FRAY ANTONIO DE
GUEVARA Y SANTILLANA DEL MAR
FRAY ANTONIO DE GUEVARA INTRODUCTOR DE LA LITERATURA
EPISTOLAR GRAN MEMORIALISTA DE LA LITERATURA CASTELLANA
En la catedral de Mondoñedo se mostraba a los turistas
hasta hace unos años el sillón frailuno donde el obispo de Mondoñedo fray
Antonio de Guevara 1480-1545 escribía sus largas y deliciosas cartas a los
hombres de su tiempo que eran los de Carlos V. Tantas horas sobre la mesa de
trabajo acabarían en hernia discal luego la mala alimentación cinegética y el
sedentarismo depararían la gota de la que murió. Y en eso como en la grandeza
de miras en su simpatía y en su fervor de católico arrepentido tras mucho pecar
imitó a su señor el Cesar Carlos V; se trata de un didascálico que escribía
como hablaba. Cartas que parecen sermones y sermones que parecen cartas. Con
glosas a la biblia y también ▬por que no▬ citas de la literatura clásica empedradas de
preciosos latinismos y reparos morales.
A decir de la crítica se adelantó a los memorialistas
ingleses. Su estilo amaba las preciosidades conceptistas en párrafos que van
camino del retruécano y anuncian el advenimiento de los crisoles estilísticos
de Gracián y de Quevedo y todo eso que hizo excelso al humanismo español tan
minusvalorado ahora por el sistema hispanohablante que se nos viene encima,
dominado por sionistas y judíos a los que han acanteado en Segovia el otro día,
con motivo de los mil años de un osario hebreo en la vieja ciudad romana ( pues
menudos son los de mi pueblo, que no hay peor cuña que la de la misma madera) y
es una pena que se oculte a las nuevas generaciones de estudiantes españoles
estas joyas en literatura de perlas preciosas.
A cambio se las aburre con una plétora de escritores
ingleses de segunda o tercera mano como la Austen el Paul Auster, todos esos autores que se sacan de la manga
los nuevos publicistas del 666, libros infumables de autoras vírgenes fatuas y
la madre que los parió.
Este franciscano que en su juventud rondó balcones
tuvo amores duelos y reyertas para ingresar, una vez arrepentido, en la orden
seráfica, fue guardián del convento de Arévalo antes de ser obispo de Guadix y
más tarde de Mondoñedo, sedes episcopales en las que no permaneció casi nunca
de asiento según las costumbres de la época.
El absentismo laboral y las regalías eran el mínimo
común múltiplo de las sedes episcopales entonces. Fray Antonio seguía en todo
momento a la corte itinerante del emperador dejando al mando de la mitra de
Mondoñedo a un sustituto. “Los buenos guerreros – dice en una carta- se precian
más de amolar las lanzas que de tajar las péñolas,,, lo que a uno le hace ser
buen caballero es ser medido en el hablar, largo en el dar, sobrio en el comer,
honesto en el vivir, tierno en el perdonar, animoso en el pelear”.
Estas epístolas son un compendio de recomendaciones y
advertencias teñidas de la nobleza y pasadas por el balde de agua bendita de
los blasones de un castellano viejo nacido en Santillana del Mar. En las
Asturias de Liebana para diferenciarlas de las Asturias de Oviedo.- casta de
hidalgos de todas formas- de donde emana el rancio abolengo y la señoría
española.
Acabo de visitar la noble villa y encontré cerradas
muchas casas solariegas, las corredorias solaneras medio cayéndose y las
techumbres de los tejados derrumbadas, dejando pasar el sol del verano y los
muros de los corrales a merced de la lluvia y las nieblas del Cantábrico.
Santillana ― este es el sueño que acaricio― sin
embargo resucitará algún día cual Ave Fénix. Volverá a ser la cuna de aquel
ideal cristiano de caballeros mitad monjes mitad soldados cabalgando por los
campos de Castilla a lomos de Rocinante. Ahora la patria yace sin pulso,
desmedrada y medio muertas en manos de Judas y de Caín
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