Las calles están
nevadas
aúllan las ventiscas cegando los caminos de nieve blanda y felpona.
Moscú se convierte en una ciudad encantada encajada en los níveos bigotes de papa Moroz que es el dios de la escarcha.
Pese a la nieve ya se detecta la primavera y eso siempre
alza el animo lo mismo que las buenas noticias.
La natura
es siempre seria severa, certera.
Los errores y extravíos parten
siempre de los hombres. La irresponsabilidad del ser humano que clava el hacha
en la floresta
adquiere ribetes suicidas. La montaña gime con
la lanza en el costado.
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