Cuando el Papa Francisco perdió la paciencia
Al Papa Francisco le gusta presentarse como un pontífice práctico, pero tenga cuidado: quien tira del brazo sagrado con demasiada fuerza recibirá una bofetada, al igual que un partidario particularmente agresivo. Internet está furioso.
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Miércoles, 1 de enero de 2020 16:07
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En cuanto al representante de Dios en la tierra, ¿qué cristiano creyente no querría eso? Podría contagiar un poco de divinidad a tu propio cuerpo. El Papa Francisco está bastante acostumbrado a ser manoseado y manoseado por sus seguidores en todo momento: el pontífice de 83 años soporta principalmente el baño entre la multitud con la dulzura y amabilidad que se le atribuye. Pero ¡ay de aquel que tira y tira del brazo sagrado con demasiada vehemencia! Entonces resulta demasiado para el Papa.
Esto fue lo que experimentó una mujer en la víspera de Año Nuevo en la Plaza de San Pedro de Roma, cuando Francisco visitó el belén allí instalado. La asiática agarró la mano por encima de la barrera, de modo que el clérigo casi tropezó y no quiso soltarse. “Oye”, dice el Santo Padre de una manera muy poco cristiana, y luego le da al creyente abusivo varias palmadas enojadas en las muñecas. El hombre visiblemente enojado continuó su recorrido después del incidente, pero cruzó la plaza a una distancia ligeramente mayor de los visitantes. Sólo cuando estrechó la mano de los niños Francisco volvió a relajarse.
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Als Papst Franziskus die Geduld verlor
Papst Franziskus gibt sich gerne als
Pontifex zum Anfassen, aber Vorsicht: Wer zu vehement am heiligen Arm reißt,
kriegt schon mal einen Klaps - so wie eine besonders übergriffige Anhängerin.
Das Netz tobt.
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Mittwoch, 01.01.2020
16:07 Uhr
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Den
Stellvertreter Gottes auf Erden berühren, welcher gläubige Christ wollte das
nicht? Es könnte ja ein wenig Göttlichkeit auf den eigenen Leib abrubbeln.
Papst Franziskus ist es also durchaus gewöhnt, dass er von Anhängern auf
Schritt und Tritt begrabbelt und betatscht wird - zumeist erträgt der
83-jährige Pontifex das Bad in der Menge mit der ihm zugeschriebenen Sanftmut
und Güte. Aber wehe, man zupft und zerrt zu vehement am heiligen Arm! Dann wird
es dem Papst auch mal zu viel.
Das erlebte
am Silvesterabend eine Frau auf dem Petersplatz in Rom, als Franziskus die dort
aufgebaute Weihnachtskrippe besuchte. Die Asiatin griff seine Hand über das
Absperrgitter, so dass der Kirchenmann beinahe strauchelte - und wollte partout
nicht mehr loslassen. "Ey", entfährt es dem Heiligen Vater ganz
unchristlich, und dann verpasst er der übergriffigen Gläubigen gleich mehrfach
einen erbosten Klaps aufs Handgelenk. Zwar setzte der sichtlich Verärgerte
seinen Rundgang nach dem Zwischenfall fort, ging aber mit einem etwas größeren
Abstand zu den Besuchern über den Platz. Erst als er Kindern die Hände
schüttelte, entspannte sich Franziskus wieder.
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