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sábado, 13 de mayo de 2017

INGLATERRA Y LOS ROCHILD (II)
LORD Clarendon dirá en los Lores: “son una raza diferente a la nuestra por la sangre, por las religión por sus muertos”.
No creen en el fin del mundo puesto que piensan que el universo es eterno. Son invencibles porque consideran que el fin justifica los medios, practican la usura, prestan dinero a los cristianos al 30 por ciento pero su ley no les permite obtener prestos a la reciproca del “goim”.
El tiempo histórico no cuenta en su calendario persuadidos como están de su fuerte condición de pueblo elegido. Para un judío el blasón de las la raza es el “nosotros” (we). Conquistarán la tierra sin necesidad de armadas ni de ejércitos” ¿profecía? Lord Clarendon no parecía andar muy descaminado acerca del rumbo que toman los acontecimientos en el año 17 pero no contó con una cosa: que el pensamiento de Yahvé más allá del de los que se llaman a sí mismos elegidos y como consecuencia de esta conciencia encaramada en el ego histórico acontecen las contradicciones y debacles. No creen en los pecados capitales y toleran la mariconería y el tribadismo de las bolleras. 
Lionel estaba enamorado de Disraeli y este personaje aparece en las novelas de Dickens como Conningsby, palomo con palomo, agarraditos de la mano. Sidonia. Medina Sidonia es Sión una casa con goteras en las que se atisba un artesonado maravilloso, terrible, gigantesco impenetrable construido sobre el crédito a la vez palacio y muladar porque los judíos nunca se holgaron de vivir en habitáculos maravillosos para no suscitar la envidia de los goim. Tienen la moral de las cabañuelas. Lo que dicen las cabañuelas es que el hombre está de paso.
No es recomendable desde la destrucción del Templo elevar monumentos. Sus casas carecen de lujo. La casa de los grandes ricachos de la vieja ley son casas no frills. El opulento Pol Getty tenía candados los teléfonos de sus viviendas para que no le hicieran llamadas piratas sus huéspedes. Su habilidad comercial estrujó a la Europa de las guerras napoleónicas. Ninguna alegría, dijo Rochild, para un semita, como sentir que millones de cristianos se encuentran bajo sus pies y recibiendo el trato que sólo merecen las bestias.
1888 año de lluvias cosechas abundantes Rochild  compra trigo barato en el Viejo Continente y los vende en América donde vino la escasez al doble de coste. Con el imperio austriaco practican la política del doble juego en la que son malabaristas. Tratan de adquirir monopolios, compran países con la fórmula de “I ll buy you out” que consigné en mi novela “La mujer fuerte”, libro en el que se anuncia la destrucción y desaparición de España como nación. ¡De qué manera engañaron a Juan Luis Cebrián! Lo siento por su padre don Vicente que fue una gran persona y mi jefe. Ellos conocen el secreto del viejo proverbio talmúdico: “la palabra es plata el silencio es oro”. Son diligentes suspicaces, no se fían de nadie. Jamás darán las gracias. En esto se parecen a los curas
Sólo adulan en circunstancias especiales pero para ellos un gentil no es un ser humano sino algo intermedio entre bestia y animal racional. Paradójicamente, se han erigido como los grandes defensores de los derechos humanos.
El oro que invierten a ellos retorna mediante grandes dividendos. Realizan operaciones que no son sino latrocinios encubiertos. El hombre de los Rochild en España fue Mendizábal judío de raza, cristiano de conveniencia, que no sólo desamortizó los bienes eclesiásticos sino que concedió a la familia la explotación de las minas de Almadén. Al fin obtuvieron dichos señores el monopolio del mercurio. El culto a la ganancia no fue óbice para acoger en Highgate a un refugiado alemán de origen español al que perseguían en Berlín. Había escrito “Das Kapital”. A este se llama estar al santo y a la limosna. Ejercer el poder sobre la tesis y la antítesis. El capitalismo y el comunismo son ramas de un mismo tronco.
Su palabra preferida es andar vigilante, un vocablo castellano, que incorporaron al inglés. Hoy en Estados Unidos se llama vigilantes a los serenos de barrio, a los somatenes y a los guardias de seguridad. Cacareaban en los Comunes las consignas convenientes y Disraeli pronunció una frase solemne que aun recuerdan los viejos parlamentarios de Westminster: “We are here to put a spoke in the axle Wheel of Baodiceas chariot” (estamos acá para colocar astillas en la rueda de la carroza  de la diosa Britania en la que se pasea por los mares”).
Lo que quieren decir que sus sueños de conquista del imperio inglés fueron consumados.
Maquiavelo fue discípulo aventajado del Talmud y de sus enseñanzas. Les está prohibido por ley tacar un cadáver, yacer con mujer que tenga la regla y trabajar en sábado. Y por creerse santos jamás matan a no ser para vengar un crimen cometido contra un judío. En ese caso al enemigo no sólo le dan mulé sino que le arrasan la casa, siembran sus campos de sal para que nada en ellos vuelva planta alguna a crecer.
Si se determinan a acabar con alguien lo matarán por delegación encargando a un gentil del asesinato.
Entre los estudiosos del tema cobra rigor la tesis de que están utilizando a los islámicos mediante pacto con Arabia Saudita y los Emiratos para destruir las cristiandades europeas propiciando las grandes “aliyas” o invasiones siguiendo el ejemplo del imperio turco en época medieval. He ahí la madre del cordero del terrorismo.

 A dicha consigna le debemos las grandes oleadas de desgraciados que llaman a las puertas del Viejo Continente o cruzan el Estrecho Gibraltar a nado o en patera. En el efecto llamada les secunda ese gran enemigo de España y judío de raza que se llama Fabián Picardo, secundados por los chicos y chicas de la prensa la tele y la radio española. Pero ellos nunca se mancharían las manos de mocos. Se lo prohíbe su ley. Son los elegidos de Dios. But they kill by proxy. Y a mí que soy de origen judío de raza pero no de raza me da mucha congoja. Guárdanos, Señor, de la malevolencia del impío y protege a los israelitas de bien que buscan la paz y la concordia.

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