AGATHA
CHRISTIE
De modo y
manera que doña Ágata que en paz descasen no se escapó al Yorkshire con un cabo
de regulares o con un lancero escocés mejor dicho cuando las aguas fluviales de
su matrimonio se salieron de madre y amenazaron desbordarse. La estuvieron
buscando los bomberos por las riberas del Río Ouse donde por cierto se había
ahogado aguas abajo otra escritora famosa mejor pero sin tanto éxito Virginia
Wolf. Y nada. Los bobbis encontraron su automóvil un pavu-pavu de los años
veinte y pensaron que la desaparición fue un suicidio. Un caso parecido al de
May la niña inglesa pero sin crimen ritual. Ya desde entonces empezó a brillar
doña Ágata por sus magistrales coartadas. Yo me la encontré una vez en un hotel
de Doncaster atacando unas lonchas de beicon y varias tostadas de te con
mantequilla. Era un comedor solitario y allí estaba la escritora de incógnito.
La reconocí y tuvimos una conversación casual de punta a punta de la sala. Por
entonces estaba sorda como una tapia y
me preguntó:
-
Are you
having beef?
Que si me
estaba tomando un bife y le dije no señora y entonces no pusimos a hablar del
tiempo. Que era lo más
educado y pulido.
-Shocking,
isnt?
-Of
course, Madam but what do you expect? It is nearly
Christmas.
Los ingleses no tienen clima. Sólo “weather”(el tiempo) y mucho llovía en
Inglaterra por aquellas calendas del sesenta. Y allí estaba doña Ágata en un
hotel de provincias atacando unas lonchas de jamón y pensando en el próximo
plot de su novela con su cara alargada algo caballuna su cuerpo grande y
artrítico y las piernas hinchadas. Su cabeza era una máquina de crear
situaciones y argumentos Una pena que me hubiera dejado la Pentax en casa. Así
que se había fugado a Canarias. Tenerife
tierra de sol según el lema rezaba. Vaya. Vaya. Malahaya el caballero que sin
espuelas cabalga. Maldigo al periodista que en un momento dado no porte su
cámara. En cualquier momento puede saltar la liebre y hay que dar testimonio.
Le pudiera haber robado unas fotos, inventarme una entrevista, embolsarme unos
buenos duros. Entonces uno se dedicaba al trato del reportaje y del freelance.
En una suerte de aquí te pillo aquí te mato. Hoy eso sería imposible,
Tampoco decían de los ingleses que tenían o
tenían mujeres. Sólo botellas de agua caliente. Ahora parece haber cambiado la
cosa con esto de la sex revolución. Aun no había cambio climático. Le pedí una
entrevista pero me remitió a su secretario. Escribí a su secretario pero recibí
una respuesta negativa. La lady no hacía entrevistas. Una pena que no
llevara en aquel momento mi Pentax
aquella mañana de niebla y de resaca. Hubiera obtenido una exclusiva.
Era grande la doña con las piernas algo
hinchadas y llevaba uno de esos sombreros horribles que se ponían entonces las
viejas inglesas y un traje estampado con colores muy vivos. El aspecto era la
de una señora de provincias que viaja a la feria de Scourborough a comer
arenques, tomar las aguas y beber cerveza. El tono de su personalidad gris como
sus novelas, solitaria y “elusiva”. Los que la conocían decían que la gustaba
desaparecer de vez en cuando, perderse. ¿Y eso no nos pasa a todos? Se vino a
Tenerife hace ahora justo ochenta años y los tinerfeños lo celebran y lo explotan.
Hacen bien.
Me parece de perlas. Pero antes se había dicho
que la novelista desapareció víctima de una crisis de ansiedad o de amnesia.
Esta noticia me ha hecho recordar cuando se murió hace 31 años y yo que estaba de
corresponsal en Londres enhebrase una de esas crónicas de campanillas y hasta
un cuñado mío Juanjo me felicitó. Todos se quedaron bocas y yo pasé por ser un
gran entendido en Ágata Christi. Confieso y yo me acuso de que jamás he logrado
terminar un libro suyo en toda mi vida pero habría que ponerle paños al pulpito
e inflar un poquito el perro que a veces no viene del todo mal.
Pues eso que ni me gustaba doña Águeda y ese
francés Hercules Poirot me parece que se pasaba de listo. Se trata de un género
que tuvo su auge. Dice Navas que son la de millones de libros vendidos pues por
algo será que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Gustos del franquismo y
yo que soy muy admirador de Franco pero nada franquista y entonces se llevaba
mucho lo de leer a Estefanía que a mi me parecía un tipo mucho más inteligente
y con mayor carpintería narrativa que la inglesa y te marcabas una del oeste.
Las chavalas agarraban una de “jovencitas” y viajaban en el metro sin alzar la
vista sin soltar el libro en todo trayecto de Tetúan Portazgo.. De gustos no
hay nada escrito.
A todo lo más que llegué yo en el subgénero
fue a Roberto Alcázar y Pedrín y a la familia de los Ulises en el TBO. Pero
Ágata Christie me parecía demasiada complicada por la sencillez zarrapastrosa
de los diálogos, los alibis y las coartadas, los presumos y presuntos – de sus
novelas viene esa maldita palabra el presunto y todos somos presuntos desde
entonces hablando un mal inglés y tradiuciendolo peor:
-Doctor Livingston, I presume- le
dijo un un inglés a otro cuando ambos se encontraron en el corazón de África.
-Venga esos cinco. Choca la pala,
Y las trampas para jugar a ver quien es el
asesino. La vida es toda ella un thriller y un esperpento pero en ella estos dos
son de otra manera. A Rafa García Serrano le gustaba mucho P:G Woodhouse. Era
un novelista para zamparse una novela en un cuerpo de guardia por ejemplo. En
la mili se leía mucha novela de la Christie y
las del Oeste editadas por Molino abundaban.
Los cuarenta y los cincuenta fueron los
deudores del folletón sicalíptico de los veinte y los treinta. Al gran Pedro
Mata creo que la historia de la literatura no le ha hecho justicia pero las
christies me repugnan por su excesivo artificio y contribuyeron a esparcir
entre nosotros mentiras piadosas: eso de la flema británica [seguramente no han
visto cabreado a un estibador de Liverpool como lo he visto yo], el rito del
te, las noches de mniebla cuando dan las doce en un carillón de una parroquia
de Westminter, el aire grío y poco entrañable. Usted puede ser el asesino. Todo
muy deductivo. Me parecían una pérdida de tiempo estas entregas. Prefería
sumergirme en Chejov. Los rusos conocedores del alma humana son mis verdaderos
maestros. El papanatismo español también opta por los extranjeros. España en
las ultimas dos generaciones ha producido grandes novelistas mucho mejores que
los ingleses pero estos que son unos vivos nos venden hasta el rosario de
nuestra madre y luego nos piden cuentas y es que el verde de la cerca de mi
vecino debe de ser más verde que el de la mía.
. No sé esto
del asesinato siempre fue un negocio. La explotación del morbo es algo que
llevan muy adentro los bimanos. En la
novela policiaca hay que buscar un hilo conductor de una trama para descubrir
quien es el matador, algo que no suele suceder casi nunca en la vida real. Sin
embargo concedido: la gente de mayor reputación, los intelectuales de alto
coturno buscan quizás en el thriller una válvula de escape. Un género muy
amplio porque dentro del mismo se entallan lo detectivesco, el suspense, la
novela policial lo que llaman los americanos “cops” y la novela negra. Muy
difícil de ser diferenciado. No nos metamos en berenjenales ni en distingos.
Dicen que es la mercadería literaria más solicitada
en occidente. Pulp fiction. Son los libros que venden. El nudo gordiano de la
seducción.
La Christie está en deuda verdaderamente con
Sherlock Holmes. Es una hija literaria de Conan Doyle. Resolver crímenes
tuvieron ambos anutores por oficio. Visitar las morgues y los departamentos de
vivisección. El club de detectives aficionados fue fundado en 1928 poco después
de la misteriosa desaparición de doña Ágata. Crearé un nombre y me echaré a
dormir. Su desaparición le dio la fama como en el caso de Maddi y luego vino
todo rodado. El gran público desencajado con la búsqueda de la verdad y de la
belleza lo que pide es pan y circo.
Y el lector
morboso quiso saber cómo era aquella señora tan pudiunda y victoriana que se
había fugado del hogar y había abandonado a su marido. How shocking. Ahí se asientan los cimientos
del thriller. Hasta el punto que hoy en día la violencia de género es un
espectáculo ¿ con quien se fugó la señora Christie? En las noveles de intriga
se refleja la vida como es no como debiera de ser. No tiene que haber
intervención divina ni deus ex machina. Por eso viene bien este surtido a una
época laica cuando Nietzsche había anunciado la muerte de dios. Cualquier
fenómeno preternatural hay que descartarlo. No cabe la fuerza de la revelación
sino la de la deducción lógica. El novelista tiene que adular un poco al lector
haciéndole creer que es un tipo inteligente. En realidad esto es falso. Ágata
Christie siempre consideraba que sus lectores no eran más que unos pobres
diablos con poco que hacer pero que siga la bola. Y ha de tener mano izquierda
para que éste le haga trabajar a su magín y deduzca. No hay que ser lo que se
dice un lince.
Tampoco tiene que haber sexo o palabras fuertes.
A todos lo más que llegan los personajes de la christie es a apostrofar a Zeus
o jurar por Jingo. Está visto. El lector no quiere complicaciones y sí muchos
convencionalismos. Que no le fastidien la solución de sus crucigramas con
resultados al dorso. Se me viene a la memoria una imagen que tengo transfija de
la escritora por haber escrito tanto
acerca de ella auque no soportara ninguno de sus libros por parecerme
soporíferos. El pelo blanco o teñido de grises perla. Una gargantilla. La vida
modesta en una semi en Cornualles. Las horas tranquilas. La meticulosa
disciplina del horario y de los ritos como el té y la lectura de las esquelas
mortuorias de The Times en el sofá. El gato dormitando junto a la chimenea.
Entre las
nueve y las once tres lingotazos de güisqui como la reina Madre. Había tardes
en que caía la botella. Vida placentera y burguesa. Algo prieta de carnes, los
ojos siempre bellos pero de vieja la piel se le volvió ajada y muy rugosa como
es común entre las inglesas cuya lozana mocedad se agosta al doblar la esquina
de los cuarenta. Cuestión de piel. Algo artrítica, puntillosa y
superferolítica y una señora muy pensada
y con escaso sentido del humor que se tomaba su oficio muy en serio.
Escribía siempre a mano y tenía un secretario que le pasaba los trabajos a
maquina. Ágata Christie era una aldeana de la Inglaterra feliz de la Merry old
England tratando de conservar su ritmo de vida y su decencia en medio de los
grandes traumáticos cambios que ha experimentado Gran Bretaña y el mundo a lo
largo del pasado siglo. Las novelas de Ágata busines as usual. La
literatura de consumo. Llegó a hacer de los libros un producto de exportación
que equilibraron la balanza de pagos en los difíciles tiempos del laborismo. No
nos compliquemos demasiado la vida. Aquella señora era una inglesa muy lista
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