate de la primera guerra mundial,
ruedas enormes, ¿Qué haría en Segovia aquella reliquia de la batalla del Somme?
Rápidamente al rebufo de los muros leprosos de la huerta de las monjas, altos
muros misteriosos de adobe me planté en el convento escondido entre un bosque
de olmas. Como don Valeriano se había puesto malo le sustituyó en el oficio el
capellán del hospicio don Ramón. Que era un cura alto con un gran corpachón que
remataba en una cabeza de garbanzo y una voz profunda. Conocía todos los
misterios de la historia de España aquel buen capellán. Entré en la sacristía y
sor Fuencisla la demandadera ya tenía preparadas las vinajeras, sentí su voz
detrás de las cortinas de la clausura del coro bajo:
-Buenas
noches, sor Fuencisla.
-Buenas
noches, hijo y alegría.
-Sí,
señora, alegría y placer que esta noche nace el niño en el portal de Belén.
-Me
gusta ¡qué bien te los sabes! Debes de ser un chico listo.
-No
se crea, sor, el latín no se me da mal pero no me entran las matemáticas
Sor
Fuencisla estaba más contenta que unas pascuas y me dijo que en el convento
hubo fiesta y también entonaron villancicos al Niño Jesús como en todos los
hogares españoles por tan señalada fecha. Al poco llegaba don Ramón que venía
tosiendo- pues era un empedernido fumador y moriría el hombre al poco tiempo de
la caja cambios- desde el zaguán un tanto azacaneado y moviendo para los lados
la cabeza y con las botas cubiertas de nieve manteos y capisayos al desgaire
accionando los brazos largos. Pendulaba en todas direcciones el buen clérigo su cabeza insignificante y
pequeñita, de garbanzo. Sí; tenía un melón ridículo sobre los hombres pero en
aquella testa cabía toda la historia de España de la cual nos daba clases
magistrales y se cabreaba muchísimo cuando aquellos libros de texto ponían
cosas muy desagradables sobre el monarca de la granada y del reinado
agridulce. Por eso en el seminario los
latinos le pusimos de mote Don Cicerón que es lo que significa el apodo en la
lengua del Lacio. Creo que por ese cabo me convencí de que el rey segoviano
había sido difamado y que sería preciso rehabilitar su figura de tanto
escarnio.
Se vistió el presbítero a toda prisa los
ornamentos blancos y yo mismo con otro monaguillo que se llamaba Otero salimos
con paso solemne de la sacristía, uno portaba el cirial y el otro un
incensario. El coro empezó a entonar la antífona:
Asperges
me, Domine, hisopo et mundabor
Las
notas gregorianas del asperges en tono
andante ma non tropo resonaban hermosas cantadas por las voces blancas de las
clarisas y habían sonado en aquel templo desde su fundación por el rey don
Enrique nuestro Señor durante medio milenio. Era el catolicismo “at work” en su
gloriosa tradición de “business as usual”. Pasan las generaciones, nacen y
mueren los hombres, las primeras que lo cantaron yacían en humildes sepulturas,
amortajadas con el cordón franciscano de tierra en la Huerta del Nogal en el
patio central del convento. Luego don Ramón con su voz cascada y potente de
fumador empedernido pronunció el exorcismo:
Exaudi nos domine sancte páter aeterne Deus et mittere digneris
El preste sabía que su
negocio tenía que ver con la eternidad y rogaba para que alejase el espíritu
del mal a todos los moradores de aquella casa. Amén. Estaban todas las lámparas
encendidas. El retablo de la crucifixión con sus maravillosas figuras de arte
flamenco en relieve, tan vividas y tan copiadas al natural que hacían pensar en
cómo era el rostro de los hombres en la edad media, no sólo los reyes sino los
menestrales, los rabadanes y los tejedores que iban y venían a Flandes con la
lana de las merinas de Segovia, refulgía como los chorros del oro. San Antonio
de Padua, talla neogótica, con un misal en la mano, y su cerquillo de fraile
menor iluminándole el rostro En las paredes de damasco colgaban algunos cuadros
religiosos con reporteros en los cuales se representaba el escudo de armas de
los Reyes Católicos, (que dotaron al convento, si bien fue su predecesor el que
lo fundara habilitando para la ocasión una finca a la afueras que tenía para
sus recreos cinegéticos) y escenas de la Natividad y allí estaban los bancos de
roble macizo que lucían entremedias las armas de Castilla y el blasón del
penúltimo de la Casa Trastámara: una granada. Buen símbolo porque decía don
Enrique:
-He
aquí mi agridulce reinar.
Estaban
vacíos los bancos porque debido a la gran nevada había acudido poco personal a
aquella misa del gallo. Únicamente cuatro viejas así como el carpintero Geroteo
el mejor feligrés de aquella comunidad, una buena persona pero que tenía fama
de empinar el codo un poquito y aquella Nochebuena habían pimplado de más
porque olía a anís que le llevaban los demonios cuando fui a darle a besar el
portapaz. Con esa generosidad de los beodos el bueno de Geroteo y sonriéndome
cordial sacó de la pelliza una moneda y me dio un duro de plata:
-Toma,
monago, tu aguinaldo.
Pocas
veces a lo largo de mi carrera como monaguillo y seminarista he visto brillar
tanta alegría y tanta munificencia como en los ojos de aquel borrachín. Tampoco
tanto oro. El cristianismo suele ser generoso. Un duro cinco, pesetas de las de
entonces constituían un dineral para los niños de mi edad. Guarde Dios tu alma
cristiana, Geroteo y este gesto me persuade en mis convicciones de que nada es
lo que parece en este mundo que hay que ir con pies de plomo a la hora de
enunciar juicios de valor. Cuando fue a besar al Niño y yo sostenía a don Ramón
el humeral, Geroteo con paso vacilante y la cara roja me guiñó un ojo. La misa
terminó en la efervescencia y candor con que la liturgia católica guarda para
esta santa noche. En la iglesia hacía un frío que pelaba porque no había
calefacción ni estufas por aquel entonces. Sin embargo puede ser y así ahora lo
pienso que la luz que fulgía de la estrella del portal de Belén calentase
nuestros cuerpos y nuestras almas. Ya en la sacristía las buenas monjitas nos
agasajaron con vino de misa soplillos y pastas. Sor Fuencisla que me tenía buen
concepto me encareció que fuese bueno y que estudiase y que siguiera devoto de
San Antonio. Así lo soy y lo he sido toda mi vida. El órgano remató glorioso
una fuga de Bach interpretada por una de las hijas de Santa Clara de Asís que
en el siglo había estudiado siete años de conservatorio, Sor Jesusa, y las
notas golpeaban caricias sobre los empinos de las bóvedas de crucería y los
arcos escarzanos y conopiales. Dirigiendo mensajes de amor divino hacia la luna
llena que asomaba yerta y pasmada por entre los vitrales de la nave del
crucero. Una Nochebuena más. A la salida y entre la euforia de los vapores del licorcillo de
consagrar más de tres copas generosas me tomé con la aquiescencia del capellán
y de la propia priora que un día es un día, bajó un arco que lleva al salón del
trono, tuve una visión. Yo vi acercarse a un caballero, llevaba sobre los
hombros un ropón de cordero que le cubría la pelliza, un turbante como los de
los moros. Era rubio, trabado de hombros, una barba rojiza, los pies grandes,
las manos como manoplas de segador y un aspecto campechano pero había una
indecisión que recobraba su persona, timidez y amabilidad, transmitía llaneza y
familiaridad. Bien pudiera pasar por un tratante de los que acudían al
azoguejo los jueves de mercado y que
después de comer cordero asado regado
con clarete de Peñafiel se ponían un palillo entre los dientes y se sentían
felices en su pobreza, pero había una distinción en su rostro y unos ojos
claros y misteriosos de rey godo, cuya sangre corría por sus venas mezcladas
con las de todas las dinastías de Europa: los Valois, los Plantagenet, los
Lancaster y la de la casa de Anjou y de Viana
y un cierto reposo pleno de dignidad, porque, “donde ponía- escriben los
cronistas- la vista mucho le duraba el mirar. Este lento mirar le convertían en
un ser distinto a los demás. A todas
luces se trataba de un personaje majestuoso. No debía de ser muy friolero
aunque bien pudiera ser que los cuerpos gloriosos no acusan el acoso de los
incidentes climatológicos ni padecen enfermedades. Era don Enrique igual que yo
me lo imaginara. Me recordaba a mi abuelo con su nariz y con sus fuertes corvas,
la cuadratura algo petiza de los labrantines que por aquellos días se pasaban
la vida inclinados sobre el surco, segando, bieldando, dando haces en ese ir y
venir castellano que llaman acarrear. Todo es movimiento y variación.
Se
fue a sentar junto a una mesa de pino junto a un altar y se reclinó sobre el
respaldo del sillón frailuno. Había mandado traer un brasero y de vez en cuando
revolvía la ceniza con una badila.
-Hace
frío en Segovia y mucho más la noche de Navidad. Ven, chiquito.
Comprendí
quien era el fantasma. Mis sueños o mis delirios me habían trasladado hacia el
propio Rey el cuarto de los Enriques de Castilla.
-Aquí
estoy, Majestad.
-Somos
paisanos. A ti te bautizaron en San Millán y yo recibía las aguas santificantes
en la de San Martín.
-¿Y
eso cómo lo sabe, Majestad?
-Las
almas de los difuntos somos espíritus puros y podemos penetrar en todos los
misterios de la condición humana. Conocemos el pasado el presente y el futuro.
He venido a darme una vuelta por mi heredad. Este era mi palacio de verano. En
vida a mí me gustaba mucho cazar. Cuando abatía un jabalí lo asábamos a la
estaca en esa cocina enorme del monasterio que tú habrás visto y luego nos lo
comíamos en amistad aunque por su ley la
carne de cerdo estaba prohibida. Menudas cuchipandas.
-Ya
pero cuando el hambre aprieta vacan las normas y prescripciones del Alcorán.
Dios es uno. Y mis súbditos bebían vino a escondidas. Eran mis mejores
soldados. Como albañiles insuperables. Xadel Alcalde un morisco de Burgos con
su cuadrilla de alarifes construyó estos muros donde tú estás. Eran los que
trabajaban por estos reinos. De mi huerto se cuidaba un tal Abderramán y
cultivaba un pegujal que era digno de ver por sus lechugas y sus rábanos. Ese
Abderramán edificio el monasterio del Paular. Eran todos ellos moros de Aragón.
No
me sorprendió aquella respuesta de aquel bien rey cristiano de ojos cansados
que parecía harto de pelear. En aquella fatiga se reflejaba quizás la eternidad
del mundo. Dentro del movimiento y variación todo es igual y también la
sabiduría del conocimiento de los hombres. La condición humana sigue aferrada a
los principios de la casuística. Me dijo que uno nacía ladrón, otro forzador de
doncellas, aquel homicida y esotro para la gramática o la especulación. Unos se
entregan al vino y a los placeres de la panza y otros sólo prueban el agua.
Unos blancos y otros negros, unos grandes y otros chicos. Unos valetudinarios y
enfermizos y otros que no toparon jamás con un galeno. Y entretanto realizaba
estas reflexiones jugaba con la granada de su blasón como si fuese una pelota.
Ama y haz lo que quieras, comentaba san Agustín pero eso es sólo retórica.
Nunca se podrá acomodar a esa perspectiva de amar al prójimo como a ti mismo.
Tales expresiones no resultaban sino hablar bonito. Tu pusilanimidad alteza
nace de tu sabio conocimiento del ser humano. Prefiero cazar por esos montes.
Las alimañas del campo son menos dañinas que algunos palaciegos de mi corte.
Eligió buen símbolo como lema para su reinado agridulce. La granada es el fruto
que más se parece al almíbar y al acíbar. Más que un blasón era una profecía.
Entraremos en Granada mas eso quedará para mis sucesores. ¿Y de qué nos servirá
vencer a los moros si no somos dueños de nosotros mismos?, dijo en un tono más
reflexivo. La iglesia se había transformado en palacio. Sonó un rabel y unos
puericantores cruzaron la habitación y saludaron al Rey:
-Buena
pascua y buenos años, Alteza.
Don
Enrique se les quedó largo rato mirando pero no pronunció palabra. Subía y
bajaba la música del rabel alternando la clave de los arpegios. Uno de los
juglares de palacio con motivo de la Navidad para hacer dedos componía un
madrigal a su amada. Un rabino con un cantoral enorme con herrajes se llegó
hizo una reverencia y le besó la mano. El librote que llevaba bajo el brazo era
el Talmud con todas las enseñanzas. Se sentía el ladrar bronco de los lebreles
de la jauría. Piafaban los mulos en las caballerizas. El pastelero de Madrigal
en la cocina alimentada por leños de roble preparaba un guiso preferente. Otros
rancheros doraban la carne de un buey que sería servido al día siguiente en el
convite que daba su Majestad todos los años por estas fechas a los nobles de
Segovia, al corregidor y al obispo. Le miré de nuevo y su aspecto era de total
fatiga como si humillado y preterido hubiera alzado bandera blanca frente al
cruel destino. Entonces despareció la visión. Todavía me dio tiempo a vagar por
las dependencias de la mansión. Estaba habitada por frailes menores de la
observancia y por claustrales. Los descalzos discutían con los calzados. Uno de
forma muy violenta apostrofaba a un compañero que decía llamarse fray Pedro de
Villacastín por habérsele visto por malos pasos a altas horas de la madrugada
por los lupanares de Segovia y este respondía que acompañaba al rey en estas
giras por la ciudad a casa de las visitadoras y que más pecaba la lengua que el
ojo. Contó la historia de doña Guiomar de la cual el rey estaba muy prendado
con gran enojo de la reina doña Juana. Otro de los religiosos contaba cosas
maravillosas del monarca no sólo sus proezas sexuales de quinque in eadem nocte sino su fuerza inaudita de domador de leones
porque tenía una partida de estos animales que le había regalado el rey de
Granada y que él solo entraba en la jaula para darles de comer y que estas
fieras en lugar de atacarle le lamían la mano. Observantes y claustrales se
llevaban a matar por lo que la conllevancia resultaba harto problemática en
aquel monasterio. Pleitos entre claustrales y observantes, la cosa llega hasta
Cisneros y parece mentira que perteneciendo ambos bandos a la misma orden del
cordón sus actitudes tengan poco de seráficas y mucho menos de cristianas.
Igual ocurre entre los agustinos regulares y los monacales, el Carmen descalzo
y los que llevaban zapatos.
Al
rey cristiano de ojos cansados que parecía harto de pelear le hastiaba la
vehemencia con que cada feudo enarbolaba su estandarte porque -sepan cuantos-
era un príncipe que detestaba la violencia y se desmayaba a la vista de la
sangre. Me preguntó qué quería ser de mayor y torció el gesto.
-Tú
no vales para clérigo ni para político.
Tienes alma de guerrero pero como eso no puede ser, abrazarás la vida
áspera e ingrata de las letras; escritor, mi cronista.
Aun
desconociendo a punto fijo cual era el significado de aquel augurio que
enunciaba (ciertamente, a mí me gustaba emborronar y mandaba mis articulitos y
mis cuentos al “Sígueme” y a la “Hoja parroquial y alguna vez mi nombre en
letras de molde) la idea me atraía. Escribir por tu propia cuenta y riesgo,
tener ideas personales, no vivir a lo borrego, no comulgar con ruedas de molino
y pensar por boca de ganso, lo que diga la masa, peligroso oficio y arriscado
afán. Me iba a uncir al yugo compartiendo el infortunio y la soledad del hombre
de letras. Largas vigilias, trabajo perdido, mayúsculas decepciones, mensajes
del naufrago dentro de una botella. Vivir hablando y pensando con los difuntos
apartándose de los vivos. A sabiendas de querer robar el fuego sagrado a los
dioses y de entrar en el laberinto de Creta burlando al cancerbero universal,
ese que no habla, no sabe no contesta y cuando lo interrogas hace un movimiento
de sí o no con la cabeza. Recorrer el dédalo de la literatura si no llevas
contigo el ovillo de Ariadna es exponerte a las cornadas del Minotauro que es
un Mihura que no falla ninguna de sus embestidas. Los pensadores son humillados
y ofendidos. Al vulgo no se le puede llevar la contraria que sólo cree en el
poder y en la riqueza en los placeres del lecho y de la mesa.
-Pese
a todo, niño segoviano, conocerás el Bien, la Verdad y la Belleza. Y ese es el
Cristo- dijo su Majestad rompiendo un largo silencio de taciturnos pensativos-
Aunque se desprecie la doctrina y las togas cedan a las armas. Serás rebelde y
comunero.
-Entraremos
en Granada, señor.
-Eso
se hará. Pero yo no lo veré. Boabdil chiquito entregará las llaves de la
Alhambra a mi sucesora y hermana. Se habrá consumado un sueño, culminaremos el
prepósito de venganza de la ignominia de la Cava Florinda. Ese es el sueño de
España, la unidad nacional bajo el reinado de la cruz. Yo no sé si lo he
conseguido pero peleé en Gibraltar y aquí están las heridas en mi cuerpo para
probarlo y mis caballeros, Enrique de Guzmán y el Conde de Niebla colocaron el
pabellón de Castilla en lo alto del peñote.
-Actualmente
sólo hay ingleses y moros.
-Hasta
que Gibraltar no sea tierra española cundirá la desazón y volverán los bandos y
las armas de los españoles unos contra otros-dijo el Monarca Misterioso. Y
prosiguió:
-Soy
amigo de moros porque quiero atraerlos hacia nuestra causa. Son buena gente
pero acérrima. Muy cabezotas, hijo, muy cabezotas. Lo malo es que detrás del
moro está el judío y ambas religiones confabuladas contra nosotros constituyen
un enemigo casi invencible. Ello forma parte sin embargo de la maldición de don
Rodrigo.
Casi
me dieron ganas de abrazarle pero como sabía que era un ángel o un trasgo que
bullía en mi cabeza no me atreví. Me quedé mirando para el artesonado de siete
faldones que se alzaba sobre nuestras cabezas, una maravilla del arte morisco,
con las estrellas de David labradas en pan de oro y toda esa esgrafía morisca
de talante tan segoviano que huye de estampar en las paredes la figura humana y
se entrega a los arabescos y ajarafes, en labor de ataujía, para no desairar al
Profeta. Las tres culturas bajo la preeminencia de la cruz eran impronta
enriqueña y se perdió mi mirada entre los baquetones y boceles de la capilla de
Santa Úrsula. Más arriba coronaba el palacio la espadaña de ladrillo rojo con
su tejadoz liso de pizarra, su tortea y su veleta. La campana estaba sonando a
maitines y en el halda podría leerse la inscripción latina Henricus me fecit.
-Muchas
misas me habrán dicho las queridas monjas
El
aire se remansaba y cruzaba los ámbitos del monasterio una inusual quietud.
Estábamos en el salón del trono el rey y yo arropados por la imagen del querido
san Antonio que él donara y un cristo atado a la columna que debió de salir del
buril del Divino Morales. Defenderemos la verdadera fe y Dios nos ayude. De lo
que ocurra después mejor no preocuparse. Alguien llorará sobre nuestras
cenizas. En la sala capitular la tumba que él construyó para su enterramiento.
Lo inhumaron en Guadalupe al lado de su madre la portuguesa doña Juana. Recordé
un cantar que me enseñó mi madre al Antonio divino y santo:
Si busca milagros, mira: muerte y error desterrados
Miseria y demonio huidos leprosos y enfermos sanos
El mar sosiega su ira, redímanse encarcelados,
miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos
El peligro se retira los pobres van remediados
cuéntenlo los socorridos díganlo los paduanos
En
aquel instante el espectro despareció y yo me perdí por los pasillos del gran
laberinto de la existencia.
LII
LOS MORISCOS
Me estoy temiendo la fecha
de 1609 por algo que diré ayuso con
motivo de la llegada masiva de las pateras y el libro de las grandes
reivindicaciones históricas que algunos dedos malignos abren hacia atrás- no
pasa página jamás la Bestia- y con tal de causar el mayor perjuicio, con ánimo
de injuria y grave daño moral, y de escupirnos en la sopa. Reivindicarán estos
la memoria de Miramamolín y los intelectuales del pesebre se entregarán a la
disipación y lucubración inteligente sobre el regreso de la algara. Esto de la
alianza de civilizaciones no es más que un pretexto para execrar nuestro pasado
y volvernos las mangas del revés. Los
moros tuvieron que partir porque, vencidos en el campo de batalla, no
quisieron aceptar nuestras reglas. Curiosamente, los hebreos que tanto critican
a España están utilizando la misma táctica programática en la franja de Gaza,
guerra de exterminio, pero asimétrica: los potentes carros Merkava contra
mujeres y niños y algún que otro adolescente que de vez en cuando lanza un
petardo contra el ejército judío ¡horroroso! Da vergüenza ver a los seres humanos
convertidos en chacales y a esos rabinos que rezan y balancean las filacterias
subidos a un tanque invocando a un dios cruel al que piden licencia para matar
expulsando a los árabes de su tierra prometida. Sencillamente no se adaptaron y
picados de su orgullo se mofaron de los usos y costumbres. Han pasado cuatro
siglos y seguimos en las mismas.
Fray Hernando de Talavera a
raíz de la toma de Granada fue encargado por los Reyes Católicos de predicarles
el Evangelio, tratarles benigno y con tolerancia pero los imanes reían en las
propias barbas del arzobispo y confesor de la reina santa o se limpiaban el
culo con las páginas de Marcos y Lucas. Total que siguieron aferrados a sus
costumbres y practicando el bandolerismo. Tuvo que venir Cisneros, más drástico
y puño de hierro en guante de seda pero menos contemporizador, y devolver el
ten con ten haciendo con el Alcorán en la plaza pública una almenara. Lo que ha
ocurrido el 11M testimonia que, por
desgracia, el Islam aunque predique la paz con la boca pequeña en el fondo es
una preceptiva de guerra. Y detrás de
toda esta estrategia se encuentra Israel, su dios cruel y la filosofía del
holocausto que ellos dicen haber padecido y la aplican a otros pueblos. Alá es
grande. Este grito que entona el almuédano todos los días cinco veces desde lo
alto del minarete es una convocatoria en verdad a la yihad.
¿Tendrá que volver a
meterlos en vereda don Juan de Austria?
Triste realidad que a los
españoles ocho siglos de continuo batallar lo refrenda pero aquí no se quiere
ver la realidad, nos venden humo y lo
compramos a toneladas (ay si el humo gravara) con eso de la alianza de las
civilizaciones, todo un invento que les sirve a los hijos del Imperio Dañado de
antídoto o de pretexto para reconquistar la promisión mientras que para el
Occidente será todo una triaca que acusará sus efectos mortíferos no tardando
mucho. Nos dan belladona y la ingerimos por esa boquita como si fuese tila o
hierba maría luisa. Hemos metido el enemigo en casa y estamos incubando los
virus deletéreos que acabarán con nuestro organismo. Lo de esos chicos
paquistaníes del Yorkshire y tan británicos que uno vendía fish and chips corrobora tal presunción. Y aquí cuando las morerías
tan populosas como las de Barcelona, Valencia, Madrid o el Viejo Reino de
Aragón y nada digamos de Murcia porque esta gente no ha venido a ciegas sino guiados por sus consuetas que
les han apuntado el papel de vengadores de Boabdil, la emprendan a tiros con
ese furor ciego, ese fanatismo que los caracteriza, veremos grandes motines y
convulsiones interétnicas. La secuencia de bombas y atentados terroristas no ha
hecho sino comenzar.
-No hay que olvidar tampoco
lo que pasa en Yugoslavia.
-Ni en el Bronx.
Esto del melting pot va a causar a nuestros
nietos más de un dolor de cabeza. El mestizaje que practicaron los españoles en
América, nunca los ingleses ni los alemanes protestantes, fue uno de los
regalos del catolicismo a la cristiandad pero está visto y comprobado que sin
la cohesión de los lazos religiosos esto
de la mezcla de razas es un wishful
thinking. Religión vine del verbo atar en latín y de ahí religare es lo que más ata y vincula al
persona pero los españoles nunca estuvimos tan desvinculados.
Me temo que el 1609 se
convierta en una gran vendetta contra el rumbo y el perfil de uno de los
aspectos más señeros de la historia: el triunfo de la fe evangélica. Vendrán
los comisarios y farautes de los poderes oscuros e intentarán transformarla en
el watershed de 1492. Al fin y al
cabo todos sabemos que moros y judíos en España siempre se entendieron bajo
cuerda y de hecho Rabat es un gran bastión sefardí. Y ambas creencias
participan del mismo odio a la Cruz. Por eso dentro de cuatro años nos
invadirán los estudios, monografías, simposia y seminarios acerca de la morisma.
A Isabel la Católica que es para los castellanos como nuestra reina madre la
volverán a poner a caldo y decir que era una guarra. Ya nos conocemos. ¿Quién
erigirá y pondrá de nuevo en su sitio el pendón de nuestros mayores? ¿Quién se
prosternará ante la cruz alzada? ¿Cuándo resucitará España? La están repoblando
de etnias diversas metiendo en la piel de toro gente a mogollón y haciendo un
barrido de memoria de cara a 1609. Es la hora de las tinieblas. Aleve y a la
agachadiza pues aquí el pueblo no nos enteramos de porque los del poder oculto
tienen mano izquierda y a través de los
surcos oscuros menea sus infames albarcas el sembrador de cizaña. En ese
cantoral se conmemora la expulsión de los moriscos por Felipe III. Ayer una
alaroza en el autobús, sayas y mantillas, el velo de los pudores sobre la
cabeza, yihlah, y móvil último
modelo, me miró con odio, un odio viejo africano, mirando para la cruz que yo
llevaba al cuello. Los ojos de esta muchacha no transmitían curiosidad o
coquetería femenil sino revancha. A su manera iba pidiendo guerra. Pedía la
mano que le quitara tantos refajos. De la misma manera que muchas esas
madrileñas del todo destocadas que nos vienen haciendo un calvo desde sus Levis
que por detrás allá donde la espalda pierde su casto nombre, descubren el
canalillo de la rabadilla y por delante los dulces y amenos recovecos que
descienden al monte de Venus. ¿Qué metemos al pájaro en el infierno, niña? Oiga
se está pasando usted tres pueblos. Las moras van cubiertas de los pies a cabeza
y algunas con gurka. Debía de haberse dado cuenta de mi vista pesquisidora
anterior porque dicen que la cara es espejo del alma y yo soy incapaz de
engañar y mi rostro debió de expresar involuntariamente la sorpresa del
contraste. Mientras las españolas van medio desnudas con esos vaqueros
ajustados que abrochan muy por bajo la cintura y dejan al aire el glúteo, nos
fotografían el canal de la rabadilla allá por donde la espalda pierde su
honesto nombre, insinuando por delante las montuosidades pilosas del pubis. Las
tapadas erre que erre en su numantinismo
talar. Son muy suyas estas jarifas mientras nuestras chicas van tan descocadas.
-Parece que las viste una
modista enemiga.
-Quiá. Estas no van a la
moda y gastan poco en ropa.
La insolencia y el gesto de
desafío de la morita a mí me dio que pensar y es para que muchos políticos se
llamaran a andana contrasta con la
indiferencia y suavidad de nuestras cristianas que salen a la calle
prácticamente en taparrabos. Con sus abuelas eso no pasaba. En la Castilla
profunda y hasta en Baleares que es más morisca todavía se tapaba a la hembra
de los pies a la cabeza.
Mahoma sabía sin embargo lo
que se hacía pues en el juego amoroso lo que se guarda resulta más provocativo
que lo que se ofrece al amante. El cristianismo que viene de Roma y de su
pasión por el desnudo adora a un Dios crucificado que deja patente bien su
humanidad viril velada por un paño de pudores. Toda una lección. Pero nuestros
abuelos renunciando a los usos y costumbres quisieron también encerrar a sus
mujeres y recatarlas y aprendieron la costumbre de los musulmanes de celar la
hembra. Y tanto la celamos y guardamos
con siete llaves que de ahí nos vino el renombre de celosos Yo he visto ir en
mi pueblo ir a misa a las tapadas. Si se encontraban camino de la iglesia con
un hombre que no fuese su marido tenían que hacer la vista gorda.
-Ni tanto ni tan calvo.
-Pues sí.
-¿Me permite que le cante
una copla de Segovia?
-¡Mientras no desafine! Aquí
todos formamos parte del coro.
-Allá va: Arriba
abajo /que a mi novia le he visto el refajo/ abajo arriba que a mi novia le he
visto la liga
Es una vieja canción mozárabe como lo era el “Me
casó mi madre” donde se capta esa doble moral, ese sentido ambiguo de la gente
fronteriza.
Estoy por cantársela a la alaroza en el autobús de
Brunete, que de tanto resayo como lleva en el cuerpo va provocativa y a lo
mejor me entendería. Además hoy me voy
de v vacaciones y me importa todo un cojón de Mahoma. Donde las dan las toman.
Sí señor.
LIII
OLIGOANTROPÍA
ESPAÑOLA
“Las indias son lujuriosísimas, paren presto, mucho
y bien” dice López de Gomara historiador de Carlos V en su Relación de Indias.
Tal perspectiva “animó”, precisamente llaman al siglo XVI el siglo del amor, a
no pocos españoles a cruzar el charco y luego corrió el rumor de que los
hombres por allá eran algo sodomíticos y holgazanes- mejor nos lo ponen- en el
cumplimiento de sus obligaciones connubiales y que para colmo practicaban el
canibalismo en aquellas caponas que vio una vez Pizarro en un pueblo inca;
dicen que la carne de cerdo es parecida a la de hombre.
Y ahora en ese viaje de ida y vuelta que es la
historia ocurre al revés. Cuando estoy en la cola del Intercambiador me doy
cuenta que el aserto profético es casi un dogma de fe. Y Bernal Díaz del
Castillo, otro historiador del emperador, con su lenguaje cuartelero, afirma:
“las indias nos decían cuando llegábamos a los poblados si dios nos lo dio es
para que lo usemos” refiriéndose al sexo.
La manipulación genética y esas
noticias alarmantes que llegan de México sobre la normalización del aborto y la
venta a cachos de trozos de feto (¿en qué mundo vivimos?) Precisamente donde
los españoles vieron las primeras vacas corcovadas, el árbol del mtl, los cacuyos y el pájaro uncicilín,
el más pequeño del mundo, puede suponer el holocausto de una civilización.
Desde luego que España es un pueblo viejo que padece oligoantropía, al no nacer
niños, este país sucumbirá como nación.
El problema es mucho más
pavoroso que el del separatismo o el terrorismo. Mao lo dijo: “la bomba
demográfica os estallará en vuestras manos”. O el pez grande se come al chico
¿Será un castigo de Dios? ¿Una de las siete plagas bíblicas?
Pues parece que se cumple. La
doctrina de la Iglesia al respecto que como creyentes, más que por imposición
política por responsabilidad moral, hemos acatado, me parece congruente: aquí
cabemos todos si se practicasen medios
anticonceptivos naturales y no abrasivos y si en este mundo la riqueza
estuviera mejor repartida y no hubiera tantas injusticias sociales que es lo
que determina la oscilación de la balanza migratoria, aparte de otros intereses
estratégicos y geopolíticos de que las razas pujantes, disciplinadas, con un
respeto profundo hacia la mujer se erigen en dominantes. El patriarcado romano
fue devorado por los matriarcados godos, y Roma tuvo que promocionar la ley
Popea para incentivar la natalidad cuando ya era demasiado tarde con los cascos
de los caballos de Atila cabalgando hacia el Lacio.
¿Podría haber lugar para todos?
O dicho de otra forma: la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen cinco.
Ardua solución que se enfrenta con los principios económicos del reparto del
papel y de los bienes escasos. Pronto no habrá vituallas. Se desabastecerán las
reservas de agua y los pantanos no podrán proporcionar suministro a las
inmensas megapolis que crecen sin pausa.
Ciudad de México alcanza ya los 22 millones. Las indias son
fecundísimas como observó el capellán de Carlos V aquel clérigo soriano cuyos escritos releo estos días
ojeando el manuscrito del cronista de
Indias que parece una gacetilla publicada en el diario de la mañana. Todas, con
bombo.
JL Gutiérrez[41] me
dijo en una ocasión que la mejor forma de combatir al infiel es teniendo muchos
hijos. Yo he pagado el bautizo de cinco. Ya he contribuido con mi granito de
arena a que no se derrumbe esta civilización.
LIV
MARTES DE CAMPO.
Sastres vienen al infierno vamos. Quevedo no podía
ver a los del gremio de los alfayates. Tampoco a los genoveses ni a los
francos- todos judíos que se dedicaban a rapar bolsas mediante la usura y a
cortar telas- como tampoco soportaba a las suegras. Leo al Caballero de las Espuelas de Oro. Tarde larga y lluviosa de
primavera. Pasado mañana es martes de Campo o dicho de otra forma la
Balesquida, una virgen medieval que se encuentra en un oratorio enverjado
frente a la catedral ovetense. Antiguamente, el altar con la Virgen en su
hornacina en un trono carmesí y muy atalajada de manto, caireles por la
esclavina, moquero de blonda entre las manos y una horrible peluca de corte
natural, pues morena debió de ser la niña en cuya cabeza crecieron tales rizos,
pendientes de aljófar; a los pies la media luna y un rosario de azabache entre
los dedos la mirada tranquila pues no es una de esas macarenas llorosas y a
punto del jipío, (en eso nos diferenciamos los del norte de los andaluces,
aunque muy guapa está la virgen que el gremio de alfayates eligió por tutora
celestial, siguiendo la costumbres de las corporaciones artesanas, cada uno
elegía por intercesora a Nuestra Señora bajo una advocación diferente y es así
como nace el culto marial) solía estar bastante concurrida de devotos que
murmuraban una oración al pasar, de rodillas ante la verja del chaflán que hace
esquina a la airosa plaza de la catedral,
pero en la actualidad ha menguado el interés. La caridad se enfría y la
vieja Vetusta perdió su pedigrí. Han levantado una estatua a Woody Allen en una
travesía principal. Tal vez Oviedo ha dejado de ser cristiana aunque se hable de
solidaridad y se entienda la caridad como un negocio para abrir las puertas al
extranjero y cerrárselas al de casa. Catolicismo nominativo que se avergüenza
de Cristo y de la tradición pero eso no empece mi amor a la virgen María. Yo
recuerdo aquella noche ovetense la noche más triste de mi vida (vine por lana y
salí trasquilado) en que llorando de madrugada me prosterné en el oratorio y
recé el sub tuum praesidium y el sancta María succurre
miseros, fove flebiles adjuva pusilánimes, ora pro populo inercede pro clero
interveni pro devoto femineo sexu sentiant tuum juvamem quicumque celebrant
tuam solemnitatem[42] y he
aquí que la Santa Señora me salvó de aquel percance y enderecé mis pasos por la
vida. Amén. Desde entonces mi amor a la Madre del Consuelo no ha sufrido merma
como tampoco mi afición por Quevedo el más grande poeta de la lengua
castellana. Sus versos me confortan cuando estoy triste. Con ellos río cuando
estoy llorando. Sus libros son un paradigma de humor y de teología católica. Ya
digo que no soportaba a los sastres. En una sátira le echa en cara nuestro
primer padre Adán por no haber tenido que lidiar con este gremio. Le bastaba
una hoja de parra. También le recrimina por no haber tenido suegra porque a Eva
no le parió mujer y nació de su costilla. En esta su genial jácara el docto
domine alcalaíno que era muy sapiente y había leído la Biblia en su lengua
original pone en la picota al Libro del Génesis y toda la doctrina sobre el
barro, la serpiente y el paraíso en entredicho:
“Padre Adán no
lloréis duelos
Dejad de
llorar
Pues fuiste en
la tierra
El más dichoso
mortal
De la variedad
del mundo
Entrasteis vos
a gozar
Sin sastres ni
mercaderes
O los que tuvo
otra edad
Para daros
compañía
Quiso dios
aguardar
Hasta que
llegó la hora
Que sentisteis
soledad
Costóos la
mujer que os dieron
Una costilla y
acá
Todos los
huesos nos cuestan
Aunque ellas
de cuernos nos ponen más
Dormisteis y una mujer
Hallasteis al
despertar
Y hoy en
durmiendo un marido
A su lado
encuentra otro Adán
Tuvisteis
mujer sin madre
Grande suerte
de envidiar
Gozasteis del
mundo sin viejas
Ni suegrecita
inmortal”
La misoginia y la misantropía hacen del gran autor
un descatalogado pero genial. En sus atisbos que mueven a piadosas carcajadas.
Es el consuelo de la literatura. Si hubiera vivido en Vetusta el bueno de don
Francisco hubiera escandalizado a toda la peña como le ocurrió a Cela con sus
retahílas al respecto de la Virgen de Covadonga. Ye pequeñina y galana pues que
se joda. Una ciudad levítica y donde el humor se adereza por caminos distintos
le hubiera declarado persona non grata. Oviedo es ciudad de sastres, curas,
mercaderes e hidalgos de gotera, los famosos hidalgotes coritos un poco al
estilo del Buscón de los que se echaban migas por la barba para indicar haber
comido a la picaresca o mostraban en la veranda de sus corredorias jamones,
botillos y morcillas para avisar de su ascendencia antañona de cristianos
viejos. Oviedo señorial y sartorial sabe guardar las apariencias, siempre con
el poder y mimetizando a los madriles. Recuerdo que mi boda estuvo a punto de
venirse abajo porque me fui a probar el chaqué y como no suelo llevar
calzoncillos hice salir del zaquizamí a mi pobre suegro y a mi cuñado del
probador. Madre mía ¡qué vergüenza! El alfayate empezó a formular preguntas
capciosas. ¿Es que los tienen tan grandes que no te caben, om? Tuyita, no te
preocupes de tu descendencia… aquí hay material. Y yo recordé la frase de
Quevedo y la repetí para mis adentros sastres
vienen al infierno vamos. No sé cómo pude salir de aquel brete. Creo que
fue por intercesión de la Balesquida, el bollo preñau y la bota de campo. Se le da un pan y una botella de tintorro a
todo el que va. Allá penas. Conseguí abrirme paso en una ciudad difícil. Ya lo
decía Pérez de Ayala en su Tigre Juan. Basta que afirmes una cosa para que un
ovetense te la niegue. Son el espíritu de la contradicción. Estos señorones de
Oviedo. Jodó. Y ahora ha perdido el barniz literario que tenía antaño. Ya no se
toma café en Peñalba (Cereceda, Pérez de las Clotas, mi suegro han
desaparecido) y los pasteles de la Mallorquina no son lo que eran. Cerraron a
instancias de la crisis o la rapacidad inmobiliario los antiguos chigres tan
mesocráticos donde el marqués alternaba con el mozo de cuerda. El regimiento
del Milán se ha convertido en un campus universitario fábrica de parados.
Finiquitaron las buenas librerías y la vieja elegancia característica de los
paseantes por el Bombé. Mendigos rumanos hacen el espejo plaza por Uría. Las
estudiantes van vestidas casi de arambeles. Oviedo parece una sucursal de
California, se las da de parlar bable pero todos quieren acabar hablando
inglés. Y el comandantín no aparece los jueves por la tarde como solía a lomos
de un caballo blanco para cortejar a Carmencita a la salida del colegio de las
ursulinas. Don Fermín de Pas ha bajado del campanario de la catedral
metropolita aunque la torre siga airosa y ya nadie lea a Clarín. Asturias se ha
convertido en un parque temático. Nada queda ya del antiguo esplendor de la
urbe más maravillosa de España que yo conocí. ¿Volvemos a la barbarie, al
pensamiento único, a una sociedad cabreada pero de rostro amable que exhibe una
sonrisa de conejo, gobernada no por el Ejecutivo sino por los jueces donde
todos son historias y pleitos que se desentiende de su pasado o lo cuenta como
no fue haciéndole el caldo a Gibson, Preston y otros cronistas ingleses que no
son precisamente Alfonso X el Sabio, quiere hablar en inglés y lo hacen mal?
En vísperas del Día de Campo juego al escondite con
la nada y me como mi bollo preñao,
pan con chorizo que sabe a glorias. Las jácaras de don Francisco infunden
cierta longanimidad ante una situación en la que parece no haber salida… “no hay necio que no me hable ni vieja que no
me quiera. Ni pobre que no me pida ni rico que no me ofenda. No hay camino que
no yerre. Ni juego donde no pierda. Ni amigo que no me engañe. Ni enemigo que
no tenga. Agua me falta en el mar y la hallo en la taberna. Que mis contentos y
el vino son aguados doquiera… siempre fue mi vecindad mal casados que vocean,
herradores que madrugan, herreros que me desvelan. Si hablo a alguna mujer y le
digo mil ternezas o me pide o me despide que en mí es una cosa mesma”.
A día de hoy si hubiese sido vecino de Oviedo
Quevedo hubiera tenido tela que cortar. Pero ¿qué dice este coxo, oh? Lo
hubieran tirado a rodar desde lo alto del monte Naranjo que vigila desde las
alturas a este villorrio levítico, señorial y sartorial. Con todo, el martes 22
de mayo es día de campo, sidrina, tambor y gaita y un bollo preñau para alegrar
la andorga todo en honor de la Balesquida que es santa medieval. Su festividad
se viene repitiendo desde 1245 y ese día la vieja ciudad gremial practica una
de sus virtudes que es la alternancia, da lo mismo un pobre que un rico.
Lo dice el gran historiador Tirso de Avilés en una
de sus reseñas. En la edad media se llamaba francos a los judíos de Oviedo. Por
Segovia les llamábamos gascones; caminaban por toda España vendiendo hilo. Iban
y venían a la Rochelle ciudad hermanada con Vetusta. Caseme con un franco
venido de Estambul, canta Joaquín Díaz. Curiosamente el gremio de alfayates fue
el propulsor del Camino de Santiago. Bien se ve que los judíos son caldo de
todas las salsas hasta en Oviedo. No hay mal que por bien no venga. Con
respecto a la Balesquida parece ser que era una solterona rica que dejó una
manda a perpetuidad para que le dijesen misas (donaciones pro ánima) y quiso morir cristiana. Se encuentra enterrada en la
iglesia de San Tirso cabe el Corredor del Obispo. Una bonita historia debió de
ser la suya como una de tantas que uno encuentra en los anales patrios. Les
aconsejo que para conjurar la crisis y la desesperación y desencanto que nos
apabullan lean a Quevedo que ya digo es el mayor escritor aunque se encuentra
fuera de linde por meterse con los judíos, los sastres y los genoveses. El
pensamiento no delinque y la verdad nunca muere. Hoy estarían en la mira de sus
dardos los banqueros, los políticos y los tertulieros
que arrebañan y arrebujan para desdicha nuestra, dándole a la húmeda con sus bocas boquimuelles,
chupando cámara pues están todos muy vistos y ganándose su buena plata por cada
comparecencia en colaboración.
LV
EL ARZOBISPO CARRANZA Y BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
Una madrugada del 22 de agosto de 1559 en una casa
eclesial de Torrelaguna – fue residencia de verano del cardenal Cisneros, su
antecesor en la mitra primada- sonaron tres golpes secos.
-Abran en nombre de la Santa Inquisición
Abrió un lego dominico. Un grupo de corchetes
armados entraron en el patio porticado en cuyo centro había un pozo con brocal
de granito y subieron al aposento del arzobispo. Éste rezaba Maitines y no dio
muestras de cólera, sólo la sorpresa se pintó en su rostro al ver que uno de
sus fámulos, Diego Ramírez, y hombre de su confianza, era el que había dirigido
la operación del prendimiento y encabezaba aquel grupo de gente armada, algunos de los cuales venían
borrachos pues habían hecho parada y fonda en
un mesón de Valdepielagos. La detención significa la pérdida de la
libertad, la confiscación de los bienes. Las mulas con sus arreos, las
propiedades muebles, las capas pluviales, los libros y otros enseres del
arzobispo fueron puestos en almoneda “por lo que quisieran dar”.
-Entréguese Su Ilustrísima a los oficiales del Santo
Oficio.
-¿Vos tenéis mandamiento suficiente para eso?
-Yo no soy más que un mandado- contestó Fr. Diego.
Fue la única respuesta del prelado que saltó del
lecho, se aderezó y vistió en su presencia y salió con ellos. La escena
recuerda la acontecida en Getsemaní y en los oídos repica la frase del
evangelista: et per invidiam tradiderunt
eum. Por envidia lo entregaron a Carranza sus hermanos de hábito y de palio
de la misma forma que hicieron con Jesús los fariseos. Un arzobispo el de
Sevilla, Fernando de Valdés, asturiano de Salas, que había aspirado a la silla
de Toledo y además parece que se sintió despechado por ciertas críticas
vertidas por Fray Bartolomé al absentismo de algunos prelados entre los que se
encontraba el interesado Valdés que no visitaba su diócesis hispalense desde
hacía más de un lustro, y un dominico que había sido compañero de aula y de
celda el dominico Melchor Cano fueron los denunciantes. La causa próxima fue un
catecismo que había publicado Carranza en Flandes con algún resabio luterano
que nunca pudo ser demostrado a lo largo del dilatado y farragoso proceso que
subsiguió. Duraría más de quince años. La causa remota hay que ir a buscarla
en los enconos, las rencillas,
rivalidades y el energumenismo de gentes de vida consagrada junto el ambiente
de delación y de sospecha existente.
Es posible que en su fuero interior y después de sus
giras por Alemania e Inglaterra adonde acompañó como capellán a Felipe II a sus
bodas con María Tudor (Carranza en su deposición forense alega en su descargo
haber sido baluarte de la fe cristiana y haber mandado quemar en Londres
algunos herejes) “se contaminase” de
algunos planteamientos de la reforma y albergase dudas sobre el purgatorio, un
lugar que no empieza a existir – Jesucristo nunca habla jamás del mismo y sólo se
refiere al estercolero o gehena adonde se almacenan las almas de los condenados
y el propio papa Benedicto 16 duda de su realidad- en el siglo XIII por una visión de Catalina de Siena, o el culto a las reliquias
tan problemático, o la justificación por la fe, una genialidad de Lutero que se
entiende a través de las diferencias filosóficas entre potencia y acto y el
abismo que separa a la criatura de su creador, el infinito y la mortalidad de
la carne. Lutero había estudiado con fervor y acuidad las encíclicas de san
Pablo. Se siente confundido cuando el Apóstol de los gentiles se queja de su
sarcinidad que le arrastra hacia abajo mientras su alma tiende hacia arriba.
Y llega a la conclusión de que el hombre no es nada.
Sólo le salvan los méritos de la pasión de Cristo y su sangre derramada. En el
ser humano por mucho que se esfuerce la materia, las células lo arrastran. Esta
suposición es confirmada por la moderna psicología y por la biología. No somos
más que un poco de barro y un poco de agua. Credo quiere decir cruz, carisma,
caridad y palabra. Las obras importan poco. Es la concepción del fatalismo germánico frente a la idea
judía de que Dios ayuda sólo a aquellos que quieren ayudarse a sí mismos. Pero
la encarcelación y el proceso del arzobispo toledano que llena más de un salón
de legajos y que han sido estudiados por el sacerdote donostiarra Tellechea,
Julio Caro Baroja y otros, pero sobre todo por Marcelino Menéndez y Pelayo, la
fuente en la que beben todos los bibliógrafos y estudia el tema con bastante
objetividad sin dejar en sus juicios la huella de católico a machamartillo que
le caracteriza. Gracias a Dios en la actualidad vivimos en una cultura laica y
no podemos entender por qué aquellas pelamesas por un quítame allá esas pajas.
Por el purgatorio una idea abstracta, la comunión en la mano y los
enfrentamientos a navaja entre calvinistas y luteranos por cuestiones como la
transubstanciación, la cena del Señor, el culto a los santos y a las reliquias
que en el fondo no dejan de ser algo insustancial. La maciza personalidad de
Lutero con sus luces y sus sombras y su altivez de fraile levantisco se alza
como destructor del viejo orden. Hizo la crítica y en algunos puntos de sus
noventa y nueve tesis clavadas a las puertas de la catedral de Wittemberg no le
faltaba su punto de razón pero no construyó nada siendo el culpable de tanta
sangre derramada en los campos europeos por su alzamiento luciferino. El
agustino alemán creo que actuó por soberbia y por despecho.
Ahí subyace la gran cuestión. El pensamiento
teutónico es mucho más romántico e idealista que el hebreo que sólo creen en
las obras. Por sus obras los conoceréis. Lutero encuentra cierta contradicción
entre las palabras de Jesucristo cuando habla como un rabino y cuando habla
como el salvador y el rescatador de la culpa. Hay una diferencia entre credo y
religión. Y en el paroxismo de sus contradicciones el agustino se apoya en la frase de Agustín que es una
glosa de la caridad paulina del ama et
fac quid vis.
Para los
judíos la religión no es credo sino una forma de vida, un conjunto de reglas y
de ritos externos (abluciones, bromatología, lo que contamina y lo que no
contamina: el cadáver, la carne de liebre, los pájaros estrangulados, el
congrio la anguila y todo animal que carezca de pezuña, las estrictas reglas
sobre el matrimonio para garantizar la pureza de la raza de los hijos de
Israel, etc.) que han de ser seguidas al pie de la letra minuciosamente. Dato
curioso al formular su teoría de la justificación encienta una olla explosiva y
emprende un camino sin retorno.
Al fin y al cabo heresiarca genial vivió bajo el
espíritu de la contradicción de manera que le protestantismo por él fundado va
a recoger la antorcha de la actitud judía de la justificación por las obras
aboliendo el culto divino y dejando de lado a la liturgia proponiendo una
relación con el dios personal de los elegidos tal y conforme lo confiesan los
judíos. A esto había que agregar los abusos y escándalos de la corrupción
eclesiástica por la simonía, el culto a las reliquias, el absentismo episcopal,
la depravación de los monasterios. Fray Bartolomé había viajado por Alemania y
sobre todo por Inglaterra donde capta aquel ambiente de relajo. Vivió un
tiempos duros e incluso él mismo aduce en su testificación que estando en
Londres había mandado quemar herejes. No era un ángel sino un hombre de su
tiempo cuando los braseros y hogueras se encendían al albur de diferentes
concepciones teológicas.
Seguramente regresó a España lleno de dudas. Había
nacido en Miranda de Ebro en 1503 de origen converso. En su infancia vio a su
madre cocinar la adafina y lavar todas las carnes para que no quedase rastro de
sangre la sartén siempre con aceite de oliva nunca manteca. Los siete días
siguientes a la muerte de uno de la familia se abstenían de probar carne en
luto por el difunto. Otras costumbres eran la muda del sábado y ese afán de
limpieza que caracteriza al judío y que han heredado los españoles. El rezo del
Bendita sea tu pureza es una ancestral reminiscencia conversa. En ella la virgen
cristiana sustituye probablemente a la Ester hebrea la de las fiestas del Purín
cuando la luna llena de febrero.
Los Carranza iban a misa pero no la oían y seguían
guardando en secreto los ritos heredados de sus padres y colgando en el portal
de la casa ristras de longaniza para aventar sospechas. Los jamones y los
mondongos eran tan sólo de exposición. ¿Era un mal cristiano como le acusan sus
enemigos irreconciliables Fernando Valdés y Melchor Cano? Seguramente que no.
Los conversos al abrazar la nueva fe se mostraban más papistas que el papa. Un
hecho constante es que la mayor parte de los bautizados que solían tener muchos
hijos destinaban a uno o varios a la Iglesia. Al claustro incorporan un ardor
bíblico/mesiánico característico y una
norma de vida que solía ser más temerosa de Dios con el respeto a la familia y
a las complicadas leyes genésicas sobre la pureza, los alimentos y la trama
social porque entre los judíos el vínculo familiar y la autoridad paterna era
muy fuerte. El habito y el beneficio catedralicio fue un ancora de salvación
pero conservarían los cristianos nuevos toda su vida ese talante independiente
que caracteriza a los de su raza que suelen ser por lo general gente tenaz. Que
fuese o no judío el mirandés no hace al caso pero no deja de ser un síntoma del
importante ascendiente que van a tener los conversos sobre el proceso de la
reforma y de la contrarreforma porque juegan a dos barajas y de ese enigma que
acompaña al tránsito del pueblo elegido por la historia que es un largo caminar
por el desierto.
Al igual que él, Las Casas, homónimo suyo, compañero
de hábito y vecino de celda cuando estaban en el noviciado dominico de San
Gregorio en Salamanca y que depuso a su favor en el largo proceso que le
incoaron, obtuvo ese mismo sambenito. Poco cuenta la genealogía. Son los hechos
los que avalan la condición de un personaje y el obispo de Chiapas con su
postura antisistema hizo mucho más daño a la SRI y a la causa de España que el
primado de Toledo el cual se ve arrollado por los acontecimientos de un
siglo que en política y en religión
(nunca irán de la mano las fórmulas) fue un vendaval. La Destrucción de las
Indias fue un puñado de barro contra el rostro de España y su misión mesiánica de América por lo que ha contado con todas
las bendiciones de los enemigos de la Fe no obstante lo cual Las Casas supo
escurrir el bulto y librarse de los calabozos inquisitoriales. Algunos hasta
quisieron hacerle santo. Un santo bajado del cielo a garrotazos quizás. Un
encomendero venal que luego se metió a fraile y que debió de guardar toda su
vida algún reconcomio o un fracaso sentimental y se libró en su descaro del
filo de alguna espada porque los conquistadores tenían un respeto reverencial
hacia los misioneros. Si a Las Casas le cabe ser padre de la leyenda negra sin
razón Carranza lo es de la leyenda blanca con razón pues tanto el injusto
sumario en el que se vio enredo como la probidad de su vida y de sus costumbres
hoy causan cierto sonrojo. El uno no se metió en teologías ni escribió catecismo
alguno. Era un loco repúblico que diría Quevedo sagaz y listo que sabía tirar
la piedra y esconder la mano, que hizo valer su condición de encomendero y
obviar su clase de erasmista convencido. El otro tuvo el coraje de predicar
contra el absentismo episcopal, un tema tabú. Los peces gordos de la iglesia
española se dieron por aludido y tomando el rábano por las hojas harían del
tema una cuestión personal. Existe pues un paralelismo sorprendente entre los
dos Bartolos.
LVI
HOGUERAS
INQUISITORIALES
Un día de verano de 1558 por
los recuestos que llevan a Torrelaguna aparecieron las hopalandas y las capas
negras de buriel, con sus bonetes y becas verdes de los cuadrilleros del Santo
Oficio y sin más preámbulos allanaron el palacio episcopal en la casa que
levantara Cisneros y llevaron preso a un arzobispo. Sus acémilas y hacaneas
fueron puestas en venta por lo que
quisieran dar, sus pajes y fámulos hechos prisioneros. A él lo condujeron
atado al penal de Cuenca. Aquel sería el principio de un largo proceso de
diecisiete años, incoado en Toledo y que acabaría en Roma con la muerte, de
viejo, del prelado. La mitra en cuestión era, nada menos, que la de primado de
España, fray Bartolomé Carranza.
Tuvo un juicio largo y me parece que justo, si hay
que fiarse de las actas que con sumo cuidado analizó y publicó su biógrafo, el padre Tellechea Idígoras,
pero que al mismo tiempo dio pábulo a esa leyenda negra que pesa sobre España y
que ha servido de combustible y de leña a la hoguera en perpetua combustión del
auto de fe contra la Iglesia. El tristemente célebre primado es un nombre de
actualidad, desde que fuera firmado un reciente convenio entre el gobierno
Zapatero, a través de su director general de Archivos, Rogelio Blanco, con la Silla apostólica, para ganar acceso a
los memoriales de su causa, depositados en los fondos vaticanos. Difícil es que
aflore a la luz ningún dato nuevo al respecto que no haya sido antemano
exhumado por el clérigo donostiarra Tellechea, un investigador veraz y contumaz rastreador historiográfico, pero a
buen seguro brindará ocasión para encorozar una vez más a la SRI. Eso de fijo.
La ocasión la brindan calva. El vapuleo no ha hecho sino comenzar. Y las
fuerzas de la anti España, los corifeos del odio, estarán ahí, rindiendo tributo
al escarnio y a la patraña.
No sabemos cómo en el Vaticano se defenderán. Con
una Iglesia sometida y convertida en una ONG, y en medio del pavor de los
miedos y ese actitud ancilaria de
estamentos eclesiales que impide gritar a los servidores de la Fe, aun con
riesgo de su vida, el non serviam
contra las poderosas fuerzas oscuras que hoy dominan los subterráneos del poder
universal, es difícil que a la verdad esclarecida se le preste pleitesía. Sin
embargo, se perciben ya signos esperanzadores en algunos grupos testimoniales –
estoy convencido que al Evangelio lo cantarán y lo salvarán siempre de las
garras del opresor los diáconos- que están dando pasos al frente y diciendo adsum, dispuestos a cruzarse sobre el
pecho la estola roja del martirio. Es el espíritu de san Esteban, renuente a
aceptar los dictámenes del siglo, el que rescata a la nave de san Pedro en los
momentos más difíciles cuando las cuadernas se desfondan, se pierde el rumbo y
la frágil barquilla amenaza con dar de través.
Fray Bartolomé, un navarro oriundo de Tudela, de
origen converso, tenía toda esa impaciencia e iluminismo de los cristianos
nuevos. Sus grandes conocimientos de las escrituras, su piedad y su elocuencia
le condujeron a la Silla de Toledo. Antes había sido uno de los confesores de
Felipe II, al que acompaña a Londres a la boda de éste con María Tudor. En
Flandes publica un catecismo al que algún censor puso sus caveats expurgatorios por albergar ciertos puntos de roce con la
ortodoxia como el culto a las reliquias, la transustanciación y los
sacramentos, y que él negó
reiteradamente en el proceso. Ciertamente, estas sospechas del careo no
pudieron ser substantivadas de modo tajante ni ganar entidad de prueba
testifical. De mayor monto a ese respecto fue una entrevista que tuviera el
arzobispo con Carlos De Seso, aquel
veronés que fue corregidor de Toro, fautor de los primeros conventículos
luteranos en España, que un mal día subió al Colegio de San Gregorio a
consultar cargos de conciencia con fray Bartolomé cuando era prior de aquel
monasterio.
Poco después de su intervención por los corchetes
inquisitoriales, en un auto de fe que se celebra en Valladolid el 8 de octubre
de 1559 fue entregado al brazo secular un discípulo suyo y hermano de hábito,
Domingo de Rojas. Al lado de él fue llevado en un asno, cubierto con un capuz
cabalgando cara atrás el famoso Licenciado Cazalla, un cura de Toledo que decía
que los crucifijos no eran más que dos palos cruzados, su compinche en el
presbiterado Domingo Sánchez, quien afirmaba que no había purgatorio, así como
varias monjas del convento de Belén como doña Catalina de Reinoso y Marina de
Guevara, hermana carnal de uno de los grandes escritores de aquel tiempo y
obispo de Mondoñedo, Fr. Antonio de Guevara (Elogio
de Aldea y Menosprecio de Corte),amigo personal del emperador.
En la plaza mayor de Valladolid[43] se
juntaron doscientos mil almas. “Fr. Domingo iba pertinaz, a decir de uno de los
testigos, a lomos de un cuartaguillo”. Los jesuitas asistieron a los
ajusticiados en los últimos momentos y tuvieron trabajo para persuadir a los
relapsos, refractarios a cambiar de opinión, aún en la hora de la muerte.
Perecieron dando voces y profiriendo insultos en italiano el duque de Seso y su
mujer. Al clérigo Asteguieta, por cantar el Credo de Nicea en los últimos
instantes, no lo quemaron vivo. Fue una excepcional jornada la de aquel 8 de
octubre presidida por Felipe II que juró defender la religión católica y al
Santo Oficio. Pero el ambiente, el morbo y la parafernalia de toda esta
casuística vienen mejor descritos con todo lujo de detalles en la novela de
Delibes El Hereje para baldón y
sonrojo nuestro. Claro que ese era el talante de la época. En la Torre de
Londres la toza del verdugo siempre preparada vio rodar bastantes más cabezas
que por estos lares. En Francia había noches de san Bartolomé y Calvino no se
mostró digno de esa caridad cristiana que tanto predicaba al enviar a la
hoguera a Miguel Servet. “Corrían tiempos recios”, dicho en frase de Sta.
Teresa, testigo de cargo de aquel ambiente cuando en los “conventos los frailes
se rasguñan como gatos unos a otros por las más fútiles cuestiones, y hasta en
los mercados las verduleras discutían de teología”. El rey, viendo la que se
echaba encima, optó por las medidas drásticas. El auto de Valladolid fue un
deterrente que evitó que se propagaran los focos luteranos que habían hecho
acto de presencia en Sevilla, Toro, Salamanca. Esta contundencia evitaría en
suelo español las fementidas guerras de religión que asolaron la cristiandad.
España – y esa es la idea que explaya Ramiro de Maeztu a lo largo de toda su
obra- quiso convertirse en el verdadero Israel, trono de la justicia y legado
de la teocracia bíblica, en un esfuerzo por conseguir esa simbiosis imperial
entre trono y altar, idea que preconizara Ginés de Sepúlveda y cantara en
sonetos Juan de Herrera, por la cual derramó la sangre de sus súbditos y los
dineros de sus reinos Carlos V y que causa la fatiga y la perplejidad de su
hijo Felipe II al topar con la hostilidad de los restantes reinos cristianos e
incluso con la rijosidad e incomprensión de Roma. Las relaciones durante el
pontificado de Sixto V fueron tan tirantes que estuvieron a punto de fractura y
excomunión. Antes Alejandro VI había nombrado a Enrique VII Defensor de la Fe, un título que se otorga
en menoscabo entonces de los Reyes Católicos con el mismo empeño y contumacia
con se siguen hoy resistiendo ciertas
covachuelas vaticanas y corrientes de opinión a la inscripción de la Reina de
Castilla en el catálogo de los santos.
Otro de los elementos del proceso al Arzobispo
Carranza son las relaciones que tuvo con el obispo de Chiapas, hermano de
hábito y tocayo, Fr. Bartolomé de las Casas, el cual va a deponer como testigo
en uno de los autos. Habían sido vecinos de celda cuando estaban en el convento
de san Gregorio de Valladolid, poco antes de la partida de uno y otro hacia
Inglaterra y hacia Nueva España, respectivamente el año 54. Las Casas, también
de origen converso, pensaba en la cristianización del nuevo mundo y Carranza en
la nueva evangelización del viejo. Ambos eran reformistas. Dos iluminados. El
primero se mete con los encomenderos y aboga a favor del indio, poniendo en
jaque una doctrina de derechos humanos que ya
discutían los claustrales de Salamanca y que dice mucho a favor de un
pueblo donde, para todo, se tiraba de papel y pluma. Con los conquistadores
viajaba aparte de un sacerdote el escribano para levantar acta. Pocos países
del mundo han mostrado esa capacidad de autocrítica y ese respeto a la letra
muerta que tuvieron los españoles. En Inglaterra, en Alemania, en Francia e incluso en Italia no
se permite a los escritores este talante de libertad en el ejercicio de la
crítica al sistema. El que en Sevilla en 1552 apareciese un libro que llevaba
por título Brevísima relación de la
destrucción de las Indias, lanzando denuestos contra la rapacidad de los
peruleros y denunciando las luchas a muerte entre almagristas y pizarristas, da
idea de esta capacidad de aguante y de tolerancia. Seguramente, si hubiera vivido
en Estados Unidos el “padre de la Leyenda Negra” no hubiera encontrado editor o
hubiese sido un marginal, políticamente incorrecto, si hubiese querido contar
en los mismos términos que lo hace contra los españoles la conquista del Oeste
y el exterminio de indios mohicanos y navajos. Ven la paja en el ojo ajeno los
enemigos que de siempre, puesto que ya Erasmo pronunció aquel famoso apotegma
de non placet Hispania, tuvieron los
hispanos, siempre sometidos a un escudriño ideológico y a un sacomano feroz de
sus valores. Debe de ser envidia. Ladran luego cabalgamos. El fundamentalismo
del padre Carranza y su pietismo, basado
en la lectura de las lecturas de las epístolas de san Pablo, le lleva a
predicar contra el absentismo de los obispos.
Debía de ser un hombre muy piadoso y sacerdote de gran reputación
apostólica, puesto que estuvo en Yuste ayudándole en su última agonía al
Emperador el 21 de septiembre de 1558. Ello le granjea las iras de su capellán
de oficio, Juan Regla. Este clérigo, tal vez por malos quereres, testifica
contra él en Valladolid: “por haber dicho cosas luteranas al oído del
moribundo”. Y en su postura a favor de los episcopados sedentarios – los
obispados eran itinerantes como lo era la corte- va a chocar frontalmente
contra el arzobispo de Sevilla, el asturiano Fernando de Valdés, nombrado
inquisidor general. Un sobrino suyo, el deán de Oviedo, lo denuncia bajo ciertas sospechas y barruntos de herejía al Santo Oficio, contenidas en su Catecismo de la Vida Cristiana. Roma,
como siempre, va a dar largas. Las transposiciones literarias del Evangelio ad pedem literae pueden dar lugar a
conclusiones extremas y ocasionar Biblia en la mano efusiones de sangre. Ese
fue el lado malo del arzobispo y de los seguidores de Lutero y de Calvino que dieron
el salto desde la teocracia medieval a las bibliocracias del mundo anglosajón
en una interpretación intimista de las relaciones con Dios y el espíritu de
lucro, la moral de circunstancias, la importancia del dinero, la concepción
anárquica frente a la idea jerárquica, el poder viene del pueblo no dimana
directamente de Dios, etc. Por ahí empezaron en Europa las terribles guerras de
religión. Lamentablemente la Escritura, que es palabra de Dios, en boca de los
hombres, puede llevar a conclusiones extremas, convirtiéndose así, a redropelo,
en semilla diabólica. Los que defendían una fe a palo seco, altares despoblados
de santos e indevotos de la Virgen María, guiados por la soberbia, desdeñan el
punto de contacto de la SRI (santa romana iglesia) con los dioses oscuros de la
antigüedad y de todo ese paganismo de ritos y costumbres que Cristo divinizó
con su mensaje de la Buena Nueva. El
fundamentalismo es intolerante. Los fanatismos no son recomendables, cosa que se
está viendo con el Islam. Felipe II, al que le siguen llamando el demonio
meridiano, atajó el mal en ciernes, librando a sus estados de un incendio
religioso, aunque tuviera que enviar a un penal al primado de Toledo más de
tres lustros. El Padre Astete, que fue precisamente uno de los jesuitas que
ayudaron a bien morir a los amigos del arzobispo en el cadalso de Valladolid,
va a recomendar a los cristianos que lo mejor es la fe del carbonero y decir sí
o no como lo manda la Santa Madre Iglesia. No meterse en camisas de once varas
ni en teologías. Si los archivos vaticanos desempolvan sus ligarzas ahora se
sabrá un poco más de aquel buen dominico de buena fe y de amplia vida interior,
aunque dejó poco escrito salvo el “Catecismo”. Por lo cual nos tememos que sea
bien exiguo lo que salda de los fondos inéditos, pero proporcionará ocasión a
los sedimentos del contubernio a pasárselo a la Iglesia y a los católicos por
el pico. Con el drama de un religioso que quiso vivir el Evangelio con todas
sus consecuencias tendrán ocasión para alimentar la gran hoguera de calumnias
contra la Iglesia. Ojo con los rogelios tramoyistas de un nuevo auto de fe como
el que se vivió en Valladolid aquel octubre de 1559 y que puede revivirse a la inversa en la España
de cuarto año del tercer milenio. Un otoño caliente nos espera pues han vuelto
las guerras de religión cuando las creíamos sobreseídas.
LVII
CASTA DE HIDALGOS. RICARDO LEÓN
Me recuerda mi adolescencia. Comillas. Los bellos
paisajes montañeses. Liébana y Santillana del mar. El destino marca rutas y hay
un misterioso pronóstico de tu vivir en los lugares que visitas. Hay dos
Asturias. La que termina en san Vicente de Asturias y la de Oviedo que se
extiende hasta la ría del Eo. Aquellas marchas por el monte y los paseos por la
solitaria y desolada playa de Oyambre.
Allí pasé un año cerca de la mar
océana a la vista de un tómbolo o isleta que se cubre de agua con la pleamar y
es accesible por un camino por tierra cuando se retiran las olas con bajamar
Ricardo León es un estilista que supo encontrar en
nuestra sangre la raíz de los godos y narra este encuentro con el pasado
castellano en un estilo trabajado y una lexicografía añeja pero que trae a las
mientes el sabor de los vocablos cuando las palabras significaban el todo por
el todo. A la cruz de la fecha hoy cuando la pobreza verbal nos cerca y nos
oprime a este adalid del estilo no se le admira motejándosele de rancio.
Casta de
Hidalgos es un libro que no fue tallado con pluma sino
esculpido a buril. Describe las casas de dinteles blasonados, memoria eterna de
una raza, los amplios estragales y las balconadas. Santillana del Mar se
reclina de espaldas al mar en el manto de unas montañas que muestran sus
crestas erguidas por las que asoman los picos de Cantabria.
Villa guerrera e hidalga. Las rosas florecen en el
balcón mirando al mar… aquella morena que está en la ventana con la mirada me
dice que me da su corazón… cantaban los mozos rondadores. De mi época. Aquella
morena pudiera ser una reina. Se llamaba tal vez doña Labra o doña Violante, vaya
usted a saber. Embrujos y miradas de la Arcadia. Hortus conclussus del pensil
hispano. León retrata a los hombres de negra ropilla y de garzotas cimbreándose
sobre el gorro montañés como plumas de gallo. Un poco más allá, el sol dora la
playa y las olas vienen y van dejando una cola de encaje blancos que recordarán
a aquellos caballeros los alquiceles morunos contra los que pelearon a la vera
del Guadalquivir.
Hay un gesto
de fatiga en el rostro de los que
vuelven de pelear. Se quitan el almete, el peto y la armadura, dejan las grebas
en el portal y se calzan las abarcas campesinas o se visten de la cogolla y del
tosco sayal. Monjes y soldados. Todos tienen un algo de campurriana nobleza en
el mirar. Pueden soltar en cualquier instante una parrafada de poema épico… yo
soy Ruy Díaz el campeador de Vivar, ferid los caballeros por amor y caridad. Un
borní vuela cetrero por la pomarada y su grito de guerra se mezcla con el
lamento poético de un ruiseñor asturiano. Subamos hasta la colegiata por el
camino empedrado. Por estos bordillos hizo ya su desfile la historia. Los
hombres son altos, de cuerpos atléticos, y como diseñados con tiralíneas. Las
mujeres hermosas y recatadas. Se cubren el rostro con el griñón moruno. Sólo
salen de casa para ir a misa y su vida transcurre oculta y callada entre el
escriño, la rueca y la labor del hogar.
Santillana es alto lugar de poesía y de silencios.
Es la edad media hecha poema épico y muda crónica de hazañas labradas en la
piedra de sus casas blasonadas que guardan las genealogías y las estirpes en
sus arcas carcomidas: los Verdugo, Tagles, Ceballos, Quirós, Barredos. Allí
vivió Velarde el que la sierpe mató y con la infanta casó. Hay lambrequines en
las fachadas y escudos con roeles y barras siniestras. Siempre que la visito
busco el apartadero del Campo de Revulgo entre los árboles y las fuentes
sombreadas por alisedas. Allí en el sosiego; me parece escuchar el rumor de
gente que vive y que habla dentro de las casonas cerradas pasto de las hierbas
y acometidas por el comején de la humedad que amenaza. Son los fantasmas de mi
España. Pero este gran periodista que asistió como corresponsal de guerra a la
batalla de Verdún desde el lado alemán escribió otros buenos libros y uno de
ellos fue Jauja
Jauja es el
tinglado benaventino de la antigua
farsa. Trabajaba don Ricardo en su chalecito de Torrelodones novelas clásicas
en un estilo pomposo y arcaizante al cual nadie podrá negar la elegancia y su
numen de vate malacitano. Siempre se asoma Andalucía a sus páginas lo mismo que
Cantabria (Casta de Hidalgos). Escribía pro
aris et locis. Se ganaba la vida como escribiente de un banco, pagándose la
publicación de sus libros y debió de ser un don Juan porque entre los lances de
su amorosa vida – el amor de los amores- se cita a la escritora santanderina
Concha Espina.
En sus novelas se siente España, la tristeza del
soldado que vuelve a la patria victorioso cubierto de medallas al cual le alzan
una estatua sí pero le niegan un trabajo y el héroe se muere de hambre. Esta es
la trama de uno de sus mejores libros, Jauja,
el más autobiográfico. Ricardo León fue al igual que Pedro Antonio de Alarcón
soldado en la guerra de África peleó contra Abdelkrim y se distinguió por su heroicidad en un blocao de Dar
Akoba como único superviviente de una compañía que resiste loas embestidas de
una cabila. Lo que no lograron los moros lo van a conseguir los cristianos. El
sargento Ciruelo por un lío de faldas es asesinado por la espalda a lo largo de
una cacería por el marido de su amante. Castiella
face los omes. Esta es la trama de esta narración que empieza con visos de
comedia, salpimentada por el gracejo y el garbo andaluz y rota, al albur de las
pasiones desatadas en un pueblo jienense, hacia los despeñaderos de la
tragedia.
Juan García se alista en la legión para salir de la
pobreza (a la guerra me lleva mi
necesidad/si tuviera dineros/ no fuera en verdad/, canta una copla) en que
vive su familia que pertenece a una de las de más abolengo del pueblo y del Rif
regresa con los galones de sargento y con un brazo de menos. Sus paisanos le
dispensan una recepción apoteósica, el alcalde requiere los oficios de un
escultor para que le levanten un monumento. A los pocos meses ya nadie se
acuerda de la gesta, se echó al olvido la hazaña aquel ilustre hijo de Jauja.
Tiene que vivir pegando sablazos y para su fatalidad
traba amistad con la hija del alcalde malcasada con Pavón, Candelaria, durante
las fiestas del antruejo. Mal acabará aquel carnaval. El marido no lo sabe pero
pronto lo sabrá (todo el mundo lo sabía/todo el mundo menos él) de modo que tal
extremo va a dar a la novela un carácter lorquiano, aunque mucho menos
sangriento que “Bodas de Sangre” o la
“Casa de Bernarda Alba” y más bufo
porque León taja su pluma en los acentos de la jaranera Andalucía, y dentro de
unos patrones absolutamente clásicos. Anguis
latet in herba, nos advierte. La sierpe se arrastra bajo el césped.
Don Ricardo, el que volvió de la guerra de Melilla y
quedó útil para los servicios auxiliares (tuvo una paga de mutilado de guerra
que le ayudó a sobrevivir compaginando estos haberes con un puesto
administrativo en un banco de Santander, lo que le permitió comprarse una
casita en Galapagar y editarse sus libros en la Librería de Victoriano Suárez
muy bien impresos por cierto, cada capítulo abre con una letra capital) estampa
aquí algo de su biografía, el desaliento y la incomprensión de aquellos cuyo
feudo defendió con las armas en la mano, la chabacanería e hipocresía de una
ciudad levítica obsesionada con el qué
dirán. En Jauja todo se olvida y se
perdona. Se puede hacer cuanto le pete al demonio al mundo y a la carne pero a
la chita callando, recatadamente, tras muchas llaves y cerrojos. Robar a los
vivos y a los muertos pero guardando las apariencias con el respeto de las
leyes y bajo la fe del escribano. Lo que no se puede hacer ni se perdona es “dar
que decir” y el poner en berlina a los demás”.
Este parlamento del alcalde Mirambles marca el paso
de la trama donde se entreveran personajes
tan bien descritos como el arcipreste don Rafael un cura de manga ancha,
el general Cienfuegos héroe de las lomas de Carey y que ahora tiene en su casa
una pajarera y se dedica a dar alpiste a los canarios, gordo y panzudo y con un
coranvobis que no le cabe en el sillón, el archivero gallego el teniente de la
armada Pavón marido engañado el que porta la cornamenta y arrima los podencos
de la rehala de la alcalde en las montería como quitador de husmeo y cobrando sus presas, descuidando
su propia parcela, la magdalena arrepentida Candelaria; Tula Cienfuegos el
ángel del hogar que se enamora del protagonista (no hay ser más peligroso que
una hembra despechada) o el inglés mister Plot accionista de las minas que se
abrieron en Jauja. Es todo un cuadro de actores que se enfrentan a una trama
contada como si fuera una cacería. Se escucha a lo lejos el latir de las
rehalas, los gritos de los ojeadores y el sonido lúgubre de las caracolas.
La muta de lobos discurre por los desgalgaderos y
pendientes de Sierra Morena entre jarales y retamas, lentiscos y florecidos
cantuesos. Bella estampa cinegética dentro de un paisaje grandioso el de
Despeñaperros donde, pasada la famosa venta de Cárdenas Europa se asoma a África y en los días claros se divisan
los turbantes nevados de los montes de Tingitania.
Torpe y
maléfica ciudad patria envidiosa, pueblo, ingrato y ruin que haces a los
hombres y los desgastas, que haces los héroes y los matas y en cada homenaje
pones un sarcasmo y en cada estatua una picota.
León se queja de lo mismo que se quejaba el juglar
del Mío Cid y de algo que entristeces a todos nuestros escritores del barroco: España
dulce albergue de extranjeros y madrastra de sus propios hijos. La ingratitud
además de la hipocresía o del adulterio constituyen la carpintería de esta obra
que brotó de la pluma de un novelista a los que los runflantes que van
instalados en la carroza tachaban de carca
pero que conocía bien su oficio porque aquí, desde siempre, unos crían la fama
y otros cardan la lana.
Cotejando sus páginas con la de los
supervalorizados, Galdós o Baroja, estos dos monstruos sagrados salen
perdiendo por más que los críticos
remendones y hermeneutas del refrito digan lo contrario. España es un gran
país. Por ende su literatura es una caja de sorpresas.
Otro personaje soberbiamente trazado es el del
vicario hombre tolerante y magnánimo que trata por todos los medios de salvar a
Juan García Olavide de las fauces de la jauría primero cazándolo con su ama de
llaves y después otorgándole un salvoconducto. Los planes del clérigo naufragan
de la misma manera que fracasaron los de fray Lorenzo el de Romeo y Julieta de Shakespeare en su intento por salvar a los dos amantes.
A Juanillo García
Olavide alias Ciruelo, el
sargento legionario, le da muerte el marido de Candelaria emboscado entre los
tollos de la Cueva del Pipe en una emboscada montesina. El héroe de la guerra
de África andaba por malos pasos y a la flor del berro, se iba de putas,
derrotaba por las tabernas.
Una noche se enfrenta a su propia estatua elevada en
el cruce a la entrada de la población y habla con su sombra intentando en medio
de su borrachera arrebatarle todas las medallas y laureadas que el ídolo de
barro cuelga en las hombreras porque ya no sirven de nada. La escena resulta de
un dramatismo tan pintoresco como el del comendador Juan de Mañara que lleno de españolísima osadía convida a cenar a
un difunto en nuestro teatro clásico. Es el mito de don Juan tan repetido
encajado entre los joyeles y engastes de una gran prosa donde lo pomposo no
anda a la greña con lo jocoso y satírico. Jauja es una diatriba contra la
sociedad española en los años de la dictadura de Primo de Ribera, denunciando
bellaquería e imposturas, cuando, ay, mucha más libertad que en la España de
2014 enquillotrada, zafia y mucho más zaina y cabreada que la de entonces.
LVIII
ROMANCE DE AMOR DIVINO DE LÓPEZ DE UCEDA
Sólo cuando un pueblo se ensimisma se muestra capaz
de alta poesía y esto sucede, verbigracia, en la lírica que surge en Salamanca
a partir del siglo XVI que preside un místico poco conocido y natural de
Oropesa (Toledo) y que explicó Teología en Salamanca. Al autor de “romance de un alma que desea perdón”,
Juan López de Uceda fallecido en 1595 se le considera discípulo eximio del
agustino Orozco que fuera capellán y confesor de Carlos V y cuyo lema era
escribir y predicar a mayor honra y gloria de Dios y de la virgen María. Se
cumplen cuatro siglos de la muerte del poeta, un gran desconocido para los
españoles de hoy quienes, como venimos diciendo, viven infatuados por el gran
espejismo de la cultura anglosajona, se dan de lado tales disquisiciones. Es
como una plaga bíblica para los que escribirlos y nos sentimos castellanos. En
la escuela mística salmantina se inscriben estrellas mayores como Juan de la
Cruz o Teresa de Ávila o Miguel de Molinos pero hay otros astros menos
conocidos aunque de no menor porte como es el caso que nos ocupa.
López de Uceda se inspira en una seguidilla profana
para transformarla en canto de amor divinos:
Yo me iba ay
dios mío a ciudad reale
Errara el
camino
En fuerte
lugare
Salí zagaleja
de en ca mi madre
En la edad
pequeña
En la dicha
grande
Diome ropa
limpia
Quedé como un
ángel
Y tal gracia
tuve
Que logré
agradarle
Lo que ocurre es que el amador en este poema no es
un hombre de carne y hueso sino el propio dios. Precluye la entrega. Es el
abandono total en manos del Criador. El alma que busca perdón sigue una ruta
ascética que consta de los siguientes jalones:
-vía purgativa
-iluminativa
-unitiva
El poema es totalmente alegórico. Nos desborda su
simbolismo. Ciudad Reale no es la Ciudad Real manchega sino la Jerusalén
celeste, la meta soñada de los que abrazan la cruz de Cristo. Entremedias en su
ascensión a la cumbre el alma ha de afrontar no pocos peligros. Se pide que
tenga un buen discernimiento para distinguir el bien del mal. Y la zagaleja es
el alma cristina y el “galán hermoso, que la rapaza se topó en la calle y el
cabello en crenchas pude enamorarle” es Jesús. Que rescata al hombre de las
garras de la muerte, lo viste, lo calza, lo alimenta con su propio cuerpo
(eucaristía):
Hizo que me sirvan sus propios manjares
Su plato
Su copa
Su vino y su pane
Todo es precioso simbolismo interactivo. El verde
color de esperanza es la prenda que han de vestir los bienaventurados y hay un
ángel que nos cuida y hay una sortija de oro y otra de azabache símbolos del
Amor y del Temor. Se trata pues de un prodigio estético y una de esas
maravillas del alma e idioma castellanos en su precisión, concisión, calado,
hondura teológica que no perdieron frescura al correr de los siglos. Este
romance es como una rosa fragante. Es la perla escondida con la que el lector
estudioso se encuentra a través de sus copiosos escrutinios. La literatura
española es uno de los grandes exponentes del arte universal y en buena parte
es un continente sin descubrir. Es el vino nuevo del evangelio guardado en
odres viejos que sólo degustarán unos pocos paladares afortunados, los
predilectos de los dioses...
De Juan López de Uceda poco se sabe. Que era hermano
de Francisco López de Uceda el que diera a las prensas la “Pícara Justina” y que fue amigo y discípulo del agustino Orozco.
Su composición a lo divino es la versión de una letrilla de zarzuela que se
cantaba en España allá por el siglo XVI y que termina con una escena escabrosa:
el ayuntamiento carnal de un viajero que va de paso con una serrana de un
puerto de Extremadura. El tema fue tratado por la gran novela pastoril del
siglo XV. La serrana debía de ser muy hospitalaria…
Comeréis la
leche en lo que el queso se hace
Y haremos la
cama junto al retamal
Y haremos un
hijo que se llamará Pascual
López de Uceda, fraile agustino, da la vuelta a la
historia y transforma la trova picaresca en entelequia mística por la vía
unitiva. La serrana es el alma y el viajero que pasa es Jesús. A día de hoy la
comparanza se presenta con resabios obscenos pero bien pudiera ser un vademécum
de entrada al laberinto de la poesía mística española de Juan de la Cruz tan
sensual y tan basada en el Cantar de los Cantares. Se interpolan los campos. El
verbo se hizo carne y de ahí esa apariencia tan sensual. Raigambre hebrea del
misticismo y del catolicismo español. A un lector poco avisado puede parecerlos
que Juan de la Cruz y Teresa de Ávila se vayan por los cerros de Úbeda
confundiendo el ámbito de lo divino con lo humano. Esta carnalidad sembraría
los cimientos del iluminismo y las aberraciones de los alumbrados. Surgen en
conventos de clausura monjas que querían ser poseídas carnalmente por
Jesucristo y acababan en brazos de algún fraile poco escrupuloso que fungía
como su confesor. O los predicadores que pronunciaban sermones basándose en la
máxima del “pecca fortiter”, Agustina. Hay que pecar mucho para luego
arrepentirse mucho. Era la teología de Miguel de Molinos el jesuita que se lo
montaba con las grandes damas de Roma. Con más de una abadesa. Cristo para mí
no tiene sexo. Está por encima de los dislates de la carne pero por de esto
mismo algo funcionó mal en la vida religiosa y social española aunque reconozco
que es una manera, una más, de interpretar a Dios, si se quiere desde la
lascivia y del deseo carnal, consustantivo al tiempo de los Austria. Pese a
todo esto, el romance, salvo el título que suena a despropósito, es una joya;
fue escrito por un monje converso, uno de esos curas españoles de antaño que
tanto sabían de cosas de amor aunque las crónicas señalan que esta experiencia
fuera teórica y no practica a través del confesonario. Tirso de Molina por
ejemplo un experto en la condición femenina… ¡Um! Mucho sabía el mercedario.
Dicho lo
cual, es obvio que el enunciado de la unión mística con el Esposo, expuesta tan
crudamente en esa Ciudad Reale, iba a traer de cabeza a los sabuesos de la
Inquisición.
LIX
COLGAR EL RATÓN
Los
futbolistas cuelgan las botas. Algunos
curas la sotana y yo voy a colgar el ratón de Internauta pues tengo la
sensación de predicar en un desierto. Ni me escuchan ni me entienden. La gente
anda muy encastillada en su ego. Hoy cumplo 64 años que es casi el doble de la
canción de Julio Iglesias. Treinta y tres años. Quien lo diría. Me despertó por
la mañana y un beso de una de mis hijas,
me alegró pero treinta y tres años multiplicados por dos así que
haticuenta ya uno no es uno un recental. Madre mía que pronto pasa el tiempo.
Colgar el ratón ciertamente pues es vano ejercicio esto de escribir. La gente
no atiende. Parece vivir en cámaras insonorizadas. La palabra ha muerto, viva la imagen. Tengo en frente a una sociedad hedonista y
egoísta que no escucha, vive entre el tópico y la banalidad. Así que colguemos
el ratón démosle mulé metafóricamente se entiende a Guillermo Puertas y
dejémosle tan pichi entre sus bitácoras sus blogs lo que la gente escribe para
que nadie le escuche. ¡Ay esta noche de mi aniversario cuánto dolor por el camino! Ahorco los
hábitos pero yo nunca quiebro la pluma. Yo sigo. En realidad cuando creí que
los libros valían algo fui librero de lance lo que yo quise ser después de
venirse abajo otro sueño el de montar la guardia junto a los luceros. Oigo
voces y las pongo todas sobre el papel. A veces se escucha una algarabía de
frecuencias diferentes y de rostros macabros de mujer. Señor habla que tu
siervo escucha. Sí Señor pero ¿a quien? Esta impotencia de no llegar nunca a
ser lo que pudo ser de no atañer el ideal cuando casi estaba tocándolo con la
punta de los dedos y me quedé con las mieles en los labios. Yo funcionario
suspendido de empleo y sueldo. Yo librero. Amarrado al duro banco de la galera
de la literatura escuchando el estallido del rebenque sobre mi cabeza. Cía,
cia. Marinero. Una palabra siga a la otra. ¿Qué pone ahí? Leñe pues yo mismo ni
lo sé. Escucho las voces y las consigno en el papel. A veces es la gritería tal
que no entiendo lo que dicen. Son cosas muy contradictorias pero in contraditione peperuit me mater mea.
Yo quise ser literato y periodista de relumbrón pero di con mis huesos en la
calle- top manta de los libros viejos esparcidos en rátigo, la profesión más
despreciable. Venta de por junto y al por mayor. Eso se llama pignorar el alma.
Letra muerta que no sirve para nada y pesa mucho. El papel se ha convertido en
muro de lamentaciones pero es un ejercicio inane y variopinto. No quedaba otra opción. Tirar la boina y
tender los libros viejos sobre el suelo esos que yo adquirí con mis ahorros y que
me costaron tanto esfuerzo sobre el bulevar en espera de que llegasen clientes.
¿Cuánto es? Un euro. Se lleva usted un buen libro de buena lectura. Las
confesiones de San Agustín. ¿Y para que me sirve Agustín? Para ahorcarme. Ese
era un obispo africano que le gustaban mucho las mujeres. Tuvo una madre
posesiva y una novia nubia que debió de ser muy guapa y la añoró pero tiran más
dos tetas que dos carretas sobre todo son las tetas de un obispo de esas
mujeres de rompe y rasga y de aquí estoy yo, pues menuda debía de ser doña
Mónica. Lágrimas sobre la arena de la playa de Ostia. Recuerdos las mareas de
san Agustín cuando el verano está en su cenit y empieza el declive del
solsticio como el de todas las cosas. La melancolía y la retórica agustiniana
marcan el principio del fin de una civilización. Para que quiero yo a ese
santo. Es viejo y murió hace muchos siglos por el siglo tercero o cuarto y dice
cosas maravillosas utópicas que no me sirven para nada, yo soy camionero soy
transportista oiga. ¿No tiene revistas de gachís para hacerme una paja cuando
esté en el punto mirando al tendido? No vendo pornografía ya se lo dije sólo
buena literatura. Quede usted con dios. Bah paparruchas retóricas filosofías y
se alejó murmurando insultos contra mí entre dientes. Al pobre librero de viejo
nadie lo comprende. Pero se estaba bien en aquel paseo una soleada mañana de
invierno. Se veían los lomos de la sierra y el cacumen granítico de la
cordillera guadarrameña. Entre cigarrillo y cigarrillo entoné un aire de la
sierra:
“Marranillo
de febrero vete con tu padre al humero”
Los
compañeros de los otros tenderetes me miraban con melancolía y se llevaban la
mano a la sien como diciendo este sí que está como las maracas de Machín. Yo
solo estaba matando a la liendre del alma que me carcomía por fuera y por
dentro. No sé cómo resistí, aun no me explico cómo pude salir de aquélla.
LX
GERMANA DE FOIX Y LA UNIDAD DE ESPAÑA
Se cumple el quinto centenario de
la famosa Concordia de Salamanca, un hecho que a pesar de su trascendental
magnitud en medio de los azorados meses que corren y lo corto de vista que nos
hemos vuelto los españoles, obliterando nuestro pasado y, amnésicos, en ese
intento contumaz por consumar el
legrado de memoria de una vida en común, suicida actitud (vayamos paso pues a
muchos los árboles no les dejan ver el bosque) permanece en el olvido.
Sin embargo, en virtud de esta
entente cordiale y el convenio matrimonial de Fernando el Católico con la
sobrina de Luis XII se sella un armisticio con Francia que va a informar toda
la política exterior de los Austrias: los matrimonios de conveniencia y por
razón de Estado que serían múltiples desde el día de san Matías de 1500 en que
nace el emperador Carlos hasta el de Difuntos de 1700 cuando expira en Madrid
Carlos II el Hechizado. Princesas de la Casa de Valois para los herederos de la
corona imperial castellana, príncipes de Asturias, a la recíproca, que marchan
a París a buscar novia, Pacto de los Faisanes y aquellas famosas nupcias de
Felipe IV con doña Isabel de Valois, su legítima en medio del gran harén en que
no faltaron marquesas, esposas de sus privados y hasta monjas del convento de
San Plácido y una cómica, la Pacheca, pues Marañón dice que el bueno de don
Felipe IV era de una sexualidad tan
exaltaba que rayaba en femenina, en lo patológico esto es insaciable: se le
contaron cerca de cincuenta hijos naturales.
Francia siempre Francia. Detrás de
los Pirineos se alza el gran antagonista de los castellanos. Rivalidades sin
cuartel. Fernando de Aragón fundamenta
esta alianza nupcial con el francés la mira puesta contra Inglaterra, cuya
enemiga hacia nosotros también fue proverbial y
que empezaba ya a mostrar -es el otro gran refractario de los intereses
hispanos- y donde el rey Arturo había engatusado a su yerno, Felipe el Hermoso,
en una alianza antiespañola. Había prevenido una escuadra para conquistar
Fuenterrabía. Fernando se adelanta a la jugada y afianza el respaldo del
Palacio de Blois. Luego no cumpliría la mayor parte de sus promesas pues era un
gran político pero debió de pensar que París bien valdría una misa. Así
aventaría las desconfianzas del Palacio de San Juan de Letrán. El papado, un
hecho paradójico, siempre cargaba el carro delantero del lado de Francia. En
menoscabo de España, que para eso era Francia la hija preferida de la Iglesia.
Doña Germana de Foix no fue una
mujer feliz. Su marido la tuvo un tanto arrinconada. El infante que nació de la
unión nació muerto y pasó la vida como una reclusa en Arévalo donde la llamaban
pinguis et bona pota por su afición a
la buena mesa. Que le gustaba empinar el codo, vaya y para colmo era coxa
según dicen las crónicas. Consultando
minutas del Archivo Municipal de Arévalo hay algunos documentos que
constatan el malestar de la corporación del concejo por la onerosa fiscalidad
que sobre los hombros de los vecinos recaía a causa de la inclinación de la
francesa por el dispendio y los banquetes. ¡Viva el lujo y quien lo trujo!
En aquella corte fue paje o menino
nada menos que Iñigo de Loyola antes de su conversión y debió de pasárselo muy
bien de mozo gozando de la vida galante
arevalense y cometiendo pecados según él escribe en sus Ejercicios que lloraría toda la vida. Le salieron al santo surcos
por la mejilla a causa de las lágrimas de arrepentimiento por las calaveradas
de su disipada mocedad. ¡Ah la marrana de Arévalo siempre tenía al verraco
encima, siempre preñada y a pesar de eso nunca estaba contenta!
El rey, viudo y algo botarate, no
le guardó lutos largos a su primera esposa Isabel de Castilla. Era 36 años
mayor que Germana. Sin embargo, la política en este maquiavélico personaje uno
de los mejores políticos que en este mundo han sido, conservaba prelación sobre
el amor. En 1505 se suscribe el Pacto de Blois con la corona de Aragón y los
protocolos vuelven a sellarse en la Concordia de Salamanca con la de
Castilla meses más tarde muy cerca de la
casa donde se acaba de celebrar la tan traída y llevada cumbre iberoamericana.
Este hecho de una magnitud sin precedentes va a apuntalar la unidad de España conseguida
en 1492. La corona de Aragón por aquello del tanto monta, monta tanto, y por lo
que decía Gracián aragonés y español soy hasta la gola que la
libertad siempre fue española va a jugar un papel relevante en esta unión
de los reinos. Venimos un poco de las barras que llaman catalanas pero que en
realidad son barras de Aragón. Dicho reino con el de Navarra - todos los
historiadores son contestes- es el artífice de la fusión de las tierras de
España primero con el Compromiso de Caspe de 1412 y más tarde con la Concordia
de Salamanca.
La boda no se celebraría hasta el
año siguiente. Germana es proclamada reina de Aragón y de Nápoles. Los primeros
once años fueron felices pero a la muerte de su esposo que testó a favor de su
hija doña Juana al quedar Germana sin sucesión quedó relegada la pinguis et
bona pota en su palacio de Arévalo que yo he ido a visitar varias veces y está
en ruinas acusando los estragos del tiempo pero aún le quedan las dovelas del
arco de su puerta principal. ¿Qué fue de aquellos saraos? ¿Qué se hizo de tanto
señorío? Una melancolía manriqueña me dominaba cuando pasaba por debajo del
famoso postigo de Alcocer, uno de esos lugares cuyos manes siempre me fueron
propicios a mí que he sido un impenitente defensor de la unión y la concordia
entre españoles. Además, en su castillo pasó su infancia la gran reina de
Castilla y el poso de aquel temblor, de aquel gran sueño creo que aún vibra en
el aire.
Cisneros, aquel fraile correoso un
perro fiel a quien sus enemigos denominaban la “galga en pieles” fue cicatero
con la reina viuda y le cortó el grifo de los dineros dejándole una escueta
pensión que le impidieron seguir el tren de vida que había llevado hasta la
muerte de su esposo. El fraile franciscano temiendo bandos y una insurrección
de los partidarios de Germana de Foix la tuvo bajo vigilancia. La reina en
realidad era una reclusa en su jaula de oro del palacio de Arévalo. A la muerte
de Cisneros en 1519 vuelve a casar con el Duque de Brandemburgo. Enviuda y
matrimonia con el Duque de Calabria que recopiló una de las bibliotecas más
famosas de la cristiandad. Germana de Foix acaba sus días en Valencia el 18 de
octubre de 1538. Siempre se relegó su
memoria porque algunos cronistas pensaron que la sombra de Isabel pesó sobre la
francesa como un maleficio. Ello no obstante, su vida romántica y novelesca,
está ahí y constituye un desafío para los novelistas. Tampoco los cultivadores
de la novela histórica han sido demasiado generosos con su figura. Sin embargo,
el reto queda en pie para el que quiera contar la vida de esta francesa que fue
protagonista de uno de los capítulos más interesantes de la historia de España. Por supuesto, tuvo
que aguantar las infidelidades de Fernando el Católico como príncipe del
Renacimiento pero ella tampoco perdió el tiempo, al parecer.
LXI
EL CADETE
Rusia vive por estos días tiempos de exaltación
honrando al último zar asesinado por las fuerzas siniestras y a la familia
Romanov; algunos incluso dicen que Nicolás II resucitado en la persona del
primer ministro Mevdevev tan parecido a él que es como dirían los ingleses “his spitting
image”. Lecciones que nos da la historia. El crimen no paga. Los asesinos
serán apartados a la gehena y los santos suben al cielo. El último zar con su
bella familia, la emperatriz, el zarévich, y las cuatro princesas, que fueron
fusilados un 18 de julio de 1918 en la tahona de Ipatiev el rico mercader de
Yekateringrad (mandaba el pelotón un judío húngaro por nombre Imre Nagi y los
soldados eran todos letones y estaban borrachos porque ningún roso tuvo el
valor de accionar el gatillo contra el zar que siempre fue tenido en Rusia por
un dios) fue canonizado.
La tragedia de la primera guerra mundial, la
revolución de octubre, la toma del palacio de invierno y la guerra civil
espantosa que subsiguió marca uno de esos momentos culminantes de la historia
universal que tuvo correlativamente su parte alícuota de una enorme literatura.
Pocas lenguas en el mundo con excepción tal vez de la griega, podrían plasmar
el “pathos” de lo acontecido: los combates, las destrucciones de ciudades, las
violaciones, las ejecuciones sumarias, los incendios, la miseria, el hambre en
el marco de esa arquitectura de belleza melancólica en comunión con la
naturaleza que brota de la pluma de los maestros rusos.
“El cadete”
de Leónidas Zurov es novela lírica que
canta al ejército ruso, a los cadetes de la Guardia Blanca, del regimiento
Preobrajenski, que custodiaban al Zar en su palacio de invierno y en los
perímetros de Tzarkoe Tselo en Petrogrado. Se trata de una casta historia de
belleza y de pureza que exalta los nobles sentimientos de amor a la madre, amor
a la patria, a la mujer que te sale al encuentro de tu vida, a la solidaridad y
a la amistad. Por sus páginas se escucha el canto angélico del querubín y asoma
el Cristo ortodoxo con sus ojos clementes y sus barbas mientras la Virgen María
sonríe bendiciendo bondadosa desde el candil de los iconos. Suenan a lo lejos
después de la nevasca las campanas de alguna iglesia.
“Dentro de la catedral percibió a Kuny Miej. En las vetustas arcadas
rebotaba la dulce melodía del oficio, los íconos centelleaban y al centro bajo
la cúpula recogíase un expectante silencio que devolvía el sonido de los pasos”
Mitia es enviado a la academia de oficiales de
Petrogrado. Quería ser militar igual que su padre el general Kornilov y va a
sentar plaza en la escuela de Junkers. Tenía 14 años y aquel otoño de 1917 días
después de las fiestas de la Asunción la campiña olía a manzanas “y las
amarillentas mechas de los abedules enlutaban el alma… las filas de los arces
aparecían mordidas de urentes arreboles; sobre el encristalado de la mansión
zigzagueaban las llamas policromas”
La pluma de Zurov al describir el encuentro y la
despedida del estudiante con su madre adquiere rotundidades homéricas. Esta le
imparte su bendición según la costumbre ortodoxa. “En un recodo del camino,
sosteniendo con la mano izquierda la fusta y el capote, Mitia se volvió
haciendo el saludo militar y, perfilada sobre las gradas de la escalinata, vio
a su madre que le bendecía, trazando sobre el aire pequeñas cruces”
Los diálogos son
contundentes, las descripciones, maravillosas. El alma rusa se hincha
como el bulbo de la cúpula de un “sobor”
(catedral) y protege como el manto de la Madona al lector. Y abundando en esto
mismo existe el efecto “sobornosti”
(catedralidad) una melodía que suena eterna melopea a lo divino a través del
canto diaconal y hace que el corazón, por más que nuestra razón no lo entienda,
caiga de hinojos a los pies de la imagen del Redentor. Únicamente las novelas
rusas de este periodo poseen ese tono repetitivo del efecto catedral cuyos ecos
se propagan a lo largo de capítulos y de frases entrecortadas del soldado que
parte al frente, los besos de la mujer amada, los gritos angustiados de los
pasaportados al Mar de Hielo, el lúgubre lamento de los encarcelados en las
zahúrdas de Siberia.
Los héroes de estas historias aceptan su destino (“sudba”) con resignación y sin odio a
sabiendas de que la Madre Rusia ha pecado y va a ser sometida a la prueba de
una larga purificación. El pueblo ruso asume esa misión mesiánica de
trascendencia que se manifiesta en ese lupanar donde una belleza rusa se decide
por el cliente más desamparado, o un presidente Putin que escribiendo en el NT
le dice a Obama que no hay pueblos mayores ni menores que a los ojos de Dios
todos somos iguales.
En ese sentido soteriológico el pueblo ruso, el
verdadero Israel, cumple el papel de protagonista frente a la masonería, las
fuerzas oscuras, o encarándose con el estado judío exportador de armas y de
conflictos, reclamo de las mafias y de los señores de la guerra que se valen de
la argucia, el chantaje y la mentira como medios de coacción pues para ellos el
asesinato y el terror se encuentra a la orden del día, se encargan de fungir como antagonistas del drama o la
novela de la historia.
Nadie hubiera podido sospechar que el pueblo ruso
después de Stalin, de la Perestroika, y de los horrores del comunismo, del
miedo a la bomba atómica que nos inculcaron a nosotros niños que crecíamos
durante la guerra fría, iba a desembocar en un Putin mesiánico defensor de los
pobres y los desvalidos del planeta, otro san Jorge en la lucha contra el
dragón. ¡Inefable y sorprendente contraste! aunque Rusia es un enigma y siempre
habrá que entender de este juicio sobre el líder ruso con ciertas reservas a la
vista de la guerra de Ucrania, un conflicto ininteligible, entre hermanos,
urdido por el enemigo del género humano: el diablo.
Tal vez por eso lo difaman, le hacen la guerra, lo
retratan en picardías de maricón y otras infamias. Y han querido abatir el
avión en que viajaba desde Brasil confundiendo su aparato con un jumbo malasio.
Son los herederos de los que fusilaron al zar en la casa del judío Ipatiev que
vuelven a la carga.
Mitia va a ser un soldado sin suerte pero un
verdadero oficial de la guardia que defiende el palacio de invierno y participa
luego en la reconquista de Ribinsk. Es víctima de esos cambios, de esos aggiornamientos, transiciones,
consensos, trampas saduceas y ucedeas que son el escudo detrás del cual se
abroquelan los judíos para proyectar sus revoluciones. Manejan como nadie las
treinta monedas de la sangre, llenaron la tierra de campos de Haceldama. Es el
caldo de cultivo del agit prop.
Dimitri Kornilov ve cómo a los cadetes de la guardia
por orden del soviet lo despojan de la “gimnarskerska” de la nobleza y le
colocan una rubaska de “poilu”. Es detenido e introducido en un convoy de
castigo del que se apea en marcha librándose de la muerte. Antes un comisario
judío ostentando en la “papaja” (gorro de astracán) la estrella de cinco puntas
e había dicho:
-Te perdono, mamoncillo, eres valiente.
Y el cadete se cuadra y entona el himno del zar:
-Boshe, zaria,
jrani[44]
-Largo de aquí, yo conozco bien tu madre, hijo de
puta.
En medio de las lágrimas el valiente cadete escupe al
comisario y prosigue la estrofa imperial con mayor fuerza
-Tsarvu, slava
nam[45]
El alma rusa descrita con magistral pluma por Zurov
se compadece y se entiende perfectamente con la española. La lengua castellana
se adentra en los penetrales de este ruso deslumbrante donde existen
maravillosas descripciones como estas dignas de la Iliada o la Odisea:
“Detrás del pueblecillo en un soleado prado, se
instruían los noveles soldados. Al diario ejercicio sucedía la faena de bañar
al ganado. Mitia habíase prendado de cierta yegua rosilla que aun amantaba a un
gracioso potrillo bayo, mientras Lagin concedía todo su afecto a un caballo
morucho… nuncios de primavera, los días eran apacibles, radiantes de luz,
benditos, impregnados de la alegría del cielo, de la fragancia de las tiernas
hojas gomosas, del gorjeo de los pájaros. En las afueras de la ciudad sobre las
tumbas de los soldados una ruda hierba acaba de verdear”
Es el magnífico contraste entre la vida y la muerte
y la indiferencia de la naturaleza ante las penalidades y sufrimientos del
hombre. Sin que falte el lado cómico. Por ejemplo, cuando describe a aquel
sargento mayor que se alista con los blancos para pelear contra los
“krasnoarmeitzi”[46]
“al toque de
revista los voluntarios advirtieron, cuadrado, delante del coronel, a un
desconocido de híspido bigote bermejo y rapada cabeza, que vestía un usado
uniforme lleno de remiendos en el que brillaban dos condecoraciones sujetas por
un alfiler. Era el sargento Arjip Simenovich. En aquel suboficial Mitia y Lagin
reconocieron al mujik que sentado a la orilla del río fumaba tranquilamente su
pipa”
La lectura de esta enternecedora novela me ha
reconfortado en estos tiempos de tribulación y de persecución. Una voz en ruso
me ha dicho con suave y amistoso acento:
-No te aflijas. Ten fuerte. Soy yo. Estaré con
vosotros hasta el final de los siglos
Cristo vive en la historia y en estos momentos el
Príncipe de la Paz nos habla en ruso confundiendo a los señores de la guerra
que parlamentan en su algarabía o nos largan espichas en inglés. El país de la
resurrección posee estos incontratables enigmas. Cabría pensar que al zar al
que fusilaron los del sanedrín se
encuentra de nuevo entre nosotros. Tengamos calma. Las puertas del infierno no
prevalecerán. Les recomiendo que lean este libro de un militar Leónidas Zurov
“El Cadete”. Pasarán un rato agradable, se reconciliarán con la vida aunque se
les esponje el corazón de melancolía.
LXII
JOAQUÍN DÍAZ JUGLAR DE LA NOCHEBUENA
Hay figuras que marcan sendas trazan caminos abren
pautas porque la vida es un supuesto iniciático. Para mí lo fueron autores
asturianos como Palacio Valdés, Clarín Cela, el vallisoletano Narciso Alonso
Cortés cuya historia de la literatura
castellana teníamos como libro de texto
en el seminario. Impartía las clases don Tirso
Rodao y don Ramón Alonso, un hombre de cabeza pequeña pero de corazón grande y
voz profunda, se encargaba de las de Historia de España. Fueron libros y horas
que moldearon mi carácter marcándolo para siempre.
En aquellos
centros nunca se dejó a un lado la educación musical de los educandos. Un
clérigo tenía que saber cantar y en estas habilidades polifónicas nos iniciaba
el beneficiado de la catedral José del
Moral siguiendo las pautas del Canto
Coral del P. Peris.
Escuchar la gran obra de Joaquín Díaz vino a ser como releer de una
sola vez a todos estos maestros que impregnaron de idealismo y de sed de verdad
y de belleza y de humanismo mi adolescencia. Joaquín se parece a aquellos
seminaristas del mayor que se preparaban para misacantanos: serios,
responsables, estudiosos y también simpáticos a los que todo el mundo quería
bien con su barba rojiza sus modos suaves y una bondad natural que le ha venido
de casta. Pero resulta que nunca paseó en una terna de aquellos curillas que solían
salir a pasear por el Campo Grande. Estudió en el Lourdes y luego se fue a
Pamplona. Grabó discos en cantidad... A mí me parece que es un católico total
un descendiente de aquellos monjes medievales un templario de los que fraguaron
Castilla pero reitre tan sólo de su soledad y de su campo. Fue muy amigo de
Delibes y con él iba a cazar. Insisto aunque las comparaciones son odiosas y
aunque me duele el desconocimiento que de su obra tienen muchos españoles que
con sus casi cincuenta libros a las espaldas, un hombre relativamente joven, su
obra filológica me parece mayor (y no me duelen prendas al señalarlo) que la
del gran polígrafo. El Duero puede que lleve la fama pero es a veces el
Pisuerga el que carga con el agua. La obra de Joaquín Díaz González, pese a su
modestia y recato, amplía y complementa lo logrado tanto por Menéndez y Pìdal
como Menéndez y Pelayo.
Joaquín
Díaz obra inmensa
Ya lo he dicho y lo digo sin prejuicio de parte que los retratos de Joaquín Díaz y de don Ramón
Menéndez y Pidal, el coruñés que encontró su España Mágica en Arbás del puerto
donde el Pajares empieza a bajar, como Joaquín al que, al igual que a Clarín lo
nacieron en Zamora pero es asturiano por los cuatro costados y castellano
universal, cerros y laderas, música de rabeles y el son del requinto en la
alforja, algún romance de ciego o alguna endecha a lo zamarro, batallando con
las corcheas, fusas y semifusas, presiden mi mesa de trabajo juntos con mis
vírgenes y mis cristos, algún san miguel y san Antonio o estampas de la indefectible Auxiliadora que dan suerte y
protegen.
Ormuz y Arimán en lucha eterna. ¿Por qué se canta y por qué se escribe?
Puede que para desahogarse sobre todo los que no sabemos otra cosa que hacer,
pero sobre todo para arrimar el hombro a esta esforzada lucha del Flamígero
Arcángel contra las fuerzas oscuras y contar la realidad al descuido y al
desgaire que decía Gracián que “español soy hasta la gola que la libertad
siempre fue española”.
Claro que a muchos los árboles
no les dejan ver el bosque y sólo le interesa el hic et nunc, el aquí y ahora (take
your money and run) pero la riqueza de la vida no está sólo en esa pasta
gansa, el cuatro ruedas, la segunda vivienda en el campo, la hipoteca, la
tarjeta de plástico, el tercer divorcio esto es un vivir a lo americano que es
un sinvivir pleno intereses mercuriales
aunque nunca vengan mal unos eurillos para hacer frente a la crisis que nos
sobrenada.
Pero miremos un poco para arriba, ganemos perspectiva, oteemos el horizonte. El otro
día me encontré yendo a Alcalá con un buen titular “Alcalá basa su riqueza en
la exportación de la lengua castellana”. Algo así como han hecho los ingleses,
que serán todo lo que quieran pero son muy vivos con Oxford y su English, que
es una industria nacional, la primera del país.
Pues, mutatis mutandis, lo mismo se puede decir de Urueña, la preciosa
villa castellana, gentes y laderas que describió Delibes, donde tiene emplazado
Joaquín Díaz sus reales y su casa -
museo etnográfico y existe la ciudad del libro, merced a una iniciativa de las
autoridades autonómicas – la diputación, la Junta- y algunos esforzados
libreros que tienden en los corros[47], que
así se llaman las calles en aquella villa, en un alcor, nido de alcotanes y de
caballeros andantes, que es la ciudad del libro: Alcuino de York, Alvacal,
Librería Samuel, librería del Vino, El Rincón Escrito, Alcaraván, La Punta del
Iceberg, Almadía y la Boutique del Cuento y con el soporte de José Manuel
Valdés, el asturiano que fundó iberlibro.com descubriendo un potencial mercado
por Internet.
Una receta para el espíritu,
aspirinas contra la dichosa crisis: libros, poemas, canciones para vivir un
poco más hacia adentro. ¿No estamos un poco vacíos? España tiene futuro. Lo que
no podemos caer en el cinismo cainita, un mal que aflige el alma nacional.
España es un pueblo que no canta. Ibas a un pueblo y la gente volvía de las
tareas del campo con una copla entre los labios. Antes cantaba y dice el refrán
que gallo que no canta… Póngame contra esta cigüa la pluma de un gallo en el
sombrero que espanten mis males. Una copla de vez en cuando nunca viene mal.
Creo que el porvenir está ahí.
Lo que hace falta es un poco de reflexión. La vida es algo muy bello y no es
para pasársela viendo los mismos sitcoms
o escuchar las arengas envenenas que nos dirigen los pundits o sabelotodos de la caja tonta, de los periódicos o de una
literatura de bulevar integrada por malas traducciones del inglés. Si somos
listos y sin alharacas chauvinistas, estoy por decir que tenemos posibilidades
de que nos vuelvan a vender la mula mal capada no ya meramente los
separatistas. Me dan más miedo los separadores. No se trata de ponerle puertas
al campo sino de salir al campo a respirar buenos aires como el que nos brinda
Joaquín Díaz en toda su obra inmensa con su gran equipo de colaboradores.
Volveré
sobre el asunto. Sirvan estas líneas de proemio o de introducción a la obra de
este polígrafo que vive como un fraile dedicada a su obra de investigación en
un lugar desde donde se miran mejor que en Madrid las estrellas.
el mejor de la generación del 68
Mi
padre gobernador mi tío alcalde mis hermanas maestras contigo casaré y mi
hermano menor es electricista y en la paz era un gran accionista. Tararirurira.
El alcalde Aguigorriaga tiene mucha ilustración (bis) que sabe tocar el chistu
y también el acordeón y todo el mundo le dice que se llama Pantaleón.
Pantaleón… Pantaleón (tris).
Una canción vasca. Un son de la carlistada que
extrajo el gran juglar vallisoletano del baúl de los recuerdos un baúl que ciertamente
no era el de Karina sino el de los grandes polígrafos y hermeneutas del
Romancero desde Menéndez Pidal a los grandes folkloristas, cantores, rondadores
y dulzaineros –y aquí venga nuestro recuerdo para Agapito Marazuela que aquí te
traigo la ronda te la traigo de Hontanares tengo las albarcas rotas y se me
salen los cereales, cuando cantábamos en el trillo o en la siega éramos mejores
éramos más grandes, el castellano es un idioma dulce de ensoñación para hablar
con dios .
El
Cancionero de Upsala. Elixir de Juventud. Cárcel de Amor. Joaquín Díaz
tú eres el más grande. Tú fuiste el mejor. Adalid de la canción protesta que
nos puso a todos en movimiento. De muy cerca te siguieron los del Mester de
Juglaría a la que pertenecía una moza que era nieta de Doña Aniana aquella
comadrona de Segovia que me sacó a mí
sin demasiados instrumentos quirúrgicos (entonces los españoles nacíamos y
moríamos en casa) del vientre de mi madre la Juanita y la pobre según me cuentan
sudaba la gota gorda ante aquel parto
ímprobo yo di en báscula al nacer seis kilos y medio y si mi madre no se fue
pal otro barrio fue por chiripa pero ahí está mi Juanita tan tiesa a punto de
cumplir los 90) en su repertorio la tonada del atleta el del tío Juanillo que
se tiró y se tiró por el puente de Aranda pero no se mató.
Nos íbamos a comer
el mundo. Y nos fuimos a Europa con el repertorio de todas estas canciones alma
de nuestro sentir. Pero sin duda el mayor fue Joaquín Díaz. Aquellos
conciertos. Aquellas sentadas en el campus aquellos recitales en los Colegios
Mayores. En ellos desempolvó no sólo el romancero sino también las jarchas
moras y los cantos de obrador y taller las moliendas sefarditas. Buena semana
te dé el dió. Y al año que viene en
Jerusalén.
La Tarara como la cantaba Joaquín es ahora muy
popular en Marruecos.- radio Rabat la tiene de sintonía de programación pero no es una canción
morisca sino muzárabe. Las moritas que nos enamoraban en Xauén (Jaén) Fátima y
Oliva y Mirien no se ponían de blanco los Jueves Santos entre otras cosas
porque no creen en los Jueves Santos los moros ellos tan suyos. ¿O sí?
Él resucitó y nos
enseñó a tañer los viejos rabel. Este rabel pide vino y las cuerdas
aguardientes y el mozuco que las tocas niñas de quince a veinte. Ole y ole
morenita ole y ole resalada que tienes la sal del mundo y no te meneas nada.
En sus notas llegaba prendido todo el candor y
el rebullicio de las antiguas romerías de aldea. Los picaros donaires de la
molinera y el corregidor cuentos de amor y de desamor que vienen de la época
visigótica y descubren el sentir el amar y
odiar y la manera de pensar la reacción ante la vida de Juan Español
nuestro amado y sufrido pueblo. Que buen vasallo si hubiera buen señor.
Estampan la fuerte impronta católica por
ejemplo en la Baraja de los Naipes o los Mandamientos de amor. El gregoriano
que escuchaban los paisanos en la iglesia los adaptaban a su versión. Así
salieron los prefacios que entonaba mi abuelo en el trillo. Castro los chivos,
Torreadrada las cabras, Fuentesoto cagaberros que se crían en Peñacolgada donde
canta y se mea la zorra cuando a ella le da la gana.
Cantos de siega. Cantos de ronda y de trilla.
Fervor religioso vibrando en los corazones. Jueves Santo, Jueves Santo tres
días antes de Pascua cuando el Redentor del mundo a sus discípulos llama los
llamaba de uno en uno de dos en dos se juntaban y les convidó a cenar en una
mesa sagrada. Nadie como el genio innato del pueblo ha sabido explicar con tan
pocas y tan breves palabras el misterio eucarístico el drama de la redención
del que se quedó con nosotros hasta el fin de los tiempos.
No. Castilla no es triste. Castilla es alegre
un tanto socarrona tierna y un poco echada para adelante. Escuchen si no el tono bronco de Los Mozos de Monleón para
demostrarlo.
Los Mozos de Monleón fueron
arar temprano para dir (sic) a
la coriza (castueño la jerga de Salamanca) y a veces entra a fondo con todo el
rico acerbo musical de la zona de Sanabria en el vértice de confluencia entre
Asturias Galicia Castilla y Portugal que dio como fruto un lenguaje riquísimo.
Rondas sanabresas. A la ronda galanes
que ya viene el día. Cada cual con su dama yo con la mía. No vas sola
no. Lucero, lucero del alma mía salió… y esta noche los mozas sueñan quimeras
por la cinta del pelo de una morena. No vas sola no, etc.
Joaquín Díaz aunque
pinciano sus padres provenían de Asturias.
Le recuerdo bien aquella vez que lo entrevisté
para “El Alcázar”. Barbitaheño con una melenita rojiza y sus aires de
seminarista y fue seminarista de los nuestros en el gran seminario de León de
los que se salieron y empezó a entrevistar las viejas partituras en aquellos
manuales musicales que había publicado FE (falange española) o saqueando los
archivos musicales de la catedral de Segovia guardado por mano experta de don
Hilario Sanz el buen don Hilario el lectoral de la catedral toda una
institución en la Archivistica Española. Impresionantes aires de la tierra. En
el seminario estudiamos música con don José del Moral maestro de la capellanía,
el preceptor al mando de los chantres, sochantres y capiscoles de la escola
cantorum. Si desafinabas en el coro bajaba del estrado y te pegaba una torta. Y
yo me recuerdo a mí mismo una tarde de mayo tratándome de aprender el romance
del prisionero antes del examen de música. Que por mayo era por mayo cuando
hace más calor cuando los trigos encañan y están los campos en flor. Cuando los
enamorados van a servir al amor. Y yo triste y acuitado yago en esta prisión,
que no sé ni cuando es de día ni cuando las noches son. Si no es por esa
avecilla que me cantaba al albor. Mátemela un ballestero. Dele dios mal
galardón.
La recuerdo solfeando sus notas a solas una
tarde de mayo debajo del viejo moral añoso que retorcía su tronco en la esquina
de la huerta en aquel cuaderno al compás del dos por cuatro. No era difícil.
Más difícil era la que siempre salía. En el examen La letra se ha desvanecido
de mi imaginación pero no el solfeo. Era al tres por cuatro:
mi-mi-la-si-do-si-la-la-re-si-fa-mi-la-do-la-re-si-si-la-sol-fa-mi-la-re-do-si-la.
No suspendí. Don José me puso un cinco.
Yo fui niño de coro. Pero el mejor músico que
teníamos y la mejor voz de tiple era José Antonio –creo recordar- Alonso una de
las mejores voces y no sé si fue él o seria Marianillo el que hacia el solo en
el villancico a san Frutos que cantábamos en la catedral la escolanía los 25 de
octubre.
Un milagro de la Virgen de los Tránsitos ha
permitido que gracias a este blog donde yo escribo mis paridas me reencuentre
con el viejo camarada condiscípulo y hermano, José Antonio más conocido por el
sobrehúsa de Remondo porque de Remondo en la raya de Valladolid con Segovia.
Nos unen los viejos recuerdos y las canciones de Joaquín Díaz algunas a lo
zamarro y otras a lo salado. A la entrada de Campó me dijo una campurriana si tú
me esquilas el burro para ti será la lana. Campurriana. Campurrianita ha de
ser. Campuirriana la que a mí me ha de querer.
A mí creo que me
quiso una asturiana que me ha dado cuatro hijos que son cuatro soles. No sé si
seguirá el amor porque el mundo ha dado
tantas vueltas pero muchos fines de semana
de la mano y la voz querida sonando en mi grabadora de Joaquín marcho
hacia el norte tarareando el Caminito de Avilés
un carretero cantaba al son de los esquilones que su carreta llevaba.
Marinerito arría la vela que está la mar dulce y serena.
Y al pasar por Urueña la vieja Oronia vaccea, un pueblo acérrimo, amurallado en lo
alto de un cotarro , por lo escarpado al lado de la autopista y donde está la
casa museo de Joaquín Díaz me echo un cante de agradecimiento para él mientras
voy al volante.
-Ya estamos. Otra
vez.
-Mujer déjame poner
“carretera abaixu va en Santo Domingo entré” que vamos pa tu pueblo.
-Mira que eres un
modorro. Estas hecho un carrozas. Hoy ya ese no se lleva. A tus hijas lo que
les mola es el rap.
-Que se le va a
hacer, Duquesa, nadie es perfecto. No todo el mundo puede vivir en la plaza.
Pero me salgo con
la mía y suena a toda pastilla entre
guitarras y bordones el “Carretera” vieja canción de arriero. Pues arrieros
somos y en el camino nos veremos. No entiendo cómo a un genio como a Joaquín
Díaz lo tenemos aparcado. Su obra gigantesca merece todos los galardones y
apoyos del Ministerio de Cultura por lo que ha hecho este
castellano-astur-leonés por el viejo folklore.
Pero a ¿quien tenemos de ministro, paisas?
A un gallego con pinta de afilador de Orense
lo digo por la pelambre no sé si será de los chambones o de los gallegos finos
de las rías bajas, dicen que es poeta, pues vale, también lo soy yo. Y los
premios y condecoraciones van a parar a un argentino como Geiselman y otros de
la misma especie que sólo los conocen en su casa a la hora de comer. Diré por
mi parte que estos “genios” que se sacan de la manga los nuevos “Kingmakers” no
me dicen nada.
Por eso tenemos al
pueblo tan triste, de mal talante que al español hoy se le ve muy poco feliz.
Se canta mal o se canta poco y gallo que no canta algo tiene en la garganta.
Recuperemos a Joaquín Díaz. Él fue el más
grande del 68. Han pasado cuarenta años. Contra Franco cantábamos mejor y no
había tanto cenizo tanto mediocre instalado. Nos están vendiendo la burra mal
capada. Al sistema le interesa la bronca y la provocación. Su mejor arma es la
callada por respuesta. No nos moverán, sin embargo. Dicen que nos dan oro y nos
dan oropel. Pero Joaquín Díaz es oro todo él. Su música debía enseñarse en todos los colegios de España. En los de
Cataluña (yo aprendí el Noi de la mare” con él) en los de Baleares (La
Catalineta) en los de Vascongadas (A un chopolito) porque el vasco el catalán
el gallego el castúo y el pixueto son también idiomas españoles que no nos
vengan con caxigalinas. Pero nos han politizado la cultura. Quieren
aherrojarnos de nuevo con el sonsonete de lo políticamente correcto que suena a
fascismo con un lavado de cara pero
querer someter a férula al sufrido pueblo español bajo la bota de estos
petimetres culturales es como quererle poner puertas al campo. Que se atengan a
las consecuencias… gallo que no canta o canturrea mal inglés algo tiene en la
garganta. ¡Viva Joaquín Díaz!
LXIII
.
LA LOZANA ANDALUZA
Es un
personaje La Lozana Andaluza como el quijote, una especie de caballero andante
del amor que ha cabalgado por Europa, una especie de doña Urraca que “a los moros por dinero y a los cristianos gratis”, o de santa
Nefixa que lo hacía por caridad y de balde, ejecutora del amor dulce y venusto,
repartiendo sus gracias al prójimo desde la benevolencia del deleite, retratado
con donaire y haciendo gala de un idioma que revela las interioridades del tesoro
de la lengua castellana, venero irrestañable del ir y venir por los colmados,
las casas llanas, mancebías, burdeles, bochinches del tócame Roque, casa con
dos puertas difícil de guardar, por su autor un cura cordobés de origen
converso, del que se sabe poco pero que marca la cumbre de la literatura
picaresca. Él se confiesa nativo de Martos. A Lozana no la conocí pero la
imaginé y es parte de mis sueños y de mis sonrisas. Los mis pecados perdónelos
Dios que a nadie amarga un dulce. Sin meretrices- comenta san Agustín en uno de
sus opúsculos- grandes daños sobrevendrán a la republica. Ellas son la vida
misma formando parte del oficio más viejo del mundo. Escuadras de soldaderas,
cantineras, monjas profesas de la diosa Venus, tusonas del amor libre. Los
lupanares de Europa siempre estuvieron manejados por judíos. Delicado Baeza que
antes de recibir órdenes mayores debió de dedicarse al viejo oficio furibundo y
no me digan que todas esas bellaquerías que sabe y que plasma a lo largo de los
66 mamotretos o capítulos de su novela que se leen de un tirón por su
modernidad, por el donaire y por el gran aparato paremiológico e histórico que
esgrime, lo aprendió confesando a sus penitentas al igual que otro fraile,
Tirso de Molina, que exhibe en sus
dramas gran conocimiento de la psicología femenina. Hace un retrato de las
orgías y desacatos de la Roma de los Borgias la del papa Alejandro VI y de
Julio II pontificando sobre un corte corrompida pero llena de ardor guerrero y
de arte. Es un libro moralizante pese sus descripciones del trato torpe en la
lengua del lupanar, pues determina que hay tres profesiones en el mundo que
suelen acabar mal, la de las putas y los soldados y las de los banqueros en una
tumba de oro. Publicado en 1524 anuncia proféticamente el saco de Roma que
sobrevendría tres años más tarde por los lansquenetes hambrientos e iracundos
del Duque de Alba que no habían cobrado sus pagas e irrumpen en la Ciudad
Eterna a sangre y cuchillo. ¿Castigo divino? El nombre de Roma es acróstico del
amor. Lozana aborrece el tocino, no blasfema y se abstiene de mentar el nombre
del Dio, guarda el Sabbat siempre que puede, trata con clérigos y con
monseñores. Un canónigo al que “curó de lo suyo” y éste le hizo un hijo fue su protector por conducto de un macarra
trujillano por nombre Rampín. Es Rampín el cohén o caudillo de la mancebía típico un bellacazo
desflorador de vírgenes cautivas, devoto de Santa Nefixa que nos pasma con sus longuerías y sapiencia lupanaria.
Sieneses en Italia y trujillanos en España que a todos engañan. El tal Rampin [48]
debía de ser buena pieza como gran parte de muchas extremeñas y extremeños que,
perseguidos por la Inquisición, se buscaron la vida en la corte pontificia
donde hallaron protección. La cabeza de la catolicidad paradójicamente estuvo
dominada por hebreos de distinta proveniencia que allí ejercen las profesiones
liberales. Los médicos y los banqueros de los papas, como los de los
emperadores (Carlos V, el converso segoviano Andrés Laguna y los Fuggers o
Fucares alemanes de la judería de Francfort) eran de la rama de Israel. Se
calcula que la Roma Meretriz acogía a más de 50.000 –ya es un numero-
provenidas de todos los rincones de Europa y Berbería y Turquía. Las españolas
que ofrecían el grupo más nutrido habían asimilado de las costumbres moriscas
la depilación de sus partes íntimas. Lozana la garrida que adopta este nombre
de guerra cuando llega a la Ciudad de los Césares, la llamaban Aldonza o
Alaroza en el perchel malagueño, en las gradas de San Felipe, en el Zocodover toledano,
en el azoguejo segoviano, el Fontán ovetense
y en el Potro cordobés, su tierra natal. Alaroza es nombre árabe que
significa jarifa, bien plantada. Cuando se jubiló y marchó desterrada a Lipari
su ínsula barataria o Sicilia donde acabó sus días muriendo al parecer de morbo
gálico adoptó el cognomen castellano de Velluda (la bien hecha) a fe que debió
de ser un personaje real que conoció el clérigo que la describe oriundo de
Martos en Jaén a lo largo de sus izas,
rabizas y colipoterras bastante mundo. Muy hermosa y afamada debió de ser.
También sabia y graciosa. En esta novela dialogada nos maravilla con sus
advertencias y observaciones sobre sí y la gente de su oficio. Anda puta que no
serás buena. Pues que ha de hacer si so de Llerena. Se siente muy judía pero
también muy española. La palabra jodío en romance no es como algunos piensan el
participio pasado de un verbo que los hispanos pronunciamos cada dos por tres,
se refiere al judío y al jodío que es como designa a sus camaradas esta
simpática cordobesa, que si hoy viviera, ganaría millonadas acudiendo a los
programas de la entrepierna o dejándose retratar en el Hola. Se lamenta de que en Italia ni el hoder [49]ni el
comer tenga sabor que en la mi tierra es
más dulce que el cantar de la serena.
Su valedor es otro converso extremeño que se llamaba
Trujillo. Cerraba los sábados el burdel, preparaba la adafina los viernes. Era
un varón temeroso de Dios que explotaba esas debilidades cristianas por el
vino, las mujeres y las fiestas religiosas. Su mancebía se ubicaba en la Vía
Asinaria pero luego la trasladó al barrio de los jodíos catalanes y españoles
que son los más letrados y ricos, pues saben su Ley, a diferencia de los
tudescos y franceses que tiran al
gentílico en Campo di Fiori. Sabe que navegante del océano del amor ha de
arfar su nave por aguas ariscas dada su condición de jodía y de puta. Vulto
romano y cuerpo sionés, andar florentino y hablar boloñés. Los italianismos y
hebraísmos plagan esta deliciosa novela que es sobre todo un cuadro de costumbres
pintado con desenfado y al desgaire. En toda la obra medra el ingenio y
maravilla el donaire, trufada de refranes que ofrendan el conocimiento de la
sabiduría de la calle pues quien dice la verdad cobra odio aunque los duelos
con pan sean menos. Y vos, pariente, aparéjame los dientes. Ay tiritin tiritaña
soy gloria de España discípula de aquella doña Violante cordobesa amante de
tres reyes cristianos y dos califas. Dámelo venga que me meo toda. Gallinas y
muyeres todas ponemos. Unas, huevos y otras, cuernos. Ay tiritin tiritañas que
soy la gloria de España. Allá viene la vieja Celestina vieja cargada de cuentas
y más barbas que Ruy Díaz. Todas son putas y mozas de partido, unas de natura,
putas usadas, de puerta cerrada, ninfas del cantón, putas de celosía y putas de empanada. Así era la vida
en los siglos renacentistas. En el Prado de Madrid se alquilaban coches que
bajaban y subían con las cortinas bajadas. Entraban duques y marqueses en el
alquiler, algún que otro obispo y arciprestes a mogollón. Mira como tengo esto.
Alzonza fue muy festejada entre las meretrices muzárabes de Zocodover. Fue puta
apasionada y puta estregada, putas de cabo de ronda que acudían a los cuarteles
y se lo montaban con el centinela en la garita y putas místicas que captaban clientela
en los triduos y rosarios de las iglesias de Madrid. Hubo siempre putas buenas
y putas malas, putas güelfas y putas gibelinas, putas solteras, putas casadas.
Las candiotas – nos asegura- son muy serias y bien cumplidas. Son de las que no
hablan a diferencia de las malagueñas que son malignas y de mala digestión.
Salga pasico su merced y cierre la puerta. Eh tú, pero ¿cuando acabas? No
soporto a los tardones que me destrozan y me meten dentro las paredes y enfermo
del mal de madre. Rampín es su proxeneta que era discreto nada celoso e
hinchaba la medida esto es la satisfacía en la cama. Lo cogió de quince años y
lo guarda consigo. Todo un perro fiel pero guárdate
del mozo cuando le nace el bozo. Si lo sopiera más presto soltaría las riendas
de mi querer. Pasico, bonico, quedito, anda conmigo, no me la hinquéis… ay que
priesa os dais y no miráis que yo no soy de las que se quedan atrás…mira que no
por mucho madrugar amanece más ahína. Besaros he. Ansí. Ansí, veis qué bien.
Por ahí seréis maestro que aquí se verá el correr de esta lanza cuando se
quiebra… en el coso te tengo, la garrocha es buena… camino lleváis, no paréis
que la liebre ya está echada… daca la mano y tente a mí que el almadraque[50]
es corto, aprieta, cava y ahoya y todo a
un tiempo… a las crines corredor, cabalga caballo mío, mi vida, que me va el
recuero[51].
Ay amores que soy toda vuestra. Quitaos la camisa que sudáis. ¡Cuánto tiempo
que no comía cocho! [52]…
en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha ¡y qué gordo que es! parece nabo
de Jerez… que la habla me quitó; no tenía por do resollar… ay qué miel tan
sabrosa…dale, dale que le das y a la par, a la para llegaremos a Jodar”
En pocas literaturas se ha descrito con tanta viveza
y donaire el encuentro carnal humano. Luego se va Lozana muy feliz a la plaza
Nagoya. Era día de mercado y va a ver a Trigo el jodío cacereño que la puso
casa. Lenguaraz y vivaracha derrama refranes y sentencias. Ve do vas y como
vieres así haz y como el pandero sonare así bailarás. La visita un fraile que
todo lo toma a tarja pero que tiene vara alta en su orden y llena la despensa
de la atajía o colmenar de las magdalenas que no van a la iglesia a rezar sino
a captar clientes. Pero a santa Nefixa la que lo hacía de balde –un ejemplo que
siguió la princesa doña Urraca con los cristianos, pero, patriota al fin y al
cabo a los moros por dineros- se le ponen velas en los prostíbulos y a María
Magdalena no más. Cristo andaba con publicanos y pecadores y se dejaba besar
los pies por mujeres públicas. Dijo el que esté limpio de pecado que tire la
primera piedra, lo que evidencia la sabiduría del Espíritu Santo pero no fue
demasiado prolijo en esta materia a diferencia de muchos moralistas católicos
que se referían a la fornicación mal de siempre con lengua hipócrita.
Contra las enfermedades Lozana manda untos de friz o
flor de haya. El pipo del elaboro y la mandrágora son buenas para la liendre.
Las bubas no tenían cura sino el hospital de la sábana blanca que llamaban al
de san Juan de Dios en Antón Martin. A los enfermos se les trataba con paños
calientes de vapor y cataplasmas. Las aguas ferruginosas y la ruda era
recomendada por galenos y curanderas para las damas que quedando preñadas
querían abortar. Es más viejo que la ruda, se sigue diciendo en Castilla cuando
se recurre a un procedimiento aparentemente novedoso. Sahumerios por abajo y
barbas de cabrón para la impotencia. Ella vino huyendo de la quema y de los
corchetes de la inquisición. Pretende conservar su dignidad humana en todo
tiempo como laborante del amor. Mirad la puta como es criada y la camisa como
es hilada. Las crónicas no dicen si fue encorozada por el Santo Tribunal muy
activo en la ciudad de Córdoba por tales fechas, y no por meretriz sino por
hechicera. Lo más seguro es que sí porque a Roma llegó emplumada y con el pelo
rapado. Siguiendo la suerte de millares de españolas que iban a Roma en
romeraje a alcanzar la gran perdonanza y regresaban en carruaje como matronas
respetables. Roma doma, según dicen. Ellas son como el caracol y las lagartijas
que por donde pasan mojan. Las meretrices que tenían mucha fama por entonces
eran las valencianas y las zamoranas. Para putas, Toro. Allí hacía la carrera
muy discretamente cerca de la colegiata una que llamaban La Siete Coñicos
porque era bella como la Imagen de la Dolorosa. Nuestra Señora de los Siete
Coñicos. O Roma meretrice, enjambre y pósito de oficios y beneficios. Ay marica
cuécelo con malvas, píntalo de verde pues más me sobajáis vos que cualquiera.
Al que habla es a un cardenal. Sin embargo, esta gran maestra del rameraje y el
romeraje se guarda mucho vive Dios de proferir ninguna herejía o razón que
atente contra la fe o lo que nos enseña Nuestra Santa Madre Iglesia y por todo
el libro deja sonar las carcajadas de Israel contra las necedades de la credulidad
pazguata de los simples. Sexo es poder y en la ciudad de los papas estaba el
poder. Tira más coño que soga. Su decepción, el desaliento de esta mujer se
compadece con la que tuvieron otros españoles que peregrinaron allá como el
arcipreste de Hita o Giménez de Cisneros para apelar ante la curia. Yo vi allá
en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad. Roma la que a
los locos doma, censal de oportunos importunos, alfolí de bulas, despensa de
las indulgencias para ganar el cielo. Al canónigo que acude a visitarla le
lavará lo suyo con vino griego. Ya está al caer mi micer. Vendrá a descargar
sus barriles. Ya está aquí. Ya sube. Hecho es. Allá vienen con él sus
feligresas: la Velasco, la Miramontes y la hija morilla del almotacén que se llamaba
Aixa. Tres moritas me enamoran en Jaén. Al penitenciario que la visita le gusta
hacerlo de varias posturas. Su preferida era la de batiponiente esto es por
detrás o baticulo que es préstamo del idioma marinero por palo de mesana o
cangreja. Imitando el coito de los cangrejos en resumidas cuentas. Mucho sabía
el señor deán. Por las manos o entre las piernas de la andaluza pasan abades
que de lo que cantan comen, peregrinos, soldados con licencia, menestrales,
pajes, caballeros, bulderos, madama Terencia con su escudero Silvano, el Oliva
y la Imperia, un balijero, dos aguadores, algún que otro sacristán al que
pusieron el mote del Alforjillas, y micer Porfirio el bachiller robusto. Un
prostíbulo es como el gran teatro del mundo. Delicado Baeza casi pretende
agotar la materia pero ésta es inagotable. En este libro consigue mucho nivel
dando a la estampa un autentico quijote de la literatura erótica tan abundante
en nuestro siglo de Oro. Los españoles no nos asustamos de nada. Esto es más
viejo que la ruda. Ya quisiera Henry Millar y otros literatos americanos como
el que escribió the fucking machine[53]
haber firmado si quiera alguna página de esta formidable novela dialogada. El
inglés es menos preciso y carece del donaire con que lo abordan los escritores
del XVII castellanos. Francisco de Quevedo que posee una obra muy seria y de
altos vuelos pues era un místico era habitual de aquellas casas llanas que
conoció el Madrid de los Austrias todas de tapadillo pero muy visitadas y
conocidas. Y cuando escribía a sus amigos les informaba de las novedades del
lenocinio: “han venido irlandesas que es bueno que las putas muden de sitio
cada tres meses por parecer fruta nueva”. A mí que conozco a la Velluda por
señas, pecador de mí, todas estas izas, rabizas y colipoterras no encanecieron
un adarme mi fe en Jesucristo. Negar o desconocer esta realidad, como cosa
propia de camándulas y de hipocritones tartufos, es volver la cara a una parte
importante de la Iglesia que es también pecadora. Seminario vacío. Los pecados
mortales de la Iglesia. La Lozana planea como un fantasma sobre la paginas de
mi novela o por ahí anda la cosa.
La novela de delicado Baeza es vademécum para
conocer el habla y el pensamiento del tiempo imperial. La lengua castellana se
forja en Italia por boca de frailes, soldados y romeros que iban a visitar la
tumba del primer apóstol y ganar la perdonanza en un ir y venir del convento al
cuartel, del burdel a la taberna, de la cárcel a galeras y, ganada la libertad,
a los caminos y a las plazas de las villas. Roma es ciudad abierta o de acarreo
como se decía entonces. Aun no había surgido el concepto de nación. De reinos y
estados y señoríos se hablaba pero nunca de naciones tal como hoy se conoce.
Carlos V adalid del afán del gobierno común, trono y altar unidos; la cruz al
lado de la espada y el idioma compañero del imperio, pretendió restaurar el
sacro imperio germánico y restituir el cetro de los cesares en el capitolio.
Fue el sueño de Carlomagno el fundador del papado. Fracasó por las
desavenencias y traiciones entre los príncipes cristianos de Francia,
Inglaterra y los mismos papas. Imbuido de la noción de reconquista que
convierte a Castilla y Aragón en bastiones contra el Islam Carlos V quería
echar a los sarracenos de Europa pero el turco estaba a las puertas de Viena.
Cansado de aquel sueño europeo que no da fruto Cesar regresa a España y se hace
monje en Yuste. Con el desistimiento de la utopía, entre sus vasallos se
produce en una huida hace adelante que redunda por un lado en el misticismo de
una España quijotesca, ensimismada y algo mística que contrasta con la
sanchopancesca del bien vivir, la buena mesa y el goce de los sentidos.
Sobreviene en una relajación de las costumbres sobre todo en el clero que tanto
critican los reformadores que no reformistas como Carranza, Cisneros o fray
Hernando de Talavera. Todos ellos en su mayor parte eran conversos y de estos
españoles venidos de la grey mosaica el exponente de sus críticas a este tipo
de cristianismo es el Lazarillo de
Tormes. Delicado Baeza abunda en lo mismo pero su crítica es aun más feroz
porque viene a decir que Roma era predio de las rameras españolas y de los
banqueros hebreos que administraban los dineros de san Pedro. No obstante tales
supuestos, en la península ibérica caen en saco roto tales prédicas de los
moralistas de nuevo cuño. El vulgo sigue manteniendo sus fiestas a los santos y
mártires muchos ellos dudosos y de origen del culto sincretista y pagano más de
las tres cuartas partes del año. Toros y cañas. Folixia. Desde san Antón hasta
las Candelas y desde san Marcos hasta san Miguel y san Lucas. La Biblia a palo
seco como pretendían los erasmistas sonaba a herejía. Los sastres seguían
invocando a san Homobono, los carreteros a san Cristóbal y los sacamuelas a
santa Apolonia, los músicos a santa Cecilia y llegado junio por todas partes se
glorificaba a san Antonio a san Juan Bautista a san Pedro y a san Pablo y a san
Pablin (en Cudillero). Mientras Lutero desnudaba los altares y predicaba una
religión a palo seco bastando la Biblia para salvarse, aquí se tejían blondas
de oro para las Dolorosas de los Siete Cuchillos y las pobres mujercillas del
oficio más viejo del mundo se encomendaban los 22 de julio a María Magdalena y
a santa Nefixia. Habiendo triunfado en el norte el erasmismo, por el sur
cierran filas contra la heterodoxia, se fundan nuevas órdenes religiosas,
jesuitas, teatinos, carmelitas descalzos, franciscanos observantes etc. Poco a
poco y pese a seguir aferrados a la fe del carbonero y disculpando los abusos y
malos ejemplos de ciertos sacerdotes se va imponiendo la reforma pero dentro
del dogma a cargo de eminencias como San Juan de Ávila el apóstol de Andalucía.
Todos ellos braman contra la forma de vivir disoluta pero los curas siguen
teniendo ama y nadie se atreve a cerrar un prostíbulo. España se ensimisma
frente a Europa, que no la comprende, torna a la vida interior o se marcha a
las Indias.
Fue un tiempo de guerras, pestes, hambrunas y otros
flagelos. Cristóbal de Castillejo un cisterciense que cuelga los hábitos para
sentar plaza en el ejército, toma parte en la defensa de Viena contra los
turcos encuadrado en los tercios viejos se hace esta pregunta:
-¿Qué viniste a hacer tú, Castillejo, en Alemania,
estando tan bien en España?
El poeta se contesta a sí mismo:
-Vine para defender a mi rey y por el amor de una
dama.
Esa misma cuestión la encontramos, aunque no expresa
sino tácita, cuando leemos las Moradas
de santa Teresa o la mística ciudad de
dios de sor María Agreda. España contra todos, nos refiere Quevedo. Se enfrenta
a los poderes infernales de mundo, demonio y carne alzando el perdón de la
cruz. Ah pero la carne es débil y los españoles frágiles. Se busca un punto de
fuga, una evasión que nos libere de la ingrata realidad. Peguemos de
calabazadas contra los molinos de viento. Busquémonos en nuestro interior. Es
el sentimiento trágico de la vida del que habla Unamuno y que vemos alzarse en
el siglo XVI en plena apoteosis de la idea imperial. La carne es débil. El
convento es la prolongación de la taberna, el cuartel o del prostíbulo. En
todos estos sitios se juega a las cartas. Al tute, a la brisca, al cinquillo.
Los españoles, seguros de poseer la verdad católica, adictos a la fe del
carbonero, dejan de un lado los libros religiosos – somos la Biblia en verso- habiéndose
escrito tanto en nuestra patria (España es una nación grafómana, primera
potencia mundial de la edición) y se escuchan los gritos de envido, arrastro,
mus por cárceles, conventos, sacristías, audiencias, patios como el de la
universidad de Alcalá, escuela de tahúres, y hasta en los hospitales de san
Juan de Dios. En el de la sábana blanca de Antón Martin se espantaba a la
muerte con los dados. La baraja, plagada de virus de dedos enfermos, tenía que ser después descontaminada. País
militar y religioso. Se escucha por las ciudades el arrastre de las cadenas de
las procesiones penitenciales acompañando a los cristos yacentes que ofrecen
gracias al buril de los imagineros una viveza y sensualidad al límite. El
español tiene que tocar y ver en lo cree. Su catolicismo es tan apasionado como
dolorista y colorista, por lo mismo, masoquista, ay Señor, Señor. En las villas
con el volteo de las campanas se escucha el clarín castrense de las levas de
los tercios que eran enviados a Flandes. Delante iban los guiones y las
banderas con la cruz. Detrás con la impedimenta y las mulas reverendas de los
clérigos, las soldaderas y cantineras. La soldadesca entraba a saco en algunos
pueblos robando, matando o forzando mozas. Contra ellos se alza la vara de
Pedro Crespo. España ya está acostumbrada. Conoció múltiples invasiones desde
la de las legiones romanas y la francesada, los cien mil hijos de san Luis, las
guerras de Cataluña hasta los furores cainitas de 1936 cuando nos alzamos
contra la masonería y el anticristo hoy triunfal en este acosado planeta
Tierra. La horda marxista fue un primer aviso del actual acontecer. La
serpiente cambia de camisa y hoy se ha hecho liberal capitalista. Volvamos,
empero, a la Lozana pariente lejana de
estos reviragos que hoy nos imponen su Ley, que tenía la crija rajada en su
sitio y que triunfó y fue famosa en la corte de los papas.
-Mira cómo tengo esto
-Subamos un ratico. ¿Tú qué me das? No hay coño de
balde.
-Dos ducados.
-Viene bien prevenido vuesa merced
-Vamos.
-¡Ay Nicolás otra vez más!
Con sus ojos de alinde bruñidos como un espejo
escruta la realidad. No se la escapa una. Así se somete a la concupiscencia de
sus johnies[54]
humillándose para triunfar. She stoops to conquer, según el título
de la obra de Marlowe. Hay que tener mucha mano izquierda. Metamos el pájaro en
el infierno. Sus clientes marchan contentos. Con una sonrisa de oreja a oreja.
La vida airada tiene lindes propios con puertas que dan al campo del
misticismo. Esa es otra. La prostitución fue la primera forma de liberación de
la mujer e influye en ese misticismo castellano de signo hebraico. Cuando
Teresa de Jesús describe su transverberación- un ángel rubio la entró en el
cuerpo hiriéndola con un dardo de fuego
que metía y sacaba quedando yo llena de paz, dice la santa- nos recuerda a
la narración de La Lozana Andaluza con sus habituales. Si santa Teresa tuvo
dificultades con el Santo Oficio- aquel nuncio que la definía como monja
inquieta y andariega y algo arrobadiza-, el personaje de Delicado Baeza anduvo
bajo el escrutinio de los inquisidores que quisieron apiolarla no por puta sino
por nigromante y por bruja practicante del arte adivinatorio y de los ensalmos.
Tuvo la suerte de hallarse en Roma y tener en la curia valedores importantes,
que la frecuentaban en su piso de la vía Asinaria que si no…
Sus críticas a la religión del crucificado no son
grano de anís. Decía que sus seguidores andaban de fiesta las tres cuartas
partes del año y no practicaban la caridad que tanto predicaban. Festejan a los santos y a las doce fiestas
del calendario, confían sus secretos a los escribanos y dan sus dineros a los
usureros jodios que les despellejan. Y aquí la caridad es sólo de oficio o de
boquilla. Nunca de ejercicio. Oímos hablar della siempre por escrito y pintada
et neque si Spiritus Sanctus esse audivimus[55]
Mujer festejada de galanes que atracó en puertos
notables como los soportales de Toro, el Arenal de Sevilla, en que ejerció el
amor dulce a las ordenes de una madama por nombre Sietecoñicos, el Perchel
malagueño, el puente de Rialto en Venecia y el barrio judío de Nápoles, etc.
debía de tener buen tiento para contentar a sus amantes de ocasión. Aquí te
pillo y aquí te mato. En la Ciudad Eterna fue su protector un cardenal por
conducto del jodío extremeño Julián Trigo (el
buen judío hace de la paja oro), nos dice. Tal personaje arrimaba el género
a eclesiásticos importantes por lo que parece. Se le confirmaba como el gran
cohén o barrachel de todos los prostíbulos transtiberinos. La andaluza reina de
la colmena fungía como el no va más de aquel enjambre.
-Pellejame el cojón.
-Señor. Sí.
-Hecho es
La segunda dama era la Galinda una asturiana que
siguiendo el ejemplo de santa Nefixia lo hacía por caridad. Luego cambió de
idea. En una ocasión a un perusino le urdió una treta. Le dio un brebaje que le
descompuso el vientre, fue a hacer de cuerpo, con tan mala suerte que pisó una
tabla mal colocada y se sumió en una letrina. Esta historia de la privada la
tomó el autor del Decamerón. Huyó despavorido oliendo a mierda y fue a bañarse
al Tíber un río muy traicionero tanto como el Tormes. Estaba el pobre hecho una
melcocha. Tomado por la corriente se ahogó en un bodón.
-Entren mis feligreses todos con orden y no digan
mal de mí si quieren joder de balde. Hoy me siento generosa
Y entró toda una compañía de soldados españoles. Si
alguno presentaba signos de alguna enfermedad la andaluza no le hacía ascos
pues así acabó como acabó.
-Esto no es nada, compañero. Sólo que llevas la cara
hinchada.
Gonorrea al canto. A las bubas las denominaba
frejolón. Ella que aborrecía el tocino curaba la orquitis, no sin mucho asco,
restregando los dídimos con unte de cecina.
-Bueno. Pecado callado, medio perdonado. Vengan los
polvos de la madre Celestina.
La sombra de la vieja alcahueta influye en los retraheres,
dichos y sentencias que aduce en su novela Delicado Baeza. Es el desparpajo, el
donaire.
-Semen[56] a la
settimana nunca hizo daño a nadie.
Las frases circulan con el desenfado y la
desvergüenza de la vida airada.
- Se ve que su mercé lo tiene grueso que el otro día
me metiste las paredes adentro. Pero quedé contenta.
-Dámelo de argento, Lázara
-Lo mío de oro es. Soy vuestra hasta las trencas.
El dialogo ágil, presto a la facundia hace que la
Lozana Andaluza sea obra llena de modernidad. Máximo exponente de la literatura
crural que debió de ser abundosa en su siglo. Muchos de los textos se han
perdido o no se dieron a la estampa por temor a la censura eclesiástica. La
única debilidad es la monotonía de situaciones y caracteres. No hay trama. Todo
es lo mismo. Nada más aburrido que la cópula humana. Ahora la pornografía corre
por las televisiones de banda ancha, los circuitos integrales, las sacerdotisas
de lo inane y las revistas en cuatricromía. España es el país del quijote pero
también de celestina y de ahí que tengan tanto arraigo los programas de la
Campos y de Ana Rosa que se han hecho millonarias descorriendo la cortina de la
alcoba de los famosos. Se trata de una pornografía de guante blanco pero mucho
más deletérea, cursi, y peligrosa que el sexo duro. Nuestro país en manos de
estas discípulas de Celestina se ha convertido en un tendido de mirones y un
coso de acusicas hedonistas y bobalicones. Ningún valor añadido. Deja vu.
Consumado el acto, viene la tristeza postcoital. Ay
si hubiéramos sabido que el amor era eso. Con frecuencia la sensación es de
asco y de melancolía. ¿Somos verdaderamente libres? El amor dicen que es
química los sabihondos y se sujeta a las normas biológicas ineluctables del
apetito.
Desde los tiempos de Cicerón las soldaderas que
acompañaban a las legiones recibían un beneficio o sinecura. El estado les
ponía las famosas tabernas tributarias. En España a las viudas de guerras se
las colocaba en una expendeduría lotera o un estanco. Lozana no lo consiguió
pese a sus influencias. El canónigo que la hizo un crío se desentendía y la
antigua cortesana hubo de mudar de aires. La novela se termina cuando llega a
Sicilia. No pierde su desenfado contándonos cosas de su tiempo. Por ejemplo, no
aguantaba a los catalanes decían que era un pueblo duro de cerviz, más que los
judíos. Más tacañotes y mirados del dinero que no convidaban más que dos veces
una en vida y otra en muerte. De ahí debe de venir la proverbial sentencia de
que esto es un convite de catalanes o merienda de negros por lo escaso de la
comida y por el desbarajuste en esos velatorios que se preparan entre los
lemusinos cada cap d´anni. Y como
conoce a las mujeres dice de ellas que están muy pegadas a la tierra, no
entienden de brillantes ideas y de grandes propuestas. “Ellas en política y en religión carecen de banderas. Los ojos de las
mujeres se hicieron para la bragueta del hombre. Siempre miran para allí donde
se sentirán dominadas”. Amarga verdad que echa por tierra tanto la castidad
de las vestales como la idealización del matrimonio como estado paradisíaco.
Quevedo da razón a Lozana y dice que los casamientos que empiezan en besos y
abrazos acaban en golpes. Él los llamaba infiernos portátiles. La mujer a decir
de los padres de la iglesia medievales carecía de alma. Era todo carne. Una
visión un tanto extrema que de forma tácita pregona una gran verdad. Aviso a
navegantes y mareantes ilusos que piensan que en el matrimonio van a encontrar
la vida perfecta y la felicidad.
Cuando doña Aldonza se retira del oficio tomando por
nombre el de Velluda se hace del gremio de la guija, echa las cartas, hace el
corro de los conjuros:
Yo sé
ensalmar, encomendar y santiguar, sé quitar ahítos y aojamientos, que una vieja
me vezó que era saludadora, sé encontrar remedio para cuartanas y hacer que no
duelan los riñones, sé sonar renes, sé cortar frenillos de bobos[57],
sé la quiromancia de la mano. Echo agüeros, domo serpientes porque para ganar
de comer he de decir que no sé mucho más de lo que sé que unos crían las
gallinas y nosotros comemos los pollos sin perjuicio ni fatiga”
Ella
se siente un poco como la hierba canilla que crece en los tejados (parietaria)
y con ella curaba el estreñimiento. Un albollón de ingenio lo que surge por esa
boquita de la grandísima alcahueta, émula de Celestina a la que supera. La
grandísima gran puta que tuvo a Rampín por macarra que también era bueno y
barato
LXIV
EL
ESTEBANILLO GONZÁLEZ
Cargar en España para descargar en Flandes… porque desestimando los
hispanos lo bueno que encierra su patria sólo dan estima a las raterías
extranjeras. Estas
son frases de esta novela picaresca, la más completa, acaso la más ácida y
desvergonzada, la de un soldado de los tercios viejos, aunque siempre procuraba
hurtar el cuerpo a las balas alemanas o suecas o haciendo los más bajos oficios
cuarteleros como ranchero o furriel, bien cargada la escopeta de donaires y
estratagemas, pues nos dice que la misión de un soldado es sobrevivir pero en
esta supervivencia afanosa el autor anónimo hijo de un converso va demasiado lejos
criticando la heroicidad de aquellos militares al servicio del rey. Hijos de la
piedra o del arroyo, según solía decirse.
No
cree en el heroísmo del Miles Gloriossus (su
autor debió de ser un clérigo que conocía la obra de Plauto) el buen Esteban
pero se muestra tan ingeniosos en sus salidas que consigue el perdón de su
coronel, del almirante y hasta del verdugo porque formó parte de la tripulación
del maestre Colona y posteriormente en el ejercito del Cardenal infante. Peinó
el viento y fatigó las selvas, navegó todos los mares y combatió en todas las
ciudades de Europa: Milán, Nápoles, Rocroi, Innsbruck, Brujas, Nimega por más
que siempre procurando cobertura en la retaguardia como marmitón o jefe de
cocina en campaña. Su testimonio bufonesco y deformado-una furibunda diatriba
contra los estragos de la guerra- fue recogido por los partidarios de la
leyenda negra. El Estebanillo no es la obra de un motolito.
No
era un tonto y parece bien informado aunque, de lo que se desprende de tanta
correría que hacen del protagonista un mílite ubicuo, no pudo tener las dotes
de la bilocación mística. La narrativa da la sensación de que se metió en
batalla y que estuvo en todo los fregados.
Las
escenas de su novela parecen copiadas del cuadro de la Rendición de Breda vista
desde la óptica de un pícaro, de un mandria, que fue machacante de los
sargentos del mariscal Espínola ese que pinta Velázquez en la rendición de
Breda.
En todas sus hazañas se muestra indiferente a
la adversidad, taimado, descreído, antisocial o poco solidario como se dice
ahora[58]
con las miserias ajenas y las propias, sucio y desnudo sin demasiada afición a
la honra, la riqueza, los amores lo que la sociedad de su tiempo en tanto
aprecio colocaba, resultando el bufón de corte (pudo ser también el enano de
las “Meninas”) un místico con desapego a las cosas del mundo, profeso de la
orden de la desventura y de la Hermana Pobreza por único dios su propio
pellejo, hábil y sutil en el manejo de la lengua, habla en germanía pero su
español es de tal calibre que por lo acendrado del estilo supera a toda la
novelística del genero, el Lazarillo incluido y los libros menores de
Cervantes. No pudo ser testigo de tantas guerras ni metido en tantos follones
por lo que cabe dudar de su afán autobiográfico.
El
libro está escrito en primera persona pero ello también ocurre en el Pedro de
Urdemalas atribuido al doctor Laguna. El médico de Carlos V nunca pudo viajar a
Turquía. Recoge la información de centones, habladurías, lo que se escribía y
decía en aquella época. El siglo XVII fue muy hablador.
Aunque
gallego de Salvatierra, desprecia a su patria con una frase que haría a más de
uno del BNG llevarse las manos a la cabeza… “antes puto que gallego”… “soy Estebanillo González y fui niño de las
escuelas, gorrón de nominativos y llamador de molleras. Romero, medio tunante,
fullero de todas las tretas, aprendiz de guisar panzas, soto alférez de cien
banderas (suboficial)”.
Se
conjetura que su padre, un físico judío que curaba en la corte de Carlos V, que
se retira a Galicia emulando a la del lazarillo hay pasajes en los cuales la
supera, dibujando un cuadro de costumbres de la época tan maravilloso,
trepidante como desenfadado que hacen pensar en una cosa: que no en vano fue
nuestra nación-España contra todos, decía Quevedo- el primer país del mundo de
grato vivir y fácil amar a despecho de las penurias y congojas de un galleguiño que marcha a Roma en busca de
fortuna y en recorridos por el mundo ejerce todos los oficios: paje, escudero,
estudiante, buhonero, cohén de una coaxca
(burdel), monaguillo de un clérigo y ordenanza de un capitán de los tercios
viejos. Es también anónima aunque publicada casi medio siglo más tarde que la
de su modelo.
El autor debió de ser, lo mismo que el de
Lázaro de Tormes, o un cura rebotado a la delincuencia, o un soldado de los del tornillo, esto es, desertores que acaba en galeras sentado
en el duro banco del cómitre junto a los remos, la barriga llena de torreznos y
de frascas del tonel, harto de vino y comiendo tajadas de raya y filetes de
tiburón, en coloquio perpetuo con los atunes pues aquí una de tres o iglesia,
mar, o casa real. Boga, boga, marinerito.
La
escuadra castellana era temida en todos los mares. El protagonista conoció las
tres bazas como seminarista en Alcalá, embarcado en la marina de guerra
comandada por Antonio de Oquendo el que combatió a los piratas ingleses que
asolaban las costas de Cádiz. En un pueblo de Córdoba estando un capitán de
banderas “haciendo gente” después de su naufragio en el Golfo de las Yeguas[59]
vio los fuegos de San Telmo haciéndose soldado de tierra en Arahal. El cabo o
capitán de aquella compañía marchaba para Mastrique pero como de los arteros se
hacen los osados volvió a desertar quedándose en el Potro de Córdoba de
vendedor ambulante. Comió el potaje de frangollo[60]
de los cuarteles, compartió tasajo bacalao y cecina[61]
con la chusma de forzados.
Arreó
mulas cerriles y cabañiles con los monteros de Sierra Morena Fue lugarteniente
de pobres, mozo de espuelas de un caballero santiaguista, galán de monjas y
flor de conventos a cuyos muros se arrima en procura de la sopa boba. Lo mejor
de la picaresca es lo que tiene de exagerado, de esperpéntico. No deja de ser
más que una deformación literaria de la realidad como la novela negra o el
western de invención anglosajona. Lo que ocurre es que aquí son más realistas y
tratan los autores de hacer un poco de crítica social. La vida se vivía con
mayor intensidad por tales fechas.
Esculpe
un cuadro brioso de costumbres, un caleidoscopio de la vida bajo el reinado de
Felipe III y de Felipe IV cuando paradójicamente España se militariza y la
gente viaja de modo constante. El imperio español era aun el mayor de Europa y
no había sobrevenido el declive que con tanto tesón intentan adelantar los
apasionados de la Leyenda Negra. El hambre y la penuria eran mayores en
Inglaterra, los Nederlands o Francia de donde llegaban todos los buhoneros de
Madrid a vender baratijas y alfileres a la dama boba. Vualá. Pero esos no nos lo cuentan. España era el país más libre de
la Tierra. El verdugo de la Torre de Londres no paraba de cortar cabezas y en
Paris se organizaban a cada poco noches de San Bartolomé.
Tardaría
casi dos siglos más en ponerse el sol de
los Austrias y en Flandes Apolo calentaba a los hugonotes a conciencia pues para
eso allí estaban los sucesores del Duque de Alba. ¿Quién dijo que España estaba
machacada? Con el cuarto de los Felipes nuestra monarquía alcanza su
glorificación vista a través de la lenta cóncava y convexa de un gallego cara
linda y mucho donaire que decía de sí mismo ser un hijo de puta… pues antes
puto que gallego. Hijo de padre desconocido que debió de ser un cura o un
militar. Desde las orillas de Rivadavia se dirige a las riberas del Betis
atravesando Portugal que seguía siendo español por aquel entonces y nos cuenta
sus aventuras. Debía de gustarle el vino por cierto… “soy un cuba en Sahagún y
en San Martín pellejo, piezgo y odre del de Rivadavia, del de Montilla consuelo
y al de Sacramenia no le hago ascos”[62].
Se
embarca con la flota, se desembarca, es pícaro de costa[63].
Sube, baja, la acción de la novela es un truculento vaivén que a veces porque
las tretas y añagazas son siempre las mismas y no tan ingeniosas como las de
Lázaro de Tormes aunque cuando engaña a los judíos de Ruan demuestra que no hay
cuña peor que la de la misma madera. El episodio se parece al de los yangüeses
del Quijote y al cervantino daca la cola, asturiano. El Esteban se hace pasar
por el hijo de un portugués quemado por la Inquisición y se presenta en la
sinagoga de Rouen con unos papeles y la redoma en que traía las cenizas de su
progenitor que fue carne de hoguera y hablándoles en su lengua les pidió ayuda.
Todos con el rabí a la cabeza soltaron el trapo y muy compungidos aflojaron la
mosca y le dieron junto con una bolsa de monedas un salvoconducto para que se
presentase ante un “mercadante” de París, pues decía que iba -¿No serían estas
cenizas falsificadas un anticipo de la profecía del Shoah?- camino de Viena a
visitar a deudos suyos y al pasar por Pirineos fue asaltado por unos ladrones.
Los
hebreos se mostraron conmovidos por la historia que les contara el portugués
(toda una patraña) y le pidieron algunos de aquellos polvos para quedárselas
como reliquias de mártir pero él dijo que no les podía dar más[64]
y ellos bendijeron al peregrino y cantaron la chemá[65]…
el dio de Israel te de infinita gloria
pues mereciste corona de mártir.
Con
los veinticinco ducados que escotaron aquellos buenos hijos del profeta Moisés
en la faltriquera y una carta de recomendación para el tratante de París, de su
mismo gremio, Estebanillo tomó el olivo orgulloso y ovante… alegre de haber salido tan bien del
encuentro con aquella gente que siempre engañan y jamás se dejan engañar.
No
pudo ser más gloriosa su entrada en Paris con dinero fresco y la promesa de un
empleo… cata Francia, Montesinos, cata
París la ciudad, escucha cantar en ladino a los mercachifles prófugos de
Sefarad.
El que le esperaba entre grandes reverencias,
porque los informes no podían ser mejores, le puso a vender agujas. Pertenecía
la tienda a otro de los expulsados de España que se llamaba Granados y por lo
visto se sabía de coro el romancero y lo contaba por tierras ajenas para su
consuelo de desterrado con voces tan
poco entonadas que resonaban por todo el faubourg
de Saint Germain des Prés.
Los
parroquianos se preguntaban unos a otros por el nombre del que cantaba y
temiendo no iría a llover se decían:
-Nous aurions de la pluie, monsieur.
-Ah bon
-Tiens, ils sont içi les espagnols
-Deja?
-Oui
Luego
se fue a ver al embajador de Felipe IV que se llamaba el Marqués de Miravel,
don Antonio Dávila y Zúñiga, gran diplomático supuestamente de la tribu de
Abrahán pero bautizado por lo que alcanzaría preeminencias en la corte del
francés que seguía curando lamparones todavía según nos informa el protagonista
de esta novela[66]. Nos cuenta que en
Cazalla (Sevilla) cada día cogía a un lobo por las orejas y a una zorra por el
rabo[67].
Haciendo alarde de ese menoscabo de las cosas del mundo que caracteriza al
pícaro y al místico (la honra, las riquezas, el nombradío, el abrigo, la salud)
no le da demasiada importancia a que lo tomen por cornudo, en Constantina tiene
a un cabrero por amo el cual no se siente avergonzado de echarse a cuestas un
cabrito de pitones considerables “a causa de ser el animalejo de buen tamaño”.
En mística este tropo se denomina santa indiferencia y Sta. Teresa lo explaya
en su célebre soneto “Vuestra soy para
vos nací”.[68]
Al
sexo y eso que dicen el amor no lo tiene en mucha estima Estebanillo aunque
tampoco lo desdeña, si a mano viene. La carencia de obsesiones carnales y de
pasiones [la maté porque era mía] otorga al libro ese desenfado y donaire que
impregna sus páginas, con dosis de senequismo, aguante ante las adversidades,
estoicismo y hasta resignación cristiana, lo cual tampoco quiere decir que la
satisfacción del apetito genésico no fuera en aquella época tan cabal como en
la actualidad.
Grandes
protagonistas de la novela picaresca son Hambre y Desnudez. Pues la pereza engendra pobreza y
aquellos haraganes no pegaban golpe. Comer más que holgar era el primer
objetivo… “vendí mi hijo de cabra por
cuatro reales, aplaqué el cansancio con ostiones[69] crudos y camaroncitos
con lima. Fuime a dormir a la calle La Galera donde hospedan de ordinario a la
gente de mi porte”. Así entra en Sevilla persignándose pues al andaluz
hazle la cruz.
A
la mañana[70] siguiente se fue a la
Cartuja donde le dan de comer los hijos de San Bruno habas o frangollos y
ración de brandevín (brande wine,
brandy o coñac). La verdad es que los vagamundos de aquellas horas de imperio
pudieron comer caliente y huir de los corchetes acogiéndose a altana en los
refitorios y claustros de los
monasterios. Demuestra que era la suerte que corrían aquellos pobres soldados
que habiendo expuesto al tablero sus vidas por favor al rey, en pago los desdichados recibían no más que
desdén y en fatiga pululaban por los
caminos y trochas de media Europa como espectros, licenciados de las levas por
mutilación, por deserción o porque expiró el contrato…
Tocaban caja en esta villa para ir en corso contra
el Inglés…De esta forma- el estilo es muy lacónico y
desenvuelto en toda la obra- se nos narra cómo se apuntó el “héroe” al tercio y
se fue a combatir a los herejes, más que por patriotismo, pues nos asegura que
para él la bandera de Carlos V no era más que una sábana pintada, por la
hambruna. Iba al husmo de las perolas y del rancho del cuartel. Su capitán era
don Pedro de Ulloa En esta primera parte se describen aquellos encuentros
guerreros (autenticas sarracinas) de las guerras de Flandes. En la segunda
parte del libro el autor se muestra menos escéptico, no rezuma su estilo tanta
desfachatez ni tanto donaire. Porque segundas partes y aquí ocurre al revés del
Quijote, nunca fueron buenas. La trama sigue tejiéndose de embustes y fechorías
contadas con no poco despejo y desparpajo.
LXV
GERARDO DIEGO
Los
poetas son como los profetas. Cuando
ellos mueren algo se acalla de la voz de Dios que sigue resonando en la
historia. Me acuerdo del cálido día del verano del 87 cuando se fue
Gerardo. Estaba haciendo fotocopias y en
vez del tajo que se me asignaba fotocopié aquel hermoso libro de la Austral que
había comprado con los dineros de la huelga que me dio mi Madre casi entero. No digo mi canción sino al que conmigo va,
decía Antonio Machado pero creo que en error.
Las canciones de Gerardo como las de Antonio o las de Manuel viajaron
siempre con nosotros, hicieron mella, nos ayudaron a vivir. ... Si la palmera supiera vestirse de niña- niña
como cuando era una niña con la cintura de pulsera... versos más versos para
los inversos para los perversos, etc. Y aquel romance del Río Duero que nos
aprendimos de memoria: Río Duero, río
Duero, nadie a estar contigo baja... indiferente o cobarde la ciudad te vuelve
la espalda. O los poemas del toro.
Gerardo era un poeta como recién casado.
Versos para adolescentes. Creo
que sus poemas eran junto con los de las Rimas de Bécquer a las primeras
novias. Fijaba el paradigma, el modelo,
del literato que todos nosotros quisiéramos ser. Marcaba la ruta de los
aspirantes a la belleza. Hombre
elegante. Iba siempre impecable con su terno y su sombrero y así comparecía
hético y ático cenceño por las tertulias del Gijón. Hablaba poco y se fijaba mucho el viejo
profesor que vivía en una calle de Chamberí que era una especie de centro de
peregrinación para las adolescentes enamoradas de don Gerardo. Sus alumnas decían que era un hombre muy
bueno. Por lo que difiero algo del
retrato un tanto peyorativo que hizo de él el maestro Paco Umbral al que
respeto y quiero como un buey mudo de ojos cansados. ¡Ah si la palmera supiera! Para mí como para muchos, desinencias
políticas, él y Dámaso Alonso marcan el impasse de la generación del 27. Se alzan en el pedestal de aquella generación
aunque resuenen más los nombres de Alberti, Guillén o Lorca. Todos fueron grandes pero a Diego le
colocaron el sambenito de franquista. Y él no creo que fuera franquista ni
nada. Apolítico. Pura estética. En su vida personal, en sus modales,
impecablemente siempre vestido de gris, la cara alargada y con muchas entradas
(Cada año arrancará un mechón de cabellos de su frente) cortés pero sin llegar
al amaneramiento. Desde su cátedra en
Gijón y en Soria y en el Instituto Beatriz Galindo entusiasmó con la poesía y
con la literatura en general a centenares de españoles. Sabía hacer toda clase de versos. Los clásicos y los modernistas y ello se
derivan de su gran manejo del castellano.
Conocía todos los recursos de esa lengua. Era un filólogo y eso se percibe cuando
entras en contacto con autores importantes.
El lector avezado siempre llega a intuir quien merece la pena y quien
no. Los libros de versos de Gerardo
Diego estoy seguro de que volverán a ser reeditados. No sólo los poemas sino también sus ensayos sobre
literatura e investigación filológica. A
este respecto escribió un libro maravilloso en acendrada prosa sobre la vida y
la obra de Manuel Machado. Los dos
hermanos fueron amigos suyos y se reunían en un café de la puerta del Sol en
tertulia sabatina. Pero más Manuel que
Antonio. En fin. Han pasado cinco lustros y parece que fue
ayer. Gerardo Diego sigue presidiendo
los anaqueles preferidos de mis estanterías.
Poeta y profeta. Su voz no morirá
nunca aunque el hombre muera físicamente. Su arte sigue siendo bálsamo al oído
entre tanto desgarro, tanta estridencia.
Su eco se repite de generación en generación y pese a los intentos
sacrílegos de algunos. A la poesía no
hay que acudir con las manos manchadas de sangre menstruante. Gerardo es un
vate limpio. Raudal de arte brotando de
palabras sencillas a las que el artista imprime su estro ecuménico y
maravilloso de español, de montañés total.
Eres alta y delgada. Soy de
Oviedo y no conozco el miedo. Nadie, ni
Clarín, ha recogido con tanta solercia en un par de páginas ese momento mágico
de las lecheras llegando a Vetusta de amanecida con la herrada a la cabeza
haciendo resonar por el encintado de la acera
sus madreñas. Aquel día-estoy seguro- me amaste con toda
el alma. Yo no sé por qué sería. Tal vez porque me marchaba. O este otro: Estabais las tres hermanas, las tres de todos los cuentos, las tres en
el mirador, tejiendo encajes y sueños.
Sublimes hilanderas del eterno filandón tejiendo la pleita que nunca se
acaba. Así tampoco Gerardo. Nunca se
extinga tu voz. Yo quisiera ser convexo para tu mano cóncava. ¿Se puede explicar de
forma más sencilla lo que es el amor? La
poesía o el arte de escribir es un arte un donum
Dei. Se tiene o no se tiene. Y este
asturiano de las Asturias de Santillana del Mar posee ese don. El de la
esencialidad. Otros no merecen la
pena. Por eso hoy me acuerdo hoy de ti,
maestro Gerardo, al que contemplé casi con veneración sin atreverme casi a
pedirle un autógrafo cuando estaba de tertulia en el Café Gijón. ¡Bendito sea
Dios el Dios de la poesía y el de España mi patria que me permitió conocer en
persona a estos grandes mitos!
LXVI
GÓNGORA
Lo que yo desconocía era que las yeguas andaluzas,
Góngora dixit, eran preñadas por el blando céfiro. Me imagino a don Luis de
Góngora y Agorte cantando el estribillo de hermana Marica, despierta que es
fiesta no habrá escuela, bellaquerías detrás de la puerta. Luego fue un
canónigo tibio que se echaba las largas siestas y nunca iba a coro porque le
gustaba vivir a su albedrío y entre los sueltos caballos como Hipólito, mitad
judío, mitad cristiano y una quinta parte de pagano, bibliognosta, bibliopola y
como buen conocedor del paño dado a los plagios. Vivió una vida de papel
estucado dentro del círculo mágico de la fascinación por los libros. En casa
tenía una criada morisca que honraba a Ala-ruh Alá- en secreto y hacía las
abluciones y sus genuflexiones mirando a la
Meca. Nadie habló del amor con tanta delicadeza en castellano, como este
converso, aunque malsines hubo que dijesen de su persona que era bujarrón. A
batallas de amor campos de pluma. Su rostro era severo algo bisulco o
patihendido por la barbilla y sus versos cuando quería un tanto ludiferos, sus
poemas chocarreros que podían herir como una daga y hacían carne en el alma de
sus enemigos, sabía insultar con tanta gracia como Quevedo y al igual que su
enemigo conocía los recursos de la sátira. Y hacía a pelo y a pluma. Cuando
pitos flautas y cuando flautas pitos. Unas veces quitaba a su mora la almeiza
en la cama y otras veces se echaba la siesta con un efebo porque queda en los
anales no sé qué pleito que tuvo con el
deán de la mezquita de Córdoba. El claustral quiso empapelarle por andar a
nidos con los niños de coro. Dixo la picota al gocho, contestó el poeta, quita
de ahí que me tiznas. A buena parte fuiste a dar, pato no empluma a pato y el
ánsar nunca se aparea con el cisne, Fue tabelión del archivo diocesano y
guardaba con celo los viejos documentos. En el coro de Córdoba tenía una
misericordia para dos y gastaba asiento biselio para introducir en el sitial su
orondo coranvobis porque le hizo engordar la vida de canónigo. En un rucio
rodado alto de brema y largo de copete, cañilavado de cascos, iba a su pueblo a
visitar a su hermana Marica en la campiña del Guadalquivir. Allí en sierra
morena las yeguas andaluzas eran preñadas por el céfiro. Pasaban las comadres
por su puerta, damas de toldo y arandela, y a todas las bendecía diciendo:
-Id a servir al amor
-Mire don Luis que nosotras somos de la grey
huérfana.
-De menos nos hizo Dios
Y enseguida profería un latinajo
-Igne natura
renovatur integra
-¿Qué nos quiere decir su señoría?
-Que el fuego lo purifica todo, según los romanos.
Se había producido una cierta dilución de la fe que
hace que la caridad se enfríe y la gente viviera enemistada desconfiando los
cristianos unos de otros pero el dinero faltaba trampa adelante por lo que los
clérigos soñaban con la vida retirada, con un buen pasar, una prestamera, un
beneficio que les deparara un vivir cómodo. Las damas sonreían a la
concupiscencia de los ojos. Alguna vez don Luis decía misa y consultaba los
añalejos dejando que el mundo girase por
las cuatro estaciones del ciclo solar y el universo espiritual por los cuatro
evangelios, aunque, abstracción hecha de tales inconvenientes de su disipación,
no podría decirse que fuese ni mejor ni peor que los demás. Nunca fue cura
gallofero de los que iban a recibir la sopa boba a los conventos ni fue galán
de monjas jamás. A batallas de amor campos de pluma. Este beneficiado del
cabildo cordobés fue el mejor vate que escribió en la lengua española.
Verdadera gloria del parnaso. No soportaba a los hipócritas ni a los camándulas
a los que vituperaba en gallego: “Cruz no
peito o diablo feito”.Fue un hijo mimado de las Nueve Musas que ya es decir
con su tono entre bromas y veras, ludífero y estro chocarrero y juguetón. Una
delicia leer sus romances. En las Soledades tan intrincadas y alegóricas
resulta difícil hincarle diente y ande yo caliente y ríase la gente. Vivió
villano en su rincón aportillado en la roca de Israel que no puede que ser otra
que la del Beatus Ille. Como fray Luis de León
LXVII
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
Los
de la generación del 27 magnificaron a algunos grandes poetas del Renacimiento
como el barcelonés Juan Boscán y Gracilaso de la Vega pero a mi entender
hicieron de menos a un máximo poeta del Renacimiento: Cristóbal de Castillejo.
“Si Gracilaso volviera yo sería su escudero ¡qué buen caballero era!” proclama
Dámaso Alonso, robándole un verso al vate
que nos ocupa. Por desgracia el valeroso toledano que perdió la vida escalando
el muro de la ciudadela de Frejus defendiendo el estandarte del emperador de
romanos hoy no se entiende. Su poesía es demasiado italianizante y sus ninfas y
sus valles nemorosos dicen poco al hombre moderno poco paciente para asimilar
la acendrada alegoría de este capitán de los Tercios de Flandes. Por el
contrario los versos de Cristóbal de Castillejo (1490-1550) conservan una
textura informativa que llega a la mentalidad moderna. Nacido en Ciudad Rodrigo
y, profeso cisterciense, abandonó el monasterio donde para unirse a la hueste
imperial. Participó en la defensa de Viena contra los turcos y fue un
enaltecido entusiasta de los metros castellanos contra los petrarquistas. En esta
pugna literaria se impusieron los imitadores del Dante en la misma medida en
que la agitación religiosa promovida por Lutero iba a llenar de amargura a los
leales de Carlos V. El de Ciudad Rodrigo es uno de los primeros en dar la voz
de alarma como demuestran estas octavas:
¿Quien te engañó, Castillejo
Estando bien en España
A venirte en Alemaña
Para dejar tu pellejo
En tierra ajena y extraña?
…
No me engañara esperanza
Del interese traidor
Ni apetito de favor
Ni deseo de privanza
Mas, engañóme el amor
Y este dio causa al yerro
Porque amó a su rey demasiado
Con lo cual se han engañado
Otros muchos como yo”
Poco
antes describe algunos “landmarks” de la ciudad de Viena: Enzefelt, el Rodán
“donde cuecen los panaderos rosquillas frescas artalejos, hojaldres y
empanadas, el Of y el Ochoc Mark que se asoma al Danubio y a la feraz campiña.
Hay docta universidad y devota clerecía etc. es un poeta descriptivo que da
cuenta de las realidades de aquella Europa del siglo XVI, el siglo del amor. Su
condición de fraile no le vedó el conocimiento de las mujeres. Su lira canta a
una tal Ana Shaumberg que, ingrata, lo abandonó por un lansquenete y él se
volvió al convento a pasar sus últimos días. Alguien podría creerle sospechoso
de misógino. Ni mucho menos. Cristóbal de Castillejo era realista y así declara
que la alcahuetería es parte de la vida misma. En la tercera década del siglo
XVI aun no había asomado la gaita la prensa del colorín pero en Viena la
chismorrería tenía su aquel:
…los cuentos
De las mujeres caseras
Son según sus pensamientos
Desposorios, casamientos,
Vientres, partos y parteras
Cuantos hijos tiene María
Y cómo empreña Rodrigo
Cuando su tiempo se aparta
Del contorno del ombligo.
Hay licencia de mirar
Si hay algo digno de vello
De reír y de burlar
Y a veces de retozar
Quien tenga práctica dello
Mas al fin habéis de ser
Como Tántalo que toca
Las manzanas con la boca
Y no las puede comer
Teniendo hambre no poca…
Porque yo siendo extranjero
Me huelgo tanto en Viena
Y por morada la quiero
La
sífilis y las bubas formaban parte del lote de aquellos tercios que, inseguros
del tiempo presente, antes de la batalla, se entregaban a los placeres de Venus
y Baco. A los enfermos del mal francés les daban una dieta de pan y pasas y les
fajaban en una sábana mojada en agua hirviendo… “Mira que estoy encerrado en
una estufa metido de amores arrepentido”. También del palo santo o leño de
Indias se extraía un ungüento con el que se trataba la carne dañada por el
trepanoma sifilítico. Paralelamente canta las excelencias del vino del Rin que
no puede compararse al de San Martín de Trebejo cerca de su pueblo. Añora
aquellos besos al jarro que iba de mano en mano cuando la soldadesca estaba de
guardia para entrar en calor. “Quiero vino de Eljas hasta que me ardan las
orejas”. Un vino de dos orejas, en consecuencia, es un calificativo supremo
para un buen caldo. Este cisterciense a lo que parece era un “pinta” y no le
hacía ascos a tales menudencias pero muchos frailes de aquel entonces eran así.
Acérrimos en su fe, leales a su rey, disolutos en sus costumbres. Y a su vez
profundamente humanos. Nada de camándulas. Por la poesía del mirobrigense corre
un venero de optimismo, cristianismo que retoza en sus versos cabales. Sus
libros son como un gran reportaje, un cuadro de costumbres de la época. No se
le escapa el hermafrodita ni las cantineras de la compañía que se desplazaban
con el regimiento formando parte de la impedimenta siendo tan importante del
ajuar de combate como los carros, las culebrinas, los arcabuces, la pólvora.
Escribe versos a su mulo, a las monjas de un convento que dan recados falsos a
un trovador, a cierto escribano converso, baratón y apañador pero buen
compañero, a un vizcaíno que pedía aguinaldos, o escribe sobre los
razonamientos de un capitán a su gente. A una dama a quien un caballero dejó
por heredera de su fe y testamento. Gracias a Castillejo sabemos que el año de
1540 toda Europa fue invadida por un frío polar conjugado con inundaciones y
sequías así como cataclismos políticos: el cisma de Enrique VIII, la rebelión
del landgrave Felipe de Hesse. Los adivinos decían que empezaba una nueva era
entre estertores de cataclismos, hambres, guerras. Los turcos se entienden con
los venecianos. Mientras esto escribía Castillejo en el sur de Francia
Nostradamus se disponía a redactar sus famosas cuartetas. Tiempos recios a los
que refería también santa Teresa de Jesús. Pero sobre todo hombre de su tiempo
el cálamo del mirobrigense tiembla de sentimiento erótico:
Ribaldo grande eres amor
El turco no se te iguala
Más justo
fuera amargura,
Amor por nombre ponerte.
Mordaza. Morbo. Locura
Furia. Rabia. Mordedura.
Mordaza. Tártago. Muerte.
Porque el Amor verdadero
Sólo a Dios pertenece
El
desistimiento de la idea imperial a causa del batallar inútil con anabaptistas,
luteranos, petrarquistas y turcos se torna melancólica misoginia. El clérigo
despierta en su sinrazón de tanto ir a la caza y procura del amor mundano y es
muy severo con las mujeres. Trae a colación unos versos que repetían los
estudiantes en las aulas de la edad media glosando tal vez a Ovidio: “ Quid levius vento? Fulmen. Quid fulmine?
Flamma. Quid flamma? Mulier. Quid muliere? Nihil. Esto es la mujer, el ser y
la nada. Tierra y polvo. Del polvo nacemos y a él
volvemos. Bebe esta misoginia en fuentes escolásticas llegando Castillejo a
decir: “Oh buen Dios cuan gran mal fue poner nuestros placeres en un tan
descomunal y peligroso animal como son las mujeres tras las que andamos y así
el remedio que buscamos para nuestra enfermedad basado en su liviandad tarde o nunca
lo hallamos”. El tema es un eco de Villón, del arcipreste de Hita, de Chaucer,
del propio Bocacho. Francisco de Quevedo lo vuelve a retomar hasta convertirse
en el polvo enamorado que finaliza uno de los sonetos máximos de la lengua
española. El haber arrumbado en un anaquel cubierto de polvo a estos próceres
que conocieron el amor y sus desencantos que lo padecieron y cantado nos ha
llevado a estos estragos feministas. A esta revolución de las bragas que nos
sobrecoge a los desterrados hijos de Eva. Cabe advertir que Castillejo un
paladín del renacimiento vivió en el siglo del amor, el decimosexto, era de
Piscis de soles radiantes, sol de Cristo y ahora en la centuria vigésimo
primera hemos entrado en una conjunción peligrosa bajo el signo de Acuario.
Quizás por eso Cristóbal de Castillejo sea un vate olvidado. Interesa poco su
sabiduría. El sol de Cristo se oculta vergonzoso tras jirones de nube pero al
final resplandecerá triunfal sobre la luna y los lunáticos que la adoran en
forma de mujer.
LXVIII
APORTELLADOS
DE SACRAMENIA
Aportillados[71] eran los
adelantados del rey, castellanos que pagaban parias castelarias lo que les daba
derecho a ser señores prevenidos en frontera con todo su ajuar: adarga, rodela,
caballo, almete y espada, cota de malla, lorigas, a veces la clava o el mazo
con puntas ferradas. La vera efigie del caballero medieval.
Oh
témpora, o mores, yo aunque nací por aquellos contornos, no tuve la suerte de
toparme con esos caballeros andantes cuando iba a espigar o arrancar yeros, a trillar
o a dar haces. Más bien, con lo que solía toparme eran labrantines la cara
rugosa y el color de la tierra que ataban sus pantalones de pana con una cuerda
para que el barro de los caminos no les alcanzase a los tobillos, liaban
cigarros de tabaco negro y al fumar guiñaban un ojo, las viejas casas
blasonadas convertidas en cuadras o en pajares. Las mozas cogían el coche de
línea y se iban a servir a Madrid y había curas que impedían que las mujeres
entraran en la iglesia sin velo, sin mangas y sin medias pues aquello se
consideraba indecencia. Hoy tienen que luchar con enemigos de mucho más
fundamento como predicar contra el aborto. No es nada fácil la cosa porque el
vicio trajo el fornicio y los pobres curas tratan de ponerle puertas al campo,
predican a una sociedad descristianizada que ha perdido todos los valores. Sólo
importa lo de tejas abajo. Se ha perdido el concepto de historia de España,
nadie sabe lo que es el honor. Revoluciones e involuciones de guante blanco.
Dios mío qué duro se ha vuelto nuestro vivir. Pero las personas eran personas y
las fiestas eran fiestas. La euforia entraba por las venas con el buen vino de
la ribera. Las cuadrillas iban a merendar a las bodegas y en un Sampedro hace
bastantes años subieron al baile hasta Fuentesoto los mozos de Sacramenta. Por
un vals que una le dio al forastero haciendo de menos al mozo local que la
pretendía las navajas relucieron y hubo tres muertos. Una cruz de piedra a la
puerta de en casa la tía Juliana bien nos lo recordaba. La cruz estaba tal que
enfrente de la Cerca de la Tía Caya que siempre se estaba riendo. Entrabas en
el callejón y se oía siempre jiji jajá. Se reía la buena mujer aselando las
pitas. Se reía enchiquerando al marranillo en la cohorte. Se reía mientras
hacía encaje de bolillos y hasta en los propios entierros cuando iba a
amortajar a los muertos que le hacían momos desde la alcoba le daba la risa. Y
jajá, jiji. Eran reminiscencia de aquel temple guerrero de los aportillados de
Sacramenta. De estas rivalidades de campanario, el humor banderizo, está hecha,
por desgracia, la historia nuestra. Para ser aportellado –este adjetivo define
toda la reconquista con su entera mentalidad de combate- había que estar
empadronado en una villa o ciudad, tener allí casa, corral o dehesa desde san
Miguel hasta el domingo de la Trinidad,
pagar la fonsadera o pecha de guerra y manejar espada, lanza y capillo, tener
caballo. No ser moro ni judío sino cristiano viejo desde la quinta generación.
Hay que tener en cuenta que las armaduras eran entonces caras. Prerrequisito
era el haber sido armado caballero y jurar lealtad al monarca después de velar
las armas. Los aportillados o prevenidos en frontera podían administrar justicia y recibían la vara de alcalde. Ello
constituye el principio vasallático otorgado en avenencia y de mutuo acuerdo
(los godos no firmaban nada a no ser con la sangre y les bastaba la palabra
empeñada) para cabalgar en algara contra el moro cuando la anúteba sonara. Los
caballeros eran mesnaderos bajo el pendón real. A tales aportillados se refiere
el Fuero de Peñafiel y que es uno de los
más interesantes para los medievalistas. Era la versión castellano del
principio genésico germánico del Blutt
und Boden (la sangre y la tierra) origen de la hidalguía pero ¿dónde están
los hidalgos de otrora? Don Claudio Sánchez Albornoz hace un estudio exhaustivo
del mismo y lo clava. Es un fuero que fija los usos y costumbres de los sexmos
ribereños del Duratón. Zona que había sido repoblada y don Claudio dice que el
gran problema de la España del siglo X al XII fue la despoblación del Duero por
gente de muy diferente origen. La integraban los gascones llegados de Francia
siguiendo a los monjes repobladores del cister y de Cluny, vascos, astures,
cántabros pero sobre todo casi en un 37 por ciento eran exaricos o cautivos agarenos que habían sido obligados a moverse
hacia el norte tras las exitosas campañas en Al Andalus de Alfonso el
Emperador. Abrazaron seguramente a la fuerza la fe cristiana. Van a ser los
primeros componentes de la fuerte raigambre mudéjar de esta zona que se irá
desplazando hacia el Oeste por Cuellar, Arévalo, Peñafiel, centros del románico
arevalense o morisco que utiliza el ladrillo alarife en lugar de la piedra,
pero esta idea no era árabe sino romana porque en la arquitectura del Lacio se
combina el mármol, la piedra y la teja, casi nunca el adobe. Otros eran
muladíes raíz mucho más antigua y asentada porque es obvio que no todos los
muzárabes quisieron ser mártires hubo bastante chaqueteo y se sumaron al credo
del Coram, o árabes descendientes de cristianos conversos al Islam también por
obligación. Todo un variopinto melting
pot. El Duero era la tierra de frontera. Tanto su cuenca fluvial como la de
los afluentes del río castellano, se
encuentran salpicadas de fortalezas y castillos roqueros que otean como
alcotanes encaramados a lo alto de los cerros el horizonte, sus almenas
vigilantes. Los antiguos tumbos refieren que el dueño de estos señoríos el
conde Ansurez de Monzón era un
muladí: Ibn-el- Manssur y Alfonso III de León en 912 dona la tierra
de Cardaba cum edificiis a un tal Gonzalo Téllez para hacer cargo de esta zona
de monasterios y de morabitos tanto musulmanes como cristianos que vivían encuevados en simas y espeluncas,
abundantes por estos valles. El cenobio oriental va a ser sustituido por una
fundación monástica del Cister. Esa va a ser la constante durante los siglos
medios: el anacoretismo bizantino
visigótico va a ser sustituido poco a
poco por una forma de vida en común y a la occidental. Eso desde un punto de
vista religioso. Desde un ángulo económico, los monasterios eran auténticos
fundos de explotación agropecuaria, koljoses y kibutz como si dijésemos donde
la propiedad privada se desconocía. Auténticas glebas monásticas. Hasta el
siglo XII por regla de san Benito los profesos no iban a la guerra. No
obstante, el Cister luego va a ser origen de las órdenes militares. Empieza el
tiempo de los templarios, de los calatravos, de los Monteses, los
santiaguistas. Los monjes de esa manera pasan a ser aportillados y caballeros
en frontera que cantan la misa al tiempo que combaten al infiel. El obispo
Jiménez de Rada, el de las Navas de Tolosa, es un paradigma de esta mentalidad
místico castrense, siguiendo los consejos paulinos de que es milicia la vida al servicio de Cristo.
Hoy, por desgracia, no queda nada en Castilla del antiguo aportellamiento.
Quizás fuesen mejores estos lugareños cuando iban con el legón a regar el
majuelo, calzaban peales y albarcas y no sabían lo que era un tractor ni en su
vida habían visto una cosechadora. Miro con pena las ruinas de la patria mía.
Toda aquella fe, aquel tesón, ha dejado de latir.
LXIX
MARISOL CUMPLE 60 AÑOS
Dallo
mi hierba trillo mi parva muelo mi trigo y me como mi pan. Y me pago mis copas.
Y como el Gijón ya no hay quien lo toque porque la nostalgia se apodera de los
espejos y de los paneles embonados de madera noble aunque las musas siguen
correteando por los veladores de mármol donde escribieran los poetas o los
bancos de crepé donde alguna vez yo vi con un dedalico de más de borgoña en las
tripas a las ninfas pegando brincos y no era más que Carlos Oroza que trataba
de ligar a dos noruegas y les contaba un chiste que ellas entendían
chapurreando el lenguaje universal de las manos (creo que era el de las
novicias mudas que hablaban del padre Juan...) busco barras al otro lado de la
M30 donde Madrid pierde el cinturón casto, y se convierte en Kansas City. Por
ejemplo en el Valtins que regenta mi amigo Moncho un vasco de las encartaciones
mayores no sé si de Ondarraoa Lequio Lequeito o Echanove pues vizcaíno es el
hierro de todas formas vizcaíno es el hierro que os encargo corto en palabras
en hechos largos. Así es también un poco el vasco de mi barrio. Pero con esa
simpatía que sólo tienen los de Bilbao y esa llaneza de los que tomaron
chiquitos por la siete calles anda la ostia y hablan un poco como los
personajes de las novelas de Zunzunegui. Tiro siempre la boina entre rojos y
parto mi hogaza con los menesterosos de afecto y los huérfanos y huérfanas del
amor. Así que el burladero que yo tenía en el Gijón lo he trasladado al Valtin.
Albergue seguro. Sus talanqueras de cristal tapan mi próstata renqueante y mi
taleguilla ya para no demasiados trotes. Uno en medio del ardor del vino puede
cantar mal, ver visiones, mandar a tomar vientos a un coronel de Estado Mayor
que se va a Bosnia a cobrar dietas y encontrarse con el almirante tunante que
no resulta tal sino un remero. Cía. Cía. marinero. Ramón ese nos tomó por
isidros el otro día. Decía que había mandado una flota y no era más que un
bravonel que sólo se había embarcado en el estanque del Retiro para pasear
ninfas del cantón. Prefiero hablar de Pepa Flores. La Marisol de mi
adolescencia. Por aquello de que la vida es una tómbola me la encuentro elegante
y comunera alta y delgada y eximia sentada en majestad igual que una madona en
una tajuela junto a la barra. Fuma discretamente. Gestos de novia antigua. Uno
entiende a la vista de esta mujer que tuvo chispa y tuvo ángel cómo puso a
media España y a media Hispanoamérica boca abajo. Recuerdo cuando vivía yo en
Staten Island mi vecino colombiano Arnaldo emigrante en Nueva York tenía en un
trono su fotografía como si fuese una virgen o una diosa y puso a tres de sus
hijas con su nombre Marisol Pepa I y Pepa II. Fue el mito de nuestra infancia y
de nuestra inocencia. Después quiso desdecirse del mito de la imagen o del
cliché que la sambenitaron con el franquismo no sé por qué porque en este país
de camándulas hay gente que le saca punta y partido a todo y se nos hizo roja
pero ella también es gualda y muy española. Y en este periodo – María Pineda,
Bodas de Sangre, Caso Cerrado- demostró ser una primerísima actriz de recursos
felicísimos. Para empezar esos ojos. Yo no sé si Pepa se sentía comunista lo
que sí sé es que habla un buen ruso y que sus películas de la primera
incubación tuvieron gancho y mucho éxito en la Unión Soviética tampoco sé si
llegó a amar tan profundamente a Antonio Gades padre de sus tres hijas como
algunos dijeron lo que me consta es que es toda una señora amante de su
discreción de su privacidad y de su libertad. Venía de los Coros Danzas y fue
un festival de la Casa de Campo donde la reclutó Goyanes después de verla
actuar pero ella nunca quiso que la confundieran con el Platanito ni con la
Carmen Sevilla ni con la Lola ni con la Nietísima ni con esa parte truculenta
del franquismo que a golpe de talonario de la prensa de la entrepierna ha
vendido su dignidad. Ella triunfó y no tuvo que volver su alma al diablo para
volver a triunfar. No cedió la piel a Esaú por un plato de lentejas. Delgada
elegante con los mismos ojos azul celeste que a mí me recuerda las primaveras
incandescentes del 63 o del 64 y su voz estallando por todos los patios de
luces de las viviendas de España sigue haciendo la esfinge pero a lo que más
recuerda por su rostro esbelto e iluminado es a una cariátide griega. Ramón
detrás de la barra vigila sus movimientos y la protege. Olía a guiso y a
familiaridad al mediodía y las madres llamaban desde la ventana a los niños que
jugaban en la calle. Ese grito de llamada hoy sería imposible... “Cayetano, Palomita... a comer. Como no subáis en dos minutos bajo y os
caneo una paliza.”. La voz de aquella niña de Málaga sonaba en todas las
radios peticiones del oyente. La vida es una tómbola... Tómbola. Y su cara
aparecía en todas las pantallas. La íbamos a ver al cine Montija. Cintas
ciertamente de no mucha calidad artística a lo mejor pero que tallaron nuestras
almas. Yo me entusiasmé con Santiago de Compostela por aquella película Ha
llegado un ángel en que trabajaba Marisol y había un profesor cascarrabias y un
estudiante de la casa de la Troya de Pérez Lujín que tenía un flequillo que se
subía para arriba con solo soplarlo; la
vida es una tómbola. Sí. Sí. ¿Lo habrá sido también para Pepa Flores? No me
atrevo a formular esa pregunta a mi ídolo por temor a romper la magia de
arcano. Baste decir que todos tuvimos trece años y nos enamoriscamos de una
ojizarca con coletas de plisada falda y calcetines negros a la que de trimestre
en trimestre veíamos crecer. Los abrigos les caían todos grandes y hacía mucho
más frío los inviernos pero eran más hermosas las primaveras y hasta más
ardientes los veranos. Ahora ahí sentada tiene Marisol la majestad y dignidad
de una Madona o de una española que afronta sin alharacas ni fervorines el reto
del climaterio evoca a la impasibilidad de la gloria, el taburete del Valtins
es su verdadero trono. Marisol ha llegado un ángel acaba de cumplir los 59 y la
mayor parte de sus admiradores somos sesentones o setentones. Pero no pude por
menos de darle las gracias a esta señora y un beso en la mano. Ella es una de
nosotros. Una española de verdad con el nórdico mirar ojos claros y serenos.
Una mujer del pueblo. Este encuentro en el Valtins de mi amigo el vasco ha sido
como una epifanía. Marisol al año que viene cumplirá sesenta años. Esa es la
noticia y la maula.
LXX
AZNAR HIZO LA FIGA
Creo que el inquisidor Valdés que preside el patio
central de la universidad ovetense debió de dar un respingo en su sitial
frailuno. Vetusta quedó de piedra ante la insolencia, la chulería de tan
obsceno gesto de don José Mari que es de esos políticos de los que se creen
imprescindibles, más chulo que ocho como Herrera en la onda y es de los que no
saben perder. Seguramente se toma a sí mismo demasiado en serio rodeado siempre
de una corte de aduladores que le aplaudieron por poner el territorio español
en almoneda. El mal educado señoritingo nieto de un periodista del PNV, muy
carcunda que mejor que se hubiera quedado de fraile a tocar el órgano en lugar
de convertirse en cacique de la información y panegirista del régimen, al que
Franco perdonó la vida después de haber sido condenado a muerte, es de los que
cree que España es su finca. Los Aznar
son un clan, una de las cien familias que mandan aquí desde Mendizábal.
Recordemos la boda en el Escorial de su hija, y no pasemos por alto tampoco que
ha metido a su mujer en la política. Ana Botella, su costilla, porta la vara de
alcaldesa de Madrid. Todo se queda en casa. Forman una casta. Están blindados.
Son intocables para un sistema político que se nutre de alianzas consensos y
mediocridades. Don Josémari desgobernó España y la vendió a los especuladores.
Con lo del boom del ladrillo muchos se creyeron millonarios y no dejaban de
gritar Josémari, Josémari, queremos un
hijo tuyo alzando las banderas de Génova pero el PP al igual que este
invento que nos desconsuela es un híbrido, un producto artificial creado por
Fraga de la noche a la mañana del que están excluidos los verdaderos patriotas
de derecha. Ahora don Manuel al reconocer su engendro del partido que él
llamaba la leal oposición, copiando a los ingleses, llora a moco tendido. Son
las mismas lágrimas y remordimientos que afligieron los últimos días del obispo
don Opas. Esos chicos que alzaron sus pancartas en la universidad de Oviedo
llamándole criminal de guerra (indeliberadamente lo es) representan a la España
del futuro, una España sin trabajo y con un paro entre los estudiantes que
salen de las facultades con su título y que sólo le servirán para colgarlo en
la pared. Su grito es áspero y estridente. Se sienten estafados por los
políticos y por un sistema de gestos
mediáticos donde la libertad o lo que ellos creen que es libertad, es un
monopolio. Consideran los de arriba mientras chillan los de abajo que España es
su finca. Coto privado. Es un sistema impenetrable donde tanto la vida
parlamentaria como el cada vez más importante mundillo de la información
política se reparten entre unas cuantas crestas de gallo y bustos parlantes que
lucran su pan currándole a Zapatero (no sé de qué van a vivir estos advenedizos
cuando desaparezca de la vida pública este jefe de gobierno) con la
particularidad de que son siempre los mismos. Con tales mimbres se hizo el
cesto. ¿Hay libertad? No. Esto es un trágala. Las radios, las televisiones, los
periódicos se repiten más que la cebolla. Son corifeos de Nostramo y don Juan
Carlos I nos depara el sucio espectáculo de competir con el presidente de
gobierno con un alarde. Y tú más porque en esas estamos.
-A mí me recibe Obama, José Luis, en la sala oval
mientras tú sólo vas a los desayunos de la oración.
-Pues a mí un sabio historiador me dijo- replica un
republicano- que el reinado del Rubio
ha sido el más aciago que registraron nuestros anales. Ni Enrique IV, ni Carlos
IV al que se parece mucho el monarca reinante y ojalá hubiese un Goya para
retratarlo, ni Fernando VII ni el propio Pepe Botellas que fue preámbulo de
Alfonso XIII fueron tan desastrosos.
-La culpa de la crisis es del rey, que impuso el
trágala, combayó y ahora se va de rositas con la abdicación dejándole el muermo
a su hijo Felipe VI y a d. ª Leti.
-Acaso tenga usted razón don Quosquetandem pero como
presidente don Aznar fue una calamidad.
El del bigotito tiene cara de máscara trágica. Al
pueblo le resulta tan antipático como Ceaucescu. Al pueblo no se le engaña
porque habiendo sido protagonista del segundo 98 español el de 1998 cuando
abandonamos la peseta y licenciamos a
los regimientos de mayor estirpe, cimentamos nuestro desarrollo
económico en el ladrillo y permitimos el ingreso en manadas de extranjeros, se
normalizó el aborto, la píldora del día después y se favoreció la rebelión en
la granja de nuestras féminas, dándose alas a un destructivo como inicuo
feminismo- corrompe a las mujeres y tendrás dominado a un pueblo- y fuimos un
fracaso en política exterior al grito de ya somos grandes, ya somos ricos,
Aznar fue el autor del rapto de las Españas.
Luego llegaron los gays con sus banderas arco iris para mayor estropicio.
Que la patria se lo demande.
-Por esas calendas, don Verumtamen-agregó
Quosquetandem- escribió usted un libro cuyo título era sugerente: 1998 España entre un tupé, un recorrido y un
bigotito.
-En efecto; el tupé era de de Práxedes Sagasta, el
recorrido el de Anasagastegui ese caniche vasco del PNV y el bigote ala de
mosca no podría corresponder sino al jefe de gobierno a tal sazón. Este
desgraciado país es regido por una clase política que no se merece. Ellos
constituyen exponentes de nuestra haronía, nuestra pereza mental. Con la
democracia han regresado los caciques y los manigeros, chupópteros y personajes
de siempre. Entiendo pues la cólera de esos estudiantes ovetenses.
- El del bigotito si hay un personaje nefasto de la
historia de España al que rememore es a Godoy el príncipe de la paz algo más
moreno feo renegrido y cejijunto.
-Alto a la dueña y ¿qué me dice del juez Garzón, de
Anson?
-A esos ni me los mientes
-A la Cernuda ceñuda a la Campos a las anarosas y
anacondas a la pepa la de los escuchantes que echan a perder nuestros domingos
al sol y a toda esa patulea de arpía sembradoras de odio a lo largo y a lo
ancho de la piel de toro, tales gumías nos recuerdan que estamos en tiempos de
Acuario, la era del agua y de los flujos vaginales del furor uterino que mana
de la fuente de sus coños grandes, damas todas ellas televisivas y de moralidad
dudosa. Iban para tusonas y se quedaron en bustos parlantes. A Calleja el de
los cuentos por la Selene y a ese tal san José con su cara de seminarista y lengua
afilada en el veneno. Al Jáuregui el de Pyresa al que llamaban Miracielos. A
los informadores que desinforman. En fin a tantos y a tantos otros. Noté
desanimo y acaso horror en el rostro de mis dos personajes que me acompañan a
todas las partes y asoman la gaita cuando me pongo a escribir. Estaba claro que
esta vez tiraban a dar y no fallaban el disparo. Yo no podía por menos de
solidarizarme con sus puntos de vista. Quosquetandem y Verumtamen están hoy que
lo tiran. Han venido a mí con la escopeta cargada, apuntando contra todo lo que
se mueve. Aznar fue el hombre al que Bush hijo llamó ánsar y no sé si quería
decir ganso o asno que burro grande ande o no ande y su “amigo” Pony Blair lo
recibió con cajas destempladas cuando se presentó en Downing Street sin avisar
a la hora del té. Britania no paga traidores y los ingleses carecen de amigos,
sólo tienen intereses y por eso fomentan las relaciones sociales. Hubiese sido
un buen alcabalero uno de esos chupasangres que en odiosos resultan a los
hispanos pero la fastidió metiéndose a
político, quiso ser Napoleón. El napo, el napo es pistonudo como el napo no hay
ninguno. Y acabó en criminal de guerra. Lo tiene crudo. Ra, ra, ra. Irak. Irak.
Irak. Pony cogió su fusil y nos llevó a la guerra del petróleo no íbamos a
luchar por la paz por la justicia ni por los derechos humanos, íbamos a defender los intereses financieros
de las Siete Hermanas. Las multinacionales le agradecieron a Aznar los
servicios prestados con una patada en el culo. Mandaron a las mesnadas a matar
gente, ahorcaron a Sadam. Decían que poseía la bomba atómica pero luego resultó
que no tenía más que un ejército mal equipado. Supimos que Irak era un campo de
Agramante donde los gringos querían probar su material de guerra más
destructivo. Los infiernos y las redacciones de la Sienen se empedraron de
mentiras. Ellos retransmitían las batallas por televisión y así embaucaron a
algunos. En Bagdad no había armas de destrucción masiva. Ahora Obama quiere
repetir la misma jugada en Irán y en Afganistán. Moloch el dios de la sangre
les roe las entrañas a estos tíos. No pueden parar. Su norma de conducta es
Némesis. José María Aznar un perro de aguas bajo las patas del doberman ladraba
amenazante. Guau. Guau. Guau. Luego vino mr. Muddy el lusitano el que ahora es
jefe de la Europa de los mercaderes. También quería salir en la foto. Barroso
recibió como recompensa un momio en Bruselas que le da a ganar millones de
escudos.
-Admirase un
portugués de que todo el mundo en Francia supiese parlar francés.
-Pasa el cazo, chaval.
- ¿Qué hora es?
- Las siete y media.
- A esa hora en Madrid si no estás dando una
conferencia te la dan.
- Cállese, don José Mari, cállese.
- Váyase señor Aznar. Váyase y cierre el pico
- No es lo mismo decirlo como verlo
Cuando el ex presidente hizo el signo del macho
cabrío, un desplante, un brindis al sol,
y tú más, que me la chupéis todos en cuadrilla, un saludo a la afición o lo que
unos llaman pulsar la higa y otros un corte de manga, la estatua sedente de don
Fernando Valdés debió de pegar un respingo en su silla ovetense orlada del
chirimiri de muchos siglos ante la desfachatez de gesto tan poco ponderado como
obsceno e impolítico, y debió de pensar para sus adentros el antiguo arzobispo:
-Otro tan lenguaraz como la Espe. Nos está llamando
hijos de puta no sólo a mí que soy arzobispo de Sevilla e Inquisidor del Santo
Oficio por la gracia de Dios sino a todo el cabildo. Merece que le envíe al
atorradero… a mí la guardia. Vengan los corchetes de la Inquisición. ¿Cómo lo
ves?
Pero el inquisidor Valdés acostumbrado como estaba a
ver pasar tantas cosas en esta España nuestra- los mineros quemaron el caserón
cuando la revolución del 34- desde su lugar de privilegio en el centro del
patio claustral de la universidad por él fundada, no dijo ni mu. Seguramente
comprendería desde el paraíso o desde los infiernos por donde vague su ánima
que los inquisidores del siglo XVI eran inocentes monjitas puestos a cotejo con
los sabuesos y esculcas agentes secreto muñidores de conflicto conspiradores y
tornadizos que hoy pululan por la Piel de Toro. Entonces podían escribir
incluso los herejes. Hoy la verdad la ostenta un monopolio. En el cual la
iglesia católica ha sido destronada o se ha convertido en comparsa del poder
temporal, no al igual que en aquellos tiempos. Pobre España en manos de estos
energúmenos, de magistrados y periodistas tramposos y de políticos que no saben
hacer la o con un canuto y se sienten en posesión de la sabiduría de Minerva.
Aznar ¡qué sujeto más castizo! Ha alborotado el gallinero. Hay signos
esperanzadores de rebelión en las aulas.
LXXI
INMIGRACIÓN EN ALUD.
España difunta, la están cantando el gorigori
nuestros políticos. Apago la televisión porque no puedo soportar a estas
cabezas parlantes, los tertulianos de oficio como el Empanada ese que se decía comunista ahora defiende a los del
bigotito y en un programa del Siete al
tal sabio de la política le faltó poco para liarse a golpes con un
socialista, gente lleva mi carro, tres putas y un boticario, son vomitivos- y
prendo la radio. El Home programe inglés aquí
se capta desde la radio del coche lo cual es de agradecer porque uno
sintoniza cierta ética, conecta con la deontología y escucha, voy de oyente por
la vida, debates de altura sobre la historia de la cual nunca renegaron los
brits y toda una avalancha de buenos libros, aman su lengua, su literatura, me
dan envidia porque La BBC no se casa con nadie. Un opinante decía que había que
llevar a Blair don Tony a un tribunal por mentiroso en la guerra de Iraq, aquí a Aznar que actuó de condigno por
salir en la foto al igual que mr. Muddy alias Barroso el portugués debieran de
meterle en Alcalá-Meco, pero Quiá no caerá esa breva. Don Josémari se hace el
interesante y se lo tiene muy creído y la Aguirre genuflexa le hace el rendibú.
Queremos un hijo tuyo Bigotito. Eso también se decía en tiempo del gran Filipo.
Otro que ha vuelto a abrir el pico. Dice que hacen falta más emigrantes
aquí. ¿Más? Éramos pocos, parió la abuela Hala todos pa
España que es el país del mundo con más coladeros a causa del efecto llamada.
Felipón, nefasto y siniestro personaje, su padre tenía una vaquería en Sevilla
y una tienda de aloje montañés, y la presidencia le hizo millonario. Un rico
capitalista judío mexicano le metía en su contaduría, al igual que a Solana le
hicieron jefe de los guardias, a Aznar lo nombraron corresponsal diplomático de
la Fox conferencias pagadas a tanto la frase. El que abrió el negocio fue Henry
Kissinger. Las fuerzas oscuras quizás desprecien por miserables a sus acólitos
y comparsas pero les ponen un piso, les llenan el bolsillo de petrodólares y
van por la vida con el riñón bien cubierto o les mandan una querida para que no
se aburran demasiado. Son una extraña mafia que tiene por contraseña la
estrella diabólica de cinco puntas entre dos de sus lados esconde sus cuernos
el terrorífico Leiva Bronstein más conocido por Lev Trostky hasta que el
destral de Mercader acabó con aquel testarudo que tienen ahora muchos
pedisécuos infiltrados en la gran banda porque su consigna era la subversión
mundial y la revolución permanente. Una de sus estrategias es el movimiento de
pueblos, junto con la desestructuración
de las culturas, la quiebra del lenguaje, la manipulación informativa, lo que
denominaba Gramsci el gran discípulo de aquel hebreo ruso que se hartó de
firmar penas de muerte en la checa de Moscú, la invasión pacífica y los
descorrimientos étnicos. Don Felipe González como es millonario no tendrá que
convivir con todas esas bandas de desarrapados que llegan a Vic o al corredor
del Henares de todos los continentes en busca de un paraíso en España-
educación y atención medicas gratuitas y hasta una casa les dan a los recién
llegados- que llegan y llegan, presidente (echo mano de una frase profética de
mi libro La Mujer Fuerte) y se trata
de una invasión en desguisa que ha determinado que a España no la conozca ni la
madre que la parió- pronto todos criollos, mestizos, y eso de que todas las
razas son una que se lo pregunten al gobierno israelí, allí no pasa nadie sin
un certificado de circuncisión hasta la cuarta o quinta generación- como
pronostica el Alfonso Guerra el edecán del gran Filipo. A este ritmo no
habrá cajaduría que lo soporte, pero de
lo que se trata y es lo que buscan sus enemigos con ahínco es descristianizar
España. Desespañolizarla, dejarla sin huelgo. Ellos vienen en patera o a través
del gran coladero de los Pirineos o Barajas y nosotros a lo mejor nos tenemos
que largar a nado para hacerles un sitio Con un aumento tan creciente de
extranjeros que llegan y españoles a los que se condena al paro o al ostracismo
social o cultural las arcas del estado pronto se resentirán y no van a quedar
pesetas ni para los que vienen ni para los que están aquí. El que mucho quita y
nada pon pronto llega al hondón. Al fondo del calcetín, según un antiguo
refrán. Esto es la quiebra. Entonces puede pasar lo que está ocurriendo en
Haití con las cajas de mantenimientos. El irenismo y el buenismo de Zapatero
que aparecía el otro día en Estrasburgo tan orondo y lirondo tan finchado que
no debía de caberle un piñón por el culo y no sabía que suscitaba la hilaridad
y el cachondeo en los escaños parlamentarios ante su discurso trufado de
vaguedades pero pone tal énfasis y se hace
el interesante que termina por recabar la atención de la audiencia
aunque no diga nada, nos está llevando a este estado de cosas, al
tercermundismo, al hambre, a ser un estado cuña manipulados por las enejes. Cp.
recorre la cosecha que sembraron sus predecesores González y Aznar que
vendieron los dos al de por junto a mi
patria en parcelas. Y han ido sembrando entre nosotros la muerte a cachos.
Muerte de asco porque la política, el periodismo en este país dan asco. El virus de la duda y
desaliento fue extendiéndose por el
pueblo. Las iglesias se han convertido en museos, los cafés en bancos. El
personal se encoge de hombros o sonríe con cara de conejo ante los micrófonos
de las encuestas que le preguntan si hace frio… sí hace mucho frío pero vamos
llevando el tirón, en casa tenemos calefacción, van a las rebajas y entran en
el Corte Inglés muy pastueños y modositos. El personal no razona ni piensa sólo
dice beee a sabiendas de haberse
convertido en ovejas del gran rebaño. ¡Vaya una manada de carneros! Las
iglesias de museos pasaron a ser o muladares, los cafés se tornaron en bancos,
los pintores pintan mamarrachos y los poetas escriben lírica que no se
entiende, y se han inventado héroes de plástico como Miquel Jackson, los
plumillas expresan por doquier sus ternezas hacia los estatosuniros y pies,
quietos. Todos quieren parlar en inglés .A cada paso emergen platajuntas,
plataformas, comités, dumas, consejos y consejillos, asociaciones y logias. Se
rinde pleitesía al blabla del gran contubernio y mientras tanto llegan y
vienen, presidente, brincan y bailan los emigrantes en patera, como peces en el
río. Nadie les invita pero pasen señores hasta la cocina. Pasen ustedes. Esto
es la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen cinco. No sé qué pasará
cuando se acabe la despensa, quizás los
mantenga el gran Filipo. Lo que ha sucedido en Vic un pueblo catalán donde los
extranjeros son el 80 por ciento puede ser una gangrena que se extienda por la
vieja Piel de Toro. No pasa nada, aquí todos chitón o balando. Beeeeee
LXXII
HIMNO A SAN FRUTOS
Desde la girola al trascoro no cabía un
alfiler. A causa del gentío que
abarrotaba las naves no pude llegar hasta la tribuna donde estaba el orfeón y
la orquesta. Así que me acomodé como pude junto a los barrotes de la capilla de
la Inmaculada y desde allí entoné todas las estrofas que fluyeron nostálgicas,
sentimentales, pero vigorosas.
-¡Que bien lo canta!-me dijo una señora-da gusto
oírle.
-Gracias pero me lo aprendí de niño y lo que
pronto se aprende tarde se olvida.
-Debiera de ponerse con los de la escola.
-¿No ve que no puedo dar un paso?
-Pues que vuelva usted a cantarlo más años.
Lleva a un niño en el perambulador o carricoche y
era joven. Había venido con su marido. Mucha gente moza pero los más éramos
veteranos. Fui a besar la reliquia en la
urna o lucillo de jaspe obra de Ventura Rodríguez del santo anacoreta que huyó
del mundanal ruido a la pedriza buscando la paz del yermo lejos de las intrigas
y de las envidias-a este mal que tenemos tan recio los españoles lo denominan
históricamente el morbo visigótico- de la corte goda, acompañado de su mujer
Santa Engracia y su hermano Valentín. El santo
sepulvedano me parece un varón de
hoy en una España cercada por el nihilismo, que adora sólo a Moloch, a Mercurio
y a Eros, y sobre la que se cierne la amenaza del Islam que con ser grave no me
parece tan peligrosa como la de los
mundialistas masones que quieren volver la cruz de Cristo del revés,
hablándonos de globalización cuando asoma la gaita el siniestro perfil del
obispo don Opas. Volvemos al conde don Julián y al llanto de don Rodrigo en la
cava Florinda. Por eso me pareció muy interesante el sermón del obispo (Don Ángel Rubio es un gran
orador) y a trechos me conmovió porque proponía un retorno o peregrinación a la
Roca Tajada el farallón nido de Águilas donde se alza la escarpada cueva donde
hicieron penitencia aquellos ermitaños por otro nombre denominada de los siete
altares. Era una llamada al socorro divino para coartar el desaliento y
confusión que invaden a la cristiandad. Di la enhorabuena al canónigo Frechel
el precentor (así se llamaba a los cantores o chantres en las viejas catedrales
y así se les llama en las catedrales anglicanas de alto bordo) del cabildo que hizo verdaderamente un tour de force al dirigir un coro de
cerca de mil voces y un golpe de sesenta violines o más. A la salida al avanzar
lentamente hacia la calle por el gran cancel me cruzo a otro chantre eminente
el canónigo Matesanz. Por entonces era un curita joven que cantaba la Passio con una maravillosa voz de tenor
la tarde de Viernes Santo. Ahora ya está jubilado. Su monodia era poco menos que electrizante. Paseo nostálgico
por mi ciudad que apenas reconozco. La casa de la colonia militar donde pasé mi
infancia ha sido derruida, la acacia que plantó mi padre y yo torcí columpiándome
en sus ramas, ha desparecido. En sustitución han surgido colmenas de bloques de
hormigón. En muchas ventanas aparece el tétrico cartel de se vende. ¡Por san
Mamiel, que es patrono de Valseca! que lo de la burbuja inmobiliaria nos ha
metido en quiebra es cosa fina! Cada vez encuentro cosas nuevas, detalles en
los que no me había fijado. Me ocurre lo mismo con Toledo. Me hinché a
fotografiar atrios, arcos de medio punto, iglesias de puertas cerradas, viejos
conventos, callejas escondidas de tapias altas. Por encima del tejadoz asoma un
álamo o una higuera. Gasté varios carretes captando boceles, ménsulas, arpías,
leones, esfinges, dovelas y bóvedas de cañón, tratando de escudriñar los
mensajes que nos acercan a la mentalidad del hombre del Medioevo, pergeñadas en
ese idioma de piedra del arte románico. Por la cuesta de santa Lucía desciendo
hacia el viejo hospicio donde estaba la cueva de Sto. Domingo; en la cerca el
santo dominico se retiraba a orar. Quise visitar allí en este monasterio la
tumba de san Corbalán pero las
puertas ya no eran francas por haberse convertido el lugar en colegio
universitario. Allí seguía al lado izquierdo del pórtico renacentista el hueco
que dejó la hostia del milagro de la catorcena junto con mis recuerdos
impenetrables de niño porque allí viajaba con mis padres de visita los domingos
para ver al capellán residente don Jenaro y su ama la Jesusa. Recuerdo que oí
comentar a mi padre en tono jocoso que en aquella vivienda hospiciana sólo
había una cama de matrimonio… retorno y en la desvencijada iglesia de san
Agustín, cerca de San Juan de los Caballeros, rezo un responso por los caídos
de la división Azul cuyos nombres figuran grabados sobre las paredes de la
iglesia hundida. En el quicio de la puerta alguien ha pintado una cruz
invertida. Luego fui a visitar la tumba de mi padre. Sus restos descansan en la
torre de san Gregorio una iglesia en lo alto de un monte que fue de los
templarios. De regreso a casa cruzo pueblos fantasmales. Las vecinas ya no se
sientan al sol a coser o a jugar a la brisca como solían. Uno se encuentra a
estas paisanas que vagan por los caminos como almas en pena. El caso es andar.
Hacer kilómetros. Andar es lo que mandan los médicos. En su locura pedestre quieren huir de la Pelona pero ésta que a nadie perdona las
acabará alcanzando con su guadaña. También los carreristas y los que no fuman
se mueren. Encuentro a estas aldeas desoladas en medio de su desolación
confortable. Todo ello infunde en mí
tristeza. Menos mal que un cede de Joaquín
Díaz, maravilloso, que me regaló el propio cantautor “La misión os llama” me saca de mis murrias. Hoy 25 de octubre el
otoño perfila sus aromas de sazón por montes y valles. Cantemos al glorioso san
Frutos
LXXIII
.
ARMANDO PALACIO VALDÉS
Esto
parece Villabroncas pues vivimos en un mundo lábil y cambiante. Hoy se detectan
nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más? La calumnia y la baba del sapo. Vivimos
en una redoma de malquerencia. Así que calzo mis gravas de combate: la loriga,
la rodela, y las botas de siete leguas para recorrer el universo de la
imaginación. ¿Te apretaste los machos, nin? ¿Sí? ¿Y el catalejo de doble
aumento lo llevas? Pues ale. Y huyo de los torneos de la memoria para
refugiarme en la palabra. Don Armandín, el cantor de la armonía cuyas novelas
eran todo equilibrio, me devuelve a mis metas soñadas, aquel mundo jocundo y
cabal que yo entreví en sueños a través de mis largas lecturas en la camarilla
del internado. Con esto de la dichosa carretera y la perforación del monte de
los abedules y la colocación de enormes estaciones eólicas en las cumbres de la
Sierra del Viento están destruyendo el paisaje. Energía a tiempo real que
quiere ZIP. No entiendo de física pero creo que el Presidente menos. Deben de
haberle untado con sobornos y dineros. Cohecho tenemos.
Asturias era un paraíso natural y a este paso
las rapaces inmobiliarias llegadas de dios sabe dónde y con qué dinero (el
dinero no tiene patria y carece de afectos) se puede convertir en un cadalso de
cemento. Nos gusta cargarnos naturaleza, talar árboles. Y a mí me parece que lo
que están haciendo en toda la marina pero especialmente desde Avilés a Ribadeo
es un sacrilegio irreparable. Por una cuestión hace cien años el gran Palacio
pergeñó las páginas inmortales de la Aldea
Perdida. Revolución industrial, llegó el carbón entonces y ahora en la
postmodernidad, abocados a la cibernética, ya casi no se puede escribir una
novela después de haber dado Orwell a la estampa la suya. A veces los pronunciamientos y
presentimientos de los poetas se tornan profecías. Don Armando que murió en el
Madrid rojo en 1938 unos dicen que de hambre y otros a causa de los vejámenes a
los que fue sometido no era un escritor de derechas. Ese fue uno de los
sambenitos con que lo encorozó la crítica “demócrata” que también le atacaba
como escritor de novelas rosa y él rosa sólo tenía el cutis de su piel
asturiana. Miraba al mundo desde lo profundo de sus ojos claros y contó cómo
era la España de la Restauración con su aburguesamiento, sus convencionalismos,
criticando los egoísmos, el señoritismo, a los caciques. Fue un escritor mayor
y para mí un asturiano incomprendido, el mejor cantor en prosa que tuvo el
Principado en las viejas costumbres del pueblo sencillo, pero acabaría chocando
con el clero y las fuerzas vivas. Su
novela el Cuarto Poder es una sátira contra las satrapías de los de siempre. Tengo
todas sus obras y no sé por qué misterios desde lo posible lo real a lo soñado
mi vida rodó hacia Asturias hacia ese baño del Nalón donde escribió aquel
cuento grandioso ¡Solo! Un padre de
vacaciones (había estado ahorrando cinco años en una tienda de Madrid para
poder pagárselas en la tierrina) que
ve cómo su único hijo se ahogaba
arrastrado por un rápido de la ribera de Muros. El arte novelístico de Palacio
Valdés posee un numen inimitable. Todos
sus libros tienen esa carpintería narrativa que les falta a la mayor parte de
los novelistas nuestros de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza.
Baroja, Azorín, Cela, el propio Valle Inclán. Pero tradúzcame usted al francés
al inglés o al sueco a ese don Ramón de las Barbas de chivo o a Cela que salvo
en La Colmena o en Viaje a la alcarria se nos queda en nada. Resulta que el
escritor más traducido a las lenguas extranjeros fue este avilesino de
adopción, nacido en Entralgo, paisano de Juan de Cabaña Quinta y de otros de
personajes meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos
a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen suspirar por los
paraísos perdidos… Et in arcadia ego
y es que leyendo sus novelas nos identificamos con sus héroes míticos. Palacio
trazó un ideal. Una norma de vida. Era un narrador omnisciente y omnipresente que incorpora la técnica
narrativa anglosajona y francesa a la novelística castellana. Cierto es que fue
tachado como de derechas pero lo cierto es que el arte carece de flancos. Es
total. Ni derechas ni izquierdas. Casilleros no admite tampoco. Sólo la
imaginación. La sublimación de lo real. Era un psicólogo porque muy pocos
escritores conocían tan bien como él a la condición humana y un filósofo. De su
mano me pierdo por los vericuetos de Avilés los chigres de Sabugo y hasta
parece que escuchar al ruiseñor del parque de San Francisco, subo la cuesta de
la Carriona o me meto en una de esas confiterías como la de la Morena donde
despachaban unos sobaos delicia de manos monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía
de ser muy goloso don Armando según la tradición ovetense donde no hay domingo
sin pasteles ni pascua sin madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el
reloj de la Audiencia me meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario y
sermón de campanillas. Me sumerjo en el ambiente. El poder descriptivo de este
escritor consigue que el lector se suma en el hilo y el ambiente de lo que
cuenta y hasta tome partido. Crea mundos. Un privilegio que sólo les es
concedido a los genios. Sus obras no nos cansan. Sus libros no se nos caen de
las manos. Valle siempre me aburrió. Pío Baroja cuenta cosas de una forma
desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las ovejas. Unamuno está supra
valorado y es admirado por los que no lo leyeron nunca. Ortega nos es tan gran
pensador ni escritor como le pintan. La gran novela española pertenece a la
restauración. El 98 es un bogus
magnificado y cuantificado por la inercia literaria de la rutina del caciquismo
y el mandarinazgo hispano siempre en manos de unos cuantos y siempre los de
siempre pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Diré esto
aunque me desuellen. Palacio pinta personajes de carne y hueso no proyecciones
literarias. Si en la Alegría del capitán Ribot es el optimismo en Tristán o
el pesimismo todo lo contrario. La novela de un novelista es una
autobiografía de ese arte artesanal que se dice escritura. En el Maestrante tendremos el amor de un viejo
y en José a Cudillero. En el señorito Octavio describe al señorito calavera holgazán e
hipocondríaco que se regenera con la vida de aldea. Las técnicas narrativas nos
vienen a persuadir del convencimiento de que la novela no se inventa, se
observa. La aldea perdida viene a ser la bandera ecologista de la España verde
del último refugio natural de los amantes de la naturaleza. Tanto Palacio
Valdés el uno de las Asturias de Oviedo y el otro de las Asturias de Santillana
se erigen en sus paradigmas. Vienen a ser
enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy, como está el panorama,
falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela descriptiva Palacio es un
heraldo del ecologismo. Nuestro primer ecologista. Su gran preocupación es la
conservación del paraíso natural que le vio nacer. Plantea el problema de la
revolución industrial en La Aldea Perdida.
Es una especie de guerra de Troya en que aquellos – los mineros Nolo y Plutón-
derrotan a Demetria (la Elena de la Aldea Perdida) y Jacinto (Aquiles). El
verdor de los campos se sustituye por la negrura del carbón. Y este deterioro
del medio ambiente va acompañado con la degradación de los protagonistas. En el
“Idilio del enfermo” vuelve por donde
solía. El campo cura y vivifica. Y en el Cuarto
poder” novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un espejo de la
España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos aspectos. Y nos
advierte que la transgresión de la fidelidad al paisaje y la del entorno en que
se desarrolla la vida del hombre depara la muerte. Una advertencia que suena
fatídica para un mundo que vive horas aciagas de cambio climático. Sus novelas
del campo y del medio rural asturiano poseen una categoría homérica. En las de
ciudad Palacio se convierte en un pequeño burgués. Es un hombre de las clases medias. Presenta
con crudeza los problemas de entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería,
politización extrema, desamor pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda
compasión hacia el ser humano y cultiva una visión amable y a ser posible
optimista, dentro del pesimismo de la condición humana. Quería entretener. Por
eso tuvo tantos lectores y sus libros fueron traducidos al francés y al inglés,
sobre todo aquellas de ambiente andaluz dirigidas al gran público: Los majos de Cádiz, La hermana san Sulpicio.
La alegría del capitán Ribot. No están tan acabadas como las de ambiente
astur pero le reportaron más fama y dinero que sus narraciones líricas
escenificadas en su tierra. Son novelas infunden una especie de paz melancólica
y nos animan a ser mejores. En los propileos de la poesía épica que añora este
paisanín de Laviana la verdad siempre avanza delante de la belleza y las dos
suelen tener una amiga: la bondad. En el arte de Palacio se encuentran
parecidos con el de Henry James. Y de la misma forma que la obra de este autor
revierte siempre hacia Nueva Inglaterra la del español torna la mirada de Asturias. Que para él significa
la vida y su alejamiento, la muerte. La acción conserva un carácter secundario
y la trama se desarrolla como en un duermevela. El claroscuro es punto de
referencia y por lo general cada proyecto de la trama y la descripción
psicológica. Envuelve otros entramados y acciones y lo que ahora es bonanza
puede pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino parece
impecable. Sus descripciones no son estáticas sino dinámicas y los personajes
buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la encuentra salvo en el caso de
Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción del Idilio de un enfermo. Conocía el alma femenina y de ahí que sus
libros fueran muy populares entre el bello sexo. Las mujeres le miman le
escriben, le animan, se le declaran. No
son feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su
preocupación por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres en vez de
las mujeres de las catástrofes sentimentales. Por ese cabo se sitúa cerca del
movimiento de la liberación. Su esquema de trabajo, la carpintería argumental
de sus narraciones se mueven en torno a tres supuestos: héroe-antihéroe-víctima.
Sota caballo y rey, un poco al estilo de las novelas por entregas y las penny novels de
bulevard a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo estilo asimila pero por lo que esta novela popular nunca podrá ser barriobajera.
Definir una novela es como ponerse a catalogar el arco pero la buena novela es
la que agarra y prende al lector con sus historias de amor de tragedia y de
muerte. Nos libera de la monotonía del presente y su autor nos lleva de la mano
a un mundo desconcertante pero mágico que constituye en parte la proyección de
nuestras vivencias. Todos sus libros son transportes y gozan de un pálpito
profético. Intuyó como la intuye Tolstoi su muerte desgarrada en circunstancias
de hambre y abandono durante la guerra civil aunque hay quien sostiene que pudo
ser uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama. Se comporta como un
actuario que da fe de aconteceres y narra como en una analecta lo que pasa en España a finales del siglo XIX y pienso yo
que adelantando acontecimientos avanza en sus libros lo que ocurrió, está
ocurriendo, en el XXI: la destrucción de la naturaleza, el desarraigo social,
migraciones desbordadas, desorientación ideológica y el marasmo de los partidos
políticos –una novela señera al respecto El
Cuarto Poder – enconos enfrentamientos, rivalidades de aldea y ese
caciquismo que está volviendo. Los de arriba. Los abajo. Seguimos en las
mismas. Y en suma la guerra civil de la cual el novelista asturiano fue víctima
(murió de hambre, de tristeza en el mayor de los abandonos o acaso según dicen
algunos en una zanja de Paracuellos). Su obra es sumamente grata a los
ecologistas pues sabe hacer unas descripciones maravillosas del paisaje. Y del
agrado de Las personas con gustos sencillos puesto que toda su escritura es una
apelación a los buenos sentimientos. Su pluma cala directo en el corazón de las
buenas gentes, a pesar de ser Palacio un psicólogo de gran calado al estilo de
Dostoievski y de los sentimentalistas ingleses como Galsworthy. No puedo estar
de acuerdo con algunos críticos como Gonzalo Sobejano que le acusa de frívolo y
de superficial. Este es el país de los sambenitos y de los dictámenes remolones
y de gran desconsideración; en su tiempo fue uno de los pocos escritores
españoles traducidos a idiomas extranjeros. Al final de la guerra gozó de gran
popularidad pero en los 60 se eclipsó. Si el rojerío lo dejó morir de hambre o
lo fusiló en vida, la judería lo ha fusilado en muerte, descatalogado su nombre
de la historia de nuestras letras. Se trata de un español elegante y de bastante
buen gusto poco identificable con la zafiedad y el frenesí laico/judaico que
todo los invade. En Asturias y en su querida Villa de Avilés el interés está
renaciendo. Armando Palacio Valdés 1853-1938
estudió en Avilés y en Oviedo y obtuvo la licenciatura de derecho en
Madrid donde se inició en el periodismo colaborando de Revista Europea. 1883 contrae matrimonio con Maximina Prendes Busto
quien muere a los dos años al dar a luz a su único hijo Armando quien por
cierto perecería a los treinta y tres
años en un accidente de automóvil. El aspirante a literato conoció desde muy
temprano la desgracia pero dotado de longanimidad, sentido del humor y
optimismo, consigue sobreponerse a los golpes. Aquel amor hacia su primera
mujer dio origen a una de sus composiciones de gran calado psicológico Riverita y Maximina. Pero el recuerdo de
aquella mujer le inhibe de volver a su Asturias y busca alivio a sus tristezas
en Andalucía. Sus novelas adquieren un gran éxito. Madrid festeja y Lancia
(Oviedo) se le rinde al escritor, que con Blasco Ibáñez es el primer escritor
de bestsellers. En 1899 se casa con la gaditana Manuela Vela y se compra un
chalet para veranear en las Landas francesas. No tienen descendencia. Tampoco
este segundo casamiento le depararía felicidad aunque sí cierta estabilidad y
equilibrio.
LXXV
LA GRAN PASCUA RUSA
Estuve toda la tarde conectado a Internet Radio Grad –Petrov. Los oficios de
las vísperas (zagoveñíe) duraron tres horas. Toda cantada y
multitudinaria. Desde la catedral de San
Isaac en Petrogrado o Petersburgo. En las “sabor” (catedrales) no hay sillas y
los fieles asisten a la ceremonia de pié. De vez en cuanto entre el canto
angélico de los oficiantes y de las tronadas del coro se escuchaban los
chillidos como golondrinas de los niños asistentes a la ceremonia, muchos de
los cuales son hijos de los popes. Pese a la largura de la liturgia puedo decir
que se desconoce el cansancio. La liturgia es simple y repetitiva. No hay
órgano ni instrumentos musicales. Se prolonga a través de las letanías
entonadas por un diacono en la cual se hacen rogativas por todo el género
humano, por las iglesias, por los pobres, por los gobernantes, por los
enfermos, por los peregrinos y desamparados, los consagrados, los creyentes y
descreídos, los judíos, los mahometanos, los budistas. Esto es el Cristo total.
En un tono de fabordón. A cada plegaria letanía responde el coro con la
invocación mágica del Kyrie eleison que es “Gospodi, pomilui nas” (Señor ten
piedad de nos). También las ofrendas y tributos a la Virgen que llaman
Blagodoritsa y por la cual siente el pueblo ruso una profunda devoción son
incesantes. Lo mismo que las invocaciones Trinitarias que proliferan a lo largo
del canon. El nombre de la Virgen Blagodoritsa diva Maria hace sonreír a los labios
y alegra los corazones. La consagración por el patriarca también es cantada y
el oficiante realiza la epiclesis. “Eto telo moie eto Krobi moie”) este es mi
cuerpo y esta es mis sangre que será derramada “vo stablenia grecov”: para el
perdón de los pecados. La comunión la
distribuye el arcediano que sale por la puerta de los dones cuando se abre el
iconostasio. La misa se oficia a puerta cerrada tras la cancela del
iconostasio. No ya meramente cara al pueblo sino de espaldas a él. Los
asistentes no ven al archimandrita consagran. Sólo le oyen mientras siguen los
cantos y se persignan constantemente llenos de fe. Uno se siente prendido y
cautivo de tanta magia. Es el viejo rito de San Basilio. Un viajero español
Andrés Laguna, judío converso de Segovia, que escribió el Dioscórides en su
“Viaje a Turquía” hace una descripción de su estancia en Constantinopla y de su
visita al Monte Athos y se maravilla por la devoción y atención existente en
las pequeñas iglesias griegas. Donde no hay prácticamente sermones. Todo es
acto y representación de los grandes misterios cristianos de la Redención. Esta
semana es sagrada en muchas ciudades del Oriente. Pero no hay `procesiones. Los Miércoles, Jueves y Viernes Santo son días de
ayuno y de oración. Chejov que era hijo de pope a veces se lamenta de lo
extenuantes que eran estos oficios. Sin embargo su prosa y toda su novelística
recibe el plasma de tanta belleza de las casullas, los cálices y los iconos de
la Virgen que le entraron por los ojos de niño. Es la filocalía. El amor al
libro, a la palabra, y a lo que es bello en la naturaleza y en la vida. El
padrenuestro lo cantan por lo menos de modo solemne siete veces a lo largo de
la misa y dos diáconos entonan dos pasajes del evangelio del día con especial
unción.
Uno se siente un poco transportado. Y recuerda las
palabras del apóstol “fides ex auditu”. La fe entra por los oídos, por los
sentidos y Cristo llama a la puerta de las almas no a través del intelecto –
fue el gran error de los jesuitas y de muchos de nuestros predicadores a lo
fray Gerundio- sino que da con los nudillos en el corazón. Esta liturgia nos
hace nadar en un mar de lágrimas y acaso es a lo que se refería san Agustín
cuando definía: “Deus Caritas est” Dios es amor. Los ortodoxos celosos
guardianes de la tradición quizás tengan la clave de los arcanos del dogma
cristiano. Desconocen el culto a la personalidad y consideran que hasta el más
humilde pope de cualquier aldea rusa es el sucesor de Cristo en la tierra. De
ahí que Chejov nos haga notar como aquellos rudos clérigos de las aldeas de la
estepa cuando se revisten de la casulla y se colocan la estola sobre los
hombros parecían transformarse en algo superior. Y ese es el secreto del
esplendor de los ornamentos que algunos podrán criticar pero los popes se
revisten del esplendor de su casa. Feliz anastasimene
o spasimene a todos. Dentro de siete
días nos aguarda la baskresiene: la
Resurrección. La gran pascua rusa.
LXXVI
EL
MANZANARES NAVEGABLE,
Paso
por el puente de Toledo y me sonríe toda la historia de España que se condensa
al socaire del soto de Madrid. Sin embargo, las obsesiones megalómanas y
gentílicas del alcalde Gallardón mandan, así como dineros negros, tributaciones
onerosas… a ver enséñanos la patita pero el lobo no responde. Es mudo. Pero
vamos a ver, señor alcalde, ¿qué vamos a hacer con tanto puente para tan poco
río? A ver que me lo expliquen de una vez. Tras don Manzano que yo no sé si era
manzano o era peral a ustedes les dio por dejar esta bella ciudad que ha dejado
de ser castiza para convertirse en criolla o pepitoria de todas las razas del
mundo en un pisto explosivo, cuidado con esta treballa, yo me refugio en los
clásicos. Góngora era contundente en sus frases y tenía todo ese salero e
ingenio que les falta a nuestros políticos, a los luisetes del colmete,
mamporreros y millonarios (que se vayan a jugar al golf, con el Butanito y
comparsa al que vi estas vacaciones por Luarca con un puro en la boca que
abultaba más que él; qué tío, ellos cubiertos bien el riñón, no es lo mismo
decirlo como verlo toda la vida dándole a la tecla y tienes que regalar
prácticamente medio siglo de profesión y trabajar de balde), a nuestros
valientes milicos que se sacan una pasta gansa en concepto de dietas y gastos
de desplazamiento, tres mil euros son muchos dineros, patrón, lo del barranco
del Lobo quedó muy atrás, pobrecitas madres que solas están de ver que sus
hijos a la guerra van, pero la de Afganistán no es la de Melilla y de allí un
triste sargento puede forrarse y hacer
las Américas, por si fuera poco va el ministro y pone una vela a san Homobono
patrono de los sastres y les dice que les va a subir el sueldo a las tropas de
refresco pues lo que ganan no es bastante.
Y a nuestras reinas con monsergas, de las
mañanas y las tardes, casi todas ellas malagueñas salerosas o valencianas retrecheras de culo bajo pero bastante sosas, bellezones aburridas
como ellas solas, niña qué buena estás pero eres el tedio ambulante en un
cuerpo de perfecciones, insípida y algo panoli y de la escuela galatea de ese
patarata experto en casas reales que habla tan deprisa que no se le
entiende, el Petrafidelis ese, morboso
como él solo pero a vivir del cuento. Algunos no le harían de menos a asco tan
rico. Usos y costumbres arrasadas y todos los privilegios bajo la bota del Gran
Cofrade. Aquí al que más chilla, capador. Es la ley de la calle.
Dijo don Luis:
-Cada uno
estornuda como Dios le ayuda.
Era el río de Madrid el risum teneatis de los curiales y embajadores que venían de fuera y
a la vista de los muros de la patria mía el veredicto era definitivo. Se armó
un verdadero choteo lírico en el mundo a costa del Aprendiz de Río y sus
afluentes. Mucho puente para tan poco río. El caudal del Manzanarillos y más
este año con tanta sequía está que da pena. Ayer
meóme un burro y hoy me ahogo, insiste Góngora y Quevedo diagnostica:
-En ti se
mueren de sed las ranas y los mosquitos.
Pero ahí está la puerta de Alcalá y ahí sigue el
Puente de Toledo con las obsesiones megalómanas del alcalde deshaciendo lo que
hizo Tierno. ¿Y los patos y las ánades? Se las merendaron de antuvión unos
negros que pasaban por allí, al ronco sonido del tantán, que menudas tribus son
los que plantan la tienda cerca de la Casa de Campo. Mozas de partido llegadas
de todos los países de la tierra, cóhenes y vagamundos y mafias cada dos por
tres. Un edil contra otro edil. ¿El
Manzanares navegable? Nanay. Lo han enterrado y ahora don Ruiz
Gallardón, este don Gil de las Calzas Verdes de la política (Spanish politicians are taking us for a ride,
es lo mismo mande Pedro que Juanito, todos ensillan y cabalgan), epitome de
hijo de ser vos quien sois y un ejemplo de las cien familias que siempre mandan
en este cotarro haciendo a pelo y a pluma tiene Madrid arrasada de obras que no
se acaban nunca y no sabemos quien las sufraga, en algo hay que ocupar a tanto
recién llegado. Gallardón en comandita con misteriosas enejes herejes, el
felpudo del caballo troyano, los ha puesto de pico y pala a los que acaban de
llegar, les ha dado un mono, un curro y un número en la seguridad social, eso
que a nosotros nos costó tanto. Más allá de todas esas consideraciones veniales
a mí el puente de Toledo siempre me inspiró ideas lúgubres. Es la puerta que
conduce a lo desconocido, el abigarrado mundo de los caramancheles, la cárcel,
y al tétrico perfil de cipreses de las sacramentales que estaban detrás de él.
Dicen que fue el triunfo del barroco en arquitectura. Me remito a un párrafo del Diablo Cojuelo: Daban en
Madrid por fines de verano las once de la noche, hora menguada y faltaba la
luna, jurisdicción y término redondo de todo requiebro lechuzo y patarata de la
muerte. El Prado boqueaba coches en la última jornada de su paseo y en los
baños del Manzanares los adanes y las evas de la Corte fregados más de arena que
limpios de agua entonaban el “ite río est”.
La
novela del mejor mirón que haya tenido esta ciudad puesto que alzaba los
tejados y perforaba las paredes y hasta captaba a los avecindados y paniaguados
de la villa en sus actitudes más comprometidas echando un polvo o cagando no
puede empezar de mayor brío. Ite río est. Se acabó la misa y todo lo que se
daba. Luis Vélez de Guevara que así se llama el autor era un lince. Con esta
frase hace un homenaje entre chusco y tierno al humilde río capitalino tan
maltratado por los autores.
El
afluente del Tajo por la parvedad de materia y lo escaso de su caudal y a pesar
de su menguada magnificencia en comparación con los grandes torrentes europeos
(Sena, Rin, Támesis, Danubio, Oder) cuenta con copioso flujo de reseñas y su
propia topografía literaria.
El
soto de Madrid por donde abre su cauce Manzanares es el locus amoenus de la Arcadia y perfecto decorado para inspirar
musas, embelesar ninfas y amoríos o representar en esta tramoya natural
comedias de capa y espada. Aquí se bailaba la chacona. Aquí las lavanderas
hacían colada. Goya pinta los merenderos. Por sus huertas y riberas buscan el
perfecto sitio escondido los amantes por
haber sido inveterado lugar de citas al aire libre, el pulmón y el colchón del
tálamo de Madrid. Varadero de mirones pues mientras unos machacaban el ajo
otros de amor contemplativo.
Mucho
saben sus orillas otrora cubiertas de alisedas, choperas y sauzales y
hogaño de hormigón acerca de billetes,
cartas, encuentros en la furtividad y también duelos y estocadas. En la guerra
civil por estos pagos se cepillaron a unos cuantos pues García Atadell el
asesino de las brigadas del Amanecer le tenía tomado cariño al puente de Toledo
para dar mulé a los fascistas.
En
fin, que estas aguas hoy enterradas sabrían mucho. Madrid acudía a la vera del
Manzanares a servir al amor y a merendar o lavarse las miserias rindiendo de
paso culto a la higiene. Ahí están como inagotable filón que inspira al numen
de novelistas y de poetas las famosas lavanderas del Manzanares. O los chulapos
de gorro calañés jugando a la gallinita ciega por los alrededores. Es un marco
ideal para ofrecer el lado amable y
risueño de la existencia. Está cargado de mitología este Manzanares y su perspectiva
no puede ser más idealizada como tópico literario al que recurren unos y otros
a lo largo de la historia casi tanto como a su amo, el padre Tajo del que es
tributario y edecán. El otro lado del río suena un poco como las partes
infidelium. A un amigo en un bar de General Ricardos le sacudieron por una
tontería y buen abollón que le hicieron en la frente.
Garcilaso
lo sublima y habla de la aparición de elfos, ondinas y náyades en el lecho de
sus aguas, licencia poética que no se permiten ni Góngora ni Quevedo. “Tiéneme
del sol la llama tan chupado y tan sorbido” etc. En Góngora este refitoleo
frisa casi en lo cruel con su apotegma de ¡“meóme ayer un burro y hoy me
ahogo!”. Vélez de Guevara con la sorna impenitente de su don Cleofás prosigue
la racha de derogatorias deferencias: “El
río Manzanares se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no
teniendo agua que sólo tiene regada la arena como río navarrisco[72]
siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo y el de más
caudal es pues lleva más hombres y mujeres y coches que pescados los dos mares
aunque me espanta tanto puente pues ya el vizcaíno lo dijo: o vende puente o
compra río”.
Tirso de Molina tiene a bien llamar a los de Madrid ballenatos pues soltó la especie de que había corrido el rumor de
que una ballena había venido a parir a la Corte. ¿Gatos o ballenatos? Lo de
gatos viene por la facilidad en la escalada que observó un militar cristiano en
la toma a los moros de Madrid pero lo de ballenatos es cosa poco frecuente.
Puede inducir a pensar que tan incongruente profusión de andanadas y guasas son
fruto de la descortesía pero, Quiá. Las pullas llevan dentro algo de la mala
sombra matritense envuelta en la
ternura. Al igual que los cockneys, los chisperos muestran capacidad para
reírse de sí mismos. El madrileño sabe ser señor sin resultar recargado ni
darse aires. Para eso ya están los portugueses. El sarcasmo lancinante del
madriles es como un muro de contención que guarda de la tentación de tomarse
uno a sí propio demasiado en serio. Pero sin que el recurso sea una llamada a
la desconsideración o a la inconsciencia. Antes bien todo lo contrario. “Bajo
la capa de Luis Candelas – cantaba la Piquer- va mi amor vuela que vuela” y
bajo la corteza amarga y dura de un limón se esconde la dulzura y
condescendencia del melón de Villaconejos. Ya lo dice el refrán: “Brisas de
Madrid, un aire tan sutil que mata a un hombre y no apaga un candil” Si bien el
Aprendiz de Río sale malparado en este vapuleo al que le someten los autores
mentados del mentidero, Calderón se lo toma mucho más en serio, porque nobleza
obliga: “O venturoso cauce que bañas a Madrid, madre del mundo” Y el autor de
la Vida es sueño en este verso da realce a su conocimiento
etimológico-mitológico pues Matritum en su acepción romana primitiva es la de templum
Matri. No es nombre moro. Magerit es como la decían los moros que no saben
pronunciarlo. Puede ser que para paliar esta suerte de sarcasmo de Neptuno los
de la Villa y corte quisieron enmendarle la plana a las deficiencias de la
naturaleza mediante el artificio de una apoteosis escénica. Nunca río tan chico
atrajo tanto la atención de arquitectos y maestros de obras que le colocaron la
vistosa chepa al Manzanares de dos puentes muy galanos. El de Segovia y el de
Toledo. Concretamente este último, obra de Ribera, es una de las glorias del
churrigueresco.
Pedro
de Ribera 1683-1742 fue protegido del Marqués de Vadillo, Francisco de Salcedo,
uno de los mejores alcaldes que tuvo la ciudad. Emprendió la obra bajo sus
auspicios. De la biografía de este alarife se sabe poco pero pasa por ser el
mago del granito, cincelario de la sílice que borda caprichosas formas de nubes
y de reinas o de hornacinas en las que esculpe imágenes de Isidro y María de la
Cabeza en mitad del pretil. No quieres caldo pues tres tazas. Pedro de Ribera
en un intento de ir más allá en la desproporción entre puente y río que da pie
a la befa de escritores y de poetas durante todo el Siglo de Oro, quiere dejar
pálida la magnificencia de la Puente Segoviana obra de Juan de Herrera. La sincronía
disparatada entre continente y contenido y el contraste entre tanto despliegue
e hilada de sillares, adarves y espolones para contener el brío de un caudal
que salvo en alguna que otra venida por el otoño llega flojo de fuerzas. La
hilaridad de Góngora tampoco perdona a este otro puente de Segovia: Señora doña Puente Castellana cuyos ojos están llorando arena...Hay un
pique y Pedro de Ribera planta su honrilla un a menos de un kilómetro aguas
abajo. Allí el Manzanares parece que cobra más empaque y hechura de río, pasado
el recodo de la Virgen del Puerto. Sus aguas que corren algo bravas hacia el
puente los Franceses se vuelven aquí pandas y remolonas como si no quisieran
decir adiós a Atocha y a la fuente del Berro o a la de Mariblanca. Pero le
huelen un poco los pies porque por Legazpi era casi un arroyo boñigo. Sin
embargo la mierda es buena abono y en las huertas de antaño por estos
desparrames se abonaban buenas lechugas y mejores tomates. Imbornales y
colectores aforaban fertilizante cuando Madrid se ponía a hacer de cuerpo y
tiraba de la cadena.
El
puente de Toledo es un prodigio de monumentalidad y un dechado de perfecciones
del denominado género churrigueresco, o lo que es lo mismo representa el teatro
llevado a la arquitectura. Recuerda al verlo de lejos un auto sacramental. Lo
fabricaron en trece años corridos 1720-1732. Otros monumentos que se debieron
al buril de Ribera fueron la Glorieta de Pirámides, el Seminario de Nobles, la
Iglesia de los Irlandeses, la Ermita de la virgen del Puerto, la Casa del Monte
de Piedad o casa de empeños actualmente sede de Caja Madrid, el Palacio del
Marqués de Perales donde estuvo la Hemeroteca y donde pasé los mejores y peores
años de mi vida laboral. Tiempos que no volverán. Luces de bohemia en el Madrid
de los ochenta. Buhardillas y mansardas tal y conforme los dibujó Goñi en aquel
ABC de los sesenta que yo compraba todos los domingos atezado por el afán de
poder algún día escribir en aquel papel. Un Lavapiés y una calle del Ave María
que no lo conocen ni la madre que lo parió, pues son un aduar pero que yo bien
que lo advertía. En la penúltima década
del siglo que se fue asistimos al crepúsculo de una civilización. La melancolía
se posaba en los jarros de los bodegones. Anunciabas lo que iba a pasar y nadie
te hacía caso. De todas formas creo que a la vuelta de la esquina vendrán
tiempos peores. Pedro de Ribera también erigió el Hospicio de san Fernando y la
Fuente de Antón Martín. La aparatosidad es el sello característico del Madrid
de los Borbones. Es una prolongación del de los Austria guardando algo de su
seriedad y consistencia maciza pero se detecta que el chambergo y la pañosa por
lo que iba a estallar un motín iba a dar paso al catite, las guedejas y barbas
de doctor por las patillas en boca de hacha y la capa sustituida por el traje
corto. La arquitectura lleva esa impronta de cansancio que busca su punto de fuga en los retorcidos
joyeles y uvas de Corinto de la Columna
Salomónica. Exhausta tras las guerras de Flandes, España se ensimisma y en su
decadencia se muestra conforme y hasta feliz intentando mitigar sus zozobras en
los corrales de comedias o asistiendo a los cultos de los templos cuya
arquitectura refleja un horizonte triunfador. La religión de los españoles se
hace muy sensual y ha de penetrar por los ojos. Churriguera y Ribera coronan la
apoteosis del arte barroco. Un arte católico que busca la utopía, que aspira a
la excelencia, cargado de mitos pero es el único que nos queda. Esta poliantea
de los retablos de nuestras iglesias bien puede ser un laberinto pero en ellos
se esconde explicada la verdad de nuestro dogma trinitario. España exuberante,
patria de la libertad. Esta cargazón de las ramas de purpurina y de santos
olvidados contrasta con la geometría de la Enciclopedia. ¡Que arte más antipático!
Parece quitarnos la alegría de vivir. Entras en una logia o en una sinagoga y
el alma se te cae a los pies. Pero claro esto es cuestión de gustos y a uno no
le moverán.
LXXVII
LLANTO POR EL UROGALLO.
Otro ataque. Por lo visto respiran por la herida.
Estábamos condenados al silencio ese silencio espeso y mazorral como la sangre
municipal que se enriquece a golpes de ladrillo y de hiladas de plomada. Me
hubiera gustado ser albañil más que archivero pues la literatura nos condena a
la pobreza pero no a la pereza que nada tengo de haragán y en mi vida en lo mío
trabajé una burrada. Ahora después de lo de Marbella le toca al norte y todo
son casas. Están construyendo la gran carrilana que perforará el monte de los
abedules los maestros del gran diseño cartabón en ristre. Me repliego en mi
solipsismo en esta mañana de noviembre dorada cuando después de la cencellada –
el rocío posó esmeraldas y diamantes en los tallos de la hierba- cavo en el
huerto y tengo una visita. Primero un malvís y luego una urogalla. Dejo la
azada y contemplo al ave como el que asiste a una visión. Es una hembra. Está a
siete u ocho brazas de mí la cresta encarnada el plumaje entre azul y gris y
una cola zanquilarga cimbreante pero bien señalada como el de una gallina pinta.
Cacaracá. Cloc cloc. Bajó a comer desde las cumbres del Aramo y picotea entre
los valles. La proximidad de la marina no la asusta aunque bien se ve que es
bravío y con querencia de montaña. Desaparece y ando tras ella furtivo
animalito del Señor. ¿De dónde ha salido la pava? Rara avis. Dicen que está en
extinción. Cuando construyan la gran carretera adiós. Me hubiera gustado ser
san Francisco para hablarla en su idioma. ¡Somos poca cosa la verdad! Reparamos
ordenadores, hacemos sesudos balances de la situación política, y el teléfono
móvil, el vis a vis y el oreja a oreja cual mando a distancia, va por el mundo
a mano alzada y todavía no entendemos el idioma de las aves. Hay un acebo cerca
de mi casa que lo visitan con frecuencia y a veces tentado el urogallo
esplendoroso por la vanidad de toda hembra por la curiosidad o la llamada de la
sangre se acerca al nial de las gallinas que Iturripe ha construido en el
establo. El gallo se alborota enamorado pues un masto de ese calibre que tiene
bien cubierta a su pollada debe de estar harto de todos los días patatas y
montar a una urogalla debe de ser para él como cepillarse a Sofía Loren, pero
no puede ser. La ferralla metálica impide la componenda de una parada nupcial
en condiciones que la pava es bella, casquivana y amorosa. Quiquiriquí.
El gallo de
la quintana de Iturripe se queda con la miel en los labios. No es la primera
vez que el gocho baja del monte y cubre en un santiamén a las cinco marranas
que a eso de los ocho meses empreñan y paren rayones. Misterios de la
naturaleza. El milagro de la supervivencia que se produce ajeno al gorigori del
humano vivir sus horas de vanidad. Después se pierde por la trocha y al fin la
veo alzar el vuelo detrás de los laureles. Escucho el silencio del campo un
silencio musical de orquesta montaraz. La melancolía se me pasa. Sigo apañando
los alcorques. Este año mi ciruelo que es vecero y por julio tocaba nos dio
casi dos serones de fruto y casi cogimos una fartura y el castaño secular tampoco le anduvo a la zaga. Buen magosto
y castañas para dar y tomar y hasta regoldar. Siento en mi carne la hermosura y
opulencia de este paisaje que nos quieren quitar. Si machacan el monte ¿el
urogallo dónde vivirá? ¿Adónde irá a
tirar la boina, a enramar su nido? Una parada nupcial de estas aves en su
cantadero es el más hermoso espectáculo del que un ser humano con el mínimo de
sensibilidad pueda gozar. Para mí ha sido un augurio de buena suerte la visión
de esta mañana del Día de san Martín llega el Adviento y las matanzas como a
todo cerdo y que no se den por aludidos muchos les llegará su sanmartín, ya que
este pájaro de gran porte y de la envergadura de una becada o algo mayor sí es huraño y no se deja ver
con frecuencia pues bien, Antoñito, ya has visto a un urogallo casi el sueño de
tu vida.
Que sigan
escupiendo mierda todos esos que nos avasallan en sus asaltos por la espalda.
Que por delante no tienen cojones. Y ahora que lo pienso y ya me pongo de mala
leche y se me pasa el solipsismo melancólico y la alegría casi el éxtasis de mirón
de la naturaleza mi padre que paz descanse decía que era tan observador que
miraba casi como un marino pues a lo mejor me compro unas botas de media caña
como el maestro Emilio Romero. ¿Y para qué quiere usted esos zapatos tan
afilados de lamedme la punta, don Verumtamen? Para atizarle una patada en to
los mismísimos a más de alguno.
Le
condenaron al de Arévalo al silencio
claro está que es lo que más nos duele (el otro día el Bibliopola barriga verde
me llamó loco y me cubrió de injurias y de escupitajos sobremanera pero ya
ajustaremos cuentas que la navaja me tiembla en bolso aunque por semejante
pobre diablo non vale la pena, nin, bastante desgracia tiene con tener la mujer
que le dio dios) a los hombres de pluma pero él seguía con sus kikirikís proféticos.
Era el gran urogallo de este pobre cotarro nacional plagado de gritos y
exabruptos de los cantarranas que nos dan la vara y no son el mirlo desde la
amanecida y todo el puto día que si zarape, los explosivos, la kaleborroca o
como se llame o los líos de la tonadillera que tenemos un periodismo de
mastuerzos el más canalla y sinsustancia de los cinco continentes y nos hemos
vueltos muy tercermundistas con complejos de nuevos ricos. Jó. ¿Se lo merecerá
España? Pero a lo que iba. Me acuerdo del canto de esta especie en extinción y
de la alabanza de España que entonaba ya muchos siglos atrás Alfonso X el
Sabio. España empezó en Asturias, el último paraíso natural y nos la están
asfaltando. Oigo el rugido de las tolvas y las hormigoneras que están destruyendo
el bosque y se nos encoge a todos el corazón cuando veo morir a un prado, pero
a otros se le pone cara de cemento armado. Oiga que yo no soy la extrema
derecha. Soy una anarquista, un libertario, un comunero que defiende el paisaje
y al paisanaje aunque no se lo merezca. Pero aquí de lo que se trata es de
buscar chivos expiatorios.
Es el
canto del urogallo en extinción una
elegía a un mundo que se va en medio de la incomprensión e insensibilidad de
politicastros venales y de corifeos modorros del cuarto poder. Vale ya. El
mundo es ansí que diría don Pío. Pedirle congruencia a la naturaleza humana
sujeta al doblez y a la rapacidad, la codicia y todos los demás pecados
capitales es pedirle peras a un olmo. Tampoco pasa nada. Me he vuelto escéptico
y el mi escepticismo se trasmina en solipsismo. Melancolía. ¡Ay Dios!
LXXVIII
SANTA ANA DE MONTARÉS.
VAMOS DE ROMERÍA
Todos los cojos van pa Santana. Arriba súbame yo con la
pata galana. Voy cada verano pero hogaño
no me vagó. A la abuela de la Virgen la llevamos los pixuetos en el corazón. Para
su ermita blanca y bien dibujada miran los marineros cuando amuran vela en
acción de gracias al regresar de las costeras del bonito y la invocan en la
tempestad. Se otea desde treinta millas
con buen tiempo. Es la vieja fe que tira del alma como una estacha de
salvación. Símbolo de la fe para los habitantes de Cudillero, unos “caizos” o
callealteros y otros de la ribera. Dos barrios para una villa en cuesta con
casas blasonadas que dio a España los mejores mareantes casi todos de pelo
rojizo y el cutis sonrosado. Les llaman los vikingos pero yo creo que todos
vienen de Inglaterra o de Irlanda.
El
cristianismo es también tradición, recuerdos de los que se han ido, y carisma.
Son muchos ya los que ya no están desde que ascendí por vez primera al monte Santo, un verdadero
Tabor de claridades iluminadas y de brumas cuando hay borrina y le da por llover. Diz que es cuando se emborracha el
Monte Pascual que está aláteres las nubes rocían la tierra del clásico orvallo
calabobos. En los comedios geográficos del principado entre Avilés y Luarca el
año 75 un 26 de julio yo llegué allí por primera vez y mi corazón se quedó para
siempre. Venía de Nueva York y recuerdo en particular los olores: el helecho y
la fresca y cencida hierba del manto de Santa Ana, el aroma de los pinos y del
espliego, el enervante perfume de los eucaliptos, el tojo y la zarzamora.
Fragancias celestiales que sembraron en mi alma la nostalgia del paraíso.
Escribí un reportaje importante en La
Nueva España en que cotejaba la vida de aldea con el tráfago de la Quinta
Avenida, el comején de la feria de vanidades que es en definitiva la vida
política de la que se nutre y se teje la tela de Penélope que es la actualidad.
Siempre lo mismo. Tántalo condenado a llenar el cántaro de las Danaides y a
limpiar las caballerizas del rey Alfeo. Durante el vuelo que tomé en el
Aeropuerto Kennedy hasta Barajas me sumergí en la lectura de la Aldea Perdida y de los cuentos de
Palacio Valdés el autor que por su carácter bondadoso y socarrón mejor
representa a Asturias y arriba en la misa
con aquellos benditos curas de pueblo, entre aquellos aldeanos que se
pasaban las cadenas de Santa Ana por sus cuerpos doloridos, tristes y pobres huesos
de las paisanas con toda la vida en el campo o de los que habían pasado algún
peligro o superado una enfermedad en el entreaño, rompí a llorar al escuchar el himno nacional interpretado a la gaita y el tambor a la hora de alzar. Yo también
recuperé la salud que traía algo averiada. Pensé en el primer hombre y en la
frase del rapsoda Et in Arcadia ego.
Aquí me quedo y di muchas gracias a Dios por haber ido a parar a semejante edén
después de rodar por el mundo. Escuché
el grito telúrico de los ancestros. En aquel lugar al que los romanos
denominaban Betulia por la
abundancia de abedules y es un epicentro de fuerzas concurrentes de energías
pánicas, ya constatadas por los flamines y arúspices de la Legio Séptima, que
tenía un destacamento en Gijón debió de haber un altar a la diosa Ceres o a una
divinidad romana patrona de la fecundidad y los nacimientos por nombre Licinia.
Y
eso se detecta al socaire de una tradición que, si no recuerdo mal, tienen los lugareños de por
aquí: cuando una mujer no se queda encinta, sube con su pareja a este monte, en
un paraje maravilloso, ultimas estribaciones de las breñas de la Sierra del
Viento hacen el amor en los prados que circundan la ermita o junto a los mismos
muros mirando pa la Rondiella o para Pravia o sobre las gradas mismas del
amoroso cruceiro que besaban los peregrinos del jacobeo sobre la entrada. No en vano a santa Ana la invocaban las
parturientas – el nombre más común de las reinas de la Casa de Austria era Ana-
siendo abogada de las embarazadas y del parto.
Cuando
se produjo la irreversible e insoslayable conversión asturiana al cristianismo-
Cudillero como villa marinera es uno de los pueblos con más arraigada tradición
católica de España- por estos pagos arraigó la tradición del culto a San Miguel
en el interior pero en el litoral as Santa Ana la abuela de Jesucristo y al
bendito San Joaquín su esposo, dos justos de Israel, un matrimonio seguramente
humilde del que sabemos muy poco porque según la Biblia A Dios no le agrada el
engreimiento y con la piedra que rechazaron los arquitectos El funda los
cimientos de la casa total. Los pensamientos y actitudes divinas y las humanas
discurren por diferente senda. Esta romería una de las más típicas del
Principado es un canto a la vida, a la belleza, a la hermosura de estas tierras
benditas que tanto quiere a la Virgen inmersa en un cordal de montañas donde se
aglomeran paisajes que quitan la respiración. En este luminoso día de julio
recuerdo a todos aquellos que ya no pueden portar las andas. La guadaña de La
que No Perdona a Nadie ha creado muchos huecos en la lista de nombres y rostros
de los que se fueron. Hoy tengo un pensamiento emotivo para mi amigo Fredu el del bar de Artedo. Grandes ratos pasé en su compañía que bien se come
en su chigre-restaurante. Las voces de mis amigos ya no me llaman. Hay muchos
ojos que se apagaron y no pocas manos que nos podré estrechar pero hay una
sonrisa y una luz encendida para los amigos que marcharon perennemente en mis
recuerdos. Verdaderamente yo amo a esta tierra que me dio cobijo y espero que
albergue mis huesos. Ana en hebreo significa llena de gracia (já ná) como Asturias. Y ya digo todos
los cojos van pa Santana y arriba me voy yo con mi pata galana. La Madre de
Santa Deigenitrix es una devoción
tutelar de los marinos. Varios buques de Lepanto y de La Invencible fueron
bautizados en honor de la Abuela de Cristo y muchos pescadores pixuetos cuando
zarpaban rumbo al Gran Sol a faenar en las costeras del bonito llevaban una
imagen suya que iluminaban en los sollados con un fanal y cuando de regreso
avistaban la cúspide del monte coronada por su ermita blanca entonaban en
cánticos de acción de gracias.
Y
oraciones como “Santa Ana nos val” pronunciado en el cantarín acento de estas
tierras. Devoción ancestral. Culto a la vida. En Santa Ana aquella mujer escondida
en un lugar de Judea se venera a la maternidad pues, según Juan Damasceno, era
un vientre estéril cuando quedó preñada de la Virgen, y ya entrada en años.
“Salí de la tristeza y fui fecundada”, según nos dice este Padre de la Iglesia.
Los
romeros bajan cantando a la puesta del sol. Se ha comido y se ha bebido y
algunos pobrinos que la cogieron pagan sus libaciones en exceso haciendo
tobogán y llegan rodando a casa hasta la fuente el Canto Ay mientras Cudillero
viva…. Y yo cogí una rama verde...
El
sol del verano se alza en su cenit y hasta el año que viene.
LXXIX
ROSARIO EN SOTO DE LUIÑA
Mayo
mes de las flores y octubre que se acerca el del rosario. Recuerdo aquel
invierno cuando estuve tan malo en que bajaba todas las tardes, navas abajo, a
través de unos paisajes de égloga, pedaleando mi burrita bici, cuando sonaba la
campana en el valle al toque de vísperas. Octubre mes también de Lepanto ahora
en que nos da a los españoles conmemorar derrotas como la de Trafalgar que a lo
mejor no fueron tanto. Pero aquella la ganamos. Gracias a San Pío V, a don Juan
de Austria que en este país la mejor sangre de reyes es la de los bastardos, a
Cervantes que estaba con tercianas pero subió el hombre a cubierta a echar una
mano a los lombarderos pero sobre todo a la Virgen del Rosario. Arriba y abajo
que a mi novia le he visto el refajo. Entro por la sacristía y salgo por el
campanario para dar los buenos días a Nuestra Señora del Rosario, se cantaba,
por mi barrio, todos los siete de octubre.
Pues
ya digo yo estaba entonces como una moto y bajaba en bicicleta a echar un tute
con mis compis - Pepe el sastrín, que fue alfayate en Avilés lo menos cuarenta
años e hizo la guerra con la V de Navarra, un tío con un par, Pachu el del
chigre el puente y Xuan de la Tenoria, éste último no pisaba la iglesia porque
era cojo pero a la taberna de Miguel Ángel bajaba poco a poco hasta la plaza
por la calella pues residía en el somo. El resto, todo viellinas. Don Arturo probritín entraba al segundo misterio a
sentarse en el banco de atrás embutido en su tabardo pues hacía frío y humedad
dentro del templo, dejando que la Santa pasara
los dieces. Luego el obispo le llamaría al orden y le dejara sin parroquia por
darle al cristal pero no vi cura tan bueno, un cacho pan. No sé por qué me
acuerdo de estos pensamientos que trae octubre. Siempre ya digo recordaré aquel
invierno astur: por las tardes, vísperas, rosario y tute y si se terciaba un
subastao y algunos vininos. Ay madre, Arturín del alma, aquellos inocentes
juegos y los culines de la solidaridad fueron tu perdición. Menos mal que no
colgaste la sotana.
Es
uno de los pocos sitios el templo de la parroquia de Soto de Luiña, mil años
donde esta costumbre venerable aun se conserva en recuerdo a las banderas de
Lepanto, devoción española nacida en Caleruega, trajeronla de oriente los
dominicos. Viva María. Viva el rosario y viva santo Domingo que lo ha fundado.
No se puede romper una tradición de seis siglos así como así. El rosario es el rosa rosae que declinaron siempre los
labios de los hijos de la aflicción desterrados de este valle en el cual por el
pecado de la primera mujer el diablo estableció su dominio que sólo será
desbaratado por la segunda, la que alentó en sus entrañas al hijo de Dios,
Jesucristo.
Exuda
toda la fragancia del misterio de una religión difícil como es el cristianismo
que debe a su carácter divino ese aspecto incomprensible de perdonar a los
enemigos, sentar dominio sobre las rastreras inclinaciones poniendo brida a la
vesánica cólera, lujuria, egolatría; unas religión que proclama vencerse a sí
mismo. Y es en lo que les saca ventaja a sus otras dos “hermanas” monoteístas.
Mucho
más duro entre los hijos de Abrahán resulta ser cristiano que moro o judío. A
estos se les permite venganza de la ofensa lo que representa carta blanca para
asesinar y tener hasta nueve mujeres o todas las que se puedan sustentar. Por
eso es la verdadera. Porque es la que más cuesta. No es humana sino divina y
necesita los auspicios del ojo de la fe porque con los ojos de la carne muchas
cosas de nuestro credo no se pueden comprender. Y conviene tenerlo bien en
cuenta en estos instantes en que la gran cerastes se arrastra por el maremágnum
de confusión. Sólo en Cristo bendito está la salvación.
En
nadie más. Extra Ecclesiam nulla salus.
Pero ¿cómo está la Iglesia, Virgen santa? ¿Qué Iglesia? Repta la serpiente y
muchos sentimos sus arillas asfixiantes sobre el cuello. Por eso bajábamos al
rosario a Soto a la seis y media todos los días y fiesta de guardar haga bueno
llueva o escampe.
Por la señal... Lo suele pasar con voz
melancólica una buena mujer a la que dicen la “santa” y su locución “by heart”
casi es una queja resonando familiar
bajo la artesa del hermoso templo de arte ramirense. Es casi único en su género
y si no el más antiguo uno de los que tiene una personalidad más fuerte, como
todo lo astur. Cuenta con la concameración típica de las construcciones del
prerrománico que esparce sus aras por toda la España verde con monumentos de
cuerpo chico pero alma grande. Allí los responsiones ciclópeos y en la nave de
la epístola y del evangelio dos retablos barrocos en el que se da rienda suelta
a la imaginación devota mediante la visión alegórica del árbol del Jetsé,
crecal del fruto de la gracia, contemplado con colores vivos y ejecución
entusiasta e inocente. Está emplazada equidistante de Oviedo y de Santiago en
los comedios del viejo camino viejo o del litoral. Rebosante de la piedad
milenaria jacobea. Uno no puede por menos de preguntarse cuántos habrán agachado la cabeza por debajo
de ese cancel, cuantos se habrán prosternado en esas baldosas o habrán hecho
invocaciones desde esas gradas. Parece que de detrás de las arcadas llega el
eco de la viejas canciones del romero a la vista del Monte del Gozo
Herru Santiagu, Gott
Santiagu, Aurrera, ultreya, bruder Jack, Campus Estella, Domine adjuva nos.
Aquí toda la simbología es mariana.
Intercesora por tanto. Y no es que la congregación sea muy nutrida pero se
mantiene el fuego sagrado de la tradición y vamos repitiendo la salmodia en
sarta de dieces que rememoran los pasos más destacados de la vida del Redentor
desde Belén hasta el Gólgota y en todos esos trances se advierte la presencia
callada, tan humana, de su madre María. Es la antigua devoción de la corona o
rosekranz que dicen los germanos.
Es
un lujo, una verdadera gala, el contar con un culto como el de hiperdulía.
Aquellas iglesias en las cuales no hay un mal cromo de la Virgen parecen
huérfanas. Sin embargo, en todas las
antiguas iglesias de asilo del nemoroso valle de las Luiñas se sienten la
presencia de María de Nazaret, de san Miguel y san Roque. Todos estos nombres
son un baluarte invocatorio contra los males que acechaban y acechan incluso
hoy a los peregrinos del existir. Nuestra vida parece conminada por amenazas incesantes
y ocultas contra las cuales no sabríamos combatir sin el valimiento jacobeo, el
mariano o el miguelino. Al bueno de san Roque vamos a rezarle cuando nos
pongamos malos y que su manso can “falague” nuestras miserables postemas. O que
las cure a lametazos. Oh, señor, escucha mi oración, vivo sediento de Ti.
Mientras tanto, a la vez que recitamos el avemaría y nuestros dedos pecadores
recorren la sarta de los cinco misterios es como si trepáramos peldaño a
peldaño por la escalera de caracol de la vida mística. Su husillo angosto da
muchas vueltas y uno se marea o se aburre en la escalada hacia el cielo. Hay
que constreñirse, agazaparse, darse de coscorrones contra los arrimos. Es la
oscuridad del alma.
Salmodia
humilde es el rosario que antaño se escuchaba en todos los rincones de España
al ocaso cuando el sol como una oblada radiante se hundía por el cáliz del
horizonte ensangrentado. En Cudillero era la hora de la arribada. Las lanchas
regresaban de la mar y la voz de bronce de la campana llamaba al rosario en San
Pedro de la Ribera. Las invocaciones de la letanía se fundían con ese piropo a
la vida que representa la hora en que aportan de vuelta las traineras que
regresan de las costeras. El cielo de la mar océana en las noches del
Cantábrico comparece radiante y tachonado de estrellas y cada una es una perla
en el manto de la Virgen del Carmen.
Ave maris stella, Dei mater alma atque semper virgo,
felix coeli porta summens illud ave Gabrielis ab ore.
Ella
protege a los que bogan. Sabe de sus alegrías y penas, afanes y delirios
pecadores y los quiere más que nadie. Estrella de los mares que sosiega las
galernas su escapulario estampado sobre el escobén o luciendo como un
gallardete de bienandanza en la solapa de amura.
Era
la plegaria del anochecido de igual manera que el Ángelus solazaba los
mediodías aldeanos. Según nuestras averiguaciones el rosario no es una
institución occidental sino que vino importado del oriente. Tiene un precedente en el “tasbib” de los musulmanes y en el
“kosmologios” de los eremitas griegos. Lo trajeron a Europa los
templarios. El Temple la había aprendido
de los cenobitas de la Tebaida siria y de los monofisitas sirios los cuales
tenían por costumbre en su oficio de alabanza una constante repetición de la
misma frase. Los anacoretas asturianos encuevados en la pieza secreta o ajarafe
ya pasaban las ciento cincuenta cuentas del oficio divino siguiendo las
recomendaciones de san Pagnufio eremita de la iglesia oriental. Esperaindeo
que fue preceptor de san Eulogio en su “Apologético contra Mahoma” recomienda a
los cristianos en el s. IX que invoquen a la Madre de Dios. Y hay referencias
en Beda el Venerable quien a su vez tuvo una relación epistolar copiosa con el
monasterio de Santo Toribio de Liébana emporio de la liturgia mozárabe. Toda
esta devoción a la Virgen se inspira en el Akathistos
compuesto en el s, VI por un piadoso monje del monasterio del Studium de
Constantinopla para testimoniar el agradecimiento por la protección especial
que dispensó la Madre de Dios a Bizancio cuando la capital sufrió el asedio de
los persas.
Son
veinticuatro estrofas en honor a la edad que tenía María de Nazaret cuando
recibió la visita del arcángel Gabriel nuncio de la encarnación, dicen unos,
aunque no se sabe a ciencia cierta la razón por la cual el número ocho se
repite constantemente en la liturgia cristiana tanto en la latina como en la
bizantina.
El
rosario de santo Domingo de Guzmán -el origen de este santo godo no puede ser
más asturiano puesto que la familia tenía su casa solariega en Toral en el
viejo reino asturleonés- contaba de setenta y dos avemarías para indicar los
setenta y dos años que viviera la Virgen de acuerdo con la tradición. Asturias
con María. ¡Qué bella es esa proclama y cuánta enseñanza benefactora debajo de
esa máxima! Su trono en Covadonga cuna de las Castillas cifra y compendio de
las Españas. Ex unum pluribus. La Excelsa Mujer bisagra del cielo y la tierra
medianera Dios y el hombre que a Cristo siempre lleva. Delicadeza, encanto,
riqueza, algo visceral que no se puede explicar del todo porque la Virgen es
algo inefable. Hace falta ser español, y si se ha nacido al pie del puerto
Pajares mucho mejor, para entender la hiperdulía que es regalo de los sueños y
música que resuena en las cámaras secretas del corazón.
En
esa insistencia de origen misterioso y que Buda también practicaba se basa toda
la mística de la Hesicástica y el hesicasmo no era más que cristianismo en
estado puro y originario. Se basaba en la creencia de que sólo Dios salva y que
para que nos escuche no hacen falta muchas palabras sino frases simples pero
sentidas. “Hijo de David, ten piedad de mí”.
Se
trata de la fe del carbonero pero bendita fe. Luego los conversos, que
aportaron buenas cosas pero que rompieron con una fe ancestral que dio lugar al
expolio infinito, bajo los influjos del humanismo protestante y de las
enseñanzas del Talmud que es algo iconoclasta, instituyeron la oración mental.
Decían que la oración vocal no valía para nada y establecen el contacto directo
con Dios sin sacerdotes sin liturgia y sin intermediarios en relación de tú a
tú. Un poco fuerte y tajante el planteamiento pero en esta actitud de feroz
individualismo se asume el centro de la modernidad. La fe sin obras y todas
esas añagazas debajo de las cuales el diablo orquesta sus emboscadas perenes
contra la cristiandad. Por eso las capillas protestantes al igual que las
sinagogas evocan la tristeza de la casa vacía cuando se ha determinado el
desahucio del culto marial. Y en las mezquitas no se respira otra cosa que alarde
fanático.
Verdaderamente
dicen tales barbaridades porque leyeron mal a san Agustín y no supieron
interpretar la “Ciudad de Dios” cuya conclusión primaria viene a decir que el
hombre no es nada que todo lo da y todo lo quita el poder de la gracia y sin
oración no es posible la colación o garantía de esa gracia divina que mueve el
mundo.
Miguel
de Molinos, con ese furor iconoclasta de los cristianos nuevos demás de
exagerado, llamaba al rosario rahez de todas las devociones, pero todo sabemos
cómo acabó el sabio teólogo jesuita: en las cárceles de la Inquisición. So
pretexto del amor divino sin tasa ni medida ni compás y los deliquios de la
oración mental estuvo metiendo mano en las clausuras de las claras y las
benitas de Roma y dejando a varias religiosas preñadas. Era un apóstol de la
oración mental.
Ojo
que con tanto intimismo el sentido de culto público a la divinidad se está
perdiendo. Por eso los papas no se cansan de insistir en esta tierna devoción
de los humildes. Allí donde se reza el rosario el diablo no puede hacer
trampas. Es el mejor disuasorio contra las fuerzas del abismo. Allí donde
escuchan rezar una humilde avemaría los ángeles malos ni se acercan porque
saben que el fracaso les aguarda. Y los
curas que desde el púlpito despotrican contra el fervor del rosario que ha sido
tan popular le están haciendo el juego a los diaños.
No
es un báculo lo que portan estos falsos pastores sino un garrote. Por eso campa por sus respetos la confusión y
a la Iglesia tan mal le va. Demasiadas complicaciones. Se han arrinconado las
prácticas sencillas, se ha entrado a saco con la liturgia -cada cura en las
misas rezadas pronuncia un canon diferente- y mucha oración mental. Demasiado
escrutinio o discusión y así nos va.
Los
cartujos empero mantienen inquebrantable su adhesión a la Virgen y llevan ya
diez siglos de plegaria. Se dice que una de las claves del éxito de la
espiritualidad cartuja se basa en la guarda del rezo del Rosario y del Oficio
Parvo o De Beata que ellos recitan a diario y copiosamente. No una vez ni dos
sino cien, doscientas veces. Eso ha sido la garantía de su perdurabilidad como
instituto. “Cartuxia nunquam reformata quia nunquam deformata”. Es una orden
que a diferencia de los carmelitas de los franciscanos o de los mismos
benedictinos no tuvo necesidad de reformadores porque nunca se relajó.
La
orden de san Bruno es toda ella un tributo a la oración que se hace a la vez
con el corazón y con los labios. Cuentan que un día un cartujo se murió y hubo
una fiesta en el cielo. El alma del bienaventurado no tuvo ninguna demora al
pasar la aduana. San Pedro al verlo dijo:
-Éste
sí que es uno de los nuestros. Entra directo.
-¿Por
qué le dejas pasar tan rápido sin mirar a las credenciales?- se puso a murmurar
el diablo.
-Trae
recomendación de la Virgen. Se le han
endurecido las rodillas y le salieron callos en los pulpejos de tanto tentar
los abalorios del bendito rosario. Se ha pasado su vida rezando. Díme el número
de las oraciones que has pronunciado desde que fuiste profeso.
Entonces
el candidato a ingreso al paraíso sacó de la faltriquera del escapulario un
papel en el que había anotado el número de padrenuestros, aves, credos y
salvas. La cifra ascendía a más de cien
millones a lo largo de una vida monacal que duró casi cien años porque ni que
decir tiene que el hermano murió de muy viejo. San Pedro quedó maravillado de
la cantidad y ordenó a los ángeles muy autoritario franqueasen las jambas.
-Que
pase, que pase.
Al
verlo llegar la Virgen sonreía y el diablo huyó al infierno impotente con el
rabo entre los cuernos.
Es
una fábula que se repite de continuo en Berceo, en Chaucer, en Villon, en el
Arcipreste de Hita. Todos estos poetas muy humanos y pecadores pero veneradores también de la Hiperdulía. Ellos
cantaban a la vida, a la mujer, al amor profano y al divino, pero siempre
tienen en sus estrofas y en sus lais un pedestal reservado a la Virgen. La
iglesia de Soto de Luiña con sus frescos encaramados a la rama del árbol del
bien lo que los orientales denominan Sofía, otro apelativo para desentrañar el
misterio del culto a Nuestra Señora, hace pensar en aquella devoción
juglaresca. Hasta la bondad y campechanía que no excluye sabiduría y una
profunda inteligencia de su párroco, el llanisco don Arturo, con el cual
tomamos después de misa los de la cuadrilla unos “vininos” en ca Miguel Ángel
hace pensar en toda aquella devoción ingenua de un cristianismo candoroso y
fundamental. Hay un edículo con el rostro de la Inmaculada en lo alto del
carballón de la plaza. Es un roble de porte monumental y de aires románicos
donde se celebraban antaño las reuniones del concejo. Es bueno que la Reina del
Mundo lo presida.
Madre
del Salvador, ruega por nosotros. El rosario es un recurso sublime y el
sortilegio infalible contra los conjuros más terribles, sobre todo ahora que
tanto aprieta la borrasca y muchos barruntamos el naufragio.
Hace
bien el párroco de Soto de Luiña en mantener abierta su iglesia a la devoción
del rosario mientras otros la niegan ya lo sé pero no faltan en esta hora
difícil y los que se están pasando al Turco. No hacen casos todos esos curas de
las recomendaciones del papa que ha pedido que se instituya a diario su rezo a
título de la mejor rogativa por la paz. Contra el turco precisamente se
proclamó la Corona de la Virgen o plegaria del Rosario porque ella rescató a la
cristiandad de las garras sarracenas en Lepanto.
Y
por supuesto me sumerjo en tristeza al leer lo que dice un columnista en un
periódico matritense cuando dice “ahora que nos hemos sacudido la caspa y el
rosario”. La caspa se ha vuelto sarna en él convertido en impétigo del
treponema o morbo sifilítico porque el energúmeno no es otro que aquel audaz
reportero que tenía por oficio conseguirle las putas a un famoso seide de los
sindicatos verticales. Que la Virgen lo cure y lo perdone. El rosario contra el
cual pontifica este plumífero es adarve de contención. Por eso como un amuleto
pende del cuello de los inmigrantes que llegan a España en las pateras. Saben
que ante un eventual naufragio la Señora les largará una estacha. Buen amuleto
ese rosario de cuentas de nacarina fosforescentes. Cincuenta luminares en la
noche y un muro de contención que desafía al fuego fatuo. Brillos de
pacotillas. Profetas falsos.
Este
humilde objeto ha sido el mejor arma que tuvo la Iglesia para luchar contras el
dragón. Ya sabemos que Cerestes, la serpiente cornuda, siempre repta; es su
oficio. Pero el nombre de María lo ahuyenta. Sólo ella conseguirá domar a la
culebra. Y al Culebrón que se enrosca con protervia y aires de desafío, y esta
debe de ser la causa por la cual muchos colegas nos sueltan el rollo ab irato
en el día a día de los escritores, los periodistas y los poetas pendencieros,
con furia y tesón a las cámaras y a los micrófonos. Por donde embiste Cerestes
la serpiente cornuda que hace la guerra con aparatoso apanaje y despliegue de
medios.
Totus
tuus. Domina, adjuva nos.
LXXX
ACACIA
A la entrada de Segovia según se va por la carreta
de Madrid bajando la cuesta de baterías hay un puente romano el de Valdevilla
por el cual las antiguas cohortes y clades de augusto vadeaban con su
impedimenta el río Clamores que hace dos milenios debía de llevar mucha más
agua que ahora y en la otra orilla estaban las casas militares unos chalecitos
un pequeño jardín delante y un corral detrás en las que transcurrió mi
infancia. La colonia inaugurada por el coronel Tomé en 1951 (guardo una foto de
la ceremonia de la entrega de llaves) y que había sido edificada por presos de
guerra que en régimen de redención de penas por el trabajo trabajaban para Regiones
devastadas hoy ha sucumbido a la recalificación de terrenos –esto no era más
que un peñascal- y a la reconversión urbanística. O a la
revanchista de algunos que se liaron a derribar lo que había construido
el anterior régimen. Se cerraron cuarteles y se ha dejado prácticamente
indefensa a la nación o bajo el paraguas estratégico (es como tener un tío en
Alcalá) de la OTAN. Y la reforma del ejército constituye hoy por hoy una de las
grandes amenazas al porvenir de la unidad de la nación. Sin conscripción y sin
levas la mili que era una escuela de hombres de ciudadanías y de valores ha
dejado de existir. El puente que había ha sido cegado para canalizar al
clamores que desde hace bastante tiempo era un río subterráneo, Guadiana bajo
los arcos del acueducto. Pero aun quedan los apeos y el pretil. En el lado de
allá y en la curva que hace la carretera sigue la acacia plantada por mi padre
en la esquina del patinillo del sargento casado. Más allá vivía el brigada
Vences un poco más el teniente Ricardo y un maestro ajustador de Zamora que
tenía un hijo que se llamaba Pedrito que jugaba conmigo al guá. Siempre andaba
con mocos.
-¿A qué Virgen alumbras, Pedrito?
-A la que me dé la gana.
La acacia ha crecido tumbada porque a los de mi cuadrilla nos gustaba zarandearla
por el tallo como si fuese una muchacha. Y digo la acacia sigue floreciendo y
tiene 56 primaveras poco menos de un lustro que yo. Siempre que vuelvo a mi
pueblo me fijo en ese detalle y paseo mi melancólica rodada por lo que fue mi
barrio que es lo que llaman Castrobocos
LXXXI
POBRE DON ARTURO
Este sacerdote al que yo había conocido en tiempos
de Comillas había nacido en Llanes y regentó varias parroquias de la
archidiócesis de Oviedo. Fue calumniado, vilipendiado o martirizado
psicológicamente por esos sayones y esbirros que acaso fueran los mismos que
crucificaron al Señor y no exactamente los judíos como se da en decir y que se
dan muchos golpes de pecho. Sí, sufrió mucho y murió en el mayor de los
desamparos en la casa sacerdotal de Oviedo creo que de pena después que le desposeyeran de su parroquia de Soto
de Luiña. Debe de ser un cargo de conciencia para el actual arzobispo Osorno.
Ya sé que ellos tendrán otras razones. Que de vez en cuando un culín, que tenía
depresiones, que estaba loco. Sin embargo, sus misas eran sencillas y conforme
a la antigua liturgia preconciliar. Sin embargo decía la misa en vernácula. En
una ocasión y sólo para unos pocos celebró en privado la Misa de la Virgen. El Sancta Parens la que solían decir los
clérigos de pocas luces que gustaban a Gonzalo de Berceo. Se la
sabía de memoria. Me veo en la obligación de recordarle casi como un mártir de
la iglesia como una víctima de la jerarquía que funda casas de acogidas para
los extranjeros y practica una caridad ficitia de filantropía y de buenismos
según la filosofía de los derechos humanos. Pero ¿Y los derechos humanos de los
que están a la puerta de casa, del vecino, del que está próximo? ¿Dónde está la
clemencia? ¿Dónde la compasión? Estos
filántropos y cristianos se van a practicarla muy lejos olvidando al que pasa
por su lado. Pobre don Arturo. Le quitaron su parroquia y se murió de tristeza.
En la ortodoxia los diáconos tienen la obligación de defender a sus presbíteros
caiga quien caiga y denunciar los atropellos que pueda cometer contra un pobre
cura que murió de tristeza. Sirvan estas fotos de domingo de Ramos como
recordatorio. Creo que le persiguieron porque tenía escrúpulos de decir una
misa protestante de espaldas al altar según las rubricas canónicas del Vaticano
II y unos fariseos lo denunciaron acusándole de borracho y de maricón. Por lo
visto esa opción sexual no es un delito aunque mucho dudo de que lo fuera.
¿Quién hará justicia? ¿Quién defenderá su honor? Yo creo que cera demasiado
bueno. Le gustaba tomarse unos “vininos”
como él decía con los paisanos pero jamás faltaba a sus obligaciones de párroco
ni a su misa que la despachaba con rapidez porque a él lo que le gustaba era
decirla en latín y por las tardes su rosario. Que la Virgen María, refugio de
pecadores, lo tenga bajo su manto. Murió hace tres años ya digo pobre y
abandonado.
LXXXII
FUERON A POR PUTIN
Sangriento 18 julio 2014 la serpiente repta y a lo
que parece la bestia domina la esfera armilar entre sus garras. Un jumbo
malasio con 278 pasajeros a bordo cayó en las tierras negras de Ucrania los
campos de trigos y de girasoles de Donetsk abatido al parecer por un caza o por
un misil estadounidense. La orden fue impartida desde Kiev donde domina el
gobierno títere de un tal Pedro Prosherenko el rey del chocolate. Otro avión en
que viajaba de regreso a Moscu Vladimir Putin poco antes cruzó el espacio aéreo
de esta zona de guerra. El fuselaje y la bandera roja azul y blanca de Malaya
son casi idénticas a los de la Federación Rusa circunstancia por la cual los
controladores de Kiev pudieron tomarla por enemiga y fue abatida. El aparato
estalló en el aire y los restos humanos del pasaje cayeron esparcidos por una
zona alrededor de 15 kilómetros. No quedaron carbonizados como suele suceder cuando
el accidente se debe a un percance mecánico. Lo terrible del caso es que Obama
acusa a Rusia de ser la responsable de este crimen de guerra inculpando a las
facciones prorusas y milicianos del este ucranio que libran una batalla contra
el régimen Prosherenko. A Obama le corea y aplauda toda la canallesca de
Occidente. Los tubos de escape del agitprop se han puesto en marcha vomitando
fuego. La mentira y la propaganda está ganando el pulso a la objetividad de los
hechos ciertos. Moscú por su parte responsabiliza a usa del trágico siniestro.
La CIA promovió los sucesos golpistas de la plaza de Maidán que derribaron al
gobierno legal de Yanukovsky. Obama vuelve a ser el negro zumbón de la cara muy
dura que larga sus discursos con vocales rotundas como si estuviera zampando un
saco de patatas. Y a Rusia quiere comérsela cruda atacando por sus blancos
demonizando a los países antiguamente llamados satélites de la URSS. Kiev es la
madre de las ciudades rusas y Ucrania el corazón de la ortodoxia. El conflicto
entre eslavos ortodoxos adquiere una dimensión escatológica y religiosa de
ataque al cristianismo. Cristo ya lo venimos diciendo no gusta a los globales y
hay que, dominado el Vaticano por la sinagoga con ese papa Pancho el del mano
coramvobis ese jesuita argentino que estuvo en la nómina de la CIA y
transformado en una ONG al servicio de los intereses globales del sionismo,
terminar de una vez por todas con el cristianismo del que La Santa Rusia sigue
siendo su representante y máximo adalid, porque ningún otro líder mundial al
que hemos visto compareciendo en las ceremonias de pascua poniendo velas a los
iconos y compareciendo como un feligrés más en las misas cantadas. Ahí está el
busilis. El derribo del avión que iba de Amsterdam a Kuala Lampur, coincide qué
casualidad con la limpieza étnica desencadenada por el gobierno hebreo de
Netanyaju contra Gaza, una lucha desigual, de la infantería mejor dotada del
mundo contra unos pobres moros que sólo tienen un arsenal de catapultas y cuyos
disparos no alcanzan el blanco al romperse contra el paraguas antinuclear o
cúpula de hierro que han montado los norteamericanos en Israel. La mentira la
manipulación la intoxicación informativa son artilugios que utiliza la Bestia
siguiendo las pautas de una vieja táctica implacable. Los llamados separatistas
prorrusos lucen todos en sus solapas la cinta de la cruz de san Andrés y han
salido en defensa de sus tierras en defensa contra el nazismo. Por suerte o por
desgracia ya quedan pocos nazis en Europa y los remanentes exhiben en lugar de
la esvástica la estrella de David o las estrellas y las barras del Tío Sam. Que
quieren el pensamiento único a beneficio del gran capitalismo y las riquezas
del mundo en manos de una castuza que dice llamarse demócrata respetuosa de los
derechos humanos. Tanto lo respetan que matan y aniquilan a los que no piensan
como ellos los destierran y en esta labor de zapa el planeta tierra huele a
cuerno quemado esto es a cadaverina. Ni la Sienen ni el nyt publican nada de la
limpieza étnica que está ocurriendo en Donetsk o Slaviansk esos cadáveres de
mujeres y niños asesinados al pie de edificios achicharrados por el
armamento occidental. Queríamos una
democracia de cuño occidental. Esto es lo que queríamos. Ahí están los
cadáveres encima de la mesa. Iban a por el presidente Putin, cometieron un
error, se equivocaron de objetivo, tomaron un avión malayo con pasaje holandés
por un ruso en el que volaba el presidente con toda su comitiva no
importa, manipulemos. Obama aprovecha la
oportunidad de viejo mafioso caradura, negro judío cuarterón, para transformar en victoria propagandística
lo que ha sido una derrota de sus proyectiles tierra aire, para cacarear su triunfo, el triunfo de la
democracia que él proclama. Ya tenemos
cuatrocientos cadáveres encima de la mesa. Toda revolución, toda declaración de
guerra necesita un muerto o un atentado como pretexto como ocurrió en Sarajevo
hace una siglo. El sistema se lo inventó Lenin. Lo había aprendido del
coheteril soviético vuelve a adquirir proporciones apocalípticas Talmud y es un
arma psicológica que esgrime la CIA con eficacia. Se inventan pretextos para
incoar una guerra lejos de sus fronteras. Ucrania un país de Europa de signo
trágico porque en él se consumó el triunfo de los soviets y se instaló el sistema.
La explosión de la central nuclear de Chernobil que ha sido dada de mano por la
investigación forense para convertirse en arma de propaganda seguramente fue un
sabotaje maquinado por los ingleses. Ucrania donde ya los griegos lidiaron las
guerras del Peloponeso vuelve a la palestra en medio del horror al anticristo y
con el retumbar de los tambores de guerra. Suenan los clarines del miedo,
estruendosos de mentiras y cargados de propaganda. Protervia y soberbia al de
por junto. Arte diabólica.
LXXXIII
DESPUÉS DE UCRANIA,
CATALUÑA
Tres
imágenes han conmovido mi sensibilidad este verano del centenario de la
“guerrona”. Uno fue el del rabino subido a la carlinga de un tanque salmodiando
y bendiciendo a las tropas antes de que el ejército hebreo lanzase sus
poderosos Mercabas y su artillería pesada contra Gaza. Otra, la del avión
holandés abatido sobre las tierras negras de Slaviansk. Por último, la del
honorable Jordi Pujol acusado de ladrón. Todos los euros que le enviábamos los
españoles al presidente de la Generalidad para aplacar sus ansias separatistas
guardabalos en un cajón y luego fajos de billetes metidos en una bolsa de
deportes tomaban el camino del exilio. Enviaba sumas millonarias a Andorra y
tenía cuentas en Suiza. El “molt honorable” sátrapa de Ciu no era tan honorable
pero desde mis solos, mis apliques, mis cuentos y artículos ya habíamos
advertido que don Jorge no era trigo limpio. Nos llegaron recriminaciones
insultos y amenazas y dicterios acusándonos de fascistas a los que advertíamos
la torpeza de estos políticos – se había dicho en Madrid que el “caganet”
porque por su fisonomía recordaba a esas figuritas que se colocan en los
nacimientos de Cataluña por navidad era todo un hombre de estado un verdadero
“stateman” un hombre de estado- trincones y con licencia para robar. La baba
adulatoria en nuestro país alcanza límites increíbles. Dale a la cometa que
vamos a un convite de catalanes. El antiguo médico generalista barcelonés era
amigo del rey Juan Carlos el cual, oliéndose la tostada, antes de abdicar se
aforó para impedir ser llevado a los tribunales. “Tranquilo, Jordi, tranquilo”
le insinuó el monarca en una llamada telefónica el 23F. El Borbón se estaba
oliendo la tostada. Tiene cuentas en Suiza y junto con Pujol es una de las grandes
fortunas europeas. ¿Adónde ha venido a parar esta democracia? Desgraciadamente
las escenas que se han podido presenciar este verano de 2014 edificios
agujereados oír la metrallas, ciclistas alcanzados en plena calle, multitud de
mujeres y niños desplazados que abandonando sus hogares huían a Rusia, a causa
de la guerra entre rusófilos separatistas y ucranios, pueden vivirse en Lérida,
Gerona, Barcelona o Tarragona no tardando mucho. En Madrid no lo quieren ver,
cierran los ojos pero las secesiones siempre resultan dolorosas y vierten
sangre principalmente de inocentes y de gente que pasaba por allí porque los
políticos se fugan todos a Suiza con el maletín. Todo el mundo sabe que las
barricadas de Kiev en una increíble ceremonia de confusión fueron organizadas
por el multimillonario Soros para provocar una guerra en Ucrania el patio de
atrás de Rusia. Objetivo: el trigo de las tierras negras, el petróleo, el gas.
Los nazi-zionistas conocen bien la aguja de marear. El conflicto Ucrania les
sirvió de pretexto para echar a rodar los carros de combate sobre Gaza. Se
empeñan en una nueva reconquista para la reconstrucción del Eretz Israel. La
economía, la política y la religión han ido de la mano en este cruento verano.
Pero ese dios con licencia para matar al que invoca el rabino cubierta la
cabeza del paño de oración no es el dios justo clemente y amoroso padre al que
invocamos los cristianos sino el de la venganza el avasallamiento la muerte el
que surge en ese libro de hazañas bélicas que es el antiguo testamento. La
escena me ha llenado de dudas y de perplejidad porque ellos no se refieren al
Cristo que predicó el perdón y volver la otra mejilla sino al que truena en el
Sinaí. ¿Existe una relación entre el Padre y el Hijo? Antiguo y nuevo
testamento ¿lanzan mensajes incompatibles? A pesar de todo doy de lado a estos
escrúpulos blasfemos y me digo que la mentira, la maldad, el perjurio no pueden
medrar, no son creativos sino destructivos. Hay un venero invisible, un río
interior, que se mueve por debajo de la historia que hace avanzar al progreso y
lleva a la humanidad por la senda de la esperanza. Ese es el verdadero Israel
no el de los nazis-zionistas al que yo adoro y suplico, el de la paz, la
poesía, la belleza literaria. Estas dudas, tales anhelos junto con mi amor a
España a la que veo amenazada y casi destruida, me han movido a escribir a este
libro. Tendrá que pasar esta pesadilla. “Porque pasarán el cielo y la tierra
pero mi palabra no pasará”.
1-VIII-1014
Epílogo
CANTO A JESÚS
Al final de las misas en la liturgia rusa el
sacerdote entona el canto a Jesús. Nosotros incluimos la plegaria, cantada es
tan larga como bellísima en este libro a modo de epílogo porque su nombre ni su
palabra no pasarán y son el salvoconducto de victoria contra las fuerzas del
mal y del anticristo:
“Dulcísimo
Jesús gloria de los apóstoles, Jesús mío primero de los mártires, señor del
universo, Jesús sálvame. Jesús mío a quien recurro, ten piedad de mí, escucha
los ruegos de tus santos y profetas, tráeme las dulzuras del paraíso, tú que
amas a los hombres. Creador de los ángeles y señor de las fuerzas, que diste
vida a nuestros primeros padres. Jesús corona de los patriarcas, que diste
poder a reyes y gobernantes, que cumpliste las profecías que de ti se
anunciaban. Jesús fortaleza de los mártires, manso Jesús alegría de los monjes
y presbíteros, acompañante de los peregrinos, compañero de los que ayunan. Que
llevas la perseverancia a los religioso. Jesús purísimo protector de los
castos. Jesús salvación de los pecadores. Jesús hijo de Dios ten piedad de mí.
Ante tu presencia elevo mis brazos y me prosterno en oración y beso tu cruz.
Amen”
02/08/2014
Fin
Índice
1.- EL
CENTURIÓN DEL GÓLGOTA
2.-NOCHEBUENA
EN EL FRENTE DEL ESTE
3.-ALDOUS
HUXLEY
4.-AMANUENSES
Y FONTANERO
5.-IRENISMO
TOTALITARIO
6.-ORWELL
ESCRITOR DE ESCRITORES
7.-ARBÁS SITIO
MÁGICO
8.-RECOMENDACIÓN
DEL ALMA
9.-EL CURA DE
VERICUETO
10.-TOMÁS
SALVADOR
11.-LA GUARDIA
CIVIL AL SERVICIO DE UN ESTADO TOTALITARIO
12.-CANTAMAÑANAS
Y BUCANEROS
13.-DEMOCRACIA
DEL CORTE INGLÉS
14.-POR EL
CAMINO DE SANTIAGO
15.-EL DEÁN DE
COMPOSTELA Y EL ROBO DEL CALIXTINO
16.-APARECE EL
CÓDIGO CALIXTINO
17.-CAE LA
NIEVE DE OTROS INVIERNOS
18.- BULGAKOV
Y EL APOCALIPSIS
19.-SEGOVIA
MISTERIOSA
20.-CARTAS
ENTRE MENÉNDEZ Y PELAYO JUAN VALERA
21.-CENTENARIO
DE JOSEMÁRÍA PEREDA
22.- RODRIGO
ROYO ESCRIBE LA GRAN NOVELA DE LA GUERRA
CIVIL
23.-CÁRCEL DE
AMOR
24.- LA PAZ
EMPIEZA NUNCA
25.-ARGAVIESO
DE AGOSTO
26.-AL
CATÁBULO
27.- A
GARROTAZOS
28.- EL CANTO
DE LA PASIÓN EN LATÍN
29.- CONJURA
INTERNACIONAL CONTRA RUSIA
30.-
QUIRÓGRAFO DE LA ASCENSIÓN
31.-IGLESIA Y
TEATRO
32.- CONJUROS
33.-AZOGUEJO
34.-HAROLD
PINTER
35.- BABLE
36.-BARTOLOMÉ
ARGENSOLA
37.-EL AÑO DEL
SAPO
38.-LA HUERTA
DEL NISO
39.-EL
INQUISIDOR VALDÉS
40.-SOTO DE
LUIÑA EN EL CAMINO JACOBEO
41.-BUENA
ORINA BUEN COLOR
42.-EL DUQUE
DE BORBÓN
43.-EL GRECO
44.-CISNEROS
ALFAQUEQUE DE DIOS
45.-ALONSO DE
PALENCIA CRONISTA DE ENRIQUE IV
46.-TESTAMENTO
DE DOÑA URRACA
47.-ENRIQUE IV
ESTABA BIEN DOTADO
48.-ENRQUE IV
Y LA IGLESIA
49.-EL CRONISTA
HERNANDO DEL PULGAR
50.-ENRIQUE IV
Y LOS JUDÍOS
51.-AGRIDULCE
REINAR
52.-LOS
MORISCOS
53.-OLIGOANTROPÍA
ESPAÑOLA
54.-MARTES DE
CAMPO
55.-EL
ARZOBISPO CARRANZA Y LAS CASAS
56.-HOGUERAS
INQUISTORIALES
57.-CASTA DE
HIDALGOS
58.-ROMANCE
DEL AMOR DIVINO
59.-COLGAR EL
RATÓN
60.-GERMANA DE
FOIX
61.-EL CADETE
62.-JOAQUIN
DIAZ JUGLAR DE LA NOCHEBUENA
63.-LA LOZANA
ANDALUZA
64.-EL
ESTEBANILLO
65.-GERARDO
DIEGO
66.-GÓNGORA
67.-CRISTOBAL
DE CASTILLEJO
68.-APORTALLADOS
DE SACRAMENIA
69.-MARISOL DE
ESPAÑA
70.-AZNAR NOS
HIZO LA HIGA
71.-INMIGRACIÓN
EN ALUD
72.-HIMNO A
SAN FRUTOS
73.-ARMANDO
PALACIO VALDÉS
74. PASCUA
RUSA
75.- EL
MANZANARES NAVEGABLE
76.- LLANTO
POR UN UROGALLO
77.- ACACIA
78.- ROMERÍA.
HOY ES SANTA ANA
79.- ROSARIO
EN SOTO DE LUIÑA
81.- DON
ARTURO
82.-QUISIERON
MATAR A PUTIN
83.-DESPUÉS DE
UCRANIA, CATALUÑA
EPILOGO.-CANTO
A JESÚS
[1]
Pixueto, de pixin, pescado que comen en Cudillero, de la especie de los
escualos, y por eso llaman a los de Cudlilero pixuetos o pixines.
[2][2] infantería soviética
[3][3] no hay más que darse una vuelta
por cualquier pueblecito francés o inglés y contemplar las estelas funerarias
plagadas de listas con nombres de caídos
[4] Al
menos eso esperamos los creyentes
[5]
deshielo
[6]
Patria en alemán y en ruso respectivamente
[7]
resplandor
[8]
catedralidad, adoración en común.
5 Rito de la virgen en la liturgia de Oriente
[9] himno
a la Virgen.
[10] Al
igual que en las iglesias muzárabes el campanario ortodoxo suele ser exento y
el campanario en cuanto tal se encuentra en un cobertizo o galpón
[11]
puerta de los dones
[13] Eran
los días en que dimitió Gorbachev
[14]
Inmensidad natural
[15]
Rusia está enferma pero no herida de muerte.
[16]
deshielo
[17] Todas las noticias que se leen en nuestros
papeles sobre Rusia tienen un perfil peyorativo. La situación llegó a ser tan
chusca que cuando el equipo nacional de aquel país en los campeonatos de Europa
de 2008 batió a Holanda se hizo un juego de palabras titulando los del País en sinécdoque: Guus Hiddink el holandés que entrena a Rusia gana a Holanda. De
modo que la idea que tienen los españoles de aquel país es que es un país de
mafiosas. Se habla de bandas y de plutócratas rusos cuando en realidad tales
bandas son bandas de conexiones oscuras y los millonarios que hacen mangas y
capirotes de la ley internacional son de origen judío. Cuando menos se trata de
una versión torticera y sesgada de informar...
[18] Era
el 17 de enero día de San Antón cuando yo hacía mi ponencia en la Sede de FN
[19] En
realidad me equivocaba porque la actuación de Juan Pablo II voló viejos puentes
establecidos durante la Ostpolitk por el cardenal Cassaroli e hizo renacer las
divergencias históricas entre rusos y polacos y los litigios de los Uniatas
entre la sede apostólica y el Santo Sínodo moscovita
[20]
Granja de cerdos
[21]
Clochard, hombre sin techo abandonado lo
que en Nueva york denominan derelictos
[22] Eric
Blair nombre de pila del autor. Jorge Orwell era un pseudónimo
[23]
alguien te observa detrás de la lona
[24] E l
Juicio
[25]
novelones
[26]
Llorar. llorar
[27]
Reaccionario contra liberal
[28]
Cierra los ojos, cierra el pico y piensa en Inglaterra
[29]El profesor Alarcos sostiene la
tesis de que el bable como lengua exenta o diferenciada del castellano no
existe. Se trata más que de una variante del viejo romance, al que solo dan a
entidad su entonación cantarina y algunas tendencias modales arcaicas
peculiares, como pudiera ser la utilización del pronombre posesivo como
artículo determinativo, “mío pa”. Las explosiva f que no presenta aun formas
aspiradas como en farina, formica, facer y ferrada. La diptongación suavizante
[azeuxis] tan característica de los hablantes norteños; verbigracia, fuina.
Cierta tendencia a la nasalización (se puede identificar a un hablante de
Oviedo por como pronuncia las enes casi a la francesa, muy agudas y oxítonas.
Remanencia de las linguopaladiales. Todavía dicen llera por lera o glera. Ausencia
total del yeísmo. Utilización de la voz pasiva en el verbo, y del pretérito
indefinido con preferencias al pretérito perfecto. La aféresis.: Poldo el del
molín. Y el apócope.: ¿y de que nos val? Por vale de qué nos vale. Pronombres
enclíticos: dixomelu el paisanín. Etc.
[30]La papisa Juana que reinó con el
nombre de Juan VIII, en primera mitad del siglo Nono, es un caso singular de
travestismo en la historia del pontificado. Como Tiresias cambió de sexo.
Convirtió la cátedra de san Pedro con sus imposturas y sacrilegios, en silla
coprónica. Las malas lenguas señalan que ciñendo la tiara sobre sus rubios
cabellos esta inglesa tuvo un hijo de su camarlengo el joven Floro que a su vez
había sido engendrado de una ramera de Roma por su predecesor en el cargo,
Urbano VII. La papisa de origen sajón había profesado en el monasterio de
Whitby como varón enamorada de uno de sus monjes. Ambos amantes cruzaron el
canal de la Mancha y tras una serie de vicisitudes y peripecias por diversos
cenobios benedictinos como los de Fulda, donde se instalaron como copistas
de códices llegaron a Constantinopla. En
oriente se deshace la fraternidad. Frumencio queda instalado como monje en el
monte Athos mientras que Juana emprende la travesía por mar hacia la Ciudad
Eterna disfrazada bajo la cogolla de san Benito. En la corte de san Juan de
Letrán deslumbra por su sabiduría a los obispos y cardenales. A la muerte de
Urbano el pueblo romano la alza sobre el pavés y es coronada pastora de la
cristiandad. El nombre de la papisa ha cebado las cajas de guerra de la leyenda
negra contra el Vaticano. Es una flor negra que florece en plena edad de hierro
del pontificado, una institución que surge de la voluntad de Carlomagno
asistida por sus consejeros judíos, en pleno apogeo del sacro imperio
germánico. Para convencerse no hay más que echar manos de las actas de Pepino
el Breve el cual proclama los estados pontificios.
[31]
Baliche es cerdo en germanía
[32] Goya
pintó un cuadro sobre este mito en su época negra
[33] Se
trata de la misma versión del génesis. Por el pecado de Cronos su descendencia
tuvo que enfrentarse al tiempo, a la muerte devoradora y a los trabajos
forzados.
[34] Las
mozas de Villalón dicen que no beben vino y debajo del refajo llevan el jarro
escondido
[35] Se
debe respetar siempre a la infancia
[36] Vive
ignorado de la fama que más vale morir plebeyo viejo que príncipe joven, nos
recuerda en uno de sus versos
[37]
nutria
[38]
Verbena en bable
[39] mean
[40]
Según los fisiólogos la impotencia supuesta de don enrique pudo deberse a que
las pelirrojas no suelen ser buenas compañeras de cama en el lecho conyugal,
Marañon por lo menos reconoce que la
flojera sexual de su biografiado era parcial
[41] José
Luis Gutiérrez periodista director de Diario 16 nacido en Busdongo 1943-2012
falleció en extrañas circunstancias en Madrid.
[42]
Santa María acuérdate de los miserables, alienta a los pusilánimes, levanta al
caído, ora por los curas, intercede por las mujeres, sientan tu favor los que
te invocan por tu nombre de Balesquida
[43] La
novela el hereje de Miguel Delibes aborda este hecho histórico
[44] Dios
salve al zar
[45]
Padrecito zar, seas nuestra gloria
[46]
Soldados rojos
[47]
Corro palabra de origen vasco y que transmigra al inglés y se convierte en
court, como corte y cohorte
[48] La
voz inglesa pimp que significa chulo,
macarrón, rufián debe de ser un préstamo del castellano
[49]
hoder viene de fodio fodis fodere, que significa cavar en latín, y da poder,
hoder y por ultimo joder, una palabra que muchos españoles no apean de la
boquita
[50]
almadraque cojín almohada
[51]
arriero, automedonte de la recua
[52]
comida cocha o kosher carne trufa propio de la dieta alimenticia del Talmud
[53] la
maquina de fornicar
[54]
Hombre que frecuenta a prostitutas, del inglés
[55]
nunca hemos oído hablar del Espíritu Santo de
la carta de San Pablo ad Corintios
[56] un
polvo a la semana nunca hizo mal a nadie
[57]
bobos así llamaban los judíos a los incircuncisos infieles
[58]
Lenguaje de los hermanos, surgió con la guerra de las Comunidades, un lenguaje
cifrado que por Cantalejo llaman gacería
[59] Era
el espacio comprendido entre el Puerto de Santa María y Canarias temido por los
navegantes a causa de sus temporales
[60]
arroz con legumbres
[61]
dieta casi exclusiva de los embarcados
[63] los
que desvalijaban las embarcaciones y robaban a los marinos cuando estaban
borrachos o dormidos. Eran muy hábiles descuideros y carteristas. Eran del
Gremio de la Ganzúa que también describe Cervantes
[64] yo como mostrando un poco de sentimiento,
diles amplia comisión, reservando algunas de aquellas cenizas para mí pues
perdí parte de dichos polvos en una tormenta que tuvimos en el Estrecho de
Gibraltar
[65]
plegaria hebraica
[66] se
creía que el rey de España era exorcista capaz de expulsar demonios y el de
Francia curaba la escrófula (lamparones) y las llagas del mal gálico o sífilis
[67] una
buena borrachera
[68]
Vuestra soy para vos nací ¿qué queréis hacer, Señor de mí? Dadme alegría o
tristeza, dadme riqueza o pobreza, sol con nubes, sol sin velo… pues del todo
me rendí ¿qué queréis, Señor, hacer de mí?
[69] ostras
[70] la
palabra es de origen inglés
[71] Del
latín portella, portillo, postigo,
magistrado que impartía justicia a las puertas de los pueblos
[72] Es
porque la mayor parte de los que cargaban arena y la vendían para fregar eran
navarros
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