VILLEGUILLO ANTE EL MURO DE LAS LAMENTACIONES DE SEGOVIA (introito al libro Hispania Peccatrix que publico en esta bitácora por entregas)
Yo Villeguillo un pobre converso de Segovia, tierra de perailes, gente del bronce y de la hoja, pero no mala persona, sólo necio e inconsciente, he venido a prostérname ante el clemente Adonai, Señor misericordioso de todas las religiones (que Alá, el menorah y la cruz se junten) pero protector de la mía que es la de Cristo especialmente, aunque el Talmud de mis padres nos avisa:
—No derramarás sangre ni semen.
Es lo que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas y lupanares, adiciones a Baco, Venus y el tabaco. No soy digno de colocar sobre mi cabeza el manto de oración contaminado por el alcohol y la lefa de tantos años de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me estaba haciendo la vida imposible, sus insultos y oprobios, sus risas feminoides acabaron con mi paciencia pero no seguí las enseñanzas de Job que nos advierte que el hombre es carne de dolor, nace entre la mierda y a la mierda vuelve entre estertores. ¿De qué te engríes, Villeguillo? No eres más que gusanos. Pero bien, no te sulfures, ni derrames lágrimas de cocodrilo, recuerda la paz de Israel que mediante la bondad, la sabiduría y no con los misiles aplastará la cabeza de la serpiente, colócate el manto de oración sobre tu mala cabeza y ciñete al cíngulo de tu sacerdocio. Recuerda que tú eres de la casta de Aaron. "Sint lumbi vestri praecinti", ataos los machos para defender la verdad. Es lo que hice toda mi vida pero tengo un mal pronto que me enajena. Raúl del Pozo dice que soy un psicópata, puede que lleve razón el conspicuo relator de nuestras barbaridades de adulador del poderoso, pero he sentido que Israel me saca del abismo. No es una nación cualquiera. Es un mundo que está en otra esfera más allá de la política y de la gusanera de la diplomacia y las relaciones internacionales envenenadas por el odio, la avaricia y la concupiscencia. Yo me acuso y lloro ante mi "Wailng Wall" de haber expresado mis dudas sobre una cuestión de tanto monto como es el Holocausto. El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme desde el pináculo del templo. ¿No saben estos postulantes de la gran manipulación que Dios protege a los judíos que santifican su santo nombre? El muro de las lamentaciones no está en el osario como pretenden algunos segovianos que con toda su buena voluntad se equivocan. Está justo en el corral de los huesos lo que llamábamos los Jardinillos de San Roque allí estaba con el cipos de sus tumbas y leyendas esculpidas en hebreo. El osario eran cuevas de ermitaños penitentes que hacían oración a la vista de la hermosa catedral de Segovia, la "cives Peccatrix" (urbe pecadora). El vado del Río Clamores les separaba del mundo y los pinares albares les daban sombra. Speret Israel in domino y he venido a orar por mis difuntos en especial por los padre de Aderita mi esposa inglesa Graham y Mary a los que ofendí con mi depravada conducta. A su hija la crucifiqué no la maté pero fue un crimen de lesa humanidad el que cometí. Parce mihi Domie, parce mihi. Pago mis culpas y al expresar este kadish de penitencia deseo añadir que no odio ni a judío ni a moro ni cristiano, sólo miro al firmamento creado por Tí, gran Adonai que vienes y vas por el mundo a lo largo de generaciones, permaneciendo sobre la historia mientras los pobres humanos somos transitorios, somos flor de un día. De la misma manera que yo acometo esta tarea de poner negro sobre blanco la historia de la ascensión y la caída de mi personaje Manahén Arije que se juntó con malas compañías, era un pícaro de siete suelas como muchos españoles, al que tocó bregar mucho, engañar siempre y trepar por la cucaña de la competencia echando rivales abajo. Da paz a mis muertos, gran Adonai, por la intercesión de Cristo bendito tu hijo y de su Santa Madre la Virgen María la doncella de Nazarét fue refugio en mis tribulaciones, cárceles y oprobios. Da tu paz a Sefarad y a esta afligida ciudad de Segovia que anda confusa elevando estatuas al diablo. Acuerdarte de mi Aderita y de Auxenia Xeny (el mirlo blanco, la miruella como yo la llamaba cuando era un bebé) la hija de mi corazón a la que que de mayor sólo vi cuando tenía 45 años recién cumplidos, todos los día pienso en ella y a todos los que ofendí. Por mi culpa por mi gran culpa Rezo la shemá con una unción desconocida para mí a lo largo de mis muchos días
No hay comentarios:
Publicar un comentario