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sábado, 28 de mayo de 2016

SEXO EN INGLATERRA

EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY
 


El sexo carece de sentimientos no tiene piedad es una mecánica en la cual se impone el proceso de selección natural. Mucho gimieron los poetas exaltando la belleza de cristal de sus amadas amor cortés contra amor carnal estamos hechos del barro. En la amargura o la casualidad fuimos concebidos, y en medio de cierta asquerosidad del coito menstrual, y entre estertores venimos y entre estertores nos vamos. Sujetos a la maldición bíblica parirás los hijos con dolor que pesa sobre nosotros. Cierta amargura se siente cuando un escritor de categoría descubre la cruda verdad de esos "facts and figures" del carácter inglés, tan pragmático.


Sin embargo la explicación bíblica acaso no sea suficiente. Se rompe el botijo hagamos cacharritos y a eso de los nueve meses... Eros y Tanatos van de la mano. Es una píldora difícil de tragar un hecho que deja sin palabras a los jueces a los moralistas a los sociólogos. Se rompe el himen sin consideración alguna obedeciendo a los imperativos del instinto. Las religiones trataron de sublimar este hecho pero ya digo no es suficiente.


Impávida ante los sentimientos humanos la madre naturaleza no sabe ni contesta ante el llanto de los amantes despechados y la cosa acaba en los desastres que a diario presenciamos en los telediarios el crimen pasional.


El feminismo reduccionista puro y duro trata, asimismo, de obviar el axioma de que la hembra está hecha para concebir y parir aunque sea el sexo fuerte y se relegue al varón el papel de zángano de la colmena. ¡Pobre señor!


El Islam al abominar de la pornografía posee, dicen unos, una respuesta más contundente que el cristianismo frente a este hecho ineluctable y aterrador a mi juicio el papel de madre y educadora y el puesto que ha de tener la mujer en el harén.


La destrucción de este equilibrio biológico mediante una liberación del erotismo incide en la depravación de costumbres y la degeneración de un país.


Un poco dura es dicha sentencia, pero todos estamos aquí a causa de un momento de pasión entre un hombre y una mujer. Tanto la anticoncepción como la represión del deseo- un verdadero derecho - o la manipulación exclusiva de la sexualidad como un instrumento de placer va contra natura. Sin embargo, no se le puede poner puertas al campo.


El amante de Lady Chatterly (auténtico novelón) fue un libro prohibido en Inglaterra desde su publicacón en los años 20 hasta 1961 cuando un jurado popular lo sacó del entredicho. Su autor estuvo acusado del delito de obscenidad.


D.H Lawrence tuvo que emigrar del país, se asentó en Nuevo México. Casado con una alemana recibió todos los palos del Establishment. Le acusaron de nihilista, de bolchevique e incluso de fascista y de nazi.


Está por ver si tuvo alguna relación con  los facciosos de Morley o con Lord Haw-Haw, el locutor de Radio Berlín, que muriera en el palo por colaboracionista. ¿Fue un camisa negra? En realidad y cualquiera que sea la respuesta le cupo como destino la persecución que aguarda a los genios.


Su prosa alcanza alturas en el idioma inglés sólo superado por Shakespeare y es una deliciosa oferta de los sentidos por la acuidad y solercia con que maneja la lengua, al describir actos escabrosos, tanto en el habla clásica como en la dialectal porque la sociedad británica ha estado siempre dividida en clases sociales (arriba y abajo) y la prosodia de que le hace el individuo al expresarse le asigna un lugar en la sociedad.


Es por lo que no prosperaron allí a diferencia de entre nosotros los españoles donde se está tratando de dar vida a formas de hablar ya fenecidas como el bable el gallego, la fabla cataloaragonesa o el castúo.


Todo vale en ese intento revolucionario y oscurantista que trata de poner patas arriba un idioma tan bello y tan noble como el de Cervantes.


Para los británicos, en contraposición, lo vernácula es un signo de desprestigio social. "You have to speak proper English".


"Lady Chatterley Lovers´s" narra los amores de una condesa, Constanza (Connie), con el guardés, Oliver Mellors, de la finca de su marido, Clifford Chatterley, un acaudalado industrial propietario de minas en la región de los Midlands que regenta una mansión en Wragby Hall en el norte de Inglaterra. 


Connie y Clifford contraen matrimonio  en agosto de 1917. El novio es llamado a filas. Parte a la guerra de Flandes y es herido por una granada que le deja paralizado de cintura para abajo.


En las coordenadas del drama se conjugan el amor carnal y el espiritual. La impotencia convierte al protagonista Clifford en un tipo peculiar. Se desarrolla la parte anímica mientras queda anquilosado por la impotencia la parte carnal. Triunfa Lord Chatterley en las finanzas. Mientras su esposa, Connie, bella y elegante, se aburre en la jaula de oro.


Con tales prolegómenos ya tenemos cocinado el pisto de este plato fuerte y provocador servido en forma de fábula pero muy amarrado al presente; es evidente que todo aboca al adulterio. Encuentra la lady el amor con un miembro de la servidumbre al que va a visitar en su cabaña y vive intensos momentos de  delirio maravillosamente descritos por la solerte prosa de Lawrence. Epos y Pathos manos a la obra. Sin embargo Ethos o la fuerza moral se inhibe. Los Cielos muestran su rostro inescrutable ante las pasiones. No dictaminan una sentencia, no dicen si esa acción está bien o está mal. La naturaleza marcha de espaldas a la ética. Los predicadores desde sus púlpito de mármol pondrán el grito en el cielo. E inútilmente se desgañitan. Bramarán los puritanos. Tendrá solución la cosa? Me parece que no. El ser humano no cambia mientras avanza el progreso y se dispara la carrera de adelantos tecnológicos.
El estudio de los personajes es perfecto lo que acendra el interés de la acción (cuando tomas el amante de Lady Chatterly entre las manos no puedes dejarlo hasta llegar al punto final y yo he vuelto a releer esta obra al cabo de cuarenta años y he visto plasmado en el libro episodios de mi vida e incluso de la sociedad en medio de la cual vivo donde el sexo de alto voltaje es una fuerza la fuerza de la Red) de este texto profético que anuncia la llegada de un tiempo nuevo, la caida del imperio británico - Mellors sirvió en la India en regimiento de lanceros como teniente del ejército colonial - la irrupción de las masas embrutecidas que piden ser dominadas y sometidas a la férula de pan y circo y,  sexo ,por supuesto.


Por primera vez en la lengua inglesa se describe con todo detalle, sin caer en el barrancal de la pornografía, la mecánica funcional del coito, los lugares recónditos de la MUJER el sexto ojo del cuerpo humano que no es lo que se dice muy estético, la exuberancia de falo. Lawrence repite una palabra prohibida pero que forma parte del lenguaje coloquial británico cuando se cabrean (los yanquis lo repiten a cada momento con razón y sin ella. Es la palabra “fuck”


Es esta obra un homenaje a Príapo en un intento por resucitar el sincretismo de las deidades mitológica. El autor nos revierte a los cultos ancestrales paganos y escribe sin rubor las palabras prohibidas en inglés pero que están a toda hora en el lenguaje de la calle en los chistes verdes o en los gags de los cómicos caricatos: fuck, prig, cunt, de forma triunfal, sin dar de lado a lo violento y sucio de los olores, las diferentes posturas que despiertan el sector oscuro y ninfomaníaco de la protagonista; la pasión viene de la mano de la curiosidad, ese morbo por conocer y experimentar. Eros y Tanatos son dos hermanos gemelos. Al caer en las redes de Cupido nos hacemos novios de la muerte.


Es un clásico pero a este adalid de la literatura inglesa sus paisanos le negaron el pan y la sal.


La Iglesia de Inglaterra puso  los libros de Lawrence en el Índice. Fue procesado por el tribunal Supremo bajo la acusación de atentar contra la moral y las buenas costumbres.


Parece ser que resulta un pecado para los cursis y eso de remar contra corriente de la ramplonería y el convencionalismo imperante descubrir la cruda realidad.


Si bien es cierto que Old Bailey levantó el interdicto hoy las obras de este tremendo escritor, nefasto para algunos, siguen en la alacena de las novelas raras y curiosas. El nombre de D.H Lawrence para los ingleses no ha podido resarcirse de los baldones y sambenitos que pesaron sobre él

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