STENDHAL
Cantan sin parar y aturdidos estamos
los grillos cebolleros, hacen la rueda del pavo los bustos parlantes las hijas
y los hijos de los dinastas del franquismo (de Matías Prats, y su homónimo don
Joaquín, la filla del Onega el gallego cabeza gorda que no cabía por la puerta
del Arriba doña Cleopatra la del pelo largo news at ten, todos ellos
franquistas que cambiaron de chaqueta pero de los rojos no hablo, son peores,
pero aquí desde los godos se vive en dinastías, caciquismo ancestral) una
letanía de estupros y de violaciones no sé si habrán condenado al dientazos
ese sacamantecas compostelano alias El Chicle que mató y violó a una niña de
Pozuelo. Todos en comandita, en barahúnda tribal. Nos saturan de morbo. España
da asco y he de decir con fray Luis aquí el odio y la mentira me tuvieron
preso. La vida es cárcel España es cárcel del desamor revanchista.
Sólo la literatura quiebra estos
barrotes, rompamos los grilletes lejos de mí esos bretes en los que el
audiovisual nos tiene aherrojados. Calzo las botas de siete leguas y huyo a la
dulce Francia de la mano de Stendhal. Enrique Beyle 1793-1842) era su nombre de
pila Stendhal su pseudónimo.
Escribió el “Rojo y el negro” en tres
semanas, al desgaire. Y sin una preparación artillera, dejando correr la pluma,
la critica ignoró el texto y los libreros recogieron los ejemplares de la
primera edición por falta de quórum.
A día de hoy esta novela junto a la Cartuja
de Parma es considerada la cúspide de la literatura francesa, disputando su
preeminencia con madame Bovary de
Balzac.
—Madame Bovary c´est moi, — dijo don
Honorato. Y muy bien dicho.
A su vez, la víbora de Asnieres,
Bonafoux, acusó a Clarín de haber plagiado
a Balzac en la Regenta sin demostrar su dicterio.
La Regenta no tiene nada que ver con la señora del
aburrimiento de la alta sociedad de Paris. Ni la ovetense se parece a ella,
aunque ambas obras tengan por objetivo la narración de sendos adulterios. Que narran
los autores con pluma maestra sin la chabacanería de nuestros nuevos divos y
divas mediáticos dados todos a la alcahuetería de anarosas y de maricas
asesinos de Telecinco.
El método meticuloso de ambos literatos
tienen poco que ver por lo demás con la Cartuja de Parma. Cuando concluyó su
obra Leopoldo Alas despues de siete años declaró:
—A mis cuarenta años acabo de concluir
una obra de arte.
Expresó
verdad.
Stendhal a su vez también dio a la
estampa otra obra de arte en la cual traza sus páginas a brocha gorda mientras,
Clarín pinta al pastel en tanto que Balzac promueve retablos y daguerrotipos de
la sociedad del XIX. Cito estas tres novelas como señeras del decimonoveno.
Por detrás quedarían Flaubert. Tolstoi,
Turgenev, Víctor Hugo Dickens, Clarín, Palacio Valdés, y Galdós tal vez.
De los treinta y tres libros escritos por
Stendhal sólo catorce vieron la luz, guardaron polvo y silencio en los estantes
de las bibliotecas durante mucho tiempo. En 17 años un texto tan maravilloso
como “Sobre el amor” vendió diez reproducciones.
A Henry Beyle un jacobino bonapartista se le
consideró un conspirador con alma de pícaro, perseguido por la policía secreta
austriaca y por los agentes del Vaticano. No tuvo éxito en vida, dijeron de él
que no era un novelista solo un panfletista
propagandista de la revolución francesa. Algo desconcertante.
La sombra de la duda y la injusticia persigue
a los genios. Fue el precursor del naturalismo. Sostuvo el criterio que las
novelas han de ser vividas por el narrador primero para que éste luego las
ponga en solfa negro sobre blanco con su capacidad para contar historias.
Merece la pena volver a las paginas del “Rouge
et le noir” para alejarnos de esta realidad política y cultural donde las puertas
del infierno se han destapado en la cual vivimos los hispanos.
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