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domingo, 29 de diciembre de 2019

LA CRUCIFIXIÓN DEL EX DEAN DE COMPOSTELA

Victima de calumnias y esos malos quereres emponzoñados (el diablo con frecuencia entra a saco dentro de las sacristías y cenáculos) don José María Díaz Fdez. pasa sus días octogenarios en su querido Mondoñedo, apartado de su ministerio y confiando en que la justicia divina le devuelva la honra que le quitaron los mundanos.
El arzobispo Barrio le destituyó de su decanato y de la canonjía y hubo de abandonar el cargo de archivero. Esto sea acaso lo que más le dolió porque es una eminencia en historiografía y conoce como nadie la historia dela Iglesia, con sus grandezas y servidumbres como toda obra humana. Sufrió persecución por la justicia (decir la verdad siempre molesta) pero él siempre espantó demonios, como buen exorcista de la palabra y de la pluma. Han sido siempre sus armas junto con el ferrete coruñés y la ironía asturiana. El Maligno le tendió una trampa porque lo acusaron de haber dado una palmada en el culo a un monaguillo. Los que le conocíamos y admirábamos cuando fue nuestro prefecto en el seminario de Segovia somos contestes de que eran gestos muy suyos, "cosas del gallego", decíamos, pues a un tal Izquierdo, alumno de retórica, al que llamábamos Penjamo, le hizo salir de la terna, ponte firmes, eso no se hace y le pegó una patada en las posaderas que por poco le a manda a  Fernando Poo por haberse llevado tres hogazas a la camarilla dentro del guardapolvos y luego las vendía a dos reales cuando apretaba el hambre.
Doy testimonio: don Chemari no tenía nada de marica. Al contrario precavía a todo el curso contra el amor a los efebos, es más: los griegos eran por cierto, nos decía, inclinados a la sodomía: Aristóteles se acostaba con un muchacho, Orígenes emasculóse para evitar pecado nefando, y el siglo XVI la CiudadEterna era el gran varadero de la prostitución europea (pululaban más de quince mil por la Vía Apia y hacían la carrera junto a las tapias del Castillo de Santangelo) , muchos cardenales hacían a pelo y a pluma. Roma peccatrix.
La curia siempre fue pecadora y descreída. Un papa Borgia el padre de Lucrecia - esto también nos lo contó en una de sus charlas el P. Diaz- decía durante una gran comilona con sus fámulos mirando para los evangelios: "ese librito con sus cuatro fabulas nos ha hecho ricos y famosos". "Sin embargo, queridos seminaristas, concluía, tales oprobios y  maldades no han de ser óbice jamás al depósito de vuestra fe, porque fuera de la Iglesia no hay salvación "extra Ecclesiam nulla salus. Teneis que ser hombre enteros, gentes normales, no andarse con repulgos ni tiquismiquis; el cristianismo no es un problema de bragueta".
Estas sentencias de mi maestro los tuve muy presentes a lo largo de mi vida me han afianzado en el amor a Cristo y a la gran tradición de dos milenios de cristianismo. Me causa más que indignación furor y santa ira - cogería un látigo y echaría a vergajos a los profanadores del templo como hizo nuestro Señor- ante la hipocresía de cierftos sectores que desde dentro y fuera de la Iglesia ven en el otro la mota en el ojo cuando ellos mantienen una viga en el suyo. Andamos a vueltas con una nueva raza de víboras.
Abundando en ello Díaz Fernández es un teologo de categoría, un litúrgico de categoría y un maestro de ceremonias como no había otro en cabildo catedralicio sobre la Pielde Toro.
Hace unos años descubrió en el archivo compostelano un inédito de Quevedo bajo el rótulo de "Contra Iudeos".
A lo largo de sus páginas don Francisco se despachaba a sus anchas contra los cristianos nuevos. Retrataba a Teresa de Jesús como una ninfomaníaca del confesionario (de hecho la crítica moderna admite que pudo tener amores con el Padre Gracián). Juan de Avila era un perverso y san Juan de la  Cruz un lírico algo pornográfico escudándose en el Viejo Testamento y a Ignacio de Loyola un altanero vasco un poco borachín... Bien estén los santos en sus retablos.
 Como es sabido en la gran pendencia que hubo en el siglo XVII sobre el patronato unos (godos) decían que el verdadero patrón de España era Santiago,  mientras los conversos (hijos de Moiés) con ese furor que siempre caracterizó a los españoles de origen judío declaraban incontrovertiblemente patrona de las Españas a la mística abulense. Puede que la víbora de la calumnia contra erl q

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