SIMULTAS. INMANITAS
La lengua latina es precisa,
mayestática. Deben conocerla aquellos que aman la propiedad del lenguaje. Roma
tenía un vocablo para cada situación. Sus grandes historiadores hablan de
"inmanitas" y de "simultas". Immanitas es la incapacidad
para sentir el daño o la pena ajena la terribilidad la fiereza. Un acto immane
por ejemplo sería la matanza de sesenta palestinos armados de hondas y piedras
que son acribillados por soldados israelíes pertrechados con armas de última
generación por la desproporción en los medios ofensivos y defensivos. Simultas
es el odio que estamos viviendo. Se trata de la propiedad más aplicable al
enemigo. El simultatus era para los
centuriones mucho más que inimicus o un hostis.
En el circo Máximo los gladiadores eran rivales contendientes nada más. Muchos
se abrazaban antes de la pelea a muerte. En la política española actual lo que
predomina es la simultas y el combate a cara de perro. Para el vencido no hay
perdón. Es una técnica que aprendieron las legiones romanas en Palestina de los
judíos conspiradores y separatistas frente al imperio y luego la aplicaron a
los aborígenes cuando Tito y Vespasiano ordenaron que de Jerusalén no quedase
piedra sobre piedra. Jerusalén entonces dejó de llamarse Jerusalén la ciudad de
la paz para ser definida como Aelia capitolina, la capital de la guerra o si se
quiere la ciudad de los perros porque Aelio era uno de los perros que tiraban
del carro de Faetón. La sabiduría romana (numen) conocía mucho el pasado y
también del porvenir
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