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lunes, 26 de diciembre de 2022

 CULTURA DEL VINO HONREMOS A BACO POR LAS SATURNALES

 

 

In vino veritas la verdad está en el fondo del jarro donde baila la danza de la vida Baco rodeado de una orquesta de ángeles y demonios. Pámpanos y archipámpanos, vida mía.

 Ya se dijo “al agua como buey y al vino como rey”. Pocos cumplen esa norma. Oh sangre de Cristo, decían los soldados españoles cuando regresaban de las batallas de Flandes peleando contra herejes y marranos que sólo bebían cerveza “tres años que no te veo, laus tibi deo”.

 El vino fruto de la vid y del trabajo del hombre tiene la misma raíz etimológica que vita. Es vida. Yo confieso que he vivido y he bebido.

Baco fue para mi compañero de viaje en las grandes batallas de mi existir, consuelo en las desgracias y paño de lágrimas en los desconsuelos de Venus.

¡Ah!, recuerdo aquella bodega de mi abuelo, la del somo, con el portillo oscuro, boca de lobo y puerta negra tiznada de sombras pero que en su interior guardaba el mosto eucarístico. Era termostática. Caliente en invierno y fresca en verano. El día la fiesta se esparcían las cuadrillas y se les veía sentados en poyos de piedra y tajuelas a la puerta de la bodega.

─Antoñito, hijo, decía mi abuelo, acércate a la bodega que tenemos camino de Tejares frente a los lagares romanos abres, desciende por la rampa al fondo, la mejor cubeta es el que pisamos este año, mosto es aún, le das a la canilla y me lo llenas hasta el cogüelmo. Aquí tienes la llave

El abuelo me daba una enorme llave que pesaba medio kilo de hierro fundido

─ Abuelo a mandar,

Me despachaba mi abuelo iba yo que perdía el culo por la cuesta de la Cruz del Redondillo meneando las abarquillas y con mucho cuidado de no derramar aquel delicioso mosto.

Antes de regresar en la portada le pegaba al jarro un tiento o dos pues hacía lo del Lazarillo con el ciego, para que no se notara añadía un poco de gaseosa.

 El abuelo Benjamín cuando le dolía la pierna reumática se daba unas friegas de aquel delicioso vino de la ribera.  Y a mí me daba sopillas cuando tenía catarro o me afligía un romadizo. Nosotros venimos de la parte de Segovia donde los majuelos dan el mejor Vega Sicilia. Puede decirse que es mas que vino canto gregoriano. Lo mejor de lo mejor. En Fuentesoto desde antaño se siguió el consejo del Eclesiastés: “Vinum bonum laetificat cor hominum” (el buen vino alegra el corazón de los hombres en sus dudas aflicciones y sobresaltos.) La mejor medicina, un traguillo.

 Lamentablemente llegaron unos modorros sabihondos que se llamaban enófilos y al mezclarlo con polvos lo echaron a perder. El vino de la bodega de mi abuelo no se subía a la cabeza ni emborrachaba.

 Podías beber una azumbre mientras segabas, beldabas o trillabas.

Nunca vi al abuelo beodo. Se meaba bien. Cuando lo echaron conservantes los caldos ganaron fuerza, pero dejaban “clavo” y determinaban amargos despertares en el paroxismo de las resacas del día después.

Al vino como a las rosas hay que tratarlo con delicadeza, no conviene tocarlo. No lo toquéis más que así es la rosa por más que al otro día, amenazada por la muerte, se aje.

Es por eso mismo que aquellos buenos vinos de mi infancia se volvieron vinagre.

 

Continuará

martes, 27 de diciembre de 2022

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