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ALMA MIA ALABA AL SEÑOR Y
TRANSFIGURATE EN SU RESURRECCION. VISPERAS EN UNA CATEDRAL RUSA.
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EL CANTO A JESUS EN UNA CATEDRAL RUSA
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Tarde de domingo
melancólica. Cae la lluvia sobre Madrid, se empapa el alma, abril aguas mil. Es
el primer domingo de cuaresma para los rusos y gracias a esta maravilla que es
Internet- un invento judío- pincho el sitio Grad Petrov y desde ocho mil kilómetros
de distancia asisto a las maravillosas vísperas. Toda la liturgia es cantada.
Oficia el primado Patriarca Cirilo de Moscú estos oficios cuaresmales quien
pronuncia una homilía (propavied) de apenas siete minutos. Su voz se
transfigura y aunque no entiendo muy bien el eslavónico anoto que el nombre de
JESUS lo repiten hasta doscientas veces. Es como estar una hora en el
monte Tabor porque el cristianismo es la religión de la transfiguración.
La melopea de los
coros es repetitiva, siguiendo la tradición hesicastica y resuena bajo las
bóvedas de la Preobranyensky de San Petersburgo que así llamaban los oficiales
de la guardia del zar y el vulgo la conoce como San Isaac, el templo mayor del
mundo. Supera en dimensiones al Vaticano. La melodía que viene de allá empapa
el alma como la lluvia que besa las madreselvas de mi jardín y a los castaños
que enveran.
Oh dulce Jesús llena
mi alma. Uno se sumerge en las aguas del Jordán, pide perdón por sus pecados,
se llena de esperanza y ve el mundo, este mundo nuestro invadido por las
pasiones que rinde tributo al dinero, a la concupiscencia de los sentidos, y a
todo ese griterío venal de un país sumido en la campaña de elecciones como es
España, el pueblo aturdido y tratando de sobrevivir. Oh Jesús. Consuela a los
desconsolados, alimenta a los hambrientos, da esperanza a los desesperados,
llena su corazón.
Fides ex auditu. La fe
entra por el oído decían los santos padres del yermo y eso los ortodoxos lo
cumplen a rajatabla a sabiendas que la fe cristiana es belleza, compasión,
perdón, mientras aquí nuestros curas andan con milongas y con sus tiradas que
si el papa que si la infabilidad de la iglesia, todo ese oscurantismo sin
sonrisas. Lázaro sal fuera, toma tu camilla y anda. En nuestros largos sermones
y encíclicas se habla poco de Cristo, el que trajo la esperanza y la redención
y nos entregamos a juegos florales y caxigalinas. Es por lo que nuestros
templos están vacíos mientras en el Este aumentan las congregaciones.
Y es que aquí todo se
vuelve político pero nuestro divino Jesús no era un político sino un profeta,
un terapeuta que sanaba las almas, un taumaturgo que obraba milagros, un mago
que encantó todos los ámbitos de la vida humana y un artista que desbarató las
malas artes del diablo. Hienden el aire las letanías, atruenan después las
respuestas de los coros.
Es el canto diaconal
que obra un efecto de bálsamo sobre las conciencias. Un sedante para el
espíritu No hay que explicar, no hay que entender, no hay que razonar, dejemos
que hable el corazón y esto es el hesicasmo repetitivo, el rezo de pie, pero el
cuerpo no se cansa durante la hora larga que dura el oficio. Es el efecto “ s o
b o r n o s t” (catedralidad) que sólo posee la inigualable liturgia rusa y que
ha perdido – antes del Concilio la tenía- el rito romano. Esta tarde a través
de la lluvia y este chisme, mi ordenata, mi alma se ha esponjado en la mirada
alentadora de Jesús, el dulce Redentor. La fe entra por el oído. Alma mía,
alaba al Señor
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