BRUJAS Y CONJUROS
España es uno de los países menos supersticiosos del mundo. Sin embargo, brujas, sorguinas, saludadoras, videntes y profetisas haberlas haylas. Me he pasado la tarde leyendo la Historia de los Heterodoxos de Menéndez y Pelayo y allí nos habla don Marcelino de los procesos inquisitoriales de aquellos deanes de la catedral de Sevilla Constantino, Egidio y otros curas conversos que no creían en las indulgencias, profesaban la dogmática luterana de la fe sin obras, basta la sangre de Jesucristo para salvarnos. Tampoco en el purgatorio ni en la transubstanciación. Huyeron casi todos a Flandes o a Inglaterra. Fueron quemados en estatua. Unos frailes jerónimos del monasterio de San Isidro a la orilla del Guadalquivir fueron encerrados en la Torre del Oro y después de un largo proceso y muchas cadenas acabaron en el tostadero.
Corrían los tiempos recios del siglo XVI. Hasta las verduleras estaban entendidas en teología. La fe era más importante que el sexo. Constantino tomó mujer antes de recibir el presbiterado. Y hubo aberraciones desde luego como las del cura Chamizo párroco de Zafra confesor solicitante que proponía el amor como último remedio para la unión con Cristo. Y de estos tremendos consejos no sé cuantas monjas quedaron preñadas de su director espiritual. Aquel padre Chamizo debía de ser la leche.
El Santo Oficio tomó cartas en el asunto y fueron condenados a ser emparedados. No pudieron aquellos pobres tener muerte más cruel. Era la dureza de los tiempos.
Por ende me congratulo que el gobierno actual haya promulgado una ley para equiparar a todas las religiones. Católicos, ortodoxos, musulmanes, protestantes, budistas, episcopalitos han de tener el mismo derecho y ventajas fiduciarias del catolicismo. Podrá decirse con Azaña que España ha dejado de ser católico. Es una contramedida que marca un hito.
La libertad de conciencia es un privilegio al ser humano. Que cada uno piense y adore al Dios que quiera. Suum cuique. A cada cual lo suyo
Yo sigo siendo católico y creo en el mandamiento nuevo que se basa en el amor. Quizá en aquellos tiempos inquisitoriales la iglesia fuese poco caritativa. La creencia en dios o en un ser superior forma parta de pertenecer a una estirpe. Por eso cuando falta la religión con une a lo sobrenatural viene sustituyéndolas lo preternatural: la creencia en milagrerías, ensalmos, conjuros, brujas, sorguinas, curanderos, videntes. Dios es sustituido por el diablo.
Don Marcelino trae a colación una formula de ensalmo que me ha hecho mucha gracia:
Yo te conjuro
Por tizón
Por el carbón
Por los cuernos del Cabrón
Y por cuantos diaños penan en su morada son
Por el diablo cojuelo
De mi anhelo
Para que con pronto vuelo
Me traigas a Valdemar
Cruzando la mar
Que3 venga y no sed detenga
Cruce el aire cual torbellino
Sin que encuentre tropiezo en su camino
Liante tunante pata de cabra
Y muera sin confesión
amen
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