Bigoteras y marbetes
Encontré llorando a mi amigo
Liborio a las puertas del convento: "qué te pasa pues" "Le los
cuadernos de fuego y quemé mi alma". "Vaya por Dios" "¿Y es
irreversible? los lictores portaban las fasces y el gato de siete colas con las
que azotaban a los reos. metí la vertedera de los recuerdos y me salió el cromo
balón de mi infancia triste, llantos y fracasos, malos pasos de los que me arrepentí.
En 1981 viví unas navidades revolucionarias en Polonia y por la radio escuchaba
las cartas desde América de sir Alistair Cook un inglesote de voz pulida y algo
nasalizada. En Montesana cerca de Betulia me prendió la justicia e ingresé en
prisiones. Cuando me llevaban los civiles yo escuchaba una voz interior que me
acariciaba y decía: "Villeguillo, tienes que buscar a Dios dentro de
ti". Hacía bastante calor. Era en pleno de agosto y las cúpulas y las
torres de las iglesias hervían como sartenes. En la celda hice lo posible por
liberarme de mí mismo pero no podía evadir de la memoria el rostro de aquella
mujer. Los presos gallegos habían organizado una queimada me invitaron y no
fui. Sonaba en la galería de abajo el ronco fuelle de la gaita tocando
muñeiras. Tristes fueron mis prisiones. Pasaba mis ocios en la hemeroteca del
presidio donde había periódicos de los años 60. Me gustaba mirar las fotos que
traía el ABC del canciller Erhardt que fumaba puros kilométricos símbolo del
desarrollo económico. Como soy fumador en pipa las casas comerciales me traían sus
brezos para que los desfogara. Luego se vendían a precio de oro aquellas
cachimbas Dunhill bien preparadas y desbastadas por nosotros. A los seis años
cumplí condena y me vi a las puertas de la cárcel con mi hatillo en bandolera y
el ancho mundo a mis pies. Aquel año emprendí mi viaje inicatico subiendo por
las peñas de la cordillera de la literatura me asomaba a abismos desconocidos
pero como no tengo vértigo salí indemne. Emprendí mi camino desde el penal de
los Reyes hermoso paisaje de Valencia. Los mirlos ("ousel") saludaban
al pobre vagabundo sin fortuna. ¿Adonde el camino irá?
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