Los orígenes del cristianismo en
España I
Dicen que vienen los turcos chimpún
y yo con estos pelos. Iliberis cuna de España.
Antonio Parra
¿Vendrá de
Granada este lejano sentir? me preguntaba yo allá por el año 70 en unos versos
melancólicos y llenos de murria hispánica escritos a la vera del Támesis a su
paso por Oxford. Luego un estribillo de Miguel Ríos nos puso a todos con la
guitarra del hombro en regreso de las Europas - estábamos un poco hartos de
fregar platos y de ser asaeteados a la manida interrogante de “when are you
going back”(¿cuando regresas?) pues los ingleses eran muy suyos y algo racistas
con los españoles por aquel entonces, o la cantinela eterna de
qué-va-a-pasar-in Spain-cuando se muera Franco- en ruta hacia las nevadas
cumbres del Mulhacén. Era la llamada de la Alhambra. Vuelvo a Granada. Vuelvo a
mi hogar. Y este concepto tiene una cierta oportunidad porque lo de la canción
cántabra se hizo carne de verdad. Dicen que vienen los turcos chimpún
puruburun, dale pan y vino, chorizo y
jamón. Y estos turcos que se llegan ya [no es ninguna broma como en la vieja
canción de borrachos] no son sacos de carbón chimpún, sino los hijos de Mustafá
Kemal.
Por mucho
que les laven la cara, nadie podrá arrebatarles a esa gente que siempre llegaba
de Berbería, con nocturnidad y alevosía, el título de piratas. Se me vienen al
pensamiento las palabras siguientes que recuerdan antiguos horrores y suplicios
a mis antepasados: redención de cautivos, alfaqueque, baños de Argel. Y por
supuesto los versos de aquel fraile mirobrigense que ahorcó los hábitos para
seguir a una alemana e ir a defender la cruz del emperador asolada por los
sarracenos en Praga.
Ribaldo
eres amor
En
perfidias el turco
No se te
alcanza.
El soldado de España, autor de
estos versos, y que quebró en Viena
algunas de sus lanzas, las de hierro y las de sus amores, se llamaba Cristóbal
de Castillejo y es un poeta al que a todos les recomiendo para leer estas
pascuas.
Razón de más para volver a Granada.
Clarines de anúteba. Clamor de campanas. El enemigo está poniendo sitio a la
plaza. Este gobierno de Ankara, tan diserto, tan aseado y políticamente
correcto, pro occidental nos dice, es uno de los que con más tesón se ha movido
junto con Marruecos para conseguir la islamización de la Ciudad a orillas del
Darro y del Genil. Nos están vendiendo la burra mal capada. Nos ponen la
historia del revés.
Es evidente que lo que nos tratan de demostrar
era que doña Isabel de Trastamara que quería entrar en Constantinopla y en
Jerusalén con sus milicias de la Fe era una iluminada. Eso de las cruzadas no
era más que una patraña. De lo que se trata es no ya meramente de descatequizar
a España sino de conseguir la islamización de Europa. Así de crudo. Así de
total. Razón de más para volver a Granada aunque este regreso no pueda ser
físico. Más bien sentimental. Cuando nuestra vida, nuestra hacienda, está
amenazada, hay que tomar báculo de camino, echarse el morral y la cantimplora a
la espalda, hacerse en las cáligas o en las abarcas que heredé de mi abuelo una
buena lazada. Calarse las antiparras y repasar nuevamente el libro que yacía en
el polvo del armario, y que se llama “Guía de Perplejos”. Bambi feroz deambula
por el bosque y yo con estos pelos.
Como aquí nada es lo que parece y
todo anda dado la vuelta, no es un gamo. Tampoco un alce ni un sarrio ni
ninguna otra clase de venado. Nos metemos ya en los ámbitos de la alegoría. El
mundo se ha vuelto tan paradójico que la actualidad semeja a uno de esos
capiteles historiados del románico. Desde el capialzado de las arquivoltas nos
hablan las harpías, se montan unos a otros los marimachos cuerpo de león y pico
de corneja, tocan la campanilla mientras se zampan racimos de uvas dos
campesinos borrachos con aire de santibamquis en cogulla. Son los famosos
hocuspocus que ambientaban la entrada de las catedrales con juegos de manos.
Allí estaban la última vez que fui a venerar la tumba de los Reyes Católicos.
Seres fantásticos Ciertamente, que Cristo reina y reinará siempre en la
mandorla del Pantocrátor. Mas, rodeado de monstruos, su trabajo le cuesta. Un
teatino- es imagen que tengo yo grabada desde que la vi esculpida en una
misericordia del coro de la catedral de Zamora- ha bajado a los infiernos y
predica a los diablos, que tienen todos cara de burro y se muestran de una
euforia que no hace pensar en un templo cristiano sino en las sinagogas de
Satán, donde la gente se mueve mucho y parlotea más, hace que reza y no reza y
se arrasca luego por detrás o habla de sus ganancias y de la combleza que les
salió en la ciudad.
Allí se trata un poco a cachondeo a la deidad
entre salmos sin gloria patri y mucho meneo y rumbo de filacterias. A esos
oradores no perderles de vista. Escupieron para arriba y fueron a refugiarse a
la corte del Gran Turco y del Alauita. Jurarían que un día vendrán, pueblo duro
de cerviz, empuñando con la siniestra un tomo del corán, y con la dextera el
pomo de la espada. El trapo verde insignia del Profeta con el que quieren
entrar bajo palio en Granada les servirá de mortaja. El mundo ya no es mundo
sino una aldea global y estos trinos andan en boca de los pundits del aduar
mediático. ¡Joder con la tarjeta de felicitación de Navidad!
Sin embargo, yo pienso que eso de
escupir para arriba puede ser peligroso. Su propio gapo les aterrizará en la
cabeza. Estas alianzas con el mahometano casi siempre salen mal. Luego les
cortarán la cabeza y tendrán que apostatar como hicieron con Maimonides. Creo
que a vuela pluma he explicado ese concepto de las sinagogas de Satán; tales
conventículos nada tienen que ver con las sinagogas del amor donde resuenan los
cantos de David. En ellas predicó Cristo Jesús el Mesías. Ya va siendo hora de separar a los corderos
de los cabritos, de trazar una divisoria entre préditos y bienaventurados.
Derechos de autor
Vuelvo a Granada, vuelvo a mi
hogar. Gracias, Miguel Ríos por prestarme ese estribillo. No me hagas pagar
derechos de autor que estoy sin blanca. No soy más que un pobretón escritor de
Internet, amante de los profetas y de sus enseñanzas y que canta las verdades
al Lucero de Alba. Puede que me vuelvan a crucificar, ya ves tú, pero no pasa
nada. Nunca pasa nada y si pasa- lo que decía José Antonio- ¿qué importa?
Le crecieron zarpas al cervatillo y le han
salido en la maula unos colmillos de gato pardo o que para sí los quisiera el
león. El león se aparea con el cordero y se están convirtiendo los arados en
lanzas. Discursos de Isaías al revés. A esta gentuza siempre le gustó darle la
vuelta a la historia, sacar los ríos de madre, profanar los altares, jugar con
los símbolos y retorcer los cojones del personal atacando lo más vivo de sus
creencias. Por una cosa así ya mandaron crucificar al cordero inocente, y a
otros muchos más, Un poco apocalíptico ¿No?
Vendrá a separar los corderos de
los cabritos pero se cachondean ahora de sus amenazas, raza de víboras,
pregonadora de que Ese Hombre no existió. Bueno pues yo pienso con el Credo de
Nicea que escribió precisamente un andaluz que vendrá a juzgar a vivos y
muertos. Es su táctica estos últimos años amargarnos las pascuas o mandarnos
por el imeil Christmass envenenado. Por nochebuena dieron mulé a Ceaucescu y
Rumania se alzó en armas el año 89 y otra navidad al Cara de Piña le echaron
mano y bombardearon Panamá. La Collares, esa prenda mal hablada que
pronuncia la palabra cojones en inglés con bastante garbo, ordenó con la
aquiescencia del sobrino de don Salvador bombardear Belgrado, una de las tres
cunas de la ortodoxia, un Viernes Santo. No caían, precisamente, margaritas
sobre los templos con cúpulas de cebolla sino obuses de mucho calibre, llenos
de radiactividad y carga de muerte y enfermedad, desde las panzas sofisticadas
de los F-15. Son doctores de le hermenéutica que se atienen al abraxas de los
símbolos y actúan siempre con segundas. Para muestra un botón. Aquel bombardeo
nos puso en antecedentes de lo que iba a ocurrir después. Se había firmado en
perjuicio de Europa y la cristiandad la alianza con el Otomano. Eso no hay
quien lo mueva. Nos avisaron y el que avisa no es traidor pero aquí estamos todos
templando gaitas. Metiendo todos la cabeza bajo el ala y a cobrar sospechando
del hermano, pleiteando con el vecino [cómo es posible que las familias se
lleven, Dios santo, tan mal] y cada uno a su bodigo, cada mochuelo a su olivo y
cada pobre a su pajar. Ahora las pagaremos todas juntas. Fomentaron las
rencillas entre hermanos. Pusieron pueblo contra pueblo. Aldea contra aldea y
ciudad contra ciudad.
¿Es el Sacromonte la espina dorsal
de mi patria? ¿La quiroteca donde se guardan los huesos más santos de la España
sagrada, el tarro de las esencias por decirlo así? Ha sido nuestra cuna
profanada. Pavanas de la muerte danzan bayaderas negras. Pisotean nuestras
reliquias. Al fondo estallan carcajadas. Nadie dice la más mínima no ser que
sea políticamente incorrecto y se enemisten con el Amo que desperdigó por la
faz de la tierra toda una hueste de cajeros automáticos y de contadores espías.
Las bacantes tienen por virgen a una tal Herodías por cuya causa maligna se
cometió un asesinato. Descabezaron al santo de Israel y el santuario
profanaron.
Leo casi con desgana a Hurtado de
Mendoza en sus anales perfectos que se llaman “Historia de la rebelión y
castigo de los moriscos”. España aquella vez derrotó al terrorismo islámico del
que algunos escritores que reciben un sobre bajo cuerda de los jeques y se van
a vivir a los palacios de Medina Azahara hacen apología del terrorismo en sus
quinta columnas enigmáticas. ¡Cuanta furia traen los papeles! ¡Cuánta infamia!
Go digital, baby
Chavicos.
No era sin embargo una forma de
bajarse al moro. Todo lo contrario. Era volver a las raíces perennes.
Precisamente fue en Iliberis o en Iliberris y luego Elvira que comenzó la larga
andadura de la cristiandad en la nación española. Allí fundó uno de los Siete
Varones Apostólicos, San Cecilio, la primera diócesis. ¿En Iliberi o en la
vecina Acci a la que los árabes renombraron por Wadix el Guadix actual y
también obispado venerable e importante seminario hoy sin seminaristas? Allí aprendió
las primeras letras uno de los grandes impulsores del periodismo español: Juan
Aparicio y maestro de tantos y tan buenos profesionales. ¿Don Juan era de
Murtas? ¿De Castiñeiras? ¿De Trevelez, el pueblo más alto de toda la Iberia,
buen jamón para pasarselo por el pico a los que abominan del jalufo, que será
impuro el animal pero están buenos hasta los andares? ¿O de Lanjarón? Sobre las
haldas de los escarpados montes que hacen pensar en las laderas de un
nacimiento de chocolate. Va a nacer el
Niño y yo no tengo que llevarle. Pero voy pa Granada en busca de las
nochebuenas del recuerdo que quedaron colgadas de las crestas penibéticas,
verdadero lomo del mundo. Alto faro de la España Sagrada.
¿Cómo renunciar a nuestras creencias seculares
y columpiarnos de las lianas de la apostasía? Granada es baluarte de mi fe. Por
eso hoy Nochebuena de 2004 me pregunto si no vendrá de esa querida tierra que
recuerda al paraíso terrenal si no
vendrá de Granada este dulce sentir. Es la llamada del Portal. Vamos pastores
vamos. No puedo menos de evocar aquí a
don Juan con su cara de luna con su
mayestática verticalidad. Sin embargo, está a punto de nacer el niño y
yo no tengo que llevarle. En mi ruta me cruzo con cuadrillas de gallegos que
vuelven de segar y cohortes de cortadores de cabezas. El Amazonas está en
Madrid. Todos los cortadores de cabezas han aterrizado en ésta en vuelo desde
los Andes. El alcalde Gallardón les abrió la puerta. Ladrones y carteristas
rumanos por todas partes. Cuatreros de automóviles que llegaron de allende el
telón de acero. Vamos, pastores, llevemos requesón y miel al Portal de Internet
huyendo de la barbarie. Allí el Amor yace reclinado entre pajas. Nos bendice
desde el pesebre de una página Web.
Mas como soy perro chico y hombre
despreciable ya no tengo quien me sueñe, ni me cose ni me lave. Tampoco tengo
nadie que me publique a no ser el bueno de Navas. El furor uterino relincha en
las esquinas entre los ollares de las yeguas del recuerdo que hembras al fin y
al cabo se dedican a pisotear los cuadernos de las antiguas partituras en cuyos
neumas antiguos se guardaban los secretos de los antiguos cantos. Ahora no
valgo un chavico. Ya valdré más. Y tú no ates moscas por el rabo. Satanás, a
ver si te callas. Pronto sonará el grito de vayamosle a enforzar.
En una ocasión le vimos llegar, la
poderosa testa de patricio romano, la voz clara, el pensamiento jonsista y
fundador, el aire cansado de bregar por los caminos de cabra de la política, y
por arduas sendas de la Alpujarra, con
su cachava y su oronda humanidad a la redacción de SP que estaba instalado en
el suburbio de los traperos, un garaje allá donde la barriada de Estrecho
perdía su honesto nombre, en la calle de Santiago Cordero; fue todo uno
quitarse el sombrero de felpa, enjugarse el rostro con un pañuelo de hierbas, y
decir:
-Vengo de mi Penibética.
Detrás de este barrio trapero había
unos descampados solemnes e intransitados del amor, un poco como el pícaro
Cerro la Plata, lado norte, donde tusonas misericordiosas te echaban una firma
y te hacían un favor a duro el cuarto de hora. Las putas y los periodistas y
los curas preconciliares siempre vivíamos contiguo según la tradición del
medievo. En residencias pared de por medio. Entonces las chicas eran de pago y
no había tanta violencia de género. Ahora ya no. Ahora cada oveja con su
pareja. El perfil de los tiempos es más recio. No está el manto de Magdalena
para tafetanes, ni el verde para pitos, ni el alcacer para zampoñas. Solía
decirse.
Escritor siempre de luto
Creo que fue Martínez Mena, un
señor que siempre vestía de negro, por sus lutos constantes -se le había muerto
la suegra y acababa de enterrar a su padre y a su madre- y que escribía unos
cuentos y unas novelas que ahora se dejan leer con delectación melancólica, el
que le trajo una gaseosa del bar del Tino y el escritor, el periodista, que
había venido a ver qué hacía Rodrigo Royo con todos aquellos chicos con ganas
de meter caña - una juventud venía pidiendo paso y Juan Aparicio era un chaval
de 75 años- bebió con delectación toda una jícara. Sed de justicia social.
Ansias de España que siempre acaba matando a sus profetas y dando la espalda a
sus verdaderos hijos que depositan en ella su corazón. ¿Cómo aventar el polvo
de nuestras perfidias iconoclastas y sacudirnos las alpargatas en el camino?
No es que don Juan hubiese hecho
todo el itinerario desde la Sierra Nevada nativa per pedes Apostolorum sino que
le había rendido su caminata desde el metro hasta aquel cuchitril entrañable y
en aquellos tiempos con los ardores de julio mesenterio (entonces hacía mucho
más calor en Madrid y los veranos eran veranos). Estaba jadeante y creo que
Juan Santiso le hizo una foto y yo una de mis primeras interviús nada menos que
a don Juan Aparicio una institución en las letras hispanas y sin embargo hombre
sencillo el fundador del “Español” que no se cansó de repartir juego y trabajo
abriendo tantas sendas y perspectivas a los que empezábamos. Era hombre que
congregaba en vez de disgregar. Ya quedan pocos periodistas así con una sentido
de corporativo amor al cuerpo. ¿Vendría de Granada aquel lejano sentir? Yo
jamás la vi. Ha sido un poco mi condena, como dijo el poeta, de ser ciego en
Granada. Pero de García Lorca no nos vamos a poner a hablar aquí. Me machacaron
ese nombre desde niño sobre las orejas y tengo los tímpanos destrozados de
tanto oírlo. Más tarde he llegado a descubrir que no es tan buen poeta como
dijeron. Que nos lo pudieron en los
cuernos de la luna. Más que un escritor, dramaturgo bastante bueno que
sobresalía del montón, era la bandera de un ajuste de cuentas. Cuando el Arte
se confunde con la Política es como esa razón que cría monstruos. Estos odios
nos conducirán de nuevo a los aguafuertes de Goya. Juan Aparicio fue en un mi
vida como en la de otros muchos que empezamos mucho más significativo.
El granadino perdonó mi bisoñez y mi
nerviosismo y me dio uno de esos sabios consejos que se olvidan difícilmente:
-Mire, joven, el periodista es
mitad tesón, mitad olfato y una quinta parte de mala leche. A la noticia hay
que darles siempre la vuelta como a las tortillas. Siempre escriba un poco al
refez y al desgaire y como quien no quiere la cosa. Creo que siempre tuve buen
olfato pero me faltó la mala hostia. La candidez de paloma- ese creer en que to
er mundo e güeno- creo que fue mi perdición. Pero no crean también poseo mis
propios recursos y estoy vacunado contra esas miasmas. No soy un iluso.
Don Juan era accitano y se
desmarcaba ya en aquellos tiempos por su buen decir y su elegante prosa cuajada
de archipámpanos y de citas al quiebro. Nos enseñó a capear los cuernos del
morlaco de la censura. Hoy ya no se escribe de esa manera y los censores hogaño
comparados con los pastueños mansos de entonces son miuras astifinos que casi
ni se pueden torear. ¿Qué fue de aquella vieja libertad? ¿De aquel
compañerismo? Los profesionales de entonces se han convertido en amanuenses a
sueldo del Gran Hermano. Es un señor en el curul potestativo sentado y no os
dejará pasar ni una. Gobierna gracias a un invento muy suyo que es el terror y
esparce el humo de la confusión para no dejar pistas. Si le cantas las
verdades, dices que eres un instigador del odio, y esparcidor de la cizaña
xenófoba. Hay temas que no se les puede ni tocar. Son sus comodines. ¡Ay de ti
si le pisas su parva! Con los tontos hace gavilla y la ignorancia es su caldo
de cultivo particular.
Miedo
No se le ve. Hoy hay miedo. No existe apenas
sentido del humor y en las redacciones había un perenne cachondeo. Frente al
envaramiento actual eramos como más fraternos. Pocos pájaros hogaño quedan en
los nidos de antaño.
Se trata de explicar el mundo de una forma
demasiada simple y escueta a lo norteamericano cuando la vida tiene tantos
recovecos y es tan compleja. Siempre me ha aburrido ese estilo anglosajón. Por
ejemplo, el NYT sin el que no podía vivir mi admirado Manolo Blanco Tobío-
tenía que tener un ejemplar de ese diario junto a la taza de su desayuno- es de
un estilo ramplón y pedestre. Estilo periodístico convertido en prosa curial.
Con las galeradas de la mentira se hacen pajaritas de papel y galernas que se transforman
en tempestades en lejanos puntos. Hay que vender armas. Muñir revoluciones.
Lo objetivo nos esclaviza. Lo
subjetivo nos hará libres. Yo prefiero el candor de las parábolas evangélicas a
lo abstruso del pensamiento de Kundera. Y candorosa y evangélica es aquella
Penibética que traía don Juan en su semblante paternalista. No se quitaba la
camisa vieja pero la de don Juan no era azul sino negra.
Cuando yo le conocí ya iba camino de la edad
provecta pero seguía conservando aquella voz clara que parecía brotar de los
manantiales de Lanjarón y era tan cristalina como su pensamiento. ¿Vendrá de
Granada este dulce sentir? Cerca de la puerta de Elvira estuvo el hontanar de
nuestra civilización.
Otros aseveran que la piedra
fundacional, la roca del nuevo Israel sobre las raíces de la cepa ibera fue colocada en Avila cerca de
Mingorría por el obispo san Segundo que fuera discípulo de san Pablo. Nos
cuadran nombres vascos. ¿Toda España fue Vasconia en la remota antigüedad o fue
la cosa al revés? ¿Vendrá de Granada este lejano sentir? Yo jamás la vi.
Al volver a Granada no nos bajamos,
por tanto, al moro sino al cristiano. Al conquistar esta plaza los Reyes
Católicos después de 777 años recuperaron el talante de nuestros ancestros. Una
forma de ser. Es el espíritu ibero que cabalga entre la niebla de los años
perdidos desde la Puerta de Elvira hasta la de Bibarrambla.
Y allí habló un alfaquí de barba
florida y cana. Me vienen pujos del romancero al evocar aquellos versos que yo
escribí recorriendo los claustros de Oxford.
Iliberri con su poder evocativo forma parte de la España sagrada. Volver
a Granada por tanto significaba algo más que la letra de una canción de Miguel
Ríos que nosotros empezamos a canturrear desde el corazón. Todo es como un gran
popurrí, una bella jarcha a ese laberinto español, esa empanada mental que
llevamos dentro. Al que amamos y al que ay también maldecimos pues lo
desconocemos. En el pináculo del Mulhacén se encuentra nuestra aula mater.
Montañas nevadas, banderas al viento sí, y una ilusión en el pecho. Soy
cristiano y no me arrepiento de proclamar esta fe vieja. Lo sé. I am the odd
man out pero siempre me gusto ir contra corriente.
El adopcionismo y los Beatos
Conviene tener presente que Granada
es incluso anterior al catolicismo romano y a los canónes puesto que la fe en
Cristo llegó a España por el sur, no por el norte y lo trajeron patriarcas
bizantinos y los varones apostólicos estrictamente judíos. De ahí esa tendencia
que tuvo esta religión entre nosotros a la herejía (Prisciliano, los
donatistas, los arrianos, el adopcionismo típicamente hispano) pero ya lo decía
san Pablo: “Opportet haeresses esse”. Sin herejías no vamos a ningún lado. Del
alma contestataria de España surgieron
muchos gigantes. Iliberri, nombre vascongado, quiere decir libre y de accitanos
y de libertarios aquí todos tenemos algo. Nos derrochó la noche y somos hijos
del sol. Córdoba áurea y senequista que
nada tiene que ver con esos licurgos y zoilos, perros de muchos collares, que
se amariconan y sodomizan entre sí, cálamo currente, chorreando sangre y lefa,
no me habléis de cuestiones tan aljamiadas. Yo pienso en san Leandro y en san
Eulogio y por supuesto en la sangre virgen de Pelayito de Tuy, el hijo de aquel
obispo que no quiso renegar. Profanaron su cuerpo. Le hicieron cuartos y lo
arrojaron al Guadalquivir. Crudérrimos
califas a los que ahora les dan bombo y pasan de tolerantes. ¡Qué va! Son cosas
del nuevo talento y el talante. ¿Quién no teme al Bambi feroz? Manguemos de
nuevo los astiles y paguemos al ulema su soldada. Tengamos apresto el mangual,
por si acaso.
Hubo una época de oro en la
historia de la iglesia, la de los mártires. En aquel tiempo los perfectos de
media cristiandad miraban a esta ciudad como puerta del cielo y hacia ella se
acercaban peregrinando a tierra de moros en busca del martirio seguro. Esa
creencia, una constante en la alta y baja edad media, llega hasta los años de
Teresa de Ahumada. Ella se escapó del hogar en compañía de su hermano Rodrigo a tierra de moros. Iban buscando la
rueda de Santa Catalina con sus cangilones de oro que portan los ángeles y en
cuyos giros y evoluciones de convólvulo abren la puerta del paraíso. ¡Qué
envidia me dan! Hoy ya nadie quiere derramar la sangre por el Salvador. El cielo
de Andalucía está empedrado de cornelinas. Todas las gemas del cielo brillan
con luz propia. Son los cuerpos de los mártires que rutilan transformados en
luceros.
Han colocado cipos en la Ruta de la
Plata la que nos conducirá a Iliberis por las strata con sus puentes, sus
piedras cinerarias, los templos y edículos del camino con el óbolo a los
dioses, los pozos de mi sed, el polvo de las cunetas cubriendo las cáligas y
crépidas de los legionarios romanos. Curiosamente los “ferentarios” o fuerzas
de choque de estas divisiones no hicieron la guerra con bota sino en
alpargatas. Detrás de sus estandartes caminamos. La cohorte avanza detrás de
los équites de Germania. En los macutos de estos mílites que provenían de Dacia
y de Constantinopla vino la cruz de Cristo.
Fueron encontrados anillos
signatarios de los centuriones en los que se esculpía el “ixthios” o pez
eucarístico. Pero también las excavaciones atestiguan que el proceso de
romanización y de cristianización fue lento. La moneda en el interior de
algunas calaveras confirma la creencia de que Roma enterraba a sus difuntos
metiendo una moneda al muerto entre los dientes para pagar la soldada al
barquero que nos pasará a la otro orilla, esto es, a Queronte. Y a los pies de la sepultura queda siempre un
ánfora sepulcral, alguna figurilla de Baco con un odre de vino a mano, las
efigies de Venus, algún sátiro. Incierto más allá, pero Roma creía en la vida
después de la muerte a través del amor a sus difuntos. El Lacio sentía henchirsele
el corazón de vida eterna. Construía siempre no de cara a la galería como
algunos arquitectos pelanas sino pensando en la eternidad. Ciertamente, es cosa
de admirar esta “cupiditas aedificandi” de los “structores” de Roma.
Prédicas
Eso hizo más fácil las prédicas en España de
San Pablo y de los Varones Apostólicos. La taxonomía evángélica fue calando
poco a poco. Proceso de ósmosis ¿Vendrá de Granada este lejano sentir? Soy
cristiano pero esta fe no presupone a mi fe contra las deidades antiguas de mi
tierra ancestral. Antes bien, las complementa. Creencias y supersticiones las
arrastro, pues, como todo español, en la masa de mi sangre.
Hay lugares mágicos, centros que
salvan y ciudades como Granada donde uno se encuentra bien. Además
reconquistarla costó mucha sangre. Pingan de las almenas y matacanes los
estandartes del valor. Y yo necesito mis tégulas, mis idolillos y mis rosarios
para ir tirando. Me parece una aberración la idiosincrasia de un Dios a palo
seco en las alturas que te habla desde una nube o desde una zarza
incandescente. Estos dioses míos, mis
santos del día - los españoles tendríamos que canonizar a ese santo y sabio
abad que fue fray Justo Pérez de Urbel que nos regaló con sus menologios, sus leyendas
áureas, y que cada día tenga su patrono, no dejen, cuando me vaya, de pagar el
gallo que le debo a Esculapio ni de ponerle perejil a san Pancracio para que
nos toque la lotería- que me libran de capillas sin altares y días a palo seco.
Aquí no somos jansenistas. Llevamos mucho cascajo romano metidas en las
sandalias, como chinas en el zapato. Somos masoquistas hechos del barro. Nada
humano me es ajeno y de vez en cuando es necesario que haya herejes. Los
desvíos ayudan a encontrar de nuevo el camino. La lectura de las epístolas de
san Pablo no me harán apostatar como a Lutero sino que me conducen a Granada.
Opportet haereses esse. Conviene que haya herejías pero no me den
telepredicadores norteamericanos que es lo que más aborrezco en este mundo. Que
alguien alce el gallo y lleve la contraria. Un mundo monocorde es muy aburrido.
La historia de la Iglesia no es pensamiento único. Esa es una de las mayores
grandezas. Los monolitos me asustan. Cosas de un solo bloque como la piedra de
la Kaaba son profanaciones dogmáticas de la solemne libertad.
Nos gusta construir casas y afirmar
esquinas. Ese legado romano pervive también en la raza o si no fijense en que
ahora aquí y ahora todo está montado sobre este andamiaje de ladrillos y
adobes. Edificadores somos piedra a piedra de la casa del señor. Cristo es el
gran aparejador. Queremos se conserven las diócesis de la Penibética, la
Tarraconense y la Lusitana y que no vuelvan las coras (división territorial
muzlamita). Nos llamarán rumíes[1],
nos llevarán a las hijas al harén, retajarán nuestros cuerpos pero nunca
nuestras almas. Esta es la historia de una vieja lucha con improntas en la
historia de recuerdos trágicos. ¿Por qué volver de nuevo a empezar? Murallas de
Paparanda, guaridas de libertad, lejos estáis de mí. Lo primero que hicieron
los conquistadores tras Guadalete fue cambiar los nombres de las calles y
cambiar las toponimias. Iliberis se convirtió en Elvira y más tarde en Medina
Hadira. Granada. Poco a poco se fue degradando por estadios: urbs, civitas,
populus, mansio a orillas del Darro y el Genil. En el Sacromonte se encuentran
las cenizas de nuestros santos. De los que dieron testimonio. Hay citas de esto
en el códice Ihata escurialense que incluyen los nombres de los primeros
obispos de Iliberis después de san Cecilio del que se dice que era ciego y que
curó su ceguera cuando Cristo le impuso las manos. Pero ya les iré contando más
cosas de este reino apasionante. Basta
por hoy. Acepten sinceramente esta carta de Navidad de quien todo el empeño, el
mejor talante, les desea parabienes en la nochebuena y unas Felices Pascuas.
Seguiremos con el tema otro día.
Los orígenes del cristianismo en España II
CÓRDOBA LA MÁRTIR Y LA SULTANA. EL
CORÁN NO PROHÍBE MATAR.
Antonio Parra
Los episcopologios de Iliberri e
Hispalis atestiguan que san Cecilio fue la primer mitra de esta sede, fundada
supuestamente por el propio san Pablo. Una leyenda muy bonita cuenta que éste
era un mudo que siguió los pasos del Señor cuando predicaba por los caminos de
Galilea. Jesús le curó de su enfermedad en uno de sus muchos milagros, lo mismo
que su hermano Tesifón, otro de los varones apostólicos, que era ciego. A ambos
les ordenó sus discípulos en la segunda leva de los 72 que hablan los Hechos y
acompañaron a Santiago en su primer viaje a Hispania donde estaba Iliberis, la
ciudad sagrada por excelencia de los iberos.
Allí consiguieron la renuncia de
sus moradores a los ídolos. El Códice Emilianense del Escorial cita como
sucesores en el obispado de Cecilio a Gaponio, Batonio, Ascanio, Leubesindo,
Eucario, Aganio, Trectemundo, Arginamdonio.
Todos estos nombres cubren esa larga
azeuxis o hiato cronológico de los primeros siglos del cristianismo que median
entre el siglo segundo y el octavo. Iliberris tuvo fuertes relaciones con la
silla de Gerona y la de Tarragona, así como con Toledo e Hispalis. La historia
tuvo sus días y sus fueros y en este tiempo todo está bastante confuso. Las
sedes episcopales eran independientes o iglesias autocefalas. La primacía no la
ostentaba Roma sino Bizancio y los patriarcados de Antioquía y Alejandría. Los
concilios para ajustar las normas de la fe y la conducta eran frecuentes y a
uno de ellos, el de Nicea, Hispalis envió al presbítero Osio, un poeta. Una
composición suya se adoptó como Símbolo de nuestra religión y es el Credo que
los cristianos después de casi diecisiete siglos.
Nuestra religión se abrió paso en
medio de grandes debates. Aquí el arrianismo por ejemplo caló hondo y picó alto
pero Isidoro se convierte en campeón de la ortodoxia con sus “Etimologías”.
Eulogio de Córdoba y san Leandro cierran filas entorno a él. Una reflexión sobre
las ponencias en los diferentes concilios de Toledo, Tarragona, Sevilla y
Zaragoza, Sevilla y Elvira, en uno de los cuales se adoptó la norma del
celibato para los clérigos nos da la clave de por qué hubo aquí tantísimo
debate. Es bueno que surjan herejías y aquí a los españoles de la España
Sagrada nos gustó siempre discutir pero llegó el Bambi Feroz y se acabó la
tertulia. Pasa siempre. Los dulces trenos y las bellas palabras del coloquio
concluyen bajo la cimitarra de Almanzor o el mangual de don Pelayo. La letra
con sangre entra. No nos engañemos. No hay más cáscaras. No vine a traer la paz
sino la guerra.
Tengo que luchar en este día a día
de la vulgaridad contra muchas simplezas y puerilidades. El personal se
descuelga con salidas de pata de banco. Para consolarme vuelvo a la Vida de los
Santos. A san Leucesquinto tomemos por caso. Fue un diácono que fue martirizado
en Anfitrio, la antigua Hita, en tiempos del emperador Domiciano. A este
testigo de la fe se le cita en los anales del concilio de Elvira el año 305.
Era costumbre en la ortodoxia. Y de ello habla el griego Kazankakis. La hueste
cristiana cuando el turco llegó de Anatolia iba de un lado para otro con las
reliquias de sus santos a cuestas.
Córdoba y el símbolo de la
fe
¡Viva Osio, columna y sostén de la
iglesia! Otro santo importante entre los mozárabes que redactó la profesión o
“confessio” nicena para llamar herejes a los arrianos que no creían en la Santa
Trinidad. Atanasio lo defiende pero - lo que son las cosas- dicen que a última
hora, llamado por el emperador Constancio a Milán, bandeó y se hizo amigo de
los que combatía, los obispos Ursacio y Valente. Por ello la iglesia latina no
llegó a canonizarlo aunque de Osio habla primores san Atanasio. El menologio
griego nos dice: “et Osius obiit in exilio”. El cordobés nunca regresaría a
Córdoba desde su destierro de Simio.
Le sucedió en la sede iliberitana Gregorio el
Bético patrono de la ciudad de Granada y que debió de nacer hacia el año 300.
Fue un tiempo de grandes disputas teológicas, este de la azeuxis, del gran
hiato en los anales eclesiásticos y ahí tenemos al antipapa Ursicino
combatiendo al papa san Dámaso. Y hay quien nos dice, pues las crónicas son muy
oscuras, que este Gregorio se contaminó de arrianismo pero que una vez se le
salió la lengua de su sitio, pero se le apareció la Virgen y tocandole la
garganta con su manto volvió a recuperar las cuerdas locales y se hizo
católico.
Se le cita en unas cartas que
escribió a Potamio ob. de Lisboa. La esposa del emperador Teodosio le encarga
que escriba un Tratado sobre la Trinidad que le hace ser blanco de malquerencia
y persecución por parte de la arriana secta a la que combate con toda esa furia
de los conversos. Puede que fuera un hombre de temperamento agresivo y
extremoso, imbuido de un cierto catharismo o anhelo de perfección. Mala cosa.
Cuando en la iglesia se habla de una vuelta a los principios, a la pureza de la
fe, hay que echarse a temblar. Pronto rodarán cabezas y correrán ríos de sangre
Hay en el anhelo místico una cierta inhumanidad y esto va con las predicas de
Cristo que quiso encarnarse en la textura de nuestra piel, hecha del barro. Hay
un rescripto de Teodosio en que se cita a este obispo que predicó el regreso a
los orígenes y, desengañado de las cosas del mundo, predicó la huida al
desierto, como tantos y tantos santos mozárabes, patronos de nuestras villas:
san Frutos, santa Casilda, san Valero el Ventolera, san Eulogio y otros muchos
bienaventurados locales de procedencia oscura en cuyas hagiografías la realidad
se mezcla con el símbolo. Pero a mí que no me vengan con historias. Estas
dulces mentiras o medias verdades se nos convierten en verdades enteras que nos
ayudan a vivir y a ir tirando. La Virgen de mi pueblo es más guapa que ninguna
y tuvo el desparpajo de decirla a la del Pilar que si tú eres aragonesa, yo soy
segoviana y con sal. ¡Anda!
Pusiste, Señor, miel hiblea en los
labios del salmista y con sus palabras te cantamos. No interrumpan los coros el
suave concento de la belleza. Y si la miel la buscaban los emperadores en
Sicilia o Hiblea la sal la portaban de España a Roma aquellas naves onerarias
en los que se pagó el pasaje a los apóstoles y predicadores, hemos de estarles
muy agradecidos de por vida. Nos enseñaron el Evangelio. A leer y a
escribir. Gracias a ellos fuimos tirando
hasta los tiempos de Juliano el apóstata. Va de traidores. Porque todos los traidores se llaman así pues
fue un conde Julián que entrando en tramas con un obispo libelático y
judaizante, un tal Oppas, quienes llamaron a Tarik y su hueste en una tenida
que hubieron con los de la sinagoga de Gibraltar. Y desde entonces para acá lo
de Gibraltar trajo cola. Es todo un símbolo para blandir contra nosotros que agitan
las aguas negras del río del odio a la cristiandad.
Acci fue la madre de las siete
sillas apostólicas. Ya decía yo que en don Juan Aparicio cuando vino a vernos a
la paridera en el que tenía su redacción el primer periódico para el que
trabajé tenía algo. Fue la sede primada en el mundo visigótico. Uno de sus
templos levantado sobre un ara romana es uno de los más antiguos del país. La
mandó hacer la reina Gudiluva esposa de
Witerico en honor de san Esteban Protomártir.
Corría el año 607. En los sermones, homilías y comentarios que escribió
en su España Sagrada en 1173 se manejan todos estos datos.
Más obispos mozárabes: Aganio,
Argibandonio, Alan, Ceterio, Trectemundo. Este último es significado porque era
amigo de Oppas y en su pontificado en los tiempos de Witiza el reino godo va a
convertirse en campo de Agramante de una invasión africana en la que hay que
darlo todo por perdido. Parece ser que Trectemundo ofreció una resistencia
contumaz al invasor y tuvo en su obispo un verdadero defensor de la fe y
caudillo. Predicó contra la glotonería, el lujo desmedido y la insolidaridad de
los condes que vivían en la molicie y despreciando a los pobres entablaban
pactos y consensos con el invasor sarraceno. Este obispo de Iliberris o Elvira
es una voz solitaria que se alza contra el invasor. La relajación de las
costumbres ocasionó que la gente no tuviera conciencia y que se hicieran
encubridores y cómplices de los moros. Éstos utilizaron una táctica desde el
principio que fue entrar en tratos con los judíos que se infiltran como quinta
columna en el seno de las parroquias. Allí alcanzan grados eclesiásticos y a
algunos les ordenan obispos. Desde su sede e imbuidos de autoridad mandan
acatar las órdenes del sultán y de rendirle pleitesía.
A cambio los muslimes, en un primer
estadio, y merced a estos “infiltrados” y sus corruptelas, alegan respetar la
libertad de cultos mientras los cristianos les paguen pechas. Más tarde, poco a
poco vendrá la persecución, se cerrarán los templos, y se los declarará fuera
de ley y de la jurisdicción y la cora. Se les denominará perros, sus posesiones
requisadas y sus mujeres tomadas por esclavas. Esa fue la pauta. Primero
caballos de Troya que salen del buche de cartón y se deshacen en elogios y
falsas promesas de respeto a las libertades hasta que venga la tiranía. Por lo
demás, la simbiosis del hebreo con el sarraceno no deja de ser axiomática y
misteriosa. Entre ambas comunidades las cañas se volverán lanzas y contra los
pobres judíos arreciará el hostigamiento.
Así fue la ocupación
Una época dorada de armonía a la
que sigue otra de recelo y de franco rechazo. Parece su sino. Siempre se
acogieron bajo el amparo del califa marroquí o del sultán otomano pero el judío
sin el cristianismo nunca podrá vivir. Es un poco su razón de ser y de esa
manera los pactos se vuelven contra sí. De modo que la cosa tiene todas las
trazas de una verdadera maldición bíblica. Ahora esos enjuagues que todos
teníamos olvidados han sido gurguciados o escupidos de la boca del buitre
maligno que ha vuelto novedosas las guerras de religión. Es un odio de siglos
el que está sobre la mesa en ese afán de su soberbia que les obliga a demostrar
que siempre llevan razón. ¿Por qué esa manía de probarse a sí mismo? ¿No nacerá
de un sentimiento de culpa o de un estrato subyacente de inseguridad? Pegarán
fuego a este planeta para explicar a las generaciones venideras que ellos
llevaban razón, que portan en la frente el signo de los elegidos. Este orgullo-
atención- tan insensato como temerario puede conducirnos al apocalipsis. El
infierno está empedrado de buenas intenciones.
La ocupación de España fue cosa de
pocos meses. Los bereberes africanos entraron a viña vendimiada con la
catolicidad desavenida y confundida. Es posible que al principio hubiera cierto
eclecticismo del agareno sojuzgador pero a la larga impusieron su fe al filo de la espada. No
tardaría en producirse esa reacción. Hubo un clero sano, no corrompido por los
dineros del tropel hebreo ni por el miedo a proclamar su testimonio en Nuestro
señor Jesucristo, que se adelantaban a los invasores ocupando puestos claves en
la municipalidad de las ciudades a punto de ser entregadas o “liberadas”, que
huyeron a las montañas de Asturias con las cenizas de sus santos en las urnas
cinerarias y los libros sagrados. A Ceterio y a Sinderedo de Mérida, queda
constancia en la Emilianense y de ellos también el moro Abetaric [por todas las
trazas un aljamiado godo que se convirtió al Islam] que, reacios a sancionar los pactos de su
obispo, Octogerio, con los muslimes del cadí Tarik, emprendieron la ruta del
norte. Abetaric escribió una Crónica de la Destrucción de España. En
todas las coras o territorio ocupado las jarchas o contribución habían de ser
pagadas. Las cargas fiduciarias fueron aumentando a medida que el califato
aumentó la presión hasta convertirse en algo denigrante como pudo ser el
tributo de las Cien Doncellas, así como la chiza o tasa de capitación.
Un tal Fandino traicionó a Witiza y
el conde Teodomiro selló con el Moro Muza un acuerdo de amistad abrazando la
religión mahometana. El nombre de este caudillo tornadizo anduvo después metido
en las revueltas de Ali Hakem, que encabezó una revuelta contra el califato. Se
dice que estos mozárabes de oculto seguían practicando la fe. A medida que
aumentó la presión hacia el norte, el Islam, más seguro de sí mismo, empezó a
estrechar el cerco y a ceñir más el dominio sobre los cristianos. Cataluña se
rindió y la morisma llegó hasta Carcasonas. Y al escribir esto, percibo los
ecos de Carlos Martel y de la Chançon de Roland. Hermosas canciones épicas que
nadie canta ya. El pueblo no quiere saber. En un gesto suicida o en un
mecanismo de defensa reflejo acepta lo que le digan.
Asturias y Galicia, firmes
Únicamente Asturias y Galicia no
sucumbieron a esta actitud de derrotismo generalizado que se apoderó del ánimo
de los habitantes de la península ibérica ante el empuje de las algaradas.
Milagrosamente, tras los montes de León se conservaron algunos monasterios
herederos de la tradición de la Tebaida del Bierzo y uno de ellos fue el de
Liébana. Los monjes siguieron entregados a las discusiones de teología
abrazando por ejemplo algunos errores como es el adopcionismo típicamente
mozárabe, creencia según la cual Cristo no era sino hijo adoptado del Padre.
Contra esta secta escribió el monje anónimo de Liébana que estaba en contacto
con otros monasterios carolingios y la importantísima escuela de York escribió
sus beatos. Son comentarios al Libro del Apocalipsis con pinturas miniadas que
revelan la creencia de que el terror muslímico anticipaba el fin del mundo. Se
conservan algunas cartas del presbítero Milenio contra los errores arabizantes
y judaizantes que debieron ser legión en las iglesias cristianas sometidas a la
férula del islam. Pero hay todavía jusrisperitos, astrónomos y calendaristas
que se entretienen escribiendo sobre la fecha de la celebración de la Pascua.
La iglesia se ahogaba en cismas y lentamente las bellas iglesias mozárabes
fueron siendo cerradas. De Toledo para abajo no quedó ni una de estas
construcciones sacras. El moro acabó con todas las aras. Serían derruidas por
el furor iconoclasta de los almohades que no eran precisamente un modelo de
tolerancia, en contra de lo que están escribiendo por estas fechas don algunos
cronistas cuyos apógrafos son piedra de escándalo. No todos podemos vivir en la
plaza pero en lo que nos quede de resuello seguiremos defendiendo la verdad y
la justicia. Yo no vendo mi pluma a nadie ni me hago de pencas. Muchos
confunden el ejercicio del periodismo, de la historia y de la literatura con la
propaganda. Nosotros nunca. Por eso nos diferenciamos de los gusanos
“goebbelsianos”, jeques, intereses de grupo, logias. No fui nunca un hombre de
capilla. Ni hacemos a pelo y a pluma. Con su plan se lo coman y que su dios les
valga.
Yo que no pertenezco a ningún
pesebre proclamo estas verdades de puño. Soy la voz de mi conciencia y el eco
de esa España Independiente, el grito de Juan Español que sabe e intuye pero al
que desde arriba siempre se le ha mantenido a oscuras y a blanca. No es
recomendable la manipulación de los anales patrios porque más pronto o más
tarde tendrá que saltar la luz.
Otro de los grandes traumas
religiosos, amén del adopcionismo y del arrianismo de los monarcas visigodos,
fueron el nestorianismo introducido por un presbítero egipcio en el que se
inspiró Mahoma y el pelagianismo galaico que negaba el pecado de Adán. Las
cartas del papa Adriano condenan a todos estos heresiarcas. Elipando el
adopcionista era obispo de Toledo. Pero la oveja negra del grupo será un tal
Samuel, lacra del catolicismo mozárabe, el cual publica un rescripto ordenando
la sumisión del clero cristiano y la designación prelaticia al califato. Este
servilismo y el escándalo de que con Sansón y otros de su calaña estuvieran
vendidos a los musulmanes obligó a muchos fieles a desear la palma del
martirio. O bien emprender la ruta del norte. Las crónicas refieren que este
Sansón fue ungido prelado en la iglesia de San Acisclo de Córdoba pero a la
liturgia no acudió nadie.
Apocrisiario
Con él empieza una lista de obispos
mercenarios y simoníacos, aspecto de corderos disfrazados de lobos rapaces y
malos pastores que influyeron en la desbandada de la grey. Ejemplo claro de
esta saga era Sansón del que se dijo que a pesar de ser hombre dominado por
todos los vicios alcanzó la mitra de Elvira. Tenía un harén, negaba la
resurrección de la carne y en uno de los pocos casos de nepotismo ordenó de
clérigo a su hijo Hostigo. Este personaje se rapó la cabeza como los
mahometanos y un Viernes Santo en San Acisclo abjuró públicamente de la
religión de Jesús abrazando la del Profeta. Murió en 864 después de haber
perseguido con furia a sus correligionarios. Sansón pessimus fuit qui sub
praetextu episcopi eliberritani Ecclesiam suam diuturno tempore inmundissime
pressit[2].
Fue sucedido por Reculfo de Cabra, Beato de Écija y Nefridio que asistió a un
concilio en Córdoba cuyas actas se
conservan en la Catedral de León. Todas sus mitras fueron libeláticas, esto es:
para conservar la vida se avinieron en obediencia a los dictámenes coránicos.
En capítulo aparte, más adelante estudiaremos este fenómeno que es singular
veta atávica de la mozarabía, tan contumaz como independiente del criterio
romano, y más en sintonía con la iglesia griega.
El más interesante de esta lista
creo que es Recemundo con cuya mención termina
la Emilianense haciendo una recopilación de las tres sedes más
importantes en aquel entonces. La hispalense, toledana e iliberritana. Este
obispo cordobés vasallo del califa Abderramán III figura en la Crónica
carolingia de la vida de san Juan de Goertz c. 966. Fue un apocrisiario a la
manera bizantina. Presidió la legación diplomática del califato a la corte del
emperador Otón el Grande. De él se ha escrito bastante y creo que es el
protagonista de una excelente novela
histórica que firma José Tomás y que mantiene un gran interés en la actualidad.
Debía de ser un hebreo [lo que casa
con la idea antes expresada de utilizar los musulmanes al judío en su labor de
zapa de la cristiandad] convertido a la carrera a la religión del Crucificado e
investido de la dignidad episcopal. Su nombre entre los historiadores árabes
salta Rabí ibn Said. Se le confirió el encargo de ir a parlamentar con Otón
porque el emperador estaba enfurecido por la sencilla razón de que los moros
habían tomado Frejus (Fraxinetum)[3]
en el corazón de Las Galias. Don Recemundo o Rabí ben Said fue elegido para la
misión junto con otro clérigo cordobés que sabía latín.
El anillo de oro
Los legados embarcan sus acémilas y
se dirigen a Aquisgrán. En dos semanas de buen andar estaban allí pero la
audiencia tardó en serles conseguida dos años, tiempo que aprovechó el obispo
mozárabe en consultar los manuscritos de algunos manuscritos guardados en los
conventos adyacentes y circundantes de la ciudad alemana, el “anillo de oro”.
Los emperadores germánicos tucvieron por costumbre establecer una especie de
glacis en rededor de sus cortes, una especie de monasterios estratégicos donde
los monjes se aplicaran al estudio y al rezo por los vivos y los difuntos y en
caso de ataque que tales edificios sirvieran de baluarte de su protección
personal. Así era la Córdoba precalifal copiando a Bizancio. Los zares rusos
adoptan asimismo esta tradición. Moscú estaba protegida por una “anillo de oro”
de populosos monasterios y recintos conventuales.
No se sabe del resultado de esta
misión diplomática en la que se intercambiaron regalos. Sin embargo, Abderramán
III, que era un político muy astuto, en represalia ante esta demora de dos años
va a tener a los enviados carolingios, que le devolvieron visita, nueve años esperando
a las puertas de Medina Azahara. Se encargó de la misma al abad Adalberto dec
rito latino que vino acompañado por dos
monjes, Anselmo y Guido, a la ciudad de los califas.
De Recemundo no se volvió a saber
más. Parece ser que fue trasladado a Iliberris despues de haber conocido el
boato de la pompa de la corte de Otón y de ser agasajado por el obispo de Metz
quien le consiguió una entrevista con el emperador en Frankfort. Sabemos de su
presencia allí gracias a los renglones del Anónimo Arnulfense que trata
de narrar los episodios de este comisionado entre las dos ciudades más
importantes de Europa en el siglo X. El relato está truncado debido a la muerte
del autor. Dice que Recemundo era un hombre bien situado pues llevaba todos los
negocios de la cancillería de Abderramán III, del que dice que era hombre
veleidoso y vengativo. Y, lo más importante, de este judío políglota investido
de la dignidad episcopal es que inicia prácticamente la Escuela de Traductores
de Toledo.
En Córdoba empezó a funcionar una
escuela de traductores de griego y de hebreo hacia el año 950, esto es 31 antes
del fallecimiento de Abderramán III, que vierte al árabe las obras más
importantes de la antigüedad. En ella trabajaron el monje Nicolás y un judío
por nombre Hasadeus o Hasday. Estaba emplazada en el palacio real de Medina
Azahara. A pesar del odio hacia los rumíes esta época parece ser que fue un
oasis de tolerancia dentro de lo que cabe. Tampoco hay que exagerar pero se
permitió el viaje de Rabí ben Zaid o Recemundo hasta Jerusalén de donde se
trajo una pila bautismal de “oro
obrizo”.
Simonet lo cita con harta
frecuencia en su Historia de los mozárabes en España. Es un caso aislado
en la inmensa lista de perseguidos y mártires a manos de los muslimes. Su
nombre irá siempre adhibido a las excepciones de los contemporizadores y de los
que se libraron del tormento y de la espada. Supo nadar y guardar la ropa. Era
judío, claro está.
En general, para entender cómo fue
posible que se conservara el cristianismo en medio de unas condiciones tan
adversas hay que recurrir a anagógicas explicaciones milagrosas más que
cifrarla en la tolerancia de alfaquíes y cadíes. La condescendencia proverbial
sarracena de la cual se habla en estos tiempos de integración cultural,
mestizaje, globalización y puente entre las culturas es un tópico, amen de un
atentado a la verdad histórica. O fue una condescendencia interesada, ya que
los cristianos superaban en número a los invasores, todo lo contrario de lo que
ocurre ahora, cuando son más y Marruecos está metiendo gente en la península a
través de la operación “Tucking in” que cuenta con el beneplácito del
Departamento de Estado, de doña Gondoleza Rice y de don Colín, el heraldo de la
cultura del melting pot y del poder de los negros. En su juventud no en vano
fue discípulo de Malcon X.
. Teniendo por asumido que el islam
allí donde llega se impone por la espada la comunidad hispanorromana acató sus
decisiones siguiendo el precepto evangélico de someterse a la voluntad del
Cesar si no contraviene los mandamientos de la ley de Dios.
Clavígero
La mozarabía siguió escribiendo y
rezando en latín. El siglo X cordobés con el recrudecimiento de las
persecuciones fue un reverdecer de los grandes capítulos del martirologio
cristiano. Citemos sólo algunos nombres que vienen inscritos con letras de oro
en el Menologio de Usuardo: Adulfo, Iván, Clavígero, Perfecto, Pelagio de
Córdoba niño de corta edad, Emeterio, Celedonio y otros muchos y el culto
siguió en algunas iglesias como la de san Acisclo o el monasterio de
Peñamelaria. En medio de tan grandes tribulaciones como las de Haliken II
algunos eclesiásticos tuvieron tiempo para dedicarse a la astronomía de autor
anónimo cuyo apógrafo o copia del texto La división de los tiempos y la
higiene de los cuerpos se conserva. Y en las iglesias que no fueron
cerradas se seguía celebrando una liturgia al modo cordobés con canon especial
en que se hace mención de los santos locales y misas de motu propio. Los
breviarios iliberitanos, de acuerdo con los cronicones que recoge el P. Flórez
en su España Sagrada, también tuvieron motu propio.
Es importante en esta primera etapa
del cristianismo el culto a las reliquias que los hispanorromanos andaluces
copian de los griegos lo mismo que la costumbre de Bizancio de enviar
apocrisiarios o legaciones a todas las cortes del mundo. En ese sentido el
cristianismo inventaría la diplomacia. En Granada se rezaba a san Melitón y san
Septentrión, a Restituto, Dextro y Castorio cuyas cenizas se guardaban en el
Sacromonte. san Rogelio y san Leovigildo derramaron su sangre en tiempos de
Abderramán II. El caso de Prefecto, diácono de la parroquia de san Acisclo, es singular. Fue acusado de
blasfemo por el cadí. Negó por respetos humanos y blandeó ante el juez. A pesar
de todo fue colocado en el tormento y condenado a muerte. En sus últimos
instantes recuperó la fuerza y confesó su fe y esperanza en el Dios verdadero.
Por un misterioso don de profecía que le asaltó en el mismo patíbulo predijo la
muerte de uno de los ministros de Al Nassar, un eunuco hijo de una cristiana.
Efectivamente, cumplido el plazo anunciado por el mártir, el día de Ramadán del
año 850 murió de forma violenta. El cristianismo se sustenta en el milagro y
milagroso fue ver aquella floración de mártires que dio Córdoba a la Iglesia
Universal. Acudían de todas partes de España y del extranjero a la ciudad en busca de un pasaporte a la gloria.
Confesar a Cristo con su propia sangre les abría las puertas del cielo,
precisamente desde la cuna de la iglesia mozárabe. Como san Jorge que cruzó
todo el África del norte en busca de la palma del martirio. O Félix y Liliosa,
Aurelio y Sabigotona, un matrimonio que procedía de la Tarraconense. O san
Leovigildo de Iliberri. Aquellos sí que fueron los verdaderos atletas de
nuestra fe. Esta forma de muerte bajo el hacha del virolero suponía una
auténtica cancelación de la culpa.
A los cristianos se les ahogaba a
tributos (la presión fiscal es una de las características de los jeques árabes
amantes del lujo que no sienten escrúpulos de mantener al pueblo en la miseria
mientras ellos viven en grandes palacios) y se les perseguía en lo religioso.
Además fomentaban la delación y el espionaje entre los autóctonos por medio de
los exceptores. Estos sujetos eran temibles. Se trataba de cristianos que
vendidos al sultán compraban su vida los malsines dando el chivatazo a los
árabes. Esta táctica fue muy predilecta de los otomanos en los Balcanes. No
pasemos por alto que la palabra “espía” o spahe proviene del idioma turco. Los
insultos y los ataques eran continuos. Por ejemplo, el sonido de las campanas
les molestaba tanto a los hijos de Agar que cuando oían redoblar se volvían
furiosos y atacaban las iglesias con palos y con palos y con piedras y hasta
las pegaban fuego. Es el testimonio de san Eulogio.
Pareja de eunucos que
alcanza la palma de la victoria y fueron santos
La historia de san Rogelio y de san
Servideo, dos monjes eunucos del monasterio de Parapanda, vico a orillas del
Albaicín, que firmaron un pacto de amor para verse en la Gloria, es una de las
historias o capítulos más hermosos de la Leyenda áurea. Un buen día estos dos
jóvenes que se aceptaron su castración por amor al Salvador optaron por dejar
su retiro y llegarse a Córdoba en cuyo aduar en plena oración de la tarde
empezaron a predicar y a decir pestes contra Mahoma. Los alguaciles les echaron
mano y después de burlarse de ellos llamándolos maricones los degollaron y arrojaron sus cuerpos
descuartizados al Guadalquivir.
Como es sabido, la homosexualidad
entre los mahometanos no está penalizada y el Corán que es un Código religioso
de placeres sensuales la acepta. En los harenes califatos el amor de los efebos
era un capítulo muy importante. Eunucos
y huríes estaban para lo que estaban porque los amos del recinto hacían a pelo
y a pluma.
En sus alfeizas contra los reinos
cristianos los moros tenían por costumbre llevarse como botín las vírgenes de
doce o trece años y los mocitos imbeles. Para el sultán de Estambul la reserva
sexual con la que se renovaba y adornaba su gineceo todas las primaveras se
cifraba en Armenia y en Georgia. Los griegos han sufrido mucho por ese cabo lo
mismo que los antiguos condados castellanos y los reinos de Galicia, León y
Cataluña. No deja de ser significativo, volviendo a lo mismo, que el día del
Orgullo Gay sea el 26 de junio. En esa fecha la Iglesia venera a san Pelayito
de Tuy, niño de coro que fue conducido como eunuco al harén de Abderramán III y
que fue martirizado por no querer renegar de su fe. Antes había sido violado
por todos los soldados de la guardia del califa. Y por los que pasaban por allí
y que quisieran “solazarse con un incircunciso”, para escarmiento y espanto de
la población mozárabe. Las actas de estos mártires las recoge san Eulogio en
sus Anales Mártires. Ocurrieron tales barbaridades el XVI de las calendas de
octubre esto es el 18 de septiembre del año 852. Su nombre está en los añalejos
y códices antiguos. Como el calendario de Recemundo. El sofisma es a veces
compañero de viaje de la verdadera fe y esto es lo que caracteriza al
cristianismo griego que es religión de debate, siguiendo las pautas paulina de opportet
esse haeresses. Y en Guadix, la sede más antigua, y en Iliberis y en Híspalis,
sus compañeras, hicieron verdadero furor. Hasta el punto de que ni el propio
Osio autor del credo niceno se libra de tales inconvenientes
[1]Nombre despectivo con que
denominaba a los cristianos que vivían bajo la dominación islámica en España
[2]Fue pésimo clérigo, el cual bajo
el pretexto de ser obispo, persiguió a la iglesia elvirense durante mucho
tiempo y de forma atroz
[3]En Fraxinetum o Frejus moriría
siglos adelante el poeta Garcilaso tratando de escalar la muralla
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