CARTAS
A ERIKA. El TESORO DE CISNEROS (novela epistolar, mails al cruce)
Jueves, 31 de diciembre de 2009
Hola
Eri ¿cómo te va? Yo bien, gracias sean dadas a los dioses, pero un poco
melancólico. Fíjate qué fecha es hoy, la tarde de san Silvestre. Para los
alemanes es el Silvestre Abend. Agarran unas cogorzas que tú no veas, pero lo
mismo pasa aquí con el rollo mamonero de las doce campanadas, las doce uvas,
las saturnales. Ya sabes mi pasión por Roma, que quiere decir Amor, pero al
revés, pues fui profesor de latín en Oxford y se me daba bien la lengua del
Lacio, recuerda aquellas clases en la facul
hace ya más de cuarenta años como a ti el árabe. Eras muy cuidadosa con los
libros, muy elegante, decíamos una tía con clase, no una pija vulgaris de esas de Serrano aunque tú vivieras en la calle Velázquez.
Ay aquellos tiempos que se fueron por los que siento añoranza. Fue el amor que
se fue y no vino. Lo que pudo ser y no ser. La gente que tiene clase pues tiene
clase y no todos esos tipos que aparecen en la tele como el josemi y otros
bodigos por el estilo impartiéndonos cursos y reglas de urbanidad. Vivimos
tiempos émulos de la vulgaridad circunspecta reinante y ovante. Me cunde con
frecuencia la idea de vivir en medio de un redil de lobos que aúllan sin parar
día y noche, de ser un autista. Hablo en castellano pero no me entienden. Se
impuso otra lengua. El new talk de
los totalitarismos utópicos profetizados en la novela 1984. Estos nuevos ricos son una peste, ya te digo. Tú lo llevabas
en la sangre, la alcurnia se nota y hasta para tomar un papel entre los dedos
eras elegante. Pero ya se me está yendo el santo al cielo, canastos. Soy Ulises
en el laberinto. Me fui a Salamir porque no tenía adonde ir y ahora no sé cómo
salir. A lo que iba el árabe pues tú sabes que el cardenal tu antepasado lo hablaba.
Cierto que en un auto de fe en Granada quemó no sé cuantos alcoranes pero no
eran más que libros de devoción. Salvó de aquella almenara todos los libros
importantes que habían escrito los moros sobre álgebra, trigonometría, hierbas,
ciencias naturales y se los trajo para Alcalá y a él se lo debemos los investigadores
que tengamos un cierto conocimiento de la España que tabularon o escribieron
los árabes en sus historiadores. No te voy a hablar de cronicones ni ponerte la
cabeza tarumba con citas. Además de ese tema estás tú mucho más puesta que
aqueste pagano. ¿Cómo va la tesis? Espero que bien. Has tenido que jubilarte tras tu divorcio con
tu esposo mantecoso para dedicarte a lo que te iba que era escribir, soñar, dar
ideas a los pobres mortales, dirigir, gobernar, contar las habas y establecer el
cupo de las cantidades cantantes y sonantes. Yo ya sabes, desde que pasó
aquello me he quedado soltero. Tuve mis rollos claro está y mis líos no los iba
a tener, no me avergüenzo de nada o de muy pocas cosas. He derramado mi semen
tontamente por esos mundos de dios, materia de olvido y de dolor. Ya te contaré
historias por ese cabo, pero no deben de ser importantes, son aburridas, Erica,
y como todas. Nihil novum sub sole. Las tuyas ya me las dirás, aunque a
nuestras hay que decir alea jacta est y pensar en la frase de Pilatos quod
scripsi, scripsi. Perdona si te abrumo con tanto aforismo latino, pero es mi
debilidad. En mí puede que cupiera el esplendor de algún emperador romano.
Honro a aquellos dioses y trato de conservar el fuego sagrado de los Numa
Pompilium. Te diré que he renunciado al cristianismo pues me parece que fue esa
religión un invento para acabar con el imperio romano. No te escandalices. Sé
lo que me digo, no te creas. Y ha sido la voluntad de los dioses por mi Fatum
el que haya venido a residir en el último tranco de mi existencia (que confío
que por la largueza de la diosa Hera que cuida de mi salud y con los alifafes y
alguna hierba que me proporciones Esculapio una larga existencia lo más larga
posible) en este antiguo campamento romano que llamaron Compluvia. Aquí
estuvieron todas las legiones y era el punto de recalada desde donde se
iniciaban todas las campañas en la Hispania Citerior y Ulterior. Con ellos y
con mis recuerdos, los versos de Horacio, Juvenal, Plinio, las arengas de
Cicerón y las cuartetas algo indecorosas del Satyricon de Ovidio que
demostraban cómo ligar en el coliseo o qué postura conviene más en el amor
cuando se han alcanzado los cuarenta años- átese el varón después de rendir tributo
a Falo con un lazo de seda y contenga la eyaculación, que hará gemir a la
hembra de placer, inundará el lectum de flujo, esto es se meará ella de gusto.
Un poco fuerte ¿no crees? Pero a mi me pasó una vez con una fue un coito
largísimo interminable y por poco me quedo tieso y como dicen los ingleses on the job, con el instrumento en la
mano, con la mano sobre la esteva del arado. Así que los venustos consejos del
bueno de Plinio yo no se lo recomendaría a la juventud. Dirás, amada Erica, tú
que eras una valkiria, una vestal romana, que estoy hiriendo tu pudor.
Suplicote me perdones si ves en ello alguna intención aviesa pero no es así.
Sólo me impulsa el placer de narrar y reírme un poco del destino que me privó
de haber gozado de gustos tan estupendos en tu compañía la mujer que amaba por
entonces, la estudiante de Filología Árabe, la marquesa de no sé cuantos
títulos, y grande de España. Creo que sigues teniendo más clase que la duquesa
de Alba que a mi me parece una guarra con el belfo fruncido, pero siempre con
ganas de picadero pues en sus días jóvenes montó mucho a caballo. A Sanlucar a
ver al duque ya sabes y al pobre duque su marido le crecía toda una arboleda
encima de la testuz. Pero bueno ya me estoy desparramando por donde no debo.
Gracias al cardenal, estos tienen lo que tienen y son lo poco o lo mucho que
son. Algunos le comparan con el Richelieu hispano pero su idea de España iba
más allá. Quería crear un imperio mesiánico. Roma le venía estrecha a don
Gonzalo y fue materia de escándalo para aquellos cardenales con sus barraganas,
el voto de Santiago, una limosna y sales del purgatorio. La lujuria y simonía
de la Ciudad Eterna debieron de fatigarle a este hijo de un oscuro zapatero de
Villamar, seguramente un converso, que quieres que te diga, pero con todas las
luces y carismas del mensaje divino, un mensaje salvador por otra parte que
jamás se ha puesto en práctica porque roza atingencias imposibles. Jehová está
arriba y nosotros abajo. Por mucho que estiremos la puerta ni él bajará ni
nosotros subiremos. Son dos planos diferentes. Sin embargo, fray Gonzalo cuando
estudiaba Humanidades calzaba los borceguíes más “polidos” de todo el claustro.
Sus enemigos no tardaron en murmurar por ese lujo, por ese derroche, pero como
fraile franciscano no se le pudo coger en un renuncio ni tal que así. Debajo de
la púrpura y de la seda llevaba el sayal y el cordón de esparto de los hijos de
san Francisco y nunca utilizaba el lecho arzobispal de blondas de brocado y
patas de nogal sino un jergón de paja en su celda asistido siempre de cerca por
su fámulo que le acompañaba día y noche, fray Narciso, y se maceraba las carnes
todas las noches con disciplinas. A veces no dudaba en trocar la cogulla monástica
por el casco de guerrero. Eso sí, según mis entendederas, de su ascendencia
algo oscura le venía la inclinación por el oro y a guardar para el día de
mañana. El dinero es el mejor salvoconducto, compra voluntades, derriba todas
las murallas y es un pecado contra la vieja ley el derrocharlo por las buenas y
te participo Erica, amor, que al morir le dejó un buen montón de ducados a su
fiel escudero el citado fray Narciso quien se fue con su amo al cielo al poco
de fallecer. Aquella amistad que rondaba el amor entre dos frailes es un enigma
y parece una incógnita. No testó, pero hizo una manda de que se le dijeran
misas en una iglesia que yo conozco de este pueblo que es el tuyo y el de don
Manuel Hazaña. Por lo visto en los saqueos de la guerra civil alguien encontró
un cofre tras una puerta excusada de aquel convento y arrampló con todo ese
dinerazo. Yo no soy un detective, soy solo un investigador jubilado lo mismo
que tú eres una profesora de árabe, hija de condes, mujer de buenas partes- hay que ver lo buena
que estabas- y que en todo demostraste tu buena crianza. Yo te invito un poco a
resolver conmigo este galimatías de
descubrir el tesoro de Cisneros en esta España por él constituida y remozada en
su unidad que hoy se está yendo al garete. Aunque ni tú ni yo, querida, seamos
Sherlock Holmes, hay que recuperar el alijo de doblones, cierto, pero sobre
todo el legado emocional, cultural, espiritual, de tu antepasado, habibi,
salam malikum. Que Alá sea contigo o
Cristo o la Virgen Maria si es que crees en algo, como yo creo en
ti y te tuve y te tengo cierto amor, un amor que se fue como vino: en
volandas.
Me
voy a comer al Geston. Es un bar donde yo acostumbro a parar y me quieren
mucho. A la tarde si es que el valdepeñas no es óbice, proseguiré esta misiva
la primera en el último día del año, Erica. Pero año nuevo vida nueva.
Viernes,
19 de febrero de 2010
Hola,
Erica, dirás que soy un gandul. Comencé este escritorio con mucho impulso, como
tantas y tantas cosas, pero se me acabó el gas de antuvión, lo cual me sucede
con harta frecuencia. El corazón es joven, yo me miro al espejo y encuentro un
español de ojos cansados y barba encanecida. El espejo me devuelve una imagen
que no me parece la mía sino la de mi abuelo al que me parezco bastante pues saltan
los genes donde uno menos se espera: al igual que el abuelo soy ancho de
caderas y buenos cuadriles el pecho un poco hundido, se me cayeron los hombros
con el desarrollo y de joven –tú bien lo notaste- criaba barriguita, una
barriguita que se ha convertido en panza. De joven creo que tenía complejos
sobre mi tipo y se convirtió en una obsesión, pero me parecía un poco a Anthony
Perkins. Una temporada de ayuno en Londres y de calistenia yendo al gimnasio,
nadando y estirando los hierros mitigaron un poco aquel defecto físico. Hoy ya
no siento preocupación alguna por mi carcasa y tal vez me haya abandonado
porque, no pudiendo ser un atleta apolíneo, quise ser un deportista del
espíritu. ¡Menuda caballada, aunque me parece que no queda del todo mal la
frase! Las cosas interiores no me preocuparon en la misma medida que aquellas
que afectaban a la psiqué pues oí decir a uno de aquellos muchos directores
espirituales o staretzi que
arruinaron un poco mi vida que no somos más que polvo. Es justo lo contrario de
lo que piensa el común de las gentes de hoy. Descuidé la dieta y, atenazado por
la bulimia, trataba de satisfacer mis frustraciones espirituales con continuos
viajes a la nevera. Me puse como un globo. Para realizar la obra literaria que
me proponía llevar adelante me atiborré de café y creo que las volutas del humo
de mi pipa incentivaron mi imaginación o, al menos, eso pensaba yo. Marré el
golpe y acaso sea uno de los motivos de mis muchos fracasos. He ido de desastre
en desastre por la vida, navegando por mares adversos. El viento huracanado zarandeaba
de proa pero como yo soy petizo y marino avezado a las borrascas aferraba
obenques y largaba velas. Me sublevé contra el Alzamiento Cibernético-ya te
hablaré de esta novela en otra ocasión- y los internautas te han ganado la
partida y tú jodio tonto le has bailado el agua, estuviste como un idiota
trabajando gratis et amore para el gluglú.
Menos mal que has adoptado la decisión de que ellos no tienen que gozar de tu
arte sin pagar derechos de autor, de modo que de ahora en adelante Cartas a
Erica. Hoy te he llamado por teléfono y escuché tu risa franca y castellana.
¿no te estarías riendo de mí? Una cosa: que me preocupas es que tienes tanta
energía que se quema la mano. Hostias, Squirrel, a ver si vas a tener poder.
Sea como fuere, siento una gran alegría y quietud interior al renovar esta
correspondencia. Lo dejamos en la noche de san Silvestre, un fin de año como
los demás, pegado a la radio, escuchando melancolías. Reflexionando sobre la
luz y el tiempo que se va. Me fui a yantar al Gestón y allí me dieron las uvas.
Curé las muchas tristezas con orujo brujo, el agua que quema mi espíritu. Los
gitanos lo llaman peñascazo.