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domingo, 3 de septiembre de 2017

¡VAYA CON FUENCISLO!


 FUENCISLO MANDOME CALLAR CUANDO CANTABA EL CREDO DE NICEA

 

¡Madre del verbo divino como anda el clero! No es lo mismo decirlo como verlo. Estibamos en misa de tres ante el altar de la Virgen y yo acometí las contundentes notas gregorianas del símbolo de la fe. Atanasio scripsit: credo in unum Deum… pues dejóme con la palabra en la boca. Trágame tierra. ¿Y era ese don Fuencislo tu compañero de terna? Pues sí parece que sí. Se trata de un curita muy activo y radical en eso del cumplimiento de las normas del Vaticano II qua de causa tiene vara alta en palacio con el obispo que mandó quitar de las calles de la ciudad nombres franquistas y erradicar símbolos del anterior régimen.

Les llevan los mismísimos demonios cuando escuchan hablar en latín y mira que la ocasión era sentimentalmente muy emotiva: nos volvíamos a reunir al cabo de cincuenta años los que estudiábamos latinidad en aquel seminario destartalado Y ahora es sede de fantasmas y cobijo de recuerdos entrañables. Don Fuencislo con muy poca caridad me dijo tú ya no eres de los nuestros. Por poco me planto a llorar. Agaché la cabeza compungido y no dije nada vaya un recibimiento que me hizo. Fuencislo opera como rector de una casa de acogida donde se a albergue a los extranjeros y se da a los españoles con la puerta en las narices maldita oeneje iglesia de mi alma hay que ver lo bajo que has caído. Si las cosas siguen por su cauce a Fuencislo pronto lo harán obispo.

Ya no somos los mismos. Muy poco queda de aquel pasado ¿Qué fue de aquellos pipiolos inocentes que cantaban allá por 1956 dulces plegarias a Nuestra Señora tomad Virgen pura nuestros corazones en las sabatinas de mayo? No me reconocí en el exabrupto de mi antiguo condiscípulo. No podía ser él el mismo que aquel chaval pecoso con muchos rizos y voz de marica que cantaba en la schola cantorum de tiple segundo. Los hados o las parcas lo habían transformado en un cura antipático, ambicioso y arisco.

Godiola otro compañero que colgó los hábitos y acudió al reencuentro que terminó como el rosario de la aurora me daba con el codo para que callase y no saltase pues sabe que yo no me hago de pencas cuando hay que soltar el gallo. Podría haberla liado parda. Aquí hay que estarse callados como en misa chaval… chist…

Habíamos preparado aquel encuentro con toda la ilusión del mundo y Fuencislo y sus acólitos me habían dejado en ridículo. Una encerrona en la capilla del Menor. Lo normal. Urries y argomas lecho de zarzas nunca rosas y luego pediluvios y maniluvios.  Esa es tu expectativa, Aderito que tu destino es sufrir y callar. Aquella mañana me regalaron unas disciplinas y la cruz del rallo de un cilicio aquellos tíos. Aunque, como no deseaba masturbarme, para ahogar en vino el desencanto me fui al bodega donde paraba para hacer un descanso en el camino cuando venía de confesar a Santa Teresa, san Juan de la Cruz. La taberna que está mismamente a la bajada de las escalerillas de san Roque cabe el postigo de Santiago y empiné el codo de lo lindo bebiendo de jarro místico para calmar mi sed y mis ansias. Aquel morapio sabía a vinagre aquella tarde, sin embargo.

Todos hacían la higa como Pilatos y se santiguaban. Los muy hipócritas me dejaron en la estacada. Mientras las furias clamaban desde lo alto del cerro:

▬ Hay que correr a hostias a ese advenedizo. Nadie puede llegar a ser algo en la vida con ese nombre que te dieron en la pila del bautismo.

Y yo contestaba a las harpías que mandó soltar don Fuencislo:

▬ Iros todos a la mierda, circuncisos. La madre que os abatanó hizo vos tornadizos. Habéis pasado del saludo a la romana al puño cerrado. En Segovia entré desnudo y descalzo salgo silbando Aquila canción de Segovia ni la burra ni la novia. Permitidme que recuda el polvo de mis sandalias porque de esta ciudad de señorones hidalgos de gotera y picaros no quiero ni el polvo las zapatillas. ¡Fuera perailes!

Me acanteaban desde arriba todas las putas monjas recién salidas de un convento donde hubo emparedadas amantes de capellanes lujuriosos que se las beneficiaban en el confesionario; mas yo como si tal cosa.

El diablo se paseaba por las riberas del Eresma. Lo vio uno de los nuestros al amanecer cuando venía con el coche al pasar por la alameda cerca de la estación de Rivadeveba.

Se alborotaron las aguas de los viejos tiempos y ahora en la iglesia de Dios rugía la galerna. La barca de Pedro se estaba yendo a pique.

 Ya no se dice ni se puede decir et expecto resurrectionem mortuorum. Lo importante es lo de tejas abajo: la economía, el asilo a musulmanes, andarse todos los días veinte kilómetros para estar fuertes y echar un polvo sin viagra. Seguir gozando de nuestros momios; la seguridad social gratis para moros y extranjeros, el botellón, la violencia de género todos los días acuchillan a una y cada dos segundos ocurría un adulterio, la nueva moral de los judeo conversos. Y eso de la vida que vendrá en el siglo futuro don Fuencislo dice que nanay del Paraguay. Hay que dar primacía a lo laico judaico. Destruir la vieja religión de un pueblo y votar a Podemos y encarguemos misas negras a don Fuencislo para que las rece con su puta madre. Encontré que aquellos valores en los que yo creía y por los que luché con ahínco carecían de vigencia. San Frutos el eremita de las luengas barbas me miró airado desde su hornacina de la catedral mientras pasaba página con furia de su libro de rezo fulminándome no con ojos de bienaventurado porque nuestro santo tutelar se había transformado en basilisco mientras leía una secuencia del libro del Apocalipsis:

▬ Si no te callas, modorro, te atizo

Y esgrimió el anacoreta su cayado con el que trazó una raya en la piedra tajada la roca se abrió y los moros que lo perecieron en la sima de aquí ni un paso más pero eso fue hace mas de quince siglos ahora los moros han pasado entran y salen por la frontera como Pedro por su casa y pronto arrojarán a los pobres cristianos a la mar con la convivencia infame de clérigos sin conciencia y libeláticos obispos como ese tal Fuencislo

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