LA NOCHE QUE LLEGUÉ AL CAFÉ GIJON por
Paco Umbral y CELA, EL CAFÉ GIJÓN Y YO por Antonio Parra (un estudio
comparativo (I)
Hagamos con la letra muerta a la crueldad del destino un corte
de manga; sólo perdura la literatura que es el alma de las cosas y tal vez ni
eso, quizás porque la literatura tenga que ver tanto con el amor. También con
el odio y el esplín, cerezas de una misma banasta. ¿Será verdad aquello de que
sólo nos salvarán la poesía y el amor al que cantaron los vates que nos
precedieron y se sentaron en estos veladores. Paco era un inmortal, un Beaudelaire
a la española que espiga en sus rimas y sus prosas las flores del bien y del
mal: la vida misma a brochazos como un Picasso al que se le entiende o un genio
al estilo de Dalí, al que se entiende más por su caligrafía fina, que sabe
distorsionar la realidad sin cargar la suerte ni marchitarla. A lo largo de sus
páginas (más de cincuenta libros) exhibe una prosopografía exacta, de modo que
sus novelas resultan cuadros al temple y a la vez verdaderos tratados de
psicología para una sociedad pero también un soñador para un pueblo. ¿Qué
se hizo de nuestros sueños, Paco Umbral? La "Noche que llegué al Café Gijón" retrata aquella sociedad del
adolescente que fui con sus noches blancas, el anhelo de leer, de comprar
libros y de soñar y de aspirar trotando por los caminos de ese Madrid
incierto que va desde la plaza Castilla a Bilbao, a las Ventas del Espíritu
Santo y de Chamberí a la Arganzuela, como cantaba el cuplé, cuando recalábamos
en Chicote admirando pero sin derecho a consumición a aquellos señorones que se
llevaban aquellas putas de lujo sentadas a pie de obra luciendo su hermosura a
pie de obra, mujeres caras, aquellas mujeres yeguales, de piernas
despampanantes y senos exuberantes como la rubia de Almacord de Fellini.
Para, después, a la trasera de la moto de un amigo circular por
Atocha a toda velocidad bebiendo el viento. ¿Te acuerdas de cuando entonces,
Paco Umbral?
Fui
el otro día al café Gijón y me encontré con tu sombra taladrando los espejos.
Me mirabas con aquellos impasibles ojos
profundos de miope calando hondo lejanías mientras yo tomaba copas con
los chicos y las chicas del ayer. Se celebraba una merienda de profesores que
ejercieron la enseñanza el pasado siglo. reunión de pastores oveja muerta.
Enterraban los rabadanes de la nostalgia la oveja muerta del tiempo que se fue,
aunque mientras haya salud, no falten las fuerzas y haya vino...Parecían
veteranos de la guerra de Cuba que acababan de llegar de ofrendar una rama de
laurel al Cristo de las batallas. ¡Rediez cuánto ardor, cuánta guerra fin de siecle, y hoy hay un encefalograma
plano en el mirar, pues lo light es
lo que se lleva, carnes magras que guardan la linea y atiborrar los bolsillos
que ya los patanes llegan a ministros, mientras tú, niño protestón de derechas,
hijo de padre desconocido, que ocultó el
drama interior siempre entre brumas de hastío y truenos de rebelión nos diquelabas desde la altura de la nube del
olvido que te sirve de sudario en el más allá, y todo para nada! Y yo soy un
periodista, me rindo, no soy el Guerrero del Antifaz. La luna ha entrado en
casa y me mira lo contento que estoy con la barriga llena de ginebra, vapores
de alcohol y de exorcismos, por el
montante de mi sobradillo que da al jardín de atrás, esa luna que tu admirado
José Hierro cantaba con tanto ahínco y a la que Federico metió en la fragua con
un polisón de nardos, nada menos. Allí estaba la hermana de Pepe una señorona
como muy bien plantada con cara de bibliotecaria y asolada por la artritis. Ya todos, clases
pasivas. Las palabras podrán salvarnos pero no son más que una locura para
escribir epitafios y especular con la sintaxis. Sólo nos salvará la poesía y
las musas curativas hacen la senectud más dulce, al menos eso dicen, pero yo,
Paco, no guardo rencores y del odio de los literatos que es tan peligroso como
el de los conventos librénos Dios. Ahí vamos. Tú fuiste de los últimos héroes
de la literatura a los que se contemplaba como subidos a un pedestal mitad
sacerdotes, mitad cirujanos y también brujos que hacían conjuros, antes que llegara el
mercado y la apisonadora del pensamiento único. Entraste con tu látigo de letra
herido en el club de los poetas muertos. Con tu fachenda de cabo gastador de
las musas y con ese vozarrón imponías pero esa actitud no era más que una pose para
ocultar tus propias mermas, celando tus trucos. ¿Nos condonarán la deuda las
generaciones venideras? Fuiste un mago del idioma que hacía malabarismos con
las palabras, eso tan difícil y que ahora no entienden, no saben, no contestan,
se muestra abstraídos con el dedito haciendo arpegios sobre el teclado del
móvil o del guasap. Analfabetos cibernéticos, un léxico de no más de mil
palabras, inmersos en el lenguaje urbano de Manhattan, ensimismados en el
autismo de sus mensajes que mandan quien sabe dónde, ferozmente incomunicados
en el mundo de la comunicación de banda ancha. Vosotros no conseguisteis ver la
pella que se acercaba pero yo os advertí antes del derrumbe. El buen
castellano, el mejor arte les suena a monsergas del tiempo de Maricastaña, a
estos chicos. Generación ágrafa del mensajerismo grafómano. Recaditos al oído
es de niños consentidos, recaditos a la oreja es de niñas sinvergüenzas. Todos
son hackers del ignorancia total ingenieros industriales que son unos ceporros.
El Supremo los quiere mansos domados por una buena corriente para hacer el
gasto en Carrefour. Tú Paco llegaste a genio y alcanzaste el derecho de primogenitura sin haber pasado por las aulas. Te bastó leer
a los clásicos y el fino oído para captar el habla de la calle y sublimarlo,
darlo la vuelta para que resultase hermoso y largo como las piernas de Celia
Gámez en la blanca doble. Ahí está la Puerta de Alcalá. Muchos nos sentimos
reflejados en tus libros que parecen las memorias de un literato adolescente a
lo Turguenev y anduviste por la sombra con tu complejo de Peter Pan, no querías
crecer y eso era un triunfo. Admirabas a Ramón Gómez de la Serna pero tu obra
no está influenciada por aquellas greguerías que a Rodrigo Royo el director del
Arriba le sonaban a majaderías y con mucho respeto encomendó al maestro que le
mandase cosas más banales desde su buhardilla de Buenos Aires. Muchos obliteran
el hecho de que el falangismo fue generoso con los vencidos. Que Pérez de Ayala
no fue represaliado. Al contrario, Torcuato le abrió generosamente la tercera
de ABC. A ti no te gusta el autor de “Tigre Juan” y ahí acusas una merma: tu
falta e cultura clásica. Pero a mí sí. Pienso que don Ramón era un grandísimo
portento mucho más que Ramón el de Pombo y el de la torre de marfil en su piso
del barrio de Salamanca. En lo que apuntas acerca de Azorín “un hombre que
escribía corto porque sus ideas eran cortas” ahí te doy toda la razón. Lo mismo
puede decirse de Pío Baroja un novelista que arrima mucho material a sus obras
pero luego no desarrolla y al fin le faltan piezas o le sobran pero todos ellos
durante la Oprobiosa
pudieron escribir, publicar y ser admirados, venerados cual héroes olímpicos.
Fueron los inmortales de una dictadura que fue generosa con el escritor, mucho
más que la tan nuestra cacareada democracia. Tú viviste un Madrid, ciudad
abierta que “estaba traspasado de literatura" y no rechazaba a nadie, y te
acogiste a la hospitalidad de Rodrigo Royo un periodista ninguneado y blasfemado pero que fue mi
director y del que aprendí lo poco o mucho que sé del periodismo y tú fuiste
colaborador de Pyresa como yo y con los sueldos conseguías pagar la patrona y
comprar libros. En la actualidad tales granjerías son impensables después
del paso de la apisonadora del rodillo de Felipe. Ahora el que manda en
España y reparte el juego político al que unos le llaman mister More, otros Herr
Mehr, mas o menos un tal Mas, sicario de España balcanizada, emputecida, predio
de taifas con cortes y mermas territoriales. Los catalanes quieren hacer una
muesca grande en la tarja para al final moler todo el trigo y quedarse con toda
la hogaza. ¿Y para eso queríais esa libertad tan cacareada? Los gañanes venían
de Andalucía y se metieron a políticos lucrativos. Fíjate fuiste a pedirle
trabajo a uno que bien conocemos, te pusiste de rodillas para que te dejara
subido a la columna de la página de cierre. ¿Dónde está Francisco? está
expuesto o así y el hijo del camarada
Vicentón te dio la absoluta Fue implacable. Fuera de aquí. Después de
tantos canceles abiertos, tantos umbrales ollados vino el gran cerrojazo, la
gehena, el llanto y crujir de dientes. Pero tú te las apañaste con el de la
competencia y volviste a ser un niño de derecha, huésped del Tirantones, subido
al capitel. estuviste expuesto a la maledicencia y el elogio. Hay que ver lo
bien que escribe este chico pero yo no le beso el culo a nadie ¿sabes? Me
propusieron hacer de Agapito García
Atadell el tipógrafo del “Sol” y la “Voz”, y novelista en agraz, de la segunda
transición, el que recorría los cafés
literarios de la Villa
y Corte con el cadáver de su hijo recien nacido en una caja de zapatos pidiendo
limosna una oportunidad a la búsqueda y procura de un editor que le publicase
sus libros. Hombre, no jodas, Pit. Yo no soy un pistolero con todo lo que diga
Escamilla el amo del Gran Tupi. El tal Pit
al que en Londres le llamábamos Carrozas
y en Moscú Kolodés es un conocido
nuestro, que es tan sarcástico como buen escritor y amigo entrañable, me
propuso seguir el ejemplo del jefe de las cuadrillas del amanecer. Manolo Pit,
tú estás de coña. No me metas a mí en el mismo saco que aquel asesino. Que se
encargaba de las sacas en la madrugada encarnizándose sobre todo con los
redactores jefes y plumillas carcas. Todo aquel que por omecillo personal, por
divergencias políticas o por inquina visceral, tres tiritos. El que le había
negado una colaboración o publicado una crítica negativa a las novelas
infumables que firmaba Agapito aparecía cadáver en cualquier cuneta, venga tú
al camión, o en una alea del camposanto del Este. Yo no soy un terrorista ni
quiero formar parte de esas brigadas del amanecer dirigidas por el ínclito
tipógrafo que se tomaría su revancha en agosto de 1936 como literato
incomprendido.
Al
releer una de tus mejores narraciones me he topado con Porok aquel lechuguino
paseante en cortes que vino en Madrid a vivir de la literatura y se compró con
unos ahorrillos la primera máquina de escribir aquella Pluma 22 que me trajo un
tío de Barcelona. Pagué por la Olivetti 3.200 pesetas. Al teclear saltaba la
música de las veinticuatro redondas blancas, explotaba un sonido como de besos
y de disparos que no me ha dejado hasta hoy. Había que ametrallar al mundo, dar
forma a las ideas, cotejar conceptos, enhebrar paradojas. Salía la prosa o la
poesía como de un hontanar líquido como si corrieran las fuentes de la Granja
desde el cajón de aquel rodillo que al llegar al tope lanzaba un quejido de
aviso y así se llenaban los folios como los cantaros de las Danaides. Tin. Tin.
Ahora parece que nos va saliendo la cosa. Lo malo, cuando te atascabas y
quedaba tu mente en blanco delante de las 24 redondas blancas. Recuerda el gran
canto dactilógrafo de Pedro Salinas. Sobre su salpicadero estamos los
artículos, las primeras novelas, los reportajes y colaboraciones, las cartas a
la novia. Gigantes y estafermos detrás de la procesión.
Un
Bildungroman o novela de iniciación siempre será un bildungroman pero haciendo y deshaciendo va el niño aprendiendo y
la verdad es que la novela tiene truco y que al lado de la poesía pura no vale
nada pero los poetas se murieron de hambre en la católica España. Mira tu
paisano Zorrilla. Ay no me lo recuerdes más que me matarás. Ibamos a aquella
redacciones donde había un redactor jefe calvo algo tripudo y bigotito de ala
de mosca camisa blanca y las mangas sujetas por lorzas que se llevaban
entonces. Había que tirarse media mañana buscando trabajo picando puertas
pegando sellos echando instancias y pasando los labios humedecidos por el nema
de los sobres de las cartas de recomendación. El señor no está en el despacho,
se ha ido a Barcelona. Se podía entrar en cualquier edificio sin toparse con
los cancerberos securatas fornidos, porteros déspotas y de trabadas espaldas
pues pasan muchas horas en el gimnasio que son los que vigilan la parva.
Entonces subías las escalinatas y te recibía un ujier engalonado en la planta
noble y hasta te recibía el ministro. Como no era una democracia vigilada por
los Fementidos ni blindada por la castuza que cree que España es su finca y
panda de gandules están condenados al estercolero y se van a quedar con la urna
el mano y las papeletas comiciales para taparles sus miserias que ni eso, al
final siempre iba saliendo algo. Claro que éramos jóvenes y todavía el
siniestro mr. More no había enseñado la oreja y el Tirantones era tan sólo un
adolescente que se había ido a EE.UU con una beca Fullbright y después
llegarían los Martínez, esos lebreles con dientes de mastín en el anhelo de
devorarnos y el autor de la Rusa recién
salido de la Escuela no era más que un meritorio recomendado por su padre, un
jefazo, en algún periódico de la cadena del Movimiento. Fuimos deudores de una
vocación obstinada ágiles escaladores del mayo de la cucaña. Hubo que llamar a
muchas puertas y comerse bastantes sapos. Es lo que puso alguno comulgar con la
gallofa pero ¿qué más tiene? Unos ensillan y otros cabalgan y a ti, Porok, tu
valía te acreditó como un tipo con suerte que otros no pasaron de noveles.
En
cuanto a tu "La noche que llegué al
café Gijón" y mi humilde pero creo que buena porque estoy muy
orgulloso della "Cela, el Café
Guijón" creo que existen pocas concomitancias. Tu novela es
parvedad de materia y mi obra aspira a más altos empeños poniendo negro sobre
blanco lo que vosotros que os decíais "rogelios" ocultasteis. Quizás
me haya metido en un jardín pero yo he escrito con más intencionalidad política.
Tu oído es más fino pero creo que es más poderosa mi nariz para ventear vientos
contrarios sin quedarme en la pura anécdota o la metáfora escueta. Preveía la
conversión, Paco Umbral que estás en los cielos, de nuestro querido y convival
café en el Gran Tupi pese a la mucha rocalla, pinjantes y abalorios que cuelgas
en tus prosas. Y luego la reconversión que trajo el Tuercebotas un tipo que iba
a la embajada del corte de San Jaime con un morral de cuero negro que se lo
había regalado Cubillo el del Polisario.
Tu
capacidad de prosopografía no la supera nadie y yo a tanto no llego por ejemplo
cuando presentas a Diego Jesús Jiménez el poeta de Priego nuestro común amigo
ue aparece en esta foto que nos hicimos en la boda de Florencio: Todo lo que escribía estaba refrescado por
un viento de mimbrales que había sido de su madre y oscurecido por una catedral
románica y bárbara. Era, con el tiempo, ese hombre que lleva entre la úlcera y
la calva un rebelde y caótico mundo lírico... conquense, prematuramente calvo,
premio Adonais, un poco infantil, inesperadamente adulto, vivía entre la úlcera
de estómago, la pasión por las meretrices, el amor por Társila, el vino que le
sentaba mal y la preocupación por encontrar un trabajo".
Y
así retratas a Gerardo Diego..."tenía
algo de pobre de pedir soso que no pide nada, una sequedad de santo de
sacristía desmentida por la pelambrera interior que le salía por las y un poco
por la nariz, como la abundancia de versos que habían llenado varias épocas de
la vida española... En la tertulia se estaba quieto, fraile, clerical, de
paisano, catedrático de rezos laicos, con las piernas muy juntas y las manos
también muy juntas, y a veces el mar de Santander le pasaba por los ojos, pero
Gerardo incurría en parpadeo y el mar se le volaba". Es tu lado
insuperable del mismo modo que Cela, titán poderoso, encuentra otras cadencias
del idioma de forma insuperable porque escribía una prosa macho de gallego padre.
Porok, quiero decir Umbral que no se
llamaba Umbral sino García, se mueve por lindes hermafroditas y sus párrafos se
mueven con cadencia de caderas de hembra.
Tiene más curvas mientras Cela, afilador de meigas, elige la linea recta
y brutal que despalma como el falo de un cíclope.
Releer
a Paco que paz descanse es un vuelo onírico hacia el paseo, es un paseo por mi
mente y mis recuerdos que crían telarañas, de la misma manera que él, el pobre,
está criando malvas pero Paco te recordamos. Los buenos soldados como los
grandes poetas no mueren, sólo se desvanecen.
Old soldiers never die. Lo que hace en sus libros es salir al encuentro de
sí mismo con una prosa sensual, táctil, definitiva de las mermas, ilusiones,
sueños y vanidades de aquel Madrid de
los 60-70. Pienso que sin el régimen de Franco con sus espacios cerrados y
cuando España estaba tomada por la literatura y en Barcelona se publicaba como
nunca se publicó en este país y mira ahora, el milagro literario Umbral no
hubiera sido posible o como el milagro Cela o los grandes poetas de postguerra.
¿Qué tenemos ahora? Al ramplón de Vargas Llosa una especie de Corín Tellado con
premio Nobel (lo consiguió por ser vos quien sois, por calzar mandil y sus
masónicas aldabas) que es como una versión del Papa Francisco pero en
literatura: un bluf. Que también se cuadra el triángulo sobre la tiara y tiene
por pectoral las insignias del Gran Oriente. Umbral siempre se mantuvo en
escritor, Sólo quería ser escritor y fue
por la vida escotero arropado en una bufanda sin el respaldo de esas logias que
son tan burdas que dan asco y que cansan.No surgen de un mundo genuino, son la
resulta del artificio de lo que ellos denominan Gran Artífice. Por eso a
diferencia de Umbral, Vargas redacta planchas y consignas al igual que el señor
Bergoglio que se proclama defensor de los pobres cuando es en realidad un amigo
del gran capitalismo para el que trabaja, una segunda versión de Teresa de
Calcuta pero con acento argentino.
ha de continuar
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