LA LAURA DE KIEV
Kiev es ciudad santa, uno de los santos lugares de
cristianismo junto a Jerusalén, Compostela, el Monte Athos, Capadocia. Me
acuerdo de la visita que giramos un grupo de turistas ingleses en el año 73. En
Pecherskoi está la montaña mágica donde pueden contemplarse momias algunas
incorruptas de antiguos monjes, los encuevados. Los cuerpos aparecen
acurrucados en vanos de la roca. Algunos pasaron la vida de rodillas y no
podían erguirse a causa de la estrechez de la cueva. Otros no se sentaban,
pasaron la vida de pie. Oración de quietud y de silencio como Simón Estilita,
san Antón, san Sabas, Andrés el Cretense, Juan damasceno, Hilarión.
Pecherskoi forma parte de las tebaidas sagradas que se
irradiaron desde Siria y Asia Menor hasta Grecia y los balcanes. La idea
cenobita es la búsqueda de la perfección siguiendo la máxima de la cristología
de ser perfectos como perfecto es el Padre que está en los cielos y se
encuentra en la soledad y el silencio de las montañas como el monte Sinaí y el
monte Cedrón, en Salonica o Capadocia. Orate
et vigilate. Oración constante. Día y noche. Hesicasmo. El nombre de Dios
siempre en los labios. No nos dejes caer en tentación Repetición continuada de
una jaculatoria: el kirieleison, señor ten piedad.
Kiev la santa en el corazón mismo de la santa Rusia me
impresionó. La accésit o ascensión de la cumbre de los perfectos requiere el
asesoramiento de un guía o monitor en oración. Un staretz: el monje que nos enseñó las cuevas de Pecherskoi.
Era un hombre alto con unas barbas patriarcales
nieladas de plata, relativamente joven y con esa voz melodiosa que sólo se
encuentra en Rusia, hablas que parecen flautas, el pelo largo y recogido en un
moñote y un icono de la Virgen María colgándole del pecho: panagia. Maestro de novicios. Le llamaban sus educandos staretz y batiosca: padrecito. El coro
¡cómo cantaba himnos apasionados mientras los ángeles parecían pasearse por la
bóveda, madre mía! Aquellas voces parecían lenguas de fuego que fueran a
incendiar el mundo
El staretz nos contó la parábola de mostaza e hizo una
profecía. La gran catedral de Santa Sofía de Kiev aparecía casi vacía pero el
padre Zosimo dijo que algún día se volverá a llenar
-Nuestra fe es indestructible.
¿Será verdad?
Quedé pasmado ante la seguridad de aquellas palabras y
la profundidad de la mirada del staretz. Eran ojos humanos los del padre Zosimo
pero había en ellos un halo divino, algo que no pertenecía a la tierra
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