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jueves, 15 de marzo de 2018

EL PADRE LAS CASAS PADRE DE LA LEYENDA NEGRA ERA CATALÁN. APUNTES PARA UN ESTUDIO DE LA HISPANOFOBIA


 
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EL PADRE LAS CASAS ERA CATALÁN

 

En mi libro sobre el autor del Lazarillo quise bucear dentro del intrincado mundo de los conversos (mar sin fondo); uno de mis hallazgos fue la personalidad de algunos ellos.

Dice al respecto Rodolfo Jimeno en su biografía sobre el autor de la Leyenda Negra, al estudiar sus orígenes — una familia barcelonesa que se estableció en Sevilla y cambia el apellido de Casaus a Las Casas— que los conversos al abrazar el catolicismo portan consigo la llama del fuego sagrado, gran parte de los mismos toman las ordenes sagradas.

El celo converso les lleva a querer ser más papistas que el papa.

Son grafómanos como Teresa de Jesús, el mismo Cervantes y la mayoría de los autores del género picaresco. Vallejo Nájera al estudiar la psicología del padre de la Leyenda Negra encuentra en su personalidad una hipertrofia del yo, exhibicionismo mental. Es acreedor de una idea fija y monotemática. Esa obsesión por el holocausto y el afán de vindicta.

Los judíos dicen carecer de historia, sólo tienen memoria. Intentan dar la vuelta a los anales. Tito Livio, Tácito, Salustio, Cesar, La guerra de las Galias, — tienen a prurito desde los tiempos de Vespasiano la inquina hacia Roma— los cronistas de Indias, Menéndez y Pelayo, Hilaire Belloc etc son unos pobres payasos, saltimbanquis de la bibliografía.

Su idea es quemar los libros de historia que no les conviene. Según ellos, el mundo no existe antes de 1989, el año de la Gran Revancha. Las Casas era un megalómano. Se creía un elegido del altísimo y tal preeminencia le condujo a esa paranoia privativa de los conversos. Que tienen una visión deformada del mundo. Son tercos, abrumadores y pleitistas, muñidores de guerras y conflictos porque sobre ellos cae la maldición del campo de Haceldama donde se ahorcó Judas. Acusan de “conspiranoicos” a quienes no piensan como ellos. Carecen de afección a sus semejantes. Desprecian a los demás por no pertenecer a los elegidos. Es la idea del “goim”: un ser inferior homologable con las bestias, se les puede matar y esclavizar sin ningún miramiento, no son hijos de Dios (terrible creencia de los sionistas).

Son grafómanos. Gran verdad. Este es el estilo por ejemplo del New York Times que se adhibe a un pensamiento único desdeñando las galas literarias, estilo premioso, párrafo largo y ambivalente. Gran parte de los autores judíos participan de esta estética “no frills” sin adornos que desprecia el arte por el arte y se manifiesta utilitarista. Lo suyo es la obsesión política como subalterna de la revolución. Según Vallejo Nájera los escritos de Las Casas son incoherentes. En su delirio de grandeza cambian de nombre para fingirse miembros de importantes familias. Así Las Casas se convierte en Casaus. De esta forma combaten las ejecutorias de hidalguía y la limpieza de sangre tan importante en la España de XVI.

A lo que parece, han vuelto los conversos con su odio contra España y el afán de revancha. Puigdemont y sus muchachos no son más que meros monaguillos de la sinagoga que menean el incensario del rencor y la confusión durante esta misa negra a la cual asistimos, consternados, los españoles desde hace algún tiempo. La conjura es evidente: quieren destruir nuestra nación. Es el negocio de la España de las autonomías y en último grado, el fin de España y de su constitución escrita por veinte masones.

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