HA MUERTO LUISA LA DE SOTO DE LUIÑA
Vísperas de la Inmaculada breves
días entrañables decembrinos, se acerca la navidad, San Nicolás sube y baja por
la chimenea del el saco cargado de sorpresas, unos vienen y otros van.
Bajo al pueblo y me encuentro con
un funeral. Ha muerto Luisa la “santa” y algo santa maguer que digan que de
dinero y santidad “la metá de la metá”
sí que debía de ser. No me consta que hiciera milagros pero gran devota de Nuestra
Señora consiguió mantener en el pueblo la tradición del santo rosario una
devoción puesta en entredicho por las innovaciones litúrgicas a raíz del
Concilio. Todas las tardes a las seis ella lo dirigía desde el banco de la
hermosa catedralina rural de sólidos responsiones o contrafuertes románicos
cabe el retablo barroco del árbol de Jetsé y yo bajaba a Soto en bicicleta
aquella temporada que me vi morir porque estaba tan malo (a Luisa le dedico un capítulo
de mi último libro porque pienso que el Rosario que inventara un dominico del
burgalés Caleruega conjura las fuerzas del mal pese a su sencillez repetitiva
conforme al hesicasmo de los padres del yermo que nos enseñaron a dirigirnos al
sumo bien mediante mantras. El diablo no sosiega ni duerme pero se para en
barras cuando oye cantar avemarías.
La Mujer calzada de luna y
vestida de sol aplastará la cabeza del dragón. Esto es una profecía, no tener
miedo a decir la verdad, amigos. Satanás se revuelve contra las cuentas del
rosario y tiembla más que a la vista del agua bendita. Es el mejor exorcismo ahora
que el Príncipe de la Mentira (666 La
Hora de la Bestia, lean este texto del que suscribe esta carta a la
directora de mi querida LNE) mejor que una tenida con el padre Fortea, por
ejemplo ahora que está tan de moda esos embelecos de película; no hay que hacer
mucho caso de la niña del exorcista sino ser humildes y ser mejores más
caritativos unos con otros. No obsesionarse.
Recen a Nuestra Señora. La Virgen
dicen de los cartujos suele visitar a estos monjes que crían callos en los
dedos de tanto rezar padrenuestros y pasar dieces en la hora de la muerte por
lo que pienso que la muerte de Luisa la “santa” en fecha tan señalada
probablemente ha sido un signo de bienaventuranza. Se ha ido cargada de
virtudes y de años (tres le faltaban para ser centenaria) ella mantuvo en este bello pueblo del concejo cudillerense la
devoción marial. Murmuro una oración española en latín que se cantaba en las
iglesias al final del oficio al terminar la novena. Somos un pueblo concepcionista
fascinado por la grandeza de la Simpecado:
“In cenceptione tua inmaculata fuisti
Da mihi, Virgo sacrata, virtutem
Contra hostes tuos” (fuiste concebida sin mancha, oh Virgen Sagrada,
inspirame virtud para opugnar a los que te maldicen)
Descanse en paz Luisa la santa.
Yo no sé cómo se llamaba pero me inspiró su bondad algunas ideas memorables.
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