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jueves, 21 de agosto de 2014

el gallo de emilio romero


 
 
 
 
EL GALLO DE SOCRATES LOS GALLOS DE EMILIO ROMERO

 

Es la que dijo el otro: no hay para pan y compramos museo. Buenos días. Esta mañana helaba un poco y me levanté a maitines con mis frailes DX. Tiré de la manta a las cuatro de la madrugada. Me despertó el canto de un galo. ¿Un gallo a estas alturas? La zona rural queda a unas cuantas millas de distancia. Este es territorio de adosados y de conmuters una ciudad dormitorio vaya donde no se conoce ni el tato y el personal no se da ni los buenos días y si habla es para abroncarte o pedirte un cacho del jardín que es tuyo y ellos dicen que te pertenecen o para increparte porque aparcas frente a su casa. Cómo está España. El ikono de la Virgen está encendido día y noche para ahuyentar los malos espíritus. Tengo la seguridad de que hay diablos rondando, vibraciones malignas que suben y bajan. Desde que Su Beatitud Filaret el prepadovni metropolita ruso un obispo con un buen corazón me confirió la diaconía aquella mañana azul del verano londinense en la grada de aquel ikonostasio algo me toca de la parte de exorcista, de domar serpientes de sanar enfermos y arrojar inmundos espíritus. Está muy de moda eso porque esta parece la moda del diablo. Bueno pues esta mañana escuché en la duermevela el grito triunfal y aguerrido de un masto. Por acá no hay quintana. Ah pensé a lo mejor es mi amigo Valle que ha puesto una granja y como se aburre tanto con el Webcam y colgar los artículos que le mandan los rezagados, algunos son buenos pero por lo general bastante malos, a su sitio pues ha preferido diversificar la actividad y construir niales, sentar los palos, renovar la paja de los ponederos y todo eso. ¿Valle, ponen tus gallinas? Ya sabes lo que nos asegura el docto Quevedo todas ponen. Mujeres y gallinas todas ponen. Unas ponen cuernos y otras ponen huevos. Esa es la fija. Además yo no tengo vecinitas para observarles mientras se quitan el sujetador o las bragas como ese viejo verde que me recuerda al fariseo que acusó a la casta Susana como ese mostagán que escribe en tu pagina contándonos procacidades desde su observatorio mirón y luego va ese y escribe un largo y tedioso artículo un coñazo de artículo sólo soy capaz de leer el título y algún párrafo salteado. Hace el ridículo. Ya ni se le empina y nos quiere poner a todos los dientes largos. Pues eso que esta alborada he sentido cantar un gallo como el Cid camino del destierro. Era el gallo de Emilio romero que ha resucitado. Kikirikí. Un scoop… Kikirikí. Otro pisotón. Otro scoop… otro pisotón… una exclusiva. Era su obsesión. Prensa de bulevar. Escándalo. Don Emilio fue el inventor del periodismo vertical. Ese que impera en la salsa rosa de ahora mismo. Con truculencia, crímenes como el de la tinaja y las tetas y los muslos de la guapa que sacaba en la tercera. Nos gastábamos entonces tres pesetas para ver la moza y los editoriales que él como director suscribía y cuyo emblema era la figura de un gallo inglés. Siempre buscando pelea. Eso está a veces bien. Sus escritos tenían mucha miga y eran la alfalfa espiritual para los borregos del franquismo. Se le veía un poco el pelo de la dehesa. Era de pueblo. De Arévalo donde le querían mucho y rifaban un gallo todos los años por las Candelas. Se notaba a la legua su carpetovetonismo. Había viajado poco don Emilio. Era un poco voyeur algo sicalíptico y le gustaban las putas. Algún menda ganó un puesto en la redacción porque le arrimaron algunas y según dicen se enamoró perdigadamente de María Jiménez que bailaba por aquellas fechas en el corral de la Morería. “Pueblo” fue el gran vespertino de Madrid prensa del Movimiento creador de una buena lechigada de jabatos que como buenos pintados algunos salieron trotones de afilados colmillos y dentellada mortífera esto es unos cabrones  con pintas. Raúl del Pozo les llama rufianes y acierta pues algo de rufianesco había en aquel rotativo que era lo contrario a la Santa Casa, el ya digo otro diario de la competencia Buen hozar y bue colmillo para la noticia. Por aquellas fechas todos eran rojos y eso le alegraba mucho al director rodearse de rogelios él que había vestido la camisa azul toda la vida y había hecho sus armas periodísticas en Alicante y en Lérida dos periódicos de provincia de la Cadena Azul. Y ahora votan a Rajoy. Son tornadizos como la madre que los parió. Pero tenía ojo clínico tanto para la provocación como para descubrir buenos valores. Cuando veo “cuéntame” en veladas soporíferas aparte del overacting del elenco me encuentro con personajes con la vitola de Pueblo pues dicen que el Toni se inspira en uno que yo conocí y de cuyo nombre no quiero acordarme pues es pelirrojo y algo barbitaheño como judas. Fatuo y gilipollas que se fue a la revolución de los cálveles a dar el pisotón en busca y procura del scoop y creo que como recuerdo se trajo un monóculo y un disco en portugués que hablaba de una villa morena. Sin embargo y aunque siempre hubo alguna que oveja negra (todos eran rojos y ahora son del PP, excepto Pit, para mí la mejor pluma que escribe hoy en España hecho a la medida del bueno de Emilio Romero  -menos globos imposta un poco la voz y fuerza la frase nadie es perfecto-y de los tórculos de aquella imprenta, que sigue en comunista, aunque a veces el hombre tenga que pegar bandazos y escorar a babor pues a veces en este país para navegar y vivir hay que poner el culo) don Emilio lavó buenos pañales y los tendió en un buen romero y ahí están: el susodicho del Hoyo, Pepe Fanegas, nuestros mejores novelistas aunque éste último sea el que más vende. Casta. Tienen casta como Emilio aunque sea algo de pueblo. Un chico de provincias que conquistó Madrid con una buena pluma en el bolsillo y una cruz de Caravaca al cuello. Otro grande fue José Antonio Plaza el mejor periodista televisivo y el más serio puro estilo BBC respetuoso y eximio. Hizo escuela y nosotros tuvimos que padecer ese periodismo de pisotón y exclusiva a lo pobre. Creo que era mejor novelista y escritor que novelista. Convirtió su periódico de la calle Huertas en un semillero de buenos profesionales dentro de lo que cabe. Lo único ya digo lo del pisotón. Eran monomaniacos de la exclusiva y mi experiencia es que en este mundo mundial todos los libros están escritos y las grandes noticias  están dadas o vienen de arriba. Lo importante lo velan y zapan los servicios de inteligencia y lo que dan es puro afrecho, alfalfa espiritual para los borregos. Julito Camarero que fue vecino mío en Segovia en la colonia de Valdevilla, su padre un legionario de Ceuta que él no quería reconocer cuando estábamos en Nueva York pues esa ascendencia no era políticamente correcta por entonces el pobre se desvivía a la caza del kikirikí. Su gran exclusiva había sido entrevistar a Gary Chessman minutos antes de que lo sentaran en la silla eléctrica. Domiciano Acosta al que tuve la desgracia de padecer junto con su comilitón  me gritaba desde el otro lado del océano: “Parra aquí sólo interesa lo que tenga que ver con España nada de batallitas literarias”… Pues bueno. La obsesión de Merino era saber qué es lo que decían los americanos sobre nosotros. Y los americanos no decían nada. Estaban callados como doctrinos y te las veías y deseabas para encontrar una noticia relacionada con España que venía a lo mejor en una pagina interior en un recuadrito con letra del cuerpo ocho. ¡Ah sí! Decidí entonces comprarme el Washington Post el Wall Street Journal el New York Post y el New York Post (nadie gastó paga tanto en periódicos y en libros como yo) me los leía de arriba abajo. Luego les daba la vuelta para que todo fuese al revés para que me entiendas. De esa manera fui un manadero de exclusivas. Empecé a dar caña y me odiaban los colegas porque hacía levantar a Teodomiro Valtiendas a las dos de la mañana. Le telefoneaban para que hablara algo sobre las bases norteamericana de Torrejón. Y Chañe del Río tan modosito y aires de haber nunca un plato me tenía envidia. Yo seguía pisándoles callos a los colegas por orden de doña Escolástica y el de la Torre. El juego era peligroso y tanto iba el cántaro a la fuente que a veces acertaba. Una vez entrevisté a Golda Meir –ern pasillos- sobre la apertura de relaciones España-Isrtael y puse la plaza boca abajo. Pero en otra se me ocurrió escribir de un satélite ruso al que habían derribado los antiaéreos yanquis cerca de la frontera con Canadá. La versión oficial era que se había desintegrado el sputnik por avería. A la media hora de largar la crónica por telex recibo una llamada de Washington en la que me daban un día para recoger mis bártulos y marcharme para España. Me echaban del pais. Mi mujer acababa de parir y yo me había metido en la hipoteca de una casa. Rectifiqué ipso facto. Pero me queda la honrilla de haber dado en el clavo. Desde entonces no quiero ni que me hablen de exclusivas. Kikirikí. Kikirikí. El gallo de mi barrio no paró en toda la mañana. Debía de tener tarea para montar a todo su harén. Debía de ser el gallo del bueno de Carmenadas que es mi vecino y que vive en una urbe contigua en la orilla del Guadarrama.

 

 

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