PRIMITIVO DE FRUTOS SIN OREJA
El día que a primitivo de frutos
le mordió su mujer le mordió la oreja su mujer dejandole medio desorejado e
tuvieron que dar quince puntos de sutura en urgencias. Facultativos enfermeras
y una monja del hospital de la Milagrosa que iba por las crujías rozagante
moviendo su papalina se hacían de un aire y se hubieran desternillado de risa
de no ser la cosa tan grave. Mira que un hombrón como
él dejarse solmenar por una pulga
valenciana de culo bajo... con esta sociedad no sé donde vamos a ir a parar, ¿qué
dirían la vecinas? alto ahí que dices, no tuvo otra opción el hombre. De haber
tenido que echar mano de sus prerrogativas de patria protestad a Primitivo le hubieran
caído ocho años de trena y haberse tenido que enfrentar a una de esas juezas víboras
que presiden las magistraturas de nuestras audiencias. A veces resulta menos
engorroso o cuando menos más cómodo actuar con la de Cristo: ofrecer la otra
mejilla. Quien, como él, era de la tribu de David. Adscrito al elenco de los
grandes profetas que hablan de los lirios del campo y no se cuidan del qué comerán
o con que ropa se resguardarán de los hielos del invierno frío porque Adonai
cura de ellos. son gente poco práctica, pero importantes. Son los elegidos para
el dolor. la Providencia les ama y los protege aunque las juezas leninistas se
burlen.
Llegó Primitivo chorreando sangre como un
gorrino. Hecho un eccehomo. Creyeron los médicos que se trataba de una puñalada
pero cuando relató los hechos quedaron estupefactos. Que un pero muerda a un
hombre no es noticia pero que una mujer arranque la oreja de una dentellada a
su marido era una noticia de primera plana, aducen los manuales de Periodística.
—Que dice usted que su esposa
mantecosa le arrancó la oreja de un mordisco.
—Si señoría.
—¿Y que hizo con ese pabellón
auricular de su pertenencia? La oreja. ¿Donde está la oreja? vamos a ver.
—La tiré al contenedor.
—Pues si no nos la presenta no se
la podremos injertar
—Hay cosas que no las ponen de
nuevo, señoría.
—En este país se hacen trasplantes
de gran categoría, pero ¿cómo ocurrió el percance?
—Verá, señoría. Yo no tengo por
norma beber pero la otra noche me dio por beber cerveza
—¿Cuántas botellas?
—Siete u ocho. Verá. Había estado
con unos amiguetes en la ciudad. De bar en bar pero de picos pardos no
estuvimos. De vez en cuando una canita al aire viene bien, beber ara olvidar.
La vida no es como la vivimos sino como la contamos. Así que para olvidarme de
las continuas riñas de la parienta, de que mis hijos no son míos sino del
lechero, del catarro de los niños, de que no llegamos a fin de mes todos los días
el mismo rollo, busqué la querencia del vino para reconciliarme con la
existencia recordar horas de juventud que se fue para no volver. Al llegar a
casa serían las tres de la madrugada encontré a la Pura hecha un basilisco. Recuerdo que
una vez me dijo que si un día me veía borracho me mataría y la Pura es mujer de armas tomar, no se
anda con bromas… donde anduviste, perillán, pero no te da vergüenza beberte el
pan de tus hijos soy libre le dije soy el amo de esta casa un chaparrón de
insultos diluvió sobre mi persona me puso de cornudo para arriba, maldijo la
hora que me había conocido pero yo como si tal cosa. La Pura se me tiró al cuello, caí redondo.
Mi mujer ya no era mi mujer. Era un tigre de bengala puñadas patadas en el
estomago recios manotazos en la cabeza y de pronto sentí un dolor terrible tal
que aquí (señaló la zona del pabellón auricular) el suelo era un charco de
sangre y yo no sabía decir otra cosa que ay mi oreja ay mi oreja.
—Vaya por Dios, usted fue un
hombre con mala suerte. Casó con mujer brava,
Primitivo empezó a llorar y entre
hipo e hipo se dolía de su desgracia.
—Andaré desorejado per secula
seculorum. Cervantes quedó manco en Lepanto defendiendo la bandera frente al
turco, fue por una causa justa. Y que van Gogh se dio un tajo porque al tener
unas orejas de Dumbo la cosa le parecía antiestética. San pedro al filo de la
espada tajó la oreja a Malco, pero el Señor se la recompuso. `Para colmo de
males un mal aire se llevó casi todos los dientes y mulas en plena juventud y
dese aquella uso prótesis. Seré desdentado y desorejado un monstruo horrible el
vivo retrato de Dorian Grey. Que desgracia tan terrible, doctor, ¡qué desgracia!
—No se preocupe buen hombre hoy
la cirugía hace milagros. Siempre se le podría adosar una oreja de plástico
replica cabal de la que usted lucía hasta el fatídico momento en que le dio por
empinar el codo y sufrir el ataque de su señora.
—Ya pero no es lo mismo
De Frutos era un hombre de
aspecto cansado rozaba los cuarenta aunque bien podría aparentar los cincuenta
y esta vejez prematura la achacaba a sus desdichas matrimoniales las infidelidades
los gritos las sospechas las continuas faltas al respeto, no era un hombre
celoso pero la conducta reprobable de la
Pura le obligó a serlo, sólo encontraba alivio en la botella
y el vino es un mal consejero. De soltero tuvo bien talle pero perdió la línea
a causa del yantar suculento de la cocina de su mujer. Pura Matesanz era una
valenciana de pelo de endrina muy apasionada y de culo bajo. Cuando paseaba por
la alameda meneando su buen cumplido bullarengue de negra estéreo glíptica a su
paso los hombres volvían la cabeza y Primitivo el hombre soportaba estas miadas
como podía. La pura no desperdiciaba ocasión para dejarlo en ridículo pero
todas estas limitaciones de su carácter podrían haber sido excusadas si su
media costilla no tuviera tan mala leche, cuando se enojaba tiraba al marido
los trastos a la cabeza. Volaban sartenes perolas platos tenedores y algunas
veces hasta la plancha caliente. Primitivo por su parte era un señor austero
soñador y algo poeta que en su mocedad escribía versos a las novias que una
tras otra le iban dejando hasta rematar con la que sería su legitima a la que
metió mano debajo de una escalera. Ocurre a todos los que asumen el ideal
estética. Sus dulcineas se convierten en maritornes. Esta desigualdad de
carácter y de afanes hizo muy problemática la armonía que se necesita para
convivir en cualquier matrimonio. Ese amor medieval de santa en la vidriera que
atravesaba el sol vespertino en el ventanario de la catedral no existía. Era
una entelequia. Su nostalgia por el pasado y la afición desmedida a las bebidas
espiritosas hicieron todo lo demás wife
battering nagging wives etc. La cosa no tuvo nunca remedio y seguirá así
mientras el hombre y la mujer e unzan y se desunzan después de hacer
cacharritos atendiendo a la voz de la especie,
—La vida es un asco —dijo la
enfermera de guardia que curaba a Primitivo— pensar que las promesas de amor
eterno acaban en la casa de socorro o en la comisaría.
sábado, 11 de febrero de 2017
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