AGRADECIMIENTO AL PUEBLO DE FUENTESOTO, PRESENTE EN LAS
EXEQUIAS DE MI MADRE AYER VÍSPERA DEL DÍA DE NUESTRA SEÑORA
En el camposanto de Fuentesoto de Fuentidueña, antiguo
castillo-iglesia templario donde los míos y tanta gente a la que quiero y vi
pasar en tránsito por esta vida, duermen el sueño eterno aguardando la
resurrección, dimos tierra a Juanita Galindo Martín mi madre. Ya está en su
casa. "Quiero irme a mi casa" decía cuando empezó a fallarle la
razón. Devolvió su cuerpo a la tierra y entregó su alma al Señor colmada de
días (95 años) de virtudes y de trabajos y rodeada del afecto de sus hijos
nietos y biznietos. Quisiera expresar mi agradecimiento al pueblo que acudió
unánime a las exequias y en particular al Padre Jose María fraile de los Hermanos
de San Juan de Dios al que vi nacer (el hijo del señor Elidio y la señora Sofía
y hermano de mi amigo Fermín) y creo que un gran sacerdote porque en estos
tiempos tan difíciles ejerce el primer mandamiento evangélico que es el amor (y
eso se nota cuando bajas al pueblo) por su para mí emocionante homilía y por permitirme
cantar en latín el salmo 64 (4 Esdras) de las antiguas misas de Requiem al fin
del salmo responsorial. A mis primos de Córdoba Javier, Zuly y Benjamín. A la doctora Mamen Llorente, excelente
profesional y piadosa doctora que asistió a mi madre durante su larga
enfermedad (murió de vieja), a Pilar Cañas que presidía toda una delegación de médicos
y ATS de La Paz y el Ramón y Cajal y consultorio de Villalba, amigos de mi
hermana Fuencisla. A Emilio. A los hijos del primo Ventura Felix, Miguel Ángel,
Margarita, Nati y Crescenciano (un nombre hermoso de cadencias latinas que me
hacen recordar a los mártires romanos del martirologio) A mi primas de Membibre
Sagrario Parra y a su hijo Rodrigo Gómez Parra ingeniero de Cuellar, a Charito
y a Merche Parra Puente las hijas de mi querido tío Ursino héroe de la batalla
de Brunete y al que hice protagonista de mi novela sobre el tema. Antoñito el
menor de los hermanos es igual que Ursino. ¡Ay Dios que la sangre nos volvió a
entroncar ayer a nosotros que andamos desperdigados por el mundo! La vida pese
a sus injusticias, atropellos, carencias y enfermedades, tiene momentos
maravillosos y uno de ellos fue ayer tarde en la víspera de la Asunción. Fue un
día grande. Una santa como fue mi madre recia mujer fuerte castellana sumamente
inteligente pese a sus cortas letras subió a la gloria a reunirse con los que
amaba con su esposo Silvino mi padre, su madre Leonides y el papá Benjamin sus
hermanos Pedro, Felisa y su sobrino Agustín. Y esparció entre nosotros el aroma
de santidad y caridad. Pienso que pese a nuestras diferencias y los avatares de
nuestra trayectoria vital estamos unidos. Quiero expresar mi gratitud por su
generosa acogida a mi tía Paulina y a Leonides mi prima de Alicante a mi
ahijado Mariano que estaba con su esposa y su hija. En fin larga es la lista de
todos mis deudos. Al escribir este obituario que es necrología sino eulogía
triunfal en la esperanza de resurrección. El gozo de esta tarde enjugó las
lágrimas de mis hermanos nietos y sobrinos. Bienaventurados serán siempre los
que mueren en el Señor. Gracias madre por esta vida que me diste y perdóname si
no estuve a la altura de este preciado y a tu gran categoría de mujer fuerte y
madre dolorosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario