JUDÍOS, MOROS Y CRISTIANOS LIBRO GENIAL
DE CELA ¿FUE EL NORTE DE SEGOVIA REPOBLADO Y DEFENDIDO POR ASTURES?
Existe la creencia de que los reyes
asturianos ejecutaron la reconquista hacia Extremadura pero leyendo este genial
libro de CJC en estos tiempos de guerra me solazo con el dato que apunta: una
doña Valesquida hermana del conde Fernán González arrebató Sepúlveda la de las
siete puertas al moro y esta condesa era ovetense. El Fuero de Brañosera nos
explica que en el reino de León fueron armados caballeros prevenidos en
frontera para batallar contra el invasor tierras debajo de la margen izquierda
del Duero. En la toponimia de esta provincia en la que yo nací existen nombres
que recuerdan al sinfónico bable como Argañosa y en Aranda la fonética y la prosodia
conservan el acento cantarín que caracteriza a los locales del Principado.
La
reconquista que cruzó el Guadarrama (se cuenta que fue un segoviano oriundo de
Asturias el que tomó Magerit (Madrid). En cualquier caso, Alfonso VII el
Emperador tras la conquista de Jaén que también ganó repobló esta zona de la
margen oriental del Duero con asturianos, moros, judíos y cristianos. Se
estableció un cordón sanitario que abraza la zona comprendida entre San Esteban
de Górmaz y Peñafiel. Los cristianos no pagaban pechas. Los otros sí.
A lo largo del tiempo se produjo una fuerte asimilación,
pero se conservan adherencias de la religión de Mahoma de Moisés y Jesucristo.
Las mujeres iban a la iglesia y esto lo recuerdo bien de cuando niño con la
cara tapada y se sentaban sobre una alcatifa a la morisca delante de un
hachero.
Los hebreos al morir se quedaban mirando para
la pared en dirección de Jerusalén y vivían en aljamas cerradas por la noche.
La corona de Castilla les dispensa su valimiento y protección. No probaban el tocino,
pero, alardeando de su conversión, colgaban jamones en la portada debajo del
bardal que luego regalaban al cura. Los musulmanes se emplearon en la
construcción de iglesias y ermitas.
El
arte románico debe a sus habilidades como canteros gran parte de estas
construcciones que aun perduran. Eso sí por escrúpulos religiosos (el Corán
prohíbe adorar a los ídolos) lo cual no fue óbice para que estos diestros
artesanos estamparan sobre las paredes de los templos esas filigranas del
esgrafiado segoviano, evitando la representación morfológica de la figura
humana.
Esta es por lo demás la tierra del cordero
pascual. Las tres religiones honraban la calidad de carnes de la oveja churra
en sus fiestas de Pascua y la del Cordero de Abrahán, de los musulmanes.
Tanto musulmanes como hebreos lo adoban con
hierbas aromáticas en los banquetes de sus fiestas religiosas. Venció, con todo
y eso, la cruz que se impuso como religión oficial sin merma alguna del
carácter liberal del sentir castellano que toleraba a las otras dos creencias.
Se
alzan sobre los cotarros las torres del culto miguelino para honrar al divino
Signífer protector de iglesia y sinagoga. Oh,
San Miguel, defiéndanos en la lucha, se nuestro baluarte contra la maldad e
insidias del diablo y envía a Satán y a sus malignos espíritus al infierno,
se escuchaba una vieja oración que se rezaba en las misas. En cada pueblo del
recorrido se vislumbra la espadaña de una parroquia alzando la cruz y alrededor
casas de piedra o de adobe miserable.
Dios
era importante para el hombre medieval de modo y manera que los yernos en
Fuentepiñel llaman a su suegro “mi señor” y a la mujer “mi señora”.
El siglo XII representa la apoteosis de la Fe
cristiana dentro de las Tres Culturas y la Escuela de los Traductores de
Toledo. Un sincretismo puro y duro que capta y expone con su prosa maravillosa
que es difícil de olvidar este gallego don Camilo José, el cual vagabundea por
estos tesos, de lo que es hoy la España vacía, poniendo una nota de humor y
esperanza, cruzándose con tipos que parecen saltar desde algún capítulo de una
novela picaresca.
Pasa
el cura de Calabazas a lomos de un burro de gran alzada casi dos metros hasta
el borrén.
—Buenos días nos de Dios
—Buenos días nos de Dios
—¿Qué la familia bien?
—Bien todos.
A la salida de Pecharromán al vagabundo
empiezan a dolerle las muelas, se sienta en la cuneta y acierta a pasar un sangrador
tambien es casualidad.
—Si
tiene vuesa merced dos pesetas esa muela no le volverá a doler más.
Trato hecho. “El hombre extendió con mimo una
hoja del “Adelantado de Segovia” y lo sujetó con cantos a cada esquina. Sacó
del macuto sus trastos de matar, una
herramienta sólida y vetusta como los pensamientos que el viento hace rodar
debajo de las encinas o al borde de los flacos alamillos o por encima de los
riscos en cueros. Sacó el pulicán, el gatillo, el botador, la dentuza y el
descarnador y le extrajo a lo vivo la muela del juicio que estaba ya
podrida. El vagabundo pegó un brinco y vio las estrellas. Pero no tuvo nunca
más dolor de dientes.
Cela
realiza todo un alarde de conocimientos quirúrgicos, criba sus ideas sobre el
garbillo de la palabra exacta del diccionario. Su prosa surge nítida como una
sinfonía de la pluma de un genio.
En su corografía surgen nombres de pueblos
despoblados que fenecieron: Santa Cruz entre Fuentidueña y Fuentesoto,
Aldearrabal. El castro de Prospedalo, Aldines, Villabesos. Tabaque y Azafate y
san Medel en Bernuy de Porreros. Estas aldeas seguramente fueron arrasadas como
la de Fuentesoto del somo de San Gregorio en alguna aceifa de primavera porque
por aquí pasó Almanzor tocando el tambor. Las naves fueron derruidas. Sólo
quedó el ábside y el campanario que se alza todavía señera hasta hoy. Vita
militia est, dice el Apóstol. Estamos en guerra con nosotros mismos o
contra otros.
A la salida de san Miguel de Bernuy, cruzado
el puente romano sobre el Duratón, cuando enfilaba la cuesta de Tejares, un
quincallero reparaba con estaño la hojalata de los pucheros y picheles de una
vieja, sentado a la puerta de la bodega.
—¿Qué, se trabaja mucho?
—Más que usted
El hombre debía de estar de mal talante. Pues
¡vaya unos modales¡ Lo pensó el
vagabundo pero no lo dijo. CJC sabe pulsar los registros del idioma y con él
realiza malabarismos que hacen reír al lector o llenan su corazón de ternura.
Hay que comprender y perdonar a los españoles. Este siempre fue un país por
demás bronco. No nos andamos con zarandajas.
De
Peñafiel a las puertas de Segovia en este camino que recorre sabe definir de un
plumazo la idiosincrasia de cada pueblo. Por ejemplo, del seco y polvoriento
Campaspero aledaño de Cuellar dice: Campaspero no sabe de qué color son los
árboles.
Se
encuentra con el chulo los Valles omnipresente en cada fiesta de prao o
Quiquito el tonto del pueblo al
que no dejan arrimarse las mozas porque se le cae la baba:
—¿Tiene usted novia don Camilo?
—Que ha de hacer. Pachasco
alguna vez si que tuve, pero se me murió.
—Yo nunca tuve novia ni la
tendré— dice cabizbajo Quiquito.
—Algún día la tendrás, Quiquito.
Ya sabes que tocamos a siete y una tuerta.
Al pasar el vagabundo por Rábano
el sol va de caída y a la vera del San Bernardo el río que nace en Fuentesoto y
baña a Sacramenia antes de sus bodas con el Duratón al vagabundo le dieron una botella de vino y un par
de huevos por sujetar a un caballo desmandado
Cagija, aldea desaparecida, ya
honraba a Santa Marina. La encuentra cuando deja atrás el despoblado de
Aldeafelón.
Realiza en este libro un
pronóstico de la España vacía que algún día resucitará. ¿Qué maldición lo
secó la historia? Se pregunta. No
hay respuesta, pero sigue su ruta per pedes apostolorum y desde Sacramenia, un
camino a cada viento, va a dar a
Fuentidueña que tuvo siete parroquias y sólo queda una, dedicada a San
Miguel, la cual fue un antiguo templo a Júpiter.
La totovía cuando llega cantaba
en el barbecho.
Calabazas conserva su gran
iglesia que es una de las más grandes de la diócesis. Y en Fuentesaúco el sangrador
le explica por qué no quiere entrar en el pueblo. Por culpa de Martelita, moza
garrida y hermosa pero de la que se apartaban los mozos porque olía a peste y
no consiguió sanar. Las hierbas y sanguijuelas no dieron resultado y a él lo
acusaron de haber dado muerte a la enferma. Por eso evita meterse en el pueblo.
Dan un rodeo.
Me metieron
en desaguisado que juré no volver a pisarlo. La cura no salió a derechas
nada se puede hacer frente al destino”
Cozuelos y de ahí a Fuentepiñel.
De esta hecha se plantan en Aldesoña que duerme el sueño de los siglos a la
vera de un molino. Acto seguido se cruza con el despoblado de san Mamés en
Fuentepiñel muchos barros y poca miel. Membibre para cangrejos. Castro los
chivos y Torreadrada las cabras. Fuentesoto cagaberros que se crían en Peña Colgada
donde caga y se mea la zorra cuando la viene en gana. Ándale. Bailemos la jota
ya.
Torrecilla es pueblo en un risco
y en Cantalejo los trilleros parlan una gacería para entenderse sin que se sepa
que recuerda a la lengua de Oc.
Cela en este texto de traza
cervantina cuenta ésta y otras muchas cosas fantásticas de lo que vio en la
provincia de Segovia allá por un año a finales los cuarenta.
Se muestra jocundo andarríos por la España
real, y se cruza con pelgares, hampones y vagabundos gente sin oficio pero
conformado con su suerte y que canta a la vida. Al fin y al cabo la novela
picaresca nació en Segovia a los pies del acueducto entre perailes, trajinantes
y cuadrillas de la Hoja.
seguirá
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