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sábado, 31 de agosto de 2019


MARFEGA DE LOS SUEÑOS
Tórrida mirada halcón huido por tales sendas
Aceras de la ciudad arpegios en el balcón
Clave de fa clave de sol toca una niña
La hija de un general
Yo la ayudaba con el latín
Do-re- do
Un balcón
soy su galán
no me atrevo a confesar su amor
Barrio de Chamberí callejas tristes
Las de la tercera edad sacan al perro a pasear
Un caniche hacen pipí
Hay un silencio muchacho en estos laberintos
Que apesadumbren a un viejo
Guay de mí
Ya no toca a misa la campana
Amor te fuiste
Nunca vuelves efélide
 eras rubia y tenías espolvoreado el rostro de pequitas
 de la sinrazón soledad infinita
Yo me tumbo a la bartola
En la márfega del dolor donde todos son pinchos
Y cascabillos
 rencores añejos
 cuentas pendientes
do re mi do
Leves son mis pasos
 soy sombra sutil
Ella se fue y no vino
Lo que queda es soledad de libro y proyecto
Y un poema a medio escribir
Que esparzo sobre los lomos del viento
Jugasteme una mala pasada, amor cruel
La tarde languidece en clave de sol.
Yo te condeno a un solfeo infinito
Fui un salteador del carro de los sueños
No pasé el freo
Me faltaron credenciales y fetiches
La culpa la tuvo la metamorfosis del aire
Que me hizo pensar tanto
Y ahora en la luna de ese concesionario de automóviles
Se espeja tu mirada y me dice que ya nada soy si algo fui
Todo se hacina
 nada se perdona
Sobre la niara del recuerdo
yo siempre estuve desparramando el trigo
Son montones de la Nada te lo dije, tío.
No más susurros de Eolo
No más concesiones al decoro y no más piedad
Son muy fuertes tienen la sartén por el mango
Gritar contra ellos es cabecear el muro
No harán caso.
¿A qué escribir?
Dominan. El poder les estalla por las costuras de sus bancos.
Las manos del obispo que me impuso las manos
Están yertas
Penitet mihi
Absoluciones inútiles
Del penitenciario
Y me dio la bendición de diacono acariciando suavemente.
Ya nada es igual.
Ha sonado un trueno. Un relámpago sobre las azoteas tras los estampidos y más tarde el cubileteo de la lluvia, impia ventisca. Madrid se convierte en mar
De cieno. Vamonos a casa.
En el bar de doña Inés unos jubilados echan la partida
De sota caballo y rey van por la vida
¿Don Juan vendrá?
Hice todas las solicitudes pegué bastantes pólizas
Llamé a tantas puertas que ya ni te digo
Al llegar veo una tibia humana sobre mi cena.
Por fortuna debe de ser don Juan mi convidado de piedra
Que me invita a cenar. Voto a bríos
Los sobranceros del odio de este verano eligieron a la muerte por mayordomo.
Ella ni me preocupa ni me domina.
Sólo soy pechero de tus besos olvidados
En el alguarín donde guardo mis múltiples papeles encontré esta tarde de lluvia tu fotografía.



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