GERARDO DIEGO XXI ANIVERSARIO
Antonio Parra
Los
poetas son como los profetas. Cuando
ellos mueren algo se acalla de la voz de Dios que sigue resonando en la
historia. Y yo me acuerdo del cálido día
del verano del 87 cuando se fue Gerardo.
Estaba haciendo fotocopias y en vez del tajo que se me asignaba
fotocopié aquel hermoso libro de la Austral que había comprado con los dineros
de la huelga que me dio mi Madre casi entero.
No digo mi canción sino al que conmigo va, decía Antonio Machado pero
creo que en error. Las canciones de
Gerardo como las de Antonio o las de Manuel viajaron siempre con nosotros,
hicieron mella, nos ayudaron a vivir. ... Si
la palmera supiera vestirse de niña niña como cuando era una niña con la
cintura de pulsera... versos más versos para los inversos para los perversos,
etc.@ Y aquel romance
del Río Duero que nos aprendimos de memoria: Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja... indiferente o
cobarde la ciudad te vuelve la espalda. O los poemas del toro. Gerardo era un poeta como recién casado. Versos para adolescentes. Creo que sus poemas eran junto con los de las
Rimas de Bécquer a las primeras novias.
Fijaba el paradigma, el modelo, del literato que todos nosotros
queríamos ser. Marcaba la ruta de los aspirantes a la belleza. Hombre elegante. Iba siempre impecable con su
terno y su sombrero y así comparecía hético y ático cenceño por las tertulias
del Gijón. Hablaba poco y se fijaba
mucho el viejo profesor que vivía en una calle de Chamberí que era una especie
de centro de peregrinación para las adolescentes enamoradas de don
Gerardo. Sus alumnas decía que era un
hombre muy bueno. Por lo que difiero
algo del retrato un tanto peyorativo que hizo de él el maestro Paco Umbral al
que respeto y quiero como un buey mudo de ojos cansados. (Ah
si la palmera supiera! Para mí como para
muchos, desinencias políticas, él y Dámaso Alonso marcan el impasse de la
generación del 27. Se alzan en el
pedestal de aquella generación aunque resuenen más los nombres de Alberti,
Guillén o Lorca. Todos fueron grandes
pero a Diego le colocaron el sambenito de franquista. Y él no creo que fuera
franquista ni nada. Apolítico. Pura estética. En su vida personal, en sus modales,
impecablemente siempre vestido de gris, la cara alargada y con muchas entradas
(Acada año arrancará un mechón de cabellos de su frente@ y
la profecía se cumplió) cortés pero sin llegar al amaneramiento. Desde su cátedra en Gijón y en Soria y en el
Instituto Beatriz Galindo entusiasmó con la poesía y con la literatura en
general a centenares de españoles. Sabía
hacer toda clase de versos. Los clásico
y los modernistas y ello se derivan de su gran manejo del castellano. Conocía todos los recursos de esa
lengua. Era un filólogo y eso se percibe
cuando entras en contacto con autores importantes. El lector avezado siempre llega a intuir
quien merece la pena y quien no. Los
libros de versos de Gerardo Diego estoy seguro de que volverán a ser
reeditados. No sólo los poemas sino
también sus ensayos sobre literatura e investigación filológica. A este respecto escribió un libro maravilloso
en acendrada prosa sobre la vida y la obra de Manuel Machado. Los dos hermanos fueron amigos suyos y se
reunían en un café de la puerta del Sol en tertulia sabatina. Pero más Manuel que antonio. En fin.
Han pasado cinco lustros y parece que fue ayer. Gerardo Diego sigue presidiendo los anaqueles
preferidos de mis estanterías. Poeta y profeta. Su voz no morirá nunca aunque el hombre muera
físicamente. Su arte sigue siendo bálsamo al oído entre tanto desgarro, tanta
estridencia. Su eco se repite de
generación en generación y pese a los intentos sacrílegos de algunos. A la poesía no hay que acudir con las manos
manchadas de sangre menstruante. Gerardo es un vate limpio. Raudal de arte brotando de palabras sencillas
a las que el artista imprime su estro ecuménico y maravilloso de español, de
montañés total. Eres alta y
delgada. Soy de Oviedo y no conozco el
miedo. Nadie ni Clarín ha recogido con
tanta solercia en un par de páginas ese momento mágico de las lecheras llegando
a Vetusta de amanecida con la herrada a la cabeza haciendo resonar por el
encintado el choque de sus madreñas. AAquel
día-estoy seguro- me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería. Tal vez
porque me marchaba@. O este otro: AEstabais
las tres hermanas, las tres de todos los cuentos, las tres en el mirador,
tejiendo encajes y sueños@. O
sublimes hilanderas del eterno filandón tejiendo la pleita que nunca se acaba.
Así tampoco Gerardo. Nunca se extinga tu
voz. AYo quisiera ser convexo
para tu mano cóncava@. ) Se puede explicar de
forma más sencilla lo que es el amor? La
poesía o el arte de escribir es un arte un donum
Dei. Se tiene o no se tiene. Por eso entre tanta hojarasca entre novelista
ersatz o entre tanto impostor que maneja la honda de la diatriba o el sucedáneo
hay que acudir a las esencias. Y este
asturiano de las Asturias de Santillana del Mar posee ese don. El de la esencialidad.
Otros no merecen la pena. Por eso
hoy me acuerdo hoy de ti, maestro Gerardo, al que contemplé casi con veneración
sin atreverme casi a pedirle un autógrafo cuando estaba de tertulia en el Café
Gijón. (Bendito sea Dios el Dios de la poesía y el de España mi patria que me
permitió conocer en persona a estos grandes mitos!
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