MARINA CASTAÑO O LA DECADENCIA DE cjc
En mi libro sobre Cela y el Café Gijón en el capítulo
dedicado a la segunda esposa del Nobel la gallega María Castaño no sale muy
bien parada. Los hechos posteriores parecen abonar tales vaticinios y es que
los años que vivió al lado de la periodista que lo "puso a regimen"
cobraba por las entrev istas y las conferencias pertenecen a la decadencia del
escritor un Cela circunciso y al que metieron la podadera de lo políticamente
correcto. El merjor Cela era el de los vagabundajes el legionario y el
falangista años gloriosos en que dio a la estampa obras inmortales como Viaje a
la Alcarria, la Familia de Pascual Duarte", "Viaje al Pirineo" o
del "Miño al Bidasoa". Aquí fluye el Cela torero y tremendista donde
en medio del lirismo sale por el surtidor de su ingenio un cierto senequismo
conjugado con la ferocidad de los tiempos de posguerra. Esta etapa dio paso a
su etapa balear de los Papeles de San Armadans y del trabajo duro e incansable
sentado ante las cuartillas de seis de la mañana a las dos de la tarde.
──Y ¿si no sale nada don Camilo?
──Psch. Algo saldrá. En esta profesión hay que estar
prerparado para echar culo y criar michelines.
La gallega viuda lista de las que con un ojo llora y con el
otro repica arrambló con la hijuela lo puso a régimen. Había que cuidar el luk.
Sí el luk. Esto es "lu que hay". Dejó de ser el mismo. Quería dejar a
Camilin su único hijo el que le dió su legítima, Charo, con el culo al aire.
Pero los jueces han dado la razón a Camilo José Cela junior. La Castaño esa demi mondaine abonada al colorín de las revistas del corazón
tiró al monte. Otra corrupta. Pero Camilo tenía un concepto de la mujer que
escandalizaría a las feministas más belloteras. Eran para él un desahogo un
instrumento de placer: "Aula diaboli", "aquilonis
percussio". Sólo un buen culo grandes tetas. No les daba importancia. Supo
desde el principio que el amor es sexo y solo sexo
En el fondo CJC estaba de acuerdo, aunque de últimas no
fuese nunca a misa, con los santos Padres y debía de haber leído a san Agustín
y san Jeronimo. Polvo eres y en polvo te convertirás. Venimos del polvo y a
polco quedaremos reducidos. Por la mia nai.
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