13 de septiembre
de 1998
[I]
No
tenía ninguna razón para estar intranquilo. Cierto que septiembre suele ser un
mal mes. El gallinero se alborota porque, de ser ciertos los supuestos de que
no somos más que química, las neuronas a Edmu (se llamaba Edmundo, pero todos
le conocían por Edmu o por Ed) se le agarrotaban, se le iban a la empinada.
Había días que no daba por su vida ni dos realines. Sentía deseos de
desaparecer. No haber existido. Arriba, en el sobrado de la memoria, donde
estaban arrumbados los recuerdos, ya inservibles, por trastos viejos, se conoce
que con el cambio de estación o los barruntos de la caída de la hoja, las
células recobraban su antiguo estado de sedición. Debía de ser el bicho.
Parezco muy sano y saludable por fuera, pero por dentro está el bicho. Ese
maldito bicho que no te deja ni resollar. El hurón - quizás sea un tejón, una
marsopa o una nutria, puede que un tigre - no me deja vivir.
Lo
he tenido todo, pero he pasado por el mundo como una sombra huidiza. Mira qué
cosas tienes, hombre. No hay que tentar a Dios. Nadie está conforme con lo que
tiene. No te quejes, vives en la cultura de la queja. Mal comedimiento. Just go an do it. Don´t take no for an answer. Be yourself. Claro que nunca tomé en cuenta tales consejos de personas que me
quisieron bien. Ella me amó. Supo amarme y entenderme como nadie me ha sabido
querer ni entender en este puto país, y me lo dijo en inglés. No supe
corresponderla. Su voz es un himno sacro en mi memoria. En los archivos del
alma están localizados todos y cada uno de los registros. Se nace y se muere
con el timbre, el acento y el canto de la amada. You just let pass the
great oportunities. When you realize what you have got then it is just to late.
I know you like an open book, Edmu. Todo ha pasado, pero cada día
que transcurre es un hito que recoge aquellos ecos misteriosos. Sus
interpelaciones tienen algo profético. Se ensalman las palabras. Sube el
incienso. Lejos de ella la vida ha sido un destierro, pero que quieres que uno
haga. Let bygones be
bygones... I´ll see you heaven. True?
Then why shouldn´t I put my heaven into the oven or something. Funciona cada atardecer y cada
noche la mística del recuerdo. Mujer triunfal ) por qué me abandonaste?
Estúpido que fui. Se me dio una oportunidad y la dejé pasar. Conmigo no sirve
embargo la apotema de a lo hecho, pecho. Me recreo en aquel mundo que dejé
atrás y esta recreación me sirve de acicate de supervivencia. Lidia, eras
hermosa, verdaderamente hermosa. Aquellos ojos tuyos siguen clavados en mí, los
rizos, la boca pequeña y graciosa. No eras perfecta, pero eras bella,
tremendamente bella. A real londoner. Musito palabras claves de los diálogos de
un amor que no pudo ser. Los antojos del destino juegan a los mortales estas
malas pasadas. Pero, como rezamos en la salve católica somos los Aexules@, desterrados hijos de Eva y
nuestro ostracismo cubre todas las bandas. Acá abajo no nos será nunca posible
encontrar el paraíso.
EL HALLAZGO DE UN GRIMORIO
Si
el siglo XIX es la centuria del entusiasmo romántico, y el XX vino marcado por
la histeria y la violencia, el XVIII fue un período de la razón como exponente
de todas las cosas. Las pelucas empolvadas y el enciclopedismo rompen con un
legado de la fe milenaria. Se nota un cansancio de todo aquello - las guerras
religiosas, principalmente que estigmatizaron el comienzo de la Edad Moderna- y
se buscan derroteros nuevos.
En
1789 el Colegio de Jesuitas de Oviedo, al comenzar el curso escolar, y para la
Cátedra de Prima de aquella universidad, que luego ostentaría el propio
Leopoldo Alas Clarín[1],
se había recomendado como libro de texto un Tratado de filosofía natural y de magia oculta de autor
desconocido, pero que debió de ser un autor importante de aquella época, nacido
en Asturias y muy probablemente sacerdote o religioso. El entusiasta e
ingenioso autor iba a toparse con el genio sardónico de un jesuita de
Luanco. Este buen hijo de San Ignacio,
faceto, jaquetón y algo escéptico, acérrimo defensor de las cosas en las que
hay que creer y de la ortodoxia producto del famoso cuarto voto (A Roma no me
lo toquéis, caiga quien caiga) va a mandar al limbo a este audaz centón tan
compendioso e interesante. No le tiembla
la pluma a la hora de sospechar de san Isidoro, riéndose en sus propias barbas
y haciendo caso omiso de la relación que tenía con el santo, porque por
aquellas fechas la Casa de la Compañía estaba sita en lo que es hoy una iglesia
dedicada al famoso santo mozárabe. Condenado a galeras, la AMagia
oculta@, con ese morbo por lo prohibido, debió de ser la
delectación de muchos adicionados a esta disciplina. Luego estuvo encerrado en
un desván o, acaso, en una panera a taja vana, porque las hojas que guardan la
marca del sudor de muchos dedos que han pasado hoja. Parece que se escucha el
crujir de los pensamientos; salió, sin desencuadernarse, indemne de una
inundación; pero este pediluvio, como no acabó con sus páginas, lo volvió
fuerte; sobrevivió a una invasión, a una desamortización, a tres revoluciones,
a quemas y requisas. En fin, este grimorio responde a su mismo título, pues por
arte de magia o por chiripa, no ha sido pasto de llamas, en medio de unas
gentes tan proclives a empuñar la tea incendiaria. )Por
qué manos se entretuvo? )Quiénes fueron sus dueños? Con esa pregunta se
podría fraguar el hilo de una bonita historia como con el ACeñidor
de la mora Zenaida@, pero ése es otro bien diferente asunto. (Complejos
avatares de fortuna deben haber precedido
su llegada a mis manos! Hago de esa peripecia gracia al erudito y al
bibliófilo. Sería largo de explicar. Hay grandes libros a los que se les pierde
la pista y este puede ser uno de ellos.
Las
trescientas cuarenta páginas de texto a doble columna, en papel fuerte,
oscurecido en sus cantos y guardas por la huella del pulgar de los estudiosos
que dan en chafarrinones en los cantos, y alguna roncha color marrón por
quemadura de cigarro, y cabe decir que si los ojos dejasen impronta en aquello que miran habría que decir que también acusan
un desgaste oftálmico, un cansancio de la vista y de la vida dejando su marca
sobre las guardas de pergamino recio estuche de su aseada tipografía. Cada
capítulo se abre en el pórtico de letras capitulares de bella traza. Todo en
este volumen avala un profundo
conocimiento de las artes liberales.
El libro viene a
resultar un centón que se ocupa de lo recopilado hasta entonces de la magia
blanca, ya que la Anegra@ o lo que denominaban los latinos defixio o nigromancia, ha estado siempre prohibida
por la Iglesia. De esa Adefixio@
abomina desde un primer momento el autor, por lo que cabría la ambivalencia de
que nos ibamos a encontrar con un manual de nigromancia. Con el diablo no hay
trato. Eso conviene tenerlo muy presente pues el autor al que no hemos
conseguido catalogar habida cuenta de que el tomo tiene la portada arrancada,
por lo que bibliográficamente vale muy poco.
Su autor hace un
intento por explicar las complejidades de todo esto, en un deslumbrante
ejercicio de erudición que nada tiene que ver con la pedantería y el
circunloquio al que nos tiene acostumbrados el retoricismo de los post
modernos. Cada palabra va a misa y deja su poso en la semblanza de un bello
libro científico que se lee igual que una novela.
Estudia los fenómenos de la naturaleza, las
mociones interiores del espíritu, tratando de reconciliar revelación con el
hecho objetivo.
No sabemos la
razón por la cual el libro es rechazado por el censor que en este caso es el
censor que hace el juicio crítica y de cuyo nombre y apellidos tenemos noticia.
Lo firma el jesuita Joseph Joaquín Suárez Pola, natural de Luanco y que,
iniciado en el empirismo metodológico, debía de poseer una mentalidad
científica, a juzgar por las tiernas apostillas dejadas caer al desgaire en
letra elegante muy apretada y atinados
comentarios a pie de página, a lo largo de los cuales muestra su aborrecimiento
de la superstición, teniendo en alta estima a otros autores como Jovellanos y
Feijoo que la combatieron, o el orgullo con que se refiere a su patria chica,
Luanco.
La magia natural
es una rama del Árbol de la Ciencia que enseña a practicar y ejecutar obras
exteriores. Dice que Adán, una vez expulsado del paraíso, enseñó este arte a
sus hijos para vencer a las Afuerzas oscuras que nos gobiernan@. Es
la más humilde de todas las que se enseña, por lo que puede resultar un híbrido
de fabula y de dato demostrable. Su propósito tiende a la Aconstrucción
de la casa de la sabiduría@.
Nos informa
acerca de cómo fu Salomón el primero que empieza a preguntarse sobre la
eventualidad de que haya un dios de la maldad. Al efecto se le ocurrió inventar
un anillo que sirviese de talismán. El sello salomónico constituye el mejor
salvoconducto para librarnos de los millones de demonios que van aéreos.
Aquí el
pendolista hace un movimiento de escéptico con la barbilla y apostilla:@ )Vistelos tú? Yo tampoco@.
Sea.
Por lo visto, Nabucodonosor, al arrasar el
templo de Jerusalén, nos privó de uno de los mejores y más puntuales filones
bibliográficos sobre nigromancia que hayan existido. Salomón era entre otras
cosas un esotérico. Había conseguido hacer un catálogo de todos los animales
que vivían en la tierra y había dispersado este su conocimiento naturalista a
lo largo de más de cinco mil libros que llegó a redactar de su puño y letra.
Nada tiene que
extrañarnos esta abultada numerología. Estamos en la época de los titanes,
cuando los hombres llegaron a vivir cerca de un milenio. Salomón pasaría de los
seiscientos, pero Adán se había acercado a los novecientos y Matusalén, casi un
milenio.
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Las cosas se
toman Aab ovo@. Los orígenes del mundo son importantes, pero
así mismo lo es el de los nombres, porque las palabras inician las cosas. In
principio erat Verbum. ) Salomón, padre de los alquimistas, practicante de
la magia inocuo y de la defixio, el primero que se atreve a instituir el trato
con el Demonio, y padre del Fausto? (Sería verdad que
toda su sabiduría y la magnificencia de su templo recién batido fueron debido
al pacto que hizo este rey israelita con Satanás?
Ahí nos quedamos
en la vaga pregunta.
Convendría
estudiar algunos de sus apotegmas, pues fue el primero que escudriña la verdad
sobre la mujer, advirtiéndonos que la vida de ellas es puro hechizo. Semejante
salida de tono no la refrendarían hogaño las feministas, pero el Anillo de
Salomón está la clave: su autor se lo puso al dedo para pechar con las malas
artes de la mujer, pues viene a decir que ésta es de naturaleza diabólica. Esta
idea pesimista flota sobre sus versos sapienciales. Toda una advertencia sobre
la tendencia al mal que padecemos los mortales como consecuencia directa del
pecado de Eva.
El autor de este
tratado, a la vista de sus profundos conocimientos del Antiguo Testamento, así
como la condescendencia que muestra hacia los judíos, debió de ser descendiente
de conversos, pues asegura que los judíos han sido siempre muy numerosos en
España, que el rey Tubal era miembro de la Tribu Perdida del pueblo de Israel,
la decimotercera. Por esto no cabe argüir a los judíos españoles de deicidio,
porque éstos ya estaban asentados en Hispania
antes de la primera venida de Jesús y que su presencia en la península
fue directa consecuencia del repartimiento de las diferentes tribus por toda la
tierra, después de la confusión de Babel.
Acerca del nombre
de España, sobre el cual tanto han disputado los autores a lo largo de los
siglos, viene a decir cosas bellas. No es ya meramente la tierra de conejos,
sino Aspanion@, que en griego
significa Alo admirable@,
aunque acepta que bien pueda ser la Aregión del dios
Pan@, que venía a ser Dionisio, el rey de la fiesta.
Atinada observación.
Será por esto que tanto nos peta la jarana,
apunta el amanuense.
Tito Livio llama
a España A prima initia provinciarum@ (la
cabeza de nuestras provincias) y luego pasa a estudiar la proposición de si
nuestro padre Adán, que vivió 930 años, pudo venir a España en uno de sus
numerosos viajes por el mundo, y, como consecuencia de uno de sus frecuentes
concúbitos con mujeres del lugar repoblar estos pagos, ya que, oh prodigio de
la naturaleza, él fue padre de todos en todo, por lo que Apadreaba@
bien. El médico no tenía que recetarle Aviagra@.
Entre sus muchos vicios y defectos, que nos han deparado a todos la muerte a
causa del pecado, no figuraba por cierto el de la impotencia. Mucho se sabrá el día del Juicio...
En su afán de
tenernos al corriente de todo, el escriba nos habla ya de una España como
nación y como pueblo de pueblos. No habían hecho acto de presencia los
movimientos carlistas que tanto han envenenado la convivencia española. De
tanta claridad, el autor puede resultar hasta chusca pero sus pronunciamientos
tan de cajón no tienen vuelta de hoja, aunque, ahora, dos siglos y medio de que
se diera a la estampa este grimorio, quieran enmendarle la plana al Rey Sabio
de cuyos labios y de cuya pluma saltó el primer grito emocionado de loor a
España.
Digresiones
aparte y esmerado por la senda de las etimologías, que fueron tan importantes
para San Isidoro, reflexiona sobre los nombres originarios, e indaga en lo
profundo del laberinto español. El
nombre de España le trae a la memoria el de Jano. Con arreglo a la ciencia
mitológica, Janus era el alfa y la omega, el que guarda la entrada, principio y
fin de todas las cosas. Las columnas de Hércules estaban en el templo de Jano. Los garceos[2]
o vascos llamaban a su dios central AIaumgaicoam@ y este nombre se hallaba esculpido en las columnas
de Jano que fueron encontradas en Córdoba en 1635.
Eran 1200
columnas de jaspe que habían sido aprovechados por Abderramán en 789 para
adornar el mizrá central de la mezquita de Córdoba. Es posible que Jano sea
Alá, el dios incierto, el deus
absconditus que tenía reservado un altar en el templo de Afrodita.
En el
Tetragrámaton se observa que, para llegar al conocimiento de Dios, hay que
afianzarse en un camino de exclusión, o definición de aquello por lo cual no es
el ente supremo: invisible, inefable, inabarcable y desconocido; ignoramos su
nombre.
Pablo afirma que
habita una luz inaccesible e inescrutable y Séneca, que fue amigo del apóstol
de los gentiles, refiere que el culto a ese dios desconocido lo habían tomado
los romanos de los hebreos, los cuales nunca se atreven a denominarle por
filiación suprema sino mediante rodeos y ambages, pues le llaman AAdonai@,@
Yahwé@, o AEloím@,
sin que jamás lo mienten de forma expresa.
Preocupado con el
tema vasco ya este escritor de mediados del XVIII como una de los pasadizos
secretos del laberinto español, nos pone en antecedentes. Señala con Mariana
que los vascos eran ferocísimos, orgullosos e independientes porque eran del
linaje hebreo. No le tiembla la mano ni su brío descaece cuando llega afirmar
su ascendiente semita. Salomón cobraba tributo en Tarsis (Cádiz) y el número de
hebreos que habitaron Hispania llegó a ser muy elevado, casi un setenta por
ciento de la población. Y se arroja al ruedo con un dato: un millón de judíos echaron los Reyes Católicos de España en 1492.
Al igual que los
judíos, los vascos nunca aceptaron el yugo romano, y de hecho, cuando el año 70
fuera Jerusalén arrasada por las legiones de Tito, serían no pocos los
Israelitas que acudieran a Hesperia, la tierra del Véspero, el Jardín de las
Hespérides, el Afinis terrae@
donde se alzan las columnas de Hércules, para ellos Sefarad.
El día de nuestra Redención aparecieron en España tres soles, en señal
que daba Dios a este país por mayorazgo suyo.
El centurión de
la crucifixión era sevillano. Había nacido en Hispalis. Fue el primer
convertido de la gentilidad y el primer hombre al que se concedió el privilegio
de la fe@: Verdaderamente, Éste era el hijo de Dios@.
No son datos
casuales, sino que esconden una latente intención, como si fuera un signo
bíblico. España no es una nación como otra cualquiera.
] ] ]
En esta
recopilación o digesto de conocimientos transmitidos o experimentados, después
de abordar los diferentes nombres de Dios, pasa a referirse sobre el culto del
Zoroastro de los caldeos, que asimilaron los latinos a Júpiter y era el Zeus
para los griegos. A su arrimo se origina la magia en la antigüedad. Más de
treinta mil advocaciones del dios sol, pues sabido es que la cultura etrusca
ere heliocéntrica, llegó a haber en Roma. Para contrarrestar la acción
benefactora de sus rayos y abierta nació el culto selenita inclinado por la luz
refleja y cadavérica de un planeta muerto. Se trepa por un tortuoso sendero de
comparaciones. El estilo es ágil y rápido y de un interés por lo apasionante de
los asuntos que trata y cómo los aborda que parecen haber sido redactados
exactamente ayer. Es un dúo. Entre la luna y el sol. Entre escritor y censor.
Las tinieblas y la luz libran un recio combate, en el más puro método peripatético
de preguntas y de respuestas. La ciencia antigua rehuía la especialización-
todo está en un tótum revolútum como un cajón de sastre - en la creencia de que
el conocimiento ha de ser total y tendrá que ser abarcado de forma indivisible. El que escudriña se ve compelido a una
especie de monólogo interior, sujeto a contradicciones. Es una pena que la
palabra magia de origen persa y cuyo significado es embrujo haya sido
manipulada tantas veces y confundida con la hechicería; en su primera acepción,
entraba en el feudo de la ciencia especulativa. Entronca con el culto al
Zoroastro, celebrado por los flámenes caldeos, sacerdotes revestidos de
casullas y altos gorros como mitra, distintivo de autoridad y que e denominaba
la Acidaria@ o albanega.
Magos eran los constructores de pirámides , practicante de una religión nacida
en Caldea. Ellos fueron los primeros, y no los rabinos, todo un designio
misterioso en el cual Dios rompe su pacto misterioso con Israel y se abre a la
gentilidad conocer el nacimiento del Mesías. San Cirilo de Alejandría recuerda
que el calendario cristiano se abre con la Epifanía, una fiesta que se
celebraba entre los primeros cristianos ya antes que la navidad. Unos magos
habían observado una estrella y vinieron siguiendo su rastro hasta Belén desde
la Arabia Feliz. La sabiduría del verbo transformado en carne humana elige a
los adoradores de ídolos y deja fuera precisamente a aquellos que con tanta
expectación aguardaban la llegada de su Libertador. No puede ser fruto de la
carne ni de la sangre la Revelación sino que resulta ser obra del soplo que
vivifica el Universo. En este sentido, san Isidoro, siguiendo esa tradición de
los persas, se considera una especie de primer mago cristiano, un ser libre que
especula. La mayor parte de su extensa obra se orienta no tanto al conocimiento
de las Escrituras y su explicación al pueblo, sino al conocimiento de la
ciencia. Llevó a cabo algunos inventos y nos da noticias de una flora y una
fauna hoy perdida como el árbol de la vida, o un pájaro misterioso animal
doméstico de compañía que cantaba cuando veía amor en las gentes, o se moría de
pura pena, cuando un amante le era infiel a otro. Asimismo, con sus poderes
alquímicos, consigue inventar una candela que, una vez encendida, nunca podría
apagarse. Pero el P. Joseph Joaquín no se lo cree: Que Santa Lucía nos conserve la vista y nos la aclare, porque jamás
hemos tenido noticia de esta clase de vela, como no sea la simbólica de la Fe.
El cronista erre que erre: APues esta lámpara de suavísimo olor inconfundible
estuvo guardada hasta hace poco en el catedral de León. Era de piedra asbesto,
material ignífugo que nunca se consume. Y siguen las referencias de hechos
curiosos. Hay en la India un pájaro al que llaman cadario que tiene las mismas propiedades que el basilisco que, si
mira a uno cara a cara, es señal de vida ,y,
si tuerce la vista, es señal de muerte. Ya; le ocurre lo mesmo que ami P. Rector, que es bizco. El sujeto
en cuestión no debía ser alma de la devoción del amanuense, porque hablando de sus orejas en otra ocasión, nos
hace saber que las tenía también importantes. Pero la retahíla continúa, con
las referencias a una cabeza parlante (obsesión medieval de la Esfinge) que
sabe decir sí o no, como Cristo nos enseña. Todos los cibernéticos, que han
estudiado estas referencias, lo consideran el origen del ordenador. La llaman
la Testa de San Alejandro Magno, la
cual, a su vez, encuentra un anticipo en un artilugio descubierto por el papa
Silvestre II el año 1000 y que fue instalada en algunos conventos templarios.
Cuando se le inquiría de algún asunto contestaba afirmativa o negativamente. Se
dice que Abel escribió un libro sobre las virtudes de las plantas, pero el
pendolista no se muestra impresionado por el celo del escribidor de este
grimorio, que se lee de un tirón y crea el interés de una trama interesante con
poderío de intriga para atrapar la mente del lector, por retrotraer a la
terapéutica al hijo de Adán y Eva, asesinado por su hermano con una quijada de
asno. Pero Abel, representante de la bondad intrínseca o de esa energía
positiva que imanta a la naturaleza, se nos muestra como un heraldo de la
esperanza. No se trata de una idea descabellada, en oposición a su hermano
fratricida que encarna la envidia, la enfermedad, el mal de ojo, la Adefixio@. Caín es el padre de la mentira, la primera
víctima del instinto de violencia. Abel, por el contrario, encarna la magia
blanca, el deseo de paz y de armonía. Lo positivo. Suárez Pola se pregunta si en los tiempos
patriarcales hubiese sido inventada la escritura. )
Sabía escribir? Libro singular éste de Abel, y más mentiras.
Pero sigue deslumbrado por esa candela isidoriana, lámpara de Aladino, de
pábilo indestructible, que ilumina la noche oscura de los tiempos. No es más
que un símbolo del conocimiento desde la fe. Su luz nunca bañará los ojos de
los impostores, los falsarios, los torticeros. La verdad es la luz. La mentira,
el caos. Por eso, los embusteros siempre acaban mal. La palabra es el peldaño de
esa inmensa espiral de la escalera de caracol especulativa. Será el arma con que serán vencidos los hijos
de la noche. No hay que tener miedo al error , ni tampoco a la posibilidad de
equivocarse. Por eso son tan importantes las etimologías. Isidoro las utiliza
como vehículo mejor del conocimiento. El origen de las palabras y la
lexicografía son como el pájaro Acadario@que
si mira de frente es señal de vida y, si los tuerce, es que desaprueba a los
préditos que morirán. Dios es la verdad y la vida y sólo es posible contemplar
su rostro a partir de las grandezas y misterios de la naturaleza. El universo
es el sello de artífice. El orfebre muestra sus habilidades en la joya tallada
por sus dedos.
] ] ]
Spinosa había
predicado hacía un siglo ya esto. Dios está en todos los ámbitos y todo
constituye un reverbero de esa luz rutilante de la candela entrevista por san
Agustín y por san Isidoro. Era el
panteísmo nada más que una reminiscencia platónica. Por formular esta tesis
tacharon a Baruch, aquel sefardí que pensaba en estas cuestiones, mientras
tallaba el diamante y fumaba en pipa, bendito de Dios, de anatema; fue
descalificado como hereje y lo llegaron a expulsar de la sinagoga. Isidoro,
Agustín y san Buenaventura tuvieron un poco más de suerte. Ganaron un puesto en el catálogo de los
santos, pero así es la vida: llena de contrasentidos, trufada de paradojas. Sin
embargo, ortodoxia y heterodoxia, por encima de las sinrazones y prejuicios, se
dan la mano para avanzar por el camino del conocimiento. El positivismo y las
ciencias comparadas tienen su entronque en esa concepción panteísta de la
divinidad mirandose en el espejo de sus propias obras. Los enciclopédicos a lo
Diderot y los retóricos a lo Boileau son feudatarios de las etimologías
isidorianas y de las lucubraciones de aquel genial judío de Amsterdam, genio
incomprendido y envidiado que predicaba el método inductivo: de los sentidos
hacia la primera vibración y del alma de las cosas al alma del creador. Hay que
establecer categorías, predicar paralelos, hacer una relación de cuanto nos
rodea . Hay que estudiar, cotejar, experimentar, porque lo grande está en lo
pequeño y el microcosmos no es sino sucursal del macrocosmo. Los árboles y las
plantas son los abanderados del gran sello. En la isla del Hierro hay un árbol
( debía de estarse refiriendo al drago) que vive mil años y destila agua. Pregunté esto a un canario y díjome ser falso
lo de exhalar lágrimas, porque no es frecuente que lloren las plantas, por
carecer de ánima, pero cierto en lo de arraigarse por tan largo espacio en la
vida. Pregunté a un indiano y dio respuesta afirmativa. En las Indias hay
árboles que dan vino y pan. Non
capio[1].
] ] ]
En todo grimorio
debe de haber referencia a las brujas, porque durante toda la edad antigua se
venía creyendo que el Cabrón o diablo tenía concúbito con algunas mujeres y de esta cópula nacían seres extraños. Los
demonios son híbridos de hembra humana y de macho cabrío, y, con frecuencia la
resultante de una unión contra natura, pero Suárez Pola, sardónico y algo
descreído apostilla: Eso del concúbito nefando no es fácil
practicarlo. (Qué asco! La tierra es esférica y Dios hizo al
hombre del barro. No somos más que tarquín, puro lodo, formados a partir del
ops[2]
telúrico. Humus feraz que sustentan las cosechas, y, por ende,
imprevisibilidad, humor, alternancia. La naturaleza es el estrado o asiento de
los pies del Altísimo, porque en las cosas que Él toca o los caminos por los
que vaga, inescrutable e impenetrable, resplandecen las pisadas de la infinita
sabiduría. En las cosas deja señales de su amor. Por espetarlo así de claro
quedó proscrito Spinosa , pero el panteísmo ahora ya no suena a herejía. Los
sabios, los santos y los grandes pensadores escriben al dictado de esa divina
armonía. Para comprenderlo hay que ser un iniciado, e implorar el auxilio de la
Madre de los Vivientes. Todo viene a ser aquí fruto bendito de Vesta, engalanada de rayos de sol y que
se Aviste@ con la hermosa
librea de la fronda florida. El rayo de Júpiter fecunda su útero excelso. Todo
esto nos recuerda aquel Asin romperlo ni mancharlo@
utilizada por el P. Astete en su catecismo para explicar el misterio de la
Encarnación. De otra forma: el cristianismo no podría ser sin esa veneración de
la hiperdulía. Ella desjarretará al dragón, porque triunfó de la sierpe,
vencerá a la muerte. Comprobamos, pues, la maravillosa analogía latente entre
la Mujer del apocalipsis, vestida de sol, como Vesta, y calzada de luna, y la
forma en que se representa a esta Vesta romana, que no era sino la diosa
Cibeles de los griegos, sentada en una carroza- idea del movimiento y la
mutación constante, porque la rueda de su carro no es sino la redola o rota
céltica, el círculo infinito, cuyo epicentro siendo inamovible pone en
movimiento las demás cosas- triunfal que tira una yunta de leones domados,
porque toda la fuerza bruta ha de quedar rendida a sus pies. Porta en la
diestra una llave que abre la caja de los misterios, y un atabal o cetro a
siniestra que la vuelve imperiosa y temible. La corona en forma de torre que
ciñe sus sienes nos da idea de su realeza. El carro es la mudanza y la continua
sucesión. El símil no puede ser más feliz. Parece un exorcismo contra la
superstición. El autor, a estas alturas del libro, se declara admirador del P.
Feijoo , quien dedicó todo su Teatro Crítico a combatir los agüeros, tan
abundantes en la Asturias de aquella época. Es más; avanzando en suposiciones,
cabe la conjetura de que ALa Historia de la filosofía natural y de la magia
oculta@ fuese fruto encubierto que naciera de la pluma del
famoso benedictino gallego, porque la timidez y escaso deseos de relumbre, así
como la parsimonia de buen acuerdo que trasciende toda la obra no podría
deberse sino al cálamo iluminado de algún monje. El verdadero místico rebosa
salud. En la cordura de los centones medievales se hace gala de ese estado de ánimo propiciado por la
seguridad en la fe, muy lejos de las torturas y angustiosas de la modernidad.
Por eso, este libro puede que decepcione a los que buscan el morbo de lo
paranormal; rezuma esa sensatez de Feijoo, al que su hábito le hizo monje. Y
monje libre, nada cursi, afincado en la razón, y desdeñoso con la locura: Tiene la ciencia sus hipócritas, no menos
que la virtud, y no menos es engañado el vulgo por aquéllos que por éstos. Son
muchos los indoctos que pasan plaza de sabios@ .
Esta andanada contra los sucedáneos que tanto molestaban al indómito
benedictino, ya en la escala de la inteligencia ya en la de la santidad
postiza, va a ser el baremo de este buceo en el abismo de las fuerzas
escondidas. Sin embargo, a pesar de tal frase, en España hubo verdadera ciencia
y también verdadera santidad. Al igual que el planeta Tierra, la sabiduría y la
virtud celan su semblante a las miradas de aquellos que hacen alardes de haber
encontrado la verdad. Ésta no se sabrá del todo, porque es una sombra que se
prolonga al infinito como el rostro del Señor.
En todo escritor
de raza alienta el anhelo de alcanzar el origen cosmogónico, de saber las
causas, de parcelar la realidad, descubrir el entramado ontológico, de
establecer categorías.)Por qué la Tierra es centro de sí misma? Porque el
centro es indivisible. Por eso mismo, para cortar una hemorragia lo mejor es un
puñado de tierra; ésta detiene la sangre, al ser seca, fría y gruesa. Las
tierras gruesas sirven para cultivar trigo, y las delgadas, cebada. El polo de
gravedad depende de sí mismo.
Luego, el
escritor pasa a preguntarse cómo surgió Europa, dividida en 34 reinos. Su
nombre le viene de a hija de Agenoron, rey de Fenicia. Dentro del mapa del
Antiguo Continente, se distingue, igual que cabeza de dragón, de ferino
semblante y ríspido, un aspecto engañador, pues oculta la amenidad y clemencia
climática (leer la Loa de Alfonso X) la
Hispania. Como cada uno tiene una percepción diferente de un mismo hecho,
algunos ojos no miran para un dragón sino para la testuz de un bóvido en ademán
atacante, y de hay esa APiel de toro@ de
nuestras dulcedumbres y pesadillas.
El cuello de este
animal mitológico sería la Francia, el cuerpo, Alemania, y las alas del
basilisco alado serían Italia y el Queroneso, pues así le parecía a Estrabón
que fue el primer cartógrafo.
De Cádiz a Cabo
Peñas, observáramos que España no es afligida de sol violento, como el África,
ni sujeta a los intempestivos vientos de la Galia, ni región tan nebulosa como
Albión y la Hibernia. Opiano alaba a sus perros, pero hay muchos que la
consideran tierra de conejos. Para algunos autores es España la residencia del
dios Pan.)Será por esta causa por lo que a los hispanos nos
agrada tanto la fiesta? Aquí a la primera de cambio se tiran voladores, se
colocan gallardetes en las calles y se prepara un baile después de la
procesión. Y si ahora nos entretenemos con los circunloquios y mantenidas de la
prensa de la entrepierna antes se lo pasaba mejor organizando autos
sacramentales o rosarios de la aurora. La génesis de todo esto viene a ser la
misma. Y sin enmienda. Aunque las oscilaciones de esta tendencia den la vuelta
y vayan a un lado o otro como el péndulo, tan amigo de las extremidades.
Asia, por su
parte, recibe su denominación originaria por ser Asia la diosa hija de Océano y
de de Thais, la que fuera, a su vez, esposa de Jezabel. Dentro de la configuración
asiática, resalta el seno arábigo, rico en incienso, en mirra, en Agutta@ y
casia y otras maderas preciosas. Asia es el continente oloroso que se
desparrama hacia la AArabia Feliz@,
pero hay otra Arabia Pétrea, aposento de los grandes desiertos. Allí en las
cuencas del Eúfrates y el Tigris debió de estar el paraíso terrenal, del que ni
rastro queda. Conjetura nuestro anónimo con toda ponderación.
] ] ]
Continúa nuestro
autor pasando revista al atlas. De Oceanía dice ser la morada de los gigantes,
que viven doblado más que nosotros. En los polos, sus habitantes medio año no
ven el sol, pero el otro medio no se les esconde. En Hibernia, según Ptolomeo,
estaba la región del ocaso, la frontera con el caos.
Todas estas
nociones geográficas las entrevera con temas teológicos y litúrgicos. Salta de
corrido a hablar de las órdenes sagradas con sus jerarquías de minoristas,
subdiáconos, diáconos, presbíteros, obispos, metropolitas, archimandritas y
arzobispos. Nos dice que los minoristas cantan la epístola y limpian los vasos
sagrados.
Dicho esto, y en
la frenética carrera por impartir revelaciones y conocimientos, se refiere a
asuntos relacionados con la moral. Dos siglos después, algunas de sus
aseveraciones no tienen desperdicio. Alega, por ejemplo, que el matrimonio ha
sido instituido en función de la prole y la conservación de la especie, y
apunta al bien común, cuestión ésta por la cual aquellas personas con alguna
tara física o mental debieran abstenerse de casamiento. No es muy cristiano que
digamos esta obsesión eugenésica, pero cabe advertir que se trata de un jesuita
el que escribe.
A Cristo se le
representa en un arcosolio de las Catacumbas de San Calixto impartiendo la
bendición a una pareja nupcial. De esta forma aboca a la conclusión que es
pecado contra el Espíritu Santo violentar las normas genéticas y advierte con
varios siglos de adelanto que las manipulaciones, o lo que ha dado en llamarse
ahora ingeniería genética, representan un verdadero peligro de suicidio
colectivo para el género.
Por eso mismo,
desaconseja la poliandria o promiscuidad sexual, ya que conduce a la
esterilidad femenina y a la paternidad incierta. Pero el hombre en su carrera
por encauzar los conocimientos y meter en vereda a los caprichos del libre
albedrío quiere regresar a un estado primitivo de vida eterna e independencia
frente a la divinidad. La ciencia lo que está intentando es regresar al
edén. Se entusiasma con la noción de
querer volver a ser gigante.
Y a propósito de
esto, ) hay gigantes en Australia? Con sorna replica el
amanuense: No habrá que ir tan lejos; yo
vi a uno en Tineo, después de una romería. Calzaba almadreñas o zapatos de palo
que eran el tronco de un roble...
Los aires puros y
delgados preservan de la corrupción.
Los macrocritas
son tenidos por los más alejados habitantes del mundo. Tienen su residencia en
los montes hiperbóreos. (Habrá que ir a hacerlos una visita. No queda más
remedio!
Fue Elcano el
primero en dar la vuelta al mundo. Su nao AVictoria@ se
guardó durante muchos años en las
atarazanas de Sevilla, en homenaje a este marino que descubrió que el mundo era
rotundo o redondo, igual que una bola. Los primeros exploradores comprobaron la
redondez del globo terráqueo, pero fueron incapaces de determinar el lugar
donde se haya emplazado el paraíso.
Esa es una noción
que debemos a la fe, y al legado de la tradición propagado de boca en boca y de
oreja a oreja. Esta virtud teologal entra por el oído. Fides ex auditu. Esta virtud
pertenece a los mansos de corazón, pero los herejes de la diabólica secta de
Mahoma, cuyo articulado religioso se basa en el Alcorán, su único libro, tan
cerriles son que no quieren escuchar. Su profeta no sabía ni leer ni escribir,
y hacía como que sabía. Había domado una paloma que hacía que se posase junto
al hombro cuando hablaba y le metía el pico a la oreja y así todos los que le
escuchaban creían que tenía trato con el cielo y que recibía las suras que
copiaba un amanuense directamente desde la Arrizafa Paraíso de Alá,
directamente apuntadas por el Espíritu Santo, y de ahí el oscurantismo de sus
adeptos que consideraban verbo divino todas sus aberraciones y simplezas.
Tienen las facultades auditivas tupidas. Se resisten a la palabra de Dios. Moros
y turcos son recios de oído. Su fe es un
pisto o amasijo de las otros dos religiones monoteístas y en el Corán que
seguramente fue escrito por un monje nestoriano que apostató cuando le fue
denegado el patriarcado de Antioquía se deja ver la impronta arriana así como
algo de las prohibiciones del Talmud que veda la carne de los animales impuros
y manda santificar un día de la semana. Los musulmanes eligieron el viernes que
era la feria dedicada a Venus. Por eso sus
huríes, el sueño de todo creyente, y cuantas más mejor, bien cerradas en el
harén, bailan para sus maridos la danza del vientre. Por ese cabo no hay
prohibiciones al buen musulmán. El Profeta les deja hacer todo lo que les
apetece y si mueren en combate defendiendo al Islam les deparará Alá este
huerto inconcluso vergel de delicias.
]]]]
Cristo fue
concebido no por obra de varón sino por el resuello del Espíritu. Los
sarracenos creen en algún artículo de la religión católica, como por ejemplo,
admiten a Jesucristo, pero sólo como un profeta y veneran a la Virgen a la que
dicen Miriam. Ésta permanece todo el tiempo conferenciando con los ángeles y se
alimenta tan sólo de manjares celestiales.
La religión
cristiana está más extendida que ninguna otra. Oh, utinam!(ojalá), pues quien quiera leer más mentiras sobre el tema
lea el tomo de San Antonio Abad, o de no sé qué autor, pero que en Roma no
gusta. Aquí se refiere el comentarista a la historia del Preste Juan de las
Indias sobre el que se explaya el autor del grimorio, del que circuló una
leyenda medieval referente al sebastianismo. El preste Juan de Las Indias, un
portugués, creyó que el origen de la cristiandad era africano y que las
primeras comunidades surgieron en Libia.
Esta noción fue
la que hizo despachar a misioneros que fueron bojando la costa del Índico
encontrando solamente cristianos de rito melquita y maronita. Entre esa
expediciones figuraron dos padres jesuitas: Meliá y Mayor. En Nubia las mujeres
son muy hermosas y se crían para vender. La esposa primera de Agustín era
precisamente númida. Vender mujeres en el mercado no creo que sea
muy cristiano, como dice Feijóo, autor
al que yo tengo en mucha consideración, en sus diatribas contra los frailes
embusteros.
Los reyes de
España tienen la gracia de ahuyentar demonios, por haberse distinguido sus
antecesores en la propagación y defensa de la fe, dice el P. Pellicer. Está
comprobado que la imposición ritual de manos era anterior a los apóstoles.
Agripa y Vespasiano sanaban colocando los dedos sobre la testa de los
enfermos.
[1]Cátedra de Prima se llamaba así por ser la que se
impartía a primera hora de la mañana. Era un escolasticismo que permaneció en las universidades españolas desde el
Medievo. Góngora ridiculizaba a los catedráticos de Prima, por lo general
clérigos, de esta forma:@ Por la mañana una hora de prima y por la tarde de Asobrina@
[2]garceos, o
vacceos. También várdulos. Una tribu que vivía al norte de la meseta central.
[1].
Esta frase de non capio y non
capisco ( no entiendo) era una muletilla constante entre las disputas
teológicas que tuvieron por escenario la universidad de Salamanca entre
jesuitas suarecianos y dominicos tomistas. Algunas veces eran tan apasionadas
que acabana en la riña, en la bronca descarada o en el insulto, como aquella
vez que un jesuita le estaba diciendo a un fraile de Santo Domingo:
-Rubucundus erat Iudas. Porque
rubio era Tomás.
Y el otro le replica:
-Sed, de Societate Iesu.
Esto es: de la Compañía de Jesús
[2].
Ops y Ope era la diosa de la abundancia, lo que hace germinar a las
plantas. Voz antiquísima que nos revierte a algo que llega implícito al
cristianismo, como una aseveración o afirmación de la deidad femenina en la
veneración sincretista envuelto en el velo de Isis o procesionando detrás del
peplo de Cibeles. Maga y Madre Magna. María. Siempre Virgen.
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