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domingo, 3 de septiembre de 2017

AGATHA CHRISTIE



De modo y manera que doña Ágata que en paz descasen no se escapó al Yorkshire con un cabo de regulares o con un lancero escocés mejor dicho cuando las aguas fluviales de su matrimonio se salieron de madre y amenazaron desbordarse. La estuvieron buscando los bomberos por las riberas del Río Ouse donde por cierto se había ahogado aguas abajo otra escritora famosa mejor pero sin tanto éxito Virginia Wolf. Y nada. Los bobbis encontraron su automóvil un pavu-pavu de los años veinte y pensaron que la desaparición fue un suicidio. Un caso parecido al de May la niña inglesa pero sin crimen ritual. Ya desde entonces empezó a brillar doña Ágata por sus magistrales coartadas. Yo me la encontré una vez en un hotel de Doncaster atacando unas lonchas de beicon y varias tostadas de te con mantequilla. Era un comedor solitario y allí estaba la escritora de incógnito. La reconocí y tuvimos una conversación casual de punta a punta de la sala. Por entonces estaba  sorda como una tapia y me preguntó:

-         Are you having beef?

Que si me estaba tomando un bife y le dije no señora y entonces no pusimos a hablar del tiempo. Que era lo más educado y pulido.

-Shocking, isnt?

-Of course, Madam but what do you expect? It is nearly Christmas.

Los ingleses no tienen clima. Sólo “weather”(el tiempo) y mucho llovía en Inglaterra por aquellas calendas del sesenta. Y allí estaba doña Ágata en un hotel de provincias atacando unas lonchas de jamón y pensando en el próximo plot de su novela con su cara alargada algo caballuna su cuerpo grande y artrítico y las piernas hinchadas. Su cabeza era una máquina de crear situaciones y argumentos Una pena que me hubiera dejado la Pentax en casa. Así que se había fugado a Canarias.  Tenerife tierra de sol según el lema rezaba. Vaya. Vaya. Malahaya el caballero que sin espuelas cabalga. Maldigo al periodista que en un momento dado no porte su cámara. En cualquier momento puede saltar la liebre y hay que dar testimonio. Le pudiera haber robado unas fotos, inventarme una entrevista, embolsarme unos buenos duros. Entonces uno se dedicaba al trato del reportaje y del freelance. En una suerte de aquí te pillo aquí te mato. Hoy eso sería imposible,

 Tampoco decían de los ingleses que tenían o tenían mujeres. Sólo botellas de agua caliente. Ahora parece haber cambiado la cosa con esto de la sex revolución. Aun no había cambio climático. Le pedí una entrevista pero me remitió a su secretario. Escribí a su secretario pero recibí una respuesta negativa. La lady no hacía entrevistas. Una pena que no llevara  en aquel momento mi Pentax aquella mañana de niebla y de resaca. Hubiera obtenido una exclusiva.

 Era grande la doña con las piernas algo hinchadas y llevaba uno de esos sombreros horribles que se ponían entonces las viejas inglesas y un traje estampado con colores muy vivos. El aspecto era la de una señora de provincias que viaja a la feria de Scourborough a comer arenques, tomar las aguas y beber cerveza. El tono de su personalidad gris como sus novelas, solitaria y “elusiva”. Los que la conocían decían que la gustaba desaparecer de vez en cuando, perderse. ¿Y eso no nos pasa a todos? Se vino a Tenerife hace ahora justo ochenta años y los tinerfeños lo celebran y lo explotan. Hacen bien.

 Me parece de perlas. Pero antes se había dicho que la novelista desapareció víctima de una crisis de ansiedad o de amnesia. Esta noticia me ha hecho recordar cuando se murió hace 31 años y yo que estaba de corresponsal en Londres enhebrase una de esas crónicas de campanillas y hasta un cuñado mío Juanjo me felicitó. Todos se quedaron bocas y yo pasé por ser un gran entendido en Ágata Christi. Confieso y yo me acuso de que jamás he logrado terminar un libro suyo en toda mi vida pero habría que ponerle paños al pulpito e inflar un poquito el perro que a veces no viene del todo mal.

 Pues eso que ni me gustaba doña Águeda y ese francés Hercules Poirot me parece que se pasaba de listo. Se trata de un género que tuvo su auge. Dice Navas que son la de millones de libros vendidos pues por algo será que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Gustos del franquismo y yo que soy muy admirador de Franco pero nada franquista y entonces se llevaba mucho lo de leer a Estefanía que a mi me parecía un tipo mucho más inteligente y con mayor carpintería narrativa que la inglesa y te marcabas una del oeste. Las chavalas agarraban una de “jovencitas” y viajaban en el metro sin alzar la vista sin soltar el libro en todo trayecto de Tetúan Portazgo.. De gustos no hay nada escrito.

 A todo lo más que llegué yo en el subgénero fue a Roberto Alcázar y Pedrín y a la familia de los Ulises en el TBO. Pero Ágata Christie me parecía demasiada complicada por la sencillez zarrapastrosa de los diálogos, los alibis y las coartadas, los presumos y presuntos – de sus novelas viene esa maldita palabra el presunto y todos somos presuntos desde entonces hablando un mal inglés y tradiuciendolo peor:

-Doctor Livingston, I presume- le dijo un un inglés a otro cuando ambos se encontraron en el corazón de África.

-Venga esos cinco. Choca la pala,

 Y las trampas para jugar a ver quien es el asesino. La vida es toda ella un thriller y un esperpento pero en ella estos dos son de otra manera. A Rafa García Serrano le gustaba mucho P:G Woodhouse. Era un novelista para zamparse una novela en un cuerpo de guardia por ejemplo. En la mili se leía mucha novela de la Christie y  las del Oeste editadas por Molino abundaban.

 Los cuarenta y los cincuenta fueron los deudores del folletón sicalíptico de los veinte y los treinta. Al gran Pedro Mata creo que la historia de la literatura no le ha hecho justicia pero las christies me repugnan por su excesivo artificio y contribuyeron a esparcir entre nosotros mentiras piadosas: eso de la flema británica [seguramente no han visto cabreado a un estibador de Liverpool como lo he visto yo], el rito del te, las noches de mniebla cuando dan las doce en un carillón de una parroquia de Westminter, el aire grío y poco entrañable. Usted puede ser el asesino. Todo muy deductivo. Me parecían una pérdida de tiempo estas entregas. Prefería sumergirme en Chejov. Los rusos conocedores del alma humana son mis verdaderos maestros. El papanatismo español también opta por los extranjeros. España en las ultimas dos generaciones ha producido grandes novelistas mucho mejores que los ingleses pero estos que son unos vivos nos venden hasta el rosario de nuestra madre y luego nos piden cuentas y es que el verde de la cerca de mi vecino debe de ser más verde que el de la mía.

. No sé esto del asesinato siempre fue un negocio. La explotación del morbo es algo que llevan muy adentro los  bimanos. En la novela policiaca hay que buscar un hilo conductor de una trama para descubrir quien es el matador, algo que no suele suceder casi nunca en la vida real. Sin embargo concedido: la gente de mayor reputación, los intelectuales de alto coturno buscan quizás en el thriller una válvula de escape. Un género muy amplio porque dentro del mismo se entallan lo detectivesco, el suspense, la novela policial lo que llaman los americanos “cops” y la novela negra. Muy difícil de ser diferenciado. No nos metamos en berenjenales ni en distingos.

 Dicen que es la mercadería literaria más solicitada en occidente. Pulp fiction. Son los libros que venden. El nudo gordiano de la seducción.

 La Christie está en deuda verdaderamente con Sherlock Holmes. Es una hija literaria de Conan Doyle. Resolver crímenes tuvieron ambos anutores por oficio. Visitar las morgues y los departamentos de vivisección. El club de detectives aficionados fue fundado en 1928 poco después de la misteriosa desaparición de doña Ágata. Crearé un nombre y me echaré a dormir. Su desaparición le dio la fama como en el caso de Maddi y luego vino todo rodado. El gran público desencajado con la búsqueda de la verdad y de la belleza lo que pide es pan y circo.

Y el lector morboso quiso saber cómo era aquella señora tan pudiunda y victoriana que se había fugado del hogar y había abandonado a su marido.  How shocking. Ahí se asientan los cimientos del thriller. Hasta el punto que hoy en día la violencia de género es un espectáculo ¿ con quien se fugó la señora Christie? En las noveles de intriga se refleja la vida como es no como debiera de ser. No tiene que haber intervención divina ni deus ex machina. Por eso viene bien este surtido a una época laica cuando Nietzsche había anunciado la muerte de dios. Cualquier fenómeno preternatural hay que descartarlo. No cabe la fuerza de la revelación sino la de la deducción lógica. El novelista tiene que adular un poco al lector haciéndole creer que es un tipo inteligente. En realidad esto es falso. Ágata Christie siempre consideraba que sus lectores no eran más que unos pobres diablos con poco que hacer pero que siga la bola. Y ha de tener mano izquierda para que éste le haga trabajar a su magín y deduzca. No hay que ser lo que se dice un lince.

 Tampoco tiene que haber sexo o palabras fuertes. A todos lo más que llegan los personajes de la christie es a apostrofar a Zeus o jurar por Jingo. Está visto. El lector no quiere complicaciones y sí muchos convencionalismos. Que no le fastidien la solución de sus crucigramas con resultados al dorso. Se me viene a la memoria una imagen que tengo transfija de la escritora  por haber escrito tanto acerca de ella auque no soportara ninguno de sus libros por parecerme soporíferos. El pelo blanco o teñido de grises perla. Una gargantilla. La vida modesta en una semi en Cornualles. Las horas tranquilas. La meticulosa disciplina del horario y de los ritos como el té y la lectura de las esquelas mortuorias de The Times en el sofá. El gato dormitando junto a la chimenea.

Entre las nueve y las once tres lingotazos de güisqui como la reina Madre. Había tardes en que caía la botella. Vida placentera y burguesa. Algo prieta de carnes, los ojos siempre bellos pero de vieja la piel se le volvió ajada y muy rugosa como es común entre las inglesas cuya lozana mocedad se agosta al doblar la esquina de los cuarenta. Cuestión de piel. Algo artrítica, puntillosa y superferolítica  y una señora muy pensada y con escaso sentido del humor que se tomaba su oficio muy en serio.

Escribía siempre a mano y tenía un secretario que le pasaba los trabajos a maquina. Ágata Christie era una aldeana de la Inglaterra feliz de la Merry old England tratando de conservar su ritmo de vida y su decencia en medio de los grandes traumáticos cambios que ha experimentado Gran Bretaña y el mundo a lo largo del pasado siglo. Las novelas de Ágata busines as usual.  La literatura de consumo. Llegó a hacer de los libros un producto de exportación que equilibraron la balanza de pagos en los difíciles tiempos del laborismo. No nos compliquemos demasiado la vida. Aquella señora era una inglesa muy lista


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