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domingo, 17 de enero de 2016







EL DIA DE SAN ANTON

 

Hacía un frío que pelaba. Colegio de san Antón que durante la guerra fue checa y cárcel donde dieron mulé a a muchos falangistas. El Madrid de Galdós recorro sus calles desiertas en esta mañana gélida de enero, oigo música en alguna parte la banda municipal interpreta aires de la tierra. Allí suena un pasacalles y el padre Ángel está bendiciendo a los perritos con el hisopo, más que un templo esto parece una perrera… guaguau.

Un gran danés olisquea amorosamente el culo de un caniche. La dueña se asusta, con que en evitación de un infanticidio el ama del grandullón tira del ronzal. Están frente a frente el doberman y el chiguagua. El cura de la jet da hisopadas y sonríe melifluo a los clientes.

Esto es también un circo. Dentro del recinto sagrado con tanto ladrido no hay quien pare. No se le oye predicar a un cura gordo y abotagado.

A la puerta del antiguo colegio escolapio han colocado un cepillo gigante tan grande como el gran danés. Hay que estar al santo y a la limosna y el padre Ángel ese asturiano de sonrisa meliflua que se multiplica en los actos sociales  de eso sabe mucho. Parece que le hizo la boca un fraile nunca mejor dicho.

Gimotea por sus pobres con gangosa voz y pone el cazo. Está al frente de una ONG que es millonaria. Se ha quedado con la hacienda de la pobre Lina Morgan que paz haya y de otros famosos. Este clérigo asturiano es un vivales un cura listo que se multiplica.  Está a todas, y en todas partes.

No hay hoy rastas ni madres dando de mamar a un niño como pasó el otro día en los bancos del Congreso pero la iglesia güele a perrizo que se las pela.

Me indigna un cartel que da la bienvenida a los refugiados. No sé. No sé. El evangelio dice  (una recomendación para el P Ángel si leyere estas líneas: cuando des limosna que tu mano izquierda no se entere de lo que hace la mano derecha y cuando ores no lo hagas delante de los hombres para que te vean)

Cristo detestaba a los hipócritas y santurrones y expulsó a los cambistas del pueblo “que habéis convertido la casa de mi padre en una cueva de ladrones”.

Fue éste un poco el drama de Narazín y de muchos curas católicos. Al final no encajan en los tiempos prosaicos que vivimos. Los animales a la iglesia, hombre pues, eso no está mal pero tampoco, antes se bendecía a los burros pero siempre las acémilas quedaban a la puerta. El recinto eclesial era sagrado. No es posible ya llamarse a altana ni acogerse a altana. No hay ningún sitio donde ir para tantos metecos en su propio país, muchos han dejado de ir a misa.

Priviestiviet”, wellcome. Venga tós pa aquí.

Madrid lleno de basuras ya no es rompeolas de las Españas y el culo del mundo con una alcaldesa laica judaica que fue de la Sección Femenina en otros tiempos.

Dejad que los árabes  se acerquen a mí y tomen la Cibeles. Todos los días tenemos que aguantar los madrileños una felonía, tragarnos un sapo. Nuestra amada ciudad cosmopolita es una mierda. Y, si te declaras patriota, te llaman fascistas, pero fascistas son ellos los NaZionistas.

El padre Ángel con su cara de bendito y dando hisopazos a las mascotas de las pobres viejas solitarias es uno de la cuerda.

Si el P. Regatillo, mi profesor de derecho Canónigo en Comillas, levantara la cabeza seguro que lo excomulgaba a este clérigo asturiano que se lleva tan bien con la prensa, me parece que tiene enlazada una agencia de relaciones públicas, bien se lo monta porque nunca estuvo permitida la entrada de los perros en la iglesia ni derramar agua bendita sobre la cabeza de un  pobre bruto como si fuera un neófitos recién bautizado.

También a san Antón al pobre con sus barbas patriarcales lo han convertido en un fantoche pero España es un circo y a buena parte de la Iglesia tampoco hay por dónde cogerla. Paso franco a los “rape-fugiados”. Que vengan y violen a las jóvenes y a las viejas, pero olvidemos nuestras culpas, enterremos nuestras penas.

Hoy es san Antón la gallina pon y las pitas en los corrales cacarean. Se acabaron las pascuas. La posepifanía empieza.

Hay que subir la cuesta de enero. Y abrigarse porque por ahí llega dentro de quince días san Valero ventolero.  






































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