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domingo, 4 de septiembre de 2022

 LOGOS Y NOUS. LAS MAREAS DE SAN AGUSTIN

 

Septiembre mágico las mareas más vivas del año. Voy pisando la acariciante arena del estero con la olas lamiendo los mil pinreles a mi lado. Este es un lugar para la contemplación. Nos reta el horizonte. Hojeo las Confesiones de Agustín pero vuelvo a Santo Tomás.

El de Tagaste es demasiado retórico. Muy discursivo y la contemplación es un pasmo, una advertencia del Consolador.

Es el aviso de que no estamos solos y apabullados por la avalancha de noticias y sermones. Lejos de mí tales accidentes. Dadme esencias y sustancias sustantivas en mi pobre realidad del ser, del tener y del haber. El hombre viene al mundo dentro de una gota de lefa destinada  ser correo pero sobre las miserias del cuerpo flota la grandeza del “nous”. Wes el logos on todas las herramientas de las facultades cognoscitivas a través de los sentidos. ¿Podrá acceder al conocimiento de Dios y pegar un salta de metamorfosis y convertirse en mariposa de resurrección?

 Sal, Pablo, de la gusanera. Fuiste derribado del caballo. Levántate y sacúdete del barro escucha la sentencia de los griegos: “Kazaetsa” y kazekon” lo que conviene (quod decet), lo que fue escrito. Sustine et abstine.

 Juega a la no presencia. Acércate y aléjate al mismo tiempo. Practica la abstinencia del vientre, la lujuria, la codicia, la ira, la tristeza. Es el mejor camino para la virtud. Domina las pasiones.

 Vuelve las espaldas al mundo. Mírale con ojos críticos y no te dejes seducir por las apariencias. Darle a tus semejantes el beneficio de la duda esto es: cantaleta.

Agustín perdió el amor de aquella bella negra su esclava que compró su padre en la catasta de Tagaste. Renunció a ella para ser obispo. Todo un pecado mortal. Se consoló con la retórica.

 Tomás sin embargo venció a la lujuria y fue paladín de la castidad. Yo creo que en el cielo de la teología voló más alto que el africano. Uno conoció la dicha del amor carnal que representa el consuelo más dulce que hay en esta vida, un regalo que los dioses deparan a los mortales.

El otro prefirió el amor divino mucho más impersonal y etéreo. El obispo iba a escondidas a visitar la tumba de su hijo Adeodato y a suspirar por la esclava a la que nunca volvió a ver más.

 Tomás por el contrario tiró a una odalisca que le vino a ofrecer sus favores por la ventana de su celda y se emasculó el deseo quemando los órganos sexuales con un tizón candente. ¡Qué horror pero así eran los santos medievales!

 Fue más inhumano seguramente pero dicen que Tomás de Aquino consumó su ciclo cargado de virtudes y perfecciones en sus pocos cuarenta y ocho años. Pero vio a un buey volar. En estos dramas de la vida mística voy pensando mientras ando la playa arriba y abajo. El estero ha crecido, la tierra ganó terreno a la mar. Son las mareas vivas que aquí llaman de San Agustín en contraste con las mareas muertas de marzo  enero.

 Hay una luna con paraselene en el horizonte que anuncia agua. Vuelvo sobre mis pasos y refreso mi rostro con el dulce orvallo asturiano. Llueva Dios del cielo el agua que necesitamos

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