Agradecimiento
a la GC de Cudillero (carta no publicada aunque enviada)
Mi
agradecimiento más profundo quisiera expresar en esta carta a la GC de Soto de Luiña y a la del
Pito por haberme ayudado en una situación difícil para mi persona, precisamente
en el momento en que algunas facciones tanto en Europa como entre ciertos
grupos radicales de nuestro espectro político e incluso la “ombudsman” u
ombudswoman (defensora del pueblo) la ex ministra y marquesa o duquesa
sevillana Soledad Becerril que ha
manifestado unos conceptos poco dignos sobre la actuación de la Benemérita en Ceuta y Melilla, se entregan a la innoble campaña de poner tachas
a la actuación de nuestros guardias. Sumándose a ello, las impugnaciones
sectarias de la eurócrata europea,
señora Maelstrom, criminando a los números del Cuerpo al utilizar pelotas de
goma para repeler la agresión de los
saharianos que asaltaban la valla
violando la frontera española me
llenan de estupor. Aunque, conociendo la presencia de ánimo de nuestros
agentes, avezados a sufrir toda clase de descargas e incomprensiones, recuerdo
el dicho latino “crescit in pondere
virtus” (la fortaleza aumenta ante la dificultad) la única alernativa que
tendrán estos hijos del Duque de Ahumada es el aguantoformo, pero todo este
asunto es para desmoralizar a cualquiera.
En
todos los paises que conozco democráticos (Inglaterra, Alemania, EE.UU. y nada
se diga de Francia) las fronteras son inviolables, compañero, y hay que cumplir
la ley aunque lo diga el Papa, pero en esto como en otras cosas “Spain is different”. A mi modo de ver
los abnegados números de la Benemérita
son el mejor respaldo que ha tenido esta democracia y en Ceuta y Melilla el
Instituto Armado cumple tareas que son competencia del Ejército o de la Marina ¡ojo!.
Una
idea feliz que tuvo durante su mandato Felipe González fue revigorizar e
incrementar, reformándola y redotandola de nuevos pertrechos, las tareas de
dicha institución, algo que ignoran algunos sectores tanto de derechas como
izquierdas que piensan en tiempos pretéritos de carretera y manta, tercerola,
tricornio y correría y una visión caricaturesca que se ofrece de ellos. Paso corto, vista larga y ojo al cristo que
es de plata. Ese fue su lema a lo largo de sus va para dos siglos de
existencia en que sirvieron a gobiernos de todos los colores y cataduras: a la
monarquía isabelina y la de la Restauración ,
a la republica, a la dictadura de Primo y la de Franco y ahora a la democracia.
Creo que son nuestros mejores asistentes
públicos y la misión de un funcionario es ayudar al ciudadano, resolver
problemas, no crearlos y ahora que ha empezado la caza del funcionario nuestros
guardias son un ejemplo por su quehacer limpio en defensa de las leyes, la
guarda de la constitución y el mantenimiento de la paz en nuestros pueblos y
aldeas: el agro, la ecología y la ciudad. Yo llevo al Cuerpo en mis genes por
razones familiares.
He de confesar que cuando veo a uno de
nuestros sufridos picoletos mis ojos se alegran, aunque me denuncien por
infringir el código de la circulación. Si es el caso. Sin embargo, me llenaba
de temor a la vista de los cops neoyorquinos, “trigger happy” primero disparan
o hacen preguntas o con los bobbies ingleses. Una vez estando en el domicilio
londinense de una amiga sufrí la agresión con navaja de un judío ucraniano que
padeció un ataque de celos. Pude zafarme de mi agresor y escapar a una comisaría.
Los de Scotland Yard miraron para otro lado y lo tomaron a broma pero salvé el
pellejo. Bien por la flema inglesa que es lo que falta a día de hoy entre
nosotros.
Cudillero es un espejo de la crispación que vive el país pero si
escarba uno un poco encuentra que es una tormenta en una taza de té en el que
se vuelven a bullir los fantasmas del pasado. Aquí todo son trazas y el que más
chilla, capador.
Los detractores de Francisco Fernández
creo que exageran en sus diatribas porque Quico ha sido un buen alcalde
y ha contado con un excelente cuerpo de funcionarios desde el último barrendero
hasta el primer edil pasando por el jefe de la policía local al que creo que se
le ha vituperado injustamente y ha tenido que pasar por las caudinas de una
sociedad demasiado judicializada responden a la imagen del probo funcionario
que hizo que funcionara la máquina del Estado (médicos, policías, jueces,
maestros, administrativos, profesores, meteorólogos) y su defenestración nos
devolvería al tiempo de las cesantías galdosianas. Quiero decir a la
incompetencia.
No
cabe la mirada atrás. La historia aunque lo parezca no se repite. Aquí hemos
padecido una caza del funcionario. Es el quítate tú que me pongo yo, una
táctica de privatización de la función pública a cargo de las trasnacionales.
La función pública al servicio del Bien Común es ancilaria de los políticos
pero la clase política vibra ahora mismo en otra onda, velando más por sus
intereses de casta o de partido que por la cosa pública, porque tengo por
seguro que la mano que mece la cuna de nuestras crispaciones y frustraciones
opera de lejos y está al servicio del gran capitalismo global.
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