TESTAMENTO DE Dª URRACA
Que a los moros por dinero y a
los cristianos de gracia… callades hija callades no digais tales palabras que
la mujer que lo dijere bien merecería ser quemada. Este dialogo creó una
semblanza de una princesa castelana creo que fue la primera feminista de la historia
de España. Lo hago con quien me apetece y porque me da la gana. Asustado el
buen rey don Fernando escuchaba a la muchacha que se resitía a ser preterida y
minusvalorada. Era allá `por el siglo XII y las de Podemos no eran ni siquiera
un guiño en el ojo de su tatarabuelo.
De todas las maneras este hermoso
poema injerto en el drama las Mocedades del Cid es todo un canto a Zamora la
bien cercada por un lado la cerca el Duero y por otra peña tajada. De allí
proviene el ínclito Pablo Iglesias y de allí era Rufo Gamazo y Mostaza y otros
amigos míos que se me han muerto como Agustín García Calvo. El parlamento entre
la infanta, el Cid Campeador que saca la cara por la princesa y el rey Fernando
cuando hace sus mandas. A Sancho le deja Castilla a don Alonso León a don
García Vizcaya “ y a mí porque soy mujer me dejáis desheredada siendo, padre,
vuestra hija, siendo de Castilla infanta habré de ir de tierra a vender mi
cuerpo como una mujer errada”… allá respondió el rey con tiernísimas entrañas
dando aljófar de los ojos a la plata de las canas (bellísima imagen de un rey
viejo que llora) “callades, hija, callades, no digais tales palabras aquella
que lo dice merecería ser quemada; pues allá en Castilla la Vieja un rincón se me olvidaba; Zamora
tiene por nombre Zamora la bien cercada y aquel que se la quitare mi maldición
sobre él caiga… todos dicen amen, amen, pero tú don Sancho callas.
La pieza es toda una joya de
nuestro teatro del siglo de oro. Guillén de Castro como una acuarelista de la época
imprime energía y velocidad a la acción. Esta comedia contribuyó a la glorificación de
Rodrigo Díaz de Vivar como héroe epónimo de la historia de España. Un teatro
que debiera representarse en todos nuestros colegios.
Los personajes no son de cartón
piedra sino que viven con fuerza. Protagonista el Campeador y deuteragonista
doña Urraca y la mora zaida se enfrentan a su destino. la mentalidad del héroe
de los Cantares de Gesta y la de los de Kafka o Galdós no han variado
demasiado. Se enfrentan a las mismas situaciones.
La trama se construye sobre la
invicta Zamora la bien cercada. Al morir Fernando I hizo un reparto
inequitativo a tenor con la costumbre arraigada entre los godos del derecho de
primogenitura: A García Galicia y Vizcaya, a Alfonso León y Asturias pero
Castilla que era la parte del león lega en heredad a Sancho; la pequeña ciudad
de Toro y Zamora son para sus dos hijas Elvira y Urraca “a mí por ser mujer me
has dejado, padre, desheredada”. El eco del lamento de doña Urraca, enamorada
precisamente del de Vivar resuena a lo largo de la historia española.
Por encima de estas
arbitrariedades está el honor y la lealtad representado por el Cid Campeador
que sirve a su rey rey caiga quien caiga. Durante el cerco de la ciudad
castellana mediante un ardid el traidor Bellido Dolfos entra en el campamento
del monarca y conduciéndolo a un descampado cerca de la muralla cuando Sancho
va a hacer una necesidad fisiológica.
Bellido Dolfos ha pasado junto
con el obispo don Opas como símbolo de la felonía y de la traición que son
parte también de nuestra historia. Lo mata por la espalda y huye a la plaza de
Zamora gobernada por doña Urraca. Don Sancho se puso a hacer sus necesidades
detrás de un valladar cuando le segó la cerviz el venablo de Doldos. Sin
embargo, la carga dramática de la obra se fortalece con escenas como la visión
que tuvo don Sancho antes de morirá cuando se le aparece su padre muerto y le
reprocha su desobediencia. “pagaste hijo amores con desdén y lealtades con
engaños”. Van implícitos en el argumento los amores de la infanta hacia el Cid
y el de Alfonso VI con la mora Zaida hija de Miramamolín que le da hospedaje en
Toledo.
Se trata pues de una novela
fronteriza en la cual no se maldice al Islam sino que se enaltece el valor de
aquellos reinados taifas a los que Rodrigo sirve — es un soldado de fortuna que
peleando gana su pan y lo mismo lucha contra los moros que contra los
cristianos— y tal galardón es todo un paradigma didáctico que hoy se desdeñaría
por “impolítico”. Hay versos triunfales como “helo, helo por do viene el
infante vengador” que nutren la rica savia heroica de nuestro romancero. Se
insertan consejos que son perlas “no hay corona segura ni tiara” el buen rey
don Sancho fue victima de la deslealtad a la palabra dada a su progenitor el
cual lo maldijo. “Reto al agua, reto al vino. Reto a chicos y grandes. A las
mujeres y a los niños. A los muertos y a los vivos. A las aves de los vientos y
a los peces de los ríos". Alfonso le regala a la mora Zaida estos versos:
“ tú fuiste después de los cielos gobierno de mi albedrío… tú serás reina de
España” y la princesa mora contesta: “con ser tuya me contento”. El repto o
duelo entre el Cid y Arias Gonzalo recuerdan pasajes de la Ilíada entre Aquiles y Agamenón. El
hijo del infanzón frente a los muros de Zamora alcanza proporciones homéricas.
Dolfos murió arrastrado por la cola de una yegua. Lo hicieron cuartos. Aquella
Castilla no pagaba traidores. El mismo grandioso tono de tragedia griega
alcanzan las maldiciones que profieren los personajes durante el duelo:
“Abarcas traigan calzadas y no zapatos de lazo, villanos te hablen, Alonso, que
no fijosdalgo, de las Asturias de Oviedo que no sean castellanos. Ojala te
maten con cuchillos montañeses que no con puñales dorados y capas traigan
aguaderas que no de contrai delicado y sáquenle el corazón por el siniestro
costado si fuiste y si consentiste en la muerte de tu hermano. ¿Juraslo así?
Así lo juro y es testigo el cielo santo”. Excelsa parrafada. Guillén de Castro escribe:
Colérico el rey le ha mirado. El Cid parte al destierro Con unos cuantos
vasallos”.
Es el formulario del juramento de
Santa Gadea. El Cid perdió el hogar, sus lares, su mujer y sus dos hijas pero
su honra quedó incólume. Telón.
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