Así respetan estos degenerados las creencias religiosas de los cristianos
Son imágenes siniestras que, con el beneplácito de los instigadores del nuevo orden, se pueden ver estos días en los desfiles del orgullo gay. Un transexual se burla de Jesucristo crucificado, mientras los dos esperpentos que lo flanquean se unen a la rechifla del momento culmen del Cristianismo: la muerte y resurrección de Jesús.
Hombres desnudos usando de taparrabos la Cruz de Cristo, y en el suelo, como puede verse, un montón de crucifijos dispuestos para su reparto.
Crucifijos como taparrabos y el ojal al descubierto. Así respetan estos degenerados las creencias religiosas de una gran mayoría de la sociedad española. Los amos del desmadre por un capricho gubernamental. “Aquí te pillo aquí te mato”, como los chimpancés pero contra natura, por donde amargan los pepinos.
¿Y a esto le llaman progreso?
Pero, volvamos a la fotografía. ¿Ese sujeto que lleva puesta la Cruz de Cristo como taparrabos, no está cometiendo un delito contra nuestras creencias religiosas? ¿Su abyecto comportamiento, no atenta contra el culto católico que practican millones de ciudadanos españoles?
Si a cualquier español se le ocurriese recriminar, simplemente recriminar “in situ”, la actitud de ese sodomita por su repugnante comportamiento en la vía pública, y fuese observado por la policía de Sánchez e Irene Montero, automáticamente se le aplicaría, como poco, la ley antiterrorista.
Luego dicen que los cristianos somos unos intolerantes. A las pruebas nos remitimos. El cinismo de esta gente y de quienes los auspician, avalan y defienden, no tiene parangón. Con estos gestos se retratan ellos mismos, y cargan de razón a quienes sostenemos que deben hacérselo mirar.
A ellos, como a todos sin excepción, también les llegará el juicio de Dios. Hasta entonces, que nadie se deje engañar cuando ciertos ministros de la Iglesia les vengan tocando el “palo de la lástima” y les anden pidiendo tolerancia y respeto para esta gente. Acuérdense de la fotografía. Ni tolerancia ni respeto.
Estos cínicos del taparrabos y el ojal al descubierto, no se atreverán con los musulmanes. Para con ellos, no hay ni orgullo, ni desmadre, ni ultrajes al profeta, no vaya a ser que los metan en cintura, y sirvan de péndulo de alguna grúa.
Este artículo está concebido para poner de relieve un hecho preocupante que está en auge, no ya en países de un marcado carácter autoritario, sino en nuestras propias democracias occidentales y concretamente en España. Este hecho es la cristianofobia, que a pesar de existir y manifestarse, ya sea a través de la humillación de los dogmas cristianos de la violencia verbal o física, no se da una respuesta penal eficaz, en primer lugar, por parte de los jueces y tribunales ya que no establecen los agravantes de cristianofobia en sus sentencias encuadrado dentro de los delitos de Odio del artículo 510 del Código Penal.
En segundo lugar, la labor acusadora de los fiscales es nula respecto a esta cuestión y por último la pasividad del gobierno central y de las diversas administraciones para incluir una serie de medidas legislativas que penalicen de manera concreta la cristianofobia ante la inaplicación de los delitos de odio y discriminación en estos casos.
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