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jueves, 4 de junio de 2009

SEGOVIA Y LA DIVISIÓN AZUL

El dia D de españoles y rusis.

el monumento A los CAIDOS DE LA BLAU EN SEGOVIA. NOMBRES ANÓNIMOS.


SHOLOXOV, CASARIEGO. TOMÁS SALVADOR. LUCHARON POR SU PATRIA Y CON SU VIDA HICIERON FUEGO

Una larga lista de nombres indistintos escritos en la pared en los muros de una vieja iglesia del XVI a teja vana cuya bóveda se desplomó. Se llamaban Pérez, Gutiérrez, Parra, Mardomingo, Jesús Revuelta, Casimiro Matesanz. Sus rostros se ocultan al otro lado del firmamento. Nadie los conocerá porque son nombres que lloran sobre las piedras. Es el estadillo de los que cayeron en la División Azul.
Más de cinco mil nombres, la mayoría segovianos porque la lista de los mozos que se apuntaron voluntarios para ir a Rusia fue la más numerosa. Nunca regresaron del mar de hielo y uno maldice las guerras pero se admira ante el sacrificio de estas vidas tronzadas en plena flor de juventud. Dieron su vida para que nosotros nos salvemos. Rusia es un país mesiánico.
Hasta hace unos años lucía un pebetero con la llama del santísimo en esta iglesia donde no hay sagrario y los altares permanecen desnudos, desmantelados. Algo que nos indica que tal vez la muerte no sea el final. Tiembla en mi memoria el nombre de todos estos soldaditos.
En mi infancia cuando íbamos al santuario de la Fuencisla en la nave lateral había un icono de la Theotokos colocada allí en acción de gracias por un divisionario que regresó con bien. Se lo había regalado una “babuska” que tenía un hijo en el frente luchando del otro lado. La muerte tal vez no sea final y tampoco tiene colores políticos. Lucharon por su patria. Con su vida hicieron fuego.
El sitio está emplazado en unos jardincillos aláteres a la vieja clínica del 18 de julio, hoy creo que no se llama así oficialmente pero todos los segovianos la siguen llamando de tal forma pues allí vinieron al mundo en la década de los 50 y los 60 muchos niños. Fue el primer hospital gratuito inaugurado por los falangistas de Girón. Es un sitio muy romántico y melancólico con una vista a los hontanares del Eresma, los huertos de San Lorenzo, los pináculos de la Lastrilla, los almendros de la finca del Terminillo que era la quinta de recreo del obispo. Es un impresionante mural con todos esos nombres grabados en cada uno de los sillares. Siempre que hay que respetar a los muertos. Tenerlos en la memoria.
Me congratulo de que en mi ciudad este cenotafio haya sobrevivido los últimos lustros de cambio pues ya se sabe los de la Blau no eran muertos bien quistos ni políticamente correctos. En los muros de la cárcel vieja hoy archivo se ha tenido el buen acuerdo de esculpir los nombres de los fusilados por el bando nacional, los de los fieles a la republica. Suum cuique pero que no nos quiten estos muertos.
Ellos sucumbieron a una de las debacles más catastróficas que tuvo en Europa en toda sui historia. Los rusos perdieron 27 millones de hombres, los alemanes cerca de diez (estamos hablando de combatientes) y los españoles alrededor de seis mil. Fue el gran drama de la II Guerra Mundial. Ha sido poco estudiado a pesar de que hayan aparecido miles de libros abordado desde un punto de vista propagandístico. He leído estos días una gran novela río – ni hay personajes el protagonista suele ser el soldado desconocido que todas las guerras huelen a mierda, a fatiga, a zanja, se escucha el grito de los heridos, el estampido de las explosiones etc.- que se llamaba LUCHARON POR SU PATRIA.
Y he escuchado a través de sus páginas la música nefasta de los organillos de Stalin de los que me hablaba mi padre y sus compañeros divisionarios, he visto arder las isbas y he visto el cielo encendido de esas auroras boreales que pintaban de sangre el horizonte del Ostern Front. Es la historia de la gran infantería rusa ( p e x o t a), me he escondido en los agujeros bajo la nieve de los pozos de tirador, he compartidlo el rancho y arrebañado las perolas y gatee bajo las alambradas de los caballos de Frisia con el heroico Ivan que se acercaba a un panzer alemán y lo destruía por detrás con una lanzallamas.
El carro viraba sobre sí mismo y por la torreta salía a encontrar la muerte ardiendo sus cabellos rubitos a Fritz. Acaso Fritz era de la misma quinta que Ivan el que lo había derribado. Ninguno de los dos sabía por qué estaba allí en pleno frente del Este.
Las batallas hasta que no cae Stalingrado eran de exterminio. No se hacían prisioneros. Luchan por su patria. Defendían cada uno su idea de la civilización. Poco se habla del heroico holocausto ruso y de las barbaridades y sufrimientos sin cuento que significó la Operación Barbarrosa. Escucho el ronroneo de los batallones motorizados en cada moto viajaban dos soldados el uno al manillar y el otro en el sidecar.
Veo las columnas infinitas de los regimientos ciclistas y los de intendencia que viajaban en hipomoviles. Marchieren… marchieren y me he hecho una composición lugar porque Sholoxov ve la escena desde el anglo soviético, muy hábilmente obvia cualquier ángulo peyorativo de los combates y hasta en una ocasión poco antes de entrar en fuego ve como un artillero ruso hace el ademán de persignarse pero se detiene en seco pues el comisario está a pocos metros y entonces no era políticamente hacer la señal de la cruz pero todo indica que el pueblo rusos seguía a pesar del estalinismo acérrimo a la fe ancestral de sus mayores: el cristianismo ortodoxo.
Tomás Salvador en su división 250 y Evaristo Casariego en “Con su vida hicieron fuego”, dos grandes novelas españolas de la segunda guerra mundial lo ven desde el lado alemán. Pero en todos estos tres libros reseñados y cuya lectura recomiendo late el dolor y la grandeza de los que combatieron en aquella guerra que fue una hecatombe de una forma real y nada triunfalista. Estos nombres escritos en la pared de una iglesia derrumbada de Segovia lo mismo que los personajes de Sholoxov lo atestigua son la otra cara de la moneda a como vieron los ingleses y los americanos el asunto por ejemplo en películas como el Día D. la frivolidad con que Hollywood narra esas jornadas sangrientas me llena de inquietud porque se manipula a ojos vista y se les priva a las generaciones venideras del derecho a saber objetivamente qué fue lo que pasó. Nunca más. Si vais a Segovia no dejéis de acudir a este lugar. La verja está cerrada pero se pueden ver todavía los nombres y si sois creyentes rezad una oración por aquellos caídos. Por todos los caídos. Por los muertos de todas las guerras. Pakoi. Descansen en paz.


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