SANTA ANA DE MONTARÉS. VAMOS
DE ROMERÍA
Todos los cojos van pa
Santana. Arriba súbame yo con la pata
galana, pero hogaño lamentablemente no me vagó.
A la abuela de la Virgen la
llevamos los pixuetos en el corazón. Para su ermita blanca y bien dibujada miran
los marineros cuando amuran vela en acción de gracias y la invocan en la
tempestad. Se otea desde treinta millas en círculo de toda la mar con buen
tiempo. Es la vieja fe que tira del alma como una estacha de salvación.
El cristianismo es también
tradición, recuerdos de los que se han ido, y carisma. Son muchos ya los que ya
no están desde que ascendí por vez
primera al monte Santo, un verdadero Tabor de claridades iluminadas y de brumas
cuando hay borrina y le da por llover. Diz que es cuando se emborracha el Monte
Pascual que está aláteres. En los comedios geográficos del principado entre
Avilés y Luarca el año 75 un 26 de julio yo llegué.
Venía de Nueva York y recuerdo en particular
los olores: el helecho y la fresca y cencida hierba del manto de Santa Ana, el
aroma de los pinos y del espliego, el enervante perfume de los eucaliptos, el
tojo y la zarzamora. Fragancias celestiales que sembraron en mi alma la
nostalgia del paraíso.
Escribí un reportaje importante en La Nueva
España en que cotejaba la vida de aldea con el tráfago de la Quinta
Avenida, el comején de la feria de vanidades que es en definitiva la vida
política de la que se nutre y se teje la tela de Penélope que es la actualidad.
Siempre lo mismo. Tántalo condenado a llenar el cántaro de las Danaides y a
limpiar las caballerizas del rey Alfeo.
n el avión que tomé en el
Aeropuerto Kennedy hasta Barajas me sumergí en la lectura de la Aldea
Perdida y de los cuentos de Palacio Valdés el autor que por su carácter
bondadoso y socarrón mejor representa a Asturias y arriba en la misa con aquellos benditos curas de pueblo, entre
aquellos aldeanos que se pasaban las cadenas de Santa Ana por sus cuerpos
doloridos, tristes y pobres huesos de las paisanas con toda la vida en el campo
o de los que habían pasado algún peligro o superado una enfermedad en el
entreaño me lloré al escuchar el himno nacional con gaita y tambor a la hora de
alzar.
Yo también recuperé la salud
que traía algo averiada. Pensé en el primer hombre y en la frase del rapsoda Et
in Arcadia ego. Aquí me quedo y di muchas gracias a Dios por haber ido a
parar a semejante edén después de tanto rodar por el mundo.
Escuché el grito telúrico de los ancestros. En
aquel lugar al que los romanos denominaban Betulia por la abundancia de
abedules y es un epicentro de fuerzas concurrentes de energías pánicas, ya
constatadas por los flamines y arúspices de la Legio Séptima, que tenía un
destacamento en Gijón debió de haber un altar a la diosa Ceres o a una
divinidad romana patrona de la fecundidad y los nacimientos por nombre Licinia.
Y eso se detecta al socaire de una
tradición que, si no me recuerdo mal, tienen los lugareños de por aquí: cuando
una mujer no se queda encinta, sube con su pareja a este monte, en un paraje
maravilloso, ultimas estribaciones de las breñas de la Sierra del Viento hacen
el amor en los prados que circundan la ermita o junto a los mismos muros
mirando pa la Rondiella o para Pravia o sobre las gradas mismas del amoroso
cruceiro que besaban los peregrinos del jacobeo sobre la entrada. No en vano a santa Ana la invocaban las
parturientas – el nombre más común de las reinas de la Casa de Austria era Ana-
siendo abogada de las embarazadas.
Cuando se produjo la
irreversible e insoslayable conversión asturiana al cristianismo- Cudillero
como villa marinera es uno de los pueblos con más arraigada tradición católica
de España- por estos pagos arraigó la tradición del culto a San Miguel en el
interior pero en el litoral as Santa Ana la abuela de Jesucristo y al bendito
San Joaquín su esposo, dos justos de Israel, un matrimonio seguramente humilde
del que sabemos muy poco porque según la Biblia A Dios no le agrada el
engreimiento y con la piedra que rechazaron los arquitectos El funda los
cimientos. Los pensamientos y actitudes divinas y las humanas discurren por
diferente senda.
Esta romería una de las más típicas del
Principado es un canto a la vida, a la belleza, a la hermosura de estas tierras
benditas que tanto quiere a la Virgen inmersa en un cordal de montañas donde se
aglomeran paisajes que quitan la respiración. En este luminoso día de julio
recuerdo a todos aquellos que ya no pueden portar las andas. La guadaña de La
que No Perdona a Nadie ha creado muchos huecos en la lista de nombres y rostros
de los que se fueron. Hoy tengo un pensamiento emotivo para mi amigo Fredu
el del bar de Artedo.
Grandes ratos pasé en su
compañía que bien se come en su chigre-restaurante. Las voces de mis amigos ya
no me llaman. Hay muchos ojos que se apagaron y no pocas manos que nos podré
estrechar pero hay una sonrisa y una luz encendida para los amigos que
marcharon perennemente en mis recuerdos. Verdaderamente yo amo a esta tierra
que me dio cobijo y espero que albergue mis huesos.
Ana en hebreo significa llena de gracia (já
ná) como Asturias. Y ya digo todos los cojos van pa Santana y arriba me voy yo
con mi pata galana. La Madre de Santa Deigenitrix es una devoción
tutelar de los marinos.
Varios buques de Lepanto y de
La Invencible fueron bautizados en honor de la Abuela de Cristo y muchos
pescadores pixuetos cuando zarpaban rumbo al Gran Sol a faenar en las costeras
del bonito llevaban una imagen suya que iluminaban en los sollados con un fanal
y cuando de regreso avistaban la cúspide del monte coronada por su ermita
blanca entonaban en cánticos de acción de gracias.
Y oraciones como “Santa Ana
nos val” pronunciado en el cantarín acento de estas tierras. Devoción
ancestral. Culto a la vida. En Santa Ana aquella mujer escondida en un lugar de
Judea se venera a la maternidad pues, según Juan Damasceno, era un vientre
estéril cuando quedó preñada de la Virgen, y ya entrada en años. “Salí de la
tristeza y fui fecundada”, según nos dice este Padre de la Iglesia.
Los romeros bajan cantando a
la puesta del sol. Se ha comido y se ha bebido y algunos pobrinos que la
cogieron hacen tobogán y llegan rodando hasta la fuente el Canto Ay mientras
Cudillero viva…. Y yo cogí una rama verde...
Un día es un día y que Santa
Anina nos valga. Espero poder subir al año que viene, si Dios me da salud.
Felicidades a cuantas Anicas conozco y no conozco
26 de julio 2012 miércoles
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