FUENCISLO MANDOME CALLAR
CUANDO CANTABA EL CREDO DE NICEA
¡Madre del verbo divino como anda
el clero! No es lo mismo decirlo como verlo. Estibamos en misa de tres ante el
altar de la Virgen y yo
acometí las contundentes notas gregorianas del símbolo de la fe. Atanasio scripsit:
credo in unum Deum… pues dejóme con la palabra en la boca. Trágame tierra. ¿Y
era ese don Fuencislo tu compañero de terna? Pues sí parece que sí. Se trata de
un curita muy activo y radical en eso del cumplimiento de las normas del Vaticano
II qua de causa tiene vara alta en palacio con el obispo que mandó quitar de
las calles de la ciudad nombres franquistas y erradicar símbolos del anterior
régimen.
Les llevan los mismísimos
demonios cuando escuchan hablar en latín y mira que la ocasión era
sentimentalmente muy emotiva: nos volvíamos a reunir al cabo de cincuenta años
los que estudiábamos latinidad en aquel seminario destartalado Y ahora es sede
de fantasmas y cobijo de recuerdos entrañables. Don Fuencislo con muy poca
caridad me dijo tú ya no eres de los nuestros. Por poco me planto a llorar.
Agaché la cabeza compungido y no dije nada vaya un recibimiento que me hizo.
Fuencislo opera como rector de una casa de acogida donde se a albergue a los
extranjeros y se da a los españoles con la puerta en las narices maldita oeneje
iglesia de mi alma hay que ver lo bajo que has caído. Si las cosas siguen por
su cauce a Fuencislo pronto lo harán obispo.
Ya no somos los mismos. Muy poco
queda de aquel pasado ¿Qué fue de aquellos pipiolos inocentes que cantaban allá
por 1956 dulces plegarias a Nuestra Señora tomad Virgen pura nuestros corazones
en las sabatinas de mayo? No me reconocí en el exabrupto de mi antiguo
condiscípulo. No podía ser él el mismo que aquel chaval pecoso con muchos rizos
y voz de marica que cantaba en la schola cantorum de tiple segundo. Los hados o
las parcas lo habían transformado en un cura antipático, ambicioso y arisco.
Godiola otro compañero que colgó
los hábitos y acudió al reencuentro que terminó como el rosario de la aurora me
daba con el codo para que callase y no saltase pues sabe que yo no me hago de
pencas cuando hay que soltar el gallo. Podría haberla liado parda. Aquí hay que
estarse callados como en misa chaval… chist…
Habíamos preparado aquel
encuentro con toda la ilusión del mundo y Fuencislo y sus acólitos me habían
dejado en ridículo. Una encerrona en la capilla del Menor. Lo normal. Urries y
argomas lecho de zarzas nunca rosas y luego pediluvios y maniluvios. Esa es tu expectativa, Aderito que tu destino
es sufrir y callar. Aquella mañana me regalaron unas disciplinas y la cruz del
rallo de un cilicio aquellos tíos. Aunque, como no deseaba masturbarme, para
ahogar en vino el desencanto me fui al bodega donde paraba para hacer un
descanso en el camino cuando venía de confesar a Santa Teresa, san Juan de la Cruz.
La taberna que está mismamente a la bajada de las
escalerillas de san Roque cabe el postigo de Santiago y empiné el codo de lo
lindo bebiendo de jarro místico para calmar mi sed y mis ansias. Aquel morapio
sabía a vinagre aquella tarde, sin embargo.
Todos hacían la higa como Pilatos
y se santiguaban. Los muy hipócritas me dejaron en la estacada. Mientras las
furias clamaban desde lo alto del cerro:
▬ Hay que correr a hostias a ese
advenedizo. Nadie puede llegar a ser algo en la vida con ese nombre que te
dieron en la pila del bautismo.
Y yo contestaba a las harpías que
mandó soltar don Fuencislo:
▬ Iros todos a la mierda, circuncisos.
La madre que os abatanó hizo vos tornadizos. Habéis pasado del saludo a la
romana al puño cerrado. En Segovia entré desnudo y descalzo salgo silbando
Aquila canción de Segovia ni la burra ni la novia. Permitidme que recuda el
polvo de mis sandalias porque de esta ciudad de señorones hidalgos de gotera y
picaros no quiero ni el polvo las zapatillas. ¡Fuera perailes!
Me acanteaban desde arriba todas
las putas monjas recién salidas de un convento donde hubo emparedadas amantes
de capellanes lujuriosos que se las beneficiaban en el confesionario; mas yo
como si tal cosa.
El diablo se paseaba por las
riberas del Eresma. Lo vio uno de los nuestros al amanecer cuando venía con el
coche al pasar por la alameda cerca de la estación de Rivadeveba.
Se alborotaron las aguas de los
viejos tiempos y ahora en la iglesia de Dios rugía la galerna. La barca de
Pedro se estaba yendo a pique.
Ya no se dice ni se puede decir et expecto resurrectionem mortuorum. Lo
importante es lo de tejas abajo: la economía, el asilo a musulmanes, andarse
todos los días veinte kilómetros para estar fuertes y echar un polvo sin
viagra. Seguir gozando de nuestros momios; la seguridad social gratis para
moros y extranjeros, el botellón, la violencia de género todos los días
acuchillan a una y cada dos segundos ocurría un adulterio, la nueva moral de
los judeo conversos. Y eso de la vida que vendrá en el siglo futuro don
Fuencislo dice que nanay del Paraguay. Hay que dar primacía a lo laico judaico.
Destruir la vieja religión de un pueblo y votar a Podemos y encarguemos misas
negras a don Fuencislo para que las rece con su puta madre. Encontré que
aquellos valores en los que yo creía y por los que luché con ahínco carecían de
vigencia. San Frutos el eremita de las luengas barbas me miró airado desde su
hornacina de la catedral mientras pasaba página con furia de su libro de rezo fulminándome
no con ojos de bienaventurado porque nuestro santo tutelar se había
transformado en basilisco mientras leía una secuencia del libro del Apocalipsis:
▬ Si no te callas, modorro, te
atizo
Y esgrimió el anacoreta su cayado
con el que trazó una raya en la piedra tajada la roca se abrió y los moros que
lo perecieron en la sima de aquí ni un paso más pero eso fue hace mas de quince
siglos ahora los moros han pasado entran y salen por la frontera como Pedro por
su casa y pronto arrojarán a los pobres cristianos a la mar con la convivencia
infame de clérigos sin conciencia y libeláticos obispos como ese tal Fuencislo
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