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jueves, 14 de marzo de 2019

EL OJO DEL CULO

OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO



Don Nilo el hombre, librero de lance, un santo varón, un justo de Israel, amor en tiempos revueltos (ya ha vuelto a salir la frase hecha) desde que lo suspendieron de empleo y sueldo porque, condenado a galeras, le pusieron de compañero de terna a un marica, y pederasta, erudito muy ilustre de la ciudad de Burgos, conversación amena pero que tenía una debilidad imperdonable por el culo sobre todo por el de los niños inocentes y don Nilo el hombre viéndose condenado no hacía otra cosa que lamentarse de su mala suerte y echaba pestes contra la Organización pero ésta era un muro infranqueable hasta que un día le pegó un meneo a su compañero de filas y lo estampó contra la pared al conjuro de la frase típica menos montar en globo y dado por el ano pues no soy Olano todo lo que quieras. Le llamaron a capitulo, lo empapelaron y le dijeron aquella frase terrible de “mañana no vengas”. Él le explicó al Inspector General que trabajar con don Palamón, que era como se llamaba el bibliotecario, era misión imposible que no se la deseaba ni a su peor enemigo. Con decir, mire usted, que tengo que entrar en mi sección cara atrás, como iban los ajusticiados de la Inquisición a horcajadas de un asno y mirando para Toledo.  Con las dos manos guardando las posaderas, ya le digo todo lo que le tengo que decir, señor Inspector general. Pero el mandamás puso orejas de mercader, se pasaba sus reclamos por los mismísimos, y eso que conservaba fama de ser lenible y no mala persona, que si llega a serlo... Le dieron la absoluta.

Ahora ¿qué hago?, preguntóse a sí mismo. Pues vender libros, hacerme librero de lance e irme por ahí por los mercadillos con mi camioneta, se dijo don Nilo, resolutivo. Leer, escribir, soñar era lo que más le gustaba. Vivía en una nube pero de menos nos hizo Dios. Escogió la plaza del Arrabal de Arévalo como centro de operaciones y allí que se plantaba cada martes con su vehículo, montaba el tenderete y se instalaba al lado de un banco. Venían pocos clientes. Había traído un taburete y allí se sentaba con los tratantes, con los pegujaleros de Martín Muñoz que venían rebosantes las artolas de sus burros de lechugas, berzas y tomates a vender género de la rica huerta; con los labradores ricos marañeros, a los que decía que el Arrabal fue plaza famosa donde tuvieron el punto otrora perahiles, licenciados de Flandes y picaros. Como el Potro de Córdoba, el Perchel malagueño, las gradas de San Felipe en Madrid, el Azoguejo etc. Estas plazas españolas tan esplendidas tan aseadas enmarcadas en soportales fueron coso de la filosofía, albergue del espionaje, descansadero y punto de acogida de la picaresca y centro de operaciones de la gente del bronce pero también de hidalgos honrados que planeaban su viaje a las Indias y conquistar mundos, ganar las almas de los infieles metiendo a las ovejas perdidas en el redil de la Santa Madre Iglesia. 
Hablaban de mujeres, de trigos, de cosechas y otras noticias por ejemplo de quien había fallecido aquella semana. Un crimen truculento como el del alimañero que mató a un dentista un día que regresó al hogar y encontró a la mujer con otro. Por aquellos corrillos pasaba la vida cada martes, el revolver de los ciclos, el girar de las estaciones por el círculo del sol, que cambiaba los rostros y arrugas las viejas heridas, pasaban los años, mudaban las épocas. Eran gente del común, sangre municipal y espesa a la sombra de la torre de la iglesia. El reloj de sol empotrado en gran hastial cónico del paramento de la iglesia de Santo Domingo debajo tenía un letrero que decía:

-Tempus fugit

Sonaban las campanadas del mediodía en el carillón. La campana anunciaba con su vozarrón noble que espantaba a las palomas y a los vencejos revoloteando por las socarrenas del muro la hora del Ángelus y era la hora del aperitivo. Los paisanos que andaban abajo hablando de sus cosas y haciendo tratos por los corrillos se quitaban la gorra en señal de respeto y se quedaban mirando para lo alto del campanario donde extendía sus brazos el Cristo. Mediodía la hora que come el papa. Vayamos a tomar un chato en Casa Pinilla. Eso está hecho, hombre. Todo como en la edad media. Arévalo es católico, noble y sentimental (la plaza se ganó a los moros sin combate en un torneo a primera sangre entre don Bernardo Serantes y el rey Abdelaziz) y pienso que cree en Dios aunque no lo haya visto nunca porque fe es creer lo que no vimos. Don Nilo se levantaba de la tajuela que compró como regalo de caridad a los locos de Quitapesares que luchaban las acometidas de sus paranoias con trabajos mentales, miraba para el cielo sumido en un respeto reverendo para luego seguir la lectura de su autor favorito don Francisco de Quevedo y Villegas El Grande y se metía en otro mundo arrollado por la cadencia de su prosa y se metía en alguno de los figones de la plaza del Arrabal para alternar con los amigos.

Por la puerta de Santo Domingo (Dios le perdone a don Nilo) vio en ese momento a un teatino salir dando voces. Vaya por Dios pues las gracias y desgracias del ojo del culo escritas por Juan Lamas el del Camisón Cagado y dedicadas a doña Juana  Montón de Carne las firmó el poeta en un momento de inspiración y editadas por un maestro ocultista: Daniel Lebrato y trata de algo tan humano como son las ventosidades porque si no cagas te mueres y si no te pees no estás a gusto. Caga el rey, caga el pato, caga el águila, y caga el  mulo que según come el mulo así caga el culo. Y esto que digo no es un pleonasmo.

 Peyose  Colasa y atufó toda la casa. Nueve orificios hay en el cuerpo humano y los nueve dimanan, o echan flojo sobre todo en las mujeres que son sólo cañerías (vista, oído, olfato, el agujero por delante y el agujero de cagar, estos dos últimos son singulares, los tres primeros van en pareja y todos al de por junto empalman como el último de los sentidos, el que posterior muere, que es del tacto) aunque hay algunos que afirman la existencia de un décimo el flogístico, el que llaman ojo de Ra. Ojo de Dios con el que los imagineros paleocristianos representaban a la primera persona de la Trinidad en forma de triángulo. Mas no entremos en teologías que la liamos.

 Según don Francisco los más importantes pero muy pecadores son los de la frente el ojo del culo es el más inocente y por él poco se peca aunque a los de la cascara amarga les sea puerta del vicio nefando locus horribilis. Que de los placeres sin pecar, el cagar. Sí; caga alegre, caga contento pero caga dentro de la taza que esto es como mear y no echar gota. Y la mujer que un pedo suelta no puede ser sino desenvuelta. Ese lugar por donde no daba el sol hasta que llegaron los nudistas es redondo y bien trabado, un círculo perfecto de la naturaleza donde caben todos los signos del zodiaco y, aunque no es tan claro como los de la cara, tiene más hechura… lo tenemos tan guardado pringado entre dos murallas y amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos y envainado entre dos greguescos que cuelgan como dos falderillos, avahado en una capa que por eso se dijo: béseme vuesa merced por donde no da el sol.

 Sin su reverencia no se puede vivir porque no cabe la posibilidad de un ojo del culo que sea tuerto todos miran hacia lo profundo del cuerpo del que expulsan cuanto sobra. Eso sí; es poderosísimo porque ha muerto muchachos y marchitado yerbas . es paciente y serenísimo, jamás se inmuta aunque a veces lo agobie el picor de almorranas y otorga un placer de los que no suelen desamistarse con ninguno de los diez mandamientos pues no hay gusto más descansado que después de haber cagado. Por eso cantan muchos coplas, cuando desembuchan o leen un libro cuando van a la letrina; el tiempo de cagar es hora plácida. Es docto y filósofo amparo de soledades porque se nace, se muere y se caga solo, es tarea en la que nadie te ayuda. Y el buey suelto, aunque a él con la lengua no puede llegarse a no ser que seas malabarista, bien se lame. La mayor parte de los cristianos, moros y judíos se lo alcanzan con una teja o con la hoja de un periódico español de ahora mismo que sólo valen para cumplir la noble tarea de limpiarse sus miserias cada uno con los artículos del ABC o del País.

Le cumplen nombres infinitos, llamanlo trasero porque siempre va en retaguardia. Es la popa del barco que sufre las inclemencias e injusticias de los temporales ayudando a la navegación de proa y dando a la barca de san Pedro cierta estabilidad. Los dómines latinos dieronle el título de antífonas por oficiarse siempre al cantar de dos chantres porque juega a pares y nones entre las nalgas. Le dicen trancallo los asturianos porque es el portillo que tranca y abre la puerta de los mojones y también manojo de llaves por lo redondo de su forma.

- ¿Hay quien puje?

- Tráigame el bacín vuesa merced.

-¿No hay quien dé más?

-Sí don Artur Mas al que la boca se la hizo un fraile

-Pues que se meta las pesetas por ahí el muy avaricioso y cretino.

 Son provechosos sus mojones. Lo que excreta nos sirve de abono y luego de alimento, en la naturaleza nada se crea ni se destruye sólo se transforma como la energía. Y como el pedo suele ser cosa alegre que sirve de risa y pasatiempo. El culo no suele meterse con nadie pero recibe demasiados azotes y descargas y en cierto bares de Malasaña hay que entrar con clípeo en el salvohonor pues ese ojo acullá suscita miradas lascivas.

Julio Cesar el emperador era aficionado a las peleas de gallos y hacía durante el transcurso de las mismas, concursos de pedorros. A ver quién pee mejor. El que más fuerte atronase se llevaba una corona de laurel y cien denarios. Al Cesar tales competiciones le divertían muchísimo.

Compañero es del amor porque hasta que dos no hayan peído sobre un mismo colchón no se tiene por seguro que haya habido coyunda ni amancebamiento. También declara amistad porque con pedos los señores suelen solazar a los amigos. Se dice por ejemplo que “soltó un preso e hizo al culo alcalde”. De ahí le viene el nombre de alfaneque de las tripas y redentor de gases cautivos. Fuesele una pluma, irse de bastos, marchó sin decir adiós, señor de Argamasilla cuando sale chilla.

Tirarse un cuesco es asimismo voz aceptada y muy extendida por seminarios y conventos. Nadie sabe el por qué se confunden las ventosidades de los mamíferos- la burra de mi abuelo también se peía- con el fruto de los vegetales. Será por lo rotundos y la morfología esferoide de la tripa cagalar: esto es, el ano. No vayamos a confundir el culo con las témporas


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