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martes, 18 de abril de 2023

 DRAGÓ

 

DE mortuis nisi bene dice el clásico no se puede hablar mal de un difunto. Sin embargo, Sánchez Dragó se ha ido queriendo vivir cien años siendo inmortal me parecía un tipo odioso repugnante archi machista jactándose de fornicar sin condón y tumbar a adolescentes niponas. La cosa está bien vista en esta época. Aqueronte, sin embargo,  aguarda.

 Tengo que confesar y sintiéndolo mucho que no es ira ni revancha lo que siento, pero Sánchez Dragó era un escritor producto de este régimen: chaquetero, pelota, acomodaticio. Blasonaba de su poderío en la cama y de sus conquistas sexuales. Tenía un harén en la provincia más despoblada y altiva de España. 

Impertinente, pugnaz, petulante y engreído so capa de una humildad con aparente simpatía para querer agradar. Oí decir en el Café Gijón donde aparecía de vez en cuando rodeado de un coro de fámulas ninfas del cantón cultalatiniparlas que habían salido del bar de filosofía que se le notaba que tenía las siete señas del hijoputa la barba en parroquias el mentón saliente etc. Luego dejó de ir porque en aquel local solo había derrumbados y Dragó  se desvivía por la pela. 

En sus programas por la tele quería calzarse el coturno, adoptando una pose doctoral de sabelotodo con voz de borracho cascada seguramente por el tabaco o el montón de pastillas que tomaba, aburría a la parroquia. El haber estado en Carabanchel quince días lo explotó que tú no veas. Sabía sacarle partido. 

A veces las mujeres le pagaban por acostarse con ellas. No necesitaba mamporrero todo un chulo de las entrevistadoras a las cuales se trajinaba, Nunca me gustó su gesto libidinoso de una alegría fofa. Un halo porno bañaba toda su persona. RIP

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