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jueves, 4 de febrero de 2021

VINUM BONUM LAETIFICAT COR HOMINUM UN PAISANO DE BURGOS QUE NO QUISO DESCEPAR EL MAJUElO AHORA SUS PARRAS FAN EL MEJOR CALDO DEL CONTORNO

 

Adolfo Barbadillo, el padre del tempranillo del Arlanza

Bodegas Monte Amán

 
Adolfo Barbadillo y su hija Asun, con tres de las referencias de Monte Amán. ÓSCAR DE LA HUERGA
 Adolfo Barbadillo y su hija Asun, con tres de las referencias de Monte Amán. ÓSCAR DE LA HUERGA

Las zonas de vino tienen siempre en su génesis la fuerza de un cepaje y el esfuerzo de viticultores que apostaron por conservar sus viñas. En el caso de la Denominación de Origen Arlanza, Adolfo Barbadillo es una referencia obligada. Un viticultor convencido que supo estar a la altura antes y después de consolidarse la actual zona vinícola. Hoy su bodega familiar, Monte Amán, ha hecho realidad su sueño: elaborar vinos de calidad en su pueblo, Castrillo de Solarana

La DO Arlanza ya ha encontrado su hueco en el mapa del vino de Castilla y León. Una zona de vinos avalada por un territorio histórico que, gracias a un grupo de viticultores y bodegueros, logró reavivar su viticultura y hoy es la referencia de los vinos burgaleses y palentinos. La tarea ha sido ardua, pues su vecino del Duero ha supuesto siempre una dura competencia.

Aun así, los vinos del Arlanza han logrado convencer al consumidor debido a los niveles de calidad alcanzados. Con una particularidad. Que su variedad principal, la tinta tempranillo, aporta el diferencial con registros sensoriales y matices propios, debido al clima de contrastes y a los diferentes suelos de textura franco-arenosa, caliza y arcillosa en un territorio de suaves ondulaciones en el que la vid se cultiva entre los 750 y los 1.200 metros.

Y, aunque se conserva una parte de viñas viejas en vaso, aumentan las espalderas en las nuevas plantaciones. Todo esto, unido a unas prácticas culturales y enológicas que siguen las mismas pautas que el resto de las denominaciones de origen.

Por eso hoy los vinos del Arlanza tienen una buena implantación en la provincia y en los mercados nacionales y sobre todo ya son profetas en su tierra, en Lerma, Santo Domingo de Silos, Torquemada, Salas de los Infantes y Covarrubias, entre otras villas históricas de Burgos y Palencia. Adolfo Barbadillo fue uno de los pioneros en la lucha por alcanzar la Denominación de Origen en 2007 y formó parte del embrión en el año 1995 hasta lograrlo.

Pero mucho antes, a mediados de los ochenta, Adolfo Barbadillo, nacido en la añada de 1924, apostó fuerte por la viticultura con una plantación de 30 hectáreas en espaldera de la variedad tempranillo, diez años antes de iniciarse los pasos para alcanzar la mención de calidad.

Ese fue el salvoconducto que colocó a su pueblo, Castrillo de Solarana, en el mapa del vino del siglo XXI. A esas 30 hectáreas, hoy de 35 años de edad, se unen otras siete en vaso dentro del término municipal, con 25 años. Y este es el cimiento de Monte Amán, vino y bodega que toma el nombre de un paraje del pueblo.

De sus siete hijos, dos están al frente de la bodega familiar: Juan y Asun. Esta última es vicepresidenta del Consejo Regulador. Cada año comercializan una media de 125.000 botellas con la marca Monte Amán, además de cortas partidas de Alto Carmona y Pago Valdeágueda, que aluden a majuelos del término. La dirección técnica está en manos de las enólogas Esther Gómez y Rebeca Palomo, que han logrado durante todos estos años una acertada regularidad en sus tintos jóvenes, robles y crianzas.

El parque de barricas no pasa de 40 bordelesas, la mitad de roble francés y con una media de edad de entre tres y cuatro años. Adolfo hasta hace poco recibía y saludaba a los visitantes, ya que la bodega ha apostado por el enoturismo, pues está a tan solo 9 km de Lerma y a 20 de Santo Domingo de Silos.

Sus vinos se comercializan en franjas de 4 euros los jóvenes, 5 y 6 los robles y entre 7 y 10 los envejecidos en barricas de roble. El 50% se vende en la provincia y un 8% se destina a exportación. Sin duda, vinos que responden no solo a una magnífica relación calidad-precio, también a los registros propios de sus viñas y a las raíces culturales que Adolfo ha legado a sus hijos. 

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