LAS CASAS FAUTOR DE LA LEYENDA
NEGRA
Brevísima relación de la
destrucción es libro que no haya por donde cogerlo. Vaca de misterio señalar cómo
un texto tan malo haya podido recabar tanta repercusión, tanto nombradío y
momento. Porque es todo un género literario que hizo escuela. En sus páginas
amazacotadas y confusas se guarda el fermento de la hispanofobia.
A lo largo de sus capítulos se
repite el mismo asunto, como un disco rayado: la matanza de los indios, la
crueldad de los conquistadores, el tinte sicalíptico de la empresa: rapto de
mujeres, búsqueda del oro y riquezas. Es la obra de un converso y se percibe a
través de los capítulos esa tendencia a la exageración sin medida, ese rasgarse
farisaico las vestiduras, narrado desde la parcialidad y el afán de desquite,
vertiendo vitriolo con saña. Y en esas estamos desde que en 1552 vio la luz el
mamotreto, en forma de carta al rey Felipe II.
Bartolomé de las Casas o Casaus
(Sevilla 1474 – Madrid 1566) es el clásico buenista, clérigo orgulloso, sañudo
y cruel, carácter difícil y lleno de soberbia, obseso sexual y seguramente de
costumbres disolutas miembro de la orden dominicana a la cual según la bula de
Alejandro VI se la abstendría de predicar el evangelio en el nuevo mundo.
El tratado de Tordesillas de 1493
otorga a los jerónimos esa jurisdicción. Obra magnífica, la más grande después de la Creación e
inexplicable: unos pocos castellanos y extremeños que apenas sabían leer en
menos de un siglo, desde 1492 primer viaje de Colón hasta 1557 cuando Caupolicán
caudillo de los araucanos es vencido por Pedro de Valdivia, domeñan un
continente. Miles y miles de kilómetros pereciendo muchos de sus expedicionarios
a causa de las enfermedades o la imposibilidad de domeñar aquella naturaleza
virgen selvas amazónicas, cordilleras andinas infranqueables con sus anfractuosidades
virgenes llenos de plantas desconocidas y de animales jamás vistos en España, desiertos donde no llovía nunca.
El libelo de las Casas fue todo
un superventas en las librerías de Paris, Ámsterdam y Londres. Sus agentes
comerciales eran judíos los que con sus caudales subvenían la leyenda negra. Quizás
los que viajan en el carro de la mentira que quiere acabar con España sean
deudos de aquellos mentores infames hábiles en su continuada felonía y a ellos
se unió, cosa grave, el papa argentino.
Ni que decir tiene que el oro del
Perú y la plata del Potosí no irían a parar a las arcas del tesoro real
castellano sino que fue la opulencia de los banqueros genoveses y holandeses.
Durante todo este tiempo se alcanzó la asimilación y culturización de millones
de seres. Como señalan Fernández de Oviedo y Ginés de Sepúlveda el sometimiento
de aquellas tribus que vivían en la Edad
de Piedra se planteó desde objetivos esotéricos y altruistas. A par de eso hubo
la ferocidad y rapacidad de los encomenderos y la entrada en juego de las
pasiones humanas porque aquellos desarrapados estaban sujetos a las reglas del
pecado original.
Es más, el propio obispo de
Chiapas fue encomendero y esclavista en una primera época. Su prosa tiene la
dureza del jachalí el árbol americano del que se extrae la caoba. Para honra de
Castilla la colonización indígena no supuso el exterminio de los moradores ni
hubo entre ellos un Búfalo Bill el cual “Colt” en ristre exterminaría a los
apaches. Al contrario hubo fusión de razas y se llegó al mestizaje gracias al
cual cerca de quinientos millones de seres humanos hablan español. De haber
dado a la imprenta su Brevísima Relación en Paris o en Londres Las Casas
hubiera acabado en el patíbulo. Lejos de tal cosa pudo morir nonagenario en su
convento madrileño. Es más sus teorías en pro de la defensa del indio dieron
pábulo a la Teología
de los Derechos Humanos en Salamanca, dicho sea sin prejuicio de parte. Se
refiere en su tratado— en un estilo monocorde y amazacotado sin probar hechos
ni acotar nombres parlando por boca de ganso, lo que se dice, lo que le
contaron y como si él no fuese español— a los pobladores de Cuba, Jamaica,
Nicaragua, Nueva España (México) Guatemala, Falisco, Yucatán, Santa Marta,
Cartagena, Trinidad, Yupapari, Florida, Venezuela, Río de la Plata , Nueva Granada, Perú. En todos
los capítulos se leen párrafos del siguiente tenor: “el capitán mandó robar lo que tenían quitándoles las mujeres a los
indios quemándolos vivos y echándoles a los perros bravos y atormentándolos con
otras crueldades que esto me lo dijo a mí un religioso de san Francisco el
padre san Román que con él iba”.
¡Qué horror! Este dominico
sevillano de oscuro linaje no sólo es el padre de la leyenda negra sino también
el inspirador de la Teología
de la Venganza la Liberación como holocausto
de los viejos valores cristianos. Abrió la boca del infierno y grabó en las
nubes del cielo la palabra alemana “Rache”
(revancha).
Acaso sean los renglones torcidos
de Dios por lo que aseveramos con el historiador Plinio que no hay libro malo
que no tenga algo bueno. Este fraile con sus parcialidades y falta de decoro
debe de abrir los ojos a los incautos profesos de la leyenda negra. En el
fondo, su pasquín es un alegato sobre toda ponderación al espíritu de
tolerancia jurisprudente que anima al Derecho hispano desde las Partidas hasta
la última constitución.
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