LOGOS Y NOUS. LAS MAREAS DE SAN AGUSTIN
Septiembre mágico las
mareas más vivas del año. Voy pisando la acariciante arena del estero con la
olas lamiendo los mil pinreles a mi lado. Este es un lugar para la contemplación.
Nos reta el horizonte. Hojeo las Confesiones de Agustín pero vuelvo a Santo
Tomás.
El de Tagaste es
demasiado retórico. Muy discursivo y la contemplación es un pasmo, una
advertencia del Consolador.
Es el aviso de que no
estamos solos y apabullados por la avalancha de noticias y sermones. Lejos de
mí tales accidentes. Dadme esencias y sustancias sustantivas en mi pobre
realidad del ser, del tener y del haber. El hombre viene al mundo dentro de una
gota de lefa destinada ser correo pero
sobre las miserias del cuerpo flota la grandeza del “nous”. Wes el logos on todas las herramientas de las facultades
cognoscitivas a través de los sentidos. ¿Podrá acceder al conocimiento de Dios
y pegar un salta de metamorfosis y convertirse en mariposa de resurrección?
Sal, Pablo, de la gusanera. Fuiste derribado
del caballo. Levántate y sacúdete del barro escucha la sentencia de los
griegos: “Kazaetsa” y kazekon” lo que conviene (quod decet), lo que fue escrito. Sustine et abstine.
Juega a la no presencia. Acércate y aléjate al
mismo tiempo. Practica la abstinencia del vientre, la lujuria, la codicia, la
ira, la tristeza. Es el mejor camino para la virtud. Domina las pasiones.
Vuelve las espaldas al mundo. Mírale con ojos críticos
y no te dejes seducir por las apariencias. Darle a tus semejantes el beneficio
de la duda esto es: cantaleta.
Agustín perdió el amor
de aquella bella negra su esclava que compró su padre en la catasta de Tagaste.
Renunció a ella para ser obispo. Todo un pecado mortal. Se consoló con la
retórica.
Tomás sin embargo venció a la lujuria y fue
paladín de la castidad. Yo creo que en el cielo de la teología voló más alto
que el africano. Uno conoció la dicha del amor carnal que representa el
consuelo más dulce que hay en esta vida, un regalo que los dioses deparan a los
mortales.
El otro prefirió el
amor divino mucho más impersonal y etéreo. El obispo iba a escondidas a visitar
la tumba de su hijo Adeodato y a suspirar por la esclava a la que nunca volvió
a ver más.
Tomás por el contrario tiró a una odalisca que
le vino a ofrecer sus favores por la ventana de su celda y se emasculó el deseo
quemando los órganos sexuales con un tizón candente. ¡Qué horror pero así eran
los santos medievales!
Fue más inhumano seguramente pero dicen que
Tomás de Aquino consumó su ciclo cargado de virtudes y perfecciones en sus
pocos cuarenta y ocho años. Pero vio a un buey volar. En estos dramas de la
vida mística voy pensando mientras ando la playa arriba y abajo. El estero ha
crecido, la tierra ganó terreno a la mar. Son las mareas vivas que aquí llaman
de San Agustín en contraste con las mareas muertas de marzo enero.
Hay una luna con paraselene en el horizonte
que anuncia agua. Vuelvo sobre mis pasos y refreso mi rostro con el dulce
orvallo asturiano. Llueva Dios del cielo el agua que necesitamos
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