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lunes, 22 de noviembre de 2021

 VUELVO CASI TODOS LOS VERANOS a repasar las súmulas de Santo Tomás y me empapo de Aristóteles y de Cristo. El de Aquino es el mayor pensador de la catolicidad donde todo casa todo tiene una explicación. Prius in sensu denique in intelectum o si se quiere nada existe en el pensamiento que antes no estuviera en los sentidos. Santo Tomás era un buey mudo, un germano italiano de casi dos metros de estatura y 130 kilos todo un frailón que prueba la existencia de Dios a través de la naturaleza y la ley natural. Hemos salido del caos nos hicieron del barro y al barro volvemos pero el Espiritu sopló en nuestros oídos, se abrieron los ojos, el tacto vino a nuestras manos y el andar a nuestros pies. Pero siempre hay que distinguir entre sustancia y accidente. El resultante de esta creación fue una cosa maravillosa. El cuerpo obedecía a las potencias del alma. El buey mudo descubrió el hilomorfismo. En nuestra carne ruin alienta un alma maravillosa capaz de pensar y de obrar. Ninguna religión había puesto tan alto el listón como este buen fraile dominico que hablaba poco, comía mucho y se pasó su medio sigilo de existencia pensando y escribiendo en la celda. No quiso ser abad de Montecasino. Fue sometido a una ordalía o juicio de Dios. Sus parientes lo encerraron en una celda oscura de la abadía y a la media noche la enviaron una daifa desnuda. El santo persiguió a la mujer con un tizón encendido y ganó la apuesta venciendo así para siempre al demonio de la lujuria. Bos castus et bos mutus et bos innocens. Amaba el silencio, la soledad y era muy crédulo e ingenuo como los grandes sabios como si lo hubieran desprovisto de la malicia del pecado original. Era tan cándido como  sabio; una noche en el convento un hermano lego quiso gastarle una broma: "Asómese a la ventana fray Tomas que por ahí está pasando un toro que vuela". En gesto de humildad y de obediencia se asomó a la ventana para complacer al lego entrometido, aunque bien sabía el buen dominico que eso es imposible en la naturaleza.

Tenía un alma mendicante y se hizo dominico. Domini canes. Monjes blancos adoptando el color de la pureza del Islam. Son los perros de Dios los que guardaban la finca ladraban en los púlpitos y en lo alto de las cátedras de la universidad y predicaron por todo Europa la devoción a la Virgen María.

En la personalidad de este enorme italiano Alemania se funde con Paris. Es un resultado del sacro imperio germánico. Sus sumas son geométricas escuadras en las cuales cabe el arte gótico: los ventanales geminados, las arcadas celestes y las airosas bóvedas, los ebúrneos chapiteles, toda esa agilidad mental del arte gótico que se plasma en la piedra. Leo las sumas de Sto. Tomás en latín. Mis textos de la BAC aparecen muy sobados y castigados con apuntes y asteriscos. Entiendo que la vida es puro silogismo. Alguien hace una proposición y cuando nacemos entremos al vivir en la contradicción, negándonos la menor, a lo largo de los años de nuestra vida para concluir en el gran ergo el gran desenlace que es la muerte. Es el ergo de todo silogismo. Que a veces resulta cornuto como decían los escolásticos porque a veces ocurren cosas que nadie comprende.

Siendo el hombre algo tan pequeño puede resultar una gran cosa. Toda vida merece ser vivida en la libertad. Me vienen entonces al pensamiento los versos triunfales del Tantum Ergo y el Pange Lingua que él compuso en su latín italianizante. Era un buey mudo sí. Ya lo dijo su maestro de la Sorbona Gregorio Magno "pero sus mugidos atronarán la tierra y serán un terremoto de muchas conciencias". Hizo amigo a Cristo de Aristóteles y acercó a Europa a los musulmanes con los que llegó a entenderse vía El Estagirita y a procurar un acercamiento al Islam. Leer a Tomás de Aquino me tranquiliza en estos tiempos de tribulación y de confusión. Su conclusus contra Iudeos et maniqueos es gloria bendita de garantías proféticas. Los enemigos de la iglesia, nos enseña, no están en el Islam. Está dentro de nosotros mismos por hacer mofa del principal precepto evangélico: el Amor.

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