COMILLAS
Regreso a la que fue mi casa
durante el curso 59-60 alumno de 5ª de retórico. Me emociono al recordar cuando
subí pro primera vez la cuesta la Cardosa y Aramburu el hermano de ese vasco
que ha publicado un libro sobre ETA me presentó al padre Mayor una sabiduría en
letras grecolatinas. Nadie se baña dos veces en el mismo río. Ha corrido el
agua y hay que contar muchas mareas y bastantes resacas alguna galerna desde
aquella tarde de otoño hasta este ocaso de primavera donde me presenté con mi
esposa. Las inmobiliarias han convertido el viejo pueblo pesquero de comillas
en lugar irreconocible. Nos perdemos por los recovecos callejones hasta dar con
la subida a la Cardosa. Pago dos euros a un ostiario asturiano y parece que se
me aparece el P. Heras aquel maestrillo que tanto me ayudó en mis dificultades.
Para mí un verdadero hijo de san Ignacio. Era de Aranda y me horroriza el
recuerdo de otras cosas como por ejemplo el padre Eguillor mortificándome con
sus alegatos de que era un inepto (cuantas noche las pasé llorando oculto el
rostro entre las mantas), la visita de mi pobre padre unas navidades, el
paquete que me mandaron de casa que se perdió en la rectoral y a un muchacho
que era de Potes lavándose los dientes postizos en la fontana de las
camarillas. Aquel muchacho que me enseñó fotos del guerrillero Juanín muerto
por la guardia civil y decía que su padre estaba en la cárcel por rojo se ha
convertido hoy en el oráculo de la sección religiosa del diario El País. le temen los de la conferencia episcopal
porque casca verdades de apuño. Tanta belleza de aquellas montañas y las
lecturas de Pereda, Cela y Palacio Valdés me inclinaron por los caminos de la
palabra y la literatura. En realidad yo lo que querría ser era cura y, en
cualquier caso, sígolo siendo porque el amor a la belleza del cristianismo y a
el estudio en libertad morirá conmigo y viva el Betis manque pierda. Aquellos
años imprimieron carácter y yo sigo acerrimo en la partida de los Sin Camino de Castillo Puche embebidos
por el viento de profecía. Los presagios se han cumplido. Comillas es un caserón
vacío que quieren habilitar para no sé que el seminario mayor porque el menor
está en ruinas. Las ramas de un humero (aliso de tupida barba) se asomaban por
la ventana del refectorio donde nos daban sopas con honda en aquellos desayunos
conventuales calderadas de leche en polvo. Todas esas ideas que revelo en mi
novela "Seminario Vacío".
Los pecados mortales de la Iglesia". Amamos mucho a esta iglesia peregrina
en la tierra y ella nos hizo la cobra, pero a una madre se la quiere por más
que nos maltrate y se haya comportado con nosotros los ex de una manera cruel.
Viva el Betis manque pierda. Ya digo.
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