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miércoles, 18 de diciembre de 2024

 ANILLITOS DE MIS DEDOS.





Yo me quería casar con un mozico barbero y mis padres me querían monjita de monasterio lo que más sentía yo era mi mata de pelo, los pendientes de la oreja anillitos de mis dedos. Bellos romance que cantaban los niños en ruedas. Anillos. La humanidad siempre los llevó por adorno, coquetería, signo y como amuleto. El hombre y la mujer aman lo superfluo lo que no vale para nada. Una sortija – y a la sortija también se jugaba como a las prendas, un juego algo verde incitación y excitación sexual en los tiempos de mariscataña-era un adorno pero a veces el anillo servía para sellar (sigilum) como el anillo episcopal o el anillo nupcial. Cuando se ajustaba a los tobillos era una ajorca. Y, si al puño, llamábase favorita. A las muñecas pulsera y a los brazos brazalete. Los arqueólogos dicen que es el objeto que más se encuentra en las tumbas. En las egipcias las ha habido de oro hierro cuarzo bronce. Entre los hebreos se cuenta que los anillos y los pendientes adornaban el becerro de oro. Las anillos de oro de los ricos los de hierro de los pobres que no tenían engarce ni dibujo. Los romanos más supersticiosos los utilizaban como amuleto (fascinum) y eran preservativos contra el mal de ojo unas veces en forma de serpiente y otras en espiral. Los etruscos los tenían unidos por un chatón largo a modo de cartela con placas de oro grabadas o cinceladas. Se lo ponían los funcionarios como recompensa a sus servicios, una costumbre que han adquirido los militares americanos graduados en West Point o en Anápolis y en Roma la costumbre dio en verdadera plaga en el bajo imperio las manos de las damas a veces lucían hasta veinte sortijas señal de decadencia por lo que Antonio las prohíbe y rebaja a no mas de cinco pero las presumidas no encontraban dedos suficientes en las manos para demostrar su prepotencia y su lujo. Anillos dobles y triples unidos por un chatón de todos los colores y materiales (los hay de ámbar zinc plata plomo y marfil y por supuesto de piedras preciosas. Los cristianos heredan esta costumbre por partida doble de roma y de los hebreos el anillo del pescador y un anillo llevaban los apóstoles. Los obispos lo utilizaban como sello de poridad o secreto y de autoridad y a veces contenían relicarios dentro del chatón con huesos de algún mártir. También se utilizaba como firma mojando el chatón en tinta y marca la impronta. Las piedras más frecuentes de estos tampones del séptimo sello eran cornalina ónice jaspe amatista y diseñaban la figura de un escarabajo que para los egipcios era emblema de buena suerte. Eso los egipcios que los romanos traían en hueco la figura de algún dios alguna diosa Venus Ceres Prosperina y desde las guerras púnicas se sellan misivas y documentos públicos la efigie de los dioses fue sustituida durante el cristianismo por el anagrama del crismón la paloma el pez. Otras veces encerraban las llaves de cajitas. Después los merovingios usan anillos monogramáticos también para el documental y se llevaban en el dedo o dentro de una bolsa de cuero que llamaba limosnero. Los matrimonios se bendecían con el intercambio de arras y un sacramentario muzárabe incluye esta oración de desposados en la entrega de anillos: fit hoc nimirum, ut propter mutuam fidei signum ut propter id magis ut eodem pignore eorum corda jungatur. Benedicite Domine anulum hunc; el dedo anular es el del anillo. San Isidoro nos dice mas el anillo había de llevarse en el cuarto dedo de la mano izquierda. Un anillo es un juramento y los centurión romanes lo recibían como signo de obediencia hasta la muerte por el emperador. Lo llevaban los apóstoles y luego lo adoptaron los obispos y en el siglo XI los abades significan el desposorio místico del obispo con la iglesia. El iv concilio de Toledo habla del anillo episcopal como testimonio de la consagración a la grey. El anillo episcopal ha de ser de oro o con alguna piedra preciosa pero sin grabado alguno. Liso. Y asi fueron encontrados en Guarrazar una esmeralda. El papa Eugenia iii permitió que lo llevasen los doctores en teología y era un aditamento de prestigio personal. Las partidas confieren el título de conde al doctor después de veinte años de docencia y es lo que se llama el anillo doctoral; en Alcalá era frecuente ver a los catedráticos con una piedra preciosa encaramada al dedo anular o al dedo corazón. En el dedo pulgar, muy rara vez.

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