QUEVEDO LOS SUEÑOS FICCIÓN Y REALIDAD
Tenía 28 años era un minorista catedrático recién licenciado de la universidad de Alcalá donde se especializó en las Sagradas Escrituras, es el autor clásico conoce la lengua hebrea mejor que ningún otro. ¿Era Quevedo judío? No lo sabemos. Lo que sí que es cierto es que se erige en paladín de los santiaguistas que ridiculizaban a los cristianos nuevos y querían proclamar patrona de España a Teresa de Jesús echando a las calderas de Pedro Botero al Hijo del Trueno. Los Sueños es una gira por los distintos lugares del infierno. Visión escatológica. Quevedo bosqueja con la pluma lo que el Bosco traza con el pincel. Es una meditatio mortis adobada de sátira y de critica social.
A Quevedo no le gustaban los sastres ni los boticarios, se ensaña contra los quirománticos, a los abogados los toma a cachondeo y se mofa de las mujeres y de los maridos engañados. Desgraciadamente su misoginia anuncia una realidad profética como la que vive España cuando la lucha de clases fue reemplazada por la lucha de géneros; “un mal casado tiene en su mujer una herramienta para la muerte porque el matrimonio puede ser un infierno portátil”. En los Sueños sale a relucir las habilidades de un espadachín del idioma. Quevedo sondea las posibilidades del idioma castellano haciendo esgrima con los conceptos. Es difícil seguirle en muchos casos porque en su habilidad idiomática sorprende. Es sin duda el mejor escritor en la lengua castellana
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