EL LOBO DE SAN FROILÁN
Cuando llega octubre
al Bierzo sobrevienen las primeras celliscas, nieva por los puertos, los días
son bellas y las noches frescas. Por la rampa de los gollizos descienden los
rebaños de la mesta, en mis tiempos todas las espadañas repicaban gordo en
honra y gloria de san Froilán el santo visigótico padre del yermo que3 nació en
Lugo fue a visitar a su hermana que era una pastora en Leitariegos y padre del
yermo vivió algunos años en una cueva excavada en las Médulas. Un compañero
legionense me invitó a su pueblo para las fiestas de san Froilán en una aldea
de los Baños de Luna sumida hoy bajo las aguas del pantano, la familia nos
sentamos en un prado y comimos a la romana (tumbados y apoyados de un codo como
en los triclinios) el célebre cocido maragato y después buen compango de cecina
y morcillas calostros natillas y arroz con leche bien regado de caldos
bercianos. Son vinos flojos pero que pasan bien. A la tarde las cuadrillas organizaron
campeonatos de Aluche. El Aluche es una
reminiscencia romana, parecida al yudo, deporte practicado por los
legionarios (León significa Legio haciendo alusión a su pasado romano cuando la
capital de Hispania era Asturica la Astorga de hoy). No hay violencia gana el
que derriba al contrincante al que obliga a caer de espaldas y el que sabe
poner mejor la trabilla. A la tarde se rezaba el rosario y ya oscurecido en la
casa de mi amigo Sisenando después de jugar a las prendas y esconder el
polvorón se contaban historias de aparecidos y se hacía la novena del santo.
San Froilán era tan bueno que los lobos de aquellas parameras venían a besarle
la mano y le portaban los libros de misa cuando se dirigía a la catedral de
Zamora donde pontificó varios años. Conocía el lenguaje de las aves y
descifraba el significado de los aullidos del lobo o los relinchos del caballo.
Un don de Dios. Muy frugal, se alimentaba de raides de plantas del campo.
Curaba a los enfermos, los tullidos cuando les tocaba dejaban de andar
encorvados y en una ocasión resucitó a una doncella violada y muerta por
sarracenos. Cundió su fama de taumaturgo por toda la región hasta tal punto que
hubo de abandonar la cueva donde vivía y hacerse monje benedictino. Profesó en
el monasterio de Moreruela de donde era
abad san Atilano después obispo de Zamora. San Atilano un día que se bañaban en
el Duero perdió el anillo, se lo comió un pez y este barbo fue pescado y acabó
en la mesa de san Froilán que lo devolvió a su discípulo san Atilano. El rey
asturleonés Ramiro III otorgó mandas, donaciones y terrenos al santo para que
erigiese monasterios y casas de oración─ todas las que le diese la gana─ al
objeto de que los monjes impetrasen el favor del cielo en las lucha contra el
infiel. Los moros por aquel entonces venían por abajo y mucho apretaban. Las
razzias de Almanzor eran terribles. De esta iniciativa surgieron dos monasterios
importantes para la cristiandad visigótica: Távara y Moreruela a la vera del
río Estola donde llegaron a profesar la regla de san Benito cerca de doscientos
monjes. A la muerte de Ramiro III (su sucesor Veremundo promovió a Froilán para
la mitra de León que ostentó durante dieciséis años cuentan las crónicas del
misal mozárabe. El día de la coronación bajó del cielo una paloma blanca y posó
sobre las sienes del ordenando in sacris. A su muerte su cadaver exhalaba un
perfume celestial el cuerpo fue dividido la cabeza y un brazo quedaron en León
y el resto fue trasladado al cenobio de Moreruela fundado por el glorioso san
Froilán. A mí después de tantos años me queda un recuerdo salutífero de las
buenas cosas de la existencia y de aquella tarde pasada en una aldea del valle
del Huerna hoy sepultada bajo las aguas del embalse: las buenas tajadas de
tasajo, el arroz con leche, los soplillos, el Aluche de los midiendo sus fuerzas en la parva, el toque de
las campanas tocando al rosario y los rebaños que descendían las pendientes del
gollizo. El paisaje a lo lejos daba el semblante de una albarda o una silla de
montar a las puertas del invierno. No sé lo que habrá sido de mi amigo
Sisenando si llegó a cura o por el contrario fue sujeto paciente de la gran
desbandada que vació los seminarios en los 60 pero la imagen de un lobo
llevándole los libros de misa a san Froilán me enternece.
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