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viernes, 9 de mayo de 2025

 

the quiet american prevost el nuevo pontifice me recuerda el titulo de una novela de graham green

 

LEON XIV OCHO PAPAS TODA UNA VIDA

Parece sr que su designación estaba cantada de antemano y sotto voce que los aguerridos diplomáticos vaticanos arriman su ascua a la mejor sardina. Conscientes de donde está el poder.

 Nada de que bajara anoche el Espíritu Santo en forma de paloma a la capilla sixtina.

Una gaviota curiosa,  entrometida sí que ví alargando su pico al borde de la chimenea de las fumatas.

En principio Prevost el norteamericano de ascendencia española no ha debido de causar mala impresión. Es agustino, una de las órdenes más antiguas con carácter intelectual y monástico. Fundada por el obispo de Hipona aquel cartaginés que estuvo enamorado de una negra esplendorosa y que le dio un hijo por nombre Adeodato.

Aquel que vertía lágrimas de arrepentimiento: “Señor que tarde te conocí”. Sus Confesiones ha sido uno de los más leídos de todos los tiempos. Trevor Prevost me recuerda el título de una novela de Graham Green “The Quiet American”. Reposado, tímido, con cara de buena persona que habla de paz y tender puentes y se dice depositario del legado de Bergoglio pero por carácter y modos está en las antípodas de su predecesor. Es mucho más elegante, frío y distante.

 Lució la estola de seda y la muceta canónica en su salida al balcón para la bendición urbi et orbi, magnum gaudium nuntio vobis papam habemus.

Con este son ya ocho papas los que he visto desfilar bajo la torre del Campanone, en 1958 yo era un latino imbele que saltaba por la huerta del seminario cuando el padre Topete anunció la elección de Roncalli y pegué un brinco que casi toco con la cabeza la quima de aquel moral milenario plantado por los romanos en la huerta Carchena. La de Pablo VI 1963 no la recuerdo muy bien pues había estado de vinos por la tabernas de Cuatro Caminos y arrepentido me fui a confesar con un capuchino del Cristo de Medinaceli.

En 1978 me pilló el conclave en Staten Island y en aquella televisión de muchas pulgadas que teníamos en la sala apareció Walter Concraite para anunciar el resultado de la votación: Todos los votos fueron para aquel obispo italiano de la sonrisa Juan Pablo I. Su pontificado 33 días la edad de Xto y otra vez el insigne locutor de la NBC desde Roma radió la llegada del papa polaco. Vi su entierro en un bar de Reina Victoria.

Ratzinger fue el papa que me hizo mayor impresión y muy querido desde el punto y hora que la Bestia empezó a llamarle el doberman alemán y cuando se refirió en un discurso en una universidad a la islamización como uno de los peligros de la cristiandad europea todos los canes que guardan la finca de Nostramo se le echaron encima para desgarrarle la sotana.

Al fin tuvo que abdicar. Francisco grandes esperanzas iba en el metro y me crucé con unos argentinos judíos que me dijeron ahora en la iglesia todo va a cambiar.

─No sé, no sé─ repuse aquella mañana de primavera de 2013 en Madrid

Acertaron aquellos turistas porque la SRI parece estar patas arriba. Ya expresé en esta bitácora el criterio que me merece Bergoglio, pero como no hay mal que por bien no venga él fue determinante a que yo rencontrara mi fe en la iglesia ortodoxa rusa. Y por último en la de ayer. 

Me había ido a cortar el pelo con una peluquera que se llamaba Mónica y la hable de santa Mónica madre de San Agustín mira por dónde y a eso de las seis me puse con mi mujer a esperar la salida al balcón del nuevo pontífice lleno de paz y de salud y bienandanza. Parece un buen tipo. 

Son ocho papas los que me llevo conocidos: Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI,  Francisco I y León XIV. 

Toda una vida

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