ARTHUR KOESTLER Antonio Parra Antes de extender la perezosa – así se llama en Asturias la mesa de la sala donde sólo se come en las ocasiones- para la Cena de Nochevieja no quiero despedir a 2005 sin un recuerdo hacia Arthur Koestler cuyo centenario ha pasado casi desapercibido de los medios. El “Lobo estepario” no entra en los baremos de lo políticamente correcto antes bien su obra, la de un periodista maravilloso y la de un novelista con garra introductor en el mundo parisino del bestseller y del román verité con esa inmensa obra de calado profético en que a través de toda esa pasamanería de la utópica ucronía de los novelistas ingleses de avanzada [Orwell, Huxley, Marshall, Pinter, Shaw, todos ellos hijos literarios de Jonathan Swift], El cero y el infinito hace una llamada de advertencia al mundo para recordar que la libertad es un bien escaso y siempre amenazado tanto por los totalitarios de izquierda o de derecha como a los que a sí mismo se denominan “regimenes de libertad vigilada”. También Koestler era judío. Y un húngaro.
libros de ocasión pedidos a bibliopolis@outlook.es "“los libros hacen libres a los que les quieren bien. Con ellos me consolé en la prisión que se me aparejaba y satisfice el hambre en un pedazo de pan conservado en una servilleta envuelta en un papel que traía un capítulo de alabanza al ayuno. ¡Oh libros, fieles consejeros, amigos sin adulación, despertadores del entendimiento, maestros del alma y gobernadores del cuerpo, guiones para bien vivir y centinelas del bien morir” VICENTE ESPINEL
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